Taberna del Mago Tuerto

La lluvia esta empezando a caer con fuerza, y si no me pongo a cubierto pronto voy a acabar empapado, y no creo que eso sea bueno. Casi he llegado al burdel, pero no me va a dar tiempo, tengo que aterrizar ya. Desciendo y me pongo a cubierto bajo un alero, me cubro con la capa y echo a andar. Mis botas golpean los charcos y en mi cabeza se crea un ritmo particular, con lo que acabo andando al ritmo de esa melodía interna, chapoteando en los charcos. Sin embargo no es tan interna como yo creía, la llevo escuchando un rato sin percatarme. Parece un duelo de violines, y si no me equivoco proviene de la taberna, ¿a quien se estará enfrentando Paganini?, encamino mis pasos hacia el edificio dispuesto a descubrirlo. Cuando llego a la puerta del local entro y me sumerjo en el ambiente. Hay bastante gente, veo a Alex y a Kaila, incluso esta Gael, llameando junto a la puerta. Me acerco al pequeño y le saludo revolviendole el pelo y me acompaña hasta la barra. Observamos el duelo con curiosidad, tocan bastante bien y la música alegra a los presentes, que están ya de por si muy animados. Tamborileo con los dedos en la barra, siguiendo el ritmo, con la mente en otra parte. ¿Qué estarán haciendo Cain y Elliot?, bueno, me lo supongo, pero no me molesta. Estamos juntos, y yo soy idiota, tienen derecho ha pasarlo bien. Sonrío y llamo al camarero.
-Perdone, sirva a todos los presentes -le pido-, ¡yo invito! -aclaro alzando la voz, siempre quise decir eso.
Pido una pinta de cerveza negra y bebo tranquilo, este ambiente festivo por la llegada de los nuevos cosechados me gusta, se esta bien en medio de esta gente. Pueden parecer monstruos, ¿pero que soy yo si no un monstruo?, y si somos sinceros, me gusta serlo. Saco a Feliks y se lo dejo a Gael.
-No te preocupes por sostenerlo, es un fénix, no le hace daño el fuego -y en respuesta a mis palabras Feliks se acomoda en los brazos del chico-, ¿ves?. le gustas -digo riendo.
Le dejo a su lado mi capa, la espada y los libros, ahora no los necesito y solo estorbarían.
Me pongo en pie y me acerco a los dos violinistas, que hace ya un rato que han terminado.
-Han estado geniales los dos, señor Paganini y... -no conozco al otro violinista, pero parece un buen tipo- ... no me importaría tocar con ustedes, a pesar de ser novato en la ciudad, pero si no tienen un piano o una guitarra malamente. No me dio tiempo a aprender a tocar el violín en la Tierra -aclaro sonriendo.

Corriendo, volando, yendo de sombra en sombra, de tejado en tejado y sin parar de correr, acabo llegando al barrio de aquella taberna del violinista, pero no me llama demasiado la atención y sigo con mis juegos bajo la lluvia. Sin embargo, al pasar por el edificio me paro en seco porque huele demasiado a sangre... Hay mucha gente, conocidos y no conocidos, en el interior. Y el olor es un olor agitado...¿Qué estará pasando? ¿Una pelea con amigos implicados? Es lo único que se me ocurre en una taberna... Tengo que entrar para ver qué ocurre. Así pues, retomo mis pasos y me encamino hacia la puerta, empezando a escuchar voces y música. Dentro hay bastante gente y bastante follón, pero solo la agitación del olor me da mala espina, así que decidido, paso al interior sin preocuparme por ir chorreando o no llevar camiseta. Lo que sí hago es sacudirme el pelo un poco antes de pasar el umbral. Y una sonrisa asoma a mis labios cuando, por fin, veo que no hay bronca sino una especie de fiesta, con Vacuum, Gael, Kaila y ... me quedo mirando al otro chaval, me suena de algo, pero no recuerdo el nombre... ¿Atila? Quizá... ¿Asdrúbal? No, este no... ¿Aníbal? Tiene más posibilidades, pero no recuerdo con exactitud... Da igual, ya me enteraré en el transcurso de... ¿De qué? ¿Acaso voy a quedarme? No creo que sirvan sangre... y no tengo dinero ni pieles ni nada a mano para pagar...Tengo que conseguir dinero de esta ciudad, no puedo vivir aquí sin interactuar con la economía del lugar...Vendiendo pieles, quizá; cazando criaturas raras, también; vender mi sangre a los alquimistas, como Dama Liviana, factible. ¿Entonces? ¿Me quedo? Lo cierto es que me voy a enfriar y no sé si los vampiros se resfrían... <<Bueno, a lo hecho, pecho, nunca mejor dicho por ir sin camiseta>> pienso sonriendo. Pero ¡eh! Está Gael, podría acercarme a él y secarme, con cuidado de no quemarme. Buena idea. Así pues, me acerco al chaval saludando a los demás y saludo a este último:
-Hola, Gael.-aunque también veo al fénix de Vac, no considero necesario saludarlo.-Te estoy preparando una sorpresita, ya lo verás. Y me voy a quedar aquí, a tu lado, que llevo toda la noche corriendo bajo la lluvia y no quiero resfriarme.-acabo riendo mientras miro al local, centrándome en la barra, para ver si tienen sangre.
Y cuando centro mi mirada en las estanterías con bebidas, la curiosidad me puede y me acerco al camarero, titubeante:
-Hola. Tienen... ¿Tienen sangre? Pero no de animal, sino...Humana.-consigo decir mientras miro de reojo a los demás, no quiero asustarlos.
El camarero asiente y al minuto vuelve con una copa de un líquido carmesí llena. Pero no es el color lo que me impacta de lleno, sino el olor. No es como el de mis amigos, pero... Y aunque una vocecilla me dice que no tengo dinero para pagar esto, alargo la mano y me llevo la copa a los labios, mojándolos simplemente, pero suficiente para despertar al vampiro. Y sin más miramientos, inclino la copa y, ávido, bebo su contenido sin tragarlo rápidamente, pues tiene un toque exótico, delicioso, que nunca antes he captado ni siquiera en el olor. Y cuando por fin acabo la copa, la sensación de calidez que me embarga es bestial, me encanta y me quita todo el posible frío que tuviese ante mientras le da un suave color sonrosado a mi piel desnuda. Me relamo cuando la sensación comienza a extinguirse y miro al camarero para preguntar su precio, pero... ¿Vacuum invita? Maldición... no quiero aprovecharme de... ¿De dónde diantres ha sacado dinero? ¿Quizá del mismo sitio del que Cain sacó para pagar aquel banquete terrícola? Ya me enteraré, total, si salgo me asaré, tengo todo el día aquí dentro. Pero alejándome de las ventanas y yéndome a una mesa en un rincón donde me siento a... ¿A qué? A regodearme en la sensación de la sangre extraña, desconocida y deliciosa. Luego hablaré con el griego para ver si puedo pedir más, pero luego, luego...

Miseria entró en la taberna como otros tantos días. Estaba cubierto por una capa gris de anchos hombros y llevaba unos calzones a rayas negras. En su levita llevaba amuletos enredados entre los botones, y una de sus antiguas caras descansaba sobre su hombro. Se quitó el sombrero con cuidado de que la pluma no se manchara al tocar el marco de la puerta y entró. El rostro que lucía hubiera sido armonioso de no ser por aquella nariz ganchuda que parecía tan fuera de lugar. Misería alzó un espejo y colocó su mano sobre la cara. Apretó con los dedos sobre sus pómulos y luego separó la mano, llevándose con ésta una máscara de rasgos armoniosos y nariz ganchuda. Pero lo que había debajo era peor. Aquellos pómulos tan marcados eran horrendos. Misería suspiró y decidió que no iba a gastar tiempo ni energías en cambiar otra vez de caras. Debió haberse quedado con la de la nariz espantosa.
Hechizó las dos máscaras que llevaba encima para que buscaran por encima de la multitud a algún conocido. Nada. Miseria las hizo volver a sus manos y se las colocó sobre los hombros. Aquello estaba atestado de ciudadanos muy jóvenes. Aquella era su tercera noche de Samhein y tampoco era precisamente un veterano, pero le incomodaba tratar con ciertos individuos.
"Bueno, tal vez sepan algo sobre las campañas. Incluso podrían llegar a ser interesantes", pensó. No quería hablar con el hado porque pensaría que buscaba su polvo. Descartó al guerrero, difícilmente sería interesante. El vampiro parecía bastante entretenido con su sangre y no quiso molestarlo. Así que se dirigió a la maga.
-Buen Samhein -empezó saludando-. Mi nombre es Miseria Nombre, ominario -dijo acompañando sus palabras de una reverencia-. No he podido evitar reparar en que hoy hay muchos habitantes de la generación anterior. ¿A qué se debe esto?

Contemplo la sonrisa del chico, y me hace una pregunta siguiéndome el juego...
-Podría congelarte. -le respondo.
Se sienta al lado mio, y yo me quedo mirando a la nada hasta que una voz me saca de mi ensimismamiento. Miro al individuo que me habla. Escucho sus palabras, en realidad no entiendo casi nada, pero no quiero parecer idiota delante de tanta gente.
-Buen Samhein -respondo a su saludo-.Mi nombre es Kaila. Kaila Arawicca -me presento. El apellido me le acabo de poner, porque hace tiempo que pensaba en cambiarme de nombre. Pero con el apellido me basta. Además, suena muy bien- . Sinceramente, no creo de haber entendido completamente lo de la generación anterior. si se refiere a los nuevos transformados, ni yo misma sé muy bien el motivo de que nos encontremos tantos aquí. - explico.

Me rio.
-¿Congelame? ¿Pero en que diablos te ha transformado la luna, mujer?
Se nos acerca un tipo.
-Buen Samhein. Me llamo Aníbal. Y en cuanto a los nuevos transformados...ni idea. Ha sido por azar.

Miseria hizo un gesto de aburrimiento. Ese asco de pómulos le daban una cara de idiota que no aguantaba. Ya era suficiente, no iba a soportar más esa cara. Se la quitó para dejar ver otra con una nariz diminuta y bastantes arrugas. Le gustaban las arrugas, le hacían parecer más serio.
-La generación actual son los que acaban de ser cosechados. La vuestra parece estar llena de habitantes de la Tierra, al igual que esta nueva -se quedó en silencio con el gesto torcido de una forma un tanto teatral y desvió rápidamente la conversación-. Yo vengo de Arfes, un mundo muy rico. Conozco rumores sobre su conquista, aunque me cuesta creerlo. En Arfes son muy peligrosos en la guerra. Sin embargo eso viene compensado por la fortuna que puedes amasar si te haces con tierras ahí. He oído -dijo, esta vez en voz más baja- que el Rey tiene miedo hasta de Nubla y por eso todavía no ha empezado la conquista y cosecha casi exclusivamente en la Tierra. ¿Habéis tenido tiempo de conocer al Rey? -dijo con precaución, pues lo que estaba tratando de empezar era una charla política potencialmente muy peligrosa.

Le miro y niego.
-No, al Rey no le conocemos...vamos, me acabo de enterar de que hay rey aqui. He estado muchos meses inconsciente...
-Arfes, ¿eh? Parece un buen sitio...
Cuando dice que esta cosecha está llena de habitantes de la tierra hace que me entren ganas de conocerles, pero decido abstenerme. Si yo aún no me fio de la gente de Rocavarancolia, ellos no se fiaran de mi ni de coña...

Sonrió cuando me pregunta en que me ha transformado la Luna.
-Ni yo misma sé en que me he transformado.
Miro a Miseria Nombre cuando se quita la cara. Cuando dice que en la cosecha nueva son casi todos de la Tierra siento ganas de conocer a los chicos...Pero no se van a fiar de mí, aunque aparente ser una chica normal. También habla de Afres. He oído hablar antes de ese mundo.
-Sí, Afres parece un buen lugar... -opino.
Empieza a hablar más bajo, diciendo cosas sobre el rey... Aníbal niega con la cabeza.
-No. No le conocemos. -respondo. Yo sí sé que aquí había rey, pero nunca he pensado mucho en ello. Ignoro lo que pasa a mi alrededor, centrándome en el ominario, en Aníbal y en nuestra conversación...

-El Rey actual se ha saltado muchas normas de los anteriores -explicó-. Destruyó el trono antiguo y mando hacer uno nuevo porque tenía miedo a que el antiguo lo matase. Pues mataba a quienes consideraba indignos. No sé con qué clase de hechizos han llenado el nuevo, pero según lo que se ha filtrado, cuando muera el Rey ese asiento morará en las pesadillas de muchos -susurró. Luego se dirigió a Kaila-. Está claro que eres una maga, suenas a ello. Puedes tomar muchos caminos diferentes en la magia, es una buena bendición de la Luna Roja.
Miseria se giró a la barra.
-Una copa de lágrimas, trasgo -le pidió al camarero. Un pequeño recipiente lleno de líquido transparente no tardó en presentarse ante el ominario, que empezó a sorberlo muy despacio. Dejó una pequeña moneda ante la criatura.
-Ah, y luego está el Consejo -reanudó la conversación como si nada-. No se imponen nada al Rey, sólo se pelean entre sí, sobretodo la Señora de los asesinos. Y los que no, viven absortos en sus respectivos mundos.

Mientras espero centro mi atención en el violinista que toca para todos los de la taberna. La música me hechiza, como parece que está haciendo con todo el mundo. Pero de pronto otro personaje aparece... no puede ser... ¡no tiene cabeza! Me fijo en el humillo que sale de su cuello cercenado... es igual a Elliot, es un Dullahan como ella. Veo como ambos músicos preparan sus violines tras lo que parecía un reto por parte del recién llegado. Cuando tocan juntos me quedo embelesado escuchando el sonido que sale de sus instrumentos. Casi no me percato de que están entrando caras conocidas... Kaila, el chico al que le faltaba un brazo cuando vinieron los de la otra punta de la ciudad buscando refugio... ¿Qué lleva ahora? Parece un brazo metálico que se mueve como lo haría uno normal. Me alegra que haya podido conseguir una prótesis útil... Y de pronto, una silueta de sobra conocida atraviesa la puerta también, Vacuum. Va cubierto con su capa, mojala por el chaparrón que está cayendo fuera. Me acerco a él y lo saludo efusivamente por encima del ruido del local. Cuando se vuelve y se acerca a mí me fijo en que tiene aspecto de acabar de salir de una reyerta, pero él está de bastante buen humor, lo que me hace pensar que tal vez sea casualidad.
-¡Vac! Qué sorpresa verte aquí -digo contento de encontrar compañía, mientras él me revuelve el pelo-, quería ir al burdel pero me ha pillado la lluvia de camino...
Vacuum se acerca a la barra y yo le sigo. Se queda pensativo unos instantes, pero de pronto invita a todo el local. Me quedo sorprendido, preguntándole cómo le habrá dado por hacer eso. Como estoy a su lado el tabernero me mira como diciéndome que pida ya, y su mirada me intimida. Titubeo durante unos instantes sin saber qué pedir, y el camarero se retira sin mediar palabra a atender a otras personas. Me quedo pasmado viéndolo alejarse y decido que de todas formas da igual. En ese momento Vac me tiende el polluelo negro que siempre lleva consigo y lo acepto en mis manos sin saber por qué me lo ofrece. Me explica que como es un fénix no se puede quemar, y yo lo miro fascinado. Es la primera vez que veo uno... en realidad, ni siquiera sabía si exitían realmente, pero voy a tener que empezar a creerme que todas las leyendas se basan en algo verdadero. El polluelo parece sentirse a gusto en mis brazos y lo miro sonriendo. Mientras me quedo embobado con el fénix, Vac se quita la capa y deja varios libros que llevaba encima y una espada de lado. Parece que va a hablar con los violinistas para pedirles que le dejen tocar. Hace muchísimo que no escucho a Vac tocar, este día parece que va a ser más emocionante de lo que parecía.
Alguien aparece a mi lado mientras estoy distraído. Para mi sorpresa se trata de Jack, hoy parece que a todo el mundo le ha dado por venir a la taberna, aunque seguro que la tormenta tiene algo que ver con eso. Jack me cuenta que él también entró buscando refugio de la lluvia.
-Hola Jack -saludo mientras acaricio la cabeza del polluelo-. ¿Sorpresa, qué sorpresa? ¿Es por lo quie te dije el otro día? -pregunto sonrojándome. No contaba con que fuese a preocuparse por ello tan pronto-. No hacía falta tanta prisa... te lo agradezco mucho -murmuro mientras él pide un vaso de sangre.
Miro con curiosidad el líquido que le sirven, rojo y espeso. Parece que él lo disfruta de veras, aunque eso hace que sienta una punzada de miedo. Pero aun así creo en su fuerza de voluntad, no hay por qué temer a su lado. Ni siquiera sé si ahora mismo yo sería comestible para él, pero muchas otras personas sí, y son las que más me inquietan.
Paseo mi mirada por el local mientras Jack se queda en silencio. Más allá Vac habla con los dos violinistas mientras beben algo. El más joven de los dos desconocidos parece emocionarse de pronto mientras se saca una miniatura de guitarra de la chaqueta, que rápidamente parece recuperar el tamaño normal para ese instrumento y adquiriendo un color verde. Observo el hechizo asombrado, yo también quiero poder hacer eso para llevar objetos grandes encima. Esto promete, si se van a enzarzar en un duelo de guitarras. Hacía tantísimo que no podía escuchar música... ¡y tan buena como la que se ofrece en esta taberna! Creo que vendré más a menudo por aquí a escuchar tocar a estos grandes músicos.

Miro a Kaila, curioso. Así que es una maga...
-Bueno, pues yo debo de ser una especie de guerrero...aunque con magia también, que este brazo no me ha salido solo.
Veo un chavalin solo (que me suena mucho) y a Vacuum, al que hace tiempo que no veo, hablando con los violinistas. Me acerco al chaval.
-Hola, chico...

Cuando llego hasta ellos el violinista se apresura a agradecérmelo sacando la libreta. Leo su mensaje y asiento.
-No hay porque, el placer es mio al escucharles -sonrío antes de que se aleje a la barra a por algo de beber.
Atiendo al joven músico, que me resume un poco su historia aquí, parece que ya es un veterano, pero llevo aun menos que el violinista, sin duda el dullahan lleva mucho tiempo aquí, me pregunto cuanto habrá visto, que clase de cosas conocerá. Le observo beber en la barra, la bebida desaparece al rozar la niebla que surge del corte de su cuello. Elliot puede comer y beber como el caballero, no entiendo su terquedad, no entiendo por que se empeña en distanciarse de los demás en ese aspecto. Comer puede ser un placer, y aunque para ella no sea una necesidad puede disfrutar igual de la comida. Suspiro y termino de escuchar a Mikk, así que ya conoce a Elliot, me muestra la marca que lo demuestra y no puedo evitar sonreír por su comentario, esta chica es una fiera. El violinista regresa junto a nosotros y nos invita a sentarnos en una mesa. Trae una copa para Mikk, brindamos y bebemos a la salud de los nuevos cosechados. Mis palabras parece que emocionan a Mikk, ¿el también toca la guitarra?. Hace un gesto y una chaqueta de cuero, presumiblemente suya, vuela hasta sus manos. La abre mostrándome la colección de instrumentos en miniatura que hay en su interior, algunos muy extraños. Mis ojos se abren como platos al ver tal cantidad de maravillas, y mi corazón se acelera al oírle decir que me presta una. Observo como saca una guitarra transparente diminuta, que se torna verde a su contacto, adquiriendo su tamaño normal al salir de la prenda. Mis ojos la observan detenidamente, es una guitarra preciosa. Yo observo el interior de su chaqueta, buscando algo que llame mi atención, Mis ojos topan con un mástil negro. Tiro de el, y mientras la miniatura va saliendo de la chaqueta, una guitarra negra como el ónix aparece en mis manos. La luz le arranca leves reflejos rojos, y su aspecto me enamora al instante. Es perfecta. Me pongo en pie después de que Mikk la hechice y pruebo su sonido con un solo. Mis ojos brillan, por fin puedo tocar algo decente, por fin vuelvo a escuchar una guitarra sonando en mis manos con toda su potencia. Cuando termino estoy eufórico, y sin mediar palabra comienzo a batallar con el joven de ojos verdes en una posición un poco mas céntrica, en el escenario. Mi mente vuela lejos, y mis dedos se deslizan sobre el mástil creando chispas doradas que prenden, incendiando las cuerdas y potenciando el sonido. Las flamas acarician mis dedos y mis ojos brillan emocionados, la música me envuelve y me llena por dentro, me siento eufórico. Río a carcajadas con lágrimas de felicidad en los ojos, me siento completo... no es verdad, faltan Cain y Elliot, y me gustaría que estuvieran aquí. Mis pensamientos son para ellos, y resuenan en mi cabeza mientras nuestra música hace temblar el local...

Nunca había estado aquí. Parece un tugurio,pero me la pela,vengo a beber no a evaluar la decoración. Me echo la capucha y entro en la taberna. Intento localizar a algún conocido. En una mesa encuentro al tío que me sonaba de algo. Espera se llamaba...Aníbal! Era el tío sin brazo,el que salía con esa mala pécora de Abigail,era del primer torreón.Hay que ver como me he movido estos meses. Me acerco al...creo que era español y le saludo.
-Hola tío,antes no te saludé porque no me acordaba de tu nombre y me daba palo así que...-le tiendo la mano-hola de nuevo Aníbal-sonrío-Jo**r tío,tienes un brazo nuevo,me alegro,me deprimí mucho cuando te encontré manco. ¿Qué es de tu vida ahora,no estabas con Abi?
Me vuelvo hacia la barra mirando con envidia las botellas. Los cristales llenos de bebida parecen estar provocándome,gritando que volviese a consumir,lo echaba tanto de menos. La dulce y decadente sensación que le provocaba hacerse daño;creía haberla superado,pero sentía la acuciante necesidad de perderme un poco,de dejar de ser yo,quería pillarme un buen ciego.
-¿A quién hay que matar para que te sirvan una copa?-bromeo,pero necesito una copa.

Viene un chico, el mismo que vi antes en la sede de los taumaturgos y que se fue rápido. Me conoce, pero yo ahora no caigo. Hago algo de memoria y...
-¡Alex! ¡Hombre, otra cara conocida!
Sonrio y voy con él a la barra. Cuando me pregunta sobre mi brazo, me encojo de hombros.
-No tengo muy claro que me ha pasado...he estado inconsciente durante meses. Al despertarme ya tenía el brazo nuevo...y un escudo que me sigue.-dicho escudo lo tengo encima mío, no se me ha despegado en todo el día.
Me habla de Abi y me encojo de hombros.
-En realidad nunca estuve con ella. Siempre se iba en cuanto ibamos a llegar a algo...y no creo que ahora pase nada entre nosotros. Ahora que la mencionas, hace tiempo que no la veo...
Me siento a su lado y pregunto qué hay para beber.

Cuando Gael me respondió solo le respondí con una sonrisa y copa en mano, me fui a la mesa donde descanso ahora. Descanso, sí, mientras saboreo la sangre y escucho el dúo de Vacuum y el otro, guitarras en mano. Descansar, esa es la palabra, pues a esta hora yo tendría que estar dormido. ASí que me recuesto en la silla y apoyo los pies con las deportivas en el borde de la mesa <<Necesito unos zapatos de esta ciudad, no esas de la Tierra...>> Ya los conseguiré, cuando tenga dinerillo. Y cierro los ojos mientras mezo la silla al ritmo de la música, con cuidado de no caerme aunque no me cuesta mantener el equilibrio. Pero un pensamiento va aflorando, lleva un rato latente, pero empieza a cuajar...<<Esta sangre y la de animal que suelo beber no ha hecho el mismo efecto en mí...La de aquí me ha dado energías nuevas, me ha daado una sensación que la de animal ni siquiera la ha rozado... ¿Puede ser que solo me sacie como tal con la humana? Y entonces... la de animal... ¿Engaña la sed por una temporada? Maldita sea, de ser esto así... si siguiese bebiendo de animales eternamente, me volvería loco al probar una mísera gota humana. Y esto, obviamente, no puede ocurrir. Pero no tengo dinero para pagar esto... ¿Qué hacer? Puedo controlar y engañar la sed, vale, pero nunca estaré saciado... No puedo vivir así... ¿Podría... podré controlarme si se lo pido a...?>> Pero no me atrevo a seguir por ahí... ¿a quién se lo pediría? ¿Me atrevería? Lo dudo... Otro motivo más para hacer dinero. Percibo que entra Reisha en la taberna, pero no merece la pena abrir los ojos y saludar siquiera, pero al saludar a alguien dice el nombre del chico. Aníbal, vale.. ¡Ese perdió un brazo! O eso dijeron... Pero lo tenía... Diantre, da igual... El sopor del cansancio me va pudiendo poco a poco pero no dejo de balancear la silla para mantenerme medianamente despierto y alerta. ¿Alerta? Sí, sencillo: hay mucha gente, mucha bebida y alcohol. Puede pasar de todo.