Taberna del Mago Tuerto

Acabo mi bebida y me levanto. Me giro hacia Kaila y voy hacia ella, sintiendome algo mal por haberla dejado sola con ese hombre hablando de politica. Llego a tiempo de verla secarse disimuladamente una lágrima.
-Oye, ¿te pasa algo?-pregunto, algo alarmado.
Veo que está mirando un colgante que lleva. Supongo que es de alguien de la tierra.

Aníbal vuelve. Me pregunta algo, parace preocupado.
-Es una larga historia. Larga y triste, pero te la contaré.
>>Yo era una niña normal, que vivía felizmente con sus padres y su hermano mayor en un pueblecito lejano a la capital. Nunca me llevé bien con mi hermano, pero él intentaba ser agradable cuando estábamos delante de nuestros padres. Él me enseñó la música y se portaba bien con migo. Aunque, cuando nustros padres no estaman delante, me pegaba de vez en cuando.
>>Cuando cumplí seis años, mis padres me llevarón con mi hermano a casa de mí tía, pues se iban a visitar a una amiga. Antes de irse, mi madre me regaló este colgante, que nunca me quito. Al cabo de hora y media, más o menos, llamron a la puerta. Fui a abrir corriendo, creyendo que eran mis padres. En realidad, era un hombre, vestido con un traje negro. Pasó de mí, solo me dijo un "lo siento". Al principio no entendí nada. ¿Quién era ese hombre? ¿Qué quería? ¿Dónde estaban mis padres? Cuando el hombre se fue, tanto mi hermano como mi tía estaban llorando. Mi hermano me llevó a una habitación, al ver que no entendia nada, y como si fuese algo completamente normal, me dijo: "Papá y mamá están muertos. Han tenido un accidente de coche". Yo simplemente me encerré en mi cuarto a llorar. No recuerdo haber salido de la habitación en días, salvo para comer. Mi tía no me dejó ir al entierro, porque pensó que iba a sentirme peor.
>>Poco a poco me fui acostumbrando. Volví a ir a clase, a explorar los alrederores de la casa de mí tia, a las afuers de la capital, y todas las cosas que hacía antes del accidente. Nunca tuve amigos. En mi noveno cumpleaños, a mi tía le dio un ataque al corazón. Murió al día siguiente. Mi hermano tampoco me dejó ir al entierro, también pensó que sería demasiado para mí. Volví a aislarme del mundo, esta vez yendo a un bosque cercano a la casa en la que vivía. Solo que me llevaba allí comida, agua, una tienda de campaña... y me quedaba días.
>>Poco a poco fui asumiendo la muerte de mi tía, pero yo seguía aislandome del mundo, esta vez porqué quería. Cuando el cosechador vino a buscarme, acepté sin pensar. En la Tierra solo me quedaba mi hermano, y no era precisamente bueno conmigo... -hago una pausa- Ahora conoces mi vida.

Durante la narración de la historía, me caían lágrimas de vez en cuando, pero me las secaba enseguida. Miro a Aníbal expectante, esperando su reacción.

Escucho su historia atentamente. Asiento con la cabeza lentamente, comprendiendo el porqué de su estado de ánimo.
-Lo siento...quizá no querías recordarlo todo de nuevo y yo te lo he hecho hacer.
Me acerco a ella y la abrazo, tratando de reconfortarla.
-Kaila, si me necesitas aquí estoy...lo sabes, ¿verdad?
Le seco las lágrimas que se le caen, aunque ella ya lo hace por sí sola.

Aníbal asiente con la cabeza, entendiendo porque me siento así.
-No lo sientas. A veces es mejor contar a alguien las cosas que guardarselas para uno mismo. -le digo.
El chico se acerca a mí, abrazandome. Le devuelvo el abrazo, sintiendome algo mejor.
-Lo sé, y te digo lo mismo. Si necesitas algo, aquí estoy. -le respondo.
El chico me ayuda a secarme las lágrimas que me caen. Suspiro, no me apetce hablar más del pasado.
-¿Cambiamos de tema? No me apetece hablar más de esto.

Escucho el sonido de las guitarras embelesado, mientras acaricio la cabecita del fénix, que protejo entre mis brazos como si fuese de cristal. Parece a gusto entre las llamas azules que prenden en mi piel. Sonrío al ver el espectáculo que dan en el escenario, las propias guitarras son mágicas. La de Vacuum desprende destellos que terminan por llamear cuando puntea sus cuerdas. Mientras pienso en cuantísimo le gustaría escuchar esto a mi hermano alguien se acerca a mí, saludándome. Ante mí se encuentra el muchacho que ahora tenía un nuevo brazo metálico... no consigo recordar su nombre, si es que lo supe en algún momento.
-Hola... -respondo protegiendo más a Feliks de forma inconsciente. Me fijo en que un escudo de metal parece seguirlo allá a donde va, no tengo muy claro en qué consiste su transformación.
Mientras pienso cómo continuar la conversación, alguien más aparece. Es Alex, cuya transformación no podría olvidar fácilmente. Ellos se conocen mucho más, y se ponen a hablar entre ellos. Con timidez me aparto un poco y sigo a mi aire por la taberna, disfrutando de la música. Jack se ha ido a otra mesa y parece estar embobado en sus propios asuntos. Será mejor que no me meta. Me he quedado un poco solo pero no me importa. A veces es mejor que nadie te preste atención, y con la música y el polluelo soy feliz. A fin de cuentas a mi alrededor parece que la gente está ocupada bebiendo. Levanto la cabeza para echar una visual a mi alrededor y entonces veo una silueta conocida rebotando entre los presentes. ¿Nia? ¿Qué hará aquí también? Parece que alguien avissase de la fiesta con antelación. Me adelanto en su dirección, pero entonces me doy cuenta de que a mi lado están los libros, la capa y la espada de Vac. La capa parece demasiado fina para que no prenda al tocarla y no quisiera estropear sus libros. Trato de llamar la atención de Nia a distancia, pero ella está embobada mirando cómo tocan la guitarra Vac y el desconocido. Decido que será mejor esperar a que acabe el espectáculo, tenemos toda la noche, y el espectáculo solo acaba de comenzar. Me vuelvo embobado mirando el fuego de la guitarra negra, pero la verde acaba por atrapar mi atención, dejándome hipnotizado disfrutando de su sonido hasta que la canción se terminó. Cuando suena el último acorde me estremezco. Llega el silencio a la taberna... que de silencio tiene poco, porque todavía se escuchan todas las conversaciones entremezcladas. Pero falta algo, el fin del sonido es como una ausencia que me entristece. Ojalá la música comience de nuevo. De pronto veo como una figura se acerca a Vac... Elliot, sin duda. Ella lo abraza y luego contempla la guitarra que sostiene. No me enteré ni de cuándo había llegado. Definitivamente estamos aquí reunidos muchos de nuestra cosecha... Parece que queramos celebrar algo. Llevamos aquí tanto tiempo... es como si esto fuese ya toda nuestra vida.

Nia se quedó escuchando la música, aún por detrás de la turba de gente que les veía. Nia intentaba ver por encima de sus cabezas pero, entre que el techo era bajo y que la gente estaba en constante movimiento solo consiguió recibir golpes. Un hombre con cara de cerco le gruñó e hizo que se pusiera contra la pared, pero al parecer el gruñido no iba para ella así que suspiró aliviada. Era caótico y sin embargo, quería seguir escuchando la música. Se sentó en el aire y siguió escuchando. A su lado, había un chico profundamente dormido que reconoció al instante.
-¿Jack?-le llamó con un susurro. Parecía dormido. Nia miró a su alrededor y tanto ella como el vampiro pasaron desapercibidos. Nia sonrió maléficamente mientras se frotaba las manos, planeando su venganza sobre el susto que le dio en su ultimo encuentro. Pero antes...
Los tentáculos de pelo de Nia se acercaron más al vampiro y le dieron unos toques en el pómulo. El chico se quejó un poco y enterró su cabeza entre sus brazos. Nia río por lo bajo. Había llegado la hora de la venganza, por instinto, intentó escupir algo de tinta, luego se dio cuenta de que ya no tenia. Miró a su alrededor. En la mesa alargada en la que la gente solicitaba bebidas de diversa índole, había un cuenco con unos frutos secos abandonados. Nia lanzó un hechizo de levitación y lo elevó sobre el tumulto de gente para aterrizar en sus manos. No tenían buena pinta, pero eso solo lo hacia mejor. Nia los hizo polvo uno a uno y, delicadamente comenzó a espolvorearlo al vampiro durmiente. Así cuando abriera los ojos, tendría la imperiosa necesidad de frotárselos, para quitarse el polvo y es ahí cuando entraba en la parte dos: Una pinta convenientemente olvidada con algo de su contenido aun dentro. Tenia un olor muy fuerte y Nia no pudo reprimir una mueca de asco, pero servia para su plan. Hizo que el vampiro agarrara la pinta con una mano y ya estaba lista la broma. Cuando despertara se llevaría las manos a la cara, derramando el contenido de la pinta por encima. Nia río una última vez y se volvió a sumergir entre la gente. Estos le daban codazos patadas e incluso a veces le tiraban del pelo, Nia se consiguió librar del gentío guiada por un resplandor azulado. Cuando atravesó la montaña de gente tan solo pudo decir una palabra, entre jadeos.
-¿Gael?-

No me da tiempo a dormirme del todo... o quizá sí, porque esos calambrazos han sido como cuando vi a Erika el otro día... Pero no... son diferentes. Vuelve el dolor y me protejo con las manos por instinto, pero parece surtir efecto puesto que se detiene. Los tentáculos del sueño me atrapan de nuevo en su profundidad y solo percibo la amalgama de olores de la taberna, sin alertarme en absoluto si alguno pasa cerca... Hasta que me empiezan a picar los ojos, demasiado, sin motivo aparente. ¿Qué diantres? Retorno a la consciencia como puedo, luchando contra el sueño, y abro los ojos. Pero los tengo que volver a cerrar pues los tengo llenos de algo. ¿Y qué diantres tengo en la mano? No lo he podido ver, pero por si acaso lo suelto en la mesa, con cuidado. <<Es algo de cristal... ¿Me habrán servido otro vaso? No, no huele a sangre...>> Pero lo de los ojos es más urgente aún y me froto con las manos con cuidado, hacia los lacrimales, para que lo que sea que me moleste salga cuanto antes. Noto un ligero polvillo en mis dedos conforme va pasándose el picor y cuando por fin puedo parpadear sin que me moleste, miro en derredor, cabreado y estupefacto por esto. ¿Qué diantres? ¡Una pista! Hay un cuenco de algo, vacío, frente a mí, que no estaba antes en la mesa. Al igual que el vaso con ese líquido, que en absoluto he pedido yo. ¿Pero entonces? ¿A qué viene esto? Me paso el brazo por la cara y descubro más polvo de ese, desperdigado por mi piel pero en menor cantidad. Y lo peor es que hay demasiada gente en la taberna, a saber quién habrá sido el culpable de esto. ¿Alguien se ha sentado, bebido de esa "cerveza" y echado los restos de su comida en mi cara? ¡¿DE VERAS?! Me levanto de un salto y dejo la silla en su sitio, recogiéndola del suelo tras su caída; visiblemente cabreado. Sabía que esto podía ocurrir en un tugurio como este, lo sabía y he bajado la guardia... No volverá a suceder, ah no, en absoluto. Y seguro que si me pongo a buscar al culpable se armará bronca... ¿Quiero eso? No. ¿El culpable quedará impune? A saber si alguien le ha visto y se ha reído de mí. No puedo empezar un negocio peletero siendo el hazmerreír de la taberna...Miro a la clientela y algunos me miran, otros no, pero el ambiente festivo enmascara sus verdaderos pensamientos... <<En fin... tengo dos opciones, o tres: buscar al culpable como sea, irme como si nada o quedarme... Pero si me quedo o busco al culpable, el ambiente se va a volver peligroso.. Peligroso porque me cabrearé más aún y porque el culpable quizá quiera bronca... Así que mejor me voy>> Pero antes, me acerco a Gael sorteando a la gente con cuidado de no rozarles siquiera y sonrío al ver a Nia, a la que saludo:

-Buenas noches, Nia. Y hola de nuevo, Gael.-y aprovechando la proximidad a la barra, llamo al trasgo.-Jefe, algún cliente me ha usado como basurero para su comida, pero no quiero problemas así que me iré. Pero si al irme alguien de su clientela se ríe o le escucha comentario sobre mí, sepa que nadie se ríe de mí ni me humilla sin pagarlo.-y esto lo digo en voz alta paara que el culpable lo escuche. Luego me dirijo a los dos de nuevo.-Bueno, jóvenes, yo me marcho, que tengo cosas que hacer, una en concreto bastante especial. Es más bien un experimento, pero tú tienes la última palabra. Bueno, la tendrás.-digo mirando a Gael.-Pasadlo bien.
Y dicho esto me encamino a la salida, mirando de reojo a los demás con las manos cerca del cinto, cerca de la espada, pero nada ocurre y acabo saliendo a la calle. No miro atrás, directamente me transformo en humo y me marcho al barrio donde tengo mi refugio de caza...
(sigue en el Barrio Derruido)

Las últimas notas bailan en el aire cuando el violinista nos detiene. Parece que ha disfrutado de la música, pero Mikk ha hecho algo que ha atontado a la mitad del local, parece que su magia ha tenido que ver. El dueño del local parece algo molesto y por su expresión y por la postura del violinista deduzco que no le van a dejar tocar durante un tiempo. Sonrío ante su gesto y antes sus palabras.
-No, nunca toque en un grupo -aclaro riendo-, aprendí con mi tía y practique por mis propios medios. Me alegro de que te guste mi música, a mi me gusta a tuya, y tu guitarra -digo tendiéndole el instrumento con cierto pesar, me encanta su sonido, y tocarla a sido una sensación increíble.
El cuerpo de Elliot impacta contra mi cuando me abraza, el tacto de su piel sedosa me embelesa, y su aroma me embriaga. Sonrío de forma algo torcida cuando capto sus pensamientos, así que se han divertido, bueno, me lo merezco por inoportuno. Me llevo al grupo que forman el violinista, Mikk y Elliot hasta la barra, donde he dejado a Gael. Nia y Alex también han aparecido, y algunos mas, pero entre la muchedumbre no distingo bien. Revuelvo el pelo a Nia como saludo y converso un rato con todos, incluso invito a otra ronda. La taberna al completo se entusiasma ante esto último y lo celebran con jaleos y golpetazos. El dueño esta encantado, esta noche esta haciendo negocio, e incluso logro que se suavize un poco respecto a Mikk, a fin de cuentas yo tuve la culpa de que perdiera el control. Le tiendo al posadero un botecito del tamaño de una falange lleno con polvo rojo de mis alas.
-Quédate con la vuelta, y si aun te apura les sirves otra ronda cuando yo me vaya -le susurro con una sonrisa-, y ponme una botella de tu mejor vino.
Converso un poco mas con mis compañeros y me empiezo a despedir. Elliot quiere quedarse un poco mas, supongo que para hablar un poco mas con Paganini. Me pongo la capa y guardo los libros en su interior, recojo a Feliks del regazo de Gael, prometiendole que lo vera otro día y engancho mi espada en la espalda.
-Nos vemos -me despido cogiendo la botella de vino-... hasta pronto -continuo revolviendo el pelo a Gael y a Nia-, y ten en cuenta que volvere a tocar esa guitarra-le digo a Mikk sonriendo-. ¡Hasta pronto! -le digo a la taberna en general.
Tras esto salgo del local, la lluvia esta arreciando, pero aun no hace para volar, así que me encamino al burdel dando un paseo, con la capucha de la capa calada... tengo que ver al italiano.

Continúa en el Burdel de Dama Espasmo.

Entre la muchedumbre distingo a Nia mirándome y le hago gestos con la mano llamándola.
-Hola -grito para hacerme oír por encima del gentío, con una enorme sonrisa-. ¡Mira! Este es el fénix de Vac -le digo enseñándole el polluelo que descansa en mi regazo. Creo que me he encariñado con él. Me gusta sentir su cuerpecito caliente en mi piel y acariciarle la cabeza.
Jack aparece entre la muchedumbre, y parece tener los ojos algo enrojecidos. Lo miro extrañado pero él saluda de nuevo y se dirige al tabernero pero con el ruído del local no puedo escucharlo. Cuando se vuelve de nuevo a nosotros dice que se tiene que ir a terminar un experimento que tiene que ver conmigo. ¿Experimento?
-¿Qué estás haciendo? -le pregunto cuando ya se aleja-. Eh... ¡adiós! -añado rápidamente para que me escuche todavía.
Después busco a Vac con la mirada y lo encuentro conversando con los demás a nuestro lado. Me había parecido verlo cerca de la barra antes, mientras conversaba con Nia. Al cabo de un rato recoge sus cosas y recupera a Feliks de entre mis manos.
-¿Puedo jugar con él otro día? -pregunto cuando veo como vuelve con su dueño alegremente. Cuando Vac me asegura que podré, le sonrío ampliamente. Nos revuelve el pelo antes de volverse y marcharse de allí-. ¡Adiós, Vac! -grito apresuradamente para que me escuche a pesar del ruido. Al parecer la fiesta ya se ha acabado por hoy, la música ha cesado. Aunque lo demás sigue igual, parece que Vac ha invitado a otra ronda porque todos vuelven a tener sus vasos llenos y siguen disfrutando de la noche.
-Ha sido fantástico, ¿no te parece? -le digo a Nia con expresión soñadora-, ojalá pudiera tocar así la guitarra... algún instrumento. Si vuelven a tocar por aquí me gustaría venir a escucharlos de nuevo. Y tú... ¿cómo has llegado hasta aquí? ¿Viste mi nota?

Nia contempló a la criatura que tenia Gael en su regazo con algo de envidia. Ella también quería ser acariciada. Luego apartó ese pensamiento de la cabeza era estúpido. Cuando se apresuró a contestar, Jack apareció entre ellos. No se había dado cuenta de que había sido ella quien le había gastado la broma. Se despidió vagamente e intentó contener la risa. Y justo entonces cuando iba al final a hablar, Vacuum apareció y les revolvió el pelo a ambos. Nia se sorprendió por el pronto pero luego se despidió también de Vacuum. Finalmente, se encaró hacia Gael.
-Es...curiosa...Me gusta...¡Volvamos otro día! Aunque...-Nia se acercó más al chico.-No me gusta mucho la gente de aquí...-luego volvió a apartarse.-Lo gracioso es que los pequeños hayamos sido los últimos en aguantar...-Nia río. Un ser parecido a una mosca antropomorfa lanzó una mirada de reprobación desde la barra a la carcajada de la niña. Nia, o no se dio cuenta o lo ignoró.
-Si, leí tu nota y salí con la lluvia y me lo estuve pasando bien.-dijo Nia, saltándose el pequeño conflicto con los colaespinas en su relato.-¿Llevas aquí mucho tiempo?-Nia entonces bostezó.

-¡Claro que volveremos! -digo alegremente-. Y no te preocupes, la gente de aquí está a lo suyo... No creo que les importe que estemos aquí o no. Y además... algunos aún siguen por aquí. Elliot está allá... Kaila y los otros dos -digo tratando de recordar a todos los conocidos que he visto hoy. Entonces Nia dice que sí ha leído la nota y ha venido dando un paseo desde la torre-. Ah... me alegro de que lo pasaras bien... Solía gustarme jugar bajo la lluvia y saltar charcos -añado apenado-. Ya hace que estoy aquí, la verdad. Supongo que lo mejor será volver a la torre Serpentaria, es tarde... Ya no pintamos nada aquí.
Nia ha bostezado, y me doy cuenta de que yo también tengo algo de sueño ahora que la fiesta ha acabado. En la taberna, el trasgo de detrás de la barra está sirviendo una nueva ronda con el dinero que ha sobrado. Le hago un gesto a Nia para que me siga y salimos afuera. Estaba disfrutando tanto del espectáculo que no me había dado cuenta de lo viciado que estaba el ambiente allí dentro. Fuera había escampado y la brisa era fresca. Respiro el aire con olor a tierra mojada, disfrutando de esa honda inspiración, y empezamos a avanzar hacia el sur. Cuando ya estábamos alejados escucho chirriar la puerta de la posada y me vuelvo a ver. Quien sale es Elliot, pero no nos ve, o simplemente tiene algún lugar al que ir ya. Parece que se dirige al burdel, y seguramente así sea. Nosotros nos volvemos para seguir rumbo a nuestro nuevo hogar, ya no son horas de andar por las calles. Apenas hay luz y estamos cansados después de la fiesta. Y todavía queda un largo camino.

(Continúa en la Torre Serpentaria).

Me despierto en el suelo con la cara sobre una mancha de sangre. Me debí caer,quien iba a decir que la bebida iba a ser tan fuerte. Me río en voz baja y me levanto. Las miradas de la gente me dejan bien claro que este no es mi lugar. Reconozco que no se beber,pero me habré metido igual que cualquiera de éllos. Siento un punzante dolor de cabeza y arcadas al ponerme en pie,tengo la boca muy seca... Mejor me vuelvo a casa. Al salir de la Taberna me entran ganas de vomitar,y las correspondo. Me limpio con un pañuelo robado a Dios sabe quien y me pongo en camino hacia la Sede. ¿Qué habría hecho anoche? Bueno,hay cosas que es mejor no saber...


(continúa en la Sede de los Taumaturgos)

Después de haber estado hablando con Kaila toda la noche, me despido de ella. Empiezo a tener unas ganas imperiosas de echar una cabezada, y este sitio no parece el mejor para ello.
Salgo afuera y me dirijo al edificio de antes...
(SIGUE EN LA SEDE DE LOS TAUMATURGOS)

Me quedé hablando con Aníbal toda la noche. El tiempo se me hizo muy corto. Ni siquiera fui consciente de cuando se hizo de día. Ayer le conté mi historia al chico... Es el único en esta ciudad que la sabe. Y, sinceramente, me siento mejor ahora. El chico se despide de mí y se va. Yo también debería irme a la torre Serpentaria. En realidad no tengo demasiado sueño, pero me niego a estar aquí un minuto más. Salgo de la taberna y me dirijo a la torre de hechicería.

(Continúa en la Torre Serpentaria)

Por fin veo la fachada y la escalera descendente que lleva a la entrada de la Taberna. Pero antes de iniciar la bajada envaino la espada y me aliso la ropa, no quiero problemas ahí abajo. Ya tenía pensado buscarme trabajo aquí o en el mercado, y aquí podría pagar con trabajo la sangre que necesite, aunque sea muy de vez en cuando puesto que no sé el precio. Pero lo que sea con tal de poder saciarme. Una última cosa: hacerme la coleta. Ahora sí, empiezo a bajar y entro en silencio en el local tenuemente iluminado y con la melodía del violín de fondo, impregnando el ambiente y danzando junto al olor de los pocos clientes y del camarero. <<Autocontrol, Jack, ahora más que nunca>> me digo para mí mientras me abro camino hasta la barra, evitando a los clientes. Me apoyo sobre la madera de la barra y busco al camarero con la mirada para después llamarle, pero me entra la tos de pronto y hago una pausa antes de seguir.
-Buenas noches...Mire...A ver cómo se lo explico... Necesito trabajo. ¿Puedo trabajar para vos? Lo que sea, pero necesito trabajo y no por nada.-más tos.-Y no tendrá que pagarme en...-<<¿Cómo era? Ah, sí>>-En metálico. Solo necesito sangre, aunque sea muy de vez en cuando... Puedo trabajar durante el día si no hay peligro con el sol, puedo limpiar, echar a la mala clientela, traer a mis conocidos al local, servir las mesas, hacer apaños en el mobiliario, lo que sea.-vuelvo a hacer otra pausa y, algo reacio, remato diciendo.-Por favor.
Después espero a su reacción, a ver qué responde, aún apoyado con los brazos y codos en la barra y dejando la cabeza colgando. <<Si no cuaja esto... iré al mercado... Pero nada de asesinar a nadie, no entra en mis planes ir matando a ciudadanos solo por haber jugado con fuego sin tener en cuenta las consecuencias>>

La respuesta del trasgo llega pronto y me quedo perplejo al descubrir que él no es el dueño. Al parecer este es ese hombre de baja estatura, barbudo y para nada tuerto, vestido con una túnica de raídos bajos. Al fijarme en sus ojos descubro que el más pequeño no puede ser suyo, encajando todo <<<Conque ese es el mago (que era) tuerto...Vale...>>> Le miro bajar y espero paciente a que diga algo, para asentir a su pregunta con gesto cansado y más animadamente cuando me dice qué puedo hacer.
-Gracias, me pongo a ello ahora mismo.
Cojo los trapos que me da el camarero y tomo la bandeja con la mano y el brazo izquierdos, para después irme a la mesa más cercana. Sin mirar a la clientela coloco los vasos ya vacíos en la bandeja así como los platos y cubiertos sin uso. Después tomo uno de los trapos y limpio cualquier resto de bebida o comida de la mesa, con esmero y rapidez; luego paso a otra mesa y cuando la bandeja está llena vuelvo a la barra para vaciarla y volver al trabajo. Sin quererlo al principio he ido a toda velocidad pero a este paso me voy a cansar así que bajo el ritmo y voy más tranquilo. Voy y vengo, dejando vasos y platos en la barra hasta que verifico que ya he acabado, para después coger la mopa y comenzar a barrer las migajas y restos de comida que antes he quitado de las mesas como puedo <<<Para esto sería mejor una escoba o similar...>>> Termino por fin y el camarero me llama, aunque el aroma me llega primero, como una oleada que de por sí sola puede aplacar la quemazón que siento: una copa de sangre me espera en la barra. Así pues me acerco y la cojo mientras dejo los trapos en la barra, me la acerco a los labios y bebo la sangre a tragos lentos y largos, sin prisa, saboreando hasta el último ápice de su sabor y olor, estremeciéndome un poco cuando la siento recorrer mi cuerpo, revitalizandome y aplacando el dolor. Pero no la acabo, oh, nada de eso. Hay que ahorrar, por así decirlo. La vuelvo a poner en la barra y luego me apoyo en esta, de espaldas, a la espera de vasos que se vacíen, platos que se terminen y mesas que se ensucien. Hoy me iré un poco antes del amanecer, al burdel, y el próximo día pasaré aquí el día y la noche fuera, en el refugio o en el burdel, donde sea... Mira, vasos vacíos, al trabajo.
(Continuará en el Burdel de Dama Espasmo)