Antiguo Mercado

Con menuda calma se tomaba el “bicornio” el asunto. El otro estaba claramente más tenso pero, dentro de lo que cabía esperar, se habían retirado sorprendentemente tranquilos. Si hubieran sido otros de su mismo grupo la cosa habría sido muy diferente. Aunque, en realidad, estaban en desventaja numérica y no habrían ganado nada procediendo de otro modo. Y por la misma estrategia había optado el vampiro, desaparecido hacía rato en alguna calle. Por otro lado, el comerciante había seguido con sus cálculos, y Gael se preguntaba si a Giz realmente le interesaba aquel amuleto o se habían ido ya las únicas personas que tenían interés real en él. Los de Gar tampoco estaban ya a la vista, pero empezaba a preocuparle que, al conocer su situación, apareciesen de repente todos los que faltaban. Estaban relativamente desprotegidos, porque solo eran tres y, en cuanto a él mismo, ni siquiera se había traído un cuerpo útil en combate. Mientras Giz lidiaba con el comerciante, se aproximó a Noel, preocupado.
—Quizá deberíamos irnos de aquí pronto… ¿De qué iban esos dos?

Lo cierto era que no me había ido del mercado... aun. Solo había huido del epicentro del conflicto, y me había “refugiado” en otro puesto cercano. 
Desde allí había observado como se resolvía el problema, a la vez que fingía prestar atención al mercader del puesto. Uno hablador que me estaba contando su vida alegremente. ¿Por qué? Ni idea.
En cualquier caso los dos animorfos se marcharon y al final no hubo pelea de ningún tipo. Algo ante lo que reprimí un suspiro mientras volvía a asentir al mercader por algo que había dicho pero que no había escuchado.
“¿Exactamente cómo consigue que le compren cosas con tanta charla?”

Giz no volvió a dirigirse ni al rinoceronte ni al tiburón, no vio la necesidad de responderles. Lo que si hizo fue seguir hablando con el comerciante hasta llevarse el amuleto. No se arrepintió de haberlo pagado por el hecho de que dentro de poco le saldría el dinero por las orejas, pero definitivamente el comerciante no había sido muy justo en cuanto a la relación calidad-oros.

—¿No os ha dado la sensación de que os habrían caído bien de no ser quienes eran?—preguntó al volverse hacia Noel y Gael. Su respuesta a eso quedaba implícita en la propia pregunta, por lo que Giz cambió de tema sin más—. Voy a buscar al novato para darle esto. ¿Venís?

Por suerte para el goliat, había recogido muestras de casi todos los novatos el día de la luna. Solo tuvo que sacar su muestrario del zurrón y buscar en qué pagina les archivaba para dar con el vampiro. <<Al final no ha sido tan sensato, se quedó cerca>>. Se movieron hasta él y Giz le tendió el amuleto sin muchas explicaciones. Realmente no creía que Pablo supiera nada relevante.

—Toma. Y la próxima vez búscate a otro mercader, ese no es muy fiable.

<<Puedes meterte el segundo cuerno por el culo>>, pensó Noel inmediatamente ante la apreciación de Dorkal. Externamente tan solo emitió un gruñido. Centró su mirada en los negocios de Giz aunque sin prestar atención en realidad. Por el rabillo del ojo no perdió de vista en ningún momento a los de Gar. Pero estos no tardaron en irse y el sueco tan solo maldijo en un tono muy bajo mientras trataba de recuperar la calma. Empezó por dejar de clavarse las garras en el brazo, donde había presionado con tanta fuerza que incluso se produjo unas leves heridas de las que salía algo de sangre. Las miró un instante antes de ignorarlas por completo por el momento.

Gael se le acercó mientras el asreniano continuaba con su particular transacción comercial.
—En el mercado precisamente dudo que corramos riesgo alguno, pero tampoco es que tengamos nada más qué hacer —le respondió para luego exhalar aire con fuerza—. No sé si estaban intentando provocarnos, se creen que es muy divertido o qué, pero... Sí, es mejor que salgamos de aquí. Antes de que cometa alguna estupidez —añadió moviendo tan frenética como inconscientemente la cola.

Vio volver al goliat y le sorprendió un tanto cuando explicó que había comprado el amuleto para dárselo al vampiro, pero desde luego accedió a ir a buscarlo ya que él también tenía un asunto que tratar con Pablo.
—Oíd... Creo que deberíamos decirle que venga con nosotros para hacerle un par de preguntas. Ya sabéis... por si las moscas puñeteras —les dijo a sus amigos mientras el asreniano comenzaba a rastrear al español.

Como se habían mostrado de acuerdo, una vez hubieron localizado al vampiro y Giz le dio el amuleto, el draco tomó la palabra.
—A propósito, Pablo, ¿qué te parece si vienes con nosotros? Nos gustaría preguntarte un par de cosas. Te invitamos a nuestro cuchitril particular para que veas por ti mismo lo esplendoroso y lujoso que es —le dijo esbozando su habitual sonrisa sarcástica pero con un leve matiz de advertencia en su expresión.

Mas o menos a la vez que Giz cerraba el trato con el mercader de aquel puesto, yo había descubierto la causa de la parlanchinería excesiva del que tenía al lado, ya que en un momento en el que la conversación, se suponía, era tan interesante que no prestaba atención a nada más, había intentado sacar a escondidas una jeringuilla con anestesia y sacarme sangre sin que me diera cuenta.
No sabía si esa anestesia funcionaría, pero de hacerlo el "ya-no-tan-sociable" mercader la iba a necesitar. No dije nada, solo le rompí la muñeca de la mano que sujetaba la jeringa mientras le miraba con evidente mala leche. Luego me fui del puesto... para encontrarme de frente con el grupito que llevaba intentando evitar desde hacía ya tiempo.

El goliat me había comprado la maldita pulsera, que no quería para anda, pero como para decírselo ahora. 
-Oh ehmm... Vaya, gracias. No hacía falta- “Para nada de hecho”.

Si al menos se acababa todo así y se despedían... No, claro que no. De hecho lo que me dijo Noel después me obligó a utilizar todo mi autocontrol para no levantar protecciones allí mismo.
“A ver si lo he entendido bien... Quieres que te acompañe, a tí, a tu casa, solo y sin que nadie salvo tu grupito lo sepa a... ¿hacerme unas preguntas? ¡Ni de coña!”
Mejor pensar en alguna excusa, y rápido, pero al final solo se me ocurrió cambiar el lugar del interrogatorio.
-Mirad... tenía algo de prisa. Si es muy necesario no podría ser en la propia sede? Así ahorro tiempo-
Ya podían aceptar, porque a su cuchitril solo iba a entrar paralizado, petrificado, en coma o muerto. “Mejor lo último no, que muerto ya estoy”

—Hm… no es eso —respondió al principio a Noel, no queriendo dar a entender que tuviese miedo de aquellos dos—. Pero en fin, mejor si no nos los encontramos de nuevo.
Después asintió cuando Giz preguntó si iban con él a buscar al novato. A lo otro no respondió porque precisamente, mientras le buscaban, reflexionaba sobre ello. «No…» concluyó «me da igual, prefiero no pensar en eso». En el fondo los otros no dejaban de ser otros cazarrecompensas como ellos mismos. No era que no hubiesen hecho cosas por las que hacerles reproches también.

Encontraron al vampiro un poco más allá, no demasiado alejado. A Gael, sin embargo, se le antojaba poco útil preguntarle nada, pero no perdían nada por saludarlo. No se sintió ofendido cuando rechazó la invitación alegando falta de tiempo. Desde el mismo día de la Luna tenía en mente que era reservado y desconfiado, y la invitación de Noel podía alimentar sus paranoias. Pensaba en lo improbable que era que un novato tuviese prisa en una ciudad como aquella.
—A mí tanto me da —dijo encogiéndose de hombros. «Si es lo que pienso, entonces debimos de portarnos muy mal con DL aquella vez para que el cuchitril tenga esa fama… ah, deberíamos reclamarle esa ayuda que nos debe y ser malos de verdad como parece que somos».

—Sé que no hacía falta—fue la única respuesta de Giz, carente de ningún tipo de segundo significado o intencion. Escuchó el resto de la conversación en silencio, con el semblante serio y encogido de aburrimiento bajo el poncho. No esperaba sacar nada del vampiro, pero era consciente de que el interrogatorio era algo de rigor—. Claro, seguro. La sede es un buen lugar para conversar—el goliat imaginaba el porqué de esa sugerencia, pero Valek iba claro si pensaba que la seguridad de la sede era más que un poco de efecto placebo para novatos.

El novato no se atrevía a acompañarlos. Noel sonrió para sus adentros con jocosidad, pero comprendía que pudiese desconfiar. Sobre todo teniendo en cuenta lo que acababa de presenciar. De cara al vampiro simplemente se encogió de hombros ante la proposición de cambiar el lugar de reunión. <<Ni que eso fuese a cambiar nada en caso de que nuestras intenciones no fuesen simplemente hablar>>, pensó con diversión.
—Como quieras, de todas formas será muy breve. Y de paso podemos saludar a Nasher y a Saren.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Atol
La revelación sobre la Casa de los Dulces fue... No sorprendente, dada la ciudad en que vivíamos, pero sí... Indignante. <<Tentarnos con chocolate, crema y nata... para luego servirnos en el plato de otro ciudadano... Serán...>>

En cuanto decidieron alejarnos de allí, salimos en dirección al Mercado.
-¿Dinero? Yo tampoco tengo, el enchufado es Pablo con su amiguito el vampiro, y Enredo por su dominio. Nosotros tenemos que buscarnos la vida. Pero yo sólo voy a ver cómo están los precios, no voy pensando en comprar nada. Aún.-le dije.

Pero hubo un problema en cuanto llegamos. O al menos problema para mí: estaba atestado. No es que me agobiase, ya que me habría abierto paso a empujones, sino que... Primero, éramos de la última Luna y, por cómo nos miraban, esa forma de abrirme paso habría sido problemática. Segundo, andar con cuidado de las uñas con tanto pie y tanta pata era, cuanto menos, complicado. El tercer punto lo vi según me fui internando entre los puestos: los mercaderes, obviamente, intentaban vender sus mercancías a toda costa, interpelándome a gritos a cada paso que diera, acercándose incluso a ponerme sus viandas bajo mis mismísimas narices. Pero no podíamos irnos sin averiguar el precio de los dulces <<Vamos, yo no pienso irme sin eso. No pienso volver en este plan>>

Así que seguí internándome en el lugar, maldiciendo en voz baja cada vez que esquivaba un pisotón-no-intencionado-directo-a-mis-uñas. Hasta que vi al vampiro Jack parado en un puesto de joyas <<Joyas... ¡Joyas en una ciudad en ruinas! Joder... A ver si sabe algo de puestos de dulces, aunque conociéndole, costarán tanto o más que mis dos ojos>>


Jack
Había salido de un puesto de accesorios de diversa índole tras haber cerrado un buen trato, aunque tendría que recoger el producto dentro de unos días. Había salido con dinero justo para eso y un poquito más, así que decidí darme una vuelta a ver qué pudiera caer.

Para cuando vi al helión, quien era todo lo contrario a invisible entre tanta gente, soltando tanto improperio y abriéndose paso de malas formas, yo estaba en un puesto de joyería, pagando un regalo para Erika. Al ver al par que acompañaba al libense, me di prisa en pagar y luego salí de su zona de visión lo más discretamente posible. Lo gracioso fue que, por el rabillo del ojo, le vi dirigirse hacia mí, así que guardé mis cosas y me quité de en medio en forma de humo. Ni de coña iba a ponerme a hablar con esos tres ahora <<El ogro, el cambiante suicida y el de Ewa juntos... Paso>> Volvería a casa, en su lugar.

Sigue en...

Atol
Pero, casi en mis narices, el vampiro se deshizo en humo y se lo llevó el viento. <<Qué... Esta ciudad es de locos>> Cuando devolví la mirada al suelo, sin embargo, me brillaron los ojos: estábamos en una pequeña zona donde varios puestos competían por acaparar más clientes golosos.

-¡Hemos llegado! DL, memoriza precios de lo que quieras. A ver si acabamos rápido. A ver... -me acerqué a uno de los tenderetes y volví a dirigirme al foner.-Atento. Necesitaremos harina, levadura, leche, nata, chocolate, huevo, azúcar... Y cada cosa tiene su maldito precio... Donde sea más barato, o mezclando de todos los puestos. Como sea.

Ya había estado en una ocasión en el Mercado, pero ya fuera por era un horario mas relajado o por otro motivo, no había esa cantidad de gente. Apenas se podía dar dos pasos sin estar tropezándose con la gente, el al contrario que el Helion que fue haciéndose paso a empujones y gruñidos, prefirió encogerse hasta parecer un niño pequeño pudiendo así escabullirse con enorme facilidad entre los cuerpos de los compradores, no le apetecía nada dar un empujón a quien no debía y acabar siendo golpeado. En esa ciudad eso podía pasar con enorme facilidad. En algún momento sintió que perdía al helión entre la marabunta de cuerpos, pero fue fácil escuchar su voz y gruñidos característicos para encontrárselo finalmente frente a un lote de tiendas donde vendían lo que iban a necesitar. En ningún momento llegó a ver Jack.

-Esta bien veré que encuentro, mejores precios entonces- añadió en un tono suave mas infantil que el suyo habitual aunque siguiera notándose que era el suyo, mirando entre las tiendas los artículos que Skarog había pedido, pudiendo hacer paso con mayor facilidad entre los cuerpos mas grandes de los compradores para ver los artículos y sus precios. Así estuvo durante un rato paseándose entre las tienda mirando precios o preguntando, costandole en ocasiones deshacerse de lo mercaderes que para su sorpresa intentaron engatusarlo y no precisamente para que comprara. Entre empujones charla interminables de tenderos y una huida repentina de uno que parecía querer usarlo para a saber que turbio motivo consiguió la información requerida, volviendo junto al helión todo colorado y despeinado, era un suplicio andar por el mercado en hora punta. El parecer un niño lo ayudaba meterse entre el gentío, pero eso si, el gentío era incluso mas descarado siendo un niño.

-Termine, encontre todo lo que dijiste, habrá que comprar en varias tiendas diferentes para obtener lo mas barato, pero encontrar encontré todo- anuncio mirando al helión mientras esperaba que la terminara sintiendo aun la mirada de ese tendero sobre el y estaba poniéndole de los nervios- ¿Donde vamos ahora?- pregunto rápidamente quería alejarse lo suficiente para poder cambiar de forma sin tanta gente. Antes había podido encogerse fácilmente entre tanta gente metiéndose empujones, pero el crecer era mas notorio y por algún motivo no le interesaba demasiado que se evidenciara tanto su condición como cambiante. No sabia si alguien podría conseguir beneficio de su tranformacion pero por si acaso mejor empezar a ser un poco mas precavido, aunque fuese un pensamiento un poco paranoico

Cuando tanto DL como yo acabamos, me froté las palmas y me alejé de la tienda en la que estaba para reunirme con él.
-¿Ahora? Yo me voy a la Botica de dama Urticaria, que tenemos trabajo y puedo negociar un sueldo sabiendo lo que ahora sé. Tú eres libre.

Y sin mediar más palabra con nadie más, salí del Mercado a trompicones. Recordé las indicaciones para ir a la Botica y eso hice.

Sigue en la Botica de la náyade.

«Al final va a resultar que te queda algo de sensatez» me dije cuando DL habló, recordando su charla con el dueño del burdel la noche de la fiesta. Los seguí sin meterme en la conversación. Yo tampoco tenía dinero, pero simplemente quería curiosear, saber cómo estaban dispuestos los puestos, qué vendían en cada uno, a qué precio... Me hizo gracia la queja de Skarog sobre los enchufados, teniendo en cuenta que a mí también se me podría considerar así. «Después de todo, no muchos tienen la ayuda y protección de la secta». Preferí ignorar lo que debía hacer y cómo debía ser mi comportamiento para conseguirlo, actividad que últimamente se había vuelto un tanto más fácil.

Puse un gesto de fastidio al ver lo lleno que estaba el mercado, aunque al menos esperaba que aquello me permitiese pasar más disimulado entre la multitud. Ni mi altura ni ciertos rasgos físicos que (estaba seguro) más de uno era capaz de identificar ayudaba a no llamar la atención, así que esperaba al menos que aquella multitud me hiciese pasar más desapercibido.

Preferí no acercarme a los puestos y observar sin alejarme mucho de mis compañeros lo que cada uno vendía, poniendo especial interés en cualquiera donde vendiesen algo mágico. La magía, la maravilla y el poder de los dioses era lo que me había conducido a Rocavarancolia. Puede que al final me hubiese tocado pertenecer a la cara oscura de los portentos, a la facción de la pesadilla, pero eso no había disminuido mi deseo y pasión por aprender magia, de forma que deseaba volcarme especialmente en ello. Además, era una buena forma de ignorar el hecho de que era incapaz de preservar a la persona que había sido en el pasado. Que era un ser —un monstruo— completamente distinto al chico que había llegado hacía un año.

Me pregunté para qué querían tantos dulces, aunque por mi parte no tenía muchas ganas de comer nada con aquel sabor, y no sólo porque ahora prefiriese que mi comida estuviese más fresca. Dado que ni me pidieron ayuda ni sabía qué se proponían entre manos preferí dejarlos a su aire y ojear desde lejos otros puestos interesantes, sin acercarme a ninguno. Esta primera visita me había servido para hacerme una idea del lugar, de cómo actuaba la gente y de algún producto que podía interesarme, así que de momento ya había cumplido con mi próposito. Me tendría que informar mejor, sopesar qué hechizos, amuletos y objetos me interesaban.

Sumido en mis pensamientos ni siquiera me di cuenta de que tanto el foner como el libense habían terminado. Me acerqué y despedí a Skarog con un gesto al ver que ya se alejaba.

—¿Tienes algo que hacer? —inquirí al cambiante mientras comenzábamos a alejarnos del núcleo del mercado—. Yo no, y la verdad es que no tenía muchos planes antes de encontrarme con vosotros —admití con un encojimiento de hombros. Ya estábamos saliendo del mercado, así que le hice un gesto a una calle lateral para dejarlo atrás definitivamente—. Por cierto, creo que no te pregunté si fuiste a ver a Yip. ¿Lo hiciste? ¿Qué tal es? —le pregunté, verdaderamente curioso. El único trasgo que había visto era el de la taberna, y parecía tener suficientes malas purgas como para preferir no molestarle si no era necesario, así que no tenía ni idea de cómo era interactuar con alguien que era como tú y había tenido los mismos problemas a la hora de adaptarse a su nueva naturaleza y a la ciudad.

El tener el cuerpo del trasgo, mas robusto que el suyo en esos momentos, o en cualquier otro realmente, era una ayuda tremenda para el mini DL, que no podía evitar sentirse observado.Ya fuera porque pareciera un niño o por que lo hubiera visto transformarse prefería irse de allí rapidito antes de que el fuera uno mas de los tantos artículos que se vendían en loas tiendas de alrededor.

-¿Algo que hacer? Evitar ser violado y secuestrado, da igual el orden, es mi prioridad así que larguémonos de aquí-hablo rápidamente en un tono infantil, lanzandole una mirada esquiva a aquel sujeto de la tienda que no había parado de verlo desde que se acerco al ver los precios de sus productos. Agradeció enormemente que tomaran un camino lateral evitando así por fin las tiendas, estuvo a punto de cambiar  pero se lo pensó mejor y prefirió mejor hacerlo cuando estuviera seguro de que no lo verían. Se empezaba a volver un poco paranoico, así que prefirió prestar atención a lo que el trasgo le decía, teniendo que alzar la vista mucho mas de lo acostumbrado para verlo, desventajas de tener el cuerpo de un crió- Si, fui a verlo y debo decir que esta tan loco como pensaba, aunque al menos no te ataca sin mas se puede conversar con el, mas o menos...ademas averigüe que fue mi cosechador. Muy irónico todo ¿no crees?-añadió con un tono un poco divertido mientras miraba alrededor curioso de lo diferente que se veía todo desde esa pequeña estatura. Sus ojos se posaron en el trasgo viéndolo desde un lugar menos dominante resultaba realmente inquietante, una tranformacion digna de ser llamada la de un depredador, al fin y al cabo se alimentaba de otros seres inteligentes. A esas alturas a DL ya no le parecía tan raro, ni desconfiaba ni temía al trasgo, al fin y al cabo ¿quien iba tener interés en comerse un madeja de hilos blancuzcos? Era un pensamiento estúpido realmente pero ayudaba bastante.

-Fue interesante conocer a Yip, cambio una cantidad de veces impresionante el poco rato que hablamos y con enorme facilidad. Que a pesar de su locura sea capaz de hacer eso es fascinante-añadió DL sonriendo todo emocionado y de buen humor, había sido un encuentro peculiar pero había prometido volver y pensaba hacerlo, tal vez no obtendría mucho hablando con el cambiante pero solo viéndolo se podía aprender mucho- Y por cierto que no te pregunte ¿que venias buscando en el mercado? ¿algo en especial? -pregunto mirándolo curioso, ya sabia de la cosecha que Branniel tenia un gran interés por la magia, pero dado que últimamente no hablaban mucho sabia si buscaba algo mágico o era algo mas por lo que había ido al mercado.

«Ya es más civilizado que media ciudad» pensé distraído mientras escuchaba a DL. El dato de que lo había cosechado a él mismo me hizo enarcar una ceja, divertido ante la ironía del asunto. Por un momento intenté imaginarme que habría hecho si un trasgo hubiese intentado cosecharme. Mearme encima del susto, probablemente. Intenté apartar este pensamiento de mi cabeza. Recordar mi vida previa a Rocavarancolia solía ponerme de mal humor.

—Quería ojear los puestos mágicos, ver qué vendían, a qué precios, esas cosas —contesté vagamente con un tono algo más alegre—. La capacidad de hacer magia es lo que más me gusta de todo lo que me dio la Luna —«o lo único» me dije algo amargado. En el fondo sabía que me mentía, al menos parcialmente, pero así era más fácil—, así que quiero dominarla más a fondo.

Habíamos conseguido salir del entramado de abarrotadas calles que suponían el mercado, y aunque seguía siendo una zona transitada (como todo el área), al menos ya no había la multitud que habíamos encontrado antes. Esto era un alivio, aunque sospechaba que el que más agradecía esta situación era DL.

—Por cierto, ¿qué pasó al final con el cambiante del burdel?

-Pues ya sabes, pásate cuando quieras y entrenamos- respondió DL animado, y mucho mas animado que se puso cuando salieron finalmente de entre la enorme cantidad de gente hasta una zona menos transitada. Estar en ese pequeño tamaño era un poco incomodo y quería llegar a la Sede para poder cambiar de nuevo, sin tener a cierta porción de la ciudad como espectadora de sus cambios. "Paranoia que me ha dado ahora" pensó suspirando y casi sin captar a tiempo lo que le decía Branniel.

-¿Eh? Ah, Mephis...pues aun nada realmente estoy preparándome un poco antes de ir al burdel-respondió sin decir mucho, al fin y al cabo todos opinaban sobre ese tema que estaba loco y sí tal vez lo estaba, no perdía nada con intentarlo y sino conseguía terminar la cosa bien al menos intentaría no terminar con un cruz encima por parte de la cambiante.-Ahora debería volver a la Sede, puedes venir si quieres si no tienes nada mas que hacer, claro- añadió invitando al trasgo por si quería ir o tenia algún que otro plan mientras se ponía en camino a la Sede, ya hablaría luego con Skarog cuando volviera.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

RR se encontraba en un callejón perpendicular al mercado, situado entre dos destartalados edificios de tiendas. Se mantenía a la sombra, lejos del barullo generalizado de la calle principal, mientras dispensaba unas migajas de queso a sus ratas, escondidas en el interior de su chaqueta. Con los ojos tras las gafas, vigilaba a los transeúntes, a la espera de encontrar a su objetivo. La información que le habían era, cuanto menos, superficial y poco útil. Era consciente de que se podría encontrarlo en el castillo, pero sus instintos de conservación exacerbados le impedían acercarse demasiado a aquel lugar. La relación del brujo con la autoridad de cualquier tipo nunca había sido buena, y le había acarreado problemas de todas clases a lo largo de toda su vida en su mundo natal. No había ningún motivo por el que suponer que la de Rocavarancolia podría suponer una excepción a aquella regla cósmica.

Por aquella misma razón se mantenía en la sombra, espizcando queso con una mano mientras que con la otra se aferraba a la correa de su escopeta, que colgaba de su hombro. Un par de ratas vigilaban las calles aledañas, a la espera de divisar al personaje en el que tanto interés tenía RR. Iban en parejas, de tal manera que, de encontrar una al objetivo, pudiera mandar a su compañera a informar sin perderlo de vista.

No sabía cuánto tiempo podía durar aquello, pero el foner era un tipo paciente...