Antiguo Mercado

El tener el cuerpo del trasgo, mas robusto que el suyo en esos momentos, o en cualquier otro realmente, era una ayuda tremenda para el mini DL, que no podía evitar sentirse observado.Ya fuera porque pareciera un niño o por que lo hubiera visto transformarse prefería irse de allí rapidito antes de que el fuera uno mas de los tantos artículos que se vendían en loas tiendas de alrededor.

-¿Algo que hacer? Evitar ser violado y secuestrado, da igual el orden, es mi prioridad así que larguémonos de aquí-hablo rápidamente en un tono infantil, lanzandole una mirada esquiva a aquel sujeto de la tienda que no había parado de verlo desde que se acerco al ver los precios de sus productos. Agradeció enormemente que tomaran un camino lateral evitando así por fin las tiendas, estuvo a punto de cambiar  pero se lo pensó mejor y prefirió mejor hacerlo cuando estuviera seguro de que no lo verían. Se empezaba a volver un poco paranoico, así que prefirió prestar atención a lo que el trasgo le decía, teniendo que alzar la vista mucho mas de lo acostumbrado para verlo, desventajas de tener el cuerpo de un crió- Si, fui a verlo y debo decir que esta tan loco como pensaba, aunque al menos no te ataca sin mas se puede conversar con el, mas o menos...ademas averigüe que fue mi cosechador. Muy irónico todo ¿no crees?-añadió con un tono un poco divertido mientras miraba alrededor curioso de lo diferente que se veía todo desde esa pequeña estatura. Sus ojos se posaron en el trasgo viéndolo desde un lugar menos dominante resultaba realmente inquietante, una tranformacion digna de ser llamada la de un depredador, al fin y al cabo se alimentaba de otros seres inteligentes. A esas alturas a DL ya no le parecía tan raro, ni desconfiaba ni temía al trasgo, al fin y al cabo ¿quien iba tener interés en comerse un madeja de hilos blancuzcos? Era un pensamiento estúpido realmente pero ayudaba bastante.

-Fue interesante conocer a Yip, cambio una cantidad de veces impresionante el poco rato que hablamos y con enorme facilidad. Que a pesar de su locura sea capaz de hacer eso es fascinante-añadió DL sonriendo todo emocionado y de buen humor, había sido un encuentro peculiar pero había prometido volver y pensaba hacerlo, tal vez no obtendría mucho hablando con el cambiante pero solo viéndolo se podía aprender mucho- Y por cierto que no te pregunte ¿que venias buscando en el mercado? ¿algo en especial? -pregunto mirándolo curioso, ya sabia de la cosecha que Branniel tenia un gran interés por la magia, pero dado que últimamente no hablaban mucho sabia si buscaba algo mágico o era algo mas por lo que había ido al mercado.

«Ya es más civilizado que media ciudad» pensé distraído mientras escuchaba a DL. El dato de que lo había cosechado a él mismo me hizo enarcar una ceja, divertido ante la ironía del asunto. Por un momento intenté imaginarme que habría hecho si un trasgo hubiese intentado cosecharme. Mearme encima del susto, probablemente. Intenté apartar este pensamiento de mi cabeza. Recordar mi vida previa a Rocavarancolia solía ponerme de mal humor.

—Quería ojear los puestos mágicos, ver qué vendían, a qué precios, esas cosas —contesté vagamente con un tono algo más alegre—. La capacidad de hacer magia es lo que más me gusta de todo lo que me dio la Luna —«o lo único» me dije algo amargado. En el fondo sabía que me mentía, al menos parcialmente, pero así era más fácil—, así que quiero dominarla más a fondo.

Habíamos conseguido salir del entramado de abarrotadas calles que suponían el mercado, y aunque seguía siendo una zona transitada (como todo el área), al menos ya no había la multitud que habíamos encontrado antes. Esto era un alivio, aunque sospechaba que el que más agradecía esta situación era DL.

—Por cierto, ¿qué pasó al final con el cambiante del burdel?

-Pues ya sabes, pásate cuando quieras y entrenamos- respondió DL animado, y mucho mas animado que se puso cuando salieron finalmente de entre la enorme cantidad de gente hasta una zona menos transitada. Estar en ese pequeño tamaño era un poco incomodo y quería llegar a la Sede para poder cambiar de nuevo, sin tener a cierta porción de la ciudad como espectadora de sus cambios. "Paranoia que me ha dado ahora" pensó suspirando y casi sin captar a tiempo lo que le decía Branniel.

-¿Eh? Ah, Mephis...pues aun nada realmente estoy preparándome un poco antes de ir al burdel-respondió sin decir mucho, al fin y al cabo todos opinaban sobre ese tema que estaba loco y sí tal vez lo estaba, no perdía nada con intentarlo y sino conseguía terminar la cosa bien al menos intentaría no terminar con un cruz encima por parte de la cambiante.-Ahora debería volver a la Sede, puedes venir si quieres si no tienes nada mas que hacer, claro- añadió invitando al trasgo por si quería ir o tenia algún que otro plan mientras se ponía en camino a la Sede, ya hablaría luego con Skarog cuando volviera.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

RR se encontraba en un callejón perpendicular al mercado, situado entre dos destartalados edificios de tiendas. Se mantenía a la sombra, lejos del barullo generalizado de la calle principal, mientras dispensaba unas migajas de queso a sus ratas, escondidas en el interior de su chaqueta. Con los ojos tras las gafas, vigilaba a los transeúntes, a la espera de encontrar a su objetivo. La información que le habían era, cuanto menos, superficial y poco útil. Era consciente de que se podría encontrarlo en el castillo, pero sus instintos de conservación exacerbados le impedían acercarse demasiado a aquel lugar. La relación del brujo con la autoridad de cualquier tipo nunca había sido buena, y le había acarreado problemas de todas clases a lo largo de toda su vida en su mundo natal. No había ningún motivo por el que suponer que la de Rocavarancolia podría suponer una excepción a aquella regla cósmica.

Por aquella misma razón se mantenía en la sombra, espizcando queso con una mano mientras que con la otra se aferraba a la correa de su escopeta, que colgaba de su hombro. Un par de ratas vigilaban las calles aledañas, a la espera de divisar al personaje en el que tanto interés tenía RR. Iban en parejas, de tal manera que, de encontrar una al objetivo, pudiera mandar a su compañera a informar sin perderlo de vista.

No sabía cuánto tiempo podía durar aquello, pero el foner era un tipo paciente...

RR observó al desagradable lacayo mientras giraba a su alrededor, cada vez más molesto. Ciertamente, tenía que acudir al encuentro de Shiz, pues así lo habían pactado. Pero aquello no quitaba que necesitaba encontrar a quien andaba buscando. Decidió, simple y llanamente, ir a visitar al muchacho y hacer los experimentos necesarios, dejando tras de sí a los roedores que tenía apostados en el barrio. Susurró algo a una de las ratas que correteaban por su cuerpo, que enseguida bajó de él y corrió hacia el callejón, perdiéndose entre la penumbra y la basura.

Entre tanto, aquella bola de mierda lo estaba desquiciando...

En una rápida sucesión de movimientos, se descolgó el arma del hombro, la cargó y apuntó a la bestezuela. Durante un instante, se escuchó el rugido del arma, y la escena quedó iluminada por un rápido fogonazo salido de la boca del cañón. Un segundo después, la criatura yacía en el suelo, con un enorme agujero a un lado de su esférico cuerpo, por el que se desparramaban sus órganos y gracias a el cual su ojo se salía de su órbita, deslizándose sobre el lecho de rojas entrañas.

Cargó de nuevo con un movimiento seco, y el cartucho vacío fue a caer al suelo, rebotando con su característico timbre hueco. Definitivamente, su escopeta seguía funcionando tan bien como siempre.

Y, sin mucha ceremonia, se agachó a recoger la vaina vacía para después encaminarse en dirección a Serpentaria

Tania

La nublina tenia una pequeña lista de la compra. El ulterano tenia otras tareas y la chica habia accedido a hacerle el favor e ir por él. No sin antes recibir clases intensivas sobre absurdeces que agradeceria olvidar, pero que Toima alegó ser bastante importantes a la hora de encontrar los productos adecuados. Además, el ulterano se habia negado dejarla salir sola, asi que le acompañaba la lagarta, algo intimidada por el lugar, caminaba con la cabeza gacha, solicitando atenciones de la nublina cada dos por tres. Aun así, la criatura llamaba la suficiente atención para que nadie le dirigiera una segunda mirada a la chica, lo cual fue un alivio en parte, ya que, por otra parte, estaba llamando la atención demasiado.

En una bolsa llevaba todo lo que le habia pedido el ulterano hasta ahora. Un cuaderno, una pluma, un tintero, tinta, tiralineas para un corrector, unos huevos frescos para hacerle una comida especial a la lagarta pues se acercaba su cumpleaños y, por último, varias piezas metálicas algo complejas que le estaba costando encontrar por el mercado. Incluso enseñandoles el nombre que le habia dicho el ulterano, la mayoria de mercaderes alegaba que o no existian o que no les quedaban, para pasar a intentar venderle otra cosa. La nublina se disculpaba entonces y procedia a pasar a otro puesto en el que parecian tener de aquello. Suspiró de cansancio. Aguantaria un par de puestos más y sino encontraba lo que buscaba, se vovleria de vuelta al cuchitril.

Vac caminaba con aire despreocupado entre los puestos del mercado, el gesto ausente. Llevaba las manos metidas en los bolsillos de la cazadora, los auriculares en los oídos y un cigarro encendido entre los labios. Como tenía la mañana libre había salido pronto a hacer un par de recados, y ahora que había terminado andaba buscando un vinilo, aunque no tenía muchas expectativas, era difícil encontrar aquella clase de cosas sin un encargo previo. Su mirada se posaba de vez en cuando en algunas de las diversas mercancías que había expuestas, pero el hado perdía rápidamente el interés y seguía andando.

Tiempo atrás, cuando apenas era un recién transformado, habría sido impensable para él el pasearse tan tranquilo por aquel lugar, pues el polvo de sus alas era codiciado hasta límites desproporcionados: un hado infernal novato no supondría una amenaza real, y cualquier veterano codicioso podía capturarlo y exprimir toda la fortuna de sus alas. Ahora era distinto, llevaba mas de cuatro años en Rocavarancolia y tenía demasiados contactos. Seguía habiendo gente codiciosa, por supuesto, pero el griego había aprendido a tratar con ellos con el tiempo, y estaba completamente seguro de que podía defenderse bien en casi cualquier situación. De no ser así tenía a sus amigos.

Se dirigía hacia una sección del mercado en la que se solía comerciar con música cuando vio a la enorme lagarta de Toima entre la multitud. El ceño de Vac se frunció, y se disponía a dar un rodeo para no tener que cruzarse con aquel albino descerebrado cuando vio a Tania cerca del animal, conversando con un mercader que no parecía tomarla demasiado enserio. No se veía al ulterano por ninguna parte, por lo que el griego supuso que debía haber mandado a la chica a hacerle unos recados; su gesto, sin embargo, no se suavizo, sabía de primera mano lo estúpidos que podían ser a veces los comerciantes de aquella ciudad. Se acercó, palmeando el costado de la lagarta y quitándose uno de los cascos.
—Buenos días, Tania —saludó a la muchacha relajando su expresión— ¿Qué andas buscando? —se interesó con una media sonrisa.

Tania

La nublina dió un bote casi imperceptible al encontrarse cara a cara con el griego. Sus ojos se habian abierto con sorpresa al mismo tiempo y, algo conmocionada por el repentino encuentro con el hado, tardó más de lo que le habria gustado en dar una respuesta apropiada.
-H-Hola Vac...-logró arrancar a hablar con eso.-E-Estaba haciendole unos recados a Toima, p-pero esta resultando una tarea imposible el encontrarle estos últimos materiales.-comentó la nublina con un ligero tono de frustración mientras le tendia el papel con la lista de la compra y la pésima caligrafia (y ortografia) del ulterano que casi parecia escrita más bien por un niño de guarderia que por un monstruo albino cubierto de ojos.
-N-No soy la persona más indicada para ir de compras por aquí.-le explicó al griego con una sonrisa débil. Al instante, se arrepintió de haberlo hecho, pues ¿Qué iba a interesarle a él? La nublina solia olvidarse muchas veces de su condición, pero en cuanto salia del cuchitril se hacia bastante obvio en como se la trataba en la ciudad.

La nublina, como el griego había supuesto, había ido por encargo de Toima, pero parecía tener problemas para encontrar algo. Vac aceptó el papel y le echó un vistazo, entrecerrando los ojos al ser casi incapaz de descifrar los jeroglíficos que eran las palabras del argos.
—Hmm —masculló para si—, voy a suponer que aquí pone llave inglesa y me guardare mi primera traducción —sonrió, exhalando el humo plateado de su cigarro y mirando de nuevo a la muchacha—. ¿Necesita herramientas?

Tania parecía un poco perdida, viniendo de Nubla no debía conocer ni la mitad de lo que el argos le había pedido, y dada su condición de no trasformada, los comerciantes no debían tomarla muy enserio. Tenía que ser frustrante, pero a pesar de todo estaba allí.
—Al principio yo tampoco me desenvolvía muy bien por aquí, y dada mi condición no era recomendable que me paseara mucho por el mercado, pero con el tiempo aprendes a moverte. De momento solo puedo echarte una mano, ¿quieres que te ayude a conseguir las últimas cosas? —le preguntó— Conozco a un tipo que seguro que tiene todo lo de la lista y, posiblemente, no tratara de venderte otra cosa —comentó, cortando con una mirada peligrosa cualquier protesta sobre robar clientes que tuviera el mercader del puesto frente al que conversaban.

Tania

-¿Son herramientas?-preguntó inspeccionando el papel de nuevo. De serlo, tenian formas muy raras que nunca antes habia visto.
Vac le habló entonces de sus primeras experiencias en la ciudad, más joven. Parecia tener algún tipo de condición de la cual no sabia nada la nublina. Internamente se preocupó y le dio la cabeza vueltas. ¿Era por ser humano o quizás por su transformación? La nublina nunca se habia interesado en desmedida por las transformaciones como tal y preferia juzgar a cada persona individualmente. Quizás en el caso de Vac haria una excepción y se informaria sobre Hados Infernales más tarde, ya que ni muerta se atreveria a preguntarle a él mismo y, en esa situación cual era su condición.
Entonces, el humano volvió a pillarla desprevenida y le ofreció su ayuda para encontrar las que quedaban. La nublina, una vez más, tuvo que arrancarse las palabras.
-¡O-Oh! Si no te supone mucha molestia...-dijo arreglandose el flequillo con algo de nerviosismo mientras dirigia la mirada al suelo.-Estaba empezando a desesperarme un poco...-dijo, soltando una risilla casi imperceptible.
De nuevo, se lamentó por sus acciones segundos después y, dentro de ella, comenzó a arder en llamas de odio a si misma y una verguenza terrible.

—No, claro que no —aseguró sonriéndole—, no es molestia. Vamos, es por aquí —le informo, señalando el lugar y caminando a su lado.
El mercader que podría tener lo que andaba buscando la muchacha estaba en la misma zona a la que él se dirigía, un amplio callejón que desembocaba en la calle del mercado. El tipo en cuestión era un animorfo, un varmano-rata algo nervioso que a pesar de todo era bastante fiable en temas de negocios. Su tienda estaba llena de trastos, y aunque tenía una buena iluminación, algunas zonas quedaban en penumbra.

Vac le dio la lista de lo que quería la nublina y espero con ella junto a la puerta para no dejar a la lagarta sola.
—¿Qué tal llevas lo de las runas? —se interesó— Noel me comentó algo ayer en la taberna, ¿has hecho algún progreso?

Tania

La nublina fue conducida hacia el vendedor de fiar de Vac. Con una transformación que le daba la apariencia de una rata, Tania normalmente no habria pasado mucho por aquella tienda, simplemente porque se sentia más cómoda si trataba con transformados que no lo pareciesen. Por otra parte, si era el mercader de confianza de Vac, la nublina lo trataria como tal, aunque esperaba no tener que ir a hacer futuros recados del ulterano de este estilo, ya que no tendría la misma suerte de encontrarsele dos veces. Juntos, esperaron fuera de la tienda, cuidando de la lagarta. La nublina no parecia estar apunto de romper el hielo y indagar en una charla con el griego. Pero, por otra parte, lo deseaba.
Suerte para ella fue, que el hado rompió de nuevo a hablar.
-Oh... Lo llevo bien... He empezado ya con la teoria.-respondió hundiendose de hombros.-Me gustaria avanzar más rápido, pero la verdad es que llevo bastante hecho, teniendo en cuenta mis posibilidades.-dijo, con otra sonrisa un tanto débil.

¿Porque hacia eso? ¿Acaso queria darle pena? ¿Así es como la notaria? En aquella ciudad ese tipo de cosas no existian. No iba a conseguir nada. Ni así, ni de ninguna forma. Estaba condenada a no ser notada. Suspiró cansada. Sin darse cuenta, habia exteriorizado parte de aquellas preocupaciones y el hado las habia captado. Antes que dijese nada, la nublina intentó cambiar de tema.
-P-Pues vaya alivio que te haya podido encontrar. Si volviese al cuchitril con las manos vacias probablemente se volveria insoportable.-
¿Y porque de entre todas las cosas que podia elegir para desviar de tema, elegia precisamente al ulterano?

Al hado no se le paso por alto el abatimiento en la voz de Tania al responder a su pregunta, y a pesar de que no le comentó el motivo, Vac creyó adivinar a que se debía. La nublina trató de desviar el tema de conversación, y de entre todas las cosas que había en la ciudad, escogió al ulterano albino mas insufrible de todos.
—Posiblemente, tiende a ser un insoportable a todas horas —masculló el chico frunciendo el ceño, pero volviendo a relajar la expresión casi al instante—. Aun así debería hablar con el en algún momento, ya hace demasiado tiempo que no nos dirigimos la palabra y eso no es sano. De todos modos, Tania, si vuelves a necesitar ayuda con alguna cosa, del mercado o de lo que sea, puedes llamarme con el comunicador —le dijo, señalando primero la muñeca de la chica y luego la suya propia—, te puedo echar un cable si no estoy ocupado con nada, ¿de acuerdo?

El mercader varmano llamó su atención en ese momento, informándoles de que el pedido estaba listo. Vac esperó junto a la lagarta a que la nublina entrara a pagar, y cuando salió le ayudo a guardar las cosas en las alforjas de la criatura. El puesto de música que quería ver quedaba cerca, así que siguió caminando con la muchacha entre la multitud.
—Oye, sobre las runas... no deberías agobiarte. A lo mejor te da la impresión de que avanzas algo lenta, pero en realidad es un campo bastante complicado. Hay que ser muy metódico y dedicarle muchas horas de estudio, no creas que el resto del mundo va mucho mas rápido que tu. A mi, por ejemplo, no es que se me den excesivamente bien, apenas me se el lenguaje de runas básico. Seguro que si nos hacen un cuestionario me dejas en ridículo —sonrió.

Tania

A decir verdad, la nublina sabia que el argos andaba buscando al griego, pero no pensaba decirselo, no en aquel momento. No cuando habian esquivado el hablar del ulterano tan fácilmente. Tania pagó la cantidad que le habia dicho aquel mercader y regresó con las herramientas. Vac le ayudó a guardarlas en el fardo que traia la lagarta y, juntos reemprendieron la marcha por el mercado. La nublina ya habia acabado de hacer sus compras y habia decidido voluntariamente acompañar al griego para aprovechar la situación y llegar a conocerle mejor, ahora que estaban charlando solos, pero un miedo se apoderó de la nublina de nuevo, sintiendose como una molestia, no queria agobiar al chico con su compañia. Ni siquiera era una buena persona con la que compartir una conversación. Ella solo escuchaba y rara vez aportaba algo.

La nublina rió por lo bajo la gracia del chico. Por una parte la tensión desapareció con aquello.
-Bueno... Cuando estuve estudiando en la ciudad, solia aprovecharme mucho de las clases y de cualquier lectura que pudiese alcanzar. Aquí, es igual, solo que cambian las asignaturas y estas son sin duda una lectura mucho más interesante que los libros de allí.-le confesó al griego.

—Si te soy sincero, yo de crío no era muy aplicado —rió el griego, observando distraído las mercancías expuestas—. Solo disfrutaba con la música, el resto de asignaturas las iba sacando a trompicones. Con el tiempo le cogí el gusto a aprender cosas nuevas, madurar tiene sus ventajas, pero no fue hasta llegar a Rocavarancolia, y en cierto modo espabile por las malas.
No tardaron mucho en llegar a la tienda que el hado quería visitar. Vac se disculpo con la nublina y la dejo sola unos instantes, entrando al local y hablando con el propietario. Apenas fueron unos minutos, y cuando Vac terminó de conversar con el mercader, salió a la calle de nuevo con un ligero gesto de decepción.

Ya había previsto que no iba a tener mucha suerte, pero en cierta medida se había hecho ilusiones. Tendría que esperar hasta la próxima noche de Samhein para que el comerciante pudiera conseguirle algo, y le iba a salir algo mas caro que el precio de mercado. Quería un vinilo demasiado raro.
—En fin, no a habido suerte, otra vez sera —sonrió el muchacho a Tania, encogiéndose de hombros con gesto despreocupado—. Yo no debería tardar en volver al trabajo, y tu tienes que regresar al Cuchitril, ¿no es cierto? Si quieres podemos ir juntos hasta la salida del mercado, hay demasiada gente y prefiero caminar con alguien conocido. ¿Te parece bien?

Como era habitual en las contadas ocasiones en las que había ido al mercado, los mercaderes gritaban sus mercancías y los compradores iban y venir de un sitio a otro. Conociendo ya un poco los tejemanejes de mucho de los vendedores, que hacían cualquier cosa para vender, se paseo entre las distintas tiendas con sus mercancía expuesta. No tenia claro que buscaba pero evidentemente era mejor busca entre las tiendas que vendiera accesorios "Brazaletes, guantes o incluso un medalla, aunque en este ultimo me costaría bastante dibujar la runa, es demasiado pequeña" pensaba viendo atentamente la mercancía y encotnrandose en mas de un accesorio runas que no podía reconocer grabadas, otros directamente estaban hechizados con resultados desconocidos.

"La de dolores de cabeza que me ahorraría de tener el dinero" pensó viendo como a un par de metros de el un tipo alto, casi de dos metros, pagaba directamente por un extraño medalla de plata hechizado con algún conjuro que el vendedor menciono pero que DL no llego a escuchar. Antes de que el vendedor se percatara de su presencia se alejo, aunque preguntara si tenia algo que contuviera un potente hechizo de ocultamiento no podría pagarlo, así que solo le quedaba seguir buscando ideas, observando atentamente las diferentes tiendas y la mercancía expuesta. Ya tenia el circuito hecho, saber si funcionaria estaba aun por ver, seguramente le tocaría volver realizarlo entero pero bueno...buscaría primero ideas sobre donde grabarlo cuando finalmente estuviese seguro de que funcionase. Con todo, y si no sufría demasiados contratiempos, como mínimo le quedarían aun un par de semanas en tenerlo todo listo, teniendo en cuenta su experiencia con runas y el hecho de no saber si alguno de sus compañeros sabrían realizar los hechizos que necesitaba. Por ahora miraría un poco mas, con suerte encontraría algo que llamara su atención y le diera alguna idea, si es que no encontraba algo mejor que hacer.

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Finalmente tras estar casi dos horas mirando tienda por tienda y esquivando los intentos de los vendedores de meterle por los ojos su mercancía, se le ocurrió algo, aunque suponía que le llevaría mas tiempo era lo mas seguro sin duda. La idea le vino al ver los tatuajes de runaS de un tipo corpulento con el que se cruzo en una tienda donde vendían peculiares brebajes de lo que prefería no saber su contenido. Se sintió realmente estúpido al darse cuenta de lo fácil que tenia la cosa cuando podía cambiar de cuerpo y piel a placer, incluso crear formas en este"Soy un melón...¡soy un jodido cambiante! ¿Que leñe hago buscando un lugar donde anclar una runa si tengo mi piel para ello? Ni siquiera necesito tatuarla..." pensó un poco sorprendido del descubrimiento y de su estupidez  por no darse cuenta de ese detallito, era obvio que aun no tenia ni idea de el alcance de su tranformacion y de su real versatilidad. Por primera vez en cierto tiempo en verdad se sintió satisfecho con esta. Evidentemente dudaba que eso fuera fácil de hacer. Por suerte su manejo en el cambio de pieles y en crear formas en esta no estaba mal, así que esperaba que eso ayudara un poco, y tenia la runa la que probaría primero en papel, por si se había equivocado con esta y debía rehacerla, antes de hacer los intentos de pasarla a su cuerpo. Para ello iba necesitar cierta ayudita con el hechizo.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.