Antiguo Mercado

Ahora que llevaba dinero encima Shizel se sentía como un niño en una pastelería. Lo quería todo, y el problema residía en que aunque tenía sus ganancias, desde luego éstas no le alcanzaban para "todo". Era la primera vez que se encontraba en una tesitura semejante, y el idrino estaba pasando bastante angustia mientras intentaba decidir cómo gestionar aquellas magras finanzas. Quería aquel medidor... no, mejor aquel grimorio... no, aquellos pasteles tenían muy buena pinta... El skrýmir se sentía un mendigo cuando por primera vez por su cabeza pasaron pensamientos de la talla de "¿por qué esto es tan caro?"

-Sobre semillas y esas cosas no sé demasiado... Sepalian debe saber dónde las puedes vender o comprar a mejor precio- dijo pensativo, agradeciendo que Enredo lo distrajera de su frustración-. Pero si llevas encima alguna acreditación de que trabajas con él, o con Jack... puede que te hagan descuento. Si mencionas "Consejo" y "La Bodega" lo suficiente, por mera cuestión de probabilidades alguien te hará caso por si puede sacar tajada y convertirse en proveedor regular- sonrió maliciosamente.
En cierto punto del paseo se encontraron con un repoblador que a Shizel le resultaba vagamente familiar, el cual montaba a lomos de un armadillo, que les indicó con entusiasmo en qué puestos podían encontrar las cosas que Enredo buscaba. Para cribar entre esos puestos, eso sí, tuvieron que apañárselas.

Siguieron recorriendo el mercado y el skrýmir seguía sufriendo por dentro.
"Céntrate, Shiz", se obligó a recordar. Ignoró lo mejor que pudo todas las cosas que le llamaban desde los puestos y al final solo se llevó un compendio de mentalismo considerablemente tocho, guardándose el resto del dinero como preámbulo al nuevo concepto de "ahorrar". Las guías más simples podía sacarlas de la biblioteca, y prefería tener algo listo para cuando empezase las pruebas con RR.

Sigue en la Torre Serpentaria.

-Humm, es posible que tengas razón, tengo que probarlo. Ya hablaré con Sepalian sobre los lugares de venta de esas cosas.

Nos cruzamos con Vava y me alegré de verlo montando a lomos de un armadillo, parecía que el dominio le iba bien. Acaricié un poco al animal y el repoblador hizo el favor de indicarnos donde podía comprar aquello que buscaba. Le di las gracias y me despedí de él esperando volver a verlo más adelante. Buscamos los puestos y al final me quede con lo mas barato, me dio para todo lo que buscaba. Unas gafas parecidas a las de natación pero con las lentes ligeramente más grandes. Además de un cinturón de herramientas (sin herramientas) para el que ya tenía planeadas algunas cosas.

-Bien, con esto es todo,- le comenté al idrino mientras me guardaba las pocas monedas sobrantes.

<<Ahora sólo necesito los libros de runas de la torre y cuando prepare este par de cosas me podre ir de recolecta>>

Sigue en la Torre Serpentaria.

Las voces típicas de los comerciantes fueron el primer indicio de que había llegado al mercado, así que reduje el paso mientras renovaba el hechizo de protección diurna. 
No era un lugar que frecuentara muy a menudo, más que nada porque aun conservaba la categoría de “novato”, y para la gente de aquí “novato” también suele implicar “presa fácil”. Podía ser muchas cosas, o aguantar humillaciones si hacía falta, pero dejarme tratar como una presa era algo por lo que no estaba dispuesto a pasar.

No había venido a comprar, sino a mirar. El diseño de los nuevos guanteletes se había complicado hasta el punto de que era incapaz de seguir con ellos, y aquí tendrían que estar expuestos mecanismos de gran variedad de tipos. Con suerte algo de lo que había me serviría de inspiración para continuar.
De cuando en cuando algún mercader se fijaba en que había puesto el ojo en alguno de sus productos y comenzaba a hacerme ofertas, las cuales declinaba amablemente, si podía. Sin embargo me llamó la atención que en la mayoría de los casos lo que me pedían a cambio solía ser sangre en vez de dinero. “Mala suerte. Este donante ya tiene trabajo para rato”

Acababa de prácticamente huir de un puesto en el que al mercader solo le faltó amenazarme con una jeringuilla cuando justo delante avisté nada mas y nada menos que a Noel, el draco al que no quería ver ni en pintura y, por si no fuera bastante, él y su grupo acababan de terminar en un puesto y ahora se movían justo en mi dirección.
Sin ninguna idea mejor me dí la vuelta, intentando evitar que me reconocieran. Después avancé hacia el puesto más cercano, que vendía principalmente joyas y otras cosas similares. A regañadientes elegí algo al azar, una pulsera con piedras azules y fingí interesarme mucho por ella, iniciando un regateo estúpido en el que mi objetivo distaba mucho de ser la adquisición del producto.

Giz estaba frente a un establecimiento en el que se vendían ingredientes para pasteles. Su interés por los dulces habían trascendido las paredes del cuchitril y Miloslava se había ofrecido a hacerle varias recetas en su tiempo libre, que conforme Giz aprendía, era cada vez más. Regateó durante unos minutos con la encargada y salió con una bolsa llena de harina, levadura y derivados. De camino a dónde se encontraban Gael y Noel, al asreniano se le cruzó algo por el rabillo del ojo. Se giró y vio al vampiro nuevo unos puestos más allá, junto con un escualo y un animorfo. Los cuchitrileros todavía no habían conocido de primera mano a todos los miembros de la panda de Gar, pero sí que tenían información sobre los que faltaban. Y esos dos encajaban en los perfiles.

De un par de zancadas, el asreniano se situó junto a sus amigos y les dio el soplo.

—Mirad ahí—señaló unicamente con un movimiento de cabeza y añadió sin más—. Voy a acercarme.

Y eso fue lo que hizo, apareció junto a Pablo con los brazos cruzados bajo el poncho y asomó el morro como si fuera un curioso más del mercado.

—Bonito amuleto—comentó con su tono serio característico—. Yo también estoy interesado en él. ¿A cuánto asciende el precio?—sin perder oído del mercader, escrutó con la mirada a los mercenarios. Desplegó la gorguera y la cerró un par de veces como avertencia velada, o como un vago intento de ser una.

Tras reunirse con Giz y Gael en el cuchitril, los tres se dirigieron enseguida al mercado. Llevaban ya un buen rato aprovisionándose de puesto en puesto y el draco estaba comentando la suerte que tenía el asreniano de no poder engordar en vistas a sus planes de aumentar los dulce sen su dieta, cuando el propio goliat les avisó de la presencia de alguien. Alguien a quien el sueco solo se alegraría de ver si se cumplían ciertas condiciones: sin pulso, sin aire en los pulmones y a ser posible en varios pedazos porque en Rocavarancolia las dos primeras a veces no eran suficientes.

Nunca había visto en persona a aquellos dos en concreto, pero ello no impidió que Noel se pusiera en tensión y su expresión se esombreciese por completo. El hecho de haber estado con Wen hasta hacía menos de una hora tan solo echaba más leña al fuego y la garra derecha del draco tanteaba el tatuaje del anclaje del hacha de manera casi ansiosa.

Cuando Giz se acercó al puesto, Noel no dudó en seguirle, porque aunque sabía que el goliat contaba con medios suficientes para defenderse, quedarse mirando desde la distancia no era algo que entrase en lo que la creciente rabia del draco pudiese tolerar. Mientras caminaba hacia allí a paso apresurado y clavando su mirada en los mercenarios de Gar, trató de calmarse a sí mismo. No era precisamente el lugar más indicado. Apretando los dientes y con una expresión que rezumaba puro odio, se colocó al lado de Giz. Solo entonces se fijó en el vampiro, a quien había pasado completamente por alto hasta ese momento. Tan solo le dirigió una breve mirada antes de volver a centrar su atención en Ter-Watah y Dorkal. El draco tenía los músculos tensos y la mano derecha siempre cerca de los tatuajes de sus armas. Hacía esfuerzos para no cometer ninguna imprudencia en mitad del mercado.

Mientras Giz compraba varios ingredientes para dulces, Gael no podía evitar pensar en el sueño que había compartido con Seon, echando en falta a la sinhadre para compartir una mirada de entendimiento por la presencia que había tenido el propio Giz sin comerlo ni beberlo. Estaba distraído, por lo que no se dio cuenta de lo que estaba pasando más allá hasta que Giz lo señaló. No hicieron falta palabras para identificar a los dos individuos que estaban en el mismo puesto que el vampiro novato, pero a diferencia de sus amigos, su primer impulso no fue caminar hacia allí. De hecho, él hubiera preferido evitar el encuentro, pero ya era tarde y los siguió. La mano derecha rondaba el pequeño saquito que le colgaba del cinturón. Aunque el cuerpo que usaba en ese momento no era el más apto para pelea, sabía que debía estar preparado para lo que pudiera ocurrir. El ambiente se había vuelto tenso en tan solo un segundo, y no dudaba que los otros los reconocerían con la misma facilidad. Se quedó detrás de Giz con expresión seria. No pensaba separarse ni un centímetro del goliat, aunque con aquel cuerpo apenas pudiese resultar amenazante.

No es que mi plan para evitar encontronazos inoportunos saliera mal. Simplemente no había forma, magia, arte secreta o cualquier tipo de alteración en la realidad capaz de hacer que acabara aun peor de lo que acabó saliendo.
El precio de la pulsera era mucho más alto de lo que esperaba, pero aun así no fue hasta que escuché a alguien ofrecer el doble cuando comencé a barajar la posibilidad de que el objeto fuera algo más que un simple adorno. Cuando me volví para observar a mi inesperado competidor también tuve que alzar la cabeza más de lo que esperaba.
Fuera quien fuera, era tan grande que no le llegaba ni a la altura de los hombros, y por su expresión tampoco parecía del tipo amigable, todo lo contrario a su acompañante, que aun siendo bastante más bajo también me superaba en altura.
Si al menos así había logrado no cruzarme con el draco y compañía... Pero tampoco. De hecho se fueron dirigiendo al puesto como atraídos por un imán. Para rematar, la clara mirada de odio que mostraba Noel hacia los otros dos sirvió como prueba definitiva a que estaba en medio de donde no debía. De repente los subterráneos se me antojaban más seguros.

“Por que.... Yo solo quería echar un ligero vistazo a cuatro cosas del mercado, nada más. ¿Cómo he acabado así?” No sabía qué problema tenían entre ellos los presentes, pero si decidían resolverlo que fuera después de que yo estableciera una distancia de seguridad.

-Ehmm. Vaya... de repente ya no me parece tan interesante. Una lástima pero me salgo del regateo. Todo tuyo grandullón- Y así, rematando la faena con un par de palmadas en el brazo del ulterano, comencé a alejarme del lugar. Dirigí una última mirada de reojo a los tres que sí conocía antes de seguir caminando.
“No me han saludado ni dicho nada. Tal vez tenga suerte y no me han visto, o no les importa. Ambos casos me vienen de perlas... creo”

Giz no estaba asustado en absoluto. Tenía protecciones para parar un tren y aquí no había razón para que las necesitara. Solo podrían hacerle daño verbal y Giz estaba capacitado de sobra para que cualquier insulto le resbalara, bien porque realmente no le afectaba o bien porque nisiquiera comprendiera que se trataba de un insulto. Cuando el rinoceronte le habló, el asreniano puso la mirada al nivel de la suya y respondió:

-No comparto lazos familiares con Rodar, unicornio-su tono no había variado un ápice. En cuanto a lo del unicornio, fue la única salida que se le ocurrió y no estaba muy seguro de si eso contaría como insultante, pero lo que había leído sobre esas criaturas no pegaba mucho con el espíritu de la ciudad. Dicho eso, se giró hacia el mercader-. ¿Qué clase de acuerdo?-el único interés que tenía Giz por quedarse el amuleto era fastidiar al pez y al mamífero. Si lo acabara pagando, probablemente se lo regalaría al vampiro novato. Aunque eso supondría tener que buscarlo más tarde, después de cómo se había esfumado. <<Inteligente humano>>, le concedió. Y metío prisa al mercader con la mirada.

Noel mantenía un interminable debate interno que consistía en recordarse cada poco por qué no debía sacar su hacha y abalanzarse sobre el nublino y el ulterano. Su expresión se crispó cuando Dorkal se dirigió a él y a Gael y el draco se apretó el brazo izquierdo justo bajo los tatuajes con fuerza, clavándose las garras en la carne.
—La única oferta que me interesa no está disponible en estos momentos, unicornio —respondió tras el goliat esbozando una sonrisa sarcástica deformada por la amenaza y la rabia contenidas en su expresión—. Tan solo estamos asegurándonos de que las transacciones de Giz se realizan como es debido.
Prefirió no responder a lo que para él era una burda provocación al llamar al asreniano "primo de Rodar".

Probablemente si se hubiera tratado de cualquier otro de los miembros de la banda de Gar, el autocontrol del draco no habría servido de mucho. Aun con el odio visceral que despertaban en él aquellos dos por saber con quién estaban, era capaz de contenerse precisamente porque era la primera vez que los veía. Dirigió otra mirada a Pablo cuando este habló, preguntándose por el motivo de su presencia en aquel mismo punto de encuentro indeseado. Probablemente se trataba de una casualidad, pero no pensaba dejar pasar el día sin haber hablado con el vampiro.

Con menuda calma se tomaba el “bicornio” el asunto. El otro estaba claramente más tenso pero, dentro de lo que cabía esperar, se habían retirado sorprendentemente tranquilos. Si hubieran sido otros de su mismo grupo la cosa habría sido muy diferente. Aunque, en realidad, estaban en desventaja numérica y no habrían ganado nada procediendo de otro modo. Y por la misma estrategia había optado el vampiro, desaparecido hacía rato en alguna calle. Por otro lado, el comerciante había seguido con sus cálculos, y Gael se preguntaba si a Giz realmente le interesaba aquel amuleto o se habían ido ya las únicas personas que tenían interés real en él. Los de Gar tampoco estaban ya a la vista, pero empezaba a preocuparle que, al conocer su situación, apareciesen de repente todos los que faltaban. Estaban relativamente desprotegidos, porque solo eran tres y, en cuanto a él mismo, ni siquiera se había traído un cuerpo útil en combate. Mientras Giz lidiaba con el comerciante, se aproximó a Noel, preocupado.
—Quizá deberíamos irnos de aquí pronto… ¿De qué iban esos dos?

Lo cierto era que no me había ido del mercado... aun. Solo había huido del epicentro del conflicto, y me había “refugiado” en otro puesto cercano. 
Desde allí había observado como se resolvía el problema, a la vez que fingía prestar atención al mercader del puesto. Uno hablador que me estaba contando su vida alegremente. ¿Por qué? Ni idea.
En cualquier caso los dos animorfos se marcharon y al final no hubo pelea de ningún tipo. Algo ante lo que reprimí un suspiro mientras volvía a asentir al mercader por algo que había dicho pero que no había escuchado.
“¿Exactamente cómo consigue que le compren cosas con tanta charla?”

Giz no volvió a dirigirse ni al rinoceronte ni al tiburón, no vio la necesidad de responderles. Lo que si hizo fue seguir hablando con el comerciante hasta llevarse el amuleto. No se arrepintió de haberlo pagado por el hecho de que dentro de poco le saldría el dinero por las orejas, pero definitivamente el comerciante no había sido muy justo en cuanto a la relación calidad-oros.

—¿No os ha dado la sensación de que os habrían caído bien de no ser quienes eran?—preguntó al volverse hacia Noel y Gael. Su respuesta a eso quedaba implícita en la propia pregunta, por lo que Giz cambió de tema sin más—. Voy a buscar al novato para darle esto. ¿Venís?

Por suerte para el goliat, había recogido muestras de casi todos los novatos el día de la luna. Solo tuvo que sacar su muestrario del zurrón y buscar en qué pagina les archivaba para dar con el vampiro. <<Al final no ha sido tan sensato, se quedó cerca>>. Se movieron hasta él y Giz le tendió el amuleto sin muchas explicaciones. Realmente no creía que Pablo supiera nada relevante.

—Toma. Y la próxima vez búscate a otro mercader, ese no es muy fiable.

<<Puedes meterte el segundo cuerno por el culo>>, pensó Noel inmediatamente ante la apreciación de Dorkal. Externamente tan solo emitió un gruñido. Centró su mirada en los negocios de Giz aunque sin prestar atención en realidad. Por el rabillo del ojo no perdió de vista en ningún momento a los de Gar. Pero estos no tardaron en irse y el sueco tan solo maldijo en un tono muy bajo mientras trataba de recuperar la calma. Empezó por dejar de clavarse las garras en el brazo, donde había presionado con tanta fuerza que incluso se produjo unas leves heridas de las que salía algo de sangre. Las miró un instante antes de ignorarlas por completo por el momento.

Gael se le acercó mientras el asreniano continuaba con su particular transacción comercial.
—En el mercado precisamente dudo que corramos riesgo alguno, pero tampoco es que tengamos nada más qué hacer —le respondió para luego exhalar aire con fuerza—. No sé si estaban intentando provocarnos, se creen que es muy divertido o qué, pero... Sí, es mejor que salgamos de aquí. Antes de que cometa alguna estupidez —añadió moviendo tan frenética como inconscientemente la cola.

Vio volver al goliat y le sorprendió un tanto cuando explicó que había comprado el amuleto para dárselo al vampiro, pero desde luego accedió a ir a buscarlo ya que él también tenía un asunto que tratar con Pablo.
—Oíd... Creo que deberíamos decirle que venga con nosotros para hacerle un par de preguntas. Ya sabéis... por si las moscas puñeteras —les dijo a sus amigos mientras el asreniano comenzaba a rastrear al español.

Como se habían mostrado de acuerdo, una vez hubieron localizado al vampiro y Giz le dio el amuleto, el draco tomó la palabra.
—A propósito, Pablo, ¿qué te parece si vienes con nosotros? Nos gustaría preguntarte un par de cosas. Te invitamos a nuestro cuchitril particular para que veas por ti mismo lo esplendoroso y lujoso que es —le dijo esbozando su habitual sonrisa sarcástica pero con un leve matiz de advertencia en su expresión.

Mas o menos a la vez que Giz cerraba el trato con el mercader de aquel puesto, yo había descubierto la causa de la parlanchinería excesiva del que tenía al lado, ya que en un momento en el que la conversación, se suponía, era tan interesante que no prestaba atención a nada más, había intentado sacar a escondidas una jeringuilla con anestesia y sacarme sangre sin que me diera cuenta.
No sabía si esa anestesia funcionaría, pero de hacerlo el "ya-no-tan-sociable" mercader la iba a necesitar. No dije nada, solo le rompí la muñeca de la mano que sujetaba la jeringa mientras le miraba con evidente mala leche. Luego me fui del puesto... para encontrarme de frente con el grupito que llevaba intentando evitar desde hacía ya tiempo.

El goliat me había comprado la maldita pulsera, que no quería para anda, pero como para decírselo ahora. 
-Oh ehmm... Vaya, gracias. No hacía falta- “Para nada de hecho”.

Si al menos se acababa todo así y se despedían... No, claro que no. De hecho lo que me dijo Noel después me obligó a utilizar todo mi autocontrol para no levantar protecciones allí mismo.
“A ver si lo he entendido bien... Quieres que te acompañe, a tí, a tu casa, solo y sin que nadie salvo tu grupito lo sepa a... ¿hacerme unas preguntas? ¡Ni de coña!”
Mejor pensar en alguna excusa, y rápido, pero al final solo se me ocurrió cambiar el lugar del interrogatorio.
-Mirad... tenía algo de prisa. Si es muy necesario no podría ser en la propia sede? Así ahorro tiempo-
Ya podían aceptar, porque a su cuchitril solo iba a entrar paralizado, petrificado, en coma o muerto. “Mejor lo último no, que muerto ya estoy”