Antiguo Mercado

El barullo venía de uno de los callejones en los alrededores de la plaza, una especie de mercado oculto en la sombra de unos altos y retorcidos edificios de madera. Aquí y allá se veían puestos de todo tipo, desde lujosas barracas y tiendas de colores brillantes a simples mantas en el suelo donde colocaban las mercancías; también se encontraba la gente más pintoresca, montruos y bestias junto con personas de apariencia normal, pero de interior aún más podrido que el de las criaturas. Cain, yendo como iba, con su túnica ligera y cargado de amuletos no destacaba especialmente entre el gentío, si bien tal vez estaba demasiado limpio, y su mirada era aún demasiado clara, demasiado inocente en comparación a las demás. Fresser iba piando alegremente a los tanseuntes, desviando su atención a cualquier olor apetitoso o rastro de magia que despertase su apetito, hasta que Cain le tapó la cabeza con la mano por temor a molestar a la persona equivocada... No sabía exactamente qué hacía allí ni si podría encontrar algo que le sirviese <<Ni siquiera tengo dinero...>> Aún así su curiosidad era mayor que la desconfianza que le transmitía aquél lugar, y acabó perdiéndose entre los puestos mirando la mercancía
-Psst, chaval- le llamó una voz ronca desde un rincón. Caín miró por le rabillo del ojo y dudó de si seguir andando- No te hagas el tonto, chico, por aquí- volvió a llamar la voz. Cain terminó girándose y comprobó que era el mismo encapuchado que le había dado le huevo.- Parece que te fue bien, tiene buen aspecto...- dijo señalando a Fresser
-Come como un cosaco- rió Cain, más calmado al haber encontrado a alguien más o menos conocido
-Eso es bueno- dijo el hombre asintiendo- ¿Te interesa algo de aquí? Tengo algunos clientes invocadores, así que suelo traer material...
Cain estaba a punto de decirle que no, que no traía nada de dinero cuando se fijó en una pequeña maceta en la que había una planta de hoja dentada con marcas moradas.
-Tienes buen ojo, ¿eh, chaval? ¿Sabes qué planta es?
-Dantalian- respondió Cain sin apartar la mirada de la maceta
-Correcto. ¿Te interesa llevártela? Puedo hacerte un precio especial...- ofreció el hombre pensando en el polvo de hado con el que le pagó el chico la otra vez
-Yo...-empezó Cain. No tenía nada con que pagarle, nada de nada... o sí... Se llevó la mano al bolsillo, donde tenía el amuleto con el que le había pagado Reisha los condones- ¿Qué te parece esto?- dijo en tono desinteresado pasándole el amuleto. El hombre lo inspeccionó con detenimiento.
-Servirá- dijo el hombre- También tengo algunas bolsas de fondo indefinido, son algo simples pero muy útiles- señaló unos monederos de tela con distintos estampados- Si tienes otro amuleto como este...
-Es el único que tengo en este momento- dijo Cain tratando de no dar impresión de pobre- Pero volveré más por aquí- dicho esto cogió la maceta que le hombre había cubierto con una tela para que no quedase a la vista y se despidió.

(sigue en el territorio de las hienas)

Cain agarró a Fresser en cuanto rugió el otro bicho. No tenía ni idea de lo que era.
-No es asunto suyo de donde lo haya sacado- dijo en el tono más educado que supo poner, ocultando como puto la maceta envuelta en la tela. No le gustaba ni un pelo esa mujer, ni el tono que usaba. aún así se disculpó por el comportamiento de su demonio y se despidió educadamente de ella. Se quedo mirando unos segundos a la extravagante maga alejarse y luego continuó su camino recolocando a Fresser sobre su hombro

Tomo algunos caminos diferentes tratando de llegar al burdel, interesando en conocer algunas calles nuevas. Pero creo que me he alejado un poco de mi objetivo, no veo la plaza infestada de colaespinas por ningún lado. En cambio he cruzado una zona de callejones estrechos y al final he ido a dar a un lugar que parecía tener puestos de venta, y donde me encontré más gente de la que había estado viendo hasta ahora por las calles, usualmente desiertas. Pensé que sería un mercadillo o algo por el estilo, pero no parecía que vendiesen frutas y verduras precisamente. Empecé a notar miradas clavadas en mi nuca, aunque muchos eran descarados y me observaban directamente, sin ocultar su desconfianza. Aun así me ignoraron en su mayoría, solo debía preocuparles ver una cara nueva por allí. Este lugar me da muy mala espina pero no quiero apurar el paso y llamar la atención. Traté de mostrarme seguro de mí mismo y avancé al mismo ritmo pero sin detenerme hasta desaparecer por otra barriada de callejones laberínticos. Me conviene recordar este lugar. Tal vez ahora no me haga falta, pero podría ser que algún día... Vi amuletos, vi talismanes que no sabía qué eran... Puedo imaginarme qué clase de mercancía se vende aquí, y no descarto que algún día necesite información o mercancía de la gente que dejé atrás.

(Sigue en el Burdel de Dama Espasmo).

Cuando Cain llegó al mercado sus ojos buscaron rápidamente al encapuchado de la otra vez. Prefería ir a lo seguro que andar a tientas con gente que podría ser peligrosa, aunque ahora tuviese a Ziel para ayudarle. El demonio gato caminaba pegado a sus pies, mirando hacia adelante con los brillantes ojos entornados, sin inmutarse por nada de lo que había a su alrededor. Cuando encontró el puesto del encapuchado, se acercó a él y repasó la mercancía que aguardaba sobre la manta a que alguien la comprase. El encapuchado, que estaba revisando un manuscrito alzó la vista cuando notó su presencia, y al ver al gato sentado junto a Cain, preguntó:
-¿Por qué me traes eso, muchacho? ¿Acaso temes que te time?
-No es nada personal, tan solo quiero ampliar el círculo y prefiero cubrirme las espaldas... Necesito comprar comida.
-Lugar equivocado, chico- bufó el hombre- Aquí no se vende comida, prueba en otro sitio...
-Necesito saber dónde puedo comprar comida- insistió Cain- Puedo pagarte si quieres...
El hombre pareció levemente interesado de pronto. Sus ojos oscuros ocultos bajo la capa se abrieron como platos al ver cómo Cain sacaba un pequeño frasco de cristal, del tamaño de una falange, con polvo de hado infernal
-Aún es temprano, no tengo rocávaros suficientes para pagar eso... puedo cambiártelo por otra cosa...- propuso el mercader
Pero Cain no atendía a razones, y el hombre sabía que mientras el maldito demonio que le acompañaba viese a través de sus mentiras, iba a ser casi imposible engañarle... Finalmente le dio una bolsa con monedas de oro, la dirección con el contacto que le podría conseguir la comida, y un saquito de terciopelo del que el chico se había encaprichado...

(sigue en la casa de los dulces)

Caminamos un rato, esquivando la plaza de los colaespina y perdiéndonos por un callejón lateral. Pronto llegamos a la zona del mercado, en la que aún no he estado. Observo a todo tipo de criaturas moverse por los puestos, a la sombra de los retorcidos edificios. Hay de todo, desde monstruos grotescos hasta criaturas sumamente hermosas, pasando por personas totalmente normales. Sin embargo se que no debo confiarme, estas personas no son de fiar, y lo mas seguro es que intenten algo si me descuido... aunque algo dentro de mi lo espera, algo oscuro que pide salir de paseo. Una sonrisa afilada se perfila bajo mi capucha, pero la borro enseguida con una sacudida de cabeza. Me calo mas la capucha, tratando de no llamar demasiado la atención, pero me pongo un poco mas derecho inconscientemente. Paseamos entre los puestos sin hacer nada en particular, simplemente mirando los artículos que se venden. Mis botas golpean sobre el adoquinado, salpicando cuando piso algún charco de origen desconocido. Es un lugar muy curioso, y podría estar todo el día mirando, pero seguro que Cain vino a por algo. El chico parece estar cómodo aquí, y no me extraña, un Invocador con dos demonios no es alguien con el que buscar problemas, yo soy mejor blanco sin duda, eso me hace sonreír de nuevo.
-¿Por donde, Cain? -le pregunto al italiano-... ¿que tienes que comprar?.

-Hmmmm- Cain parece buscar a algo con la mirada... o a alguien. No era un día muy fuerte así que supuso que había habido una redada hacía pooc tiempo... Los artículos de los puestos no eran demasiado interesantes, no había nada que pudiera servirle, sin embargo él sabía dónde podría encontrar lo que buscaba- Por aquí- le dijo a Vacuum, y se acercó a un viejo barbudo sentado en un tonel; un gorro le cubría los ojos, dejando al descubierto su protuberante nariz y tenía un báculo en la mano. Cain le susurró algo y el anciano se levantó un poco el gorro para mirarlo detenidamente, luego asintió y dió dos golpes con el báculo en el suelo, dejando al descubierto una cortina que había sido camuflada en una pared de roca.- Es increíble la de contactos que se consiguen por aquí en poco tiempo. Si sabes lo que quieres no tienes problemas para encontrarlo... el único problema es el precio...- le comentó Cain a Vacuum entrando en la pequeña tienda.
La luz de la estancia era escasa y cálida, y se reflejaba en los cientos de frasquitos de colores colocados en aparende desorden en los estantes que cubrían las paredes por completo. Tras un mostrador de madera había una bruja bastante gorda con una túnica magenta y los rechonchos dedos llenos de anillos.
-¿Qué trae por aquí a un par de encantadores jóvenes? -preguntó en un vano intento por parecer amable. Estaba claro que no le gustaba tener a niños en su establecimiento.
Cain hizo un gesto para que Ziel se subiera al mostrador, y el gato se sentó erguido mirando fijamente a la mujer, dejando claro que podía ver a través de ella.
-Necesito algunos ingredientes- pidió Cain con una radiante sonrisa pasándole la lista a la mujer- Y me dijeron que aquí podría encontrarlos
La bruja leyó con detenimiento la lista y bufó, su amabilidad había desaparecido.
-No es muy habitual que un invocador decida jugar a las cocinitas...-dijo con una mueca de desagrado yendo a la trastienda a por lo que le había pedido Cain
-Soy un chico muy polifacético- le respondió el rubio sin perder la sonrisa. En poco tiempo la bruja le consiguió casi todo lo que necesitaba, y tras pagar con uno de los saquitos de polvo, salieron en busca de algún puesto de alquimistas dopnde conseguir los materiales para preparar pociones.
-¿No es encantadora la gente de aquí?- se burló Cain y se echó a reír- Mira, por fin algo que merece la pena- dijo al ver un modesto puesto con artilugios alquímicos.

Cain mira alrededor buscando solo el sabe que. Me hace un gesto y se acerca hasta un anciano que esta sentado en un barril. Lleva una capucha calada, bajo la que asoma su nariz, y lleva un báculo consigo. Cain le susurra algo y el hombre le mira, tras lo cual asiente y golpea el empedrado de la calle. Una cortina aparece en una pared de roca. Escucho a Cain con una sonrisa y le sigo al interior del establecimiento, que no esta muy bien iluminado, aunque no es desagradable, es bastante cálido. Cain se acerca al mostrador, detrás del cual se encuentra una mujer, presumiblemente una bruja, un tanto regordeta, con un vestido magenta y un montón de anillos en los dedos. Trata de ser amable, pero se le nota disgustada. Habla con Cain, que le dedica una sonrisa cuando la mujer replica al ver la lista. La mujer reúne lo que el italiano a pedido mientras Ziel la observa fijamente. Mientras, yo me paseo entre los estantes desordenados, observando los frascos de colores y sus extraños contenidos, tratando de adivinar que contienen, pero sin apartar mi atención del mostrador. Cain replica a la mujer con la misma sonrisa cuando le comenta algo, pero terminan enseguida, paga a la mujer tras recoger lo que ha comprado, y salimos del local.
Si, son un ejemplo de educación y buena atención al cliente -comento, tras lo cual me uno a las risas del italiano.
Caminamos un poco mas por el mercado hasta que llegamos a un puesto donde se venden artículos alquímicos. El tenderete esta plagado de herramientas de todo tipo y de varios materiales, predomina el cristal y el metal, y invita a mirar durante largo rato, y a comprar si tienes dinero. Alambiques de todos los tamaños, probetas de cristal, morteros con sus respectivas manos, de metal algunos, otros de madera. Trípodes, un tipo de mecheros que consisten en un recipiente de vidrio lleno de alcohol, del que sale una mecha de tela, retenida en el orificio de entrada con cera. Esos y muchos mas artículos eran los que ocupaban el puesto.
-¿Y qué vamos a comprar? -pregunto con la mirada perdida entre los objetos, si fuera por mi cogíamos uno de cada.

El italiano paseó la mirada por la mercancía, dudando sobre lo que debería coger. Sabía que alguno de esos artilugios le iban a hacer falta pero no sabía cuáles... << Yo soy de artes>> refunfuñó mentalmente frunciendo el ceño.
-Puedo dejarte uno de estos a mitad de precio- le ofreció el tendero mostrándole una caja con una selección de materiales- Tiene todo lo básico. No suele haber muchos novatos, así que no los estoy vendiendo muy bien. Por aquí suelen venir los de siempre...- comentó con añoranza
Cain miró al hombre de reojo, con clara desconfianza. Preguntó el precio, no era elevado de por sí, y con la rebaja mucho menos, asíque hasta que Ziel no le hubo asegurado por activa y por pasiva que el hombre no intentaba engañarle no aceptó comprar la caja. Una vez completada la lista, el ánimo de Cain se calmó un poco, le dió las gracias al hombre y su sonrisa de siempre e hizo flotar algunas bolsas y poner a Fresses custodiándolas para poder agarrarse al brazo de Vacuum. No podía creerse que hubiese desconfiado así del hombre, pero al fin y al cabo en ese lugar era lo mejor que podía hacer...
-Argh, es un asco estar a la defensiva todo el rato...- se quejó,. Ziel a sus pies negó con la cabeza.
En ese momento, una especie de minotauro enorme atravesó el callejón avasallando con todo y todos. El callejón se llenó de gruñidos, insultos y bufidos, que el minotauro ignoró completamente. Al pasar junto a Vacuum apartó al griego de un empujón sin miramientos. Cain también recibió el golpe, y tuvo los reflejos suficientes como para agarrar la mercancía antes de que se hiciera añicos contra el suelo
-¡Mira por donde vas, gilipollas!- le gritó, el minotauro se giró hacia ambos y resopló. Cain entrecerró los ojos y fue a llevarse la mano al parche- ¿Qué pasa?

Cain no sabe bien que elegir, parece indeciso, ya que no esta seguro de lo que va a necesitar. Al final el tendero le hace una oferta, un equipo básico a mitad de precio. Cain duda, parece que le escama que alguien de aquí sea tan generoso, aunque el vendedor parezca un buen tipo. Pero aquí no te puedes fiar de nadie, y hasta que Ziel no se lo confirma varias veces, el italiano no acepta la oferta. Mas calmado hace flotar algunas de las bolsas y pone a Fresser a guardarlas, para poder agarrarse a mi brazo libremente. Le escucho atentamente cuando se queja, sonriendo al ver a Ziel negar con la cabeza.
-Es lo que hay peluche, no es un mercado muy amable, si no eres astuto te la dan con queso -le comento en voz baja, riendo.
Tras un breve paseo, algo se acerca hacia nosotros de frente. Una especie de minotauro enorme, mucho mas grande que yo se nos acerca. El callejón se llena de quejas, ya que el bicho avanza sin miramientos, ignorando a todos y a todo. Al pasar a mi lado me da un empellón que me aparta de su camino, derribandome por poco sobre un puesto de pociones. Cain logra coger las bolsas antes de que se estrellen contra el suelo, para acto seguido insultar a la criatura. Sonrío ante sus improperios mientras me pongo derecho. Pero el minotauro se gira y le observa malhumorado mientras cambia el rumbo, para avanzar hacia el. Cain hace amago de defenderse, y se que es muy capaz, pero tampoco hace falta llamar tanto la atención. Pongo la mano sobre el hombro del italiano y me adelanto a el, tratando de hablar con el minotauro.
-Disculpe caballero, solo ha sido un malentendido, la próxima vez mire por donde... -no me da tiempo a acabar, en cuanto llega a mi altura me asesta un golpetazo con el brazo que me pilla por sorpresa, lanzándome contra un montón de cajas que se astillan y rompen cuando impacto contra ellas.
El minotauro se ríe mientras todo el callejón guarda silencio, expectante. Me levanto del amasijo de astillas quitandomelas de la capa, en silencio.
-¡Tsk! -mascullo molesto, pero con voz divertida-... eres un maleducado, capullo -afirmo avanzado de nuevo hacia el, quitándome la sangre de la comisura de la boca con el dorso de la mano, la cara aun cubierta por la capucha-, ¿vas a pedir perdón? -pregunto al llegar a su altura mirando hacia arriba.
El minotauro alza el puño, pero esta vez estoy preparado, clavo los pies en el suelo y recibo el puñetazo sin moverme del sitio, directo a la cara. La potencia del puño es enorme, y duele bastante, pero aun así sonrío. El puñetazo me a quitado la capucha, dejando al descubierto mi rostro oscuro, roto por mi afilada sonrisa.
-Sin duda eres un imbécil -digo, clavando mis ojos negros en el-... que no se diga que no te avise.
Alzo mi mano izquierda con celeridad, apretando su muñeca derecha como un cepo de hierro, apartando poco a poco su puño de mi cara. Luego, sin esperar a nada, sin miramientos, retraso mi brazo derecho y le asesto un puñetazo en el estómago con todas mis fuerzas, un puñetazo que podría haber tumbado una pared. Las costillas de la criatura crujen, seguro que se le han roto un par. Cae de rodillas al suelo, aun sujeto por la muñeca, y empieza a vomitar, casi ahogándose por la falta de aire. Le suelto, dejandole caer del todo, y me vuelvo hacia Cain, mi expresión ya mas normal, sin ese deje extraño que me asalta de vez en cuando.
-La próxima vez no seas tan maleducado -le digo por encima del hombro al minotauro-... vamos anda -le digo a Cain, cogiendo alguna de las bolsas y entrelazando mi brazo con el del italiano y empezando a caminar.

-¿Mi héroe?- dice Cain alzando una ceja después de presenciar el espectáculo. Lo cierto es que Vacuum había mejorado... y mucho, tumbar a ese bicho no era precisamente moco de pavo- Y decías que yo iba a llamar la atención...- se burló sonriendo- Pero si eres mascoca como para encajar hostias deja que te las dé yo y no cualquier desconocido- le reprendió. Conocía de sobra la resistencia de Vacuum y sabía que no caería por un golpe como ese, pero por un instante se preocupó. Le dió un ligero cabezazo al griego entrelazando sus dedos e hizo levitar de nuevo las cosas. A su alrededor la gente se apartaba o se apresuraba a seguir con su camino, poniendo más atención en el minotauro derribado que en quien le había plantado cara. Cain comenzaba a ponerse nervioso, pues a pesar de todo sentía bastantes miradas fijas en ellos y eso no le gustaba ni un pelo- Larguémonos de aquí... y rápido...- emprendió el camino casi tirando de Vacuum, y silbó a Fresser, que ya le estaba poniendo ojitos a la bestia y a su vómito. Estaba deseando llegar a casa y olvidar el incidente, odiaba llamar la atención, y lo que más le fastidiaba era que él no habría sido mucho más discreto... << Habrá que mejorar eso...>> pensó

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

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