Antiguo Mercado

-¿Trabajar? Es verdad, si te quedas aquí de por vida...- Shizel no se había parado a pensar esa posibilidad, al considerar su estancia como algo transitorio-. Lo bueno que tienen tus cambios es que puedes pedir empleo como casi cualquier cosa. En la construcción o el ejército si necesitan fuerza, como modelo, como espía, como empleado del burdel mismamente...- propuso, esbozando una sonrisa maliciosa. Ésta se ensanchó lentamente a medida que procesaba lo siguiente que a DL se le escapó. "No puede ser, es demasiado bueno."
-Esto es oro, ¿cómo es que Vivia no me lo ha contado?- aunque ahora que lo pensaba, no recordaba haber sacado el tema de que conocía al cambiante en ninguna de sus conversaciones.

El idrino se moría por empezar a reírse a carcajadas allí mismo, pero ante su mirada DL se puso colorado extendiéndose el rojo a su cabello*, y las muestras abiertas de bochorno eran el timbre de cese para cualquier burla. La norma social en Idris ante aquellas situaciones era no reírse abiertamente, limitándose a sonreír, pero sí intercambiando unas miradas muy significativas con el resto de presentes. Así pues dejó que se desviara el tema, pero con una curvatura sospechosa en las comisuras de los labios.

Soltó una risa ante la última pregunta de DL.
-Llego un poco tarde para inaugurar el mercado idrino aquí. Un año tarde, exactamente- dijo disciplente mientras guiaba sus pasos al siguiente puesto-. No, sólo quiero sacar tajada. No me gusta andar por ahí sin dinero y hay cosas que quiero comprar.

El siguiente mercader le miró de arriba abajo y Shizel no tenía que ser telépata para saber que estaba pensando que era un niñato recién cribado fácil de timar. Tuvo que interrumpir el diálogo con DL para enzarzarse en un acalorado debate con el comerciante. Efectivamente sería un niñato recién llegado, pero uno que iba a usar todos los recursos a su alcance para no ser desplumado: aunque fuese por herencia familiar se negaba a que comerciantes de aquella ciudad de medio pelo le tomaran por idiota.
Shizel había elegido con cuidado a sus víctimas: personas dotadas de tics nerviosos, que gesticulaban mucho y de las que podía obtener una visión global desde el otro lado del mostrador. Era increíble lo nerviosa que podía llegar a ponerse la gente en cuanto uno hacía un par de comentarios incómodamente acertados, y en el recorrido posterior por varios puestos Shizel hizo uso de esa ventaja despiadadamente. Con todo, era consciente de que llevaba tiempo habiendo idrinos en circulacion, hecho evidenciado por la actitud tensa y vigilante que adoptaba más de un mercader al acercarse a su puesto. Asimismo sabía que habría personas propiamente protegidas contra sus mecanismos de lectura fría, y por tanto que había negocios que le quedaban grandes... de momento.

-He terminado- anunció haciendo tintinear su recien adquirido alijo de monedas, que hizo desaparecer al fondo de su zurrón-. Me pasaré por la tarde a liquidar el resto.

*[Cambios físicos consultados con Su Dignidad. Faltas de hortojrafiá culpa del autocorrector. He posteado desde el móvil en la facultad así que cuando vuelva corrijo y coloreo]

Quedarse de por vida allí era obvio, no pensaba volver a FONERA seria igual que irse por su cuenta a un prisión. Aunque si que le gustaría visitar el resto de mundos, para que mentir.

-Si hubieses vivido en FONERA, también desearías no volver- respondió con un leve sonrisa- Seria como volver a la prisión tras año y medio de libertad. Aunque si que me gustaría visitar los otro mundos, ¿tu me guiarías por Idris? Me has hablado tanto de el y es tan diferente a FONERA que siento curiosidad. Y sobre el trabajo, no quiero se runa furcia, hay demasiada competencia fuerte aunque en lo demás, si, es posible- añadió mejorando su humor tras decir aquello. Humor que cambio de forma drástica cuando después descubrió que había soltado su lengua mas de lo que deseaba, como bien demostró la sonrisita de Shizel tras aquellas palabras sobre Mephis, de forma involuntaria, debido a la presión y la incomodo su rostro y pelo cambiaron a un brillante colo rojizo, mientras carraspeaba y miraba a otra parte algo incomodo. Agradeció enormemente que el idrino cambiara de tema pues era un asunto un tanto bochornoso de recordar, que en principio no le daba vergüenza, pero contarlo en voz alta era un poco humillante.

Llegaron al siguiente comercio y Shizel comenzó una nueva discusión de negocios con el comerciante, que no aprecia tan receptivo como el anterior. DL estuvo escuchando atentamente el intercambio de palabras, un poco fascinado por las habilidades de Shizel ante alguien que mostraba obvia desconfianza hacia este "Supongo que ser idrino y poder ver mas allá en los gestos de la gente ayuda mucho en los negocios" pensó observando atento la conversación, había gestos muy obvios pero otro serian difíciles de captar ante un ojo inexperto como el suyo. Aunque esa habilidad seria bastante buena en el caso de que pudiese aprenderla. Cuando finalmente termino lo miro con interés.

-Resulta fascinante verte conversar con los mercaderes y como consigues poner las cosas a tu favor- comento DL riéndose ligeramente, entretenido por aquello- Algún día me gustaría poder aprender ese método vuestro, me ahorraría muchos problemas al hablar de mas algunas veces- añadió rascándose la nuca un tanto nerviosamente antes de observarlo de buen humor- Bueno, ya que terminaste por aquí, ¿me acompañarías al faro? Allí es donde vive Yip - añadió mientras se ponía en camino para poder salir del mercado.

Sigue en el Faro.

El camino hacia el mercado es, cuanto menos, entretenido. Los mejores momentos en la ciudad me los ha dado la compañía de mi medio-no-hermana Wen. No se muy bien que haría sin ella la verdad. Mis figuras nos acompañan en todo momento, mi ave nos sobrevuela en círculos haciendo acrobacias graciosas mientras que el fennec pulula por nuestro alrededor saltando, corriendo y jugando con Ornlu.

Unas calles antes de llegar al mercado ya podía notarse el olor y las voces propias del lugar. Wen agarra a su lobo cogiéndolo en brazos mientras hago que el fennec se aleje de ellos para tranquilizar a su mascota. Nos adentramos en la maraña de puestos cuando noto como una de mis criaturas esta siendo tocada por alguien. Me giro extrañado para ver como una especie de mata de pelo con dientes afilados  y varios apéndices esta pinchando a mi figura mirándolo con sus tres pares de ojos paralelos con la mirada inquisitiva. Chasqueo los dedos y el fennec sale disparado dando pequeños saltos hasta mi lado. -¡Tu! No te alejes mucho a ver si te van a dar un bocado.- Le digo señalando a mi figura cual profesora a su alumno. El fennec se sienta mientras le hablo y agacha las orejas. Instintivamente el ave se acerca hasta mi hombro y, trepando poco a poco, se introduce en el interior de mi capucha para ocultarse.

El bullicio del mercado era siempre el mismo pero, gracias a la apertura de los portales, parecía haber mucha mas gente que de costumbre. Camino con Wen a mi lado directos a la tienda de las hermanas. La puerta de la entrada estaba cerrada a cal y canto por lo que mirando por la pequeña ventanita de la pared veo la oscuridad reinante en la tienda. -Mmm que raro.- Digo entre dientes mientras me acerco a la puerta y miro a Wen. -¿Que raro no? Suelen estar siempre por aqui.- Me encojo de hombros al terminar y toco la madera de la puerta con los nudillos. -¿Hola?- Pregunto a la nada. 

Un ruido propio del cristal al estrellarse y hacerse añicos en el suelo sale del interior de la tienda haciendo que mire a Wen extrañado. Unos pasos cortos resuenan por el interior de la puerta por lo que me alejo un par de pasos del umbral cruzándome de brazos. La puerta se abre de sopetón inundando nuestras fosas nasales con el inconfundible olor a madera vieja y metal propio de la tienda de las hermanas Ganga.

-¡Bienvenido señor Matt! ¡Le estábamos esperando! ¡Pasen pasen! Ningún cliente nuestro se quedará en la puerta cual sucio mendigo indigno.- Dice haciendo señales para que nos adentrásemos en la tienda. Sin darnos tiempo a responder me agarra de la manga de la túnica y tirando de mi me intenta mover dentro. Mirando a Wen sonriendo me encojo de hombros e inclino la cabeza dando mi visto bueno.

Entramos en la tienda siendo guiados por la hermana menor, al entrar Wen por la puerta, yo chasqueo los dedos y silbo mientras hago que el fennec entre por la pequeña rendija justo al momento en el que la puerta de la entrada se cierra de golpe sin que nadie pudiese frenarla. -No quiero que nadie moleste a un cliente mio. Ningún cliente debe ser molestado por ningún sucio mirón que solo viene a incordiar. ¡Sentaos!¡Sentaos! Voy a por un par de cosas que os pueden interesar a la trastienda.- Nos dice tras soltar mi túnica dándonos la espalda a Wen y a mi mientras nos señala el sillón largo rojo con un cojín raído.  

 Yo me entretengo mirando un expositor lleno de huesos grabados de varios tamaños situado al lado de un bote de ojos que al tocar su cristal se giran todos a la vez para observarme. Sonrío y niego con la cabeza mientras me siento recostándome en el asiento dando toquecitos en el cojín de mi derecha.  -Siéntate por que esto va para rato hija.-

-Señor Matt, ¿Quien es su hermosa acompañante? Normalmente suele venir solo acompañado de sus animales. Me resulta extraño verle acompañado pero me agrada que le hable a sus amigas de nosotras. Por cierto, ¿Su amiga tiene nombre?- Pregunta la hermana menor desde dentro de la trastienda. -Si el chico no te ha dado el nombre de su acompañante será por que quiere que quede en el anonimato mi querida e impertinente hermana.- La voz de la hermana mayor aparece proyectada desde la puerta antes de que esta se abra de par en par para mostrarnos una pila de cajas de colores, materiales y formas imposibles. 

La puerta se cierra de golpe tras entrar la hermana mayor que se dirige lenta y despreocupadamente en dirección a la trastienda por lo que pasa por nuestro lado. Al descubrirse a la mujer tras las cajas nos habla. -Bienvenidos seáis a la tienda de las hermanas Ganga. Señor Matt hemos traído varias cosas que pueden interesarle a usted y a su acompañante.- Dice despreocupadamente, como si el simple hecho de articular palabra le supusiese un esfuerzo. -Mi acompañante es Diurna, Dama Diurna.- 

Utilizar el nombre de Wen para extraños me seguía resultando raro pero, a decir verdad, dadas las circustancias tendría que acostumbrarme a ello. La hermana mayor se para en seco con su carga . La sujeta de manera imposible para la diferencia de estatura entre la chica y su carga. No parece costar nada en absoluto. La chica me mira y mira fijamente a Wen dándole al momento una especie de espasmo muscular que se podría traducir en un intento de sonrisa para hablarle. -Encantada de tenerla en mi tienda Dama Diurna. Vamos a buscar los artículos de la trastienda para mostrárselos todos.- Sin mas dilación la mujer sale andando lentamente hacia la trastienda dejándonos solos a la británica, mi fennec y a mi en la sala repleta de extraños artilugios. 

Del interior de la trastienda se puede escuchar de pronto el ruido del crujir de unos cristales y de como alguien suelta un gruñido de cabreo y un suspiro. Al momento una sucesión de golpes secos hace vibrar el suelo y escucharse unos pasos largos y un bofetón acompañado de unos murmullos acelerados que parecían sonar mas como una reprimenda que como un comentario amistoso.

Wen se negó a montar en la creación de Matt argumentando que solo le gustaba surcar el cielo cuando era ella la que sustentaba e vuelo, omitiendo que al único al que le permitiría que la hiciera volar sería a Noel. Al ver a brujo sacar a dos de sus criaturas, a Wen le entró el gusanillo y fue a buscar en un momento a Ornlu para que también les acompañara.

El camino hacia el mercado fue divertido, ya que intercalaba la conversación con Matt, incluyendo sus comentarios, con los juegos del lobo con el fennec, que en muchas ocasiones terminaban con ambos rodeados de arena. Aunque la relación con Matt no comenzó con buen pie, el brujo había sabido ganarse la amistad de la vouivre hasta conseguir que lo considerara como un hermano, aunque nunca lo reconocería en voz alta.

Cuando llegaron al mercado, la británica recogió al lobezno en brazos. Todavía era bastante pequeño y no le resultaría difícil perderse entre el gentío. La mirada de la vouivre voló hacia sus puestos predilectos, interceptando la mirada de sus mercaderes favoritos que le ofrecían sus nuevas mercancías. El mercado se encontraba abarrotado aquel día, culpa de la reciente cosecha. Wen estaba deseando perderse entre los puestos para hacerse con los objetos más brillantes y curiosos, pero había otras razones por las que habían ido al mercado aquel día.

Aunque Matt le aseguró en varias ocasiones la eficacia de las hermanas Ganga, la vouivre todavía tenía sus reservas en confiar en que las dos mujeres hubieran cumplido con el encargo. El pedido de ambos terrestres había sido bastante concreto y poco convencional y la británica dudaba de su eficiencia y, sobre todo, de su discreción.

Cuando llegaron a la tienda de las hermanas, se la encontraron completamente cerrada. Matt llamó y se oyeron ruidos de cristales rotos. Wen le dedicó una mirada al brujo de reproche y entonces la puerta se abrió de sopetón. Su confianza no aumentó con la aparición de la primera hermana y, en cuanto la puerta se cerró tras de sí, la vouivre dejó al lobezno en el suelo con la finalidad de tener las manos libres por si la situación o requería.

Ante el ofrecimiento de asiento por parte de Matt, Wen prefirió mantenerse de pie y se paseó por la estancia observando lo expuesto a la vez que vigilaba al lobezno que jugaba con el fennec correteando bajo los mostradores, todo esto sin dejar de echar una mirada de vez en cuando a la primera hermana.

La británica se dispuso a dar su nombre estoicamente, pero decidió callar ante la aparición de la segunda hermana, más curiosa que la primera si cabía. Matt dio su nombre rocavarancolés y entonces la segunda hermana se detuvo. Ante la reacción de la mujer a su nombre, Wen se tensó al instante. Sus manos acariciaban leve y disimuladamente las runas de sus armas, pero la mujer pareció recuperarse rápidamente de su parálisis, recibió de ella un espasmo y un saludo, y desapareció por la puerta.

- Yankiee, ¿A través de qué catalogo pides a esta gente? - le susurró al brujo destensandose. Al momento, se oyeron ruidos poco alentadores al otro lado de la puerta.- Más te vale que sean grandes actrices y en realidad sean de fiar, porque confianza, lo que se dice confianza, a mi no me dan.

-Pero si la gente rara y arrastrada es la mas entretenida. Aunque sean raras de cojones trabajan bien.- Le digo al oído a Wen. En ese instante un sonoro bofetón sale del interior de la trastienda. Dirijo mis ojos a los ojos de la británica y me encojo de hombros ahogando una carcajada.

La hermana menor sale con una bolsa de plástico blanca mientras se toca un moflete un poco enrojecido. -Por favor, si son tan amables de acercarse a la mesa para comprobar si alguno es de vuestro agrado.- Dice mientras empieza a sacar cajas de la bolsa. Tras sacar tres cajas comienza a sacar también algunos objetos sin envoltorio. Tras sacarlos todos se cruza de brazos mirándonos con cara de satisfacción propia de alguien que se enorgullece de un trabajo bien hecho. 

Mientras habla la chica yo me froto las manos y le hago una señal a Wen para que nos acerquemos a la mesa. Al levantarnos la hermana mayor sale de la trastienda peinándose la cabellera. Parecía que un torbellino de aire la hubiese atrapado en la trastienda dado que hasta la ropa que lleva esta algo descolocada. Mientras que se coloca nos habla sin mirarnos en su habitual tono apático. -No ha sido fácil para nuestros proveedores encontrar estos productos. Al parecer en vuestro mundo no esta bien visto esto.- La hermana menor carraspea y empieza a hablar sin mirar a la hermana sonriendo de manera extraña. -Los que vienen sin cajas... sus dueñas puede que lo echen en falta. Pero todo sea por hacer feliz a un gran cliente nuestro. No es preocupéis que los usados os haremos algun descuento.- La hermana mayor mira a la menor por encima del hombro mientras niega con la cabeza.

El lobo parece sentir curiosidad por los objetos expuestos al ponerse a dos patas haciendo que sobresalga su cabeza. La hermana mayor lo mira por lo que hago que el fennec lo imite. Onrlu olfatea uno de los cachivaches y al tocar su húmeda nariz comienza a brillar y a moverse haciendo que el lobo reaccione. A la vez que el lobo salta hago que mi creación haga lo mismo por lo que no puedo reprimir una carcajada. La hermana menor mira a la hermana con algo de miedo en su mirada para soltar después una pequeña risa ahogada. -¡Es perfecto! ¡Pero lo quiero mas grande! ¡El mas grande que tengas! ¿Lo tienes en tonos tierra? ¿O en negro venezolano?- 

Las hermanas se miran en silencio y nos miran. Se hace un momento algo tenso solo cortado por los ruidos del lobo jugando con mi creación. -Tenemos otro objeto que quizás se ajuste a lo que pide.- Dice la hermana mayor.- Ve a buscarlo a la trastienda.- Le ordena a la menor. -Pero si es mas grande que yo casi.- Replica la hermana menor. -Obedece.- Le corta la mayor. La hermana menor asiente y suspira dándose la vuelta y dirigiéndose a la trastienda. Al momento sale con algo que jamas hubiese podido imaginar. Aplaudo mientras suelto una profunda  carcajada. -¡Siiiiiii!¡O diiooos! ¡Eso es!- La hermana menor pone el objeto en la mesa y resopla mirándolo de arriba a abajo. -¿Es de vuestro agrado?- Pregunta mirando tanto a Wen como a mí. Por la cara de Wen parece ser que al fin hemos encontrado el articulo perfecto para finiquitar nuestra conjura. -¿Cuanto nos queréis soplar por eso?- Digo señalándolo. -Y una preguntilla así tonta. ¿Eso esta usado?- Digo reprimiendo una risotada. Tras un reñido regateo que dejo a manos de Wen acabamos consiguiendo un buen precio por él y acabamos llevándonos algunos mas casi por la cara. A Wen se le da mucho mejor que ami eso de regatear.

Tras despedirnos de las hermanas salimos de la tienda justo cuando escucho a la hermana menor hablar con la mayor. -Sigo sin entender que le ven a usar ese tipo de cosas.- -Los humanos están locos. Son una cultura demasiado complicada para ti.- -Pues ya podrías darle un uso tu. Que decían que los usuarios eran alegres.- -Ocúpate de arreglar el estropicio de allí atrás y déjame vivir tranquila.-  Sonriendo ante la conversación salgo con Wen y nuestro preciado tesoro.

Wen se acercó sin ceremonias a revisar la mercancía de las hermanas. Nunca había comprado ni se había interesado por nada parecido, pero parecía que lo que habían traído se encontraba entre la mejor calidad. Mientras la vouivre observaba con detenimiento uno de los artefactos intentando descubrir cuál era el funcionamiento de este, Ornlu se acercó intrigado y curioso. El lobezno olfateó aquí y allá intentando identificar los artilugios de entre los que ya conocía, cuando uno se puso en movimiento. La británica soltó una risa cuando el lobo, asustado, saltó hacia atrás y comenzó a gruñirle al aparato.

La vouivre reprimió una sonrisa ante la exigencia de Matt. Wen no sabía si definir la situación como vergonzosa, cómica o ambas en conjunto. A penas pudo reprimir una sonrisa cuando reconoció el parecido entre uno de los artilugios a algo que había visto hacía relativamente poco.

- Es perfecto. - afirmó la vouivre con una sonrisa sarcástica.- Tal y como lo pedimos.

Wen se hizo cargo de la compra, ya que, gracias a la experiencia de poco más de un año, la británica se había vuelto bastante diestra en el arte del regateo. No solo consiguieron un buen precio, sino que también añadieron al lote algunos más. Al despedirse de las hermanas, ya en la puerta de su local, la vouivre vio como Matt hacía que su fennec le robara el palo con el que desde hacía un rato jugaba Ornlu.

- Te parecerá bonito, Yankee, fastidiar a un cachorrito. Eres un abusón. - le regañó fingidamente.- Venga, los dos, parad. - ordenó a los animales y les quitó el palo que ambos sujetaban con la boca cada uno por un extremo.

Cuando el objeto estuvo en su mano, la mirada de la vouivre se iluminó. En un principio, habían pasado por alto aquel objeto tan necesario para la escenografía de la broma, pero al verlo ante ella comprendió que no podían dejarlo fuera.

- Unos toques de pintura aquí y unos toques de magia allá y el nuevo juguete de Ornlu pasará a ser el nuevo juguete de Noel, ¿no te parece? - le preguntó a su amigo con una sonrisa irónica.

La vouivre paseaba por el mercado con el lobezno entre brazos pensando en los materiales que necesitaría para restaurar el objeto. Ya habían terminado con las compras oficiales y habían decidido darse algunas vueltas de placer ya que estaban ahí. Wen se paró en un puesto en el que reconoció bastantes objetos terrestres. El mercader parecía novato, pues se encontraba manipulando un bote de potitos como uno de los manjares más caros y difíciles de conseguir. En realidad, toda su mercancía parecía una broma: la mayoría eran objetos baratos y de mala calidad que en la tierra no costarían ni un cuarto de moneda de oro. Los ojos de la vouivre dieron con un objeto bastante gracioso que completaba por fin la apuesta de Noel y que, por suerte o por la ineptitud del mercader, solo le costaría un trueque por uno de los monederos de piel de serpiente que ella misma hacía.

- No puedo esperar para llevar a cabo la broma. - sonrió con el objeto en las manos.

Al salir de la tienda veo como el lobo de Wen esta jugando con uno de los objetos clave de la apuesta, este ha sido uno de los regalados por las hermanas por lo que no le doy mucha importancia y mando al fennec a su lado que de un tirón se lo arrebata y sale a correr con la cría siguiendo sus patitas. Las palabras de la vouivre me hacen sonreír. -Nah. Déjale que se eche una carrera. Ademas le dejo ganar un poco mujer.-

Tras recuperar el palo improvisado, las palabras de Wen me hicieron sonreír. -Bueno, mientras que no te pongas celosa y él no le coja gusto.- Digo jocosamente dando toquecitos en la punta. Decidimos darnos una vuelta por el mercado por lo que saco al ave de la capucha y la dejo revoloteando a nuestro alrededor y sobrevolando puestos al azar. Hacia tiempo que no estábamos tan tranquilos desde el ultimo ataque. Agradecía estos momentos, la experiencia en la ciudad me ha hecho saber atesorar estos momentos.

Nos llama la atención un mercader que proclama a los cuatro vientos que vende productos y delicatessen terrícolas por lo que nos miramos incrédulos y nos acercamos al puesto como moscas atraídas a la miel. Vamos pasando por los artículos que parecían sacados de un todo a cien barato. Entre las mercancías y el mercader parecía que nos estuviesen tomando el pelo. Miro al vendedor con una mueca de asco cuando este intenta colarnos un potito de verduras y pescado. -Eso no me lo comía yo ni de chico. Que poco me gustaban esas mierdas. Ademas, esa marca es mala de cojones.- Le digo a Wen al oído mientras hago el amago de meterme los dedos en la boca. Cuando la chica me enseña lo que ha conseguido encontrar solo puedo responder dando palmadas y señalándolo asintiendo. -Esta hecho para él.- Digo entre risas.

Tras el tejemaneje de la chica con el mercader nos encaminamos tranquilamente para salir de las calles del mercado. De camino cuando Wen vuelve a soltar a Onrlu lo pongo a jugar con mis criaturas para hablar tranquilamente con mi medio hermana no grumosa. -Wen, no es por meterme donde no me llaman pero... ¿Tu sabes que le picaba la otra noche a tu señor esposo? Estuvo casi mas seco que yo, y eso ya son ganas.- Digo intentando sonar gracioso dándole un golpecito en el hombro a la chica.

La vouivre rió ante la pregunta de Matt y la manera en la que se había referido a Noel.

- Creo que tiene celos de ti. - explicó la vouivre.- No exactamente celos, es más bien… molestia. Le molesta la naturalidad con la que te comportas conmigo cuando a él le costó tanto. - especificó.- No sé muy bien si es exactamente eso. Ya sabes que a mi estas cosas no se me dan muy bien. - terminó diciendo para luego añadir.- No le digas esto a nadie, ¿eh? No bromees sobre ello ni nada, que nos conocemos. Mejor aún, esta conversación nunca ha sucedido. -le advirtió consciente de lo que podía llegar a hacer Matt con esa información.

La respuesta de Wen me pillo, cuanto menos, completamente desprevenido. "¿Por que debería tener celos una persona como Noel de mi? ¡Si ahora mismo tengo que ser lo mas antierotico de Rocavarancolia!" Pienso mirando mis guantes mientras la chica me habla.

Poniéndome una mano en el corazón le respondo. -Puedo prometer y prometo que esto no lo usaré en su contra en ningún momento. Aunque no entiendo el por que puede tener celos de mi. Osea lo ultimo que se me ocurriría seria meterme entre el y su hacha. Le tengo cariño a mi cabeza y tal.- Digo bromeando. 

-Pero hablando en serio. Creo que no tendría muchas posibilidades de competir contra ninguno de vosotros. Por eso de los grumos y tal. ¡Ay Wen! Con lo que yo era y lo bueno que estaba. Ni las del burdel me miran con deseo. Yo me acuerdo cuando entraba en las discotecas y mirase donde mirase había alguien a quien me había beneficiado.- Digo colocando la palma de mi mano en mi frente de manera algo dramática intentando parecer hasta cómico.

Hablando con Wen y bromeando nos encaminamos directos al burdel para dejar tanto a la chica como los preciados objetos que portábamos.



Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Wen rió con el comentario de Matt y le agradeció en silencio el que no fuera a decirle nada a Noel. Si alguien tenía que hablar de eso con el draco, en todo caso sería ella.

- No sé de qué te quejas, Yankiee, estoy segura que te has tirado a más tías que mucha gente en esta ciudad. ¡Estoy segura que te has tirado a más tíos que mucha gente en esta ciudad! - comentó entre risas.- Incluyéndome, por supuesto, la promiscuidad no era uno de mis pasatiempos en la Tierra.

Habían decidido guardar parte de la broma en el burdel y otra parte en Serpentaria, por lo que se encaminaron a la casa de Wen primero.


Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Shizel había hecho una parada por su habitación antes de salir, y en cuanto llegaron al mercado le pidió a Enredo que parasen un momento por un puesto en concreto. Una vez volvieron a reincorporarse al gentío, con el skrýmir visiblemente menos cargado y con el bolsillo más lleno, preguntó:
-¿Buscas algo en concreto?- ahora que estaba más desahogado económicamente, él sí que lo buscaba. Los libros de la biblioteca estaban bien, pero hacía tiempo que tenía ganas de empezar a procurarse sus propios grimorios. Recordando el trato que había hecho con RR antes de salir dio prioridad a cualquier guía que pudiese encontrar sobre la práctica del mentalismo.

Llegamos al mercado que estaba en la otra punta de la ciudad. Era la primera vez que iba y me quede un tanto impresionado, el por qué es sencillo, durante toda la maldita cosecha no nos encontramos mas que con los del cuchitril y ahora la ciudad parecía rebosar gente. <<¿Donde coño se esconden para que los cosechados no los encuentren?>>.

Seguí al idrino hasta un puesto donde vendió algunas de las cosas que llevaba encima.

-Pues lo cierto es que si tienen un par de cosas me vendrán geniales, si no las tienen me conformo con tomar nota de los precios para luego vender mis cosas.- le explique a Shizel los planes que tenía para con el Macetero y también le pedí consejo acerca de como vender lo que encontrase.

Ahora que llevaba dinero encima Shizel se sentía como un niño en una pastelería. Lo quería todo, y el problema residía en que aunque tenía sus ganancias, desde luego éstas no le alcanzaban para "todo". Era la primera vez que se encontraba en una tesitura semejante, y el idrino estaba pasando bastante angustia mientras intentaba decidir cómo gestionar aquellas magras finanzas. Quería aquel medidor... no, mejor aquel grimorio... no, aquellos pasteles tenían muy buena pinta... El skrýmir se sentía un mendigo cuando por primera vez por su cabeza pasaron pensamientos de la talla de "¿por qué esto es tan caro?"

-Sobre semillas y esas cosas no sé demasiado... Sepalian debe saber dónde las puedes vender o comprar a mejor precio- dijo pensativo, agradeciendo que Enredo lo distrajera de su frustración-. Pero si llevas encima alguna acreditación de que trabajas con él, o con Jack... puede que te hagan descuento. Si mencionas "Consejo" y "La Bodega" lo suficiente, por mera cuestión de probabilidades alguien te hará caso por si puede sacar tajada y convertirse en proveedor regular- sonrió maliciosamente.
En cierto punto del paseo se encontraron con un repoblador que a Shizel le resultaba vagamente familiar, el cual montaba a lomos de un armadillo, que les indicó con entusiasmo en qué puestos podían encontrar las cosas que Enredo buscaba. Para cribar entre esos puestos, eso sí, tuvieron que apañárselas.

Siguieron recorriendo el mercado y el skrýmir seguía sufriendo por dentro.
"Céntrate, Shiz", se obligó a recordar. Ignoró lo mejor que pudo todas las cosas que le llamaban desde los puestos y al final solo se llevó un compendio de mentalismo considerablemente tocho, guardándose el resto del dinero como preámbulo al nuevo concepto de "ahorrar". Las guías más simples podía sacarlas de la biblioteca, y prefería tener algo listo para cuando empezase las pruebas con RR.

Sigue en la Torre Serpentaria.

-Humm, es posible que tengas razón, tengo que probarlo. Ya hablaré con Sepalian sobre los lugares de venta de esas cosas.

Nos cruzamos con Vava y me alegré de verlo montando a lomos de un armadillo, parecía que el dominio le iba bien. Acaricié un poco al animal y el repoblador hizo el favor de indicarnos donde podía comprar aquello que buscaba. Le di las gracias y me despedí de él esperando volver a verlo más adelante. Buscamos los puestos y al final me quede con lo mas barato, me dio para todo lo que buscaba. Unas gafas parecidas a las de natación pero con las lentes ligeramente más grandes. Además de un cinturón de herramientas (sin herramientas) para el que ya tenía planeadas algunas cosas.

-Bien, con esto es todo,- le comenté al idrino mientras me guardaba las pocas monedas sobrantes.

<<Ahora sólo necesito los libros de runas de la torre y cuando prepare este par de cosas me podre ir de recolecta>>

Sigue en la Torre Serpentaria.

Las voces típicas de los comerciantes fueron el primer indicio de que había llegado al mercado, así que reduje el paso mientras renovaba el hechizo de protección diurna. 
No era un lugar que frecuentara muy a menudo, más que nada porque aun conservaba la categoría de “novato”, y para la gente de aquí “novato” también suele implicar “presa fácil”. Podía ser muchas cosas, o aguantar humillaciones si hacía falta, pero dejarme tratar como una presa era algo por lo que no estaba dispuesto a pasar.

No había venido a comprar, sino a mirar. El diseño de los nuevos guanteletes se había complicado hasta el punto de que era incapaz de seguir con ellos, y aquí tendrían que estar expuestos mecanismos de gran variedad de tipos. Con suerte algo de lo que había me serviría de inspiración para continuar.
De cuando en cuando algún mercader se fijaba en que había puesto el ojo en alguno de sus productos y comenzaba a hacerme ofertas, las cuales declinaba amablemente, si podía. Sin embargo me llamó la atención que en la mayoría de los casos lo que me pedían a cambio solía ser sangre en vez de dinero. “Mala suerte. Este donante ya tiene trabajo para rato”

Acababa de prácticamente huir de un puesto en el que al mercader solo le faltó amenazarme con una jeringuilla cuando justo delante avisté nada mas y nada menos que a Noel, el draco al que no quería ver ni en pintura y, por si no fuera bastante, él y su grupo acababan de terminar en un puesto y ahora se movían justo en mi dirección.
Sin ninguna idea mejor me dí la vuelta, intentando evitar que me reconocieran. Después avancé hacia el puesto más cercano, que vendía principalmente joyas y otras cosas similares. A regañadientes elegí algo al azar, una pulsera con piedras azules y fingí interesarme mucho por ella, iniciando un regateo estúpido en el que mi objetivo distaba mucho de ser la adquisición del producto.

Giz estaba frente a un establecimiento en el que se vendían ingredientes para pasteles. Su interés por los dulces habían trascendido las paredes del cuchitril y Miloslava se había ofrecido a hacerle varias recetas en su tiempo libre, que conforme Giz aprendía, era cada vez más. Regateó durante unos minutos con la encargada y salió con una bolsa llena de harina, levadura y derivados. De camino a dónde se encontraban Gael y Noel, al asreniano se le cruzó algo por el rabillo del ojo. Se giró y vio al vampiro nuevo unos puestos más allá, junto con un escualo y un animorfo. Los cuchitrileros todavía no habían conocido de primera mano a todos los miembros de la panda de Gar, pero sí que tenían información sobre los que faltaban. Y esos dos encajaban en los perfiles.

De un par de zancadas, el asreniano se situó junto a sus amigos y les dio el soplo.

—Mirad ahí—señaló unicamente con un movimiento de cabeza y añadió sin más—. Voy a acercarme.

Y eso fue lo que hizo, apareció junto a Pablo con los brazos cruzados bajo el poncho y asomó el morro como si fuera un curioso más del mercado.

—Bonito amuleto—comentó con su tono serio característico—. Yo también estoy interesado en él. ¿A cuánto asciende el precio?—sin perder oído del mercader, escrutó con la mirada a los mercenarios. Desplegó la gorguera y la cerró un par de veces como avertencia velada, o como un vago intento de ser una.