Plaza del Estandarte

No prestaba mucha atención por donde avanzaba simplemente iba ala par de Shizel, observando alrededor ante la desconfianza que aun sentía por que algo apareciera. No supo muy bien como, llegaron nuevamente a aquella plaza llena de estatuas, tras haber dado un rodeo algo extraño y conseguido una cesta con algo de comida, que no pesara mucho por si hacia falta correr de nuevo. Estaba en su análisis de una de las estatuas con aspecto semi humanoide, cuando escucho a Shizel responderle.

-¿Contento?, supongo que hay que estarlo, nos hemos salvado de una muerte segura- respondió DL sonriendo, observándolo un poco curioso cuando comento eso de los padres no entendiendo del todo ese sentimiento a decir verdad. Escucho su explicación de como vivían en Idris, había algunas semejanzas, pocas, pero algunas había y rio ante su ultimo comentario.

-En cierto también tuve una vida similar supongo, no tengo padres, como te dije soy un clon, lo mas cercano a "padres" son los científicos que nos crean, por así decirlo- respondió tomando una fruta de la bolsa para darle un mordisco antes de seguir- Vivimos aprendiendo hasta ciertas edades, luego nos echan para que trabajemos con lo que aprendimos...no puedes trabajar en lo que quieras, ni escalar puestos socialmente, eso no es libertad, tu vida es condicionada incluso antes de que nazcas.- respondió pensativamente encogiéndose de hombros osbervandolo atentamente- Incluso cosas como enamorarse o poder concebir esta mal visto, al menos la mayoría de los foners lo sienten así - añadió echando un vistazo alrededor y observando aquel cielo extraño al que ya se había tenido que acostumbrar- También decidí venir buscando libertad y poder escoger- añadió dándole otro mordisco ala fruta pensativamente, hasta ahora había tenido libertad para escoger pero no veía mucho futuro en esa ciudad si seguían así.

-Entonces, ¿me estás diciendo que hay miles de DL's exactamente iguales que tú pululando por tu mundo, otros miles de RR's y otros miles de YR's?- Shizel no estaba muy seguro de haber comprendido el concepto de clon-. ¿O sólo cambian el pelo y los ojos y dejan el resto como salga?

La siguiente parte de información que le proporcionó el foner le chocó bastante. Cuando le había hablado de ellas no se había hecho ni de lejos a la idea de lo impositivas que llegaban a ser las castas en FONERA.
Manipular el cuerpo de uno incluso antes de que naciera... ¿Cuántas guerras se habrían ahorrado en Idris en épocas pasadas de haber estado en posesión de una tecnología parecida, sustituidas por el simple método de fabricar a la gente que necesitaran? A Shizel se le pusieron los pelos de punta al imaginarse un mundo en el que le dijeran lo que debía hacer, en qué debía trabajar, cómo debería ser su vida desde antes de vivir hasta la muerte.
En aquel momento no sintió ninguna envidia hacia DL. Tenía cierta libertad, sí, pero le costaba demasiado cara.

-No me extraña- dijo solamente. Entonces le vino una pregunta a la mente, mucho más mundana que los sombríos pensamientos que le rondaban la cabeza en ese momento-. ¿Tú trabajabas entonces?- le preguntó con curiosidad. Se le hacía extraño el pensar en ello: sabía que había familias que no podían permitirse el pagar una educación completa y necesitaban ingresos de los hijos, pero era un concepto abstracto para él. El caso de DL era un poco distinto: ni siquiera habría tenido padres que le costeasen su mantenimiento...

Por un segundo se imagino a un montón de foners iguales a el, se estremeció negando con la cabeza.

- No, no...solo no ponen el color y los ojos que necesiten, si faltan foners rojos crean rojos, si faltan azules, pues azules...la casta blanca es la que menos individuos tiene, es la élite- respondió encogiéndose de hombros observándolo ya que aprecia tan curioso y extrañado por lo que le decía- Cada casta tiene una labor, la mas baja tiene las labores mas sucias, las mas altas tienen mejores vidas y lujos-añadió poniendo mala cara pues no era algo que le atrajera especialmente a pesar de ser el mismo una casta relativamente alta. Si el, que había vivido así no le gustaba esa forma de vivir, no podía imaginar como podría verlo alguien ajeno, ver las expresiones de Shizel mientras le contaba aquello le demostraba su punto de vista en contra de aquello.

-No, no trabajaba, aun estaba estudiando, aunque estudiaba otras cosas apartes de lo que debería-respondió DL osbervandolo observando la fruta en su mano detenidamente, dándole otro mordisco pensativo mirando a Shizel antes de continuar- Las castas mas bajas son los que trabajaban a mas temprana edad, sus trabajos también mas peligrosos, pues suelen tener que convivir con las criaturas que te mencione antes y otras aun mas peligrosas, aparte les dan menos formación y estudios, su forma de vida es complicada también ...- añadió suspirando un poco rascándose la nuca, acuclillándose en el suelo junto a la cesta de comida observando que era lo que había cogido finalmente Shizel. Sacando un trozo de queso que le causo curiosidad al igual que la fruta a medio comer en su mano.

-Me pregunto de donde sacaron todo esto, no hay un misero árbol por aquí, que hayamos visto al menos- añadió con duda observando el queso atentamente con confusión extrema en esta ocasión- Y no se si quiero saber de que animal salio la leche para crear este queso-dijo DL que lo poco que conocía de dichos alimentos en su mundo era, como todo envasado, nada natural. Dado que ese mundo no aprecia tener la tecnología del suyo suponía que la comida se producía de la forma normal, aunque igualmente no había visto mas animales que los bichos esos extraños- Shiz, ¿no has pensado por casualidad que esta comida la produzca algún bicho raro de esta ciudad?- pregunto con evidente curiosidad, era algo indigesto de imaginar, pero podría ser cosas mas raras pasaban allí.

Un par de preguntas más referentes a la vida de las clases más bajas fueron suficientes para ampliar su cuadro mental. Mientras en Idris él pasaba los días haciendo el vago y aún así quejándose, aquella gente ya estaba más que acostumbrada a algo mucho peor. El apelativo de "niño" que DL le había dado en broma ahora le supo amargamente adecuado.
Shizel se sintió de repente muy pequeño. Le invadió vergüenza por sí mismo, algo que no sentía muy a menudo. Enterró taciturno las manos en los bolsillos, como queriendo encerrar ese sentimiento nuevo y desagradable en ellos.

Cuando DL hizo alusión a la comida dejó de masticar inmediatamente, para luego acordarse de algo.
-No, no creo… - siguió comiendo aliviado-. Esto es de leche de umbra. Es bastante reconocible, vaya…- "aunque el de casa era mucho mejor", estuvo a punto de añadir, hasta que la nuevamente adquirida cura de humildad hizo que se callara-. Puede que lo traigan de nuestros propios mundos, hay cosas en las cestas que no parecen fáciles de replicar aquí- se refería a las tabletas energéticas que había visto mordisquear a RR alguna vez.
La mención a la comida le hizo recordar que deberían darse prisa.
-Llevemos esto a Maciel, a ver si han vuelto los excursionistas- dijo, aunque olvidándose completamente de recoger la cesta; de alguna manera inconsciente creía que ya lo harían por él, como siempre había sido. La punzada de humildad ya iba remitiendo y volvía a pensar como antes.

-El edificio de antes...- dijo pensativo-. ¿Se te ocurre para qué puede servir?
"Un corazón gigante...", rememoró las palabras de DL. Trató de no pensar en qué clase de criatura necesitaría un corazón tan grande como un edificio. Se le vino a la mente la idea estúpida de que fuese el de la propia ciudad, y que ellos estuviesen circulando ahora a través de unas hipotéticas venas.

Sigue en el Torreón Maciel.

Escuchar la teoría de Shizel de que la comida vendría de sus respectivos mundos, lo tranquilizo bastante, en cierto modo era lógico, pero menudas palizas debían darse los que sean que fueran con la comida para traer cestas llenas a diario.

-Si es así, se los agradezco entonces a quien sea que vaya por esto - respondió DL tras pensarlo un poco- Al menos no nos dejan muriendo de hambre- añadió agradeciendo eso en realidad porque en el tiempo que llevaban allí no había visto anda comestible a excepcion de la comida que traían aquellas bañeras flotantes. Vio a Shizel avanzar olvidándose de la cesta y alzo una ceja por su actitud, un momento antes aprecia mas humilde por como hablaba y por sus gestos o al menos eso le pareció, tal vez se equivocaba, lo que si es que fuera lo que fuera volvía nuevamente a la normalidad.

-Que el señorito no se vaya a lastimar las manos, por favor- añadió con sarcasmo y burla, cogiendo la cesta para seguirlo. Echando ojeadas alrededor por si acaso aparecía el pergamino o algo así, aunque estaba todo muy tranquilo, por suerte.

-No tengo idea, pero tiene que ser peligroso pues la criatura esa que nos seguía, huyo de él-respondió DL pensativamente, sentía curiosidad por el, ¿un edificio vivo? definitivamente era algo que solo podría encontrarse en esa extraña ciudad- Podemos comentárselo al resto cuando los excursionistas vuelvan si es que han vuelto ya, así no hay que repetirlo todo dos veces, tal vez haya algo similar en el mundo de los que vienen-añadió con algo mas de calma, y agotado, bastante se la habían pasando corriendo por todas partes, deseaba descansar un poco y darse un buen baño.

Sigue en el Torreón Maciel.

Noel disfrutó de la lluvia cayendo sobre él durante todo el camino. Llovía con una intensidad considerable, por lo que para cuando atravesaron la Cicatriz, el sueco estaba calado hasta los huesos. Esto, lejos de incomodarlo, le hizo sentirse a gusto. Aunque agradeció que las plumas de sus alas fuesen duras y por tanto la mayoría del agua resbalase sobre ellas, ya que el peso que adquiriría en caso de que se le empapasen como las de la cabeza, que en aquel momento ya tenía pegadas al cráneo, le resultaría cuanto menos un lastre para caminar con normalidad.

Mientras se fijaban en el comportamiento de las alimañas ante el fenónemo metereológico, entre el fuego fatuo y él resumieron al hado los pormenores del encargo que les había hecho la súcubo la noche anterior. Para sorpresa del sueco, su hermano reaccionó bastante peor de lo que hubiera imaginado. Las palabras del hado no hicieron sino alimentar las dudas subyacentes que había sentido tras presenciar la muerte de Reisha a manos de Nihil, dudas que había intentado acallar cuando vio que los demás no habían puesto pegas. Sin embargo, tampoco creía que el temor de su hermano estuviese tan justificado como él parecía creer.
-No tenemos que fiarnos de nada, simplemente Nihil es una clienta más -comenzó a responder algo titubeante-. De todas formas te aseguro que yo no pienso aceptar que nos impongan ninguna condición a posteriori. No hay nada que imponer y no es ningún trato, sino un contrato. Tampoco podemos permitirnos el lujo de rechazar algo así. Es mucho dinero y reputación lo que estaríamos tirando por la borda -según hablaba intentaba convencerse a sí mismo de que estaba siguiendo el hilo de pensamiento adecuado y de que su razonamiento era lógico-. Nadie dijo que no fuese un juego arriesgado, pero es lo que hemos elegido... Yo al menos no me pienso retractar; y por eso, sea Nihil de fiar o no, creo que sí debemos hacerlo.
Además, Gael tenía razón. No era tan diferente de la venganza que se habían tomado por su cuenta...

El lugar al que llegaron mientras hablaban le hizo dejar de pensar en el asunto momentáneamente. Estaban en la plaza del estandarte, aquel lugar por el que había pasado a menudo cuando vivían en Serpentaria debido a la proximidad con la torre de hechicería. Observó las estatuas en diferentes estados de ruina y permaneció un instante hipnotizado observando las gotas discurrir sobre la piedra mientras recuerdos que ya parecían muy lejanos acudían a su mente. Se vio a sí mismo, al fuego fatuo, a Giz y a Azura desayunando en la cocina de Serpentaria. En aquellos tiempos su única preocupación era su transformación. Preocupación que seguía arrastrando mucho más de lo que le gustaría, pero que tan sólo era un elemento más de la lista. Todo había cambiado cuando las brujas escindidas murieron y ellos decidieron cobrarse su parte...

Un eco lejano interrumpió una segunda vez los pensamientos del draco. El viento arrastraba un grito tan tenue que el sueco casi pensó que se lo había imaginado de no ser porque, una vez prestó la suficiente atención, pudo oír más. Por un instante la realidad se tornó irreal, y se vio nuevamente a sí mismo en otra faceta de su pasado. Se vio como cosechado, como un niño corriente de catorce años que aceptó la promesa de una aventura extraordinaria en la ciudad de los milagros y los portentos. Aquellos ecos que había oído poco antes de la salida de su primera Luna, la que lo cambió todo.
-¿De dónde provienen esos gritos? -preguntó para nadie en concreto sin alzar casi la voz, completamente abstraído escuchando.

No se esperaba la reacción que tuvo Vac. Suponía que les diría que se anduviesen con cuidado, también suponía que no le gustaría, pero resultó que todavía se preocupaba más de lo que ellos lo hacían. Suspiró y se metió las manos en los bolsillos, mirando al cielo sin parar de caminar.
-¿Qué más da? -murmuró-. Basta con que hagamos exactamente lo que nos han dicho y lo hagamos bien. No creo que haya ningún problema. A mí tampoco me gusta esa secta, pero mientras no nos metamos en sus asuntos no va a pasar nada.

Las gotas le resbalaban por la cara, todos ellos parecían recién salidos de una ducha con ropa. Sus pisadas chapoteaban, sustituyendo a la conversación que había durado hasta entonces. Su cuerpo estaba inevitablemente frío, pero se preguntó si los demás irían bien. «Mientras caminamos aún, pero a lo mejor se cogen un buen catarro después». La que más le preocupaba era Tania, que no podía decidir no mojarse como los demás. Se giró varias veces sopesando preguntar, hasta que al final lo hizo.
-¿Tienes frío? Debí preguntar antes de salir, pero si quieres puedo improvisar un paraguas con un hechizo de protección... y secarte, porque a estas alturas vamos como vamos. -Levantó un pie y lo apoyó con fuerza en el suelo, haciendo sonar el agua que llevaba dentro del zapato-. Cuando llegue al cuchitril formaré mi propia vertiente hidrográfica.

Estaban entrando en la plaza de los petrificados, que ahora sabía que se llamaba Plaza del Estandarte. Conocía la historia de las estatuas blancas, desgastadas por el tiempo, y por eso siempre que pasaba por allí no podía evitar mirarlas con atención, sus muecas y miradas vacías que a pesar de la erosión aún transmitían la fiereza de la batalla. Después de dejar atrás la plaza algo llamó la atención de Noel, que se quedó abstraído escuchando. Gael por más que aguzó el oído no pudo oír nada que no fuesen las gotas de lluvia impactando contra el suelo. Miró a Vac interrogante, pero al hacerlo recordó algo de mucho tiempo atrás.
-Durante nuestra cosecha explorábamos la ciudad... un día, por esta zona, llegamos a un barrio destrozado del que salían ecos de gritos de ningún sitio. Casi me muero de miedo. A lo mejor es eso. ¿Te acuerdas, Vac?

Vac captó la conversación que mantenía Gael con Tania, y antes de que la chica pudiera quejarse, el hado le hizo un gesto al fuego fatuo para que le pusiera el improvisado paraguas y preparo el hechizo para secar a la nublina, aplicándolo con un soplido tras hacer los gestos pertinentes. Las ropas de la chica y la propia nublina no tardaron en secarse, y el griego se aseguro de esta forma de que la muchacha no cogiera una pulmonía. En ese momento estaban llegando a la plaza de los petrificados, y el griego se quedó ensimismado observando aquella batalla que llevaba años congelada. Siempre que pasaba por aquella plaza se entretenía un rato en observar las distintas expresiones de los numerosos seres que habían luchado antaño en aquel lugar. Algunas era realmente inquietantes, y casi parecía que los ojos de piedra te seguían mientras caminaban.

La pregunta de Noel, que parecía ensimismado de pronto, fue respondida en primera estancia por Gael, que recordaba el barrio de su época de cosechado. El hado sabía que era lo que su hermano había escuchado, y aunque no tenía tan buen oído como el draco, al griego le llegó el olor de las cenizas a través de la lluvia. Parecía que toda la maldita ciudad se había compinchado para recordarle a la semitrasgo, y cuanto mas tiempo pasaba sin hacer nada, mas incómodo se sentía el chico.

-Es el barrio Quemado, los restos del antiguo barrio en Llamas -les dijo a sus amigos en voz algo apagada, se había documentado bien sobre aquel lugar-. Los gritos que oyes son los ecos de los que allí murieron -informó al draco.

Tania

La lluvia realmente le sentia bien a la nublina. Era tan... nostalgico. Solo cerca de la Luna llovia en aquella ciudad tan gris. Si ignoraba el gran astro rojo, si no miraba el cielo, si cerraba los ojos, tan solo por un instante, casi podia jurar que estaba en Nubla de nuevo y que al acercarse al suelo, notará un pasto verde a sus pies, el olor de las llanuras, tan calmadas.
Casi cayó de cabeza en aquel sueño. Este era su lugar ahora. En la ciudad, con sus amigos y conocidos. La vida de Nubla parecia... tan lejana.

Habia estado algo ida durante toda la conversación entre los tres chicos. Al parecer, la tal Nihil no era alguien de quien fiarse segun Vac y Tania se preguntó porqué. Cierto era, que compartia algo con el antiguo compañero de cosecha de Toima, de nombre Vlad. Algo compartia, una sensación, un aura si pudiera decirse, que daba frío y calor a la vez. Que la repugnaba y la atraia a cantidades iguales. Nunca habia sabido bien como defenderse de ese tipo de ataques. Seguia siendo tan débil...

Como no habia dicho aún ni una sola palabra, prontó llamó la atención el hecho de que se estaba calando hasta los huesos. Aunque a la chica no le importaba mucho el empaparse hasta ese extremo, con que tan solo fuera una vez al año, las consecuencias eran tan pequeñas en comparación. Estuvo apunto de declinar la amable oferta de Gael, para evitar suponer un problema más, cuando Vac la pilló por sorpresa y junto a Gael, crearon una especie de barrera con magia y dejaron a la nublina seca, como si nunca se hubiera mojado en el primer instante.
-Gracias.-dijo tímidamente.
Exploró con curiosidad la barrera mágica que tenia sobre su cabeza que, transparente, otorgaba una visión de la lluvia muy bella e interesante. Tania no dijo mucho más, mientras seguia a los demás en el paseo. Parecian estar hablando de sus memorias como cosechados. Tania prestó atención a todo lo que decian, aunque no hablaba mucho, sabia escuchar, y tenia curiosidad por saber cualquier detalle de las cosechas, pues ella, junto con Yloh y Elunin, eran nublinos que habian llegado a la ciudad por que habian sido traidos de Nubla como esclavos, siervos o demás servidumbre. Tania casi podia agradecer que fuera el gigante albino el que encontró tirado en el patio de su casa que cualquier otro ciudadano rocavarancolense. Siguio escuchando, mientras chapoteaba con las botas.

Noel había estado tan absorto en sus propios recuerdos que apenas había prestado atención a todo el proceso que habían seguido el hado y Gael para guarecer a la nublina de la lluvia.

La respuesta de Vac lo sacó momentáneamente de su ensimismamiento y miró a su hermano con una expresión indescrifrable. Se habían ido acercando cada vez más y más a la fuente del sonido y el draco podía oír a cada paso con más claridad el eco de aquellos agónicos gritos que arrastraba el viento. Llegó un momento en el que el característico estruendo de la lluvia pareció incluso apagarse, desfallecer en comparación con el atrayente sonido que hacía que el sueco apretase el paso sin darse cuenta, yendo unos metros por delante del resto. El olor a cenizas también era apreciable, aunque camuflado entre la humedad del día y pronto se divisó no demasiado lejos los escombros del castigado barrio.
-Este lugar... -comenzó a decir el draco para guardar silencio casi al momento.

Sigue en el Barrio Quemado.

La ciudad estaba inquieta, en el camino a la plaza se había encontrado con algunas alimañas ala distancia, el brillo de la luna roja le daba a la ciudad un aspecto inquietante, pero poderoso y mágico. Cuando finalmente llego a aquella plaza que por pura casualidad había visto por primera vez, se quedo mirando fijamente las estatuas, que parecían tan realistas, y bajo el influjo de la luna, incluso aprecia que en cualquier momento cobrarían vida para continuar con  la batalla en la que al parecer se habían quedado a medias.

-Esperemos que realmente no puedan volver a la vida -murmuro DL mientras se paseaba entre las estatuas, la mayoría destruidas, guerreros armados hasta los dientes eran los que mas llegaba a ver, algunos con lo la parte inferior del cuerpo otros con la superior, muchos sin cabeza o miembros, aquello era una masacre en piedra. Recorriendo la plaza con la mirada viendo criaturas, aquellas en la que sus estatuas no habían recibido daños mayores y seguían completas, con toda la atención. Con cierto respeto se acerco a a la criatura alada, ensartada con una lanza enorme y con la boca abierta como si emitiera un rugido mudo. Paso sus manos por la imponente criatura, que tenia un aspecto fiero y peligroso a pesar de que estaba siendo ensartada cual pinchito- No se si sois realmente estatuas o solo uno mas de los efectos de esta ciudad y su magia, pero seguía imponiendo igual que en vida...si es que alguna vez estuvisteis vivos -murmuro el foner pasando la mano por una estatua cercana, inmensa, alcanzaría perfectamente los tres metros y parecía un arma letal, colmillos y cuerpo fibroso. Pero lo que mas termino llamando la atención del foner, fue una criatura un poco mas lejos, que podía tener su altura aproximadamente y que se encontraba convertida en piedra a punto de atacar a unos guerreros, una enormes alas se mantenían aun en su lugar, garras afiladas y colmillos en una boca donde cabía perfectamente una cabeza humana. A sus espaldas una cola larga y que parecía escamosa coronada por un aguijón ultimaba los detalles de la criatura, había encontrado lo que buscaba, no sabia si funcionaria en lo mas mínimo, pero debía intentarlo, Concentrándose en los detalles de la bestia, intento controlar sus hilos en pos de recrear en su propio cuerpo las garras afiladas y peligrosas de esta, así como luego intentaría lo propio con las alas.

Le llevo un tiempo ya que debía dividir su atención en la tranformacion y en que no hubiera nada peligroso alrededor rondando, tiempo que no pudo precisar pues al comienzo garras le quedaban deformes con los dedos en posturas imposibles, pero poco a poco y con paciencia consiguió unas garras con uñas bastante afiladas. Estas eran bastante similares a la de las criaturas pero teniendo el mismo que sacarse unos ligeros retoques para que pareciera mas móviles y vivas y no de piedra, fue eso lo que mas le costo pero termino consiguiéndolo, con una enorme sonrisa ante ese pequeño logro.

-Ya veo, si visualizo bien la imagen y tengo los detalles puedo hacerlo, son mis mismas manos pero con forma de garras de animal, aunque...-miro las alas de la criatura la cual estaba bastante detalladas y con los músculos marcados por la tensión que la criatura mostraba antes de atacar, no creía que fuese igual de fácil sacarse miembros y partes nuevas como modificar las propias. No le era difícil para su sorpresa quedarse fácilmente con los detalles de la criatura, como si se grabasen a fuego en su mente, pero de ahí a ponerlo en practica y formar esas alas en especial era otra cosa "Veamos, ten paciencia ya sabes manejar medianamente decente estos hilos...solo debes tener bien claro lo que quieres que formen y como, así que venga...un poco de esfuerzo" se intentaba animar sintiendo un enorme regocijo desconocido al ver como pequeños detalles podía cambiarlos en su propio cuerpo e intentando ahora lo propio en crear unas alas en su espalda, hecho que destrozaría su ropa- Mmm tengo que probar luego en calma en el torreón si este cuerpo puede recrear ropa también, porque me voy a cargar toda a este paso...- dijo con una enorme sonrisa inquietante, al parecer podía obtener las apariencias que quisiera o al menos eso aprecia, aun no estaba del todo seguro pero eso aumentaba su curiosidad y sus ganas de averiguarlo. Mientras tanto manejaba sus hilos para que formasen los primeros vestigios de alas en su espalda surgiendo entre los omóplatos.

Por el turbulento camino intenté luchar contra el viento en forma de humo pero nada, acabé estampándome contra una... <<¿Estatua? Pues sí que me he desviado, estoy en la plaza esta...>> Me levanto del suelo y me estiro, cansadito ya del viento. No puedo dejar de pensar en los demás, y en mis amigos por culpa de las grietas y alimañas <<Algo no está bien este año...>>

Cuando compruebo que estoy bien, retomo el camino hacia Letargo a pie pero veo una silueta en otra zona de la plaza, remotamente conocida por el detalle del pelo blanco. Me habría ido pero su comportamiento y movimientos son... Curiosos. Así pues me acerco pisando fuerte para que no se alarme y me ataque y por fin recuerdo quién es. O al menos, qué es o qué era: cosechado de Maciel. <<Este no parece ebrio de poder, ¿qué hace deambulando en solitario?>> Tiene garras y un par de alas de murciélago un tanto toscas, pero exceptuando esto sigue teniendo el mismo aspecto que cuando fui a espiar. Bueno, casi: según me acerco veo que está dando forma a sus alas <<¡Cambiante!>> Decido saludarle en actitud pacífica pero visiblemente nervioso.

-Hey, hola, no te asustes, soy menos peligroso que esas garras tuyas... Soy Jack, de hace cuatro cosechas. Y bueno, llevo algo de prisa, la ciudad se ha vuelto loca, todo tiembla y para colmo hay alimañas de todo tipo saliendo del suelo, ¿se puede saber qué haces aquí y solo? Tu torreón Maciel está vacío, para colmo de males, así que yo me iría a la Biblioteca. Yo voy para Letargo, por si acaso...

Me ha faltado decirle "corre o te comen".

Estaban comenzando a formar aquellas irritantes alas que tanto problemas le estaban dando para que quedasen ambas del mismo tamaño sin retorcerse en su lugar como si estuvieran rotas sin mucho éxito, cuando un enorme temblor sacudió el suelo que pisaba tumbándolo al suelo sorprendido y. una estatua cercana que sostenía precariamente sobre una sola pierna se derrumbo ante el temblor apenas a un par de metros. "Joder...me he salvado por un pelo, ¿que pasa ahora?" se pregunto asustado al notar el suelo temblor y como toda la ciudad parecía cobrar vida. Sintió un estremecimiento desconocido al notar, ya fuese en el aire o en su propio cuerpo, un chispazo increíblemente fuerte de magia que le hizo girarse aun en el sitio intentando ubicar el lugar, pues venia de un sitio en concreto aunque no tuviera clara su dirección, todo eso unido a un increíble viento que pareció surgir de la nada. Esa noche era un caos de proporciones épicas.

-¡No teníamos bastante con casas que nos comen ¿que ahora el suelo también?! -se pregunto con cierto tono nervioso mientras se incorporaba a duras penas- Y encima magia...¡magia a toda potencia! Me sorprende que no estallase nada aun - exclamaba bastante inquieto parecía que la paranoia no se le había curado del todo al transformarse, aun con cierta inquietud se alejo de las estatuas no fuese a caerse alguna mas, justo cuando escucho pasos y una voz hablándole girándose bruscamente  apunto de desenvainar y a tacar a su vez con las garras desconfiado y sintiéndose estúpido por la poca alerta que había mostrado. Pero ante el se encontraba el chico de la quimera de meses atrás al que miro con los ojos entrecerrados mientras hablaba. Ya había visto bastante transformados durante esa noche otro mas no era diferente, aunque este parecía totalmente humano, sin fuego, alas u ojos saliendo de su cuerpo.

-La que esta liando la maldita luna -dijo mirando al astro en el cielo, que por algún motivo, siendo lo único nuevo de la ciudad aparte de los recién convertidos, debía ser su culpa- Solo estaba practicando, pero si hay bichos por aquí no pienso quedarme, gracias por el aviso me largare a un lugar con mas gente, no puedo hacer gran cosa contra una enorme cantidad de alimañas-dijo rápidamente observandolo y ocurriendosele algo, en esa situación ir solo no era muy inteligente- La Biblioteca y Letargo no quedan muy lejos una de la otra vayamos juntos, tu podrás defenderte solo supongo, pero no me vendría mal una ayuda -dijo al ver con cierto horror a la distancia, cosas correteando por el suelo, esperaba que fuesen alucinaciones solo pero no pensaba quedarse a averiguarlo. No sabia si Jack aceptaría sus palabras pero por el momento DL puso como prioridad el correr cuanto le dieran sus piernas.

Sigue en Plaza de la Fuente

La Luna seguía en lo alto del cielo, continuando con su reinado sobre Rocavarancolia, impasible a lo que viviésemos aquellos a los que nos había tocado. Sonreí sardónico al pensar en lo que podía cambiarnos algo en apariencia tan inofensivo como una enorme roca espacial. No tenía hambre gracias a las "reservas" de hombres bestia que poseía la Secta, que eran bastante más fáciles de deshumanizar y verlos como simples animales que cualquier otra criatura inteligente.

Fui calmándome ante el fresco (y algo ventoso) aire nocturno, intentando borrar las imágenes de mi mente. A pesar de todo, el cielo, presidido por la Luna Roja, era hermoso, y no tardé mucho en dejar en blanco mi mente mientras lo miraba, borrando cualquier pensamiento de extrañas pesadillas o transformaciones traumáticas.

Todo a mi alrededor daba vueltas, al menos desde mi propia perspectiva porque lo que en realidad daba vueltas era yo.  Había intentado en vano tomar el control de mis movimientos, pero el viento podía conmigo, y para cuando lograba controlar mi trayectoria una nueva corriente me descontrolaba de nuevo. Acabé dándome por vencido y decidí aterrizar. Entonces descubrí que las corrientes también me impedían descender. “Genial, sencillamente genial ¿Y ahora que hago?”

Realmente sabía lo que hacer. Si recuperaba mi forma humana descendería por mi propio peso, pero el viento me había arrastrado hasta una altura más que considerable, y me daba miedo no ser capaz de frenar mi caída al final y espachurrarme. 
Mientras repartía mi mente entre tratar de estabilizarme sin éxito y discutir internamente si atreverme a hacerlo o no el paisaje bajo mis pies fue cambiando, hasta que me encontré sobre una plaza. Estaba demasiado alto como para distinguir los detalles, pero era un buen lugar para aterrizar. Si tenía que jugármela tenía que ser ahora. 
“Mala idea, mala idea, mala idea” Pero por muy poco que quisiera hacer esto también comprendía que no me quedaba otra, así que reuniendo toda la fuerza de voluntad que tenía me recompuse.

La gravedad hizo su trabajo y comencé a caer al instante. Una de las cosas buenas que había tenido volver a tener forma humana era que ya no daba vueltas y ahora veía lo que tenía debajo con claridad.  La plaza en cuestión parecía estar llena de estatuas, e iba distinguiendo cada vez más detalles a medida que me acercaba “Claro que te acercas. Vas directo al suelo, alarmántemente rápido de hecho”

Intenté hacerme polvo de nuevo, pero el viento seguía igual por lo que tuve que recomponerme antes de que me arrastrara arriba de nuevo. Fue entonces cuando me percaté de que había alguien más en la plaza. No lo distinguía bien, pero tenía cola y era peludo, y lo más preocupante: iba directo hacia él. “Mierda. Tenía que haber alguien. De todos los sitios para estrellarme...”

Intenté detener mi caída con un hechizo de levitación. No logré que me saliera, y mientras el suelo seguía acercándose. Probé de nuevo y a la segunda lo conseguí, deteniéndome lo bastante cerca del suelo como para distinguir que quien estaba debajo era un trasgo. Sin embargo apenas aguante a flote un segundo, puede que incluso menos. Una nueva corriente me desconcentró y caí a plomo de nuevo. Ya era tarde para intentar frenar.

-¡¡Cuidado abajooooo!!- grite intentando advertirle, pero aun así caí directamente encima de él, derribándolo.

Lo bueno: Tener un aterrizaje blando me había salvado de llevarme más de un moratón. También el haberme frenado con la levitación antes había impedido que la caída fuera peligrosa, pero aun así dolía.
Lo Malo: Quién hubiera recibido el golpe no iba a estar contento, y siendo un trasgo lo mejor sería salir por paras cuanto antes. Eso estaba a punto de hacer cuando reconocí a Brann.

-Oh, eres tú- Dije casi sin pensar mientras me quitaba de encima y me podía en pie. -Estás... ¿estás bien? No esperaba estrellarme sobre alguien- "No pensaba estrellarme para empezar"

Me había quedado observando las estatuas de la plaza, recordando que la última vez que había estado aquí el lugar estaba infestado de las alimañas más grandes que había visto nunca. Al escuchar un grito por encima de mí fruncí el ceño y miré el cielo, extrañado, solo para ver cayendo directamente sobre mí y tirándome al suelo.

—¡Ay! ¿Pero qué...? —el que había caído sobre mí se levantó rápido, aunque pareció tranquilizarse al reconocerme, y entonces comprendí quién era—. Sí, estoy bien. ¿Y es que sí pensabas estrellarte? Los humanos tenéis unas costumbres bastante raras —le dije jocosamente después de levantarme—. La próxima vez que vueles ten más cuidado donde caes anda —había sido un buen golpe y estaba dolorido, por lo que hasta no decir eso no me di cuenta de algo—. Oye, ¿cómo que puedes volar? No tienes alas —pregunté, mirando curioso a las zonas donde cualquier ser alado tendría alas, que no existían en este caso, lo que me dejaba extrado ante el hecho de que Pablo hubiese caído del aire.

Internamente solté un suspiro de alivio al comprobar que no había signos de odio o de que fuera a atacar, al menos nada más allá del cabreo por caerle encima, pero eso era comprensible.

-Obviamente no, pero ya que iba a estrellarme pues también ha sido mala suerte caerte encima- La pregunta del vuelo me sorprendió, sobre todo porque estaba acostumbrado a que la gente ya lo supiera.

-Oh pues.... así- Sería mucho más rápido mostrárselo que ponerme a explicarlo, y así lo hice, aunque tuve cuidado de no ascender demasiado. No quería que el viento me secuestrara otra vez.
-Lo que pasa es que pilotar esto no se me da demasiado bien- dije tras recomponerme -aunque creo que eso ya lo has notado- "Y tanto"

Ahora que ya no me encontraba en peligro inminente empecé a preguntarme qué podría estar haciendo el trasgo aquí. De hecho por lo que sabía no vivía en ninguno de los dos refugios. Decidí arriesgarme a preguntar.

-¿Que haces aquí por cierto? A mí me ha arrastrado el viento, literalmente, pero no se me ocurre ninguna razón por la que otro esté aquí. Por cierto no vives en ningún refugio ¿verdad?-