Biblioteca Mágica
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Rocavarancolia Rol
49 participantes
- Rocavarancolia Rol
Biblioteca Mágica
02/08/11, 04:22 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Edificio de mármol gris de tamaño medio visto desde el exterior, pero que en realidad cuenta con una gran cantidad de espacio en el interior debido a un hechizo. Dos grandes portones de madera permiten el acceso al interior.
El suelo es de madera, y lo único que se ve nada más entrar son hileras e hileras de estanterías con algunas mesas y sillas repartidas por los pasillos. La cantidad de estanterías es incomensurable y todavía más los libros y manuscritos de todo tipo que contienen. Se puede acceder a un segundo piso desde escaleras a ambos lados repartidas en varios puntos de la gigantesca sala principal, donde se repite el mismo entramado de estanterías y mesas.
Entre los estantes de apariencia normal y corriente destacan algunos ejemplares peculiares como libros voladores o libros enjaulados que parecen tener vida propia que se encuentran repartidos de forma aleatoria por el edificio.
La Biblioteca cuenta con una gran cantidad de hechizos anclados sobre ella que la hacen un lugar bien protegido, tanto de ataques desde el exterior como desde el interior. Aunque no solo cuenta con hechizos de seguridad. Uno de los artificios mágicos más destacables son los hechizos ilusorios y barreras que impiden el paso a los cosechados más allá de los primeros pasillos. Los cosechados tienen la sensación de que avanzar por toda la biblioteca, pero en realidad solo pueden moverse por una sección muy limitada de esta. Casi todos los grimorios sobre hechizos y runas, así como ejemplares sobre alquimia y bestiarios de transformaciones han sido movidos a la nueva biblioteca especializada: la Torre Doce. Quedan algunos grimorios básicos a los que tienen acceso los cosechados y la mayoría se encuentran en idiomas incomprensibles, aunque algunos cuentan con notas de traducción y hay algunos diccionarios.
El bibliotecario es Biblios, un espíritu ligado al edificio que conoce bien todas las secciones de la biblioteca y buena parte de los contenidos de los libros de las mismas. Suele aparecer para ayudar a los cosechados brevemente, y a los transformados si le llaman... Aunque no siempre.
NOTA: A disposición de los transformados hay amuletos logománticos variados que se pueden tomar prestados para leer dentro de la biblioteca. Nunca se pueden sacar de esta, pero se pueden traer materiales del exterior para leer aquí usándolos.
El suelo es de madera, y lo único que se ve nada más entrar son hileras e hileras de estanterías con algunas mesas y sillas repartidas por los pasillos. La cantidad de estanterías es incomensurable y todavía más los libros y manuscritos de todo tipo que contienen. Se puede acceder a un segundo piso desde escaleras a ambos lados repartidas en varios puntos de la gigantesca sala principal, donde se repite el mismo entramado de estanterías y mesas.
Entre los estantes de apariencia normal y corriente destacan algunos ejemplares peculiares como libros voladores o libros enjaulados que parecen tener vida propia que se encuentran repartidos de forma aleatoria por el edificio.
La Biblioteca cuenta con una gran cantidad de hechizos anclados sobre ella que la hacen un lugar bien protegido, tanto de ataques desde el exterior como desde el interior. Aunque no solo cuenta con hechizos de seguridad. Uno de los artificios mágicos más destacables son los hechizos ilusorios y barreras que impiden el paso a los cosechados más allá de los primeros pasillos. Los cosechados tienen la sensación de que avanzar por toda la biblioteca, pero en realidad solo pueden moverse por una sección muy limitada de esta. Casi todos los grimorios sobre hechizos y runas, así como ejemplares sobre alquimia y bestiarios de transformaciones han sido movidos a la nueva biblioteca especializada: la Torre Doce. Quedan algunos grimorios básicos a los que tienen acceso los cosechados y la mayoría se encuentran en idiomas incomprensibles, aunque algunos cuentan con notas de traducción y hay algunos diccionarios.
El bibliotecario es Biblios, un espíritu ligado al edificio que conoce bien todas las secciones de la biblioteca y buena parte de los contenidos de los libros de las mismas. Suele aparecer para ayudar a los cosechados brevemente, y a los transformados si le llaman... Aunque no siempre.
- Cómo se creó la Biblioteca Mágica:
- El proyecto inicial de construcción de la Biblioteca Mágica fue llevado a cabo por el Consejo tras la finalización del conflicto del regreso de Hárex y Hurza. Se recopilaron una enorme cantidad de libros y manuscritos a lo largo de los años con la colaboración de una buena parte de los ciudadanos y decenas de magos ayudaron en la elaboración del entramado de hechizos anclados que contiene el edificio. Uno de estos magos, Littero Ara, que se involucró tanto en el proceso como para perder la vida tras invocar a Bilbios y anclarlo a la biblioteca, culminó el proyecto con lo que es hoy en día. El catálogo de la Biblioteca siguió y sigue aumentando año tras año.
NOTA: A disposición de los transformados hay amuletos logománticos variados que se pueden tomar prestados para leer dentro de la biblioteca. Nunca se pueden sacar de esta, pero se pueden traer materiales del exterior para leer aquí usándolos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Biblioteca Mágica
28/01/20, 09:13 pm
A pesar de ser consciente del ridículo que debía estar haciendo el irrense continuó cantando a viva voz, totalmente metido en su papel, y ni siquiera las expresiones de vergüenza ajena de su amigo pudieron contenerlo. Quizás fuera la seguridad de saber que nadie podía oírle en aquel momento o simplemente que le resultaba muy fácil hacer el tonto cuando estaba con Rox, pero lo cierto era que no se sentía avergonzado por comportarse de aquella forma en compañía del humano.
—Si que ha sido ridículo —respondió afirmativamente al comentario del rubio cuando este regresó a la mesa tras su confirmación de que él tampoco le escuchaba desde el interior de la esfera—, pero te ha encantado —añadió con una fingida sonrisita de suficiencia que no tardó en diluirse en una carcajada mucho más sincera—. ¡Vale, vale! —exclamó cuando el otro le empezó a sacar a empellones de la esfera de silencio decidido a, en sus propias palabras, “humillarse también”.
El brujo se apoyó en un banco libre mientras el cambiante hacía varias pruebas, gesticulando exageradamente y boqueando como pez fuera del agua a sus ojos. Milo tuvo que llevarse las manos a la boca para no alertar a Biblios, pues la risa pugnaba por escapársele entre los dientes, pero logró contenerse lo suficiente como para confirmarle que desde allí fuera no captaba ningún sonido.
—Nada de nada. —aseguró en voz baja, alzando ambos pulgares con una sonrisa cómplice.
Durante unos instantes el irrense lo dejó hacer en silencio, observando sin moverse los aspavientos del otro, pero cuando el coreano empezó a enrojecer la expresión del moreno se tornó más curiosa.
«¿Qué estará diciendo?» se preguntó mientras cambiaba el peso de una pierna a otra, inquieto sin saber exactamente el motivo. Durante unos efímeros instantes incluso se planteó deshacer el hechizo para pillar a su amigo con la guardia baja, pero su falta de malicia se lo impidió y al final solo fue un espectador silencioso del número mímico del rubio.
—¿Te has quedado a gusto? —inquirió con expresión burlona cuando Rox le hizo gestos para que se acerca, visiblemente acalorado.
Su respuesta no se la esperaba, sin embargo, y tras comentar que acababa de resumir a gritos su fetiche sexual más raro y horrible le tocó el turno de enrojecer al norteño. No sabía muy bien porqué pero hablar de aquellos temas con el humano le ponía nervioso, así que trató de disimular su rubor y se dejó caer en su asiento con un ligero carraspeo aprovechando que el australiano estaba mirando hacia el techo.
—¿Pues sabes qué? —inquirió fingiendo una sonrisa socarrona—. He estado a un pelo de deshacer la barrera de silencio para que te oyera toda la biblioteca. —trató de pincharlo, alcanzado el grimorio que había estado estudiando para empezar con otro hechizo.
Antes le había llamado la atención un sortilegio que cambiaba el color de la materia y ya estaba dándole vueltas a algunas ideas que incluían su brazo izquierdo.
—Si que ha sido ridículo —respondió afirmativamente al comentario del rubio cuando este regresó a la mesa tras su confirmación de que él tampoco le escuchaba desde el interior de la esfera—, pero te ha encantado —añadió con una fingida sonrisita de suficiencia que no tardó en diluirse en una carcajada mucho más sincera—. ¡Vale, vale! —exclamó cuando el otro le empezó a sacar a empellones de la esfera de silencio decidido a, en sus propias palabras, “humillarse también”.
El brujo se apoyó en un banco libre mientras el cambiante hacía varias pruebas, gesticulando exageradamente y boqueando como pez fuera del agua a sus ojos. Milo tuvo que llevarse las manos a la boca para no alertar a Biblios, pues la risa pugnaba por escapársele entre los dientes, pero logró contenerse lo suficiente como para confirmarle que desde allí fuera no captaba ningún sonido.
—Nada de nada. —aseguró en voz baja, alzando ambos pulgares con una sonrisa cómplice.
Durante unos instantes el irrense lo dejó hacer en silencio, observando sin moverse los aspavientos del otro, pero cuando el coreano empezó a enrojecer la expresión del moreno se tornó más curiosa.
«¿Qué estará diciendo?» se preguntó mientras cambiaba el peso de una pierna a otra, inquieto sin saber exactamente el motivo. Durante unos efímeros instantes incluso se planteó deshacer el hechizo para pillar a su amigo con la guardia baja, pero su falta de malicia se lo impidió y al final solo fue un espectador silencioso del número mímico del rubio.
—¿Te has quedado a gusto? —inquirió con expresión burlona cuando Rox le hizo gestos para que se acerca, visiblemente acalorado.
Su respuesta no se la esperaba, sin embargo, y tras comentar que acababa de resumir a gritos su fetiche sexual más raro y horrible le tocó el turno de enrojecer al norteño. No sabía muy bien porqué pero hablar de aquellos temas con el humano le ponía nervioso, así que trató de disimular su rubor y se dejó caer en su asiento con un ligero carraspeo aprovechando que el australiano estaba mirando hacia el techo.
—¿Pues sabes qué? —inquirió fingiendo una sonrisa socarrona—. He estado a un pelo de deshacer la barrera de silencio para que te oyera toda la biblioteca. —trató de pincharlo, alcanzado el grimorio que había estado estudiando para empezar con otro hechizo.
Antes le había llamado la atención un sortilegio que cambiaba el color de la materia y ya estaba dándole vueltas a algunas ideas que incluían su brazo izquierdo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Biblioteca Mágica
05/02/20, 04:41 am
Rox estaba eufórico. La adrenalina le traía loco y la presencia -ya cercana- del moreno le hacía sentirse más tonto aún, incapaz de borrarse la sonrisa de la cara. “Confesarse", aún en silencio y bajo tan extrañas condiciones había sido liberador a su manera. Ahora solo tenía que lidiar con su propia hiperactividad y la consecuente dificultad de mirar a Milo directamente. En seguida siguió el ejemplo del joven y retomó su asiento, pero cuando este le dijo que podía haberlo oído todo el teatrillo del cambiante se vino abajo como un castillo de cartas. Su expresión se congeló y su corazón pegó un bote; el rubor de sus mejillas causado por las risas que se había echado -entre otras razones- también disminuyó considerablemente. El rubio se quedó blanco, observando al irrense como si acabase de ver a un fantasma y, segundos después, tratase de no estar aterrado por ello. Su sonrisa se ensanchó en un intento malo de disimular no haberse acojonado y el aire restante en sus pulmones escapó de golpe emitiendo un ruido apurado, similar a una carcajada, rompiendo su silencio momentáneo.
—¡Sí claro! Y nos mata Biblios a los dos —alzó las cejas, procurando sonar divertido y escéptico—. No eres tan cabrón. ¡Además se te habría notado un huevo! ¡Me habría callado en seguida! —dijo entre risas nerviosas, tratando de adoptar una pose menos tensa golpeándole con un pie por debajo de la mesa. ¿Estaba intentando autoconvencerse? Sentía que debía bromear sobre el tema para quitarle importancia, pero estaba demasiado inquieto como para pensar nada ingenioso sin que le saliera el tiro por la culata—. Me imagino el careto habrías puesto —rio por lo bajo, mirándole de forma burlona—. Con lo vergonzoso que eres fijo te habrías quedado paralizado en el sitio y no estaríamos hablando ahora mismo. Seguirías ahí, con cara de horror.
Se acercó uno de los libros y dejó reposar el mentón en una mano de forma en que Milo no pudiera ver del todo su expresión, fingiendo pasar a otra cosa. Lo cierto es que ni siquiera estaba leyendo y su rostro se estaba encendiendo de nuevo -esta vez con pánico de por medio- por imaginarse lo que podría haber pasado, por como de mal podría haber salido todo. Se mordió el labio, conteniendo malamente risitas histéricas e insonoras que por suerte el irrense podría malinterpretar como burlas hacia su persona. Lejos de la realidad, lo que quería era huir y lanzarle el libro al moreno a la cabeza sin dar explicación alguna.
—¿Y ahora qué lees, nerd? —dijo, mirándole de reojo. En realidad preguntaba aquello por no tirar más piedras a su propio tejado y cambiar el ambiente—. ¿No estarás buscando ningún hechizo que te deje saber lo que he dicho y me joda la vida, no?
"Bromeó", aunque el miedo fuera real.
«Jaja, ¿te imaginas? Me pego 7 tiros en un pie» pensó, dejando escapar una risa apurada instantáneamente.
—¡Sí claro! Y nos mata Biblios a los dos —alzó las cejas, procurando sonar divertido y escéptico—. No eres tan cabrón. ¡Además se te habría notado un huevo! ¡Me habría callado en seguida! —dijo entre risas nerviosas, tratando de adoptar una pose menos tensa golpeándole con un pie por debajo de la mesa. ¿Estaba intentando autoconvencerse? Sentía que debía bromear sobre el tema para quitarle importancia, pero estaba demasiado inquieto como para pensar nada ingenioso sin que le saliera el tiro por la culata—. Me imagino el careto habrías puesto —rio por lo bajo, mirándole de forma burlona—. Con lo vergonzoso que eres fijo te habrías quedado paralizado en el sitio y no estaríamos hablando ahora mismo. Seguirías ahí, con cara de horror.
Se acercó uno de los libros y dejó reposar el mentón en una mano de forma en que Milo no pudiera ver del todo su expresión, fingiendo pasar a otra cosa. Lo cierto es que ni siquiera estaba leyendo y su rostro se estaba encendiendo de nuevo -esta vez con pánico de por medio- por imaginarse lo que podría haber pasado, por como de mal podría haber salido todo. Se mordió el labio, conteniendo malamente risitas histéricas e insonoras que por suerte el irrense podría malinterpretar como burlas hacia su persona. Lejos de la realidad, lo que quería era huir y lanzarle el libro al moreno a la cabeza sin dar explicación alguna.
—¿Y ahora qué lees, nerd? —dijo, mirándole de reojo. En realidad preguntaba aquello por no tirar más piedras a su propio tejado y cambiar el ambiente—. ¿No estarás buscando ningún hechizo que te deje saber lo que he dicho y me joda la vida, no?
"Bromeó", aunque el miedo fuera real.
«Jaja, ¿te imaginas? Me pego 7 tiros en un pie» pensó, dejando escapar una risa apurada instantáneamente.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Biblioteca Mágica
11/02/20, 09:24 pm
Cuando Milo bromeó con que podía haber escuchado lo que el cambiante había estado gritando el rubio se quedó congelado con cara de horror y el irrense se sintió mal casi de inmediato. Antes de que le diera tiempo a arrepentirse de haber hablado, sin embargo, Rox soltó una carcajada que le hizo dudar sobre si se habría imaginado el pánico en su rostro y soltó aliviado el aliento que había estado conteniendo durante aquellos escasos segundos.
—¡Auch! —se quejó cuando el otro le dio un golpe por debajo de la mesa en represalia, mencionando lo que les habría hecho el bibliotecario de haber realizado aquella travesura—. ¿De verdad era para tanto? —inquirió, frotándose la espinilla con la mano derecha—. Fijo que solo estás exagerando, tío, si en verdad eres todo un chico bueno. —replicó burlón, sacándole la lengua antes de volver a su libro e ignorando descaradamente la afirmación sobre su timidez.
Durante unos minutos el moreno permaneció en silencio, concentrado en su hechizo, pero al mismo tiempo le seguía dando vueltas a la situación que acaba de vivir con el humano. No sabía porque, pero la idea de asustar a su amigo aunque solo fuera en broma le incomodaba y eso le resultaba extraño. Gastar bromas pesadas a sus amigos era uno de sus pasatiempos favoritos desde que era un crío revoltoso y ya de mayor se había ganado cierta fama de bufón entre sus compañeros antisistema más cercanos por ese motivo, pero con Rox era diferente y no lo entendía. Imaginarse organizándole alguna mala jugarreta le causaba rechazo.
—No, nada de eso… —replicó cuando le preguntó acerca del sortilegio que estaba practicando, resistiéndose a sacar el tema de nuevo—. Se supone que bien hecho es un conjuro para cambiar el color de la materia inorgánica. —añadió, repasando con el dedo la última anotación de la página.
Creyéndose listo aprovechó aquella pausa para inspirar profundamente y comenzó a ejecutar los pasos con decisión, concentrándose en los tonos que quería mientras recitaba las palabras apropiadas. El tirón casi inmediato que sintió en la boca del estómago fue la señal de que todo marchaba como debía y, mientras la energía empezaba a brotar entre sus dedos, el color de su prótesis comenzó a aclararse a buena velocidad. Al brujo le fascinaban la serie de sucesos que se podía desencadenar con las palabras adecuadas, por lo que el propio acto de hacer magia le embelesaba tanto como el resultado final, pero no se permitió el lujo de detenerse a admirar el proceso y concluyó el hechizo con soltura.
—¿Qué opinas? —inquirió en voz alta, alargando su brazo izquierdo hacia el rubio con una sonrisa infantil.
Las piezas otrora grises de su implante biomecánico eran ahora de un blanco impoluto, las juntas y los dedos se habían oscurecido reforzando su tono azabache y las luces azul eléctrico de los circuitos internos brillaban un poco más que de costumbre.
—¡Auch! —se quejó cuando el otro le dio un golpe por debajo de la mesa en represalia, mencionando lo que les habría hecho el bibliotecario de haber realizado aquella travesura—. ¿De verdad era para tanto? —inquirió, frotándose la espinilla con la mano derecha—. Fijo que solo estás exagerando, tío, si en verdad eres todo un chico bueno. —replicó burlón, sacándole la lengua antes de volver a su libro e ignorando descaradamente la afirmación sobre su timidez.
Durante unos minutos el moreno permaneció en silencio, concentrado en su hechizo, pero al mismo tiempo le seguía dando vueltas a la situación que acaba de vivir con el humano. No sabía porque, pero la idea de asustar a su amigo aunque solo fuera en broma le incomodaba y eso le resultaba extraño. Gastar bromas pesadas a sus amigos era uno de sus pasatiempos favoritos desde que era un crío revoltoso y ya de mayor se había ganado cierta fama de bufón entre sus compañeros antisistema más cercanos por ese motivo, pero con Rox era diferente y no lo entendía. Imaginarse organizándole alguna mala jugarreta le causaba rechazo.
—No, nada de eso… —replicó cuando le preguntó acerca del sortilegio que estaba practicando, resistiéndose a sacar el tema de nuevo—. Se supone que bien hecho es un conjuro para cambiar el color de la materia inorgánica. —añadió, repasando con el dedo la última anotación de la página.
Creyéndose listo aprovechó aquella pausa para inspirar profundamente y comenzó a ejecutar los pasos con decisión, concentrándose en los tonos que quería mientras recitaba las palabras apropiadas. El tirón casi inmediato que sintió en la boca del estómago fue la señal de que todo marchaba como debía y, mientras la energía empezaba a brotar entre sus dedos, el color de su prótesis comenzó a aclararse a buena velocidad. Al brujo le fascinaban la serie de sucesos que se podía desencadenar con las palabras adecuadas, por lo que el propio acto de hacer magia le embelesaba tanto como el resultado final, pero no se permitió el lujo de detenerse a admirar el proceso y concluyó el hechizo con soltura.
—¿Qué opinas? —inquirió en voz alta, alargando su brazo izquierdo hacia el rubio con una sonrisa infantil.
Las piezas otrora grises de su implante biomecánico eran ahora de un blanco impoluto, las juntas y los dedos se habían oscurecido reforzando su tono azabache y las luces azul eléctrico de los circuitos internos brillaban un poco más que de costumbre.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Biblioteca Mágica
14/02/20, 11:22 pm
Rox no se guardó una risa irónica cuando Milo le llamó "chico bueno", arqueando las cejas con una sonrisa de suficiencia para mirarle como si le retara. Su rubor se acentuó ligeramente y el tono con el que habló fue (aun bromeando) provocador.
—No tienes ni idea. Soy un cambiante, Milo, no me subestimes.
El irrense dejó claro que no tenía intenciones de volver al tema y el rubio lo agradeció. Después de pasar el susto Rox se sentía bastante bien, y no era plan de arruinar el ambiente ahí donde no pudiera bromear. Se inclinó en su sitio para ver mejor el libro que sostenía el moreno, atento. No sonaba complicado. Observó en silencio como Milo conjuraba, y en reacción su brazo cambiaba de color a un blanco limpio; no era un cambio muy drástico, pero en su opinión hacía la prótesis visualmente más atractiva, más parecida a las prótesis humanas y la electrónica terrestre de última generación. El acabado en blanco le daba unos aires más futurísticos si cabía.
—Uah. Así se ve guapísimo. ¿A ver? —se inclinó un poco más para fijarse mejor en los detalles, levantando parte del cuerpo de la mesa—. No me quiero cortar un brazo pero... joder, es que mola tela. Blanco está chulísimo. Me entran ganas.
Rio, retomando el asiento. Se mantuvo unos segundos observando el brazo del irrense en silencio, pensativo, luego se remangó la camisa. Hasta el momento los únicos cambios inorgánicos que había hecho habían sido tan simples como piercings y pendientes pequeños para su trabajo; nada serio. Si aún para las modificaciones orgánicas tenía que poner un extra de esfuerzo, hacerse todo un brazo inorgánico tenía que ser mucho peor. Igualmente lo intentaría.
Los tatuajes de su brazo se desdibujaron como tinta diluida en agua, se arremolinaron y expandieron en formas rectas similares a circuitos. Su piel se volvió muy blanca con detalles negros y azules, adquiriendo una textura sólida más parecida a hueso que lo que trataba de imitar realmente. Sus hilos no parecían ponerse de acuerdo, ni él tampoco.
—La hostia, que horror. Parece una pata de armadillo en esteroides —alejó el brazo para ver el progreso desde distintos ángulos, riéndose por lo bajo del terrible aspecto que tenía. Su piel recuperó rápidamente su forma y color habitual, esta vez dejándose un solo tatuaje en el interior del antebrazo: una carita triste—. Que va, es más fácil que me lo corte —bajó la manga de su camisa, divertido—. A ti te queda mejor.
Las prótesis irrenses le gustaban cantidad, pero no sabía si era influencia de su atracción hacia Milo lo que hacía que los encontrase incluso... ¿sexys? Puede que fuera el conjunto. O el hecho de que estaba pegada a Milo, no estaba seguro.
—No tienes ni idea. Soy un cambiante, Milo, no me subestimes.
El irrense dejó claro que no tenía intenciones de volver al tema y el rubio lo agradeció. Después de pasar el susto Rox se sentía bastante bien, y no era plan de arruinar el ambiente ahí donde no pudiera bromear. Se inclinó en su sitio para ver mejor el libro que sostenía el moreno, atento. No sonaba complicado. Observó en silencio como Milo conjuraba, y en reacción su brazo cambiaba de color a un blanco limpio; no era un cambio muy drástico, pero en su opinión hacía la prótesis visualmente más atractiva, más parecida a las prótesis humanas y la electrónica terrestre de última generación. El acabado en blanco le daba unos aires más futurísticos si cabía.
—Uah. Así se ve guapísimo. ¿A ver? —se inclinó un poco más para fijarse mejor en los detalles, levantando parte del cuerpo de la mesa—. No me quiero cortar un brazo pero... joder, es que mola tela. Blanco está chulísimo. Me entran ganas.
Rio, retomando el asiento. Se mantuvo unos segundos observando el brazo del irrense en silencio, pensativo, luego se remangó la camisa. Hasta el momento los únicos cambios inorgánicos que había hecho habían sido tan simples como piercings y pendientes pequeños para su trabajo; nada serio. Si aún para las modificaciones orgánicas tenía que poner un extra de esfuerzo, hacerse todo un brazo inorgánico tenía que ser mucho peor. Igualmente lo intentaría.
Los tatuajes de su brazo se desdibujaron como tinta diluida en agua, se arremolinaron y expandieron en formas rectas similares a circuitos. Su piel se volvió muy blanca con detalles negros y azules, adquiriendo una textura sólida más parecida a hueso que lo que trataba de imitar realmente. Sus hilos no parecían ponerse de acuerdo, ni él tampoco.
—La hostia, que horror. Parece una pata de armadillo en esteroides —alejó el brazo para ver el progreso desde distintos ángulos, riéndose por lo bajo del terrible aspecto que tenía. Su piel recuperó rápidamente su forma y color habitual, esta vez dejándose un solo tatuaje en el interior del antebrazo: una carita triste—. Que va, es más fácil que me lo corte —bajó la manga de su camisa, divertido—. A ti te queda mejor.
Las prótesis irrenses le gustaban cantidad, pero no sabía si era influencia de su atracción hacia Milo lo que hacía que los encontrase incluso... ¿sexys? Puede que fuera el conjunto. O el hecho de que estaba pegada a Milo, no estaba seguro.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Biblioteca Mágica
21/02/20, 04:01 pm
El brujo no pudo evitar reír ante el tono provocador de su amigo, pero ninguno de los dos tenía intención de continuar la conversación por esos derroteros e inevitablemente esta se desvaneció en el aire entre ellos. Esto no significaba que fueran a permanecer en silencio mucho rato, pues cuando Milo cambió el color de su brazo imitó a Rox y también se inclinó sobre la mesa para enseñarle mejor su prótesis.
—La verdad es que queda genial en blanco, sí… —murmuró, dándole la razón con una media sonrisa mientras giraba el brazo para ver cómo incidía la luz sobre el. Su comentario sobre no querer cortarse el brazo le hizo reír de nuevo—. No es algo en lo que nosotros tengamos mucha opción, realmente, a fin de cuentas es la forma más fácil de controlar la electricidad que emitimos y que no suponga un peligro para nadie. —le recordó, pasándose los dedos por la nuca con una pequeña mueca.
Cuando el coreano empezó a arremangarse el irrense guardó silencio, acomodándo los brazos sobre la mesa y apoyándo la barbilla sobre la palma de su mano derecha mientras le observaba con atención. Seguía sin acostumbrarse a la forma en que los hilos que componían a su compañero se superponían entre sí formando otra cosa, pero no dejaba de ser un espectáculo impresionante.
—No te duele nada, ¿verdad? —preguntó en algún momento del proceso de cambio, repitiendo por enésima vez una cuestión que no podía evitar hacerse cada vez que presenciaba en directo los poderes del humano.
Los tatuajes de Rox se diluyeron sobre su piel y formaron figuras más similares a circuitos mientras su carne se endurecía y cambiaba de color, adquiriendo una apariencia similar al hueso.
—Muy metálica no parece, no —rió con él, alargando la mano para tocar a su amigo sin permiso—. Sigue siendo un pasote, de todos modos, y fijo que un golpe con un brazo así hace mucho daño. —comentó, deslizando la punta de los dedos sobre la imitación de las juntas con expresión de curiosidad. Como insinuaba su aspecto la piel era muy dura al tacto.
Cuando empezó a retomar su forma habitual el moreno se echó hacia atrás, acomodándose en su sitio mientras el brazo de Rox volvía a la normalidad en mucho menos tiempo que el que le había llevado cambiar previamente.
—Vas muy bien para llevar tan poco tiempo con esos poderes, Rox, deberías estar más animado —le sonrió mientras señalaba el tatuaje del emoticono triste con un gesto de cabeza—. Seguro que eres capaz de imitar cualquier cosa mucho antes de que yo consiga que mi dominio haga o que le pido —añadió, elevando su bola de cobre de la mesa con la mente para ilustrar sus palabras. El metal empezó a fluctuar frente a su cara, cambiando con aparente fluidez, pero cuando se detuvo parecía una masa amorfa sin apariencia reconocible—. Se suponía que tenía que ser un busto tuyo, pero no os parecéis en nada —explicó, riendo con malicia antes de activar su cámara de fotos a traición y empezar a apuntar para hacerle un retrato junto a su cobreyo—. ¡Di queso!
—La verdad es que queda genial en blanco, sí… —murmuró, dándole la razón con una media sonrisa mientras giraba el brazo para ver cómo incidía la luz sobre el. Su comentario sobre no querer cortarse el brazo le hizo reír de nuevo—. No es algo en lo que nosotros tengamos mucha opción, realmente, a fin de cuentas es la forma más fácil de controlar la electricidad que emitimos y que no suponga un peligro para nadie. —le recordó, pasándose los dedos por la nuca con una pequeña mueca.
Cuando el coreano empezó a arremangarse el irrense guardó silencio, acomodándo los brazos sobre la mesa y apoyándo la barbilla sobre la palma de su mano derecha mientras le observaba con atención. Seguía sin acostumbrarse a la forma en que los hilos que componían a su compañero se superponían entre sí formando otra cosa, pero no dejaba de ser un espectáculo impresionante.
—No te duele nada, ¿verdad? —preguntó en algún momento del proceso de cambio, repitiendo por enésima vez una cuestión que no podía evitar hacerse cada vez que presenciaba en directo los poderes del humano.
Los tatuajes de Rox se diluyeron sobre su piel y formaron figuras más similares a circuitos mientras su carne se endurecía y cambiaba de color, adquiriendo una apariencia similar al hueso.
—Muy metálica no parece, no —rió con él, alargando la mano para tocar a su amigo sin permiso—. Sigue siendo un pasote, de todos modos, y fijo que un golpe con un brazo así hace mucho daño. —comentó, deslizando la punta de los dedos sobre la imitación de las juntas con expresión de curiosidad. Como insinuaba su aspecto la piel era muy dura al tacto.
Cuando empezó a retomar su forma habitual el moreno se echó hacia atrás, acomodándose en su sitio mientras el brazo de Rox volvía a la normalidad en mucho menos tiempo que el que le había llevado cambiar previamente.
—Vas muy bien para llevar tan poco tiempo con esos poderes, Rox, deberías estar más animado —le sonrió mientras señalaba el tatuaje del emoticono triste con un gesto de cabeza—. Seguro que eres capaz de imitar cualquier cosa mucho antes de que yo consiga que mi dominio haga o que le pido —añadió, elevando su bola de cobre de la mesa con la mente para ilustrar sus palabras. El metal empezó a fluctuar frente a su cara, cambiando con aparente fluidez, pero cuando se detuvo parecía una masa amorfa sin apariencia reconocible—. Se suponía que tenía que ser un busto tuyo, pero no os parecéis en nada —explicó, riendo con malicia antes de activar su cámara de fotos a traición y empezar a apuntar para hacerle un retrato junto a su cobreyo—. ¡Di queso!
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Biblioteca Mágica
26/02/20, 12:17 am
A Rox le parecía fascinante todo lo relacionado a los irrenses; ya había enterrado a sus amigos a preguntas durante los meses pasados, pero sentía que todavía podía hacerles más. Ahora que estaba estudiando anatomía ciertos conceptos no le eran tan extraños, y la curiosidad le seguía pudiendo con eso de que generasen electricidad. Preguntas pasadas se reactivaron en su mente al ver al chico tocarse la nuca, pero no formularía sus dudas en voz alta aún.
Cuando Milo le preguntó si le dolía (otra vez) el australiano rodó los ojos y esbozó una sonrisa, divertido.
—Que noooo —respondió con el mismo tono que usaba para las preguntas tontas de los críos—. Se siente como... un hormigueo, o un escalofrío muy suave si lo que cambio es una parte grande. No duele.
Lo que no se esperaba fue el tacto de Milo sobre su piel, y eso sí que le provocó un escalofrío real. Quizás el irrense no lo notase, pero el cambiante se tensó en su asiento. Su postura se volvió más recta, puso los ojos en blanco por un segundo y su corazón se saltó un latido para retomar el ritmo con más fuerza. Aquello era una tontería, nada lo suficientemente grave como para que se ruborizase como si tuviera 16 años otra vez y se ensordeciera a sí mismo gritando mentalmente, pero por mucho que hiciera por normalizarlo... simplemente no podía. Procuró no apartar el brazo ni hacerse notar, atontado, aunque los hilos en su nuca procedieran a deshacerse.
—Ya, bueno —carraspeó y se tapó la boca con la otra mano, tratando de sonar y sonreir con naturalidad, asi como rebajar su creciente rubor—. Aún me queda mucho que aprender y tú tienes el cerebro como 9 veces más grande que yo, así que espérate... Pero gracias.
La carita triste de su brazo pasó a ser una sonriente. En sus pensamientos se acumularon muchísimos cumplidos para soltarle al moreno, cumplidos que le costaría decir sin sentirse extraño y sin miedo a decir algo que no debiera. Tras confesarse sus límites estaban algo borrosos.
—No seas tan duro contigo mismo —miró la bola de cobre con una sonrisita, luego al mayor—. Soy yo en arte abstracto, está de puta madre. A ver, que si quieres me hago tan feo como me has hecho, pero te va a provocar pesadillas para el resto de tus días.
El rubio alzó las cejas buscando picarle. Al ver que activaba la cámara su primera reacción fue fruncir el ceño, sin embargo.
—¿En serio tío? —se rio. A pesar de la sutil queja en su voz, él mismo posaría bien pegado a la bola de cobre, mirando con picardía a la pantalla de cámara con una mano estratégicamente colocada bajo la barbilla. Tan pronto Milo tomase la foto Rox volvería a levantarse sobre la mesa para verla. No habían aprovechado tanto como le hubiera gustado esa función de su brazo—. No está mal, pero... quiero una selfie contigo, no con la bola. A ver, que no es que Cobrecito me caiga mal pero tú me caes mejor —miró a la bola de reojo y, como si pudiera ofenderse, habló en susurros—. Además tú eres más guapo.
La sinceridad de sus palabras era real, pero su valor pronto se convertiría en vergüenza.
Cuando Milo le preguntó si le dolía (otra vez) el australiano rodó los ojos y esbozó una sonrisa, divertido.
—Que noooo —respondió con el mismo tono que usaba para las preguntas tontas de los críos—. Se siente como... un hormigueo, o un escalofrío muy suave si lo que cambio es una parte grande. No duele.
Lo que no se esperaba fue el tacto de Milo sobre su piel, y eso sí que le provocó un escalofrío real. Quizás el irrense no lo notase, pero el cambiante se tensó en su asiento. Su postura se volvió más recta, puso los ojos en blanco por un segundo y su corazón se saltó un latido para retomar el ritmo con más fuerza. Aquello era una tontería, nada lo suficientemente grave como para que se ruborizase como si tuviera 16 años otra vez y se ensordeciera a sí mismo gritando mentalmente, pero por mucho que hiciera por normalizarlo... simplemente no podía. Procuró no apartar el brazo ni hacerse notar, atontado, aunque los hilos en su nuca procedieran a deshacerse.
—Ya, bueno —carraspeó y se tapó la boca con la otra mano, tratando de sonar y sonreir con naturalidad, asi como rebajar su creciente rubor—. Aún me queda mucho que aprender y tú tienes el cerebro como 9 veces más grande que yo, así que espérate... Pero gracias.
La carita triste de su brazo pasó a ser una sonriente. En sus pensamientos se acumularon muchísimos cumplidos para soltarle al moreno, cumplidos que le costaría decir sin sentirse extraño y sin miedo a decir algo que no debiera. Tras confesarse sus límites estaban algo borrosos.
—No seas tan duro contigo mismo —miró la bola de cobre con una sonrisita, luego al mayor—. Soy yo en arte abstracto, está de puta madre. A ver, que si quieres me hago tan feo como me has hecho, pero te va a provocar pesadillas para el resto de tus días.
El rubio alzó las cejas buscando picarle. Al ver que activaba la cámara su primera reacción fue fruncir el ceño, sin embargo.
—¿En serio tío? —se rio. A pesar de la sutil queja en su voz, él mismo posaría bien pegado a la bola de cobre, mirando con picardía a la pantalla de cámara con una mano estratégicamente colocada bajo la barbilla. Tan pronto Milo tomase la foto Rox volvería a levantarse sobre la mesa para verla. No habían aprovechado tanto como le hubiera gustado esa función de su brazo—. No está mal, pero... quiero una selfie contigo, no con la bola. A ver, que no es que Cobrecito me caiga mal pero tú me caes mejor —miró a la bola de reojo y, como si pudiera ofenderse, habló en susurros—. Además tú eres más guapo.
La sinceridad de sus palabras era real, pero su valor pronto se convertiría en vergüenza.
- ♪♫♬:
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Biblioteca Mágica
03/03/20, 01:14 pm
El brujo escuchó atentamente la explicación de lo que sentía exactamente el cambiante cuando alteraba su aspecto por enésima vez, pero a pesar de todo seguía teniendo sus dudas y seguramente se lo preguntaría chopecientas veces más en el futuro.
—De verdad que me resulta increíble que solo notes un cosquilleo... —murmuró el moreno en respuesta a su afirmación, sonriendo levemente mientras se rascaba la nuca con suavidad. A pesar de la afirmación del otro sobre el tamaño de su cerebro el norteño no estaba del todo de acuerdo, pues no todo se reducía a las capacidades de estudio de cada uno y en su opinión contaba más la comprensión de la propia transformación, algo en lo que el australiano le aventajaba bastante.
—Deja, deja, así estas perfecto. —replicó con una carcajada ante su ofrecimiento, prefiriendo que el rubio continuara alegrándole la vista antes que la alternativa.
Rox no se tomó a mal su intento de fotografiarle y, de hecho, posó junto a Cobrecito para la cámara colocando la mano bajo su barbilla con aire interesante. Ante aquella postura cuidadosamente calculada Milo a duras penas pudo contener la risa, pero logró disparar sin muchos problemas y le enseñó el resultado a su compañero.
—Nada mal, ¿no crees? Todo es mérito del modelo, por supuesto. —comentó jocoso, palmeando la espalda de su amigo con suavidad mientras la masa de cobre recuperaba su forma esférica habitual y descendía hasta la mesa.
La petición del humano no se la esperaba y le pilló un poco por sorpresa, pues estaba poco acostumbrado a aquellas cosas debido a sus vivencias pasadas, pero aceptó con un asentimiento silencioso. Que le llamara guapo, sin embargo, le hizo enrojecer levemente y el irrense intentó disimularlo con un ligero carraspeo, por lo que ni siquiera fue consciente de la vergüenza en el rostro de su amigo.
—Menos mal que lo has dicho en voz baja o Cobrecito se habría puesto triste —replicó también en susurros con una media sonrisa, alzando su brazo de nuevo tras cambiar el sentido de la cámara—. ¿Listo? —preguntó mientras se pegaba más al cambiante para encuadrar bien el selfie.
—De verdad que me resulta increíble que solo notes un cosquilleo... —murmuró el moreno en respuesta a su afirmación, sonriendo levemente mientras se rascaba la nuca con suavidad. A pesar de la afirmación del otro sobre el tamaño de su cerebro el norteño no estaba del todo de acuerdo, pues no todo se reducía a las capacidades de estudio de cada uno y en su opinión contaba más la comprensión de la propia transformación, algo en lo que el australiano le aventajaba bastante.
—Deja, deja, así estas perfecto. —replicó con una carcajada ante su ofrecimiento, prefiriendo que el rubio continuara alegrándole la vista antes que la alternativa.
Rox no se tomó a mal su intento de fotografiarle y, de hecho, posó junto a Cobrecito para la cámara colocando la mano bajo su barbilla con aire interesante. Ante aquella postura cuidadosamente calculada Milo a duras penas pudo contener la risa, pero logró disparar sin muchos problemas y le enseñó el resultado a su compañero.
—Nada mal, ¿no crees? Todo es mérito del modelo, por supuesto. —comentó jocoso, palmeando la espalda de su amigo con suavidad mientras la masa de cobre recuperaba su forma esférica habitual y descendía hasta la mesa.
La petición del humano no se la esperaba y le pilló un poco por sorpresa, pues estaba poco acostumbrado a aquellas cosas debido a sus vivencias pasadas, pero aceptó con un asentimiento silencioso. Que le llamara guapo, sin embargo, le hizo enrojecer levemente y el irrense intentó disimularlo con un ligero carraspeo, por lo que ni siquiera fue consciente de la vergüenza en el rostro de su amigo.
—Menos mal que lo has dicho en voz baja o Cobrecito se habría puesto triste —replicó también en susurros con una media sonrisa, alzando su brazo de nuevo tras cambiar el sentido de la cámara—. ¿Listo? —preguntó mientras se pegaba más al cambiante para encuadrar bien el selfie.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Biblioteca Mágica
05/03/20, 02:20 am
Milo le enseñó la foto, a la que se quedó mirando con aires analíticos para luego asentir un par de veces como forma de darle el visto bueno.
—Hombre, por supuesto. Cobrecito es muy atractivo, hay que agradecérselo —sus mejillas se habían encendido ligeramente tras el cumplido, mas trataba de quitarle peso bromeando como siempre lo habría hecho. Y había sido todo un éxito considerando lo difícil que resultaba actuar normal teniendo a Milo dándole palmaditas en la espalda.
El jaque mate vino luego; verle ruborizarse sí que le desestabilizó. Puede que el moreno fuese un poco denso y que Rox supiese hacerse el sueco relativamente bien, pero a sus ojos no escapaban ese tipo de reacciones. ¿Se había sonrojado por incomodidad o sería solo lo normal por el cumplido? Lo que el coreano sí sacaba en claro es aquel color le sentaba muy bien y que, aunque fuese egoista, quería verlo más. No permitió que el yuyu a que fuera por lo primero se le hiciera bola en la garganta, y tampoco es que Milo le diera mucho más tiempo para rallarse: ahora lo tenía muy cerca.
—Lo siento Cobrecito —contestó con un hilo de voz. Esta vez no posó comiéndose la cámara, los nervios no se lo permitirían, pero sí lo hizo como el adolescente que estaba hecho: haciendo el tonto. Cuando le preguntó si estaba listo Rox sacó la lengua y ladeó la cabeza, poniéndose bizco aposta mirándose la punta nariz. El corazón daba pequeños botes dentro de su pecho. Poniendo toda su fuerza de voluntad no se despegaría del chico hasta que le mostrase el resultado de la foto, por si acaso tuvieran que hacer otra. Saliera como saliese quería tener algo que colgar en su cuarto—. Oye, ¿el brazo este no te viene con impresora? Yo también quiero tener estas fotos. ¿No se te puede enchufar una a la corriente?
Se separó lo justo para pincharle suavemente con dos dedo en la nuca, sabiendo que por esa zona estaba el famoso órgano de la electricidad.
—Hombre, por supuesto. Cobrecito es muy atractivo, hay que agradecérselo —sus mejillas se habían encendido ligeramente tras el cumplido, mas trataba de quitarle peso bromeando como siempre lo habría hecho. Y había sido todo un éxito considerando lo difícil que resultaba actuar normal teniendo a Milo dándole palmaditas en la espalda.
El jaque mate vino luego; verle ruborizarse sí que le desestabilizó. Puede que el moreno fuese un poco denso y que Rox supiese hacerse el sueco relativamente bien, pero a sus ojos no escapaban ese tipo de reacciones. ¿Se había sonrojado por incomodidad o sería solo lo normal por el cumplido? Lo que el coreano sí sacaba en claro es aquel color le sentaba muy bien y que, aunque fuese egoista, quería verlo más. No permitió que el yuyu a que fuera por lo primero se le hiciera bola en la garganta, y tampoco es que Milo le diera mucho más tiempo para rallarse: ahora lo tenía muy cerca.
—Lo siento Cobrecito —contestó con un hilo de voz. Esta vez no posó comiéndose la cámara, los nervios no se lo permitirían, pero sí lo hizo como el adolescente que estaba hecho: haciendo el tonto. Cuando le preguntó si estaba listo Rox sacó la lengua y ladeó la cabeza, poniéndose bizco aposta mirándose la punta nariz. El corazón daba pequeños botes dentro de su pecho. Poniendo toda su fuerza de voluntad no se despegaría del chico hasta que le mostrase el resultado de la foto, por si acaso tuvieran que hacer otra. Saliera como saliese quería tener algo que colgar en su cuarto—. Oye, ¿el brazo este no te viene con impresora? Yo también quiero tener estas fotos. ¿No se te puede enchufar una a la corriente?
Se separó lo justo para pincharle suavemente con dos dedo en la nuca, sabiendo que por esa zona estaba el famoso órgano de la electricidad.
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Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Biblioteca Mágica
10/03/20, 12:42 am
A la hora de sacar la foto la expresión de Milo regresó a la normalidad y el rubor se diluyó en su rostro sonriente, desapareciendo poco a poco mientras se preparaba para sacar el selfie. Ver al cambiante haciendo el tonto junto a él en la pantalla le hizo reír, pero logró controlarse lo suficiente como para no tener los ojos cerrados cuando disparó la cámara.
«Menudo careto tienes, tío» pensó aún así, haciéndole muecas a la pantalla de su ordenador mientras observaba el resultado.
Rox, por su parte, salía bastante bien en la foto incluso poniendo caras raras, y viendo el resultado la sonrisa del brujo se ensanchó un poco. Nunca se lo había dicho directamente, pero en su opinión el rubio era bastante guapo.
—¿Una impresora en mi brazo? —inquirió divertido, negando con la cabeza casi al mismo tiempo—. Estaría bien ahora mismo, la verdad, pero me temo que no tengo esa mejora añadida —bromeo, agitando la prótesis levemente en señal de negación—. De todos modos no está todo perdido: seguramente pueda imprimir alguna copia en la clínica. Juraría que Archi tiene una impresora digital… —murmuró para sí, rascándose la barbilla pensativo.
Tan centrado estaba en hacer memoria que no se percató del movimiento del cambiante, pero cuando sintió la presión de su dedo sobre la nuca todo el vello del cuerpo se le puso de punta y su espalda se tensó como la cuerda de un piano. El norteño dio un respingo en su asiento visiblemente alterado, llevándose una mano al punto exacto donde el australiano le había pinchado al mismo tiempo que el rubor empezaba a subirle por el cuello a gran velocidad.
—¿P-por qué h-has hecho eso… ? —preguntó con voz entrecortada, lamentandose al instante de sonar tan ridículo—. Tengo cosquillas en la nuca, ¿vale? —intentó argumentar con un carraspeó, mirando en todas direcciones excepto al rostro de su amigo. Su triste excusa era demasiado ambigua, sin embargo, y su cara era todo un poema para cualquier espectador avispado.
«Menudo careto tienes, tío» pensó aún así, haciéndole muecas a la pantalla de su ordenador mientras observaba el resultado.
Rox, por su parte, salía bastante bien en la foto incluso poniendo caras raras, y viendo el resultado la sonrisa del brujo se ensanchó un poco. Nunca se lo había dicho directamente, pero en su opinión el rubio era bastante guapo.
—¿Una impresora en mi brazo? —inquirió divertido, negando con la cabeza casi al mismo tiempo—. Estaría bien ahora mismo, la verdad, pero me temo que no tengo esa mejora añadida —bromeo, agitando la prótesis levemente en señal de negación—. De todos modos no está todo perdido: seguramente pueda imprimir alguna copia en la clínica. Juraría que Archi tiene una impresora digital… —murmuró para sí, rascándose la barbilla pensativo.
Tan centrado estaba en hacer memoria que no se percató del movimiento del cambiante, pero cuando sintió la presión de su dedo sobre la nuca todo el vello del cuerpo se le puso de punta y su espalda se tensó como la cuerda de un piano. El norteño dio un respingo en su asiento visiblemente alterado, llevándose una mano al punto exacto donde el australiano le había pinchado al mismo tiempo que el rubor empezaba a subirle por el cuello a gran velocidad.
—¿P-por qué h-has hecho eso… ? —preguntó con voz entrecortada, lamentandose al instante de sonar tan ridículo—. Tengo cosquillas en la nuca, ¿vale? —intentó argumentar con un carraspeó, mirando en todas direcciones excepto al rostro de su amigo. Su triste excusa era demasiado ambigua, sin embargo, y su cara era todo un poema para cualquier espectador avispado.
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Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Biblioteca Mágica
12/03/20, 01:33 am
—Vaya un moderno de pueblo. Hacker perseguido por la ley y no tiene ni impresora en el brazo, pstch —respondió con tono serio pero burlón.
Sin embargo Rox no se esperaba la respuesta del moreno a su toque en la nuca, y verle pegar un bote le hizo quedarse muy quieto en el sitio. No comprendía lo que había pasado y el rubor del irrense le confundía más. Cuando le preguntó por qué lo había hecho casi se sintió culpable. Ya iba a pedir perdón por si las moscas, pero este se explicó y el australiano no pudo evitar reírse en su cara. Se tapó la boca para callarse y sacudió la otra mano frente su rostro, agachando la cabeza en gesto de disculpa.
—¡Perdón, perdón! Es que... ¿tienes cosquillas ahí, tío? ¿En serio? —sonrió, mirando con curiosidad y disimulo el sonrojo del otro—. Creo que me lo dijiste una vez pero... no me acordaba. Perdona. No iba con maldad —su sonrisa se tornó maliciosa, lo suficiente como para que Milo lo notase. Habló en voz más baja—. Las siguientes sí.
En realidad a Rox no le convencía nada aquella explicación: un respingo sí era normal de cosquillas, ¿pero el rubor y esa expresión? Sus propias mejillas volvieron a colorearse levemente, como contagiadas por las de su amigo. No recordaba haberle visto tan inquieto por nada similar. Era una zona sensible, eso estaba claro, y ante la duda mejor no tontear mucho con ello. Ya le preguntaría a Rena si aquello era...
Carraspeó. Si pensaba demasiado en las posibilidades le entrarían ganas de golpearse la cara, hundirse en la silla y desaparecer gritando.
—Pues ve diciéndole al jefazo que tienes que imprimir. Quiero cosas que colgar en la pared. Además sales muy bien —añadió en seguida mirando la foto, dando golpecitos a la mesa con los nudillos. Verse juntos en ella le provocó un pinchazo en el pecho y su nerviosismo se acrecentó. Procuró continuar rápidamente—. Y de paso podrías imprimir las viejas, las de cuando nos cortamos el pelo. Esas estaban guay.
Guardó silencio unos segundos, pensando en lo mucho que había cambiado desde entonces. Los cambios más obvios eran los físicos: desde rasgos más maduros y masculinos a la desaparición drástica de otros, tener la voz más grave o los tatuajes, pero los cambios que tenía en mente en aquel instante eran los de otro tipo. Aquellos que no se veían en su cuerpo.
—Parece que ha pasado una eternidad... —murmuró. Sin embargo otra cosa le rondaba y, aprovechando que la galería del irrense seguía abierta, se lanzó. Total, de perdidos al río. Se acomodó en el asiento y no despegó los ojos de la foto cuando preguntó:—. ¿Has tenido pareja alguna vez, Milo? —puede que hiciera algo que no debía, pero de otras maneras no habría podido hacer esa pregunta sin deshacerse en mil trozos inseguros después. Se obligó a creer que no era para tanto, algo entre colegas, y aquella pequeña mentira le hizo mantener la compostura. Su cerebro se amoldó al rol—. O sea, no es que hagas daño a la vista precisamente, y me dijiste que los ojos dorados eran poco comunes en Irraria —se fijó en los ojos del chico en la pantalla, notando su pulso subir y bajar confuso con la calma que sentía. Aquello era como hacer teatro recordando muy vagamente que tienes pánico escénico—. En la tierra es que ni existen. Encima eres tope alto. Fijo tenías un club de fans.
Se atrevió a mirar al Milo real, no a la proyección, sonriendo como si tal cosa... «Como si no fuera yo gay ni nada, no.»
Sin embargo Rox no se esperaba la respuesta del moreno a su toque en la nuca, y verle pegar un bote le hizo quedarse muy quieto en el sitio. No comprendía lo que había pasado y el rubor del irrense le confundía más. Cuando le preguntó por qué lo había hecho casi se sintió culpable. Ya iba a pedir perdón por si las moscas, pero este se explicó y el australiano no pudo evitar reírse en su cara. Se tapó la boca para callarse y sacudió la otra mano frente su rostro, agachando la cabeza en gesto de disculpa.
—¡Perdón, perdón! Es que... ¿tienes cosquillas ahí, tío? ¿En serio? —sonrió, mirando con curiosidad y disimulo el sonrojo del otro—. Creo que me lo dijiste una vez pero... no me acordaba. Perdona. No iba con maldad —su sonrisa se tornó maliciosa, lo suficiente como para que Milo lo notase. Habló en voz más baja—. Las siguientes sí.
En realidad a Rox no le convencía nada aquella explicación: un respingo sí era normal de cosquillas, ¿pero el rubor y esa expresión? Sus propias mejillas volvieron a colorearse levemente, como contagiadas por las de su amigo. No recordaba haberle visto tan inquieto por nada similar. Era una zona sensible, eso estaba claro, y ante la duda mejor no tontear mucho con ello. Ya le preguntaría a Rena si aquello era...
Carraspeó. Si pensaba demasiado en las posibilidades le entrarían ganas de golpearse la cara, hundirse en la silla y desaparecer gritando.
—Pues ve diciéndole al jefazo que tienes que imprimir. Quiero cosas que colgar en la pared. Además sales muy bien —añadió en seguida mirando la foto, dando golpecitos a la mesa con los nudillos. Verse juntos en ella le provocó un pinchazo en el pecho y su nerviosismo se acrecentó. Procuró continuar rápidamente—. Y de paso podrías imprimir las viejas, las de cuando nos cortamos el pelo. Esas estaban guay.
Guardó silencio unos segundos, pensando en lo mucho que había cambiado desde entonces. Los cambios más obvios eran los físicos: desde rasgos más maduros y masculinos a la desaparición drástica de otros, tener la voz más grave o los tatuajes, pero los cambios que tenía en mente en aquel instante eran los de otro tipo. Aquellos que no se veían en su cuerpo.
—Parece que ha pasado una eternidad... —murmuró. Sin embargo otra cosa le rondaba y, aprovechando que la galería del irrense seguía abierta, se lanzó. Total, de perdidos al río. Se acomodó en el asiento y no despegó los ojos de la foto cuando preguntó:—. ¿Has tenido pareja alguna vez, Milo? —puede que hiciera algo que no debía, pero de otras maneras no habría podido hacer esa pregunta sin deshacerse en mil trozos inseguros después. Se obligó a creer que no era para tanto, algo entre colegas, y aquella pequeña mentira le hizo mantener la compostura. Su cerebro se amoldó al rol—. O sea, no es que hagas daño a la vista precisamente, y me dijiste que los ojos dorados eran poco comunes en Irraria —se fijó en los ojos del chico en la pantalla, notando su pulso subir y bajar confuso con la calma que sentía. Aquello era como hacer teatro recordando muy vagamente que tienes pánico escénico—. En la tierra es que ni existen. Encima eres tope alto. Fijo tenías un club de fans.
Se atrevió a mirar al Milo real, no a la proyección, sonriendo como si tal cosa... «Como si no fuera yo gay ni nada, no.»
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Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
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● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
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Re: Biblioteca Mágica
14/03/20, 12:20 am
Milo, aún con los nervios a flor de piel, intentó no tomarse en serio la última amenaza de Rox y logró dedicarle una mueca burlona como respuesta a su sonrisa maliciosa, pero en el fondo le asustaba aquella amenaza.
«Que vergüenza, joder… » pensó para sí mientras observaba la foto que se acababan de hacer, tratando de que la turbación no se le notara en la cara. Aún sentía el cosquilleo en la nuca y tenía que contenerse para no volver a llevarse la mano hacia el cuello.
—Se lo diré en cuanto lo vea, pero no seas cabrón con las cosquillas… —le respondió con una media sonrisa, retrocediendo en la galería hasta encontrar las imágenes que el cambiante acababa de mencionar.
Era cierto que en aquellas fotos también salían bien y resultaba bonito imaginarlas colgadas en una pared, como si fueran parte del mural de recuerdos de cualquier adolescente normal. Durante unos segundos ése y otros pensamientos similares a los que rondaban la mente del humano deambularon por la cabeza del brujo, sumiendo el interior de la esfera de silencio en una calma tranquila al enmudecer ambos chicos.
—Y tanto que lo parece… —murmuró en respuesta a la afirmación de su amigo, tamborileando con los dedos de su prótesis sobre la superficie de la mesa.
Rox, aún sentado a su lado, se acomodó en el banco y le lanzó una pregunta que no se esperaba para nada. Milo lo observó unos instantes confuso, volviendo a enrojecer ante tanto piropo, pero carraspeó un poco y se encogió de hombros ante su última afirmación.
—No sabría decirte, la verdad… ¿quién en su sano juicio haría un club de fans entorno a un delincuente? —inquirió con una sonrisa sincera, agitando la mano frente a su rostro en un gesto de negación—. Pero bueno, la respuesta a tu primera pregunta es un no. Nunca he tenido pareja —aclaró sin dar muchos rodeos, evitando mirar al rubio sin saber muy bien porque—. Como podrás comprender alguien en mi situación no es que tuviera mucho tiempo para conocer a gente nueva, y desde luego no lo tenía para empezar una relación con cualquier desconocido… —rió con suavidad, deslizando la mano por su pantalla holográfica para retroceder en la galería.
Sin decir mucho al respecto el irrense le empezó a mostrar a su amigo imágenes de su mundo natal, enseñándole paisajes urbanos que parecían sacados de algún videojuego cyberpunk, fotos de puestos de comida callejeros e instantáneas de algunos de sus compañeros antisistema que le dedicaban a la cámara sonrisas de sana diversión.
—Me metí en todas estas cosas ilegales con trece años recién cumplidos, así que no se puede decir que haya tenido una edad del pavo muy convencional y todo eso —rió con ganas, deteniéndose en una de las primeras fotos que había hecho con su prótesis recién estrenada: una versión mucho más joven de su rostro posando muy orgulloso junto a un grafiti en colores neón que ocupaba toda la fachada de un almacén—. Recuerdo muy bien este día, ¿sabes? Creo que aún conservo alguna cicatriz en el trasero de la tunda que me dio mi madre cuando se enteró… —dijo con una media sonrisa, su mirada algo borrosa mientras su mente se perdía en el pasado.
Casi se podía ver la duda en sus gestos cuando el moreno acercó los dedos a la pantalla para pasar a la siguiente imagen y, cuando lo hizo, una irrense de pelo negro apareció en el aire frente a él. En el rostro de la mujer se podía notar el cansancio, pero a pesar de todo sonreía orgullosa al fotógrafo y sus ojos dorados parecían iluminar el mundo.
«Que vergüenza, joder… » pensó para sí mientras observaba la foto que se acababan de hacer, tratando de que la turbación no se le notara en la cara. Aún sentía el cosquilleo en la nuca y tenía que contenerse para no volver a llevarse la mano hacia el cuello.
—Se lo diré en cuanto lo vea, pero no seas cabrón con las cosquillas… —le respondió con una media sonrisa, retrocediendo en la galería hasta encontrar las imágenes que el cambiante acababa de mencionar.
Era cierto que en aquellas fotos también salían bien y resultaba bonito imaginarlas colgadas en una pared, como si fueran parte del mural de recuerdos de cualquier adolescente normal. Durante unos segundos ése y otros pensamientos similares a los que rondaban la mente del humano deambularon por la cabeza del brujo, sumiendo el interior de la esfera de silencio en una calma tranquila al enmudecer ambos chicos.
—Y tanto que lo parece… —murmuró en respuesta a la afirmación de su amigo, tamborileando con los dedos de su prótesis sobre la superficie de la mesa.
Rox, aún sentado a su lado, se acomodó en el banco y le lanzó una pregunta que no se esperaba para nada. Milo lo observó unos instantes confuso, volviendo a enrojecer ante tanto piropo, pero carraspeó un poco y se encogió de hombros ante su última afirmación.
—No sabría decirte, la verdad… ¿quién en su sano juicio haría un club de fans entorno a un delincuente? —inquirió con una sonrisa sincera, agitando la mano frente a su rostro en un gesto de negación—. Pero bueno, la respuesta a tu primera pregunta es un no. Nunca he tenido pareja —aclaró sin dar muchos rodeos, evitando mirar al rubio sin saber muy bien porque—. Como podrás comprender alguien en mi situación no es que tuviera mucho tiempo para conocer a gente nueva, y desde luego no lo tenía para empezar una relación con cualquier desconocido… —rió con suavidad, deslizando la mano por su pantalla holográfica para retroceder en la galería.
Sin decir mucho al respecto el irrense le empezó a mostrar a su amigo imágenes de su mundo natal, enseñándole paisajes urbanos que parecían sacados de algún videojuego cyberpunk, fotos de puestos de comida callejeros e instantáneas de algunos de sus compañeros antisistema que le dedicaban a la cámara sonrisas de sana diversión.
—Me metí en todas estas cosas ilegales con trece años recién cumplidos, así que no se puede decir que haya tenido una edad del pavo muy convencional y todo eso —rió con ganas, deteniéndose en una de las primeras fotos que había hecho con su prótesis recién estrenada: una versión mucho más joven de su rostro posando muy orgulloso junto a un grafiti en colores neón que ocupaba toda la fachada de un almacén—. Recuerdo muy bien este día, ¿sabes? Creo que aún conservo alguna cicatriz en el trasero de la tunda que me dio mi madre cuando se enteró… —dijo con una media sonrisa, su mirada algo borrosa mientras su mente se perdía en el pasado.
Casi se podía ver la duda en sus gestos cuando el moreno acercó los dedos a la pantalla para pasar a la siguiente imagen y, cuando lo hizo, una irrense de pelo negro apareció en el aire frente a él. En el rostro de la mujer se podía notar el cansancio, pero a pesar de todo sonreía orgullosa al fotógrafo y sus ojos dorados parecían iluminar el mundo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Biblioteca Mágica
15/03/20, 02:09 am
—Yo —respondió con mucha naturalidad y pasmosa velocidad, sin pensar. Por desgracia al ser consciente de lo que acababa de decir su coraza mental se resquebrajó. Un leve rubor subió a sus mejillas, pero se apuró en tapar la grieta y retomar el rol—. Eres un hacker antisistema. Eso mola muchísimo. En la Tierra es un concepto super popular.
«¡Disimula, cabrón!»
Siguió escuchando al moreno, pero todo lo nuevo que le contaba hacía que fuera más y más difícil mantener aquellos cambios invisibles. No pudo sino mirar al chico con incredulidad y el corazón algo más agitado. No es que le hiciera ilusión la ridiculez de que Milo estuviera "sin estrenar", sino que... había huecos a distintas posibilidades que no escaparon a sus oídos. Había dicho "pareja" por tener un término neutral y esperaba escuchar concretamente la palabra "novia” en boca del otro, tuviese el brujo experiencia o no, y sin embargo... no fue el caso. Para añadir más leña al fuego este había usado el masculino en "desconocido". Aquellos eran pequeños detalles en el lenguaje que para el cambiante significaban un mundo. Puede que estuviera leyendo más de la cuenta, pero en su situación Rox se aferraba a la esperanza como a un clavo ardiendo.
Hubo un cambio en su respiración, otro más sutil en su lenguaje corporal, a dos aguas de tenso y emocionado. Tragó saliva y se aseguró de no estar apretando los puños.
—Pues... menudo partidazo que se pierden.
Se llevó una mano al colgante, nervioso. Sus cumplidos ya no salían con tanta soltura ni colegueo como antes. Había más carga emocional y de sinceridad.
Gracias a todos los dioses de la ciudad, Milo le dio algo más en lo que centrarse. Ya había visto fotos de Irraria y no se cansaba de ellas, pero, a diferencia de tantas otras veces, en esta ocasión le mostró algo más allá de las calles. Observó a sus amigos, cada selfie y local maltrecho en el que aparecían, a un Milo más joven con aún más aires de macarra... y a su madre.
—¿¡Ese eres tú!? —preguntó entre risas antes de llegar a esa última foto. Llevaba un buen rato sonriendo, y solo se dio cuenta cuando notó las mejillas tirantes. Que Milo no hubiera tenido pareja antes le resultaba impresionante, pero que se hubiera metido a antisistema tan enano era de otro calibre. Por sorprenderle le sorprendía hasta pensar que ese graffiti lo hubiera hecho él—. ¡¡Dios, que renacuajo!! ¡¿Ya eras un golfo con 13 años?!
Con una carcajada se reacomodó en su asiento para verlo mejor, fijándose en todo detalle, divertido. Iba a hacer un comentario burlón sobre esa regañina que había recibido, pero se calló al tiempo de verle dudar. El rubio se relajó y guardó silencio unos segundos cuando la imagen cambió.
—¿Es tu madre...? —la respuesta era obvia. Se fijó en sus ojos, tan bonitos como los de su hijo. Luego sonrió—. Te pareces muchísimo a ella...
Después de fijarse en sus similitudes le miró de reojo, atento. Podía imaginarse el dolor que supondría para él ver aquellas fotos. Si el coreano tenía una mala relación con sus padres y aún así les echaba de menos, Milo entonces...
Tras unos instantes de duda le puso una mano sobre el hombro y lo estrechó, dándole fuerzas.
—Es muy guapa. Deberías hacerle una visita ahora que puedes —no quería meterse en temas complicados, pero sentía que debía decirlo. Él no podría ver a sus padres ni aunque quisiera—. ¿Tenías una hermana pequeña, no? ¿Tienes fotos suyas?
Añadió, procurando que el irrense no decayese en ánimos.
«¡Disimula, cabrón!»
Siguió escuchando al moreno, pero todo lo nuevo que le contaba hacía que fuera más y más difícil mantener aquellos cambios invisibles. No pudo sino mirar al chico con incredulidad y el corazón algo más agitado. No es que le hiciera ilusión la ridiculez de que Milo estuviera "sin estrenar", sino que... había huecos a distintas posibilidades que no escaparon a sus oídos. Había dicho "pareja" por tener un término neutral y esperaba escuchar concretamente la palabra "novia” en boca del otro, tuviese el brujo experiencia o no, y sin embargo... no fue el caso. Para añadir más leña al fuego este había usado el masculino en "desconocido". Aquellos eran pequeños detalles en el lenguaje que para el cambiante significaban un mundo. Puede que estuviera leyendo más de la cuenta, pero en su situación Rox se aferraba a la esperanza como a un clavo ardiendo.
Hubo un cambio en su respiración, otro más sutil en su lenguaje corporal, a dos aguas de tenso y emocionado. Tragó saliva y se aseguró de no estar apretando los puños.
—Pues... menudo partidazo que se pierden.
Se llevó una mano al colgante, nervioso. Sus cumplidos ya no salían con tanta soltura ni colegueo como antes. Había más carga emocional y de sinceridad.
Gracias a todos los dioses de la ciudad, Milo le dio algo más en lo que centrarse. Ya había visto fotos de Irraria y no se cansaba de ellas, pero, a diferencia de tantas otras veces, en esta ocasión le mostró algo más allá de las calles. Observó a sus amigos, cada selfie y local maltrecho en el que aparecían, a un Milo más joven con aún más aires de macarra... y a su madre.
—¿¡Ese eres tú!? —preguntó entre risas antes de llegar a esa última foto. Llevaba un buen rato sonriendo, y solo se dio cuenta cuando notó las mejillas tirantes. Que Milo no hubiera tenido pareja antes le resultaba impresionante, pero que se hubiera metido a antisistema tan enano era de otro calibre. Por sorprenderle le sorprendía hasta pensar que ese graffiti lo hubiera hecho él—. ¡¡Dios, que renacuajo!! ¡¿Ya eras un golfo con 13 años?!
Con una carcajada se reacomodó en su asiento para verlo mejor, fijándose en todo detalle, divertido. Iba a hacer un comentario burlón sobre esa regañina que había recibido, pero se calló al tiempo de verle dudar. El rubio se relajó y guardó silencio unos segundos cuando la imagen cambió.
—¿Es tu madre...? —la respuesta era obvia. Se fijó en sus ojos, tan bonitos como los de su hijo. Luego sonrió—. Te pareces muchísimo a ella...
Después de fijarse en sus similitudes le miró de reojo, atento. Podía imaginarse el dolor que supondría para él ver aquellas fotos. Si el coreano tenía una mala relación con sus padres y aún así les echaba de menos, Milo entonces...
Tras unos instantes de duda le puso una mano sobre el hombro y lo estrechó, dándole fuerzas.
—Es muy guapa. Deberías hacerle una visita ahora que puedes —no quería meterse en temas complicados, pero sentía que debía decirlo. Él no podría ver a sus padres ni aunque quisiera—. ¿Tenías una hermana pequeña, no? ¿Tienes fotos suyas?
Añadió, procurando que el irrense no decayese en ánimos.
- ♪♫♬:
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Biblioteca Mágica
23/03/20, 01:06 am
—En Irraria no está tan bien visto —respondió con un encogimiento de hombros—. Hay mucha gente que está descontenta con el gobierno, pero incluso entre esas personas muchos son de la opinión de que no hacer alboroto y mantener la cabeza gacha es una buena forma de mantener una vida estable —aclaró con un deje de voz. Se podía percibir cierto desdén en sus palabras, pero fue algo fugaz, pues el propio irrense decidió no seguir por aquellos derroteros—. No es algo que importe mucho ahora, de todos modos, ni es buena idea que me ponga a divagar sobre política alienígena. —dijo esbozando una sonrisa triste, hundiendo su mano derecha en Cobrecito a modo de pelota antiestrés.
No le apetecía pensar en aquel tipo de cosas, no en aquel momento, pues aunque tenía asuntos pendientes en Irraria prefería disfrutar aquel rato en compañía de su amigo sin malos rollos y mierdas de por medio.
«Va a pensar que eres un intensito o algo así… » se recriminó, tan avergonzado por ello que no se percató del sutil cambio en el lenguaje corporal del humano a su lado.
—No creas, tío—rió con ganas, sonrojándose ligeramente ante tanto piropo inmerecido—. Además, el delito de asociación criminal no es un aliciente romántico para todo el mundo, ¿sabes? —comentó con una mueca burlona, no queriendo imaginarse cómo repercutiría algo así en una vida en pareja.
El cambiante parecía estar disfrutando con las fotos que le estaba mostrando, cosa que el moreno agradeció en silencio pues tampoco quería aburrirle, y cuando se rió al verle junto al grafiti no pudo evitar que se le contagiaran las carcajadas.
—Pues si ves la cresta que llevaba en aquellos días a lo mejor te caes de culo. —afirmó, poniendo los ojos en blanco al recordarlo. Se le antojaba una época muy lejana en la que para su propia vergüenza había hecho muchas estupideces.
Rox reconoció a la mujer de la foto sin problema, pues el parecido era muy evidente, pero en opinión del norteño su madre era muchísimo más guapa que él.
—Es complicado —murmuró con cierto pesar, observando durante unos segundos interminables la imagen holográfica—. Aunque me haya convertido en un intocable para el SGR al ser un “elegido” de Rocavaracnolia nada me asegura que ese indulto se extienda a mi familia si descubren con quién estoy emparentado —explicó con el ceño fruncido—. Al salirme del sistema conseguí protegerlos borrando cualquier registro digital de nuestro emparentamiento, pero si vuelvo por allí y descubren que es mi madre… —dejó la frase en el aire, resistiéndose a plasmar en voz alta sus temores, pero sacudió la cabeza y se centró en las otras dos preguntas del australiano.
Retrocedió un poco más en la galería hasta dar con una foto en la que salían sus dos hermanas pequeñas. Eran de la misma edad, ambas de la misma camada, y aunque eso las convertía en sus hermanastras a ojos de la sociedad irrense para el hacker eran mucho más que eso. Una era morena como él, pero la otra tenía el pelo rubio ceniza, y ambas compartían los traviesos ojos verdes de su padre.
—Dos en realidad, Impa y Tisca —respondió, sonriendo estúpidamente mientras le enseñaba a su amigo la instantánea—. Dos auténticos trastos... seguro que te caerían genial. —añadió con voz suave.
No le apetecía pensar en aquel tipo de cosas, no en aquel momento, pues aunque tenía asuntos pendientes en Irraria prefería disfrutar aquel rato en compañía de su amigo sin malos rollos y mierdas de por medio.
«Va a pensar que eres un intensito o algo así… » se recriminó, tan avergonzado por ello que no se percató del sutil cambio en el lenguaje corporal del humano a su lado.
—No creas, tío—rió con ganas, sonrojándose ligeramente ante tanto piropo inmerecido—. Además, el delito de asociación criminal no es un aliciente romántico para todo el mundo, ¿sabes? —comentó con una mueca burlona, no queriendo imaginarse cómo repercutiría algo así en una vida en pareja.
El cambiante parecía estar disfrutando con las fotos que le estaba mostrando, cosa que el moreno agradeció en silencio pues tampoco quería aburrirle, y cuando se rió al verle junto al grafiti no pudo evitar que se le contagiaran las carcajadas.
—Pues si ves la cresta que llevaba en aquellos días a lo mejor te caes de culo. —afirmó, poniendo los ojos en blanco al recordarlo. Se le antojaba una época muy lejana en la que para su propia vergüenza había hecho muchas estupideces.
Rox reconoció a la mujer de la foto sin problema, pues el parecido era muy evidente, pero en opinión del norteño su madre era muchísimo más guapa que él.
—Es complicado —murmuró con cierto pesar, observando durante unos segundos interminables la imagen holográfica—. Aunque me haya convertido en un intocable para el SGR al ser un “elegido” de Rocavaracnolia nada me asegura que ese indulto se extienda a mi familia si descubren con quién estoy emparentado —explicó con el ceño fruncido—. Al salirme del sistema conseguí protegerlos borrando cualquier registro digital de nuestro emparentamiento, pero si vuelvo por allí y descubren que es mi madre… —dejó la frase en el aire, resistiéndose a plasmar en voz alta sus temores, pero sacudió la cabeza y se centró en las otras dos preguntas del australiano.
Retrocedió un poco más en la galería hasta dar con una foto en la que salían sus dos hermanas pequeñas. Eran de la misma edad, ambas de la misma camada, y aunque eso las convertía en sus hermanastras a ojos de la sociedad irrense para el hacker eran mucho más que eso. Una era morena como él, pero la otra tenía el pelo rubio ceniza, y ambas compartían los traviesos ojos verdes de su padre.
—Dos en realidad, Impa y Tisca —respondió, sonriendo estúpidamente mientras le enseñaba a su amigo la instantánea—. Dos auténticos trastos... seguro que te caerían genial. —añadió con voz suave.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Biblioteca Mágica
25/03/20, 05:40 pm
”Además, el delito de asociación criminal no es un aliciente romántico para todo el mundo, ¿sabes?"
«Pues menuda suerte la mía...»
Rox apartó la mano mientras Milo se explicaba, serio. Sabía que la situación del irrense era como poco delicada, pero lo cierto es que para él era un tema tan ficticio que le costaba pararse a pensar en todo lo que conllevaba que fuera un delincuente antisistema. No sabía que era peor, que te impidiesen volver con tu familia o poder hacerlo pero poniéndoles en riesgo. Guardó silencio.
El moreno le enseñó las que -a sus ojos humanos- eran sus hermanas, haciéndole recuperar la sonrisa. La mención de sus nombres consiguió sacarle una carcajada.
—Tienen nombre como de dúo cómico. Fijo que les pega llamarse así —comentó divertido. Le daba mucha lástima no poder conocerlas, más aún que Milo no pudiera volver a verlas, y es que no había podido quitarse de encima todo lo que le había dicho antes. El rubio rebuscaba ideas como podía. No quería dejarlo ahí—. ¿No hay manera de que las veas? ¿Y si...? ¿Y si me transformo en ti? —su tono no era muy convincente, pero tampoco es que fuera una mente maestra ideando planes—. Puedo montar un espectáculo, pasearme por ahí y llamar la atención de la gente, ¡y tú mientras te escabulles y las visitas! ¿Eh?
Dicho en voz alta no sonaba... ni tan mal. Le daría pena no poder conocerlas personalmente, pero quizás pudiera ayudar. No era un plan completo ni mucho menos, se lo había sacado de la manga sin pensar y tenía tantos agujeros como un queso cheddar, pero la idea le animó.
—Y si quieres me pongo una cresta... —dijo por lo bajo, burlón, seguido de una risa—. Pero no, en serio, ¡he estado practicando y diría que mis transformaciones son muy convincentes! No puedo imitar voces pero nadie tiene porqué enterarse. Y puedo decir que perdiste el brazo por la transformación o algo así, o me pongo uno de chapa. Creo que Arcan perdió la mano y le volvió a crecer otra con la Luna.
A lo mejor nada de eso llegaba a puerto, pero quería que el chico supiese que dispuesto estaba. Como para chincharle más sus facciones cambiaron hasta hacerse un morro irrense, moviendo seguidamente la nariz como si de un conejo se tratase. Le dedicó una sonrisa gatuna, espectante.
«Pues menuda suerte la mía...»
Rox apartó la mano mientras Milo se explicaba, serio. Sabía que la situación del irrense era como poco delicada, pero lo cierto es que para él era un tema tan ficticio que le costaba pararse a pensar en todo lo que conllevaba que fuera un delincuente antisistema. No sabía que era peor, que te impidiesen volver con tu familia o poder hacerlo pero poniéndoles en riesgo. Guardó silencio.
El moreno le enseñó las que -a sus ojos humanos- eran sus hermanas, haciéndole recuperar la sonrisa. La mención de sus nombres consiguió sacarle una carcajada.
—Tienen nombre como de dúo cómico. Fijo que les pega llamarse así —comentó divertido. Le daba mucha lástima no poder conocerlas, más aún que Milo no pudiera volver a verlas, y es que no había podido quitarse de encima todo lo que le había dicho antes. El rubio rebuscaba ideas como podía. No quería dejarlo ahí—. ¿No hay manera de que las veas? ¿Y si...? ¿Y si me transformo en ti? —su tono no era muy convincente, pero tampoco es que fuera una mente maestra ideando planes—. Puedo montar un espectáculo, pasearme por ahí y llamar la atención de la gente, ¡y tú mientras te escabulles y las visitas! ¿Eh?
Dicho en voz alta no sonaba... ni tan mal. Le daría pena no poder conocerlas personalmente, pero quizás pudiera ayudar. No era un plan completo ni mucho menos, se lo había sacado de la manga sin pensar y tenía tantos agujeros como un queso cheddar, pero la idea le animó.
—Y si quieres me pongo una cresta... —dijo por lo bajo, burlón, seguido de una risa—. Pero no, en serio, ¡he estado practicando y diría que mis transformaciones son muy convincentes! No puedo imitar voces pero nadie tiene porqué enterarse. Y puedo decir que perdiste el brazo por la transformación o algo así, o me pongo uno de chapa. Creo que Arcan perdió la mano y le volvió a crecer otra con la Luna.
A lo mejor nada de eso llegaba a puerto, pero quería que el chico supiese que dispuesto estaba. Como para chincharle más sus facciones cambiaron hasta hacerse un morro irrense, moviendo seguidamente la nariz como si de un conejo se tratase. Le dedicó una sonrisa gatuna, espectante.
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- Red
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Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Biblioteca Mágica
30/03/20, 12:13 am
Lo del dúo cómico le hizo reír a carcajadas, pues era muy apropiado para aquellas dos, pero inevitablemente la risa se fue apagando al volver a pensar en las consecuencias que tenían las decisiones que había tomado a lo largo de su vida. Era difícil tratar de ser positivo en aquella situación, pues la cercanía de un amigo solo facilitaba que bajara las defensas y que aquello le afectara más, pero el brujo puso todo de su parte para no dejarse arrastrar a aquel pozo de impotencia.
Fue gracias a Rox, de hecho, que lo consiguió, pues su sugerencia le hizo voltear a mirarle con mucha atención y apartó los malos pensamientos de su mente. Mientras el cambiante exponía el esqueleto de su plan la mente del hacker ya había empezado a trabajar a toda velocidad.
—Podría funcionar, sin duda —respondió en un momento dado con expresión pensativa, volviendo a sonreír a pesar de todo cuando mencionó lo de la cresta—. Y quizás no solo para ver a mi familia… —murmuró para sí, resistiéndose a contarle nada al australiano por el momento de lo que se le acababa de ocurrir—. Muchas gracias por el ofrecimiento Rox, de verdad. —agradeció en voz alta con una profunda inclinación de cabeza, devolviéndole el apretón afectuoso que el muchacho le había dedicado hacía unos minutos.
Reencontrarse con su madre y sus hermanas era algo que necesitaba hacer, pues las echaba de menos, pero su vena antisistema le gritaba que las capacidades de su amigo podrían ser una buena baza para liberar a sus compañeros irrenses de prisión. Dichos pensamientos le hacían sentirse culpable, pues le daba la impresión de que se estaba aprovechando del ofrecimiento altruista del rubio, y no quería imaginarse qué cara pondría el otro si se le ocurría sacar el tema de sopetón.
«Eres de lo que no hay, Milo… » pensó para sí, frotándose el puente del hocico con impotencia.
No dejó de prestar atención a las palabras del coreano en ningún momento, a pesar de todo, y por ellas se percató de que el cambiante no sabía mucho de la política rocavarancolesa en Irraria. Tenía sentido, pues no le habían hablado del tema por ser un tanto desagradable y vergonzoso, pero iba siendo hora de ponerle al día
—Esa excusa no va a servir, Rox, nadie en mi mundo sabe lo que sucede realmente en esta ciudad y nos está prohibido hablar de transformaciones y todo eso —rió con suavidad, imitando el movimiento del hocico del rubio con soltura—. Allí creen que los elegidos de Rocavarancolia se van a estudiar magia con seres superiores, más o menos, y se omiten todos los detalles sobre cribas sangrientas, monstruos y Lunas Rojas —aclaró, encogiéndose de hombros con pesar—. Tendríamos que pensar en un hechizo que consiguiera que tu brazo diera el pego como prótesis cibernética… ¿quizás algo de ilusión? ¿Cómo consigue Kin que no le miren raro con esos cuernos que gasta? —preguntó en voz alta, alargando la mano hacia el grimorio de hechizos en busca de un índice.
Fue gracias a Rox, de hecho, que lo consiguió, pues su sugerencia le hizo voltear a mirarle con mucha atención y apartó los malos pensamientos de su mente. Mientras el cambiante exponía el esqueleto de su plan la mente del hacker ya había empezado a trabajar a toda velocidad.
—Podría funcionar, sin duda —respondió en un momento dado con expresión pensativa, volviendo a sonreír a pesar de todo cuando mencionó lo de la cresta—. Y quizás no solo para ver a mi familia… —murmuró para sí, resistiéndose a contarle nada al australiano por el momento de lo que se le acababa de ocurrir—. Muchas gracias por el ofrecimiento Rox, de verdad. —agradeció en voz alta con una profunda inclinación de cabeza, devolviéndole el apretón afectuoso que el muchacho le había dedicado hacía unos minutos.
Reencontrarse con su madre y sus hermanas era algo que necesitaba hacer, pues las echaba de menos, pero su vena antisistema le gritaba que las capacidades de su amigo podrían ser una buena baza para liberar a sus compañeros irrenses de prisión. Dichos pensamientos le hacían sentirse culpable, pues le daba la impresión de que se estaba aprovechando del ofrecimiento altruista del rubio, y no quería imaginarse qué cara pondría el otro si se le ocurría sacar el tema de sopetón.
«Eres de lo que no hay, Milo… » pensó para sí, frotándose el puente del hocico con impotencia.
No dejó de prestar atención a las palabras del coreano en ningún momento, a pesar de todo, y por ellas se percató de que el cambiante no sabía mucho de la política rocavarancolesa en Irraria. Tenía sentido, pues no le habían hablado del tema por ser un tanto desagradable y vergonzoso, pero iba siendo hora de ponerle al día
—Esa excusa no va a servir, Rox, nadie en mi mundo sabe lo que sucede realmente en esta ciudad y nos está prohibido hablar de transformaciones y todo eso —rió con suavidad, imitando el movimiento del hocico del rubio con soltura—. Allí creen que los elegidos de Rocavarancolia se van a estudiar magia con seres superiores, más o menos, y se omiten todos los detalles sobre cribas sangrientas, monstruos y Lunas Rojas —aclaró, encogiéndose de hombros con pesar—. Tendríamos que pensar en un hechizo que consiguiera que tu brazo diera el pego como prótesis cibernética… ¿quizás algo de ilusión? ¿Cómo consigue Kin que no le miren raro con esos cuernos que gasta? —preguntó en voz alta, alargando la mano hacia el grimorio de hechizos en busca de un índice.
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Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
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Re: Biblioteca Mágica
01/04/20, 01:04 am
Rox se sorprendió de que su idea no cayera en saco roto, orgulloso de haber tenido cerebro suficiente para sacar algo decente de verdad. Especialmente si su amigo ya era un veterano de las ilegalidades y planes criminales. Alzó una ceja con el comentario pasajero de que podía usarlo para otras cosas, pero no preguntó de primeras.
—¡Tío, yo que sé! Tú te crees que me conozco las movidas místicas que tienen los mundos con Rocavarancolia? Si no me sé ni las de mi mundo —añadió, burlón. Luego se hundió en su asiento—. Tiene que haber magia para eso. Si hay magia hasta para burbujas insonoras, lo de los disfraces es como básico de fantasía. Menos mal que tú eres facilito de copiar y pasas desapercibido, te llegan a tocar cambios más bruscos y... chungo.
Observó al irrense rebuscando en el grimorio, dejando reposar las manos sobre su estómago con clara pereza. Aprovechando que estaba concentrado en otra cosa todo el rostro de Rox comenzó a cambiar: y no solo rostro, la complexión de su cuerpo, su tono de piel, su pelo, sus orejas. En cuanto Milo levantara cabeza tendría sentado a su lado a otro Milo. Teniendo la referencia a escasos centímetros hacer los cambios con precisión le era fácil, y aún así se sacó el ipod del bolsillo del pantalón con disimulo para reflejarse en él, asegurándose de haberse hecho bien la cara. Mentiría si dijera que no tenía sus rasgos muy bien estudiados. Se contuvo en darle un beso a la pantalla, riendo por lo bajo. Seguidamente carraspeó, buscando llamar su atención a la vez que se quitaba el pañuelo del pelo: llevándolo tan corto le hacía poca falta.
—Qué, ¿encuentras algo? —preguntó con aparente desinterés, aún medio recostado en la silla. Cuando sus ojos chocasen el cambiante le sacaría la lengua, sonriendo maliciosamente—. Me falta el brazo, tú verás como me lo haces, brujo.
Y dicho lo cual levantó el brazo izquierdo, el mismo en el que sujetaba su bandana negra como si fuera un banderín de salida.
—¡Tío, yo que sé! Tú te crees que me conozco las movidas místicas que tienen los mundos con Rocavarancolia? Si no me sé ni las de mi mundo —añadió, burlón. Luego se hundió en su asiento—. Tiene que haber magia para eso. Si hay magia hasta para burbujas insonoras, lo de los disfraces es como básico de fantasía. Menos mal que tú eres facilito de copiar y pasas desapercibido, te llegan a tocar cambios más bruscos y... chungo.
Observó al irrense rebuscando en el grimorio, dejando reposar las manos sobre su estómago con clara pereza. Aprovechando que estaba concentrado en otra cosa todo el rostro de Rox comenzó a cambiar: y no solo rostro, la complexión de su cuerpo, su tono de piel, su pelo, sus orejas. En cuanto Milo levantara cabeza tendría sentado a su lado a otro Milo. Teniendo la referencia a escasos centímetros hacer los cambios con precisión le era fácil, y aún así se sacó el ipod del bolsillo del pantalón con disimulo para reflejarse en él, asegurándose de haberse hecho bien la cara. Mentiría si dijera que no tenía sus rasgos muy bien estudiados. Se contuvo en darle un beso a la pantalla, riendo por lo bajo. Seguidamente carraspeó, buscando llamar su atención a la vez que se quitaba el pañuelo del pelo: llevándolo tan corto le hacía poca falta.
—Qué, ¿encuentras algo? —preguntó con aparente desinterés, aún medio recostado en la silla. Cuando sus ojos chocasen el cambiante le sacaría la lengua, sonriendo maliciosamente—. Me falta el brazo, tú verás como me lo haces, brujo.
Y dicho lo cual levantó el brazo izquierdo, el mismo en el que sujetaba su bandana negra como si fuera un banderín de salida.
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- Red
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● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Biblioteca Mágica
05/04/20, 04:30 pm
Cuando Rox dijo en tono burlón que como iba a conocer la política rocavarancolesa en Irraria si ni siquiera conocía la de la Tierra el brujo esbozó una sonrisa divertida, pero se encogió de hombros y prosiguió con la búsqueda de un hechizo que permitiera alterar la apariencia del brazo de su amigo.
—Seguro que si la hay… —respondió con expresión pensativa a su razonamiento, pasando las páginas a buen ritmo mientras sus ojos recorrían las líneas de texto a gran velocidad—. He oído que una de nuestras vecinas de la Sede es experta en este tipo de magia, de hecho… ¿quizás sea buena idea pedirle consejo? —inquirió sin mirarle todavía.
Independientemente de su respuesta el moreno continuaría con un escrutinio exhaustivo del grimorio que acabaría dando resultados, pues había dado con un sortilegio de ilusión que afectaba a zonas localizadas.
—Creo que sí… este de aquí resulta idóneo, pero también parece bastante complicado —comentó, repasando los pasos y los ensalmos con la punta de los dedos con el ceño fruncido. El gasto mágico también parecía elevado—. ¿Qué opinas? —le preguntó directamente a su compañero girando el libro en su dirección mientras se volteaba para mirarle de nuevo.
No se esperaba la transformación de Rox, pues entre otras cosas su habilidad era tremendamente silenciosa, y cuando se topó con su propio careto devolviéndole una mirada maliciosa el irrense se quedó paralizado con la boca abierta y expresión de confusión.
—¡P-pero eso se avisa, capullo! —logró decir sin tartamudear demasiado en lo que el cerebro volvió a funcionarle, esbozando una sonrisa divertida a pesar de todo—. Sabes lo raro que resulta esto, ¿no? —le preguntó, dedicándole una mueca mientras inclinaba la cabeza inconscientemente como si estuviera delante de un espejo.
A pesar del susto inicial aquello solo contribuía a lo bien que se lo estaba pasando en compañía del australiano.
—Seguro que si la hay… —respondió con expresión pensativa a su razonamiento, pasando las páginas a buen ritmo mientras sus ojos recorrían las líneas de texto a gran velocidad—. He oído que una de nuestras vecinas de la Sede es experta en este tipo de magia, de hecho… ¿quizás sea buena idea pedirle consejo? —inquirió sin mirarle todavía.
Independientemente de su respuesta el moreno continuaría con un escrutinio exhaustivo del grimorio que acabaría dando resultados, pues había dado con un sortilegio de ilusión que afectaba a zonas localizadas.
—Creo que sí… este de aquí resulta idóneo, pero también parece bastante complicado —comentó, repasando los pasos y los ensalmos con la punta de los dedos con el ceño fruncido. El gasto mágico también parecía elevado—. ¿Qué opinas? —le preguntó directamente a su compañero girando el libro en su dirección mientras se volteaba para mirarle de nuevo.
No se esperaba la transformación de Rox, pues entre otras cosas su habilidad era tremendamente silenciosa, y cuando se topó con su propio careto devolviéndole una mirada maliciosa el irrense se quedó paralizado con la boca abierta y expresión de confusión.
—¡P-pero eso se avisa, capullo! —logró decir sin tartamudear demasiado en lo que el cerebro volvió a funcionarle, esbozando una sonrisa divertida a pesar de todo—. Sabes lo raro que resulta esto, ¿no? —le preguntó, dedicándole una mueca mientras inclinaba la cabeza inconscientemente como si estuviera delante de un espejo.
A pesar del susto inicial aquello solo contribuía a lo bien que se lo estaba pasando en compañía del australiano.
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