Biblioteca Mágica

De camino a la biblioteca, Saria se aseguró de dar las gracias de forma efusiva a Dhelian y explicó parte de lo que ocurría a sus amigos, siempre con lagunas y cierto aire de misterio, para que unieran hilos solo con la explicación final. Una vez dentro, se instaló en la mesa que tocaba y sacó de su bolsa sin fondo una bandeja de pastelitos variados. Pidió perdón al medio ghoul por no traer nada de picar para él y esperó a que se reunieran todos.

Una vez estuvieron listos, comenzó:

—Como les he ido contando a ellos —señaló a Dhelian, a Ozz y a Alice—, llevo desde hace meses sintiendo algo perturbador en la ciudad. Algo, no sé el qué, que ha provocado una ola de infortunios que abarca ya buena parte de Rocavarancolia. Se está extendiendo en circulos escalonados y creo que es la razón de todas las muertes que están ocurriendo, la razón también por la que tanta gente duerme mal. —Guardó silencio unos segundos—. Tal vez tenga que ver con lo que pasó a Marsi.

Sacó de su marsupio un mapa idéntico al que enseñó al Consejo y lo extendió sobre la mesa. En él, varios circulos concentricos mostraban las areas de expansión de la mala suerte. El epicentro era una pequeña área en un barrio al sudoeste.

—Hace poco que fui al Castillo y hablé con varios miembros del consejo (tenéis que conocer a dama Gato, que es muy maja). Les enseñé este mismo mapa, les expliqué lo que había descubierto y, por sus respuestas, creo que está pasando algo gordo. —Señaló la leyenda que había dibujado en una esquina del mapa—. Ahí podéis ver los incrementos de mala suerte según la zona.

Esperó a que le echaran un ojo antes de seguir hablando. Mientras tanto, no pudo evitar  mirar las cifras y sentir un escalofrío, acompañado de sus peores pensamientos. Su pelaje se erizó, confiriéndole el aspecto de un pompón negro. La uniformidad en las cifras que mostraba la leyenda era, por sí solo, un mal augurio: ningún accidente podría provocar un caos tan bien ordenado.

El grupo se había reunido donde decía la nota. Kin saludó al llegar y examinó las caras de los presentes con cierto temor de leer en ellas malas noticias. Al menos, no parecía algo urgente, o la nota habría dado más detalles.

Cuando Saria empezó a hablar, el raigaurum apretó los dientes. Lo que decía la mala sombra encajaba con lo que él mismo podía ver, pero saber que no era simple casualidad le había puesto mal cuerpo. Kin se acercó al mapa de Saria para verlo mejor y los garabatos sobre él le parecieron ominosos. ¿Cómo podía ser casual? Y lo que era peor: ¿el consejo sabía algo y todavía no había hecho nada? ¿O era tan terrible que no podían ni decirlo para que no cundiese el pánico?

El raigaurum trató de tranquilizarse convenciéndose de que estaba exagerando la situación. No se había levantado con buen pie, y eso debía estar pasándole factura.
—Pero... ¿tienes alguna idea o teoría sobre el motivo de esto? —dijo dando toquecitos con un nudillo sobre el mapa—. ¿Has visto algo que pueda ser lo que... lo que quiera que se está extendiendo?

A Kin le costaba imaginarse los porcentajes de Saria como algo que no tuviese ninguna forma física. Si aquel infortunio se extendía, ¿partía de algún sitio? ¿Se expandía como un líquido derramándose o se irradiaba desde un único lugar? Sus ojos estaban pegados en la zona del mapa donde los porcentajes eran más elevados.

El kairós se teletransportó a un lugar concreto que había escogido estratégicamente tiempo atrás, libre de paredes y  donde era improbable que hubiese alguien, ya que la biblioteca la visitaba a menudo. Siempre utilizaba la intangibilidad de todas formas, pero las precauciones nunca sobraban por si se encontraba con algún imprevisto. Se encamino hacia las puertas del edificio, donde ya se encontraba reunido un buen grupo alrededor de Saria Omen. Archime saludó escuetamente y se limitó a esperar la explicación de la ordesa. Se inclinó para ver el mapa que la mala sombra les mostraba y comenzó a tratar de analizarlo mientras Saria hablaba.
—Parece que el epicentro se encuentra aquí —intervino tras Kin, señalando una zona al sudoeste del mapa, no demasiado lejos del torreón Maciel—. Tiene que tratarse de algo que se halle en esa zona. Una persona o un objeto que sea el origen de los desastres y esté interfiriendo con el mundo onírico. A juzgar por la forma en la que se produjo la extensión de la influencia del infortunio, es posible que se haya producido un efecto dominó de desgracias, fuese o no intencional. —Hizo una pausa en su razonamiento, antes de alzar la vista del mapa y dirigirla hacia la ordesa—. El hecho de que el Consejo no te proporcionase dos detalles creo que puede deberse a uno de los siguientes motivos: es un asunto demasiado peligroso en el que inmiscuirse o es alguna suerte de proyecto secreto. También cabe la posibilidad de que desconozcan la causa, pero lo considero improbable.

Aunque la bruja le preguntó antes de salir, prefirió esperar a llegar a la Biblioteca para darle sentido a las palabras de la ordesa. Hubo que esperar a que llegasen los demás, como Kin y Archi... y por fin Saria les contó lo que suscitaba tanto misterio. Según hablabla, Alice perdió la sonrisa que había regalado a los irrenses al llegar. Perdió también el apetito adquirido al ver los pastelitos de Saria.

Cuando hablaron los demás, se levantó y se cruzó de brazos. Miraba al mapa y los porcentajes, pero también a las onyces que les vigilaban desde las estanterías.
—No sabía que lo de dormir mal estuviera tan extendido... ni creí que las muertes tuvieran conexión. Sí sospechaba que algo está pasando: hay más onyces que nunca y no es muy buen augurio...

>>Pero... Si dices que podría estar relacionado con Marsi... —les miró, dubitativa, recordando las palabras de Archi—. Sabéis que voy a querer investigarlo. Pero si el propio Consejo no ha sabido decirte más y puede resultar tan peligroso... Creo que me viene grande. ¿No?

Por fin tenían una posible pista... Pero prefería no tener nada. ¿Cómo podía estar su muerte relacionada con esa ola de infortunios? ¿Qué podía haber hecho ella? Ni podrían investigarlo ni podrían pedir ayuda... Y si el Consejo o alguien encontraba a los culpables, ni saciaría su sed de venganza ni tendría que preocuparse por ese dilema. Pero quería preocuparse. Quería tener un motivo. No podía quedarse quieta a esperar que la situación se resolviera por otros medios u otros ciudadanos.

Negó con la cabeza.
—No quiero quedarme sentada a esperar que alguien aclare esto. Podríamos... No sé, tenemos conocidos con más años en la ciudad, podríamos preguntarles. Si nos afecta a todos...

En cuanto llegaron a al Biblioteca, Saria los los llevo a la zona de las maldiciones y cuanto llegaron sus compañeros, aquellos que pudieron llegar oque sus estirges lograron encontrar, Saria comenzó a explicarles el motivo por el que los había llamado a todos. Y desde luego lo que estaba contando no era para nada tranquilizador. La confusión se hizo patente en Evelhan durante algunos momentos mientras escuchaba, no comprendiendo al inicio de que estaba hablando realmente Saria, pero ver como sus amigos, que si aprecian haber captado lo que pasaba aportaban algunas cosas, al fin el brugho empezó, no a entender la situación, sino mas bien asimilarla y no le gustaba un pelo lo que estaba escuchando. Menos cuando Saria menciono a Marsi o que incluso el consejo de la ciudad había recibido esa misma información de la ordesa.

-Ha habido un notorio mal ambiente desde hace tiempo, mis estirges también han estado muy nerviosa últimamente, incluso empezaron a pelearse entre ellas sin razón y por mas que les cuestiono que ocurre ni siquiera ellas saben explicar el motivo, por lo que no son tontas rencillas por comida o sitio donde posarse- sacudió la cabeza el brugho apoyando lo que había dicho Alice sobre las onyces con su propio dominio, sin dejar de observar atentamente el mapa frente a ellos, especialmente la localización señalada por Archi, sintiendo como lentamente se iba formando un nudo en su estomago a tal grado que aunque Saria hubiese traído algo que el pudiera comer, no habría sido capaz de probar bocado.

Estaban siendo un día llenos de altibajos y empezaban a a ser realmente agotador cuando apenas podía dormir bien desde hacia algún tiempo. Descubrir que dormir mal aprecia tener un motivo y no solo eso le pasaba a mucha gente, con el añadido de las muertes incomprensibles era demasiado inquietante.

-Esto de acuerdo en que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Si el Consejo esta haciendo algo  con esto,esta bien...aunque esta claro que van especialmente lentos porque sigue muriendo gente, sigue creciendo el infortunio que Saria lo ve y seguimos teniendo pesadillas- indico Evelhan levantando la vista, mirándolos, mordiéndose el labio inferior con inquietud, de acuerdo con Alice en que quedarse quieto no era una opción- Esto es algo que nos ha afectado y nos sigue afectando directamente. Vamos a volvernos todos locos a este paso si somos incapaces de dormir sin sufrir pesadillas – siendo ademas,son solo lo único, sino que debido al propio estrés de no dormir  al gente se volvía mas irritable y los conflictos se volvían mas y mas grandes. Erra tan fácil encender una llamita y que todo explotara en ese ambiente tan cargado que incluso cerrar los ojos era riesgoso.

<<-¿Que hay por esta zona?- pregunto Dhelian finalmente refiriéndose a lo que Archi había llamado el epicentro que se encontraba no muy lejos de Maciel- Tal vez echar un vistazo podría aportarnos algo.- añadió mirándolos al ver que opinaban. No dudaba ni por un momento en que Saria veía lo que veía, incluso si ellos no podían entender del todo del significado real de los números que ella podía percibir, si había ido a ellos al Consejo con aquellos datos que lo que veía era exorbitante incluso para lo normal en esa ciudad.

Saria escuchó con atención a todos sus compañeros. Girando las orejas en dirección a unos u otros según tocara.

—No se me ocurre qué pueda ser, Kin, lo siento —reconoció—. El consejo sospechaba que pasaba algo, mi aviso se lo confirmó —responde a varios a la vez—, pero desconocían cómo explicar lo que ocurría. Si siguen en el mismo plan que cuando les visité, ya os aseguro que aún no han descubierto el origen y no saben cómo acabar con este problema. Fueron bastante honestos, por desgracia —Había cierto desprecio en su tono—. Como dice Archi, el epicentro es esa zona, pero a saber qué o quién está provocando todo esto. Sobre lo otro, ya os aseguro yo que esto es intencional, el azar no mueve tan bien las fichas.

>>Otra cosa importante que debéis tener en cuenta es que lo que sea que ocurre, afecta a todos los seres vivos (esto explica lo de tus estirges, Dhelian) y aumenta las posibilidades de desgracia en torno a ellos. Además, la gente afectada puede salir del perímetro y causar problemas fuera. Probablemente sea así como se ha ido extendiendo por capas...

La pregunta de Onyx le sacó un gesto triste.

—Nos viene grande a todos, cariño. Lo único que os puedo recomendar es que paséis tanto tiempo como podáis fuera de la zona afectada, que evitéis el epicentro a toda costa y que durmáis en mundos vinculados siempre que sea posible. Tal vez debieramos tener algún método para poder contactarnos y hacer piña; mantenernos a salvo.

>>Preguntar a otros veteranos también es buena idea.

Escuchar hablar a sus compañeros solo consiguió que Kin se preocupase más cada vez. Los signos estaban ahí, todo el mundo los había empezado a notar aunque no hubiesen hablado del tema. ¿Y lo peor? El Consejo. No se libraba de gobiernos inútiles. ¿Iban a dejar que siguiese muriendo gente? Ellos eran quienes tenían más poder allí, y el raigaurum no entendía por qué no hacían todo lo posible por encontrar lo que estaba pasando.

Sabía desde el principio cómo era Rocavarancolia y había estado dispuesto a aceptarlo, pero de repente la hostilidad habitual de aquel lugar parecía lo más normal del mundo al lado de lo que se les estaba viniendo encima. La muerte de Marsi les había dejado claro a todos que no había que andar metido en líos para pasar a formar parte de la ola de muertes que estaba teniendo lugar últimamente. No era casualidad, los números que mostraba Saria explicaban el aumento de muertes. Lamentablemente, nadie sabía a qué se debían.

—Ni siquiera los refugios son seguros… —murmuró—. Joder.
Era obvio si pensaban en Marsi, independientemente de lo seguras que fuesen esas zonas. Y no lo eran, había porcentajes elevados sobre ellas. El irrense no pudo evitar pensar brevemente en los cosechados que en ese momento estarían en sus torreones, sin poder huir de aquello. No se había molestado en observarlos y era precisamente por cosas como esa. No quería verlos sufrir.
—Entonces, ¿deberíamos hacer algún plan? ¿O nos limitamos a intentar sobrevivir como podamos? Aunque para eso no estaría mal que pensásemos una forma más rápida para comunicarnos que los pájaros…
Todos los días echaba en falta que en Rocavarancolia no hubiese red, pero cuando recordaba que algo como una simple llamada telefónica para pedir ayuda podría salvar vidas maldecía hasta la última piedra de aquella ciudad mágicodependiente.

El kairós escuchó lo que todos tenían que decir al respecto, aunque esperó a que la ordesa les ofreciese más datos antes de dar su propia opinión.
—Considero altamente peligroso acercarnos a la zona del epicentro. Tal y como dice Saria Omen, es muy improbable que podamos solucionar algo que el propio Consejo ni siquiera está seguro acerca de cómo actuar. Tal vez estemos sufriendo los efectos de algún tipo de magia primordial que afecta principalmente al plano onírico y el culpable se sirva de dichas circunstancias para influir en las acciones de aquellos en las zonas más afectadas. No cuento con ninguna hipótesis acerca de su objetivo, no obstante, pero tal vez no se trate de algo con una explicación racional.
Y si no tenía sentido, era imposible para Archime elucubrar al respecto. Pero así era Rocavarancolia y su modos operandi que ya comenzaba a resultarle familiar: no todo lo que sucedía en la ciudad respondía a motivaciones o fines lógicos.
>>Tal vez deberíamos aprender cómo proteger nuestra mente mediante mentalismo: como medida cautelar creo que sería el primer paso lógico, aunque no estoy seguro de su eficacia en este caso. Y estoy de acuerdo que los ciudadanos más antiguos que se hayan mostrado colaborativos con nosotros son una fuente más segura a la que recurrir que tratar de iniciar una investigación temeraria con altas probabilidades de resultar letal. —Permaneció en silencio unos instantes: lo que había dicho Kin le había recordado algo— En cuanto a una forma más rápida de comunicarse… Recuerdo haber visto al grupo de mercenarios de la brecha mientras trabajaban en la reconstrucción de mi clínica empleando un dispositivo de comunicación a distancia, no muy diferente de un walkie-talkie en concepto. Es muy posible se trate de un circuito rúnico y es probable que consiguiese descubrir cómo elaborarlo si lo investigo, pero solicitar los planos de dicho proyecto acortaría drásticamente el tiempo requerido para construirlo.

¿Alejarse a los mundos vinculados? Si parecía una opción pero también suponía dejar todo atrás a su suerte esperando que de alguna forma se solucionase. ¿Pero y sino lo hacia? Rocavarancolia les gustase o no, estuvieran mas o menos de acuerdo con ella, era su hogar ahora. Para casos puntuales si podía servirles, claro pero corrían igualmente el riesgo que en sus ausencia ocurriesen aun mas cosas para empeorarlo todo. Peor quedarse tampoco era una buena opción visto lo visto. <<Aggg esto es un lío, nada es una opción viable>> pensó frustrado, pasándose la mano por el pelo con fastidio. La falta de sueño, las pesadillas y ahora todo lo que le había contado Saria estaba poniéndolo demasiado nervioso y un tanto irascible debido a la ansiedad.

-Si han estado muriendo mas gente...seguro que los veteranos que conozcamos habrán perdido también a algún conocido y no dudo que de haber ocurrido eso también habrán comenzado a investigar que ha pasado. Mas si también se han visto afectado por todo esto de las pesadillas -si ellos lo habían hecho con Marsi, no dudaba que los veteranos que habían conocido hasta ahora también estuvieran haciéndola de haber perdido a alguien. Sin contar que habiendo vivido mas tiempo en aquella ciudad se conocían bastante mejor que ellos  cada punto de esta, incluso lo que se que se encontrase en el epicentro de donde todo ocurría. Manejaban mas informaron incluso i posiblemente ni sabían que la tenían.

Evelhan conocía a varios veteranos en Rocavarancolia y sus compañeros también, entre todos podrían hacer bastantes cuestiones y  averiguar ya fuese que estaba pasando o que hacer con aquello. no era opción quedarse de brazos cruzados y seguir sufriendo aquellos ataques en sueños o esas muertes fortuitas que no sabían como llegaban.

-Lo de proteger nuestra mente suena bien, no depresor nada con intentarlo y aquellos de su grupo que no pencuda hacerlo por su cuenta, lo que si podamos protegeremos su mentes, pero...suponiendo que todo esto fuese lo que mato a Marsi...-le costaba aun decirlo pero respiro hondo y prosiguió- Ella era una Dullahan, por ende su protección mental era bastante avanzada...tendrá que ser algo que nos proteja no solo cuando estemos despierto, sino también cuando durmamos, las pesadillas nos debilitan, si un buen sueño no despertamos tan agotados que no logramos concentrarnos en nada - añadió Dhelian que sentía una punzaba ya advirtiendo del dolor de cabeza ante tanta información no pasando desapercibido para el.

El comentario inicial de Kin sobre que necesitaran mejorar la forma de informarnos pues usar las estirges no era del todo eficaz. No debería, pero se sentía tan irritable por al falta de sueño y especialmente por la pesadilla de aquella noche que lo había hecho sentir tan inútil, que esas palabras le sentaron como un jarro de agua fría...resaltando tontamente de nuevo la palabra "inútil" en su cabeza como si fuese un cáncer. Incluso si en algún rincón de su mente mas racional  se decía que era tonto molestarse por eso y que esa no había sido ni por asomo la intención de Kin, no pudo evitar removerse el sitio apretando los puños con irritación contenida.

-Siento que mis estirges no sean lo suficientemente rápidas para ti, Kin- respondió con un tono de clara irritación que nada mas salio de sus labios se arrepintió.¿En serio estaba pagando su agobio y falta de autoestima con un amigo solo por que si? Era patético-...Podríamos preguntarles, Kronos, ya no hemos topado varios veces con los mercenarios de la Brecha, no solo cuando lo de Kud o con la reconstrucción de tu clínica. Ellos llevan bastante tiempo en la ciudad y conocen también a mucha gente. Tal vez si se los pedimos, puedan darnos lo planos para crearlos...puedo echarte un mano en la construcción también- añadió cambiando de tema de sus palabras anteriores. No sabia si iban a necesitar runas cosa que veía bastante probable y Dhelian no había dejado de estudiar y practicar estas desde que era cosechado, dado que estaba protegiendo con ellas a sus estirges por medio de pequeñas anillas en sus patas.

Saria estaba echando de menos aunque fuera un pequeño "gracias por informarnos". Sin embargo, la ordesa era consciente de que traía malas noticias, muy malas, y sabía cómo afectaban a la gente. «No seas idiota, Saria», se regañó. La mala sombra tenía claro que no era el momento de ser quisquillosa; lo último que quería era que sus amigos se convirtieran en las malas noticias. No quería más Marsis.

—Hey, Evelhan, no te piques. —Rio nada más acabaron de hablar, para quitarle peso al malestar del medio brujo—. A tus estirges les está afectando igual que a nosotros. —Saria se levantó, se acercó a él y le dio una palmada en el hombro—. Está bien que tengamos métodos de comunicación alternativos y estoy segura de que, aun así, tus estirges seguirán siendo útiles.

»Por lo demás, estoy de acuerdo. Podemos contactar con los de la Brecha, puede que incluso los veamos en las obras de las dragoneras. Si son tan generosos con sus runas como lo fueron con los consoladores, nos abasteceremos bien —volvió a reir. La ordesa no había podido evitar el comentario—. Por mi parte, yo ya lo he dicho todo —acabó.

Dicho eso, preguntaría si alguien más quería comida y guardaría las sobras en el bolsillo oculto en su marsupio. Con ellas rellenaría las estanterías de Serpentaria.

Cuando Archi intervino la conversación se volvió complicada, o tal vez solo complicada para alguien con demasiado sueño. Protegerse mentalmente, comunicarse... todo aquello parecía fuera de su alcance, pero tal vez en grupo podían lograr algo. Si es que no era en vano, para empezar.

Lo que cogió a Kin por sorpresa fue el tono que empleó Dhelian para hacerle notar que le había ofendido su comentario. Lo dejó más confuso que otra cosa. El daeliciano no solía reaccionar así, y Kin no consideraba haber dicho nada que no fuese verdad. Sabía que a veces resultaba un borde, pero ese día no veía la ofensa por ningún lado. Ni siquiera tuvo la oportunidad de replicar de inmediato, porque Dhelian cambió de tema enseguida. No iba a revolver, pero Lara trajo el tema de vuelta, así que añadió:
—No se trata solo de la velocidad, de todas formas. Solo podemos usarlos si tú estás presente o pendiente de que enviemos algo.

Esperó que a Dhelian aquello no le sentase mal y luego retomó el tema de los posibles comunicadores.
—Aunque no estén en las obras, podemos aprovechar a ir uno de esos días a verlos a su casa. Por cierto, ¿quiénes más iréis a lo de las dragoneras? —quiso saber. Sabía quiénes iban de la Sede, pero todavía no había hablado de aquello con los demás.

La bruja escuchó los aportes de los demás poco convencida del éxito de su empresa, pero colapsó cuando volvió a intervenir Saria. "Nos viene grande a todos, cariño". Le dio miedo. Se lanzó a un bucle de pensamientos enfrentados. Tanto temor le inspiraba aquella situación, aquellas palabras, como rabia le daba estar cerca de lo que había matado a Marsi y no poder hacer nada. <<¿Solo podemos sobrevivir y esperar?>> No quería rendirse tan rápido, pero los demás se volcaron en las ideas de hablar con los veteranos así como en diseñar alguna forma de comunicación más eficaz. <<No es rendirse, es... es aceptar que es demasiado>>

Suspiró antes de hacer su último aporte. Todavía tenía mucho que gestionar al respecto, pero podía agarrarse a la recomendación de su amiga. Podía hacer algo más útil que enrabietarse por no poder llegar al fondo de la "investigación" que ni el Consejo sabía cómo llevar.

—Yo me llevo más o menos bien con un veterano libense y no sé los detalles concretos pero su mundo tiene una especie de alianza con nosotros. Le podemos preguntar en las dragoneras, —y luego miró a Kin antes de añadir—:que yo también me apunté y él estará por allí.

Archime no comprendió por qué Evelhan se enfadaba, pero como siempre otros se encargaron de decirle lo correcto, o al menos el kairós confiaba en el criterio de sus amigos para aquella clase de situaciones. Asintió a Saria Omen cuando esta dio por terminada aquella reunión y se mostró de acuerdo con lo que propuso.
—Si los mercenarios de la brecha se encuentran allí, avisadme mediante las estirges y apareceré el día de las obras en las dragoneras para hablar con ellos.
El grupo terminó de ponerse de acuerdo en los detalles acerca de cómo proceder antes de abandonar, finalmente, la biblioteca. El kairós esperó unos instantes, los necesarios para hacer coincidir los tempos, y regresó a la clínica.

Sigue en la Clínica y taller de biomecánica.

La biblioteca de Serpentaria era útil para muchas cosas, pero no le había sido de mucha ayuda para encontrar algo que le sirviese para solucionar los problemas que aún tenían en la plantación del Macetero. Se las iban apañando, pero la falta de experiencia de todos los implicados les pasaba factura y todavía había muchas cosas que investigar al respecto. Así pues, con esa intención se dirigió a la biblioteca aquel día, con algunos apuntes acerca de lo que necesitaba en su cuaderno.
No veía a Biblios por ningún lado y hablar con aquel fantasma siempre era una lotería de todas formas: a veces era de gran ayuda, otras no había forma de darle sentido a sus desvaríos. La idrina comenzó a vagar por los estantes, tratando de suponer en qué parte de la biblioteca podría encontrar lo que buscaba y fijándose principalmente en las letras de los lomos, buscando rocavarancolés en ellos. Cuando traspasó la burbuja de silencio miró a su alrededor, confusa, durante unos instantes. Enseguida se dio cuenta de lo que había sucedido, y especialmente al escuchar aquella música que provenía del pasillo de al lado. ¿Sería Biblios, que ese día se le había dado por aquello? Bueno, quizás fuese su oportunidad de preguntarle sobre dónde encontrar información acerca de magia para cultivos. Y, además, la música no sonaba mal…

Su segunda sorpresa fue casi mayor que la primera, aunque también se recompuso rápido de esta. Desde luego no hubiese podido afirmar con seguridad de que iba a encontrarse al bibliotecario, pero tampoco esperaba que, tras doblar una de las estanterías para cambiar de pasillo, vería al hado infernal sentado a una mesa con una buena pila de libros y un aparato que parecía ser de donde salía la música. Tímidamente se acercó, ya que aunque no quería molestarle si estaba estudiando algo, la había visto.
—Hola, Vac —saludó con un gesto mientras se acercaba a la mesa, un tanto nerviosa—. Me llamó la atención la música y pensé que quizás era Biblios… —explicó con una pequeña risa—. ¿Qué tal?

Vac se había atrincherado en una de las mesas más apartadas de la biblioteca tras un montón de libros, levantando una burbuja de silencio a su alrededor para no perturbar a nadie con la música que salía de su reproductor. La repentina ola de quejas de sus clientes le había obligado a retirar el polvo de sus alas del mercado, pues al parecer había dejado de funcionar correctamente, y esto, sumado a los problemas de sueño que aquejaban a la ciudad, le había empujado a iniciar una investigación por su cuenta. No sabía que estaba buscando exactamente, pero por el momento se centraba en magia del sueño y tratados raros de alquimia suponiendo que en algún tomo se hablaría sobre ingredientes defectuosos. Después de horas de trabajo, sin embargo, estaba igual de perdido que al principio de todo y solo había sacado en claro que los bezoares no eran fiables al cien por cien.

El griego, exhausto, apartó la mirada de la receta que había empezado a bailar frente a sus ojos y se reclinó en su asiento, pellizcándose el puente de la nariz con expresión de agotamiento. Al igual que sus conciudadanos tenía problemas para dormir bien, pero su trabajo le obligaba a pasar muchas noches en la ciudad y no podía escaparse a descansar a algún mundo vinculado tanto como le gustaría. Llevaba más de tres días sin poner un pie en la explanada de los portales y los hechizos de vela empezaban a no ser suficiente para mantenerlo en pie, pero por suerte le quedaba el café. A aquellas alturas era lo único que impedía que se fuera durmiendo por las esquinas.

La música flotaba en el aire, acunándolo suavemente, y durante unos instantes se ensimismó por completo en ella, pero la inesperada aparición de una conocida lo devolvió a la realidad.
—Buenos días, Irianna —respondió con una media sonrisa, devolviéndole el saludo con un gesto de la mano—. ¿O son tardes ya... ? Lo cierto es que no se ni que hora es —rió con suavidad. El comentario sobre la música lo animó bastante—. Dudo que Biblios sepa de algo que no sean libros —comentó en tono jocoso—. ¿Te gusta el jazz? Es un género musical originario de mi planeta... aunque en Varmania tienen algo parecido —añadió pensativo, tamborileando con los dedos sobre el lomo de un grimorio—. Yo estoy bien, por cierto, que me voy por las ramas. ¿Tu que tal? —preguntó a su vez, acodándose en la mesa y apoyando la barbilla sobre una de sus manos—. ¿Estás buscando algún libro en particular o no has venido con nada en mente?

—Pues ni lo uno ni lo otro: es aproximadamente mediodía —respondió a su pregunta sobre la hora riéndose levemente también. A juzgar por la cantidad de libros y su aparente desorientación, la idrina supuso que el hado infernal había perdido la noción del tiempo leyendo. No le resultaba un concepto ajeno en absoluto—. Sí, nosotros también tenemos música muy parecida en Idris —respondió a continuación a su pregunta—. Un poco cansada, pero bien —añadió tras la siguiente cuestión—. Lo que estoy buscando tiene bastante que ver, de hecho. Estoy aquí por trabajo. Creo que Jack y tú os conocéis... ¿No es así? —Se había dado cuenta de pronto del detalle y había hecho un breve gesto de comprensión repentina—. Estoy trabajando en su plantación junto a dos compañeros sinhadres míos y... bueno, imagino que ya debes saber sobre ello, pero está siendo bastante duro. —Dejó escapar una leve risa cansada antes de continuar—. Estaba intentando buscar un libro que nos pudiese ayudar. Cualquier cosa acerca de mantener plantaciones mágicas... No es fácil replicar el trabajo de un antiguo miembro del Consejo que además era un brujo de algún tipo de plantas, por lo que tengo entendido. En comparación, trabajar con dama Diurna en su investigación sobre Krabelin es un completo descanso.
La nebulomante volvió a reír levemente con un claro deje de cansancio, siendo consciente en aquel momento de que tal vez había monologado demasiado, pero posiblemente disculparse tan solo haría la situación más incómoda, por lo que simplemente decidió esperar a que el hado hablase. La lacustre se había acercado un poco más a la mesa, aunque seguía de pie al otro lado de donde se encontraba sentado Vac.