Biblioteca Mágica

Shizel se rascó la nuca un poco abochornado.
-Lo siento- dijo-. La sutileza se me ha congelado también, parece- hizo una mueca a modo de disculpa.

>>Sí, bueno, he encontrado muchas cosas sobre gólems de hielo de Arfes, pero juraría que la última vez que lo comprobé yo no medía tres metros- resopló cuando Branniel le preguntó al respecto-. De momento sólo sé que la magia no me la han quitado, y con eso al menos me quedo más tranquilo. ¿Sabes? Os debo una disculpa a ti y a Wintel: resultó que teníais razón- comentó con humor-. Pero a él no se lo digas.

-Nada por aquí, seguiré buscando- saludó a Matt cuando llegó-. ¿No habrás leído por ahí nada referente a gente que se hace crecer escarcha en el cuerpo, verdad?- le preguntó sin muchas esperanzas.

-Matt también vive en Serpentaria- le aclaró al trasgo, incluyendo el nombre del brujo por si Branniel no se acordaba. La mecánica de las sutilezas de conversación no parecía habérsele olvidado... lo que estaba olvidando últimamente era más bien usarlas, reconoció. No tenía tantas ganas de reprochárselo a sí mismo como debería.

-No se nada de tu transformación pero si quieres puedo llamar al bibliotecario para que te eche una mano.- Le digo tocando la escarcha de su mano. En ese momento me percato que he sido algo mal educado al no hablar mucho con su acompañante.

Pero Shiz se me adelanta presentándome al chico grande por lo que me levanto de la mesa y le extiendo la mano para presentarme por mí mismo. -¡Oh! ¡Si! Perdón.- Le digo al mastodonte. -Me llamo Matt....- Paro mi presentación al ver sus bocas en las manos. La imagen de las manos supurantes me hace desviar mis manos a su espalda dándole un par de toques sonriendo.

El chico se percata que me he dado cuenta de sus manos y que he evitado darle la mano por lo que le sonrio y poco a poco comienzo a quitarme los guantes mientras le hablo. -Veras Branniel.- Hago una pausa antes de quitarme el guante del todo. -No eres el único que tiene unas manos algo.... Diferentes.- Al decir esto me quito uno de los guantes y muevo mis falanges desnudas.

-Pero aun así.- Continuo hablando mientras me quito el otro guante. -Esas bocas me dan algo mas de impresión que mis dedos flacos.- En ese momento hago que la arena de mi cuerpo se re modele llenando de arena mis manos por su totalidad.

-Mi transforfación fue una transformación algo... extraña.- Digo mirando a los dos chicos. -Yo soy una fusión extraña entre un brujo de arena- En ese momento hago que Sandy se acerque a la mesa y suelte los libros para quitarse la capucha mostrando su arenoso rostro.

Al hacerlo continuo hablando a los chicos. "Espero que funcione... Hay que concentrarse en un punto en mi interior.. venga Matt lo has hecho antes." Me digo mientras me concentro. -Y también soy un- En ese momento mi cuerpo se acelera hasta el punto de que el tiempo parece detenerse a mi alrededor pudiendo ver a los chicos mirándome fijamente a mi y a mi muñeca. Me muevo de sitio y me coloco sentado en la mesa a un lado de Shizel y respiro profundamente. "Ahora hay que relajarse... respirando hondo..." En ese momento un escalofrío recorre mi cuerpo y puedo constatar como mi alrededor vuelve a su tiempo normal por lo que continuo hablando como si nada. -Espectro de arena.- Digo rozando mis yemas de los dedos como si nada.

-Pero el bibliotecario me ayudó bastante. Os lo digo de verdad.-

-Si te está costando encontrar la transformación quizás sea una poco común. Mira a ver si hay alguna seccióno libro de transformaciones raras -le sugerí a Shizel-. O algún libro de transformaciones relacionadas con el frío -sus siguientes palabras me recordaron que yo ya tenía magia, y todavía no había practicado nada-. Claro que teníamos razón -le dije, fingiendo un tono de superioridad-. Y no te preocupes, mis bocas están cosidas -"o lo estaban", pensé con algo de humor.

En ese momento llegó el chico de arena de la noche de la transformación. Sus palabras hicieron que me diese cuenta de que mis manos volvían a soltar bilis, aunque esta vez no tanta como el día anterior. Maldiciendo entre dientes, conseguí dejar de soltar aquel líquido. Por suerte para mí el charco no era demasiado grande, así que era fácilmente limpiable.

-Bueno, comprendo que estas cosas impresionen más que esos dedos tan canijos -le dije, levantando las manos. Todavía me acordaba bastante vívidamente de la impresión y el dolor que me provocaron las bocas cuando aparecieron. Justo ese momento decidió la risa de Ewa aparecer, lo que me hizo torcer la boca al recordar su visita. "Parece que le gusta hacerse notar de vez en cuando".

-Impresionante -dije cuando Matt se movió tan rápido que lo único que se pudo ver fue un borrón yendo de donde estaba antes a una silla al lado de Shizel-. Entonces, ¿tu poder es moverte a mucha velocidad o algo así? -estaba recordando la paliza de Tero. ¿Me habría mentido y sería un espectro? ¿O es que también tenía dos transformaciones, como Matt?

Después de escuchar la respuesta del brujo decidí ir a por un libro de magia básica con el que pudiese limpiar aquello. Entonctré un libro titulado "Todos los hechizos que necesita saber el brujo chacho" y volví a la mesa donde estaba antes. Me costó unos cuantos intentos, pero finalmente conseguí hacer un hechizo de limpieza leyéndolo del libro. En cuanto conseguí hacerlo bien el charco de bilis desapareció y noté una extraña sensación de disminución de energía. "Así que esto es como se siente usar magia". También noté un nuevo asalto del hambre, aunque seguía algo engañado por las alimañas que me había comido antes. Mi ánimo se ensombreció al recordar el precio de mi magia, por lo que me senté a intentar seguir buscando un nuevo nombre antes de volver a darle vueltas al mismo asunto. Torturarme en mi nueva fuente de alimento era lo último que necesitaba hacer ahora.

Cuando entraron en la biblioteca Noel pudo captar voces conocidas no muy lejos de la entrada al edificio. Aunque las tres le sonaban, había una que tenía un claro dueño al que conocía de sobra y de hecho le resultó una conveniente coincidencia encontrarse con él allí debido a lo que acababan de averiguar. Tras un breve intercambio de palabras con el fuego fatuo, se dirigieron hacia la pequeña reunión que formaban Matt y aquellos dos novatos de Maciel.

El idrino envuelto en una capa de hielo el cual tras darle un par de vueltas logró recordar que se había presentado como Shizel hacía dos noches y el trasgo de Ewa el cual no recordaba que hubiera dicho su nombre. El que pudiera estar allí, al lado de su compañero, evidenciaba que ya había comenzado a cumplir con su precio de magia, recordando que el vampiro llamado Pablo también había recibido ayuda a ese respecto la misma noche de la luna. <<Estos novatos cada vez lo tienen más fácil>>, pensó sarcásticamente en su mente recordando el tiempo que había tardado él en conseguir magia por primera vez o lo mucho que sabía que le había costado a Jack mantenerse cuerdo en su momento.

-Mira quien está aquí, el de los zorros acosadores -se dirigió al brujo a modo de saludo-. El mismo que se perdió toda la diversión de hace dos noches por irse de prematura excursión al desierto, pero eso es arena de otro costal -bromeó para luego dirigir su mirada hacia los acompañantes del espectro-. Me alegra ver que habéis sobrevivido adecuadamente al caos que se formó, no os falta ningún miembro o algún ojo -se rió entre dientes- ¿Os habéis mudado a Serpentaria? -inquirió, curioso, ya que ellos habían habitado la torre de hechicería no hacía tanto tiempo.
Ya que estaban con Matt supuso que el idrino y el trasgo podrían haber decidido instalarse allí, aunque le extrañaría que la secta no hubiese contactado con el trasgo todavía...

Siguieron las voces hasta toparse con Matt y dos de los antiguos macieleros que habían conocido la noche anterior, el trasgo y el tipo de hielo. Los dos parecían haber salido bien parados de aquella noche de locos, y no era poco teniendo en cuenta cómo se habían marchado solos ambos. Noel fue el primero en saludar, tanto a Matt como a los otros dos. Ahogó una risilla con la broma de la arena y, dejando el compendio de grimorios sobre una mesa, hizo lo propio, alzando la mano a modo de saludo.
-¿Zorros acosadores? Ah, creo que me suena haber visto algún animalillo de arena mientras trabajaba en la botica -le dijo a Matt. Después se dirigió a los demás, indeciso-. Es un alivio veros enteros. -«Sería un tanto triste perder la vida en la primera luna de forma tan tonta».

Solo su recién descubierta sangre fría impidió que Shizel diese un brinco en la silla cuando Matt pareció teletransportarse limpiamente a su lado. Sí que dio un respingo, y miró al brujo con una mezcla de admiración y suspicacia. ¿Cómo lo había hecho?

Hizo caso del consejo de Branniel y mientras los dos hacían las presentaciones el idrino se alejó para luego regresar con una pila de mamotretos que incluían algunas transformaciones raras. Tenía que reconocer que el que la suya pareciese serlo le hacía sentirse un poco pagado de sí mismo, pero buscarla era un proceso burocrático de más.

Hojeando los tomos se encontraba cuando dos nuevas figuras irrumpieron en su campo de visión. Unos segundos de escarbar en su memoria le informaron de que los recién llegados eran Noel y Koval. Del primero se acordaba porque había inconscientemente lo había asociado como portavoz del grupo que les había visitado en Maciel, y del segundo porque su cercanía le resultaba incómoda a nivel físico. Se alejó con discreción en la mesa para evitar que sus llamas estuviesen demasiado cerca de él. Sólo habían pasado un par de días, pero ya empezaba a sentirse cómodo bajo la frialdad de su segunda piel, y desnudo sin ella.

-Serpentaria por mi parte, sí- le confirmó al draco. Alzó una ceja y preguntó a continuación a los dos transformados-. ¿Siempre que sale la luna necesita la ciudad un control de plagas?
Distraídamente separó una silla para que Erin... Yttria pudiese sentarse.

Al poco llegaron dos nuevos transformados. Recordé rápidamente que eran parte del grupo que nos había visitado al poco de transformarnos. Negué con la cabeza cuando preguntaron si vivía en Serpentaria, con pocas ganas de hablar sobre ello. Las palabras de Donna todavía resonaban en mi cabeza, y según lo que decía la Secta no solo era conocida en Rocavarancolia: era temida. No tenía muchas ganas de que se conociese mi nuevo trabajo, así que decidí pasar de puntillas sobre ese tema. Tarde o temprano se sabría, pero prefería que pasase el máximo tiempo posible.

-Si es así, en Nubla nunca nos dijeron que transformarnos conllevaba convertirnos en cazabichos -dije con una risita ante la pregunta de Shizel-. Aunque tengo la ligera sospecha de que mi familia me contó una historia un poco sesgada -cerré el libro con hastío, allí tampoco había encontrado nada. Tras abrir el siguiente, me giré a los recién llegados-. Cuando nos visitasteis estaba un poco distraído y creo que ni me presenté. Mi madre me mataría por haber sido tan maleducado -sonreí sin una pizca de humor. Era poco probable que mi familia fuese a saber alguna vez de mí-. Bueno, mientras encuentro un nombre nuevo -señalé la pila de libros- seguiré usando el de antes. Soy Branniel.

Antes de que pudiesen responderle al idrino, riéndose con el comentario del control de plagas ya que el draco había dicho lo mismo cuando se encargaron del ciempiés en su antiguo torreón, la chica humana de Letargo apareció de entre las estanterías, decidiéndose a presentarse esta vez ya que al parecer ya había encontrado un nombre rocavarancolés.
-Vaya, la que no-debe-ser-nombrada ya tiene nombre -la saludó mostrando una amplia sonrisa divertida-. Pues encantado, Yttria, pero seguirás siendo también la que-no-debe-ser-nombrada -se encogió de hombros sin perder la sonrisa-. ¿Has descubierto algo sobre tu dominio? -se interesó.

>>En cuanto a la locura de hace dos noches, Shizel, no es habitual que la Luna nos invite a una fiesta tan animada -comenzó a responderle una vez Branniel, nombre que le trajo recuerdos de su "trabajo" en Nubla, se hubo presentado también-. Había algo extraño en el astro en esta ocasión... -se giró hacia el trasgo-. Pero desde luego que puedes estar seguro que a los nublinos no se os cuentan más que patrañas sobre dioses -dejó escapar un bufido junto a una expresión que reflejó desagrado por un breve instante-. En el fondo lo que habéis visto la noche que salió la Luna no es más que una muestra concentrada de lo que la ciudad ofrece -añadió recuperando la sonrisa-. Tal vez Biblios sepa donde encontrar información sobre este fenómeno, porque a decir verdad ya antes de esa noche Rocavarancolia estaba muy revuelta...

Gracias a una intervención de Matt, quien parecía muy acostumbrado a tratar con el bibliotecario, el espíritu le indicó qué libros podría consultar para encontrar lo que buscaba y el draco se perdió unos instantes en las estanterías devolviendo los que había ido a llevar y sacando los tomos que le indicó Biblios, a quien también preguntó por lo que buscaba para sí mismo. Los llevó a la mesa a la que estaban sentados el grupo y comenzó a pasar las páginas mientras atendía a la conversación.

Una persona más se acercó al grupo, la bruja del dominio incógnita, que antes había pasado desapercibida entre las estanterías. Le sonrió cuando anunció su nombre, pero no sabía qué había que responder cuando alguien a quien ya conoces te dice cómo se llama, porque «encantado» no parecía una opción. Como Noel intervino antes finalmente no llegó a decir nada. El idrino dijo que iría a Serpentaria, pero el trasgo no respondió a esa pregunta. «Él pega más en la sede, supongo» pensó mientras imaginaba a una criatura de su talla moviéndose por la pequeña biblioteca de la torre. Mientras hablaban de la noche de la Luna el nublino llegó a presentarse por su viejo nombre. Malamente daba recordado todos los que había escuchado aquella noche, pero trató de retenerlo por educación.
-Fue una locura, tengo que comprar hilo como para bordar un mantel para poder arreglar las desgracias que me hicieron en los cuerpos -comentó con voz cansada, pasándose una mano por el pelo-. De normal no tuvo nada, y espero que no se repita. ¡Eh, Matt! -llamó al espectro de arena cuando Noel se alejaba en busca de libros-, ¿recuerdas la apuesta, verdad? Adivina quién la ha ganado, porque el perdedor es evidente. Tú. Ve pensando en ello, ¿vale? -Rio.
Noel no tardó en volver con un libro y ponerse a hojearlo, por lo que se puso a mirar por encima del hombro para ver qué encontraba.

Conque lo de la noche de la Luna no era la tónica habitual... Shizel no pudo evitar sentirse aliviado. Era consciente de que había tenido mucha suerte.

Mientras la atención de los recién llegados se desvió a hacer preguntas a Yttria sobre su dominio, el idrino se entretuvo pasando con desidia las páginas de los volúmenes que había traído consigo. Tuvo que pasar un rato considerable, pero por fin encontró un extracto que le llamó la atención. Pensativo, se concentró en solidificar la capa de escarcha alrededor de su cuerpo hasta que volvió a cubrirse completamente de hielo.

-¿Me podéis hacer un favor?- les preguntó de improviso a los demás en cuanto hubo una pausa en la conversación-. Lanzadme un hechizo. El que sea, sin miedo. Necesito comprobar una cosa.

Mantenerse completamente inmóvil mientras veía a alguien trazar los acordes de un hechizo contra él era contra natura para Shizel, quien tuvo que hacer uso de un gran esfuerzo de voluntad para no conjurar ninguna defensa.

Sintió más que vio el chisporroteo del encantamiento de impacto en el aire, y le invadió el familiar cosquilleo que le indicaba que la magia acudía de nuevo a sus reservas.
Transcurrió un fugaz instante en el que su cuerpo parecía dirigirle un mudo interrogante, pero Shizel no supo qué responderle. Algo pareció hacer el trabajo por él, y el idrino contempló atónito cómo el hechizo rebotaba limpiamente contra él y le era devuelto a la canadiense.

Había tenido la sensación de que ella lo había conjurado más fuerte, pero por fortuna sólo la tiró de la silla. ¿Habría absorbido él parte?
-¡Lo siento!- dijo mientras se apresuraba a levantarse para ayudarla-. El libro sólo decía que servía como defensa, no que rebotaba...

—Sí, ya tenía la sospecha de que las historias de Nubla estaban sesgadas —le respondí a Noel—. No es muy divino comerte a los que te adoran, al fin y al cabo —dije con un gesto torcido. La apariencia del emplumado me recordaba a cómo tanto yo como Ewa habíamos confundido el olor de Wintel con el de un pollo, y no pude evitar reírme soltar una risita ante el recuerdo—. De todas formas, ¿dices que han estado sucediendo cosas extrañas en Rocavarancolia? —una idea me asaltó de repente, y dirigí una mirada dubitativa hacia los dos transformados. Se me había ocurrido algo que no me gustaba mucho—. Entre las cosas que ha ocurrido... ¿La Luna os ha afectado a los transformados? —había recordado el ataque del trasgo y, aunque había sentido bastante hambre, mi actitud la noche de la transformación no se había parecido a lo que DL había contado del ser que atacó a Marina. ¿Quizás la Luna había tenido que ver en su locura?

Las palabras de Shizel llamaron mi atención y lo miré alzando una ceja. «¿Es que se le ha congelado el cerebro?». Tardé un momento en darme cuenta que la escarcha se había convertido en una capa de hielo que lo cubría por completo. Estuve a punto de preguntarle por eso pero, antes de poder abrir la boca, dama Yttria lanzó un hechizo contra el idrino. Al ver que el hechizo se volvía contra la bruja comencé a reír.

—Se te había olvidado advertir de eso —sonreí burlonamente al escuchar sus palabras, aunque sin levantarme. No sabía cuánto duraría el engaño de las alimañas, pero era absurdo exponerse a riesgos innecesarios—. Ya, así que el libro no advierte. ¿No será que querías dar la sorpresa de tus nuevas habilidades? Pero bueno, ¿cuál es tu transformación? Supongo que ya la has encontrado.

-Curioso nombre para un dominio, aunque acertado -comentó ante la respuesta de dama Yttria-. Tiene gracia porque decidí hace poco intentar aprender a tocar la batería, seguro que tú podrías hacerlo a distancia.

El crujido del hielo hizo que Noel levantase momentáneamente la vista del pesado tomo lleno de tediosas y redundantes explicaciones sobre la Luna y todos sus pormenores en el que Gael y él trataban de encontrar información acerca del fenómeno lunar. Shizel parecía haber endurecido la escarcha que lo recubría de algún modo y ahora su piel reflejaba en su superficie gélida. El draco se preguntó que tipo de transformación sería aquella, que le era completamente desconocida y sentía curiosidad, aunque antes de que pudiera inquirir al respecto, Branniel volvió a hablar.

-Los precios de este tipo siempre son difíciles de aceptar al principio -le dijo al trasgo cuando hizo mención a ello-. Aunque ya se encarga la Luna de encauzarte de algún modo... -añadió enigmáticamente con un deje sádico en la sonrisa-. Te aconsejo que busques a alguien que te ayude a aprender autocontrol, es necesario para una transformación como la tuya -sugirió recordando como Jack le había ayudado a Cail en su momento.

Una nueva pregunta acerca de la noche de Luna volvió a hacerle levantar la cabeza de las páginas, en las que empezaba a hartarse de encontrar información superflua y para nada realcionada con lo que buscaba.
-Lo cierto es que sí. Desde hace más de dos meses varios empezamos a notar que nos ocurría algo fuera de lo normal. A mí no paraban de cáerseme las plumas a puñados, o aquí el señor Velita había evolucionado a Lámpara... quiero decir, que brillaba más de lo normal -explicó sonriendo con diversión señalando al fuego fatuo con la cabeza-. Y diría que eso no es todo, yo al menos me he notado más alterado que de costumbre -añadió pensativo para después esbozar una sonrisa sarcástica recordando que ellos mismos habían presenciado una muestra de lo que acababa de decir cuando reaccionó violentamente con su compañero la arpía.

Parecía que por fin habían llegado a la parte del pesado tomo donde explicaba algo referente a alteraciones producidas por la Luna, cuando la petición del idrino lo distrajo nuevamente. Observó como dama Yttria se caía de la silla debido a lo que inequívocamente había sido por causa de su propio hechizo.
-Podemos afirmar que a dama Yttria le ha impactado tu petición -le dijo sarcásticamente a Shizel con una leve risilla mientras tendía una mano a la chica para ayudarla a levantarse-. Parece una habilidad interesante esa... -se interesó esperando conocer la respuesta a la pregunta que ya le había formulado su compañero el trasgo.

-Me halaga que pienses que soy tan clarividente, Bran- Shizel sonrió burlón ante el comentario del trasgo-, pero de haber sabido que rebotaba le habría pedido que usara uno de insonorización. Creo que le habría venido bien y todo- hizo un gesto de cabeza hacia la bruja-. Debemos armar mucho follón para leer.

-Encantado, Velita, a mí me llaman Polo- le dijo con un deje irónico a Gael-. Iba a preguntarte si alguna vez la gente se cansó de hacer chistes a tu costa, pero ya veo que me quedan unos años.

-Estaba leyendo sobre un tipo que combatió en nosequé guerra en Esfronax...- les contó a continuación mientras se revolvía el cabello distraídamente, palpando los cristales de hielo que lentamente empezaban a fragmentarse. Intentó controlar el proceso para irle cogiendo el tranquillo-. Mencionaba que le recubría una capa de hielo que le protegía de la hechicería de combate, así que se me ocurrió que sería buena idea probar- se encogió de hombros-. Con encontrar algo más de información sobre el sujeto este debería apañármelas. Aparentemente es un skrýmir, aunque puede que estén mencionando su raza solamente.

Le chispeaban los ojos, aunque quisiese disimularlo. Si podía aprender a controlar aquello, como parecía ser posible, era como un atajo acelerado al duelismo mágico. Y nada le gustaba más a Shizel que coger la vía fácil a algo.