Biblioteca Mágica

Shizel quizá habría alegado algo al respecto de la partida de Branniel hacía unos días, pero ahora se le hacía aplastantemente lógico. Al fin y al cabo, ¿acaso no era de esperar? La criba había terminado; ya no había nada que les obligase a convivir todos juntos. Habían llegado de lugares distintos, así que no tenía nada de extraño que ahora cada uno se desentendiese de los demás y fuese por su lado.
-Ten cuidado- fue todo lo que dijo a modo de despedida, tratando de dejar de lado el extraño regusto a desazón que sentía de repente.
Una parte de la mente de Shizel se entretuvo en diseccionar dicha sensación hasta hacerla desaparecer, insensibilizándolo de alguna manera.
Aquella nueva calma gélida en su mente le daba un poco de miedo, y de repente el idrino se sintió perdido. Buscó adherirse a la que habría sido su respuesta antes de venir a Rocavarancolia. En Idris le había ido bien con eso, así que debía ser la respuesta correcta, ¿verdad?
Entonces cambiaba de compañías como quien cambiaba de camisa, y nunca lo había tomado como algo serio. Supuso que al respecto de aquello no debería sentirse de forma distinta, y así se lo dictaminó a sí mismo. Aquella guía, aunque fuese más memoria que otra cosa, le hacía sentirse más seguro.

Saren apareció de entre las estanterías, de nuevo en forma idrina y envuelto en lo que parecía ser una piel de pájaro más que familiar. No fue el único, dado que para la sorpresa del grupo entero Wintel también emergió de la nada y se unió a la comitiva de macieleros que regresaban. Shizel no pudo alcanzar a ver si alguno de ellos se llevaba algún libro, pero por su parte él no se llevaba nada. Había dormido poco y mal, y el solo pensamiento de ponerse a rebuscar entre libros polvorientos le ponía de mal humor.
Contempló con interés cómo Pablo se convertía en polvo. ¿Por qué iba a afectar la luz del sol al polvo, o a un ser que bebía sangre? Preguntas semejantes le surgieron al mirar con más detenimiento las transformaciones de sus compañeros.
-¿Los demás ya sabéis qué sois?- se limitó a preguntar a modo general mientras caminaban desde la plazoleta de la biblioteca en dirección a la Cicatriz.

Él mismo no lo sabía, y tampoco le daba demasiada prioridad en ese momento. Después del gasto mágico del que había hecho gala a lo largo de la noche, de lo último que había tenido ganas había sido de buscar alguna pista, probablemente vaga, críptica y confusa, que pudiera guiarle en una dirección con toda seguridad errónea e inquietante sobre su transformación. Mientras no incluyese canibalismo repentino, dolor insoportable o pérdida de miembros, podía posponer su curiosidad a un momento de mayor calma. De momento sólo sabía con seguridad una cosa, y así lo hizo saber.
-Yo suelto hielo. ¿A que es emocionante?- dijo en un tono que sugería que no lo encontraba emocionante en absoluto.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Me desperté lentamente y un mareo me fue inundado. Me sentía como arropado. No recordaba muy bien la noche pasada, solo que aquella chica me había ayudado a llegar a la biblioteca y mientras buscaba un libro relacionado con mi nuevo ser, ocurrió algo. ¿Un temblor? ¿o una explosión? ¿simplemente me había desmayado? Fuese lo que fuese ahora estaba cubierto por numerosos libros. No fue fácil salir de semejante montaña de libros.


Al ponerme en pie volví a caer al sentir todo el peso de las alas en la espalda, lo había olvidado ahora era un monstruo, una harpía. Me llegó a la mente lo que había estado leyendo la noche anterior, había encontrado un manuscrito donde encontré información sobre lo que ahora era.


“La fuente de poder de toda harpía reside en el vuelo” afirmaba el autor de aquel manuscrito. ¿Volar? ¿en serio? Si ni siquiera podía andar, ¿Cómo iba a poder volar? Obviamente tenía alas pero hasta ahora solo me habían servido para perder el equilibrio. También recordé algo que decía sobre aquellas sofocantes visiones que sufría sin previo aviso desde que me transformé, eran llamadas profecías y el autor aseguraba que con los conocimientos necesarios para su interpretación se podría conocer acontecimientos que están por llegar, el futuro. Recomendaba una serie de libros para esto ultimo “Premoniciones y profecías” volúmenes I, II, III, IV y V. No entendí aquellos extraños símbolos pero intuí que seria algún tipo de numeración.


Fui como pude en busca del bibliotecario a preguntarle sobre aquellos libros y para mi sorpresa le estaba dando unas represarías a Saren, que por lo visto había dejado de ser un pájaro gigante, por haber tirado libros al suelo, por un momento pensé en donde me había despertado… ojala aquellos libros no hablaran…

“Disculpa… pero estoy buscando un libro: Premoniciones y Profecías volumen…. Palito –dije intentando explicarle aquel símbolo al bibliotecario- no se como se lee...es un símbolo –dije excusándome- por cierto… hola –dije dirigiéndome a mis excompañeros- Saren, ¿Cómo lo has hecho? ¿Es que esto es reversible? groak –dije señalándome a mi mismo-“

La biblioteca se alzó ante mis ojos y pase a través de sus puertas, en la entrada ya no había nadie, busqué al bibliotecario, el cual estaba en su escritorio.

-Toma, te devuelvo el libro que cogí prestado,- el bibliotecario lo cogió sin decir palabra,- Oye por curiosidad, ¿Sabes si queda en la biblioteca alguna persona de las que vino ayer?,- me mencionó a una chica enfrascada en unos libros de magia, no me costo mucho esfuerzo deducir quien era.

Me encamine al lugar señalado por el bibliotecario y allí estaba la canadiense, me acerque a ella tratando de sacar su nuevo nombre de mis recuerdos, era algo relacionado con la tabla periódica, lo pensé un cacho y al final di con el nombre.

-Yttria,- me senté a su lado,- Sal de los libros un poco, ya se que son interesantes pero... punto numero uno, debes comer algo,- y le pase una fruta de la cesta,- y punto numero dos, ¿Has oído el pregón?,- me respondió afirmativamente,- Yo planeo ir a la torre de hechicería hoy, ¿quieres acompañarme?,- volvió a responder que si,- Bien, pero antes hay que devolver tu arma al torreón, yo ya he devuelto las mías.

La bruja cerró el libro y me dijo que tenia que ponerlo en su sitio, yo le dije que la esperaba en la entrada, tras unos minutos de espera apareció de entre las estanterías golpeando una especie de cadenas. Salimos y le pasé un trozo de queso con algo de pan y nos pusimos en camino.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Saren no había participado en la conversación de sus compañeros, y se había quedado dormido bastante pronto, dejándose llevar por una oleada de cansancio repentino. El combate a las puertas de la biblioteca le había agotado mas de lo que se imaginaba, por lo que su cuerpo agradeció aquellas horas de sueño. Se despertó bastante pronto, sin embargo, al sentir un repentino soplo de aire gélido sobre su piel desnuda. El norteñó se puso en pie como un resorte al percatarse de que estaba echado completamente desvestido sobre una especie de piel plumosa, muy similar a la que le había cubierto el día anterior antes de trasformarse en pollo gigante. Palpó sus brazos confuso al terminar de asimilar que había vuelto a su forma idrina, lo que confirmaba las palabras del draco de Estínfalo sobre la capacidad de cambio de su trasformación, capacidad que dependía de aquella piel emplumada.

El hecho de haber dejado la piel tras de si le resultaba extrañamente grotesco, y repentinamente sintió el impulso de cogerla, por lo que se agachó y la atrajo hacia sí. Haber recuperado su cuerpo resultaba un alivio en parte, pero por otro lado, casi se había acostumbrado a la forma de ave, y haberla perdido tan de repente le hacía sentirse vulnerable. La mente del chico trabajo rápido y decidió aprovechar su nueva condición para buscar información de su trasformación, tal vez averiguara la forma de retomar de nuevo la forma de pájaro.


Biblios lo encontró en la misma mesa en la que había tratado de leer hacía ya muchas horas, con el mismo libro que le había costado tanto llevar en forma de roc. Llevaba ya un rato leyendo sobre su transformación, y había entendido que podía cambiar de forma si se ponía o si se quitaba la piel. El hecho de como se la tenía que quitar en su forma animal aun le resultaba confuso, pero dedujo que era algo instintivo. También había averiguado que aunque su aspecto alternativo le ofrecía ciertas ventajas, le limitaba a su vez sus capacidades mágicas, siendo a pesar de todo necesario el cambio si quería seguir siendo capaz de practicar hechizos: necesitaba estar en forma animal para recargar sus reservas mágicas. Saren se había trasformado en selkie, lo que muy probablemente le traería problemas. Su piel era un bien codiciado y muy escaso, y se había convertido en el mayor punto débil del idrino: si alguien se hacía con ella podría usar al norteño como si fuera una marioneta y este no podría hacer nada por evitarlo.

El chico no sabía si estaba entusiasmado o bien jodido, y en esta tesitura se encontraba cuando el bibliotecario hizo acto de presencia. El contrato que le tendió era completamente caótico y algunas de las palabras que le dijo mientras giraba aleatoriamente le sonaron realmente absurdas. <<¿Pedir perdón a dos grimorios que no se quieren abrir? -pensó para si-, ¿pero de que planeta viene este sujeto? -se preguntó alzando una ceja. En cualquier caso el norteño sabía que no podía eludir la tarea, ni quería hacerlo, era el responsable de que diez estanterías hubieran sido derribadas y su contenido se hubiera mezclado por los suelos. Firmó ignorando descaradamente la palabra "zopenco" y se puso en pie, saludando a Wintel.

-Se refiere al tomo uno -le dijo al espíritu para ayudar a su compañero-, y no sabría decirte, Wintel. No se si sera reversible en tu caso, en el mio es una faceta de la trasformación, alterno entre las dos formas.

Cuando el nublino obtuvo sus libros, el idrino le guió hasta donde sus compañeros se estaban preparando para salir. Saren explicó vagamente que se había despertado así cuando le preguntaron sobre su aspecto, pero no dio demasiado detalles, y no dijo cual era su trasformación. Desconfiaba, y no sabía exactamente porque, pero en lo que se refería a su transformación, no se fiaba de nadie. Con esos pensamientos en la cabeza, el chico salió por la puerta junto a sus amigos, sin darle demasiada importancia al hecho de ir desnudo.

Continúa en la Cicatriz de Arax.

RR observó hacía un rato que se había despertado, y contemplaba como se encadenaban los diferentes acontecimientos en el seno del recibidor de la Biblioteca que les había servido de asilo aquella noche. Se había dedicado, a parte, a comprobar el estado de todas sus armas y a limpiar aquellas que habían sido disparadas, mientras pensaba en la vía de acción más idónea para solucionar sus problemas actuales. Así, pues, tomó buena nota de la debilidad de Pablo hacia la luz solar, a sabiendas de que no estaba de mas recabar información de aquella índole sobre los elementos que no sentían precisamente simpatía por su persona, que no eran pocos.

Fue observando cómo, uno por uno, sus compañeros se fueron marchando a sus antiguos torreones, para luego contemplar la aparición repentina del bibliotecario y de Wintel. Parecía que aquel lugar se había transformado en una suerte de refugio improvisado contra las catástrofes que acaecían más allá de sus muros.

Se levantó penosamente, ayudándose de su rifle de mayor envergadura para ello, blandiéndolo cual bastón, para luego mirar a su compañero.

-Hey, camarada,- dijo, dirigiéndose a Wintel.- no habrás encontrado allí dentro algún libro sobre eliminación de venenos, ¿no? Tuve un altercado con el cabrón de Aleksei, y se ve que la herida que me dejó llevaba regalito.

La situación de RR era, a sus ojos, crítica. No sabía cuan rápido avanzaba el veneno, pero sí sabía que había perdido un tiempo precioso aquella noche, encerrado como se hallaba por los peligrosos elementos que sembraban el caos por la ciudad en ruinas. Necesitaba acabar con aquel lastre, y necesitaba hacerlo cuanto antes.

Fue entonces cuando Wintel le habló de la curandera, y en la mente del foner se dejó entrever un rayo de esperanza. Memorizó la dirección que su compañero le proporcionó, sin hacer mucho caso a los detalles del relato que no ayudaban a agilizar el proceso de curación del brujo. Cuando el nublino finalizó, RR se levantó como buenamente pudo y, ayudado por su arma, se dirigió hacia su salvación, demorándose lo justo para agradecer la información recibida al muchacho. No tenía tiempo que perder.

Sigue en la Botica de la náyade.

Sorprendentemente la respuesta de Matt se resumía en líneas generales en que no le costaba mucho hacer lo que hacía. El brujo le explicó brevemente en qué consistía el concepto de dominio, y Shizel se preguntó cuáles serían los de sus compañeros exactamente.

Una vez llegaron a la biblioteca cada uno fue por su lado. Por mucha curiosidad que sintiese Shizel acerca de su transformación, las preguntas de Stefan le habían recordado que aparte de la mudanza obligatoria a los nuevos refugios aquel Consejo antediluviano no les había impuesto ninguna directriz más. Sus compañeros puede que estuviesen contentos con aquella falta de información, pero él no.
Todas aquellas horas de soporífero trabajo entre los papeles de su padre por fin iban a dar su fruto. A nadie solía ocurrírsele censurar lo que iba a consultar, precisamente por ser tan tedioso, al contrario con las crípticas anotaciones sobre la Luna.


Un par de horas después Shizel resopló y se revolvió distraídamente el cabello con las manos, ausente.
Quienquiera que hubiese estado a cargo de los registros de banca de Rocavarancolia en aquel entonces bien era increíblemente desorganizado, o bien había querido hacer indescifrables aquellos documentos. En cualquiera de los casos había hecho un buen trabajo: Shizel se sentía como si llevara horas discutiendo con una pared.
El idrino había tenido que abrirse camino a través de un laberinto de intereses fiscales, gastos desviados en el último momento, gestiones que no iban a ninguna parte y cuentas que no cuadraban antes de poder obtener una leve certeza de que iba en la dirección correcta. Sus esfuerzos al final habían dado fruto y ahora creía estar frente a lo que en su conjunto era un registro de los gastos referentes a los tres meses antes y después de la fecha de la Luna Roja y Samhein de los últimos cincuenta años. Y en los más antiguos sucedía lo mismo: al castillo entraban cuantiosas sumas por parte de fuentes diversas justo después de la Luna.
Lo curioso era que aquellos gastos ostentosos parecían haber cesado casi por completo desde hacía aproximadamente cuarenta años, lo que casaba con la imagen decadente que presentaba actualmente la ciudad. Fuese lo que fuese lo que había llevado a Rocavarancolia al declive, también había forzado a cerrar el grifo en aquello.

"Se rifaban a los transformados...", se dio cuenta más tarde. La separación entre Sede y Serpentaria en su momento había sido solo algo preliminar al reclamo de los recién bendecidos por la Luna por parte de los gremios. En las listas de cosechados había desapariciones por esas fechas que a Shizel le dieron muy mala espina, que coincidían sospechosamente con solicitudes de gremios rivales.

Otra información que había sido de su interés fue que Rocavarancolia había instalado aranceles entre la capital y los mundos vinculados. Pasó al registro más centrado en ellos, buscando alguna fecha tope antes de la cual estuviese prohibido el paso.
"Nada", se dijo triunfante unos minutos después. "El contrato de un año no es para todos los mundos, e Idris no figura en los registros."
Tenía el paso libre.

Durante el camino pude comerme un par de alimañas que, aunque no me quitaron el hambre, sí lo dejaron en un segundo plano. Sabía que no era más que un engaño y que no servía para nada, pero cada vez que pensaba en alimentarme en condiciones me acordaba de la cara de Marina y de cómo me había sentido en la pesadilla.

Me perdí un buen rato entre las estanterías de la biblioteca. Cogía antiguos anales de Rocavarancolia, bestiarios de otros mundos, libros que trataban de bestias y seres religiosos de los que ni había oído hablar. No me los llevaba a una mesa, sino que los hojeaba algo desinteresado donde los cogía, para devolverlos a su sitio poco después. No me gustaba ningún nombre de los que salían, o bien a veces me desagradaban las personas y seres que los llevaban. Cada libro que devolvía a la estantería de ponía de peor humor conforme pasaba el tiempo, aquella parecía una búsqueda sin final completamente inútil que no conducía a nada.

Al final, aburrido de buscar, decidí conseguir un buen montón de libros y leerlos en alguna de las mesas de la biblioteca. Fui de estantería en estantería cogiendo aquellos que más interesantes parecían, esperando que hubiese al menos un nombre aceptable en aquellas páginas. Dejé caer los libros en una mesa y me senté a leer. Tras un instante, me fijé en quien estaba delante mía.

—Oh, Shiz. Hola —sentí cómo la sangre me subía a la cara de la vergüenza mientras abría el primer libro que encontré a mano. El fresco olor que despedía me encantaba, por lo que mpecé a leer apresuradamente mientras intentaba no pensar en el hambre. «Suerte que he comido un par de alimañas por el camino».

Una vez obtenida la información que le interesaba, Shizel había pasado a buscar pistas sobre su propia transformación. Inseguro de dónde empezar y en vista de que no parecía salir en los primeros archivos que consultó, restringió su búsqueda a libros sobre seres asociados al frío. No sabía muy bien qué estaba buscando, y al cabo de un tiempo se encontró mirando leyendas sobre campañas rocavarancolesas en mundos vinculados gélidos en busca de alguna pista.

Cuando por fin lo dejó, aburrido, se dio cuenta de que se le había colado un libro que no correspondía entre la pila de ellos que había separado. “La dinámica y delicadas interacciones del ecosistema de casas carnívoras”…
-Encantador- murmuró. Había oído hablar de ellas a sus compañeros, y no tenía demasiadas ganas de acercarse por allí.
Lo cerró de un golpe disciplente y fue entonces cuando Branniel se sentó frente a él.
-Bran- saludó sorprendido. Dejó el libro intruso a un lado-. ¿Qué andas buscando por aquí? ¿Y cómo te adaptas... dondequiera que estés?
Se dio cuenta de que a partir de entonces iba a tener que hacer preguntas similares a gente que antes veía a todas horas.

—Busco algún nombre que nuevo, aunque de momento sin muchos resultados.

Torcí el gesto ante su siguiente pregunta. No estaba seguro de qué era normal dentro de la Secta, pero dudaba mucho de que el que un compañero te pegase una paliza se pudiese considerar como un éxito a la hora de integrarme allí.

—Me adapto... Bien —mentí—. Con los roces normales de la convivencia, pero la gente es maja —la cara de Tero cruzó mi mente y, por un momento, no pude evitar crispar las manos, imaginando que el libro era el cuello de ese mocoso—. Supongo que tú has ido a... ¿Serpentaria, era? —no presté mucha atención al pregón el día anterior, puesto que, al fin y al cabo, no me afectaba. Yo ya había conseguido mi propio refugio—. Bueno, la torre de hechicería, como se llame.

Seguía ojeando las páginas de los libros que había llevado. Normalmente leía el nombre del ser y parte de su biografía, para pasar casi inmediatamente la hoja. No me gustaba ningún nombre de los que aparecían, aunque la actividad era, más que nada, para no pensar en el olor que despedía Shizel. Odiaba mis nuevos apetitos. Los odiaba.

"¿Otro con el tema de los nombres nuevos? ¿Qué les ha dado a todos de repente con eso?"
-Todo es nuevo, pero Serpentaria no parece un mal sitio- comentó brevemente. Las reservas que mostraba Branniel respecto a hablar de su nuevo alojamiento impedían que la conversación fluyese libremente, y se instaló un silencio incómodo gracias al cual Shizel tuvo tiempo de fijarse en algunas cosas.
Branniel tenía los nudillos apretados al pasar las hojas, y sus ojos no recorrían las páginas con soltura. Aquellos pequeños detalles saltaron a la mente de Shizel y no vio motivo alguno para dejar de hacerlos notar. Últimamente le daba menos vueltas a las cosas antes de soltarlas tal cual, y para ser honestos era una sensación un tanto liberadora.

-Estás tenso- le señaló: no era una pregunta. Hizo una pausa mientras elegía con cuidado sus siguientes palabras, y cuando las pronunció lo hizo inconscientemente en voz baja-. ¿Vienes con el estómago lleno?

Levanté la vista en cuanto Shizel terminó de hablar, asombrado. Lo directo de su pregunta me sorprendía, más por haberla formulado directamente que por la frialdad con la que la había soltado. «Desde cuando se ha vuelto tan directo?. No me había dado cuenta de que me había quedado mirándolo con la boca entreabierta. La cerré y abrí un par de veces, sin encontrar palabras, y acabé soltando lo primero que me vino en mente.

—¿Desde cuando eres tan directo? —parpadeé un par de veces y bajé la vista, comprobando que había terminando el libro. Suspiré con fastidio y pasé al siguiente libro—. Y bueno... He comido un par de alimañas —gruñí como respuesta. Sabía que solo tenía que volver al templo y pedir comida para saciar el hambre, pero una parte de mí todavía se rebelaba contra esos instintos. Intentando cambiar de tema, volví a hablar—. Bueno, supongo que tú has venido a buscar información sobre tu propia transformación. ¿Has adivinado ya qué eres? —levanté la vista con algo de curiosidad. Su único cambio parecía haberse recubierto de escarcha, algo bastante curioso, y que hacía que me preguntase por los poderes que le había dado la Luna.

Por el camino en dirección a la biblioteca voy explicándole a Shiz como voy usando mi dominio. Se me hace extraño hablar sobre lo que hago con la arena pero intento simplificárle lo máximo los términos. "Todo se resume en jugar con lo que tienes. Bonita descripción.. Si señor."

Llegamos a la biblioteca sin problemas por lo que al entrar carraspeo dirigiéndome al chico. -Bueno. Nuestros caminos se separan.- Le digo a Shiz alzando la vista a los pasillos. -Nosotros nos  vamos a buscar unos libros. Si necesitas ayuda pégame una voz.- En ese momento me acerco a él y le susurro. -Pero cuidado con liarla que el bibliotecario tiene malas pulgas.- Después de la advertencia me encamino con Sandy a las estanterías para buscar los libros sobre Asrena que necesito.

Tras un buen rato de búsqueda infructuosa acabo dándome por vencido y alzando la voz llamo al bibliotecario. -¡¿HOLA?!- Digo al aire. -¿Algún alma caritativa que me eche una mano por aquí?- En ese momento me apoyo sobre una estantería esperando al bibliotecario.

-No nos quedan almas caritativas.- Dice una voz encima mía. Alzo la cabeza y descubro al bibliotecario saliendo por la parte alta de la estantería en la que estaba apoyado con unos libros flotando al rededor. -Bueno pero ya te tengo a ti.- Digo reprimiendo una carcajada y dando una palmada. El bibliotecario parece ignorarme mientras flota pasando por enfrente mía. A su paso los libros que flotan a su alrededor se colocan en los estantes a mi lado teniendo que apartarme para que uno de ellos en su trayectoria no  me diese en toda la frente. -¿Qué es lo que estas buscando brujo?-

Me pregunta el fantasma mientras continua su camino haciéndome ir detrás de él con mi muñeca siguiéndome con la cabeza gacha. -Pues ando buscando algo sobre Asrena.- Mientras digo esto me pongo a la altura del fantasma que sigue por su camino colocando los libros que flotan a su alrededor. -¿Y pretendes encontrarlo en la sección de flora y fauna submarina?- Me dice con un aire de desinterés.

En ese momento me pongo serio y por mi mente se me paso pegarme un golpe en la frente por lo obvio de la situación. Niego con la cabeza y continuo hablando con él mientras le sigo esquivando algún que otro libro. -Es que estaba esperando a que viniera a echarme una mano mi bibliotecario favorito. Sabes que siempre me solucionas la vida en la biblioteca.- En ese momento el espíritu se para en seco y resopla. -Te recomiendo que comiences buscando por la sección de mundos vinculados. Concretamente que empieces a buscar por la sección "A" de "A"srena.- Mientras habla va marcando la "a" con un gesto de comillas.

-Anda fíjate.- Le respondo. -Nunca me lo habría planteado.- Le digo con un tono de guasa. -¿Qué tal si me acompañas y me echas una mano?- Le digo agachando la cabeza y alargando la mano. En ese momento el bibliotecario termina de colocar el último volumen flotante y suspira. -Acompañame.- Sin mediar mas palabras traspasa la estantería que tiene enfrente haciéndome andar rápido para encontrarle. Tras un rato pasando estanterías lo encuentro flotando frotándose la barbilla y al acercarme a él me mira y dice con algo de desgana. -¿Qué es lo que estás buscando exactamente?- Me pregunta.

-Pueees.- "Muy buena pregunta si... No tengo ni puñetera idea de que buscar." -Un poco de todo la verdad.- Le contesto algo inseguro. -Un poco de cartografía, sociedad, fauna, cosas que tener en cuenta.- Mientras enumero las cosas voy perdiendo el tono de voz como si no supiese muy bien lo que ando diciendo. El espectro me mira arqueando una ceja y en ese momento baja hasta el suelo poniéndose enfrente mía casi rozando mi cara. -¿Me lo estas diciendo en serio?- Me alejo un poco la cabeza y lo único que sale de mi boca es una leve sonrisa acompañada de una carcajada. Tras eso vuelve a ascender y me pregunta por que busco ese tipo de información por lo que le digo el encargo de Giz y vuelve a bufar. -Ese goliat.- Dice mientras saca un libro de la estantería. -Muy bien mirate este.- Dice dejando caer en mis manos un tomo algo extenso titulado "Compendio de desiertos de Asrena tomo I. Tras leer el titulo se lo doy a Sandy cuando el espectro vuelve a hablar.

-Y mirate también el tomo II y el III- Dice mientras hace levitar dos libros algo mas finos que el primero diciéndomelos caer uno a uno en las manos mientras yo se lo paso a mi figura. -Mirate también este de Lagarto lagarto: Anatomía arseniana y este de Insectos: Cuales mantener fuera de tu estomago.- Tras darme todos los libros el bibliotecario desciende mirándome de manera inquisitiva. -Como me los llenes de arena tu o tu.... - Hace una pausa para mirar a Sandy de arriba a abajo y vuelve a dirigirse a mí. -Tu amiga.- Dice con un tono algo gracioso. -Vas a estar barriendo este sitio hasta que lleguen la nueva cosecha. ¿Entendido?-

-Entendido- Digo alzando la mano izquierda hasta el pecho. -Te prometo que seré limpio y bueno.- El bibliotecario sonríe y desaparece de golpe dejándome solo en el pasillo con Sandy cargada de libros. En ese momento me giro y le sonrío al verla tan cargada. -Bueno vamos a buscar algún sitio para leer.- En ese momento me encamino buscando alguna mesa en condiciones para poder leer a gusto.

Mientras camino buscando mi mesa el bibliotecario aparece en el fondo del pasillo y se acerca a mí portando un libro entre las manos. -Toma.- Me dice haciendo levitar el pequeño libro hacia mí. -Es un manual de distinción de espejismos. Te vendrá bien echarle un ojo.-  Extiendo la mano para coger el libro y le miro extrañado. -Vaya gracias.- En ese momento el bibliotecario vuelve a soltar un suspiro y se abalanza sobre mi lentamente traspasándome el cuerpo. Mientras se aleja alza la voz para dirigirse a mí sin mirarme.  -Recuerda lo que te he dicho brujo arenoso.-

Abro el libro que me ha dado y continuo andando hacia mi destino por lo que levanto la mano en respuesta a la advertencia del espectro y contestándole con algo de desgana. -Ya lo seee.... Ni una mota o a barrer.-

Tras un momento pasando estanterías me fijo que en una mesa del fondo se encuentra Shiz y el chico bestia con cola que expulsaba esa cosa negra. "Mm mm interesante." Le hago un gesto con la cabeza a Sandy y nos encaminamos los dos a su dirección. Cuando llegamos a la altura de los chicos cierro el libro que andaba leyendo y les hablo.

-¿Que pasa señores? ¿Como va la lectura ligera?- Les digo mientras me siento en la mesa. -Yo tengo un rato aún por aquí.- Comento señalando a la muñeca. En ese momento me acerco un poco al chico supurante y le hablo. -Ten cuidado con dejar esto algo perdido que si no nuestro amigo se enfada.- Tras decir esto no puedo evitar soltar una risilla al pensar en que Biblios me tendría a mi barriendo y al chico grande fregando toda la biblioteca.

Shizel se rascó la nuca un poco abochornado.
-Lo siento- dijo-. La sutileza se me ha congelado también, parece- hizo una mueca a modo de disculpa.

>>Sí, bueno, he encontrado muchas cosas sobre gólems de hielo de Arfes, pero juraría que la última vez que lo comprobé yo no medía tres metros- resopló cuando Branniel le preguntó al respecto-. De momento sólo sé que la magia no me la han quitado, y con eso al menos me quedo más tranquilo. ¿Sabes? Os debo una disculpa a ti y a Wintel: resultó que teníais razón- comentó con humor-. Pero a él no se lo digas.

-Nada por aquí, seguiré buscando- saludó a Matt cuando llegó-. ¿No habrás leído por ahí nada referente a gente que se hace crecer escarcha en el cuerpo, verdad?- le preguntó sin muchas esperanzas.

-Matt también vive en Serpentaria- le aclaró al trasgo, incluyendo el nombre del brujo por si Branniel no se acordaba. La mecánica de las sutilezas de conversación no parecía habérsele olvidado... lo que estaba olvidando últimamente era más bien usarlas, reconoció. No tenía tantas ganas de reprochárselo a sí mismo como debería.

-No se nada de tu transformación pero si quieres puedo llamar al bibliotecario para que te eche una mano.- Le digo tocando la escarcha de su mano. En ese momento me percato que he sido algo mal educado al no hablar mucho con su acompañante.

Pero Shiz se me adelanta presentándome al chico grande por lo que me levanto de la mesa y le extiendo la mano para presentarme por mí mismo. -¡Oh! ¡Si! Perdón.- Le digo al mastodonte. -Me llamo Matt....- Paro mi presentación al ver sus bocas en las manos. La imagen de las manos supurantes me hace desviar mis manos a su espalda dándole un par de toques sonriendo.

El chico se percata que me he dado cuenta de sus manos y que he evitado darle la mano por lo que le sonrio y poco a poco comienzo a quitarme los guantes mientras le hablo. -Veras Branniel.- Hago una pausa antes de quitarme el guante del todo. -No eres el único que tiene unas manos algo.... Diferentes.- Al decir esto me quito uno de los guantes y muevo mis falanges desnudas.

-Pero aun así.- Continuo hablando mientras me quito el otro guante. -Esas bocas me dan algo mas de impresión que mis dedos flacos.- En ese momento hago que la arena de mi cuerpo se re modele llenando de arena mis manos por su totalidad.

-Mi transforfación fue una transformación algo... extraña.- Digo mirando a los dos chicos. -Yo soy una fusión extraña entre un brujo de arena- En ese momento hago que Sandy se acerque a la mesa y suelte los libros para quitarse la capucha mostrando su arenoso rostro.

Al hacerlo continuo hablando a los chicos. "Espero que funcione... Hay que concentrarse en un punto en mi interior.. venga Matt lo has hecho antes." Me digo mientras me concentro. -Y también soy un- En ese momento mi cuerpo se acelera hasta el punto de que el tiempo parece detenerse a mi alrededor pudiendo ver a los chicos mirándome fijamente a mi y a mi muñeca. Me muevo de sitio y me coloco sentado en la mesa a un lado de Shizel y respiro profundamente. "Ahora hay que relajarse... respirando hondo..." En ese momento un escalofrío recorre mi cuerpo y puedo constatar como mi alrededor vuelve a su tiempo normal por lo que continuo hablando como si nada. -Espectro de arena.- Digo rozando mis yemas de los dedos como si nada.

-Pero el bibliotecario me ayudó bastante. Os lo digo de verdad.-

-Si te está costando encontrar la transformación quizás sea una poco común. Mira a ver si hay alguna seccióno libro de transformaciones raras -le sugerí a Shizel-. O algún libro de transformaciones relacionadas con el frío -sus siguientes palabras me recordaron que yo ya tenía magia, y todavía no había practicado nada-. Claro que teníamos razón -le dije, fingiendo un tono de superioridad-. Y no te preocupes, mis bocas están cosidas -"o lo estaban", pensé con algo de humor.

En ese momento llegó el chico de arena de la noche de la transformación. Sus palabras hicieron que me diese cuenta de que mis manos volvían a soltar bilis, aunque esta vez no tanta como el día anterior. Maldiciendo entre dientes, conseguí dejar de soltar aquel líquido. Por suerte para mí el charco no era demasiado grande, así que era fácilmente limpiable.

-Bueno, comprendo que estas cosas impresionen más que esos dedos tan canijos -le dije, levantando las manos. Todavía me acordaba bastante vívidamente de la impresión y el dolor que me provocaron las bocas cuando aparecieron. Justo ese momento decidió la risa de Ewa aparecer, lo que me hizo torcer la boca al recordar su visita. "Parece que le gusta hacerse notar de vez en cuando".

-Impresionante -dije cuando Matt se movió tan rápido que lo único que se pudo ver fue un borrón yendo de donde estaba antes a una silla al lado de Shizel-. Entonces, ¿tu poder es moverte a mucha velocidad o algo así? -estaba recordando la paliza de Tero. ¿Me habría mentido y sería un espectro? ¿O es que también tenía dos transformaciones, como Matt?

Después de escuchar la respuesta del brujo decidí ir a por un libro de magia básica con el que pudiese limpiar aquello. Entonctré un libro titulado "Todos los hechizos que necesita saber el brujo chacho" y volví a la mesa donde estaba antes. Me costó unos cuantos intentos, pero finalmente conseguí hacer un hechizo de limpieza leyéndolo del libro. En cuanto conseguí hacerlo bien el charco de bilis desapareció y noté una extraña sensación de disminución de energía. "Así que esto es como se siente usar magia". También noté un nuevo asalto del hambre, aunque seguía algo engañado por las alimañas que me había comido antes. Mi ánimo se ensombreció al recordar el precio de mi magia, por lo que me senté a intentar seguir buscando un nuevo nombre antes de volver a darle vueltas al mismo asunto. Torturarme en mi nueva fuente de alimento era lo último que necesitaba hacer ahora.

Cuando entraron en la biblioteca Noel pudo captar voces conocidas no muy lejos de la entrada al edificio. Aunque las tres le sonaban, había una que tenía un claro dueño al que conocía de sobra y de hecho le resultó una conveniente coincidencia encontrarse con él allí debido a lo que acababan de averiguar. Tras un breve intercambio de palabras con el fuego fatuo, se dirigieron hacia la pequeña reunión que formaban Matt y aquellos dos novatos de Maciel.

El idrino envuelto en una capa de hielo el cual tras darle un par de vueltas logró recordar que se había presentado como Shizel hacía dos noches y el trasgo de Ewa el cual no recordaba que hubiera dicho su nombre. El que pudiera estar allí, al lado de su compañero, evidenciaba que ya había comenzado a cumplir con su precio de magia, recordando que el vampiro llamado Pablo también había recibido ayuda a ese respecto la misma noche de la luna. <<Estos novatos cada vez lo tienen más fácil>>, pensó sarcásticamente en su mente recordando el tiempo que había tardado él en conseguir magia por primera vez o lo mucho que sabía que le había costado a Jack mantenerse cuerdo en su momento.

-Mira quien está aquí, el de los zorros acosadores -se dirigió al brujo a modo de saludo-. El mismo que se perdió toda la diversión de hace dos noches por irse de prematura excursión al desierto, pero eso es arena de otro costal -bromeó para luego dirigir su mirada hacia los acompañantes del espectro-. Me alegra ver que habéis sobrevivido adecuadamente al caos que se formó, no os falta ningún miembro o algún ojo -se rió entre dientes- ¿Os habéis mudado a Serpentaria? -inquirió, curioso, ya que ellos habían habitado la torre de hechicería no hacía tanto tiempo.
Ya que estaban con Matt supuso que el idrino y el trasgo podrían haber decidido instalarse allí, aunque le extrañaría que la secta no hubiese contactado con el trasgo todavía...

Siguieron las voces hasta toparse con Matt y dos de los antiguos macieleros que habían conocido la noche anterior, el trasgo y el tipo de hielo. Los dos parecían haber salido bien parados de aquella noche de locos, y no era poco teniendo en cuenta cómo se habían marchado solos ambos. Noel fue el primero en saludar, tanto a Matt como a los otros dos. Ahogó una risilla con la broma de la arena y, dejando el compendio de grimorios sobre una mesa, hizo lo propio, alzando la mano a modo de saludo.
-¿Zorros acosadores? Ah, creo que me suena haber visto algún animalillo de arena mientras trabajaba en la botica -le dijo a Matt. Después se dirigió a los demás, indeciso-. Es un alivio veros enteros. -«Sería un tanto triste perder la vida en la primera luna de forma tan tonta».