La fiesta de la mansión - RV Gakuen

Recuerdo del primer mensaje :



La casa estaba de las últimas dentro de la urbanización privada, pero incluso si alguno no tenía la dirección exacta sería fácil saber cual de todas era. Había tantas luces encendidas dentro y fuera del edificio que brillaba en la distancia. Según se fueran acercando al destino los invitados notarían la vibración de la música en el ambiente, que dadas las dimensiones de los terrenos del resto de viviendas no debería suponer un problema para los vecinos. A pesar de ser una urbanización antigua las calles parecían totalmente nuevas, casi todas las casas eran de estilo victoriano e iban de chalets a mansiones pasando por putos palacetes, y si bien la de los hermanos no era la más grande no se quedaba atrás en impresionante: parecía una casa señorial sacada de la Habana. Las verjas eran altas pero permitían ver el interior, bordeadas de arbustos de hibiscos, palmeras y otras plantas tropicales, un inmenso sauce llorón asomaba por detrás de la construcción y el portón estaba abierto de par en par en un exceso de confianza por la seguridad del vecindario. La imagen podría parecer de otra época si le restabas que estuviera sonando Bad Bunny a todo trapo o que en la calle ya hubiera varios coches de este siglo aparcados.

En las escaleras que daban a la puerta principal Kahlo atendía a los recién llegados mientras esperaba a que todos sus invitados apareciesen. La chica estaba perfectamente maquillada para la ocasión y llevaba el pelo -teñido de blanco como ya venía siendo habitual- recogido en un elaborado moño trenzado. Vestía con una camisa blanca con rayas muy abierta (no era a posta, el primer botón estaba a la altura en la que estaría el 3er o 4to botón en una camisa normal), unos pantalones de talle alto y unos zapatos con un poco de tacón. En las orejas llevaba los aros de oro más grandes que tenía, una cadena de oro que encajaba con el escote, uno o dos anillos por cada dedo de su mano izquierda, las uñas pintadas de un rojo muy oscuro y tantísimas pulseras y brazaletes como para que cualquier gesto que hiciera con esta sonase como el trineo de Papá Noel.
Al sol le faltaba muy poco para ocultarse del todo y la brisa hacía que apuntase a ser una noche de verano perfecta… si su hermano y sus amigos no la liaban.

Y pensando en el rey de Roma, apareció detrás suya. Vestía parecido a ella, aunque había rebajado el nivel de elegancia: una camisa veraniega negra con estampados de hojas de palma y flores rojas, de momento cerrada hasta arriba, unos pantalones marrones y unas vans negras. Llevaba dos anillos en cada mano, un colgante con una moneda de oro y sus aretes de siempre. Ya tenía pintalabios en la mejilla, y por lo pronto solo en la mejilla.

—¿Cuántos faltan?
—A mi que me cuentas, Nohlem. No me has dado una lista de gente —dijo lamiéndose el pulgar para borrarle el pintalabios como si de un niño manchado de helado se tratase—. Yo estoy esperando a los míos y diciéndole a tus amigos que se ahoguen en la piscina.
—I mi qui mi cuintis Nihlim- espera, ¿les estás diciendo qué?
A Kahlo se le escapó una risa con el tono preocupado que puso.
—Solo hazme el favor de no perderte tan pronto, que la gente llega y no sabe donde estás. Y si rompen algo es responsabilidad tuya.

Nota:

Para su suerte, Kalna se estaba adaptando bastante bien al cambio de intensidad así que se olvidó rápido de la posibilidad de bajar y se concentró en disfrutar del momento. Dentro de lo que cabía, se lo estaba pasando bien salvo por el creciente nerviosismo que intentaba mantener alejado en algún rincón de su cabeza. Si ya el contacto le resultaba algo más complicado que de costumbre, la respuesta que le dio la chica una de las veces que quedaban juntos antes de otro giro le produjo un escalofrío por todo el cuerpo que, de no ser por los años de experiencia, lo habría hecho tropezar rompiendo con el ritmo perfecto que llevaban. Un impulso, surgido de su vena algo intensa, le hizo contestar mentalmente: -(¿Qué no quiera? Lo quiero todo)-, a lo que al instante respondió con su parte racional: -(Quiero decir, estando cómodos me gustaría pasar más tiempo bailando, hablando... Lo que sea, pero contigo)- El intercambio mental quedó en que el rubor de sus mejillas se intensificó y sonrió un pelín alterado al no esperarse aquello. Ya que interpretara aquello como quisiera.

El baile continuaba, con ánimos crecientes y con cada vez más gente a su alrededor. A Rick no le molestaba aquello en absoluto (algunas veces incluso no podía negar que le gustaba pavonearse un poco), aunque le daba un poco de cosa por la libense. Se le pasó bastante rápido en cuanto comprobó que no le daba importancia al gentío, más bien se estaba concentrando en mirarlo a él... Tragó saliva disimuladamente y mantuvo el contacto visual. No es que quisiera cortarlo, de todos modos.

El comentario le sacó una risilla también a él. Lo único que le importaba al neoyorquino en aquel momento eran los pasos, la música y ella, el resto como si desaparecían. Con la misma picaresca que había usado Kalna, dijo: -Seguramente, pero en todo caso eso será algo de lo que preocuparse mañana.- Después de un giro que los separó un momento terminó con una sonrisa acompañada de una propuesta: -Ya que estamos, ¿qué te parece si les damos un buen espectáculo del que hablar?-

Lejos parecía quedar ya la incertidumbre de lo que fuera a pasar con Serena. Probablemente que apareciera ella entre el público sería lo único que podría pararles ahora mismo y, en realidad, Rick no lo tenía tan claro. Con Kalna sentía algo. Ya a la mañana siguiente se encargaría de ordenar el qué, pero ahora mismo lo único que quería era seguir a su lado.

No sabía bien cómo tomarse la falta de respuesta. Que se sonrojase más y sonreía parecía positivo, pero que no lo siguiera con ningún comentario hacía que se planteara que a lo mejor se había pasado, y que al final sólo quisiera bailar y pasarlo bien. A Kalna le valía, aunque si por ella fuera aquello podía llegar a más. Tampoco quería que Rick se enfadase con ella por eso, aunque no sabía por qué exactamente. Solo era un capricho de esa noche, ¿no? Vale, sí que quería que la enseñase a bailar swing, y halar más con él, pero… Ya pensaría en ello en otro momento al día siguiente, cuando le importase algo más que pasarlo bien en la fiesta.

Y vaya que si lo estaba pasando bien. Entre el baile, el que les mirasen, aquellos comentarios que volvían a darle esperanzas de que no estaba leyendo de más en los gestos de Rick y que realmente no le había molestado lo anterior.
—Me parece perfecto —sonrió con decisión.
Que al día siguiente cotilleasen lo que quisieran, esa noche era de ellos dos. A esas alturas el amarillo de sus iris debía de ser anecdótico, pero tampoco le importaba que Rick viese lo que sentía. No era como si pudiera evitarlo de todas maneras.

Siguieron bailando, aunque Kalna le daba vueltas a las últimas palabras de Rick. A lo mejor había interpretado todo mal y aquello en lo que pensaba terminaba de hacer que el neoyorkino quisiera de bailar con ella, pero no podía con la incertidumbre de que a lo mejor sí había leído correctamente. La posibilidad de que estuvieran los dos dándole vueltas a los mismos pensamientos, en un punto muerto en el que ninguno quería mover ficha por miedo estaba ahí, y cada vez sentía más la necesidad imperiosa de romper ese estado.

Por los grandes felinos, que fuera lo que tuviera que ser. Se acercó a él, aprovechando la vuelta de un lanzamiento, y le besó. Notarle parar de bailar fue casi la confirmación de que no quería aquello y que se había lanzado a una piscina vacía. Ahora se apartaría y… ¿Y no lo estaba haciendo? Sintió como la tensión acumulada en su cuerpo desaparecía.

La sonrisa de Rick aumentó en cuanto Kalna aceptó, tan emocionada como él con la idea. -Muy bien, allá vamos- declaró antes de continuar con el baile.

Los pasos que estaban haciendo no distaban de los anteriores en cuanto a la rapidez respecto a la música, pero el neoyorquino intentaba usar aquí y allá algunos movimientos más llamativos y complicados. Se sentía en un trance como pocos había tenido bailando, perdiendo la visión de lo que había a su alrededor y centrándose solamente en ella. Tenían una compenetración curiosa, teniendo en cuenta que era la primera vez que danzaban juntos, pero nadie se lo creería viéndolos. El chico tenía la creencia que para lucirse en la pista tenía que haber química entre los bailarines y tenía clarísimo que ahora mismo sobraba mucha allí.

Durante un ratito estuvieron en silencio, siguiendo la coreografía según les inspirasen los ritmos de la música. Rick hizo otro lanzamiento, idéntico a los anteriores. Esperó a tener a Kalna cerca para continuar... Y entonces llegó el inesperado beso. Muchas veces había imaginado su primer beso con la chica que le gustaba en distintos momentos, aunque nunca había surgido la oportunidad. Esperaba que fuera mágico, de esos que paraban el mundo a su alrededor. Tal vez se emocionaba mucho al pensar en ello, pero desde luego lo veía como un momento especial. Hasta hacía bien poco esperaba ese beso con Serena, pero sin embargo el universo había tenido otros planes. Y allí estaba, en medio de la fiesta rodeado de gente y con Kalna, con quien había entablado una buena relación en un escaso tiempo por la casualidad, besándole.

En cuanto notó el contacto de sus labios se quedó totalmente congelado, con los ojos abiertos incrédulo a lo que estaba pasando. Miles de impulsos llegaban a su cerebro, buscando la forma en que seguir, mientras un calor inmenso recorría todo su cuerpo. A pesar de los escenarios en que se había imaginado, no sabía qué hacer... Pero, en realidad, ¿no era mejor dejarse llevar?

Los rastros de preocupación se diluyeron en la boca de la libense. Rick solo puso atención en ellos, siguiendo tímidamente sus movimientos. Igual que él la había guiado en el baile, era su turno de que llevara las riendas. La mano que tenía libre, hasta ahora en el aire, encontró descanso en su mejilla, llegando allí con suavidad. Dejó que el tiempo volase, poco le importaba. Nunca se lo había imaginado así, pero el primer beso fue incluso mejor de lo que podría haber soñado.

No tenía ni idea de cuánto pasó, pero en cierto momento retiró un poco la cabeza totalmente rojo. En algún momento había cerrado los ojos para centrarse mejor en las sensaciones y mirarla ahora le aceleraba más el pulso. -No era ese tipo de espectáculo al que me refería, pero me gusta.- soltó como una pequeña broma pícara. Esperaría por si había una respuesta y por algún signo de cuales eran los planes de la chica. Por su parte, estaba más que dispuesto a un segundo pase, a un tercero o a todos los que fueran. No le apetecía soltarla ahora.

Maila estaba disfrutando mucho de aquella fiesta y el comentario de Kahlo logró sacarle una sonora risa, pero la puso nerviosa a partes iguales. Aquel "juego de época" en el que Fleur hacía de damisela era demasiado gracioso, y la verdad, algo excitante.

-Oh, no te preocupes Kahlo... Como te dije esta noche estoy más que dispuesta a compartir.- Le soltó a su amiga varmana imitando su tono de voz confidente y una sonrisa divertida. Maila observó cómo Kahlo invitaba al más puro estilo medieval a Fleur a bailar besando su mano, y cómo ésta aceptaba. Sin embargo la música paró cortando aquel momento y la chica se rio junto con sus amigas por lo absurdo de la situación.- ¡No me lo puedo creer!- Exclamó entre risas.

La siguiente canción compensaría aquello tratándose de swing y Maila observó cómo Kahlo sacaba a bailar a su novia con el rostro algo ruborizado. Aquello había empezado como una idea loca entre ella y la francesa de darse una noche de más libertad, pero la hawaiana no se esperó experimentar tantas sensaciones y nervios. Ambas estaban preciosas bailando y Maila las seguía mirando algo embobada ante aquel espectáculo. Sólo el comentario de la felina fue capaz de sacarla de aquel trance, y pudo percatarse de lo mucho que le estaba gustando aquello a Fleur. Y del rubor de sus mejillas.

-¡Si, si claro!- Dijo mientras empezaba a moverse al son de la música mientras se acercaba poco a poco a ambas chicas. Entre movimientos de pies y caderas terminó por acercarse y empezó a bailar alrededor de ellas a su ritmo. No quería interrumpir la danza de su amiga y su novia, y con todo lo enérgica que era sorprendentemente prefería adoptar una actitud más lejana y observar aquel espectáculo.- Ten cuidado Fleur, puede que esto me ponga algo celosa...- Dijo con un mohín y fingiendo enfado, solo para avivar más aún aquello. Aunque luego no pudo contener una nueva risa y seguir bailando con una sonrisa bobalicona en el rostro.

Estaba tan preocupada por la posibilidad del rechazo que casi no se había planteado otras opciones. La noche había sido una mierda hasta que habían hablado y se habían puesto a bailar, y casi esperaba que volviera al mismo cauce. Que Rick correspondiera era algo que quería, y a lo que le tenía esperanzas, pero que se sentía casi tan irreal como todo lo que estaba alrededor. Las figuras de la gente que tenían alrededor no eran más que un borrón sin sentido, y la música casi parecía lejana, como si de repente hubieran bajado el volumen.

Cerró los ojos por inercia, haciendo que lo poco que había de realidad en el momento se difuminara del todo. El tiempo pronto dejaría de tener sentido también, como si se hubiera parado de golpe. La mano libre se quedó en el aire, sin saber muy bien qué hacer con ella. Los nervios no estaban ayudando, y se estaba sintiendo torpe. Aquel estaba lejos de ser su mejor beso, y aún así se sentía maravilloso. Tanto o más que el contacto de la mano de Rick en su mejilla, que la hizo estremecerse ligeramente.

Aunque antes o después tenía que pasar, y aquel comentario la hizo sonreír. Había dejado de estar nerviosa cuando la había correspondido, pero aquella confirmación era música para sus oídos.
—Perdona, es que me moría de ganas por besarte —susurró. Sabía bien que no hacía falta que se disculpase ni se justificase, pero sentía la necesidad de hacerlo.

Se planteó su siguiente movimiento. Podían irse a un lugar más apartado, donde no les estuviera mirando a saber cuánta gente… Pero es que entonces tendría que moverse, y no le apetecía lo más mínimo en aquel instante. Ah, que le dieran a todo. Volvió a besarle, esta vez con mucha más confianza. La mano libre ascendió hasta su cuello, donde se posó con delicadeza. Necesitaba redimirse por el beso anterior.

La situación solo mejoraba. Los operarios de emergencias pedían hablar con un adulto... en una fiesta como aquella. «Venga ya, ¿no veis qué está pasando? ¿Os parece ver a alguien responsable mayor de edad por aquí?» les dedicó mentalmente, pero sin decir nada. Era probable que hubiera alguien entre les asistentes, pero Tawar no conocía a nadie y no quería meter la pata... y menos mal, porque la habría metido de lleno. Un gigante escuchó las palabras de Räg. Se les acercó ofreciendo su ayuda pero le gustó cómo lo hizo. Eso sí, le dio la razón a su amigo en silencio: ese gigante venía también visiblemente afectade.
—Al fin alguien de la Alianza, menos mal. No serás el mejor caballero de Lordaeron pero parece que nos sirves por haber nacido antes —comentó con jocosidad. Esperaba con ganas que se refiriera a esa Alianza y no otra. No las tenía todas consigo, la verdad—. ¿Pero qué es eso de "Caballero Ciervo"? Suena guay.

Su sonrisa, además de que se le contagió, lo puso un poco más nervioso de lo que ya estaba. Probablemente habría sido más si hubiera llegado a escuchar los cuchicheos que empezaban a formarse alrededor de ambos, pero entre la música y que su total atención estaba en Kalna ni se inmutó. Si había algún ápice de calma en Rick, el susurro se encargó de borrarlo. Aquellas palabras sonaban mejor que cualquier canción y lo conmovió al extremo. Vale, en algún momento le había caído algún piropo, pero ninguno se acercaba de lejos a lo que sentía con aquello. Tanto que tuvo que apartar la mirada muy ligeramente porque le empezaba a dar algo de corte que lo confundiera con un tomate a esas alturas.

Por supuesto no tardó de nuevo en mirarla, porque a pesar de lo anterior no quería alejarse. El momento en el que pensaron el siguiente movimiento se le hizo eterno a pesar de no durar más que unos segundos, aunque no por ello era incómodo. No había apartado la mano de su cara en ningún momento ni tenía intención de hacerlo de momento. Ya que se había sincerado, ¿por qué no hacerlo él también? Tímidamente aunque con una intención clara, el neoyorquino susurró en respuesta: -No lo sabía hasta ahora, pero creo que estoy en las mismas.- No tuvo que verbalizar más aún que quería repetirlo, Kalna se encargó de cumplir el deseo de ambos.

Todavía le faltaba práctica, pero ahora ya sabía como funcionaba. Dejó que la libense lo guiara, aunque esta vez la pasión lo llevó a acompasarse mucho mejor que antes. En su boca se dibujaba una sonrisa mientras disfrutaba del contacto de la chica, dándole una nueva oleada de calor en cuanto notó su mano libre en el cuello. Estaba yendo algo lento para disfrutar cada momento, pero si decidía aumentar algo la intensidad el chico no se quedaría atrás.

A su vez, una mano se le empezaba a quedar corta. Rick intentaría soltar la otra mano con delicadeza, dejando claro con el tacto que no se iría muy lejos. Acabó haciendo compañía a la otra mejilla, aunque no descartaba que acabara bajando poco a poco si los besos continuaban durante un rato. Definitivamente, aquella casualidad le estaba encantando.

Mientras Airi se bloqueaba pensando en la bronca que le echaría su madre si se acababa enterando de que había ido a ese tipo de fiesta por culpa del asunto de la cetoambulancia, Räg se repuso mejor y empezó a preguntar si alguno de los presentes tenía más de dieciocho. Solo reaccionó cuando reconoció al chaval que se les estaba acercando. Alcoholizado, empapado y… ¿delirando sobre ser un caballero andante? El instante en el que creyó que se habían salvado duró muy, muy poco.

Airi miró expectante al lunático, ¿tenía siquiera encima su DNI o algún documento acreditativo? Lo mismo se le había quedado en el fondo de la piscina.
—Perdona por todo este lío, Ernest… —Era el nombre que creía haber oído—. ¿Llevas encima tu carné de identidad? Lo siento, pero tu amigo… bueno, supongo que lo conoces, está muy mal. Queríamos ayudar y… —No quería admitir que era culpa suya, pero tendría que acabar haciéndolo. Lo que sí que no podía era dejar a Räg cargar con toda la responsabilidad—. Lo arreglaremos entre todos, te prometo que no te causaremos problemas.
Si tenía que comerse una bronca de su madre, pues tendría que ser. Se lo había buscado.

Luchando para mantener el equilibrio en el sitio, Erknest oyó con una sonrisilla tonta en la cara la explicación del argoniano morado. Estaba más concentrado en adivinar que significan palabrejas tan complicadas como "aval", aunque más o menos había captado la idea general de por qué lo estaban buscando. Empezó a asentir, moviendo más la cabeza de lo que quería: -Entiendo, sí... Eso es muy fácil, sí... Puedo hacerlo- El tono era más calmado que antes, inmutable aún cuando el resto empezaba a impacientarse por un motivo u otro.

Iba a cumplir su palabra cuando una vocecita le hizo fijarse en algo del lagarto. En su estado, no se había fijado que Rágjynn llevada a une repobladore (y todavía estaba procesando si era eso u otra cosa), pero su atención cambió en cuanto escuchó Lordaeron y le preguntó por su tan distinguido título (sin reconocer en el proceso la broma que había hecho). Recuperando un poco de lucidez y con mucho ánimo, le miró animado y comenzó a responderle: -¡Ah, veo que tienes buen gusto, querido compañero! El título de Caballero Ciervo lo llevo humildemente desde la creación de un OC para un oneshot de Dragones y Mazmorras en el que participé hace tiempo. En el WOW todavía estoy buscando un transfondo más organizado para mi estupendo guerrero, pero te puedo adelantar que estuvo presente en...-

Erknest habría seguido contando con mucho brío toda la cronología de su personaje y más detalles del nombre, pero por suerte llegó a escuchar a le sanaí y poco a poco se detuvo para volver al asunto importante. Estaba bastante seguro de que si fueran amigos se acordaría más de él, pero en aquellos momentos tampoco es que pudiera recordar demasiado. -Claro, no te preocupes. Me alegra ver a gente tan considerada. Dadme un momento y os ayudo- dijo en un tono tranquilizador que más bien podía tener el efecto opuesto por el deje que había en su voz. Empezó a buscar su cartera, palpando cada bolsillo de su pantalón a pesar de que era obvio dónde estaba por el bulto que hacía. Después de pasar dos veces la mano por el bolsillo izquierdo, sacó la cartera por fin. Completamente mojada. La abrió y fue buscando entre las tarjetas su DNI. A punto estuvo de mostrar el carné de socio del club de rol del campus, aunque se dio cuenta a tiempo para sacar el carné correcto. -Aquí está- lo mostró en alto como si hubiera conseguido un nuevo objeto importante. -¿A quién tengo que darle los datos?-

En cuanto le indicaron al camillero que estaba junto a ellos, el chico se acercó y dio (no sin cierta dificultad) sus datos. -Si necesitan cualquier otra cosa estaré encantado de seguir ayudando por el bien del... chaval ese.- dijo con convicción (al menos al principio) para luego guardar el DNI en la cartera. Fue en aquel momento cuando el terror apareció en su mente, recordando que en el bolsillo derecho tenía el móvil. Si la cartera se había mojado... Muy a su pesar, contuvo sus ganas de comprobar si al día siguiente tendría que comprarse uno nuevo y espero la respuesta del auxiliar, con una sonrisa forzada para no echarse a llorar allí mismo.

Al igual que Airi estaba demasiado nervioso como para poder seguir nada de lo que decía Tawar, aunque pudo comprender que le repobladore estaba familiarizade con los términos del mismo videojuego del que hablaba Erknest. Por desgracia eso tuvo un efecto un tanto... inconveniente, pues el chico en su embriaguez le estaba siguiendo demasiado el rollo teniendo en cuenta la urgencia de la situación.

Tras observar de reojo como el auxiliar alzaba la vista al cielo mientras suspiraba con frustración, miró hacia le sanaí buscando apoyo racional instintivamente, pero Airi ya estaba dirigiéndose a Erknest y este pareció reaccionar por fin y Räg no tardó en responder a su pregunta acerca de a quién debía darle los datos. Por lo menos, parecía buena persona aunque estuviese tan pasado de vueltas.

El camillero comenzó a escribir rápidamente los datos que había en el DNI de Erknest y se lo devolvió con el mismo apuro, haciendo que el documento cayese al suelo. Apenas musitó una disculpa cuando se giró para dirigirse hacia la cetoambulancia, asegurándoles que ya estaba todo y que llamarían al teléfono que se les había proporcionado en caso de ser necesario.

El enorme cetos se puso en marcha desde la entrada a la mansión, volviendo a llenar el lugar durante unos instantes del estruendo de su sirena. Cuando ya solo volvía a escucharse la música de la fiesta, que parecía hasta silenciosa en comparación, el mjörní no pudo evitar mirar hacia Tawar y Airi con el rostro todavía bastante desencajado y dejar escapar un sonido en el que se traslucía todo el estrés que había sentido y seguía sintiendo.

—Ah... ehm... Muchísimas gracias por tu ayuda, Ernest —él tampoco había podido entender el nombre del chico a la perfección—. Podemos intercambiar números de móvil ahora por si te llaman... —dijo sacando el suyo del bolsillo y dejándoselo ver con un gesto—. Por cierto... ¿no conocías al chico?
Aunque en el momento no había pensado nada al respecto, considerablmente más preocupado en que la situación se resolviese cuanto antes, no se le había escapado que se refirió al chico en coma etílico como "el chaval este".

Colmillo frunció el ceño preocupado por su amigo. Al principio, su cerebro beodo no entendía el por qué de su enfado, pero cuando nombró a “esos dos gilipollas” algo le dijo que no se estaba refiriendo a Adam y Chromsa.

-No, joder, no -rió como si Connor estuviera de broma. Joder, esperaba que estuviera de coña-. ¡No van a joder el grupo! -exclamó como si fuera evidente, pero tras unos segundos sus ojos se abrieron como platos y miró a su amigo con miedo-. No van a joder el grupo, ¿Verdad?

Hasta cierto punto, podía entender la preocupación de su amigo. Él mismo había mirado la tensión sexual entre Ethan y Nohlem desde fuera con el morro fruncido, pero más bien porque creía que si no la solucionaban de alguna manera eso sería lo que dañaría el grupo. La idea de que fuera precisamente lo contrario lo que los rompería no había pasado por su cabeza.

-Joder, no, no. ¡Esto es bueno! ¿No? -comenzó dubitativo, sin querer enervar de nuevo a Connor, pero queriendo que tanto su amigo como él mismo creyeran en sus palabras-. ¿No estabas un poco harto de ver a Nohlem mirando con ojitos de cordero degollado a Ethan por las esquinas? ¿O los ojos tristes de Ethan cuando Nohlem estaba con alguien porque claramente quería ser él? Sé que no soy el más listo, pero, joder, hasta yo puedo ver que llevan tiempo babeando el uno por el otro. ¡Entonces esto es algo bueno! -exclamó intentando que Connor entendiera su punto-. ¡A mi me daba más miedo antes, joder! Llevo tiempo pensando ¿y sí Nohlem se cansa de que Ethan no le dé bola y decide que ya no quiere ser su amigo y, por extensión, del resto de nosotros? ¿ Y sí Ethan se siente incómodo por tener que ver los ligues de Nohlem y decide dejar de salir con el grupo? No, joder, esto es bueno.

Por un momento, Colmillo estaba convencido de que su visión de la situación era la correcta y que los miedos de Connor eran completamente infundados, pero al momento siguiente una idea cruzó su mente que le hizo pensar que quizás su amigo pudiera tener razón.

-¿Crees que no están en la misma página? ¿Que uno está pillado y el otro solo quería rascarse el picor y mañana a otra cosa? -preguntó con miedo-. Mierda, van a joder el grupo.

En un par de ocasiones Adam se tambaleaba demasiado del sitio, afectado por el ligero pero persistente mareo que le estaba regalando con intereses el alcohol que llevaba encima aquella noche. Agradecía mucho que su pareja estuviese a su lado para ser su apoyo y lanzar algún que otro hechizo despejante a su cabeza ahogada de etanol. Eso sí, el ver bien a Chromsa con el bañador puesto le sacó una sonrisa muy amplia, le quedaba muy bien. Luego terminó apoyado en su hombro y con el enrojecimiento aun en su rostro, suspirando de vez en cuando.

—Llevo… un bañador —aclaró a Amira encogiendo sus cejas en una genuina duda que le asaltaba en sus adentros—. ¿N-no te gusta o que? Pero si es bonito y con pegasos, era el que más me gustaba de la tienda —y el más barato.

No iba a poner más motivos sobre la mesa acerca del bañador, prefiriendo lanzar de nuevo otro hechizo despejante para aliviar el mareo. Del rebote, se sentía un poquillo peor a ratos cuando volvían aquellos momentos desvanecientes al pasarse los efectos del hechizo. No sabía que pensar de las opiniones del resto, ¿tan mal iba vestido por lo general?

Prefirió distraerse y atender a Tayron quien, bueno, tampoco iba del todo bien o al menos eso empezó a notar el ruso al escucharlo hablar y patinar en algunas frases. Se puso un poco serio escuchándolo, conque sí que había asunto entre él y Colmillo. Parecía frustrado con toda la situación pero el otro chico no parecía estar pasando del todo del de la cola rayada. No lo vio marchar, sin embargo pudo notar que había química eso sí.

—Vaya, se fue… —dijo a Chromsa cuando el lémur ya marchó—. Yo creo que sí que hay algo entre ellos dos, ¿deberíamos ayudarlos o… algo así? No me gustaría ver que por un pequeño malentendido terminasen enfadados. Вся эта ситуация меня очень огорчает. (Toda esta situación me pone muy triste) —terminó ya con el filtro al rocavarancolés apagado. No le importaba aportar pero quería saber sobre la opinión del fauno primero, mirándolo con un pelín de apuro.

Adam no iba bien, Colmillo no iba bien, Tayron no iba bien. La verdad era que estaba siendo un fiestón, aunque esperaba que aquello no fuese a peor, porque tampoco quería estar haciendo de madre de los demás. La respuesta de Adam a su pregunta la hizo reír antes siquiera de que su cerebro lo procesase bien, y se tapó la boca con la mano en cuanto se dio cuenta. Vale, a lo mejor ella no iba tan mal, pero el alcohol estaba empezando a afectarle. No pensaba beber más, porque tampoco le parecía justo que fuera Chromsa el que tuviera que hacer de padre de todos ellos.

Negó con la cabeza al pegaso, pero no dijo nada hasta que el lémur (del que se despidió con un gesto de la mano) se fue a cambiarse. Vale, era feo, pero había algo mucho más importante de lo que Adam ni se estaba dando cuenta.
—No, tío, es que… ¿no crees que es muy obvio? —se suponía que lo de que fuera un pegaso era un secreto, ¿no? Y aunque no lo fuera, ya era ir pregonando a los cuatro vientos aquello. Joder, si ella tenía un caballo y no llevaba cosas de caballos por ahí. No fuera a ser que pareciera salida de una de esas pelis lacrimógenas de niñas pijas que montan a caballo o algo.

Suspiró. No quería tampoco interrumpir la pregunta que le había hecho a Chromsa, pero a ella la situación también le generaba esas dudas. Sí que parecía que se molaban o algo, pero tampoco sabía si meterse en medio para “ayudarles” iba a acabar bien. ¿Esas cosas salían bien alguna vez?

En la alegría del baile, apoyada por una melodía libre de preocupaciones, era muy fácil para Kahlo olvidar la química que se había formado en torno a sus amigas y ella. Ahora mismo, entre giros, pasos y acercamientos para la varmana Fleur era tan linda como siempre, linda y nada más, una amiga de la que presumir y sentirse orgullosa. Por eso cuando la francesa le recordó el juego en el que estaban se le escapó un pequeño sonidito de sorpresa ("¡ah!"), automático tras el toque a su boca, el cual víctima de la incertidumbre le hizo llevar una mano brevemente a la zona como para asegurar qué había pasado. ¿Tenía algo? ¿Era el pintalabios? La respuesta llegó de la mano de Fleur, a lo que ella solo pudo mirarla con los ojos de par en par. El baile ya la tenía con las mejillas rojas, así que un poco más de sangre apenas haría una diferencia. Pronto le regaló una sonrisa zorruna, mucho más confiada de lo que tenía en mente y de manera bastante literal, pues no sabía qué responderle. El intercambio de dobles sentidos y flirteos con Maila había sido una cosa relativamente (muy, MUY relativamemte) fácil y natural, pero con Fleur había tantísimos puntos en común que romper la barrera de su amistad se sentía como un rompecabezas. En ella había una elegancia y unos protocolos a seguir que nadie había escrito, pero allí estaban, como normas en su cabeza que debía acatar. No le daba miedo, solo la abrumaba.

—¿De veras? —su sonrisa se ladeó con fingida inocencia, y aprovechando que Maila se había acercado por fin Kahlo cambió de pareja, asaltando a una desprevenida hawaiiana a la que no dudó en pegarse, trazando las curvas de sus hombros con ambas manos—. ¡Si tan celosa te pones no te quedes ahí como un pasmarote, cariño! ¡Vamos! —y como si tal cosa le dio un beso en el cuello, apenas un pico breve para chinchar a Fleur y embobar un poco más a su nueva víctima.

Si olía a Maila, Maila olería a ella, y para que así pudiera comprobarlo Fleur guió a su novia junto a ella en otro intercambio de pareja. Kahlo quedaría por un rato como espectadora, bailando de manera más discreta aprovechando un breve descanso en la canción, donde los instrumentos se hacían tan suaves como las voces. Su expresión y la forma en la que las señaló con un movimiento de barbilla lo dejaba claro "vamos, ¡bailad para mi!".

Las palabras no le hacían falta para saber cómo se sentía Rick, porque su lenguaje corporal en esos momentos era claro como el agua, pero no por ello dejaban de sonar excepcionalmente bien. Después de todos los nervios por estarse adelantando a algo, eran un recordatorio claro de que estaban en el mismo punto, y era tan agradable como el contacto de la mano de él en su mejilla.

Estaba acostumbrada a que las cosas fueran mucho más rápido, pero al igual que no lo había querido con el tonteo, tampoco lo quería con aquel beso. Dejó que fuera lento, disfrutando de la sensación que le provocaba cada segundo. Dejó que le soltara la mano sin oponer resistencia, disfrutando aún más cuando la puso en su otra mejilla.

Se separó, con un suave mordisco pícaro en su labio inferior. La realidad empezaba a tomar consistencia de nuevo, y oír los murmullos de los cotilleos de la gente le arrancó una sonrisa divertida. Mañana iba a ser interesante, desde luego.
—Podemos ir a un sitio más apartado si quieres —sugirió, aunque tampoco le importaba quedarse allí. No era como si le importase lo más mínimo nadie de los que estuviera cotilleando.

Connor siguió apoyado en el árbol con los brazos cruzados y el ceño fruncido, mientras escuchaba a Colmillo intentando razonar aquella locura de Ethan y Nohlem. Para el motero la situación estaba más que clara: el amor y el sexo no se debía juntar con la amistad, porque si terminaba mal los jodía a ellos y al resto del grupo. Su amigo parecía mostrarse algo dubitativo como si no se creyera del todo sus propias palabras, y Connor no podía negar que de una manera muy egoísta aquello le reconfortaba en parte. <<Al menos no soy el único al que le preocupa esta mierda...>>.

Que pusiera ejemplos de Ethan y Nohlem babeando el uno por el otro, aunque fuera para explicar que aquello era bueno a la larga, lo empezó a cabrear poco a poco. Imaginarse a dos de sus amigos en esa situación lo sacaba de sus casillas. De alguna manera se sentía como si lo hubieran traicionado, si no a él al menos sí a un código de amigos que había instaurado en su cabeza y que había creído que todos seguían. Aún así el comentario de Colmillo también tenía sentido por otro lado... Si el británico y el felino hubieran seguido en ese tira y afloja las cosas podrían haber salido realmente mal. Pero aquella alternativa que estaba teniendo lugar en la fiesta no era mejor a ojos del motero. Todos habían visto ese proceso de miradas y comportamientos extraños, y ahora ésto era el desenlace. Un desenlace de mierda.

Cuando Colmillo empezó a dudar al final Connor no pudo evitar asentir con la cabeza, dándole la razón sobre lo que estaba diciendo. En su interior una pequeña llama de esperanza empezaba a cobrar vida, como si al tener a alguien que dudara igual que él le diera fuerzas y razón a su opinión sobre el tema.

-Eso es lo que pienso, joder.- Diría el canadiense mientras se incorporaba para dejar de estar apoyado en el árbol. El alcohol seguía haciendo efecto y arrastraba un poco algunas palabras.- Tienes toda la puta razón en que si hubieran seguido sin aclararse podría haberse jodido todo, pero esto es igual de malo.- Su tono era molesto por la rabia que tenía ahora mismo por Ethan y Nohlem, pero en parte era un tono convincente. Porque quería convencer del todo al canino de que tenía razón. Con cada pregunta que haría se iría acercando más a Colmillo.- No sé si están en la misma página, pero pongamos que sí, joder... ¿Y si empiezan a salir juntos y la cosa se tuerce, eh?  ¿Y si uno de los dos putea al otro y ése ya no quiere quedar con los demás porque está él? ¿Crees que seguiremos siendo el mismo grupo de amigos de los cojones después de eso?- Finalmente llegó hasta su altura y le puso una mano en el hombro, con una mirada de determinación en sus ojos.

La verdad era que estaba acojonado, aunque lo escondiera con aquella rabia que también sentía. Miedo de perder aquella dinámica que tenían todos. De no poder quedar con todos su amigos a la vez por un maldito drama de un polvo. Miedo de perder a sus amigos en general. Cuando habló lo hizo algo más sereno, tras un breve suspiro cansado.

-Van a joder el grupo...- Dijo con tono más preocupado que molesto y asintiendo con la cabeza, repitiendo lo que había dicho su amigo antes. Sus ojos clavados en los de él.- Y Rick, tú y yo vamos a ser los gilipollas que veamos los putos "fuegos artificiales".-

El tiempo se ralentizó, los segundos convirtiéndose en minutos, los instantes en eternidades. Lo único que quería el chico ahora mismo es seguir perdido en los labios de Kalna. La química que habían demostrado bailando se intensificaba por mucho con el contacto de sus bocas y manos. El compás lento que seguían era magnífico. Le perdonó el que la chica que acabara con el momento por aquel gesto juguetón, que aumentó una pasión que ya estaba por las nubes.

Con la propuesta Rick se hizo un poco más consciente de todas las personas que estaban alrededor de los dos. No es que les molestaran antes, pero ahora era un contexto bien distinto comparado con lo primero que les había llamado la atención y el neoyorquino empezaba a preferir algo de intimidad. -No estaría mal. ¿Vamos?- respondió algo tímido. Antes de dar un primer paso, una de las manos soltó a la libense, pero la otra solo se despegó de su mejilla brevemente antes de acariciar con sutileza parte de su brazo hasta acabar cerca de su mano. Esperaba que el mensaje se entendiera. Una cosa es que hubieran parado de besarse, pero otra distinta que quisiera deshacer la cercanía del momento.

Kalna por supuesto aceptó, así que un Rick nervioso, rojo como un tomate pero con una sonrisa imposible de romper, se empezó a hacer hueco entre el gentío. En cuanto hubo sitio suficiente, fue a la misma altura de la libense, buscando algún sitio donde poder estar solos. O al menos con bastante menes personas cerca.

Deambularon por el patio sin un rumbo fijo. El chico al menos andaba sin prisa, sin terminar de fijarse en nada de su alrededor. Ahora que tenían un momento de respiro, se le estaba costando mirarla, aunque la mano que le había dado le estuviera haciendo pequeñas caricias. No sabía si alguno de sus amigos les habría visto, ya en otro momento se preocuparía de ello.

Cuando quiso darse cuenta, estaban cerca del estanque del jardín, al lado del enorme sauce llorón. Estaba lo suficientemente alejado de todo el barullo para que se pudiera estar en paz y no había casi nadie. Además, tenía un encanto especial que le parecía idóneo para los sentimientos que estaban intercambiando. Satisfecho con el sitio, se plantó ante Kalna sujetando ambas manos y preguntó: -¿Qué te parece aquí? Preferiría un poco de silencio, pero no está mal- Eso o una canción que les acompañara mejor, ambas opciones le valían.