Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

—Hm, pues si te empalaga mejor no pruebes el alcohol. Te saldrían caries hasta en el esófago —aceptó el queso que le ofreció el rapiña con gusto, asintiendo a sus palabras—. Ya. Cocina super bien. Y es una idea que me apasiona más que cuidar abejas, pero... —se encogió de hombros—. ¡Brujos!

El queso estaba realmente rico. Aprovechó que Arcan le tendió la bandeja para coger otro trozo y dejarla donde hubiera hueco.
—¿Te mola este? —le preguntó alzando una botella de lo que parecía soda de las que había traído Dédalo. Se la acercó sin dejar de mirarla—. Si los refrescos humanos ya son empalagosos no me quiero imaginar eso. Ahí lo dejo —rio.

Él por su parte se serviría un vaso de agua. Aunque se viera distraído acomodando las cosas de la mesa de aquí para allá para hacer hueco a los embutidos de Arcan, el cambiante tenía la oreja pegada a las conversaciones detrás suya. Tampoco pasó por alto los cambios del lenguaje corporal del rapiña cada vez que observaba a sus viejos compañeros de torreón. Tenía entendido que las cosas estaban tensas entre ellos, pero apenas sabía del tema. Se acercó a él para quitarle otra bandeja llena.

—¿Estás bien, Arcan? —preguntó en voz baja—. ¿Quieres que siga yo?

-Ugh... -Fue la única respuesta hacia lo del alcohol. Claramente lo había convencido de ni probarlo. Y rio, Rox y Rena siempre conseguían hacerle reír últimamente. -Brujos. -Repitió poniendo los ojos en blanco.

Se giró para mirar la elección del cambiante y se encogió de hombros no teniendo ni la más remota idea de que esperarse dentro de esas botellas. Lo abrió y el olor dulzón le hizo poner cara de limón antes de beberlo. Pero al echarle un trago y saborearlo lo paladeo un poco y puso cara de "ñe, no está mal".

-¿Y eso? ¿Parezco enfermo o algo? -Se miró las manos abriendo y cerrándolas sin entender por qué le preguntaba. -Quizás estoy más cansado de lo que siento... -Le miró a los ojos en busca de respuesta.

Neil se sonrojó furiosamente con los halagos de sus amigos e invitados y estuvo de acuerdo con su edeel sobre que tenían que invitar a gente más veces, ya que había disfrutado enormemente cocinar todo aquello, aunque hubiera sido agotador. Por un momento se preguntó si sería posible pedirle ayuda a alguna de las manos de Guille para que le ayudara a cocinar, ya que no quería cargar con ese trabajo a sus amigos, pero pensó también que sería igualmente injusto para las invocaciones de su amigo. "Quizás pueda hacer algo con mi magia que ayude. Los hechizos facilitan mucho las cosas, pero con alguna ayuda extra podría hacer el doble de trabajo en la mitad de tiempo. ¿Será posible animar figuras de cera como muñequitos articulados?" se preguntó el brujo decidiendo al instante investigar sobre ello en cuanto tuviera algo de tiempo.

- Mi nombre es Neil. Soy el aurva de Adru y brujo de la cera- se presentó agradeciendo también la comida y bebidas que los invitados habían traído.

No es que pensara que sería necesario más comida, ya que se había asegurado de que hubiera suficiente, pero sabía que en muchos sitios era de mala educación presentarse a una invitación con las manos vacías. Además, no iba a ser él el que desaprovechara la oportunidad de probar distintas comidas a las que ya conocía.

Neil ignoró todo lo relacionado con la bebida alcohólica que habían traído los invitados, decidido a hacer caso a la orden de Pelusa incluso antes de que la dijera. No tenía ninguna intención de probar ni una gota de algo que sabía que olía bastante fuerte. Al menos, los alcoholes que había olido en la bahía se habían sentido mucho más fuertes de lo que le gustaría a él. Aunque ciertamente el hecho de que este que habían traído proviniera de Daelicia probablemente significaría que era más dulce y sabroso. También había estado curioso durante algún tiempo sobre recetas flameadas con alcohol, por lo que aunque no pretendía probarlo activamente, si que esperaba que dejaran un poco para poder experimentar con él en algún postre.

- ¡Oh! Sí, me encantaría. Enredo era, ¿no? Disculpa, es que no sabía si me había quedado bien con tu nombre. ¿Puedo preguntarte de qué mundo eres si no es mucha la indiscreción? Estoy bastante interesado en aprender recetas de todos los mundos posibles, a poder ser de repostería- contestó interesado en la sugerencia del brujo sobre intercambiar recetas. También le había llamado la atención el pequeño animalito que habían traído y las explicaciones sobre sus hábitos, pero ciertamente estaba más interesado en los conocimientos culinarios que el dueño del animal podía aportarle.

Rox dio un sorbo a su vaso de agua tras hacer un gesto de "salud" cuando vio a Arcan arrugar la cara, riéndose por lo bajini. Antes de dejar la segunda bandeja en otro lado se esperó a que el rapiña respondiese.

—No, no. Es que... —se le acercó, ajustando las cosas en la mesa con disimulo y atento a que no se le oyera demasiado. No quería crear malos rollos ni que Obel o Tayron se enterasen por si las moscas—. Se te ve incómodo. Que no me quiero meter donde no me llaman, pero... —con un movimiento de cabeza sutil señaló hacia los ex-macieleros presentes, de espaldas a ellos—. ¿Todo bien con esos dos?

Apenas les conocía, pero Arcan era el más cercano a él de ese grupo e inevitablemente se le disparaba la empatía por el nublino. Él tampoco es que estuviera en su salsa sin la presencia de Rena o Milo y con dos veteranos a escasos metros.

—Famflomnm…
Atendiendo a la petición de Rox se vio escupiendo la comida involuntariamente al tener que pronunciar aquella palabra y empezó a gesticular mucho para evitar que todas las migas del pastelillo que estaba comiendo se cayesen al suelo y lo pusiesen todo perdido. Riendo estúpidamente, el gamusino fue corriendo a la cocina para sacudirse y lavarse la cara en el fregadero. Volvió igual de rápido, con algunas gotas todavía goteando de sus tirabuzones y la comisura de sus labios, riéndose también y dejando remanencias por todo el salón.
>>¿Pero y qué significa Pampl…? ¡Oh!, ¿qué es eso?
No se dio cuenta de que el cambiante se había apartado un poco para hablar con Arcan de todos modos porque algo llamó poderosamente la atención: el animal peludito de aspecto gracioso que traían los invitados y que, como cabía esperar, Nime y Eitne ya estaban acaparando.

—Hala, ¡qué mono! ¿Qué es? —Apoyó una mano en la barbilla, pensativo, al ser incapaz de identificarlo con ningún tipo de mamífero que conociese. Al cabo de un instante se dio cuenta de que no estaba siendo educada—. ¡Perdón, no os saludé! —dijo acercándose a los invitados—. Qué bien que ya hayáis venido: temíamos no poder contenernos y acabar con la merienda sin dejaros nada. Es que la cocina de Neil es irresistible. —Afirmó lo último estirándose y moviendo la punta de las orejas con orgullo por su aurva—. Anda, si han venido por fin Tayron y Obel, ¡hola!

Echó a correr otra vez pasando frente a los mencionados, dejando tras de sí otra remanencia que saludaba antes de volver su atención a lo más importante: el animal.
—¿Puedo acariciarlo? —Preguntó agachándose para poder verlo más de cerca. El animalillo le devolvió una mirada cautelosa—. ¡Qué mono! No quiero asustarlo, pero es como un muñeco de peluche para dormir: dan ganas de abrazarlo muy fuerte.

Arcan y Tay se le acercaron poco después. El nublino un poco seco, el terrícola mucho más vivaz. Hacía tiempo que no sabía de ellos, y tampoco había querido indagar en cómo les había ido en Maciel después de separarse. Sabía cosas superficiales, pero no tenía ni idea de cómo se llevaban entre ellos.

En fin. Las suyas eran transformaciones que le llamaban la atención, pero más aún la del lémur ya que de vez en cuando veía a fantasmas pasar cerca de la torre. Bueno, tampoco es que le gustara reflexionar sobre la muerte y lo poco que sabía, pero había asumido que en Rocavarancolia todo era posible. Y como ejemplo, le fascinaba que pese a lo monstruosas que pudieran ser algunas transformaciones, la Luna también podía otorgar dones hermosos. Como la cola del humano.
—Pero si yo lo veo todo, Tay —bromeó a su vez mostrando los ojos de su brazo y mano derecha, primero con tono serio y luego entre risas—Sobre la comida no sé qué decirte, porque hay tantas cosas que me agobio, quiero probarlo todo pero sé que no voy a poder —volvió a reír.

Dio por hecho que los demás lo verían como una broma y no explicó nada. Por supuesto que respetaba su privacidad. Después, se fijó en el desfile de bebidas y se planteó beber algo de todo lo que había. ¿Cuánto hacía que no se embriagaba con los brebajes de cereales de Tierra Bruja? Bonito espectáculo dio aquella vez, brincando entre las hogueras mientras cantaba botella en mano. Bailó y cantó con sus amistades y otros cazadores hasta bien entrada la madrugada. Lo echaba de menos, así que se separó de la fortaleza del sofá un instante para servirse un vaso. Y al menos habían dicho que no era fuerte. No quería probar cómo sería embriagarse con tantos ojos encima, ya que hacía tanto que no bebía nada similar.

Volvió al sofá después, con su vaso y una servilleta a modo de plato para pasteles y bollos. Allí había mucha gente y también animales, y aunque no le costaría fijarse en lo que decían todos, era prácticamente imposible atender a todo. Sus ojos bajo la ropa iban saltando entre grupos, unos y otros, conversaciones y conversaciones, bromas incluso, como la de "Pamplona" a Adru. También le daba vueltas a que tenía que hacer algo con su ropa. No porque le molestase, sino porque si descartaban la transformación, cualquiera que le mirase podría pensar que estaba plácidamente dormida en el sofá. Era incómodo hablar con alguien que podía mirarte desde varios ángulos distintos, además. Pero erre que erre, no podía dejar de pensar en su maldito aspecto. ¡Eso era una fiesta! Quería divertirse y hacer algo que le gustara, y ese pensamiento le hizo mirar hacia su habitación y uno de sus cajones.
—Ojalá pudiéramos tocar algo de música y bailar cuando sea más tarde y que no muera la fiesta —pensó en voz alta. Ahora era normal que todo el mundo quisiera charlar, acababan de empezar, pero más tarde podría ir a por su flauta de hueso si la cosa decaía. Tenía pendiente aprender a curtir pieles para poder hacerse panderetas o tambores.

Aunque Rox los defendió en lo de la bebida, lo había hecho con aquel tono que daba a entender que, como no eran adultos, no iban a ser capaz de beber. Aquello tampoco le gustó a Nime, pero porque en el fondo sabía que tenían bastante razón.

Tras presentarse, Eitne se unió a la ronda de preguntas sobre el animal. Para sorpresa de Nime, este no tenía miedo, y se subió a ella usando sus cristales como apoyo, algo que la dejó boquiabierta. Se quedó muy quieta, por miedo a espantarlo, y esperó a ver qué hacía encima de su cabeza.

Enredo les dijo qué podían darle de comer y que era manso, y Nime no podía esperar a cogerlo en su regazo, pero la experiencia le decía que tenía que darle tiempo a acostumbrarse primero a ella. Luego el otro chico, Dédalo, añadió un montón de información que Nime absorbió con gusto. Le fascinaba lo diferentes que eran las mascotas en aquella ciudad, y cuantas más conocía, más quería tener.

Nime extendió una mano hacia Wyck muy despacio y tocó su pelaje. No era tan suave como el de los conejos, pero seguía siendo cálido y agradable.
—A lo mejor lo podemos abrazar cuando empiece a confiar en nosotros —dijo, ilusionada, tras Adru. El gamusino también parecía interesado en tocar al animal—. Eitne, coge una fruta de esa tarta, porfa —le dijo al niño, que se sentaba más cerca del pastel al que se refería ella. Nime todavía no quería moverse demasiado por miedo a asustar a Wyck. Enredo había dicho que no le dieran demasiados dulces, y la fruta parecía lo más inofensivo disponible que podían ofrecerle para hacerse sus amigos—. Seguro que le gusta.

Tay sonrió algo nervioso pero sin incomodidad real, lo cierto es que siempre que veía a Sinceridad se preguntaba a qué ojos debía mirar si quería hablar con ella. Era un poco... dudoso, ya que los ojos de su rostro habían desaparecido. Se decidió a contemplar los de sus palmas, los cuales les mostraba la roquense.
- ¿Todo, todo? - preguntó tras sus risas, manteniéndose también en la línea de la broma- esas son palabras mayores- aunque en realidad Tayron no tenía ni la más remota idea de lo que significaba. El nuevo lémur desconocía mucho de las transformaciones ajenas, sabía lo evidente de los más cercanos, como Obel, quien podía volar y su piel era más dura. ¿Pero qué dones tendría Sinceridad? ¿O los letarguinos allí presentes?. Se moría de curiosidad por conocerlos más a fondo aunque no quería descubrir que se intercambiaría por ellos en la mayoría de los casos. Lo que la Luna Roja le había brindado no le parecía mal, excepto por la ironía de que su novia fuera una fantasma- ¡Ey Adru! - saludó divertido y animado al gamusino cuando pasó corriendo a su lado, aunque más bien lo hizo a la remanencia, quien le devolvía el gesto. Aquello le hizo más gracia de lo esperado. Él también haría esas cosas de poseer habilidades tan chulas.

-Sería una idea de puta madre - comentó respecto a lo de tocar algo en directo, necesitaba bailar con más frecuencia y seguro que todos se animaban, además le sonaba que Sinceridad lo hacía en su mundo o algo por el estilo. Luego se alejó en busca de Obel, quién se había apartado momentáneamente. Se había unido tanto a él en la cosecha que se percataba en momentos así lo raro que se le hacía estar con más gente y no tenerle a su lado. Pero Tayron se distrajo a medio camino observando a aquel animalillo rodeado de gente, mientras daba sorbos a su bebida y sus mejillas se movían enérgicamente al masticar pastelitos- mmm gué goño es esso- su cola se deslizó a su espalda, demostrando interés.

-Ah... -Agachó la cabeza algo apesumbrado y tras unos segundos de duda contesto. Había cogido cierta confianza con Rox como para no hablar de ello aunque le fuese difícil. No... no está bien desde luego...

Terminó rápidamente lo poco de la tercera bandeja que le quedaba. -Es complicado... Otro día sin tanta gente y quizás otro plato de picante hablamos. -Agarró la tercera y se dispuso a irse pero se detuvo en seco y giró la cabeza para mirarle.

Ey Rox.... gracias por preocuparte.

Huyó de ahí poco elegantemente hasta poner la tercera bandeja en su sitio, olvidando la bebida.

Eitne tomó nota de todo lo que le dijeron con respecto al animalito. Lo más importante era que su especie se llamaba “panda” (como un grupo de gente, parecía) y que era super manso y agradable. ¡Y comía de todo! Enredo y Dédalo se estaban portando muy bien también y Eitne, sin querer, empezaba a asentar la idea de que todo el mundo sería super simpático con ellos ahora que se habían transformado. Les ayudaban con las extremidades que perdían, se animaban a comer con ellos, le pintaban las uñas… Todo idílico.

—¡Ala, pues sí! —Eitne se preguntó por un instante si Dédalo no se estaba quedando con él y en realidad sí lo sabía, pero por si acaso le contestó—: Me convierto en una nube negra con forma de león —soltó una carcajada musical, acompañada por los cascabeles, y se metió una galleta a la boca—. ¡Soy teblible!

La mención a Giz no le pilló por sorpresa, sabía de él por los conejos del burdel y había oído a Zobriel mencionarlo varias veces desde que empezó a trabajar en su casa gigante. Lo que jamás se había planteado era que Limón pudiera ser un invento suyo. Decidió que más tarde hablaría con Nime, con Guille y con Zobriel y entre los tres convencerían al nublino de que les llevara con él un día. Eso sí, Limón se quedaría en casa para que no lo tuviera que devolver.

Mientras pensaba en eso, Adru y Neil se acercaron para achuchar un poco al panda y Nime le pidió fruta de las que adornaban una tarta. Al daeliciano se le iluminó la cara, asintió y se estiró para coger un par de guindas sin ningún tipo de remordimiento.

—Toma, Nime —le tendió una a la libense y la otra se la ofreció a Wyck, que parecía divertirse con los cuernos de la pequeña demonio—. ¿Quieres fruta, Wyck? ¡Mira lo que tengo! —canturreó. La voz de Tayron se coló en sus oídos y dejó de hacerle “cuchicuchis” al animal para responderle—. Es un panda, Tayron. Ostras… ¡Su cola se parece a la tuya!

El cambiante suponía aquella respuesta, pero en el fondo le hubiera gustado estar equivocado y que el rapiña le dijera que todo estaba bien. Miró a Arcan con una mezcla de pesar y preocupación, sin saber como llevar aquello. Lo último que haría era insistir, por supuesto. Siguió los pasos del chico lo justo para ponerle una mano en el hombro y esbozar una pequeña sonrisa de ánimos.

—Cuando tú digas —su sonrisa se ensanchó un poco más cuando le dio las gracias, quitándole importancia con un gesto de mano—. No hay que darlas, para eso estamos.

Y se quedó en el sitio, resoplando para sus adentros. Tal parece que ahora le tocaría socializar con el resto. Antes de ello desvió la mirada a la mesa, buscando que llevarse a la boca ahora: un trozo de hojaldre de manzana fue el elegido. Se acercó al grueso del grupo mordisqueando el dulce. Al oír a Tayron preguntar que animal era se puso a su lado, mirándole con las cejas arqueadas y media sonrisa llena de miguitas.

— ¿Y tú eres de la tierra, tío? —comentó con tono burlón—. Es un panda rojo —añadió al comentario de Eitne, señalando al animalito con la cabeza mientras se limpiaba los rastros de la cara—. ¿No los has visto en Internet?

Cuando el daeliciano señaló la cola del lémur Rox dirigió la mirada a esta, curioso, comparándola luego a la del pequeño mamífero. Abrió los ojos como platos, divertido, dándole otro bocado al hojaldre.

—¡Ech verdda! A lo megor son parientes.

Enredo sí que sabía de qué trataban las transformaciones de los niños, tanto la demonio mineral como la bestia del crepúsculo, si bien a este último no lo había reconocido a primera vista. Asintió a lo que dijo el cambiante y cogió un pastelito de la mesa para comer. Estaba realmente bueno.

-Mi único cambio físico ha sido que el pelo me crece más rápido de lo normal. Pero ya estoy acostumbrado – mencionó pasándose una mano por el cabello que ya empezaba a necesitar un buen corte para gusto del brujo.- Sombra por suerte es más tranquilo y decidió no saltar a un hechizo de teletransporte en proceso – completó mirando fijamente al panda.

Wyck por su parte estaba encantado con la atención y cogió con una garrita la guinda que le ofrecían los niños. La mordisqueó ligeramente para comprobar el sabor pero nada más notar que era dulce fue un visto y no visto. Mascó la fruta y la tragó. Luego miró a los niños abriendo y cerrando los puñitos pidiendo más. Comida o atención lo que ellos quisieran.

Enredo atendió a la extrañeza de su amigo cambiante acerca del comportamiento de la pequeña quimera que tenía Eitne. Claro que Dédalo no sabía de la habilidad de las bestias crepusculares para domar animales, cosa que Enredo estaba seguro el niño probaría en Wyck.

-Te voy a soltar la ligadura mágica, Wyck – dijo el brujo agachándose y llamando la atención del panda.- No quiero que líes ninguna, quédate cerca de los niños y pórtate bien con ellos – le rascó suavemente las orejas y luego se volvió hacia Neil.

>> Encantado, yo soy Enredo, terrestre, médico y brujo de las enredaderas – le respondió presentándose también.- Pues si te interesa aprender recetas yo tengo un montón anotadas en una libreta en casa. Si quieres puedo hacerte una copia para ti. Es una recopilación de varios mundos y hay de todo – dijo animado por encontrar a alguien que le gustase cocinar.- O, si lo prefieres, puedes pasarte un día por mi clínica con tus amigos y seleccionar las que más te gusten para ti.

Obel por otra parte se había separado de Tay viendo una oportunidad para acercarse a su hermano. Se despidió por lo bajo y aprovechó para ponerse a la espalda de Arcan. Lo abrazó, lo levantó del suelo y habló con alegría en la voz.

-Heeeeeeeeeermano, ¿qué tal? ¿Qué es de tu vida? ¿Podemos quedar un día que tengas poco trabajo para hablar? – lo soltó otra vez en el suelo sonriente. Ciertamente se alegraba de ver a su hermano en buenas condiciones.


Zarpa se asomó a la puerta del salón donde se celebraba la reunión. No había tenido intenciones de ir pero al salir de la habitación para coger algo de merienda de la despensa el olor del dulce y de la comida la asaltaron como una maza. Siguiendo su olfato había llegado allí y ahora dudaba si entrar o no. Por una parte no quería molestar pero por otra todo tenía una pinta estupenda.

Confiando en su sigilo y en que nadie notase a un leopardo blanco con pintas y bastante grande se acercó a la mesa. Por suerte Wyck estaba entretenido o habría ido corriendo a subirse sobre Enredo como alma que llevaba el diablo.

Arcan sonrió de vuelta a Rox, sintiéndose más calmado con sus palabras. Por ello respiraba también más tranquilo mientras terminaba de encajar la última bandeja entre todos aquellos platos de dulces. Tayron estaba con Sinceridad así que descartó acercarse a hablar y simplemente inspección los colores en busca de un pastelito que le llamara más la atención.

Estaba dudando seriamente de cual coger, enfrascado en elucubraciones estúpidas sobre cual valdría más la pena y cual no quitaría al resto cuando sintió el abrazo rocoso  de lo que claramente eran los brazos de su hermano.

-¿Q-que? P-para.

Se sentía incomodo a niveles que nunca hubiera creído posibles. Y cuando lo bajó se apartó de él al instante fingiendo ir a por un pastelito, cogiendo uno cualquiera. Había acabado huyendo de él en la charla de Adru sobre el género y no encontraba fuerzas para enfrentarlo.

-Sí, claro. -Tampoco quería preocuparle por sus cosas, pero no se sentía preparado para volver a andar con él. -Algún día.

-Yo estoy bien, la obra de Isis avanza mejor de lo esperado. -Se llevó el pastelito a la boca y poco pudo disfrutarlo con la incomodidad aún en el cuerpo. Aunque no pudiera negar que estaba genial.

-¿Y tú? ¿Qué haces?

Vislumbró un pelaje inconfundible acercándose a la mesa sin hacer ruido y aprovechó para desviarse e intentar calmarse un poco.

-Oh, Zarpa. ¿Vienes tu también a que nos eche la bronca Sura? -Dijo refiriendose a saltarse la dieta.

Dédalo

El ambiente era relajado y la atención especialmente de los niños, y ya también de más gente, estaban totalmente concentradas en Wick. El panda rojo estaba siendo indudablemente el alma de la fiesta, haciéndole gran competencia a la merienda en sí misma.

-Interesante, supongo que en esa forma no podrás hacer magia ni nada parecido- añadió ya imaginándose al pequeño niño siendo una enorme bola de humo negro con forma de felino. Realmente, las trasformaciones de muchos de los nuevos le aprecian genuinas tendría que preguntarle luego a Enredo sobre ellas, pues estaba seguro tendría muchos más detalles que él.

Rio cuando vio a Nime mas que dispuesta a comprobar si era cierta que el animal aceptaría comida de ellos y como Eitne tomaba l frutillas para la bola de pelos que acepto sin problema. Aun así, miro a Enredo de reojo cuando le quito la correa mágica.

<<Bueno se está comportando dudo que causo mucho caos>> añadió encogiéndose de hombros mientras se servía un poco de tetras ver como un chico aurva se acercaba y empezaba a hablar con Enredo de dulces. Vaya por fin veía de cerca al causante de tremenda cantidad de comida.

- Podéis tocarlo sin problema, mientras no lo atosiguéis demasiado…ya digo es bastante manso, le gusta ser mimado y si ya encima le habéis dado de comer, os habéis ganado su aceptación total -respondió a la pregunta de Adru quien aparecio cual centella junto a ellos también curiosa por Wick. No paso desapercibido para el cambiante la “otra Adru proyectada” que había quedado unos metros más allá saludando al resto de invitados, pues la trasformación de ella sí que la había investigado un poco tras conocerla la primera vez.

Ante eso miro interesado por unos segundos al pequeño grupo algo más alejado donde está un chico lémur una gárgola y alguien más cuyas trasformaciones no lograba descifrar por la ropa que llevaba encima. Intento no quedarse mucho tiempo observándole, volviendo su atención a los niños, a Wick y a Rox que se había acercado, respondiéndole algo al chico lémur, que parecía ser terrestre también.

-Por cierto, la invitación de este señor de aquí- dijo señalando a Enredo que hablaba con quien imaginaba era el aurva de Adru sobre recetas de dulces. Ya se imaginaba a ambos de alguna manera erradicando también la despensa de la casa probando recetas. No es como si fuese a quejarse- Se os aplica, podéis venir ustedes también, si queréis, solemos estar mucho tiempo allí cuando yo no estoy viajando por mi trabajo. La clínica ocupa la planta baja pero arriba esta nuestra casa, no tendrías ni que ver a los pacientes. Y ya que parece gustaros tantos los animales, allí podríais conocer también a Sombra, nuestro gato- añadió sonriendo mirándolos atentamente- Antes teníamos, bueno, yo tenía, un mono volador, pero ahora es la mascota de mi exjefa –ese animal satánico estaba aún vivo incluso tras lo sueños, lo había comprobado hacia poco al ir al ver a Heiss, para retomar los negocios que tenía con ella proveyéndole de materiales.


~·~·~


Pelusa

Conforme el ambiente se mantuvo distendido y alegre, Pelusa se fue relajando de a poco mientras tomaba uno de esos refrescos que había traído Dédalo consigo, las burbujitas picaron un poco en su lengua y sabia excepcionalmente dulce, peor no le desagrado. Se relamió.

-Esta bueno -murmuró más para sí que para alguien más, ella estaba cómoda así incluso sin hablar demasiado. En general era anormal para ella no hablar demasiado en reuniones sociales sino tenía algún interés específico o se dirigían a ella directamente y no le incomodaba ese silencio.

Hasta que escuchó algo dicho por Dédalo que la descoloco por completo abriendo muchos los ojos para mirarle. ¿Había dicho que había tenido un mono volador como mascota? Pelusa entrecerró los ojos desconfiada y dudosa ante aquello, más aún tras haber escuchado que a ese panda rojo literalmente lo había creado alguien de la ciudadd o que Limón era una especie de criatura quimérica también.

- ¿Tenias un mono con alas como mascota? -pregunto Pelusa de repente desconcertando por completo al cambiante ante la repentina pregunta soltada a bocajarro, especialmente por el tono frio usado y la mirada acusadora que recibio.



Dédalo inevitablemente miro a la pequeña niña que le lanzaba ahora de la nada una mirada fría. << ¿Dije algo indebido?>> se pregunto algo incómodo y desconcertado. No tardo por suerte para el, en unir los cabos. La niña era una mona del queso, eran esclavos y mascotas en su mundo de origen, tenía que ser eso ¿no?. Probo suerte.

-Ah… ¿crees que hablo de un mono del queso con alas? -pregunto intentando asegurarse y Pelusa solo asintió frunciendo algo más el ceño. Dédalo parpadeo ligeramente, pero atino a no sonreír ni reírse, tan solo negó con suavidad, extendiendo su mano hacia ella con la palma hacia delante, siendo visible también para ella y el grupo que había formado alrededor de Wick. Suavizo su expresión y voz antes de hablalr de nuevo- Supongo que habiendo gente de la Tierra entre tus amigos te habrán hablado de que hay una serie de especies llamadas monos alla – Pelusa aun dudosa asintió de nuevo, aun no muy segura- EL mono del que hablo es una criatura de allí, aunque con alas, algo así- dijo mientras en la palma de la mano se dibujaba la forma sencilla pero clara de un pequeño mono de larga cola, orejas algo grande yun tanto puntiagudas, ojos pequeños y alas en la espalda. Nada que ver con la imagen de un mono del queso, que practicamente eran humanos diminutos sin mas.



Pelusa parpadeo confundida al ver como aparecía el dibujo en la piel, abriendo muchos los ojos por un momento << Ah, dijo que era un cambiante antes creo ¿no?>> sus ojos se desviaron hacia Rox por un instante preguntando vagamente si lo sabría. Pero su atención no se desvió más de un segundo, antes de concentrarse en el dibujo y respirar tranquila, sintiendo como se le iba un repentino mundo que se le había alojado en el estómago. Había pensado mal de golpe sin pensar en esa posibilidad.

-Lo siento- se disculpó Pelusa siendo consciente de ello, de que prácticamente lo había prejuzgado como una especie de esclavizador que jugaba con los de su raza.



Dédalo sonrió sin darle demasiada importancia, alejando la mano y borrando el dibujo, quitandole hierro al asunto y aligerando el ambiente, mientras tomaba de nuevo su taza y bebeia un poco.

-Ni te disculpes, está bien, daba paso al posible error sino sabes que hay una especie terrestre con ese nombre. Fallo mio por no especificar. - añadió Dédalo de buen humor, encogiéndose de hombros aunque sintiendo un enorme alivio al saber que había sido solo un simple malentendido y no una metida de pata no intencionada. Pues aunque podia habalr tranquilamente con desconocidos sin problema ni verguenza, cuando le cuestionaban repentinamente de aquella forma brusca que no veia venir, le daba cierta ansiedad. Por suerte había sido fácil de solucionar y no habia llegado a nada mas que cierto desconcierto- Igual como mencione esa bola de nervios esta con mi ex jefa, en casa solo está Sombra y ese tragón insaciable de ahi- dijo viendo como Wick parecia andar pidiendo mas fruta.

Los ojos de Neil brillaron de entusiasmo cuando Enredo le ofreció una copia de su propio libro de recetas. La posibilidad de poder aumentar su recetario con el de alguien que llevaba el suficiente tiempo en la ciudad como para tener recetas detalladas de todos los mundos vinculados y no solo nombres de recetas con los que tendría que improvisar y deducir qué ingredientes tenía y qué técnicas culinarias había que llevar a cabo.

- ¡Oh! ¡Me encantaría! Cualquiera de las opciones, en realidad. Quiero decir, me encantaría ver la clínica pero, ¿de verdad me darías una copia de tu recetario? - preguntó con algo de duda. No es que quisiera que Enredo se retractara, pero para él una copia de todo un recetario era demasiado.

Esperó pacientemente (a su manera) a que Nime y Eitne alimentasen al pequeño panda rojo, que así se llamaba la especie de Wyck, atendiendo un poco a la conversación que su aurva mantenía con el brujo enredo. Le gustaba ver a Neil entusiasmado y hablando despreocupadamente con un desconocido: normalmente era muy tímido.

Al tener la confirmación de Dédalo de que podía tocar al panda, el gamusino extendió una mano y la acercó despacio a su cabeza. Le acarició en la cocorota y detrás de las orejas.
—¡Qué suave! ¿Eres primo de Tayron, Wyck? —preguntó con diversión mientras el animal se estiraba encima de Eitne y Nime exigiendo más mimos—. Eres tan suave como los mini gamusinos, ¿a qué sí?

Si le dejasen, el edeel se tiraría horas tan solo deslizando sus manos por el pelaje de aquel animal, pero cuando la libense y el daeliciano quisieran dejaría que fuesen ellos quienes siguiesen acariciándolo.
>>¡Yo quiero ir! Nunca he estado en una clínica. Y quiero conocer a vuestro gato. Qué pena que ya no tengas ese mono: nunca he visto un mono volador.

Obel se quedó cerca de su hermano en todo momento contento de comer algo con él.

-Me alegro de que la obra vaya tan bien - dijo sinceramente.- Yo he estado aprendiendo a volar y sólo me he roto algunos huesos, pero ya sé volar... más o menos. Volar sé, lo de aterrizar no tanto, a veces lo hago de cara.

-Pero pero, cuando aprenda a aterrizar podría llevarte a dar un paseo por el cielo. ¿Qué me dices? - Obel estaba emocionado porque llegase ese momento. Le había propuesto a Tay lo mismo.


Zarpa se quedó quieta y giró la cabeza hacia el nublino. La habían pillado con las zarpas en la masa, ¿cómo había podido pasar con lo sigilosa que era? Soltó un gañido lastimero e ignoró a Arcan a la espera de que pensase que no era más que un simple leopardo atraído por la comida. En el fondo sabía que no engañaba a nadie.


Enredo sonrió al artífice de toda aquella comida.

-Por supuesto que sí - le dijo al joven.- Me gustaría poder ayudar a un joven cocinero como tú a crecer todavía más. En el futuro podemos intercambiar más recetas, las que encontremos y las que se nos ocurran a nosotros.