Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

Rox se cruzó de brazos para mirar al techo con aire inquisitivo, llevándose una mano a la barbilla para darle más drama al gesto.

—¿Hmm, tú crees? —y tan pronto lo comentó sus orejas fueron reemplazadas por otras como las de Wyck, solo que de un tono cenizo como el de su pelo en lugar de rojas como las del animal. No se las puso sobre la cabeza, sino que siguió el camino real de sus canales auditivos y las dejó a ambos lados—. Pues yo diría que nos parecemos bastante.

hm?:

Le dedicó una sonrisa burlona al lémur mientras sacudía las orejas para chincharle, dándole los últimos bocados a su hojaldre y riéndose por lo bajini cuando Eitne compartió el mote.

—Le pega bashtante, panda gris. ¡Eh, mira, le molas a tu primo!

Sus nuevas orejas se inclinaron inconscientemente para oír mejor cuando Dédalo se explicó tras el malentendido con Pelusa, curioso. Desde el sitio le dio tiempo a observar como sobre la mano del otro cambiante se dibujaba el mono volador y un arrebato de nerviosismo le pellizcó el estómago. Después de haber visto eso sería raro que tardase mucho más en hablar. Ese era el momento perfecto para lanzarse.

—Yo no sé mucho de gatos, monos voladores ni pandas rojos, pero en la Tierra tenía un pastor australiano —dijo acercándose a ellos. Alzó una mano como si saludase, con la palma en su dirección, y copiando el truco de Dédalo se dibujó la silueta (muy) simplificada de un perro en la misma. Sonrió con un poco de vergüenza, agachando las orejas—. Cambiante, ¿verdad? Yo soy el nuevo. Creo que ya puedo decir formalmente que conozco a todos los cambiantes de la ciudad.

Su sonrisa se ensanchó y tras un segundo de corte le tendió la misma mano.

La sinhadre reía sin parar. Le gustó la idea de que Tayron fuese “Panda Gris” a partir de ese momento, y el humano tendría que pedirle que dejase de utilizar ese nombre en el futuro si no le gustaba la idea porque el gamusino por cuenta propia no se iba a detener. Él no se había percatado de la intrusión de Zarpa hasta que sus amigos no lo hicieron notar y se giró hacia ella con rostro de sorpresa.
—¡Anda ¡Hola! No te tienes que esconder, a Neil no le importa que pruebes sus dulces. ¡Hay para todos! —Le aseguró—. Pero no te pases demasiado, ya sabes —le guiñó un ojo.
La licántropo le había contado lo estricta que era su entrenadora con la dieta.

En realidad el único motivo por el que habían decidido no invitar a más gente tenía que ver con cierto incidente con una guerrera con la que la gran mayoría del grupo no quería tener nada que ver. Desde que Rox y Rena les habían explicado lo que sucedió la mañana siguiente a la fiesta de los dragones, Adru había de dejado de querer evitarla por simple incomodidad a hacerlo porque llanamente se había portado fatal con sus amigos.

Neil, por su parte, parecía estar haciendo buenas migas con Enredo y en principio no iba a intervenir en su conversación, pero no pudo evitarlo cuando le explicó a Sinceridad  cómo mantenía sus manos a raya de la comida.
—¡Eh! No es mi culpa. Es que huele tan bien… —dijo echándose a reír.
Una nueva distracción le hizo cambiar nuevamente de grupo, no obstante: las orejas que se había puesto Rox le arrancaron otra buena carcajada,
>>Ahora tú eres otro primo de Tayron. Digo, de Panda Gris. ¡Eres Panda Rubio!

¡Funcionó! Su interrupción no fue tal y ambos le respondieron con gusto mientras ella les atendía. Lo que dijo Enredo, no obstante, le cambió la sonrisa por una mueca que se apresuró en disimular con un trago a su bebida.

Le había recordado al día de sus transformaciones... y lo mucho que habrían agradecido otro tipo de visitas. Desvió la mirada apenas un instante hacia la pared más cercana. No había vuelto a ver a aquellos dos desde la salida de la Luna Roja, y tampoco sabía si merecería la pena preguntar por ellos o buscar a Fahran... Y tampoco es que ella y sus amigos tuvieran los medios para hacer nada al respecto. Pero... De todas formas, no era ni el momento ni el lugar para pensar en aquello.

Neil le respondió con detalle y ella se cruzó de brazos, pensativa. Apenas sabía cocinar, y durante la cosecha había aprendido lo justo. También se rió con el comentario de Adru por amenazarle con el cucharón. Al final se encogió de hombros. Sabía que aprendía bien por imitación, y podría ser una buena forma de pasar el rato.
—Yo aprendí muy poquito durante el tiempo en los refugios, pero puedes confiar en que no intentaré meter el pico en lo que cocines si me dejas imitarte —lo dijo con tono jocoso, pero iba en serio.

Después, miró a Enredo de nuevo. Había gente hablando de muchas cosas interesantes y curiosas, pero él había mencionado otra cosa que le había recordado a otro asunto que le importaba mucho más: el trabajo. Llevaba ya un tiempo transformada y no había pensado en eso, mientras que sabía que había compañeros de su cosecha que estaban ya empleados o buscando algo. Sabía que ellos habían hablado con gente, pero no se veía hablando con nadie para eso. ¡Si ya le costaba estar en una maldita fiesta!
—Oye, ahora que lo dices... No he tenido oportunidad de preguntar sobre esto..., pero ¿sabes o sabéis si hay algún sitio de la ciudad donde ir para buscar oficios? ¿Alguien que reparta tareas o avise de gremios que necesiten aprendices?

Hablar de "gremios" le había recordado a las sociedades del Clero, pero Rocavarancolia era una ciudad grande así que imaginaba que los oficios se agruparían en sus respectivos gremios.

Neil no pudo evitar reir cuando Adru se acercó para exclamar que mentía mano a su cocina porque no podía evitarlo por lo delicioso que estaba. Su edeel siempre le había puesto la misma excusa ya que había aprendido rápidamente que halagar su cocina era la mejor manera de ablandar al brujo, aunque Neil sabía que Adru siempre era sincera en sus comentarios.

- Pues me encantaría poder enseñarte lo que quieras. Y tú también podrías enseñarme algunas recetas de tu mundo. Seguro que tenéis un tipo de gastronomía muy curiosa - exclamó contento por la perspectiva de poder compartir una de sus pasiones con Sincy.

Cuando Enredo habló de sus animales, a Neil le dio un poco de envidia. Parecía que los habitantes de la ciudad en general tenían bastantes facilidades para conseguir mascotas y a él le ponía triste el tenerlo tan difícil para conseguir sus abejas. Además, no es que las quisiera únicamente como mascota, también iban a resultar útiles para recolectar cera y miel.

- Oh, ¿también buscas trabajo? Yo voy a empezar a trabajar en breve en la plantación de Jack en el Macetero. No sé si lo conoces, es el cosechador de mi mundo, Sinhdro. Creo que tienen más puestos libres, aunque no lo sé con seguridad. Pero supongo que deberías elegir algo que te motive y que te guste. ¿A qué tipo de cosas te gustaría dedicarte?

Dédalo

Dédalo se rio ante la efusividad del daliniano en repsonderle.

- ¿Quedarnos hasta la noche? Pues, sino acabáis harto de nosotros, a mí no me molestaría. Tengo curiosidad en realidad. – conocía trasformaciones duales, bastante en realidad, pero solían ser por elección propia, de cambiar del animal al humano de forma intencional o por carga emocional. Que solo fuese bestia de noche era algo nuevo para el.

Tras haber dejado las cosas claras con Pelusa, Dédalo pudo relajarse y seguir la conversación como si nada. No era la única que se había interesado por el dichoso mono, aunque fuese más bien porque ninguno de los presentes había visto uno antes, no volador al menos. Así que mientras veía como Wyck era mimado y llenado de caricias, se le ocurrió algo.

-Si venís a la clínica, puedo pedirle a mi ex jefa cuidarlo por un día, así lo podréis ver. No creo que le importe demasiado. Con suerte se portará mejor con ustedes que conmigo- ofreció Dédalo pues, aunque podría el mismo transformarse en uno, no sería lo mismo. Lo ideal sería que vieran al animal mismo y su comportamiento, de darse el caso.

El llamado de los niños a la licántropo que acababa de llegar hizo que Dédalo miraría en dirección a esta, viendo como cambiaba frente a sus ojos. Aunque lo más curiosos fue escuchar su voz mental, sabia de ella, aunque no hubieran hablado antes. SOnrio divertido.

-Con la cantidad de comida que hay creo que se podría alimentar a toda la sede- dijo viendo la comida que aún quedaba sobre la mesa y ya que estaba cogiendo un muffin.

Una cola de un patrón bien conocido para el cambiante capto su atención, viendo que el lémur se había acercado a ellos y hablaba con Rox, atraído al parecer también por Wyck. Fue medio testigo de la conversación que mantenía, observando curioso cuando vio como unas orejas peludas muy parecidas a las de Wyck, surgían sin más en Rox. <<¿Es un licántropo también?>> fue lo primero que pensó, extrañado, pues no era tan raro que esto solo sacaran orejas, cola o colmillos y no cambiasen totalmente.

-Un placer también, Tayron - respondió al saludo de Tayron sonriéndole con su atención medio dividida cuando vio a Rox acercarse de nuevo, hablando también de mascotas. Dédalo alzo una ceja cuando vio como extendía su palma hacia él, inicialmente con desconcierto, hasta que vio como un patrón aparecía en su palma, un dibujo de un perro…hecho de la misma forma en la que el mismo, minutos antes, le había mostrado el mono volador al grupo de niños.

Dédalo le miro con asombro, sintiéndose repentinamente un poco estúpido, pasando su mirada del dibujo en la palma del, que ahora estaba claro, no era un licántropo, hacia el rostro avergonzado de Rox. Había preguntado a Enredo al volver a la ciudad, si sabía si había algún cambiante nuevo, pero este no había sabido que decirle. Encontrárselo así de forma tan casual le había dejado descolocado por un momento.

Verlo todo avergonzado con las orejas gachas le hizo entender por fin porque había tardado en decirle. Debía ser un poco raro e incómodo, ir y decirle alguien sin más `Hola soy un cambiante igual que tu´. Podía entender ese corte perfectamente.

Dédalo rio ante eso, estrechándole la mano que acaba de extender hacia él. El saber que había más gente como el hizo que sus ojos brillaran curiosos, interesados. Le hacía ilusión en realidad saber que había un nuevo cambiante en la ciudad. Ya no era el cambiante más nuevo, estaba en la misma posición que Mephis había estado con el anteriormente, más o menos.

- ¡Me has engañado por un instante! - exclamo suavemente divertido-  Al ver las orejas pensé que podrías ser un licántropo. Me alegra realmente el conocerte Rox, otra vez- sonriendo ante la mención que ya había conocido a Mephis, pues solo quedaba ello dos en la ciudad, aparte de Rox, claro estaba- ¿Así que conociste a Mephis? Espero que tu primer encuentro con ella fuese mejor que el mío, aunque eso no es muy difícil. Era un poco torpe socializando en ese entonces, aun a veces lo soy – admitió lo ultimo de forma mas baja sonriendo, recordando su encuentro con Mephis con diversion, de forma anecdotica.

Lo que si era cierto es que aun con gente que acababa de conocer era menos efusivo, en todas sus facetas, que con sus amigos. Aunque suponía era normal, no había la misma cercania y no era de los que le gustaba andar de confianzudo con las personas sin más, al menos para ciertas cosas, le parecía un poco invasivo.

-Estoy feliz y un poco avergonzado, lo admito. Eres el primer cambiante que llegar a la ciudad después de mí –admitió su sentir con un carrraspeo, rascándose la nuca, dejando claro que también para él era un poco extraña la situación e imaginando que él estaría peor, sonrió ampliamente de vuelta, decidido. Lo que menos quería era dar una mala impresión. – Bueno, por lo pronto espero que podamos llevarnos bien, Rox. Y si en cualquier momento necesitas ayuda o tienes dudas sobre algo, hare lo posible para resolvértelas. – le sonrió antes de darle un bocado al muffin que había tomado antes, para entretener un poco a su lengua en algo más y darle un poco de espacio a Rox para hablar.


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Pelusa

La respuesta tranquila sin alterarse o comentar algo feo tras su leve acusación a que estuviera usando a monos del queso como mascota, hizo que Pelusa mirase al cambiante por unos segundos. Se quedó allí observando, asegurándose de alguna forma de que el chico realmente había aceptado su disculpa o diría o haría nada contra ella o sus amigos. Desde que había aquello con Dama Abrazos, Rena y Rox, andaba un poco más alerta. Cuando vio como parecía directamente emocionarse tras descubrir la trasformación de Rox y se olvidaba del asunto sin decir nada más, Pelusa se alivió.

Ya había conocido a veteranos en la ciudad con los que hablar de buena forma, así que no creía que todos fueran a responder de forma atacante, pero ahí podía decir que de haber recibido una mala contestación o algun ataque habría sido su culpa. << Creo que esto va a ser la parte negativa de herir a la gente cuando pueda cumplir mi precio; que me devuelvan el golpe. Tengo mucho que aprender aun >> Pelusa miro a sus amigos que parecian estar relajados y divirtiéndose, asi que ella también decidió hacerlo.

Sus ojos se levantaron hacia la mesa para coger un croissant relleno de crema, y al hacerlo pudo ver a Tayron buscando con la mirada alguien por la sala. La spriggan alzo una ceja, intentando ver hacia donde miraba el lémur, pensando en la posibilidad que su compañera fantasma estuviera por allí. No tardo en notar a quien parecía buscar. <<Es la primera vez que veo a Arcan con su hermano>> dado que trabajaban juntos estaba acostumbrada a la presencia del rapiña y no recordaba cuando había sido la última vez que lo había visto con aquellos que habían sido sus compañeros de torreón. Si es que los había visto alguna vez, que tampoco le sonaba.

Miro de nuevo al lémur, llamando su atención con su atenta e intensa mirada.

-Luces como si hubieras comido algo en mal estado. Es muy obvio, Neil podría interpretarlo mal si lo nota y quiero que Neil este feliz -dijo Pelusa con suavidad en dirección a Tayron, casi que solo él podría oirla, de forma repentina antes de darle una boca al croissant y extenderle uno al lémur- ¿Quieres? Esto te quitara la cara de haber chupado un limón. Conmigo pudo – añadido la niña con una ligera broma, plenamente consciente de no ser muy expresiva fácilmente que cuando lo era siempre era expresiones totalmente alejadas de una sonrisa.

No había hablado mucho con el resto de personas del otro torreón, salvo con Arcan así que no los conocía demasiado bien. Pero por algunas palabras dichas alguna vez por el propio nublino, había cierta tensión entre él y sus antiguos compañeros. Prefería desviar un poco esa atención y tensión a la comida.

Nime se divertía viendo cómo Wyck interactuaba con la cola de su “familiar” gigante. El animal parecía cada vez más confiado y dispuesto a jugar con todo el mundo, a pesar de haberse llevado ya algún que otro susto.

Zarpa se les unió entonces en su forma varmana y, al igual que Eitne y Adru, Nime le aseguró que no había ningún problema en que se sirviese, sin entender por qué el gamusino le había hecho aquella advertencia.
—¡Hay comida de sobra! Y aunque la ha tenido que cocinar Neil, no la hemos pagado, así que… Aunque la de los invitados no sé —añadió aquello último bajando la voz, por si acaso. Tampoco quería decirle a la licántropa que no se sirviese de cacharros que no le sonasen de la cocina comunal, pero al menos quería informarla de que no todo era comida de las despensas de la sede.

Nime se rio de las orejas de Rox, pero este parecía ocupado conversando con el otro cambiante, así que no le dijo nada. En vez de eso se quedó pensando en los ofrecimientos que había hecho Eitne poco antes y habló para él y quienes estuviesen escuchando.
—A lo mejor podemos jugar al escondite cuando la gente se canse de comer, y hacemos tiempo hasta la noche para que vean tu forma grande. Y a cambio Dédalo nos puede enseñar otro día al mono de su antigua jefa.
Parecía satisfecha con la solución que había encontrado, pero lo cierto era que quería hacer algo más que estar allí sentada.

Aguantó para si los nervios y lo miró. -No sé yo, las gárgolas tenéis más fuerza pero no te veo entrenar. Y está bien. Pero no te quejes cuando te compre algo a lo que le pongas ojitos. -Le dijo golpeando su piel de piedra del hombro con la mano abierta.

Seguía en la misma línea, en el fondo tenía ganas de todo aquello que le proponía su hermano pero estaba cubierto del agobio que supondría para él estar con él. Por algún motivo, sentía hasta casi miedo, aunque no sabía por qué.

Fue a darle un trago a su bebida cuando se dio cuenta de que se la había dejado en la otra mesa con los nervios. -Bueno, habrá que juntarse que esto es una fiesta entre todos. Voy a por mí bebida, vete haciéndote hueco por ahí y luego te sigo.

Se fue no sin echarle antes el guante a una galleta confitada y un trozo de lomo para compensar la dulzura y en cuanto dio el primer mordisco se quedó mirándola mientras caminaba. «Tengo que pedirle a Neil que me enseñe un día.»

Miró hacia atrás para ver a Rox haciendo el tonto cambiado, cosa que le sacó una sonrisa.

Tayron contemplaba divertido a Wyck y como interactuaba con su cola mientras le respondía a Eitne.
-¿Panda gris? Mmm, está bien. ¡Pero solo si no sale mucho de aquí! -estaba buscando un nombre desde su último encuentro fantasmal pero no podía imaginarse la cara de Ancas si aquel apodo comenzaba a expandirse. Por suerte los veteranos de la Sede tendrían sus vidas bien organizadas y no era importante como para que se fijaran en él.  

Con los ojos de par en par y la boca abierta Tay exclamó sorprendido.
-¿Puedes hacer eso? ¡Qué puta pasada! -tan maravillado estaba con aquella habilidad singular que ni siquiera se tomó su tiempo para devolverle sus ganas de chincharle a Panda Rubio. Estuvo a punto de pedirle que se transformara en él, le daba mucha curiosidad y... bueno, puede que un poco de morbo. Pero no quiso interrumpir su conservación con el otro chico, Dédalo, quién parecía poseer su misma naturaleza de cambiante. ¿Conocería él a otro lémur en la ciudad? ¿¿¡¡Había animorfos lémur!!??. Pero todas esas dudas quedarían en su mente, o al menos para más tarde.  

Siguió un poco a lo suyo observando los movimientos de Obel y Arcan de cerca cuando una voz repentina sonó a su lado, Tay pegó un brinco sobresaltado antes de no solo mirar hacia la derecha si no hacia abajo.
-¡Coño! No te esperaba, lo siento –dijo con una sonrisa algo incómoda, aunque más bien por su comportamiento que por Pelusa - ¿tan obvio es? Pensaba que era más bueno disimulando, bueno, de cualquier forma tu amenaza ha funcionado -bromeó aceptando el croissant, recordaba el pequeño incidente cuando la llamó “pequeña”, dando por entendida que en edad pertenecía al mismo grupo que Guille. Así que se alegraba de que no pareciera molesta al hablar con él. Por un segundo se pensó si excusar el por qué de su cara agria, pero no era de los que iban metiendo mierda de la gente y si Pelusa era avispada (cosa que ya le parecía) ya habría dado con la respuesta –tienes razón y... ¿Neil es el cabecilla? Pensaba que había sido algo de todos vosotros, tengo que darle las gracias luego sí o sí -comentó, sintiendo algo de pena al ver cómo la chica estaba pendiente y protectora con su amigo. En muchos aspectos Letargo parecía muy unido. ¿Podía decir él lo mismo?. Ahora ya no importaba, no había grupos de supervivencia establecidos y la invitación a la merienda era un buen ejemplo de ello.

El cambiante aceptó su nuevo mote con gusto y risas, aunque solo tuviera orejas de quita y pon y ni siquiera fuera rubio en ese instante.
—Vale, pero si yo soy panda rubio tú eres conejo púrpura, ¡conste! —añadió señalando a Adru con un dedo acusador.

Dado el asombro de Tayron Rox se guardaría el momento de hacer el tonto con su transformación para luego. Ahora le concernía Dédalo. La vergüenza de Rox se reflejó en el leve rubor de sus mejillas, contento de que el truquito le hubiera funcionado y hubiera causado tal reacción en el veterano. Cuando este le estrechó la mano su felicidad aumentó, y puede que de haberle copiado la cola al lémur la hubiera meneado cual perro.

—¡Eso es que lo he hecho bien! —sus orejas dejaron de estar gachas, delatando su estado anímico—. ¡Igualmente! Perdón por no decirlo de primeras, no estaba seguro de que eras tú. No es fácil saberlo tampoco —rio.

Escuchó con disimulada curiosidad aquello sobre Mephis, preguntándose que habría pasado. Su encuentro con Mephis había sido bueno quitando el ataque de ansiedad con el que había terminado por las advertencias (las cuales apreciaba, todo sea dicho), pero si es cierto que la energía que transmitían ella y Dédalo era muy diferente. También ayudaba estar conociéndole rodeado de amigos. Aprovechó para pillar una silla y sentarse cerca suya, arreglando en el transcurso los bordes de su inmensa chaqueta para no pisarla mal.

—¡No fue mal, no! Me dio un poco de susto, tampoco te voy a mentir. Era un poco seria —añadió animado, sin ir a malas. Su sonrisa aumentó con timidez cuando Dédalo se sinceró, añadiendo algo más de rubor a su rostro—Imagínate como estoy yo. Y ahora porque me desenvuelvo un poco mejor, sino estaría escondido detrás de mis colegas con toda la vergüenza del mundo preguntándote por lo bajini si eres un cambiante.
Señaló hacia el resto con la cabeza entre risas, de verdad visualizando la estampa. De hecho le sorprendía no haber ido así con Mephis. Deshizo sus orejas de panda rojo para retomar las suyas normales; poder moverlas tanto le distraía un rato.

—¡Eso espero! Y muchas gracias. Yo no tengo mucho que ofrecer a cambio, me da un poco de corte... aunque siempre puedo decirle a Neil que os haga unos pasteles extra para compensar —bromeó—. ¿Desde cuando llevas en la ciudad? Supongo que Enredo y tú érais compañeros de criba.

No quería ser maleducado preguntando solo por ayuda y consejos, de verdad quería llevarse bien con Dédalo y tener una conversación natural con él.

Pelusa

La mona del queso mantuvo sus ojos lavandas en el lémur, cuyo sobresalto al escuchar sus palabras fue claramente evidente. Si la spriggan fuese naturalmente expresiva, y aún más lo fuese frente a gente que conocía poco se abría reído por lo bajo. Pero lo único que hubo, fue cierto brillo divertido en sus ojos.

-Un poco, mirabas la situación con aire protector y molesto – respondió sin dudar viendo como tomaba el croissant que le extendía bajo amenazas, técnicamente. Le dio un mordisco a croissant y bebió un trago de su bebida antes de hablar de nuevo, mirando atentamente al lémur, sus ojos viajaron hacia Neil cuando pregunto por el sinhadre- Fue cosa mayormente de Adru y Neil, aunque ha sido Neil quien cocino todo esto, pero tampoco pusimos muchas pegas. A Neil le gusta mucho cocinar, Adru le gusta socializar, así que juntaron un poco todo. – admitió la spriggan volviendo sus ojos hacia Tayron con suma atención ante el tono que el chico que había usado ¿parecía algo triste o era imaginación suya? Miro casi de forma imperceptible hacia donde estaba Obel, por una milésima de segundo antes de hablar de nuevo

-¿Luzco muy protectora con mis amigos? – preguntó con suavidad sabiendo bien la percepción que daba al respecto- Ya era así antes. Mi transformación acentuó esa faceta que ni siquiera sabía tener, por que antes de llegar a esta ciudad, solo me importaba yo misma. – admitió la niña dando otro mordisco a su croissant- Tal vez simplemente los valoro demasiado por que antes de esto no tenía a nadie. – miro de nuevo al lémur- Por eso note que parecías preocupado por tu amigo, supongo son asuntos de la cosecha sin resolver…o que dejaron marca ¿me equivoco? No tienes que contármelo, solo te decía que entiendo el instinto de querer cuidar. –ellos también habían tenido problemas con eso, especialmente con Hyun cuando llegaron y resulto estar vivo.

Aunque luego de eso Pelusa dejo de prestarle atención, si sabía que era algo que a los demás había llegado a afectarles bastante inicialmente. Asique se alegraba en cierta medida que fuera un clavo sacado y olvidado.


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Dédalo

El cambiante inevitablemente sonrió al ver que Rox se animada ante sus palabras, tomando asiento cerca suyo con claras intenciones de seguir hablando con él. Eso le animo realmente, de que la conversación continuara y no quedase únicamente en una presentación y ya.

- El engañar un poco con tu transformación y que no se sepa que eres, es un arte muy adecuado para un cambiante, sí. Que lo hayas logrado tan fácilmente conmigo es respuesta suficiente de que lo hiciste bien – se rio porque en serio que había pensado que era un licántropo panda por un momento- Ni te apures, es normal…el mantener un poco de misterio sobre lo que somos tiene su aquel ¿verdad? Que nadie sepa que eres hasta que lo dices, es como un juego de adivinar “quién es quién” – añadió con un brillo divertido en sus ojos, juguetón, a él no le importaba decirlo, peor si era cierto que aun a veces con desconocidos jugaban un poco con el tema, era entretenido ver sus expresiones curiosas y de desconcierto sin saber clasificarlo en ningún lado.

Dédalo escuchó con atención todo el breve relato de Rox sobre su encuentro con Mephis con real interés, sin poder evitar reírse cuando dijo que daba miedo. Oh si, lo sabía perfectamente, a pesar de que solía lucir como una chica linda, pequeña y con rostro dulce, había muchísimo más debajo de esa apariencia solía gustarle mostrar.

-Mi primer encuentro con ella, fue porque ella vino a buscarme a mi cuando se enteró que había otro cambiante en la ciudad. Fue una serie de malentendidos enormes por una forma la que cierta compañera me llamaba durante la cosecha. Ayudo bastante a que empezara dando mala impresión, sin que yo hubiera hecho nada aun, al menos en ese momento– añadió sonriendo sacudiendo la cabeza, viendo como el cambiante sonreía tímido pero animado y deshacía sus orejas peludas. Miro hacia los niños por un momento cuando Rox menciono que se abría escondido detrás de ellos en otras circunstancias para presentársele.

-Pues…creo que en esas circunstancias habría acabado yo más intimidado que tú. No he tratado con muchos niños antes en mi vida, sentirme de pronto frente a todos, mientras tu presentas de fondo…y sentirme observado y evaluado, especialmente frente a la chica spriggan habría sido un poco inquietante. Asi que te agradezco enormemente que juntaras fuerzas en hacerlo de esta manera – bromeo divertido también al imaginarse semejante escenario, Rox escondido detrás del grupito de niños, de Adru y Neil, y él un tanto desconcertado sin saber que hacer exactamente con semejante situación. Definitivamente agradecía que ese no hubiese sido el escenario final.

-No tienes que hacer nada, en serio– negó levemente ante el ofrecimiento de pagarle de alguna forma, en serio no lo necesitaba. Pero luego lo miro pensando un poco en ello ¿heriría su orgullo o algo así si lo rechazaba? Se lo pensó mejor- Pero...no te negare un dulce nunca, lo admito. Enredo cocina bien pero tu amigo tiene un dote innato- añadió sonriendo mientras daba otro mordisco a su muffin reafirmando aquello. La siguiente pregunta de Rox llego masticaba sí que espero a tragar, beber un trago para pasarlo mejor y se relamió pensativo.

-Llevo tres años en la ciudad. Y si, Enredo y yo compartimos cosecha, pero no torreón, aunque sí que nos conocimos durante esta. Yo vivía en Maciel y él, en Letargo.  – respondió sonriendo, mirándolo atento- Cuando nos transformamos yo viví aquí, en la Sede. Cuando el decidido poner su clínica, lo hablamos y nos fuimos a vivir juntos, compartiendo los gastos. – añadió entretenido encogiéndose de hombros- El resto de mis amigos siguen viviendo en la Sede o en Serpentaria, al menos algunos de ellos, el resto viven también por su cuenta. A los de aquí posiblemente ya los conocieras sin saberlo -miro a Rox sonriendo ligeramente, curioso- ¿Vosotros también tenéis planes futuros de mudaros? Los niños parecen muy interesados en tener animales, os vais a quedar sin espacio. - bromeo, dando un poco más de hilo a la conversación y que no se quedase allí varada sin más. Si también se sentía el mas cómodo y le daba de paso soltura a Rox para hablar.

Si algo había aprendido a base de interactuar con la gente, es que hacer también preguntas en una conversación la volvía mucho más fluida que el simplemente dejar todo el trabajo de hacerlas a la otra persona. Ademas, que también estaba curiosos al respecto, para que mentir.

—Mmm con aire protector y molesto ¿eh? —sospesó, pero se conocía bien y sabía que lo que describía Pelusa era la pura verdad. Luego siguió la mirada de la mono del queso hasta Neil, quien se encontraba hablando con Sinceridad. Tayron sonrió antes de volver a hablar. —se le da bastante bien —admitió mientras daba un pequeño sorbito al licor daeliciano, ojalá fuera un poco más fuerte, pero en realidad era una bebida adaptada a las circunstancias. Terminándose el croissant a velocidad pasmosa se dirigió de nuevo hacia Pelusa —entonces el resultado de unir las ganas de socializar de Adru con las de hacer comida de Neil han provocado nuestro encuentro, el destino o universo así lo ha querido —rio, por la propia absurdez de lo que estaba comentando, aunque no por ello era menos cierto. Por mucha curiosidad que Pelusa comenzara a despertar en el lémur (su personalidad era distinta) de cualquier otra manera habría sido más improbable una charla como aquella entre ambos.

Tay no se pensó su respuesta.
—Sin duda, sí. Aunque parece algo que compartís todos unos con otros, casi tengo celos de ello —bromeó, para después escuchar con atención como la niña se abría con él, algo que no esperaba. De inmediato Tayron  decidió que no haría preguntas sobre ello, el por qué no había tenido a nadie hasta ahora o solo le importaba ella misma. Estaba claro que ya no era así, y no le gustaba profundizar en terreno que creía resbaladizo— toda esta mierda nos ha hecho valorar cosas que teníamos y no le dábamos importancia, o que no poseíamos hasta entonces. De puta madre que ahora tengas esto —y señaló a los letarguinos allí presentes, los compañeros se podían convertir en amigos con facilidad, y de ahí había muy pocos pasos hasta considerarse familia.

Por eso cuando Pelusa mencionó su preocupación hacia Obel su expresión adquirió gravedad, aunque no molestia pues había dejado claro que no tenía por qué contárselo. Tayron no diría más de lo necesario, no era su estilo. Pero una imperiosa necesidad al ver a su mejor amigo hablar con alguien que les había hecho mucho daño surgió en él— es una mierda que arrastramos desde la cosecha, sí, muy gorda —admitió, esta vez mirándola a los ojos y aguantando la mirada— no me había dado cuenta de lo importante que es Obel para mí hasta momentos como este, y es mayorcito para hacer lo que le salga de sus santas piedras pero no puedo evitarlo, me dolería verle mal. Mira, no es mi rollo meter mierda de nadie y no sé hasta que punto le conoces, simplemente yo también creía que le conocía hasta que un día dejé de hacerlo de pronto, y la sorpresa fue como chocarse contra una pared de cemento— volvió a dar otro sorbo al licor, consciente de que igual se le estaba soltando la lengua, pero sabía que no era causa de ninguna bebida, tenía resentimiento, incluso descubrió que esperaba que una fuerza mayor le hiciera pagar a Arcan todas sus putadas— igual ahora ha cambiado, no lo sé, no me importa, no hablo con él desde que salió la Luna. Pero sí es así y es una persona diferente... —se puso a pensar, al fin y al cabo sabía que el rapiña tenía otros contactos, un trabajo y todo eso. Para conseguir todo aquello o se había convertido en una persona opuesta a lo que conocía o aún no había mostrado su peor cara— no lo sé, tendría que verlo con mis propios ojos.

La merienda iba viento en popa y Eitne se lo estaba pasando genial a la vez que se atiborraba. Les había salido un plan genial con Dédalo y Enredo que involucraba monos voladores y ver de nuevo a Wyck, lo cual solo podía ser bueno. También había escuchado que Neil y el otro brujo compartían recetas y, en general, todo el mundo parecía distraído.

—¡No nos cansaremos! —le dijo al cambiante—. Y aceptamos la invitación, Dédalo, iremos en cuanto podamos para saludaros.

Poco después rio con orgullo al descubrir que su mote a Tayron calaba y casi echó migas por la boca al oír los nuevos que se sacaron Rox y Adru.

—A partir de ahora seréis Panda Rubio y Conejo Púrpura para siempre —decidió, una vez se tragó el dulce que se había llevado a la boca.

Sin embargo, lo más inmediato era la oferta de Nime.

—¡Eso molaría mucho! —respondió entusiasmado—. ¿Podremos utilizar nuestros poderes? Sería más divertido… —Como el plan para el escondite era más adelante, decidió hacerle una contraoferta a Nime para pasar el rato. Miró de reojo a la mona del queso, muy sutilmente, y luego le señaló con un movimiento leve de cabeza las botellas de alcohol. Habló exclusivamente para la demonio mineral—. ¿Y si robamos las botellas ahora que está más distraída? Podemos buscar un cómplice que nos ayude... Oh, oh, ¡O soltarle a Wyck encima a Pelusa!

Se sucedían conversaciones más cerradas a su alrededor por lo que al final se quedó con Eitne y Nime. No se quejaba por ello: disfrutaba de la compañía de los más pequeños y además podría seguir acariciando a Wyck de vez en cuando. Se alegraba de ver a Neil socializando, además.

Tan solo le había sacado la lengua a Rox cuando dijo que sería “Conejo Púrpura” pero cuando Eitne lo mencionó se giró hacia el daeliciano con los brazos en jarra y expresión que trataba de fingir indignación.
—Oye, pero yo ya soy el Capitán Gamusino o la Capitana —se cruzó de brazos tratando de emular un gesto disconforme, pero enseguida se le escapó una amplia sonrisa.
A continuación se dejó caer al lado de ambos sin percatarse de lo que planeaban aquellos dos.

Rox se llevó la mano a una de sus orejas ya humanas, repasando el contorno con la punta de los dedos para asegurarse de que se vieran normales mientras escuchaba a Dédalo. Se imaginó a Mephis yendo a conocerle personalmente, y solo pensarlo le hizo poner una mueca apurada cómica; entre las inseguridades iniciales y la inexperiencia con la transformación la situación debía haber sido terrorífica. Se alegraba de haber sido y seguir siendo discreto. Lo mismo hasta le convenía pillarse un segundo nombre para su trabajo: Panda Rubio, modelo.

—Madre mía, tres años... —se quedó mirando a un punto del suelo, rascándose la nuca—. Que guay. Nosotros no conocimos a los de Maciel hasta que llegamos aquí —echó el cuerpo atrás en la silla, estirando las piernas con una sonrisa avergonzada—. Como mucho de vista, no soy la persona más sociable fuera de los de mi quinta.

El cambiante puso los ojos en blanco y suspiró con la mención de las mascotas para reírse después. Negó suavemente con la cabeza.

—Mucho es que estemos consiguiendo no hacer un zoológico de esto, no te lo imaginas. Nuestro querido pastelero casi peta la la torre de abejas, para que te hagas una idea —rio con cierta amargura—. Lo hemos comentado así de bromas y bueno, sí que nos gustaría... —agradecía todas las comodidades de la Sede, estaban a gusto ahí, pero se le vino a la mente la convivencia indeseada con ciertas veteranas y por un segundo frunció el ceño en desagrado. Una casa para los suyos sería ideal por muchas cosas—. Peeeero no llevamos aquí casi nada y ya estamos endeudados hasta la médula, no podemos pensar en una casa aún. Acabamos de comprar una pierna y un brazo irrenses para dos personas que cambian de cuerpo —señaló a Eitne con la cabeza disimuladamente—. Así que de momento habrá que conformarse con lo que hay. Ya tienen a Limón, un conejo que tienen prometido, la licántropa del grupo y... bueno, las mascotas temporales de los invitados —añadió con una sonrisa, haciendo recuento con los dedos a cada animal que añadía—. Yo todavía no me añado al apartado de mascota, no controlo eso de volverme cuadrúpedo.

Cerró los ojos brevemente según se encogía de hombros con falsa resignación, divertido.

—No tendréis una veterinaria en vuestra clínica, ¿no? Nos va a hacer falta —añadió, medio en broma medio en serio.

Eitne parecía interesado en jugar, y la libense sonrió.
—¡Claro, con poderes! Aunque entonces no podemos invitar a todo el mundo, que nos ganan —le respondió, mirando de reojo a Adru, que era quien estaba más cerca de las personas en las que estaba pensando.

Entonces se dio cuenta de que Eitne estaba intentando darle algún tipo de señal, y calló. Al hacerla mirar hacia las botellas y la mona de queso, comprendió enseguida lo que estaba a punto de decirle, y le dedicó una mirada de complicidad. Su problema era que no podía hablar sin ser escuchada, y encima Adru acababa de sentarse al lado de ellos dos. Nime abrió los ojos al sentirla caer sobre la silla contigua y por un momento dejó que la preocupación se reflejase en su cara para que Eitne la viese. Luego reflexionó. ¿Tal vez Adru podía ser su cómplice?

Juntó las dos manos como si una fuese un macito y golpease a la otra para que Eitne entendiese que había tenido una idea, y luego señalo al gamusino disimuladamente y miró a la botella. Esperaba que aquello sirviese para que la entendiese. Quería saber su opinión antes de hacer nada, porque tampoco tenía claro si Adru les dejaría beber.

Eitne se asustó al ver el mohín inicial de Adru y respiró aliviado cuando se le escapó la sonrisa. No quería llamar a su amigo de una forma que no le gustase.

—Puedes ser todas las cosas a la vez, ¡Capitana Capitán Gamusino Adru Conejo Púrpura! —se llevó la mano a la frente en un gesto militar que le había enseñado Guille a la vez que hablaba sin respirar y luego se rio también.

No le pasó desapercibido que Nime tenía razón, si Adru jugaba con poderes les iba a ganar a todos, pero a lo mejor lo más divertido era intentar ganar al gamusino. ¿Habría alguna forma de frenarlo? Estaba pensando en eso cuando la demonio mineral le hizo gestos, de nuevo, y Eitne creyó entenderla perfectamente. No pudo evitar esbozar una sonrisa traviesa.

—¡Pssst, pssst! ¡Adru! —hablaba en susurros, aun cuando solo ella y Nime podrían escucharle—. Nime y yo tenemos un plan secreto maestrísimo y necesitamos la ayuda de nuestra Capitana Capitán Gamusino Adru Conejo Púrpura preferida. ¿Nos echas una mano? —le guiñó el ojo con muy poco disimulo.

Si aceptaba, le explicaría que querían robar una de las “Botellas Prohibidas” y le preguntaría si estaria muy feo utilizar a Wyck de señuelo distractor poniéndoselo a Pelusa encima. Si no aceptaba, se haría el sueco y no revelaría el plan.

Adru rio ante la respuesta de Eitne.
—Eso igual son demasiadas cosas, pero no me parece mal.
No pasó mucho tiempo hasta descubrir qué planeaban exactamente porque el daeliciano y la libense decidieron incluirle en su plan. Por supuesto accedió a ayudarles con su “plan secretísimo” antes de saber de qué se trataba y se acercó mucho a ellos moviendo sus grandes orejas de conejo como para agudizar el oído y componiendo expresión de interés. Lo que le explicaron a continuación le hizo llevarse una mano a la barbilla y mesársela como si tuviera barba. El gamusino dedicó unos instantes a pensar con expresión suspicaz y luego sonrió.
>>De acuerdo, pero no hace falta usar a Wyck —susurró—. Tengo una idea mejor. Sabréis cuándo es el momento, os lo aseguro.

Dicho esto se levantó de un salto y se acercó gesticulando exageradamente a la spriggan, a quien alzó en el aire tirando de sus pequeños brazos.
—¡Tayron! Perdona esta interrupción: tengo algo importante que tratar con dama Pelusa en privado. Es solo un momento.
Le hizo un gesto significativo con la cabeza a su amiga para que le siguiese la corriente y la condujo hacia la cocina. Por el camino les guió un ojo a Eitne y Nime. Una vez dentro se giró hacia Pelusa con una gran sonrisa.
>>Nime y Eitne están desobedeciéndote ahora mismo con eso de no beber alcohol —le explicó sin más—. Pero, déjales. No les va a pasar nada por un trago y seguro que se les quitan las ganas de probar más —añadió encogiéndose de hombros con aire divertido—. Yo hice lo mismo en su momento y tuve que escupirlo todo.