Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

El muchacho no parecía sorprendido y la chica acabó pensando que en realidad era de lo más normal buscar ayuda, el holandés sabría que terminaría haciéndolo más tarde o temprano.
-De acuerdo- le dijo con sinceridad al tiempo que intercambiaba una mirada de gratitud- entonces más me vale que siga practicando para que no me pilles desprevenida, el hechizo de intangibilidad no se puede aprender solo. ¿Me dices si avanzas algo más vale?.

Karime se encontraba atacando la despensa de la sede cuando Samika y Rasqa aparecieron frente a ella llamando su atención. La loba les observó durante unos segundos con la típica cara sorprendida de cunado te pillan con las manos en la masa, los mofletes llenos de comida y algunas migas adornando sus labios fruncidos. Al instante la licántropa se recompuso, tragó lo que había estado masticando, se limpió la boca con el dorso de la mano y les regaló una sonrisa lobuna.

- ¡Eso es fantástico! ¡Carne fresca!- exclamó cuando la evaki le comunicó que su compañero también quería formar parte del ejército-. Si la decisión es ya definitiva sentaos aquí conmigo y os contaré algunos pormenores. Habéis tenido suerte, media hora más tarde y ya no me habríais encontrado aquí. La jornada empieza dentro de una hora y a mí me gusta pasear por la ciudad de camino. Vendréis conmigo, por supuesto. Le comunicaré vuestra decisión a la comandante y aprovecharé para mostraros el lugar y las instalaciones. Posiblemente también tengáis la oportunidad de conocer a algunos de vuestros nuevos compañeros, quién sabe. Y sí, vais a tener que pasar un examen para ver si sois aptos, pero si controláis vuestra transformación posiblemente no tengáis problemas. Lo difícil vendrá en los entrenamientos, claro. Hasta que os acostumbréis a los entrenamientos, y más si no habéis pertenecido al ejército de vuestro mundo antes, será duro y cansado, pero valdrá la pena, os lo aseguro. Vosotros solo tomáoslo en serio y dad lo mejor. ¿Alguna pregunta?

Rasqa no había abierto la boca hasta el momento, salvo para saludar. No tenía nada que decir y, sin embargo, había mucho por delante que escuchar. Seguro como estaba de que no le iban a rechazar, no hubo nervios que frenaran la excitación del parqio conforme la loba hablaba. La espalda del moloch había empezado a arder con suavidad, no paraba de menear la cola de un lado a otro. A su alrededor subían veloces las temperaturas.

Una vez Ka acabó de explicarles, Rasqa solo tenía una pregunta:

—¿Nos vamos ya? —su voz ronca era pura impaciencia.

Samika escucho atentamente la explicación de Karime, mas calmada al notar que la presencia de Rasqa era bienvenida y no un problema, quitandole todas las posibles preocupaciones que hubiese mantenido al respecto.

Ahora que estaba todo confirmado, se sentía bastante ansiosa por conocer ala comandante y el recinto donde entrenaría a partir de ahora, tenia ganas de comenzar el entrenamiento y mejorar su físico, de sacarle el total partido que pudiera a su tranformacion a las ventajas que ahora poseía con sus habilidades ultrasonicas y sus capacidades físicas.

Rasqa, junto a ella y siendo poco mas que un borrón morado con lineas algo mas definida,s aprecia tan ansiosos como ella misma. La evaki sonrió cuando aquella única pregunta salir del moloch.

-Quiero verlo todo, así contra antes salgamos mejor, que así aprovecho y voy luego al granero para renunciar.- explico Samika también algo impaciente, aunque de forma menos obvia que el parquio. También empezaba a tomar mas y mas importancia al hecho de tener que mudarse, lo haría, en cuanto estuviera un par de semanas entrenando se marcharia a la sede, de todos modos nada le iba a impedir seguir yendo a serpentaria cada vez que quisiera para estar con sus amigos, por lo que aquello le tranquilizaba. Al menos dejaría de provocar incidentes en serpentaria a causa de sus gritos desafortunados, y que aun no manejaba del todo, cosa que seguro le agradecerían- Vayamos ya, quiero enterarme lo mas pronto posible de como van a ser las pruebas. - indico mas que dispuesta a salir de allí para ir a ver a la comadante.

La loba les pidió que les esperaran un momento y subió a cambiarse y vestirse con su uniforme para entrenar, antes de emprender la marcha junto a los dos novatos. Mientras andaban, la licántropa les explicó algunos puntos importantes de pertenecer al ejército, pero sin meterse en los temas más delicados que ya trataría Cicatriz.

- Respecto a las pruebas no os puedo decir nada en claro. Suelen adaptarse a las capacidades de cada individuo. La mía, por ejemplo, implicaba lobos de manada. Dudo que a vosotros os hagan trabajar con lobos- rió alegre-. No sé si se puede, pero ¿estaríais preparados para hacer ahora la prueba? Posiblemente no, pero si os creéis preparados puedo decírselo a Cicatriz y a lo mejor os puede hacer la prueba ya. Cuanto antes os unáis mejor. Y a mí me gustaría ver vuestras pruebas. Cuando yo me uní al ejército no hice la prueba al momento, pero claro, a mi Cicatriz me habló el mismo día que nos mudamos a la sede y yo no tenía ni un mínimo de control sobre lo que era. Al final, eso es lo más importante al principio- siguió parloteando la libense emocionada por la nueva adquisición del ejército.

Sigue en Inmediaciones del Castillo.

Cuando cayó la noche, Kin ya se había deshecho del polvo que lo cubría después de estar todo el día de obras. De su cuarto cogió una bolsa y su mochila, que ahora solamente contenía las cosas que se había traído de Irraria, y bajó a la sala común a empezar a preparar un salón de juegos improvisado. Plantó el holograma en la mesa de centro, distribuyó los mandos, y conectó la consola a su propio brazo. Para un irrense corriente eso habría sido una locura, pero Kin se había asegurado de tener energía suficiente para una noche de videojuegos y más. La joya de la corona era el dispositivo de realidad virtual, para el que no eran necesarios ni mandos ni hologramas, pero solo tenía uno, por lo que no iban a poder competir usándolo. En Irraria había juegos de todos los tipos, más antiguos y más modernos, que requerían diferentes periféricos aunque se jugasen en el mismo aparato.

Lo siguiente fue sacar el contenido de la bolsa y esparcirlo por la mesa. Contenía sus últimas compras antes de regresar a Rocavarancolia: dos botellas grandes de bebida energética y dos bolsas de papel llenas de snacks de una panadería. Una contenía un tipo de tubérculo irrense frito con un toque de almíbar, y la otra frutos secos garrapiñados. Los había guardado para el día en que había prometido enseñar a sus amigos a jugar, y ahora se preguntaba si no llegarían a poco. «Bueno, tampoco tengo la confirmación de tanta gente. Si se quedan con hambre que vayan a la alacena».

Mientras esperaba a que empezasen a aparecer los demás, el raigaurum pasaría el tiempo rebuscando en su disco duro cuáles serían los mejores videojuegos para empezar desde cero.

Aquella noche salió en compañía de Gael y Giz llevando una bolsa de magdalenas recién horneadas en el cuchitril. Era una buena cantidad de ellas, pues no sabían a cuánta gente podría haber invitado Kin y, de todas formas, si sobraban ya darían buena cuenta de ellas en los desayunos de los días sucesivos. Cuando se acercaron al viejo edificio y llamaron a la puerta se podría decir que el sueco se encontraba… nervioso. Era una estupidez, pero la idea de poder volver a tocar un videojuego le ilusionaba bastante más de lo que podría dar a entender. Su propia actitud casi le parecía fuera de lugar e infantil después de todos aquellos años, pero lo cierto es que el draco de estínfalo de más de dos metros de alto y que pertenecía a un reputado grupo de mercenarios en una ciudad llena de monstruos estaba emocionado como no lo había estado en mucho tiempo ante aquella sencilla idea. Al entrar a la sede se preguntó cuánto tiempo hacía desde la última vez que había estado allí: cada vez más y más nuevos transformados llenaban los refugios y, a pesar de que tenía amigos que aún vivían allí, el carácter que había adquirido, más reacio a tratar con los recién llegados despreocupadamente y a mostrarse ante ellos en general, le hacían evitar aquellas áreas. Por ello se preguntaba si Saren o Karime se encontrarían por allí aquella noche, aunque no estaba muy seguro de si le apetecía demasiado tener a la libense rondando por allí.

No vio a la loba o al selkie por ningún lado pero, no obstante, quien sí se encontraba allí y había comentado con sus amigos que ojalá Nia lo tuviese tan ocupado que no pudiese asistir era el mono descerebrado. <<Por supuesto que iba a estar presente>> envió con cierto desdén a la mente del fuego fatuo y el goliat.
—Buenas —saludó de forma generalizada mientras esperaba con las manos en los bolsillos a que Kin o quien fuese les indicase hacia donde tenían que dirigirse—. Nos han comentado que habría videojuegos y comida, así que hemos decidido que era una buena noche para dejarse caer por aquí. Podemos ofrecer magdalenas caseras si nos dejáis pasar —bromeó con una leve sonrisa sarcástica.

De haber podido, Giz habría sentido nostalgia al volver a cruzar la puerta de la sede. Hacía ya años desde que se había alejado de esos edificios y no podía evitar que le trajeran recuerdos de etapas más humildes. Sin embargo, en aquel momento, a punto de enfrentarse a un salto tecnológico que le separaba de sus compañeros, el goliat estaba demasiado ocupado autoconvenciéndose de que no iba a romper nada y de que sería capaz de memorizar las pautas para jugar sin problemas. Por lo que le habían contado, lo que más interesaba al asreniano eran los bestiarios y la historia que contaran los juegos.

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Saria Omen, por su parte, estaba entusiasmada como ella sola. ¿Historias de rol con dibujitos y peleas épicas? Se lo habían vendido como a nadie. Para la ordesa, la brecha digital no daba más miedo que la junta entre dos baldosa. Tantas ganas tenía de empezar a jugar, que llegó pronto (no tanto como Kin) y lo hizo cargada de dulces y platos típicos ordeses, unos más asquerosos que otros. La mala sombra saludó a su amigo y dejó toda la comida en la primera mesa que pilló.

Le echó un vistazo a la sede con sus ojos grandes, curiosa, y se acabó acercando a la zona preparada, para echar un cable a Kin (si podía) y hacer de bruja de la puerta de la sede, abriéndola a cualquiera de los invitados sin molestar a los tecnológicos.

—¡Magdalenas! —exclamó tras el saludo de los mercenarios de la brecha—. Mucho mejor que los dildos de la otra vez, ¡vais mejorando, chicos! —la ordesa aún tenía una pizca de rencor hacia lo que pasó, pero no había rastro de ironía en sus palabras. Era una noche para estar contenta, con amigos y olvidándose de lo viejo malo.

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El goliat saludó escuetamente, con su "hola" más corto y un gesto breve de mano. Ver al mono le provocó una inevitable mueca de disgusto, pero se convenció a sí mismo de que no tenía por qué pasar nada malo. Tanto él como Toima habían aprendido la lección, quería creer. Y bastante tendría que tener el novato trabajando para Nia.

—¿Qué videojuegos hay preparados? —Giz al grano, como siempre.

Quería saber qué iba a probar.

Kudryavka

Aquel vánara, se las pasó circulando y patrullando la zona donde el raigaurum estaba preparando para jugar con casi la obsesión por un escaparate con los juguetes de Navidad. Tambien se habia preparado para tal ocasión: Llevaba una camiseta blanca, limpia y nueva, cosa rara, que contenia una frase encima de un yelmo con cuernos, todo escrito y dibujado crudamente, a mano. La frase rezaba: "Yo solia ser un aventurero, justo como tú..."
Asi el ruso estaba tan excitado que en ocasiones daba saltos de mueble en mueble, pero no fue hasta más tarde, tras que Zira hiciese acto de apariencia, que las cosas se volvieron caoticas. Las dos simiescas criaturas se contagiaban la emoción, jugaban, curioseaban e intentaban garrapiñar parte de los aperitivos tan exóticos que habia reunidos. Y sobretodo risas.
Sin embargo, Kud llevaba gafas de sol aquel día. Desde la Luna no habia vuelto a llevarlas y si preguntaban por ellas, se reiria y le restaria importancia.

Le pillaron saltando en el sofá mientras Zira aullaba a su lado cuando los invitados cruzaron la puerta y al instante dió un brinco y fue a recibirles.
-¡Vale! ¡No quiero alarmaros pero...! ¡Mola un montón!-les dijo, guiandoles hacia el game center que se estaba montando.
Para el, era maravilloso que gente se reuniese y compartiese una buena sesión de juego con amigos. Casi como hacerlo online, pero sin sentirte tan solo cuando acaba la partida y desenchufas. Por otra parte, hacia un tiempo que Kudryavka no habia caido en el vicio digital y sentia que debia resarcise. Mientras Zira pulsaba con curiosidad los botones de un mando, Kudryavka reia en voz alta.
-¡Pues si te soy honesto, no lo se! ¡Casi me espero cualquier cosa! ¿A que molaria que en Irraria tuviesen un Majora's Mask o un Tekken?-

Kud no tardó en aparecer, y Saria se presentó un poco antes que los de la Brecha, cargada de comida. De hecho, se había pasado. Lo que había traído el propio Kin parecía ahora muy poca cosa, pero lo cierto era que ni había tenido espacio para más, ni se podía comprar en demasiada abundancia en su mundo natal. Quizá en Ío era diferente, pero estaba seguro de que le habrían mirado mal.

No quedaba mucho por hacer cuando llamaron a la puerta. Había más gente que sabía lo de aquella noche y aún no había llegado, pero Kin ya se imaginaba que no todos iban a poder estar disponibles. En el fondo, era mejor así. Días había muchos, y el espacio y los mandos eran limitados (de hecho, solamente había tres).


Gael volvió a presentarse con el mismo cuerpo que había estado usando durante el día, ahora libre de polvo y suciedad. No pensaba usarlo dentro de la sede, salvo que al raigaurum no le entusiasmase tener que hechizar sus pertenencias , así que él mismo también se había cambiado de ropa para tener un poco de mejor aspecto delante de los nuevos.

Tan pronto les abrieron la puerta, Gael se inclinó ligeramente para intentar ver si había alguien más. Les había abierto la puerta la ordesa, cuyo comentario le hizo reír, no sin cierta incomodidad. Precisamente el vánara no tardó en aparecer detrás de ella. Gael los saludó a ambos y después fueron guiados al salón de la sede. Aunque supiesen de sobra el camino, aquel sitio ya no tenía nada que ver con ellos y era mejor no tomarse más confianzas de las que corresponden a un invitado. El edificio por dentro no parecía haber cambiado demasiado, pero las pertenencias de la gente que había olvidadas por las zonas comunes sí lo habían hecho.
—¡Anda! Hay más comida que juegos, ¿es para compensar que solo haya tres mandos? —preguntó, señalándolos vagamente, al entrar—. Buenas —añadió entonces, con una sonrisa.
—No, no, no te haces una idea de cuántos juegos hay aquí dentro —respondió Kin, a modo de saludo—. Aunque lo de los mandos es cierto.


El raigaurum acababa de ver que hasta los de la Brecha habían traído comida. Si al final la idea de jugar era un desastre podían decir que habían quedado para catar especialidades de otros mundos. Pero, por el momento, la gente parecía demostrar bastante interés en los juegos, y Kin no sabía por dónde empezar con las explicaciones. Por otro lado, la mascota de Kud lo estaba poniendo nervioso, pero por el momento no parecía poner en peligro la integridad del mando con el que jugaba.
—Como no sé muy bien cómo hacer que nos entendamos hablando de géneros y tal, mejor os voy describiendo por encima. Por ejemplo… —Se dejó caer en el sofá, del que tampoco había podido alejarse mucho por el cable de alimentación, y empezó a moverse por el menú táctil—. Este es de carreras en naves espaciales. Admite hasta veinte jugadores en línea, pero no tenemos veinte mandos. Es complicado porque si te pierdes las indicaciones para un puesto de control, estás jodido. No hay nada como caminos marcados, y si quieres tomar “atajos” puede salirte muy bien o muy mal, porque no va a haber indicaciones. Tuve mi época de jugar online a esto. Hay que cogerle un poco el truco a los controles porque es como un simulador de vuelo. Tiene escenarios bestiales, eso sí, hay carreras en sistemas muy flipados y raros.
»Otro bueno para multijugador… Este. Permite jugar todos contra todos en diferentes escenarios, aunque el juego en sí no va de eso, tiene modo historia y tal. Se pueden escoger los personajes que son elegibles también para el equipo en el modo historia. Lo que más gracia os va a hacer es que están basados en Rocavarancolia. Quiero decir, son magos, su magia está basada en la de las leyendas, y para cualquier irrense sería muy obvio que este juego es Rocavarancolia, en su concepto irrense, con otro nombre. De hecho, para echar unas risas, os recomendaría ver la intro del modo historia.
Mientras explicaba, seguía deslizando el menú, buscando. Daba gracias a que todos saliesen con una pequeña imagen al lado, porque si se ponía el amuleto, los demás no iban a poder entenderle. Esperaba que los dela Brecha se hubiesen traído los suyos, como habían acordado, o no habría suficientes para entenderse todos a la vez.

Resopló molesto ante el comentario de la ordesa: ya casi había conseguido olvidar aquel día.
—Nos lo vais a echar en cara por siempre jamás, eh? —Se cruzó de brazos—. Es una lástima que hayamos cerrado la casa de apuestas, porque si consiguiese que se invirtiesen los resultados me aseguraría de que el parte meteorológico para el saco de arena fuese siempre “lluvioso” —comentó con sorna.

El vánara acaparó la atención justo después debido al jaleo que estaba armando junto con el animal. <<¿Creéis que se trata de alguna clase de chiste interno acerca de cómo las mascotas se parecen a sus dueños?>> envió con sarcasmo a las cabezas de sus amigos junto con una imagen de Kud y el otro simio. No obstante, aunque el vánara no fuese santo de su devoción habría sido de mala educación ser desagradable con un amigo de la persona que los había invitado, por lo que decidió que se guardaría aquella clase de comentarios. Al menos en la medida en la que el propio vánara lo hiciese posible.
—Buena elección de camiseta… Aunque el diseño sea un poco flojo —le dijo una vez lo tuvo más cerca y pudo fijarse bien de qué trataba el desastre que a lo lejos solo había podido intuir—. Yo también he dibujado la mía, aunque como no había mucho tiempo no podía hacer nada muy elaborado.
La camiseta del draco era una de las que Toima le había regalado, con tejido especial sobre el que podía dibujar como si se tratase de una tableta gráfica. El sueco había trazado en ella un simple “space invader” de color verde, aunque era obvio que estaba hecho con mejor mañana que la camiseta de Kud. El sueco no pensó en ese instante que su comentario pudiese sonar arrogante porque lo cierto era que solo pretendía intentar mantener una charla amistosa con el vánara de algo que compartían, pero no sería raro que alguien lo interpretase de aquella manera.

Kin no tardó en comenzar a responder a la pregunta de Giz y el draco se acercó al sofá para observar lo que el raigaurum les mostraba en la pantalla holográfica. Sin duda habría flipado enormemente si alguien le hubiera dicho cuando tenía catorce años que iba a jugar a videojuegos con tecnología tan avanzada, pero irónicamente en plena Rocavarancolia, una ciudad totalmente desfasada en aquel aspecto, ya no resultaba tan increíble. Ambos juegos que escogió como ejemplo Kin sonaban bastante bien, aunque sin duda el segundo fue el que le arrancó una risotada.
—Tiene sentido que se desarrollen juegos con esa temática —comentó sonriendo con diversión—. Pero con la idea que tiene Irraria sobre Rocavarancolia… Esto va a ser interesante. Yo voto por empezar por ese, que parece más sencillo, para ir calentando. Además así podemos introducir a Giz y Saria Omen conceptos nuevos para ellos como cinemáticas interminables que no tienen nada que ver con jugar —añadió con sarcasmo mientras sacaba su propio amuleto logomántico.

—Pues a mí me encantan ambas camisetas —reconoció la ordesa—. El estilo cutre también puede dar buenos resultados en según qué ámbitos —sí, eso fue un halago.

Giz y Saria estaban pasando por procesos similares. Para él era mucho más fácil no perderse entre palabras más técnicas, para ella no tanto. Sin embargo, Saria había crecido con juegos similares, sin gráficos, ni controles, pero con un fondo parecido. Giz estaba nervioso por lo que se encontraría; la mala sombra, deseando enganchar uno de esos mandos para aprender con la práctica.

—Entonces, ¿empezamos ya?

—¿No deberíamos antes leer algunas instrucciones? —intercede el asreniano.

Kudryavka

Cogiendo a Zira del pecho como un bebe, la levantó para luego sentarse enfrente de uno de los mandos con las piernas cruzadas y sobre su regazo dejó a la mona a seguir con su curiosidad sobre el artilugio.

Soltando una carcajada jovial, el vánara respondió al draco.
-¡Pense hacer la cita completa, pero me dije: "Solo los niños que de veras han visto a un dragon clippear a traves del suelo" lo entenderian asi que decidí dejarla como está!-se explicó, aunque no fuera exactamente lo que Noel se habia referido con "flojo". Ante la revelación de la camiseta del draco, el propio vánara ahuyó, reconociendolo de inmediato y canturreando la melodia de aquel videojuego retro, mientras bailaba animosamente sobre su sitio.
Antes a la mención de agrado el ruso soltó una risilla e hizo una pequeña reverencia teatral.
-¡Te encantaria este juego, Saria! ¡Puedes ser una hechicera con el poder de la voz o un astronauta con ayuda de un gigante!-bromeó para despues desternillarse un buen rato por su propia gracia.

Zira empezó a mordisquear el mando, asi que Kud fue rápido a arrebatarselo y soltarle una toba en el pegote que tenia por nariz. La mona ofuscada le protestó con un chillidito, pero Kud tambien se habia adelantado a aquello, metiendole en la ruidosa boca dentada medio melocotón y eso la mantuvo entretenida un buen rato.
-¡Yo voto por lo de Rocavarancolia, es como romper la cuarta pared o algo! ¿Se pueden elegir las transformaciones? ¡Oh, oh! ¡Apuesto a que hay un sistema de perfil que lo rellenas y en base a eso y a los quick time events y flags que tengas te salga uno u otro! ¡Mucha rejugabilidad diria yo! ¡Casi para jugar años y años con cada nueva cosecha!-tras lo cual, dió unas palmas y se desternilló.

Gael sonrió disimuladamente al escuchar mentalmente la voz de Noel. Lo cierto era que le daba lástima el mando que estaba toqueteando la mascota, pero se imaginaba que hacía falta mucho más que eso para romperlo. El fuego fatuo se acomodó en el aire detrás del sofá donde se sentaba el raigaurum, consiguiendo un buen sitio para observar los juegos sin molestar a nadie.
—Ese, por favor, el de los magos —dijo después de las explicaciones de Kin—. Salvo que las cinemáticas sean infinitas —añadió, al escuchar a Noel.
—No, no, precisamente se empieza con una especie de tutorial —respondió, mirando también a Giz por la pregunta que había hecho respecto a las instrucciones—. Introduce a la historia después, pero te dejan un poco a tu bola entre cada cinemática, si no recuerdo mal.

Kin procedió a seleccionar el juego del menú. Mientras pasaban una serie de créditos, procedió a explicar alguna cosa respecto a lo que había dicho Kud.
—La verdad es que no hay transformaciones. Hay razas, que es un poco de cosecha propia, podría decirse. Los poderes están muy inventados, hay diferentes especializaciones en magia y tienes que centrarte en una; solo puedes aprender un número de hechizos limitado de otras, aunque ese número ya depende un poco de lo que hagas. Ya lo veréis. ¿Tenéis todos amuletos? Para entenderlo.
El irrense alcanzó el suyo sobre la mesa, donde había dos. Esperaba que no tuviese que quedarse nadie sin entender a los que estuviesen jugando en cada momento.

En la pantalla holográfica apareció un menú de juego, y en los altavoces que había colocados a su lado empezó a sonar una melodía electro folk de aires épicos. Todas las partidas estaban a nombre de Iqelor, y dejó seleccionado un hueco vacío.
—Primero empezamos una partida nueva, luego usamos la mía para el multijugador. ¿Quién quiere coger el mando? —preguntó ofreciéndolo. Empezar una partida no tenía demasiada dificultad, y consideraba el mando bastante intuitivo. A quien se ofreciese, le daría una explicación breve sobre los botones y cómo en el juego se usaban símbolos para identificarlos, procurando que todos viesen y oyesen para no tener que repetir la explicación más tarde—. Selecciona ahí donde lo he dejado y le das a empezar una partida nueva.

Con aquella última explicación la pantalla se fundió en negro, dando paso a un menú de personalización de personaje. Había cinco razas para escoger: unos eran irrenses estándar; otros eran raqis, irrenses de piel pálida, orejas grandes, rasgos delicados y con vello corporal; otros eran siras, irrenses de piel oscura, altos y fornidos, con antenas y rasgos que recordaban a un insecto; otros eran qiros, irrenses de piel escamosa y verde, con cola y sin orejas; la última eran los lires, irrenses de piel rosada con vello corporal, orejas un poco más grandes, y un hocico que prácticamente parecía una nariz humana. Se podía elegir su sexo y rasgos físicos, y tras escoger la clase, se podían vestir con prendas de un limitado catálogo. Como explicaría el raigaurum, la ropa se desbloqueaba a lo largo del juego y dependía de la clase de mago. Como principiante solamente había cuatro ramas básicas de magia, en las que luego habría que especializarse: mago de la materia viva, mago de la materia muerta, mago de la materia inerte, y mago de las fuerzas físicas.
—Una advertencia: el mago de las fuerzas físicas es el más poderoso, pero también es más difícil de controlar.
No era plan de perder mucho tiempo en la personalización, pero no sugirió saltarse el paso porque, si lo que buscaban era reírse, por él como si le ponían la boca al personaje en el mentón. De hecho, fue como si el fuego fatuo le hubiese leído el pensamiento.
—Ponedle la cara más chunga que podáis, por favor —sugirió sonriendo. Gael, para sí, ya hacía planes de usar un mago de la materia muerta cuando se enfrentasen por grupos. «Por lo menos parece que no tiran de “los cuatro elementos” en Irraria» pensó, divertido.

Arriba, abajo, aceptar, cancelar... Saria apenas tardó en familiarizarse con los controles.

—¡Madre mía! —comentaba, entusiasmada—. ¡Sí que es como el rol! Pues a ver... ¡Hostias! —exclamó mientras el irrense les explicaba las especies—. ¡Si podemos hacer a Xalkoth! —y se echó a reír mientras caracterizaba a su personaje—. A ver, tiene que ser un sira... ¡Estos! ¡Qué feos son! ¡Me encantan! ¿Se le pueden poner los ojos a diferentes alturas? ¿Y a cada lado de la cabeza? Molaría si pareciera que las antenas son unos bigotes... ¿no? —la ordesa hizo todo lo que estuvo en su mano para ayudar a afear el rostro del personaje, no por meterse con Xalkoth, sino por contribuir a lo que dijo el fuego fatuo, y luego añadió—. ¿Podemos llamarlos Xalkito 0? Porfa. Ah, y voto por hacerle mago de la materia viva o la materia muerta. ¿Qué opinais vosotros?

Giz asentía de vez en cuando, pero sobre todo negaba con la cabeza. La mayoría de decisiones que estaba tomando la mala sombra no le hacían mucha gracia. Especialmente la opción de no elegir la clase de magia más poderosa. ¿Qué sentido tenía? Sin embargo, él no tenía el mando y no dijo nada.

Noel entendía las referencias de Kud y se permitió sonreír con diversión al escucharlas, aunque no añadió nada. Era un tema de conversación nostálgico y podría hablar de ello durante horas, pero no estaban allí para eso.
—Es poco probable que la idea de los irrenses sobre Rocavarancolia se parezca remotamente a la realidad —replicó, no obstante, ante las suposiciones del vánara sobre el juego que estaban a punto de probar.
El sueco también tenía ganas de coger el mando y si veía que nadie se decidía lo haría él. Pero la ordesa no tardó en ofrecerse a ser la primera por lo que su turno tendría que esperar.

De la explicación de Kin le hizo especial gracia aquello de “mago de las fuerzas físicas” porque si se comparaba con la realidad se podría interpretar que los irrenses creían que si ibas a Rocavarancolia adquirías las capacidades de un brujo con una multitud de dominios con los que prácticamente podría destruir el universo con una simple orden. Se preguntó si el nombre de los menús era el apodo que usaba Kin en los videojuegos, pero su pregunta fue respondida sin necesidad de formularla cuando el raigaurum hizo mención a “su partida”.
—Esos son los mejores editores de personajes, los que te permiten crear tus propias aberraciones —comentó cuando les mostró aquella herramienta del juego y aprobando la sugerencia de Gael.
A continuación Saria comenzó a crear a su avatar y dejó escapar una risotada cuando explicó qué pretendía hacer.
>>¿El cero no tenía connotaciones muy negativas? Se te da muy bien crear engendros para ser la primera vez que tocas un mando —le dijo a la mala sombra con una sonrisa acompañada de una ceja alzada: las declaraciones de la ordesa al respecto de cómo quería crear al personaje hacían parecer que pretendía burlarse de su compañero de criba—. Si va a ser una plaga lo que más le pega es mago de la materia muerta, aunque tengo curiosidad por ver el mago de las fuerzas físicas ese —concluyó aportando su opinión.

Kudryavka

Kud atendió a la explicación con todas las fuerzas que pudo para evitar estarse inquieto. No recordaba que le fuera tan dificil simplemente sentarse a jugar un poco. Desde que se transformó, rara vez se sentaba y si lo hacia, siempre mantenia sus manos ocupadas. Hacia el final de la explicación, sin embargo, Kin explicó los tipos de las magias que uno podia escoger y Kud al oir la descripción de "la más poderosa pero más dificil de controlar" tuvo que físicamente controlarse por vociferear a los cuatro vientos cuan idonea para el era aquella magia, cosa que acabó con el patas arriba levantando dos pulgares apoyando la idea.
-¡Venga chicos, hagamoslo! ¡Leerooooyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy....!-aulló a la vez que terminaba el creador de personaje con un salto, volviendo a su postura sentada neutra.-...Jenkinsss....-susurró mientras su cara se iluminaba de emoción a medida que el juego empezaba.