Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

Mientras Samika le hablaba, Rasqa se agitó y dejó que las llamas se abrieran paso entre sus pinchos. Se acercó a otro de los maniquíes y, colocándose a dos patas, comenzó a sacudirle puñetazos para desfogarse. No obstante, se aburrió enseguida acabó trepando sobre el maniquí para continuar hablando con la evaki. Rasqa no compartía las dudas de la humana, pero las había conseguido entender durante los meses de convivencia en Letargo.

—Más que cobardía, parece autorestricción moral. En vuestros mundos les dan un valor distinto a las cosas y por eso os cuesta: no necesitáis cazar, no tenéis miedo a ser cazados. No necesitáis matar y eso os frena aquí—Rasqa de verdad creía que para el resto de parqios la experiencia sería similar a la suya y no podía estar más equivocado. Su instinto depredador era un caso especial—. No creo que te obliguen a matar a nadie por mero disfrute, pero estaría bien que os enseñaran a matar cuando vuestra seguridad dependa de ello. Y que te entrenen específicamente para algo así tiene que ser increíble —el parqio no era especialmente bueno dando consejos, siempre acababan colándose trazas de su salvajismo.

>>Yo me apuntaría. De hecho... ¿Te han explicado cómo se hace? Podría acompañarte si te da miedo estar sola. Y si alguien se mete contigo entre tú y yo lo freímos a palos —la sonrisa que esbozó dejaba bien claro que Rasqa disfrutaría enormemente apaleando a cualquiera que amenazara a su expupila.

En el fondo, el moloch incluso deseaba que ocurriera. Con el ego por las nubes, estaba absolutamente convencido de que podía proteger a Sami de que le ocurriera nada malo, y además tendría la excusa perfecta para achicharrar a un cualquiera.

No esperaba que Rasqa comprendiera sus dudas, pero tuvo que recordarse que este al igual que todos ellos, habían tenido que ir cambiando cosas que creían predeterminadas y variar su forma de ver las cosas conviviendo durante un año entero con seres de otros mundos. Si ella había aprendido a ver otras perspectivas ¿por que no Rasqa?

-En mi mundo la gente si mata, pero muchas veces es por ego, locura o por motivos totalmente estúpidos y sin necesidad alguna. -respondió Samika. Lo pensó, la posibilidad de que le obligaran a matar le provocaba un nudo en el estomago, así sin mas, cuando no ganaba nada con ello. No era seguro que eso pudiera ocurrirle, pero una opción tan viable como cualquier otra. Intento ver la cosa desde otro modo, entrenarse para matar, era de algún modo igual a entrenarse para protegerse y sobrevivir.

Samika sonrió un poco, dejando sus pensamientos ahí vagando en su mente, tras la la pregunta de Rasqa.

-Si, en mi caso solo debo darle la confirmación a la chica que vino a buscarme para decirme, se llama Karime y por lo que se vive aquí mismo, en la Sede. También hay una Comandante con la que tendría que hablar si acepto, para que me diga que tengo que hacer para formar parte, supongo que en tu caso seria hablar con una de las dos -respondió Samika no viendo necesidad alguna de esconderlo, no eran un cotilla curioso, era alguien con el que había empezado a congeniar desde sus clases de vuelo y que parecía interesado en formar parte del ejercito. Mas bien estaba reclutandolo, aunque no fuese esa su intención. Las ultimas palabras de Rasqa, le hicieron reír, realmente estaba dándole vueltas innecesarias. De enfrentarse a lo que temía en su camino, siempre tendría otro rumbo de acción y Rasqa acababa de recordarselo.

-Suenas como si fueras a convertirte en mi caballo negro si yo no pudiera dar ese ultimo paso- añadió la evaki con una sonrisa, agradecida por esa muestra de preocupación. El parqio no comprendería aquellas palabras, pero igual saber que en ese caso no estaría sola le aliviaba bastante. No es que una muerte fuese a cambiar lo que era ya fuese que lo hiciera ella o alguien mas, pero dentro de su moralidad aquel detalle suponía una diferencia sustancial. << Es pura hipocresía, 'si yo no me mancho las manos, entonces esta todo bien'....pero supongo puedo vivir siendo una hipócrita >> pensó Samika consciente que, aunque su transformación no conllevara ciertos cambios psicológicos, no era necesario. La propia cosecha les había dado un valor diferente para cada cosa en la mente de mas de uno mente, y ella por mas que quisiera mantener cierta moralidad humana, no era la excepción.

>> -Creo que ya tengo una respuesta...- respondió finalmente Samika tras pensarlo bien, sonriendo en dirección al parqio. Cuando se encontrara en la disyuntiva que le hacia dudar, ya vería como salir del paso, igual que había hecho con todo aquello que se había atravesado en su camino durante su vida.

El parqio no respondió al principio, pero esbozó una sonrisa cuando Samika explicaba por qué la gente mataba en su mundo. El moloch no percibía mucha diferencia con lo que ocurría en Rocavarancolia, pero no sabía hasta qué punto no se debía por falta de información. Realmente a él le daba igual. Para él la capacidad de matar era algo útil y necesario y le importaban bien poco los motivos.

—No sé qué es un caballo negro, pero si te vale un moloch morado aquí me tienes —bromeó al tiempo que expulsaba una bocanada de humo por la boca. Samika no tardó en comunicarle que ya tenía una decisión y Rasqa no sintió la necesidad de preguntarle, estaba seguro de que era un sí—. Choca esos cinco, Samika —le dijo, alzándose a dos patas y extendiendo una de las garras con la palma hacia arriba. Antes de nada se aseguró de apagar las llamas—. No hay fuego, pero aún está caliente —le advirtió para que chocara rápido y, claro, por si no veía bien.

>>Pues no hay más que hablar. Yo hablaré con una de esas dos personas y entraré también en el ejército.

Ya se había decidido, con la certeza de que en un futuro tendría libertad para retirarse si quería, le calmaba. El ejercito realmente tenia su parte positiva, podría entrenar en un lugar ideado para eso, con otra gente con todo tipo de transformaciones y habilidades que podría aprender, podría mejorar no solo sus artes marciales, sino toda sus capacidades físicas; y ante todo, y lo mas complicado hasta ahora, aprender a usar los ultrasonidos en medio de un enfrentamiento. Seguro en ejercito existiría gente con magia de diferentes niveles, le interesa eso, conocer hechizos y sus efectos a pesar de no poder realizaros, podría darle un pequeña ventaja a la hora de eliminarlos o simplemente esquivarlos.

Sabia eso seria difícil pero con su memoria y su nuevo oído, incluso escuchando las primeras palabras de un conjuro ya aprendido, podría analizar la situación y ver que le convenía mas.

Samika sonrió a Rasqa, chocando sus manos con las patas de este y notando aquella calidez, pudiendo verlo mas de cerca de lo que estaba acostumbrada. La figura borrosa del parqio era impresionante, pero teniendo mas cerca a este y pudiendo notar ciertos detalles, podía asegurar que también era intimidante. Y eso que ni siquiera era un llama andante.

- Mmm...- las ultimas palabras de Rasqa la sacaron de sus pensamientos sobre la apariencia del moloch, para centrarse en lo que vendría ahora- Si quieres podemos ir juntos y decirle a Karime - respondió Samika, tras pensarlo. Realmente si debía mantener eso en secreto sin decirle a nadie ya había faltado a eso, pero no veía el inconveniente, realmente lo único que había conseguido era un nuevo recluta- Ella me dijo que cuando diera mi respuesta y si aceptaba, me daría algunas indicaciones mas que tendría que tener en cuenta para unirme, si vamos juntos se ahorraría dar la misma charla dos veces. - añadió Samika viéndolo por el lado mas practico. demás, ir con el moloch le daría cierta calma, pues aunque no tenía dudas de su decisión, no tenia mas conocidos cercanos en el ejercito y tener una mano amiga cerca siempre era mas reconfortante- Así si luego hay que ir con la comandante se ahorra tiempo para empezar lo antes posible -añadió Samika dándolo como opción. Esperaba que a Karime no le molestara aquello al fin y al cabo solo era mas carne fresca para el ejercito.

Otra persona habría rechazado la oferta por pensar que se estaba inmiscuyendo donde no le llamaban. Rasqa por desgracia no.

—¡Perfecto! —respondió entusiasmado. Por si no fuera obvio por su tono, el parqio meneaba la cola de un lado a otro sin darse cuenta—. Si tienen el mismo genio que los que me obligaron a fabricar camas del consejo, seguro que agradecerán no tener que repetirlo. Ya verás cuando intenten dormirse los cosechados nuevos... —acabó yendose por las ramas con una carcajada. No tardó en volver, sin embargo—. Pues avisame cuando vayas y les damos la sorpresa.

Rasqa no tardó en cambiar de tema de nuevo, mientras acompañaba a Samika en su hora de dar tortas. Por supuesto, él hizo lo propio y se encargó de astillar algún maniquí más. El moloch no necesitaba que le pagaran para ser violento.

-Bueno, lo haré solo si después me enseñas un truquito de magia.- Le dijo con una sonrisa pícara.- El problema es que aún no sé como revertir los cambios, pero supongo que tiempo al tiempo.- El holandés se apartó un poco de Ruth y estiró el brazo derecho con un suspiro. Aún le daba miedo lo que pasaría si se transformaba por completo y no le costaba recordar lo que había pasado entonces. Había estado a punto de atacar a Roaxen y había acabado haciéndolo con una transformada . <<No pienses en eso ahora, imbécil. Concéntrate.>>

El brazo empezó a mutar igual que la noche anterior con la lentitud propia de un novato, y Devoss no pudo reprimir una sonrisa cargada de cansancio y placer al sentir la fuerza que anidaba en su nueva extremidad. ¿De qué sería capaz si tuviera todo el cuerpo? Cuando finalizó el proceso tenía la frente sudorosa, además de un poco de pelusilla en el cuello. Esta vez había avanzado más, y el licántropo estaba seguro de que si lo intentaba más veces conseguiría lo que tanto deseaba : transformarse por completo en felino.

-Bualá, señorita. Un truco de magia potagia.- Bromeó mientras entrelazaba su mano izquierdza con su garra derecha.- Tu turno.-

Ruth clavó con firmeza la mirada en su amigo para que este advirtiera que no quería que lo intentara en ese preciso instante, la israelita no dudaba de la buena de fe Devoss pero se hacía una idea de lo que era capaz si perdía el control, no sería la primera vez que el tigre le controlaba a él y no al revés.
-Eh- le dijo, pero cuando comprobó que el muchacho no se daba cuenta frunció el ceño y se apartó lentamente por instinto.

Cuando acabó asintió con aprobación mientras recordaba cuando le vio aquel pelo anaranjado por primera vez en su espalda, aquella imagen desapareció con rapidez cuando el chico bromeó.
-Ya estás hecho todo un experto- le dijo al tiempo que le guiñaba un ojo, y se quedó pensando en que hacer con el truco. La magia era algo a lo que le había dedicado buena parte de su tiempo allí así que no debería de tener dificultades en mostrar algo que el licántropo no había visto hasta ahora, sin embargo...- Devoss, no me has dejado elegir entre truco o trato -le dijo con un enfado forzado- así que prefiero trato ¿Lo aceptas? -le preguntó a sabiendas de que aún no le había dicho de que se trataba.

Aunque debería de estar algo acostumbrado al holandés se le hacía raro tocar su garra derecha. Era su pelaje, sus uñas... pero seguían siendo las de un tigre.  Y Devoss dudaba de si alguna vez lograría asimilarlo de verdad: la transformación, la magia, la Luna Roja... todo en general. <<Mi antiguo yo fliparía si le contara todo esto>> Pensó el licántropo mientras esperaba la respuesta de la demonio.

En cierta manera se sentía afortunado con lo que era, no tenía cambios físicos aparentes ni de personalidad , a excepción de cuando era un felino completo. A simple vista era un chaval completamente normal y humano.  

-¿Truco o trato? Muy astuta.- Dijo entre risas el rubio cuando la chico por fin contestó. <<A fin de cuentas en Rocavarancolia siempre es Halloween.>>-Oye, no esperaras que acepte así sin más, ¿no? ¡Por lo que sé de estas fiestas el trato podría equivaler a cuatro huevos estampados en la cara! Dime de que se trata primero.- No es que no se fiara de Ruth, claro. Pero bromear de vez en cuando en un  sitio como ese no estaba mal.

Samika sonrió ante el animo de Rasqa, esperaba que pese a sus palabras y seguridad, Karime no se molestase por llevar al moloch con ella.

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Al día siguiente no quiso hacerse esperar mucho mas, no quería que sus tres días se acabara, por lo que fue a buscar a Karime la Sede, asegurándose de avisar a Rasqa primero antes de darle encuentro para responderle. De algún modo tuvo suerte en encontrarla pues esta ya le había avisado en su primera conversación que cabía la posibilidad de que no estuviera cuando tuviera que darle su respuesta.

-Ya me decidí -respondió Samika tras los primeros saludos formales y el disculparse por su interrupción- Me gustaría formar parte del ejercito...y a el también- señalo a Rasqa que iba junto a ella, algo incomoda por como podría reaccionar la soldado ante la falta de formalidad en aquel tema- Es de confianza, es mi maestro de vuelo y es de mi cosecha - añadió desplegando un poco las alas de forma significativa y suponiendo que estaba diciendo algo que ya debía saber, no estaba de mas especificarlo, total no podía ver las expresiones de Karime ante aquel encuentro, por lo que mantenía los oídos bien atentos por si notaba molestia en su voz- Supongo deberemos pasar algún examen o algo ¿no? - pregunto Samika mirando en dirección a la la forma borrosa que era la mujer, suponiendo que en eso seria como en su mundo. Por mas ciudad sin ley que fuera debían tener unos mínimos parámetros de aceptación para esas cosas, sino sería un caos. Y aunque hubiera dicho que si en cuanto a querer formar parte, igual quedaría ver si pasaba esas probables pruebas, pues sinceramente no quería favoritismos.

Había pasado mas de un año desde que se mudaron a la Sede, y Ri seguía limitando sus interacciones con sus compañeros de torreón a las practicas ocasionales y los saludos educados al cruzarse con ellos. Nero era mucho más participativo en la vida social, aunque el nivel de profundidad de sus relaciones no estaba muy lejos del de Ri. Le gustaba preguntar por los asuntos de otros, aunque no discutía mucho los suyos.
Nero había tomado un interés especial por la alquimia en los últimos meses, pero fundamentalmente, se limitaba a ir y volver de Sinhdro para comerciar. Al fin y al cabo, ni él ni su pareja tenían cambios físicos destacables, y el había sido criado por mercaderes. No le molestaba especialmente no haber sido tocado por la luna. La presencia de Ri era suficiente.
Ri hacía recados, ejercía de músculo y en lo posible, de agente disuasor si Nero se metía en problemas. Para su tranquilidad, el edeel estaba siendo muy precavido con lo que decía y donde. Mas de lo que ya lo había sido.  La relación entre ambos conservaba sarcasmo y la dinámica de desinterés fingido, pero a su manera, eran más cercanos ahora. Con Taro muerto, y Kud haciendo el imbecil, Ri había perdido sus amistades más cercanas. Nero era su confidente, en la medida en la que nadie podía serlo. Agradecía, aun así, la presencia de Kei en los entrenamientos. Había terminado por sentirse cómoda con la compañía, y las charlas entre un entrenamiento y otro. Con el tiempo, supuso que eran amigas, aunque le era tan misterioso como cualquiera de las otras amistades que había tenido alguna vez.

Mientras, las ganancias empezaban a llegar. Nero se había comprado un par de talismanes para el idioma sinhadre, e importado prendas de su mundo, con las que volver a vestirse de joven rico. Nadie obligaba a Ri a disfrazarse de muñeca, aunque hubiera vestidos para ella también. Normalmente, iba con su ropa de entrenamiento. El pelo también le había crecido, a pesar de un par de cortes rutinarios. Nero había preguntado si iba a seguir los pasos de Seon. Era una pregunta sin importancia.

-En realidad... ojalá fuera tan divertido como eso -le contestó entrecerrando los ojos e imaginándose un par de huevos estrellados en la cara de su amigo, desvió por completo aquel pensamiento tan poco común en ella y una vez más percibió que aunque nunca se adaptaría del todo a la ciudad empezaba a sentirme más segura como para bromear de vez en cuando- esperaba que me acompañaras a buscar información sobre mí misma, quiero encontrar a alguien como yo de una vez por todas- y se quedó pensativa mirándose las garras de reptil que ahora tenía por pies- probablemente te he parecido indecisa con respecto a esto, pero ya sabes lo que pienso de la Luna y sus efectos, me daba miedo lo que pueda pasar y eso no ha cambiado en realidad pero va siendo hora de que descubra algo... – Ruth pensaba que debía ser fuerte, no había sobrevivido para dedicarse únicamente a los hechizos, si el holandés la acompañaba era obvio que se sentiría mucho más cómoda- lo que sea, y no sé a dónde debo ir o a quién preguntar pero si la Sede nos ha dado algo nuevo es gente, seguro que hay alguien que sabe algo – y era cierto, podría hablar con Enredo que era el que más amable se había mostrado con ella, no había olvidado la delicadeza con la que la trató en sus peores momentos, por otra parte Sura estaba más cerca y podría serle de igual ayuda – a cambio te hago el hechizo que quieras que esté a mi alcance.

El holandés frunció el ceño concentrado cuando la israelita le explicó de qué se trataba. Al licántropo no le sorprendió el plan de Ruth, era lógico que quisiera buscar respuestas sobre su transformación. <<Quizá esconde más aparte de  los cambios físicos y esa temperatura...>>

Incluso él también quería encontrar más información sobre sus nuevas habilidades, aunque no creía que fuera encontrar  algo nuevo, y esta creencia sumada a los progresos que estaba logrando y no haber encontrado nada en la biblioteca días atrás le había hecho replantearse investigar, al menos por el momento y preferir entrenar en solitario en su habitación.

-Por mi bien, aunque no te olvides del hechizo.- Le dijo sonriendo y cruzándose de brazos. El licántropo no tenía ni idea de por dónde podrían empezar a buscar, pero la demonio estaba en lo cierto. Si la Sede tenía algo eso eran vecinos.

El muchacho no parecía sorprendido y la chica acabó pensando que en realidad era de lo más normal buscar ayuda, el holandés sabría que terminaría haciéndolo más tarde o temprano.
-De acuerdo- le dijo con sinceridad al tiempo que intercambiaba una mirada de gratitud- entonces más me vale que siga practicando para que no me pilles desprevenida, el hechizo de intangibilidad no se puede aprender solo. ¿Me dices si avanzas algo más vale?.

Karime se encontraba atacando la despensa de la sede cuando Samika y Rasqa aparecieron frente a ella llamando su atención. La loba les observó durante unos segundos con la típica cara sorprendida de cunado te pillan con las manos en la masa, los mofletes llenos de comida y algunas migas adornando sus labios fruncidos. Al instante la licántropa se recompuso, tragó lo que había estado masticando, se limpió la boca con el dorso de la mano y les regaló una sonrisa lobuna.

- ¡Eso es fantástico! ¡Carne fresca!- exclamó cuando la evaki le comunicó que su compañero también quería formar parte del ejército-. Si la decisión es ya definitiva sentaos aquí conmigo y os contaré algunos pormenores. Habéis tenido suerte, media hora más tarde y ya no me habríais encontrado aquí. La jornada empieza dentro de una hora y a mí me gusta pasear por la ciudad de camino. Vendréis conmigo, por supuesto. Le comunicaré vuestra decisión a la comandante y aprovecharé para mostraros el lugar y las instalaciones. Posiblemente también tengáis la oportunidad de conocer a algunos de vuestros nuevos compañeros, quién sabe. Y sí, vais a tener que pasar un examen para ver si sois aptos, pero si controláis vuestra transformación posiblemente no tengáis problemas. Lo difícil vendrá en los entrenamientos, claro. Hasta que os acostumbréis a los entrenamientos, y más si no habéis pertenecido al ejército de vuestro mundo antes, será duro y cansado, pero valdrá la pena, os lo aseguro. Vosotros solo tomáoslo en serio y dad lo mejor. ¿Alguna pregunta?

Rasqa no había abierto la boca hasta el momento, salvo para saludar. No tenía nada que decir y, sin embargo, había mucho por delante que escuchar. Seguro como estaba de que no le iban a rechazar, no hubo nervios que frenaran la excitación del parqio conforme la loba hablaba. La espalda del moloch había empezado a arder con suavidad, no paraba de menear la cola de un lado a otro. A su alrededor subían veloces las temperaturas.

Una vez Ka acabó de explicarles, Rasqa solo tenía una pregunta:

—¿Nos vamos ya? —su voz ronca era pura impaciencia.

Samika escucho atentamente la explicación de Karime, mas calmada al notar que la presencia de Rasqa era bienvenida y no un problema, quitandole todas las posibles preocupaciones que hubiese mantenido al respecto.

Ahora que estaba todo confirmado, se sentía bastante ansiosa por conocer ala comandante y el recinto donde entrenaría a partir de ahora, tenia ganas de comenzar el entrenamiento y mejorar su físico, de sacarle el total partido que pudiera a su tranformacion a las ventajas que ahora poseía con sus habilidades ultrasonicas y sus capacidades físicas.

Rasqa, junto a ella y siendo poco mas que un borrón morado con lineas algo mas definida,s aprecia tan ansiosos como ella misma. La evaki sonrió cuando aquella única pregunta salir del moloch.

-Quiero verlo todo, así contra antes salgamos mejor, que así aprovecho y voy luego al granero para renunciar.- explico Samika también algo impaciente, aunque de forma menos obvia que el parquio. También empezaba a tomar mas y mas importancia al hecho de tener que mudarse, lo haría, en cuanto estuviera un par de semanas entrenando se marcharia a la sede, de todos modos nada le iba a impedir seguir yendo a serpentaria cada vez que quisiera para estar con sus amigos, por lo que aquello le tranquilizaba. Al menos dejaría de provocar incidentes en serpentaria a causa de sus gritos desafortunados, y que aun no manejaba del todo, cosa que seguro le agradecerían- Vayamos ya, quiero enterarme lo mas pronto posible de como van a ser las pruebas. - indico mas que dispuesta a salir de allí para ir a ver a la comadante.

La loba les pidió que les esperaran un momento y subió a cambiarse y vestirse con su uniforme para entrenar, antes de emprender la marcha junto a los dos novatos. Mientras andaban, la licántropa les explicó algunos puntos importantes de pertenecer al ejército, pero sin meterse en los temas más delicados que ya trataría Cicatriz.

- Respecto a las pruebas no os puedo decir nada en claro. Suelen adaptarse a las capacidades de cada individuo. La mía, por ejemplo, implicaba lobos de manada. Dudo que a vosotros os hagan trabajar con lobos- rió alegre-. No sé si se puede, pero ¿estaríais preparados para hacer ahora la prueba? Posiblemente no, pero si os creéis preparados puedo decírselo a Cicatriz y a lo mejor os puede hacer la prueba ya. Cuanto antes os unáis mejor. Y a mí me gustaría ver vuestras pruebas. Cuando yo me uní al ejército no hice la prueba al momento, pero claro, a mi Cicatriz me habló el mismo día que nos mudamos a la sede y yo no tenía ni un mínimo de control sobre lo que era. Al final, eso es lo más importante al principio- siguió parloteando la libense emocionada por la nueva adquisición del ejército.

Sigue en Inmediaciones del Castillo.