Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

Xalkoth:

Perfecto. Había accedido a lo del dinero. Xalk le dio las gracias efusivamente y luego le dijo la cantidad, para luego salir rumbo al mercado a hacer la compra.
Regresó un rato después a la sede cargando con lo que quería: Un martillo pilón que había sido modificado para funcionar con magia y runas, y que había sido rediseñado para usarlo en forja y herrería. Venía cargado de fábrica así que podía usarlo aun si no tenía magia. Con el trasto en cuestión a rastras ascendió al piso en el que residía el vampiro, memorizó dónde estaba su habitación y luego subió un piso más.

Valek podría haber puesto defensas en su puerta y ventana, pero el techo era algo fácil de pasar por alto sobre todo si puede vivir gente encima, aunque de momento nadie se había instalado justo encima. Esta era la apuesta de Xalkoth: colocarse sobre su cuarto y usar el martillo para romper el suelo y colarse por el techo con la esperanza de que no tuviera protecciones. Funcionó: En cuanto puso en marcha el aparato lo apuntó contra el suelo y sus efectos no tardaron en sentirse por todo el lugar. Con un golpe tras otro empezaron a formarse grietas en el punto de impacto, que crecieron poco a poco con cada golpe, hasta que finalmente la superficie cedió.

Valek:

Había preferido declinar la invitación. Las fiestas no eran mi fuerte, y la última encima había acabado mal. y tampoco es que hubiera gente que realmente me quisiera allí, amigos no  tenía. “¿Por qué me estoy preocupando tanto por haber dicho que no? ni que por no ir fuera a pasar algo terrible...”
Quién me mandaría pensar en eso… Más o menos al mismo tiempo escuché el primer golpe en el techo, que aludí a que alguien estaría haciendo obras o algo… sin embargo con el segundo vi que muchas de las cosas de mi cuarto temblaron con el impacto, ahí ya supe que algo no iba bien, y creo que cuando empezaron a aparecer grietas en el techo lo confirmé completamente.
Tuve que esquivar la masa de escombros que se me vino encima, pero mi preocupación por aquel suceso se vio enseguida suprimida por el deseo de asesinar al responsable, que encima se anunció por todo lo alto. 
–¡Holaaa! –No me lo pensé: Activé las runas que invocaban los guanteletes y abrí fuego.

Xalkoth:

El clinger había previsto un ataque y se había quitado del sitio apenas había caído por el agujero y saludado. Se conocía ya la habitación de su víctima y eligió estratégicamente cubrirse detrás del mueble donde estaban colocadas una gran cantidad de creaciones rúnicas y experimentos varios. El vampiro tenía armamento que sin duda podría atravesar tanto el mueble como sus defensas, pero no podría usarlo sin dañar sus creaciones algo que sabía que no haría.
–¡Alto al fuego, alto al fuego! Solo vengo a negociar. –Dijo desde la seguridad de su improvisado refugio. Ahora tendría que persuadirlo para aceptar lo de la fiesta, y esperó a ver que respondía.
–¿Negociar? ¡¿NEGOCIAR?! ¡ACABAS DE ENTRAR ABRIENDO EL TECHO! Si tanto querías hablar no podrías, no se… ¿haber llamado a la puerta? ¿O simplemente decirlo desde el pasillo o buscarme cuando saliera de mi cuarto? –Xalk se quedó paralizado por la sorpresa. Realmente no se le había ocurrido que podía simplemente abordarlo así. –Oh vaya… pues es verdad. –Apenas dijo eso pudo prácticamente sentir las ondas de odio que empezaban a generarse en el cuarto. Si quería convencerlo tenía que hacerlo ahora, y rápido.
–El caso es… que a todos nos gustaría verte en la fiesta ¿sabes? Y nos dio algo de pena saber que no vendrías ¿Seguro que no quieres cambiar de opinión?– No esperó a que le respondiera que no. Sabía de sobra que no accedería de buenas, pero Xalk sabía ser persuasivo cuando hacía falta y mientras hablaba había cogido uno de los aparatos rúnicos de la mesa que más elaborados parecían. Tras esto siguió hablando con su mejor voz de niño inocente e ingenuo. –Tranquilo, no me importa si necesitas tiempo para pensarlo, no me aburriré mientras pueda seguir mirando estas cosas… ¡Oh como mola esta! ¿Para qué sirven estos botones? ¿Qué pasa si los pulso? ¿Puedo pulsarl...
–Vale… ¡Vale! Tu ganas, iré pero… no toques nada y deja eso donde lo encontraste.
Xalk volvió a mirar el artefacto con curiosidad. No esperaba que accediera tan rápido, aquella cosa tenía que ser muy importante, pero hizo caso y lo soltó. –¡Ohhh genial!
–Eso sí, con una condición. Me quedo el martillo. ¿Trato?– Finalizó el vampiro. El clinger sonrió para sus adentros. No había pillado aquel martillo pilón por casualidad, sino porque había visto a Valek interesarse por él más de una vez, probablemente porque lo querría para fabricar algo con él. Dejar que lo consiguiera gratis ahora ayudaría a bajarle el cabreo y el resentimiento que tendría por aquella intrusión. –¡Trato! ¡Qué bien que vengas, no puedo esperar a contarsel…
–Fuera, ¡AHORA!
–¡SI, SEÑOR!
Tras hacer un saludo militar improvisado salió volando por el agujero del techo. Misión cumplida, buscaría a Karime para contárselo. Valek iba a asistir a la fiesta.

*Post antes del estallido de Sekk*

Varsai sonrió en general cuando el brujo confirmó que los licántropos no tenían magia, tras eso escribió en su libreta y lo mostró a la gente.

"Será mejor que me vaya al otro refugio ya, si aquí nos han organizado una bienvenida seguro que allí también. Vendré a visitaros con mucha frecuencia."

Le dio un abrazo a Irianna y tras eso salió de la torre de hechicería. Le entristecía despedirse de todos pero no tenía cabida en aquel lugar, no tenía magia ni la tendría nunca seguramente así que no haría más que ocupar espacio.

Había memorizado el mapa que les habían dado y estaba segura de poder encontrar el camino sola. Además sentía una necesidad de correr que nunca había sentido y a la que dio rienda suelta.

Sura y Varsai:

Sura había salido a recibir a los novatos con una taza de café en las manos. La noche anterior todos se habían pasado un poco pero de todos Sura era la única que dormía en la Sede aquella noche.

La naga crujió el cuello al salir de la Sede, se cuadró frente a Cicatriz y la saludó con un "General" para después acercarse a Nasher quien tampoco parecía haber pasado la noche más tranquila de su vida.

-¿Qué tal todo Nasher? - le preguntó con una sonrisa por iniciar un poco de conversación.

Al poco vio acercarse corriendo a una chica. Al teneral más cerca la naga comprobó su especie sin mucha dificultad, al fin y al cabo habiendo convivido con Marsi era difícil no reconocer a un varmano.

Varsai no tardó mucho en localizar la Sede de los taumaturgos, vio allí a tres personas, una era una chica despanpanante que de cintura para abajo tenía cola de algún tipo de reptil, otro ser era como un lagarto que iba cambiando la tonalidad de sus escamas y la última le dio mucho respeto a Varsai. Era una mujer llena de heridas abiertas a medio transformar en algún tipo de animal. ¿Sería aquella mujer como ella misma?

Llegó sin aliento y se dobló de rodillas para recuperarlo y descansar, atendió a las palabras de la mujer y sonrió, básicamente era como el otro refugio. La niña se quedó quieta sin saber muy bien que hacer. La mujer reptiliana se acercó a ella y le sonrió con calidez.

-Que cosa más mona - dijo con una sonrisa permanente.- Me llamo Surásara, bienvenida a la Sede niña.

Varsai se puso a escribir en su libreta en vez de responder a las palabras de la naga, cosa que sorprendió a ésta.

"Me llamo Varsai, no puedo hablar, soy muda."

La expresión de Sura cambió a una un poco más maternalista pero cedió la palabra a Nasher y a Cicatriz por si querían decirle algo.

Llegó a la Sede a tiempo para oír a la semiloba rota darle una charla parecida a la que les había dado su compañera la dragona. Rasqa sintió algo de decepción al descubrir que esta nueva señora de los recados no compartía el aspecto de la anterior, pero se le pasó rápido.  Junto a ella se encontraban una bípeda <<nópeda, heh>> medio serpiente y un.. ¿Ese no era Nasher? <<Tantos reptiles aquí y yo compartiendo toda mi cosecha con mamíferos>> pensó divertido. Realmente le gustaba la compañía que había tenido y no la cambiaría solo porque no fueran lagartos. También se encontraba allí Varsai, que había salido corriendo con antelación. Rasqa se preguntaba por qué, pero tenía una duda que debía ser respondida primero.

—Oye —llamó la atención de Cicatriz con los modales que había aprendido desde niño: ningunos—. ¿Y qué tengo que hacer para llegar al castillo? Que me llamaron para no sé qué narices les pica—el parqio soltó una carcajada. Le hacía gracia hasta qué punto le importaban tan poco a aquella gente, aún transformados.

Mientras esperaba respuesta, se incorporó a dos patas y escribió su nombre con una letra tan mala que asustaba más que su nuevo aspecto. En cuanto estuviera más tranquilo hablaría con Nasher.

-Pues bien en general, si dejamos de lado la resaca que tengo pero siempre se me dio bien disimular estas cosas- respindió la quimera entre risas.

Se les acercó una chica varmana con una libreta, que Nasher usó para responderle también con un ''Bienvenida'' y un dibujo pequeñito de un grillo sonriente.

Cicatriz mientras miraba a Rasqa mientras hablaba con cara de no estar nada impresionada.

-Te llamamos para que repares los muebles que has quemado en tu antiguo torreón y repongas ropa. Tienes que presentarte en el Castillo mañana antes de la salida del sol. -alzó la voz.- Muy bien, los que ya os hayais inscrito podeis seguir a Nasher, él se encargará de enseñaros la Sede.

La quimera hizo una seña para que se le acercaran, cambiando su piel al reconocer a Rasqa a la que tenía cuando lo cosechó, con el añadido de una pequeña bola de fuego donde estaría su corazón. Entraron y fue indicando los caminos a los dormitorios y los baños por si alguien quería saltarse el tour. Pasaron primero por una sala común y luego entraron en la cocina, donde estaba Kin desayunando. Nasher saludó y fue explicando donde se guardana cada cosa, sacando un bote grande de cristal lleno de grillos recubiertos de chocolate.

-Las despensas siempre están llenas, pero si quereis algo más concreto o específico de vuestros mundos tendreis que comprarlo vosotros.- ofreció grillos al resto.

-Al menos ya sé adónde tengo que ir.- Le respondió con una sonrisa al brujo de las enredaderas. Sin duró poco, pues frunció las cejas ante el el comentario del helión. <<¿Y a este qué le pasa? ¿Se está enfadando porque no estamos felices en su puñetera fiesta?>> El holandés quiso responderle, pero Irianna ya lo hizo por él y el licántropo simplemente se quedó en silencio mirando a Skarog con una cara poca amistosa.

Rasqa preguntó si alguien le acompañaba a la Sede, y Devoss decidió que allí ya no pintaba nada. Ni tenía magia ni estaba disfrutando del banquete por lo que accedió.-Voy contigo, volveremos a vernos chicos, os visitaré dentro de poco.- Les dijo a sus compañeros que se quedaban con un poco de tristeza. Habían pasado por muchas cosas juntos y por primera vez iban a vivir separados. Y eso apenaba al humano, sabía que era una tontería porque iría a verles pero lo quisiera o no le daba nostalgia.

Salió de Serpentaria con el dichoso libro en la mano, deseoso de soltarlo en cuanto tuviera oportunidad. El moloch emprendió el vuelo y el chico empezó a correr teniendo una especie de deja vú. Recordó el día en el que el parqio volaba buscando a Ziack y él iba el primero para atrapar al ave. <<¿Cuánto tiempo ha pasado desde eso?>> Una nueva etapa comenzaba, la vida como cosechado terminaba para dar paso a la de transformado. Y en parte eso le gustaba, lo había conseguido. Sonrió mientras intentaba alcanzar a Rasqa por tierra,  ni siquiera se fijaba en el suelo.

Al fin llegaron al edificio encontrándose con Varsai. <<La Sede...>>El licántropo tigre no escuchó con atención lo que explicaba la loba desagradable. Pues se había distraído mirando las cambiantes escamas de un reptil y la gran cola de serpiente que era la cintura para abajo de una chica. Se inscribió en el libro totalmente decidido y siguió a la quimera al interior.

Prestó atención a todo lo que dijo y cuando llegaron a la cocina se encontraron con otro transformado. Este tenía cuernos de cabra y dos brazos robóticos.- Hola y...no gracias.- Le contestó al reptil al ver los grillos con chocolate que ofrecía.

Con una mirada fugaz Ruth observó al brujo cuando este le hablaba, su expresión estaba compuesta por la furia pero era obvio que no iba dirigida hacia el brujo cuando se había quejado de la fiesta, respondió de forma seca, aún a sabiendas de que ni Enredo ni el resto tenían malas intenciones.
-Deberías dejar de disculparte tanto, no has hecho nada malo- le habló con todo el descaro del mundo, como el que le habla a alguien de igual a igual y pudiera darle consejos siquiera, se había hartado de todos, y tuvo que reprimirse cuando Skarog habló, desviando la mirad hacia otro lado para no lanzarle un bollo en aquel momento, estaba furiosa, y el helión no la ayudaba a tranquilizarse, justo al contrario, notaba como el fuego de su cabello se había mucho más intenso.

La respuesta de Irianna la dejó algo más tranquila, pero la israelita no era de las que se contuvieran, y de alguna forma la cosecha la había vuelto menos tolerante a las estupideces, de hecho a penas podía encontrar paciencia en sí misma, así que respondió.
-Nuestro compañero murió ayer- empezó a decir, atreviéndose a revelar lo que había pasado la noche anterior.- lo menos que podíamos hacer nosotros por muy capullo que fuera es no entrar con una sonrisa de oreja a oreja al primer lugar que encontramos, si no entiendes eso...- >>es que eres imbécil<<, pensó.-  puedes comenzar a dejarnos en paz.

La Demonio de fuego no pudo más que mantener una seriedad que no sentía cuando el helión se disculpó, también dejó pasar el comentario del berseker y le dijo a Enredo que cuando pudiese les dijese a sus compañeros que ya hubiesen subido que estaría en el otro edificio, así que comenzó a partir con la compañía de Devoss y Rasqa, en busca de la Sede, y de Varsai, la varmana había desaparecido poco antes y la chica supuso que ya debía de estar allí.

El moloch surcaba los cielos a buen ritmo y el licántropo avanzaba cada vez más deprisa, hasta llegar el punto de echar a correr, Ruth avanzó casi a la par, quedándose un poco más rezagada pero trotando igualmente, no era buen momento, pero si hubieran sido otras las circunstancias habría echado a correr, dejando que el viento le azotara en los ojos y el pelo, no fue así, y no tardaron mucho en divisar el gran edificio donde se quedaría a dormir.

Cuando por fin entraron un reptil de escamas cambiantes se les acercó, insistiendo en que les siguieran, con cierta desconfianza la nueva transformada se dejó hacer, y decidió que no estaba mal que la guiaran por aquel lugar. Sin dejar de mirar las habitaciones y los baños que el asreniano les había enseñado la israelita prestaba toda la atención a sus palabras, notando como le crujían las tripas cuando mencionó de nuevo a la comida.
-No gracias- le dijo a la quimera sensorial, reprimiendo una mueca de asco- no tomo grillos.-

Desde temprano, y con temprano quería decir para él, que se había acostado tarde, había una loba del consejo rondando el minarete. Kin había escuchado movimiento por el refugio desde la cama y necesitó superar una resistencia inicial muy fuerte antes de poder levantarse. Mientras se vestía con pesadez sufrió una serie de espasmos que le dieron los buenos días. «Llevando un par de rayos encima es obvio que no va a ser mi día».

Cuando se puso a desayunar –podría casi llamársele comer– un bol de gachas, escuchó cómo entraba una comitiva de gente y luego la voz de Nasher hablándoles del refugio. Gruñó con cansancio, pero no tenía energías para volver a su cuarto tan pronto, y allí se quedó.

La llegada de los nuevos a la cocina lo pilló con un bocado en la boca. Durante un momento se volvió a mirarlos y tragó. Solamente había una chica llameante de piel roja, un chico aparentemente humano, una varmana y lo que parecía un parqio, solo que estaba muy diferente respecto al que había conocido una vez durante su criba. Los saludó con un movimiento de cabeza, y luego volvió a llenar la cuchara para seguir comiendo.

Sura y Varsai:

Varsai sonrió al ver lo que había escrito Nasher en su libreta y luego firmó en el libro de entrada memorizando la contraseña.

Saludó a sus compañeros de la que llegaban y todos juntos entraron tras la quimera en la Sede. Sura observó a los recién llegados, un humano, algo que parecía un parqio y... una chica que se parecía a Ariven. La naga les dio la bienvenida al refugio y entró con ellos, Nasher parecía decidido a hacerles el mismo tour que le había hecho a ella el año pasado. Acompañó a los novatos a la cocina y vio a Kin al que se acercó.

-Chicos éste es Kin, otro veterano de aquí - les dijo a los novatos ya que parecía que el raigaurum no se presentaba.- Y yo soy Surásara, para lo que necesitéis estoy por aquí.

Varsai saludó con la mano al gesto del chico con cuernos y le brillaron los ojos cuando Nasher le ofrecio un bote de grillos con chocolate. Buscó una servilleta y echó en ella dos puñados para ir comiéndoselos mientras duraba la visita. Sonrió a Nasher para darle las gracias por la comida.

Sura tras que se vayan los novatos:

-Kin, ¿te pasa algo? - le preguntó al chico con cara de preocupación.- Te noto apagado, ¿quieres hablar?

Rasqa tuvo la insolencia de no responder a la medialoba y decidió seguir a su cosechador al interior, husmeando con curiosidad el edificio que sería su casa. Ya sabía todo lo que necesitaba saber para saldar su deuda con esos pobres colchones y no quería amargarse el día. El parqio entró enérgico a la cocina y sonrió al tipo de hojalata con cuernos que desayunaba allí.

—¡Qué aproveche! —estaba de demasiado buen humor, aún le duraba la euforia de saberse vivo y poderoso— Rasqa, vengo a quedarme —se presentó, extendiendo las alas una vez la mujer serpiente les dio el nombre del cornudo.

El parqio aprovechó que aquel lugar era ya suyo y fue abriendo todos los cajones, no tenía hambre, pero sí curiosidad. Imaginaba que la carne se la darían ellos y la única exquisitez que necesitaba era quemarla, cosa que podía hacer él sin muchos problemas (y sin liarse con los artilugios que los bípedos necesitaban para cocinar). De momento las impresiones para Rasqa eran todas positivas. La gente parecía maja y el edificio también. Solo esperaba que le dejasen encender fuego en su habitación para que aquello fuera perfecto.

Asintió a lo que dijo la naga, quedándose con su nombre y con el del demonio raigaurum. Estaba tranquilo ya que si necesitaba ayuda podía encontrarla en la Sede. Al fin y al cabo no era más que otro torreón , con la diferencia de que lo habitaban transformados. Se despidió de los veteranos y subió las escaleras en busca de alguna habitación vacía.

Sabía que allí dentro vivía  mucha más gente, por lo que fue tocando en las puertas con un “¿Está ocupado?” Llegó a una  y al no contestar nadie entró temiendo encontrarse a alguien dormido, sin embargo estaba vacía. Por lo que cerró y prácticamente se abalanzó sobre la cama, dejando el libro en una mesita de noche que había al lado. No tenía sueño, por lo que no paró de darle vueltas a lo sucedido.

Se le hacía extraño pensar que todo había acabado, aún sintiéndose feliz por aquello. Intentó volver a transformarse ya que la última vez lo había conseguido a la inversa, pero le fue imposible <<¿Por qué no me sale ahora?>>. Por lo que lo dio por perdido y cerró los ojos, pensando en planes de futuro y en una nueva vida.

Ruth prestó atención a todas las nuevas oportunidades que se les estaban abriendo y a lo que sería su nuevo hogar por bastante tiempo, tendrían la opción de vivir mejor, y de conocer a más gente, así que se fijó con interés en la naga, disimulando el hecho de que le impactaba demasiado su aspecto tras la luna, Surásara era mitad mujer y mitad serpiente, no podía negar que al igual que ella era un mazazo mental que podría derribarte si no eras fuerte, aún así la ulterana parecía tranquila.

-Yo soy Ruth- se presentó, y asintió a lo que la muchacha le estaba diciendo, luego cambió para mirar a Kin, abriendo los ojos al ver sus cuernos, algo parecidos a los de kimbra, él no parecía demasiado interesado en que habían llegado nuevos inquilinos, de modo que con cierto temor y el vestido aún en la mano se encaminó por las escaleras, con el pelo ardiendo y maldiciendo por tener que encontrarse en aquella situación tan incómoda, decidió que pediría ayuda con la siguiente persona que se encontrara, el problema debía solucionarse pronto, y debía de aprender a controlar muchas cosas. La israelita había tenido un principio horrible, debía de reconocerlo, pero eso no significaba que su calidad de vida no pudiese cambiar, su nueva estancia era amplia, y era más de lo que siempre habría podido querer.

Conforme subía la escaleras se fijaba en la decoración, tres grandes plantas, colores cálidos y reconfortantes que le llamaba la atención, mucho cuero. Se permitió esbozar una sonrisa a medias.

Se separó al poco de Devoss, encontrando una habitación vacía e instalándose dentro con rapidez, suspirando.
-Y aquí estamos- dijo observando el interior- puede que acabe acostumbrándome.

Le dedicó una mirada hastiada a Sura a sus espaldas cuando lo presentó a los novatos sin su consentimiento, pero no quiso delatarse abriendo la bocaza. No era su intención parecer un cardo ante los nuevos, así que añadió, un poco en contra de su voluntad:
—Encantado.
Les prestó la atención justa para analizar qué tal serían como compañeros. Le parecieron un tanto cortados, salvo el parqio, ¿pero cómo iban a no estarlo? Él lo había estado, aunque cuando había llegado a la sede no se encontraba en la mejor de las condiciones.

Al irse los novatos, a buscar habitación o lo que fuese, Kin quiso poder respirar aliviado, pero realmente no eran ellos quienes lo tenían agobiado. Cuando Sura le preguntó que pasaba soltó una carcajada agria.
—¿Apagado? Ojalá. Y ojalá se pasase solo por hablar. Estoy hasta las trancas de carga, pensaba que se notaba. —Una chispa saltó desde la base de uno de sus cuernos hasta la punta—. Abriría la boca para que veas lo poco apagado que estoy, pero la tengo llena de comida —ironizó, con una sonrisa a través de la que se veía cierto brillo.

Nasher continuó con la visita, a pesar de que quedaban... dos personas. Les enseñó las salas de entrenamiento y la sala común más grande, la que tenía la chimenea central, pues sabía que a Rasqa le gustaría.

-Toda la Sede es ignífuga y desde el paso de ciertas personas por aquí también a prueba de explosiones. Los muebles son bastante resistentes así que no os preocupeis si teneis pequeños accidentes. Podeis decorar las habitaciones como querais, pero si quereis muebles nuevos los tendreis que buscar vosotros.

Pasaron por las salas de entrenamiento, donde la quimera les explicó donde estaban las armerías, las normas de utilización del material y cómo funcionaban los maniquís. También qué salas se usaban más y cuales menos, por si querían entrenar solos o con más gente.

-Algunos veteranos nos juntamos a bailar de vez en cuando, y si necesitais alguien con quien practicar no os corteis en pedirlo. En general la gente aquí es maja.- por supuesto, eran majos según el criterio de Nasher que se llevaba bien con prácticamente todo el mundo.- Ah, la última parada.

Los baños de la Sede eran de azulejos de colores, y solo con abrir la puerta el vapor te daba en la cara. Había duchas comunales, bañeras y una sauna que no estaba ahí al principio pero que se habían construido entre Nasher y otros cuantos.

-Bueno, la visita se acabó, ahora si quereis elegir cuarto, yo creo que acompañaré a Kin y me haré algo de comer.

La varmana se sorprendía más y más con cada cosa que le enseñaba la quimera sensorial. El súmmun llegó con las duchas, los ojos le brillaban de emoción sólo por el hecho de poder usar agua caliente sin necesidad de magia. Ver todo aquel lujo tras su estancia de siete meses en un torreón le encantaba, a diferencia de muchos de sus compañeros ella se sentía agradecida de que les dieran aquellas cosas de forma gratuita y de que sus nuevos compañeros pareciesen tan amigables.

"Perdona Nasher, dices que os reunís para bailar, ¿de forma literal o dices para entrenar?" fuese lo que fuese a la niña le interesaba, bailar para poder conocer más gente y estrechar lazos, la opción de entrenamiento podía venirle también muy bien para aprender a manejar su transformación adecuadamente más rápido.

"Y otra cosa, ¿te suena esta chica?" le enseñó un boceto de Karime que había dibujado a partir de la imagen mental que le había mandado el brujo el día anterior.

Surásara:

La naga hizo una mueca de desagrado cuando Kin le dijo que estaba muy cargado. En su vida había recibido alguna que otra descarga eléctrica y sabía lo que dolían, pero supuso que lo del chico sería como sentir ese dolor de forma contínua.

-No, con eso no puedo ayudarte - suspiró.- ¿Hace cuánto que no descargas? - le preguntó intentando hacerse una idea.

—Hmm… No recuerdo —respondió el raigaurum, pensativo—. Pequeñas descargas, sí, pero no sé cuántos días hace que no me quedo a cero. Lo peor fue ayer, me cargué en exceso y si lo dejo ir ahora… —Torció el morro antes de continuar—. Bah. No debería sobreesforzarme tampoco. Que esté ahí la Luna parecía que ayudaba, pero tampoco es la panacea.
Se levantó de la mesa y llevó el cuenco vacío hasta el fregadero. Mientras lo limpiaba pensó en qué podía hacer por los novatos, como habían hecho por él en su primer día en el refugio. «Supongo que les podría interesar entrenar con nosotros».

Sura:

-¿Quizá podrías ir soltando poco a poco hasta quedarte sin carga? En vez de hacerlo de golpe digo - le propuso al irrense con una pequeña sonrisa trantando de darle ánimos.- No, la Luna no es una panacea, sea lo que sea eso. Pero aún así... ayer tuve un enfrentamiento con una manada de cosas, no veas que subidón - le comentó con una sonrisa más ancha.

-Por cierto, voy a ser un poco cotilla, ¿qué opinas de los nuevos? ¿Qué crees que pueden ser? - le preguntó cavilando sobre los nuevos.- Lo cierto es que la chica de fuego me recuerda mucho a Ariven ¿no crees? - había cambiado de tema para intentar hacerle más fácil a su amigo el dolor, esperaba que se olvidara un poco de ello.