Charla sinhadre

Una vez regresaron del Macetero habiendo arreglado y explicado todo para que Neil pudiese empezar a trabajar al día siguiente su nuevo compañero de trabajo insistió en invitarles a pasar por la Sede para darles unos dulces que había hecho él mismo para ellos. La idrina tuvo que rechazar su oferta con todo su tacto lacustre ya que no podía perder más tiempo ese día: debía dedicar al menos una buena parte del día diariamente a preparar el terreno para su futuro negocio, ya fuese estudiando o planeando los pasos a seguir. Iba completamente en serio con aquello y tenía mucho por hacer y aún más ganas de llevarlo a cabo.

Debido a ello, el grupo acordó que la pareja de neófitos les acompañaría hasta Serpentaria tras pasar brevemente por la Sede, a lo que la nebulomante no tenía objeción alguna que poner. Agradeció el regalo de Neil asegurándole de que le vendrían muy bien mientras estudiaba y que al día siguiente llevaría ella misma algo similar al trabajo.

Una vez en la torre de hechicería la idrina se giró hacia los sinhadres con intención de despedirse, pero había algo más en su cabeza desde que habían abandonado la plantación.
—Por cierto, si tenéis algún amigo que busque empleo y pudiera sustituir a Ayne como guardia de seguridad hacédmelo saber a… —De pronto se detuvo a media frase, sobreviviéndole un recuerdo de la noche en la que había visto por primera vez al grupo al que pertenecían Adru y Neil—. De hecho, ¿no es amiga vuestra una argos magnética?
Una roquense llena de ojos había llamado su atención en aquel desafortunado primer encuentro, no solo por lo llamativo de su transformación si no porque Irianna ya conocía a otro argos y sabía, a grandes rasgos, en qué consistían sus capacidades.

Cuando Neil cruzó el portal de vuelta del Macetero se encontraba eufórico. No solo todo había salido bien y oficialmente tenía un trabajo con el que podría aprender y ganar dinero para pagar la pierna y brazo de Eitne y Rena, sino que también le iban a ayudar con su plan de las abejas ya que también resultarían útiles para la plantación.

Tan contento como estaba, no dudó en invitar a Irianna, Eara y Ayne a la sede con Adru y con él para poder darles los dulces que había cocinado para ellos como agradecimiento. Les había cocinado postres sinhadres e idrinos pensando que probablemente les gustaría comer algunos dulces de sus mundos de origen. Irianna tuvo que rechazar su oferta porque tenía otras cosas que hacer en ese momento, pero no le importó acompañarlos hasta la sede para que Neil pudiera recoger los regalos y todos fueron hacia Serpentaria para los pudieran guardar en su cocina.

- ¡Oh! -exclamó el sinhadre cuando Irianna preguntó por un argos como sustituto de Ayne, recordando la conversación que habían tenido en la merienda del otro día-. ¡Sí! ¡Sincy! Me dijo el otro día que estaba buscando trabajo y yo le comenté que la Bodega buscaba gente. Dijo que se lo pensaría, pero ahora que lo nombras, creo que podría ser un buen trabajo para ella.

Adrune

El gamusino se había mostrado entusiasmado con toda cosa nueva que veían y, sobre todo, una vez Neil firmó el contrato y le confirmaron que iba a poder tener sus abejas. Después de eso no tardaron en regresar a la ciudad y la sinhadre siguió los pasos de su aurva y sus nuevos amigos con la inquietud y el buen humor que le caracterizaban, tarareando alguna cancioncilla  que probablemente le había escuchado a Guille de vez en cuando.

Una vez en la torre se iban a tener que despedir por el momento de la nebulomante, pero ella tuvo una idea antes de irse, a la cual el brujo de la cera dio su visto bueno.
—¡Qué bien! Luego se lo decimos: seguro que se pone contenta. Es muy simpática y parece trabajadora.
El edeel no contemplaba la posibilidad de que dijese que no o que Jack no la quisiese contratar: simplemente se alegrabas de que su aurva fuese a tener otra compañera de trabajo que ya conocía porque estaría más a gusto. Además la roquense le caía muy bien, tal y como había mencionado.


Irianna

Sonrió en cuanto recibió respuestas tan positivas por parte de la pareja más joven.
—Eso es estupendo: si acepta decidle que puede acompañar a Neil hasta la plantación para su entrevista. Yo me encargo de que Jack lo sepa de antemano. —Se giró entonces hacia Eara y Ayne—. Nos vemos más tarde. Durante la cena, supongo. Y a ti te veo mañana en la explanada, Neil.
Se despidió también del gamusino con un gesto de la mano y una sonrisa y la lacustre desapareció escaleras arriba.

Les apenó que Irianna tuviese que retirarse antes de tiempo, pero la oportunidad de charlar con la pareja más joven de sinhadres merecía la pena. En Rocavarancolia provenir del mismo mundo proporcionaba una sensación de conocerse o tener algo en común aun cuando no se hubiese hablado antes con alguien.

Al parecer Neil les había cocinado unos postres típicos como agradecimiento, aun si no había realmente nada que agradecer, ya que todos habían salido beneficiados sugiriéndole como sustituto. Por educación no podían negarse a aceptarlos, y lo mejor que podían hacer era compensarlos dándoles otra cosa a cambio.

Ya en Serpentaria, mientras se despedían, comenzaron a hablar de una posible sustituta para Ayne que ninguno de ellos conocía todavía. Con suerte lo harían en el Macetero cuando se pasasen por allí a recoger sus cosas y dejar todo atado.
—Hasta luego, Irianna —se despidió Eara mientras Ayne lo hacía con un movimiento de cabeza, ambos sonriéndole—. ¿Qué queréis beber? Tenemos muchos tipos de syv artificial… infusiones. Algunas son sinhadres, recogí las hierbas yo misma —ofreció ella acercándose al mesado de la cocina de Serpentaria.

Ayne les hizo un gesto para que se sentaran en torno a la mesa donde quisieran. No había nadie más allí en ese momento y podían permitirse utilizarla libremente.
—¿Qué tal han ido las primeras impresiones hoy? —preguntó el anima, mirándolos a ambos, para luego dirigirse específicamente al aurva—. ¿Crees que estarás bien en la plantación? —Pensaba sobre todo en que habían visto a los esclavos pululando por allí, habían visto la maquinaria defensiva, y muchas otras cosas. Podía resultar un poco intimidante de buenas a primeras—. ¿A qué os dedicabais en Sinhdro? —añadió por curiosidad.

Neil asintió feliz a las palabras de Adru, planeando ya buscar a Sinceridad en cuanto volvieran a la Sede. Sabía que la argos quería tomarse su tiempo para buscar un trabajo, pero, como ya habían hablado, no tenía por qué ser este el definitivo y, si luego no era lo que buscaba, al menos habría ahorrado algo de dinero y adquirido nuevos conocimientos.

El brujo se despidió con la mano de Irianna, contento ante su mención de verse al día siguiente en su primer día en el trabajo, aunque también nervioso por ello.

- Oh, cualquier syv estará bien -contestó agradeciendo la amabilidad con una sonrisa mientras se sentaba donde Ayne le indicó-. Estaba muy emocionado y en general me ha gustado mucho. Creo que podré hacer un trabajo adecuado y puede, incluso, ser beneficioso para mi. Tanto Jack como Erika han sido muy amables y la posibilidad de aprender alquimia ha sido una sorpresa muy agradable -contestó a la pregunta del edeel, aunque luego titubeó un poco nervioso-. Sé que voy a tener que... acostumbrarme a algunas cosas. Pero supongo que viviendo en esta ciudad no me queda más remedio que asumir que hay bastantes cosas a las que tendré que... acostumbrarme -contestó sin querer pensar mucho en aquello de la plantación que le incomodaba, dejando que fuera Adru quien contestara a la última pregunta.

Le devolvió la despedida a Irianna agitando la mano y sonriendo, y después se dirigió a Eara.
—¡El más dulce que haya, por favor! —pidió tras Neil.
Escuchó a su aurva hablar sobre sus impresiones de su nuevo trabajo mientras balanceaba las piernas y sonreía. Dejó de hacerlo con la reflexión final del brujo de la cera, pero prefirió no comentar nada al respecto y en su lugar respondió a la otra pregunta del edeel.

—Pues en realidad nuestra familia era agricultora. Bueno, lo es aunque ya no seamos parte de ella… —dijo perdiendo un poco el entusiasmo en el tono según hablaba y recordaba la última vez que había visto a sus padres—. Así que tanto Neil como yo sabemos cosas de cultivos ya… Bueno, lo cierto es que yo era quien más ayudaba con el huerto, pero ya estoy trabajando en el granero y... entrenándome.
Dijo aquello último lanzando una mirada de reojo a Neil: sabía que tendría que abordar ese tema más pronto que tarde, pero suponía que él no le preguntaría hasta que estuviesen de vuelta en la Sede.
>>¿Y vosotros qué hacíais en Sinhdro? ¿Qué vais a hacer ahora, ya que dejáis de trabajar con Jack?

Eara asintió ante las peticiones que hicieron los invitados y sacó una tetera en la que echó varias hojas de diferentes tarros y un par de frutos rojos. El resultado sería una mezcla entre amargo y dulzón que a ella le encantaba.

Tanto Eara como Ayne se sintieron aliviados de oír a Neil hablar bien de la plantación. Que estuviese contento con su trabajo era muy importante, y si bien lo que dijo después daba a entender que no todo le parecía maravilloso, al menos era capaz de convivir con las taras de la ciudad. Lo cierto era que la bodega de Jack no era el peor lugar en el que podía acabar uno, y aquellos chicos habían conocido una versión optimizada de la plantación respecto a la que habían visto Eara y Ayne hacía ya un año.

—Te acostumbrarás, ya lo verás... Sobre todo si empieza a trabajar también esa amiga tuya allí. Siempre es un alivio trabajar entre caras conocidas. A Jack no le verás siempre, pero Erika estará en el laboratorio a menudo y es muy buena persona y muy buena profesora —le respondió Eara a Neil. Aunque hubiese conocido a la pareja él mismo las primeras impresiones a veces resultaban ser engañosas, y quería asegurarle que, en ese caso, no lo eran. Iba a echar de menos a la bruja, pero esperaba seguir viéndola aunque fuese menos a menudo.

Fue Adru quien se encargó de responder a la última pregunta de Ayne, que precisamente había preguntado por hacerse una idea de sus habilidades para la plantación. Puede que Neil no tuviese mucha experiencia con la agricultura pero no le era un mundo ajeno.
—Parece que te va a ir bien en el Macetero, entonces —le dijo Ayne al aurva—. Y a ti en el granero, ¿no? Porque si no me equivoco ahora también se dedica al cultivo —añadió dirigiéndose a Adru. Tras lo sucedido durante el viaje en el transporte les había quedado claro que sus entrenamientos tenía algo que ver con el ejército y era un tema espinoso entre la pareja, así que ninguno de ellos decidió insistir en aquello. En vez de eso, el anima respondió a la pregunta de Adru—. Mi padre era comerciante y mi madre y su aurva boticarias, así que una de las cosas que exportaba eran sus remedios. Eara trabajaba con ellas y yo era aprendiz de mi padre. No tiene mucho que ver con eso, pero ahora hemos decidido abrir un restaurante en Rocavarancolia, por eso hemos dejado nuestros puestos en el Macetero.
—No hay ninguno en la ciudad, ¿sabéis? Espero que no nos hayamos equivocado con la idea. —A pesar de sus palabras, Eara sonreía mientras ponía la tetera en la mesa y la azucarera cerca de Adru. Luego fue poniendo pocillos y cucharas para todos.

Las palabras de Eara aliviaron a Neil en cierta medida. Agradecía los ánimos y se sintió un poco mejor pensando que ellos ya habían pasado por eso antes que ella y habían podido superarlo.

Adru explicó brevemente a qué se dedicaban con su familia en Sinhdro y luego preguntó por Eara y Ayne. El brujo también estaba bastante interesado en la contestación, ya que quería conocer un poco más de sus nuevos amigos y empaparse un poco de su experiencia si era posible.

-¡Un restaurante! -exclamó encantando cuando los sinhadres contaron sus planes-. ¿Sabéis muchas recetas? A mi me encanta cocinar y estoy aprendiendo muchas recetas de distintos mundos. ¿Serviréis de distintos mundos o solo de Sinhdro? -preguntó entusiasmado con la idea.

Neil casi saltaba de su piel por las ganas que tenía de preguntar si sería posible que intercambiaran recetas, pero teniendo en cuenta que serían recetas que iban a ser usadas en un negocio, el brujo pensó que pedírselas estaría completamente fuera de lugar, aunque él estaría encantando de compartir todas las suyas.

Asintió a Ayne mientras este explicaba a qué se dedicaba su familia, que parecía muy distinta a la de ellos, pero asintió más fuerte cuando le habló sobre el granero.
—¡Sí! Me dijeron que habían puesto los cultivos hace poco y fue una suerte porque me gusta más poder ocuparme de eso que no simplemente mover cosas y así…
Dejó escapar una pequeña risa nerviosa que nadie más que él captaría su significado: le había caído una bronca por dejar caer una caja el día anterior.

Había abierto los ojos y se balanceó ligeramente en la silla cuando el edeel explicó a qué se iban a dedicar a continuación. Neil se le adelantó reaccionando de forma parecida como lo hubiese hecho él mismo. Aprovechó ese momento para cargar su syv bien de azúcar y removerlo.
—¿De verdad no había ninguno? ¡Qué raro! Pero eso es bueno porque vais a tener muchos clientes —le dijo a Eara con mucho convencimiento: no había comido nada preparado por ellos, pero no tenía dudas de que estaría todo muy rico. Si no, no abrirían un restaurante, ¿no? El simple pensamiento le hacía sentir hambre, así que sacó uno de los dulces que había llevado Neil para acompañar al syv—. ¿Quién cocina de vosotros dos? ¿O los dos? ¿El otro va a ser camarero?
Se detuvo, consciente de que empezaba a encadenar demasiadas preguntas y que eso podía resultar bastante molesto a los demás aunque para el gamusino solo fuese una manía difícil de controlar.

Neil parecía aliviado de escuchar hablar bien de las instalaciones del Macetero, y Adru de que el trabajo del granero se hubiese diversificado. Se podían imaginar que antes aún era más aburrido, además de que no les haría falta demasiado personal.

A la pareja pareció gustarle la idea del restaurante, lo que hizo que Eara sonriese con ganas e incluso a Ayne se le contagiase el gesto. Siempre era agradable que la gente aprobase la idea en la que estaban invirtiendo tanto esfuerzo.
—¿A ti también te gusta cocinar, Neil? —le dijo Eara cuando el aurva habló—. Sé bastantes recetas, pero también me gusta improvisar. Es precisamente por eso, porque de pronto puedo usar ingredientes de tantos mundos… me gusta la idea de experimentar con ellos y con la cocina de otras culturas. Pero por supuesto, habrá muchos platos sinhadres. Vamos a decorar el local de forma que recuerde un poco a pasear por el bosque de Sinhdro, ya lo veréis. Si os apetece, por supuesto —añadió, por cortesía. No quería que se sintiesen obligados a ir como clientes—. Seguro que hacemos una cata gratuita el día de apertura.

Ayne fue quien respondió a la pregunta de Adru. Le había divertido que asumiese que cocinar y servir eran los únicos roles que tendrían que cubrir, porque llevaba días dándole vueltas a que necesitarían aumentar la plantilla pronto si todo iba bien.
—La cocinera es Eara, aunque probablemente tenga que ayudarle en alguna ocasión. Principalmente a mí me va a tocar servir, buscar ingredientes, y hacer las cuentas. Podemos hacer todo un poco entre ambos, pero los fogones es mejor dejárselos a ella.

Eara entre tanto había probado los dulces traídos por Neil, ya que el gamusino había abierto la veda.
—¡Está buenísimo! —dijo tras tragar el primer bocado, acercándole la bandeja al anima para que probase. Cuando este lo hizo también pareció sorprendido.
—Luces, tienes razón —comentó para felicitar a Neil.
—¿La receta es tuya, o es de otro mundo? —preguntó Eara—. ¿Te gustaría intercambiar recetas? —Había hablado por inercia, pero se dio cuenta de que aquello podía sonar mal y rectificó de inmediato—. No serviría en el restaurante nada que hayas creado tú o sea importante para ti, por supuesto. Siempre me ha gustado aprender recetas nuevas y compartir las mías, pero ahora que tenemos el negocio parece una petición un tanto extraña.

Neil asintió encantado y completamente de acuerdo con las palabras de Eara, a él también le encantaba experimentar con los nuevos ingredientes y las recetas de otros mundos y le parecía una estupenda idea que basaran la decoración en un bosque de Sinhdro.

-Sí, me encanta hacerlo. Y por supuesto que lo veremos -contestó de forma emocionada imaginando ya el sitio.

Neil frunció un poco el ceño cuando Ayne dijo cuál sería su función en el restaurante al darse cuenta de que él, como Adru, había dado por hecho que un restaurante no requeriría más que cocineros y camareros, y claramente un negocio así necesitaría de más cosas que hacer. Neil le dio un sorbo a su syv mientras reflexionaba sobre la suerte que tenía de no tener que encargarse de cosas que sonaban tan complejas como la contabilidad.

-Oh, gracias -dijo un poco avergonzado por le halago-. Es una receta mía, de cuando todavía vivía en Sinhdro. Es un dulce tradicional de nuestra zona con unas pequeñas variaciones, aunque no recuerdo si la variación la hice yo de forma original o fue Nora, la madre de Adru -explicó encantado con que el dulce les hubiera gustado-. ¡Oh! ¡Me encantaría! -exclamó entusiasmado-. Me encanta intercambiar recetas. Hay tantas cosas que se pueden aprender haciéndolo. Tengo más recetas de dulces que de salados, porque normalmente son mis platos favoritos, pero seguro que encuentras alguna que te guste entre ellas. ¡Y puedes servir todas las que quieras! Sería un honor para mi si usaras mis recetas en el restaurante.

—¡Neil es el mejor cocinero! —dijo cuando Eara la preguntó a su aurva al respecto. Enrojeció levemente cuando se dio cuenta de que su comentario podía haber sonado mal, teniendo en cuenta que estaban hablando con personas que iban a abrir un restaurante—. Quiero decir… Es el mejor que yo conozco, pero seguro que tú también eres la mejor, Eara —aclaró con cierta incomodidad—. ¡Guau, yo quiero ver vuestro restaurante!
Ya se había olvidado de su metedura de pata y sintió muchas ganas de que el futuro negocio de la otra pareja ya estuviese abierto cuando la aurva les explicó como iba a ser.

Desde luego el gamusino no había pensado en ningún momento en todo el trabajo que requería llevar un negocio pero asintió a Ayne cuando les explicó todas las tareas de las que tendría que ocuparse.

Sonrió con mucho orgullo cuando alabaron los dulces del brujo de la cera, llevándose otro trozo del suyo a la boca. Por un instante estuvo a punto de decir “¡los dulces des Neil son los mejores!” pero esa vez se contuvo, porque de todas formas no hacía falta volverlo a decir.

El edeel veía perfecto que su aurva intercambiase recetas con Eara y poder probar más cosas ricas.
—¿Ya se sabe cuándo abrís el restaurante? Espero que podamos ir a pesar del trabajo… El granero no tiene horarios muy fijos, ¿creéis que Jack dejaría ir a Neil? No querría que se lo perdiera.