Grupo de Baile

Recuerdo del primer mensaje :

La evaki agradeció totalmente a Irianna por ayudarla con el anuncio del grupo de música y le aseguró que podría asistir al grupo cuando quisiera, para pasar el rato. Cuando se le había ocurrido aquella idea, algo que llevaba algún tiempo en el fondo de su mente peor nunca había terminado de plasmar con todo lo que había pasado, no se había parado a pensar como haría para que aquello llegase a toda la gente posible sin tener que ir pregonándolo incansablemente de boca en boca. Irianna le había salvado el culo con sus propias manos, literalmente.

No sabiendo aun así cuanta gente vendría al final, el día programado para la reunión, Samika estaba ya en la sala de entrenamientos de la Sede, habiendo dejado el aparato de música en un lado para que no estorbase, con su batería ya cargada, y ya vestida cómodamente para la ocasión, unos leggins negros deportivos, sus tenis, pues no veía conveniente ir con botas en esta ocasión y un top deportivo también negro que dejaba descubierta, su estómago, su espalda y brazos para no estorbarle en las alas. Había dormido bastante bien aquella mañana, era lo que tenía su cambio de horario natural, por tanto, estaba enérgica y sonriente, sentada en el suelo hacía algunos estiramientos para sus brazos, espalda y piernas, sobre una esterilla que había traído consigo.

Así se la encontrarían los primeros que fueran llegando, sentada en el suelo mientras alcanzaba con sus manos sus tobillos prácticamente doblada en su totalidad con sus alas también estiradas todo lo que podía a cada lado de su cuerpo, mientras del reproductor de música salía una música suave, relajante y no muy alta, para que la evaki pudiera escuchar si alguien llegaba al lugar.

Tenía bastante claro como quería empezar las cosas, como plantear que fuese el grupo y esperaba que cuando llegasen estuviesen de acuerdo, pues ella al menos iba a necesitar que se cumplieran ciertos prerrequisitos para participar en el grupo o iba a confundirse y volverse loca relativamente rápido entre la gente, las voces, seguramente la mayoria desconocidas, y la música.

<<Me pregunto quien vendra>> en realidad tenia mucha curiosidad de saber eso y si habria conocidos entre los que participasen.

Rox se dejó presentar por Eitne, contento. Cuando la evaki reconoció su nombre la sonrisa del cambiante creció con una pizquita de orgullo.
—¡Sí! ¿Y tú eres amiga suya, verdad? ¡El placer es mío!
Puede que la energía del daeliciano fuera contagiosa, porque al igual que él el -ahora- moreno estaba radiante. Le guiñó un ojo cuando preguntó si vendría mucha gente, e consciente de que estaba preguntándoselo en exclusiva le respondió sin más, sin aparente contexto.

—¡Espero que sí! Cuantos más mejor. Así te luces delante de más público, ¿eh?

Le animaba ver a gente llegar, especialmente si eran compañeros de cosecha: le quitaban todo nervio que le quedase en el cuerpo. Saludó con gusto a Sinceridad, divertido por el comentario, y alzó las cejas en sorpresa al ver a Tayron.

—¡Ey! ¡Pero si es el rey Julien en persona! —desde luego aquel apuntaba a ser un grupo variopinto: un niño morado con pierna robótica, un ave con muchos ojos, un humano con cola de lemúr, una chica medio murciélago y... bueno, él se sentía hasta fuera de lugar sin cambios drásticos encima.
Escuchó con atención a las palabras de Samika, ahorrándose las bromas unos segundos para no interrumpirla. Le sorprendió saber que era ciega, y por suerte para ella no vería la cara de bobo que se le quedó al enterarse: «¿y cómo va a bailar?» se preguntó, y en seguida se autocontestó con humor: «Bueno, que carajo, vivimos en ciudad de los milagros.»

De cuando en cuando el cambiante emitía un sonido de afirmación, visto que asentir con la cabeza no funcionaría. Todo lo que decía era lógico, pero apreciaba que se tomase su tiempo en ello; la confianza y el respeto eran bases para cualquier trabajo en grupo, especialmente tratándose de algo como el baile. Él había experimentado esa vergüenza tan concreta en carne propia, así como los distintos ritmos de aprendizaje, y era bueno que se tuviera en cuenta. Rio a cada una de sus bromas, alegrándose mucho de haberse presentado: Samika le había caído muy bien extremadamente pronto, y eso en aquella ciudad era todo un récord.

—¡Bua, es genial como te lo has montado todo! Y sobre las clases...

Iba a formular una pregunta, pero justo entonces la puerta se abrió detrás suya. Rox se giró a ver quien había entrado e ipso facto deseó que la tierra se lo tragase. Que dama Abrazos se presentase ahí le hizo tensarse más que la vela de un barco en plena tormenta, tanto que todo su lenguaje corporal cambió al instante. Quizás Samika no pudiera verlo, pero para todos los demás sería bastante obvio: su expresión antes alegre ahora era pálida y enmudecida. Su cuerpo entero se puso muy recto, como un suricato que acaba de divisar peligro, su respiración se volvió manual y sus manos comenzaron a temblar ligeramente. Parecía a punto de perder la forma. Quizás estuviera magnificado por su ptsd o fuera simplemente el susto repentino, pero al cambiante le sobrevino un ataque de ansiedad silencioso.

Ahí estaba, la misma tipa que había estado evadiendo a toda costa en la Sede desde su incidente. La misma que se había burlado de Rena, Arcan y él en un estado vulnerable hasta picar a dos de ellos, la que les había humillado fisicamente aprovechándose de su inexperiencia, la misma que le hacía sentir vulnerable por conocer sus sentimientos hacia Milo y, como guinda del pastel, la que con un consejo moralista de mierda había involucrado la vida de los más pequeños si no se dejaban pisar. Puede que la chica no fuera consciente de que ya se sentían bastante responsables de ellos, ni que había añadido más carga psicológica a unos adolescentes forzados a hacer de tutores antes de tiempo. Por si la culpabilidad de que le pasase algo malo a los críos no fuese suficiente de antes.

Más que odio lo que sentía hacia dama Abrazos era miedo. De todos los veteranos que conocía, que en este punto no eran precisamente pocos, ella era la que más frío le dejaba: no habían tenido ningún encontronazo con nadie más. Los ex-letarguines no habían tardado en enterarse de lo sucedido puesto que Rena y él les pusieron al tanto el mismo día; con los tres pequeños, sin embargo, había sido diferente. Rox no había visto bien contárselo, así que no había ido más allá de una pequeña advertencia general por no meterles miedo, después de todo lo que habían pasado en la cosecha veía justo darles un respiro de las cosas jodidas a su alrededor. El problema vino cuando Eitne se presentó con las uñas pintadas por la guerrera. La cosa dio un giro de tuercas y Rena terminó cantando con pelos y señales, y en momentos así es cuando Rox agradecía encarecidamente que lo hubiera hecho.

—Eitne —le llamó en un tono grave, incapaz de controlar del todo el volumen que usaba debido a los nervios. Aquello fue lo único que logró articular, y tenía la esperanza de que fuera suficiente. Que se hubiera dirigido tan de tranquis al daeliciano le aterraba más si cabía.

El australiano sacó valor de nadie-sabe-donde para posicionarse más cerca del menor, evitando eso sí la mirada de la frivy a toda costa. Rox reconocía parte de su error, y es cierto que no habían tenido la mejor forma de reaccionar, pero ni eso excusaba lo que la otra había dicho y hecho. Irónico que Samika hubiera dado tanto énfasis en la comodidad del grupo segundos atrás.

Eitne saludó con la mano a Sinceridad y a Tay y sonrió de oreja a oreja al recibir el halago sobre su cinta.

—¡Gracias, Panda Gris! Tú también vas muy guay, aunque se te caen los pantalones —bromeó—. Ojalá venga más gente —siguió—, que de momento somos solo tres personas y dos pandas —y volvió a ensanchar la sonrisa, orgulloso de aquel chiste. Irónicamente, las tres personas eran una pájara llena de ojos, una murciélaga y un niño cojo de colores.

Samika dio por empezada la clase poco después y el niño escuchó atento. Cuando la evaki reveló que era ciega, se le abrió la boca y aspiró sorprendido.

—¡Eitne! —exclamó justo cuando Samika acabó, siguiendo las normas—. Mi voz no revela dónde estoy, pero siempre que hable alzaré la mano para que me veas… ¿Oigas? La verdad es que no se te nota que eres ciega, lo haces muy b…

Le interrumpió la llegada de dama Abrazos, tras la cual Eitne miró con preocupación a Rox. Después de que fuera a pintarse las uñas con ella, sus compañeros le contaron algo que no le gustó mucho sobre la guerrera y ahora tenía en su cabeza información contradictoria sobre ella. La misma persona que le había ofrecido su espacio personal se había portado feísimo con sus amigos y era una persona poderosa. Quizás demasiado.

—Hola. Ya ando mejor, sí —habló de forma que todos pudieran oírlo, pero con voz baja y un tono neutro, aunque adornado por los cascabeles, para lo que acostumbraba el daeliciano. Luego miró a dama Abrazos a los ojos y habló solo para ella—. Pórtate bien con Rox, por favor —le pidió, con la esperanza de que accediera (o de que su aura la coaccionara). Lo siguiente se lo diría solo a Rox, después de acercarse a él interpelado por su orden—. No va a pasar nada malo, te lo prometo.

Poco después de que llegara Sinceridad, llegó Tayron también. Después llegó la presentación. La "evaki", como se autodenominó la chica, les contó cómo iba a ser la dinámica del grupo. Eran clases, sí, pero todos harían las veces de aprendices e instructores. Le gustó el apunte de las normas de respetarse unos a otros. ¡Qué menos!

No conocía la transformación de Samika, por descontado, pero la vio bastante suelta pese a la ceguera así que dio por hecho que llevaría bastante tiempo acostumbrándose. De hecho, el comentario de sus sentidos le hizo pensar que quizá tuviera alguno más desarrollado para compensar.
—Por ejemplo... "Sinceridad: hace mucho que no bailo". ¿Así? —Así aprovechaba para practicar lo que les había pedido y dar un cachito de información sobre sí misma.

Después, llegó una desconocida. Era vecina de la Sede, pero no habían cruzado palabra. La roquense se giró para saludar y presentarse, pero notó sin problemas el cambio de gesto de Rox. Frunció el entrecejo sin tener ni idea de qué podría pasar o haber pasado entre ellos dos... Bueno, tres, ya que el cambiante llamó a Eitne en actitud protectora. No sabía nada, pero a ellos les conocía mientras que a ella no así que decidió estar atenta. Le sobraban ojos.
—Yo soy Sinceridad —le dijo sin mucha decoración, tan solo un gesto de cabeza sin acercarse. No quería que hiciera honor al deseo que se había puesto—. Justo estábamos hablando de la dinámica del grupo. Yo no sé si podría enseñaros algo porque en Tierra Bruja añadíamos el vuelo a los bailes y saltábamos mucho alrededor de hogueras, pero aquí no hay mucho sitio —se lamentó.

Tayron asintió ante el halago de Eitne y se rio por sus palabras, dejando que le llamara Panda Gris de nuevo. No era un mote que le molestara y a decir verdad el daeliciano desprendía una inocencia extraña que le despertaba ternura, no podía negarse.

-Oh, tío -murmuró cuando Rox le llamó Rey Julien- ¡Al fin! Obel nunca pilla mis bromas.
Luego se giró hacia la evaki con una sonrisa de oreja a oreja, le había llamado la atención sí, pero de manera desenfadada. Así que se permitió bromear un poquito, la expectación y las ganas por desenvolverse fuera de su zona de confort le mantenían alegre.
-Disculpa señorita -la imitó, al haberle llamado ella igual. Y continúo modulando la voz para que sonora más grave de lo que ya la tenía, en un intento de parecer masculino y sexy –pero es que estaba seguro de que no habías olvidado esta voz –y terminó riéndose llevándose sus dedos negros a la boca –Tayron “Yo también hace mucho que no bailo” -comentó tras Sinceridad e intentado evitar reírse por la brusquedad con la que Eitne llamaba ciega a Samika – peligro, espero que no tengáis los pies delicados, voy a pisaros mucho.

El discurso de la Evaki fue bastante claro, respeto y diversión, dos bases a las que Tayron estaba acostumbrado. Por lo tanto no tuvo ninguna duda, Samika lo había explicado todo muy bien y de hecho que fuera tres veces a la semana al menos en su caso que no trabajaba le venía bien. No tenía mucho que hacer salvo la práctica de algunos hechizos que tenía pensado, algunos básicos para comenzar a defenderse al menos, nunca se sabía. ¡Y joder! ¡Ojalá no acudiera de visita Ancas mientras estaba en el baile! No quería numeritos.

Pero alguien más llegó abriendo la puerta tras ellos y Tayron se giró reconociendo aquella voz enérgica. Dama Abrazos. Tragó saliva, aquello sería interesante. La tenía de vecina en la Sede pero no esperaba que se uniera al grupo. El encuentro que tuvo en la bahía con ella generaba en el lémur cierta incomodidad notable, no solo tocó las alas pétreas de su amigo sin permiso y con aquel toque loco que la caracterizaba, si no que osó sacarle el tema de la muerte de Dafne sin filtros como si lo conociera de toda la vida, y le propuso a la noruega juguetes sexuales para usarlos con él, como si no estuviera allí presente y alguien le hubiera dado luz verde para meterse en la puta vida sexual de dos personas a las que conocía de diez segundos. Si en inicio el belga no la mandó a la mierda es porque  decidió pasárselo bien y Guille por entonces estaba delante. Ahora no, por lo que esperaba que se comportara.
-Ey- la saludó con tono neutro, percatándose de varias cosas. La primera, que el daeliciano movía los labios pero de ellos no salía ningún sonido, al menos no uno que pudiera escuchar. Y la segunda y más importante que su recelo parecía ser compartido, quizás incluso con más intensidad por parte de Rox. ¿Qué había pasado para que el cambiante reaccionara de esa forma tan protectora con el niño?. Los únicos en los que no percibió nada en absoluto fueron Sinceridad y Samika. Permaneció con los brazos cruzados y a la espera con sus grandes ojos amarillos danzando de unos a otros, y pensó que como la roquense... él tampoco podía enseñar nada a nadie.

Acababa de terminar de hablar apenas y espero ver que decían. Viró su mirada hacia Sinceridad cuando esta siguió sus indicaciones de usar su nombre primero antes de hablar. Aunque con su tono de voz ubicarla era un poco más sencillo, por ser más característica.

-Sí, eso mismo es perfecto, Sinceridad, gracias. Y sobre el baile, ni te apures yo también llevo tiempo – aseguro Samika sin darle mucha importancia ni verse apurada por ello. Alzo una ceja aun así ante la respuesta de Tayron a su propio comentario anterior y rio levemente, negando con la cabeza cuando noto como parecía sonar algo más grave ¿estaba modulándola?

-Por supuesto que no olvidaría tal sexy voz, señorito Tayron "Julien" - dijo ella sonriendo claramente bromeando, entendiendo la broma que había dicho antes Rox, añadio- Bueno si tienes, aunque se aun poco…la marcha… de tu compatriota terrestre va a ser divertido, aunque lleves tiempo sin hacerlo, se te puede perdonar lo de los pies. Un lémur dando un espectáculo ¿no te suena de algo? - añadió Samika divertida rememorando la vez que se conocieron en el burdel, aunque no sabría si el entendería la referencia, así que sonrió acercándose un poco a ellos solo para que estuviera un poco dentro de su rango, aunque seguía siendo borrones de colorines. Asintió despacio ante la explicación del daeliciano de que levantaría su mano cuando le hablase, cosa que justamente hizo siguiendo su indicación.

-¡Comprendido, gracias Eitne, eso me será de mucha ayuda! – sonrió ante la explicación ya que su voz tenía algún tipo de particularidad. Escucho la voz emocionada de Rox, por descarte era la que quedaba y que parecia a punto de decirle algo también, una pregunta al parecer que no llego a terminar cuando de pronto la puerta de la sala se abrió. Samika movió ligeramente sus orejas instintivamente ante el sonido y ante la voz femenina que se llegó a oír que no reconoció tampoco.

La evaki vio un torbellino entrando ligeramente dentro de su campo visual, presentandose como Dama Abrazos. Oh si, le sonaba el nombre del ejército, se había intentado familiarizar al menos con nombres que escuchaba de vez en cuando, aunque no solía asociarlo con la gente hasta verlas ellas mismas. No le gustaba atender demasiado los rumores que siempre circulaban por los escuadrones...buenos o malos, no importaba, prefería hacerse su propia opinión de la gente ella misma. Así que de Dama abrazos solo conocía su nombre, que llevaba ya un tiempo en la ciudad, que era una Guerrera y que vivía también en la Sede, datos más bien generales.

-¡Bienvenida Dama Abrazos, no te preocupes llegas bien, ya di la explicación general de como serán las cosas por aquí, pero no tengo problemas en repetírtela!- añadió Samika sonriendo animada como había estado antes con los demás, aunque noto como el ambiente parecía cambiar un poco cuando la chica veterana se acercó al pequeño del grupo No supo porque o cual era motivo, Samika no podía ver las expresiones del resto sin acercarse pero si había aprendido a notar un poco el lenguaje corporal, al menos a esa distancia.

Pero sobretodo le llamo la atención las voces, el cambio en ellas que, aunque sutil vibraban con tal expresividad en sus oídos y formaban tal emoción en su mente, como si fuera capaz de ver sus rostros. Había ido de a poco familiarizándose con las voces, Eitne, Tayron y Sinceridad tenían tonos muy específicos y Rox por descarte era la que menos conocía, pero por asociación era la que quedaba, pues Dama Abrazos tenía una voz totalmente diferente.

Por eso noto el cambio. La voz totalmente emocionada a punto de decir algo de Rox minutos antes, se había cortado y una cierta tensión resonó en su voz cuando llamo al pequeño del grupo, al que notó que se le acercaba más. La voz alegre e hiperactiva llena de campanillas del daeliciano, también lo había hecho, volviéndose una más parca carente de esa alegría infantil de minutos atrás. Se le estaba escapando algo, lo sabía, pero no podía darle nombre salvo que aquello parecía haberse originado tras la llegada de Dama Abrazos, como si su animada y alegre entrada, lejos de transmitir esa alegría, hubiera enrarecido el aire.

<< Mm, no se si abrá ocurrido algo entre todos ellos >> pensó Samika aun sonriendo suavemente, acercándose un poco, dio un suave golpecito de llamada de atención sobre Dama Abrazos tocando su brazo.

-Venga, venga tu impetuosa energía los está incomodando, dales un poco de espacio, no todo el mundo sabe tratar con esas cosas -añadió Samika con una una risa, antes de girar su cabeza hacia el resto escuchando de nuevo la voz de Sinceridad y acercárseles solo un poco, inconscientemente parándose entre ellos y Dama Abrazos, aunque fue realmente casual.

-No te preocupes Sinceridad, podemos hacerlo. Incluso si alguno no podéis volar, se puede saltar, se puede levitar, es algo flexible y es cosa de echarle imaginación o adaptarlo. Si queréis hacer algo, pero pensáis que no es posible, solo decirme, buscare opciones– aseguro Samika transmitido una suave emoción, no desdeñando su idea, una alegría casi pura de aprender y probar todo las posibilidadaes- Tal vez aquí no se podría hacer, es cierto, pero podemos ir a las montañas, o a la bahía si despejamos un poco el suelo, usar fuego mágico que no quema y hasta hacerlo de colores. ¿Conocéis el hechizo? Si no, puedo enseñaros, yo no puedo hacer magia, pero se me algunos - exclamo Samika sonriéndoles de forma amena, transmitiendo alegría, tranquilidad poniendo sus manos en la cintura, para inclinarse un poco

-Danzar entre llamas verdes, azules, moradas, poder pisarlas sin dañarte, con el cielo de fondo si vamos en a la montaña, el horizonte y el mar si vamos a la bahía ¿no suena ya mágico de por sí? – expreso Samika sonriéndoles ampliamente, transmitiendo a través de su voz esa incuestionable alegría animada y cómoda-. Voy a explicarle todo a Dama Abrazos, ¿de acuerdo? Pero para que no tengáis que escuchar toda mi perorata de nuevo, podéis hacer algunos estiramientos mientras le cuento – les aconsejo Samika mirando sus borrosas formas, señalando hacia el articulo terrestre encantado para poder escuchar música.

-Tambien podeis escuchar la musica que traje, a ver si alguno cae en que os enseñare, aunque posiblemente solo los humanos podáis entenderlo. -añadió de forma suave pero traviesa- Daré yo la primera clase, o algo así ¿de acuerdo? Lo que yo conozco. No soy tampoco la mejor maestra ni mucho menos, pero puede ser entretenido. Mas tarde también veremos sobre los horarios y todo eso. Tambien si teneis alguna pregunta – sonrió Samika animándoles a escuchar la música mientras tanto antes de mirar de nuevo a Dama Abrazos con clara intención de explicarle de que iría el curso, como sería y las normas, dándole un poco de espacio al resto de novatos para escuchar la musica

Pocas cosas podían hacer que la hiperactiva frivy se quedase quieta y esta acababa de ser una de ellas. No le importaban ni el lemur ni el cambiante, sin embargo ver al pequeño Eitne comportarse así explicaba porque no había vuelto a acercársele tras todo lo que hablaron. Y eso no le gustaba nada.

Iba a ir a hablar con Rox y Eitne pero Samika pareció reclamar su atención y ponerse en medio.

-Bueno, con el señor lemur no tendremos problemas de magia y el cielo es la segunda parte de la ciudad más segura tras los edificios reforzados. -Sonrió tras suspirar para apartar los malos pensamientos de su cabeza. -Y mi novia nos puede hacer alguna tontería en la ropa para que nos impulsemos mejor en el aire así que eso. Algo aéreo no debería ser un problema. -Dijo con su usual tono cargado de energía.

Tras ello se disculpó con Samika alegremente. -Ahora vuelvo para la explicación, un segundo. -Y de manera veloz se acercó hacia Eitne. Había algo extraño y grácil en cómo se movía. Sus músculos generaban tal fuerza que su cuerpo no requería del más mínimo esfuerzo para moverse y por ello parecía deslizarse en el aire de manera calmada después de cada pequeño toque en el suelo con sus pies. La misma Samika podía escuchar el sonido del aire en la piel de la guerrera cuando esta aceleraba.

Se paró en frente del pequeño y con una sonrisa algo más comedida pero cargada de amabilidad le habló.

-Ains... Eres un chico muy bueno. ¿A que si? -Dijo agachándose hasta su altura. -Tampoco es como si fuera haciendo daño a la gente pero... como eres tú, ¿qué tal si te prometo que no lo haré? ¿Te quedarías más tranquilo? -Le extendió la mano para sellar la promesa y miró hacia arriba al cambiante. -Y oye, que no soy uno de los locos de Ewa. No es como si fuera a comeros o algo...

Rox quería que se lo tragara la tierra, y de no ser por las palabras de Eitne lo mismo habría perdido la imagen de sí mismo para deshacerse en un manojo de hilos. Estaba ridículamente descompuesto. Apretó la boca en una sonrisa breve, forzada pero sincera para el daeliciano y luego asintió, revolviéndole el pelo con una mano, incapaz de decir nada de primeras debido al nudo que tenía en la garganta. Y tan literal que era: la piel donde debía estar su nuez era ahora un sinfín de hilos blancos tensos. Joder, que se supone que él era el adulto. Al menos no era peor que cuando despertaba de una pesadilla.

Escuchó vagamente la propuesta de Sinceridad, intentando no estar tan disperso mientras se mentía piadosamente a sí mismo para quitarle importancia a su ansiedad. Aquel era un recuerso que como cambiante evitaba (demasiadas consecuencias) pero que ahora le hacía falta. Sus bailes sonaban como algo muy rústico e irremediablemente se la imaginó danzando alrededor del fuego haciendo ruidos de indio como en las estereotípicas pelis seppos de vaqueros. Al menos el pensamiento le distrajo. La evaki les puso música... ¿árabe? y siguiendo su consejo de estiramientos empezó con ejercicios respiratorios, inspirando por la nariz para expulsar el aire por la boca silenciosamente.

Su paz no duró demasiado, ya que la frivy volvió a la carga, insistente, acercándose a Eitne más de lo que el australiano toleraba. El engaño al que se había sometido jurando estar bien y que no pasaba nada había surtido efecto, porque esta vez no se quedó congelado tanto rato. Su comentario sobre el daño le sacó un soplido sarcástico a destiempo, sintiéndo que el miedo daba paso a otro sentimiento: la rabia. Dio un paso alante, poniéndose entre ella y Eitne. Lo sentía por todos los allí presentes, pero el cambiante no pensaba cuando saltó.

—¿Sabes cuál es el problema? —consiguió decir, notando como los hilos de sus hombros se removían bajo la ropa y los oídos le presionaban—. Que yo sí que creo que nos vas a comer. Ese día dijiste más de lo que debías. No nos conoces, ¡no tienes ni idea de la cantidad de mierda por la que hemos pasado como para que vengas involucrando la vida de niños que son jodidamente importantes para nosotros con un sermón de mierda después de tocarnos la polla! ¡A lo mejor no lo sabes pero para hacer daño a la gente a veces basta con abrir la boca! —la rabia había ido crecienco gradualmente en su voz, destilada en cada palabra malsonante. Rox llevaba a rajatabla el no decir palabrotas delante de los críos, pero el click que había disparado su cerebro era superior. Para cuando terminó se forzó en mirar al suelo e inspirar profundamente, apretando los dientes. Le temblaba el pulso y sus manos se habían vuelto blancas como el papel. Cuando volvió a hablar su voz fue mucho más débil—. Mira. La cagamos. Lo que hicimos fue una gilipollez y a lo mejor te crees que no me arrepiento. Pero te podrías haber ahorrado las risas y un huevo de cosas. Ya sabemos como es esta puta ciudad.

¿Cuántas normas acababa de romper de golpe? Le avergonzaba mirar al resto.

>>Lo siento.

seppo= término australiano para yankee

Eitne se tuvo que callar muchas cosas: que se sabía el hechizo para levitar; que él también les pisaría los pies sin querer; que quería bailar alrededor de un fuego; que les podía cantar una canción muy famosa de una vecina (la conocía todo el pueblo), pero que a lo mejor era muy lenta y les daba ganas de dormir porque las cantaban bajo los árboles de los vecinos muertos; que <<no pasa nada, Rox, sé qué se va a portar bien>>… Su boca quedó abierta y el niño, un poco en shock.

Dama Abrazos se había movido igual que le pintó las uñas: muy grácil y muy precisa. Llegó hasta él en un suspiro y le habló como cuando se pintaron las uñas y el niño se sintió muy incómodo y muy confuso porque quería creerla y quería firmar aquella paz que le ofrecía con un estrechón de mano, pero ya no se terminaba de fiar. No retrocedió hasta que Rox no se adelantó para interponerse entre él y la guerrera, sin embargo, porque quería ser valiente y solucionar aquel entuerto. Ahora no parecía que existiese solución alguna.

—Por favor… —Su voz sonó con claridad para todos, pero no siguió hablando porque no sabía qué era lo que quería decir.

Miró con expresión triste a todos los presentes y, por primera vez desde que lo bendijo la luna, pensó que estaría bien que su aura sirviese para algo más que travesuras. Por desgracia no era algo que se encendiera ni apagase a voluntad, ni tenía tal capacidad para cambiar las cosas. Incluso si era una broma, la guerrera había dicho cosas feas a Rox y a Rena, cosas feas que involucraban también a la bestia del crepúsculo, aunque había sido antes de que la visitara en su cuarto y Eitne estaba seguro de que en realidad no le quería hacer nada.

Sabía que Rox tenía razón (aunque estaba diciendo demasiados tacos), pero él solo quería que el ambiente se calmara un poco para que no pasara nada grave. ¿Y si dama Abrazos no entendía que les había hecho daño y volvía a hacerlo? ¿Y si su oferta de paz iba en serio y ahora se negaba? Se llevó las uñas a los dientes, nervioso.

—No os peleéis, por favor...

Seguía agachada y no se levantó mientras el cambiante se puso en medio y empezó a enfrentarla, simplemente mirándole desde abajo sin pestañear. El inicio del discurso le molestó pero la disculpa hizo que se relajara, y además había otro factor que le importaba bastante más. El nerviosismo y la preocupación del pequeño. Así que lo primero que hizo fue ladear la cabeza para mirar a Eitne  a través de Rox.

-No te preocupes, no nos vamos a pelear. Ni va a pasar nada. ¿Vale?

Se incorporó con suavidad para no asustar ni al pequeño ni al cambiante y continuó mirándole a los ojos para hablar aunque este estuviera hablando al suelo. Pero cuando abrió la boca no salió ningún sonido. A decir verdad no tenía ni idea de que decirle así que tomó su barbilla con una mano para que la mirara a los ojos. Aunque no haría fuerza.

-Entiendo. Y lo se... -Miró un poco hacia otro lado incómoda antes de volver a mirarle y seguir. -cuando me enfado suelo pasarme, Raelene me riñe por ello... Pero la verdad prefiero que me odiéis a que volváis a hacer eso. Incluso aunque sienta haberme pasado. -Declaró firme. -Y no digas algo tan injusto... no sois los únicos que han pasado por cosas, ni sois los únicos que tuvisteis niños... Pero...
-Su voz se ensombreció y entristeció bastante, al punto de que solo Rox y Samika la oirían por la música. -por lo menos a vosotros os queda alguien...

-¡El caso! ¡No os voy a hacer nada! -Palmeó los hombros de Rox a la vez en aquel arranque espontáneo. -Así que respira y relaja tus hilos, me odies o lo que quieras aquí hemos venido a bailar.

-No-os-voy-a-ha-cer-na-da. -Se quejó casi como si fuera una niña.

Como cualquier niño Rox había vivido alguna pelea de sus padres de pequeño y se había sentido muy mal por ello, lo que no esperaba era estar en una posición similar a la de sus progenitores en dichos momentos a tan pronta edad: «¿así es como se sentían?». Era un asco. Le habría encantado parar si por calmar a Eitne fuera, decirle con seguridad que no iba a pasar nada o salir para hablar en otro sitio donde no interrumpiesen a otros, pero el tren venía demasiado rápido como para que no decarrilase. Rox inspiró profundamente por la nariz sin moverse del sitio según la guerrera se levantaba, aunque lo que no esperaba era que tuviese las pocas luces de tocarle. Apartó bruscamente el rostro, alzando el labio para mostrarle los dientes en desagrado con renovadas fuerzas. Su expresión tormentosa disminuyó un poco cuando escuchó el tono suave de la frivy, sin desviar la mirada.

—Hemos hecho migas con más veteranos y solo hemos tenido encontronazo contigo. No es por tu "lección" por lo que sabemos como comportarnos —comentó mordazmente, suavizado sin embargo por el arrepentimiento de la otra—. Todos hemos pasado por putadas, pero que la ciudad esté llena de capullos no significa que tú también tengas que ser uno.

Había una calma tensa en su voz, como si tantease el terreno al hablar, asegurándose de que sus palabras calaban de algún modo. Seguía muy molesto y eso era obvio. Aunque acabasen de firmar una especie de tregua no olvidaba las "pequeñas" cosas que habían acompañado al problema mayor. Del mismo modo le era imposible sentir lástima por dama Abrazos: no era su amiga, el australiano tenía demasiado que perder como para dejarse llevar por la pena de alguien con quien no empatizaba y no perdonaría tan rápido. Si de verdad sabía lo que era estar en su situación entendería el recelo que les causaba, y eso solo se curaba con acciones y tiempo. Al menos si algo había conseguido con seguridad la guerrera era callarlo. Se tragó las palabras que tanto le picaban en la garganta por mero respeto, pero se apartó a tiempo de que le pusiera las manos encima, de nuevo dejándole claro que ni lo intentase.

—Hm-hm —respondió escuetamente en tono grave a la vez que se giraba con una expresión difícil de describir. A sus hilos les quedaba para destensarse y teniendo en cuenta la situación en la que estaban hasta que hablase como una cría le ponía negro. Ahora le tocaba a él agacharse delante de Eitne y sonreír como buenamente podía—. Lo siento... ya está —inspiró, poniéndole una mano en el pelo para removérselo suavemente. A causa de la tensión y su ataque de ansiedad mal frenado la respiración se le había vuelto pesada—. No le digas a nadie que he dicho todos esos tacos, por fa —consiguió bromear en voz bajita. Luego alzó la vista a los demás sin hacer mucho contacto visual, abochornado, en una segunda disculpa silenciosa. Si la evaki les reñía lo entendería.

Samika suspiró largamente cuando la frivy se alejó un poco de ella para ir a hablar con Rox y Eitne. La evaki no interrumpió, pacientemente, con los oídos puestos por si escuchaba cualquier cosa que indicase que la discusión que empezaba a surgir escalaba demasiado. Nunca se sabían en esas situaciones.

Ya le había parecido notar la incomodidad del dúo de novatos en especial, pero la cosa se hizo especialmente evidente, cuando la tensa voz de Rox comenzó a expresar su rabia, en un tono cada vez más creciente.<< No estoy entendiendo la discusión al detalle…pero ¿Dama Abrazos les dijo algo desagradable? ¿Inadecuado, tal vez?>> eso parecía ser el caso, a juzgar por lo que decía Rox, parecía haber “involucrado la vida de los niños” de alguna forma al hablar, porque no parecía que hubiera hecho nada físicamente.

Escuchar el suave ruego del daeliciano que claramente estaba tenso y probablemente angustiado, hizo que Samika, empezase a incomodarse, no porque la discusión en si le afectase. Pero escuchar la voz asustada y nerviosa de un niño o la tensa disculpa de Rox, no le gustaba.

La voz de Abrazos volvió a sonar en la sala, se podía escuchar la disculpa en su tono, la incomodidad. Si había dicho algo inadecuado en su momento estaba claramente consciente de ello. <<No creo que con lo tensos que están vaya a hacer algún cambio >> pensó Samika, pero al menos pensaba era un buen inicio para arreglar las cosas. oirla decir que esta sola, le hizo imaginase lo que habria pasado con su torreón.

Samika se puso las manos en las caderas acercándose un poco más de neuvo cuando la voz de Rox volvió a sonar devolviéndole las palabras a Dama Abrazos menos explosivamente que al principio. Aun asi se notaba cierta tension incomoda y ella no iba a ahbcer nada para acentuarla regañando o reclamando, todo lo contrario.

-¿Os sentís, aunque sea un poco mejor? Si luego de la clase queréis decirme algo, estoy totalmente disponible ¿de acuerdo? - preguntó suavemente la evaki, sonriéndoles de forma amable, sin recriminación o reproches en su expresión- Cree este grupo para divertirnos y bailar, pero tambien para expresarse, por que el baile es una forma de transmitir emociones. – añadió con suavidad, dirigiendo su mirada a Rox, a Eitne, a Dama Abrazos, a todos unos a uno, Aun sin verlos sabia sus presencias allí casi como si lo hiciera- No esperaba que la primera vez que algo emocional se expresase con una discusión, pero está bien, estas cosas ocurren y las aguas no llegaron al rio. – murmuro la evaki de forma comprensiva, mientras se acercaba hacia el aparato de música, acuclillándose frente a el- Sé que dije que no aceptarían discusiones en la clase, pero prefiero que se digan las cosas a tiempo a que estallen de forma mas inoportuna. Especialmente si hará que esteis incomodos mientras bailais y aprendeis, asi que no os preocupeis, todo esta bien. – añadió Samika sonriendo un poco más ampliamente, girando un poco la cabeza hacia ellos, mientras volvía a reiniciar la música y se incorporaba sin darle aun a que empezase.

- Puede que ahora algunos estéis un poco incomodos para tan siquiera pensar en bailar, pero creedme ayuda al estado anímico – añadió acercándose un poco a ellos de nuevo, esbozando un tranquila sonrisa, nada incomoda, de un humor agradable y activo que cortaba un poco el tenso ambiente de alguno segundos, o esperaba conseguirlo al menos- Te llenas de energia positiva y dirigís vuestras maldiciones contra mi, por lo que pretendo enseñaros.- añadió con una maliciosa sonrisa de puntiagudos colmillos, con un sutil aire de diversión, luego apuntó con un dedo a Dama Abrazos sin maldad sino más bien con un suave reproche.

- Te contare luego como funciona la clase, asi que señorita no intentes escapar.- añadió con una sonrisa dejando claro que no estaba molesta con nadie, antes de girarse hacia todos, Dama Abrazos incluida- Bien, mientras estirais ¿os gustaria una pequeña demostracion de lo que os pretendo enseñar?- pregunto con suavidad, sonriendo ampliamente.

—¡EHHH! —le dijo a la humana con una sonrisa y señalándola cuando le llamó Tayron “Julien”— tú sí que sabes, tú eres de las mías —luego asintió conforme, entendió a la perfección la referencia al burdel— me suena más una evaki invitando a un espectáculo ¿lo recuerdas?.

Levantó las manos en el aire como eximiéndose de toda responsabilidad cuando Dama Abrazos alegó que no tendrían problemas de magia con él allí. Estaba bastante emocionado con las ideas de Samika y los fuegos de colores, pero en realidad aún no era hábil con los hechizos por mucho  aguante o aprendizaje rápido que tuviera. Eso significaba también que la guerrera conocía un mínimo de su nueva naturaleza ¿sería amiga de otro lémur?.
—Yo no me fiaría, soy un paquete.

El desenlace que se dio a continuación le pilló desprevenido, la tensión que pareció percibir entre el resto de sus compañeros no tardó en explotar por algún lado, y eso que Samika les había prevenido. Tayron comenzó a estirar sin entrometerse, y aunque no era asunto suyo no pudo evitar decantarse por el lado de Rox, era fácil pues Dama Abrazos no había sido muy sensible con él y no le extrañaría demasiado que por el contexto que estaba escuchando se repitiera algo similar. Quizás peor, pues parecía algo más profundo ¿Cómo que no les iba a hacer nada? ¿Los había amenazado? ¿Qué gilipollez cometería el cambiante?
—Yo pensaba que esto iba de bailar —le comentó en voz queda a Sinceridad con una media sonrisa para destensar el ambiente entre ambos, quienes no acudieron a la reunión para presenciar aquello —no se lo digas a Samika, pero soy de su mundo y tampoco entiendo qué cojones vamos a bailar — susurró aún sonriendo tras poner la musica muy bajita y sin quitar una mirada atenta del corillo que se había formado. Al final parecía que no escalaría a algo más serio y la propia evaki intentaba mediar— parece oriental ¿qué tal se te da mover las caderas? —le preguntó a la roquense, mientras no cedía al impulso de dar unas palmadas en el aire y decirles que se dejaran de tanta cháchara pues ni le gustaba los malos ambientes ni ver a nadie avergonzado.

La escena entre la nueva y Rox subió y subió, pero la roquense ni entendía nada ni sabía si debería meterse o decir algo. Por suerte, todo el mundo se acabó tranquilizando más o menos y Samika insistió en que bailaran a pesar de todo, para calmarse o desahogarse en el caso de que alguien lo necesitara, y Sinceridad lo agradeció. También agradeció la música de fondo y que Tay le hablara. Estaba intentando hacerse con el ritmo con algunos pasos torpes cuando se le acercó él.
—¿Oriental? No sé lo que es, pero estas caderas no olvidaron cómo se baila —le respondió con un guiño, pero el ojo que guiñó estaba en el hombro y quizá no se habría fijado el chico. Pero... ¿Acababa de ser coqueta? ¿Cuánto tiempo hacía?—. Sinceridad: yo me apunto a lo que sea, Samika, como si acabamos con las plumas pegadas de sudor, que la música suena bastante bien.

No quería decir nada relacionado con el conflicto que había presenciado, pues ni era cosa suya ni sabía de dónde venía. Tampoco quiso ahondar en ello y por eso había aprovechado la "mediación" de la evaki.

Eitne suspiró aliviadísimo cuando Abrazos le aseguró que no se pelearían. Le dio inconscientemente un voto de confianza y se relajó un pelín. La tensión del momento, sin embargo, todavía permanecía entre ellos, especialmente con el intercambio de palabras que hubo entre Rox y la guerrera. El niño entendía lo que decía la guerrera, pero se ponía a favor de Rox en este caso. Abrazos podría haber sido más amable aquel día con ellos (sin amenazas que lo implicaban a él, además). Por suerte, creía que el día que compartió con ella ayudaba a que ya no quisiera hacerle daño (¿quizás incluso a que se quisiera portar bien con ellos, en general?).

—Gracias —le susurró solo a ella.

Cuando el intercambio finalizó y la tensión se suavizó un poco, Rox le pidió disculpas por los tacos. A a Eitne se le escapó una risilla con cascabeles cuando le removió el pelo y le regaló al cambiante una sonrisa completa, llena de dientes y con los ojillos achicados por culpa de sus mofletes.

—No pasa nada, Rox, yo a veces llamo sosa a la gente —para él era casi igual de malo, su confesión servía como rehén. Un intercambio de secretos para que Rox supiese que el suyo estaba a salvo.

La evaki se dirigió a ellos y Eitne le mintió un poquitín.

—Eitne: No, estoy bien —sobraba la coma.

El ambiente había acabado enrarecido. Eitne se sentía un poco incómodo en aquella habitación con dama Abrazos, pero también con Samika, Tayron y Sinceridad (la cantidad de ojos de la roquense tampoco ayudaba). No les había podido escuchar, pero intuía que los dos últimos habían hablado de ellos porque era lo que habría hecho él en la misma situación. Se sentía a disgusto debajo de la ropa, o cuando se apoyaba en su pierna irrense, o cuando empezó a sonar la música y la gente quiso reanudar el baile. Durante un segundo sintió cosquillas en los ojos, como si quisiera ponerse a llorar para dejar salir la incomodidad del cuerpo, pero apretó los párpados y contuvo las ganas. Miró de refilón a Rox, que se debía de sentir incluso peor que él, pues era quien había tenido que sacar las garras.

La bestia del crepúsculo sintió mucho orgullo de ser amigo del coreano y se aprovechó de ese sentimiento positivo para incorporarse a la clase.

—Eitne: ¿Podemos ver la demostración, Samika? —habló para todos.

Pensó que, cuando acabara la clase, le daría un abrazo enorme al cambiante y también las gracias por defenderlo.

No le gustaba nada el tono mordaz de la voz del cambiante o lo que decía, pero aún menos el estado del pequeño que pedía paz o seguir interrumpiendo la tan esperada clase de baile con la que llevaba dándole la vara a Raelene estos últimos días. Con que le hubiera quedado claro que no les iba a hacer nada le bastaba y el gracias de Eitne hizo que sonriera en su dirección.

Observó al cambiante calmar al daeliciano hasta que la voz de Samika a su lado le hizo centrar su mirada en ella.

Escuchó el discurso con atención pero al poco los demás podrían ver como empezaba subirse a las puntas de sus pies y bajar, como si hiciera ejercicio, y de su propia piel sacó una especie de cubo de rubik pentagonal con el que se puso a trastear. Parecía que era la forma más parada y quieta que podía adoptar.

-Oh, nunca lo haría. -Se rió respondiendo a Samika y guardándose el tono coqueto para cuando no estuviese Eitne. -¡Adelante por favor! -Se mantuvo quieta mirándola por unos segundos, expectante.

La sonrisa de Eitne fue como agua fresca sobre un quemadura; un verdadero alivio. En realidad ni sus cascabeles ni su transformación eran los causantes directos, bastaba con oír al que apreciaba como a un hermano menor bromear y reirse. Lo que dijo le pilló de improvisto, mas sacó una reacción apurada alzando las cejas como si le hubiera dicho algo impensable antes de reirse entre dientes y quitarle hierro.

—Si tú no dices nada yo prometo no decírselo a nadie.

La cosa no continuó a malas, pero el momento en el que le tocó volver a ponerse en pie el australiano reconectó con la situación y no fue agradable. Había dado todo un espectáculo delante de gente ajena al tema, y suerte que eran pocos, que ya le costaba mirar a nadie. Consecuencia natural tras un encontronazo tan brusco, Rox no podía pretender estar bien automáticamente después.

«No» respondió mentalmente a Samika, en mutis. Le costaba forzar una sonrisa, y aprovechando que era ciega no lo haría. En otras circunstancias diría que lo sentía, que necesitaba irse, pero con Eitne presente estaba atado al lugar. No iba a dejar solo al daeliciano, tampoco podía seguir estropeándole el plan. Aguantaría como buenamente pudiese, así fuera como mero espectador. El estado anímico no le daba para más, ni siquiera para engañarse, y mucho se estaba exigiendo al no haberse escabullido ya. El cambiante comprendía los esfuerzos de Samika por solventar el problema y continuar como si nada, era su grupo de baile después de todo y apreciaba que no estuviera molesta, a él todavía le faltaba suelo en el que esconder la cara por la vergüenza y músculos con los que inclinar la espalda en gesto de disculpas, pero no podía evitar sentir rechazo hacia su positivismo, agrio. No se sentía mejor, el río había salpicado demasiado, no todo estaba bien, no estaba solo un poco incómodo y no quería bailar así. Quería tirarse en su cama y luego destruirse los oídos con la música a tope, dejar de sentir durante horas. Se tragó todas y cada una de sus respuestas.

Con la garganta aún blanca, Rox había hecho su centro de atención un punto inconcreto en el suelo hasta que Eitne habló. Pestañeó varias veces, similar a cuando el profesor le llamaba a pizarra tras haberse pasado media hora con la mente en Babia, devuelto a tierra repentinamente. Tampoco dijo nada y, algo más receptivo, se limitó a atender.

No necesitaba ver para notar que el ambiente seguía incomodo pese a sus palabras. No es como si pudiera forzar que la cosa se calmase o que todos de repente fueran buenos amigos y se llevasen estupendamente, sabia de sobra que eso era imposible.

Especialmente entendía que los más incomodos presentes fuesen el propio Rox y Eitne, aunque este hubiera respondido estar bien, Samika no podía decir a ciencia cierta cuál cierto era aquello. Con el pequeño era complicado discernir algo en su voz, pues todos eran cascabeles a sus oídos.

Lo que no pasó desapercibido para ella fue escuchar la a aceptación de que hiciera una demostración, no sabía si eso les animaría, realmente, pero ella pretendía hacer lo que pudiera. Si no… pues no podía obligar a la gente a sentirse cómoda o disfrutar algo si simplemente el ánimo no les acompañaba, siendo algo que parecía evidente para ella a esas alturas para varios componentes del grupo. ¿Pero que iba a hacer? ¿Cancelarlo todo? ¿Decir que todo se terminaba como si tuviera un berrinche solo porque la cosa no iba bien? No podía ni quería hacer eso.

<<Probablemente varios aquí ya no vayan a querer volver >> pensó suspirando internamente ante el fracaso de su primera clase de baile, si es que no terminaba siendo también la última, claro. Porque si por una u otra al final nadie acababa apareciendo en la próximas ocasiónes, no tendria mucho sentido continuar ¿cierto? <<Espero que no lleguemos a eso…>> No sabía si podría hablar luego con los que claramente había tenido roces para ver si había alguna forma de que todos pudieran disfrutar aquello, ellos los primeros, claro. El problema claramente era entre Rox y Eitne con Dama Abrazos, no parecía que en ese cuadro Sinceridad ni Tayron tuvieran a algo que ver, al menos con lo que se había dicho hasta el momento.

Ella también estaba incomoda, no enfadada, eso no, pero si incomoda, aunque no lo dejara traslucir porque no quería que nadie se sintiese culpable de la situación. Esas cosas pasaban cuando había malos rollos entre la gente, no era algo nuevo. Pero en su posición, intentar hacer una presentación o llevar algo a buen puerto, que había iniciado con tanta ilusión, en un ambiente tan enrarecido no era algo tan sencillo. Samika era positiva y sabia sonreírle a la mierda, a los malos ratos y a los problemas porque su otra opción era mandar las cosas a los cuernos cuando algo no salía bien. Y generalmente nunca las cosas le salían bien con facilidad.

<<Bueno solo queda hacer lo que se pueda >> pensó Samika mientras se agachaba junto a una bolsa que había junto al reproductor que apagó de nuevo, sacando una larga cadena con medallones de las cuales colgaba unas finas gasas transparentes que se amarró a la cintura en un tintineante sonido. Tras eso se descalzo los tenis quedando en unos calcetines gruesos, tobilleros. La voz susurrada de Tayron llego perfectamente a los oídos de Samika. Difícilmente no lo oiría. Ella lo escuchaba siempre todo sino había magia interponiéndose, más estando en el mismo cuarto.

-Te escuché, señorito lemur, pocas cosas escapan a mis oídos. Aunque intento no prestar atención mayormente por la privacidad ajenas, es algo difícil de evitar si estáis en el mismo cuarto. Creo es más fácil verlo para aclararlo. No sé si seré buena maestra eso sí, nunca enseñe a alguien más, pero, por probar - añadió Samika sonriendo suavemente, un poco divertida, antes de voltearse hacia ellos tomando un poco de distancia tras hacer que la música iniciara de nuevo desde el principio.

Había escogido bailar algo más bien sencillo en realidad, pues llevaba tiempo sin hacerlo y tampoco era máxima experta en el tema, si le ayudaría a refrescarle también la memoria, sin contar que tampoco podía ponerse muy especialita con gente que seguramente no sabrían respirar en condiciones para ello.

Cuando la música comenzó a sonar de nuevo la evaki comenzó  a bailar, con  zigzaguantes movimientos de manos, caderas, cintura y pecho  como si fuese una serpiente, mientras sonreía ampliamente dejando que sus oídos atendieran a la música y sus movimientos acompañasen al ritmo. Usando aquello también para relajarse a sí misma, disfrutar y olvidar, aunque fuese por lo que durase la canción, el inicio caótico de aquel grupo.

Había escogido algo que no hiciera mucho movimiento de estómagos excesivamente pronunciados ya que se necesitaba saber respirar adecuadamente para ellos, acentuando más los movimientos de brazos, de hombros y cabeza, de caderas y piernas, gráciles y firmes, mientras se hacía dueña del espacio que había tomado para bailar, sin que su ceguera fuese impedimento alguno para moverse.