Grupo de Baile

La evaki agradeció totalmente a Irianna por ayudarla con el anuncio del grupo de música y le aseguró que podría asistir al grupo cuando quisiera, para pasar el rato. Cuando se le había ocurrido aquella idea, algo que llevaba algún tiempo en el fondo de su mente peor nunca había terminado de plasmar con todo lo que había pasado, no se había parado a pensar como haría para que aquello llegase a toda la gente posible sin tener que ir pregonándolo incansablemente de boca en boca. Irianna le había salvado el culo con sus propias manos, literalmente.

No sabiendo aun así cuanta gente vendría al final, el día programado para la reunión, Samika estaba ya en la sala de entrenamientos de la Sede, habiendo dejado el aparato de música en un lado para que no estorbase, con su batería ya cargada, y ya vestida cómodamente para la ocasión, unos leggins negros deportivos, sus tenis, pues no veía conveniente ir con botas en esta ocasión y un top deportivo también negro que dejaba descubierta, su estómago, su espalda y brazos para no estorbarle en las alas. Había dormido bastante bien aquella mañana, era lo que tenía su cambio de horario natural, por tanto, estaba enérgica y sonriente, sentada en el suelo hacía algunos estiramientos para sus brazos, espalda y piernas, sobre una esterilla que había traído consigo.

Así se la encontrarían los primeros que fueran llegando, sentada en el suelo mientras alcanzaba con sus manos sus tobillos prácticamente doblada en su totalidad con sus alas también estiradas todo lo que podía a cada lado de su cuerpo, mientras del reproductor de música salía una música suave, relajante y no muy alta, para que la evaki pudiera escuchar si alguien llegaba al lugar.

Tenía bastante claro como quería empezar las cosas, como plantear que fuese el grupo y esperaba que cuando llegasen estuviesen de acuerdo, pues ella al menos iba a necesitar que se cumplieran ciertos prerrequisitos para participar en el grupo o iba a confundirse y volverse loca relativamente rápido entre la gente, las voces, seguramente la mayoria desconocidas, y la música.

<<Me pregunto quien vendra>> en realidad tenia mucha curiosidad de saber eso y si habria conocidos entre los que participasen.

Rox estaba trabajando en recuperar parte de sus niveles de socialización previos a la cosecha. Se había vuelto mucho más precavido (con motivos) en referente a todo desconocido y transformado de la ciudad, pero poco a poco su enorme bloqueo inicial había mengüado a una barrera de seguridad lógica. El fruto de ello era estar ahí ahora, frente la puerta de la sala de entrenamientos acompañado de Eitne.

Había leído el cartel anunciando el grupo de baile al salir a trabajar y había estado dándole vueltas todo el día. Por un lado le daba palo ir solo (cosa que se solucionaría al hablarlo con el daeliciano) así como inseguridad por la gente fuera a encontrarse. Por el otro lado, aquello le hacía una ilusión tremenda. Bailar había sido una de sus pasiones en la Tierra, una lo suficientemente fuerte como para que la hubiera considerado en numerosas ocasiones como uno de sus futuros laborales. Había dado baile toda su vida, recuperar eso en su rutina sería todo un bombazo para el cambiante. No se iba a engañar, estaba tan emocionado como un crío.

—¿Le damos? —le preguntó a Eitne con una sonrisa, señalando hacia dentro con la cabeza.

El australiano entró, fijándose en la chica que estaba sentada en todo el centro de la misma. La reconoció en seguida, no solo de haberla visto en las salas comunes (compartían vivienda después de todo, y una chica murciélago resultaba bastante llamativa), sino también porque era amiga de su jefa. No indagaba mucho en la vida personal de dama Isis puesto que respetaba la distancia entre empleado y jefe, así que sabía lo justo y básico de ella: su nombre, que habían compartido cosecha y ya.

—Hola, ¿se puede? —preguntó en voz alta—. Venimos por el grupo de baile.

Desconociendo la escasa visión de la evaki, Rox procuró que su curiosidad por los cambios físicos de la misma fuese todo lo disimulada posible.

En aquella ocasión el muchacho llevaba el pelo negro, rapado no solo por la nuca sino también por los laterales de manera que resultase menos molesto con el movimiento. Vestía una camiseta que le iba al menos una talla grande, de color gris oscuro, y unos pantalones deportivos negros de los que se ciñen al tobillo, con las típicas rayas blancas verticales a los lados. Como contraste al monocromo, sus deportivas difícilmente podían llamar menos la atención.

Cuando Rox le contó lo del grupo de baile, a Eitne le faltó tiempo para decir que sí. Hacía ya el tiempo suficiente desde que le pusieron la pierna mecánica y el niño no la sentía como un impedimento (aunque lo fuera) para bailar. Se había vestido para la ocasión con unos pantalones de chándal rosa y rayas blancas a los lados, más una camiseta azul celeste con una rana verde estampada; para ver mejor, también se había retirado el pelo de la cara con una cinta rosa, a juego con los pantalones. Lo más extraño que llevaba, irónicamente, eran unas deportivas blancas con velcro. Sentía super extraño calzarse la pierna mecánica, pero sino se quedaba descompensado.

Estaba un poco nervioso, eso era innegable, pero eran nervios buenos: excitación ante un evento apetecible.

—¡Le damos! —le coreó entusiasmado, de forma que tan solo él le escuchara. Ya no tenía que susurrar.

Dentro de la sala de entrenamiento les esperaba una muchacha estirando, preparando para la clase que impartiría. Eitne saludó con un gesto de la mano después de Rox. Había hecho un repaso rápido a su alrededor, pero sin querer su vista se desvió a las alas que surgían de los brazos de la muchacha.

—Qué alas más chulas tienes, ¿eres Samika, la evaki? Yo me llamo Eitne y él se llama Rox.

Miró al humano con un gesto rebosante de alegría y ganas, a la vez que zapateaba en el suelo con la pierna mecánica sin querer. Unas deportivas blancas con velcro amortiguaban un poco el ruido.

—¿Crees que seremos muchos? —le preguntó exclusivamente al cambiante.

Sinceridad

Socializar y no aislarse le estaba costando tanto como ir por el refugio o la calle sin prendas que cubrieran sus ojos. Intentaba pasear por la ciudad para mejorar su autopercepción y también para seguir practicando con su visión. Y en una de esas idas y venidas, vio el cartel del grupo de baile. ¿Baile? ¿En Rocavarancolia? ¿Qué bailarían allí? Esas fueron sus primeras preguntas, y muchas más vinieron cuando vio quién lo impartía, pues, de nuevo, no sabía qué estilo enseñaría, o cómo sería. Tampoco podía aportar mucho material ni sabría enseñar, ya que ella aprendió imitando en su casa. Y la principal, si estaría a la altura del nivel o se quedaría atrás. Muchas dudas. Y mucha curiosidad.

No podría saciar su curiosidad si no preguntaba directamente, así que tras mucho pensarlo decidió ir. Se había hecho unas hombreras y tobilleras de plumas para cubrir un poco los ojos y desviar la atención de estos hacia algo más elegante, y seguiría haciéndose más prendas en el futuro. Pero así podía bailar cómodamente sin prendas que dificultaran sus movimientos y así no iba tan insegura.

Dentro ya había gente. Gente conocida, como Rox y Eitne Saludó.
—Buenas, vecinos. ¿Preparados para invocar a la lluvia bailando? —bromeó, aunque bien podría funcionar, y después se presentó con una sonrisa—. Yo soy Sinceridad. Encantada, Samika.

Tayron se encontraba a pocos metros del umbral de la puerta que daba al entrenamiento, había leido el cartel que invitaba a curiosos a unirse a un grupo de baile y aunque con muchas dudas... había sido impulsado por Dafne para que al menos asomara la cola. Bailar le gustaba, y no era para tirar cohetes pero un poco se defendía. Lo cierto es que venía por la gente que pudiera encontrar y a divertirse, y si alguien le picaba más allá se conocía lo suficiente como para asegurar que se lo tomaría bastante en serio. Al fin y al cabo siempre se había considerado muy competitivo, aunque siempre de manera sana.

Respiró hondo, notando un pellizco de nervios en la base del estómago. Caray, aquello era nuevo. En la Tierra había sido muy popular y no le faltaban amigos... pero la cosecha le había hecho sentirse inseguro de nuevo, y de pronto se había estado preguntado los días próximos a la cita quiénes acudirían. Le tranquilizaba que Samika estuviera a la cabeza, le caía muy bien y confiaba en que podría mantener el orden. ¿Habría desconocidos?. Quizá quién formuló aquel escrito, una tal Irianna.

Pero no acostumbrado a darle muchas vueltas al coco se decidió por entrar con una sonrisa en la cara y frotándose las palmas de las manos. Lo que encontró le agradó. Efectivamente la evaki se encontraba en la estancia, pero no estaba sola. Sinceridad, Eitne y Rox la acompañaban. Ningún desconocido y con la roquense incluso había convivido aunque por poco tiempo, se alegraba de verla por allí.
—¡Hola! —los saludó a todos mientras se acercaba a ellos con ímpetu. ¿De qué hablarían en la primera reunión?. Esperaba que no se les pidiera una prueba de nivel ni nada por estilo, no se había preparado ninguna coreografía y él sería más de estilo libre. En cualquier caso se rio un poco para sí mismo pensando lo divertido que sería bailar la canción de “Yo quiero marcha marcha” de la película Madagascar. Él como el Rey Julien por supuesto. Al menos Sami y Rox pillarían la referencia— ¡Me gusta tu cinta, Eitne! —se sinceró. Él mismo llevaba una camiseta de tirantes de color verde oscuro que dejaba al aire un poco de sus axilas no depiladas. Lucía la parte inferior con un chándal bastante bajo para que pudiera sacar la cola, era más práctico que sus pantalones ceñidos de siempre. Lo que no cambió fueron sus colgantes de hueso en muñecas y cuello. Habló después de fijarse en lo guays que eran las zapatillas del cambiante. A su lado las suyas de color negro eran muy sosas —¿quedará mucha peña por llegar?.

Cuando la evaki escucho la puerta abrirse alzo la cabeza ligeramente sonriendo <<Ya están llegando>> pensó mientras se incorporaba ágilmente, observando las figuras que entraron primero, se acero un poco para que entraran en su campo visual. La más bajita tenía un tono de piel morado, identificándolo como daeliciano que ya la había visto varias veces por el torreón, aunque no había tenido la oportunidad de hablar. Su acompañante, así de primera por sus patrones borrosos de color no era tan evidente. Incluso usando su ecolocalización no tuvo muchas pistas pues no reconocía su voz, aunque era agradable.

-Claro, adelante, ¡bienvenidos! - le saludo alegremente, escuchando una voz cantarina y tintineante no reconocible para ella, pero suponía que era el daeliciano, sonaba más infantil- Aja, soy Samika, la evaki. ¿Te gustan mis alas? Gracias, soy toda una murciélago ¿verdad?- rio Samika divertida- Encantada de conocerte Eitne- dijo viendoal pequeño y viendo luego hacia la figura algo más alta, recordando algunas conversaciones con su amiga, pues es nombre le sonaba de algo. Le sonrio- Y Rox ¿no? Eres el empleado de Dama Isis, ¿verdad? Un gusto - dijo al recordar el nombre que había dicho momentos antes.

Un par de personas más llegaron y Samika les escaneo con sus borrosas visiones y con sus ultrasonidos. Solo sabía de una roquense en la sede ¿Seria ella? El chico que vino detrás ya si lo identifico claramente por su voz, tras haberlo escuchado varias veces.

Sonrió ante el comentario de quien imagino era la roquense, su voz era musical, cantarina y no desagradable, ¿habría sido del coro?. Lo bueno es que sería fácil de identificar para ella, igual a la del daeliciano, tenían tonos muy característicos.

-Pues si hacemos llover significa que no hacemos tan mal trabajo, con lo poco que llueve en este sitio –añadió bromeando alegremente antes de apuntar con un dedo hacia Tayron- Y tu señorito Tayron, da gracias que me quede con tu voz o serias aun una figura borrosa con linda cola, que no se ha presentado- añadió Samika traviesamente, antes de reírse con desenfado y mirar al pequeño grupo. No sabría si llegaría más gente, pero no le aprecia mala idea empezar al menos que aún eran pocos. Necesitaba ir acostumbrándose a sus voces y borrosas apariencias.

-No sé si llegaran más, pero iré empezando antes que se vuelva más caótico para mis sentidos si viene más gente. - añadió relajada mirando sus figuras borrosas y buscando quedarse con sus apariencias con ultrasonidos, con sus voces se irían quedando conforme los oyera- Ante todo, gracias por venir. Me gustaría iniciar esto presentándome yo misma de forma adecuada y ya os explicare como tengo pensando que esto funcione. También algunos prerrequisitos pequeños a tener en cuenta para participar, no es nada grave pero a mí me ayudaría mucho y creo que también haria que el grupo sea más entretenido –aseguro Samika de forma positiva

-Como decía, mi nombre es Samika y por si aún no lo notasteis, soy ciega- aseguro sin ningún problema sonriendo aun- O técnicamente lo soy al completo. No entrare en detalles tediosos, puedo veros, poco y borroso, pero algo os puedo ver, pero no lo suficiente para identificaros fácilmente sin acercarme el invadir el espacio personal. Cosa que no hare sin más, tranquilos- rio divertida, ladeando la cabeza ante ellos - Por eso me vendría genial que al menos por el día de hoy, cuando vayáis a decirme algo digáis vuestro nombre primero, sino os molesta. Es por asociar vuestros nombres a vuestras voces y apariencia lo más rápidamente que pueda para que luego cuando estemos todos en grupo bailando, todo sea más sencillo. Este es uno de los pequeños prerrequisitos, voy a pedirle lo mismo a todo el que llegue. Lamento sí parece un poco infantil, pero yo me oriento más que nada a través de mi audición, espero que lo entendáis- añadió tranquila, hablando suavemente peor sin perder el toque hiperactivo que le había acompañado desde el inicio, porque si estaba emocionada con aquel grupo.

-Lo siguiente que debéis saber es que el grupo no está pensando para que yo os de clase estrictamente hablando, está pensando para que nos demos clase entre todos. Ayudarnos, conocernos y aprender un poco, sepamos bailar desde antes o no- continuo Samika poniendo un poco ya en contexto como pretendía que fuera el grupo de baile en sí mismo- ¿Qué quiere decir esto? Bueno, posiblemente habrá aquí alguno de ustedes no tengo idea de bailar y otros que sepan bailar por hobby, siguiendo el ritmo como se le viene o de forma más técnica y profesional…la idea es enseñas esos conocimientos, poco o muchos a los demás, y divertirse. El hecho de que pertenezcamos a más de un mundo implica que tenemos conocimientos diferentes en cuanto música y estilos de baile, ya sea más casual, tradicional o profesional y veo interesante aprender un poco de todos. - continuo Samika animada, explicando primero y ya dejaría luego que preguntase u opinasen lo que quisieran- Eso significa que yo me encargaría que el grupo funcione, que este unido, que no haya malos rollos ni nada de eso. Me aseguraría, a la par que yo misma aprendo, de que se sigan unas ciertas reglas para poder estar en el grupo y de no seguirlas, la persona en cuestión no podría seguir participando - añadió sonriendo ampliamente antes algo de forma más seria pero tranquila, firme.

-Las reglas son sencillas realmente y creo que de sentido común. Sería otro requisito para mantenerse aquí– añadió con suavidad mirándole atentamente- Nadie va burlarse de nadie por su forma de bailar, por si es lento o rápido aprendiendo, por si tiene dos pies izquierdos, da igual, aquí esta prohibidas ese tipo de bromitas, cada cual tiene su ritmo…y no hay que exigirse de más si ves que el esto avanza más rápido, ya llegaras. A mí por ejemplo me da igual si me decís patosa, pero puede que otro no piense lo mismo, así que sino estáis seguro de si la otra persona va sentirse mal por algo que consideras “una simple bromita”, no digáis nada. ¿De acuerdo? No acepto esas cosas. Asi que si alguien anda diciendo o hacendo gestos para incomodar, me los decis -aseguro Samika ladeando la cabeza pero sonando claramente seria a pesar de lucia igual de calmada- Si alguien necesita que le enseñen las cosas veinte veces, pues se le enseña veinte veces…y no hay vergüenza en pedir ayuda. Posiblemente yo sea una de esas que necesitan que le enseñe las cosas varias veces…pero hey, si la ciega puede aprender a bailar, cualquiera puede. - añadió guiñándoles un ojo con humor y cero vergüenza o incomodidad, transmitiendo exactamente eso, confianza y buen ánimo.

-Si tenis igualmente cualquier incomodidad, vergüenza,  alguien os hace sentir mal, o teneis sugerencia o lo que sea, no dudéis en decirme, buscare la forma de responder o solucionar las cosas. Quiero que esto sea un grupo abierto y cómodo donde pasar el rato y desahogarse. Así que habladme…tengo colmillos, pero no muerdo – rio mostrando sus pequeños colmillos de murciélago con travesura, esperando que entendiese eso y que no iba a comerse a nadie por ir a consultarle o sugerirle algo

-En cuanto a los horarios, eso lo hablaríamos entre todos, sé que algunos tenéis trabajos- dijo viendo hacia donde estaba Rox al decir aquello- incluyéndome. Así que la idea es buscar un horario que pueda ser el más adecuado para la mayoría. También pensaba que las clases fuese al menos tres veces en semana, si ponemos más días ya es cosa de hablarlo, pero al menos que se cumplan esos tres día- continuo mientras se estiraba un poco pensando si se olvidaba de algo más que decir.

-Las clases en sí misma, se planearían de antemano al final de cada reunión. Si alguien sabe bailar algo y quiere enseñarlo, solo tiene que venir y decirme, si tiene música propia puede traerla también, se vería que se necesita y el siguiente día de clase esa persona daría su propia clase personal a los demás. Por tanto, serian clases sorpresa, salvo para mí y la persona que las realiza ¿interesante no? – añadido con humor intentando hacer entender antes de mirarle y añadir- Cuando tengamos los horarios de clases y los días, se pondrá en un anuncio en la entrada de la sala de entrenamientos, para los despistados. Y creo que no me olvido nada. Si tenéis cualquier sugerencia, duda o pregunta, ahora es el momento.

La puerta de la sala se abrió de nuevo y Abri entró algo acelerada, saludando con su voz enérgica y cantarina.

-¡Holaaaaa! Perdón, tenía reunión del escuadrón y he tenido que venir corriendo. ¿Llego muy tarde?

La frivy venía ya cambiada con unos leggins hasta la rodilla ajustados de color blanco y líneas grises, un sujetador deportivo a juego y unos playeros deportivos negros con marcas en rosa.

Entonces reparó en todos los presentes y al ver al cambiante abrió los ojos sorprendida pero entonces vio al pequeño y sonrió para él, pasando su atención completamente a este y poniéndose de cuclillas para estar a su altura.

-¡Oh pequeñin! ¿Ya mueves mejor la pierna?

Giró su cabeza viendo que Samika parecía ser el centro.

-Saaamika, ¿lo has organizado tú entonces? -Conocía a la Evaki del ejército y de vivir allí aunque no había tenido mucho trato con ella. Y a la inversa Samika podría haber oído rumores... quizás sobre lo libertina que era la relación entre ella y Raelene o quizás él como incluso algunos inmorales del ejercito la consideraban más sanguinaria y feroz que ellos mismos en el ardor de una batalla.

Se levantó de golpe y con su inagotable energía habitual se presentó. -Creo que ya me conoceis todos pero soy Dama Abrazos. ¡Encantada!

Rox se dejó presentar por Eitne, contento. Cuando la evaki reconoció su nombre la sonrisa del cambiante creció con una pizquita de orgullo.
—¡Sí! ¿Y tú eres amiga suya, verdad? ¡El placer es mío!
Puede que la energía del daeliciano fuera contagiosa, porque al igual que él el -ahora- moreno estaba radiante. Le guiñó un ojo cuando preguntó si vendría mucha gente, e consciente de que estaba preguntándoselo en exclusiva le respondió sin más, sin aparente contexto.

—¡Espero que sí! Cuantos más mejor. Así te luces delante de más público, ¿eh?

Le animaba ver a gente llegar, especialmente si eran compañeros de cosecha: le quitaban todo nervio que le quedase en el cuerpo. Saludó con gusto a Sinceridad, divertido por el comentario, y alzó las cejas en sorpresa al ver a Tayron.

—¡Ey! ¡Pero si es el rey Julien en persona! —desde luego aquel apuntaba a ser un grupo variopinto: un niño morado con pierna robótica, un ave con muchos ojos, un humano con cola de lemúr, una chica medio murciélago y... bueno, él se sentía hasta fuera de lugar sin cambios drásticos encima.
Escuchó con atención a las palabras de Samika, ahorrándose las bromas unos segundos para no interrumpirla. Le sorprendió saber que era ciega, y por suerte para ella no vería la cara de bobo que se le quedó al enterarse: «¿y cómo va a bailar?» se preguntó, y en seguida se autocontestó con humor: «Bueno, que carajo, vivimos en ciudad de los milagros.»

De cuando en cuando el cambiante emitía un sonido de afirmación, visto que asentir con la cabeza no funcionaría. Todo lo que decía era lógico, pero apreciaba que se tomase su tiempo en ello; la confianza y el respeto eran bases para cualquier trabajo en grupo, especialmente tratándose de algo como el baile. Él había experimentado esa vergüenza tan concreta en carne propia, así como los distintos ritmos de aprendizaje, y era bueno que se tuviera en cuenta. Rio a cada una de sus bromas, alegrándose mucho de haberse presentado: Samika le había caído muy bien extremadamente pronto, y eso en aquella ciudad era todo un récord.

—¡Bua, es genial como te lo has montado todo! Y sobre las clases...

Iba a formular una pregunta, pero justo entonces la puerta se abrió detrás suya. Rox se giró a ver quien había entrado e ipso facto deseó que la tierra se lo tragase. Que dama Abrazos se presentase ahí le hizo tensarse más que la vela de un barco en plena tormenta, tanto que todo su lenguaje corporal cambió al instante. Quizás Samika no pudiera verlo, pero para todos los demás sería bastante obvio: su expresión antes alegre ahora era pálida y enmudecida. Su cuerpo entero se puso muy recto, como un suricato que acaba de divisar peligro, su respiración se volvió manual y sus manos comenzaron a temblar ligeramente. Parecía a punto de perder la forma. Quizás estuviera magnificado por su ptsd o fuera simplemente el susto repentino, pero al cambiante le sobrevino un ataque de ansiedad silencioso.

Ahí estaba, la misma tipa que había estado evadiendo a toda costa en la Sede desde su incidente. La misma que se había burlado de Rena, Arcan y él en un estado vulnerable hasta picar a dos de ellos, la que les había humillado fisicamente aprovechándose de su inexperiencia, la misma que le hacía sentir vulnerable por conocer sus sentimientos hacia Milo y, como guinda del pastel, la que con un consejo moralista de mierda había involucrado la vida de los más pequeños si no se dejaban pisar. Puede que la chica no fuera consciente de que ya se sentían bastante responsables de ellos, ni que había añadido más carga psicológica a unos adolescentes forzados a hacer de tutores antes de tiempo. Por si la culpabilidad de que le pasase algo malo a los críos no fuese suficiente de antes.

Más que odio lo que sentía hacia dama Abrazos era miedo. De todos los veteranos que conocía, que en este punto no eran precisamente pocos, ella era la que más frío le dejaba: no habían tenido ningún encontronazo con nadie más. Los ex-letarguines no habían tardado en enterarse de lo sucedido puesto que Rena y él les pusieron al tanto el mismo día; con los tres pequeños, sin embargo, había sido diferente. Rox no había visto bien contárselo, así que no había ido más allá de una pequeña advertencia general por no meterles miedo, después de todo lo que habían pasado en la cosecha veía justo darles un respiro de las cosas jodidas a su alrededor. El problema vino cuando Eitne se presentó con las uñas pintadas por la guerrera. La cosa dio un giro de tuercas y Rena terminó cantando con pelos y señales, y en momentos así es cuando Rox agradecía encarecidamente que lo hubiera hecho.

—Eitne —le llamó en un tono grave, incapaz de controlar del todo el volumen que usaba debido a los nervios. Aquello fue lo único que logró articular, y tenía la esperanza de que fuera suficiente. Que se hubiera dirigido tan de tranquis al daeliciano le aterraba más si cabía.

El australiano sacó valor de nadie-sabe-donde para posicionarse más cerca del menor, evitando eso sí la mirada de la frivy a toda costa. Rox reconocía parte de su error, y es cierto que no habían tenido la mejor forma de reaccionar, pero ni eso excusaba lo que la otra había dicho y hecho. Irónico que Samika hubiera dado tanto énfasis en la comodidad del grupo segundos atrás.

Eitne saludó con la mano a Sinceridad y a Tay y sonrió de oreja a oreja al recibir el halago sobre su cinta.

—¡Gracias, Panda Gris! Tú también vas muy guay, aunque se te caen los pantalones —bromeó—. Ojalá venga más gente —siguió—, que de momento somos solo tres personas y dos pandas —y volvió a ensanchar la sonrisa, orgulloso de aquel chiste. Irónicamente, las tres personas eran una pájara llena de ojos, una murciélaga y un niño cojo de colores.

Samika dio por empezada la clase poco después y el niño escuchó atento. Cuando la evaki reveló que era ciega, se le abrió la boca y aspiró sorprendido.

—¡Eitne! —exclamó justo cuando Samika acabó, siguiendo las normas—. Mi voz no revela dónde estoy, pero siempre que hable alzaré la mano para que me veas… ¿Oigas? La verdad es que no se te nota que eres ciega, lo haces muy b…

Le interrumpió la llegada de dama Abrazos, tras la cual Eitne miró con preocupación a Rox. Después de que fuera a pintarse las uñas con ella, sus compañeros le contaron algo que no le gustó mucho sobre la guerrera y ahora tenía en su cabeza información contradictoria sobre ella. La misma persona que le había ofrecido su espacio personal se había portado feísimo con sus amigos y era una persona poderosa. Quizás demasiado.

—Hola. Ya ando mejor, sí —habló de forma que todos pudieran oírlo, pero con voz baja y un tono neutro, aunque adornado por los cascabeles, para lo que acostumbraba el daeliciano. Luego miró a dama Abrazos a los ojos y habló solo para ella—. Pórtate bien con Rox, por favor —le pidió, con la esperanza de que accediera (o de que su aura la coaccionara). Lo siguiente se lo diría solo a Rox, después de acercarse a él interpelado por su orden—. No va a pasar nada malo, te lo prometo.

Poco después de que llegara Sinceridad, llegó Tayron también. Después llegó la presentación. La "evaki", como se autodenominó la chica, les contó cómo iba a ser la dinámica del grupo. Eran clases, sí, pero todos harían las veces de aprendices e instructores. Le gustó el apunte de las normas de respetarse unos a otros. ¡Qué menos!

No conocía la transformación de Samika, por descontado, pero la vio bastante suelta pese a la ceguera así que dio por hecho que llevaría bastante tiempo acostumbrándose. De hecho, el comentario de sus sentidos le hizo pensar que quizá tuviera alguno más desarrollado para compensar.
—Por ejemplo... "Sinceridad: hace mucho que no bailo". ¿Así? —Así aprovechaba para practicar lo que les había pedido y dar un cachito de información sobre sí misma.

Después, llegó una desconocida. Era vecina de la Sede, pero no habían cruzado palabra. La roquense se giró para saludar y presentarse, pero notó sin problemas el cambio de gesto de Rox. Frunció el entrecejo sin tener ni idea de qué podría pasar o haber pasado entre ellos dos... Bueno, tres, ya que el cambiante llamó a Eitne en actitud protectora. No sabía nada, pero a ellos les conocía mientras que a ella no así que decidió estar atenta. Le sobraban ojos.
—Yo soy Sinceridad —le dijo sin mucha decoración, tan solo un gesto de cabeza sin acercarse. No quería que hiciera honor al deseo que se había puesto—. Justo estábamos hablando de la dinámica del grupo. Yo no sé si podría enseñaros algo porque en Tierra Bruja añadíamos el vuelo a los bailes y saltábamos mucho alrededor de hogueras, pero aquí no hay mucho sitio —se lamentó.

Tayron asintió ante el halago de Eitne y se rio por sus palabras, dejando que le llamara Panda Gris de nuevo. No era un mote que le molestara y a decir verdad el daeliciano desprendía una inocencia extraña que le despertaba ternura, no podía negarse.

-Oh, tío -murmuró cuando Rox le llamó Rey Julien- ¡Al fin! Obel nunca pilla mis bromas.
Luego se giró hacia la evaki con una sonrisa de oreja a oreja, le había llamado la atención sí, pero de manera desenfadada. Así que se permitió bromear un poquito, la expectación y las ganas por desenvolverse fuera de su zona de confort le mantenían alegre.
-Disculpa señorita -la imitó, al haberle llamado ella igual. Y continúo modulando la voz para que sonora más grave de lo que ya la tenía, en un intento de parecer masculino y sexy –pero es que estaba seguro de que no habías olvidado esta voz –y terminó riéndose llevándose sus dedos negros a la boca –Tayron “Yo también hace mucho que no bailo” -comentó tras Sinceridad e intentado evitar reírse por la brusquedad con la que Eitne llamaba ciega a Samika – peligro, espero que no tengáis los pies delicados, voy a pisaros mucho.

El discurso de la Evaki fue bastante claro, respeto y diversión, dos bases a las que Tayron estaba acostumbrado. Por lo tanto no tuvo ninguna duda, Samika lo había explicado todo muy bien y de hecho que fuera tres veces a la semana al menos en su caso que no trabajaba le venía bien. No tenía mucho que hacer salvo la práctica de algunos hechizos que tenía pensado, algunos básicos para comenzar a defenderse al menos, nunca se sabía. ¡Y joder! ¡Ojalá no acudiera de visita Ancas mientras estaba en el baile! No quería numeritos.

Pero alguien más llegó abriendo la puerta tras ellos y Tayron se giró reconociendo aquella voz enérgica. Dama Abrazos. Tragó saliva, aquello sería interesante. La tenía de vecina en la Sede pero no esperaba que se uniera al grupo. El encuentro que tuvo en la bahía con ella generaba en el lémur cierta incomodidad notable, no solo tocó las alas pétreas de su amigo sin permiso y con aquel toque loco que la caracterizaba, si no que osó sacarle el tema de la muerte de Dafne sin filtros como si lo conociera de toda la vida, y le propuso a la noruega juguetes sexuales para usarlos con él, como si no estuviera allí presente y alguien le hubiera dado luz verde para meterse en la puta vida sexual de dos personas a las que conocía de diez segundos. Si en inicio el belga no la mandó a la mierda es porque  decidió pasárselo bien y Guille por entonces estaba delante. Ahora no, por lo que esperaba que se comportara.
-Ey- la saludó con tono neutro, percatándose de varias cosas. La primera, que el daeliciano movía los labios pero de ellos no salía ningún sonido, al menos no uno que pudiera escuchar. Y la segunda y más importante que su recelo parecía ser compartido, quizás incluso con más intensidad por parte de Rox. ¿Qué había pasado para que el cambiante reaccionara de esa forma tan protectora con el niño?. Los únicos en los que no percibió nada en absoluto fueron Sinceridad y Samika. Permaneció con los brazos cruzados y a la espera con sus grandes ojos amarillos danzando de unos a otros, y pensó que como la roquense... él tampoco podía enseñar nada a nadie.

Acababa de terminar de hablar apenas y espero ver que decían. Viró su mirada hacia Sinceridad cuando esta siguió sus indicaciones de usar su nombre primero antes de hablar. Aunque con su tono de voz ubicarla era un poco más sencillo, por ser más característica.

-Sí, eso mismo es perfecto, Sinceridad, gracias. Y sobre el baile, ni te apures yo también llevo tiempo – aseguro Samika sin darle mucha importancia ni verse apurada por ello. Alzo una ceja aun así ante la respuesta de Tayron a su propio comentario anterior y rio levemente, negando con la cabeza cuando noto como parecía sonar algo más grave ¿estaba modulándola?

-Por supuesto que no olvidaría tal sexy voz, señorito Tayron "Julien" - dijo ella sonriendo claramente bromeando, entendiendo la broma que había dicho antes Rox, añadio- Bueno si tienes, aunque se aun poco…la marcha… de tu compatriota terrestre va a ser divertido, aunque lleves tiempo sin hacerlo, se te puede perdonar lo de los pies. Un lémur dando un espectáculo ¿no te suena de algo? - añadió Samika divertida rememorando la vez que se conocieron en el burdel, aunque no sabría si el entendería la referencia, así que sonrió acercándose un poco a ellos solo para que estuviera un poco dentro de su rango, aunque seguía siendo borrones de colorines. Asintió despacio ante la explicación del daeliciano de que levantaría su mano cuando le hablase, cosa que justamente hizo siguiendo su indicación.

-¡Comprendido, gracias Eitne, eso me será de mucha ayuda! – sonrió ante la explicación ya que su voz tenía algún tipo de particularidad. Escucho la voz emocionada de Rox, por descarte era la que quedaba y que parecia a punto de decirle algo también, una pregunta al parecer que no llego a terminar cuando de pronto la puerta de la sala se abrió. Samika movió ligeramente sus orejas instintivamente ante el sonido y ante la voz femenina que se llegó a oír que no reconoció tampoco.

La evaki vio un torbellino entrando ligeramente dentro de su campo visual, presentandose como Dama Abrazos. Oh si, le sonaba el nombre del ejército, se había intentado familiarizar al menos con nombres que escuchaba de vez en cuando, aunque no solía asociarlo con la gente hasta verlas ellas mismas. No le gustaba atender demasiado los rumores que siempre circulaban por los escuadrones...buenos o malos, no importaba, prefería hacerse su propia opinión de la gente ella misma. Así que de Dama abrazos solo conocía su nombre, que llevaba ya un tiempo en la ciudad, que era una Guerrera y que vivía también en la Sede, datos más bien generales.

-¡Bienvenida Dama Abrazos, no te preocupes llegas bien, ya di la explicación general de como serán las cosas por aquí, pero no tengo problemas en repetírtela!- añadió Samika sonriendo animada como había estado antes con los demás, aunque noto como el ambiente parecía cambiar un poco cuando la chica veterana se acercó al pequeño del grupo No supo porque o cual era motivo, Samika no podía ver las expresiones del resto sin acercarse pero si había aprendido a notar un poco el lenguaje corporal, al menos a esa distancia.

Pero sobretodo le llamo la atención las voces, el cambio en ellas que, aunque sutil vibraban con tal expresividad en sus oídos y formaban tal emoción en su mente, como si fuera capaz de ver sus rostros. Había ido de a poco familiarizándose con las voces, Eitne, Tayron y Sinceridad tenían tonos muy específicos y Rox por descarte era la que menos conocía, pero por asociación era la que quedaba, pues Dama Abrazos tenía una voz totalmente diferente.

Por eso noto el cambio. La voz totalmente emocionada a punto de decir algo de Rox minutos antes, se había cortado y una cierta tensión resonó en su voz cuando llamo al pequeño del grupo, al que notó que se le acercaba más. La voz alegre e hiperactiva llena de campanillas del daeliciano, también lo había hecho, volviéndose una más parca carente de esa alegría infantil de minutos atrás. Se le estaba escapando algo, lo sabía, pero no podía darle nombre salvo que aquello parecía haberse originado tras la llegada de Dama Abrazos, como si su animada y alegre entrada, lejos de transmitir esa alegría, hubiera enrarecido el aire.

<< Mm, no se si abrá ocurrido algo entre todos ellos >> pensó Samika aun sonriendo suavemente, acercándose un poco, dio un suave golpecito de llamada de atención sobre Dama Abrazos tocando su brazo.

-Venga, venga tu impetuosa energía los está incomodando, dales un poco de espacio, no todo el mundo sabe tratar con esas cosas -añadió Samika con una una risa, antes de girar su cabeza hacia el resto escuchando de nuevo la voz de Sinceridad y acercárseles solo un poco, inconscientemente parándose entre ellos y Dama Abrazos, aunque fue realmente casual.

-No te preocupes Sinceridad, podemos hacerlo. Incluso si alguno no podéis volar, se puede saltar, se puede levitar, es algo flexible y es cosa de echarle imaginación o adaptarlo. Si queréis hacer algo, pero pensáis que no es posible, solo decirme, buscare opciones– aseguro Samika transmitido una suave emoción, no desdeñando su idea, una alegría casi pura de aprender y probar todo las posibilidadaes- Tal vez aquí no se podría hacer, es cierto, pero podemos ir a las montañas, o a la bahía si despejamos un poco el suelo, usar fuego mágico que no quema y hasta hacerlo de colores. ¿Conocéis el hechizo? Si no, puedo enseñaros, yo no puedo hacer magia, pero se me algunos - exclamo Samika sonriéndoles de forma amena, transmitiendo alegría, tranquilidad poniendo sus manos en la cintura, para inclinarse un poco

-Danzar entre llamas verdes, azules, moradas, poder pisarlas sin dañarte, con el cielo de fondo si vamos en a la montaña, el horizonte y el mar si vamos a la bahía ¿no suena ya mágico de por sí? – expreso Samika sonriéndoles ampliamente, transmitiendo a través de su voz esa incuestionable alegría animada y cómoda-. Voy a explicarle todo a Dama Abrazos, ¿de acuerdo? Pero para que no tengáis que escuchar toda mi perorata de nuevo, podéis hacer algunos estiramientos mientras le cuento – les aconsejo Samika mirando sus borrosas formas, señalando hacia el articulo terrestre encantado para poder escuchar música.

-Tambien podeis escuchar la musica que traje, a ver si alguno cae en que os enseñare, aunque posiblemente solo los humanos podáis entenderlo. -añadió de forma suave pero traviesa- Daré yo la primera clase, o algo así ¿de acuerdo? Lo que yo conozco. No soy tampoco la mejor maestra ni mucho menos, pero puede ser entretenido. Mas tarde también veremos sobre los horarios y todo eso. Tambien si teneis alguna pregunta – sonrió Samika animándoles a escuchar la música mientras tanto antes de mirar de nuevo a Dama Abrazos con clara intención de explicarle de que iría el curso, como sería y las normas, dándole un poco de espacio al resto de novatos para escuchar la musica