Torreón Letargo (Archivo VII)
+7
Yber
Evanna
Cuervo
Red
Muffie
Lathspell
LEC
11 participantes
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Torreón Letargo (Archivo VII)
21/03/18, 01:03 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La sinhadre permaneció pensativa cuando varios hicieron notar que la comida solo sabía mal a veces, recordando que ella misma también lo podía corroborar.
—¡Es cierto! Qué extraño… Que hechizo más raro.
Estaba de acuerdo con Milo en que prefería pensar que fuese cosa de magia y no de alguna porquería como la que había sugerido Rox. Además, en ese caso la comida tendría mal aspecto, ¿no?
>>¡Por supuesto que no! —añadió inmediatamente cuando el irrense le dijo a Neil que no era culpa suya, olvidándose de comentar su anterior pensamiento—. Tú eres el mejor cocinero que conozco: es imposible que sea cosa tuya.
Guille, como de costumbre, continuó arrancándole varias risotadas y, poco después, la apreciación de Eitne desmentida inmediatamente por la propia mona del queso le hizo reír aún más. Aunque para ella resultaba todavía más claro que si también las ramitas estaban malas tenía que ser cosa de magia. El daeliciano le respondió a su pregunta entonces y en un principio Adru compuso una expresión levemente alarmada. Tenía un "¡eso sería horrible!" en la punta de la lengua, pero por una vez recordó que no era la mejor idea soltar el primer pensamiento que le había venido a la cabeza. Lo último que necesitaba el niño era entrar en pánico.
—N-no… ¡No te alarmes, Eitne! —Su vacilzación y gestos exagerados posiblemente resultasen menos convincentes de lo que pretendía—. Además no parece que sean muy buenos lanzando maldiciones porque la comida sabe bien a veces —añadió con una risilla.
No siguió pensando en la inquietante posibilidad que el daeliciano había planteado porque volvió a fijarse en el muñeco de Guille. Zob lo había reconocido como un animal de su mundo… Tenía que pertenecer a un nublino.
—¿Se habrán dejado olvidado ese muñeco aquí el grupo de Ellie y Lulú? —se le ocurrió de pronto, aunque olvidando de tener en cuenta que había pasado una cantidad de tiempo considerable desde aquel encuentro como para que fuese probable.
La sinhadre permaneció pensativa cuando varios hicieron notar que la comida solo sabía mal a veces, recordando que ella misma también lo podía corroborar.
—¡Es cierto! Qué extraño… Que hechizo más raro.
Estaba de acuerdo con Milo en que prefería pensar que fuese cosa de magia y no de alguna porquería como la que había sugerido Rox. Además, en ese caso la comida tendría mal aspecto, ¿no?
>>¡Por supuesto que no! —añadió inmediatamente cuando el irrense le dijo a Neil que no era culpa suya, olvidándose de comentar su anterior pensamiento—. Tú eres el mejor cocinero que conozco: es imposible que sea cosa tuya.
Guille, como de costumbre, continuó arrancándole varias risotadas y, poco después, la apreciación de Eitne desmentida inmediatamente por la propia mona del queso le hizo reír aún más. Aunque para ella resultaba todavía más claro que si también las ramitas estaban malas tenía que ser cosa de magia. El daeliciano le respondió a su pregunta entonces y en un principio Adru compuso una expresión levemente alarmada. Tenía un "¡eso sería horrible!" en la punta de la lengua, pero por una vez recordó que no era la mejor idea soltar el primer pensamiento que le había venido a la cabeza. Lo último que necesitaba el niño era entrar en pánico.
—N-no… ¡No te alarmes, Eitne! —Su vacilzación y gestos exagerados posiblemente resultasen menos convincentes de lo que pretendía—. Además no parece que sean muy buenos lanzando maldiciones porque la comida sabe bien a veces —añadió con una risilla.
No siguió pensando en la inquietante posibilidad que el daeliciano había planteado porque volvió a fijarse en el muñeco de Guille. Zob lo había reconocido como un animal de su mundo… Tenía que pertenecer a un nublino.
—¿Se habrán dejado olvidado ese muñeco aquí el grupo de Ellie y Lulú? —se le ocurrió de pronto, aunque olvidando de tener en cuenta que había pasado una cantidad de tiempo considerable desde aquel encuentro como para que fuese probable.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
06/08/18, 11:01 am
El llanto obligaba a Rox a boquear como pez fuera del agua. Toda palabra de ánimo le sonaba a vacío, e incluso le enfurecía. ¿Por qué decían que todo iba bien? ¿Acaso no tenían ojos en la cara? ¿Qué mas daba que estuvieran todos juntos si nadie podía hacer nada?
«¡Me la suda! ¡Yo no quiero estar aquí, odio esto! ¡Solo quiero salir de este puto mundo!», pensó entre temblores, escondiendo con más fuerza la cabeza.
Fue el ¿grito? de Eitne lo único que logró detener sus lágrimas. La inestabilidad le hizo perder cada copia que había hecho, desvaneciéndolas en una pequeña corriente de hilos hasta volver a ser, enteramente, un muñeco de cuerda. Con timidez, ya sin ojos con los que llorar, levantó la cabeza para ver al daeliciano. O lo que se supone que fuese la masa de humo.
—Lo... lo siento... —murmuró, entre arrepentido e intimidado.
Milo se había ido en el peor momento, y lo mismo quería hacer ahora Rox. La situación le superaba. No quería levantarse del sofá, y si lo hacía iba a ser para pillar puerta. Lanzó una mirada hacia la entrada, allí donde estaban sus huesos, y un escalofrío le enredó los hilos. Volvía a hiperventilar. Se lamentó por haber perdido su cuerpo, por estar demasiado paralizado para hacer algo útil por los demás, por querer huir. Culpable y egoísta a la par, perseguido por sus propios pensamientos. El ataque de ansiedad le duraría lo suficiente como para no ser capaz de moverse un ápice del sillón, cada vez más recogido sobre sí mismo y, literalmente, menguando en tamaño. El corazón se le había subido a la garganta, y no de forma metafórica.
«Todo va a salir bien, todo va a salir bien», se repitió una y otra vez, sin resultado alguno. Con semejante escenario, muchas veces tendría que repetirlo para engañarse.
«¡Me la suda! ¡Yo no quiero estar aquí, odio esto! ¡Solo quiero salir de este puto mundo!», pensó entre temblores, escondiendo con más fuerza la cabeza.
Fue el ¿grito? de Eitne lo único que logró detener sus lágrimas. La inestabilidad le hizo perder cada copia que había hecho, desvaneciéndolas en una pequeña corriente de hilos hasta volver a ser, enteramente, un muñeco de cuerda. Con timidez, ya sin ojos con los que llorar, levantó la cabeza para ver al daeliciano. O lo que se supone que fuese la masa de humo.
—Lo... lo siento... —murmuró, entre arrepentido e intimidado.
Milo se había ido en el peor momento, y lo mismo quería hacer ahora Rox. La situación le superaba. No quería levantarse del sofá, y si lo hacía iba a ser para pillar puerta. Lanzó una mirada hacia la entrada, allí donde estaban sus huesos, y un escalofrío le enredó los hilos. Volvía a hiperventilar. Se lamentó por haber perdido su cuerpo, por estar demasiado paralizado para hacer algo útil por los demás, por querer huir. Culpable y egoísta a la par, perseguido por sus propios pensamientos. El ataque de ansiedad le duraría lo suficiente como para no ser capaz de moverse un ápice del sillón, cada vez más recogido sobre sí mismo y, literalmente, menguando en tamaño. El corazón se le había subido a la garganta, y no de forma metafórica.
«Todo va a salir bien, todo va a salir bien», se repitió una y otra vez, sin resultado alguno. Con semejante escenario, muchas veces tendría que repetirlo para engañarse.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
06/08/18, 11:59 pm
Para Milo, que no notaba el influjo de la Luna sobre su persona, aquel caos era abrumador. Sus compañeros estaban aterrados, superados por la situación, y la mayoría de ellos estaba experimentando cambios terribles.
—No, no, no... —murmuraba el irrense una y otra vez sin saber donde mirar, incapaz de moverse del sitio o de ayudar a los demás.
La cantidad de cosas a las que debía reaccionar aumentaban por momentos, pero cuando oyó el grito de Rox y se giró hacia el nuevo cambiante el norteño pudo presenciar en primera fila el primer amago de copia del coreano. Reconoció sus propios ojos en los de su amigo, algo de los más perturbador, y cuando empezó a llorar el moreno estuvo a punto de imitarle.
—Todo va a salir bien... —repitió como un loro las palabras del pequeño Guille, tratando de concentrarse, pero antes de poder hacerlo el enorme oso en el que se había convertido Rena se le acercó con cara de malas pulgas, ahogando con sus rugidos la voz casi hipnótica de Eitne.
La experiencia que vivió a continuación fue una de las cosas más terroríficas de su vida y le dejó temblando en el sitio, con la mirada perdida en algún punto de la pared mientras su compatriota se alejaba en dirección a Adru. Tardó unos segundos en volver en si, pero cuando lo consiguió estaba mucho más centrado, y por eso supo que responderle al aurva cuando el hechizo que había empleado sobre su edeel no funcionó de forma apropiada.
—Esta cambiando, Neil, como todos, y si cierras la herida está se volverá a abrir hasta que haya terminado de crecer lo que sea que está abriéndose paso desde su interior... —le dijo al muchacho, sujetando sus manos para tratar de calmarlo—. Debemos ayudarles, pero no con magia. —añadió, sosteniéndole la mirada con firmeza en medio de aquel caos.
Era muy difícil no dejarse llevar por los gritos y lamentos de sus compañeros, pero los pocos que estaban bien debían coordinarse para ayudar a los demás. De ellos dependía que aquel proceso de cambio fuera lo más llevadero posible, porque si de algo estaba seguro el irrense era de que aquello solo era algo temporal.
—Vamos a acomodarlos a todos y luego limpiamos sus heridas, ¿de acuerdo? —les dijo al humano y al sinhadre, ayudando a Adru a tomar asiento en el sofá junto a Rox.
Durante los siguientes minutos el norteño se dedicó a tranquilizar a los letarguinos con más o menos efecto, diciéndole al daeliciano que no iba a desaparecer y a Nime que no se rascara con tanta fuerza. Les llevaron a todos a los sofás, entre sollozos, y el irrense se apresuró a acomodar a Zob con los demás. Su estado era lamentable, pero oirle pedir disculpas fue casí peor que verle de aquella manera.
—No es tu culpa, Zob, no pidas perdón. —susurró, saliendo al pozo a por agua con paso apresurado mientras dejaba a Neil y a Guille reuniendo trapos.
El norteño se movía casi como un autómata, tratando de no pensar demasiado en todo aquello para limitarse a actuar. Si se dejaba llevar por sus pensamientos tal vez comenzara a preguntarse porque a él no le estaba afectando la Luna y empezaría a sentirse culpable, algo que no le convenía a nadie en aquel momento.
—Todo va a salir bien. —repitió una vez más, izando los cubos de agua desde el pozo en medio de la tormenta antes de regresar al interior del torreón perseguido por su bola de cobre.
—No, no, no... —murmuraba el irrense una y otra vez sin saber donde mirar, incapaz de moverse del sitio o de ayudar a los demás.
La cantidad de cosas a las que debía reaccionar aumentaban por momentos, pero cuando oyó el grito de Rox y se giró hacia el nuevo cambiante el norteño pudo presenciar en primera fila el primer amago de copia del coreano. Reconoció sus propios ojos en los de su amigo, algo de los más perturbador, y cuando empezó a llorar el moreno estuvo a punto de imitarle.
—Todo va a salir bien... —repitió como un loro las palabras del pequeño Guille, tratando de concentrarse, pero antes de poder hacerlo el enorme oso en el que se había convertido Rena se le acercó con cara de malas pulgas, ahogando con sus rugidos la voz casi hipnótica de Eitne.
La experiencia que vivió a continuación fue una de las cosas más terroríficas de su vida y le dejó temblando en el sitio, con la mirada perdida en algún punto de la pared mientras su compatriota se alejaba en dirección a Adru. Tardó unos segundos en volver en si, pero cuando lo consiguió estaba mucho más centrado, y por eso supo que responderle al aurva cuando el hechizo que había empleado sobre su edeel no funcionó de forma apropiada.
—Esta cambiando, Neil, como todos, y si cierras la herida está se volverá a abrir hasta que haya terminado de crecer lo que sea que está abriéndose paso desde su interior... —le dijo al muchacho, sujetando sus manos para tratar de calmarlo—. Debemos ayudarles, pero no con magia. —añadió, sosteniéndole la mirada con firmeza en medio de aquel caos.
Era muy difícil no dejarse llevar por los gritos y lamentos de sus compañeros, pero los pocos que estaban bien debían coordinarse para ayudar a los demás. De ellos dependía que aquel proceso de cambio fuera lo más llevadero posible, porque si de algo estaba seguro el irrense era de que aquello solo era algo temporal.
—Vamos a acomodarlos a todos y luego limpiamos sus heridas, ¿de acuerdo? —les dijo al humano y al sinhadre, ayudando a Adru a tomar asiento en el sofá junto a Rox.
Durante los siguientes minutos el norteño se dedicó a tranquilizar a los letarguinos con más o menos efecto, diciéndole al daeliciano que no iba a desaparecer y a Nime que no se rascara con tanta fuerza. Les llevaron a todos a los sofás, entre sollozos, y el irrense se apresuró a acomodar a Zob con los demás. Su estado era lamentable, pero oirle pedir disculpas fue casí peor que verle de aquella manera.
—No es tu culpa, Zob, no pidas perdón. —susurró, saliendo al pozo a por agua con paso apresurado mientras dejaba a Neil y a Guille reuniendo trapos.
El norteño se movía casi como un autómata, tratando de no pensar demasiado en todo aquello para limitarse a actuar. Si se dejaba llevar por sus pensamientos tal vez comenzara a preguntarse porque a él no le estaba afectando la Luna y empezaría a sentirse culpable, algo que no le convenía a nadie en aquel momento.
—Todo va a salir bien. —repitió una vez más, izando los cubos de agua desde el pozo en medio de la tormenta antes de regresar al interior del torreón perseguido por su bola de cobre.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
07/08/18, 01:18 am
Nime retrocedió lentamente, huyendo de todo lo que veía y oía, hasta dar con la espalda en una pared. Sonó como piedra contra piedra. No había adónde escapar. Las uñas con las que rascaba sus brazos empezaron a sentirse débiles, no solo débiles contra la roca que surgía de su piel, sino que literalmente comenzaron a desprenderse. Gimió, asustada. Lo mismo estaba empezando a suceder con sus dientes.
Podía sentir algo abrirse paso a través de su carne tanto en los dedos como en las encías, y la boca le sabía a sangre. Nime quería un espejo. Quería ver qué clase de aberraciones estaban sucediendo en ella, qué le esperaba al mirarse a partir de ese día. También quiso llorar, pero sus ojos estaban completamente secos. Ni siquiera podía cerrarlos.
Percatarse de eso la hizo llevarse las manos a la cara, manchándose de sangre, que también le entró en los ojos. Chilló de horror. No sabía qué hacer, así que se deslizó hasta el suelo y se hizo un ovillo abrazando sus rodillas. Aquello debía terminarse en algún momento. Si no era así, no sabría qué hacer.
—Lo siento —farfulló, aunque sus compañeros no fuesen a oírla. No podía ayudar a nadie.
Podía sentir algo abrirse paso a través de su carne tanto en los dedos como en las encías, y la boca le sabía a sangre. Nime quería un espejo. Quería ver qué clase de aberraciones estaban sucediendo en ella, qué le esperaba al mirarse a partir de ese día. También quiso llorar, pero sus ojos estaban completamente secos. Ni siquiera podía cerrarlos.
Percatarse de eso la hizo llevarse las manos a la cara, manchándose de sangre, que también le entró en los ojos. Chilló de horror. No sabía qué hacer, así que se deslizó hasta el suelo y se hizo un ovillo abrazando sus rodillas. Aquello debía terminarse en algún momento. Si no era así, no sabría qué hacer.
—Lo siento —farfulló, aunque sus compañeros no fuesen a oírla. No podía ayudar a nadie.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
07/08/18, 02:38 am
Vio a Rena acercarse a ella y negó con la cabeza.
—Yo no… no necesito ayuda… El resto…
Le hubiese sido difícil desembarazarse de la firme sujeción de la osa en condiciones óptimas, en aquellas era completamente imposible. Cerró los ojos mientras le lamía la sangre de la cara y cuando volvió a abrirlos estaban plagados de lágrimas. El contacto de Rena era muy reconfortante: daba igual qué aspecto tuviera, para ella seguiría siendo la irrense fuerte a la que admiraba. Tal y como había dicho hacía varios meses: no importaba cuanto cambiasen por fuera, seguirían siendo ellos. Abrazó a Rena, empapando la piel dela osa con lágrimas y sangre, que seguía brotando a pesar de los intentos de la irrense por evitarlo.
Neil también quiso evitarlo, pero por desgracia para cada una de las partes solo consiguió empeorarlo. Milo le advirtió, pero tarde: el aurva solo había conseguido empeorarlo. El alivio momentáneo fue sustituido por un dolor todavía más agudo de lo que había estado notando hasta aquel momento. Finalmente, Adru gritó, posiblemente más alto de lo que lo había hecho Eitne hacía escasos segundos.
No lo hubiera podido saber, porque en ese momento el mundo se volvió solo imagen. Algo se abría paso en su cabeza de una forma lenta, pero horriblemente tortuosa. Notaba también dolor cerca del trasero y una sensación desagradable en la nariz, además, pero no era nada en comparación con el tormento de su cabeza. Sus propios gritos resonaban en el interior de su cráneo, porque sus oídos habían dejado de funcionar.
La edeel estaba tirada en el suelo, aunque no sabía cuándo ni cómo había perdido la verticalidad. Sangraba copiosamente por la cabeza, cuatro chorretones que se fundían en uno solo al llegar a su cuello. Su nariz se acortaba y durante unos instantes le costó respirar, aunque ella no sabía qué estaba ocurriendo. Algo estaba molestándole en la espalda: parecía que se hubiera echado sobre alguna cosa blanda pero incómoda. Se dio la vuelta, permitiendo que el resto pudiese ver aquella bola peluda que asomaba en su rabadilla. Aunque probablemente lo que más llamaría la atención de ella en aquellos instantes sería lo que por fin se estaba dejando ver emergiendo de las heridas de su cráneo: la punta de unas orejas animales y de un par de cuernos.
—¿Qu… Qué… me está…?
—Yo no… no necesito ayuda… El resto…
Le hubiese sido difícil desembarazarse de la firme sujeción de la osa en condiciones óptimas, en aquellas era completamente imposible. Cerró los ojos mientras le lamía la sangre de la cara y cuando volvió a abrirlos estaban plagados de lágrimas. El contacto de Rena era muy reconfortante: daba igual qué aspecto tuviera, para ella seguiría siendo la irrense fuerte a la que admiraba. Tal y como había dicho hacía varios meses: no importaba cuanto cambiasen por fuera, seguirían siendo ellos. Abrazó a Rena, empapando la piel dela osa con lágrimas y sangre, que seguía brotando a pesar de los intentos de la irrense por evitarlo.
Neil también quiso evitarlo, pero por desgracia para cada una de las partes solo consiguió empeorarlo. Milo le advirtió, pero tarde: el aurva solo había conseguido empeorarlo. El alivio momentáneo fue sustituido por un dolor todavía más agudo de lo que había estado notando hasta aquel momento. Finalmente, Adru gritó, posiblemente más alto de lo que lo había hecho Eitne hacía escasos segundos.
No lo hubiera podido saber, porque en ese momento el mundo se volvió solo imagen. Algo se abría paso en su cabeza de una forma lenta, pero horriblemente tortuosa. Notaba también dolor cerca del trasero y una sensación desagradable en la nariz, además, pero no era nada en comparación con el tormento de su cabeza. Sus propios gritos resonaban en el interior de su cráneo, porque sus oídos habían dejado de funcionar.
La edeel estaba tirada en el suelo, aunque no sabía cuándo ni cómo había perdido la verticalidad. Sangraba copiosamente por la cabeza, cuatro chorretones que se fundían en uno solo al llegar a su cuello. Su nariz se acortaba y durante unos instantes le costó respirar, aunque ella no sabía qué estaba ocurriendo. Algo estaba molestándole en la espalda: parecía que se hubiera echado sobre alguna cosa blanda pero incómoda. Se dio la vuelta, permitiendo que el resto pudiese ver aquella bola peluda que asomaba en su rabadilla. Aunque probablemente lo que más llamaría la atención de ella en aquellos instantes sería lo que por fin se estaba dejando ver emergiendo de las heridas de su cráneo: la punta de unas orejas animales y de un par de cuernos.
—¿Qu… Qué… me está…?
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
07/08/18, 05:37 pm
Aquello estaba volviéndose cada vez mas surreal, en especial con la capitana gritando, y la osa cuidándola, esa escena ni la Luna la habría podido imaginar. No se había dado cuenta pero el nublino estaba tirado en el suelo, a pesar de que Milo lo había ayudado a recostarse en el sofá. La situación era lo que en la tierra llamarían un dolor en el culo, y así era literalmente para Zob. Estaba tirado en el suelo apoyándose en sus codos, con fuertes punzadas en sus manos que le decían que había tratado de sostenerse de manera habitual. El dolor en la parte baja de la espalda era ya demasiado, lo que opacaba la serie de ardores y punzadas que sentía en todos lados. La cola que le estaba creciendo le producía una sensación incluso más rara que la de las uñas. Los ojos de Zobriel ya no botaban lagrimas pero los sentía hinchados, como si hubiera algo mas allí. No podía hablar bien y prefería no hacerlo, definitivamente Adru había tenido razón en decir que no podría solo, y para bien o para mal, Milo no podía solo.
Las heridas de sus dedos habían dejado de sangrar y quemar al contacto con el aire, dejando solo la sensación de palpitación del dolor remanente. Quiso ver bien en que estaban transformándose sus manos pero el dolor lo obligaba a cerrar los ojos y apretar los dientes para no gritar. Ya ni siquiera reconocía su boca al morder.... "Nadie tendrá cola ni cuernos.....vaya mentira" pensó acurrucado de dolor antes de abrir los ojos y ver las incipientes puntas de sus dedos que ya no parecían las de un nublino. Prefirió cerrar los ojos para no pensar en la clase de ser en que se volvería, cuando sintió un movimiento en sus ojos. No era nada doloroso esta vez, pero llevaba una vida entera cerrando los ojos y parpadeando, y siempre lo había hecho bien ¿no? y ahora había otro movimiento allí. -No no no no...mis ojodhss ....Milo, Nheil, ¡¿Que tiene misss ojoss!? - dijo con el pánico apoderándose de el de nuevo.
Las heridas de sus dedos habían dejado de sangrar y quemar al contacto con el aire, dejando solo la sensación de palpitación del dolor remanente. Quiso ver bien en que estaban transformándose sus manos pero el dolor lo obligaba a cerrar los ojos y apretar los dientes para no gritar. Ya ni siquiera reconocía su boca al morder.... "Nadie tendrá cola ni cuernos.....vaya mentira" pensó acurrucado de dolor antes de abrir los ojos y ver las incipientes puntas de sus dedos que ya no parecían las de un nublino. Prefirió cerrar los ojos para no pensar en la clase de ser en que se volvería, cuando sintió un movimiento en sus ojos. No era nada doloroso esta vez, pero llevaba una vida entera cerrando los ojos y parpadeando, y siempre lo había hecho bien ¿no? y ahora había otro movimiento allí. -No no no no...mis ojodhss ....Milo, Nheil, ¡¿Que tiene misss ojoss!? - dijo con el pánico apoderándose de el de nuevo.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
08/08/18, 01:06 am
Eitne se hizo pequeño igual que se hizo liviano. No sabía muy bien qué era lo que había querido provocar en Rox cuando le gritó, pero ver cómo le afectó al humano borró cualquier rasgo de enfado e hizo que sus labios le temblaran, de nuevo a punto de llorar. ¿Qué había hecho? El coreano parecía haber reculado con todo su cuerpo, asustado, y se había vuelto a convertir en aquel juguete triste de hilos blancos. Eitne se llevó las manos a la cara para taparse, avergonzado por su propio comportamiento, pero al comprobar que no veía sus manos por debajo del humo, no hizo sino asustarse más. Permaneció sentado hasta que Milo hizo por moverlos a todos. Cuando Eitne se levantó, su cuerpo inconsistente no fue capaz de sujetar la ropa y todas sus prendas cayeron al suelo. El niño quedó desnudo, pero tapado por todo el humo que se había apoderado de él, y saltó a la pata coja hasta el sofá, donde se hizo un ovillo y lloró en silencio.
Tal vez Rox no se hubiera equivocado. La fantasma que vieron no era negra, ni él era translúcido. La luz no pasaba a través de la espesura negra en la que se estaba convirtiendo. Lo primero que pensó fue que habría preferido ser humo de colores, habría sido una forma más bonita de desvanecerse. Luego pensó que al menos había vetas rosas, como sus ojos, y se preguntó por qué esas sí, pero moradas o azules no. Se sentía desnudo (porque lo estaba), pero había algo en el humo que no le permitía concebirlo como algo externo, como la ropa. Eitne intuía que era una parte de él.
Guardó silencio y contempló al resto de sus amigos a través de la neblina oscura que comenzaba a tapar sus ojos. Rena era una osa; Rox, un peluche; Guille tenía muchas manos; Neil, muchas velas; a Milo lo seguía una bola de metal; a Nime le nacían cristales por los brazos… Luego estaban Pam, que seguía atrapada en un capullo, y Adru y Zobriel, que no solo parecían sufrir por dentro, sino también por fuera. Los gritos de Adru se le antojaron especialmente desgarradores. El humo entero se estremecía al escucharlos.
De vez en cuando miraba de reojo a Rox, con gesto culpable. Hasta que finalmente se animó a hablarle.
—Rox, lo… lo siento mucho. —Su voz era un susurro, pero la cambiante no tendría problemas en oírlo. De fondo sonaba el tintineo de unos cascabeles—. ¿Me perdonas? —En mitad de la pregunta, los cascabeles se fueron y la voz de Eitne sonó un pelín más grave y un mucho más ronca.
Eitne no dijo nada, pero así sonaban los mayores que fumaban en el pueblo. Pensó que, si estaba ya a punto de desvanecerse, quería hacer las paces con Rox. No quería que le mandaran una carta al lugar donde se iban los muertos si todavía tenía tiempo para arreglarlo. En eso estaba pensando cuando vio a Nime derrumbarse. Eitne se inclinó y le puso una mano negra en el hombro, con la intención de darle consuelo. Como no sabría si la iría a notar, le dijo con la misma voz ronca:
—No es culpa tuya...
Y es que daba igual a qué se refiriera la libense, Eitne solo podía llevar razón en eso. Era la única verdad que atesoraba en aquella noche roja y caótica. Los habían traído a todos contra su voluntad, los habían abandonado en un lugar feísimo a su suerte y el resto de la historia ya la conocían todos: no tuvieron decisión que tomar, los habían condenado a morir o a sufrir bajo la Luna Roja.
Cuando el humo cubrió por completo sus ojos, Eitne los cerró y recordó a su yaya. Quería que su abuela fuera lo último en lo que pensara antes de desaparecer.
Tal vez Rox no se hubiera equivocado. La fantasma que vieron no era negra, ni él era translúcido. La luz no pasaba a través de la espesura negra en la que se estaba convirtiendo. Lo primero que pensó fue que habría preferido ser humo de colores, habría sido una forma más bonita de desvanecerse. Luego pensó que al menos había vetas rosas, como sus ojos, y se preguntó por qué esas sí, pero moradas o azules no. Se sentía desnudo (porque lo estaba), pero había algo en el humo que no le permitía concebirlo como algo externo, como la ropa. Eitne intuía que era una parte de él.
Guardó silencio y contempló al resto de sus amigos a través de la neblina oscura que comenzaba a tapar sus ojos. Rena era una osa; Rox, un peluche; Guille tenía muchas manos; Neil, muchas velas; a Milo lo seguía una bola de metal; a Nime le nacían cristales por los brazos… Luego estaban Pam, que seguía atrapada en un capullo, y Adru y Zobriel, que no solo parecían sufrir por dentro, sino también por fuera. Los gritos de Adru se le antojaron especialmente desgarradores. El humo entero se estremecía al escucharlos.
De vez en cuando miraba de reojo a Rox, con gesto culpable. Hasta que finalmente se animó a hablarle.
—Rox, lo… lo siento mucho. —Su voz era un susurro, pero la cambiante no tendría problemas en oírlo. De fondo sonaba el tintineo de unos cascabeles—. ¿Me perdonas? —En mitad de la pregunta, los cascabeles se fueron y la voz de Eitne sonó un pelín más grave y un mucho más ronca.
Eitne no dijo nada, pero así sonaban los mayores que fumaban en el pueblo. Pensó que, si estaba ya a punto de desvanecerse, quería hacer las paces con Rox. No quería que le mandaran una carta al lugar donde se iban los muertos si todavía tenía tiempo para arreglarlo. En eso estaba pensando cuando vio a Nime derrumbarse. Eitne se inclinó y le puso una mano negra en el hombro, con la intención de darle consuelo. Como no sabría si la iría a notar, le dijo con la misma voz ronca:
—No es culpa tuya...
Y es que daba igual a qué se refiriera la libense, Eitne solo podía llevar razón en eso. Era la única verdad que atesoraba en aquella noche roja y caótica. Los habían traído a todos contra su voluntad, los habían abandonado en un lugar feísimo a su suerte y el resto de la historia ya la conocían todos: no tuvieron decisión que tomar, los habían condenado a morir o a sufrir bajo la Luna Roja.
Cuando el humo cubrió por completo sus ojos, Eitne los cerró y recordó a su yaya. Quería que su abuela fuera lo último en lo que pensara antes de desaparecer.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mentalPersonajes : ·Guillermo: Humano Brujo de las Pendicularia
·Sarah: Humana y enterradora
Armas : ·Guillermo: ¿El poder de la amistad? y manos.
·Sarah: Lanza y pala
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
08/08/18, 10:59 am
Guille siguió hablando mientras se acercaba a ellos, con la voz entre cortada e impidiendo que se le cayeran los mocos.
-Había un monstruo debajo de mi cama y me atrapo, pero Rena me salvó, ¿es un oso precioso verdad? - fue entonces cuando vio la sangre de Adru y Zobriel, y en el suelo un capullo enorme y acurrucado en el sofá lo que parecía ser un Rox pequeño y formado por una amalgama de hilos.
-…Voy- respondió inmediatamente al comentario de Milo y si dirigió corriendo a la cocina para preparar lo que fuera necesario para las heridas.
Mientras tanto las primeras Pendicularias se animaron a entrar, una se colocó alado del capullo de Pam, dando golpecitos con curiosidad, otra encontró a Rox y se acercó y comenzó a acariciar con cuidado como una manera de saludar y animarle. Dos o tres se encontraban en el suelo saliendo de debajo del sofá o en alguna esquina con pinta de tomar el sol.
Guillermo continúo ayudando y cuando volvió al salón, con trapos y agua, lo primero que vio fue a Eitne siendo cubierto por el humo negro, pudo escuchar sus últimas palabras, se acercó a Nime.
- ¡Sois tonto! - comenzó a decir llorando- ¡No es culpa de nadie! ¡Dejar de disculparos! Os vais a poner bien…
-Había un monstruo debajo de mi cama y me atrapo, pero Rena me salvó, ¿es un oso precioso verdad? - fue entonces cuando vio la sangre de Adru y Zobriel, y en el suelo un capullo enorme y acurrucado en el sofá lo que parecía ser un Rox pequeño y formado por una amalgama de hilos.
-…Voy- respondió inmediatamente al comentario de Milo y si dirigió corriendo a la cocina para preparar lo que fuera necesario para las heridas.
Mientras tanto las primeras Pendicularias se animaron a entrar, una se colocó alado del capullo de Pam, dando golpecitos con curiosidad, otra encontró a Rox y se acercó y comenzó a acariciar con cuidado como una manera de saludar y animarle. Dos o tres se encontraban en el suelo saliendo de debajo del sofá o en alguna esquina con pinta de tomar el sol.
Guillermo continúo ayudando y cuando volvió al salón, con trapos y agua, lo primero que vio fue a Eitne siendo cubierto por el humo negro, pudo escuchar sus últimas palabras, se acercó a Nime.
- ¡Sois tonto! - comenzó a decir llorando- ¡No es culpa de nadie! ¡Dejar de disculparos! Os vais a poner bien…
- ☽◯☾:
BRUJA 1.ªHabla.BRUJA 2.ªPregúntanos.BRUJA 3.ªÁ todo te responderemos.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
08/08/18, 02:03 pm
Cada vez había más gritos y Rena no podía sino ponerse aún más nerviosa. No había nada que pudiera hacer por Adru salvo darle toquecitos con el hocico y lametones, y por lo que vió ni siquiera Neil podía ayudarla.
La llegó el olor a sangre de Nime, también la de Zob. Había llantos de niños, el olor de Eitne era disperso y extraño. Rena se movió de un lado a otro soltando quejidos angustiosos. Ella estaba bien, ¿por qué los demás no lo estaban? ¿Por qué no podían irse todos a disfrutar del brillo de la Luna? Dejó que Milo se llevase a Adru al sofá con el muñeco que era Rox. Ella también quería ayudar, le parecía uan buena idea tener a todos los cachorros juntos, así podían vigilarlos. Fue a por Nime, la levantó cogiéndola con la boca con toda la delicadeza que pudo (que teniendo en cuenta que aun no controlaba su fuerza no era mucha, pero gracias a la Luna Nime estaba bien protegida) y la empujó hacia el sofá con la cabeza, asegurándose de que no se caía. Hizo lo mismo con quienquiera que ella viese que necesitaba ayuda. Si alguien protestaba, ella protestaba más fuerte. Cuando todos estuvieron parapetados ella se quedó a su lado, guardándolos con fiereza de las manos azules que se les acercaban, a las que rugía o daba manotazos de advertencia. De vez en cuando metía el morro en lo que sea que estuvieran haciendo los brujos, como si quisiera supervisarlos, o lamía la sangre que chorreaba de las heridas antes de que pudieran limpiarla debidamente.
La llegó el olor a sangre de Nime, también la de Zob. Había llantos de niños, el olor de Eitne era disperso y extraño. Rena se movió de un lado a otro soltando quejidos angustiosos. Ella estaba bien, ¿por qué los demás no lo estaban? ¿Por qué no podían irse todos a disfrutar del brillo de la Luna? Dejó que Milo se llevase a Adru al sofá con el muñeco que era Rox. Ella también quería ayudar, le parecía uan buena idea tener a todos los cachorros juntos, así podían vigilarlos. Fue a por Nime, la levantó cogiéndola con la boca con toda la delicadeza que pudo (que teniendo en cuenta que aun no controlaba su fuerza no era mucha, pero gracias a la Luna Nime estaba bien protegida) y la empujó hacia el sofá con la cabeza, asegurándose de que no se caía. Hizo lo mismo con quienquiera que ella viese que necesitaba ayuda. Si alguien protestaba, ella protestaba más fuerte. Cuando todos estuvieron parapetados ella se quedó a su lado, guardándolos con fiereza de las manos azules que se les acercaban, a las que rugía o daba manotazos de advertencia. De vez en cuando metía el morro en lo que sea que estuvieran haciendo los brujos, como si quisiera supervisarlos, o lamía la sangre que chorreaba de las heridas antes de que pudieran limpiarla debidamente.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
08/08/18, 08:18 pm
Neil lloró por los gritos de Adru mientras Milo le explicaba por qué no podía curarla. El aurva no dejó de pedirle perdón mientras la ayudaba a sentarse, consciente de que había empeorado las cosas. Obedientemente y sin dejar de llorar, siguió las instrucciones de Milo mientras oía los gritos y lamentos de sus compañeros de fondo, aterrorizado por ellos a la vez que el no poder hacer nada más por ellos le frustraba y angustiaba.
Mientras el sinhadre corría por el torreón reuniendo trapos, las velas del suelo no dejaron de seguirle, algunas incluso perdiendo la forma y mezclándose entre ellas.
- Tranquila, Rena, son para ayudar- le indicó cuando la osa metió su hocico entre los trapos que Neil había tráido sobre una bandeja para mantenerlos limpios antes de usarlos. Con una mano sujetó la bandeja para que no se cayeran y con la otra acarició la cabeza de la irrense-. Te prometo qué si necesitamos tu ayuda te lo diremos- intentó tranquilizarla, todavía con regueros de lágrimas por la cara. En aquel momento oyó la voz de Zob y dejó rápidamente la bandeja en el suelo para acercarse suavemente a él con la intención de tranquilizarle a pesar de lo asustado que se encontraba-. Tranquilo, Zob, están cambiando, solo están...
Lo último que Neil pudo ver antes de caer en la inconsciencia fueron las pupilas verticales del nublino.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
09/08/18, 12:49 pm
No sabía cuanto tiempo había transcurrido desde que acabo metida en aquella especie de crisálida de seda, ¿fueron minutos? ¿horas, tal vez? La duda y el desconcierto eran enormes, cuando Pam sintió que su cuerpo la llamaba a despertar, la instaba a salir de aquel refugio y prisión. Exigente, como si fuese una necesidad imperiosa del cuerpo, un instinto, de buscar escape incluso antes de que la propia mente de la mona del queso hubiese despertado del todo.
Aun sumergida en la inconsciencia casi absoluta, Pam intentó moverse, aovillada sobre si misma como estaba. Sus ojos soñolientos comenzar na parpadear en la oscuridad, lentamente, confusos, aletargados al igual que su mente, no sentía dolor, tan solo incomodidad por estar ahí acurrucada y cierta claustrofobia. Un extraño cosquilleo en la espaldas de algo rozándose contra ella y una sensación extraña sobre su frente, haciéndole sentir ligera pese a todo. Confusión era la palabra mas exacta para describir su estado actual, por las sensaciones que sentía y por lo que le ocurría. Un suave golpeteo llego a sus oídos, muy cerca, como si alguien llamase directamente hacia el interior de su prisión de seda pero Pam creyó imaginárselo, mezclándose con lo sonidos y voces del exterior que en ese momento ya no lograba identificar.
Volvió a cerrar los ojos pues el cuerpo aun le pedía mantenerse en estado de relajación casi total pese a que este ansiaba salir de la crisálida, moviéndose casi por su cuenta. Externamente la crisálida se revolvió a ojos de quien la mirase, conforme el cuerpo aovillado de Pam empujaba lentamente hacia arriba con su espalda, buscando resquebrajar bajo el poder del único pensamiento que Pam podía transmitir de forma completamente consciente..
<<Quiero salir>> el pensamiento se repetida como un ruego insistente en la mente semiadormecida de Pam, que con mas ahincó, se revolvió sobre si misma, ansiosa.
Aun sumergida en la inconsciencia casi absoluta, Pam intentó moverse, aovillada sobre si misma como estaba. Sus ojos soñolientos comenzar na parpadear en la oscuridad, lentamente, confusos, aletargados al igual que su mente, no sentía dolor, tan solo incomodidad por estar ahí acurrucada y cierta claustrofobia. Un extraño cosquilleo en la espaldas de algo rozándose contra ella y una sensación extraña sobre su frente, haciéndole sentir ligera pese a todo. Confusión era la palabra mas exacta para describir su estado actual, por las sensaciones que sentía y por lo que le ocurría. Un suave golpeteo llego a sus oídos, muy cerca, como si alguien llamase directamente hacia el interior de su prisión de seda pero Pam creyó imaginárselo, mezclándose con lo sonidos y voces del exterior que en ese momento ya no lograba identificar.
Volvió a cerrar los ojos pues el cuerpo aun le pedía mantenerse en estado de relajación casi total pese a que este ansiaba salir de la crisálida, moviéndose casi por su cuenta. Externamente la crisálida se revolvió a ojos de quien la mirase, conforme el cuerpo aovillado de Pam empujaba lentamente hacia arriba con su espalda, buscando resquebrajar bajo el poder del único pensamiento que Pam podía transmitir de forma completamente consciente..
<<Quiero salir>> el pensamiento se repetida como un ruego insistente en la mente semiadormecida de Pam, que con mas ahincó, se revolvió sobre si misma, ansiosa.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
10/08/18, 07:27 pm
Los gritos le tapaban los oídos. Rox se había acurrucado lo máximo posible sobre sí mismo, y sellado fuertemente sus oídos con ambas manos. En algún momento había dejado de respirar, y no se dio cuenta del detalle hasta que le hizo verdadera falta el aire. Todo lo que pasaba a su alrededor iba por escenas, a flashazos, según el coreano se atrevía a alzar la cabeza. Zobriel arrastrándose en el suelo con algo abultando en su baja espalda. Adru chorreando sangre, con algo creciendo en su frente, orejas peludas y una cola de conejo. Rena gruñiéndole a unas siniestras manos azules. Nime cubriéndose en minerales, ensangrentada. Una bola de bolos siguiendo a Milo, un ejército de velas a Neil. La ropa de Eitne cayendo al suelo. Cada vez había más cambios en sus compañeros, rostros horrorizados, sangre y ruido. Cosas demasiado surrealistas para que el australiano las asumiese de una, tanto que no tenía ni tiempo de preguntarse como su cuerpo había copiado trozos de otros.
Sus ganas de huir empezaban a superarle. Alzó la cabeza nuevamente, en lo que sintió que alguien se dirigía a él. Destapó sus oídos, sin separar las manos demasiado de su cabeza. A pesar de los gritos, pudo escuchar las palabras claramente. El humo que era el daeliciano le estaba pidiendo perdón, pero Rox no entendía de primeras porqué lo hacía.
—No... No. Eitne, no... —comenzó, sin saber como continuar. Fue en ese momento en el que se sintió ridículo. A él no le dolía nada, podía estar ayudando, pero ahí estaba, llorando (entre otras cosas) por la riña de un niño pequeño. El repentino engravecimiento de la voz del daeliciano le alertó—. No pasa nada Eitne, no... no has hecho nada malo.
Una de las manos azules le acarició la cabeza, y después de pegar un respingo pensando que eran hostiles, se dejó hacer. La ansiedad que sentía seguía siendo asfixiante, pero los gestos de preocupación, la necesidad de sentirse menos impotente y saber que otros lo estaban pasando peor que él, le incitaban a hacer algo. Como si se tratase del pistoletazo de salida, uno especialmente terrorífico, Neil cayó redondo al suelo. Tras un segundo paralizado, por fin reaccionó.
—¡Neil!
Haciendo poca gala de reflejos, se acercó ante el sinhadre, hecho un manojo de nervios. De haber podido, estaría sudando frío. No se movió del lugar, en tensión, hasta que vio el pecho del aurva inflarse. No estaba muerto, aunque desconocía si iba a transformarse o desvanecerse a continuación. Pedir ayuda sería contraproducente, sobre todo cuando se necesitaba en todas partes. Agarró al menor él solo, como pudo, llevándole hasta el sofá con la intención de sentarle donde él mismo había estado antes.
Sus ganas de huir empezaban a superarle. Alzó la cabeza nuevamente, en lo que sintió que alguien se dirigía a él. Destapó sus oídos, sin separar las manos demasiado de su cabeza. A pesar de los gritos, pudo escuchar las palabras claramente. El humo que era el daeliciano le estaba pidiendo perdón, pero Rox no entendía de primeras porqué lo hacía.
—No... No. Eitne, no... —comenzó, sin saber como continuar. Fue en ese momento en el que se sintió ridículo. A él no le dolía nada, podía estar ayudando, pero ahí estaba, llorando (entre otras cosas) por la riña de un niño pequeño. El repentino engravecimiento de la voz del daeliciano le alertó—. No pasa nada Eitne, no... no has hecho nada malo.
Una de las manos azules le acarició la cabeza, y después de pegar un respingo pensando que eran hostiles, se dejó hacer. La ansiedad que sentía seguía siendo asfixiante, pero los gestos de preocupación, la necesidad de sentirse menos impotente y saber que otros lo estaban pasando peor que él, le incitaban a hacer algo. Como si se tratase del pistoletazo de salida, uno especialmente terrorífico, Neil cayó redondo al suelo. Tras un segundo paralizado, por fin reaccionó.
—¡Neil!
Haciendo poca gala de reflejos, se acercó ante el sinhadre, hecho un manojo de nervios. De haber podido, estaría sudando frío. No se movió del lugar, en tensión, hasta que vio el pecho del aurva inflarse. No estaba muerto, aunque desconocía si iba a transformarse o desvanecerse a continuación. Pedir ayuda sería contraproducente, sobre todo cuando se necesitaba en todas partes. Agarró al menor él solo, como pudo, llevándole hasta el sofá con la intención de sentarle donde él mismo había estado antes.
- ♪♫♬:
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
11/08/18, 12:08 am
El miedo le impedía reaccionar a lo que entraba por sus oídos. No quería mirar por encima de sus brazos y ver lo que estaba sucediendo con los demás. Pensaba que tarde o temprano todos serían monstruos extravagantes, incluso los que hasta el momento no parecían haber cambiado. Su propio dolor no era insoportable, pero era su imaginación la que preveía que solo iría a peor. Para todos ellos.
Sufrió un breve sobresalto al escuchar a Eitne con aquella voz ronca y sentir su mano. Cuando levantó la vista no vio nada que le recordase al niño daeliciano que conocía: era solo humo negro. Sin embargo, seguía siendo él, lo sabía por sus palabras. Guille tenía razón. Siempre habían cuidado unos de otros y habían sobrevivido a muchas situaciones horribles. Tenía que seguir así.
—Gracias —les dijo a ambos. No fue capaz de encontrar unas palabras que los animaran a su vez, aunque lo intentó.
No tardó en aparecer el oso que era Rena a cargar con ella hasta el sofá. Al principio se asustó, pero Rena también era ella misma, y no parecía tener intención de hacerle daño. Como llegó más o menos sana y salva al sofá, Nime le acarició el hocico como agradecimiento, aunque no entendía muy bien por qué lo había hecho. De alguna manera, empezaba a sentirse mejor. Ya no le picaban tanto los ojos, aunque los brazos y la espalda sí, y donde uñas y dientes se habían caído, empezaban a asomar otros nuevos, ensangrentados, pero obviamente diferentes. «Vamos a salir de esta» se decía una y otra vez, intentando convencerse.
Fue entonces cuando vio caer a Neil tras intentar tranquilizar a Zob. Nime se incorporó de un salto y trató de ayudar a Rox a mover al sinhadre. De repente se dio cuenta de que preocuparse por otros la ayudaba a sobrellevar su propio cambio.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó, alarmada. Neil aún no había empezado a mutar, ¿iba a pasarle algo como lo de Pelusa, acaso?
Sufrió un breve sobresalto al escuchar a Eitne con aquella voz ronca y sentir su mano. Cuando levantó la vista no vio nada que le recordase al niño daeliciano que conocía: era solo humo negro. Sin embargo, seguía siendo él, lo sabía por sus palabras. Guille tenía razón. Siempre habían cuidado unos de otros y habían sobrevivido a muchas situaciones horribles. Tenía que seguir así.
—Gracias —les dijo a ambos. No fue capaz de encontrar unas palabras que los animaran a su vez, aunque lo intentó.
No tardó en aparecer el oso que era Rena a cargar con ella hasta el sofá. Al principio se asustó, pero Rena también era ella misma, y no parecía tener intención de hacerle daño. Como llegó más o menos sana y salva al sofá, Nime le acarició el hocico como agradecimiento, aunque no entendía muy bien por qué lo había hecho. De alguna manera, empezaba a sentirse mejor. Ya no le picaban tanto los ojos, aunque los brazos y la espalda sí, y donde uñas y dientes se habían caído, empezaban a asomar otros nuevos, ensangrentados, pero obviamente diferentes. «Vamos a salir de esta» se decía una y otra vez, intentando convencerse.
Fue entonces cuando vio caer a Neil tras intentar tranquilizar a Zob. Nime se incorporó de un salto y trató de ayudar a Rox a mover al sinhadre. De repente se dio cuenta de que preocuparse por otros la ayudaba a sobrellevar su propio cambio.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó, alarmada. Neil aún no había empezado a mutar, ¿iba a pasarle algo como lo de Pelusa, acaso?
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
11/08/18, 12:43 am
Todavía sorda, la edeel comenzó a intentar sujetarse al sofá para volver a subirse a él, rechinando los dientes, que también le estaban doliendo, y tratando de ahogar más gritos de dolor. Era extraño, porque no sabía cuánto ruido estaba haciendo. <<¿Voy a quedarme sorda para siempre?>> no podía evitar pensarlo, porque parecía como si sus oídos hubiesen desaparecido. Una nueva punzada en la cabeza le hizo gritar sin remedio y sus progresos intentando subir al sofá se vieron anulados al volver a caer al suelo, esta vez sentada sobre el bajo del mueble. Las lágrimas y la sangre le dificultaban la visión, pero aun podía distinguir el borrón de cabello azulado que era su aurva… y lo vio caer.
—¡Neil!
Su grito fue anormalmente fuerte debido a que no se oía a sí misma. Sacando las fuerzas que no tenía en aquellos momentos, la sinhadre se incorporó a medias y salió disparada en aquella posición hacia donde su aurva había caído al suelo. Con los brazos trató de limpiarse la sangre y lágrimas que dificultaban su visión. Detrás de ella, apareció otra Adru. Una figura estática igual que la propia sinhadre, en cuclillas, los brazos extendidos y gesto preocupado en el rostro.
>>Ayudad a Neil, yo no… no puedo…
Un molesto pitido en los oídos acompañó a una nueva punzada de dolor insoportable. ¿Un pitido? Empezaba a oír de nuevo… Oía retazos de lo que decían sus compañeros, pero el sonido le llegaba de forma muy confusa. ¿Qué era aquel peso que tenía en la cabeza? Su aurva ya estaba siendo atendido por sus compañeros, al menos, pero…
—¿¿Por qué hay otra Adru?? —exclamó de pronto señalando hacia aquella aparición que le cogió totalmente desprevenida al girarse. La “impostora” de pronto empezó a parpadear, como si tuviera interferencias. La edeel se arrastró hacia allí e intentó tocarla, pero su brazo la atravesó como había ocurrido con Erevelin aquella vez hacía un mes. Y de pronto desapareció—. ¿Qué… qué ha sido eso? Y… ¿Yo tengo esas cosas en la cabeza?
Aquella suerte de aparición de una Adru fantasma mostraba unas orejas de conejo y unos cuernos astados a medio salir. La sinhadre se llevó la mano a la cabeza para palpar lo que había en ella le hubiesen respondido o no.
>>Tengo cuernos… Y orejas largas —anunció como si no fuese evidente para el resto—. ¿Qué le ha pasado a Neil? —Cada vez era capaz de oír mejor de nuevo—. ¿Está bien? ¿Se ha desmayado por mi culpa? No debería haber gritado…
Se arrastró de nuevo hacia el sofá y sostuvo una mano de su aurva para después apretarla con suavidad.
—¡Neil!
Su grito fue anormalmente fuerte debido a que no se oía a sí misma. Sacando las fuerzas que no tenía en aquellos momentos, la sinhadre se incorporó a medias y salió disparada en aquella posición hacia donde su aurva había caído al suelo. Con los brazos trató de limpiarse la sangre y lágrimas que dificultaban su visión. Detrás de ella, apareció otra Adru. Una figura estática igual que la propia sinhadre, en cuclillas, los brazos extendidos y gesto preocupado en el rostro.
>>Ayudad a Neil, yo no… no puedo…
Un molesto pitido en los oídos acompañó a una nueva punzada de dolor insoportable. ¿Un pitido? Empezaba a oír de nuevo… Oía retazos de lo que decían sus compañeros, pero el sonido le llegaba de forma muy confusa. ¿Qué era aquel peso que tenía en la cabeza? Su aurva ya estaba siendo atendido por sus compañeros, al menos, pero…
—¿¿Por qué hay otra Adru?? —exclamó de pronto señalando hacia aquella aparición que le cogió totalmente desprevenida al girarse. La “impostora” de pronto empezó a parpadear, como si tuviera interferencias. La edeel se arrastró hacia allí e intentó tocarla, pero su brazo la atravesó como había ocurrido con Erevelin aquella vez hacía un mes. Y de pronto desapareció—. ¿Qué… qué ha sido eso? Y… ¿Yo tengo esas cosas en la cabeza?
Aquella suerte de aparición de una Adru fantasma mostraba unas orejas de conejo y unos cuernos astados a medio salir. La sinhadre se llevó la mano a la cabeza para palpar lo que había en ella le hubiesen respondido o no.
>>Tengo cuernos… Y orejas largas —anunció como si no fuese evidente para el resto—. ¿Qué le ha pasado a Neil? —Cada vez era capaz de oír mejor de nuevo—. ¿Está bien? ¿Se ha desmayado por mi culpa? No debería haber gritado…
Se arrastró de nuevo hacia el sofá y sostuvo una mano de su aurva para después apretarla con suavidad.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
12/08/18, 11:33 pm
Cuando Milo regresó al interior del torreón con los cubos de agua presenció algo que lo dejo clavado en el sitio, completamente congelado por la impresión. Había oído a Zob llamarles cuando se estaba acercando hacia la puerta, por eso miró primero en su dirección en cuanto puso un pie en el salón y llegó a ver como Neil se inclinaba hacia él justo antes de caer al suelo como un fardo.
—¿Neil? —lo llamó sin llegar a moverse y sin que su voz se oyera por encima de las de los demás.
Tardó unos segundos preciosos en reaccionar, abrumado como estaba por la situación general de sus compañeros, pero en cuanto logró volver en si se apresuró a acercarse al sofá donde Rox había depositado al sinhadre. Haciendo oídos sordos de las palabras de los demás se inclinó sobre el chico con cuidado, rozando la boca del aurva con su oreja, y cuando sintió la respiración regular del muchacho soltó un suspiro de alivio.
—Se ha desmayado, solo eso... —dijo en voz alta, intentando tranquilizar a los demás sin mucho éxito—. Hay que despertarlo. —añadió, sumergiendo uno de los trapos que habían traído Guille en el cubo de agua fría y escurriéndolo con rapidez bajo la camiseta de Neil.
La imagen residual que había dejado Adru tras de sí empezaba a desvanecerse, parpadeando ligeramente, y aunque no la había prestado mucha atención en un principio ahora el irrense la observó con detenimiento. No sabía que era aquella extraña habilidad, pero lo que si sabía es que lo que le había pasado al sinhadre no era culpa de su edeel.
—No es culpa tuya, Adru —le respondió a la muchacha, empleando el trapo húmedo que había usado con el brujo para limpiarle la sangre de la cara—. Creo que ha sido cosa de la mirada de Zob, aunque dudo que lo haya hecho a posta —se apresuró a aclarar, alargando la mano libre en dirección al nuevo basilisco para apretarle con suavidad el antebrazo evitando mirarle directamente a la cara—. Se ha desmayado después de mirarte a los ojos, por eso es posible que tengas algo que ver en su desvanecimiento...
Los cambios de sus compañeros eran demenciales y el irrense se sentía impotente, pues no sabía como tranquilizarlos. Se limitaba a tratarles con toda la naturalidad que le permitía la situación, dejando ver que en el fondo todos seguían siendo las mismas personas que hacía apenas unas horas.
—¿Neil? —lo llamó sin llegar a moverse y sin que su voz se oyera por encima de las de los demás.
Tardó unos segundos preciosos en reaccionar, abrumado como estaba por la situación general de sus compañeros, pero en cuanto logró volver en si se apresuró a acercarse al sofá donde Rox había depositado al sinhadre. Haciendo oídos sordos de las palabras de los demás se inclinó sobre el chico con cuidado, rozando la boca del aurva con su oreja, y cuando sintió la respiración regular del muchacho soltó un suspiro de alivio.
—Se ha desmayado, solo eso... —dijo en voz alta, intentando tranquilizar a los demás sin mucho éxito—. Hay que despertarlo. —añadió, sumergiendo uno de los trapos que habían traído Guille en el cubo de agua fría y escurriéndolo con rapidez bajo la camiseta de Neil.
La imagen residual que había dejado Adru tras de sí empezaba a desvanecerse, parpadeando ligeramente, y aunque no la había prestado mucha atención en un principio ahora el irrense la observó con detenimiento. No sabía que era aquella extraña habilidad, pero lo que si sabía es que lo que le había pasado al sinhadre no era culpa de su edeel.
—No es culpa tuya, Adru —le respondió a la muchacha, empleando el trapo húmedo que había usado con el brujo para limpiarle la sangre de la cara—. Creo que ha sido cosa de la mirada de Zob, aunque dudo que lo haya hecho a posta —se apresuró a aclarar, alargando la mano libre en dirección al nuevo basilisco para apretarle con suavidad el antebrazo evitando mirarle directamente a la cara—. Se ha desmayado después de mirarte a los ojos, por eso es posible que tengas algo que ver en su desvanecimiento...
Los cambios de sus compañeros eran demenciales y el irrense se sentía impotente, pues no sabía como tranquilizarlos. Se limitaba a tratarles con toda la naturalidad que le permitía la situación, dejando ver que en el fondo todos seguían siendo las mismas personas que hacía apenas unas horas.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
13/08/18, 03:05 pm
Todas las buenas intenciones dentro de Zob habían recibido un duro golpe. Quería ayudar, quería que lo ayuden, pero no podía hacer nada. Ni siquiera se había fijado en la copia que dejo Adru detrás de ella, y solo alcanzo a mirar como llevaban el cuerpo de Neil al sofá junto con las palabras de Milo. Levanto la mirada asustado y noto que no lo miraban directamente. Tenia razón, era su culpa, no de Adru.
Parpadeo nuevamente asustado, siendo esta vez mas consciente de que en cada ojo había un movimiento mas. Se quiso tapar la cara, cuando se dio cuenta de sus nuevas garras bañadas aun en su propia sangre. La cola que ahora estaba presionada contra su ropa le provoco una incomodidad de la que recién se percató al querer sentarse en el suelo como tantas veces lo había hecho antes. Todo lo que le pasaba estaba cobrando un nuevo sentido para él, la Luna los había bendecido, y el nublino era ahora algo distinto. Sin embargo Milo y Neil lo habían llamado por su nombre, eso significaba que no era un monstruo.....mas o menos. Es decir, no había cambiado como Verael, podían reconocerlo. Aunque lo mismo pasaba con Rena y ella era ahora un oso.
- ¿Pu.puedo sssubir a la habitasscion un momento? - Si, su lengua ya no le dolía pero había cambiado. No se detuvo a pensarlo, ni siquiera quería levantar la mirada para no lastimar a sus amigos, pero prefería cortar su pantalón antes que andar en pelotas. Extrañamente la idea no le sonaba tan mala una vez le cruzó por la mente. La Luna, la lluvia y salir a correr con todos ellos....pero no, no aun, tenía que hacer algo, lo que fuera por ayudar a los demás. - Iré por ...por mas trapossss..
Cerro la boca con fuerza al ver que no podía evitar sisear, y se dio cuenta de sus colmillos chocando contra los demás dientes. Por supuesto, el paquete de apariencia de demonio para el niño que creía en los dioses, tenía que venir completo. Se levanto esperando que Rena no lo detuviera y avanzo tambaleante hacia las escaleras, con la vista fija en el suelo y una nueva paranoia sumándose a su antigua inseguridad social.
Parpadeo nuevamente asustado, siendo esta vez mas consciente de que en cada ojo había un movimiento mas. Se quiso tapar la cara, cuando se dio cuenta de sus nuevas garras bañadas aun en su propia sangre. La cola que ahora estaba presionada contra su ropa le provoco una incomodidad de la que recién se percató al querer sentarse en el suelo como tantas veces lo había hecho antes. Todo lo que le pasaba estaba cobrando un nuevo sentido para él, la Luna los había bendecido, y el nublino era ahora algo distinto. Sin embargo Milo y Neil lo habían llamado por su nombre, eso significaba que no era un monstruo.....mas o menos. Es decir, no había cambiado como Verael, podían reconocerlo. Aunque lo mismo pasaba con Rena y ella era ahora un oso.
- ¿Pu.puedo sssubir a la habitasscion un momento? - Si, su lengua ya no le dolía pero había cambiado. No se detuvo a pensarlo, ni siquiera quería levantar la mirada para no lastimar a sus amigos, pero prefería cortar su pantalón antes que andar en pelotas. Extrañamente la idea no le sonaba tan mala una vez le cruzó por la mente. La Luna, la lluvia y salir a correr con todos ellos....pero no, no aun, tenía que hacer algo, lo que fuera por ayudar a los demás. - Iré por ...por mas trapossss..
Cerro la boca con fuerza al ver que no podía evitar sisear, y se dio cuenta de sus colmillos chocando contra los demás dientes. Por supuesto, el paquete de apariencia de demonio para el niño que creía en los dioses, tenía que venir completo. Se levanto esperando que Rena no lo detuviera y avanzo tambaleante hacia las escaleras, con la vista fija en el suelo y una nueva paranoia sumándose a su antigua inseguridad social.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
13/08/18, 04:45 pm
El niño de humo se había preparado para morir, o para desvanecerse. Dejó de percibir lo que ocurría a su alrededor por decisión propia tras un breve “gracias” en dirección a Rox. Esperaba que su existencia simplemente se deshiciera y flotara en el aire mientras su último pensamiento también desaparecía. Con los ojos cerrados y su mente ajena a todo, Eitne continuó pensando en su abuela hasta que el pensamiento se le hizo demasiado largo. ¿No estaba tardando mucho en irse? ¿Era normal que se demorara tanto un desvanecimiento? Eitne se estaba impacientando. Así, volvió a abrir lo ojos y vio a Adru, ¡dos Adrus!, y a Neil tirado en el suelo. El resto de sus compañeros seguían bullendo unos más maltratados que otros, había manchas de sangre para aburrir, pero todos parecían vivos de alguna manera, a pesar de los cambios. Incluso Neil, al que ya estaban atendiendo. Fue entonces cuando Eitne de verdad creyó que no moriría.
Y tal vez precisamente por eso, o simplemente por coincidencia, la Luna completó el trabajo que había hecho con él. El humo que era Eitne se expandió y, de alguna manera, Eitne supo que su cuerpo había desaparecido dentro de la negrura. También supo que había crecido, pues parecía que su abuela le hubiera levitado. Veía todo desde más arriba y aquello le hizo sonreír. Durante un corto espacio de tiempo, el humo ocupó tanto espacio en el sofá que el mueble se quedó pequeño. Donde había estado un borrón, ahora había un león de humo negro y trazos rosas, sentado en el sofá con las patas delanteras escondidas entre las inferiores, imitando el ovillo en el que se había convertido Eitne hacía unos minutos. Ahora, sin embargo le costaba mantenerse erguido. Más curioso que asustado, el niño trató de moverse para comprobar qué le había pasado, con tan mala suerte que se inclinó de más hacia delante y dio con el humo de su cara contra el suelo, cayendo del sofá.
El golpe no le había hecho daño. Al contrario, le había dolido tan poco que Eitne soltó una carcajada. ¿Cómo le iba a doler? ¡Si era humo! La bestia del crepúsculo intentó incorporarse, pero su cuerpo ya no se regía por las mismas normas y ahora su parte delantera tiraba de él hacia el suelo. Acabó a cuatro patas, sorprendido por la comodidad de la nueva posición (no daba con las rodillas en el suelo) y se examinó sus manos para descubrir que de manos ya no tenían nada. Le habían salido garras y en otro momento de su vida aquello le habría horrorizado, pero en ese momento era una señal más de que no iba a morir. Por si fuera poco… ¿Cómo se estaba sosteniendo de pie? Hizo recuento mental y levantó una a una sus patas. Una, dos, tres… ¡Cuatro patas! ¡No era cojo! El león intentó dar un salto para celebrarlo, pero con sus nuevas extremidades tan descoordinadas lo único que logró fue caerse al suelo.
La bestia del crepúsculo sufrió tal ataque de risa que decidió quedarse tirado en el suelo, sobre su costado derecho. Su carcajadas sonaban roncas y un pelín más graves que con su antigua voz, pero la nueva seguía siendo tan aguda que tan solo le daba un aire cómico al enorme león de gas.
—¡Tengo todas las piernas! —logró decir entre risa y risa—. ¡No estoy cojo! —El león se giró, se tumbó boca arriba medio despanzorrado y miró a la osa con los ojos muy abiertos y una enorme sonrisa felina de la que asomaban sus dientes de humo—. ¡Rena! ¡Mira! ¡Tengo garras como tú!—Alzó una de sus patas delanteras.
Y tal vez precisamente por eso, o simplemente por coincidencia, la Luna completó el trabajo que había hecho con él. El humo que era Eitne se expandió y, de alguna manera, Eitne supo que su cuerpo había desaparecido dentro de la negrura. También supo que había crecido, pues parecía que su abuela le hubiera levitado. Veía todo desde más arriba y aquello le hizo sonreír. Durante un corto espacio de tiempo, el humo ocupó tanto espacio en el sofá que el mueble se quedó pequeño. Donde había estado un borrón, ahora había un león de humo negro y trazos rosas, sentado en el sofá con las patas delanteras escondidas entre las inferiores, imitando el ovillo en el que se había convertido Eitne hacía unos minutos. Ahora, sin embargo le costaba mantenerse erguido. Más curioso que asustado, el niño trató de moverse para comprobar qué le había pasado, con tan mala suerte que se inclinó de más hacia delante y dio con el humo de su cara contra el suelo, cayendo del sofá.
El golpe no le había hecho daño. Al contrario, le había dolido tan poco que Eitne soltó una carcajada. ¿Cómo le iba a doler? ¡Si era humo! La bestia del crepúsculo intentó incorporarse, pero su cuerpo ya no se regía por las mismas normas y ahora su parte delantera tiraba de él hacia el suelo. Acabó a cuatro patas, sorprendido por la comodidad de la nueva posición (no daba con las rodillas en el suelo) y se examinó sus manos para descubrir que de manos ya no tenían nada. Le habían salido garras y en otro momento de su vida aquello le habría horrorizado, pero en ese momento era una señal más de que no iba a morir. Por si fuera poco… ¿Cómo se estaba sosteniendo de pie? Hizo recuento mental y levantó una a una sus patas. Una, dos, tres… ¡Cuatro patas! ¡No era cojo! El león intentó dar un salto para celebrarlo, pero con sus nuevas extremidades tan descoordinadas lo único que logró fue caerse al suelo.
La bestia del crepúsculo sufrió tal ataque de risa que decidió quedarse tirado en el suelo, sobre su costado derecho. Su carcajadas sonaban roncas y un pelín más graves que con su antigua voz, pero la nueva seguía siendo tan aguda que tan solo le daba un aire cómico al enorme león de gas.
—¡Tengo todas las piernas! —logró decir entre risa y risa—. ¡No estoy cojo! —El león se giró, se tumbó boca arriba medio despanzorrado y miró a la osa con los ojos muy abiertos y una enorme sonrisa felina de la que asomaban sus dientes de humo—. ¡Rena! ¡Mira! ¡Tengo garras como tú!—Alzó una de sus patas delanteras.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mentalPersonajes : ·Guillermo: Humano Brujo de las Pendicularia
·Sarah: Humana y enterradora
Armas : ·Guillermo: ¿El poder de la amistad? y manos.
·Sarah: Lanza y pala
Re: Torreón Letargo (Archivo VII)
13/08/18, 08:22 pm
Dejó las cosas y se puso a ayudar, las manos que se encontrabaan ya ahi ya estaban haciendo de las suyas, Guillermo se volvió a asustar al mirarlas.
-Esos son los monstruos que habia debajo de mi cama!!!- gritó Guillermo, que se alegró cuando Rena comenzó a protegerles de ellas, cosa que a las pendicularias les hizo mucha gracia y se divirtieron molestando a la osa.
Sin poder librarse del susto, vio como Neil caía al suelo desmayado, Guillermo no supo identificar lo que pasaba y miro rápidamente a la capitana "¿cual de ellas?" Y posó la mirada de una a otra sin parar, "es increíble"
-Capitana!!! Eres un conejooo!! Con nariz y todo!!- dijo como si fuera algo fantástico. Intentando ayudar pero sin poder de mirar de un lado a otro por el espectáculo que tenian montado.
Guillermo no entendió que Neil se desmayara por mirar a zobriel "no es tan feo como para desmayarte" la verdad. No tuvo tiempo par seguir pensando porque la nube de humo negro en la que se estaba transformando Eitne, estaba tomando otra forma y se ponia a cuatro patas.
-Eitne sales en un videojuego!! Yo te he visto!!- dijo encantado.
Guillermo solo podia mirar y soltar exclamaciones mientras observaba a todo el mundo, casi sin pensar, simplemente recalcando lo que pasaba a su alrededor sin acabar de creerselo.
-Esos son los monstruos que habia debajo de mi cama!!!- gritó Guillermo, que se alegró cuando Rena comenzó a protegerles de ellas, cosa que a las pendicularias les hizo mucha gracia y se divirtieron molestando a la osa.
Sin poder librarse del susto, vio como Neil caía al suelo desmayado, Guillermo no supo identificar lo que pasaba y miro rápidamente a la capitana "¿cual de ellas?" Y posó la mirada de una a otra sin parar, "es increíble"
-Capitana!!! Eres un conejooo!! Con nariz y todo!!- dijo como si fuera algo fantástico. Intentando ayudar pero sin poder de mirar de un lado a otro por el espectáculo que tenian montado.
Guillermo no entendió que Neil se desmayara por mirar a zobriel "no es tan feo como para desmayarte" la verdad. No tuvo tiempo par seguir pensando porque la nube de humo negro en la que se estaba transformando Eitne, estaba tomando otra forma y se ponia a cuatro patas.
-Eitne sales en un videojuego!! Yo te he visto!!- dijo encantado.
Guillermo solo podia mirar y soltar exclamaciones mientras observaba a todo el mundo, casi sin pensar, simplemente recalcando lo que pasaba a su alrededor sin acabar de creerselo.
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