Torreón Maciel (Archivo VIII)
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Rocavarancolia Rol
Lumichen
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Léthe0
Leonart
Bellota
Alicia
Dal
Neith2
Aes
Naeryan
Lops
Jack
20 participantes
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
- Naeryan
Ficha de cosechado
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Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
17/08/16, 05:34 pm
Dafne se unió a ellos según Sox ya se incorporaba de donde estaba apoyado para irse, y el carabés se alegró internamente de que el resto de habitantes del torreón también pareciesen estar procesando, poco a poco. Se permitó ser moderadamente optimista. Le sorprendió que la humana admitiese tan fácilmente que había estado llorando, de aquella forma subconscientemente desconfiada en que acogía cualquier prueba de que a los de otros mundos no les costaba admitir debilidad.
—Sí que nos conviene hablar de ello, si hay más gente que piensa del mismo modo. Puede que no hoy —admitió a regañadientes. No le gustaba posponer las cosas—, pero pronto.
Asintió ante la propuesta de techado para el patio. Él mismo había pensado en su día un toldo, dado que no andaban sobrados de materiales, pero eran soluciones en las mismas líneas aproximadamente. Era una de las cosas a las que podían dar pensamiento en el futuro.
—¿Barael? —negó con la cabeza—. Según tengo entendido Rádar tiene instrucción en esgrima. Debería ser mucho más fiable si hace las cosas bien —para los que estaban en la clase avanzada “bien” era algo que se daba por supuesto: se competía por la excelencia. Pero eso no significaba que Rádar fuese buen profesor.
—Hablaré con Lorenzo —añadió a modo de despedida, regresando al interior del torreón para hacer lo propio. Tal vez pudiera impartir aún sin tener que moverse, corrigiendo posturas. Nunca había visto al español separado de una espada desde que habían llegado, y Sox había supuesto que ésa era su disciplina de la misma forma en que él o Rádar se aplicaban a ser los mejores en las suyas. A él en su lugar no le haría ninguna gracia sentirse inútil, pero por otra parte tampoco tenía muy claro hasta qué punto le incapacitaban las heridas.
Sin la prisa de llegar al río ni la pesadez mental de estar cargando con un cadáver Sox pudo fijarse un poco mejor en el cabestrillo que llevaba Lorenzo, en los vendajes. Le resultaba inverosímil que hasta allí llegase el máximo de la medicina en otros mundos, y lo único que pudieran hacer ahora era esperar. Por tener no tenían ni anestésicos.
—¿Cómo lo estás llevando? —quiso saber, con un gesto de cabeza para que supiera a qué se refería. Evaluaría la respuesta, pensativo. En otras circunstancias un instructor estaría tomando aquella decisión por ellos pero… en fin. Y mientras no fuera un detrimento a los que quisieran aprender, a Sox no le parecía bien que no fuera el propio Lorenzo el que determinara si estaba capacitado para la tarea o no—. ¿Crees que vas a poder seguir impartiendo los entrenamientos así? La parte teórica —añadió, el “no soy idiota” implícito.
Incluso ahora, en frío, le era difícil juzgar las acciones del español. Querer regresar había sido un riesgo innecesario y una parte de él lo condenaba, pero lamentaba reconocer que no podía decir, sin ápice de duda, que a él no le habría hervido la sangre también en su lugar.
—Sí que nos conviene hablar de ello, si hay más gente que piensa del mismo modo. Puede que no hoy —admitió a regañadientes. No le gustaba posponer las cosas—, pero pronto.
Asintió ante la propuesta de techado para el patio. Él mismo había pensado en su día un toldo, dado que no andaban sobrados de materiales, pero eran soluciones en las mismas líneas aproximadamente. Era una de las cosas a las que podían dar pensamiento en el futuro.
—¿Barael? —negó con la cabeza—. Según tengo entendido Rádar tiene instrucción en esgrima. Debería ser mucho más fiable si hace las cosas bien —para los que estaban en la clase avanzada “bien” era algo que se daba por supuesto: se competía por la excelencia. Pero eso no significaba que Rádar fuese buen profesor.
—Hablaré con Lorenzo —añadió a modo de despedida, regresando al interior del torreón para hacer lo propio. Tal vez pudiera impartir aún sin tener que moverse, corrigiendo posturas. Nunca había visto al español separado de una espada desde que habían llegado, y Sox había supuesto que ésa era su disciplina de la misma forma en que él o Rádar se aplicaban a ser los mejores en las suyas. A él en su lugar no le haría ninguna gracia sentirse inútil, pero por otra parte tampoco tenía muy claro hasta qué punto le incapacitaban las heridas.
Sin la prisa de llegar al río ni la pesadez mental de estar cargando con un cadáver Sox pudo fijarse un poco mejor en el cabestrillo que llevaba Lorenzo, en los vendajes. Le resultaba inverosímil que hasta allí llegase el máximo de la medicina en otros mundos, y lo único que pudieran hacer ahora era esperar. Por tener no tenían ni anestésicos.
—¿Cómo lo estás llevando? —quiso saber, con un gesto de cabeza para que supiera a qué se refería. Evaluaría la respuesta, pensativo. En otras circunstancias un instructor estaría tomando aquella decisión por ellos pero… en fin. Y mientras no fuera un detrimento a los que quisieran aprender, a Sox no le parecía bien que no fuera el propio Lorenzo el que determinara si estaba capacitado para la tarea o no—. ¿Crees que vas a poder seguir impartiendo los entrenamientos así? La parte teórica —añadió, el “no soy idiota” implícito.
Incluso ahora, en frío, le era difícil juzgar las acciones del español. Querer regresar había sido un riesgo innecesario y una parte de él lo condenaba, pero lamentaba reconocer que no podía decir, sin ápice de duda, que a él no le habría hervido la sangre también en su lugar.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
17/08/16, 08:33 pm
Lorenzo
Gustabale o no aquello, tuvieron que dejar de cavar eventualmente. Non podia creerselo. Las alimañas non tenian respeto alguno y menos en aquella ciudad. Todo pavimento, apenas tierra sana. Junto a un río despidieronse de Nad. Lorenzo rezó por la su alma y fue especialmente adamantino en que el cuerpo de la pequeña non convirtierase en carroña que incluso pusose a cavar, malamente, pero con todo el espíritu en ello. Y non seria suficiente. Sabialo bien. Ni en tumba lapidada de camposanto podrian los cadaveres tener algo de paz en aquella ciudad.
Dirigieronse de vuelta y Lorenzo fue asido de la cruz que colgábale del pecho. Implorole a Santiago que la niña llegara salvo y santa ante las puertas de San Pedro. Pidiole fuerzas y curación para sus herida, boqueando una quasi muda letania con ello. Para antes de que dierase cuenta de ello, toparon de vuelta al torreón. Hombros caidos y mirada sombria, el español cubriose el rostro con el gorro y, cruzado de piernas y brazos, guardó sitio en un sillón.
Non percibió el tiempo pasar pues que levantó testa un instante y el joven Sox mirabale. Tardó unos instantes en masticar sus palabras y finalmente contestole, con voz agotada de perro apaleado.
—Dueleme más el alma, si os soy sincero.—respondiole escueto.
Non pareciale un chaval muy vivaracho. Frío y calculador. O simplemente racional quizás. Non pues, iria precisamente a verle, pensó. No habiase apuntado a las clases antes y de pronto parecio mostrar interes por ello. ¿Acaso pensaba el rapaz que servirianle de algo?
No, no. Non debia pensar así. La próxima vez estarian preparados. Resoluto estaba a no volver a sufrir una perdida asín jamás. Sonrió levemente antes de contestar.
—Teórica, Práctica, Filosófica y, si todo torna bien, incluso Lúdica. Bien sabese con los últimos acontecimientos que necesitase alguna distracción para levantar la moral.—explicó. Dos segundos más tarde ladeó la cabeza y mesó la pluma de su sombrero.
—Sospecho que no era la respuesta que esperabaste.-soltó risa algo seca.—Pero en efecto, quizás no deberia sobresforzarme, pero para tirar con rapaces, bastome con la mitad del cuerpo, si es lo que aplaca vuestra conciencia, Don Sox.—
Gustabale o no aquello, tuvieron que dejar de cavar eventualmente. Non podia creerselo. Las alimañas non tenian respeto alguno y menos en aquella ciudad. Todo pavimento, apenas tierra sana. Junto a un río despidieronse de Nad. Lorenzo rezó por la su alma y fue especialmente adamantino en que el cuerpo de la pequeña non convirtierase en carroña que incluso pusose a cavar, malamente, pero con todo el espíritu en ello. Y non seria suficiente. Sabialo bien. Ni en tumba lapidada de camposanto podrian los cadaveres tener algo de paz en aquella ciudad.
Dirigieronse de vuelta y Lorenzo fue asido de la cruz que colgábale del pecho. Implorole a Santiago que la niña llegara salvo y santa ante las puertas de San Pedro. Pidiole fuerzas y curación para sus herida, boqueando una quasi muda letania con ello. Para antes de que dierase cuenta de ello, toparon de vuelta al torreón. Hombros caidos y mirada sombria, el español cubriose el rostro con el gorro y, cruzado de piernas y brazos, guardó sitio en un sillón.
Non percibió el tiempo pasar pues que levantó testa un instante y el joven Sox mirabale. Tardó unos instantes en masticar sus palabras y finalmente contestole, con voz agotada de perro apaleado.
—Dueleme más el alma, si os soy sincero.—respondiole escueto.
Non pareciale un chaval muy vivaracho. Frío y calculador. O simplemente racional quizás. Non pues, iria precisamente a verle, pensó. No habiase apuntado a las clases antes y de pronto parecio mostrar interes por ello. ¿Acaso pensaba el rapaz que servirianle de algo?
No, no. Non debia pensar así. La próxima vez estarian preparados. Resoluto estaba a no volver a sufrir una perdida asín jamás. Sonrió levemente antes de contestar.
—Teórica, Práctica, Filosófica y, si todo torna bien, incluso Lúdica. Bien sabese con los últimos acontecimientos que necesitase alguna distracción para levantar la moral.—explicó. Dos segundos más tarde ladeó la cabeza y mesó la pluma de su sombrero.
—Sospecho que no era la respuesta que esperabaste.-soltó risa algo seca.—Pero en efecto, quizás no deberia sobresforzarme, pero para tirar con rapaces, bastome con la mitad del cuerpo, si es lo que aplaca vuestra conciencia, Don Sox.—
- Naeryan
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Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
18/08/16, 01:43 pm
Aquella franqueza otra vez. Sox se removió inquieto ante aquella admisión tan plana de vulnerabilidad. Era como si no les importase nada de nada, y no supo cómo responder. Irónicamente, le estaba siendo más difícil tratar con la gente ahora que cuando estaban todos en guardia contra todos, un mundo atrás.
Le miró algo inseguro, suponiendo que la retahíla de nombres serían asignaturas o el equivalente que tuvieran en aquel mundo de locos donde aparentemente aún usaban espadas pero conocían los trenes.
—No —subrayó su negativa con una sacudida frustrada de cabeza. No tenía nada que ver con su propia tranquilidad; no se estaba expresando con claridad, al parecer. Le estaba sucediendo con alarmante frecuencia allí—. No tiene sentido que te esfuerces de más si lo único que vas a conseguir es tardar más en curarte. No tenemos magia todavía. Era sólo… saber qué puedes hacer.
Odiaba aquello. Antes el malestar de los demás nunca había sido asunto suyo. Incluso si eran trabajos en equipo, si uno tenía un problema tenía que ocuparse de él solo. Pero ahora estaban perdidos en un mundo desconocido, dependían unos de los otros literalmente para sobrevivir y eran un equipo desigual, donde no se complementaban en capacidades y formado a parchetazos. La muerte de Nad y lo maltrecho de Lorenzo no eran solo inconveniencias para su propio trabajo. Tenían una resonancia propia que le estaba afectando.
—Hablábamos afuera de qué hacer a partir de ahora. Para que no pase más veces —aclaró de forma escueta. Seguía cruzado de brazos, trasluciendo sin quererlo cierta incomodidad—. Quieren seguir con las prácticas que tenéis. Hay gente que podría sustituirte si no estás en condiciones, pero es mejor no cambiar de profesor en mitad de aprender algo.
Le miró algo inseguro, suponiendo que la retahíla de nombres serían asignaturas o el equivalente que tuvieran en aquel mundo de locos donde aparentemente aún usaban espadas pero conocían los trenes.
—No —subrayó su negativa con una sacudida frustrada de cabeza. No tenía nada que ver con su propia tranquilidad; no se estaba expresando con claridad, al parecer. Le estaba sucediendo con alarmante frecuencia allí—. No tiene sentido que te esfuerces de más si lo único que vas a conseguir es tardar más en curarte. No tenemos magia todavía. Era sólo… saber qué puedes hacer.
Odiaba aquello. Antes el malestar de los demás nunca había sido asunto suyo. Incluso si eran trabajos en equipo, si uno tenía un problema tenía que ocuparse de él solo. Pero ahora estaban perdidos en un mundo desconocido, dependían unos de los otros literalmente para sobrevivir y eran un equipo desigual, donde no se complementaban en capacidades y formado a parchetazos. La muerte de Nad y lo maltrecho de Lorenzo no eran solo inconveniencias para su propio trabajo. Tenían una resonancia propia que le estaba afectando.
—Hablábamos afuera de qué hacer a partir de ahora. Para que no pase más veces —aclaró de forma escueta. Seguía cruzado de brazos, trasluciendo sin quererlo cierta incomodidad—. Quieren seguir con las prácticas que tenéis. Hay gente que podría sustituirte si no estás en condiciones, pero es mejor no cambiar de profesor en mitad de aprender algo.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
18/08/16, 02:30 pm
Lorenzo
Casi que estuviesen hablando en diferentes idiomas, el español non llegó a entender cual era el punto final al cual queria llegar el rapaz. Notábasele indeciso, preocupado casi. La verdadera pregunta era el porque.
—Bueno, nese caso, ¿por que non os pasais por la clase mañana? Quizás así podreis tener algo más de paz si veis hasta que punto no puedo impartir clase? Y quizas, diantres, hasta participar un poco.—sugiriole, con una sonrisa.
Vacilaba de nuevo. Parecia de veras que habia una barrera de lenguaje. Quizás no tanto de palabras en si, pero de pensamientos o mejor dicho, vias de este. Y cada vez andabase más convencido de ello. Falta la del español, por todavia tardar en percatarse que tan larga distancia estaban las sus culturas y que otras cosas distarian. Tan solo esperabase que de esta manera los rapaces eventualmente harian piña.
Informole entonces de que habian cuchicheado afuera. Non habia prestado atención el mismo, absorto en su propia falta de tiempo, pero comenzó a pensar que deberia estar fuera. Sin embargo, algo diole urticaria en lo que dijo a continuación. ¿Reemplazarle? ¿A el? ¿A la Destreza por algun arte marcial de segunda? No, no. No mientras tomase aliento.
—La sustitución no es conveniente. No tanto por el maestro, sino por la doctrina. Vosotros nenos non necesitas aprender esgrima. Necesitades aprender a defenderos y a luchar juntos.—mesose el bigote, pensativo, hasta dar con las palabras que queria usar.—Si lo que hay que cambiar, es más sentimiento de unidad y la, por asi decirlo, tendencia egoista con la que cada uno desea aprender a defenderse.—
Levantose entonces. Tenia una idea.
—¿Podemos seguir hablando nel camino? Deseo ir a la armeria a inspeccionar algo.—informole.
Casi que estuviesen hablando en diferentes idiomas, el español non llegó a entender cual era el punto final al cual queria llegar el rapaz. Notábasele indeciso, preocupado casi. La verdadera pregunta era el porque.
—Bueno, nese caso, ¿por que non os pasais por la clase mañana? Quizás así podreis tener algo más de paz si veis hasta que punto no puedo impartir clase? Y quizas, diantres, hasta participar un poco.—sugiriole, con una sonrisa.
Vacilaba de nuevo. Parecia de veras que habia una barrera de lenguaje. Quizás no tanto de palabras en si, pero de pensamientos o mejor dicho, vias de este. Y cada vez andabase más convencido de ello. Falta la del español, por todavia tardar en percatarse que tan larga distancia estaban las sus culturas y que otras cosas distarian. Tan solo esperabase que de esta manera los rapaces eventualmente harian piña.
Informole entonces de que habian cuchicheado afuera. Non habia prestado atención el mismo, absorto en su propia falta de tiempo, pero comenzó a pensar que deberia estar fuera. Sin embargo, algo diole urticaria en lo que dijo a continuación. ¿Reemplazarle? ¿A el? ¿A la Destreza por algun arte marcial de segunda? No, no. No mientras tomase aliento.
—La sustitución no es conveniente. No tanto por el maestro, sino por la doctrina. Vosotros nenos non necesitas aprender esgrima. Necesitades aprender a defenderos y a luchar juntos.—mesose el bigote, pensativo, hasta dar con las palabras que queria usar.—Si lo que hay que cambiar, es más sentimiento de unidad y la, por asi decirlo, tendencia egoista con la que cada uno desea aprender a defenderse.—
Levantose entonces. Tenia una idea.
—¿Podemos seguir hablando nel camino? Deseo ir a la armeria a inspeccionar algo.—informole.
- Naeryan
Ficha de cosechado
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Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
19/08/16, 02:38 am
Sox se removió desconfiado en el sitio, sin descruzar aún los brazos. ¿Quería verle hacer el ridículo siendo un novato? Pero el tono no concordaba. ¿Qué pasaba con aquella gente? ¿Por qué nunca funcionaban como esperaba que lo hicieran?
—No tengo claro con qué me voy a defender de forma fija si no es magia, así que no puedo saber si unirme a clases de esgrima me servirá de algo —terminó por explicar con cautela, ante la ausencia de cualquier señal de que Lorenzo se recochineaba de la situación—. Pensaba no posponerlo más y decidirme por un arma ya mismo —añadió. No podía esperar más tiempo de brazos cruzados a que llegase la magia. Podía hacer como Siete y permanecer preferentemente dentro del torreón haciendo otras tareas, pero el haber estado fuera esta tarde, justo la tarde en la que a lo mejor su presencia habría podido marcar alguna diferencia, le quemaba como un hierro candente.
—Sí. Perfecto —él iba a tener que pasar por la armería tarde o temprano; pensaba bajarse algo de comer mientras inspeccionaba las armas. Se había percatado de que la mayoría se adhería a unas costumbres absurdas para comer, que venían a garantizarle que a equis horas no habría nadie en ninguna otra parte del torreón que no fuese la sala principal. Pero ya que alguien entendido en el tema pensaba bajar igualmente, mejor aprovechar la oportunidad al vuelo. Pasaron cerca de Mónica por el camino y Sox se puso notablemente más rígido. Seguía igual, y le estaba dando escalofríos.
Ahora que podía mirarlas con más detenimiento, las armas captaron sorprendentemente su interés. Había algunas fuera de sitio, y con un chasquido desaprobatorio de lengua el carabés fue a ponerlas en su sitio. Resopló al intentar coger una con cada mano sin cerciorarse primero de su envergadura; pesaban un quintal. Cuando terminase las miraría una por una para decidir con qué se quedaría. Pretendía empezar con una sola hasta que la tuviera dominada. Intentar abarcar demasiado era de pretenciosos que se creían más de lo que realmente eran.
Para él la decisión tenía peso. Sox era agudamente consciente de cuáles eran sus destrezas y dónde tenía que imponer esfuerzo extra. Se negaba a elegir al tuntún o por qué arma fuese más bonita, como estaba seguro de que habían hecho algunos. Quería un arma al que pudiera sacarle el máximo partido en el menor tiempo posible, porque en ello les iba la vida.
—Voy a echarles un ojo a lo que tenemos aquí y averiguar si hay maneras de mejorarlo —le dijo a Lorenzo—. ¿Algo que hayas echado en falta en lo que habéis estado usando? —examinaba mientras lo que iba pasando por sus manos, en busca de fallas que su propio ojo inexperto sí pudiera detectar. Melladuras, roturas, junturas a punto de soltarse.
—No tengo claro con qué me voy a defender de forma fija si no es magia, así que no puedo saber si unirme a clases de esgrima me servirá de algo —terminó por explicar con cautela, ante la ausencia de cualquier señal de que Lorenzo se recochineaba de la situación—. Pensaba no posponerlo más y decidirme por un arma ya mismo —añadió. No podía esperar más tiempo de brazos cruzados a que llegase la magia. Podía hacer como Siete y permanecer preferentemente dentro del torreón haciendo otras tareas, pero el haber estado fuera esta tarde, justo la tarde en la que a lo mejor su presencia habría podido marcar alguna diferencia, le quemaba como un hierro candente.
—Sí. Perfecto —él iba a tener que pasar por la armería tarde o temprano; pensaba bajarse algo de comer mientras inspeccionaba las armas. Se había percatado de que la mayoría se adhería a unas costumbres absurdas para comer, que venían a garantizarle que a equis horas no habría nadie en ninguna otra parte del torreón que no fuese la sala principal. Pero ya que alguien entendido en el tema pensaba bajar igualmente, mejor aprovechar la oportunidad al vuelo. Pasaron cerca de Mónica por el camino y Sox se puso notablemente más rígido. Seguía igual, y le estaba dando escalofríos.
Ahora que podía mirarlas con más detenimiento, las armas captaron sorprendentemente su interés. Había algunas fuera de sitio, y con un chasquido desaprobatorio de lengua el carabés fue a ponerlas en su sitio. Resopló al intentar coger una con cada mano sin cerciorarse primero de su envergadura; pesaban un quintal. Cuando terminase las miraría una por una para decidir con qué se quedaría. Pretendía empezar con una sola hasta que la tuviera dominada. Intentar abarcar demasiado era de pretenciosos que se creían más de lo que realmente eran.
Para él la decisión tenía peso. Sox era agudamente consciente de cuáles eran sus destrezas y dónde tenía que imponer esfuerzo extra. Se negaba a elegir al tuntún o por qué arma fuese más bonita, como estaba seguro de que habían hecho algunos. Quería un arma al que pudiera sacarle el máximo partido en el menor tiempo posible, porque en ello les iba la vida.
—Voy a echarles un ojo a lo que tenemos aquí y averiguar si hay maneras de mejorarlo —le dijo a Lorenzo—. ¿Algo que hayas echado en falta en lo que habéis estado usando? —examinaba mientras lo que iba pasando por sus manos, en busca de fallas que su propio ojo inexperto sí pudiera detectar. Melladuras, roturas, junturas a punto de soltarse.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
19/08/16, 01:16 pm
Lorenzo
Hundiose de hombros.
—De nuevo, no imparto esgrima, sino un arte marcial llamado "Destreza". Que podreis descubrir que sirve hasta con las manos desnudas.—dejó aquel comentario así, y pusieron rumbo a la armeria.
La profana obsesion con la susodicha magia non sentabase bien en la mente del español, quien comenzaba a creer que poseian magia de verdad alli donde venian. Si todos fuesen pecadores y usasen magia, veia bastante lógico los caminos mentales que el neno recorriase a cada situación. Lorenzo estremeciose.
Y non acabariase ahí lo siniestro. Cruzáronse con Mónica de camino. Notabasela más afectada, aunque tras unos arreglos, nadie podria jurar que tenia poca similitud que hace unas horas. Aun asi, la tristeza era palpable. Su rostro de belladona lozana, manchado por lágrimas más recientes sintieronse como cuchilladas. Saludola con el sombrero más una sonrisa y siguieron camino abajo.
Con la resolución más que renovada, llegaron a la armeria. Caotica hasta cierto punto, pero no seria el diestro quien se quejase. No gustabale cuando todo estaba perfectamente nítido y ordenado. Parecia que naide vivia en lugares asi. Y así topó con lo que le llegó a la mente, justo a la vez que Sox preguntábale. Simplemente cogió una de ellas, alzola a su rostro y exclamó:
—¡Lanzas! Mañana empezaremos con ellas, y trabajo de asta y las equivalencias de medio.-sin duda, iba a ponerse estricto con los mozos.—Simple pero eficaz. Pararon a los elefantes de Anibal Barca, las cargas de caballeria Mongolas y, mejor aún, las cuñas de reiters franceses.—contaba con júbilo mientras iba recogiendo las que estaban en un estado más aceptable.
Habria ido con alabardas, de no ser que la mayoria de nenos apenas podia cargar con el peso, ya ni pensar en blandirlas. Pero en cuanto su brazo sanase, y los rapaces comenzasen a crear músculo, sin duda seria el siguiente paso.
—Con el entrenamiento adecuado podremos fabricar una formación rápida, pragmática y muy útil contra monstruos como... como el que mató a Nad.—su júbilo tornose con un tono de ira al final. Agachose y cogió un escudo ovalado a la vez que mencionaba casi en un murmullo para sí mismo.—Tambien un muro de escudos. Lo trabajaremos. La supervivencia es de los audaces.—
Dicho esto, colgose el escudo a la espalda y comenzó a coger lanzas con una mano. Ignoraria las de diseño abierto, siempre con las de máxima penetración y mínima superficie.
Hundiose de hombros.
—De nuevo, no imparto esgrima, sino un arte marcial llamado "Destreza". Que podreis descubrir que sirve hasta con las manos desnudas.—dejó aquel comentario así, y pusieron rumbo a la armeria.
La profana obsesion con la susodicha magia non sentabase bien en la mente del español, quien comenzaba a creer que poseian magia de verdad alli donde venian. Si todos fuesen pecadores y usasen magia, veia bastante lógico los caminos mentales que el neno recorriase a cada situación. Lorenzo estremeciose.
Y non acabariase ahí lo siniestro. Cruzáronse con Mónica de camino. Notabasela más afectada, aunque tras unos arreglos, nadie podria jurar que tenia poca similitud que hace unas horas. Aun asi, la tristeza era palpable. Su rostro de belladona lozana, manchado por lágrimas más recientes sintieronse como cuchilladas. Saludola con el sombrero más una sonrisa y siguieron camino abajo.
Con la resolución más que renovada, llegaron a la armeria. Caotica hasta cierto punto, pero no seria el diestro quien se quejase. No gustabale cuando todo estaba perfectamente nítido y ordenado. Parecia que naide vivia en lugares asi. Y así topó con lo que le llegó a la mente, justo a la vez que Sox preguntábale. Simplemente cogió una de ellas, alzola a su rostro y exclamó:
—¡Lanzas! Mañana empezaremos con ellas, y trabajo de asta y las equivalencias de medio.-sin duda, iba a ponerse estricto con los mozos.—Simple pero eficaz. Pararon a los elefantes de Anibal Barca, las cargas de caballeria Mongolas y, mejor aún, las cuñas de reiters franceses.—contaba con júbilo mientras iba recogiendo las que estaban en un estado más aceptable.
Habria ido con alabardas, de no ser que la mayoria de nenos apenas podia cargar con el peso, ya ni pensar en blandirlas. Pero en cuanto su brazo sanase, y los rapaces comenzasen a crear músculo, sin duda seria el siguiente paso.
—Con el entrenamiento adecuado podremos fabricar una formación rápida, pragmática y muy útil contra monstruos como... como el que mató a Nad.—su júbilo tornose con un tono de ira al final. Agachose y cogió un escudo ovalado a la vez que mencionaba casi en un murmullo para sí mismo.—Tambien un muro de escudos. Lo trabajaremos. La supervivencia es de los audaces.—
Dicho esto, colgose el escudo a la espalda y comenzó a coger lanzas con una mano. Ignoraria las de diseño abierto, siempre con las de máxima penetración y mínima superficie.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
20/08/16, 12:41 am
Sox experimentó, durante un fugaz y desagradabilísimo instante, lo que debían sentir los tontos de la clase cuando no entendían una palabra de lo que decía el profesor. Entrecerró los ojos para rechazar la sensación y la contrarrestó intercalando las preguntas justas para entender los términos clave. En otras circunstancias habría preguntado hasta quedarse sin duda alguna, pero estaban discutiendo otra cosa y el carabés odiaba salirse por la tangente.
Mientras tanto ya iba haciéndose una idea de lo que había de carácter ofensivo en la armería. Podía dividirlo básicamente en espadas, lanzas, hachas y armas a distancia. También había unas desconcertantes versiones en miniatura que más bien les servirían a modo de dardos. Sox no había esperado a aquellas alturas una pistola precisamente, pero no pudo evitar sentir el inicio de desasosiego en la boca del estómago ante aquel muestrario de antiguallas. “Piensa, inútil.” No podía permitirse el lujo de manejar un arma pesada o que requiriera mucha destreza; necesitaba cogerle el tranquillo rápido a algo antes de apretar en otros campos.
—Esto no se lo ha cogido nadie, ¿verdad? —le preguntó a Lorenzo al decidirse finalmente—. Voy a reclamarlo.
Eriel usaba arco, y tenía entendido que éstos eran más rápidos. Pero requerían postura y más tiempo de dominio para lograr un blanco preciso. Aquella ballesta era lo más parecido a un arma moderna que había en aquel sótano, y el fuerte del carabés era la coordinación mano-ojo. Mientras no pudiese acceder a su magia aquel artilugio sería un sustituto aceptable.
Aunque de no ser por las muy exigentes pruebas físicas se habría planteado un puesto en el cuerpo de seguridad Sox nunca había tenido motivos para manejar un arma, de modo que desconocía el mecanismo exacto. Debería ser muy fácil de desentrañar, sin embargo, así que se desplazó más cerca de una antorcha para examinar la ballesta más de cerca.
Lorenzo hablaba del programa de los entrenamientos futuros, pero Sox tenía algo que plantear al respecto. Como les había dicho a Since y Dafne, le parecía un asunto importante a discutir y no quería dejar nada al azar o al cruce de dedos optimista. En Carabás defendían a sangre y fuego el enfoque individualista, y precisamente por eso Sox sabía predecir con un razonable margen de acierto las repercusiones de éste.
—Mira, te voy a ser franco, y cuando lo hablemos en grupo también lo voy a decir tal cual —hizo una pausa mientras terminaba de ordenar su argumento. Apreciaba la idea de un protocolo fijo de acción; mucho, de hecho, pero sólo funcionaba fluidamente en determinadas condiciones —. Por muy bien que memoricemos pautas, lo de la armonía grupal no va a funcionar porque aquí hay gente que se conoce ya de antes —explicó—. Puedo hacer equipo con cierta confianza con los que venís solos, pero no me fío de que los enamorados no huyan juntos si tienen que elegir entre ponerse ellos a salvo o jugársela con el grupo. No confío en que uno de los hermanos me proteja a mí por encima del otro —le daba escalofríos lo pegaditos que iban siempre. Dormían juntos y le daba un mal rollo tan increíble que Sox siempre iba a acostarse a otra habitación—. No voy a apoyar un plan que necesite tanta coordinación si eso no está solucionado primero. Yo doy el cien por cien, pero los demás tienen que darlo también. Y si vamos a tener que pagar cada cagada con una muerte, apostar por algo que nos permita ser más flexibles individualmente es más inteligente. No sé qué ha pasado hoy ni si se puede atribuir a eso, pero lo de que unos vayan por su lado y otros por otro no ha pasado ni una vez ni dos. Empieza a ser un patrón.
Una formación y unas reglas fijas y claras eran la clase de plan sobre el que Sox podía trabajar perfectamente, pero no si la base estaba podrida. Una idea buena, implementada antes de tiempo, era lo mismo que nada.
Mientras tanto ya iba haciéndose una idea de lo que había de carácter ofensivo en la armería. Podía dividirlo básicamente en espadas, lanzas, hachas y armas a distancia. También había unas desconcertantes versiones en miniatura que más bien les servirían a modo de dardos. Sox no había esperado a aquellas alturas una pistola precisamente, pero no pudo evitar sentir el inicio de desasosiego en la boca del estómago ante aquel muestrario de antiguallas. “Piensa, inútil.” No podía permitirse el lujo de manejar un arma pesada o que requiriera mucha destreza; necesitaba cogerle el tranquillo rápido a algo antes de apretar en otros campos.
—Esto no se lo ha cogido nadie, ¿verdad? —le preguntó a Lorenzo al decidirse finalmente—. Voy a reclamarlo.
Eriel usaba arco, y tenía entendido que éstos eran más rápidos. Pero requerían postura y más tiempo de dominio para lograr un blanco preciso. Aquella ballesta era lo más parecido a un arma moderna que había en aquel sótano, y el fuerte del carabés era la coordinación mano-ojo. Mientras no pudiese acceder a su magia aquel artilugio sería un sustituto aceptable.
Aunque de no ser por las muy exigentes pruebas físicas se habría planteado un puesto en el cuerpo de seguridad Sox nunca había tenido motivos para manejar un arma, de modo que desconocía el mecanismo exacto. Debería ser muy fácil de desentrañar, sin embargo, así que se desplazó más cerca de una antorcha para examinar la ballesta más de cerca.
Lorenzo hablaba del programa de los entrenamientos futuros, pero Sox tenía algo que plantear al respecto. Como les había dicho a Since y Dafne, le parecía un asunto importante a discutir y no quería dejar nada al azar o al cruce de dedos optimista. En Carabás defendían a sangre y fuego el enfoque individualista, y precisamente por eso Sox sabía predecir con un razonable margen de acierto las repercusiones de éste.
—Mira, te voy a ser franco, y cuando lo hablemos en grupo también lo voy a decir tal cual —hizo una pausa mientras terminaba de ordenar su argumento. Apreciaba la idea de un protocolo fijo de acción; mucho, de hecho, pero sólo funcionaba fluidamente en determinadas condiciones —. Por muy bien que memoricemos pautas, lo de la armonía grupal no va a funcionar porque aquí hay gente que se conoce ya de antes —explicó—. Puedo hacer equipo con cierta confianza con los que venís solos, pero no me fío de que los enamorados no huyan juntos si tienen que elegir entre ponerse ellos a salvo o jugársela con el grupo. No confío en que uno de los hermanos me proteja a mí por encima del otro —le daba escalofríos lo pegaditos que iban siempre. Dormían juntos y le daba un mal rollo tan increíble que Sox siempre iba a acostarse a otra habitación—. No voy a apoyar un plan que necesite tanta coordinación si eso no está solucionado primero. Yo doy el cien por cien, pero los demás tienen que darlo también. Y si vamos a tener que pagar cada cagada con una muerte, apostar por algo que nos permita ser más flexibles individualmente es más inteligente. No sé qué ha pasado hoy ni si se puede atribuir a eso, pero lo de que unos vayan por su lado y otros por otro no ha pasado ni una vez ni dos. Empieza a ser un patrón.
Una formación y unas reglas fijas y claras eran la clase de plan sobre el que Sox podía trabajar perfectamente, pero no si la base estaba podrida. Una idea buena, implementada antes de tiempo, era lo mismo que nada.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
20/08/16, 05:52 am
Cuando su hermano volvió con él suspiró tranquilo y sonrió feliz, abrazándole de nuevo y acomodándolo contra sí. Realmente le relajaba tener así a su hermano, estaba en sus brazos, seguro y a salvo, sin ningún rocavarancolés asesino cerca y con un foso y murallas que los protegían de los peligros terrestres, incluso las estirges darían la alarma si algo viniese por el aire. Lo mimaba mientras atendía a cada palabra.
-Nosotros también nos transformaremos, ella solo esta encaprichada por ver a un Dios de repente en un mundo en el que no están acostumbrados a ello. -No le gustaba llamarles así, pero era mucho mejor usar ese término para tranquilizarle en conjunto.
-Entiendo... -Le respondió. -Trabajaré con ellos entonces.
Siguió mimándole mientras hablaba, podía notar que su voz se apagaba poco a poco así que no le molestó con más palabras propias si no que siguió procurando que estuviese bien cómodo. Cuando lo tuvo por fin dormido en sus brazos disfrutó de la escena, un rato, pero el también estaba cansado, mucho además, sus parpados fueron ganando peso a gran velocidad, hasta que él mismo sucumbió al sueño.
_____________________________________________________________________________________________________
-Nosotros también nos transformaremos, ella solo esta encaprichada por ver a un Dios de repente en un mundo en el que no están acostumbrados a ello. -No le gustaba llamarles así, pero era mucho mejor usar ese término para tranquilizarle en conjunto.
-Entiendo... -Le respondió. -Trabajaré con ellos entonces.
Siguió mimándole mientras hablaba, podía notar que su voz se apagaba poco a poco así que no le molestó con más palabras propias si no que siguió procurando que estuviese bien cómodo. Cuando lo tuvo por fin dormido en sus brazos disfrutó de la escena, un rato, pero el también estaba cansado, mucho además, sus parpados fueron ganando peso a gran velocidad, hasta que él mismo sucumbió al sueño.
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- Estos fragmentos pueden contener y contienen escenas violentas y/o sexuales no aptas para menores o personas sensibles.:
- El animalillo estaba todavía caliente, poco más grande que un perro pequeño. Los intestinos le salían por agujero en el costado en su fino pelaje azulado, todos sus colmillos estaban cubiertos sangre mezclada con alguna sustancia morácea y pastosa que se mezclaban y extendían en pequeño charco y una de sus seis patas estaba en una postura extraña mientras que ha otra le sobresalía el hueso partido de la piel. Los linacs se habían calmado y apartado ya del pequeño animal.
Oh, los guantes, menos mal que los llevaba siempre por si quería tontear con la madera e intentar hacer algo...
La vista cambió a tercera persona.
-¿Barael? ¿Qué haces ahí? -El pequeño estaba acuclillado y giró la cabeza, sostenía por el cuello al animal al que estaba revisando abriéndole la boca y el agujero en su intestino. Ya había mirado los órganos que sobresalieron. Sus guantes estaban manchados de sangre así como un poco la ropa de limpiarse, aunque la mayoría se la había quitado contra el césped.
-Quería ver como es por dentro... -Su voz tembló un poco, no sabía si le iba a regañar por ello.
-Ya veo... -Sonrió. -¡No pasa nadaaa! - Exclamó alegremente. -Yo te enseño, pero vámonos lejos, al río, no querrás que mama te vea todo manchado, ¿Verdad?
Los ojos del pequeño se iluminaron como bombillas y una gran sonrisa se le marcó en el rostro. -¿¡De verdad?! ¡¡¡¡¡Gracias güelitooo!!!!! -La risa de su abuelo resonó como un eco en el agua.
Las escenas cambiaban rápidas, fluyendo unas detrás de otras.
Un beso dulce y torpe, cálido y deseado, tan largo como la noche y sin embargo demasiado fugaz para ambos, tanto así que no les bastaba en absoluto. Y siguieron, el uno pegado al otro con sus cuerpos tratando de acercarse ya más de lo que era posible, explorando con sus manos y sus labios cada rincón del otro. -Lo siento.... -Dijo él jadeando. -No puedo aguanta más... -Barael le beso el cuello y levanto los labios solo para un susurro. -No te aguantes. -Y Per se perdió, despojándole de su última prenda, entrando por fin en la persona que amaba mientras esta gemía y respiraba entrecortadamente a partes iguales. -Te quiero. -Le dijo gimiendo. -Te quiero. -Sello con un beso.
De una parte a otra, pasado, presente, todo se mezclaba. Pero difícilmente recordaría estos interludios.
Un hombre sollozaba amordazado en un sótano una casa cerrada, atado firmemente a una silla. Era un lamento poco común, pues era el llanto gastado de alguien a quien habían conseguido romper completamente desde afuera hasta lo más profundo. Herramientas se amontonaban en una mesa, junto al agua empapada ya en sangre y el fuego de la chimenea.
-Oh, ¿Se puede saber qué fuis ha pasado aquí? -El hombre abrió su ojo restante y empezó a gemir por ayuda, desesperado.
-Dijo que quería abrirles en canal y cenar mientras les veía desangrarse. También estaba amenazando con irse de la lengua si no le dejaba a alguno. -Se encogió de hombros. Que hubiera vuelto significaba que era tarde, por lo que se empezó a lavar las manos y a cambiarse la ropa. -¿Y tía? Pensaba que vendría contigo. Por cierto, ¿quieres dejarlo vivo?
-Ay.... te dije que no te intentaras nada estúpido Lebri ¿Porque no hiciste caso a este viejo? -Soltó una pequeña risa burlesca a lo que el hombre bajó la cabeza y sollozo aún más hundido, no quedaba ninguna esperanza para él. -Tu tía esta con la familia, ya sabes, poniéndose al día y esas cosas. Y no, demasiados estragos. -Se acercó al hombre y cogió un machete de la mesa.
-No, yo lo haré. -Dijo con firmeza. Se acercó por última vez y le atravesó la garganta hacia el cerebro con un cuchillo de carnicero, sin dudar tan siquiera un instante, tan rápido que el hombre no pudo ni reaccionar. Sacó el cuchillo ensangrentado con firmeza y lo depositó en la mesa.
-Corre anda, Per y Brina te echan de menos, yo limpiaré esto, pero dile a tu tía que venga a echarme una mano.
-Vale, gracias. -El sueño paró mientras se acababa de cambiar para irse.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
20/08/16, 10:04 pm
Lorenzo
Al final el mozo cogió una ballesta. Buena elección, de no ser porque mantenia las manos ocupadas, pero para un primerizo, en un grupo, unas buenas ballestas podrían solventar muchos problemas.
Y asi sin esperarselo mucho, arrancó con brutal honestidad de sus preocupaciones y ansias. Ahí halló la llaga. Apoyó las lanzas contra la pared y sonrióle.
—Teneis toda la razón, Don Sox.-aclarole de principios.—Su relación es, tambien, previo riesgo que ya habia considerado.—
Hinchó el pecho.
—Sois inteligente. Y sabreis, sin duda, por mucho que entrenemos, es un peligro entrar en combate real con nadie al cual desconozcamos el alcance de su poder. Son... Sois nenos todavia. Non sabeis de crudezas de batalla y carniceria. Y dudo tambien de dolor.—dijo, alzando el brazo en el cabestrillo.— Huir, imagino, será lo que menos tendremos que practicar, con algo de planificación, podremos hacer una formación de desfile apta que mantenga flexibilidad tanto para escaramuzas de contacto como para retiradas, de eso, non os preocupeis.—
—Mi plan es endureceles. Por desgracia, inocencia y piedad tendrán que quedarse atrás si queremos sobrevivir, ya que ese es el nuestro objetivo. Mañana, plantearelo a todos, mostrareles beneficios que puede acarrear y a los que acepten, no descansare hasta transformarlos en una unidad. Importame poco la amargura con la que luego me traten. Y yo, cuando juro una cosa, cúmplola.—
Hundiose de hombros a continuación.
—Por supuesto, la responsabilidad de la unidad recae tan solo en mi. Hay dos debiles, a mi parecer, en esas dos parejas que has mencionado. Si ellos vuelvense un riesgo demasiado grande, no dejare que participe el compinche debil en las salidas. Si hace falta, entrare en discusión. Y puede significar que perdamos al otro, pero una unidad pequeña es mejor que una unidad con agujeros.—comentó con algo de desgana, pero honesto.
Sonrió, algo alano mientras pellizcábase el bigote.
—Sin embargo, curioso me parece, Don Sox, que traigais mi atención sobre las posibles debilidades del grupo y no me hallais mencionado.—ahí, su mano enguatada pasó a tironearse de la perilla.—Por supuesto, sabeis que se combatir, pero visto lo visto hoy, non parezcoos un poco, como decirlo, ¿Impetuoso?—
Si ya husmeaba la madriguera del conejo, el diestro pasó a ir de cabeza.
—Sin contar, por supuesto, que quizás se corra el mismisimo riesgo de los dos enamorados conmigo y la Señorita Mónica. Non por interes romántico, o patriótico si acaso, más bien estando ella tan debil, sientome obligado o casi, tengo responsabilidad sobre ella.—confesole.
La desconfianza tan severa que agarraba el mozo, era excusable, claro cristalino. Pero la manera en la que, pensaba tan agoreramente de unos crios que andaban en su misma situación, quedabale áspero. Necesitaba saber si non habia sido del todo franco con el. Si iba a liderar a estos chavales como si fuesen soldados, iba a necesitar entrar en sus mentes y acallar sus dudas y miedos para establecer un vínculo de unidad fuerte.
—¿O no?—
Al final el mozo cogió una ballesta. Buena elección, de no ser porque mantenia las manos ocupadas, pero para un primerizo, en un grupo, unas buenas ballestas podrían solventar muchos problemas.
Y asi sin esperarselo mucho, arrancó con brutal honestidad de sus preocupaciones y ansias. Ahí halló la llaga. Apoyó las lanzas contra la pared y sonrióle.
—Teneis toda la razón, Don Sox.-aclarole de principios.—Su relación es, tambien, previo riesgo que ya habia considerado.—
Hinchó el pecho.
—Sois inteligente. Y sabreis, sin duda, por mucho que entrenemos, es un peligro entrar en combate real con nadie al cual desconozcamos el alcance de su poder. Son... Sois nenos todavia. Non sabeis de crudezas de batalla y carniceria. Y dudo tambien de dolor.—dijo, alzando el brazo en el cabestrillo.— Huir, imagino, será lo que menos tendremos que practicar, con algo de planificación, podremos hacer una formación de desfile apta que mantenga flexibilidad tanto para escaramuzas de contacto como para retiradas, de eso, non os preocupeis.—
—Mi plan es endureceles. Por desgracia, inocencia y piedad tendrán que quedarse atrás si queremos sobrevivir, ya que ese es el nuestro objetivo. Mañana, plantearelo a todos, mostrareles beneficios que puede acarrear y a los que acepten, no descansare hasta transformarlos en una unidad. Importame poco la amargura con la que luego me traten. Y yo, cuando juro una cosa, cúmplola.—
Hundiose de hombros a continuación.
—Por supuesto, la responsabilidad de la unidad recae tan solo en mi. Hay dos debiles, a mi parecer, en esas dos parejas que has mencionado. Si ellos vuelvense un riesgo demasiado grande, no dejare que participe el compinche debil en las salidas. Si hace falta, entrare en discusión. Y puede significar que perdamos al otro, pero una unidad pequeña es mejor que una unidad con agujeros.—comentó con algo de desgana, pero honesto.
Sonrió, algo alano mientras pellizcábase el bigote.
—Sin embargo, curioso me parece, Don Sox, que traigais mi atención sobre las posibles debilidades del grupo y no me hallais mencionado.—ahí, su mano enguatada pasó a tironearse de la perilla.—Por supuesto, sabeis que se combatir, pero visto lo visto hoy, non parezcoos un poco, como decirlo, ¿Impetuoso?—
Si ya husmeaba la madriguera del conejo, el diestro pasó a ir de cabeza.
—Sin contar, por supuesto, que quizás se corra el mismisimo riesgo de los dos enamorados conmigo y la Señorita Mónica. Non por interes romántico, o patriótico si acaso, más bien estando ella tan debil, sientome obligado o casi, tengo responsabilidad sobre ella.—confesole.
La desconfianza tan severa que agarraba el mozo, era excusable, claro cristalino. Pero la manera en la que, pensaba tan agoreramente de unos crios que andaban en su misma situación, quedabale áspero. Necesitaba saber si non habia sido del todo franco con el. Si iba a liderar a estos chavales como si fuesen soldados, iba a necesitar entrar en sus mentes y acallar sus dudas y miedos para establecer un vínculo de unidad fuerte.
—¿O no?—
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/16, 08:06 pm
La niña miró a Eorlir, en silencio, mientras este trataba de reconfortarla. No estaba funcionando, pero le haría creer que sí. El nudo que se le había formado en la garganta con la noticia seguía ahí, impidiéndole hablar, por lo que se limitaba a asentir con la cabeza si su edeel le hacía alguna pregunta, incluida la de entrenar; aunque no quisiera realmente, no tenía valor ni fuerzas como para negarse. «Me duele la mano si agarro algo, no creo que sea buena idea…». Suspiró y se dejo guiar al patio de la mano, ignorando a quienes se encontraban allí sin darse cuenta. Iba absorta en sus pensamientos, recordándose que ella podría ser la siguiente en morir si no tenía cuidado.
Agarró el arma de madera haciendo una mueca de dolor. No se sentía igual al estoque real, pero prefería eso a no cortarse más por ser una torpe. Intentaba seguir las instrucciones de Eorlir sin mucha suerte para acertar en lo que tenía que hacer por mucho que se esforzarse.«Eres una inútil, Innadriel», se maldijo, usando su nombre completo, cosa que odiaba. Aquello le hizo apretar los puños, sintiendo el dolor de los cortes a medio curar de la mano de la espada. Por un momento, el dolor hizo que los pensamientos sobre su torpeza o sobre la muerte de la niña se alejaran. Por un momento, el dolor lo llenó todo. Aflojó un poco el agarre que mantenía sobre la empuñadura, estando ahora más concentrada, y siguió entrenando. Ignoró a posta la preocupación de Eorlir y siguió entrenando, concentrada, Seguía siendo igual de torpe, pero por primera vez había logrado concentrarse en un entrenamiento.
Sonrió a su edeel tímidamente ante su cumplido. —Sí, mejor. A veces me duele, pero estoy bien —flexionó los dedos un par de veces para demostrárselo. «Cuando vuelva a ver a Jack podré vengarme de él por traerme aquí…». Siguió al peliazul hacia la armería y se quedó detrás de él, oyendo al resto hablar. A Ina no le parecía correcto haber interrumpido su conversación y estaba nerviosa por ello.
Agarró el arma de madera haciendo una mueca de dolor. No se sentía igual al estoque real, pero prefería eso a no cortarse más por ser una torpe. Intentaba seguir las instrucciones de Eorlir sin mucha suerte para acertar en lo que tenía que hacer por mucho que se esforzarse.«Eres una inútil, Innadriel», se maldijo, usando su nombre completo, cosa que odiaba. Aquello le hizo apretar los puños, sintiendo el dolor de los cortes a medio curar de la mano de la espada. Por un momento, el dolor hizo que los pensamientos sobre su torpeza o sobre la muerte de la niña se alejaran. Por un momento, el dolor lo llenó todo. Aflojó un poco el agarre que mantenía sobre la empuñadura, estando ahora más concentrada, y siguió entrenando. Ignoró a posta la preocupación de Eorlir y siguió entrenando, concentrada, Seguía siendo igual de torpe, pero por primera vez había logrado concentrarse en un entrenamiento.
Sonrió a su edeel tímidamente ante su cumplido. —Sí, mejor. A veces me duele, pero estoy bien —flexionó los dedos un par de veces para demostrárselo. «Cuando vuelva a ver a Jack podré vengarme de él por traerme aquí…». Siguió al peliazul hacia la armería y se quedó detrás de él, oyendo al resto hablar. A Ina no le parecía correcto haber interrumpido su conversación y estaba nerviosa por ello.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- alpeca
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/16, 08:09 pm
Miró con preocupación la mano de Ina. Vió que tenía la mano agarrando con fuerza la empuñadura de su espada de entrenamiento, lo que sin duda le provocaba dolor en los cortes.
-Eh, eh, tranquila... vas a hacerte daño. ¿Quieres que se te vuelvan a abrir los cortes...? -calló de repente, notándola más concentrada. Suspiró y se permitió sonreír ligeramente. Reanudó el entrenamiento, con un ojo puesto en su aurva por si volvía a tensarse de aquella manera.
Después de un buen rato de entrenar a Ina en el patio, Eorlir dió por acabada la clase. Sonrió a Ina.
-No ha estado mal. ¿Qué tal te encuentras? ¿Mejor? -apenas podía disimular de su voz la preocupación por su aurva. Esperaba que la pequeña sesión de entrenamiento hubiera servido para apartar sus pensamientos de la niña muerta.
Miró alrededor. Durante su entrenamiento había dejado de prestar atención a Sox y Sinceridad, y no se había dado cuenta de que el primero se había ido y de que había salido Dafne. Al ver que Sinceridad iba hacia el torreón de nuevo, la siguió, casi por inercia. A pesar de que intentaba ser fuerte por Ina, sobretodo después de lo de Nad, la idea de morir o de que Ina muriera le seguía martilleando en el cerebro, empezandole a agobiar. Estaba claro que por mucho que entrenaran con los estoques, ellos dos sólos no podrían defenderse de todo lo que la ciudad les echara. Ina seguía sintiendo algo de desconfianza hacia los demás, y eso le daba algo de miedo, porque si seguían aislándose del grupo probablemente acabarían solos. Y, tal como lo veía él, lo mejor era formar un grupo cohesionado, al menos hasta que descubrieran si podían salir de allí y cuánto tiempo debían resistir.
Sumido en sus pensamientos, no se dió cuenta de que había bajado a la armería con Sinceridad. Se sorprendió un poco al ver a Sox y a Lorenzo ahí también. Tal como estaba el español, dudaba de que quisiera entrenar mucho los próximos días.
-Eh, eh, tranquila... vas a hacerte daño. ¿Quieres que se te vuelvan a abrir los cortes...? -calló de repente, notándola más concentrada. Suspiró y se permitió sonreír ligeramente. Reanudó el entrenamiento, con un ojo puesto en su aurva por si volvía a tensarse de aquella manera.
Después de un buen rato de entrenar a Ina en el patio, Eorlir dió por acabada la clase. Sonrió a Ina.
-No ha estado mal. ¿Qué tal te encuentras? ¿Mejor? -apenas podía disimular de su voz la preocupación por su aurva. Esperaba que la pequeña sesión de entrenamiento hubiera servido para apartar sus pensamientos de la niña muerta.
Miró alrededor. Durante su entrenamiento había dejado de prestar atención a Sox y Sinceridad, y no se había dado cuenta de que el primero se había ido y de que había salido Dafne. Al ver que Sinceridad iba hacia el torreón de nuevo, la siguió, casi por inercia. A pesar de que intentaba ser fuerte por Ina, sobretodo después de lo de Nad, la idea de morir o de que Ina muriera le seguía martilleando en el cerebro, empezandole a agobiar. Estaba claro que por mucho que entrenaran con los estoques, ellos dos sólos no podrían defenderse de todo lo que la ciudad les echara. Ina seguía sintiendo algo de desconfianza hacia los demás, y eso le daba algo de miedo, porque si seguían aislándose del grupo probablemente acabarían solos. Y, tal como lo veía él, lo mejor era formar un grupo cohesionado, al menos hasta que descubrieran si podían salir de allí y cuánto tiempo debían resistir.
Sumido en sus pensamientos, no se dió cuenta de que había bajado a la armería con Sinceridad. Se sorprendió un poco al ver a Sox y a Lorenzo ahí también. Tal como estaba el español, dudaba de que quisiera entrenar mucho los próximos días.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
22/08/16, 12:22 pm
Alzó una ceja.
—¿Sabes tú? —era una pregunta hecha a medias de escepticismo y de curiosidad genuina. Lorenzo sabía de armas, y Sox no concebía un mundo donde se aprendiera de ellas más que por necesidad o por deporte, pero tenía dejes diferentes a Since y los demás humanos no parecían tratarle como a un regulador o un soldado.
Puede que ni hiciera falta repetir su punto de vista más tarde, porque más gente había ido llegando a la armería. Since había bajado en algún momento mientras hablaban; Sox había estado tan concentrado en la conversación que no se había dado cuenta hasta que la roquense alzó la voz para apoyarle en su visión. Eorlir e Inna estaban en la puerta y el carabés se preguntó si no se habrían dado cuenta de que estaba aludiendo a ellos. Daer se asomaba por detrás de la pareja y Sox resopló antes de pedirle que subiera a buscar a Siete y a Rádar. Tenía algo que proponerles a los cinco para el día siguiente, y así mataba dos pájaros de un tiro. Tres, de hecho, porque les hizo a los sinhadres una pregunta:
—Tomaos esto como un ejercicio mental. Imaginaos que vamos en grupo y nos ataca algo como lo de hoy. Imaginaos que tenéis que elegir entre salvaros vosotros dos seguro, o jugárosla con el grupo entero —les dirigió una mirada penetrante—. Responded en serio. ¿Qué haríais?
Algo de lo que se dio cuenta mientras manejaba la ballesta era que aquel cacharro era demasiado grande como para cargarlo por ahí junto con cualquier otra cosa mayor que un puñal, si lo juntaba además con la munición. Sox chasqueó la lengua contrariado, pero las cosas las haría paso a paso. Conseguiría blancos limpios con el armatoste, y luego vería si podía permitirse el lujo de ampliar sus destrezas con otra cosa. Ante la cantidad de gente que había ahora en el sótano se limitó a dejar el arma a un lado y a rebuscar en busca de la munición y de una pieza de equipo que le permitiera llevarla a las salidas. Mientras tanto siguió escuchando a Lorenzo, y hubo algo de lo que dijo que no le gustó nada.
Ah, no. Para gente que se creía líder ya tenían a Rádar y a Barael. No necesitaban a tres creyéndose que dominaban el cotarro. Negó con la cabeza. Sox mantenía un desagrado mutuo hacia el primero, y desconfiaba de los rollos raros que se traía el segundo con su hermano, pero puede que para Lorenzo todavía hubiese salvación.
—¿Crees que les va a importar un comino lo que “les dejes” hacer? Aquí no hay clasificación, y no se sabe quién es el mejor. Tampoco hay instructor ni nadie a quien nos hayan seleccionado como líder —aunque Sox sabía de grupos donde, si éste resultaba ser un pusilánime, terminaba por renunciar al puesto cuando no podía más con la presión—. Nadie te ha nombrado jefe aquí. Si les dices que uno de ellos tiene que quedarse te escupirá en un ojo antes de salir por la puerta.
Él habría hecho lo mismo si alguien sin credenciales intentase apartarlo de las salidas. No hablaba con acritud, pero tampoco con tapujos.
Miró suspicaz a Lorenzo ahora, que le estaba aguijoneando en busca alguna clase de respuesta. Si se trataba de alguna clase de jueguecito mental no iba a obtener nada, y si era una pregunta genuina lo que obtendría sería la honestidad brutal de siempre; de modo que Sox respondió con normalidad. Negó de nuevo con la cabeza porque el español no le preocupaba.
—Estás hecho polvo. Si tienes dos dedos de frente no pensarás en salir hasta estar recuperado, y parece que los tienes.
En cuanto llegasen los que faltaban les haría saber que ellos seis eran los que no habían estado en la salida de aquel día y que por tanto lo lógico era que les tocase integrar el grupo que saliese los próximos días a por comida. Como carabés, le pareció que lo que implicaban aquellas palabras tenía suficiente peso por sí solo, pero si hacía falta matizaría que parte de los que habían vuelto hoy no estaban en condiciones de salir otra vez. Les hizo saber que él pensaba apuntarse a todas las salidas que le fuera posible, en general. Que hicieran lo que quisieran, pero tenía que saber con quién contaba.
—¿Sabes tú? —era una pregunta hecha a medias de escepticismo y de curiosidad genuina. Lorenzo sabía de armas, y Sox no concebía un mundo donde se aprendiera de ellas más que por necesidad o por deporte, pero tenía dejes diferentes a Since y los demás humanos no parecían tratarle como a un regulador o un soldado.
Puede que ni hiciera falta repetir su punto de vista más tarde, porque más gente había ido llegando a la armería. Since había bajado en algún momento mientras hablaban; Sox había estado tan concentrado en la conversación que no se había dado cuenta hasta que la roquense alzó la voz para apoyarle en su visión. Eorlir e Inna estaban en la puerta y el carabés se preguntó si no se habrían dado cuenta de que estaba aludiendo a ellos. Daer se asomaba por detrás de la pareja y Sox resopló antes de pedirle que subiera a buscar a Siete y a Rádar. Tenía algo que proponerles a los cinco para el día siguiente, y así mataba dos pájaros de un tiro. Tres, de hecho, porque les hizo a los sinhadres una pregunta:
—Tomaos esto como un ejercicio mental. Imaginaos que vamos en grupo y nos ataca algo como lo de hoy. Imaginaos que tenéis que elegir entre salvaros vosotros dos seguro, o jugárosla con el grupo entero —les dirigió una mirada penetrante—. Responded en serio. ¿Qué haríais?
Algo de lo que se dio cuenta mientras manejaba la ballesta era que aquel cacharro era demasiado grande como para cargarlo por ahí junto con cualquier otra cosa mayor que un puñal, si lo juntaba además con la munición. Sox chasqueó la lengua contrariado, pero las cosas las haría paso a paso. Conseguiría blancos limpios con el armatoste, y luego vería si podía permitirse el lujo de ampliar sus destrezas con otra cosa. Ante la cantidad de gente que había ahora en el sótano se limitó a dejar el arma a un lado y a rebuscar en busca de la munición y de una pieza de equipo que le permitiera llevarla a las salidas. Mientras tanto siguió escuchando a Lorenzo, y hubo algo de lo que dijo que no le gustó nada.
Ah, no. Para gente que se creía líder ya tenían a Rádar y a Barael. No necesitaban a tres creyéndose que dominaban el cotarro. Negó con la cabeza. Sox mantenía un desagrado mutuo hacia el primero, y desconfiaba de los rollos raros que se traía el segundo con su hermano, pero puede que para Lorenzo todavía hubiese salvación.
—¿Crees que les va a importar un comino lo que “les dejes” hacer? Aquí no hay clasificación, y no se sabe quién es el mejor. Tampoco hay instructor ni nadie a quien nos hayan seleccionado como líder —aunque Sox sabía de grupos donde, si éste resultaba ser un pusilánime, terminaba por renunciar al puesto cuando no podía más con la presión—. Nadie te ha nombrado jefe aquí. Si les dices que uno de ellos tiene que quedarse te escupirá en un ojo antes de salir por la puerta.
Él habría hecho lo mismo si alguien sin credenciales intentase apartarlo de las salidas. No hablaba con acritud, pero tampoco con tapujos.
Miró suspicaz a Lorenzo ahora, que le estaba aguijoneando en busca alguna clase de respuesta. Si se trataba de alguna clase de jueguecito mental no iba a obtener nada, y si era una pregunta genuina lo que obtendría sería la honestidad brutal de siempre; de modo que Sox respondió con normalidad. Negó de nuevo con la cabeza porque el español no le preocupaba.
—Estás hecho polvo. Si tienes dos dedos de frente no pensarás en salir hasta estar recuperado, y parece que los tienes.
En cuanto llegasen los que faltaban les haría saber que ellos seis eran los que no habían estado en la salida de aquel día y que por tanto lo lógico era que les tocase integrar el grupo que saliese los próximos días a por comida. Como carabés, le pareció que lo que implicaban aquellas palabras tenía suficiente peso por sí solo, pero si hacía falta matizaría que parte de los que habían vuelto hoy no estaban en condiciones de salir otra vez. Les hizo saber que él pensaba apuntarse a todas las salidas que le fuera posible, en general. Que hicieran lo que quisieran, pero tenía que saber con quién contaba.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- alpeca
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
25/08/16, 01:25 am
A Eorlir le pilló por sorpresa que Sox se dirigiera a ellos de golpe con una pregunta tan directa. Ya se imaginaba que alguien les iba a insinuar algo por el estilo, y por supuesto que quería comprometerse con el grupo, pero no se esperaba que les pusieran un supuesto tan bestia. "Eorlir, idiota, por supuesto que tienen derecho a estar así de preocupados. Tú e Ina actuáis como si sólo importarais vosotros. Vais demasiado por libre."
-Sox... Te seré franco. Ina es mi aurva. Eso, en mi mundo... significa que somos mitades de un todo. Dejarla morir significaria dejar morir a algo de mí mismo. Mutilarme. No sé como explicarlo mejor... -Suspiró, pasándose una mano por la cara-. Sin embargo, tanto Ina como yo... no queremos muertes en el grupo. Bueno... más muertes. Ya me entiendes. Así que si te preguntas si os dejaremos en la estacada cuando haya algún peligro... la respuesta es no. Yo lo único que espero es ser más cautos a partir de ahora. No quiero terminar arrastrando a nadie de vuelta al torreón porque esté demasiado herido como para valerse por sí mismo... "o que alguien me termine arrastrando a mí o a Ina de vuelta... o no volver..."
Fue llegando más gente a la armería. Sox se volvió a dirigir a ellos, así como a los que no habían salido con la expedición que había terminado con la vida de la cría. Eorlir asintió.
-Por mi parte, sí, saldré. Pero, si me permites sugerir algo... ir a por la comida y volver rápido. No me tengo por cobarde, pero no me hace mucha gracia entrar en territorio desconocido después de lo de Nad. Al menos, hasta no ponernos de acuerdo para hacer un grupo grande de exploración. -Se encogió de hombros-. Tampoco os lo toméis como una exigencia. Es sólo que prefiero pecar de precavido por ahora.
-Sox... Te seré franco. Ina es mi aurva. Eso, en mi mundo... significa que somos mitades de un todo. Dejarla morir significaria dejar morir a algo de mí mismo. Mutilarme. No sé como explicarlo mejor... -Suspiró, pasándose una mano por la cara-. Sin embargo, tanto Ina como yo... no queremos muertes en el grupo. Bueno... más muertes. Ya me entiendes. Así que si te preguntas si os dejaremos en la estacada cuando haya algún peligro... la respuesta es no. Yo lo único que espero es ser más cautos a partir de ahora. No quiero terminar arrastrando a nadie de vuelta al torreón porque esté demasiado herido como para valerse por sí mismo... "o que alguien me termine arrastrando a mí o a Ina de vuelta... o no volver..."
Fue llegando más gente a la armería. Sox se volvió a dirigir a ellos, así como a los que no habían salido con la expedición que había terminado con la vida de la cría. Eorlir asintió.
-Por mi parte, sí, saldré. Pero, si me permites sugerir algo... ir a por la comida y volver rápido. No me tengo por cobarde, pero no me hace mucha gracia entrar en territorio desconocido después de lo de Nad. Al menos, hasta no ponernos de acuerdo para hacer un grupo grande de exploración. -Se encogió de hombros-. Tampoco os lo toméis como una exigencia. Es sólo que prefiero pecar de precavido por ahora.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
25/08/16, 02:06 pm
Rádar se terminó rápido la cena, relativamente abundante. Ya había notado que cuando no usaba comida carabesa el hambre se aplacaba menos tiempo, lo cual tenía sentido pensando en general cómo se alimentaba el resto del torreón. Todavía recordaba que el primer día solo él y el mago habían parecido realmente afectados por el hambre mientras que para el resto esta parecía ser una molestia más o menos leve.
Cuando terminó se quedó sin saber nada que hacer. Eso le frustraba. En Carabás siempre había algo que hacer, practicar para las clases, estudiar, prepararse para pruebas, horarios que cumplir. El tipo E seguía sin acostumbrarse a la falta de todo eso. Ni siquiera había instrucciones. ¿Qué puñeteros objetivos debían cumplir allí? ¿Cuál era la meta? El castigo era evidente, pero los objetivos y la recompensa no.
El carabés sintió la bilis volviendo a subir por su garganta. Una vez más tuvo que reprimirla. Aquella ciudad era ilógica, carente de racionalidad. El castigo no solo había sido brutal, también injusto. No puedes penalizar a alguien si no tiene forma alguna de conocer las reglas.
El daeliciano del grupo le mandó un aviso a él y a Siete para que bajaran a la armería. «Qué querrá decirnos el mago». Sus palabras no le sorprendieron. Era lo esperable, dadas las circunstancias.
—Yo también pienso apuntarme a todas las salidas que me sean posibles.
Había un matiz que no sabía discernir ni él mismo, al menos conscientemente. Esa decisión la había tomado antes, cuando cargaba con el cadáver de Nad. Lo había decidido al margen de lo que hiciera el otro carabés del torreón.
Las palabras de Eorlir le hicieron fruncir un poco el ceño. Toda la cháchara sobre su aurva le sonaba a superstición religiosa, cosa que le desagradaba. Podía decir todo lo que quisiera, pero su discurso le sonaba a que, en circunstancias extremas, no eran fiables al cien por cien. Su referencia a Lorenzo, por otra parte, se ganó un asentimiento de aprobación y una mirada disimulada hacia el humano.
—Y no solo cautos en eso, también sobre entrar o no en edificios. Parece que aquí clasificarlos en abandonados o habitados no es tan sencillo, y los segundos hay que evitarlos a toda costa.
Rádar no dijo palabra sobre lo último que añadió el sinhadre. Su postura estaba clara con la respuesta que había dado a Sox.
Cuando terminó se quedó sin saber nada que hacer. Eso le frustraba. En Carabás siempre había algo que hacer, practicar para las clases, estudiar, prepararse para pruebas, horarios que cumplir. El tipo E seguía sin acostumbrarse a la falta de todo eso. Ni siquiera había instrucciones. ¿Qué puñeteros objetivos debían cumplir allí? ¿Cuál era la meta? El castigo era evidente, pero los objetivos y la recompensa no.
El carabés sintió la bilis volviendo a subir por su garganta. Una vez más tuvo que reprimirla. Aquella ciudad era ilógica, carente de racionalidad. El castigo no solo había sido brutal, también injusto. No puedes penalizar a alguien si no tiene forma alguna de conocer las reglas.
El daeliciano del grupo le mandó un aviso a él y a Siete para que bajaran a la armería. «Qué querrá decirnos el mago». Sus palabras no le sorprendieron. Era lo esperable, dadas las circunstancias.
—Yo también pienso apuntarme a todas las salidas que me sean posibles.
Había un matiz que no sabía discernir ni él mismo, al menos conscientemente. Esa decisión la había tomado antes, cuando cargaba con el cadáver de Nad. Lo había decidido al margen de lo que hiciera el otro carabés del torreón.
Las palabras de Eorlir le hicieron fruncir un poco el ceño. Toda la cháchara sobre su aurva le sonaba a superstición religiosa, cosa que le desagradaba. Podía decir todo lo que quisiera, pero su discurso le sonaba a que, en circunstancias extremas, no eran fiables al cien por cien. Su referencia a Lorenzo, por otra parte, se ganó un asentimiento de aprobación y una mirada disimulada hacia el humano.
—Y no solo cautos en eso, también sobre entrar o no en edificios. Parece que aquí clasificarlos en abandonados o habitados no es tan sencillo, y los segundos hay que evitarlos a toda costa.
Rádar no dijo palabra sobre lo último que añadió el sinhadre. Su postura estaba clara con la respuesta que había dado a Sox.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
26/08/16, 01:29 pm
Tayron no duró en la cama, su mente empezó a exigirle como cada vez que ocurrían cosas malas en su vida, en un momento de reflexión como aquel quizás se dio cuenta de que su actividad e ímpetu en la Tierra a lo mejor era una defensa para olvidarse de sus problemas, no lo tenía del todo claro pero desde luego después de la muerte de Nad era evidente que el movimiento le mantendría distraído. Así que se incorporó con dificultad como si por primera vez en su vida su cuerpo le hablara y le dijera “Descansa”, no hizo caso y descendió a las escaleras buscando a Dafne para estar con ella o entrenar o lo que fuera que no significara entrar en modo Mónica. No era un zombie, y eso lo sabía desde hace mucho tiempo, si ocurria un problema tenía que reaccionar, mal o bien pero no se estaría quieto.
Nada más bajar notó la ausencia de gente en la planta baja pero no le importó realmente, fue simplemente el silencio lo que le perturbó. La pequeña no era ruidosa pero ya se le echaba en falta.
En vista de que no conocía el paradero de la noruega fue a la armería a coger sus hachas para entrenar, se esforzaría al máximo aunque cayese rendido a los cinco minutos.
Se llevó una sorpresa al ver que una buena parte del grupo andaba reunido allí abajo y de inmediato se preguntó por qué no se le había avisado, igual había dado una imagen equivocada de sí mismo al recluirse solo en su habitación. Tayron se creía capaz de participar en las decisiones de grupo.
Observó con cautela detrás de los sinhadres la pregunta de Sox, el belga no sabía a dónde quería llegar pero esperó con impaciencia la respuesta de Eorlir. Se pasó la lengua por los labios resecos mientras contestaba y paseó su mirada por el resto de los presentes, cuando el edeel acabó analizó sus palabras brevemente. Dijo que no los dejaría en la estacada pero estaba claro que el humano disentía de tal afirmación, Sox, Rádar, incluso Ina y Eorlir se darían cuenta si alguna desgracia volvía a suceder... en momentos de máxima tensión uno reacciona de forma diferente a la esperada, aquella pregunta carecía de sentido a ojos del belga. Cada uno se conocía a sí mismo en su vida cotidiana pero en situaciones mortales cambiaba la cosa. Él mismo hace un semanas atrás, no, días, habría pensado que le habría arrojado la lanza a aquel malnacido, y, en cambio, solo se apegó a Dafne para protegerla. Que Eorlir o cualquier otro se aferraran a una actitud antes del peligro no significaba nada, absolutamente nada.
El muchacho chasqueó la lengua contrariado. Por otra parte le gustaría tener la seguridad de que acturían como un grupo organizado y preparado pero él más que nadie sabía que si algo sucedía tendría sus prioridades, como todos, hasta Sox y Lorenzo tendrían que elegir alguna vez ya fuera por afinidad, por instinto o simplemente por utilidad. En ese aspecto él se quedaba tranquilo, no tendría que elegir nunca porque ya conocía a gente de antes y eso lo hacía mucho más fácil.
Nada más bajar notó la ausencia de gente en la planta baja pero no le importó realmente, fue simplemente el silencio lo que le perturbó. La pequeña no era ruidosa pero ya se le echaba en falta.
En vista de que no conocía el paradero de la noruega fue a la armería a coger sus hachas para entrenar, se esforzaría al máximo aunque cayese rendido a los cinco minutos.
Se llevó una sorpresa al ver que una buena parte del grupo andaba reunido allí abajo y de inmediato se preguntó por qué no se le había avisado, igual había dado una imagen equivocada de sí mismo al recluirse solo en su habitación. Tayron se creía capaz de participar en las decisiones de grupo.
Observó con cautela detrás de los sinhadres la pregunta de Sox, el belga no sabía a dónde quería llegar pero esperó con impaciencia la respuesta de Eorlir. Se pasó la lengua por los labios resecos mientras contestaba y paseó su mirada por el resto de los presentes, cuando el edeel acabó analizó sus palabras brevemente. Dijo que no los dejaría en la estacada pero estaba claro que el humano disentía de tal afirmación, Sox, Rádar, incluso Ina y Eorlir se darían cuenta si alguna desgracia volvía a suceder... en momentos de máxima tensión uno reacciona de forma diferente a la esperada, aquella pregunta carecía de sentido a ojos del belga. Cada uno se conocía a sí mismo en su vida cotidiana pero en situaciones mortales cambiaba la cosa. Él mismo hace un semanas atrás, no, días, habría pensado que le habría arrojado la lanza a aquel malnacido, y, en cambio, solo se apegó a Dafne para protegerla. Que Eorlir o cualquier otro se aferraran a una actitud antes del peligro no significaba nada, absolutamente nada.
El muchacho chasqueó la lengua contrariado. Por otra parte le gustaría tener la seguridad de que acturían como un grupo organizado y preparado pero él más que nadie sabía que si algo sucedía tendría sus prioridades, como todos, hasta Sox y Lorenzo tendrían que elegir alguna vez ya fuera por afinidad, por instinto o simplemente por utilidad. En ese aspecto él se quedaba tranquilo, no tendría que elegir nunca porque ya conocía a gente de antes y eso lo hacía mucho más fácil.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
27/08/16, 11:31 am
Siete había llevado un plato de comida a la habitación donde estaba Monica, pero quedó claro que no iba a tocarlo. Tenía arañazos nuevos en la piel. Le agarró las manos y pronunció un "no" claro, pero volvió a dejarla sola después. Daer había subido a buscarlo por petición de Sox.
Tenía la expresión esombrecida mientras escuchaba hablar. Se frotaba la muñeca mientras reprimía las palabras hasta su turno.
- Hay cosas de las que no merece la pena hablar- murmuró-. Porque no sabeis que va a ocurrir. Me refiero a que hareis. No podeis prometer nada- reiteró, un poco más firme- Si la vida de alguien que te importa se va delante de ti, o te ves lleno de sangre o algo te produce impresión, no es tan sencillo hacer lo correcto o lo lógico.
La honestidad de Siete quizás delataba el peso detrás de sus palabras, o que hablaba de experiencia. Él no se paró a considerarla, una vez abrió la boca.
- Saldré a donde se me necesite. Solo señalaba que ni siquiera tú, Sox, o cualquiera de los que creeis que sabeis que teneis las alianzas claras, ninguno sabe que pasará cuando algo lo aterrorice. Si vamos a desconfiar de las parejas podeis desconfiar de los demás también. Para funcionar, quizás sea mejor asumir que haremos lo mejor que sepamos y discutir lo que podemos cambiar.
Retorció la mano sobre su muñeca, incomodo con la atención que había atraido sobre si mismo, al tiempo que la inercia le ayudaba a seguir hablando.
- Contra algo de lo que no nos podemos proteger, el tamaño del grupo no importa tanto. Mucha gente es un blanco facil y corren igual dos que diez. Si no más rápido. Alguien tendría que quedarse cada vez para cuidar de los que estan dentro. Monica esta muy afectada, y Lorenzo debería descansar.
Tenía la expresión esombrecida mientras escuchaba hablar. Se frotaba la muñeca mientras reprimía las palabras hasta su turno.
- Hay cosas de las que no merece la pena hablar- murmuró-. Porque no sabeis que va a ocurrir. Me refiero a que hareis. No podeis prometer nada- reiteró, un poco más firme- Si la vida de alguien que te importa se va delante de ti, o te ves lleno de sangre o algo te produce impresión, no es tan sencillo hacer lo correcto o lo lógico.
La honestidad de Siete quizás delataba el peso detrás de sus palabras, o que hablaba de experiencia. Él no se paró a considerarla, una vez abrió la boca.
- Saldré a donde se me necesite. Solo señalaba que ni siquiera tú, Sox, o cualquiera de los que creeis que sabeis que teneis las alianzas claras, ninguno sabe que pasará cuando algo lo aterrorice. Si vamos a desconfiar de las parejas podeis desconfiar de los demás también. Para funcionar, quizás sea mejor asumir que haremos lo mejor que sepamos y discutir lo que podemos cambiar.
Retorció la mano sobre su muñeca, incomodo con la atención que había atraido sobre si mismo, al tiempo que la inercia le ayudaba a seguir hablando.
- Contra algo de lo que no nos podemos proteger, el tamaño del grupo no importa tanto. Mucha gente es un blanco facil y corren igual dos que diez. Si no más rápido. Alguien tendría que quedarse cada vez para cuidar de los que estan dentro. Monica esta muy afectada, y Lorenzo debería descansar.
-
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
28/08/16, 07:09 pm
Y encima lo decía tan orgulloso, pensó Sox exasperado al oír la aportación de Eorlir. ¿Por qué le había tocado el equipo de los codependientes?
Bueno, al menos tenía los cojones de admitirlo a las bravas. Era más fácil eso y que supieran con qué trabajaban que ofrecer hipocresía primero y sorpresas desagradables después. El carabés agradecía aquella muestra de sinceridad, al menos.
—Concuerdo —dijo sin embargo a su propuesta de no alejarse del punto de provisiones. No necesitaban riesgos innecesarios mientras aún no tuvieran un plan.
El punto de vista de Rádar era de esperar, por lo que sabía Sox de él. Habían intercambiado posiciones de lista y especialidades nada más conocerse, y tampoco había esperado otra cosa. Ladrase más de lo que mordiese o no, no le haría ningún bien a su imagen retraerse ahora. Independientemente de cómo le cayese el E, era cierto que fiarse de la simple vista para distinguir qué edificios eran fiables o no era un método que les había estallado en la cara. Estaban en medio de una discusión y Sox no podía concentrarse en pensar algo ahora. Lo haría después. Después de… todo lo demás. El arma y organizar la armería. Sí.
Se mantuvo en silencio mientras el grupo (porque casi todo el grupo estaba abajo ahora, incluso Mónica estaba al pie de las escaleras con esa expresión fantasmal que todavía le ponía los pelos de punta) ponía sus respectivos granos de arena a la discusión. Por supuesto, eso no significaba que estuviera ocioso. No había cargado la ballesta para probarla, por descontado. No era idiota; había más gente en la armería. Pero sí había examinado el que la cuerda no estuviera deteriorada, que todavía estuviera bien aferrada a las astas del arco. Comprobaba ahora que la munición cupiera bien en su riñonera. Los pernos eran mucho más pesados de lo que había imaginado. Sox casi podía imaginarse que sostenía balas, y no supo si el pensamiento le hizo sentir mejor o peor.
La respuesta de Siete le hizo alzar la vista bruscamente y dirigirle una mirada furibunda.
—Si crees que nuestra supervivencia es una de esas cosas de las que no vale la pena hablar, sube y no pierdas tu tiempo—replicó sin censurarse lo más mínimo. “Supervivencia” era una palabra extraña en sus oídos, todavía alienígena aplicada a sí mismo y a su entorno más inmediato, pero se centró en continuar de todas formas—. Si prefieres no pensar mal de nadie a saber con qué trabajas es tu problema. Puedo desconfiar igual de los que vais solos, y vosotros de mí por la misma regla de tres; pero los que ya se conocen me dan más motivos, y si necesito preguntar para quedarme tranquilo preguntaré. Si os ofende diría que lo siento, pero no sería verdad.
El que la duda ofendiese era de pusilánimes. Si uno era de fiar no tenía más que exponer por qué y ya está. Sox no tenía nada que esconder y respondería a lo que le echaran en cara; y Eorlir había hecho un alegato aceptable dentro de la aceptabilidad que suponía no renunciar a aquella relación pegajosa, pero Sox se habría fiado menos de él si hubiera mentido y dicho que valoraba a Inna igual que al resto.
Miró con el ceño fruncido al idrino, con la mirada menos cargada de desaprobación y más de enjuiciamiento mientras escuchaba su argumento. Siete hablaba ahora con más decisión, pero todavía no le convencía. Sin embargo Sox no estaba allí para sacarle agujeros al discurso de nadie sino para que, ya que estaban tantos allí, discutir algo más importante.
—¿Qué propones entonces? ¿No planear nada porque total, nos puede salir mal o alguien puede cagarla? —el carabés se cruzó de brazos—. Si un plan no funciona se arregla, pero al menos significa que estamos haciendo algo. Hoy no teníamos nada. Y ha muerto alguien.
Resopló. Tenía la impresión de que estaban desviándose. No le interesaba hablar de quién desconfiar y de quién no, había tenido suficiente de esa mierda en el Centro. Lo que le interesaba era cómo afectaba eso a las salidas, y le molestaba si aquello no había quedado claro.
—Esto nos afecta a la hora de “discutir lo que podemos cambiar”, Siete. Si nadie putea a nadie, mejor, ¿estamos? Pero si esto nos va a influir en algo, prefiero sacarlo a la luz ahora y tenerlo en cuenta en lugar de descubrir que la pareja de más allá ha huido en tal dirección, fulano en otra y el resto en otra porque nunca nos molestamos en acordar nada. Si no tenemos que preocuparnos de que cada uno haga lo que le dé la gana, estamos más concentrados para hacer frente a lo que nos toque. Lorenzo tenía ideas —hizo un gesto de cabeza hacia el aludido. No iba a exponerlas cuando no eran suyas—. De hecho tal vez podamos darle la vuelta a esto para que funcione. La gente que ya se conoce puede que trabaje mejor junta. Y no solo los que van de dos en dos pueden putear a los demás —ahí tenía razón Siete, aunque Sox tendía a fiarse menos de los que mostraban vínculos de dependencia—. Fuese quien fuese yo votaría por echarle a patadas, no será por falta de igualdad. Pero esto hay que pensarlo y no dejarlo al tuntún. Ya le he preguntado a Lorenzo qué ha echado en falta hoy, cuando han salido las cosas mal. ¿El resto tenéis algo que decir? ¿Cómo pensáis cubrir agujeros?
No había instructor ni nadie les había puesto normas. La tarea de hacerles mejorar residía exclusivamente sobre ellos.
Bueno, al menos tenía los cojones de admitirlo a las bravas. Era más fácil eso y que supieran con qué trabajaban que ofrecer hipocresía primero y sorpresas desagradables después. El carabés agradecía aquella muestra de sinceridad, al menos.
—Concuerdo —dijo sin embargo a su propuesta de no alejarse del punto de provisiones. No necesitaban riesgos innecesarios mientras aún no tuvieran un plan.
El punto de vista de Rádar era de esperar, por lo que sabía Sox de él. Habían intercambiado posiciones de lista y especialidades nada más conocerse, y tampoco había esperado otra cosa. Ladrase más de lo que mordiese o no, no le haría ningún bien a su imagen retraerse ahora. Independientemente de cómo le cayese el E, era cierto que fiarse de la simple vista para distinguir qué edificios eran fiables o no era un método que les había estallado en la cara. Estaban en medio de una discusión y Sox no podía concentrarse en pensar algo ahora. Lo haría después. Después de… todo lo demás. El arma y organizar la armería. Sí.
Se mantuvo en silencio mientras el grupo (porque casi todo el grupo estaba abajo ahora, incluso Mónica estaba al pie de las escaleras con esa expresión fantasmal que todavía le ponía los pelos de punta) ponía sus respectivos granos de arena a la discusión. Por supuesto, eso no significaba que estuviera ocioso. No había cargado la ballesta para probarla, por descontado. No era idiota; había más gente en la armería. Pero sí había examinado el que la cuerda no estuviera deteriorada, que todavía estuviera bien aferrada a las astas del arco. Comprobaba ahora que la munición cupiera bien en su riñonera. Los pernos eran mucho más pesados de lo que había imaginado. Sox casi podía imaginarse que sostenía balas, y no supo si el pensamiento le hizo sentir mejor o peor.
La respuesta de Siete le hizo alzar la vista bruscamente y dirigirle una mirada furibunda.
—Si crees que nuestra supervivencia es una de esas cosas de las que no vale la pena hablar, sube y no pierdas tu tiempo—replicó sin censurarse lo más mínimo. “Supervivencia” era una palabra extraña en sus oídos, todavía alienígena aplicada a sí mismo y a su entorno más inmediato, pero se centró en continuar de todas formas—. Si prefieres no pensar mal de nadie a saber con qué trabajas es tu problema. Puedo desconfiar igual de los que vais solos, y vosotros de mí por la misma regla de tres; pero los que ya se conocen me dan más motivos, y si necesito preguntar para quedarme tranquilo preguntaré. Si os ofende diría que lo siento, pero no sería verdad.
El que la duda ofendiese era de pusilánimes. Si uno era de fiar no tenía más que exponer por qué y ya está. Sox no tenía nada que esconder y respondería a lo que le echaran en cara; y Eorlir había hecho un alegato aceptable dentro de la aceptabilidad que suponía no renunciar a aquella relación pegajosa, pero Sox se habría fiado menos de él si hubiera mentido y dicho que valoraba a Inna igual que al resto.
Miró con el ceño fruncido al idrino, con la mirada menos cargada de desaprobación y más de enjuiciamiento mientras escuchaba su argumento. Siete hablaba ahora con más decisión, pero todavía no le convencía. Sin embargo Sox no estaba allí para sacarle agujeros al discurso de nadie sino para que, ya que estaban tantos allí, discutir algo más importante.
—¿Qué propones entonces? ¿No planear nada porque total, nos puede salir mal o alguien puede cagarla? —el carabés se cruzó de brazos—. Si un plan no funciona se arregla, pero al menos significa que estamos haciendo algo. Hoy no teníamos nada. Y ha muerto alguien.
Resopló. Tenía la impresión de que estaban desviándose. No le interesaba hablar de quién desconfiar y de quién no, había tenido suficiente de esa mierda en el Centro. Lo que le interesaba era cómo afectaba eso a las salidas, y le molestaba si aquello no había quedado claro.
—Esto nos afecta a la hora de “discutir lo que podemos cambiar”, Siete. Si nadie putea a nadie, mejor, ¿estamos? Pero si esto nos va a influir en algo, prefiero sacarlo a la luz ahora y tenerlo en cuenta en lugar de descubrir que la pareja de más allá ha huido en tal dirección, fulano en otra y el resto en otra porque nunca nos molestamos en acordar nada. Si no tenemos que preocuparnos de que cada uno haga lo que le dé la gana, estamos más concentrados para hacer frente a lo que nos toque. Lorenzo tenía ideas —hizo un gesto de cabeza hacia el aludido. No iba a exponerlas cuando no eran suyas—. De hecho tal vez podamos darle la vuelta a esto para que funcione. La gente que ya se conoce puede que trabaje mejor junta. Y no solo los que van de dos en dos pueden putear a los demás —ahí tenía razón Siete, aunque Sox tendía a fiarse menos de los que mostraban vínculos de dependencia—. Fuese quien fuese yo votaría por echarle a patadas, no será por falta de igualdad. Pero esto hay que pensarlo y no dejarlo al tuntún. Ya le he preguntado a Lorenzo qué ha echado en falta hoy, cuando han salido las cosas mal. ¿El resto tenéis algo que decir? ¿Cómo pensáis cubrir agujeros?
No había instructor ni nadie les había puesto normas. La tarea de hacerles mejorar residía exclusivamente sobre ellos.
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