Prisión (Archivo VII)

Recuerdo del primer mensaje :

Fueron los temblores los que terminaron por despertarla. Abrió lentamente los ojos sintiendo un nuevo estremecimiento al tiempo que intentaba cubrirse aun mas con el poncho instintivamente, dándose cuenta que se encontraba sobre una cama. Soñolienta aun y con el frío calando su cuerpo desnudo bajo el poncho miró alrededor. Estaba en un cuarto sin mas luz que la que provenía del pasillo, pues la puerta estaba entre abierta, acostada en una cama que había tenido mejores tiempos, aunque para ella era un pequeño lujo.

Los recuerdos de su breve encuentro con Dama Aroma llegó a la mente de Pam. Frunció el ceño pues aquel sitio no tenia pinta alguna de ser magnifico, parecía un tugurio de mala muerte. Agarro el mango del cuchillo dentro de su delantal para conseguir seguridad antes de bajarse de la cama, sintiendo la piedra bajo sus pies.

<<Que lugar mas extraño>> pensó acercándose despacio a la puerta no habiendo NAda mas que ver allí salvo suelo sucio y una cama incomoda. Empezaba a temer el haberse equivocado por confiar en Dama Aroma ¿y si había sido llevada a otra granja? <<La suerte no puede ser tan cruel...>> inquieta, asomándose un poco por el orificio que permitía que entrara cierta luz en el cuarto. No había nadie fuera, solo un largo pasillo cubierto de piedra. No había ordes alguno fuera y aquello le era extraño. Las granjas siempre estaban cuidadas y vigiladas por los ordeses, pero allí no solo no había nadie sino que tenia un aspecto bastante decadente.

<<Incluso si lo hay, tengo mi cuchillo>> aseguro dándose confianza antes de empujar un poco la puerta con esfuerzo, pues era bastante pesada y abrir un hueco lo suficientemente grande para colar su menudo cuerpo. Ya afuera, vio que tanto a su derecha como a su izquierda el pasillo parecía no tener fin y solo era iluminado por la tenue luz de las antorchas. No solo eso, sino que todo era...grande, el techo, la puerta, la cama donde había despertado y aquello solo añadió otra duda mas a la mente de la mono del queso.

-¿Y ahora que? -se preguntó Pam confundida y frunciendo aun mas el ceño. Sin saber donde estaba ni por donde ir, solo le quedaba una opción: dejad que la suerte la guiara. Cogió una de las agujas de su pulsera y acuclilló en el suelo sintiendo un poco mas de calor llegando a ella al hacerlo, colocando la aguja en vertical sobre una de las losas de piedra, la aguja se mantuvo de pies apenas un par de milésimas de segundo después de que apartara el dedo, cayendo hacia un lado antes de rodar un poco y quedarse quieta- A la izquierda entonces - murmuro Pam, tomando la aguja de vuelta y devolviéndola a su lugar, para seguir el pasillo indicando sin dejar de restregarse un brazo para intentar calentarse un poco y con el cuchillo firmemente agarrado en el bolsillo.

Por fin era capaz de entender lo que decía aquel grupo de extraños. Si ellos no mentían, estaba en Rocavarancolia, y eso significaba que aquel majadero llamado Doce Punto había dicho la verdad.

-Mi nombre es Mike, y a mí me trajo un extraño tipo llamado Doce Punto, de piel grisácea y unas pintas extravagantes. -respondió Mike haciendo memoria, hasta que cayó en algo que dijo la grandullona del espadón - Espera, habéis dicho que vosotros despertasteis hace tiempo, ¿¡cuánto tiempo llevamos durmiendo!? ¿¡hay más gente que sigue dormida!?

La idea de llevar semanas o incluso meses dormido aterraba a Mike. El cansancio y la idea estaban haciendo mella en él, y empezó a marearse. Se agachó haciendo como si hubiera visto algo en el suelo para disimular el mareo y aprovechó para recomponerse antes de volver a ponerse de pie, aunque su intento no pasó del todo desapercibido y el grupo lo miró extrañado por su comportamiento. Mike no sabía cómo reaccionar ante la situación en la que se encontraba: en un sitio desconocido y rodeado de seres extraños.

-Espera, espera, espera. -dijo Mike, de pronto, cortando cualquier intento de contestar a sus anteriores preguntas -Dices que ella soñó que había gente que se despertaba... ¿tenéis por costumbre hacer caso a los sueños que tenéis, o es que ella es especial?

Parecía que en vez de respuestas lo único conseguía Mike era quedar más confuso.

Puede que no fueran cadáveres después de todo... La idea de no haber despertado nunca hace que se me encoja el estómago. Supongo que no tengo tan mala suerte, después de todo. Prefiero vivir huyendo que morirme mientras duermo.

Para variar, el tal Mike se acelera y vuelve a tomar la delantera. Empieza a interrogar a los recién llegados, que lejos de comérselo allí mismo parecen... ¿Divertidos? ¿Intrigados? Ni idea.
Nada de lo que dicen tiene sentido pero al mismo tiempo sí lo tiene, solo que en historias fantásticas y no en un escenario tan cruel y tedioso como el mundo real.

(A todo esto, si es que la magia realmente existe, ¿cambiará acaso la naturaleza de las personas y del mundo? Cuesta menos creer en criaturas fantásticas y poderes inexplicables que en el libre albedrío y en la solidaridad.)

Por el momento no puedo hacer nada más que esperar. Claro que así me siento más tranquila. Estar en segundo plano es mucho más cómodo. No tengo nada que decir, solo observo y escucho. Intento imaginarme qué es o qué puede hacer cada uno de ellos. El que más me intriga es el de los tatuajes. Anoto lo que más me llama la atención de cada cada uno de ellos debajo de sus respectivos nombres; podría serme útil más tarde o ayudarme a identificar seres similares. Al fijarme en el cuaderno me doy cuenta de que no reconozco mi propia escritura actual pero al mismo tiempo la entiendo perfectamente.

Cuando al fin terminan de hablar de sueños y otras tonterías sin impotancia (y yo que pensaba que ese Mike sería un tipo práctico... me habré equivocado), la conversación se vuelve mucho más pragmática. Esto me interesa; no como material de escritura, sino como ser humano. Puede que nuestra supervivencia dependa de las decisiones que se tomen a continuación y estos tipos no parecen querer hacernos daño.

Una parte de mí se pregunta si nos acogerán y nos instruirán sobre el mundo exterior. Pero la dominante, más fatalista realista me dice que no sea ingenua, que las cosas nunca salen tan bien. A menos que quieran que vivamos aquí, sin comida ni agua, por el momento me basta con seguirles en silencio. Sin dejar de planear rutas de escape por el camino, por supuesto. Nunca se sabe.

A Mike le atraía la idea de salir por fin de las mazmorras, pero no podía confiar a ciegas en aquel grupo. Menos aún después de que la primera persona en la que había decidido confiar desde hacía años le hubiera tendido una trampa. Su cadena de pensamientos le llevó a la opción más obvia: Seguirles la corriente por ahora, y en cuanto encontrara una oportunidad, aprovecharla para escabullirse.

-No me parece nada mal salir de aquí, pero me gustaría saber a dónde nos vamos. ¿Habéis encontrado o construido algún tipo de refugio? - preguntó Mike, intentando sonar más curioso que inquisitivo.

Mike echó otro vistazo a la fortachona con el espadón, por considerarla la mayor amenaza del grupo, y empezó a cavilar alguna forma de conseguir evitar que le rebanara el pescuezo si conseguían darle alcance cuando se fugara. Luego se dio cuenta de que no serviría de mucho pensar en eso si no se presentaba oportunidad alguna para escaparse.

Varios de los sendarios asienten mientras Nadir y Erevelin hablan en voz baja, entre ellas.

—Los que hemos logrado permanecer con vida estamos en una colmena gigante cerca de aquí —les explica Lulú, con una seriedad rota solo por su tono de voz agudo.

—Un Torreón. Según nuestro mapa se llama Torreón Sendar —le corrige Baste.

—Eso, eso. Lo que dice Doce —el repoblador hace un ademán y se cruza de brazos.

Ellie sonríe ante la discusión y continúa con la explicación con gesto preocupado.

—La ciudad es muy peligrosa. No sé qué os diría Doce Punto a vosotros, pero todo esto es una locura... Nos engañaron —la humana se acerca a la puerta y la abre para que sea la propia Rocavarancolia la que les muestre el carácter del lugar en el que se encuentran atrapados—. Nos dejaron tirados entre estas ruinas, nadie vino a explicarnos nada y tuvimos que escondernos durante días de unos monstruos horrendos que nos asaltaron por las calles.

—Dar con el torreón fue un alivio —añade Aldhias con los brazos cruzados y un expresión funesta—. Pero perdimos a varias personas por el camino...

El gesto de la mayoría se ensombrece. Los ojos enormes de Baste se inundan de lágrimas y el repoblador le acaricia la tripa desde el marsupio.

—Perdimos a niños.

—Por eso hemos venido —logra hablar el ordés, trémulo—. Cuando Erevelin dijo que soñó con alguien, creímos que podría levantarse. Bueno, algunos lo creyeron... —agacha la cabeza—. No queríamos que nadie más se perdiera en Rocavarancolia. Es una suerte que hayáis despertado justo ahora.

—El camino no es muy largo, pero tal vez queráis comer antes de que emprendamos la marcha. Ya sabéis, para ganar energía y esas cosas —Noah abre un zurrón y les muestra el contenido: varias piezas de fruta; algunas conocidas, otras no tanto—. Es todo lo que podíamos traer. Siento que no sea mucho.

Mike miró la fruta con ligera desconfianza, aunque después de sopesarlo un poco, se acercó al chico del pelo rosa y cogió un plátano (Mike se había fijado en que era una de las cosas que comían los tenistas durante los partidos para reponer fuerzas, al ver algún partido en la televisión de un escaparate cercano a su refugio). Hacía mucho que no comía fruta que no estuviera pocha y esta le supo a gloria.

Cuando salió del edificio el paisaje que los recibió dejó a Mike sobrecogido. La palabra "desolación" apenas empezaba a describir lo que Mike podía ver. A su alrededor se extendía una ciudad en ruinas. Unas grandes cordilleras y una extraña catedral de piedra roja que no auguraba nada bueno se alzaban hacia el oeste. Mirara donde mirara, Mike no encontró rastro alguno de vegetación.

"Un lugar lleno de magia y aventuras" le había dicho Doce Punto. ¿Magia y aventuras? ¿Dónde? Más bien ruina y peligro.

-¿De dónde sacasteis la comida? No parece que haya un supermercado, y tampoco parece que pueda crecer nada comestible en este suelo. -preguntó Mike mientras tocaba el suelo con la mano. -¿Más magia?

Guille dormía en una cama que no era la suya. En una pequeña habitación, si a eso se le podría llamar habitación. Era oscura , fría, únicamente alumbrada con la tenue luz de una antorcha.
Fue entonces cuando escucho, de fondo, unas voces que no entendía, pero que le despertaron, e intento levantarse de golpe.

-¡BUENoss....- antes de llegar a ponerse de pie,la vista se le nublo, todo daba vueltas y callo como un tronco a la fría roca.

"  Este no es mi cuarto" pensó  cuando pudo recobrar la vista, y volvió a intentar levantarse, se dio cuenta que tenia el cuerpo dormido, como si llevara mucho tiempo tumbado. Miro su cuerpo ,tenia puesto su pijama, llevaba su gorro en la cabeza, su reloj en la mano y "Lechuga también esta aquí" agarrando su oso de peluche. Se incorporo y se puso de pie, miro a su alrededor, sus ojos se abrieron completamente, su cara se puso blanca "Han sido lo Aliens, lo he visto en la tele, y me ha encerrado para hacerme pruebas, seguro que me necesitan para sus fines malvados ¡tengo que salir de aquí! " pensó mientras,con su cuerpo todavía adormilado, se dirigió hacia la puerta.

El trasgo rio ante algunos de los comentarios del cambiante mientras se ponían en movimiento. El camino se le pasó rápido, atento como estaba a la conversación y elucubrando sobre aquel curioso misterio.

Las mazmorras estaban tan limpias como podían estar cuando no estaba la cosecha liándola por allí. En algunas habitaciones descansaban cosechados comatosos, en quietud absoluta, y el silencio del lugar se fue contagiando al trasgo. Se metió en una celda al azar, donde dormía uno que parecía un muñeco coriaceo, y acercó su oído con atención al pecho.

El corazón palpitaba.

Le abrió uno de los parpados para ver un iris con el rojo más intenso que había visto nunca. Frunció el ceño y miró al foner, algo preocupado.

—Cuando he oído este silencio he caído en algo: deberían estar muertos —todos aquellos cosechados mostraban una delgadez severa, producto de meses sin comer, por lo que claramente no estaban en ninguna clase de suspensión biomágica—. Honestamente, no veo al Consejo gastando magia en mantenerlos vivos, en especial porque eso técnicamente sería intervención.

El trasgo se golpeaba el dedo con la boca, algo molesto. En su momento había leído en la biblioteca la poca información que había de los krabelienses, pero no conseguía recordar si aquel color de ojos era normal.

Las mazmorras estaban silenciosa, un silencio casi mortuorio, si se tenia en cuenta que aun había celdas con gente durmiendo en ellas. Avanzaron por los pasillos, algunas puertas estaban abiertas sin nadie en su interior, pero otras estaban cerradas o entre abiertas con aquellos durmientes en su interior. Tan quietos que parecían muertos. Dédalo agudizo los oídos, mas desarrollados que los suyos propios. Nada. Ni un sonido.

Vio a Bastel entrar en una de las celdas y le siguió, observando el cuerpo blancuzco tendido en la cama. Un krabeliense. Sabía que en la cosecha anterior había llegado una krabeliense, pero siendo un mundo que llevaba poco tiempo, Dédalo no había podido aun documentarse fielmente de este salvo por algunos detalles vagos. Lo tenía en la mira para visitarlo, pero de lo que había investigado de sus habitantes y sus ecosistemas, no podía ir sin mas. Necesitaba ir con cierta seguridad y protecciones especiales, o al menos conocer bien de cerca el método de protección natural de sus habitantes para imitarlos.

-El silencio es antinatural- asintió Dédalo acercándose al camastro, suponiendo por como Bastel frunció el ceño al intentar escuchar el pecho del Krabeliense, que este seguía vivo- Sabes que puedo agudizar mi oído cuanto quiera...no es solo esta habitación, ni las mas cercanas, no se escucha nada en ningún lado o al menos mis oídos no lo captan. ¿No lo ves raro? ¿Que haya tanta gente en este estado y ninguno este sufriendo pesadillas? ¿Que ninguno se revuelva entre sueños? No se lo demás, pero el krabeliense esta completamente estático, como cuando el cuerpo de uno es paralizado. - indico acercándose al cuerpo de este,  viendo los ojos de rojo intenso. No sabia tampoco su significado, no había tenido tiempo de investigar mas a fondo a aquella raza que apenas se había vinculado a la ciudad hacia relativamente poco. Solo tenía entendido que los hijos de luna poseían el color de ojos de sus lunas y según sabia, ninguna de ellas era roja.

Ademas, Bastel tenía razón en lo que decía. ¿Como seguían vivos? Había echado un vistazo en otras de las celdas llenas mientras avanzaban y si algo compartían todos allí, eran su estado de durmientes, tan quietos que parecían muertos y la delgadez.

-Ni siquiera los soñadores pueden aguantar tanto sin comer, ni beber...y estos niños llevan meses así. Si el consejo no los alimenta para que subsistan ¿que es lo que los mantiene vivos entonces?- realmente era una pregunta que no esperaba respuesta, pues el trasgo debía estar tan perdido como el mismo, mas bien formulaba sus simples dudas en voz alta, aun observando el cuerpo del krabeliense- Y suponiendo que los krabelienses aguante mas sin tener que beber o comer, cosa que no se...aquí debe haber carabeses o irrenses y ellos si necesitan un alto porcentaje de nutrición. Deberían haber muerto hace muchísimo tiempo...es mas, aquí solo debería haber cadáveres en proceso de descomposición y esto parece mas como si fuésemos a tener una oleada de futuros ghouls, soñadores o vampiros...o todo en uno– indico Dédalo mirando al krabeliense que despertaba su infinita curiosidad, así como su estado paranoico observador, tan inevitable que poseía.

Aquello era inquietante y aunque no podía saber que ocurría, tenían demasiado pocos datos, estaba claro como el agua para el que no podía ser bueno. Nada que fuese capaz de mantener dormido a tantos niños, con sus corazones latiendo durante meses aunque ni comieran ni bebieran; algo así no podía ser algo con lo que echarse unas risas. Y, joder, no...no estaba siendo paranoico extremista...en esa ciudad todo lo que fuese inexplicable, nunca sería algo bueno hasta que se le encontrase explicación.

Y lo que le extrañaba es que no hubiese mas gente suspicaz con todo aquello. Como si el hecho de que eso le ocurriera solo a los cosechados no supusiera un gran riesgo. La mentalidad superior de mas de uno a veces hacía que evitaran ver lo que tenían bajo sus narices, o esa impresión le daba al cambiante.

—Pues... veamos qué tal el resto —gruñó, saliendo con rapidez de la celda para meterse en otra, también al azar. Allí encontró en esta ocasión a una irrense. Estaba tan delgada como cabía suponer que provocaba estar tanto tiempo sin comer, pero en contra del sentido común también seguía viva. Su mirada se fijó en su meñique de carne, roto.

—Alguien se ha divertido con ella —señaló hacia aquel dedo puesto en un ángulo tan extraño y bufó—. Bueno, está claro que no se despiertan ni con estímulos externos que, claramente, nos despiertan a las personas normales. Pero claro, no son personas normales —sus últimas palabras estaban cargadas de sarcasmo, mientras abarcaba con su brazo aquel cuerpo consumido y comatoso—. Espero que esto no afecte a la ciudad, la verdad...

Casi era patente el mal humor del trasgo. Realmente se ponía sensible en lo referente a cualquier cosa que pudiera causar un mal a la ciudad, a la que ya parecía ver mas como propia que su mundo original.

Lo siguió hasta otras de las habitación, donde se encontraba una irrense a la que ya había intentado despertar de forma algo ortodoxa, pero que no había surtido efecto alguno. Pero ahí estaba, con su corazón latiendo, enormemente delgada y tan quieta como el krabeliense, algo que no tenia sentido. La fisonomía de los irrenses no les permitirá vivir tanto tiempo sin nutrientes.

-Diría que son normales afectados por algo muy anormal, si solo afectase alas razas de un mundo vinculado podría decir que es algún tipo de virus o enfermedad mágica que les afecta...pero parece afectar independientemente de eso y solo a algunos- comento Dédalo mirando a la irrense, acercándose a ella, para ver sus ojos, mirando de reojo a Bastel ante su apunte. Bufo, incorporarse, pues se había inclinado para ver mas de cerca a la irrense- ¿Como sabes que no le esta afectando ya? No sabemos si hay algún transformado en este mismo estado y no podemos mirar puerta por puerta para comprobarlo- dijo con profundidad, mirando al trasgo con una ceja alzada. En serio, gente que no veía mas allá de sus narices...o simplemente el mismo, que era demasiado problemático con todo aquello que no entendía y le buscaba cinco pies al gato.

-Sea lo que sea que le pasa a todos estos cosechados, debe ser originario de Rocavarancolia, si la luna no es, sera Rocavaragálago como dijiste antes...pero si estuviera haciendo esto, algo que implica usar bastante magia de algún tipo para mantenerlos vivos durante tanto tiempo, ¿no habría sentido alguien movimientos extraños en Rocavaragálago? - pregunto pensativo, observando aun atentamente al trasgo- Mira que cuando anda excitable mágicamente, se siente en el aire, como cuando esta cerca la Luna.- añadió Dédalo con seriedad. Realmente solo teorizaba analizando un poco la situación, porque a decir verdad, no tenía ni la mas remota idea de que ocurría, solo que le era preocupante.

Que solo afectara a cosechados, que ellos supieran al menos, no significaba que no fuese a afectar a transformados en algún momento, si es que no lo hacía ya. Y sino sabían el origen de aquella especie de coma, sería imposible saber como deshacerse de este de ser necesitarlo.

—¿Y por qué ellos y no otros? O todos. Algo tiene que unirles —contraargumentó el trasgo, pensando en aquello como lo más probable—. Quizás sus esencias tengan una característica similar, o no sé... Aunque eso no explica lo de los macieleros —se desmontó su teoría cada vez más enfurruñado, con el ceño fruncido. Aquello no le preocuparía de no ser porque, sucediera lo que estuviera sucediendo a los cosechados, ocurría en el mismo espacio (Rocavarancolia) donde él vivía. A nivel personal prefería no caer en un coma eterno.

Y a otro nivel también prefería que nadie interviniera en la criba. Si aquello era obra de algún ciudadano...

—Te sorprendería lo rápido que se propagan los rumores por los bajos fondos. No, no creo que haya transformados en peligro, de momento, al menos —escuchó con paciencia las palabras de DL acerca de la catedral roja, asintiendo de acuerdo—. Ahora mismo también dudo Rocavaragálago, la verdad. Tampoco creo que podamos descubrir nada sin preguntar a un soñad-

El vello se le puso de punta al pensar en otra posibilidad, y su postura se puso al instante más alerta. Su nueva teoría no tenía mucho sentido, pero era de lo poco que se le ocurría.

—¿Y si se ha colado en este edificio alguna clase de ser sobrenatural? Algún parásito de sueños o algo así que los mantiene vivos para seguir alimentándose de ellos, como una fusión entre un soñador, el Abismo y las casas carnívoras. Quizás esté débil, y por eso algunos han conseguido escapar.

No discutió lo de los rumores, el llevaba algún tiempo yendo y viniendo de la ciudad así que no estaba muy puesto en aquello. Si Bastel que tenía a saber cuantos seguidores drogados por su bilis negra y que seguramente también funcionarían como de de información, decía que nada había pasado con los transformados no iba a discutirle de nuevo. Aunque eso solo dejaba el asunto mas confuso. Dédalo se paso las manos por el rostro pellizcándose el puente de la nariz ante su usual obsesión de pensar demasiado, porque eso ya era obsesivo de verdad. << Por una vez en tu vida, deja de complicarte >> se regaño, observando la figura postrada en la cama, escuchando las palabras de Bastel.

Ciertamente lo mas conveniente sería hablar con un soñador, todo aquello entraba mas en su cambio de dominio que en el de ellos. << O a un metalista, pero Shizel no quería volver a este trabajo de nuevo >> recordó al idrino y como alguna vez había tenido que entrar en su mente para borrar algún suceso desagradable mientras el dormía.

Y ahí estaba pensando si mencionarlo como posibilidad cuando sintió la tensión de Bastel, que se interrumpió a media frase. Aquello provoco que Dédalo frunciera el ceño, poniéndose en alerta de forma instintiva. No debería haber muchas cosas capaz de incomodar al trasgo.

Dédalo le miro fijamente. Su teoría le parecería sumamente estúpida sino fuera porque era perfectamente posible en esa ciudad, que demonios, ¡había cabras zombis!...aunque de ser cierto, ellos estaban en ese momento en medio de plato de comida como insectos curioseando la carne.

-Una teoría cogida con pinza, pero joder...realmente todas lo son. Larguémonos, aquí pasa algo, eso es obvio y ni tu ni yo vamos a averiguarlo, no tenemos la capacidad para indagar en sus cabezas o en el mundo onírico...y si tu teoría da la casualidad de ser cierta, tampoco estoy seguro de si me gustaría pedirle a alguno de nuestros amigos que se meta en el menú- comento Dédalo dirigiéndose hacia la salida de la habitación, dejando definitivamente a un lado la idea de mencionar a Shizel como a alguien a quien podrían decirle echar un vistazo. Posiblemente si le contaría lo de las mazmorras pues seguramente el skrymir estaría aun mas desinformado que el de los detalles de la ciudad, pero no sobre lo otro.

No podía tomarse a broma lo que podría ocurrir dentro de un sueño o de la mente, no sino tenías la forma de dominarlo de algún modo. Ahí dentro daba igual lo poderoso que pudieras ser tu o tu transformación, pasarías a tener misma fuerza que un bebe.

El trasgo asintió, saliendo pronto de las mazmorras. Si tenía razón y el ente culpable de aquello era como el Abismo no debería, en principio, haber más problemas por mucho que se alimentara de aquellos cosechados. Al fin y al cabo, por mucha gente que se tirara dentro, el Abismo no podía ampliar su rango de acción.

—Si es como el abismo tampoco debería preocuparnos mucho —sugirió Bastel, mirando con intensidad hacia el edificio. Allí pasaba algo, pero qué era se les escapaba—. Avísemosles, de todas formas, aunque sea para que no se acerquen.

No tardaron mucho más en separarse, pues el trasgo debía ir a una misa. Tras despedirse comenzó a preguntarse si debería o no investigar aquello, o preguntar a Nihil.

Sigue en la taberna del mago tuerto.