Prisión (Archivo VII)

Recuerdo del primer mensaje :

Fueron los temblores los que terminaron por despertarla. Abrió lentamente los ojos sintiendo un nuevo estremecimiento al tiempo que intentaba cubrirse aun mas con el poncho instintivamente, dándose cuenta que se encontraba sobre una cama. Soñolienta aun y con el frío calando su cuerpo desnudo bajo el poncho miró alrededor. Estaba en un cuarto sin mas luz que la que provenía del pasillo, pues la puerta estaba entre abierta, acostada en una cama que había tenido mejores tiempos, aunque para ella era un pequeño lujo.

Los recuerdos de su breve encuentro con Dama Aroma llegó a la mente de Pam. Frunció el ceño pues aquel sitio no tenia pinta alguna de ser magnifico, parecía un tugurio de mala muerte. Agarro el mango del cuchillo dentro de su delantal para conseguir seguridad antes de bajarse de la cama, sintiendo la piedra bajo sus pies.

<<Que lugar mas extraño>> pensó acercándose despacio a la puerta no habiendo NAda mas que ver allí salvo suelo sucio y una cama incomoda. Empezaba a temer el haberse equivocado por confiar en Dama Aroma ¿y si había sido llevada a otra granja? <<La suerte no puede ser tan cruel...>> inquieta, asomándose un poco por el orificio que permitía que entrara cierta luz en el cuarto. No había nadie fuera, solo un largo pasillo cubierto de piedra. No había ordes alguno fuera y aquello le era extraño. Las granjas siempre estaban cuidadas y vigiladas por los ordeses, pero allí no solo no había nadie sino que tenia un aspecto bastante decadente.

<<Incluso si lo hay, tengo mi cuchillo>> aseguro dándose confianza antes de empujar un poco la puerta con esfuerzo, pues era bastante pesada y abrir un hueco lo suficientemente grande para colar su menudo cuerpo. Ya afuera, vio que tanto a su derecha como a su izquierda el pasillo parecía no tener fin y solo era iluminado por la tenue luz de las antorchas. No solo eso, sino que todo era...grande, el techo, la puerta, la cama donde había despertado y aquello solo añadió otra duda mas a la mente de la mono del queso.

-¿Y ahora que? -se preguntó Pam confundida y frunciendo aun mas el ceño. Sin saber donde estaba ni por donde ir, solo le quedaba una opción: dejad que la suerte la guiara. Cogió una de las agujas de su pulsera y acuclilló en el suelo sintiendo un poco mas de calor llegando a ella al hacerlo, colocando la aguja en vertical sobre una de las losas de piedra, la aguja se mantuvo de pies apenas un par de milésimas de segundo después de que apartara el dedo, cayendo hacia un lado antes de rodar un poco y quedarse quieta- A la izquierda entonces - murmuro Pam, tomando la aguja de vuelta y devolviéndola a su lugar, para seguir el pasillo indicando sin dejar de restregarse un brazo para intentar calentarse un poco y con el cuchillo firmemente agarrado en el bolsillo.

Eriel también se rió, y eso provocó una reacción que hizo que el belga sonriera y agitara la cabeza a los lados para luego mirar a la noruega y escucharla.
-Cuidado cuidado- le riñó de broma cuando le alagó, le puso ojitos- que te me enciendes muy deprisa, deja algo para el psicópata que debe estar buscándonos y además...-no le dio tiempo a continuar pues tuvo que desviar la vista, su nublino favorito lo había agarrado de la mano y sin su consentimiento intentó forzar a aque le siguiese, Tayron sabía que podía deshacerse de él cuando quisiera, desconocía las habilidades de Eriel pero intuía que la fuerza no era una de sus mejores bazas, se dejó hacer por mera curiosidad, tenía que ver a donde quería llevarle con tanta urgencia sin poder dejar de reíse para sus adentros. >>Vaya, esto si que no me lo esperaba.<< -cuidado chico, te sigo aunque no me agarres.

Lo que sucedió a continuación fue un giro inesperado, se habían topado con alguien más, una especie de insecto, de piel negra y con vetas amarillas en sus costados y en la cabeza, no presentaba grande estatura, el humano quedó impactado y soltó de la mano a su compañero, le habría preguntado si eso era lo que querían que viera de no ser porque los nublinos parecían igual de impactados que él, inmediatamente se llevó la mano al bolsillo, rebuscando con los dedos de forma impaciente su navaja, pero el extraño no tenía ni una pizca de amenazador, y estaba sino igual más asustado que ellos. Enseguida entendió el gesto que quiso transmitir y el lo imitó a penas a los pocos segundos.
-Paz y amor, no vamos a hacerte nada, ¿Vale?- hizo el gesto de tiempo muerto y se situó justo al lado de Barael- no parece ser peligroso,  he de reconocer que me encanta su aspecto- controló la emoción que sentía y las ganas que tenía de decir en voz en grito que le parecía la hostia, pero se controló por el bien de la situación.- ahora somos cinco, me pregunto si es como nosotros, un cosechado, a eso me refiero- una vez más uso las manos para lograr entenderse con aquella criatura proveniente de Dryfus, hizo el gesto de una almohada con las manos y que él mismo apoyaba su cabeza en ella, y luego señaló una de las habitaciones- hemos despertado aquí...¿Y tú?- preguntó indicándole con el dedo para que respondiera ahora él o ella.

Eriel se aburrió pronto de estudiar al insecto y le dirigió a su hermano una mirada cargada de significado y una sonrisa sarcástica.

-Vaaaaaaaaya, y yo que pensaba que era un linac fíjate - puso los ojos en blanco y se acercó a la clinger de forma relajada dejando ver que no buscaba problemas, si era inteligente seguramente lo entendería.

De cerca la insecto le parecía más interesante. <<¿Cómo será su mundo? ¿Serán todos así? ¿Puede que sea venenosa?>> preguntas de ese tipo viajaban por la mente del nublino, claro que cabía la posibilidad de que no fuese un elegido y sólo un animal pero algo en su fuero interno deseaba que no fuese así.

Le hizo un gesto apostillando los del belga, indicando que se habían encontrado y que buscaban una salida. Tras eso esperó a ver si obtenía alguna respuesta por parte del ser.

No tardaron mucho en encontrarse con más personas. Al parecer en esta ocasión los desconocidos se entendían, detalle que no le gustó. El grupito había crecido, sí, con dos personas que parecían tan perdidas como ellos que hablaban, una vez más, un idioma desconocido en Carabás. Recordó brevemente al otro chico de pontus que, suponía, también estaba allí, y soltó una maldición entre los dientes.

—Rádar.

Después de señalarse al decir sus nombres se quedó mirando a los dos nuevos, intentando descubrir qué decían. Naturalmente fue incapaz de hacerlo. Sólo parecía que la chica era una miedica chillona, y el chico... Bueno, de él no podía saber nada. Se preguntó si eran amigos o pareja. Fuera lo que fuera parecía que se llevaban bien.

Volvió a mirar al otro desconocido, el de piel plateada, con una sonrisa de hastío.

—Parece que hemos acabado un poquito aislados y somos los únicos sin nadie que nos entienda.

Soltó un bufido, intentando tomarse el contratiempo del desconocimiento con algo de humor. Su pie derecho no dejaba de tamborilear.

Asintió, oyendo sus nombres siendo pronunciados por ese extraño ser. Miró a Ina.

-Tranquila, Ina. Parecen inteligentes... y al menos no hostiles de momento. -Le apretó la mano, tratando de infundirle valor-. Estoy aquí, de acuerdo?  "Aunque tampoco es que las tenga todas conmigo, siendo sinceros..."

Miró al otro personaje que había llegado con Rigel. Entendió el nombre, pero nada más. Suspiró.

-En fin. Aquí creo que no hacemos nada... -Miró a su grupo y empezó a hacer gestos para los otros dos, intentando hacerse entender-.  Tenemos que buscar una salida. Al menos, intentar saber dónde nos han traído.- Miró a Ina, algo preocupado-. Aguantarás bien?

Miró en la dirección por donde se había ido el otro grupo. No le gustaba la idea de seguirles, pero tampoco es que tuvieran otra opción. Miró al resto y les indicó por señas que fueran por ahí. Acabaron saliendo de ese lugar tan destrozado para encontrarse observando unas calles en peores condiciones, si cabe. Explorando un poco, acabó viendo a lo lejos una plaza. Si no se equivocaba, podía ver al otro grupo, un poco alejado, dirigiéndose a ella.

- Pues nada... allá vamos, supongo.

Sigue en La plaza de la fuente

Sox parpadeó sobresaltado ante la enérgica respuesta de... maldita sea, necesitaba nombres o no podía pensar con claridad. Para evitar imprecisiones bautizó mentalmente a la persona alada como Ave.

Y Ave reconocía la secuencia. Maldita sea. Otra más en la misma situación y cero información nueva salvo que existía mayor variedad aún de candidatos. Sox reflexionaba mientras se dejaba manipular por Ave, que parecía muy interesada en su tarjeta holográfica. Si de dondefuera que viniera esa clase de cosas no existían, nada más lejos de su intención que dejar su curiosidad insatisfecha. Él habría querido saber cómo funcionaba de estar en su lugar, y aunque burda, aquella manera era la única disponible ante la incapacidad de hacer preguntas.
Negó con la cabeza ante su pregunta.
—No te entiendo —dijo con llaneza, más para que la diferencia de idiomas fuera patente para Ave que porque creyese que extraería el sentido de las palabras.

La más pequeña fue la primera en ponerse en marcha, y las comisuras de los labios del carabés se curvaron ligeramente hacia arriba. Un poco pronto para los tacones, diría. Si la cuestión era empezar a darse estética le habría recomendado comenzar más bien por el maquillaje. Si se hacía mal a uno no se torcía el tobillo.

Analizó unos segundos la situación. No habían explorado el edificio entero, por lo que cabía la posibilidad de que quienquiera que tuviera que guiarles se hallase dentro, en una dependencia que hubieran pasado por alto. Por otra parte no había señal alguna que indicase que debieran quedarse, y las mazmorras ofrecían, si era posible, un aspecto aún más dejado por fuera que por dentro. A falta de indicaciones, luz, ruido o actividad, parecía más sensato buscar en otros lugares.

Además una prioridad menor era la de encontrar algo que llevarse a la boca, y por los pasillos no había señales de que hubiese máquinas expendedoras. Para ser honesto no tenía pinta de que fuera tampoco las hubiera, pero por mera cuestión de probabilidad Sox tenía más oportunidades fuera: a más superficie, más posibilidades.

No caminaría con el grueso del grupo, sino más bien en los laterales de la avenida atento a las bifurcaciones y calles aledañas. Buscaba señales o edificios llamativos que no estuviesen claramente en abandono. El silencio, aun cayendo ya la noche, le producía intranquilidad. Parecía que no hubiese ni un alma en toda la ciudad.

Sigue en la Plaza de la Fuente.

Rigel se sorprendió bastante cuando el chico oscuro añadió una palabra entre el juego de presentaciones. Lo miró confuso: ¿era su nombre o estaba quejandose? Repitió la palabra para sí, para usarla más adelante, así la reacción de él le confirmaría qué era. A su sonrisa respondió con un encogimiento de hombros. "Lo sé", quería decirle a las emociones que leía. Se puso en marcha rápido, más rápido que antes, mordiendose la lengua para no hablarle al aire.

La noche estaba llegando y poca diferencia había entre la penumbra del edificio y la que caía poco a poco en los adoquines de Rocavarancolia. El estado de la ciudad no era una sorpresa para Siete, que tampoco lo veía como una razón para preocuparse. Podría haber sido todo arena y tiendas montadas, chozas pensadas para aguantar meses y no años. A él no le importaba. Sus preguntas seguían girando en torno a las personas que encontraría. Al motivo por el que estaban alli. También la falta de agua corriente podía volverse un problema. Tenía seco el paladar y se le estaba poniendo la lengua pastosa.
Y de pronto, gente.

Ya de lejos las manchas coloreadas que era el grupo más adelante no enseñaban pelo blanco. Nadie parecía idrino. Pero aceleró el paso igual

La chica observaba aquel ser, con aspecto de insecto algo extrañada...>>¿Por qué no ataca?, quizás está mas asustado que yo misma, por eso no me ha impresionado tanto, será otro cosechado más supongo... ¿O solamente merodea por aquí?<<-se decía Dafne a si misma.

Aquella criatura no tenía muchas intenciones de hacer daño, al contrario, parecía de lo más tranquilo, ¿Buscarían como ellos, la manera de salir de alli?.

La noruega estaba con los ojos llenos de expectación, el ambiente estaba cargando de nuevas experiencias para ella, cada paso que daba se encontraba con seres bastante peculiares provenientes de otros mundo, un insecto gigante de mas de metro cuarenta que tenía intención de ser buen compañero, del entorno no había mucho que decir ahora mismo, solo había piedras y largos pasillos que se extendían perdiéndose en cualquier esquina, y algunas que otras habitaciones ocupaban sitio tras esas paredes, la luz era bastante escasa ya que en las afueras de aquel edificio el día parecía que estaba cubierto de una densa capa de nubes.

Dafne sentía el impulso de salir de allí corriendo y ver que se escondía tras todas esas piedras, ¿Qué se podría encontrar afuera?, si ya adentro todo parecía una aventura, le sería imposible imaginar todo lo que se podría encontrar en aquella ciudad sumida en tinieblas. No sabía todos los peligros a los que estaría expuesta, ella y todos los cosechados.

Después de darle vueltas a la cabeza e imaginarse todo lo que podría pasar en tan solo un segundo, volvió en sí, donde estaba, con Tay y sus nuevos compañeros. Y a esto empezó a decir...

-Y bueno ya, ¿Qué mas no vamos a encontrar?, salgamos de aquí todos juntos, alguien más habrá ahí afuera. ¿¡O nos vamos a quedar como tontos mirandonos unos a otros!?, ya nos conocemos ¿No?, es decir mas o menos...>>Y yo aquí discutiendo como si algunos de los tres seres me entendieran<<. En fin Tay, salgamos de aquí juntos, y si quiere esta gente que nos siga, que yo ya me voy de aquí la verdad, y así nos ayudamos a encontrar la salida, seguro que ellos también son bastantes inteligentes para colaborar en la busqueda de una puerta que dé al exterior-Murmuró, exangerando su expresión.

Barael le había dado la espalda, craso error, error que ya nunca volvería a cometer. Oyó un estruendoso conjunto de chasquidos que ya reconocía como los del insectoide y se giró como un resorte solo para toparse de cara con este tirándose a por él. Nunca en su vida había tenido que usar sus reflejos para mas que alguna caída en sus paseos por lo que no los había tenido en alta estima, ahora daba gracias a todos los dioses antiguos y rocavarancoleses por tenerlos. Consiguió apartarse lo mínimo para que el impacto no le diera de lleno y lo dejase tonto, aun así no había peleado más que de broma alguna vez. El dolor le subió de la mandíbula al cerebro y su adrenalina actuó. Dos únicas palabras cruzaron por su cabeza.

<<Peligro, Eri.>>

No debía dejar pasar aquella amenaza, supusiera lo que supusiera para él, siempre protegería a su hermano. Barael se abalanzó sobre aquel ser en un placaje a la cintura sin importarle que este le pudiera pegar más veces o algo peor. -¡Tay! -Gritó con su voz ronca por la irritación, pidiéndole ayuda al que consideraba más fuerte del grupo.

Ahora Sakrilt está cabreada. Cabreada, encabronada, enfurecida, hasta los huevos de todo y jodidamente asustada. Su reacción instintiva ante el placaje del mono pelado es hacerle daño para salir de allí. Sus piernas están aprisionadas, pero con los brazos aún libres golpea en la cabeza, la espalda y tira violentamente del cabello del nublino mientras grita.

Tayron miró a la clinger, sospesando su movimiento corporal y observando que no debía de estar en buena situación, pues no aparentaba confiada tras sus gestos de buena fe por hacerla entender que de ninguna forma suponían una amenaza mayor para ella, atendió de espaldas a Dafne mientras aún observaba a Sakrilt con expresión sincera.
-Yo no estoy tan seguro- corrigió sin mirar, para no acentuar los movimientos bruscos- sé que tienes ganas de salir de aquí, de hecho yo también, pero prefiero que esto..esta...lo que sea nos siga, no sé que cara tiene pero si fuera humana sería de pocos amigos.-  dijo cruzándose de brazos, analizando su rostro sin dejar de llamarle la atención sus vetas amarillas, pensó que la combinación de color quedaba muy chula y que era bastante llamativo, quizás algún día se tiñera algún mechón rubio, para cambiar de los colores fríos que solía usar.

El Belga fue interrumpido de sus pensamientos cuando el más serio de los nublinos se dirigió hacia el resto, mandando una orden, se volvió a pasar la lengua por los labios, no estaba acostumbrado a seguir órdenes de nadie y menos de desconocidos, Tayron estaba acostumbrado a ir por libre y seguir los consejos de Dekka cuando no le quedaba otra opción, pero asentir con la cabeza y dejarse hacer no estaba entre sus costumbres, además, si lo que había captado era cierto el mayor de los hermanos iba a quedarse con la nueva situación y ellos debían irse, imaginaba que a buscar una salida. No le parecía buena idea, en primer lugar porque no iba a perderse por nada del mundo la presencia de alguien de otro planeta, y en segundo porque creía que Barael, según su conclusión de la primera impresión no era el más adecuado para tranquilizar a alguien.

De todas formas, y aunque percibía que la clinger no estaba receptiva, no se esperó aquel golpe en la mandíbula que sino hubiera sido porque el chico logró apartarse a tiempo habría caído casi fulminado en el suelo al instante. Reprimió un “la hostia” y se quedó con la velocidad y reflejos del muchacho y la fuerza de gancho del otro ser. >>Interesante, ¡Podría haber sido algo más certero pero interesante de todas formas!<<.

No tardó en reaccionar, amainando las ganas de que una pequeña pelea se iniciase, en el caso hipotético de que así fuera Tayron no sabía de veras quien podría ganar, a pesar de la altura de la última persona con la que se habían cruzado le había sorprendido para bien, peleaba como una furia contra Barael, el cual se debatía en el suelo con sus fuerzas, agarrado firmemente del pelo. La mención de su nombre hizo despertar al humano.

-¡Sí, ya voy!- gritó alarmado, recopilando la experiencia que tenía a la hora de separa gente en una afrenta a puñetazo limpio, recordó que lo mejor en esos casos no era abrumar y por supuesto intervenir de forma violenta, así que se acercó por la espalda del nublino y con firmeza le puso las manos en el abdomen al tiempo que mandaba una orden rápida de emergencia a Dafne- ¡Mira si tiene alguna arma, podría no ser tan indefensa como creíamos, y vigila que Eriel no se meta, podría empeorar la cosa!- y tiró de Barael hacia atrás, quizás haciéndole daño en el pelo, no le costó hacerlo y quizás se pasó en la fuerza, cayendo de espalda y dándose en la nuca con el suelo, se incorporó con rapidez y se interpuso con velocidad entre la salida para la clinger y el resto de gente, mandándole una mirada a todos especialmente al nublino afectado que quería dar a entender que no se acercara.-Tranquilidad -alzó las manos como si le apuntasen con una pistola, habría deseado tener una voz dulce y melodiosa que apaciguara a la bestia que chillaba, pero en aquel momento fue su voz ronca la que habló- no queremos hacerte daño, has reaccionado mal- intentó explicar, acuclillándose un poco, con las piernas tensadas y sacando su cara mas persuasiva- venga no nos lo pongas más difícil- le sonrió. Tuvo el impulso de llevarse la mano a la navaja y mostrar el juguetito que poseía a escondidas pero entendió que no serviría de nada si lo que quería era que parara aquello, así que se mantuvo a la espera, y con la certeza de que si le saltaba encima también a él la embestiría contra la pared.

Aquello, le golpeaba fieramente la cabeza y le tiraba del pelo. <<Por suerte nada mortal.>> Sintió unas manos en su abdomen. <<¿No sería mejor que agarraras a eso en vez de a mi?>> Cuando tiro de él se soltó del bicho y Barael cayó encima de Tay, sin pensarlo se apartó rodando de él y se puso de pie en guardia. Tay se levantó y le pareció que trataba de calmar al bicho. Le dolía la mandíbula, la cabeza y lo peor de todo <<la maldita garganta>>. Tay parecía calmado, pero por su postura estaba listo para reaccionar. Barael tampoco se relajo, si bien el bicho podría estar en un estado de pánico y por eso reaccionaba así, él no iba a permitir que le hiciese nada a Eri. <<Si hace algo más dejare que Tay embista primero y luego le inmovilizaré con su ayuda>>

Hoy era con diferencia el peor día de su vida. <<Y no es ni el primer día completo>> -Pensó.

Eriel observó la escena sin apenas pestañear. El golpe a su hermano y la pelea en general. <<¿Puede ser que alguno de los gestos que hemos usado en su cultura signifique algún tipo de insulto? Si es eso entiendo que se haya puesto agresivo, también puede que sólo se sienta amenazado>> pensando y viendo la escena llegó a la conclusión lógica.

Evadió la vigilancia de su hermano y de Dafne y se interpuso entre el belga y la clinger, le puso la mano en el pecho al belga y empujó suavemente. No le daba miedo el hecho de que el insecto se tirase sobre él, nunca en su vida había tenido miedo y no vaía por qué iba a empezar a tenerlo en ese momento. Le hizo un gesto a Tayron diciéndole que ellos cuatro debían dejar sólo al animal, que era mejor que siguiesen su camino sin el insecto.

-Nos vamos - dijo en voz alta con un tono de voz que no admitía ningún tipo de réplica.- Ahora - Añadió y empezó a andar hacia el final del pasillo en dirección a la escaleras ignorando al ser.- ¿Estás bien? - le preguntó a su hermano con una nota de preocupación tiñendo su voz.

Dafne dejó por imposible la comunicación con el insecto, andaba desesperada, eran muy pesados intentando hacer que aquella criatura se inmutase con sus comentarios. Y allí seguían mirando al ser que tenía la cara más aterrada del mundo según la noruega. Al fin Barael, uno de los nublinos, ideó un plan bastante práctico y seguro, aunque la comunicacion con ellos era algo complicada había gestos que se entendían perfectamente, la chica se alegró de que alguíen coincidiera con ella para salir de aquel edificio en penumbras.

Dafne observaba al clinger dubitativa... el insectoide hizo un cambio bastante drástico,  antes estaba atemorizada y parecía no ser dañino ni violento, pero por un segundo, cambió todo al contrario, la ira se hizo dueña de aquel ser, según ella, parecía que quería destroza a cualquier cosa que se interpusiese por su camino, y a ser verdad, no se equivocó...>>No, no, ¿Pero que le ocurre?, parece que lo está malinterpretando todo, no entiendo, ¿¡Por qué demuestra tanto odio, ahora!?<<-Pensaba la chica al seguir viendo la situación. Casi al mismo tiempo que se le venía esas preguntas a la mente...No podía creerlo, demasiado tarde... El clinger le propinó un fuerte golpe en la mandíbula a uno de los nublinos, que en este caso fue Barael.

-¡No!, ¿Que hace el bicho este, joder?-Dijo Dafne, mientras volvía a recorrer con la mirada el lugar, rápidamente, en busca de el palo que tenía antes en la mano.

Tay le advirtió que alejase al compañero del nublino de aquella situación, pero este se negó rotundamente, dio a entender que aquella cosa no le daba miedo...

-Cuidado, con lo que haces-Le advirtió la noruega, poniéndole una mano en el hombro, aunque este no entendiese palabra de lo dicho, pero suponía que lo comprendería.

Aunque ella recuperó aquel palo que le servía de "defensa", optó por no usarlo ya que el insectoide podría ponerse más agresivo de lo que estaba así que se acercó hacía el clinger de forma pacífica y de forma que no le pareciese una amenaza.

-¡Eh, sueltalo!, no te hemos nada solo queremos que también, tú nos ayudes a salir de aquí-Bramó mientras levantaba las manos hacia arriba en señal de que no tenía nada que pudiera hacerle daño, y a continuación terminó haciendo como una especie de círculo en el aire guiándose del dedo índice, en el cual hizo como que lo incluía, e hizo la silueta de una puerta, y una especie de gestos que con ellos, le intentaba comunicar que querían buscar una salida. <<Dios mío, espero que lo esté mejorando...<<

Al ver pasar a su hermano delante de ambos, tan insensato como siempre, su cuerpo se tensó como nunca, preparado para reaccionar a la más mínima amenaza. Lanzó una mirada de cólera helada que atravesó a aquel ser como una lanza de hielo. Dejo a su hermano hacer ya que realmente hablaba con coherencia, pero sus ojos no se apartaron ni un momento de su objetivo. Si aquella cosa osaba siquiera dar un paso en dirección a su hermano, él se encargaría de que no volviera a andar jamás.