Sueño de Kaila

Estoy paseando en un bosque, espera, no es cualquier bosque, es el bosque donde me gustaba dormir para evadirme del mundo y sentirme completamente libre, sin ataduras. Esto no puede ser cierto, estoy en Rocavarancolia, pero a la vez es tan real...Me paro un momento, cierro los ojos y dejo que la suave brisa acaricie mi rostro, concentrándome solo en el trinar lejano de los pájaros. Después de este agradable momento, continuo andando, internándome más en el bosque, dejando que mi imaginación jugase a hacerme creer que algo mágico en algun momento. De repente, siento la necesidad de buscar aquel claro donde acampaba para pasar la noche, donde aquel ser extraño me había hecho la propuesta para ir a una ciudad mágica... Acelero el paso y rezo por llegar a mi sitio favorito de todo el bosque...Donde seguramente me pondría a llorar de felicidad por haber vuelto.

Corro lo más deprisa que puedo, pero de repente tropiezo con unas raíces. No, son ramas. Intento buscar algún terreno por el que pueda andar, pero estoy agarrada a la rama de la copa de un árbol muy alto. Miro hacia abajo y veo el suelo muy lejos... Me agarro con fuerza a la rama, pero está resbaladiza por culpa del rocío..¡Lo que faltaba! Intento agarrarme con más fuerza, pero no sirve para nada. El rocío hace que resbale hasta quedarme a punto de caerme. Tengo miedo. Miro a mi alrededor para distraerme e intentar no pensar que estoy aquí arriba. Al mirar a los árboles veo que de ellos cuelga piezas metálicas sujetas con una cuerda. Entrecierro los ojos para ver si distingo lo que son y veo dragones. Idénticos al colgante que me regalo mi madre. Entonces, un cuervo (o algún pájaro que se le parece) agarra mi colgante y lo tira al suelo. El último recuerdo de mi madre, pedido para siempre. Me siento impotente, no puedo hacer nada, ¡nada!, para recuperarlo. Empiezo a llorar, acabo de perder lo único que me hacía sentir bien... Entonces recuerdo los colgantes idénticos al que he perdido colgados de los árboles.Si pudiese coger aluno sería como si el pájaro no me hubiese quitado el mío.Pero no puedo cogerlos. Tengo vértigo, y ya lo estoy pasando muy mal aquí arriba... Miro al cielo, aún con los ojos inundados en lágrimas e intento pensar con claridad.

La rama empieza a crujir. Tengo miedo, mucho más que antes. Voy a morir, seguro. La rama se parte y caigo al suelo, sorprendida de no estar murta y sin nada roto, miro el lugar dónde he caído. Estoy el claro donde venía cada vez que quería evadirme del mundo. Pero no veo la hierba, esta todo cubierto por estos colgantes, que nunca serán como el que me regaló mi madre, aunque sean idénticos. Miro en dirección al graznido y veo al pájaro de antes. No tiene el colgante,a sí que tiene que estar aquí. Empiezo a buscar el colgante que me regaló mi madre desesperadamente. El colgante tiene que estar en alguna parte, solo tengo que encontrar el mío, el que me regaló mi madre. Podría distinguirle ente mil colgantes iguales, pero para eso tengo que encontrarle.
<<Vamos, Kaila, vamos...>>, me apremio.
Necesito encontrar el colgante, es lo único que hace que mi vida tenga algún sentido.
Me muerdo el labio y sigo buscando, como si me fuese la vida en ello.

De repente, una figura aparece de entre las brumas...Es mi madre. ¡Esto es de locos! Mi madre está muerta. Pero me da igual, sigo buscando el colgante, cuando ella me lo tiende. Voy a cogerlo cuando se lo come. ¿Qué estaba haciendo? ¿Destruir mi vida? Luego, se va corriendo, como huyendo de mí.
-¡Mamá! ¡Mamá, Espera!-grito mientras corro lo más rápido que puedo detrás de ella y siento como las lágrimas bajan por mis mejillas. Me las seco con la mano sin dejar de correr, intentando no perder a mi madre de vista. Necesito alcanzarla y hablar con ella.

Sigo corriendo todo lo rápido que puedo, estoy agotada, pero tengo que alcanzar a mi madre. De repente, se oye un chasquido y caigo al suelo. Mi madre se gira y hace un gesto indicando que me acerque, pero sigue corriendo. Voy arrastrándome por el suelo como puedo, sin importarme que pueda sufrir más daño. Lo único que importa ahora es saber adonde va mi madre. Después de un rato avanzando a una velocidad lentísima, desisto. Me siento como puedo y empiezo a llorar. Acepto la realidad y que nunca podré alcanzar a mi madre, al menos no con las piernas rotas.