El Cuchitril

Después de haberse deshecho de Esparto no habían vuelto a saber nada más. Intentaron averiguar algo, en vano. No hubo más ataques, que ellos supieran. Habían intentado contactar con Matt, pero el brujo de la arena llevaba tanto tiempo desaparecido que la falta de respuesta no significaba nada realmente. El propio cambiante había dicho que no pudo encontrarlo, al fin y al cabo. Se aseguraron de que Kaethe tampoco corría peligro, aunque el burdel estaba tan bien protegido como el Cuchitril y eso resultaba tranquilizador. No volvieron a saber nada sobre Resizsan en todo aquel tiempo, y eso posiblemente era lo más desconcertante de todo. Nada tenía ningún sentido, las posibilidades que se les ocurrían para explicar aquel desarrollo de los acontecimientos siempre tenían unos agujeros que dejaban en ridículo a la Cicatriz en tamaño.

Pero ni siquiera eso, ni la falta de sueño, podía conseguir que la salida de la Luna se convirtiese en un acontecimiento trivial. Y de hecho Giz parecía tener un plan para asegurarse de que así era.
—¿Un eclipse? ¿Qué has hecho? ¿Has experimentado con la propia Luna?
Sabía que el asreniano tenía alguna clase de proyecto secreto entre manos, aunque había querido mantener el misterio “hasta que llegase el momento”, por lo que no estaba preparado para lo que venía a continuación.

El grito de Adara a través del comunicador le hizo asomarse a la ventana de inmediato.
—Hostia pu… ¡Está como una cabra! —Se deshizo en carcajadas mientras hacía señas a Wen para que se asomase—. ¡Como un jodido cencerro, adoro a ese lagarto!
El draco no podía parar de reír. La euforia y el subidón que siempre otorgaba la luna se habían mezclado con aquella visión de proporciones épicas. Sin pensarlo mucho y sin previo aviso, el sueco alzó a la vouivre entre sus brazos, besándola fugaz pero pasionalmente en medio de la maniobra, y echó a volar desde la ventana para reunirse con Giz y el resto, que ya se acercaban también.
>>¡La madre que te trajo! —El sueco posó a Wen al lado de Giz, para poder gesticular en condiciones, sin dejar de reír ante el evidente entusiasmo que compartía con la ángel negro—. Cuando dijiste que era un proyecto grande no me imaginaba que ibas a plantarte en casa con un fucking Wailord.
Era perfecto, era adecuado. La Luna Roja había llegado.

No estaban siendo tiempos fáciles, y mucho menos tras todo lo que habían vivido y la incertidumbre por lo que quedaba sin resolver. Pero si algo bueno tenía la salida de la Luna Roja es que podía hacer olvidar todo eso, al menos por un día, hasta que se acostumbrasen a su presencia.

Gael había intentado trabajar toda la tarde, pero estaba descentrado, y los terremotos de anticipación a la Luna no le ayudaban. Terminó por mandar su trabajo a tomar viento y volvió al cuchitril, donde estuvo moviéndose inquieto hasta que salió la Luna. Se encontraba en la azotea cuando Giz llamó. La suerte había querido que estuviese de espaldas a lo que el goliat anunciaba, pero cuando se giró, su mandibula casi se desprende del asombro.

Tal como le pasó a sus amigos, el fuego fatuo se echó a reír, sin reservas. Ni siquiera apagó el comunicador, y todos podrían escucharle.
—Me encanta… ¡me encanta! —exclamó. Acto seguido, se hizo levitar hasta la ballena, por lo que tardó un poco más que sus compañeros en llegar.

—¿Dónde demonios has tenido esto escondido, Giz? —gritó para hacerse oír mientras se acercaba—. No sé cómo has conseguido mantener vivo… ¿de dónde sacabas tanta comida? No, espera… ¿también come plancton?
Gael se moría de curiosidad y no dejaba de sonreír. La luz de la Luna los bañaba a todos por fin tras meses interminables de espera, y Giz había creado un animal que daba por extinto en aquella ciudad. La noche no podía haber empezado mejor.
»Pero dime… ¿planeas tirarla sobre Sendar o sobre Letargo? —añadió dándole un toque con el codo a Giz cuando llegó a su lado.

Frustrada y cabreada era poco para definir cómo se encontraba Wen aquellos días. Se habían deshecho de Esparto, sí, pero Resizsan, o aquella representación onírica de Resizsan que había planeado todo aquello seguia suelta y libre en un lugar en el que la vouivre no tenía el mínimo control. Y lo más desconcertante de todo aquello es que parecía que había desaparecido. Después de haberla torturado con pesadillas y muertes, se había volatilizado como si nada de aquello hubiera pasado. Pero la ausencia de Nasher en sus vidas decía lo contrario. Wen no podía dejar de pensar que seguramente el ranta estaba buscando otro titere que terminara con su trabajo sucio o alguna otra forma de llegar a ella. Mientras tanto, Wen se aseguró que Kae siempre estuviera protegido e intentó buscar a Matt, el cual también estaba desaparecido. Hacía tanto tiempo que no veía al brujo que tristemente no le extrañaría que este hubiera encontrado su muerte en el desierto o en algún otro lugar. A Wen solo le quedaba el consuelo de saber que si esto había ocurrido, no había sido a manos de Resizsan o Esparto, pues alguno de ellos habría encontrado la forma de hacerla sufrir con ello y el mismo cambiante había reconocido ser incapaz de encontrarlo.

Moviéndose entre el miedo por un posible contratiempo y la emoción que siempre suscitaba, Wen esperaba impaciente la salida de la Luna. La británica sabía que entre los cosechados transformándose y el chute de magia las cosas más dispares podían ocurrir. Aunque nadie le había preparado para lo que se encontraron en el exterior.

- ¡No me jodas!- exclamó cuando vio aquello que Noel le indicaba por la ventana. Giz les saludaba desde lo alto de una ballena gigante voladora y aquello era lo más impresionante que había visto en un largo tiempo y teniendo en cuenta que vivía en Rocavarancolia, aquello era decir mucho.

Wen echó a reir en los brazos de Noel cuando este la llevó volando hasta lo alto de la ballena, eufórica por la sorpresa y la sensación de la Luna.

- ¡Guau! Es impresionante- exclamó fascinada con el animal-. Tú nunca haces nada a medias, ¿eh, Giz?

Unos días después de la salida de la Luna Roja...

Wen se encontraba enroscada en su poste mientras Noel practicaba con la batería. A la vouivre le gustaba disfrutar de la percusión de esa manera por la forma particular de escuchar en su forma de serpiente a través de las vibraciones. Suavemente, la serpiente se desenroscó del poste y se deslizó hasta la cama sobre la que se subió para finalmente volverse a transformar en humana.

- Deberíamos hacer otro viaje a Idris, a bañarnos en los lagos. Incluso podríamos decirles a todos y hacer una excursión conjunta con un picnic o algo. Estoy un poco harta de tener que andarme con ojo aquí y la Fuente de los Nacimientos en Krabelin es un lugar demasiado concurrido-. La británica suspiró poco después de soltar su sugerencia-. En realidad, es un poco molesto tener que salir de la ciudad para poder disfrutar del agua, pero cada vez la población aumenta más y más y ya no me atrevo tanto como al principio a ir a los pozos. Además, Krabelin también está dejando de ser una opción para ello. Es decir, me caen bastante bien Irianna y Kimbra no está mal, pero no voy a mostrarme ante ellas, eso está fuera de discusión, y pasan bastante tiempo en el mundo. Además de que, probablemente, una vez terminemos la investigación y el libro sobre Krabelin se haga de dominio público ya será más común que la gente viaje ahí. Supongo. Krabelin sigue siendo un lugar bastante difícil, pero dudo mucho que, aunque pocos, los que vayan no visiten la fuente. Será el destino turístico principal seguramente y adiós a mi oportunidad de privacidad de nuevo. Así que cuando termine esto me voy a quedar sin trabajo y sin agua, yuju-. La vouivre agitó su puño en alto con la efusividad de una piedra mientras seguía recostada en la cama mirando hacia el techo-. Quiero decir, respecto al trabajo, bueno, podría seguir siendo explorando e investigando mundos vinculados, pero creo que ha quedado demostrado que, si bien no soy mala en ello, afecta bastante mi día a día. Me gusta el trabajo, pero no tanto como para que tolere pasar tanto tiempo fuera de casa.

>>En fin, todavía tengo tiempo para decidir qué hacer con mi vida después de esto, pero estoy igual que cuando me mudé. Y respecto al agua, bueno, no es que tenga nada en contra de la bañera de aquí, pero siendo sinceros soy grande y no quepo. En ese sentido el burdel estaba realmente bien surtido para mi. Es lo que más echo de menos de vivir en el burdel, supongo. Porque a la gente la sigo viendo y no es como si estuvieran viviendo en otro mundo, no me cuesta más que un paseo corto acercarme al burdel. Pero claro, una cosa es ir a visitarlos y otra cosa es apropiarme de su lugar siempre que quiera que al fin y al cabo no es un servicio exclusivo, es un complemento del lugar. De hecho, sería tan increíble que sí que existiera como servicio exclusivo. Con ciertas precauciones, claro, sigue existiendo el riesgo. Si tuviera una para mi sola sería lo ideal, pero no es como si yo pudiera.... - De repente algo se encendió en la mente de Wen y de un salto se levantó de la cama- ¡Eso es! ¿¡Cómo no se me había ocurrido antes!?

Rápidamente, la vouivre dió una vuelta a la habitación cogiendo cuadernos, papeles y plumas, además de un par de libros, eufórica por lo que fuera que se le había ocurrido. Antes de salir por la puerta, dio un salto como si se hubiera acordado de algo muy importante y se dio la vuelta en dirección al draco.

- Noel, eres brillante, gracias- le dijo mientras sujetaba su cara fuertemente con las dos manos y le daba un fuerte beso antes de desaparecer por la puerta cargando con todo lo que había cogido.

El sueco, efectivamente, se encontraba practicando con la batería con los cascos puestos y no se enteró del monólogo de Wen, enfrascado en seguir el ritmo de la música correctamente. Tan solo cuando la vouivre saltó de la cama y exclamó algo que pudo oír a medias se detuvo y quitó los auriculares.
—Perdona, si me estabas hablando no me he enterado de… ¿Wen? —Inquirió dejando escapar una leve risa al verla eufórica de aquí para allá por el cuarto recogiendo cosas. No obstante, lo que más le desconcertó fue lo que sucedió a continuación—. ¿Eh?
Altamente confuso después de aquella frase que le dijo tras bersarlo, el sueco dejó las baquetas y cascos a un lado con la intención de seguir a donde quiera que fuese la vouivre.
>>Espera… ¿De qué rayos hablas? —Preguntó tan desconcertado como divertido.

No obtuvo una respuesta clara durante el transcurso de tres días. La británica apenas pisó el cuchitril en ese período, y cuando el sueco le preguntó por primera vez a qué había venido todo aquello su respuesta fue tan enigmática como cuando salió por la puerta de su cuarto. Pero Wen parecía feliz con alguna idea que había tenido, por lo que el draco tan solo se encogió de hombros y decidió que un poco de intriga no le mataría.

Desde que había desaparecido aquel día de la habitación, Wen no había vuelto a hablar ni con Noel ni con ninguno de sus amigos. No es como si alguien hubiera tenido alguna oportunidad de hacerla hablar, ya que estaba desaparecida la mayor parte del día, solo apareciendo en algunas comidas y para dormir. Teniendo en cuenta que comía muy rápido y se dormía en seguida en cuanto llegaba, tampoco eran momentos propicios. Cuando sus amigos preguntaban, ella solo sonreía y desaparecía, y cuando lo hacía Noel, ella añadía al acto un fuerte beso como el que le había dado antes de desaparecer de la habitación. Estaba demasiado concentrada, ocupada e ilusionada para hablar.

Tres días más tarde, irrumpió en la habitación cargada de papeles y arrastró a Noel hasta la cama donde lo sentó mientras ella desplegaba todos los apuntes y dibujos que había hecho. Sin decir qué exactamente le estaba mostrando, Wen comenzó a explicarle mientras iba señalando sus apuntes y dibujos.

- Voy a necesitar un espacio muy grande, según mis cálculos, pero no algo imposible de encontrar en la ciudad, aunque no creo que pueda ser en este barrio. Todavía no sé en cuál será, pero había pensado que podías acompañarme a reconocer el terreno luego. Va a ser necesario más superficie que altura, pero al menos un piso superior sí será necesario, aunque no abierto al público, por el momento, y si tiene la opción de ampliarse mejor que mejor. ¿Quién sabe si terminará yendo tan bien como para que surja la necesidad? Había pensado que por el momento hubiera tres individuales, dos dobles, dos grupales y una comunal, además de la mía propia, por supuesto, pero esa estaría en el despacho fuertemente protegida, aunque tendrá acceso directo con el interior y la entrada. Me gustaría que cada una de ellas tuviera un sistema de ilusionismo con el que pudieras ponerle la apariencia de "exterior" que quisieras. También algo de música ambiental. Creo que lo mejor sería que todas rodearan la comunal y que también hubiera una barra en la que servir algunas bebidas. No estoy segura todavía si alcohólicas también, pero en un principio simplemente serían zumos, infusiones y espumosas. La barra, por supuesto, estaría conectada con la zona del servicio, el almacén y la entrada. Creo que sería lo más óptimo y discreto. También habrá unos vestuarios con unos baños, por supuesto, y una zona de reuniones por si fuera necesario. En el piso de arriba pueden vivir los empleados si es necesario. También tengo pensada la arquitectura, el estilo e incluso los uniformes. ¡Por la Luna! Tengo planeada incluso la fiesta de inauguración. ¿Crees que estoy exagerando? ¿Es demasiado? ¿Estoy construyendo castillos en el aire?

Noel se dejó arrastrar por Wen, preguntándose si finalmente iba a saber el porqué de tanto misterio. La miró con expectación cuando comenzó a hablar, pero el discurso que le soltó la vouivre de sopetón lo dejó incluso más confuso, porque intentando interrumpirle en varias ocasiones para poder hacerle la pregunta del millón hizo que se perdiera bastante. El draco la miró con cara de circunstancias una vez hubo terminado de hablar finalmente, y transcurrieron unos segundos de silencio, pensando en qué decir exactamente.
—Castillos en el aire supongo que no, pero confusión en mi cabeza sí, mucha —dijo echándose a reír levemente, aunque con gesto claramente confuso todavía—. Entiendo que me pides mi opinión acerca de… algo. Pero me ayudaría saber de qué estamos hablando exactamente, porque todavía no me lo has dicho.

Wen frunció el ceño cuando Noel habló. Ella estaba bastante segura de que no era muy difícil seguir su razonamiento si tenías en cuenta lo que hablaron tres días atrás y lo que le estaba diciendo ahora sumándole los dibujos y papeles que plagaban la cama, pero posiblemente la vouivre, en medio de su ilusión, no había sido del todo clara, olvidando que, aunque puede comunicarse telepáticamente, Noel realmente no puede entrar en su cabeza para seguir su razonamiento cuando es necesario. Con una respiración profunda que tenía el fin de calmarla, comenzó a explicar.

- El otro día me di cuenta de lo increíble que sería para mi tener mi propio sitio en la ciudad en el que poder estar en mi forma de serpiente siempre que quisiera y disfrutar del agua sin preocuparme de nada. En el burdel tenía las termas y ni siquiera era un lugar privado para mi ni un servicio propiamente dicho del local al que pueda volver- comenzó diciendo para que entendiera sus razones-. Eso no existe como tal en la ciudad. ¿Pero y si yo lo hiciera? ¿Y si yo montara unas termas? Como negocio, como mi negocio. Disfrutaría de algo que amo y que es casi una necesidad para mi y también eso formaría parte de mi trabajo. No debo ser la única a la que le gustaría un sitio así en Rocavarancolia, ¿no? ¿Para qué esperar a que alguien más lo monte si puedo hacerlo yo?

En aquella ocasión sí pudo prestar toda su atención, al sentir desde el principio que por fin estaba recibiendo la información completa. Se dio cuenta en esa ocasión, de hecho, de lo que quería decir antes de que terminase, al sumar dos y dos con los datos que había procesado del discurso anterior. Había asentido al principio con expresión interesada, aunque con un deje un poco ausente debido a los rescoldos de confusión. Al cabo de unos instantes, mucho más rápido esa vez, reaccionó por fin de la forma adecuada.
—Es claro como las aguas termales que te hace mucha ilusión y que te has estado documentando bien. —Se encogió de hombros ligeramente—. No tengo nada que decir aparte de que te ayudaré en todo lo que necesites y que conseguirás que me bañe más veces en agua caliente.
Ahora que ya lo tenía todo claro, el sueco también había comenzado a entusiasmarse, contagiado por Wen.

Riendo por la broma de Noel y con la seguridad de su apoyo, Wen suspiró más tranquila. Aunque había estado muy emocionada con el nuevo proyecto, tenía miedo de haberse hecho demasiadas ilusiones, que luego no fuera algo viable y que Noel le bajara los pies a la tierra, pero el draco no parecía escéptico ante la posibilidad y eso tranquilizó mucho a la vouivre. Ya de forma más calmada, Wen procedió a explicarle todo su plan a Noel, aceptando sus opiniones e introduciéndolas en el plan si lo creía oportuno. Además, el sueco le prometió acompañarla a buscar un edificio que fuera viable sugiriéndole además la posibilidad de que, en vez de buscar un único edificio con las características que buscaba, buscar una agrupación de edificios o una manzana que simplemente tuvieran la extensión requerida, derruirlos y construirlo todo desde cero. Sería francamente agotador y costoso, pero posiblemente sería la solución más idónea.

Se despertó agitado y sudando. No recordaba qué estaba soñando hasta ese momento, pero no era agradable. No era ninguna novedad, no obstante, las pesadillas recurrentes cada día eran más y más retorcidas. No, lo que le hizo mirar a todas partes con expresión aterrorizada fue aquella sensación. No recordaba haber sentido nunca nada parecido. Una fuerza mágica muy poderosa parecía querer aplastarlo con su presencia. ¿Qué demonios era aquello?
—Wen, ¿qué está…? ¡Ah!
Una punzada de dolor le hizo llevarse una garra a la cabeza. Apenas había podido dedicarle una mirada a la vouivre, reconociendo vagamente que presentaba un estado muy similar al suyo, cuando aquel ominoso edificio inundó su mente. Aquella imagen irradiaba maldad de una forma incomprensible. Quiso gritar que abandonase su cabeza, pero tan solo volvió a desplomarse sobre la cama, inconsciente.


Cuando despertó, por un instante no supo dónde estaba. Su cuarto le pareció por un instante un lugar ajeno, como si se tratase de una burda ilusión y le hubiesen llevado a otro lugar. Ver a Wen a su lado disipó parte de aquella sensación, pero no podía quitarse de encima lo que quiera que fuera aquello que le estaba poniendo las plumas de punta.
—¿Estás bien? ¿Qué acaba de pasar? —Le preguntó a la chica—. Tú también… Lo has visto, ¿verdad? Esa torre… El íncubo ha debido de hacer algo.
Recordaba perfectamente lo que les había referido Jack. Lo que Melodes le había explicado. No tenía duda alguna de que estaba relacionado, pero incluso sabiendo toda aquella información no podía imaginar qué estaba pasando exactamente. Se levantó de la cama y se lanzó rápidamente un hechizo de limpieza antes de activar su runa de vestir.
>>Será mejor que comprobemos que todos están bien.

Gael había decidido aprovechar el insomnio para trabajar en su taller. El mal humor que destilaba se notaba en cada puntada que daba al cuerpo en que trabajaba en aquel momento. El proyecto era un capricho, pero de seguir así solamente iba a estropearlo. Tenía la impresión de que iba a salir mal, de todos modos. No solo la quimera: todo. Era una sensación ominosa que no paraba de hacerse más opresiva y culminó cuando el fuego fatuo pudo ver la imagen de una torre. «¿Pero qué…?» llegó a pensar mientras un escalofrío recorría su columna vertebral. Sintió que algo terrible se le venía encima, y después nada en absoluto.


Despertó cerca del suelo del taller, con varios de sus bártulos derramados alrededor. Recuperó la verticalidad tan rápido como le fue posible, confuso pero alerta. Entonces escuchó un gruñido. También se dio cuenta de que la quimera no estaba sobre la mesa.

Un zarpazo lo alcanzó en un brazo a la vez que Gael se giraba, descubriendo por las malas que todos sus amuletos y protecciones habían desaparecido. Reaccionó deprisa y se escondió en uno de los cuerpos muertos de su taller, un felino de tamaño medio, pero su atacante comprendió enseguida adónde se había ido su presa. Se trataba de la quimera a medio hacer en la que estaba trabajando, cuyo aspecto recordaba a una esfinge. «Pero si aún no le di vida… ¿Qué está pasando?».

Echó a correr, pero fue alcanzado enseguida con un impulso de las alas de la quimera. El forcejeo entre ambos resultó en un muslo arrancado para el fuego fatuo, pero gracias a eso pudo correr a tres patas hacia la ventana del patio y saltar por ella. El hueco era pequeño para la quimera, que no era capaz de encoger sus alas lo suficiente para pasar por el marco. El fuego fatuo volvió a materializarse ante sus ojos solo para reducirla a cenizas.


—¿Estáis todos bien? ¡Me acaba de pasar…! —Era demasiado largo para contarlo a gritos. El fuego fatuo acababa de atravesar el umbral del cuchitril a toda prisa, preocupado por la presencia de un atacante. ¿Quién había revivido a la quimera? ¿Quién lo había dormido? El fuego fatuo estaba convencido de que habían tratado de asesinarlo, aunque su mente no acababa de encajar por qué habían elegido un método tan impráctico. Volvía a pensar en Nasher, y lo que más le preocupaba en ese momento eran sus amigos. Mientras subía las escaleras volvió a alzar la voz con apremio—. ¿Estáis aquí?

Giz leía, sentado en la cama. El libro que sostenía relataba las diferentes aplicaciones de ciertos hechizos defensivos. A la vez que pasaba de página, sintió una caricia fría trepando por su espalda, una energía extraña cargó el ambiente y del texto se erigió una torre negra, oscura y densa.

El goliat apretó los ojos con fuerza y sin saberlo, se durmió y despertó dentro del sueño.

Tuvo que respirar hondo antes de volver levantar los párpados y clavar sus pupilas en el grimorio. Ni rastro de la torre. Sin embargo, la sensación desagradable parecía crecer en sus entrañas y extenderse por cada célula de su cuerpo. Algo andaba mal. Lo intuyó enseguida, como todos, y lo confirmó al abrir la gola.

Giz soltó un quejido, todavía sentado sobre la cama. Cerró la gola en un acto reflejo y se llevó las manos al cuello. Había sentido algo imposible, como si un millar de hechizos diferentes hubieran sido conjurados frente a él al mismo tiempo; los rescoldos colapsaron su sentido mágico y su mente se cerró en banda, incapaz de digerir toda la información que le llegaba. Un fuerte pinchazo se instauró bajo su cráneo y el goliat supo que no volvería a abrir la gola de momento.

Tardó en oír a sus compañeros fuera de la habitación, aún embotado, pero supo enseguida qué debía hacer.

—Yo no —respondió a la pregunta de Gael a la vez que salía de su cuarto, con la mano en la frente, aún sorprendido por el dolor repentino. Había intentado disimular la alarma, pero le había salido francamente mal—. Algo falla con mi gola. O eso o la ciudad se ha puesto de acuerdo para lanzar a la vez todos los hechizos que existen—. Giz se dio cuenta de algo mucho peor—. Ni siquiera he sentido la recarga de energía... Solo dolor.

El goliat no lo admitiría, pero estaba asustado. Muy asustado.

Wen despertó con un jadeo ahogado. Había soñado con ella misma retorciéndose a su alrededor en modo serpiente y asfixiándola. A pesar de estar ya despierta, la sensación de no ser capaz de respirar persistía en ella y estaba por agarrarse al brazo de Noel como su toma de tierra de la realidad, cuando la imagen del edificio inundó su mente tan negro como sus escamas. Aquella imagen le quitó el aliento de nuevo y a penas pudo pensar en las terribles cosas que aquello auguraba antes de desmayarse.

Cuando despertó de nuevo lo hizo con un jadeo más fuerte que el anterior y esta vez una gran bocanada de aire entró a sus pulmones. Aunque aliviada por el respiro, Wen no pudo evitar pensar en lo artificial que se había percibido, si es que acaso aquello tenía algún sentido.

Nerviosa e inquieta, la vouivre asintió frenéticamente al draco y no tardó en imitarlo para vestirse rápidamente antes de salir de su habitación de forma apresurada, aunque no hizo falta que fueran muy lejos ya que se encontraron a sus compañeros reunidos en el pasillo.

- ¿También lo habéis visto? - se apresuró a preguntar, aunque a ella misma le había parecido una pregunta absurda-. Se siente como... no... no sé, no me gusta- intentó explicar de forma inquieta llevándose una mano nerviosa e insegura al pañuelo de su frente bajo el que se escondía su gema.

Siguió a Wen fuera del cuarto con la extraña sensación de no estar donde debería todavía muy presente. Era normal sentir cierta desorientación justo al despertarse en ocasiones, pero aquella vez estaba siendo demasiado persistente. Su mayor preocupación, de todas formas, era comprobar que todos estaban bien. No tardaron mucho en encontrarse con Adara y Gael y pronto se hizo evidente que ninguno era una excepción: todos habían visto la torre y sabían que algo iba mal. Giz salió de su cuarto en ese momento y el sueco vio algo moviéndose en el cuarto a sus espaldas. Sin dejar de mirar hacia lo que se vislumbraba tras la puerta que acababa de abandonar el goliat, apenas pudo procesar en un principio lo que estaba contando acerca de su gola.
Solo cuando constató que no había nadie en el cuarto del asreniano se giró de nuevo hacia el grupo y miró a Giz con gesto preocupado.
—¿Habrá sido por causa de esa radiación mágica tan descomunal de antes? ¿También la habéis sentido, verdad? —Miró a unos y otros buscando el reconocimiento en sus rostros—. ¿Qué… Qué diablos…? ¿¿Quién está ahí??
El draco había vuelto a ver algo moviéndose, esta vez entrando en el cuarto de Adara. Corrió hacia la puerta perteneciente a la ángel negro y la abrió de golpe esperando ver a alguien en esa ocasión. El cuarto estaba vacío.
>>Yo he visto… Hay alguien aquí —dijo volviendo rápidamente sobre sus pasos—. Me ha parecido que era alguien con alas. Antes estaba en el cuarto de Giz y ahora… ¿Cómo puede haberse colado alguien sin que nos diésemos cuenta?
Instintivamente se colocó de tal forma que pudiera tener a la vista a todos sus amigos: era importante que no se separase de ellos en ningún momento. Su respiración se agitaba y una sensación pesada en el pecho le producía angustia.