Granero

Trabajar en el granero había sido un poco costoso al inicio, su distribución la mareaba inicialmente, era como esta metida en un muelle gigante lleno de almacenes, pero como con todo, termino acostumbrándose. Su trabajo era simple, se la pasaba moviendo cajas de un lado a otro o como había descubierto hacía no mucho, asegurarse que los productos que llegaban eran frescos, ya que parecía ser bastante capaz de saber cuando las frutas estaba en su mejor momento de comerlas.

-El hecho de prácticamente solo comer frutas tenía que servir de algo -murmuro Smaika para si, sonriendo, mientras iba seleccionando en una caja los frutos que podrían venderse, o mas bien se podían comer, de los que no para meterlos en otra que luego seria seguramente llevada a otra parte de la ciudad. Todo bajo la vigilancia de aquellos otros empleados, transformados como ella, que si estaban mas puestos en temas de agricultura y botánica. Al fin de cuenta ella de eso no sabía mucho, se movía por el instinto de ser ahora un bicho que solo comía frutos.

Karime avanzaba por la calle dando alegres saltitos completamente transformada en loba mientras pensaba en sus cosas. Aunque técnicamente estaba de servicio, en realidad no tenía por qué adoptar una actitud formal hasta que no hiciera contacto, por lo que no podía considerarse una falta de profesionalidad, cosa que no se hubiera perdonado. Cuando llegó al edificio lo primero que pensó la libense fue que todo era muy verde y marrón y que sus paredes eran perfectas para afilarse las uñas. Con una risotada divertida la licántropa dio un salto antes de adoptar la forma libense completa y entró en el lugar. Un rápido corrido con la mirada le facilitó la localización de la chica y se acercó a ella con paso militar sin perder tiempo.

- Busco a Samika. Evaki originaria de la Tierra. ¿Eres tú, verdad?- le preguntó posicionándose frente a ella en posición de descanso.

Lo primero que llego a escuchar la evaki fueron sus pasos, pasos firmes, sin titubeos. Decir que conocía la forma de andar de aquellos con los que trabajaba seria exagerar un poco, pues no llevaba tanto tiempo allí, por lo que no le dio mucha importancia.

Hasta que una figura oscura, empezó a tomar forma borrosa y color frente a sus ojos, seguida de aquella voz de mujer que le desconcertó. No la conocía de nada, no como para que supiera su nombre, origen y transformación.

-Si, soy yo ¿quien pregunta? -respondió Samika a su vez con curiosidad y desconcierto, mostrándose relajada pues no había hecho nada malo. << ¿Apenas llevo unos meses transformada y una desconocida sabe de mi? >> no es como si hubiera hecho algo digno de mención como para ser reconocida en la ciudad.

- Karime. Soldado perteneciente al ejército de Rocavarancolia- se presentó con el tono oficial que su propia disciplina le requería-. Vengo en calidad de representante de Cicatriz la Sangrienta, comandante del ejército-. Karime hizo una pequeña pausa y aprovecho para lanzar una mirada amenazante a todo aquel que las estuviera mirando. No es que fuera una conversación estrictamente privada, pero la loba prefería evitar miradas indiscretas y curiosas-. El ejército ha estudiado tu caso y dadas tus habilidades y transformación ha decidido hacerte una oferta-. Con movimientos firmes, la libense descubrió un rollo de pergamino de algún sitio desconocido y se lo tendió a la evaki-. Aquí dispones de toda la información que por el momento, y teniendo en cuenta que tu aceptación no es aun segura, se te puede dar. Recomiendo que leas el pergamino en algún lugar privado, puesto que, teniendo en cuenta tu discapacidad, el pergamino cuenta con un sistema de lectura en voz alta que se activa y desactiva presionando con el dedo índice una runa situada en la esquina superior izquierda del pergamino. Puedes dar tu respuesta en cualquier momento de aquí a dentro de tres días, pero si eres de decisiones rápidas puedo esperar a que leas el pergamino o incluso ignorarlo y ser yo quien te explique dicha información. En caso contrario, puedes encontrarme en la Sede de los Taumaturgos y decirme tu decisión en voz o por escrito, según si me encuentro o no en ese momento. Una vez tu decisión tomada y siendo esta afirmativa te hablaré de los pormenores y te llevaré ante la comandante. En caso de que cuentes con alguna duda a mayores, estoy a tu disposición.

Se sorprendió bastante al escuchar que trataba de alguien del ejercito, apenas hacIa poco había descubierto que existía algo así en la ciudad, sin hablar del Consejo. << ¿Mi caso? Pero que demonios...¿La misma comandante del ejercito? >>  pensó con incredulidad que se dejo translucir en sus ojos completamente abiertos, ante el pensamiento de que hubiera captado la atención de alguien con alto rango en la ciudad.

Pero a pesar de que las dudas se arremolinaba en su mente, decidido no interrumpir a Karime, suponiendo que dichas dudas no tardarían en solventarse. Tomó el pergamino que le tendía, mientras se levantaba de donde momentos antes se encentraba escogiendo frutas, dirigiendo un vago pensamiento al hecho de que estaba interrumpiendo su trabajo.

Que hubiera tenido en cuenta su discapacidad a la hora de hacer aquel pergamino dejaba bastante claro que si que había estado vigilandola, o mínimo que alguien que la conocía había ido con la información. O tal vez simplemente lo sabían por Doce Puntos.

Cundo termino de hablar, la Evaki miro el pergamino, estrechando levemente los ojos como si intentara buscar dicha runa, pero no la pulsó. Sino que tras pensarlo un poco, levanto la vista de nuevo para ver a Karime.

-Si no es inconveniente me gustaría que me explicaras, al menos a grandes rasgos, el contenido del pergamino. -le pidió Samika mirándola interesada, a pesar de ser un figura borrosa y colorida, se aseguro de recordar su voz. No quería tomar mucho tiempo, pues al fin de cuentas la había pillado trabajando- Aun así me asegurare mas tarde escucharlo mas a fondo, con calma y en privacidad, antes de dar una respuesta - añadió sabiendo que no iba a poder contenerse de saber que ocurría. Mínimo debía de tratarse de algo de cierta importancia como para tomarse la molestia de buscarla y siendo así le gustaría enterarse lo mejor posible antes de dar alguna respuesta. Ante todo no quería tomar decisiones precipitadas sin conocer todos los puntos.

La evaki le pidió que fuera ella quien le explicara la oferta, aunque también expuso que también iba a escuchar el pergamino más tarde, por lo que Karime fue consciente de que no tendría su respuesta ese día. La loba asintió con la cabeza firmemente, pero no comenzó a hablar hasta que no confirmó que nadie estaba lo suficientemente cerca para escucharlas hablar. De nuevo, no quería oídos curiosos.

- El ejército te ofrece un puesto como soldado en el mismo- le informó de forma concisa la libense, pero luego procedió a hacerle un rápido resumen de cuáles serían sus obligaciones, los horarios de trabajo y el entrenamiento al que estaría sometida. El trabajo de soldado implicaba más cuestiones, pero Karime prefería no airearlas hasta que Samika no aceptara el puesto-. Debes saber que tu transformación sería una gran adquisición para el ejército y el sueldo no es para nada desdeñable. Además, adquirirás técnica, disciplina y habilidad. Es una gran oportunidad, Samika, ten en cuenta eso.

Le sorprendió un poco, al fin de cuentas en la tierra tener su minusvalía suponía que no estaría capacitada para el ejercito, por lo que notar que eso ahí importaba mas bien poco le pillo desprevenida.

Pensativa, escucho la explicación de Karime; obligaciones, horarios y entrenamientos, lo ultimo llamando bastante su atención, pues hacerlo sola no era igual que hacerlo con alguien cuya transformación pudiera aguantar sus golpes; o incluso superarla. No fue especificado realmente, pero no hizo falta, ser soldado suponía prepararse para un posible enfrentamiento, ocurriese o no, no era muy diferente a la preparación de la Tierra en ese aspecto.

<< Enfrentamientos si...pero la posibilidad de que ocurra una guerra >> pensó haciéndole dudar, no tenia idea de como era la relación de la ciudad con los diferentes mundos a los que sabia estaba enlazados, pero desde luego un soldado iba a estar siempre en primera linea y con su incapacidad mágica y la habilidad de anular, seria una especie de soldado de infantería semiaereo, tan molesto como un mosquito al que querer aplastar. <<Es una imagen muy negativa para mi gusto>> pensó Samika frunciendo ligeramente el ceño, terminando de escuchar las palabras de Karime sobre el sueldo, algo desde luego no le vendría mal.

Realmente tenía sus pros y contras, pero dado que nunca había pensado en ello tendría que evaluar un poco el asunto. Especialmente porque no sabia si en el futuro algún otro oficio despertaría su interés.

-Lo es, pero no me esperaba recibir una oferta de este tipo -admitió la evaki sin miedo de sincerarse en ese aspecto- Lo pensare con calma y antes del plazo te daré mi respuesta, solo tengo una consulta. - añadió Samika mirando la forma borrosa que era Karime- Esto supongo es de por vida, pero en el caso de sentir interés por realizar otro tipo de trabajo en un futuro, como abrir un negocio propio por ejemplo...¿existe la posibilidad de dejarlo? Aunque mantuviera mis servicios como soldado activo en caso de ser necesario. -pregunto pues seriamente no tenia nada pensado aun pero por eso mismo no sabia si su pensamiento cambiaría en el futuro- Por supuesto no digo que algo así vaya ocurrir, pero no veo el futuro y no se como podría cambiar en unos años, así que antes de decidir nada prefiero informarme bien -admitió Samika que quería asegurarse bien antes de pensar seriamente en ello.

Karime entendía la duda de la evaki, aunque para ella no había trabajo mejor que pertenecer al ejército.

- En caso de que creas conveniente dejar el ejército no habrá inconveniente, pero perderás todos los privilegios que el puesto conlleva, incluidos el sueldo y los entrenamientos. En caso de guerra se te llamará a filas en calidad de mercenaria dado tu entrenamiento anterior en el ejército, y tu sueldo y posición irá en función del tiempo que lleves fuera del servicio. Si la comandante estima que ese tiempo es demasiado, se te bajará de rango y se te llamará a filas como un ciudadano común. Espero haber resuelto tu duda.

- Comprendo -respondió la evaki pensativa tras recibir aquella respuesta. Siendo así tendría que pensarlo, dudaba fueran a darle otra oportunidad así y sabiendo que de desearlo en un futuro podría cambiar de opinión, le dejaba al menos las puertas abiertas.

Ademas el horario era bastante flexible quitando las obligaciones obvias, por lo que incluso podría hacer alguna que otra visita a los mundos y ahorrar, que no le vendría nada mal tampoco. Pero aun no estaba segura del todo, quería pensarlo con calma y no dejándose llevar por la emoción del momento.

- No tengo mas dudas por el momento, gracias Karime, pero sino es inconveniente me gustaría pensarlo con calma. Prometo darte mi respuesta mañana, pasado a mas tardar -añadió la evkai con una sonrisa, la oferta le había pillado con la guardia baja así que aun estaba procesando el hecho de que le cayeran trabajos de la nada. Aprovecharía ese tiempo para pensarlo y tal vez consultarlo con alguno de sus amigos, para tener una segunda opinión.

Sigue en la Sede

Karime asintió formalmente a la evaki, le recordó rápidamente dónde podía encontrarla y cómo podía contactarla y se despidió de forma militar antes de darse la vuelta y salir del granero. La loba esperaba realmente que la humana aceptara el puesto, ya que sería una gran adquisición para las tropas, pero aquella decisión no estaba en su poder. A la licántropa solo le quedaba reportarse a Cicatriz y esperar pacientemente esos tres días de cortesía que le había dado a la evaki para recibir la respuesta, lo cual no se le daba del todo bien.

Rena ya tenía su brazo y había pasado sin percances el período de adaptación, lo que significaba que ya podía trabajar. Los veteranos de la Sede le habían recomendado el granero, pues era donde empezaban muchos novatos y no requería de conocimientos específicos. Además su nueva fuerza parecía ser de utilidad. La ursántropa reconocía que no era el trabajo más glamuroso del mundo, especialmente coparándolo con los de sus amigos, pero lo cierto es que, más allá de la necesidad de pagar su implante y el de Eitne cuanto antes, le hacía ilusión. Nunca había trabajado con plantas; en Rocavarancolia se había encontrado con parques y jardines frondosos y había descubierto que le gustaba el olor y la sensación de estar rodeada de vegetación.

Llegó un poco más temprano de la hora con ropa de trabajo y una mezcla entre nervios por anticipación y terror absoluto por meter la pata. El sitio le impresionó por fuera, parecía un edificio sacado de una novela gráfica todo orgánico y espectacular, pero por dentro le decepcionó. De a primeras parecía un almacén. Olía a vegetación, sí, pero porque había cajas y cajas de verduras y grano apiladas. Había un invernadero, pero era... más pequeño de lo que había imaginado. Cuando dio con el encargado este le explicó más o menos las normas y sus tareas, que al parecer consistían principalmente en mover cajas.

<< No es un gran avance en comparación a lo que hacía en casa >> pensó con algo de pena.

El encargado le señaló a uno de los trabajadores para que le preguntase por los detalles y le enseñase el lugar y el día de Rena mejoró. Era Kin, el veterano irrense de la Sede. Le alivió saber que iba a pasar su primer día con una cara conocida.

-¡Hey! -le saludó - ¿Qué tal? Hoy empiezo a currar aquí, me han dicho que me tienes que enseñar cómo va la cosa. Joder menos mal que eres tú, estoy de los nervios -rió.