Fumadero Abandonado
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Fumadero Abandonado
29/10/15, 11:49 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Edificio viejo de aspecto descuidado, cuyas paredes están recubiertas de musgo. Otrora una torre de hechicería, el edificio quedó abandonado y fue convertido en un fumadero de picadura de Morfeo. Alguien con poco sentido del gusto techó las almenas con un tejado metálico de doble vertiente que se ha oxidado con el tiempo. Varias creaciones demiúrgicas habitan el fumadero y continuan sin descanso la siembra y procesado de picadura de Morfeo, desconocedoras de que el negocio cerró hace tiempo.
- Lops
Ficha de cosechado
Nombre: Kradko
Especie: Clinger de la sociedad nómada
Habilidades: Agilidad, oído musical, habilidad manual
Re: Fumadero Abandonado
25/02/20, 10:29 pm
El nuevo día sonreía a la bicha, quien no dudaba en corresponderle con buenas dosis de energía a pesar de la falta de sueño. Estas mejoraron aún más cuando empezó a oír el canto procedente de las bañeras, a las cuales no solo persiguió por tierra. Con las dificultades que estaban teniendo para orientarse, la clinger no dudó en escalar en algunas ocasiones para obtener una mejor perspectiva del terreno. Los resultados de aquellas exploraciones fueron… Bueno, dejémoslo en que finalmente llegaron a su objetivo. Lo que les esperaba contemplar allí sin duda no lo había previsto. No entendía lo que estaba sucediendo, empezó a ver destellos similares a los de una tormenta y un mamífero —una hembra… creía— siendo herida mortalmente con esos. Intentó fijarse en el otro ser, pero la sombra parecía formar parte de este y era imposible distinguir su forma. En un instante, tan solo desapareció.
Con cuánto optimismo salió nuestra pequeña aventurera y cuán poco le quedó tras ver tal espectáculo. Pero aquello no le a detener, no en ese día. «Hoy voy a ser valiente», consideró. No es como si ver cadáveres fuera algo nuevo para ella; al fin y al cabo, Dryfus no era precisamente un destino turístico a tener en cuenta por su fauna pacífica. Ignoró las dudas de los otros tres y ayudada por sus alas dio un salto hacia la pared del edificio, a la que se agarró y empezó a escalar con total naturalidad. No le costó más que unos pocos segundos alcanzar las cestas y mucho menos le costó decidir qué hacer para bajarlas. O bueno, más bien decidió que estas bajarían ayudadas por la fuerza de la gravedad y un pequeño empujoncito de su parte.
—¡Atentos allí abajo! ¡No quiero más comida desperdiciada! ¿Estamos?
Esperó a que el resto decidiera dejar de una vez a la fiambre y empezó a dejar caer cestas. Al tener tres compañeros mucho más grandes que ella, estimó que podrían cargar bastante. Tras dejar caer lo que encontró, ella misma se unió con otra más. Frenó la caída con las alas como había hecho tantas veces en el pasado y observó al resto.
—Eh… vale —respondió a Adam sin entender muy bien a qué venía la pregunta—. ¿Volvemos o qué?
No volvió a mirar hacia el cadáver en ningún momento.
Con cuánto optimismo salió nuestra pequeña aventurera y cuán poco le quedó tras ver tal espectáculo. Pero aquello no le a detener, no en ese día. «Hoy voy a ser valiente», consideró. No es como si ver cadáveres fuera algo nuevo para ella; al fin y al cabo, Dryfus no era precisamente un destino turístico a tener en cuenta por su fauna pacífica. Ignoró las dudas de los otros tres y ayudada por sus alas dio un salto hacia la pared del edificio, a la que se agarró y empezó a escalar con total naturalidad. No le costó más que unos pocos segundos alcanzar las cestas y mucho menos le costó decidir qué hacer para bajarlas. O bueno, más bien decidió que estas bajarían ayudadas por la fuerza de la gravedad y un pequeño empujoncito de su parte.
—¡Atentos allí abajo! ¡No quiero más comida desperdiciada! ¿Estamos?
Esperó a que el resto decidiera dejar de una vez a la fiambre y empezó a dejar caer cestas. Al tener tres compañeros mucho más grandes que ella, estimó que podrían cargar bastante. Tras dejar caer lo que encontró, ella misma se unió con otra más. Frenó la caída con las alas como había hecho tantas veces en el pasado y observó al resto.
—Eh… vale —respondió a Adam sin entender muy bien a qué venía la pregunta—. ¿Volvemos o qué?
No volvió a mirar hacia el cadáver en ningún momento.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Fumadero Abandonado
29/02/20, 07:21 pm
En un pueblo ochrorio corriente no era muy común que se produjeran asesinatos y en el que vivía Chromsa no era excepción. Es cuanto menos lógico que la impresión de aquel momento con un cadáver a su lado le impactara (dentro por supuesto de la tranquilidad que solía estilar). Llevaban apenas una semana allí, pero ya había visto más muertes que en toda su vida. No tendría problema si hubieran sido naturales, pero todas habían sido cuanto menos violentas. La mano que Adam le había puesto en el hombro era lo único que hacía que no se quedara absorto en esos pensamientos.
Las palabras de Reina mientras se acercaba a donde estaban fueron lo que le motivaron a moverse de una vez. Ya se habían acercado, pero ciertamente (cosa que también dijo el terrestre) todavía podían irse para evitar problemas. -(Pero no podemos irnos con las manos vacías... Necesitamos la comida)- pensó y dijo después en contestación a los dos: -Suena arriesgado, pero creo que fuera lo que fuera ya no hay nada peligroso aquí. Cojamos la comida primero y podemos irnos después.-
Parece que en ese sentido Kradko se le había adelantado, pues la insecto gritó desde lo alto de la torre para que cogieran las cestas. El ochrorio entonces salió y se puso justo debajo de donde se encontraba su compañera y dijo: -Ya estamos listos.- A Chromsa no le resultó una tarea fácil coger las cestas al vuelo, en primera instancia porque no quería que nada del interior se cayera y por otra le costaba ver bien donde iban a caer exactamente. En general, a excepción de alguna cosa sin mucha importancia que pudo haberse caído, consiguieron toda la comida. -El resto se va a poner muy contento con todo esto- pensó.
Ya cuando Kradko bajó y cargaron todas las cestas se prepararon para partir, aunque antes Adam les pidió algo. -Por supuesto, allí estaré- dijo con un intento de sonrisa que no le salió como debería sobre todo porque aun tenía en la cabeza ese asesinato que habían visto. -Bueno, deberíamos irnos ya-. Y dicho esto empezaron el camino de regreso al torreón.
Sigue en Torreón Silente
Las palabras de Reina mientras se acercaba a donde estaban fueron lo que le motivaron a moverse de una vez. Ya se habían acercado, pero ciertamente (cosa que también dijo el terrestre) todavía podían irse para evitar problemas. -(Pero no podemos irnos con las manos vacías... Necesitamos la comida)- pensó y dijo después en contestación a los dos: -Suena arriesgado, pero creo que fuera lo que fuera ya no hay nada peligroso aquí. Cojamos la comida primero y podemos irnos después.-
Parece que en ese sentido Kradko se le había adelantado, pues la insecto gritó desde lo alto de la torre para que cogieran las cestas. El ochrorio entonces salió y se puso justo debajo de donde se encontraba su compañera y dijo: -Ya estamos listos.- A Chromsa no le resultó una tarea fácil coger las cestas al vuelo, en primera instancia porque no quería que nada del interior se cayera y por otra le costaba ver bien donde iban a caer exactamente. En general, a excepción de alguna cosa sin mucha importancia que pudo haberse caído, consiguieron toda la comida. -El resto se va a poner muy contento con todo esto- pensó.
Ya cuando Kradko bajó y cargaron todas las cestas se prepararon para partir, aunque antes Adam les pidió algo. -Por supuesto, allí estaré- dijo con un intento de sonrisa que no le salió como debería sobre todo porque aun tenía en la cabeza ese asesinato que habían visto. -Bueno, deberíamos irnos ya-. Y dicho esto empezaron el camino de regreso al torreón.
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Fumadero Abandonado
25/01/21, 12:31 pm
Hacía tiempo que las criaturas demiúrgicas del fumadero abandonado no tenían a quien servir. El último cliente se había dejado allí su cachimba, pero un buen día no había vuelto a aparecer para darle uso. Los autómatas habían seguido rellenándola, esperando el regreso de Rutilante, no sabiendo qué hacer con el exceso de producción de picadura de Morfeo de otro modo.
Un día, una criatura de escamas rojas que solía merodear por allí, cargando cestas día sí y día también, se acercó con curiosidad a la cachimba, sedienta de conocimiento, pero con cautela. Las primeras veces no se atrevió a tocarla, pero cuando vio que los autómatas le ignoraban, decidió derribarla con su arma. Las criaturas se apresuraron a ponerla en pie y rellenar la picadura derramada. Como cada vez que Setenta y siete entraba en el fumadero, pusieron carbón en el interior de la cachimba y se retiraron.
El kievek había aprendido, tras examinar el objeto largo y tendido, que el humo que salía de él obnubilaba sus sentidos de una manera extremadamente agradable. Descubrir su mecanismo solo fue cuestión de tiempo, ya que las criaturas demiúrgicas hacían todo lo demás por él.
Setenta y siete se encontraba aquel día apoyado contra un muro, sin soltar su arma a pesar de tener los ojos entrecerrados y la boquilla de la cachimba sujeta entre los dientes. La sangre todavía corría por el filo de su lanza y manchaba sus manos, pero no parecía importarle. A medida que la droga se filtraba en su subconsciente lo llevaba al momento en que esa misma lanza se había clavado en el vientre blando de Sere, aquella criatura diminuta y desagradable con la que había convivido al inicio de la criba.
A aquel se le sumaban los recuerdos de los otros cuerpos que había cortado recientemente, como los de aquellos niños del torreón de las plantas. Se había colado allí por la noche y los había degollado en silencio y con precisión, para quedarse con aquel refugio privilegiado. Habían sido tantos, incluso antes de eso. Para el kievek era una sensación placentera, tal vez por eso sus pensamientos vagaban hacia todas sus victorias pasadas cada vez que aquel humo inundaba sus pulmones.
Era adictivo.
Un día, una criatura de escamas rojas que solía merodear por allí, cargando cestas día sí y día también, se acercó con curiosidad a la cachimba, sedienta de conocimiento, pero con cautela. Las primeras veces no se atrevió a tocarla, pero cuando vio que los autómatas le ignoraban, decidió derribarla con su arma. Las criaturas se apresuraron a ponerla en pie y rellenar la picadura derramada. Como cada vez que Setenta y siete entraba en el fumadero, pusieron carbón en el interior de la cachimba y se retiraron.
El kievek había aprendido, tras examinar el objeto largo y tendido, que el humo que salía de él obnubilaba sus sentidos de una manera extremadamente agradable. Descubrir su mecanismo solo fue cuestión de tiempo, ya que las criaturas demiúrgicas hacían todo lo demás por él.
Setenta y siete se encontraba aquel día apoyado contra un muro, sin soltar su arma a pesar de tener los ojos entrecerrados y la boquilla de la cachimba sujeta entre los dientes. La sangre todavía corría por el filo de su lanza y manchaba sus manos, pero no parecía importarle. A medida que la droga se filtraba en su subconsciente lo llevaba al momento en que esa misma lanza se había clavado en el vientre blando de Sere, aquella criatura diminuta y desagradable con la que había convivido al inicio de la criba.
A aquel se le sumaban los recuerdos de los otros cuerpos que había cortado recientemente, como los de aquellos niños del torreón de las plantas. Se había colado allí por la noche y los había degollado en silencio y con precisión, para quedarse con aquel refugio privilegiado. Habían sido tantos, incluso antes de eso. Para el kievek era una sensación placentera, tal vez por eso sus pensamientos vagaban hacia todas sus victorias pasadas cada vez que aquel humo inundaba sus pulmones.
Era adictivo.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Fumadero Abandonado
04/10/21, 07:50 pm
Ulmara no podía parar de reír entre unas cosas y otras. Asintió divertida a la imagen de sí misma agitando los brazos para mantenerse en el aire y acabó dándole las gracias a Qwara por recordarle los movimientos del hechizo de levitación. Hasta esa noche, su magia había estado muy limitada, se cansaba tras realizar dos tonterías simplonas, pero, ¿cuántas veces se había curado en lo que llevaba fuera? Repitió el hechizo de curación superficial sobre sus heridas mientras avanzaban y negó que fuera sensato subir, pero por lo menos ya no llovían cristales.
—Tal vez encuentres un charco mágico, más profundo de lo que parece —bromeó—. O podríamos hacerte levitar los cuernos… —De vez en cuando, la alaí tenía que parar para escupir el agua que se le acumulaba en los labios. Podría haberle pedido a la tormenta que volviera a dejarla en paz, pero por algún motivo no se lo había planteado.
Seguía empapada cuando vio a lo lejos una torre familiar.
—¡Ey! ¿Ese no es el fumadero? —La azotea techada era demasiado característica como para no reconocerlo—. ¿Y si… —<<¿Y si subo a la tormenta por las escaleras?>>, pensó—. ...lo ocupamos para descansar un poco? —Una pregunta no contradecía a la otra. Lo peor que les había pasado en el fumadero tuvo más que ver con un pajarraco que con el propio edificio, que tan solo había servido para recoger comida.
No se le pasó por alto lo divertido que podía llegar a ser entrar con la ifrit en un lugar donde se cultivaba droga para fumar. Era un incentivo más dentro de esa noche en la que no se estaba cuestionando nada.
—Tal vez encuentres un charco mágico, más profundo de lo que parece —bromeó—. O podríamos hacerte levitar los cuernos… —De vez en cuando, la alaí tenía que parar para escupir el agua que se le acumulaba en los labios. Podría haberle pedido a la tormenta que volviera a dejarla en paz, pero por algún motivo no se lo había planteado.
Seguía empapada cuando vio a lo lejos una torre familiar.
—¡Ey! ¿Ese no es el fumadero? —La azotea techada era demasiado característica como para no reconocerlo—. ¿Y si… —<<¿Y si subo a la tormenta por las escaleras?>>, pensó—. ...lo ocupamos para descansar un poco? —Una pregunta no contradecía a la otra. Lo peor que les había pasado en el fumadero tuvo más que ver con un pajarraco que con el propio edificio, que tan solo había servido para recoger comida.
No se le pasó por alto lo divertido que podía llegar a ser entrar con la ifrit en un lugar donde se cultivaba droga para fumar. Era un incentivo más dentro de esa noche en la que no se estaba cuestionando nada.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Fumadero Abandonado
04/10/21, 10:35 pm
La risa de la tempestomante resultaba contagiosa y Qwara reía con ella mientras caminaban bajo la lluvia, paseando sin preocupaciones por primera vez en muchos meses. La ifrit no sabía si se debía al influjo de la Luna Roja o si era cosa de su nuevo cuerpo, pero aunque la ciudad parecía haberse vuelto loca se sentía completamente a salvo rodeada de todo aquel huracán de vida.
—Mejor no, que con nuestra suerte seguro que nos caemos dentro y resultara que ya tiene inquilino o algo. —replicó con una carcajada, reconociendo después que lo de hacer levitar sus cuernos sonaba bastante bien. No terminaba de imaginar la forma de emplear el hechizo de forma tan localizada, pero quizás alguien pudiera enseñarles ahora que eran ciudadanos de pleno derecho.
Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que Ulmara tuvo que alzar la voz para devolverla a la realidad, señalando que se estaban acercando al antiguo fumadero y sugiriendo que podían ocuparlo para descansar un rato.
—Es buena idea, si… —murmuró en respuesta, alzando la vista hacia la azotea con algo de nerviosismo. No había movimiento más allá del que producía el viento tormentoso, por lo que encontrarse con aquel estúpido pajarraco parecía estar descartado.
La sudafricana franqueó la entrada con más seguridad de la que realmente sentía, a pesar de todo, pero una vez a cubierto y sin sonidos extraños en las proximidades se permitió un pequeño suspiro de alivio.
—¿Te ves capaz de conseguir que la lluvia nos de un poco de tregua si subimos allí arriba o hacemos campamento aquí abajo? —le preguntó a su amiga, echándole un vistazo a la estancia con curiosidad. Hacía bastante tiempo que no ponían un pie allí, pero la morena tenía la impresión de que alguien había estado frecuentando el edificio desde entonces.
—Mejor no, que con nuestra suerte seguro que nos caemos dentro y resultara que ya tiene inquilino o algo. —replicó con una carcajada, reconociendo después que lo de hacer levitar sus cuernos sonaba bastante bien. No terminaba de imaginar la forma de emplear el hechizo de forma tan localizada, pero quizás alguien pudiera enseñarles ahora que eran ciudadanos de pleno derecho.
Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que Ulmara tuvo que alzar la voz para devolverla a la realidad, señalando que se estaban acercando al antiguo fumadero y sugiriendo que podían ocuparlo para descansar un rato.
—Es buena idea, si… —murmuró en respuesta, alzando la vista hacia la azotea con algo de nerviosismo. No había movimiento más allá del que producía el viento tormentoso, por lo que encontrarse con aquel estúpido pajarraco parecía estar descartado.
La sudafricana franqueó la entrada con más seguridad de la que realmente sentía, a pesar de todo, pero una vez a cubierto y sin sonidos extraños en las proximidades se permitió un pequeño suspiro de alivio.
—¿Te ves capaz de conseguir que la lluvia nos de un poco de tregua si subimos allí arriba o hacemos campamento aquí abajo? —le preguntó a su amiga, echándole un vistazo a la estancia con curiosidad. Hacía bastante tiempo que no ponían un pie allí, pero la morena tenía la impresión de que alguien había estado frecuentando el edificio desde entonces.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Fumadero Abandonado
09/10/21, 11:42 pm
La idea de que alguien viviera en un charco mágico le resultó divertida. ¿Tal vez una rana excéntrica o una sirena extraña? La cercana se imaginaba qué clase de criaturas submarinas habitarían un charco sin fondo mientras cruzaba el umbral hacia el interior del fumadero. Se percató de los restos de suciedad, basura en forma de tarros vacíos y botes rotos, esqueletos de la comida que solían recoger en las cestas, y frunció el ceño brevemente. Por suerte, salvo por eso, el interior del fumadero seguía funcionando. Los pequeños inventos mágicos regaban macetas y podaban plantas y movían frascos en su eterno ciclo de trabajo.
—No tengo ni idea —reconoció, ante la pregunta de Qwara. Al hacerlo se encogió de hombros con demasiada intensidad y salpicó un poco del agua que la empapaba. Iba dejando tras de sí un rastro escurridizo, pero dudaba que le importara a nadie—. Tú podrías encender un fuego —dijo sin pensar en las repercusiones—, y con el techillo que tiene no debería ser difícil… —supuso entonces. Caviló en silencio, centrifugando una idea demasiado estúpida, y al final añadió—. De hecho, ¿sería una locura si intento acercarme un poco más? A lo mejor nos entendemos mejor...
Tras la pregunta, la tempestomante miró hacia arriba y acompañó el gesto inclinando la cabeza hacia arriba levemente. Parecía señalar al techo, aunque en realidad hacía referencia a la tormenta por encima de todo. En el fondo, sabía que no se quedaría tranquila hasta encararla, pero no le venía mal la segunda opinión de Qwara. Todavía sentía la electricidad en el cuerpo, una corriente de energía mágica desbordante que le impedía ser la voz de la razón aquella noche.
—No tengo ni idea —reconoció, ante la pregunta de Qwara. Al hacerlo se encogió de hombros con demasiada intensidad y salpicó un poco del agua que la empapaba. Iba dejando tras de sí un rastro escurridizo, pero dudaba que le importara a nadie—. Tú podrías encender un fuego —dijo sin pensar en las repercusiones—, y con el techillo que tiene no debería ser difícil… —supuso entonces. Caviló en silencio, centrifugando una idea demasiado estúpida, y al final añadió—. De hecho, ¿sería una locura si intento acercarme un poco más? A lo mejor nos entendemos mejor...
Tras la pregunta, la tempestomante miró hacia arriba y acompañó el gesto inclinando la cabeza hacia arriba levemente. Parecía señalar al techo, aunque en realidad hacía referencia a la tormenta por encima de todo. En el fondo, sabía que no se quedaría tranquila hasta encararla, pero no le venía mal la segunda opinión de Qwara. Todavía sentía la electricidad en el cuerpo, una corriente de energía mágica desbordante que le impedía ser la voz de la razón aquella noche.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Fumadero Abandonado
10/10/21, 05:41 pm
El movimiento de los autómatas mágicos resultaba hipnótico, pues sus rutinas eran cíclicas y recorrían las estancia en patrones que se volvían reconocibles tras solo unos minutos de observación. Iban y venían prácticamente en silencio, pues el sonido de la lluvia en el exterior opacaba el de sus pasos sobre la madera, y la sudafricana no pudo evitar sonreír mientras admiraba su trabajo. La respuesta de su amiga la sacó de sus cavilaciones y dejó claro que tenía las mismas dudas que ella misma, pero al final propuso un plan que a falta de nada mejor le sonó bastante bien.
—No se si funcionara, pero supongo que puedo pincharme un dedo y ver si mi sangre es suficiente para prender algo de leña… —respondió con expresión pensativa.
Estaba bastante claro que Ulmara quería subir, aunque no lo dijera claramente, así que Qwara se encogió de hombros y señaló las escaleras con un gesto de cabeza cuando la cercana tanteó el terreno.
—Las locuras parecen la norma desde que salió esa luna enorme, así que tira delante y yo te sigo. —aceptó con una sonrisa, inclinándose para buscar alguna astilla o algo de yesca por el suelo mientras subían las escaleras.
Las plantas de arriba estaban en el mismo estado que la de abajo, pues aunque las creaciones demiúrgicas seguían haciendo sus labores el paso del tiempo era inexorable, y gracias a ello la ifrit consiguió reunir un generoso hatillo de madera y un buen puñado de hierbajos para hacer una hoguera antes de que llegaran a la puerta que daba a la azotea. Dejó que la bruja fuera la primera en salir, pues a fin de cuentas aquel era ahora su terreno, y la humana esperaría a que ella le diera el visto bueno antes de poner un pie en el tejado.
—No se si funcionara, pero supongo que puedo pincharme un dedo y ver si mi sangre es suficiente para prender algo de leña… —respondió con expresión pensativa.
Estaba bastante claro que Ulmara quería subir, aunque no lo dijera claramente, así que Qwara se encogió de hombros y señaló las escaleras con un gesto de cabeza cuando la cercana tanteó el terreno.
—Las locuras parecen la norma desde que salió esa luna enorme, así que tira delante y yo te sigo. —aceptó con una sonrisa, inclinándose para buscar alguna astilla o algo de yesca por el suelo mientras subían las escaleras.
Las plantas de arriba estaban en el mismo estado que la de abajo, pues aunque las creaciones demiúrgicas seguían haciendo sus labores el paso del tiempo era inexorable, y gracias a ello la ifrit consiguió reunir un generoso hatillo de madera y un buen puñado de hierbajos para hacer una hoguera antes de que llegaran a la puerta que daba a la azotea. Dejó que la bruja fuera la primera en salir, pues a fin de cuentas aquel era ahora su terreno, y la humana esperaría a que ella le diera el visto bueno antes de poner un pie en el tejado.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Fumadero Abandonado
12/10/21, 02:23 am
A Ulmara no le sorprendió que Qwara se planteara pincharse para sacar un poco de aquella sangre-lava que corría por sus venas. No era en lo que estaba pensando cuando sugirió lo de la fogata, pero sin duda era una forma de hacerlo. Al final, la sudafricana tenía razón: las locuras eran la norma desde que vieron el astro rojo. Asintió con efusividad cuando Qwara apoyó su idea de subir y, en lugar de usar las piernas, hizo uso de los movimientos y el ensalmo que la ifrit le había ayudado a refrescar en su memoria. En pocos segundos, Ulmara flotaba pocos centímetros sobre el suelo, chorreando como una suerte de espectro marino que se ha levantado eufórico.
—¡Vamos! ¡A experimentar! —dijo riéndose, quizá a demasiado volumen.
La tempestomante flotaba de forma errática, pero aceleraba poco a poco casi sin darse cuenta. Su mirada buscaba las escaleras que la llevaran de un piso a otro, y a otro, así hasta la azotea del edificio. Se chocó con un par de constructos que, por suerte, supieron volver a su sitio, y Ulmara respiró hondo a la vez que el viento tormentoso la recibió fuera.
La terraza estaba empapada, el agua se colaba por la ausencia de paredes, describiendo diagonales que parecían esquivar el tejado a propósito. La cercana se vino arriba en todos los sentidos y, contando con el permiso de cometer una locura, se asomó flotando por uno de los huecos y se dejó rebautizar de nuevo por aquella tormenta antes de gritarle:
—¡POR FAVOR, IGNORA ESTA TORRE!
El viento pasó a evitar los huecos de la terraza y redirigió los millares de gotas de lluvia antes de que tocaran el fumadero, como una suerte de centrifugado atmosférico al que de vez en cuando se le escapaba un escupitajo. Funcionaba todo lo bien que podía funcionar aquella orden ejecutada por algo tan violento como una tormenta, pero Ulmara se sintió satisfecha. Al menos a medias. La tempestomante sentía que todavía podía acercarse más, que si permanecía en esa terraza, se quedaría a medio camino.
Entonces tomó la decisión más sencilla de su vida y, en cuanto Qwara estuvo con ella en la azotea, todavía flotando la cercana, se apoyó en una almena y saltó hacia fuera.
—¡Qwara, no te asustes! —gritó antes de ascender como una flecha borracha disparada hacia el cielo.
La bruja subía a contra-lluvia con la seguridad de que aquel momento no moriría nunca. Aulló de puro júbilo y la tormenta tronó con ella; después, parte de la nube se dividió en girones y descendió hasta que bruja y dominio se tocaron.
—¡Vamos! ¡A experimentar! —dijo riéndose, quizá a demasiado volumen.
La tempestomante flotaba de forma errática, pero aceleraba poco a poco casi sin darse cuenta. Su mirada buscaba las escaleras que la llevaran de un piso a otro, y a otro, así hasta la azotea del edificio. Se chocó con un par de constructos que, por suerte, supieron volver a su sitio, y Ulmara respiró hondo a la vez que el viento tormentoso la recibió fuera.
La terraza estaba empapada, el agua se colaba por la ausencia de paredes, describiendo diagonales que parecían esquivar el tejado a propósito. La cercana se vino arriba en todos los sentidos y, contando con el permiso de cometer una locura, se asomó flotando por uno de los huecos y se dejó rebautizar de nuevo por aquella tormenta antes de gritarle:
—¡POR FAVOR, IGNORA ESTA TORRE!
El viento pasó a evitar los huecos de la terraza y redirigió los millares de gotas de lluvia antes de que tocaran el fumadero, como una suerte de centrifugado atmosférico al que de vez en cuando se le escapaba un escupitajo. Funcionaba todo lo bien que podía funcionar aquella orden ejecutada por algo tan violento como una tormenta, pero Ulmara se sintió satisfecha. Al menos a medias. La tempestomante sentía que todavía podía acercarse más, que si permanecía en esa terraza, se quedaría a medio camino.
Entonces tomó la decisión más sencilla de su vida y, en cuanto Qwara estuvo con ella en la azotea, todavía flotando la cercana, se apoyó en una almena y saltó hacia fuera.
—¡Qwara, no te asustes! —gritó antes de ascender como una flecha borracha disparada hacia el cielo.
La bruja subía a contra-lluvia con la seguridad de que aquel momento no moriría nunca. Aulló de puro júbilo y la tormenta tronó con ella; después, parte de la nube se dividió en girones y descendió hasta que bruja y dominio se tocaron.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Fumadero Abandonado
12/10/21, 08:17 pm
Ya en la subida hasta la azotea Ulmara había estado demasiado entusiasmada, aunque ir pendiente de recoger madera había hecho que Qwara no le diera demasiada importancia, pero cuando su amiga se vino arriba y se asomó alzando la voz al cielo a la ifrit le dió un vuelco el corazón.
—¡No te pases de… ! —intentó advertirle, sin embargo al ver que la lluvia le hacía caso la alaí se lanzó al vacío gritándole que no se asustara.
Fue una advertencia inútil, pues la humana se asustó igualmente y dejó caer las astillas mientras corría hacia el agujero de la pared. No le costó localizar a la cercana en mitad de aquella vorágine, pues estaba aullando de puro júbilo, y aunque la visión resultaba espeluznante también era extrañamente correcta. La sudafricana no sabría explicarlo con palabras, pero allí fuera rodeada de nubes la bruja se encontraba como pez en el agua.
—Es de locos... —susurró para sí, aferrándose al borde del boquete mientras la seguía con la mirada en su ascenso hacia la tormenta.
Negó con la cabeza cuando la perdió de vista, diciéndose mentalmente que todo estaría bien mientras volvía al interior de la habitación para empezar a preparar el fuego. La tempestomante regresaría hecha una sopa, estaba completamente segura de ello, y por eso tener la hoguera encendida antes de que volviera era lo mejor que podía hacer para matar el tiempo mientras la esperaba.
—¡No te pases de… ! —intentó advertirle, sin embargo al ver que la lluvia le hacía caso la alaí se lanzó al vacío gritándole que no se asustara.
Fue una advertencia inútil, pues la humana se asustó igualmente y dejó caer las astillas mientras corría hacia el agujero de la pared. No le costó localizar a la cercana en mitad de aquella vorágine, pues estaba aullando de puro júbilo, y aunque la visión resultaba espeluznante también era extrañamente correcta. La sudafricana no sabría explicarlo con palabras, pero allí fuera rodeada de nubes la bruja se encontraba como pez en el agua.
—Es de locos... —susurró para sí, aferrándose al borde del boquete mientras la seguía con la mirada en su ascenso hacia la tormenta.
Negó con la cabeza cuando la perdió de vista, diciéndose mentalmente que todo estaría bien mientras volvía al interior de la habitación para empezar a preparar el fuego. La tempestomante regresaría hecha una sopa, estaba completamente segura de ello, y por eso tener la hoguera encendida antes de que volviera era lo mejor que podía hacer para matar el tiempo mientras la esperaba.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Fumadero Abandonado
15/10/21, 02:50 am
Apenas pudo oír a Qwara cuando la corriente de energía que sintió la bruja al entrar en contacto directo con la tormenta hizo palidecer todo lo que había sentido durante esa noche. La euforia lunar alcanzó su punto álgido, al contrario que Ulmara, que subió aún más, perseguida por una estela de nubarrones y chispas. La tempestomante se alzó sobre la tormenta, cuyas nubes se habían deformado a su paso para permanecer en contacto con ella, como si se postraran a sus pies. Su ropa seguía empapada, pero en ningún momento se planteó la posibilidad de morir electrocutada. La electricidad no la dañaba. Nada podía dañarla en aquel instante, o así lo sentía ella mientras su piel absorbía poco a poco las nubes que la rozaban.
Ulmara se sentía fuerte como nunca, radiante, repleta de una magia salvaje con la que creía ser capaz de revivir a los muertos; pero estaba tan centrada en esa sensación de poder desbordante que no se le cruzó ningún nombre por la cabeza, no en ese instante. Ni siquiera pensó en su padre enfermo. No pensó en Iemai. Pensó en bolas de fuego y rayos y truenos y huracanes…
Hasta que finalmente absorbió una porción de nube tan grande que abrió un hueco en la tormenta, un pequeño agujero por el que vio asomar el tejado del fumadero y le hizo recordar que no estaba sola. En ese instante sintió una punzada de culpa diluída y aprovechó la apertura que había abierto para volver a asomarse por el tejado. Seguía empapada, pero cargada de energía, seguida de unas leves rachas de viento que se peleaban con el peso de su ropa y le agitaban el plumaje medio apelmazado. Realmente daba un poco de asco y le daba igual.
—¡Tía! ¡Me he comido un cacho de nube! —dijo nada más llegar a la altura de la azotea entre risas que parecían explosivas, a medio camino entre el orgullo y la incredulidad. Flotó hasta quedar bajo el techo y descendió suavemente, antes de deshacerse del hechizo de levitación. Cuando sus pies tocaron el suelo, ya lo había dejado chorreando—. Te prometo que este es el último charco —acabó diciendo a modo de disculpa.
Con cuidado para no extender el agua más allá de su perímetro inicial, se fijó entonces en lo que la ifrit se había traído entre manos. La hoguera ya estaba encendida y Qwara se chupaba el dedo.
—¡Funcionó! —exclamó mientras se quitaba las sandalias primero y luego los pantalones y la camisa para estrujarlos sobre las almenas.
Se había quedado en calzones (utilizaba la ropa interior independientemente del genero que le asociaran sus compañeros) y a torso descubierto, pero para la cercana aquello no significaba nada. Al final, se cansó mucho más rápido de lo que pretendió y acabó acercándose al fuego, colocando la ropa a medio escurrir sobre un par de sillas cercanas. El calor le resultó reconfortante y, por un instante, sintió sobre sí misma el peso de todo el cansancio que no había sentido hasta ahora.
—Oye, Qwara —dijo tras un suspiro, mirando hipnotizada las formas de las llamas que habían nacido con su sangre—. ¿Crees que estábamos destinadas a ser así? Me cuesta imaginarme a mí misma antes, sin esta… ¿Felicidad? —La cercana se ponía filosófica cuando se cansaba, pues era en ese momento cuando más se paraba a reflexionar—. Por ejemplo, creo que tu sangre ya sabía que era lava antes de serlo —acabó diciendo, totalmente convencida.
Ulmara se sentía fuerte como nunca, radiante, repleta de una magia salvaje con la que creía ser capaz de revivir a los muertos; pero estaba tan centrada en esa sensación de poder desbordante que no se le cruzó ningún nombre por la cabeza, no en ese instante. Ni siquiera pensó en su padre enfermo. No pensó en Iemai. Pensó en bolas de fuego y rayos y truenos y huracanes…
Hasta que finalmente absorbió una porción de nube tan grande que abrió un hueco en la tormenta, un pequeño agujero por el que vio asomar el tejado del fumadero y le hizo recordar que no estaba sola. En ese instante sintió una punzada de culpa diluída y aprovechó la apertura que había abierto para volver a asomarse por el tejado. Seguía empapada, pero cargada de energía, seguida de unas leves rachas de viento que se peleaban con el peso de su ropa y le agitaban el plumaje medio apelmazado. Realmente daba un poco de asco y le daba igual.
—¡Tía! ¡Me he comido un cacho de nube! —dijo nada más llegar a la altura de la azotea entre risas que parecían explosivas, a medio camino entre el orgullo y la incredulidad. Flotó hasta quedar bajo el techo y descendió suavemente, antes de deshacerse del hechizo de levitación. Cuando sus pies tocaron el suelo, ya lo había dejado chorreando—. Te prometo que este es el último charco —acabó diciendo a modo de disculpa.
Con cuidado para no extender el agua más allá de su perímetro inicial, se fijó entonces en lo que la ifrit se había traído entre manos. La hoguera ya estaba encendida y Qwara se chupaba el dedo.
—¡Funcionó! —exclamó mientras se quitaba las sandalias primero y luego los pantalones y la camisa para estrujarlos sobre las almenas.
Se había quedado en calzones (utilizaba la ropa interior independientemente del genero que le asociaran sus compañeros) y a torso descubierto, pero para la cercana aquello no significaba nada. Al final, se cansó mucho más rápido de lo que pretendió y acabó acercándose al fuego, colocando la ropa a medio escurrir sobre un par de sillas cercanas. El calor le resultó reconfortante y, por un instante, sintió sobre sí misma el peso de todo el cansancio que no había sentido hasta ahora.
—Oye, Qwara —dijo tras un suspiro, mirando hipnotizada las formas de las llamas que habían nacido con su sangre—. ¿Crees que estábamos destinadas a ser así? Me cuesta imaginarme a mí misma antes, sin esta… ¿Felicidad? —La cercana se ponía filosófica cuando se cansaba, pues era en ese momento cuando más se paraba a reflexionar—. Por ejemplo, creo que tu sangre ya sabía que era lava antes de serlo —acabó diciendo, totalmente convencida.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Fumadero Abandonado
15/10/21, 05:44 pm
Preparar la hoguera no le llevó demasiado tiempo a la humana, pues solo tuvo que elegir un buen sitio cubierto y apilar la madera en forma de tipi, pero en lo que sí se demoró fue en el hecho de encenderla. La lógica le decía que lo que pretendía hacer era una estupidez y por eso dudaba sobre si intentarlo o no. «A la mierda» pensó para sí al final, cogiendo una lasca de piedra que había por el suelo y presionando el filo contra la yema de su índice izquierdo.
El corte fue casi imperceptible, pero enseguida asomó el líquido incandescente que ahora tenía en las venas y la ifrit se apresuró a dejar caer unas gotas sobre el manojo de yesca. Las hierbas comenzaron a humear de inmediato y unos segundos después aparecieron unas llamas generosas que Qwara metió entre las astillas para que también prendieran. Dejando a un lado la punzada de dolor de la herida la morena no sintió calor durante el proceso, y aunque juraría que el fuego había lamido su piel no tenía ninguna quemadura.
—Vaya… —susurró para sí, metiéndose el dedo en la boca por instinto y notando como la arenilla se extendía por su lengua al solidificarse la sangre del rasguño por la diferencia de temperatura.
Ulmara escogió ese preciso momento para aparecer levitando por uno de los agujeros del tejado, chorreando agua y rezumando euforia por todos los poros de su piel. La sudafricana sonrió aliviada al verla, pues su repentina escapada le había preocupado, y cuando le dijo que se había comido un cacho de nube no pudo contener una carcajada.
—¿Y te ha quitado el hambre? —preguntó, restándole importancia con un gesto de la mano al hecho de que lo estuviera mojando todo.
Su alivió se convirtió rápidamente en vergüenza cuando la cercana empezó a desvestirse para escurrir su ropa, pues a pesar de que no era la primera vez la morena no terminaba de acostumbrarse, y aunque a la bruja no parecía importarle el público Qwara apartó la mirada con cierto pudor. A continuación buscó la pared para apoyar la espalda y se deslizó por ella hasta quedar sentada en el suelo, observando el baile de las llamas mientras su amiga terminaba de acomodarse y empezaba a filosofar.
—La verdad es que no lo sé, pero quizás todo eso de ser elegidos al final tenía que ver con el destino —respondió con voz pastosa, notando como sus pensamientos fluían con más lentitud de la habitual. Las hojas de picadura de Morfeo que había entre los hierbajos que había usado como yesca ardían en el fondo de la hoguera, pero el delator humo verdoso se confundía con el blanquecino de la madera y la luz roja de la Luna—. Quizás mi sangre lo supiera, pero te aseguro que a mi no me dijo nada al respecto —replicó con un bufido como si la idea le resultase divertida—. ¿Sabes una cosa? Me aterra mirarme a un espejo de cuerpo entero y no reconocerme… —confesó a continuación en voz baja, abrazando sus rodillas de forma inconsciente.
Aquel pequeño momento de debilidad pasó igual de rápido que había llegado, sin embargo, y apartando aquellos pensamientos con una sacudida de cabeza se fijó en un detalle que hasta el momento había pasado por alto.
—Si te quedas en calzones toda la noche vas a pillar un resfriado, Ulmara, y va a ser supercutre que empieces tu primer día como ciudadana siendo una fábrica de mocos. —señaló, quitándose la camisa de cuadros que llevaba atada a la cintura para tendérsela sin demasiada fuerza. Se estaba empezando a quedar dormida.
El corte fue casi imperceptible, pero enseguida asomó el líquido incandescente que ahora tenía en las venas y la ifrit se apresuró a dejar caer unas gotas sobre el manojo de yesca. Las hierbas comenzaron a humear de inmediato y unos segundos después aparecieron unas llamas generosas que Qwara metió entre las astillas para que también prendieran. Dejando a un lado la punzada de dolor de la herida la morena no sintió calor durante el proceso, y aunque juraría que el fuego había lamido su piel no tenía ninguna quemadura.
—Vaya… —susurró para sí, metiéndose el dedo en la boca por instinto y notando como la arenilla se extendía por su lengua al solidificarse la sangre del rasguño por la diferencia de temperatura.
Ulmara escogió ese preciso momento para aparecer levitando por uno de los agujeros del tejado, chorreando agua y rezumando euforia por todos los poros de su piel. La sudafricana sonrió aliviada al verla, pues su repentina escapada le había preocupado, y cuando le dijo que se había comido un cacho de nube no pudo contener una carcajada.
—¿Y te ha quitado el hambre? —preguntó, restándole importancia con un gesto de la mano al hecho de que lo estuviera mojando todo.
Su alivió se convirtió rápidamente en vergüenza cuando la cercana empezó a desvestirse para escurrir su ropa, pues a pesar de que no era la primera vez la morena no terminaba de acostumbrarse, y aunque a la bruja no parecía importarle el público Qwara apartó la mirada con cierto pudor. A continuación buscó la pared para apoyar la espalda y se deslizó por ella hasta quedar sentada en el suelo, observando el baile de las llamas mientras su amiga terminaba de acomodarse y empezaba a filosofar.
—La verdad es que no lo sé, pero quizás todo eso de ser elegidos al final tenía que ver con el destino —respondió con voz pastosa, notando como sus pensamientos fluían con más lentitud de la habitual. Las hojas de picadura de Morfeo que había entre los hierbajos que había usado como yesca ardían en el fondo de la hoguera, pero el delator humo verdoso se confundía con el blanquecino de la madera y la luz roja de la Luna—. Quizás mi sangre lo supiera, pero te aseguro que a mi no me dijo nada al respecto —replicó con un bufido como si la idea le resultase divertida—. ¿Sabes una cosa? Me aterra mirarme a un espejo de cuerpo entero y no reconocerme… —confesó a continuación en voz baja, abrazando sus rodillas de forma inconsciente.
Aquel pequeño momento de debilidad pasó igual de rápido que había llegado, sin embargo, y apartando aquellos pensamientos con una sacudida de cabeza se fijó en un detalle que hasta el momento había pasado por alto.
—Si te quedas en calzones toda la noche vas a pillar un resfriado, Ulmara, y va a ser supercutre que empieces tu primer día como ciudadana siendo una fábrica de mocos. —señaló, quitándose la camisa de cuadros que llevaba atada a la cintura para tendérsela sin demasiada fuerza. Se estaba empezando a quedar dormida.
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Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Fumadero Abandonado
18/10/21, 11:40 pm
Ulmara había asentido con la cabeza ante la pregunta de Qwara sobre el hambre, pero ahora que estaba sentada (y afectada sin saberlo por la picadura de Morfeo), notaba de fondo un gusanillo incipiente surcando su estómago. El ritmo frenético con el que había empezado aquella noche se serenaba poco a poco, a la vez que se secaba la lluvia del cuerpo.
Más calmada, le costaba apartar los ojos de los cuernos de Qwara cada vez que la sudafricana le hablaba. Hasta que esta le reveló que le asustaba enfrentarse a su propia imagen y la cercana desvió la mirada, disimulando mal.
—Fatal por parte de tu sangre —dijo riéndose, antes de entrar en la parte seria de la conversación.
La autopercepción post-luna era mucho más fácil para ella, borracha de felicidad y sin cambios físicos. Toda la sangre que había perdido había sido por decisión o impulsión propia, nada se abrió paso por su cuerpo como los cuernos de la ifrit. Cuando Qwara le ofreció la camisa, la cercana se puso de pie de un salto bastante torpón y se dejó caer a su lado. Con lentitud, se tapó con la camisa y, a la vez, recordó de lo que estaban hablando y volvió al tema serio sin querer:
—Si te ayuda, te puedo acompañar cuando lo hagas —se ofreció—. Intuyo que será raro y que esto no te servirá de nada, pero yo te veo mejor que nunca. De hecho… —cambió el tono de voz para dar paso a una reflexión divertida—, me recuerdas al monstruo con el que me asustaban para que me fuera a dormir, pero en guapo —bromeó, suavizando el final con un poco de verdad y otro poco de precaución inconsciente. No quería hacer sentir mal a la ifrit en ese momento.
La cercana se acercó un poco más a Qwara sin pensarlo mucho, ya que le daba calor, y se le escapó un bostezo. Sin querer, volvió a mirar los cuernos de la sudafricana y empezó a sentir una punzada de culpa ante una posible cagada.
Más calmada, le costaba apartar los ojos de los cuernos de Qwara cada vez que la sudafricana le hablaba. Hasta que esta le reveló que le asustaba enfrentarse a su propia imagen y la cercana desvió la mirada, disimulando mal.
—Fatal por parte de tu sangre —dijo riéndose, antes de entrar en la parte seria de la conversación.
La autopercepción post-luna era mucho más fácil para ella, borracha de felicidad y sin cambios físicos. Toda la sangre que había perdido había sido por decisión o impulsión propia, nada se abrió paso por su cuerpo como los cuernos de la ifrit. Cuando Qwara le ofreció la camisa, la cercana se puso de pie de un salto bastante torpón y se dejó caer a su lado. Con lentitud, se tapó con la camisa y, a la vez, recordó de lo que estaban hablando y volvió al tema serio sin querer:
—Si te ayuda, te puedo acompañar cuando lo hagas —se ofreció—. Intuyo que será raro y que esto no te servirá de nada, pero yo te veo mejor que nunca. De hecho… —cambió el tono de voz para dar paso a una reflexión divertida—, me recuerdas al monstruo con el que me asustaban para que me fuera a dormir, pero en guapo —bromeó, suavizando el final con un poco de verdad y otro poco de precaución inconsciente. No quería hacer sentir mal a la ifrit en ese momento.
La cercana se acercó un poco más a Qwara sin pensarlo mucho, ya que le daba calor, y se le escapó un bostezo. Sin querer, volvió a mirar los cuernos de la sudafricana y empezó a sentir una punzada de culpa ante una posible cagada.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
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- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Fumadero Abandonado
20/10/21, 08:35 pm
Qwara apenas era consciente de las miradas que su amiga no dejaba de echarle a sus cuernos, pues la influencia de la picadura de Morfeo embotaba sus sentidos y la acunaba poco a poco hacia la inconsciencia. La voz de Ulmara, sin embargo, sí que se abrió paso a través de la bruma de su mente y la ifrit volvió momentáneamente al mundo terrenal.
—Te lo agradezco —aceptó su ofrecimiento, asintiendo con suavidad mientras recogía sus piernas y se abrazaba las rodillas—. Ahora solo tenemos que averiguar dónde hay un espejo de esos. —señaló cerrando los ojos.
El parecido que le había encontrado la tempestomante no le sentó ni bien ni mal, pues estaba demasiado aturdida para darle importancia, pero el piropo si que le hizo sonreír débilmente. El cosquilleo que la luz de la Luna Roja había provocado bajo su piel al aparecer en el cielo seguía ahí, pero ni siquiera ese entusiasmo electrizante consiguió anular los efectos de la droga que ardía entre las astillas de la hoguera.
—Buenas noches… —susurró en un tono apenas audible, acomodándose contra su amiga mientras su respiración se volvía más profunda y sosegada.
El sonido rítmico de la lluvia y el crepitar del fuego fueron el último empujón que Qwara necesito para caer dormida, pues ahora que la humana era inmune a los caprichos del frío este no pudo impedir que su consciencia terminara de apagarse.
—Te lo agradezco —aceptó su ofrecimiento, asintiendo con suavidad mientras recogía sus piernas y se abrazaba las rodillas—. Ahora solo tenemos que averiguar dónde hay un espejo de esos. —señaló cerrando los ojos.
El parecido que le había encontrado la tempestomante no le sentó ni bien ni mal, pues estaba demasiado aturdida para darle importancia, pero el piropo si que le hizo sonreír débilmente. El cosquilleo que la luz de la Luna Roja había provocado bajo su piel al aparecer en el cielo seguía ahí, pero ni siquiera ese entusiasmo electrizante consiguió anular los efectos de la droga que ardía entre las astillas de la hoguera.
—Buenas noches… —susurró en un tono apenas audible, acomodándose contra su amiga mientras su respiración se volvía más profunda y sosegada.
El sonido rítmico de la lluvia y el crepitar del fuego fueron el último empujón que Qwara necesito para caer dormida, pues ahora que la humana era inmune a los caprichos del frío este no pudo impedir que su consciencia terminara de apagarse.
- YberGM
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Nombre: Ulmara.
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● Giz.
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● Eitne.
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Re: Fumadero Abandonado
23/10/21, 03:41 pm
Los párpados pesaban mucho de repente y Ulmara se descubrió a sí misma dando una cabezada hacia Qwara. La frenó a tiempo, volvió a bostezar y casi pudo sentir como todo el torrente de magia se aletargaba con ella.
—Bueno, seguro que encontramos uno… —fue todo lo que consiguió articular antes de una segunda cabezada. Aunque la tormenta seguía despierta ahí arriba, rugiendo y cubriéndolo todo con su manto, el repiqueteo de sus gotas sirvió de arrullo para una tempestomante drogada. Sus pensamientos fueron cada vez más inconexos y pasaron a un segundo plano—. Buenas noches… —dijo, finalmente, con la boca pastosa, tumbándose cerca de la ifrit, para arroparse inconscientemente con su calor, además del de la hoguera.
Ulmara se rindió a la picadura de Morfeo y dejó aparcada la euforia lunar para la mañana siguiente. Ahora tocaba dormir.
—Bueno, seguro que encontramos uno… —fue todo lo que consiguió articular antes de una segunda cabezada. Aunque la tormenta seguía despierta ahí arriba, rugiendo y cubriéndolo todo con su manto, el repiqueteo de sus gotas sirvió de arrullo para una tempestomante drogada. Sus pensamientos fueron cada vez más inconexos y pasaron a un segundo plano—. Buenas noches… —dijo, finalmente, con la boca pastosa, tumbándose cerca de la ifrit, para arroparse inconscientemente con su calor, además del de la hoguera.
Ulmara se rindió a la picadura de Morfeo y dejó aparcada la euforia lunar para la mañana siguiente. Ahora tocaba dormir.
No llores por no poder ver tu pierna,
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Re: Fumadero Abandonado
24/10/21, 03:11 am
A la mañana siguiente, cuando el sol aún estaba empezando a despuntar, Qwara se despertó sobresaltada y trató de incorporarse demasiado deprisa. En su afán por ponerse de pie la humana se enredó con los pies de su amiga y estuvo a punto de irse de cara al suelo, pero afortunadamente para ella sus nuevas cualidades físicas evitaron un desastre matutino.
—¡Lo siento! —exclamó en voz baja con los ojos muy abiertos, no sabiendo si con su torpeza había despertado a Ulmara o si la cercana seguía durmiendo a pierna suelta. Aunque ella no era consciente sus iris brillaban ahora con una intensidad muy similar a la de su pelo y destacaban como dos faros en la penumbra de la azotea.
Llevándose una mano a la cabeza la ifrit le echó un vistazo a la habitación donde habían pasado la noche, esforzándose por recordar en qué momento se había quedado dormida y preguntándose por qué tenía la sensación de que un abejorro estaba hurgando en su materia cerebral.
—Joder… —susurró para sí, apoyándose contra la pared mientras terminaba de ubicarse.
Qwara habría matado por beberse un vaso de agua bien fría y echarse otro por la cara, pero no había baño a la vista y los charcos que salpicaban el suelo no resultaban nada apetecibles.
—Oye, en Sendar quizás nos echen de menos. —le comentó a la tempestomante con voz pastosa, estirándose para alcanzar su ropa (ya seca) y ofreciéndosela con una sonrisa de circunstancias.
—¡Lo siento! —exclamó en voz baja con los ojos muy abiertos, no sabiendo si con su torpeza había despertado a Ulmara o si la cercana seguía durmiendo a pierna suelta. Aunque ella no era consciente sus iris brillaban ahora con una intensidad muy similar a la de su pelo y destacaban como dos faros en la penumbra de la azotea.
Llevándose una mano a la cabeza la ifrit le echó un vistazo a la habitación donde habían pasado la noche, esforzándose por recordar en qué momento se había quedado dormida y preguntándose por qué tenía la sensación de que un abejorro estaba hurgando en su materia cerebral.
—Joder… —susurró para sí, apoyándose contra la pared mientras terminaba de ubicarse.
Qwara habría matado por beberse un vaso de agua bien fría y echarse otro por la cara, pero no había baño a la vista y los charcos que salpicaban el suelo no resultaban nada apetecibles.
—Oye, en Sendar quizás nos echen de menos. —le comentó a la tempestomante con voz pastosa, estirándose para alcanzar su ropa (ya seca) y ofreciéndosela con una sonrisa de circunstancias.
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● Dirke/Ramas.
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● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
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Humor : La gracia de dios.
Re: Fumadero Abandonado
25/10/21, 07:19 pm
Ulmara había soñado con tormentas y huracanes, pero no hubo susto hasta que sintió algo tocándole las piernas. En ese instante despertó de golpe, confundida y con un sentimiento de pesadez a consecuencia del vapeo involuntario de anoche.
—¿Lo qué? —logró decir en respuesta a las disculpas de Qwara, antes de entender lo que ocurría. Parpadeó varias veces y fijó la vista en su amiga justo a tiempo para dar otro respingo—. ¡Huevos! ¡Tus ojos! Ay, dioses… —la información de la noche de ayer la golpeó como un martillo al observar de nuevo los cuernos de Qwara y su pelo candente. La ifrit lucía aún más impresionante si cabía.
Se incorporó con torpeza y se quedó un rato tumbada, arropándose un poco con la camisa que le había prestado la sudafricana para cubrirse del frío que la invadía. De forma lenta, se mesó las plumas de la cabeza y se apretó la frente, no sabía si para comprobar su temperatura corporal o para aliviar el malestar que sentía latente. La boca le sabía a rayos y, aún así, comprobó que tenía mal aliento exhalando en sus manos y llevándoselas rápidamente a la nariz.
—UGH… Dioses —se quejó de nuevo, justo antes de que Qwara le recordara que no habían vuelto a Sendar. Se preocupó enseguida por el estado de sus compañeros y aceptó la ropa con un asentimiento de cabeza—. Llevas razón —dijo mientras se vestía con una ropa seca, para su sorpresa, y sucia, tal y como esperaba—. Por cierto, Chica Lava —siguió, con una sonrisa divertida—. ¿Qué pasó anoche? No tengo recuerdo de que... ¿nos apropiáramos? —no sabía qué palabra usar, porque no sabía si la droga que crecía allí era de nadie— de las plantas...
Tardó varios segundos en encontrar la pata correcta del pantalón y trastabilló sin caerse de milagro antes de poder decir que estaba vestida. La realidad era que su aspecto daba pena, su namitka se había echado a perder y había demasiados agujeros en la ropa, fruto de diversas caídas, derrumbes y lluvias de cristales. Y aún así, a pesar de todo, el bocado de tormenta que se tragó anoche seguía con ella y la hacía sentir radiante, incluso en ese estado resacoso. A su alrededor se formaba una pequeña brisa que mecía levemente su ropa y sus plumas y, aunque aún no lo sabía, tal vez diera calambre al tacto.
—¿Lo qué? —logró decir en respuesta a las disculpas de Qwara, antes de entender lo que ocurría. Parpadeó varias veces y fijó la vista en su amiga justo a tiempo para dar otro respingo—. ¡Huevos! ¡Tus ojos! Ay, dioses… —la información de la noche de ayer la golpeó como un martillo al observar de nuevo los cuernos de Qwara y su pelo candente. La ifrit lucía aún más impresionante si cabía.
Se incorporó con torpeza y se quedó un rato tumbada, arropándose un poco con la camisa que le había prestado la sudafricana para cubrirse del frío que la invadía. De forma lenta, se mesó las plumas de la cabeza y se apretó la frente, no sabía si para comprobar su temperatura corporal o para aliviar el malestar que sentía latente. La boca le sabía a rayos y, aún así, comprobó que tenía mal aliento exhalando en sus manos y llevándoselas rápidamente a la nariz.
—UGH… Dioses —se quejó de nuevo, justo antes de que Qwara le recordara que no habían vuelto a Sendar. Se preocupó enseguida por el estado de sus compañeros y aceptó la ropa con un asentimiento de cabeza—. Llevas razón —dijo mientras se vestía con una ropa seca, para su sorpresa, y sucia, tal y como esperaba—. Por cierto, Chica Lava —siguió, con una sonrisa divertida—. ¿Qué pasó anoche? No tengo recuerdo de que... ¿nos apropiáramos? —no sabía qué palabra usar, porque no sabía si la droga que crecía allí era de nadie— de las plantas...
Tardó varios segundos en encontrar la pata correcta del pantalón y trastabilló sin caerse de milagro antes de poder decir que estaba vestida. La realidad era que su aspecto daba pena, su namitka se había echado a perder y había demasiados agujeros en la ropa, fruto de diversas caídas, derrumbes y lluvias de cristales. Y aún así, a pesar de todo, el bocado de tormenta que se tragó anoche seguía con ella y la hacía sentir radiante, incluso en ese estado resacoso. A su alrededor se formaba una pequeña brisa que mecía levemente su ropa y sus plumas y, aunque aún no lo sabía, tal vez diera calambre al tacto.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Fumadero Abandonado
26/10/21, 04:17 am
Qwara se asustó cuando la cercana dio un respingo al mirarle a la cara, preocupada de que su aspecto hubiera cambiado aún más mientras dormía. En un movimiento apresurado se arrodilló junto a uno de los charcos que se habían formado en la azotea y se inclinó para observar sus ojos, temerosa de que su reflejo le devolviera la mirada con dos huevos cocidos a lo niña del exorcista. Afortunadamente no era el caso, pues Ulmara solo había empleado una de las expresiones de su mundo al fijarse en sus nuevos iris, y aunque su nueva apariencia le resultaba algo extraña suspiró un tanto aliviada al no ser nada tan terrible como lo que había imaginado.
—Genial, cada vez me parezco más a una bombilla… —murmuró para sí, poniéndose de pie mientras su amiga empezaba a vestirse.
Cuando la bruja se dirigió a ella por aquel mote la sudafricana se giró a mirarla alzando una ceja, dudando que la alaí entendiera la referencia que acababa de hacer.
—¿Chica Lava? —rió con suavidad, notando inevitablemente las similitudes con el personaje. La pregunta era seria, sin embargo, y la risa se detuvo—. La verdad es que no tengo ni idea, quizás se mezclara alguna hoja seca con la yesca que utilicé para encender la hoguera —especuló, rascándose la nuca con expresión culpable. Había sido torpe—. De verdad que lo siento, no era mi intención colocarnos y pasar la noche al raso…
Ambas tenían un aspecto lamentable, pues la mugre y los agujeros en la ropa después de atravesar una lluvia de cristales eran muy significativos, pero aún con toda la suciedad la tempestomante estaba radiante mientras terminaba de ponerse los pantalones. Era posible que tuviera algo que ver con el hecho de que se había comido un trozo de la tormenta, pero el caso es que parecía mucho más viva que antes de que saliera la Luna Roja y no le sentaba nada mal.
—Será mejor que nos larguemos de aquí antes de que aparezca alguien —sugirió en cuanto Ulmara terminó, dirigiendo sus pasos hacia la puerta con decisión—. Si nos damos prisa quizá regresemos antes de que los otros se hayan levantado a desayunar y así no llegarán a echarnos de menos. —añadió sin demasiado convencimiento, bastante segura de que les esperaba un buen rapapolvo a la vuelta.
—Genial, cada vez me parezco más a una bombilla… —murmuró para sí, poniéndose de pie mientras su amiga empezaba a vestirse.
Cuando la bruja se dirigió a ella por aquel mote la sudafricana se giró a mirarla alzando una ceja, dudando que la alaí entendiera la referencia que acababa de hacer.
—¿Chica Lava? —rió con suavidad, notando inevitablemente las similitudes con el personaje. La pregunta era seria, sin embargo, y la risa se detuvo—. La verdad es que no tengo ni idea, quizás se mezclara alguna hoja seca con la yesca que utilicé para encender la hoguera —especuló, rascándose la nuca con expresión culpable. Había sido torpe—. De verdad que lo siento, no era mi intención colocarnos y pasar la noche al raso…
Ambas tenían un aspecto lamentable, pues la mugre y los agujeros en la ropa después de atravesar una lluvia de cristales eran muy significativos, pero aún con toda la suciedad la tempestomante estaba radiante mientras terminaba de ponerse los pantalones. Era posible que tuviera algo que ver con el hecho de que se había comido un trozo de la tormenta, pero el caso es que parecía mucho más viva que antes de que saliera la Luna Roja y no le sentaba nada mal.
—Será mejor que nos larguemos de aquí antes de que aparezca alguien —sugirió en cuanto Ulmara terminó, dirigiendo sus pasos hacia la puerta con decisión—. Si nos damos prisa quizá regresemos antes de que los otros se hayan levantado a desayunar y así no llegarán a echarnos de menos. —añadió sin demasiado convencimiento, bastante segura de que les esperaba un buen rapapolvo a la vuelta.
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