Fumadero Abandonado

Ulmara se había imaginado que bestias enormes les robaban la comida, o que les atacaba un titán estepario, o que el dueño de la torre los freía a hechizos. Lo único que no había considerado era otro grupo de cosechados adelantándose a ellos, dejándolos con las sobras (si es que las había) y con un palmo de pico. Habían andado mucho, estaban muy lejos, y volverían con las manos (semi)vacías. Al contrario que a otros de sus compañeros, a ella le costó sonreír a los recién llegados, clavando inevitablemente su mirada en el primero que habló. Daba gracias a las gafas de sol, que tal vez aliviaran un poco su semblante seco.

—Ulmara, ella —se presentó con cierta frialdad.

Con la certeza de que sus ojos permanecían ocultos, escudriñó al grupo uno por uno. El que les habló no le daba buena espina, parecía una versión muerta de algunos de sus compañeros, de tan blanco que estaba. Había otros pocos más grises y de aspecto enclenque y, condicionada inconscientemente por su cercanía, la única que le inspiraba algo de confianza era la chica oscura con pelo brillante.

Cuando todavía sobrevolaban las preguntas de Toni en el ambiente un chirrido tosco llamó su atención. Se abrieron las puertas del torreón donde habían visto caer la comida. De allí salieron un par de personas alineadas. Por un segundo a Toni le recordó a una película antigua que había visto a escondidas, Chicas Malas.

Nerys se acercó para hablarles - Este chico buscando protagonismo, como siempre- Pensó Toni.
En la cabeza del andaluz solo había maldiciones, ¿se habrán llevado toda la comida? ¿Cómo coño han entrado? Si ellos habían visto como caía la comida y no habían visto entrar a nadie, ¿vivirían allí? – Joder yo también quiero que la bañera caiga sobre nuestro torreón- pensó.

Toni se acercó al ver que todos se estaban presentando.
-YO soy Toni- Dijo cuando vio como la chica que había dicho llamarse Reira se daba la vuelta para entrar nuevamente al torreón. Por un segundo se le pasó por la cabeza acompañarla, no se fiaba de ella, pero temía que lo tirase por las escaleras o le hiciera algo parecido, así que esperó a que el resto dijera algo.

Se acercó a Ulmara y le susurro entre dientes- ¿No es mejor que vayamos con ella? No me termino de fiar.

A Ulmara se le mezcló la rabia de haber llegado tarde con la lástima por las condiciones en las que les hablaba el grupo. También había algo de vergüenza en lo rápido que les habían tendido ayuda, le hacía parecer un animal indefenso a ojos de aquellos extraños y no le gustaba en absoluto. Su impresión inicial cambió lo suficiente como para que la chica de piel oscura dejara de inspirarle confianza. Los otros le daban algo de pena, en parte porque los veía (casi) tan perdidos como a su propio grupo.

—Tened mucho cuidado —todavía hablaba desde la seriedad y, aun así, fue la forma más suave que encontró de decirles que no había sido buena idea sacar al chaval traumatizado—. A algunos de mis compañeros les atacó un kelpie hace unos días.

Calló muchas cosas, porque no le pareció apropiado llamarles irresponsables, y asintió a las palabras que Toni le dedicó en voz baja. Luego dirigió su mirada (escondida por las gafas) a la propia Reira.

—Os acompañamos para que no tengáis que cargar con todas —improvisó, ignorando sin querer las señales de nerviosismo de Veriel.

Le hizo un gesto con la mano a Toni para que la siguiera al interior del edificio.

Notó a Maila acercandose y agradeció tener su apoyo, todo esto podía salir muy mal.

Su mano se retiró con cuidado cuando notó el sobresalto por miedo, la prudencia hizo que no le hablara pues podía asustarle más de hacerlo en ese momento. No se movió de ahí sin embargo, quería mostrar que no había nada que temer de él y a su vez que él no temía al grupo. Asentar confianza entre una parte y otra con pequeñas acciones. Una mueca de tristeza se asomó al escucharles.

-Si... megahan sido días duros...

Las presentaciones estaban hechas y parecía que todo estaba ya más tranquilo, aunque hubiera preferido que Ulmara y Toni sonaran algo más cordiales pero que se le iba a hacer. No le gustaba la manera en la que el recién llamado Teyn forzó a la chica de pelo azul a presentarse, aunque entendiera el porqué. Sonrió pues de manera calmada con un gesto de comprensión a Keskit y amplió la sonrisa cuando Nori les tendió ayuda con la comida y Reira se ofreció a traérsela. Confiaba en su apariencia para ayudarle a suavizar las cosas. -Nos superserá de mucha ayuda, gracias. -Quería que todo el mundo se tranquilizara y se llevara bien, si todos los grupos que se habían formado se pudieran ayudar entre sí pese a la distancia todos tendrían más probabilidades de llegar a la meta de todo esto.

-Cierto. -Añadió al comentario de Ulmara. -Por aquí fuera hiperhay cosas más grandes y peligrosas que el reptil de la fuente superme temo. Megano se a quien ultrahabeis enviado pero megadeberíais ir juntos siempre que podáis.

Y entonces Ulmara dijo lo que sabía que los cinco debían estar pensando. Quería haberse mantenido neutral y no haber lo dicho como gesto de confianza pero también sabía que era algo arriesgado. Estaba en una encrucijada. Si le decía a ella que no hacía falta estaba arriesgando la comida que tanto necesitaban, pero el daño a la confianza en ambos grupos estaba hecho y quizás debería restaurarlo con ese gesto. Miró rápidamente la expresión de todos en el grupo contrario para saber que les había parecido aquello.

No suspiró aliviado por no dejar traslucir lo que sentía, pero sí que se relajó bastante. Terminaron de presentarse y explicaron qué le podía pasar al compañero que temblaba. O bien había visto alguna de las bestias de la ciudad desde muy cerca o bien había visto a los Hijos de Bakaiar de la Fuente desde demasiado cerca. Cualquiera de esas visiones podían ser bastante chocantes.

Sus compañeros fueron los primeros en hablar mientras el nombrado pensaba qué hacer. Su primer instinto o reflejo había sido doble: tanto querer ofrecerse para subir como advertirles sobre los peligros de la ciudad para no aventurarse a solas, pero los demás fueron más rápidos. Ulmara y Toni parecían a punto de acompañar a los dos recién conocidos al interior así que él podía quedarse fuera. No tenía motivos para sospechar de la situación, aunque la tensión parecía pedirle que desconfiara de todos. No era su naturaleza. Ese grupo parecía tan perdido como ellos, centrados solo en cuidarse y sobrevivir como pudieran. Pero precisamente la coletilla "como pudieran" era lo que le desconcertaba. ¡Pero les habían ofrecido provisiones! Lunas, ¿qué debía hacer, qué debía creer?

Se le ocurrió algo. No era mala idea acompañarse parte del camino, o incluso algo más. Quería confiar en ellos y en que nada malo saldría de ese encuentro. Y si su oferta de las cestas era honesta, también quería ayudarles.
—Podríamos volver juntos hasta que nuestros caminos se separen, o ayudaros a buscar a vuestro compañero, ya que estuvimos hace poco en el Acantilado.

Maila no escuchó con mucha atención los nombres de aquellos cosechados. Estaba más concentrada en sus propios nervios que en otra cosa. Sin embargo estos parecieron remitir un poco cuando la chica con hocico se ofreció a darles las cestas que quedaban en el edificio. <<Tranquila Maila, intenta relajarte un poquito >> Se dijo con un leve suspiro, no es que pudiera bajar la guardia del todo, pero desde luego era algo.

Sin embargo no terminaba de ver que Ulmara y Toni entraran en el edificio con dos de ellos ya que no sabían si había mas gente dentro, por ejemplo. Tampoco dijo nada para impedir que fueran, Ulmara sabía defenderse de sobra, y que fueran con aquellos dos desconocidos también era una forma de asegurarse de que no hacían nada raro.

Por otro lado quería creer sin tapujos en aquella gente , al fin y al cabo no habían hecho nada sospechoso. De hecho estaban actuando del mismo modo cauteloso que ellos. <<Quizás pueda salir algo bueno de esto...>> Se dijo a la vez que escuchaba hablar al krabilense. En auqel instante su mente estaba hecha un lío entre dejarse llevar por la confianza o ser muy precavida con aquella gente, algo a lo que no estaba muy acostumbrada.

-No es mala idea-. Comentó secundando a Pefka.- Quizás podríamos reunirnos de vez en cuando, para ver cómo nos va... y si necesitamos algún tipo de ayuda del otro grupo-. Dijo mientras se rascaba instintivamente un brazo. <<Cuantos más seamos más fácil lo tendremos, ¿no?>>

Cuando entraron, Toni empezó a ver criaturas robóticas que la chica había mencionado segundos antes. Se pegó un poco a Ulmara para poder susurrarle que tuviesen cuidado, no se molestó en ocultar que estaba intentando decirle algo para que no se enterase nadie de lo que le decía. Pero cuando terminó de hacerlo sonrió a Reira y dijo – Interesantes criaturas, perdona, es la costumbre, le he dicho que estas criaturas son muy interesantes.

Toni dejó que fueran delante los desconocidos, incluso le hizo señas a Ulmara para que pasase antes que él.

Ulmara no acababa de confiar en aquella gente y, una parte de ella, no podía evitar verlos como una fuerte competencia por la comida. Por suerte o por desgracia, parecían tan perdidos como ellos y la cercana no se sentía especialmente intimidada, ni a la defensiva. Hizo caso a los gestos de Toni, posicionándose entre él y los extraños, e incluso esbozó una sonrisa cuando el chico le cuchicheó, aunque tenía más que ver con la maravilla que se abría ante ellos que lo que el humano le decía. No tuvo que preguntar qué era un robot porque el término autómata lo conocía un poco mejor y porque, bueno, aquel insecto mecánico aportaba el resto del significado.

—La verdad es que sí —añadió tras Toni mientras subían a la azotea—. Por curiosidad, ¿de qué plano provenis vosotros dos? Yo soy de la Cercanía.

Intentaba buscar un punto común y creía que la curiosidad más básica podía servir. Sobre todo porque todavía no tenía confianza para preguntarle a Reira si su mano también era un robot, por ejemplo. La cercana se agachó para recoger las cestas. Eran pocas, incluso con la que les habían dado abajo, así que comprendió que no les quedaría más remedio que salir de nuevo en un día o dos. Sin embargo, en realidad, lo que más lamentaba en ese momento era no tener de sobra para pasarle una a Reira y ver su brazo en funcionamiento.

¡Qué envidia! Por cómo le habían descrito, el otro compañero debía ser o bien un gran cazador o un gran guerrero en su mundo si era cierto que venía tan preparado para sobrevivir sin problemas. Quería conocerle, quizá pudiera aprender algo. Bueno, mejor dicho: quizá podrían aprender algo tanto él como los demás.

Sin embargo, centró la atención la pregunta siguiente. Quizá no habrían salido estos días o habían tenido más suerte que ellos. Así que se propuso darles detalles para que estuvieran preparados, por si acaso.
—Hace dos días vimos una bestia en los acantilados. Mis compañeros la vieron salir del agua y la perdimos en las ruinas de la ciudad. Dicen que tenía forma de "caballo", si os sirve. Cuatro patas, cuello largo, hocico alargado, y muy rápido. Si os cruzáis con otro similar, dividirse y correr es lo mejor —aconsejó mientras recordaba. En su fuero interno creía que les habían salvado las cuevas abandonadas, en realidad, pero mejor no decirlo.

Pero entonces cayó en algo más.
—¡Ah! También está el hijo de Bakaiar que vimos en la Fuente de los despertares. Solo conocen la guerra. Le vimos matar a otro de mi mundo y creo que a más gente, pero no recuerdo bien porque echamos a correr justo después. Tened mucho cuidado. Caminan a dos patas y también tienen garras y colas puntiagudas. Lo reconoceréis fácilmente como algo de lo que huir.

Esa huida también la recordaba bien, y había sentido mucho más miedo en esa que en la más reciente. Esperaba no volver a cruzarse en su camino con el kievek, pero sabía que existía esa posibilidad, por muy grande que pudiera ser la ciudad. Se quedó ensimismado unos instantes y olvidó responder a la pregunta de Nori. No quería volver a ser un esclavo.

Abrió los ojos curioso cuando mencionaron a alguien muy fuerte y en su cabeza apareció la imagen de un hombre rubio parado en medio de la multitud reunida en la fuente, lo recordaba porque era lo único más alto que él aparte de los reptiles del mundo de Pefka. Tambien pensó en las personas insecto pues, «¿Hiperno se supone que los insectis son como que la obxy´x de fuertes?» Quizás uno de ellos entrenado fuera una fuerza de temer.

Parecía que todo seguía su curso con calma, frase a frase el ambiente iba relajándose y la idea de estar juntos un rato fue bien acogida por ambas partes.

-Hiperhabría jurado superverle seis patas. -Dijo de respuesta a Pefka -Aunque megatengo borroso todo aquelly´s, ultrarecuerdo más mi corazón latiendy´s que otra cosa. -Cuando habló del reptil de su mundo notó como se quedo callado después. No quería ni imaginarse por lo que había tenido que pasar su nuevo compañero.Le puso la mano en el hombro desde su lado, dedicándole una mirada de comprensión, pero también de confianza. Volvió a mirar al nuevo grupo. -También una de nuestro grupo megase percató de que megahay una zona de depredadorý s. Superno sabemos como son, simplemente hiperpasamos de allí lo más rápido que pudimos.

Y entonces Nori hizo probablemente la pregunta más peligrosa de todas. Revelar su refugio era demasiado arriesgado con un grupo de gente al que acaban de conocer, pero por otro lado... tan solo llevaba tres días con sus compañeros, aún no tenía ni idea de lo que realmente pensaban por mucho que les analizara. Que trexy´s, ni siquiera le sorprendería si Sarah ahí al lado de ellos apareciera en medio de la noche en el torreón con un machete ensangrentado o algún tropo de una peli de terror. Debajo de su máscara no tenía ni la más remota idea de lo que quería la chica, lo único que sabía de ella era que le gustaba la emoción de arriesgar su vida.

Ni su rostro ni su cuerpo mostraban como se sentía ni lo que pensaba, simplemente era el reflejo de la calma y una sonrisa amable. De todas maneras tampoco tenía que mentir aquí en su respuesta. -Sí, aunque superno creo que tanto como para que megasea un referencia suficiente, hipersería mejor de la total que vinieseis directamente. Las ruinas de una ciudad megano son precisamente el sitio más cómodo para orientarsy´s. -Dijo con tono bromista. -¿Y el vuestry´s? ¿Algún sitio más destacably´s para superguiarse? -Una muestra de confianza por otra.

Por el rabillo del ojo mientras conversaba con el resto no se le escapaba el nerviosismo de la peliazul, había tratado de ignorarlo por no hacer una situación incómoda pero notarla mirando a todas partes empezó a preocuparle. -Keskit, ¿Megaestás bien? -Entonces cayó en la cuenta de donde estaban. Con un tono más de urgencia preguntó. -¿Superhas visto algo? -Rápidamente se ladeó y se quitó el arco del pecho para colocarlo en su mano al tiempo que cogió una de las flechas. No tensó el arco pero si puso ya la flecha en su sitio. Sus ojos empezaron a volar entre los edificios que les rodeaban mientras notaba como su pulso se elevaba poco a poco por los nervios y el miedo.

Maila se sorprendió de que el compañero de aquel grupo fuera tan hábil y fuerte. <<¿Es que acaso alguien puede ser tan imbatible cómo para permitirse ir solo por aquí?>> Pensó con el ceño fruncido. A la chica le parecía un riesgo demasiado alto y ni siquiera creía que Pefka, al cuál lo veía más preparado para sobrevivir, pudiera durar mucho en aquellas calles sin ayuda.

Más tarde escuchó el relato sobre el kelpie con expresión algo seria y preocupada. Ese bicho no estaba muerto, y en lo que respecta a Maila, podían encontrársela en cualquier momento. No era un pensamiento muy agradable. Aún así era consciente de la necesidad de informar de aquel incidente a ese grupo de desconocidos. Su territorio parecía ser los acantilados y el mar, pero quién sabe si en realidad abarcaba más o si había más de uno. <<Toda precaución es buena, y aunque no me termine de fiar de ellos nos estan ayudando...>>.

-Si ,si. Juras bien, Nery´s, tenía seis patas-. Le respondió al frivy con pesar.- Y es más rápido de lo que ya parece-. Afirmó dirigiéndose a los extraños.- En serio, si os lo encontráis no hagáis otra cosa que no sea lo que ha dicho Pefka, ¿vale? Tampoco vale de nada escalar, ese bicho trepó por un maldito acantilado.- Informó poniéndose cada vez más nerviosa y cambiando el peso de un pie a otro. Se podría vislumbrar cierto temblor en su voz.

Cuando se habló de aquel reptil asesino se juntó una preocupación más en la hawaiana, con tanto caballito gigante casi se le había olvidado lo que pasó con aquel psicópata. Esperaba no encontrárselo de nuevo, pero no era nada descabellado. Por otro lado que el frivy afirmara que su refugio estaba cerca del mar no le agradó mucho. Para ella una cosa era compartir información sobre “tened cuidado con esto y con aquello” y otra muy distinta dar una mínima pista de dónde vivían. Iba a preguntar si habían visto dónde iban a parar las demás bañeras o si llevaban yendo a esa todo el tiempo cuando se alertó.

A Maila le parecía más bien que la chica del pelo azul estaba asustada, y que si había algo por los alrededores ya habría avisado o ya les habrían atacado. <<De todas maneras nunca era mala idea sacar el cuchillo y estar más atenta a dónde estoy>>. Se dijo medio regañándose mientras hacía aquello mismo. Con el cuchillo en la mano derecha se dirigió a sus compañeros.

-Quizás deberíamos ir tirando lo más rápido posible en cuanto Ulmara y Toni tengan las cestas. No es muy buena idea estar aquí fuera mucho tiempo, y espero que vosotros hagáis lo mismo también.- Les dijo por último a los otros. Estaba algo asustada, llevaban bastante rato siguiendo aquella bañera y Fleur y los demás debían estar preocupados. <<Ya va siendo hora de volver, joder>>.

Ulmara se sintió decepcionada por no poder ver más a fondo el brazo de Reira, pero contuvo cualquier resoplido o gesto que evidenciara su decepción. Tras dividirse las cestas entre ella y Toni (y que este respondiera con su lugar de procedencia), Ulmara se irguió y se ajustó las gafas, para asegurarse de que no se cayeran.

—Muchas gracias —les dijo antes de emprender la marcha hacia el exterior—. Os devolveremos el favor si nos es posible. —Hablaba para todos (incluído para Toni, por si no se lo había planteado), pero miraba en específico a la procedente de Irraria, ya que el otro no parecía tan en sus cabales.

Gracias a las gafas de sol, se permitió observarles sin ningún tipo de pudor. Quería saber cómo gesticulaban o se movían en general, para sacar sus propias conclusiones. Ya tenía una, aunque prefería equivocarse: Veriel no viviría mucho.

El nombrado miró al frivy y a la humana. ¿Seis patas? Bueno, se habría confundido. Estuvo a punto de corregirse y señalar que entonces deberían correr más aún, por ejemplo, pero los demás hablaron primero. Parecían un poco cansados de sus advertencias. Es más, si Pefka hubiera tenido más experiencia en el trato con la gente, podría haber notado el sutil cambio de postura de algunos cuando les habló sobre el kievek... Así que no dijo nada más. Algo era cierto: ellos mejor que nadie sabían cómo de bien o mal podían apañarse, ya que llevaban el mismo tiempo que los sendarios en la ciudad y no se les veía en malas condiciones.

Siguieron hablando, pero un estruendo les interrumpió. Solo le dio tiempo a saltar hacia atrás cuando vio a aquella mole descender sobre el grupo. Era una bestia descomunal, un borrón oscuro con alas, garras y colmillos. Y sangre. Había atrapado al silencioso del otro grupo y su grito le heló su propia sangre.

Miró a su propio grupo e hizo lo mismo que Keskit. Pelear contra aquello no tenía sentido, mucho menos si los compañeros de Veri ya habían decidido huir.
—¡Salgamos de aquí! ¡Pegaos a los edificios!—Creía que así le dificultarían otro ataque. Era muy grande para descender cerca de las cuevas.

Les empujaría si hacía falta. No quería pensarlo, pero ojalá la bestia tuviera suficiente con el nublino. Sin embargo, en su carrera se olvidó de las cestas. Pero es que de nada servían las provisiones si te desgarraban el estómago.

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