Torre Serpentaria

-Bien - sonreí de oreja a oreja cuando me dijo que ya estaba bien, sonrisa que se desvaneció cuando me dio una palmada que casi me manda al suelo. Que fuerza tenía la mujer por dios.- ¿Deberme? Pues si te soy sincero no tengo mucha idea aún de precios y demás - hice un par de cálculos y dije una cifra que me parecía adecuada, aunque tiraba un poco por lo bajo.- Te lo rebajo por el error del principio, ¿qué te parece? - pregunté un poco dudoso.- Oh sí, toma - le di una tarjeta.- Si alguna vez me necesitas y no puedes desplazarte por tu cuenta presiona la runa y yo iré a donde sea que esté la tarjeta.

A pesar de todo la asreniana me había caído bien, era un soplo de aire fresco.

Despedí a la asreniana, dinero en mano y más contento que unas pascuas subí a mi habitación con mis cosas. Mis dos primeros casos habían salido a pedir de boca, salvo pequeños fallos, pero era lógico, no era más que un novato y aún me quedaba mucho por aprender.

Pasé los días siguientes estudiando y aprendiendo más cosas sobre anatomía y cosas en general. Estaba mirando las enfermedades que podían aquejar a los irrenses cuando llamaron a mi puerta. Cerré el libro, me levanté y fui hasta la puerta.

-Anda Shiz, ¿cómo tú por aquí? - pregunté un poco sorprendido.- Pasa y siéntate - le señalé la silla y yo hice lo propio en mi hamaca.- Dime ¿querías algo?

Sombra salió de debajo del armario y se acercó al idrino, se le subió al regazo y lo olisqueó para después lamerle la mano quedándose pegado a él, el gato al notarlo erizó el lomo pero no se pudo despegar. No pude evitar soltar una risa al contemplar aquello.

-Ráscale detrás de las orejas o en la parte alta del cuello y lo tendrás ronroneando en un pis pás - comenté distraído.

—No hay prisa —objetó, pero DL quiso marcharse de todos modos. Shizel no insistió, y una vez el cambiante se hubo ido y él hubo ordenado lo que quedaba por colocar en su habitación fue en busca del brujo. Lo que tenía que contarle no era nada urgente -más bien lo contrario-, pero no había razón para demorarse.

Le constaba que Enredo había empezado a trabajar hacía poco, y de hecho al marcharse a Idris le había remordido en la conciencia el no estar ahí para aconsejarle en sus primeros tratos con clientes. Por suerte el brujo estaba en su habitación cuando llamó y Shizel accedió al interior con cierta vacilación.

Tomó asiento y ya iba a decir algo, pero Sombra le distrajo. Rió cuando la lengua del animal quedó pegada a su escarcha. Lo despegó con suavidad e hizo lo que Enredo le sugería. Le divirtió comprobar que entrecerraba los ojos y empezaba a ronronear. La verdad es que era un animal bonito, lleno de discretos gestos.
—No eres el primero que lo intenta —comentó con diversión, recordando su primer día de Luna Roja. "Aunque DL no se quedó pegado."
Rememorar el episodio le hizo acordarse de la conversación que acababa de sostener con el cambiante y que había quedado en términos inciertos. Eso le hizo ponerse más serio y redirigir la conversación.
—No voy a robarte mucho tiempo, descuida —le dijo a Enredo—. Solo quería informarte de que he cambiado de planes. No voy a regresar a Idris; no a quedarme.

-No te preocupes por el tiempo, para mis amigos tengo todo el tiempo libre del mundo - comenté con una sonrisa, sonrisa que se ensanchó cuando el idrino me dijo que se iba a quedar y que no iba a volver a Idris.- Es una noticia fantástica me alegro mucho de que te quedes.

En su momento había apoyado la decisión de Shiz de marcharse aunque no la compartiera, sabía que las cosas iban a cambiar y que no seríamos amigos de la misma manera aunque volviese alguna vez, pero cuando me dijo que se quedaba yo estaba pletórico. Estaba trabajando, mis amigos estaban bien y no iba a perder a ninguno por que se fuera, no podía ser más feliz en ese momento.

-¿Soy el primero o ya se lo has dicho a alguien más? - pregunté con interés, ambos sabíamos que yo no debía ser el primero y yo esperaba no serlo claro.

Sombra empezó a respirar suavemente con los ojos cerrados en el regazo de Shiz. Se durmió completamente.

Sonrió con un asomo de incredulidad. Si tantas ganas tenían todos de que se quedase, ¿por qué no se habían opuesto?

Con todo, puede que él hubiese estado obcecado como para escuchar.

Acarició el pelaje de Sombra para disimular su incomodidad, intuyendo por dónde iba la intención de la pregunta.
—Se lo dije primero a DL —dijo, sin embargo—. Espero que no te moleste.

Después un cambio de tema.
—¿Algo destacable mientras he estado fuera? Me consta que has tenido algún encargo —le interesaba el primer encontronazo de Enredo con la clientela de Rocavarancolia. Tal pudiera evitarle algunos de los baches iniciales con los que se había topado él mismo.

-¿Por qué me iba a molestar? Es como debía ser - comenté encogiéndome de hombros pero con una sonrisa en la cara. Me alegraba de que hubiera hablado primero con DL, y desde luego esperaba que se hubiesen aclarado un poco los dos.

-Sí, he tenido dos encargos para ser precisos, en ambos casos me fue bien - expliqué.- Me he cruzado con personas que, al menos tratando conmigo, se han comportado como gente civilizada. Aunque me imagino que pronto empezará a llegar gente de una moralidad bastante más dudosa - si bien no tenía ni idea de a qué se dedicaba Demoleo conmigo se había comportado bien. Y Fauces era una mercenaria, en cualquier momento podía entrar por la puerta dispuesta a coger mi cabeza si le pagaban por ello, pero aún así también se había comportado decentemente, obviemos sus pintorescos insultos claro.

-Lo cierto es que no sólo he ganado dinero, si no también experiencia práctica y he aprendido dos cosas muy prácticas. Lo que necesito ahora es hacerme una tabla o algo con los precios, me sabe mal pedirle dinero a gente a la que acabo de tratar - dije con un poco de pesar.- Oh por cierto, te alegrará saber que cierta dama encantadora - dije.- "Azahar" - terminé telepáticamente.- Sigue siendo tan encantadora como siempre - la carga de sarcasmo era evidente.

—Sí —resolvió con seguridad cuando Enredo mencionó los precios—. Te ayudará a dar una imagen más profesional, y te evitarás problemas de clientes que te protesten por haber tenido que pagar más que otro.

Su ramo era más abstracto y por tanto Shizel no tenía que adherirse a criterios muy rígidos. Cobraba más bien por intuición, pero generalmente orbitando en torno a un mínimo establecido.

La mención de dama Azahar no le produjo tanta impresión como habría esperado. Supuso que a aquellas alturas estaba insensibilizado.
—Me alegro. Debería presentarle a algunos de mis clientes —dijo con una sonrisa cansada—. Imagino que no ha venido en persona o la habrías echado a patadas— el comentario encerraba una pregunta velada.

Asentí cuando dijo lo de evitar problemas gracias al precio. Iba a tener que pensar cuidadosamente los precios por que si los ponía muy bajos veía a Yttria dándome un sermón.

-Cómo me conoces - me reí.- Pero no, no ha venido en persona, sólo he tenido noticias de ella - comenté un poco más serio.- Aunque me encuentro en un dilema Shiz, si viniera y me trajese a alguien herido... ¿Debo dejarlo morir por que me lo trae ella o le salvo la vida para que ella pueda seguir torturándolo? - mi expresión era completamente seria.

—¿Qué clase de noticias? —Shizel no se fiaba ya de nadie. Quería saber la posición y las intenciones de todo el que pudiese resultar una amenaza a sus seres queridos. Le cosquilleó el cuello con el recuerdo de un cuchillo invisible.

Su mente diseccionó con frialdad el dilema que le planteaba Enredo, pero Shizel no se engañaba. Fuese cual fuese la solución hipotética, era inaplicable a la situación real. El brujo no era imparcial a aquel respecto.
—No te lo perdonarías si lo dejaras morir —señaló lacónicamente, limitándose a dar el consejo que creyó que realmente sería útil—. Y ella se limitaría a buscar a otro curandero.

-Uno de mis pacientes, no puedo decirte más - y sin embargo con eso ya se lo decía todo, los idrinos las pillan al vuelo. Sonreí con tristeza ante la resolución de Shiz.- Lo sé, y eso es lo peor. Quizá deba hablar con alguien que lleve en esto más tiempo que yo - hice una pausa.- No quiero convertirme en un monstruo sin alma Shiz, siento que es mi deber ayudar a la gente que lo necesite...

Estaba pecando de ingenuo, Urticaria tenía razón, no iba a poder ayudar a todo el mundo, y hasta yo tenía mi límite a la hora de tratar con gente despreciable.

Sonrió un poco, apenas las comisuras de los labios, sin humor alguno. Se preguntó si él contaba a aquellas alturas como monstruo sin alma. Por satisfecho que estuviera con su última resolución de dejar atrás su pasado en Idris, su trabajo y sus gajes seguían siendo un asunto que le pesaba en la mente. Pensar en ello le agotaba y ahora estaban hablando de Enredo, de modo que dejó el asunto para otro momento.

—El único al que conozco que es remotamente de tu rama es un recién llegado de la última cosecha —negó con la cabeza. Y aunque no lo fuese, Archime no era el más indicado para discutir paradojas emocionales—. ¿Deduzco que ya hablaste con dama Urticaria en su momento? —le sonaba que el brujo había trabajado con ella—. Si es así, tal vez pueda recomendarte a más gente. Puedes utilizar el pretexto de querer aprender técnica de ellos.

-Más que una conversación fue una discusión sobre distintos puntos de vista respecto a la curación de personas - comenté con tranquilidad.

Asentí a sus palabras y tardé unos segundos en contestar. Confiaba en Shiz y estaba seguro de que él me aconsejaría bien viendolo desde su posición "neutral" por decirlo de alguna forma.

-Había pensado algo así, sí. El problema es que la persona con la que quiero hablar... temo que sea demasiado importante o que esté demasiado ocupada para atenderme - hice una pequeña pausa.- Había pensado en hablar con Dama Gato, por lo que oído de ella es buena persona y una consumada sanadora que participó en la guerra curando a la gente. Pero no estoy muy seguro...

Shizel le envidió en ese momento. Él no conocía a nadie con quien pudiese hablar de su oficio, aunque fuese para disentir.
Se preguntó si otros mentalistas se habían sentido tan perdidos como él. Si habían sentido miedo a volverse locos o paranoicos. Si habían sentido la tentación de rebuscar en la cabeza de todo aquel que les mirase más de la cuenta, justificados por la imperiosa necesidad de saber si eran una amenaza.
Si alguna vez consiguieron dormir bien por las noches.

Procuró centrarse en la discusión que tenían entre manos.
—Dama Gato... —rumió—. Lo cierto es que no sé nada de ella. No se deja ver por la ciudad a no ser que sea para dar un discurso a los cosechados.
Se había enterado a su tiempo de que a ellos les habían recibido Gahna y Cicatriz. Dama Gato sonaba bastante más halagüeña.

—Puedo preguntar —se ofreció—. Por si está recluida a propósito o solo es muy casera. Pero no te lleves a Sombra si vas a visitarla —bromeó a medias.

La noche anterior había llegado a Serpentaria deseando que algo se nos cruzara por el camino y nos atacara, por rematar el día a solas con mis onyces, pero no sucedió tal cosa. Por eso al día siguiente, al amanecer, las sombras seguían pidiendo sangre y yo tenía ganas de hacer algo distinto de estudiar. Bueno, se podrían considerar clases prácticas. Además, después de lo de Kud, tenía ganas de pegarle a algo, que me había quedado con las ganas de darle una torta aunque fuera... y si un mínimo de violencia me desahogaba y traía más onyces además de aplacar a las que ya tenía, todas felices.

No les costó que saliera de la cama y preparara algo de ropa cómoda para correr, todo de color oscuro. A eso le siguió una ducha rápida, el pelo adecentado y bajar a desayunar con una sonrisa en los labios. Había dormido super bien y en parte gracias a las onyces. La noche anterior, tras acostarme, habían estado un buen rato fantaseando en voz alta con una Rocavarancolia gobernada por una poderosa pareja: una dullahan y una bruja. Prácticamente me dormí escuchando una especie de cuento sobre esas dos y su violenta llegada al poder así como a la conquista de todos los demás mundos, para que pudiéramos no ya visitarlos sino hacerlo en calidad de emperatrices... El cuento no sería agradable de oír para mucha gente, pero la idea era tentadora y bastante atractiva. No sería con lo que habría podido conciliar el sueño en la Tierra, pero esos días quedaban bastante atrás.

Tan atrás como quedaban los días de desayunar con gente "normal", aunque no cambiaría esto por nada. Cuando me aproximaba a la cocina oí dos voces conocidas: una conocida de hace poco tiempo y la otra era claramente Skarog. La cocina no era lugar para hablar de asuntos privados, así que me asomé sin más, dispuesta a entrar. Pero me detuve antes de llegar a la puerta con el ceño apretado. Era el vampiro, el de la botica de ayer. ¿Qué hacía aquí? Me dispuse a entrar, pero escuché algo que me paró en el sitio y me pegué a la pared lo más silenciosamente posible. No había escuchado lo que había dicho Skarog, pero sí lo de Jack:


—No, los repuestos que me diste van bien. Venía a ver a un ghoul que vive aquí... Ni idea de cómo se llama. Creo que es daeliciano.
—Ah, ya, Evelhan, del grupo de los novatos. No le vi despierto así que si no tienes prisa...
—No mucha.
—Así que eres tú el que le da sangre. Ya decía yo que el pirado de Valek no sería —dijo riendo.

¿Valek? ¿Pero ese no era el vampiro de la Sede? ¿Pirado? ¿Qué demonios?

—No, ese no, sin duda  —respondió el vampiro riendo también—. Y no, no soy yo. Por eso venía .
—Pues ni idea, aquí no he oído nada. Qué raro.
—Tú quizá no... Pero la cotilla que nos está escuchando seguramente sí.

Se me detuvo el corazón o al menos la sensación fue muy similar. Acto seguido oí cómo se corrían dos sillas hacia atrás y me escabullí escaleras arriba. Mira que había sido idiota. ¡Era un jodido vampiro! Y los vampiros rastreaban a sus presas... Y...
—¡AH!

Y se transformaban en humo y aparecían sin avisar en mitad de la escalera, más arriba. Por suerte me agarró del brazo, pero al recuperar el equilibrio me soltó y bajé unos cuantos escalones. Las onyces apenas pudieron hacer nada pues solo permitía salir del cuarto a dos o tres.

—Jack —dije sin pensar, sorprendida y sin saber cómo reaccionar.
—Buenos días, chica. ¿Se te ha comido la lengua un gato?
—Quizá fue ese gato chupasangre tuyo —respondió el helión riendo a mi espalda, más abajo. Ni le miré, pero dijo algo más—. No es sano espiar, chiquilla.

¿Gato chupasangre? ¿Había gatos vampiro en la ciudad?

—Eh... Buenos días, perd... Perdón... Eh... escuché lo de Dhelian y...
—Ah, eso. Bueno, si te preocupaste por él no pasa nada. Y no es nada, no te preocupes que solo quiero preguntarle algo. Puedes estar delante y todo, si quieres y te deja.

Entre el suceso de la botica y esto, la carrera de espía no era lo mío. ¿Pero qué haría ahora? No sabía qué demonios quería preguntarle, y por mucho que quisiera evitar que llegara a él... Llevaba más tiempo transformado y si tenía dinero como para haberse ofrecido a pagar anoche, llevaba mucho pero mucho tiempo aquí.

—¿Cómo puedo fiarme?
—Es una sanguijuela de confianza, al menos en lo que a negocios se refiere. Si te consuela, a tu amigo no le va a morder.
—Pero no lo empeores, hombre. A ella tampoco. Es solo curiosidad, porque su transformación normalmente requiere sangre de vampiro para estar cuerdo... Y no conozco a nadie que le de su sangre. Entiende que quiera saber quién es, pues somos muy pocos vampiros en la ciudad.
—Que... ¿qué? —les miré de hito en hito, boquiabierta.

¿En serio había dicho lo que acababa de decir? Que yo supiera, Dhelian no bebía sangre de vampiro... Quizá la de los bichos que comía, pero de vampiro...
—¿Estáis seguros de que eso es así?
—Sí y no. Solo hay una forma de aclararlo. A ver qué puerta huele a ghoul.

Y dicho eso, se dio la vuelta.
—¡Eh, eh, espera!

No podía evitar aquello, pero llegaría al cuarto de mi amigo antes que él, al menos. O lo intentaría. Así que retomé la subida, a la carrera esta vez, y cuando le alcancé volvió a convertirse en humo. <<¿¡Pero qué!?>> Vi bajar la nubecilla oscura de vuelta junto al helión y se materializó de nuevo.

—Ni estoy en mi casa ni voy a ser mal huésped ni voy a subir a buscarle como si fuera un criminal. Pero la cara de susto que has puesto mereció la pena. ¿Le dirás que alguien le espera en el salón? —me dijo y luego me miró burlonamente.

Ni le respondí. Lo último que escuché antes de ir en busca del brugho fue a Skarog...
—Están en su derecho de negarse después de la bromita. Lo sabes, ¿no?

Esperaba que lo supiera. Pero no sabía qué podía pasar. Si nos negábamos, ¿subiría? Y si no... Tampoco parecía nada serio, solo curiosidad. <<Venga ya, ¿curiosidad? Hasta en Hobbiton esto sería raro>> Daba igual, tenía que decidirlo Dhelian. Así que fui derechita a su dormitorio, seguida esta vez por una decena de onyces que habían notado mi preocupación y acudido a mí. En circunstancias normales no habrían salido del cuarto, pero si sentían miedo o preocupación o similar, podían. <<Dhelian, brughito, ¿dónde estás?>>

Al llegar la noche anterior fue director a darse una ducha y cenar algo ¿o fue al revés? Bueno, daba igual, el caso es que Dhelian fue directamente a dormir tras asearse y llenar su estomago, fuese en el orden que fuese y ni toda sus estirges graznando en su jaula iban a impedir que durmiera.  No al menos hasta la mañana siguientes, que estas aburridas se encargaron de despertarle, por suerte sin causar un estropicio a su paso. Ya había corregido esa mala costumbre de las aves de picotearle para despertarlo o cosas peores y mas desagradables para alguien que acaba de despertarse.

Por una vez estaba siendo una mañana pacifica, algunas estirges se encontraba en la pajarera y otras había salido de caza cuando finalmente Dheian despertó, encontrandose a una de las estirges mas viejas de la bandada recostado a un lado suya, sobre la almohada, al parecer no queriendo convivir con todos esos pajarracos jóvenes.

-Te estas volviendo viejo, la juventud ya puede contigo -murmuro Dhelian con una risita y la estirge abrió uno de sus ojos para verlo, pero volvió acurrucarse en el lugar sin ninguna intención de moverse de allí en un buen rato. Dhelian la dejo estar mientras se cambiaba de ropa, poniéndose unos pantalones grises y una camiseta negra sin capucha ni mangas, así como sus botas. Había dormido largo y tendido a pesar de todas las preocupaciones, o tal vez debido a ellas. Aun tenia todo el día para ver si encontraba alguna idea para Kud así que no iba a complicarse de buena mañana. No tenia hambre tras haber cenado bastante en la noche, por lo que cuando estuvo listo se dirigió a la puerta con intención de salir y ver si encontraba a Alice para comentarle lo que se había decidido en la botica. 

Igual que siempre ocurría una de la estirges voló hacia el posándose en su hombro, pues estaba siempre sustituyéndose entre si, ya que Dhelian solo les permita esta de una en una con el dentro de la torre salvo en ocasiones puntuales.

Ya listo salio al pasillo, dandoce casi de bruces con Alice que estaba a punto de llamar.

-¿Eh? ¿Alice? Estaba por ir a buscarte, me has leído la mente...-dijo sonriendo, aunque al ver como la bruja estaba rodeada de sus onyces, cuando ella solo llevaba una o dos dentro de la torre le hizo tensarse un poco- ¿Ocurre algo?- pregunto precavido sabiendo bien ya a esas alturas como era el comportamiento de esas sombras negras. Alice no las dejaría rondando cerca en esa cantidad y en aquel lugar, sin una buena razón. Tal vez era un poco paranoico, pero con todo lo del susto de Kud, como para no estarlo. Las estirges que aun había en la habitación notaron su tensión a través de la conexión que tenia con ellas y algunas volaron por el cuarto, posándose en el suelo o sobre el otro hombro del daeliciano, con la cabezas firmes y los pequeños ojitos negros mirando a todas partes en alerta.

Alice le respondió un tanto confundida y preocupada sobre la presencia de Jack en el torreón. Si aquello resultaba extraño para Dhelian, mas extraño fue escuchar que venía buscándolo a el entre todos, aunque tras escuchar lo de todo el lío de la sangre de vampiro y los ghoul, Dhelian entendió un poco mejor la situación. Solo un poco, pues seguía sin saber el motivo de no necesitar la sangre de vampiro aparentemente. Ese desconocimiento también le hacia desconfiar un poco de las intenciones del vampiro, pero termino accediendo a bajar a hablar con el, pidiendo a Alice que también le acompañara.

Sus estirges decidieron no separarse de el, así que finalmente Dhelian bajo con un pequeña comitiva de cinco estirges, una en cada hombre y tres volando tras el, que se posaron en lo alto de los muebles cuando llegaron a la sala. Ya se disculparía si eso luego con Enredo porque se hubieran metido dentro, ellas solo hacían lo que todo dominio, proteger a su brujo lo apreciaran o no.

-Buenos días, Onyx me dijo que querias hablar conmigo -dijo Dhelian mirándolo curioso y algo precavido al vampiro mientras las estirges sobre sus hombros no apartaban la vista de este. Alice le había dicho todo, pero quería escuchar lo que Jack dijera directamente, al fin de cuentas el estaba también un poco confundido por ese detalle que le hacía ser un ghoul rarito.

Jack
No estaba de más divertirse un poco con los novatos, aunque siempre sin pasarse. Y, dentro de la broma, había sido educado y, oye, la advertencia sobre escuchar a hurtadillas le podría servir en el futuro. Lo importante era que la chica había subido seguida de sus onyces y que en un rato sabría si el ghoul bajaría o no. Yo esperé en el salón mientras que Skarog terminaba de desayunar a solas en la cocina.

En el tiempo que tardaron en bajar estuve pensando en lo que tenía entre manos. Si de verdad había otro vampiro por ahí dando sangre en secreto al ghoul, ¿por qué se ocultaría? Suficiente teníamos con ser tres y que uno odiara a toda criatura viviente... <<Bueno, Xia también destila mucho odio... pero no es el tema>> También podía ser que en lugar de un vampiro, alguien le vendiera o consiguiera sangre de vampiro... Pero eso era demasiado turbio. ¿De cuál? ¿La súcubo de Ewa trapicheaba con la de Valek? No lo veía muy factible... Otra opción era que no la necesitase, tal cual. Muy raro, pero cosas más raras habíamos visto en la ciudad. <<Y otro detalle... Las estirges. Hay estirges por toda la torre y ayer iban con él. Pero el grupo es de Letargo así que la teoría de amaestrar las de Maciel no tiene sentido. ¿Brujo de estirges? ¿Brujo y ghoul a la vez? Pf, por poder... De locos>>

Y, por fin, los sentí bajar la escalera. El ghoul acompañado por la bruja con una cara de muy malas pulgas, envuelta casi por completo en un nubarrón de onyces. No podía culparla, aunque no sabía qué uso podían tener esas sombras. Por su parte, el daeliciano parecía más relajado, aunque también traía una comitiva de estirges. Al saludarme, guardé la petaca en el bolsillo interior de la chaqueta y me levanté del sofá.

—Buenos días. En efecto. ¿Os sentáis? —inquirí mientras palmeaba el resto del sofá para que se sentaran, pero no esperé a que lo hicieran y seguí—. Seamos breves: eres un ghoul y bastante cuerdo. Si te has informado sobre tu transformación, sabrás lo que supone ser un ghoul... pero no conozco a ningún vampiro que te facilite sangre. Así que, tú dirás. ¿Hay algún vampiro haciéndolo en secreto, consigues sangre de vampiro por otros medios o sencillamente no la necesitas? Si es la última opción, me gustaría saber por qué. Curiosidad, sin más.
—Curiosidad... No os fiéis de las sanguijuelas, os desangrarán hasta la última gota. —interrumpió una onyce que se separó del nubarrón y me miró con cuatro ojos y dos bocas llenas de colmillitos humeantes.

En otra situación, me habría levantado y la habría aplastado. Aunque no sabía si eso las mataría. <<¿Para qué sirven estos bichos, en serio?>>

—A vosotras no, al ghoul tampoco y a vuestra bruja... Onyx... eso depende de ella.
—Guarda tus colmillos —me siseó.
—No son retráctiles, sombra. Además, todos tenemos nuestras fantasías. Seguro que muchos en este lugar las tienen, vuestra bruja incluida. Hay mucha gente que pagaría por eso, tanto aquí como en otros mundos... Y la bruja lo debe saber bien —respondí entre risas al recordar la visita a ciertos locales terrícolas.

Pude notar cómo me taladraba con la mirada y le sonreí burlonamente. Me estaba divirtiendo, pero quizá algún día tendría que avisar de que era así con casi todos, no solo con los novatos.

—Pirados y pervertidos de la Tierra, ya. Al grano, responde y que se vaya —gruñó mientras miraba a su amigo.
—Palabra de que me iré, por eso no os preocupéis —dije, y sonreí a ambos, primero a la chica y luego a su amigo. Y esperé.