Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Adara nos recibe a todos enseguida y nos invita a pasar a la sede. Al pasar noto como una extraña vibración. Todavía me noto torpe al andar y me duele la cabeza, así que se lo achaco a la resaca también. Trato de distraerme y de paso satisfacer mi curiosidad con respecto al edificio. El lugar se podría resumir en "madera sobre madera" salvo alguna que otra excepción.

-¿No os asusta cómo pudiera acabar el lugar en caso de incendio?-pregunto totalmente ajeno a la conversación del resto, si es que estaban conversando. << Está claro que, siendo una vivienda de guerreros, en cuestiones bélicas no deban de tener problemas, pero son escasos los golpes y las armas que conozco que puedan apagar un fuego. Ninguno de hecho >>. Tras este pensamiento, no puedo evitar dirigir una mirada curiosa a Gael. << ¿Hasta qué punto será corpóreo? >> Decido no tratar de averiguarlo, ya se lo preguntaré otro día.

De un golpe certero, parto en dos el maniquí de entrenamiento y lo acabo de triturar de un golpe con mi brazo "bueno". Me quedo satisfecho con el resultado de mucho tiempo de entrenamiento, aunque es difícil juzgarme sin un contrincante real.
Cojo mi escudo y salgo de la sede. El entrenamiento constante ha convertido mi vida en una rutina.
"Desde cuándo la vida en Rocavarancolia es rutina?" pienso para mis adentros.
Hace tanto que no salgo que ni me acuerdo de dónde están las cosas. De hecho, no sé ni en qué día vivo. Veo que en la plaza hay un resplandor y una bombilla se enciende en mi cabeza.
"Debe de ser día de cosecha...me pregunto cómo serán los cosechados..."
Mi curiosidad me empuja a ir, pero una vocecilla en mi cabeza me advierte:
"Cuidado con lo que haces...acuérdate que no se puede ni hablar con los nuevos..."
Cuando recuerdo esto, decido ir con mucha prudencia. Hago memoria de los sitios que dejan a los chicos y decido ir a la mazmorra de la cosecha, pero con extremo cuidado. No quiero perder la cabeza por incumlir las leyes.

(sigue en las mazmorras de la cosecha)

Por el camino mientras charlo con los demás me olvido de donde estamos, por qué y qué somos. Solo siento la emoción de tener nuevos amigos viviendo en la torre. Cuando llegamos Adara sale a recibirnos y la saludo efusivamente agitando el brazo. Pasamos al interior todo el grupo que se ha reunido en la puerta, donde había tanto gente que se quedaría en la sede como gente de Serpentaria. La gente empieza a charlar cuando entramos, y yo me centro en la conversación entre Adara y Noel, que hablan sobre el equilibrio por las alas. Empezaba a distraerme un poco cuando escuché que Adara sugería a Noel unirse a nuestros entrenamientos. Me vuelvo con una amplia sonrisa para dar a entender que me parece una idea genial.
-Que se unan todos los que quieran, hay mucho que nos podemos enseñar unos a otros. Adara, creo que atenderé también a las lecciones de vuelo en cuanto consiga un dragón nuevo o un vlakai. Será mejor que me deje de tonterías y vuelva enseguida a los subterráneos.
Cuando recuerdo aquel lugar mi sonrisa se borra por un momento. Recuerdo que era un lugar opresivo, terrible y lleno de engendros. Aunque no me las arreglé del todo mal y temía por los demás, también tuve mucha suerte, pero aun así no debería temer tanto ese lugar. No puedo retrasarlo más, volveré allí.
Me acomodo en el aire y miro lo que hacen los demás, que están explorando el edificio. También intento encontrar a los antiguos compañeros de cosecha. ¿Dónde estarán Jau, el chico que ahora era un aura oscura...? No los veo por aquí ni han salido a recibirnos, quizá no estén ahora mismo. Espero poder volver a verlos algún día para saber si están bien.

Miro a aquel lugar, el lugar que parece ser que va a ser mi nuevo hogar. Poco tiene de parecido con el Torreón Letargo o el Torreón Maciel, mis últimas dos viviendas. No sabría decir tampoco la razón del cual tampoco muy bien, puesto que jamás había visto edificaciones así antes de poner un pie en este mundo. En el mundo del que vino Caillech se conformaban con nada, nadie creaba algo tan duradero en el que vivir, pues no llegarían aprovecharlo apropiadamente. ¿Que sentido tenía edificar creaciones como esta para un poñado de nómadas? Ninguna.

Lo que si podría decir es que este edificio imponía más, no se si sería el color rojo de las paredes o ese espíritu de peligrosidad que parece desprender, pero así me parecía. Era como si los difuntos guerreros estuvieran ahí, velando por ellos.

Mis ojos inspeccionaban cada detalle, sin prestar mucha atención tampoco a las practicas de vuelo y magia, dos cosas que a mi no me interesaban mucho. Si, mi magia estaba lejos de ser poderosa a causa del poco uso que le daba desde que había descubierto que lo poseía y, aunque hubo una vez que Caillech deseó tener ese poder, ahora veo que no lo necesito realmente. Lo único que necesitaba era ejercer mi cuerpo y mi mente, las habilidades para ello me había dado la Luna, solo era cuestión de entrenar, algo que ya estoy acostumbrada a hacer.

Estaba al lado de Giz, de modo que pude escuchar su pregunta.

- Dudo mucho que alguien pretendiera quemar este lugar en donde habitan guerreros, sería muy estúpido por su parte, pero de ser un accidente el causante siempre podríamos saltar fuera del edificio e ir a otra parte a vivir mientras muere el fuego- me encogí de hombros quitandole importancia al hecho de poder quemarme viva. Entonces me volvi a los demás - ¿A alguien más le apetece inspeccionar este lugar? Yo especialmente tengo ganas de ver la armería y la sala de entrenamiento. Hace tiempo que no entreno y lo necesito - en mi mente añadí, para que jamás vuelvan a vencerme como lo hizo aquel otro trasgo. No permitiría que volviese a pasar y menos sin prestar batalla. No señor...

Llego a la sede y entro. Sin saber que hacer, me dirijo a la sala de entrenamientos y vuelvo a mi rutina de entrenar sin parar. Necesito dominar por completo mi estilo de batalla, que incluye una espada, un escudo que se mueve solo y un brazo que puedo desacoplar de mi cuerpo cuando me venga en gana. Son muchas armas y diferentes entre sí, pero si las domino a todas a la vez resultarán mortales.
Los muñecos de entrenamiento cada vez me sirven menos. Necesito encontrar a un compañero de entrenamiento y rápido.

Pasa más gente dentro de la Sede, todos conocidos o al menos vistos. Comentan la posibilidad de que se haga fuego en el minarete. ¿Incendios? Lo cierto es que nunca había pensado en ello y debería haberlo hecho.

-Supongo que, en caso de incendio, la Sede ya tendrá sus defensas y apagaría el fuego, pero no estoy nada segura. Igual podría poner unas runas por aquí... Tengo que estudiarlo, pues con las que conozco ahora sería demasiado complicado.

Mientras les cuento esto, los conduzco a la armería y les voy enseñando el torreón. Parece que al fin seremos unos cuantos en este edificio.

Adara llevó a los demás a la armería y otros sitios de la sede, haciendo de perfecta anfitriona. Tal vez debería hacer lo mismo con la torre cuando vuelva con los demás allí. Fui siguiendo al grupo por el lugar sin decir nada, y cuando volvimos de nuevo al lugar donde empezó el recorrido se hace el silencio. Pienso en que pronto será mediodía y tal vez pueda hacerles alguna comida a los que vienen conmigo. Si salgo ahora tendré tiempo para preparar alguna cosa elaborada... que espero que no quede como el desayuno.
-Oid... -empiezo- ¿qué os parece si voy al torreón a ir preparando algo de comer? Aunque... ¿sabréis volver sin mí... o volvemos todos juntos? -pregunto agachando la cabeza con inseguridad. Me rasco la coronilla sin darme cuenta y levanto la cabeza de nuevo-. Adara -digo volviéndome hacia ella-, espero volver por aquí pronto. Habrá que seguir con las clases que prometimos.
Le sonrío y me despido. Cuando avanzo hacia la puerta me vuelvo a ver si alguien más viene conmigo, y ya en la calle decido ir hacia la torre sin perder un momento, mientras le doy vueltas a cómo usar los ingredientes que había visto esta mañana para hacer una comida lo más decente posible.

Sigue en la Torre Serpentaria.

FdR: Tonk saves the day con micropost (de mierda :'D)!

Adara nos enseña las habitaciones de la sede. Tienen una armería mucho más completa y variada que la que había en el torreón y contemplo el despliegue de armas con interés. El resto del edificio parece bastante acogedor.
-Creo que es un buen sito -comento a mis compañeros que se van a quedar a vivir aquí.
Poco después Gael parece darse cuenta de que se está haciendo tarde y comenta acerca de irse.
-Gracias al olfato de Giz podríamos volver sin problemas, pero por mi parte creo que te acompaño ya de vuelta, tengo hambre y ya es casi la hora de comer. Tampoco quiero abusar de la hospitalidad de mi futura maestra -sonrío mientras hago una breve reverencia a Adara-. Nos vemos pronto. Y llevaos bien, ¿eh? -les sonrío alternativamente a Cail y el señor kaiser.
Sigo a Gael fuera de la sede y nos encaminamos hacia lo que a partir de ahora será mi nuevo hogar.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Conforme Adara nos va enseñando las diferentes estancias de la sede, me voy abstrayendo más y más hasta el punto de no enterarme de lo que va explicando por el camino. Mi atención se centra en la cantidad de armas del lugar, unas tan pequeñas que más bien provocarían la risa que de cualquier adversario de estatura media y otras tan grandes y pesadas (al menos en apariencia), que harían falta cuatro como yo para levantarlas. Sin embargo, lo que más curiosidad me producía era saber quienes más podrían vivir en este lugar. << Deben de ser unos pedazos de bestias enormes >> mi imaginación vuela y las reconstrucciones que hace de los posibles habitantes sobrepasan en altura tanto a Cai como a Kaiser, además de imaginarme seres con cantidades ingentes de brazos o piernas. << Verles pelear debe de ser divertido >>. Sin embargo, todavía había un tipo de peleas que me costaba más imaginarme y me llamaban más la atención: las que se deben de producir entre los magos de Serpentaria.

Y, como si el propio Koval me hubiese oído de pensar, dice de volver a la torre de los magos. Me olvido del dolor de cabeza, de la resaca en general, de los seres poblados de extremidades y de todo lo que no sea volver hacia allí. Mi gola se abre inconscientemente debido a mi inesperado estusiasmo y, de no ser porque tenía las piernas atontadas, lo mismo incluso habría saltado.

-Pues que no se diga, vámonos para Serpentaria-suelto repentinamente, rompiendo el mutis que había mantenido durante todo el paseo por la sede. Antes de salir, me dirijo a Cai y a Toima con tono solemne, tal y como me había enseñado Noel-. Mis cordiales compañeros de torreón, lamento que nuestros caminos se bifur...-la palabra no acaba de salirme y cambio de estilo-. Nada, que os cuideis mucho y os volváis unos guerreros temibles, ¿vale? - les echo un último vistazo y añado-. Hacéis buena pareja, por cierto-y soltada la puya, marcho tras Gael y Noel.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Llegaron de vuelta bien entrada la noche. A Tánia le pesaban los párpados. Toima no podia creerse que le hubiera salido tan bien. Estaba física y mentalmente cansado. Para cuando subieron las escaleras, Tánia ya estaba durmiendo, babeandole la sudadera.
-¡No babees!-le ordenó apartandola de si. Pero la chica estaba muy dormida y balbuceó algo incoherente. Toima suspiró y la llevó a la cama de su cuarto donde la arropó y la acostó. Con su ropa, de un fuerte color verde, puesto que Toima no habia reunido el valor para desvestirla y, mucho menos con lo que podria llegar a pensar. Se desvistio y se metio en la cama al lado de la chica pero dejandole casi todo el espacio y manta a ella, a desgracia del ulterano.

Cuando Toima despertó, notó como alguien le estaba observando. Se levantó en una milésima de segundo y le puso un cuchillo en la garganta al observador que era nadie más que Tánia que ahora lucia una mirada de terror en el rostro. Toima se quedó mirándola resoplando fuertemente.
-N-n-no p-pretendia asustarle, amo. Pero como estaba hablando en sueños y gritando decidi que s-se-seria mejor despertarle...-
Toima rebuznó, adormilado y guardó el cuchillo. Al instante, Tánia suspiró, más tranquila. Toima se levantó y se estiró. No fue hasta ese momento cuando Tánia se dio cuenta de que su amo se encontraba desnudo frente a ella y que habian dormido en la misma cama. Se ruborizó como nunca y retrocedio gateando hacia una esquina de la habitación, mientras que con una mano señalaba a Toima y con otra se medio tapaba la cara.
-¡¡A-a-amo!! ¡¡Está desnudo!!-
Toima, adormilado miró su cuerpo y comprobó que lo que decia la nublina era verdad pero le quitó importancia.
-¿Y qué?-murmuró, paladeando el aire.
-¿Como qué "¿Y qué?"-dijo con un chillido la otra. Se puso en pie de un salto y salio corriendo de la habitación hacia el baño.
-¡Amo, es usted un pervertido!-
Toima corrio trás ella.
-¡No vayas diciendo esas cosas o van a mal pensar mis compañeros!-
Sin embargo, por mucho que aporrease la puerta, la nublina se habia encerrado dentro y derribar la puerta le causaria muchos más problemas de los que solucionaria. Volvio al cuarto donde hizo sus ejercicios mañaneros y se vistio. Trás eso, bajó a la cociana a desayunar
Tánia estuvo encerrada en el baño un buen rato, peinandose el pelo, ensimismada en sus pensamientos.

Cuando Koval acaba de comerse su macedonia, decidimos marchar hacia la sede. A estas alturas, me conzoco tan bien el camino que podría hacerlo con los ojos cerrados, de no ser porque cerrar los ojos en la ciudad podría ser peligroso en grado sumo. No tardamos demasiado en llegar y yo tardo menos en tomar la iniciativa para llamar a la puerta. Doy un par de golpes y retrocedo unos pasos.

Estoy deseando ver la reacción de todos cuando se enteren de que Koval es cosechador de Asrena, pero especialmente me interesa la de Cai. En un primer momento había pensado que probablemente reaccionaría bien, pero luego, tras haber sugerido la idea, me he dado cuenta de que a lo mejor le resulta más indiferente que a mí. Cai no guarda buenos recuerdos de Asrena... << Normal... >>. Todavía me sabe mal las formas en las que la he podido llegar a tratar...

Mientras espero a que nos abran, hago aparecer una pequeña llama y la hago moverse entre mis dedos, inquieto.

Los ojos de Toima rodaron al vislumbrar las presencias que se acercabam ¿Quienes serian? Pronto logró identificarles, cuando ya estaban en la puerta. Los ojos de Toima rodaron una vez más, apuntando a Tánia que le espiaba desde la escalera, habiendose peinado los pelos mañaneros.
-Tánia, no puedes huir de mi mirada. Ve a abrir la puerta.-
Tánia dio un respingo al verse descubierta. Era para ella fascinante la manerea que su amo podia tener todo controlado con sus ojos. Se quedó ensimismada mirando los irises escarlata que la apuntaban.
-¿Tánia?-preguntó Toima, aún de espaldas.
-¿Si amo?-contestó diligentemente.
-La puerta. Ábrela.-dijo Toima girandose.
-Oh si si. Ahora mismo amo.-
La chica corrio veloz a la puerta y la abrio para quedarse con la boca abierta al ver a los presentes, más transformados. Acto seguido se apartó del umbral y bajó la cabeza, en señal de respeto por los transformados. Como no sabia que decir se quedó callada y cabizbaja, manteniendo una postura que consideró respetuosa, con los pies muy juntos y las manos entrelazadas entre las piernas.

Toima tragó el último trozo de su bocadillo y se acercó a la puerta. Les recibio con una alegre sonrisa.
-Mirad quien ha decidido visitar...-comentó en aire alegre. Como estaban mirando a la chica pronto Toima pasó a explicarles.-Esta es.... Tánia ven aquí.-
La chica corrio al lado de su amo lo más rápido que le permitieron sus piernas. Toima le agarró suavemente la cabeza, como acariciendosela.-Esta es Tánia: mi nueva y brillante ayudante. La encontré en un golpe de suerte en Nubla.-Tánia se ruborizó.-Salúdales, Tánia.-
Tartamudeando la chica habló.
-H-hola ¿como están?-dijo por cortesia pero no esperaba respuesta alguna. Parecia que le habian clavado ahí y que de ahí no se iba a mover.
-No dudeis en pedirle nada en mi nombre. La chica es condenadamente lista. Tanto que me asusta.-contuvo entonces una carcajada, para no dañar a Noel.

El señor káiser nos abrió la puerta de la sede. Había dicho que iría a hacer una visita a Nubla, ya debía de haber vuelto... Mis sospechas se confirmaron cuando nos presentó a una chica llamada Tania. Vaya, así que el señor káiser también había traído a un nublino como sirviente. Jack ya había estado llevando a Elunin a los entrenamientos, un chico joven bastante curioso. Después de conocerle había leído acerca de Nubla. Era un planeta cuya principal característica era la fascinación por Rocavarancolia. Aunque sospechaba que esto era así especialmente desde el punto de vista de la propia ciudad, pero tras conocer a Elunin estaba claro que al menos gran parte de sus habitantes sentían verdadera devoción por ella y sus transformados. Lo mismo parecía ocurrir con la sirviente del señor káiser. Tania era una chica bajita y tímida que parecía más joven que yo. << Yo ya tengo quince años ahora que caigo... ya hace varios meses que fue mi cumpleaños>>, pensé de pronto. Se me hacía raro el haber cumplido años y no haberme dado ni cuenta.
-Hola, señor káiser, ya ves que no te libras de nosotros ni en nuestro día libre -sonrío-. Encantado, Tania, soy Noel -me presento sonriéndole para tratar de que se sienta menos nerviosa.
La verdad es que no me gustaba mucho la idea de que trajesen habitantes de Nubla para utilizarlos como sirvientes y yo nunca lo haría, así se lo comenté a Jack. Pero tampoco era algo tan malo, ellos parecían felices después de todo.

Noté que el señor káiser había reprimido una carcajada y eso me recordó el asunto que tenía pendiente. Mientras entramos a la sede lo comenté.
-Menos mal que no te has reído en alto, se me está acabando la magia y no quisiera gastarla toda en burbujas de silencio -comento-. Gael me habló de los subterráneos, queremos ir allí pronto, yo podré conseguir magia y Gael creo que quería ir por algún motivo también -digo pensativo mientras lo miro inquisitivamente.

Quien nos abre la puerta al llegar a la sede es una chica bajita que no había visto nunca antes. Antes de que pueda preguntar disimuladamente a los demás si la conocen de algo alaprece el Kaiser y nos la presenta como Tánia. ¿Más gente de Nubla? De veras son tan incondicionales como dicen. Primero Elunin y ahora esta chica, y ninguno de los dos parece odiar lo que hace.
-Encantando, yo soy Koval -digo después de Noel-. Aunque todos aquí me llaman Gael, era mi viejo nombre -añado tras pensarlo un momento. No tiene sentido presentarme como Koval si la muchacha no va a oirlo prácticamente nunca de las bocas de los demás.
Después, Noel comenta que podríamos ir a los subterráneos a por magia, como habíamos comentado alguna que otra vez. Recuerdo haberles contado a todos alguna vez mi incursión allí con los demás.
-Yo quiero conseguir un vlakai -explico después de la intervención de Azura-. Son como murciélagos muy grandes... Será bueno para las prácticas de vuelo, puede salir a la luz del sol sin problemas, y además encontré gran utilidad a los ultrasonidos que emiten. Supongo que si no lo conservo bien se deteriorará pronto y no podrá hacer cosas tan sofisticadas, pero habrá que intentarlo.
Me callo de pronto al darme cuenta de que me estaba explayando demasiado con la emoción de volver a tener en mi poder el cadáver de uno de esos animales. E incluso contaba con poderme llevar algún otro trofeo de los subterráneos. Ojalá fuesemos pronto allí abajo de nuevo, incluso aunque me de un poco de miedo lo estoy deseando.

Al fin parece que puedo comprobar que la runa que instalé en la puerta de la Sede funciona. Esta forma parte del lenguaje rúnico para trampas que he estudiado, aunque no tengo cómo practicarlas más que con las alimañas de la ciudad −dudo que alguien tenga ganas de ser el conejito de indias para que le reviente una pierna o lo encierre en una jaula de fuego−. Además, con estas runas es más fácil sobrepasarse y consumir demasiado poder mágico.
Otra de las desventajas que presentan es que no consumen poder al dibujar la runa, sino cuando se activa. Esto implica que no te puedes dejar runas dibujadas por ahí, así que sólo se pueden dibujar si se sabe que se van a usar en seguida.

La ventaja es la sencillez de escritura, pues es un lenguaje rúnico cuyos caracteres son alfabéticos y la runa se constituye con una frase de estructura sencilla −compuesta de acciones, nombres y números−, pero no se pueden subordinar estas para poner dos acciones o más en una runa. Además, permite programar el número de usos de la runa con caracteres numéricos −si no se pone nada, su uso es ilimitado−. Son rápidas de pensar y escribir si sabes claro lo que quieres que haga. Aparte, se pueden anular borrándola o rompiéndola, lo que supone una desventaja por lo fácil que es desactivarlas. Se activa según las condiciones impuestas en la runa.


Volviendo a la runa de la puerta, esta cumple la función advertirme en caso de detectar que alguien entra en la Sede, sea por donde sea. Concretamente, escribí “Avisar entradas edificio Adara”. La voluntad del dibujante de la runa es la que complementa la ambigüedad de la frase, con lo que quedaría: “Avisar las entradas al edificio a Adara”. No siento ninguna sensación extraña como aviso, ni cosquilleo ni nada por el estilo, tan sólo sé de repente cuántas personas acababan de entrar en la Sede. Puedo comprobar también que la runa no precisa el lugar de entrada −una de las limitaciones de este lenguaje, parece ser− y que el poder mágico que consume es pequeño, con lo que es conveniente dejarla puesta.

Mientras sigo pensando en la runa, bajo hasta la puerta en la que oigo voces conocidas. Ahí están todos los que detecté. Me fijé en Giz, que seguro que ha detectado la activación de la runa con su gola.

Además, parece que hay alguien más que no conozco. He oído que el de los ojos la ha presentado como Tania, una “ayudante” traída de Nubla −una sirvienta, vaya−. Saludo a todos y me presento a la nueva. A continuación, paso a responder lo que acababa de oír en boca de Gael, Noel y Alicia azul.

−No estáis preparados aún para eso. Gael, tú eres más poderoso y sé que te valdrías ahí abajo, pero sólo. Ellos no deben ir ahí abajo, es muy peligroso incluso para ti. Tal vez pienses que ser más os lo hará más fácil, pero como salga alguna criatura poderosa y tengas que hacer de niñera de los demás estaréis en más peligro que si fueras sólo. −Sé que mis palabras suenan muy duras y directas, pero les tengo que dejar claro que no deben ir−. Espero que lo entendáis, pero necesitáis más tiempo antes que podáis enfrentaros a lo que hay ahí abajo.