Torreón Maciel (Archivo VI)

Recuerdo del primer mensaje :

Archime no pudo hacer otra cosa que dejarse arrastrar hasta Maciel una vez más. Como aquella ocasión en la bahía. En realidad había más paralelismos de los que parecía a simple vista, pues en aquella ocasión también habían rescatado a Taro -aunque no solo a él- y el biomecánico también había agotado sus energías. El camino transcurrió si que el biomecánico fuese apenas consciente de lo que lo rodeaba, centrado en todo momento en controlar su respiración. No había llegado a darle un ataque de asma, pero si se sobreesforzaba sin duda le ocurriría.

Se aposentó en el sillón de siempre, todavía recuperando el aliento y habló tras Anriel.
—Debemos... curarlo... —musitó con la respiración agitada para después intentar llevar a cabo un hechizo de restauración.
No pudo. Probablemente todavía conservaba cierta reserva de energía mágica, pero el cansancio del uso continuado de hechizos exigentes fue superior a él. Se agitó ligeramente cuando recibió la palmada de Shaco y dejó en sus manos la tarea de curar al carabés mientras se recostaba en el sillón completamente agotado. Posiblemente debían repetir los sortilegios sanadores durante los próximos días para que Taro se recuperase correctamente, pero Archime les dio su visto bueno internamente a los que aplicó el humano a modo de primeros auxilios, dejando de preocuparse por aquel asunto en concreto.

—No deberías realizar... movimientos bruscos. Es preferible que... pidas ayuda para lo que necesites, por ahora —advirtió al carabés poco después cuando este hizo ademán de moverse.

Por fin llegamos al torreón y... El puente estaba bajado. ¿Señal de que Shaco acababa de llegar? Quizá. Por eso aceleré hasta llegar a la puerta y llamar varias veces.

—¡Somos los de Letargo! ¡Shaco se largó sin avisarnos!—exclamé primero, antes de que abrieran, y para que supieran el por qué la "visita".

Al final nos abrieron pero antes de pasar, Marsi nos advirtió de un hechizo que no nos dejaría pasar. <<¿Distinto del que usó Oz?>> Con alargar la mano noté que en efecto había una pared invisible. Archi se acercó para incluirnos en la "lista" de quiénes podrían pasar y pudimos hacerlo.

A punto estuve de disculparme al ver que interrumpíamos la comida, pero en cuanto mis ojos se fijaron en el ruso ignoré ese detalle; si no se hubiera ido así, no interrumpiríamos nada. Estaba entero. En ese instante, por unos segundos, deseé haberlo encontrado fuera de su torreón, para así al menos echarle la bronca por semejante susto. Pero no lo haría en su casa, por favor. Estaba vivo, ¿no? Ahora a tranquilizarse y a dejar de lado el susto. <<Sí, claro, pero nosotros a jodernos>>

—Hola... Disculpad la interrupción pero nuestro querido Shaco ha desaparecido hoy, o a saber si no se fue anoche...—mascullé, mirando a algunos de los macieleros, pero luego miré al ruso—Pero parece que estás bien ¿eh? Genial, chico, genial. La ciudad no es ya lo suficientemente peligrosa como para ir solo y sin avisar a nadie, ¿eh?—le dije, hecha un manojo de nervios—Podrías disculparte, al menos, digo yo. Que nos has pegado un buen susto—rematé.

Las últimas palabras de Marsi me hacen sonreír.

-Y estoy enfadada, mucho, pero estoy más preocupada que otra cosa - le explico con una mueca.- Me reía por que me estaba imaginando algo divertido, así me ayudo a mi misma a dejar de preguntarme mil y una veces si estará bien y no se lo habrá comido nada. Es una forma de calmarme y realmente funciona, al menos para mí, aunque no prometo no soltarle una guantada si lo encontramos en el torreón - le explico sin entrar en detalles de lo que estaba pensando realmente, que entonces rara, va a pensar que soy una psicópata.

Avisto la ballena del torreón y aumento la velocidad de mis pasos. Alice llama a la puerta y nos abren. Al entrar y ver al chico una parte de mí suspira de alivio y se pelea con la parte que quiere abofetearle, no gana ninguna de las dos. Dejo a la humana hablar y cuando termina la miro extrañada esperando algo más, un algo más que no llega. No te preocupes, ya lo pongo yo. En unas zancadas recorro el espacio que nos separa al chico y a mi y le agarro por la pechera.

-¿Pero tu eres tonto o qué? - le pregunto, una pregunta retórica.- ¿Tú sabes el susto que nos has dado? ¿Cómo se te ocurre irte solo? ¿Tienes la menor idea de lo que te podría haber pasado? Está claro que tienes suerte. Yo he visto a una compañera explotar ante mis ojos, podría haberte ocurrido algo parecido a ti. Y cuando hubiesen venido a buscarte ¿qué? Desde el mismo instante en que te dejaron en nuestro torreón fuiste nuestra responsabilidad, ¿con qué cara les habríamos mirado de haberte pasado algo malo? Por no hablar del disgusto que se habrían llevado ellos en ese caso - paro para coger aire. Estoy exaltada y eso no es bueno, sobre todo por que estoy en "casa" ajena. Le suelto y me dirijo a la entrada.- Si te vuelves a quedar otra vez y te vas de esta forma juro por el emperador que del puñetazo que te soltaré vas a necesitar cuidados intensivos mágicos antes de que se te pase por la cabeza otra vez - y dirigiendo una mirada al resto.- Siento esto. Os espero fuera - les digo a mis compañeros.

Salgo por la puerta y apoyo la espalda en una pared soltando un suspiro. Menudo discurso, ahora espero que entienda que irse de esa manera no está bien y no vuelva a hacerlo. Aunque realmente no se cuantas esperanzas ponerle a ese pensamiento.

Alice y Sura se encargan de soltarle el sermón. En lo que a Marsi respecta, no tiene sentido soltar otro más, lo que había que decir está todo dicho, y aunque tuvo que aguantarse las ganas de pegarle, permaneció en silencio. Sura salió a toda prisa y la varmana sintió ganas de salir tras ella, pero había cosas que quería preguntar.

El aprendiz estaba raro y el aspecto del resto de habitantes de Maciel era... bueno, no tenían muy buen aspecto.

-Bueno, ya que hemos reñido a este por hacer el mico y nos hemos asegurado de que no se lo han comido por el camino...- tanteó- ¿Vosotros estáis... bien?

En cuanto se asegurase, saldría a por la ulterana.

Lara dejó que Nero se fuera y se recostó de nuevo contra la pared, acariciando a los bebés de dentro del marsupio y tratando de dejar la mente en blanco. Y funcionó. Permaneció más o menos relajada contra la pared costrosa, hasta que las voces de la planta baja la trajeron de vuelta a la realidad. Lara suspiró. <<¿Esa era Sura?>>. Lanzó sobre sí misma el conjuro de amplificación sensorial para asegurarse, pero un sonido diferente al de las voces se coló en sus oídos: la respiración de alguien durmiendo cerca.

Nero y Ri estaban despiertos, por lo que enseguida supo quien quedaba. Aprovechó que había visita y no quería ir a recibirles y, en su lugar, bajó hasta la habitación donde descansaba Taro. Sentía cierto cargo de conciencia por no haberse acercado antes. Lara se asomó, asegurándose de que no había moros en la costa, y cuando supo que tenía vía libre, se acercó hasta la cama. Plantarse frente a él, escucharle respirar, trajo de nuevo la envidia. La ordesa no pudo sostener la mirada con aquel cuerpo maltrecho durante mucho tiempo y acabó agachando la cabeza. <<Él no tiene la culpa de mi mala suerte>> se reprendió. Suspiró hondo y sacó la piedra vibrante de su bolsillo.

Lara se la llevó a los labios y le dio un beso antes de alzar suavemente el colchón por los pies y esconderla debajo. <<Ojalá te recuperes>>. Le deseó antes de evacuar la habitación, para volver a su rincón de pensar.

Jack Nabukov

Taro iba mejorando, aunque fuera poco a poco. El trato de Ri, aunque duro, fue necesario. Por su parte el ruso se quedó aparte, mirando la escena con ojos vacios. Finalmente tras que comió algo, se le subió para que durmiera un poco.
Y entonces, una cosa impensable más pasó. Los letarguinos se abrieron paso y entraron al torreón como quien dice en masa. Todas sus miradas posadas en él, en un principio no pudo comprender porque, pero no tardaron en hacerle ver el porque. La ulterana le agarró de la camiseta mientras le regañaba y gruñia, con gran preocupación. Quizas denotó, de nuevo, unas ganas de pegarle en la chica. Le daba igual. Si le hacia sentir mejor que lo hiciera. Por su parte el ruso no dijo nada ni se movio. Ni con la brusquedad de la ulterana o la gentileza de la pequeña daeliciana. No habia emoción que se reflejase en su cara.
Y, sin embargo, habló para contestar a Lhelian.
-Rica ha muerto. Baurus esta presuntamente desaparecido en un sitio peligroso, si es que no está muerto. Hemos encontrado a Taro y se está recuperando en estos momentos.-resumió brevemente los últimos eventos.
Quisiera haber añadido algo personal como "Y yo no se porque no estoy o triste o feliz" Pero de nuevo, aquella observacion personal no era muy necesaria así que guardó silencio y se volvió a dirigir a su asiento de antes para resumir la misma tarea que la última vez: Contemplar la nada.

Tal vez era temprano para comer, comparado con otros días, pero aceptó la ración de buena gana, dándose cuenta de que estaba hambriento desde hacía rato. Se sentó a la mesa, pero miraba de vez en cuando hacia Taro y Ri, viendo cómo el muchacho seguía empeñado en tragar a toda prisa. Cuando se durmió, él ya había terminado de comer, y al verla tratar de cargar al carabés por las escaleras se acercó a Ri rápidamente para ofrecerle su ayuda. Creía que ya estaría cansada de cargarlo después del argo paseo hasta allí, pero ella negó la ayuda. La miró desaparecer por las escaleras, preocupado al principio, hasta que vio que podía perfectamente con el peso del Taro actual.

No tardó en llegar una visita inesperada, que le recordó que habían olvidado por completo bajar el puente. Fue necesario añadir algunas excepciones más en el hechizo de la puerta y, entonces, supieron el porqué de aquello. «Este tipo siempre se las apaña para liarla en todas partes». La compatriota de Keiria fue concisa y salió. Probablemente no le hubiera venido mal quedarse a las explicaciones, pero antes de que pudieran darse, Shaco soltó la “bomba” del día. Después de aquello explicar los transtornos del humano era insignificante. Había mirado a Marsi, preguntándose si recordaba lo raro que había estado durante su último día en Maciel, pero no llegó a decir nada. Retrocedió hacia la silla que había ocupado durante la comida y se sentó allí de nuevo, balanceándose mientras los demás hablaban. Miró cuánto estofado había sobrado, asegurándose de que hubiese suficiente para Lara cuando sintiese hambre y fuese capaz de bajar a comer.

Shaco ni se inmutó mientras yo le hablaba. No fui la única en alarmarme cuando Sura me siguió: Ri se levantó al momento en que la ulterana actuó. Esta lo hizo de forma más agresiva, tanto que incluso le cogió de la ropa, pero por suerte para ella no fue más lejos —metafóricamente, literalmente salió del torreón. Los macieleros no habían hecho gesto de hacerle algo, aunque habrían estado en su total derecho, pero si hubiera ido a peor, sí que habría habido consecuencias una vez estuviéramos de vuelta. R Marsi y Dhelian fueron más suaves, aunque la primera no hizo más mención al tema y se interesó, como el daeliciano, por el estado general del grupo. Pues mira por dónde, ahí fue el ruso el que respondió. Y por mí, bien que se podría haber callado todo menos lo último, sinceramente. Desde que había desaparecido, no habían pasado más que cosas desastrosas: la pesadilla de Dhelian y ahora esto. No era racional achacárselo todo, pero bendito día había elegido para irse sin avisar.

Rica ha muerto, Baurus ha desaparecido y Taro vivo. No sabía quién era Rica... Baurus era el otro terrícola rarito y Taro... ¡Lo habíamos dado por muerto! Entonces el otro... Pero Rica, fuera quien fuera, había muerto... Si fuera un compañero nuevo, lo habríamos sabido... Había otra opción más dolorosa, sin embargo, en la que no quería ni pensar. No, no, no podía... Sí que podía ser... Si nosotros podíamos... ¿por qué no una criatura tan joven? <<¡No lo sabemos! Imagina que no es eso y Lara se entera de lo que pensaste... No le haría ninguna gracia, parece que des por hecho que... No, no...>>

Intenté alegrarme por la aparición de Taro pero lo de Rica, pese a no saber quién era, pesaba más. Era una muerte, al fin y al cabo... Habíamos resuelto que Shaco estaba entero y nos enterábamos de una nueva desgracia y otra posible muerte... Era demasiado. Tuve que sentarme en donde pude antes de hablar, titubeante.

—Lo... lo siento mucho... Por los dos—esto último me costó más, no por la incógnita sino por el terrícola—Pero... disculpadme, por favor... ¿Quién... quién es Rica?

No quería ofenderles, era lo último que desearía en estos momentos... <<Llegar a su casa, sermonear a uno de los suyos, descubrir las últimas noticias y encima preguntar quién había sido... quién era Rica. Perfecto, de verdad, perfecto>>

Archime comió con parte de la voracidad que se le había negado a Taro. Agotado como estaba y sintiéndose completamente falto de energías, se sirvió una buena ración y comió sin alzar la vista del plato ni realizar movimientos que no fuesen imprescindibles para la tarea de llevarse el alimento a la boca, masticar y tragar.

Cuando llegaron los de Letargo se levantó trabajosamente y, caminando de forma bastante errática, salió para añadir a todos excepto Marsi, que ya se encontraba entre las excepciones, al hechizo de guardia. El cansancio se volvió a apoderar de él al terminar y se llevó la mano izquierda a la cabeza cuando el cordel de alarma advirtió del traspaso de individuos no autorizados en él, provocándole un pinchazo de dolor en la sien.

Se arrastró de vuelta a su silla para continuar comiendo, más trabajosa y lentamente que antes y asistió a los sucesos en silencio. Cuando la ulterana sujeto a Shaco de forma agresiva, el irrense posó su tenedor y observó la escena manteniéndose alerta. Había sido un gesto inconsciente, porque realmente no hubiera podido hacer nada en absoluto en aquel estado y nadie mejor que él podía saberlo.

Por suerte no hizo falta lamentar su completa falta de energía y Surásara abandonó la escena tras recriminar al humano su comportamiento. Archime finalizó su ración mientras el resto continuaba intercambiando información y tan solo habló cuando Alice inquirió acerca de la identidad de Rica.
—Rica 5 era una de las hijas de Lara —explicó con un agotamiento evidente entre su habitual tono monótono—. Falleció ayer por la tarde a consecuencia de alguna enfermedad.

A Marsi se le formó un nudo en la garganta. La primera buena noticia en mucho tiempo, y no podría disfrutarla, porque la seguía una desgracia. Dos desgracias. Sus sentimientos y pensamientos chocaban contra las paredes de su cráneo, y el pecho le dolía como si sus costillas fueran a quebrarse.

-¿Puedo subir a ver a Taro?- preguntó, su voz ronca y cascada.

Necesitaba verlo con sus propios ojos, cercionarse de que no era falso. Necesitaba un clavo ardiendo al que agarrarse. Le dieron permiso y subió las escaleras, con las manos en los bolsillos. Estaba temblando. ''Baurus desaparecido. La hija de Lara muerta.''

El aspecto de Taro era horrible. Era un esqueleto vestido de piel pálida y enfermiza, pero su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración, y aunque Marsi no lo comprobó, sabía que tenía pulso. Con manos temblorosas fue a tocarlo, pero no lo hizo. << Está vivo>> se repetía en su mente una y otra vez. Lo habían dado por muerto, pero allí estaba. Y por un momento tuvo la vana esperanza de que Baurus y Rica apareciesen en la camas vacías junto a la de Taro.

-No es justo- murmuró.

Era una buena noticia, pero la ciudad no había dejado que nadie la disfrutase. Podía oir a Lara sollozar desde allí. Muy bajito. No quería ir a verla, no sabía como enfrentarse al horror que debía estar viviendo. No sabía cómo consolarla. Se sentó junto a la cama de Taro y empezó a llorar, tan bajito como Lara, como si quisiese acompañarla en su dolor sin llegar a molestar, ni a ella ni a Taro.

las palabaras de Shaco le sentaron como un balde de agua helada. La noticia no podia twrminarde alegrarle, entregandole un sentimiento agridulce.El saber que Taro estaba vivo sacaba un peso de su alma, pero no terminaba de hacerle sentir mejor. No sabiendo que la caprichosa ciudad les habia devuelto una vida a cambio de tomar dos.

Solo imaginarse cómo estaría Lara tras aquello le provocaba un punzante dolor en el pecho. Perder a un hijo era para cualquier madre como perder parte de si misma. Se sentía sobrecogido y sin saber que decir en esa situación, ¿disculparse por imponer su presencia en un lugar donde se estaba de luto? ¿Llorar ante la perdida que asolaba el torreon? Le gustaria poder abrazar a Lara, intentar hacerla sentir mejor aun sabiendo que nada podia deshacer el dolor de una perdida.

-Lo lamento mucho - susurro con un voz apenas audible mientras sus pasos se dirigian hacía Alice y su mirada, seguía Marsi hacia las escaleras para ir a ver a Taro. No sabía como enfrentarse a la muerte de sus conocidos, a pesar de haberla vivido mas veces en esa ciudad de lo que cualquiera hubiera deseado. Y en cuanto a Baurus, nunca habia tenido relacion con el, pero su destino se le hacía tan parecido al de Neith que el tan solo pensamientole marltilleaba la cabeza. ¿Cuando iban a parar de morir como si la ciudad se estuviera burlando de ellos? "Nunca estaremos totalmente seguros, esta ciudad es como un juego. Un juego donde o comes o te comen. Donde sobrevivir es una apuesta" penso recordando tristemente su sueño y como el había perdido en este.

-¿Taro se pondrá mejor, verdad?-pregunto finalmente con preocupación. Las lagrimas se agolpaban en sus ojos sin querer salir. Había llorado mas que en toda su vida en ese tiempo en la ciudad. A pesar de que era dificil por el sufrimiento que se veia a su alrededor, saber que alguien había podido vencer a los peligros de la ciudad era como una muestra. Pequeñita, desde luego, de que aun habián oportunidades de sobrevivir

No hizo falta que Archi siguiera hablando para que supiera quién era. El número era más que suficiente. Casi habría deseado que fuera alguien desconocido que hubiera llegado de última hora... <<Pero no una hija de Lara, maldita sea...>> Fue un duro golpe. Por suerte Dhelian se acercó mientras Marsi subía, así que le abracé con fuerza y me quité las lágrimas con las manos. Estaba visiblemente más afectado que yo, no estaba siendo su día... Quería llorar pero no podía, tenía los ojos húmedos pero no dejaba de limpiarme. No era el sitio ni el momento. Y mucho menos con los míos llorando.

Sin soltar al daeliciano, busqué a Lara con la mirada. Quería consolarla, intentarlo al menos, aunque sabía que no serviría de nada <<Ningún padre debería enterrar a sus hijos...>> Pregunté por ella, pero me dijeron que no quería hablar con nadie, así que añadí que, por favor, le dieran el pésame y un buen abrazo de mi parte.

—¿Taro? Claro que se pondrá bien. Tiene unos amigos estupendos, en unos días volverá a ser el mismo—respondí sin un atisbo de duda cuando Dhelian preguntó.

Aproveché el haberle soltado para hablar para separarme del todo y enfilar las escaleras. Ya llevábamos demasiado tiempo allí. Ya habría otros días.
—Ahora vuelvo...

No me costó mucho encontrarla. La habitación estaba abierta, la varmana sollozaba bajito sentada al lado de una cama y, en esta, dormitaba Taro. Era menos que una sombra del carabés, pero era algo y estaba vivo. Aún fuera, escuché los sollozos de alguien más arriba, pero no subiría. Entré en silencio, me senté con delicadeza al lado de Marsi y le pasé un brazo por los hombros.

—Marsi... Es hora de irnos... En la Tierra decíamos que siempre hay esperanza... Shaco estaba entero, Taro apareció, Baurus puede que lo haga...

Pero Rica no iba a volver. A no ser que aquí al morir pasase algo raro, no iba a volver. Cuando la varmana se levantó para salir, me separé de forma brusca. Tenía que salir de allí. En el salón me despedí de todos, volví a disculparme por molestar e interrumpir, y cuando estuvimos todos, nos fuimos. Bueno, los tres, ya que Sura había estado fuera todo el rato y ni se había molestado en entrar a ver qué nos retenía. La fulminé con la mirada por eso y sus malas formas, pero no dije nada. Había otra cosa más importante: aire fresco. Por fin.

Sigue en El Torreón Letargo

Coño por fin salen, ya creía que se iban a quedar a tomar el postre o algo. Espera, ¿y esas caras? Igual me pasé hablando y luego les dijeron algo hiriente, lo mejor será preguntar. Me acerco a Marsi y la examino, aunque no parece estar del mejor humor del mundo prefiero arriesgarme a lo que sea antes que quedarme sin saber.

-Oye Marsi, ¿ha pasado algo adentro? ¿Me he pasado con lo que dije quizá? - no me arrepiento de lo que he dicho, pero aun así....

Sigue en el Torreón Letargo.

Taro había dormido durante toda la tarde con la profundidad que le concedía el agotamiento, mentalmente inexistente a todos los efectos. No había llegado a oír ninguna de las voces que podrían haberse colado en su descanso, y ningún sueño perturbó el vacío en que se había sumido su cabeza en las horas siguientes.

De nuevo fue una punzada de hambre la que lo despertó. La fruta y el estofado, sustanciosos pero comida no carabesa al fin y al cabo, habían llenado su estómago pero no calmado su ansia. Su metabolismo, indiferente al hecho de que su estómago no podía sostener la cantidad de calorías necesaria para satisfacerlo, reclamaba insistentemente que le supliesen la energía restante y en consecuencia el muchacho notaba la contradictoria sensación de tener el estómago lleno pero de sentir hambre.

Taro tardó unos minutos largos en ser consciente de dónde estaba, o más bien de dónde no estaba, y de que los sonidos apagados del edificio provenían de abajo y no de arriba. Se removió entre las mantas hasta quedar semiincorporado.
Ahora que estaba consciente seguía agotado, aunque era una clase diferente de cansancio, más sana. Eso también le daba espacio a tener preguntas sobre todas las cosas que el día anterior había dejado de lado. Le invadió la inquietud y con ella las ganas de moverse y salir de la cama.

Sospechaba que si se levantaba sin más se iba a marear, de modo que optó por una solución más sencilla. Rodó hasta el extremo de la cama y dejó que la gravedad hiciese su trabajo, cayendo al suelo con un ruido sordo.
-Au- se quejó mientras pasaba de la posición tumbada a una sentada. En ese momento un calambrazo de dolor le recorrió la espalda, desperezándole del todo. Fue estirándose con precaución y poco a poco se le pasó.

El siguiente paso fue levantarse apoyándose en las camas de alrededor, y el siguiente sería caminar observando las mismas precauciones. Cuando consiguiera levantarse iría despacio pero seguro a bajar las escaleras.

Si Xalkoth no había dado señales de vida durante tanto tiempo, era porque se había mantenido en segundo plano. Ya estaba confuso tras las muertes del día anterior, y la aparición de Taro no había hecho sino aumentar dicha confusión, añadiendo más preguntas en la cabeza del clinger. En este caso concreto la confusión venía de la costumbre clinger de abandonar a su suerte a los que estaban tan mal que no podían seguir. Eran un lastre y podían provocar la muerte del grupo entero. En  el pasado habría protestado por cargar con el de vuelta. Ahora ya no estaba seguro, así que no había dicho nada. 

De forma parecida prefirió no entablar conversación alguna con los recién llegados. Debido a eso estaba arriba, y debido a que estaba arriba fue quien vio a Taro arrastrarse hacia las escaleras.
Dudó al principio, peor al final acabó por acercarse al carabés.
-¿Taro? ¿No deberías estar en cama?
Al parecer quería comer, pero ya lo había hecho, y el clinger no veía con buenos ojos que se alimentara más. Si le sentaba mal por el exceso lo vomitaría, y esa era una forma de desperdiciar alimentos. No pensaba permitirlo.
Intentó convencerle de que ya había comido lo suficiente, pero su interlocutor insistía, y la paciencia del insecto no destacaba por ser grande. Cansado y harto de muchas cosas optó por la vía rápida: 
Fingió que lo habían convencido y se ofreció a ayudar al hambriento a moverse, pero cuando fue a sujetarle en su lugar lo agarró y le estampó la cabeza contra la pared, dejándolo inconsciente pero no muerto (tuvo especial cuidado en esa ultima parte). Tras eso lo arrastró con torpeza hacia la cama pero a medio camino se topó con Lara. Inmediatamente su cerebro se puso a trabajar a toda velocidad para inventarse excusas, y por primera vez se le ocurrió algo coherente.
-Oh... esto... ¿Me echas una mano? Se acaba de caer mientras intentaba bajar a por más comida-

Lara se había quedado casi en trance, mientras escuchaba las diferentes conversaciones que le llegaban al oído, con los ojos cerrados; hasta que un golpazo la hizo pegar un brinco en el sitio. La voz de Xalk le llegó entonces, hablando con... ¿con Taro? Entonces escuchó un segundo golpe. Alarmada, la ordesa se puso en pie y bajó los pocos escalones que se interponían entre Xalkoth y ella. En un giro se topó con Xalk. Arrastrando a Taro. Inconsciente.

—¿Qué nari...—Lara no estaba de humor para ninguna tontería, estaba mal y aquello tenía pinta de ir a empeorar su ánimo; se trataba del bicho, al fin y al cabo. Sin embargo, la explicación de Xalkoth pareció tan lógica que decidió no rechistar. Puso todas sus fuerzas en ayudar a alzar a Taro, para no desollarle la espalda al pobre carabés, y al mismo tiempo en no hacer daño a los bebés del marsupio. Cuando lo acabaron de llevar hasta la cama, preguntó con preocupación—. ¿Sabes si se ha golpeado la cabeza al caer? Puede ser peligroso e incluso...— no acabó la frase.

No era capaz de poner en voz alta lo que seguía. En su lugar pidió explicaciones de nuevo a Xalk con la mirada, conteniendo las decimosextas ganas de llorar de aquel día. Quería darse prisa en asegurarse de que a Taro no se lo iba a llevar un accidente doméstico.

Juntos colocaron a Taro sobre la cama de nuevo, luego llegaron más preguntas.
-Esto… sí. Pero ya le eché un vistazo antes, no es nada serio. De todos modos…
Sin acabar la frase se puso a conjurar hechizos de curación para sanar los posibles daños, y de paso borrar cualquier posible evidencia que indicara que el golpe había sido cosa suya.

-Ya está… como nuevo… bueno, quitando la desnutrición y eso…
Se estableció un silencio incómodo. Lara no estaba bien, y tampoco el clinger terminaba de estarlo mentalmente. Además no sabía que se esperaba de él en una situación así. No era algo para lo que lo hubieran educado o entrenado. Era algo totalmente nuevo, algo para lo que no estaba preparado para nada.
“¿Qué debería hacer?”