Torreón Letargo (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

-Uffff, menos mal que llegamos, este tío no se vuelve ligero por momentos,- digo llegando al fin frente al torreón,- que alguien busque la puerta entre toda esa maraña de plantas.- dejo el cuerpo de Ozzchreanos en el suelo y segundos después encuentran la puerta.- Yo entraré sola, no quiero peros,- digo mientras compruebo la expresión que empezaba a formarse en sus caras,- Si he de pelear puedo protegerme a mi misma, si venís vosotros ahora mismo solo me estorbaríais. No os preocupéis, estaré bien, en cuanto vea si es seguro os pego un grito.- Voy a entrar pero antes prefiero repetirles una cosa,- No me sigáis,- digo en tono de orden.

Sin esperar mas me adentro en el torreón en completo silencio. Lo primero que me llama la atención es la ingente cantidad de polvo, <<Joder, ni en los barracones estaba tan sucio, y mira que nos encargábamos de ensuciar ¿eh?>>. Lo segundo que me llama la atención es algo escrito en la pared, "estamos rodeados". <<Sí, si que vamos a estar rodeados, de porquería hasta que no limpiemos>>. Me acerco con cuidado a ese mensaje y lo borro, no quiero inquietar a los demás, y desde luego no el primer día.

Abro una puerta que casualmente da a una especie de patio, que seria bastante bonito de no ser por la estatua que esta en el centro. <<En esta ciudad tienen un sentido del gusto encantador>>. Más allá hay mas puertas que al abrir veo que llevan a las letrinas. <<Bueno, al menos tenemos algún lugar donde hacer nuestras necesidades, pensé que tendríamos que hacerlo en el foso>>. Casi al irme veo lo que parecen ser unas tumbas, me acerco y compruebo que realmente son eso. <<Gente que murio aqui, yo no pienso cavar tumbas>>.

Vuelvo al torreón y aseguro el primer piso mirando en lo que parece ser una cocina. Subo al primer piso lentamente por las escaleras, tratando de no hacer ruidos, veo varias puertas y las escaleras que dan al segundo, miro en cada puerta y todos parecen despachos o cosas parecidas, me sorprende lo revuelto que esta todo allí. La ultima puerta que abro me pone de buen humor, hay una bañera.

Sigo subiendo y veo dos puertas, al abrir ambas veo dos habitaciones comunales con unas cuantas camas en un estado mediocre. <<Mira, cada vez se parece mas a los barracones, de lo malo un sitio en que dormir>>.

Subo al último piso ya sin tanto cuidado, si no ha habido peligro hasta ahora dudo que vaya a haberlo ahora. El último piso resulta ser una sala de entrenamiento, algo que me vendrá bien a mi y a los que quieran entrenar conmigo <<Bueno, y a los que no quieran también, por que de este torreón no salen si no es conmigo o entrenados>>.

Bajo ya sin cuidado y abro la puerta.

-Ala podéis pasar, no hay nada peligroso, a excepción de las arañas que hay un huevo y más.- les digo tratando de comprobar cuan valientes son,- Bienvenidos a vuestro nuevo y sucio hogar, iros acostumbrando por que hasta que no limpiemos seguirá así, hay habitaciones, una cocina, un patio, baños, una bañera, una sala de entrenamiento y.....-dejo pausa para darle emoción- arañas, así que aprended a convivir con ellas,- y me alejo riéndome en busca de un cubo para empezar a limpiar. Pero cuando doy dos pasos me acuerdo de Ozzchreanos y salgo a por el, lo levanto y lo dejo tumbado en un sofá.



P.D.: No ha examinado los sótanos por que no se ha fijado en las escaleras, asi que el que se fije que avise o algo ^^

—Me apunto a lo de explorar —dije en cuanto Alice lo propuso. Llevaba demasiado encerrándome en aquel torreón y si no salía pronto me iba a volver loco (bueno, además de sentirme culpable por no ayudar una mierda al grupo).

—Bueno, tampoco sería una sorpresa que pasara eso —musité con algo de humor sombrío. Podíamos volar por los aires pisando una baldosa cualquiera, así que definitivamente cualquier cosa que sucediese allí no sería ninguna sorpresa. Sentí alivio y alegría cuando la cuchara rebotó en el escudo, soltando un aliento que casi ni me había dado cuenta de tener retenido. Ahora teníamos una nueva arma contra esta ciudad delirante.

—Me parece bien —respondí a Dhelian, con el ceño algo fruncido—. Lo mismo tenemos suerte y nos encontramos a algún rocavarancolés —«que nos explique de una puta vez con pelos y señales de qué va todo esto». Tras esto tardamos poco tiempo en salir: el que nos llevó coger nuestras cosas y abrir el puente.

Sigue en el Anfiteatro.

—¡Claro que te ayudo, chico!—y a Sura, con igual picardía.—Puede aplicarse incluso en el cuerpo, así que si algún día tienes frío por la noche, ya sabes a dónde acudir.

<<Y desayunaremos calamares por la mañana>> pensé casi al instante, añadiendo más risas al asunto. También me arrepentí pronto de haber dicho eso de semejante manera, porque la chica podía hacerse una idea equivocada causada única y exclusivamente por mí... <<Menos mal que Talento no estaba cerca>> Pero es que... Fácil: si me sentía como en casa, me comportaría como allí. ¿Problema? Sura no me acababa de convencer para llevar las picardías más allá, así que... <<muérdete esa lengua la próxima vez>> Pero como coincidía que era la única que soltaba comentarios de ese tipo, pues caía en la trampa. Lhelian había resultado ser un Dhelian, con Akasha era algo peliagudo, Marsi se había vuelto algo huraña desde que nos atacaron y para colmo se había ido a Maciel, Kora era borde, seguía haciéndole ascos a lo que cocinabamos, y Neith... <<En fin>>

Definitivamente, salir hoy tenía pinta de ser un buen plan. Llevaba días encerrada, pensando sólo en las runas. Tanto que apenas me fijé en el pregón que dieron. Es decir, no lo recordé hasta que el daeliciano mencionó ir al Anfiteatro para ver de qué se trataba. <<Torneo... Algo recuerdo, sí>>

—Si hay rocavarancoleses... A saber, no hemos visto a nadie en todo este tiempo. Bueno, Tap, pero él vino directamente. ¿Imagináis que los ciudadanos son las criaturas que nos atacaron en Gamides? Se explicaría el poco cerebro del que nos visitó...—comenté, totalmente pesimista con encontrarnos algo de civilización en el Anfiteatro.

Pero eso no anegó mis ganas de salir a estirar las piernas, así que me armé con mi ballesta y espada —el escudo ya lo llevaba desde la cocina— y salí junto a los demás.
Sigue en el Anfiteatro.

Sonrio mientras me relamo los restos de miel de mis labios al conseguir salir de la torre. Las chicas dicen de terminar sus garabatos por lo que me encojo de hombros y continuo desayunando preparandome un poco de fruta en un cuenco y embadurnandolo todo con el dulce nectar.

Sqlgo de la cocina para ver atonita como, tras terminar de pintar el escudo, las chicas lanzan un cucharón que rebota sin tocar la superficie. "¿Funciona? ¿Como es posible que sean capaz de realizar esas cosas? ¿Que puedo hacer yo si no soy siquiera capaz de pintar esas runas?" El hecho de verme incapaz de realizar esos prodigios me cabrea, que Dhelian pueda y yo no es algo que no logro entender. "¿Es acaso mas valido él que yo?" Mientras divago en mis autoflagelaciones mentales las chicas y el humano al fin se preparan para salir.

Dhelian me cubre con un supuesto hechizo de protección. Respondo a su ofrecimiento con una media sonrisa mientras rebusco entre los cojines de mi sillón mis dagas. Tras acabar de formular las filigranas del hechizo le sonrio y atiendo a las palabras del anuncio del pregón del día anterior. Era cierto que habia escuchado  el pregón de la voz misteriosa pero no le habia prestado mucha atención al hablar de un supuesto torneo.

La idea de ir al anfiteatro del que hablaban me ofrece la posibilidad de conocer a nuevas personas cosechadas o incluso, con suerte, habitantes de la ciudad para intentar sacar algo mas de información.

Con la idea de encontrar respuestas nos encaminamos hacia la grieta de huesos. Tras encontrar un buen sitio por donde pasar la cruzamos sin problemas y nos encaminamos con las indicaciones del mapa al anfiteatro.

Sigue en el anfiteatro

El camino a Letargo fue... triste. No hubo muchas conversaciones. Marsi sabía el tipo de humor que había quedado en Maciel, y parte de este se lo habían llevado con ellos. Iba a echar de menos a los macieleros a pesar de todo, pero sabía que teniendo tantos enfrentamientos con Shaco y con el extraño humor que tenía lo mejor sería volver.

No sufrieron ningún percance, y pronto alcanzaron a ver el torreón. No miró en otra dirección que no fuese hacia adelante, para evitar toparse con el lugar donde Neith había muerto. El puente estaba alzado, por lo que tuvieron que gritar para alertar a los de dentro de su presencia. Mientras el puente bajaba y el portón se abría, Marsi se giró a los macieleros para despedirse.

-Bueno... espero que nos volvamos a ver pronto. Podeis pasaros si venis a la biblioteca, y muchas gracias por acogerme- dijo con una sonrisa.

Aunque no quisieran, les fue abrazando uno a uno antes de entrar.

Nero correspondió el abrazo con calidez y un suave apretón, en cambio Ri fue torpe y distante.
- Vuelve si nos echas de menos.- dijo él.
- Cuidate- fue la escueta aportación de la otra.
Echaron, en distintos momentos, una mirada al resto, esperando una señal de salida. Pero Anriel miraba sobre todo a Nero.

Archime no perturbó el silencio generalizado de la marcha en ningún momento como ya era habitual en él y durante el camino se centró en respirar profundamente y asegurarse de que los alrededores eran seguros cuando el esfuerzo que debía realizar se lo permitía. No obstante, no sucedió nada hasta la llegada al torreón Letargo y el trayecto transcurrió en la más absoluta tranquilidad. Una parte de la mente del ingeniero encontraba un tanto decepcionante la falta de necesidad del uso de magia, pero nunca reconocería que pensamientos tan ilógicos como aquel se cruzaban por su cerebro.

El biomecánico se mantuvo tan rígido como de costumbre ante el abrazo de Marsi y apenas consiguió articular un "hasta la próxima" cuando se despidieron de la varmana. Una vez las puertas del torreón se cerraron, Archime se rascó la cabeza incómodo ante las miradas de Nero y Anriel antes de darse la vuelta para echar a andar una vez más.

Sigue en la Avenida de las Casas Carnivoras.

Marsi se envaró un poco cuando se vio sola con Ozz. No había ni un alma en el salón ni en la cocina del torreón, por lo que el ochororio decía debían haber salido. Supuso que Akasha estaría escondida en algún dormitorio o estudio y de los otros no quiso saber nada. Se relajó un poco al notar el cambio en Ozz. Era como... más persona. Sus palabras tenían un tono normal, su forma de hablar resultaba más natural y podía notar sentimientos en su voz. Al ofrecerle comida, Marsi miró el intento de cocina del ochrorio, que no tenía demasiada mala pinta. Aún así declinó su oferta.

-No, gracias, he comido hace poco. Tal vez pique algo en una hora o así- respondió.- ¿Dices que los demás salieron temprano? Tal vez deberíamos...-

Un estruendo les vino desde el sótano. Se oían gritos y golpes, voces inhumanas enzarzadas en una violenta discusión. Marsi no había soltado aún sus armas, no había tenido tiempo, por lo que aun con su lanza en la mano bajó todo lo rápido que pudo las escaleras del sótano.

Allí se encontró a Yrfy, la rata, tratando de estrangular a Talento. No podía ver la cara del roedor, pero sí la expresión de Talento, que lejos de ser una de terror o dolor parecía... desquiciada. Marsi no lanzó ninguna advertencia esta vez, se lanzó contra Yrfy, dispuesta a ensartarlo con su lanza, pero la rata tenía los sentidos más agudizados, había percibido su presencia aun cegado por el fanatismo que le había llevado a querer asesinar a Talento. Se giró a tiempo para agarrar la lanza de Marsi y golpear a esta con el asta, desequilibrándola y dándole tiempo a propinar un segundo golpe en la boca del estómago.

Marsi cayó al suelo, y lo siguiente que vio fue a Yrfy atravesando a Talento de parte a parte, perforando su cuerpo con saña y desperdigando sus intestinos. La varmana apretó los dientes con furia. Otra vez, delante de sus narices, sin poder hacer nada al respecto. Sacó el cuchillo de caza que llevaba en la bota y se levantó. Yrfy había terminado con su víctima, y ahora iría a por ella. En el tiempo que habían compartido refugio, Marsi no se había dado cuenta de lo muchísimo que había crecido. Ahora era tan alto como ella, y sus ojos rojos fulguraban con rabia. Lanza en mano y cubierto de sangre, podría haber presentado una imagen aterradora para Marsi en cualquier otro momento, pero la rabia se le había contagiado. Quería matarlo.

Lanzó un grito, logró esquivar por los pelos la primera lanzada, que le rozó el hombro, y fue a hundir la hoja de su cuchillo en el pecho de la rata.

Marsi cayó al suelo de nuevo, esta vez con una fea herida en el hombro. No se había percatado de la llegada del ochrorio, y el hechizo hizo que se sobresaltara. La confusión momentánea de ver al auro paralizado hizo que se le enfriasen las ideas, que fuese consciente de lo que había intentado hacer. << Ha matado a Talento, y yo quería... no podía...>> Tampoco tuvo demasiado tiempo para pensar sobre ello, Ozz degolló a Yrfy con una calma que helaba la sangre. Más tarde Marsi se dentendría a meditar largo y tendido sobre si tenía derecho o no a sentirse asqueada por la acción de Ozz, teniendo en cuenta que ella misma se había lanzado con la firme intención de asesinar al auro, pero en ese momento solo podía mirar horrorizada como se derramaba la sangre. Sintió náuseas. La adrenalina de unos segundos antes se había esfumado, nada le daba fuerza, volvía a sentirse pequeña y dolorida, volvía a estar rodeada de monstruos.

Realmente Ozz le había salvado la vida, pero no podía evitar tener miedo. Recuperó su cuchillo, tirado en el suelo, y retrocedió sujetándose con la mano libre la herida abierta hasta las escaleras. Miraba al ochrorio con ojos desquiciados, desviando sus ojos a veceshacia los cadáveres. Un paso, otro paso, caminando de espaldas, hasta que estuvo lo bastante cerca de los escalones para correr. Subió hasta el primer piso, donde le fallaron las piernas, y se arrastró hasta el interior de uno de los estudios, donde se encerro y se dejó caer en el suelo. Temblaba descontroladamente, la herida sangraba. Empezó a llorar muy bajito, confusa por todo lo que acababa de ocurrir, con miedo a salir, y al mismo tiempo pensando en Akasha que debía seguir en algún dormitorio. Quería que sus compañeros llegasen pronto, y sobre todo quería limpiarse la sangre de Talento, la de Yrfy y la suya propia. Había estado a punto de morir, y había intentado matar a alguien. Se presionó con fuerza la herida tratando de detener la hemorragia. La habitación daba vueltas. Cerró los ojos y se quedó quieta en el suelo, esperando a que alguien fuese a por ella.

Llegaron finalmente a torreón, Dhelian sintió un alivio inmenso cuando vio el puente abriéndose, por fin estarían bajo techo seguro y podrían curarse aquellas heridas del púas de aquellas ratas. Dhelian sintió como si el mundo se le viniera abajo cuando vio Akasha al borde de las lagrimas, temblorosa y asustada dándoles encuentro en la puerta, viéndola en aquel estado lo primero que se le ocurrió al daeliciano y teniendo en cuenta quienes habían quedado en el torreón en la ausencia de ellos, fue Yrfy la había liado con alguno en uno de sus ataque homicidas o que incluso Ozzchreano había vuelto a las andadas con la ochroria.

-¡Calma Akasha, respira antes de hablar!- le pido Dhelian al borde de los nervios con solo verla inspeccionándola con el susto en el cuerpo ante la la posible presencia de alguna herida. Si era lo que temía y Ozzchreano le había hecho algo, no se lo perdonara. Pero no era de eso. Akasha intentando tranquilizarse pero aun con los ojos húmedos, les anuncio de la llegada de Marsi y de las huellas de sangre que subían desde las mazmorras, contándolos tan nerviosamente que apenas se le entendía. Pero solo ver la expresión de la chica sabia que no era nada bueno lo que les esperaba allí abajo, dudando miro a sus compañeros viendo donde iría cada uno, antes de bajar por las escaleras encontrándose con una imagen horrible, perdiendo fuerza en las piernas en el ultimo escalón, los ojos inmensamente abierto y la respiración cortada. Los cuerpos de Talento e Yrfy en el suelo, cubiertos de aquel liquido rojo y en medio de toda esa escena, Ozcchreano llorando. Una imagen tan inquietante, triste y como irreal. "No...no...otra vez no" rogó desesperado, no quería pasar por algo semejante a  lo de Neith. Con las piernas temblorosa y casi automáticamente se acerco a los cuerpos. No respiraban. Sus ojos se posaron temblorosos en Ozzchreanos, ¿había sido el? ¿El les había hecho aquello? ¿Por que? ¿Que motivo tendría? ¡Parecía estar bien el ultimo tiempo!. Las preguntas se arremolinaban a toda velocidad en la mente de Dhelian que era incapaz de buscarle razonamiento aquello en un intento tal vez de evadirse de la horrible escena que lo rodeaba.

Un cuchillo junto al ochrorio atrajo su atención, esa pequeña arma no podía haberle provocado semejante herida a Talento pero...Yrfy...Yrfy tenia el cuello desgarrado. Aparto la vista de los cuerpos de sus compañeros sin poder mantener mas la mirada en ese horrible escenario, viendo como un rastro de sangre se alejaba de la escena y desaparecía por las escaleras hacia la sala. "No dijo Akasha que Mars..." no pudo terminar siquiera de pensar aquello levantándose de un bote con tal rapidez que casi perdió la fuerza en sus piernas. Intento calmarse viendo que Alice no estaba entre los que bajaron al sótano, ella sabia magia en caso de necesidad podría curar a Marsi, debía confiar en ella. Respirando, cosa que se arrepintió ante el olor metálico de la sangre que le provoco ganas de vomitar, miro a al ochrorio medio aterrado y nervioso se paro en su pequeña estatura frente a Ozzchreanos arrodillado en el suelo, aunque un poco en guardia hasta que no supiera que había pasado. Antes de culparlo por ambas muertes debía saber que había pasado, dejando el trato de los dos cuerpos para sus compañeros.

-¿Que ha pasado?- pregunto Dhelian con voz temblorosa agarrándole el rostro con ambas manos alzándolo para verlo fijamente. Dhelian se sentía nervioso, el olor de la habitación empezaba a producirle nauseas pero era importante saber que había ocurrido en la ausencia de todos ellos-¿Que ocurrió con T-Talento e Y-Yrfy?- pregunto temblandole la voz al mencionar los nombres de sus compañeros. No, no se acostumbraba a eso y nunca se acostumbraría al ver los cuerpos de sus compañeros sin vida, o al menos sin vida de carne y hueso, si era cierto las palabras de Korasihanna de tiempo atrás. Lo único que sabia con certeza, es que no volvería a dormir durante varias semanas mas después de eso.

Como no, la alegría en esta ciudad no dura. Nada más entrar al torreón una llorosa Akasha nos asalta. <<¿Qué coño ha pasado ahora?>>. Escucho la poca respuesta que da y no tardo en reaccionar. Veo un rastro de sangre que sube escaleras arriba y no tardo en deducir que Marsi debe de estar arriba y además herida por el rastro.

-Alice, vamos a por Marsi, es posible que esté herida.- no hace falta dar más explicaciones. Alice es amiga de Marsi y además tiene magia, seguro que la humana lo entiende rápidamente.

El rastro de sangre nos conduce hasta una habitación cerrada que abro rápidamente. Marsi está en el suelo y me acerco a tomarle el pulso que por suerte tiene.

-Marsi, Marsi.- la llamo para que responda, examino la herida y no parece muy grave, pero tampoco soy capaz de saber la profundidad.- ¿Crees que puedes curarla?- le pregunto a Alice mientras examino a la varmana para comprobar si tiene alguna herida. Si la humana no puede tendré que vendar la herida y esperar a que se ponga mejor y que no se infecte.

No sé bien qué es lo que ha pasado, pero si el responsable de ésto está intacto pronto va a dejar de estarlo.

En cuanto pudimos abrirnos paso fuera de la plaza, corrimos a toda velocidad hasta el torreón. Por suerte no me habían herido en las piernas así que dejé la curación de brazos y hombros para después. No esperaba encontrarme lo que nos encontramos en casa, sin embargo.

Una sollozante y aterrada Akasha nos abrió tras bajar el puente. En cuanto la vimos, Dhelian se apresuró a calmarla y la chica nos contó entre lágrimas retazos de lo que había ocurrido. Lo importante: Marsi había llegado hacía poco y luego había pasado algo horrible en la armería. La suma de armería más horrible me trajo el nombre de Yrfy al instante.

Pero el de Marsi ejercía una mayor presión así que entré a la carrera. <<¡No, no, y no! ¡Otra vez no, ni hablar!>> Había dos rastros de sangre: uno hacia el sótano y otro hacia las escaleras. El eco de abajo traía el lloro de alguien, pero como Dhelian bajó, Sura y yo fuimos hacia el otro lado. Con el corazón desbocado, llegué al estudio y entré sin pensármelo dos veces: Marsi estaba hecha un desastre, herida y llorando en el suelo. <<¡Está b-bien, respira, respira!>>

—Quita—dije a Sura sin contemplaciones.

La adelanté y me senté al lado de la varmana, pasándole un brazo por la espalda para acunarla de alguna forma. Al segundo después le curé la herida <<Menos mal que no gasté más magia ahí fuera...>> Y luego la abracé pero sin hacer tanta fuerza por si tenía alguna molestia en forma de golpe.

—Marsi, mi Marsi, tranquila. Sura, hazme el favor y trae agua y algo para limpiar—le volví a decir. No saldría de esa habitación hasta que Marsi se repusiera—. Ya estás a salvo, mi niña—le susurraba una y otra vez, intercambiando mi niña con Marsi u otros términos.

La ulterana volvió casi al momento y, sin dejar de abrazarla, le empecé a limpiar la sangre de la inexistente herida. Si no decía nada más era porque ni sabía qué decir ni me veía capaz, parecía que se me fuera a salir el corazón por la boca <<Si no me tranquilizo yo, cómo se va a tranquilizar ella... ¿Y qué demonios habrá pasado abajo? Dhelian está con Álvaro y Kora, estarán bien...>> Si no me tranquilizaba, empezaría a temblar, así que lo intenté ya fuera contando hasta diez o pensando en cuánto me había equivocado al pensar que le habría pasado algo peor <<Está bien, está sana y salva. Un rasguño, sólo>> Obviamente, ignoraba lo que había presenciado...

Marsi pudo oir los pasos apresurados acercándose, la puerta abriéndose de golpe. No se movió. Dejó que Alice la abrazara, como una muñeca de trapo, mirando a ningún punto en particular, tratando de calmar su respiración para poder hablar. Las lágrimas de sus mejillas se habían secado, pero volvieron a correr sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

-Yo... llegué y... Talento e Yrfy se estaban peleando, querían matarse... Intenté detenerlos, pero no pude con Yrfy y él... mató a Talento... Usó mi lanza y...- se mordió el labio inferior, cogió aire y continuó- Yo quería... no pude hacer nada... otra vez no pude hacer nada... lo mató delante demis narices... y me volví loca... quería que Yrfy... Si no llega a ser por Ozz... Ozz lo detuvo y efitó que me matase... pero me da miedo... Sé que me salvó, pero me dio miedo... Ahora estan todos muertos... Yo quería escapar...

Se abrazó a Alice con fuerza. Su camisa estaba destrozada por la parte del hombro, y llena de sangre, pero ya no había herida. Aún así le dolía todo el cuerpo, estaba confusa y asustada. No sabía qué debía hacer a continuación, no era capaz de mirar a Ozz a la cara, no quería verlo, pero le había salvado la vida. Miró a Alice y a Sura a los ojos.

-¿Qué debo hacer?

El camino que faltaba hasta Letargo lo hice aliviado como nunca lo había estado, pero también más alerta que otras veces. El corazón todavía bombeaba con fuerza, y la adrenalina todavía no había desaparecido del todo después de semejante encuentro. Habíamos escapado más por suerte que por otra cosa, y si alguien la hubiese cagado en cualquier momento habríamos muerto todo, cosa demasiado desagradable como para ignorarla. Pero no había pasado eso: al contrario, habíamos trabajado juntos, muy bien compenetrados, y gracias a eso habíamos escapado todos con vida. Algo que sólo podía provocar alegría y orgullo. Al final, a pesar de nuestros difíciles comienzos, habíamos dejado de ser simples desconocidos.

Por supuesto, las buenas sensaciones, la paz y la tranquilidad no podían sobrevivir en Rocavarancolia. Con ver la cara de Akasha quedó claro que cualquier cosa positiva que se pudiese sacar de la lección diaria había que olvidarla, y en cuanto vimos el rastro de sangre las alarmas se encendieron a toda potencia. Saqué mi espada y me dirigí hacia el sótano, de donde parecía venir la sangre. La tensión había vuelto a toda potencia, revelando que, por supuesto, relajarse en aquella ciudad era un delito mortal que se pagaba muy caro.

La visión de los cuerpos derrumbó el mundo entero sobre nuestras cabezas. Una cosa era pensar que había alguien herido, ya fuera por alguna pelea, por algún accidente o porque se hubiese colocado alguna alimaña, pero de todas las explicaciones posibles está era, sin duda, la peor. «Dios, más no». Me tuve que llevar las manos a la cara, intentando tragarme el asco que producía la escena. Era cierto que ninguno de los dos había sido uno de mis compañeros favoritos, pero de ahí a verlos muertos...

—Dime que no has sido tú —siseé al único ser vivo que había allí, sintiendo más furia de la que nunca había sentido bombeando por mis venas. No era capaz de entender, de ninguna forma, qué podía llevar a cometer semejante atrocidad, y estaba decidido a que el ochrorio no se escapara de rositas si los había matado en una nueva gala de su locura—. Por favor, Ozz, dime que no has matado a Yrfy y Talento —a medias para defenderme, a medias como acto reflejo de la repugnancia que podía provocarme la respuesta, levanté la espada, interponiéndola entre nosotros y el hombre nutria. Las manos me temblaban, pero quería creer que sería capaz de utilizarla si resultaba ser un peligro.