Torreón Letargo (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

-Uffff, menos mal que llegamos, este tío no se vuelve ligero por momentos,- digo llegando al fin frente al torreón,- que alguien busque la puerta entre toda esa maraña de plantas.- dejo el cuerpo de Ozzchreanos en el suelo y segundos después encuentran la puerta.- Yo entraré sola, no quiero peros,- digo mientras compruebo la expresión que empezaba a formarse en sus caras,- Si he de pelear puedo protegerme a mi misma, si venís vosotros ahora mismo solo me estorbaríais. No os preocupéis, estaré bien, en cuanto vea si es seguro os pego un grito.- Voy a entrar pero antes prefiero repetirles una cosa,- No me sigáis,- digo en tono de orden.

Sin esperar mas me adentro en el torreón en completo silencio. Lo primero que me llama la atención es la ingente cantidad de polvo, <<Joder, ni en los barracones estaba tan sucio, y mira que nos encargábamos de ensuciar ¿eh?>>. Lo segundo que me llama la atención es algo escrito en la pared, "estamos rodeados". <<Sí, si que vamos a estar rodeados, de porquería hasta que no limpiemos>>. Me acerco con cuidado a ese mensaje y lo borro, no quiero inquietar a los demás, y desde luego no el primer día.

Abro una puerta que casualmente da a una especie de patio, que seria bastante bonito de no ser por la estatua que esta en el centro. <<En esta ciudad tienen un sentido del gusto encantador>>. Más allá hay mas puertas que al abrir veo que llevan a las letrinas. <<Bueno, al menos tenemos algún lugar donde hacer nuestras necesidades, pensé que tendríamos que hacerlo en el foso>>. Casi al irme veo lo que parecen ser unas tumbas, me acerco y compruebo que realmente son eso. <<Gente que murio aqui, yo no pienso cavar tumbas>>.

Vuelvo al torreón y aseguro el primer piso mirando en lo que parece ser una cocina. Subo al primer piso lentamente por las escaleras, tratando de no hacer ruidos, veo varias puertas y las escaleras que dan al segundo, miro en cada puerta y todos parecen despachos o cosas parecidas, me sorprende lo revuelto que esta todo allí. La ultima puerta que abro me pone de buen humor, hay una bañera.

Sigo subiendo y veo dos puertas, al abrir ambas veo dos habitaciones comunales con unas cuantas camas en un estado mediocre. <<Mira, cada vez se parece mas a los barracones, de lo malo un sitio en que dormir>>.

Subo al último piso ya sin tanto cuidado, si no ha habido peligro hasta ahora dudo que vaya a haberlo ahora. El último piso resulta ser una sala de entrenamiento, algo que me vendrá bien a mi y a los que quieran entrenar conmigo <<Bueno, y a los que no quieran también, por que de este torreón no salen si no es conmigo o entrenados>>.

Bajo ya sin cuidado y abro la puerta.

-Ala podéis pasar, no hay nada peligroso, a excepción de las arañas que hay un huevo y más.- les digo tratando de comprobar cuan valientes son,- Bienvenidos a vuestro nuevo y sucio hogar, iros acostumbrando por que hasta que no limpiemos seguirá así, hay habitaciones, una cocina, un patio, baños, una bañera, una sala de entrenamiento y.....-dejo pausa para darle emoción- arañas, así que aprended a convivir con ellas,- y me alejo riéndome en busca de un cubo para empezar a limpiar. Pero cuando doy dos pasos me acuerdo de Ozzchreanos y salgo a por el, lo levanto y lo dejo tumbado en un sofá.



P.D.: No ha examinado los sótanos por que no se ha fijado en las escaleras, asi que el que se fije que avise o algo ^^

—Te digo lo mismo —respondo a Sura—. Que tú salgas siempre no te da derecho a mandar a los que no siempre realizan una tarea en concreto. Que aquí trabajamos todos, bonita.

Me daba igual lo que hiciesen con el violador porque no era a mí a quien le iba a hacer algo, pero que alguien hiciese lo que le salía de sus santos ovarios sin preguntar antes y encima echándose flores me sacaba de quicio.

La rutina diaria no cambió mucho. Seguíamos entrenando, nuestro mastodonte drogado particular seguía en su celda y nada cambiaba demasiado. Cosa que me ponía de los nervios, porque no tenía ni idea de para qué se supone que nos habían traído. A veces me preguntaba si esto era una especie de Gran Hermano rocavarancolés, solo que en vez de expulsarnos nos moríamos, porque no parecía haber ninguna otra explicación. Quería saber por qué estaba en un torreón de otro mundo con un montón de gente y aliens desconocidos en vez de en mi casa, pero al parecer a los rocavarancoleses les dábamos igual ahora que nos habían secuestrado.

—Me apunto a la salida —dije simplemente al escuchar lo que hablaban. Todavía tenía la cara mojada de habérmela lavado en el patio, pero cualquier cosa que empezase por "casa" sonaba a civilización (palabra que los habitantes de este estercolero no parecían conocer, pero bueno). Y eso quería decir personas. Y si había personas, quizás también hubiese respuestas.

Sigue en la Casa Gamides.

Después de la cena me acuesto. Pasan días en los que se establece una rutina: Mañanas de entrenamiento, comida y después salir a por comida algunos días. El resto decide entrenar un poco por su cuenta y no tengo problema por ello. Yo misma hago un entrenamiento intensivo con unos tonfas de madera a los que enseguida les pillo el truco. Un día salimos a la biblioteca de la que había hablado el resto para que yo cogiese un libro. Después de vérmelas con el borde de punta en blanco me llevo un libro titulado: "La historia de una ciudad sangrienta".

-Ummm, ¿una salida?- <<¿Que hago, dejo de ser su "mama" y les dejo ir solitos? No Surásara, sabes que si les dejas ir solos y les pasa algo jamás te lo perdonarás>>. Suspiro y digo.- Os acompaño, dejadme coger mis cosas.- Recogí mis armas, incluidas los tonfas. Las dagas las llevaba ocultas entre la ropa aunque accesibles por si las necesitaba.

Sigue en la Casa Gamides.

Marsi sonrió interiormente, aunque por fuera mantenía su expresión seria. Subió a recoger sus armas; el látigo y su lanza, aparte de un cuchillo de caza que llevaba en una funda pegada a la pierna. Iba con su ropa de explorar, la misma que había traído puesta el primer día, con un cambio en la camisa que ya se estaba acartonando demasiado como para que le resultase cómoda de llevar.

Bajó cogiendo una copia del mala que había hecho Lhelian y se unió al grupo, adelantándose para ponerse en cabeza, ya que ella había trazado la ruta.

Sigue en la Casa Gamides.

Llegamos en tropel a la entrada de Letargo y, tras entrar en la torre, el caos se hizo con el dominio de la zona. Los chicos que se habían quedado en el interior se preocupan por nuestro estado de manera algo agobiante, cosa que ignoro abriéndome paso hasta llegar a donde se encuentra Lhelian.

En silencio, mirando fijamente a la daeliciana le formulo una simple y escueta pregunta. -¿Quien eres?- Ante la mirada incrédula de la chica la empujo poniendo mi palma donde debería estar su pecho. -Responde Lhelian. Y mas te vale comenzar a soltar tus secretos por que no pienso estar contigo cerca si no confío en ti.-

La chica continua evitando mi mirada por lo que empujándola con el brazo entumido la empotro contra la  pared y desenfundando la daga le susurro al oído mientras hago presión con el brazo inmovilizando a la chica. -Lhelian, o me respondes tu o me encargo yo de descubrirlo por mi misma.- Le digo pasando intencionadamente la punta de la daga por su entrepierna mientras voy recorriendo en linea recta su cuerpo con la daga hasta llegar a la altura de su frente dándole un golpecito en medio de su cabeza con la punta de la hoja.

Llegaron finalmente y para ese momento Dhelian sentía que el corazón se le iba a salir por la boca, a pesar de los entrenamientos, era la primera vez en su vida que corría con tanta energía, hasta le dolían las piernas. Apenas tuvo tiempo de recuperarse, palpándose la cara allí donde sentía la mejilla paralizada, cuando se vio repentinamente siendo atacado por Korasihanna, sus ojos se abrieron de par en par, su peluca acabo en el suelo y el brazo de la daeliciana en su garganta. "¿Que...que le pasa? ¿Que hice ahora? ¿Como que quien soy?" se pregunto confundido, al notar como ponía su mano en su pecho. El choque contra la pared le robo el poco aire que había conseguido obtener tras la carrera mirando sorprendido y algo asustado el punzante cuchillo de la daeliciana apuntándole. No podía articular palabra adecuadamente, tanto por la impresión como por la parálisis facial, pero aun así lo intento temiendo realmente aquel cuchillo, aun sin ser capaz de mirarla directamente. Era un autentico cobarde. No comprendía la pregunta, pero supuso que se referiría a lo ocurrido en Gamides a juzgar por la reacción que esta tuvo.


-Yo...yo soy -entre los nervios y la dificultad en mover los músculos  su cara estaba siéndole difícil, sin contar el hecho de su confusión. ¿Que pretendía que dijera? ¿Que era un chico o era algo mas? No lo sabia, por tanto solo le quedaba decir la verdad-Yo...soy...un chico- consiguió por fin articular mirándole temeroso al notar el cuchillo sobre su frente. Aquello era demasiado para su tensión, con menos temblorosas saco su cuaderno de la riñonera y casi sin poder mirar escribió en este mostrandole el escrito a Korasihanna.

-'Mi nombre real es Dhelian, Lhelian es el nombre de mi disfraz. Solo soy capaz de hablar y socializar como alguien normal siendo Lhelian, otra persona. Soy muy introvertido y tímido. Nunca oculte mi sexo, pero tengo físico engañoso. Perdón' -se podía ver en letra pequeña y algo redondeada, temblorosa, sin mirarla directamente al rostro. Obviamente temiendo su reacción, tragando saliva con dificultad sin mentir realmente, ya le habían preguntado su sexo antes, pero siempre era interrumpido cuando lo iba a decir. Tal vez fue su error el presentarse como Lhelian, pero estaba interpretando un papel con el fin de poder socializar como alguien normal, si se hubiese presentado con su nombre, no habría servido de nada y a esas alturas de la convivencia apenas habría hablado con nadie. "Aunque tal vez ahora ellos no me hablen a mi porque les mentí" pensó acongojado, no era para nada bueno haciendo amistades y el ganarse la desconfianza de la única personas que había en ese lugar, sin contar el otro torreón, no le gustaba.

Llegamos corriendo al torreón que por suerte no estaba tan lejos como recordaba, entramos cuando bajan el puente y resumo lo que sucedió en pocas palabras. Le digo a Alice que me espere en el sofá y me llevo a Neith a la cocina, le digo que ponga agua a calentar y consiga unos trapos medianamente limpios para limpiar heridas y hacer vendajes.

Vuelvo al salón y me encuentro una escena apartada que no esperaba. Kora amenazando a Lhelian con un cuchillo. <<Esto es el colmo, me va a oír>>. Me acerco sigilosa y cuando la tengo a tiro le pego una patada al cuchillo que lleva. Me pongo en medio de las dos y me encaro a la daeliciana.

-¿Pero a ti qué coño te pasa? ¿Tienes algún problema mental o qué? Ya te puedes ir explicando, y más vale que me convenza tu explicación.- Si el suceso era aislado desde luego ahora ya no lo era.

Lhelian comienza a balbucear y a intentar articular palabras por lo que frunzo en ceño acercando mi oído para escuchar lo que la chica intentaba contarme. Mis ojos se abrieron de par en par al medio entender que si, que Lhelian no era quien dice ser. Sino un chico travestido.

Me alejo un poco al notar que el chico-chica se revuelve un poco sacando el blog y escribiendo temblorosamente. Al ofrecerme el escrito le miro extrañada y leo el contenido de la nota improvisada. -¿Como?¿Qué?¿Me lo estas diciendo ense...?- No puedo terminar mi pregunta cuando noto un impacto en mi mano que hace que el cuchillo salga disparado resonando en la sala.

Alzo la mirada para ver a mi agresor cuando unas voluminosas tetas me tapan la visión. De las tetas sale  la voz inconfundible de Surásara que me habla en un tono que no me gusta ni un pelo. -Pero a mi que me estas contando?¿A ti que te pasa ahora?- Le digo alejándome de sus pechos para verle la cara y el pelo rojo. -¿Problema mental yo? Creo que el problema mental lo tenéis vosotros. Entre la rata asesina, el violador de abajo, la heroica bienhechora y ahora el mentiroso este. ¿Que es lo proximo? ¿Álvaro le gusta matar niños? ¿Masi se come a la gente?- Mientras enumero acabo señalando al, ahora Dhelian, mirando al chico por el costado de la ultreana.

-Quítate del medio Surásara. Los Daelicianos estamos hablando.- Digo en un tono serio mirando a la chica que no parece muy por la labor de satisfacer mis deseos por lo que me giro a coger mi daga propinándole una patada a una silla cercana que vuelca sin poder evitarlo a la vez que suelto un grito de ira para girarme de nuevo hacia Dhelian y su nuevo muro de carne y ubre.

-¡Lhelian! ¡Dhelian! O como se supone que te llames en realidad. Búscate un sitio donde dormir. - Digo mas como un rugido que como una conversación sosegada. -Me da absolutamente igual donde quieras dormir pero si no fuera por esta te cruzaría la cara ahora mismo. ¡¿Cómo he podido ser tan estúpida y no darme cuenta de lo que eras en realidad!?¿¡Cómo?!- Esa pregunta es mas para mi misma que para los que se encontraban allí congregados mirando la escena.

- ¡Surásara!¡Quitate del medio te digo!-

Todo paso en apenas unos segundos, un segundo antes estaba siendo amenazado a punta de cuchillo por Korasihanna y un segundo después una espalda se encontraba protegiendole y la voz de Surasara se escucho pidiendo una explicación. Dhelian se mantuvo donde estaba quieto alejándose un poco de la ulterana pues estaba plantándolo contra la pared sujetando con fuerza su cuaderno, escuchando las palabras de Korasihanna que aprecia esta realmente furiosa ahora. En esos momentos mas que nunca deseaba poder hablar y explicarse adecuadamente pero ahora aunque quisiera no podría, resultaba muy irónico.

Escucho las palabras de Korasihanna sin levantar la vista del suelo, al fin y al cabo era su culpa por no haber dicho toda al verdad, aunque el nunca había mentido en su sexo al menos. Entendía y a la vez no la reacción de la otra daeliciana, pero seguía sin entender el porque de tanto cabreo. El no había hecho nada malo, ¿porque lo ponía al mismo nivel del ataque de  Yrfy o el intento de violación de Ozz? "Tal vez si he mentido un poco, pero no hice nada malo y esto es algo mio no afecta a nadie mas que a mi mismo, ¿Porque se enfada de esa forma?" pensó no pudiendo evitar sentirse deprimido por aquello.

-¿Por que?....yo....no...hice nada malo- dijo costandole hablar, en parte por su timidez y en parte por la parálisis de la mejilla que estaba siendo verdaderamente molesta, aunque sintiera una leve mejoría. Sino hablaba en aquel momento donde estaba siendo atacado realmente en serio, no lo haría nunca. Junto valor, un valor desconocido o simplemente la fuerza de la tensión para hablar- No...intente matar ni...violar a nadie, esto es solo por mi...para poder socializar normal- añadió sin mirarla directamente, sacando el cuaderno jalo de la ropa de Surasara mostrandole el escrito del cuaderno ya que pedía una explicación y añadiendo una frase mas al final: "Soy un chico, lo siento". Pensaría que era un pervertido o algo si y lo pondrían al mismo nivel que Yrfy u Ozz, aunque este ultimo hubiese tenido una mejoría en comportamientos desde el incidente. Cuando Korasihanna lo echo del sofá de buenas a primeras no dijo nada mas, había hablado mas por su cuenta ese día de lo que era normal en el, por eso escribió lo ultimo que quería decir mostrándoselo por detrás del brazo de Surasara que seguía haciéndole de escudo

-'Lo siento por mentir, pero yo no hago esto por ningún motivo pervertido. Ser yo mismo...no sirve de nada, por eso intento ser alguien mas. No pretendía causar problemas'- escribió con una letra mas ordenada que antes aunque seguía mortalmente incomodo con la situación, guardándose el cuaderno temiendo que Korasihanna se lo quitara y lo rompiera, mas que el hecho de que pudiera golpearle a el.

Por fin llegamos al torreón, cansada del trote. Había creído que podría correr de una manera aceptable con el estado en que estaba... Y al menos había llegado, pero en peor estado en el que esperaba. En cuanto pasamos al interior, ignoré a los demás y me fui al pozo a por agua. Tras refrescarme y beber un poco, me dirigí al salón y me dejé caer en un sofá (tras haber dejado las armas en el suelo). <<Ya está... A salvo, respira hondo, cuenta hasta diez, o veinte, lo que necesites>>

Mientras reposaba el brazo derecho en el regazo lo más lentamente posible, respondí a Sura
-Ay... ¿Tendré que morder algo para no gritar?-aventuré, medio en serio, medio en broma.  

<<Duele más... Ah, sí, la adrenalina esta...>> El pie, para colmo, seguía rígido, así como parte del brazo derecho. <<Ya podían haberme mordido el hombro... Así dolería menos>> Doliera lo que doliese, no haría nada hasta que el hombro estuviese "arreglado". Y mira que estaba harta de libros y películas donde alguien se dislocaba algo... Pero padecerlo yo misma...

Pero entonces, la calma se quebró: Kora amenazaba con su daga a Lhelian, diciendo cosas muy raras. <<¿Cómo que quién es?>> Fui a levantarme, asustada por la nueva situación, pero el pie se encargó de devolverme al sofá. Sura interrumpió a la daeliciana y siguieron discutiendo, armas en mano.
-Genial. Mataros, cuando se me pase esto mataré yo misma al que quede con vida. Total. Eh, que casi os come un dinosaurio. ¡Que casi me mata un caballo! ¿Qué, vais a rematar la faena? Hay que joderse.

Acabé levantándome, apoyándome en todo lo que se me cruzaba. Por mucho que dijera, no iban a matarse delante de mí. Llegué a su altura a tiempo de ver la última nota de Lhelian, ya que a la pobre le habían adormecido la cara. <<no hago esto por ningún motivo pervertido... intento ser alguien más... ¿Qué demonios?>> Me fijé en la chica, custodiada por Sura, quien se interponía entre ella y Kora,  quien aparentemente había descubierto algo en su compatriota digno de matarla por ello. <<¿Qué demonios?>> Entonces empecé a atar cabos: la peluca, la ropa que no dejaba dilucidar nada, el aparente inexistente cambio en Gamides...

-¿Eres un chico?-inquirí, sorprendida, aunque en ningún momento de igual forma que Kora.-¿Y la... perdón, le ibas a matar por esto? Sea lo que sea, ha demostrado ser fiable. ¿Que qué es lo próximo? Pues ahí te ves, cafre, lo próximo es Kora amenazando a cualquiera por una tontería... Agh... Mataros si queréis, pero Lhelian se viene conmigo. Vamos, anda.-dije a las chicas, cogiendo al otro de la mano.

Me importaba lo mínimo lo que pasase entre Kora y Sura, pero la intención era clara: apartar a Lhelian del peligro. <<Oh... ¿Lhelian es nombre unisex o de chica? Preguntas para luego>> Una vez sentada, entre quejidos, recuperé la ballesta aún cargada y la apoyé en mi regazo.

-Mucho ojo, Kora. Cuando acabéis las tonterías, si alguien me ayuda con el hombro, se lo agradecería. O mira, Kora, puedes dejarme que muerda uno de tus dulces brazos para no gritar mientras tanto. O recolocarme el hombro antes de que os matéis, para ayudaros. Total.-gruñí.
Estaba visiblemente cabreada. Y el dolor no ayudaba, precisamente, a relajarme. En cuanto se calmase la cosa, devolvería mi atención y curiosidad al daeliciano.

Escucho y leo con calma y cuando acaba la perorata de la daeliciana y Alice se ha llevado al chico al sofá hablo.

-Ya veo, es un chico, pero no entiendo por que te pones así, has perdido los papeles por una estupidez,- no puedo hacer mas que darle la razón a la humana.- No, no nos vamos a matar, todos tenemos heridas y los nervios a flor de piel asi que sugiero que nos relajemos un poco y tratemos nuestras heridas antes de que vayan a peor.- la muñeca no me esta haciendo cosquillas precisamente.

Recojo la peluca y se la entrego a Lhelian, me acerco a la cocina para recoger las vendas y le digo a la humana que prepare un poco de ese té, echo miel en una taza y se la entrego a la daeliciana, después me siento en el sofá junto a Alice.

-Vamos, déjame ver ese hombro.- la chica se retira la ropa de la zona y puedo ver la herida.- Tiene buena pinta, no está amoratada la zona.- palpo la zona para comprobar si hay daños en los músculos, Alice se queja cuando aprieto un poco.- Perdona perdona. No te voy a mentir, te va a doler, lo bueno es que dejará de doler en unos minutos, lo malo es que tiene una rehabilitación larga y tendrás que tener el brazo quieto y sin hacer esfuerzos.- Me preparo para hacerlo y le digo.- A la de tres ¿vale?,- veo que la chica asiente.- Una,- y muevo el hueso volviendo colocarlo oyendo un clack. Compongo una mueca y preparo unas vendas para colocárselas en el brazo y pasarlas alrededor de su cuello.- Lo siento, pero ya verás como en un par de minutos se te va el dolor.

Marsi no había visto venir al monstruo alado, ni siquiera recordaba el hecho de haber sido golpeada, o de caer; tan solo recordaba el miedo, y correr junto a sus compañeros incluso después de haberse quedado sin fuerzas. Cuando estuvieron a salvo en el torreón no buscó un sillón, sino que se desplomó en el suelo, y fue entonces cuando sintió el dolor. Le vino todo de pronto; el mareo, el desagradable hormigueo en el muslo y el codo flexionado y rígido... Notó el pelo pegajoso, y al ir a tocarse vio la sangre, se había golpeado la cabeza, o tal vez fuera un corte... Neith le dio un paño frío y rápidamente se lo llevó a la cabeza con el brazo en el que el sapo le había mordido, que ya iba recuperando movilidad. El otro descansaba sobre su regazo.

-¿Por qué armais este alboroto?- preguntó en un murmullo, la cabeza le dolía a horrores y todo el daba vueltas.

Resultaba que Lhelian era Dhelian y a Kora parecía haberle afectado mucho. No le pareció un secreto muy importante, y en ese momento a Marsi no podía importarle menos lo que el daeliciano tuviera entre las piernas.

-Oye Kora, ¿por qué te importa tanto que Lhelian sea un chico?- preguntó. Su voz era clara, pero no estaba gritando, no tenía ganas de gritar- No es como si fuera un asesino en serie, ni nada. ¿Es que en tu mundo le teneís odio a los chicos? ¿O es algo malo vestirse con ropa del otro sexo? - hizo una pausa, haciendo una mueca de dolor, y con gran esfuerzo buscó un sitio más cómodo que el suelo donde dejarse caer- Y no como gente, y aunque lo hiciera no lo intentaría con una niña fruta venenosa, no te preocupes...

Vistos los problemas que les había dado el no tener en cuenta la cultura de cada uno, tal vez su reacción fuese cosa de daelicianos. Marsi cerró los ojos por un momento yvio estrellitas en sus párpados.

Sura hace caso omiso a mi proposición Dhelian comienza a balbucear algo por lo que frunzo el ceño y respiro hondo al ver que parece ser que estoy en desventaja ahora mismo.

-¿Qué no has hecho nada malo? ¿Te parece poco haber traicionado mi confianza?¡Hemos dormido juntas maldita sea!- Hago una pausa meditando mis palabras y matizo de manera mas sosegada este golpe. -Bueno... juntos.... mejor dicho- Álice se levanta entonces y sus palabras me hacen sopesar mi, quizás, mala y cuestionable actuación frente al ojo ajeno.

-No he intentado matar a nadie. Pero tienes que pensar que, con el historial de nuestra querida y super segura casa, prefiero no arriesgarme.- Digo intentando convencer a alguien de mi argumentación pobre. Prefiero que piensen eso antes que admitir que todo lo ocurrido hoy me acaba de sobrepasar mas de lo que jamas me habría imaginado.

No solo había sido engañada de nuevo en esta maldita ciudad si no que por un descuido por mi parte no había intuido el engaño de un estúpido habitante de la zona alta de la ciudad. Una de las pocas personas que pensaba que simplemente era un poco lerda me acababa de romper la existencia. "Nunca se debe confiar en nadie Korasihanna lo sabes de sobra y aun así vuelves a pecar de idiota e ingenua. Es la misma mierda tanto aquí como en el putrefacto mundo de donde provengo."

Alice se lleva al daeliciano al sofá y nos apunta con la ballesta mientras me sugiere que le deje que utilice mi brazo como mordedor. Las palabras de la enferma hace que un calor intenso y palpitante se instale en mi cerebro al frustrarme la situación de sentirme la incomprendida del torreón pero entonces la voz de Marsi se alza entre el ambiente.

-No, lo que haga el con su vida no me incumbe en absoluto. Simplemente me molesta que...- El odio se va convirtiendo en una sensación completamente diferente. Con un nudo en la garganta trago saliva y continuo hablando. -No voy a volver a hablar de esto. ¡Tu!- Digo mientras señalo a Dhelian. -Duerme donde te de la gana. Hazte un ovillo en una esquina o duerme encima de la mesa haz lo que te venga en gana pero no te acerques a mi en lo que nos queda de día ¿Me estas escuchando?- Sin mas palabras me doy la vuelta para salir del torreón al patio mientras abro y cierro la mano que parecía que comenzaba a reaccionar a los estímulos.

Cierro la puerta tras de mí con un portazo dando a entender que no quiero que nadie me siga. Camino lentamente hacia la estatua de la chica empalada y al llegar a ella apoyo mi espalda resbalándome hasta llegar al suelo.

"Nada ha cambiado. Hoy podría haber muerto si no se hubiesen encaprichado con las chicas las estúpidas bestias. He sido débil y soy una autentica carga. Si no puedo protegerme a mi misma en este mundo...  No se que puedo hacer." En este momento, solo podía desear una cosa que siempre me levantaba el animo cuando me encontraba de bajón. Los abrazos de mi madre.

-Mama, perdóname de nuevo por haber sido débil...- En ese instante una gota recorre mi mejilla- No volverá a pasar jamas. Mantendré mi promesa madre. Seguiré corriendo- Digo limpiándome la lagrima. Me incorporo respirando hondo y comienzo a buscar en el suelo alguna piedra. Tras recoger unas diez comienzo a tirarlas golpeando a la figura del patio para intentar sosegar mi enfado conmigo misma.

Bajo la cabeza al escuchar las palabras de Korasihanna, tal vez si había sido un error no decirle nada a ella.

Estaba en esa situación con intenciones de salir de detrás de Surasara cuando Alice se acerco y tras sorprenderse por el descubrimiento le dijo unas palabras a Korasihanna sacándolo de aquel enredo. Mirando a la daeliciana por encima del hombro, acabo sentado en el sofá con una taza de té que le sirvió Surasara apoco después. Estaba aun un poco nervioso por la situación, pero aliviado que la reacción de sus compañeras no fuese tan mala como la de la daeliciana que salio tras decirle de nuevo que durmiera donde quisiera. No comprendía aun con exactitud la reacción de Korasihanna, pero incluso así le daba un poco la razón, había mentido, eso era innegable. No levanto la vista solo viendo por los mechones de cabello aguamarina Surasara curando a Alice y a Marsi sentada a un lado.

Comparado con los demás, el estaba en mejor estado, el efecto de la parálisis de la cara estaba pasando y solo tenia raspones en rodillas y manos. Por ello tras tomarse lentamente el té con miel de Surasara se levanto, quería ayudar aunque no supiera como, pero mantenerse quieto en esos momentos solo lo pondría mas nervioso. Sabía que era un poco inútil cuando era el mismo, pero a lo mejor había algo que pudiera hacer pero no tenia claro el que. "¿No había hechizos curativos en el libro?" se pregunto recordando eso y cogiendo el libro que siempre tenia metido bajo el sofá y buscando los hechizos rápidamente, los había estado leyendo, al igual que el térmico y de levitación, pero les había dado menos esfuerzo que a los otro dos y ahora se arrepentía.

No se dio cuenta en el momento que contra todo pronostico comenzó a murmurar para el mismo las palabras del hechizo, igual que si estuviera diciendo un trabalenguas, cosa no muy alejada pues la cara poco a poco empezaba a perder los efectos del veneno de sapo hasta que ya volvió a la normalidad, volviendo a comenzar cada vez que se confundía hasta que la pronunciación quedara correcta antes de continuar, realizando los gestos que en el libro aparecía al tiempo que pronunciaba las palabras una y otra vez, ahora si correctamente. Le había dado tantas vueltas a ese libro que su lengua se estaba acostumbrando un poco a la pronunciación, repitió los gestos, una, dos, tres, cuatro veces, inmerso en su mundo concentrándose en las heridas de sus manos, no sabiendo muy bien como darle poder a sus palabras. Fue repentino, a la quinta o sexta vez que repetía los gestos y palabras con toda la fuerza y concentración que pudo reunir, sintió un cosquilleo por todo el cuerpo, como si algo estuviese siendo extraído desde lo mas profundo de su cuerpo y las raspaduras de sus manos fueron curándose al punto de quedar totalmente intactas.

Los ojos de Dhelian se abrieron de par en par incrédulo . No estaba teniendo visiones las heridas de sus manos había desaparecido, poco a poco una sonrisa fue formándose en su rostro iluminándose por completo y por una vez en su vida, miro directamente a sus acompañantes, sin bajar la mirada y sin que su voz no saliera como le ocurría siempre.

-¡Me cure...con magia! - exclamo sintiendo una oleada inmensa de felicidad. Podia hacer magia, no era un completo inútil incapaz de valerse por si mismo, podía hacer aquellos prodigios del libro.

Sura acabó alejándose de Kora, a la que ignoré deliberadamente, y cuando llegó a mi altura, dejé la ballesta en el suelo. Respondí con asentimientos o "ajam" a todo lo que me fue diciendo mientras me inspeccionaba la herida, con el único motivo de que cualquier quejido se diese de bruces contra la pared de dientes. <<Ya sé que va a doler... No soy Snake ni Rambo>> Pero por mucho que tuviera esa certeza, por mucho que supiera y escuchara que luego se pasaría, no me lo esperaba. Antes de que Sura me dijera de contar, había decidido morder un cojín, aferrándome a la idea de que duraría sólo unos segundos <<Dos segundos a cambio de un brazo vivo, va, venga...>> Y entonces llegó el clack, sin haber llegado siquiera a terminar de pronunciar el "uno".

Por supuesto, ni los dientes ni los labios se resistieron al grito, ni el cojín. Pero no salió sólo sino que acompañado de una retahíla de insultos dirigidos a la ulterana, de toda índole, suaves o de los fuertes, intercalando comentarios por no haber llegado al "dos" ni al "tres". Seguía murmurando lo mismo mientras la chica me vendaba, y cuando acabó, aún agitada, le golpeé amistosamente el hombro con el brazo derecho. Seguía doliendo pero ni de lejos tanto como antes.

-Anda, funciona... Perdón y gracias, oye...-le dije, cerrando los ojos y reposando la cabeza hacia atrás.

Creo que pasaron sólo unos minutos hasta que escuché "magia". Por pura curiosidad, entreabrí los ojos y busqué el origen: Lhelian con el libro y los cristales. Ileso.
-Espera, ¿qué? ¿Te has curado con magia? ¿Funciona? Tra...-le dije, rápidamente, pero me corté al alargar el brazo malo igual de rápido, lo que reavivó las molestias.-Trae. ¿Este, no? A ver...

Al principio costó volver a articular con el hombro y el brazo malos, pero fui recuperando movilidad y pronto tuve los gestos casi impecables. Además, quizá fue por eso, quizá el veneno fue remitiendo, pero los dedos ya eran totalmente funcionales. Y, en cuanto conseguí el ritmo y las palabras adecuadas, mirando y concentrándome en la herida del brazo, esta se cerró, cicatrizó limpiamente, dejando tras de sí un mero cosquilleo. Bueno, y una cara de estupefacción que no se borraría en siglos.
-¡TOMA YA! ¡Temed, enemigos de la heredera!-exclamé, eufórica, pero con doble idea <<Se van a acabar aquí las amenazas y gilipolleces>>-Otra vez, otra vez.

Ilusa. No surtió efecto alguno. <<Con razón los magos en rol siempre son delgaduchos y con físico cero... A mí casi me matan hoy, con razón no puedo hacer más magia...>>
-Tsk. En cuanto descanse, ya saldrá, ya...-y dicho eso, volví a cerrar los ojos.

No se muy bien cuanto tiempo ha pasado desde que comencé a apedrear la estatua del patio pero la falta de luz que comienza a reinar en la zona me hace forzar demasiado la vista por lo que respirando hondo y tragando saliva decido entrar en la sala.

Entro en la sala en silencio y al acostumbrarse mi vista a la luz de la habitación me percato de que la silla sigue tirada en el suelo por lo que la levanto y la arrastro hasta la mesa. Esperando a que mi entrada haya sido captada por los chicos que se encuentran en la zona carraspeo mirando a todos los presentes evitando mirar al, ahora, Dhelian.

-Tengo hambre.- Sentencio tras separarme de la silla y encaminarme a la cocina. -¿Alguien quisiera tener la bondad de echarme una mano al preparar la cena? O bueno, si fuese de vuestro agrado, podría intentar apañar algo de las cestas como yo lo vaya viendo. Prometo no echar miel en lo que haga. Solo lo pondré en mi plato no os preocupes por intoxicaros.- Continuo hablando hasta desaparecer por el hueco de la cocina.

Ya entre los fogones saco las cestas y comienzo a sacar los alimentos mas coloridos que encuentro poniéndolos a un lado. Con los ingredientes seleccionados comienzo a pensar en como podría mezclar las frutas con la barra esta supuestamente hipercalórica. No se que significa eso pero por lo que hablaban los del otro torreón malo no debe de ser.

Ver que no era el único que podía realizar aquella magia, fue sorpresivo pero se alegro mucho de que fuese Alice la que tuviese ese don al igual que el. Le sonrió tímidamente sin sostenerle mucho mas la mirada volviendo  tomar el libro cuando la joven humana se curo y decidió descansar un poco, bebiendo prácticamente cada palabra y gesto del hechizo de curación. Aunque se desconcentro un poco cuando Korasihanna entro de vuelta al torreón con un humor mas apaciguado y se dispuso a hacer la cena, algo antinatural por completo "Por suerte no me puede envenenar con la miel, sino estoy seguro que lo intentaría" pensó desviando la vista incomodo, fijándose  en Marsi que se encontraba tratándose con un paño frío.

Dudoso y algo temeroso, pues la gente cuando estaba herida podía reaccionar de diversas formas, se acerco ala chica que estaba sentada en un sillón, ablando muy bajito para llamar su atención pues tenia los ojos cerrados.

-Puedo...intentar curarte- dijo en un tono tan suave que resultaba casi inaudible, pidiendo permiso con esas palabras, no muy seguro de si la varmana aceptaría su ayuda. De por si decir aquello le era costoso, pero tenia magia, quería darle uso no tenerla ahí estacada sin usarla. Si podía ser útil aunque fuese un poco, quería serlo, lo necesitaba tanto por el mismo como por los demás. No quería ser una carga para todos.

-Me alegro de que estés tan bien como para acordarte de mis antepasados,- le digo riendo a Alice tomándome a broma sus insultos.- Venga, ahora descansa.

Necesito ocuparme de mis propias heridas, me quito la camiseta y examino el costado. Aparte del enorme cardenal que me esta saliendo y una ligera molestia no noto las costillas quebradas cosa que me alivia. La muñeca esta esguinzada y la inmovilizo para que no me de problemas, a lo sumo en una semana se me habrá pasado. Saco el espejo y miro la herida que tengo en la frente, es un corte limpio que ya no sangra, aun así tengo que limpiarlo. Con un trapo limpio y agua voy limpiando la sangre seca que tengo en la cara. Quedaría una bonita cicatriz.

-Otra más para la colección, aunque me jode que sea en la cara.- me levanto y bajo a buscar al ochrorio que ya era hora de que el chico hiciese sus necesidades. Me acerco a la puerta y la abro.- Hola Ozz, ¿que tal te encuentras? ¿tienes que ir al baño?