Laboratorio genemante

Los días habían pasado después de su visita al burdel. La cantidad de palabras por minuto que emitía el basilisco habían aumentado. Y hasta se atrevía a sonreír a los que se encontraba. Dentro de la cabeza del nublino, era toda una mejora, el sol brillaba (figurativamente) para los nuevos habitantes, y  aparte de los largos minutos que dedicaba a pensar un nombre antes de dormir, lo único gris en Zobriel, era el tono de su piel. Sin embargo no se olvidaba de la apuesta y de los consejos sobre tomarse las cosas con calma.

Pero el pobre Zob no era una persona que pudiera lidiar con esos asuntos mucho tiempo en la cabeza. Los ignoraba durante un rato pero siempre regresaban, así que esa mañana había tomado desayuno más temprano de lo normal. Generalmente se despedía de Dama Pelusa cuando ella salía a trabajar, pero esta vez solo salió del torreón si siquiera preparar el desayuno de su amiga y se fue  saludando a los que encontró en la Sede, quería atar los cabos sueltos y con esa idea en mente estaba caminando con los puños cerrados y las gafas puestas sin saber bien que es lo que tenía que buscar. Las direcciones aun le sonaban vagas en la ciudad, pero ahora miraba más gente, ahora iba con cautela pero sin miedo, y podía seguir indicaciones o preguntar de tanto en tanto.

Mientras avanzaba mirando las ruinas se preguntaba qué era lo que tenía que buscar. Le habían dicho que no había manera de perderse, que reconocería el lugar al llegar. Y cuando logro distinguir la inmensa mole de impoluto blanco que sobresalía a la distancia, un pequeño grito de pánico asomó en su mente  al pensar la informal manera de saludar que había tenido con el Señor Giz en la fiesta. Y ahora verlo como el jefe de todo aquel lugar era suficiente para  que el nublino reconsiderara más cosas. Se obligó a llegar paso a paso y coger la aldaba de la puerta, rápido, rápido, antes que pudiera darse tiempo de escapar, la sujetó fuerte  para tocar dos veces, respirando temeroso y sin saber que encontraría allí.

Zobriel entro en aquel pasillo totalmente asombrado, y con la emoción haciendo latir su basiliscoso corazón. Eso si era mucho más parecido a las infantiles ideas que había cultivado desde niño de como seria ser un Dios. Lo recibirían en un lugar mágico y que sobrepasaba sus expectativas. Claro que Rocavarancolia había sido más o menos así, pero Con Giz al frente y ese lugar, esto era mucho más especial. Avanzo mirando a los conejos raros, y dentro de él la llama que lo había impulsado a todo esto dio un fogonazo. ¿Por qué unos conejos eran diferentes a otros? ¿Por qué los nublinos habían sido transformados en una cosa u otra? ¿Era algo dentro de ellos, o eran designios de alguien más poderoso que Giz?

Después de todo lo que habían pasado durante la cosecha, aún quedaba una vocecita que le decía que se aleje del conejo de fuego rápidamente. Pero ya fueran sus instintos o que no quería parecer alguien débil a ojos del señor Giz, se bajó los anteojos negros dándole una fugaz mirada al conejo. No estaba seguro de cómo funcionaban sus poderes o si tenía que pensar en algo a la hora de mirar, pero no se detuvo a comprobar si había funcionado o no solo lo había hecho como un impulso. Ya se imaginaba contárselo a Dama Pelusa… “Pues si…no me deje intimidar y mire amenazadoramente a un conejo…”…No, mejor no contarlo. Continuo más relajado caminando y se dio cuenta de que eso era de Giz. Palideció un poco pero se concentró en mostrar un poco de aplomo.

-Lo…lo siento señor Giz, no quería hacerle nada malo…¡Buen día! Lamento la demora, pero al fin aquí me tiene, espero no interrumpir  nada… – Se detuvo de ofrecerle la mano, y rápidamente hizo una inclinación como un saludo respetuoso. Se preguntó si era mucho más cortes quitarse los lentes, pero los dejo tal como estaban para evitar momentos incomodos. - ¿Son más conejos para el señor Cain? – Las actividades en el laboratorio escapaban totalmente de su imaginación, y mucho menos hubiera podido concebir que eran fallos o experimentos random.

- Pues bueno… – Zob se había concentrado en el hecho de ir allí, que no había puesto en orden sus ideas de cómo explicar lo que quería. Sacó su lengua bífida un par de veces nervioso pero se clavó las uñas de nuevo en las manos para calmarse. - Bueno…Señor Giz, es una historia un poco tonta y larga…en fin… – Le conto todo, lo de su encuentro con el otro nublino arruinado, sus dudas de por qué eran lo que eran y todo eso. Se forzó a no sisear pero si alguien pudiera haber visto a través de los lentes negros sin desmayarse (o si el basilisco supiera como controlar su don), hubieran visto la emoción con la que lo contaba. -Así que pregunte en la Sede, y me contaron sobre lo que usted hacía, más o menos…de hecho algunos no supieron decirme lo que hacían aquí, pero al ver esos conejos sssé que si alguien puede decirme el porqué de las diferencias en cada uno de nosotros es usted…y bueno… – Su cola que había estado moviéndose como si fuera un perrito y latigueando a ambos lados se detuvo mientras aceptaba algo que ya había pasado por su cabeza. - Se que soy un novato y que no tengo idea de muchas cosas…pero en verdad este era el único lugar donde sentí ganas de trabajar…y…puedo aprender rápido?

Aquella frase debería haber sido una afirmación pero después de la explicación que había dado, su confianza necesitaba recargarse y no le alcanzó para terminarla bien.  Aun así mantenía la esperanza y en lugar de hacerse bolita o perder su mirada en el piso, exhalo un poco y se mantuvo con la vista en alto esperando por la reacción de Giz.

-¡Claro! – Saltó de inmediato el nublino aunque un suspiro fue naciendo dentro de él.- Bueno, seré sincero. Ni siquiera sabía que existía esa clase de magia, pero prometo aprender a controlar esta lengua lo más ponto posible para poder usarla. – Cerró de nuevo los puños. El siseo siempre llegaba en los peores momentos.

Dentro de si, estaba asombrado que con la magia del Señor Giz hubiera podido crear esos conejos. ¿Acaso había un grupo de dioses que decidían lo que cada uno debía de ser? ¿O acaso podían cambiarlo? Había mencionado que las cosas de afuera eran producto de hacer las cosas rápido…¿Entonces entre ellos podían existir casos así?

- Prometo aprender todo lo que me quiera enseñar, lento o rápido…bueno…masss probablemente lento, pero realmente me gustaría trabajar aquí para usted si me deja. Sssoy puntual…ahh….y sobre lo de la fiesta, no es que…t-tome esas cosas siempre, n-no volverá a pasar lo prometo…lamento que haya tenido que verme de aquella forma. – El pobre nublino no sabía donde esconderse. De hecho quizás nadie más aparte de él recordaba eso, pero al igual como paso en el burdel, saco el tema porque de verdad se sentía demasiado apenado. No quería que el Señor Giz pensara mal, o peor, acerca de las costumbres de bebedor que tenía, o que NO tenía, por lo que prefería disculparse de antemano.  

-No no no no no, digo, es decir claro que acepto… – Dijo levantando la mirada emocionado. Pero la costumbre lo hizo desviarla hacia un lado antes de causar estragos. - Perdón…deberé tener más cuidado con eso

Zob no entendía dos cosas. Numero uno ¿Le estaba ofreciendo vivienda? Aquella ciudad parecía mucho más amable que hace un mes, pero aún no estaba seguro si dejaría simplemente a todos sus amigos para ir allí, lo tendría que pensar mucho. Número dos, ¿Por qué mencionaba lo de los límites? Bueno definitivamente el nublino no quería ser un estorbo ni una carga, y se esforzaría todo lo que pudiera. Si alguien tenía que sentirlo era el inexperto basilisco,

-Me esforzare al máximo para aprender todo….y si no puedo llegar a hacer algo, hare el doble de lo anterior….lo siento estoy un poco emocionado… – Le dijo admitiendo como se sentía. -Ehhhh Señor Giz, a todo esto….sé que va a sonar muy muy tonto pero…¿Qué hace usted exactamente aquí?   – Cerro momentáneamente los ojos ante su pregunta, pero sinceramente necesitaba saber  de boca del Señor Giz que era todo aquello y así poder contárselo a Pam y los demás.. - Digo…nadie ha podido explicármelo bien hasta ahora…

-Pre-preferiría que no, es una pequeña apuesssta que tengo con una amiga, quissiera poder usar el hechizo de niebla mágica por mí mismo. Deberé de controlar mis ojos y mi lengua en algún momento…

Sonrió un poco antes de levantarse de la silla de un alto y ponerse los lentes. No entendía cosas sobre genética, y probablemente  entender la magia seria más sencillo que aprender  los procesos de replicación de una molécula de ADN. Aun así estaba ansioso. MUY ansioso.

-¡Claro claro! Me encantaría conocer el lugar y a mis nuevos compañeros y saber qué cosas más tengo que ahcer y…Emmm Señor Giz…¿Eso significa que los conejos que tenía el Señor Cain y los de aquí afuera eran todos iguales?...¿los que agarraron mis amigos en el burdel y ese que…dormí..son lo mismo? ¿y usted los cambio a lo que quizzzo? – Sabia que los conejos y los nublinos, y cosechados en general, no eran lo mismo, pero ya se acercaba a lo que el soñaba. - ¿Es como lo que nosss pasa a todos con la Luna?  Perdón, quizá lo debería entender después pero me estuve preguntando eso hace mucho. – Dijo sentándose un poco avergonzado pero con la cola moviéndose aún por la emoción de todo aquello

El cerebro de Zob estaba tratando de entender un poco. Ya había escuchado antes la palabra esencia, pero ahora el factor genes y magia estaba siendo muy difícil de encajar. Pero no la mente ni la mandíbula del basilisco pudieron quedarse centradas. Levanto la cabeza olvidándose de sus ojos por un momento y mirando fijamente a todas las cosas que había por allí.

-Essss...impressionante...- el cuello del nublino estaba  girando mientras miraba a las criaturas, se agachaba al percibir a los conejos temiendo tropezarse, y volvía a subir mirando todo lo que estaba sobre su cabeza. - G-Graciasss pero...¿No están libres todos esos?...oohhh magia supongo...¿También se limpia la piscina con magia? Por lossss dio...¿Que es esa cosa tan grande? ¿hay alguna persona en la Ciudad parecida? Digo...mi amiga Adru se parece a los conejos...Es que es...woooww

Quería preguntar mas y mas, pero una parte dentro de el había empezado a ganar mas y mas espacio hasta que solo se calló y se dedicó a asombrarse con la boca y los ojos abiertos mientras trataba de seguirle el paso a Giz.