Laboratorio genemante

Archime escuchó atentamente la explicación del asreniano elaborando una respuesta inmediatamente, aunque debido a su omnipresente vacilación a la hora de responder Cío se le adelantó y, después de que el demonio raigaurum hubiese hablado, el biomecánico esperó tres segundos antes de aportar su parte.
—Yo dispongo de una cantidad considerable de créditos —dijo mientras se subía el puente de las gafas—. Puedo comprar materiales irrenses cuyo valor en Rocavarancolia sea lo suficientemente alto como para conseguir una buena suma vendiéndolos. Se trata del procedimiento que iba a seguir de cualquier forma en un futuro cercano para iniciar mi propio negocio en cuanto fuese posible —informó—. Pero si pudieses proporcionarme alguna guía sobre las divisas rocavarancolesas y qué tipo de materiales o instrumental son codiciados en la ciudad resultaría de gran ayuda. —Se dirigió de nuevo a Giz mientras parpadeaba rítmicamente—. En cuanto al material genético, tendría que recurrir a la ilegalidad para obtenerlo, pero dadas las circunstancias tal vez sea lo más adecuado. Estoy convencido de que debe existir camuflaje mágico, ¿es así? Si estás muy interesado en esas muestras como es deducible quizás te compense ayudarme también a idear una forma de burlar la seguridad de las genotecas.
El irrense sabía que aquella situación era de vida o muerte, sin que dicha afirmación resultase exagerada, por ello no dudó en aceptar un encargo como aquel. Al fin y al cabo, ya no se podía decir que perteneciese a la sociedad irrense y resultaba evidente que si no lo hacía él mismo, era muy probable que el genemago obtuviese dichas muestras en otro momento y mediante otros medios. Si lo hacía él mismo, al menos se aseguraba de que no se producían daños a infraestructuras o personas.

Entre unos y otros estaban consiguiendo llamar la atención de Giz. El chico de la bata, que no se le había pasado por alto, parecía saber qué decirle para convencerle. <<Me caen bien estos novatos>>. Giz había oído hablar de las genotecas y lo único que no tenía para burlar la seguridad irrense eran conocimientos informáticos. De no ser por eso, y de que no quería dar un golpe en Irraria que apestase a Rocavarancolia, ya tendría las muestras consigo mismo.

—La ilegalidad es bastante legal desde la perspectiva de la ciudad, así que mejor guárdate los créditos para luego—decidió. Había matado alguien hace unos días, robar no le suponía ningún cargo de conciencia—. Cuento con lo necesario para infiltrarnos, salvo conocimientos técnicos para ser sutil—explicó—. Si puedo contar también con vuestra palabra, que imagino que sí, no tendré problemas en que cometamos las delincuencias tras la operación. En lo que sí os rogaría prisa es en la obtención de muestras irrenses. Cuanto antes las tenga, antes podré localizar y aislar los genes necesarios para llevar tu modificación genética a cabo.

>>Podréis encargaros de eso, ¿no? Por el material para conservar las muestras no os tenéis que preocupar, correría de mi cuenta.

A Giz, como era evidente, le venía mal viajar durante aquellos días. Pensar en esto le hizo caer en la cuenta de que Saren no sabía lo de Noel. Creía que lo normal sería decírselo, pero no le parecía correcto con dos desconocidos delante. <<Siempre puedo pedirles un segundo más adelante>>. Se decidió.

Cío miró a Archi sorprendido, «¿de verdad está dispuesto a hacer semejante préstamo a un tipo de mi calaña?». No solo eso, estaba dispuesto a hacer el trabajo por él. Ni en mil años se veía el raigaurum capaz de colarse en una genoteca para robar… solo tal vez con ayuda de una magia que desconocía y ni siquiera podía realizar.

A continuación el genemago les explicó sus limitaciones, sugiriendo que no había problema en operar antes del robo, siempre y cuando consiguiesen genes irrenses. Cío se llevó una alegría incluso si aquello significaba que podrían acabar muertos si no pagaban –de otro modo era imposible que el genemago, formando parte de una ciudad tan podrida como aquella, ofreciese tan tranquilamente un adelanto–. Pero tendrían que ir a Irraria de todos modos para conseguir las muestras, pues allí solo conocía ya a Archi. Recordar al pequeño Ippon lo puso nervioso y lo descentró durante varios segundos, luego continuó tratando de seguir la conversación.
―Traeremos el material en cuanto sea posible… lo mismo va para el pago. Tendremos que hablar antes de nada sobre cómo hacer todo esto, pero supongo que volveremos por aquí en breve. ―El irrense se pasó la mano por el pelo, chocando inesperadamente con los cuernos. La retiró de inmediato para que no se notara su torpeza y siguió como si no hubiese existido esa breve interrupción―. Agradezco la oportunidad ―le dijo con sinceridad al genemago―, no creo que pueda aguantar mucho más así. Es también por mi… transformación. ―Incluso usar el término se le hacía extraño. Habían mutado en monstruos, no había más vuelta de hoja.

Miró de reojo a Archi y se empezó a preguntar cómo podía ser tan generoso un tipo como él. Desde que había salido la Luna el raigaurum solamente había pensado en sí mismo. Ni siquiera le había preguntado si había descubierto qué eran aquellos sonidos que escuchaba –y suponía que así era–, y allí estaba, ofreciendo su dinero y su ayuda para cometer un delito. Aunque un delito en un lugar al que ya no pertenecían, todo fuese dicho. En Irraria no serían más que anomalías, con magia o sin ella. Si del dinero de Cío hubiera dependido, estaba seguro de que arruinaría a su familia y aun así no sería suficiente. Eso contando con que quisieran dar un solo crédito por él. Prefería no meterlos en aquello, por más de un motivo.

Permaneció atento a la respuesta del genemago y sopesó sus palabras antes de responder, esperando a que Cío hablase primero. Giz le causó buena impresión ya que resultaba evidente que no trataba de aprovecharse de ellos en ningún momento.
—Obtendremos algunas muestras entonces. Tan solo sería preciso saber si tienes alguna preferencia en cuanto a ello. Puedes obtener una mía ahora mismo si es adecuado —ofreció dedicándole una mirada parpadeante al genemago—. En cuanto al acceso a la genoteca, la programación es una de mis especialidades, no habrá ningún problema en ese ámbito —le informó a continuación—. Profundizaremos en ello cuando regresemos con las muestras de nuestra especie y realices la operación.

El asreniano se mostró de acuerdo y procedió a tomar una muestra del biomecánico, empleando un hechizo que el irrense desconocía para arrancarle un pelo desde la distancia. El ingeniero se interesó por dicho hechizo, ya que además les resultaría de mucha utilidad en la obtención de muestras y atendió al genemago mientras le explicaba su sencillo funcionamiento.

Como Giz solicitó hablar con Saren antes de que este se fuera, Cío y Archime abandonaron el edificio y decidieron esperar al idrino en la puerta para permitirles intimidad. El irrense comenzó a realizar en su cabeza un inventario de los preparativos que debía llevar a cabo para el regreso a Irraria.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Saren se mantuvo al margen mientras Giz y los dos novatos conversaban, tratando de no molestar con su presencia. Era un asunto privado, a fin de cuentas, pero la acústica de aquella sala hacía muy difícil el ignorar los detalles de la conversación. Sonrió para si cuando Archi se ofreció a pagar los gastos de la operación de Cío, complacido al ver que las relaciones entre los novatos eran tan buenas. Su cosecha había tenido un índice de mortalidad bastante alto, pero aquello solo los había unido más, no los había distanciado. Pensar en estos temas le recordó algunos episodios de su propia criba, pero no tenía demasiadas ganas de rememorar malos ratos y decidió apartarlos de su cabeza.

Al parecer el Goliat necesitaba algo de material genético irrense para la operación y les encargó esa tarea a ellos, añadiendo que el pago serían algunas muestras de las genotecas de Irraria. Al parecer eran lugares fuertemente vigilados y el genemago quería trabajar con los recursos que allí guardaban, pero para entrar tendría que colaborar en persona con el kairós. Más tarde el selkie se ofrecería a acompañar al biomecánico a conseguir esas muestras para Cío, pero por el momento al parecer Giz tenía algo que decirle. Le había pedido unos minutos justo antes de despedirse de los irrenses y Saren, antes de seguirle, les dijo a los chicos que le esperaran.

No se imaginaba las noticias que tenía el asreniano para él, se le antojaban irreales, y durante unos minutos fue incapaz de decir nada. Cuando recuperó el habla, el chico se apresuró a preguntar si Noel estaba bien y si podía hacer algo por él, pero el goliat le explicó que ya se había hecho todo lo posible. Solo restaba esperar a que se despertara. A pesar de su tono monótono, las palabras de Giz lo tranquilizaron en parte, por lo que el norteño se despidió del cuchitrilero con la promesa de que iría a visitar al draco en cuanto despertara. Confiaba en la fortaleza del sueco, y estaba seguro de que pronto lo vería en pie y bromeando como siempre.

Se aseguró de que su expresión no alarmara a los novatos cuando se unió a ellos en la entrada, sonriéndoles con amabilidad.
—Bueno, al final ha ido todo relativamente bien. Giz es un buen tipo, ¿no os parece? —preguntó, echando a caminar de vuelta a la Sede—. En fin, ¿cuándo quieres salir hacia Irraria, Archi? Podemos ir mañana mismo si te parece bien.

Continúa en la Sede de los Taumaturgos.

—Giz, soy yo.
Accedió al laboratorio del asreniano avisándole previamente con un hechizo de amplificación de voz de su llegada, pues aunque él pudiese atravesar las medidas de seguridad que salvaguardaban el gigantesco edificio, no quería coger desprevenido al goliat y que pensase que alguien se había colado. El draco atravesó la entrada sintiéndose demasiado pequeño, sensación que solo podía experimentar en aquel barrio y a la que todavía no se había acostumbrado y saludó escuetamente a Miloslava y a Lean para dirigirse directamente a su amigo, que acababa de salir por una de las enormes puertas que conectaban con otro cuarto del complejo.
—¿Cómo van esas mutaciones, Gizlliam Birkin? —El sarcasmo, normalmente claro y significativo tanto en su expresión y en su tono, se encontraba diluido por el pozo de irritabilidad en el que se hallaba sumergido aquellos días, pero ello no le impidió continuar con la broma—. Necesitamos desplegar las armas biológicas sobre Rocavarancolia City antes de pasado mañana.

Se cruzó de brazos y dedicó una mirada que pretendía transmitir seriedad al genemago, pero pronto derivó en una leve risa contenida y su expresión se relajó para dirigirse con toda la normalidad posible y hablarle de algo que el asreniano sí podría entender.
—En realidad y aunque resulte sorprendente, no solo he venido para que compruebes que sigo siendo el mismo imbécil de siempre —afirmó esgrimiendo la leve sonrisa sarcástica que fue capaz de componer—. ¿Te sobra algún ave de presa que pueda tomarte prestada? O algún engendro mutante que tenga las alas de una. Pero mejor si no escupe ácido corrosivo o dispara rayos láser por los ojos, un cliente muerto no es un cliente rentable.

La voz de Noel pilló a Giz justo a tiempo. Se encontraba en la sala de operaciones y tenía a su próxima víctima lista para un nuevo experimento. Un cachorro de ronchahuesos yacía sedado sobre la mesa de operaciones, preparado para que el genemago le trastocara los genes. De haber llegado más tarde, el draco habría interrumpido la operación.

Giz le recibió con una sonrisa y trató de seguir con, probablemente poco éxito, sus bromas.

—Lamento informarle que los monos explosivos que planeaba usar no estarán cargados para antes de cuatro días, señor —puso su mejor cara de "hice lo que pude" y se encogió de hombros antes de retomar el verdadero motivo de la visita del draco—. ¿Lo quieres para matarlo o para dejarlo vivo? Porque tengo varios en el piso de arriba que te pueden servir, pero a algunos me interesa más conservarlos que a otros.

Giz consiguió mejorar su humor ligeramente gracias a su intento por seguirle la corriente. Siempre le había encantado la forma en la que el asreniano se esforzaba en ello a pesar de que no podía entender ninguna de aquellas referencias culturales terrestres salvo que se las explicase. Y el draco solo daba explicaciones cuando se las pedían y no antes.
—Sabía que deberíamos haber usado mandriles en lugar de gorilas. —Chasqueó la lengua con fingido fastidio antes de volver al tema que de verdad los ocupaba—. Pues… eso depende de lo manco que sea DL ocupándose de animales —le respondió con sarcasmo tras dudar unos instantes ante la pregunta. Dejó escapar una leve risa antes de seguir hablando, sabiendo que Giz estaría confuso al respecto—. Me ha pedido que le enseñe a volar porque al parecer no tiene a nadie más a quien pedírselo. Acepté ayudarle al principio al menos, ya que me va a pagar, pero el que siga o no más tarde depende del pie con el que me levante a partir de ahí —afirmó encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa jocosa—. Pero pretendía toquetearme las alas porque según él lo necesita para saber cómo formarlas. Así que ya que al parecer no es capaz de pensar en alternativas por sí mismo que no impliquen invadir el espacio personal de los demás decidí que me encargaba yo y de paso te hacía una visita en tu laboratorio del mal. —Su expresión se ensombreció un poco tras unos instantes y, tras parecer que no iba a añadir nada más, volvió a hablar—. Debí haber vuelto hace rato al cuchitril pero aquí estoy, retrasándolo lo máximo posible.

Giz escuchó con curiosidad acerca de DL. No hacía mucho que él le había pagado y le hacía gracia pensar que el dinero volvería al cuchitril. Todavía estaba un poco disconforme con su trabajo, por el hecho de que le habían faltado muchas muestras del total de cosechados que superaban la luna, pero tenía demasiado material con el que trabajar y aquello no le supuso tanto problema.

—Creo que sé qué darte entonces —comentó mientras le daba vueltas a lo que había dicho el draco. Giz era conocedor de su reciente mal humor y oírle hablar de retrasar la vuelta le hizo esbozar una sonrisa menos alegre de lo normal—. Puedes quedarte por aquí más tiempo de la cuenta y hacerme compañía, si te apetece—le sugirió antes de hacerle un gesto con la mano para que le siguiera por las instalaciones. Varias plataformas flotaban en el aire, conteniendo a diferentes criaturas, y Giz buscaba con la mirada la correcta mientras continuaba hablando—. Total, ahora pensaba operar a un pulpo y no es tan divertido como suena.

El asreniano frenó en cuanto dio con la plataforma que buscaba sobre sus cabezas y la hizo bajar con un hechizo de levitación. Dentro de ella, varios titís de colores cobrizos revoloteaban sin chocar contra los límites invisibles de su prisión. En lugar de pelaje tenían plumas y todos gozaban de un par de alas originales de aves de presa de El Macetero.

Giz inquirió a Noel con la mirada.

—¿Esto te apañaría o prefieres algo más grande? —los primates, por desgracia,apenas llegaban al metro de altura. La segunda opción era más agresiva que los titís, pero estaba seguro de que Noel podía controlarla de sobra, de tener que recurrir a ella.

Echó a andar tras Giz cuando se lo indicó y escuchó su propuesta sin dejar de observar aquellas curiosas peceras consistentes en únicamente agua contenida mediante magia que se veían a través de las gigantescas puertas en las salas cercanas mientras meditaba su propuesta.
—En realidad no debería retrasarlo mucho más, pero… Sí, creo que me quedaré un rato. Apenas he visitado tu laboratorio desde que te trasladaste, así me lo puedes enseñar… Si de verdad no estás ocupado, claro —añadió de súbito con cierta vacilación mientras observaba las plataformas flotantes. El asreniano trabajaba tanto que, aunque era de la opinión de que debería tomarse más descansos, no quería ser una molestia en su propio laboratorio—. Pero si es cierto que operar a un pulpo es todavía peor de lo que suena supongo que me puedo quedar —bromeó a continuación.

La primera palabra que acudió a su mente para describir lo que el asreniano le ofrecía era sin duda “cómico”. Titíes emplumados que armaban un buen escándalo
—A mí me da lo mismo, es DL el que va a tener que lidiar con el mono no explosivo a fin de cuentas. Lo que a ti te suponga menos problemas. Pero ahora tengo curiosidad por ver la otra opción —añadió con una leve sonrisa como invitación a que se lo mostrase.
Estaba seguro de que el goliat estaría encantado de mostrarle sus creaciones, pero además era cierto que quería verla. La curiosidad del sueco no era una característica que la Luna Roja hubiese diluido precisamente.

>>Por cierto, el otro día estuve en los subterráneos consiguiendo un poco de magia para no viajar a Ochroria completamente a cero. No sé si es impresión mía o la población de hombres bestia ha descendido últimamente. Espero que nadie los esté matando indiscriminadamente y, si lo hace, mejor que no le tenga demasiado apego a sus extremidades —le dijo esbozando una sonrisa sádica—. Pero si siguen desapareciendo más voy a tener que encargarte una partida nueva de ellos. Que se extinguiesen sería malo. Uno les coge cariño... Sobre todo a sus voces. A sus gritos agónicos, en concreto.

La siguiente sonrisa de Giz fue más entera que la primera. Le alegraba que la opción de quedarse hubiera agradado a Noel.

—Enseguida lo hago bajar para que lo veas —respondió antes de adormecer a un mono y realizar un hechizo de intangibilidad para sacarlo atravesando el suelo de su plataforma—. No despertará sin magia, así DL podrá decidir cómo estudiarlo y, como tengo varios, si muere no me resultará tan problemático —explicó.

Mientras tiraba mágicamente de la plataforma con la segunda opción, Giz escuchó la problemática situación de los hombres bestia. Realmente eran una fuente de recursos muy útil para la sociedad actual de Rocavarancolia, pero se veía que a los nuevos cosechados se les estaba olvidando ser ecológicos con el tema. <<Como si realmente fuera necesario matarlos para sacarles siempre provecho… >> pensó disgustado. Obviamente había excepciones, pero Giz conocía muchos precios inmorales.

—Pues su adn está en mi muestrario y la verdad es que no le he dado mucho uso por ser poco interesantes, pero no me importaría ayudar a repoblar los subterráneos de forma esporádica —comentó al tiempo que la plataforma se ponía al nivel de ambos.

Sobre ella reposaba un desgastado corcel de pelaje gris con motas blancas y unas enormes alas plegadas con el mismo color y estampado. En lugar de boca, el animal tenía el típico pico en forma de garfio de las aves rapaces y poseía tres pares de ojos en línea recta a cada lado de la cabeza. Giz no había podido configurar su jaula con espacio suficiente para que volara y el animal había quedado relegado al uso de sus cuatro patas en el interior, convirtiéndose los vuelos en un lujo del que no disfrutaba a menudo.

—Hubo una complicación durante las últimas modificaciones que sufrió—le explicó a Noel con no demasiada tristeza. Giz le solía coger cariño a sus creaciones, pero era un cariño desapegado, generalmente—. El pobre ha envejecido más rápido de lo que debería, así que pensé que también podría ser una buena opción para donárselo al cambiante.

Recogió al mono adormecido y examinó sus alas mientras escuchaba la respuesta de Giz a su preocupación por la escasez de recursos mágicos andantes para criaturas como él en los subterráneos.
—Eso sería genial. Que los hombres bestia son presas de emergencia es como una ley no escrita de la ciudad, pero si hay novatos alimentándose de ellos indiscriminadamente acabarán diezmándolos antes de que se enteren de lo poco que eso los beneficia a largo plazo —afirmó con convencimiento y no carente de seriedad, en un tono que fácilmente podía equipararse al de un empresario hablando de sus finanzas—. Tal vez pueda conseguirte nuevas muestras pronto para compensar—. Estiró una de las alas del tití y la movió imitando los movimientos que él mismo efectuaba al volar con las suyas propias—. Este servirá, además al ser un mono es más humanoide que otras criaturas —comentó recordando la excusa que le había dado el foner para pedirle ayuda precisamente a él.

La segunda plataforma contenía un solo espécimen pero su envergadura y sus características lo distinguían como un proyecto más ambicioso. El segundo motivo era suficiente para que no se sintiese cómodo llevándose aquella criatura, pero el primero también era un factor a tener en cuenta.
—Has creado un Pegaso mutante, mucho más apropiado para esta ciudad que el original —comentó observando al híbrido equino—. Pero creo que DL podría tener problemas de espacio con algo tan grande y no estoy muy dispuesto a dedicar más tiempo y energía de los estrictamente necesarios a este asunto, por lo que mejor me quedo con el mono.

Tras observar el tití que tenía en brazos una última vez, el sueco permaneció con la mirada puesta sobre el particular corcel, pensativo unos instantes. Al cabo de unos segundos se sentó en el suelo, dejando al primate emplumado a un lado y sacó un pequeño cuaderno y un lápiz de uno de sus bolsillos. Había cogido la costumbre de llevar algo para dibujar siempre encima.
—Me vendrá bien para distraer la mente un rato —explicó mientras buscaba una página en blanco sobre la que comenzar a trazar—. Es una criatura interesante de dibujar. Y, quien sabe, siempre podemos hacer publicidad mediante una campaña viral si lo convierto en el diseño para una camiseta —comentó con jocosidad.

Al final, visitar a Giz había sido la mejor decisión del día, superando incluso a pasarse por el barrio quemado para calmar sus instintos. Aunque no habían dejado de vivir juntos desde el mismo día que los cosecharon, desde que el asreniano se había convertido en un genemago experto y, en general, las rutinas de ambos habían cambiado, a veces echaba de menos simplemente pasar un rato agradable charlando con el que había sido su mejor amigo desde el principio. Y, aunque ya no fuese el único ni pasasen la misma cantidad de tiempo juntos, lo seguía siendo.

Al asreniano le parecía bien la idea de la repoblación de los subterráneos.

—Entonces, en cuanto me traigas esas nuevas muestras, me pondré manos a la obra. Tengo espacio de sobra y así le haré un favor a la ciudad—rió. La ciudad no le importaba, el verdadero favor se lo haría a Noel, Adara y el resto de criaturas de precios particulares con las que compartía una amistad.

De un salmo ligero, mandó de nuevo por los aires la plataforma de los titís rapaces y se detuvo justo a tiempo para no hacer lo mismo con la del “pegaso mutante”.

—Eso de viral no suena muy bien, pero yo pagaría por la camiseta —bromeó. El pobre pegaso no era muy útil con lo mal que pasaba el tiempo sobre él, pero a Giz le gustaba estéticamente.

Sin decir ni mu, el genemago retrocedió un par de pasos para ver cómo dibujaba el sueco. Como inepto dibujante que era, no podía evitar sentir cierta punzada de envidia, pero también algo de admiración. En Rocavarancolia en general y, en concreto, en el caso de Noel, las muestras artísticas más benignas tenían cierta retórica amarga que a Giz le fascinaba: Criaturas destructivas creando obras de arte completamente inocuas.

—A veces se me olvida lo bien que pintas —reconoció.

—Yo te dibujo lo que quieras en una camiseta si te compras una de estas como las que me regaló Toima —le aseguró estirando la suya propia en la que precisamente llevaba un dibujo hecho por él mismo.

>>No me extraña, la mayoría de las veces lo que dibujo no lo ve nadie más que yo —le dijo a Giz tras su comentario sonriendo agradecido por el cumplido.
Compartía aquellos pensamientos con el asreniano acerca de lo irónico que era que un monstruo se dedicase a hacer lo que él había denominado en una ocasión “cosas de persona” y realmente a veces se cuestionaba para qué quería seguir dibujando o tocar la batería. No le iba a resultar útil en absoluto en su día a día ya que no era lo suficientemente bueno como para sacar ningún beneficio real de ello. Ni siquiera tenía pensado tocar jamás en la taberna por mucho que dijese Vac, pero seguía dedicándose a ambas cosas con interés.

Una vez terminó el dibujo decidió que no podía posponer más su regreso. Le dio las gracias a Giz por todo y arrancó la página donde había estado dibujando a la creación del asreniano para dársela, ya que había manifestado que era de su agrado y se fue prometiéndole que dentro de no mucho volvería por allí para llevarle algunas muestras.

Sigue en Ochroria.

Miloslava se encontraba alimentando con guantes de goma a una suerte de roedor eléctrico cuando Giz apareció sin avisar en el laboratorio. Normalmente el asreniano se comunicaba con ellos antes de traslocarse, pero este no había sido el caso. Por ello, a pesar de que su semblante era casi tan inexpresivo como siempre, la rusa no dudó en preguntar:

—¿Todo bien? —la genetista pasaba practicamente todo el día en compañía del goliat y no tenía problemas para saber cómo funcionaba.

Se suponía que no volvía de ninguna misión problemática y, en un principio, no debían de haber motivos para que se encontrara demasiado mal. Sin embargo, Giz había avanzado hacia una pequeña pecera sin despegar el pico para saludar, nisiquiera se había volteado al escucharla, y ella sabia que su respuesta no le daría demasiada información tampoco.

—Espero que sí.

Miloslava no sonrió porque no sabía si era buen momento y volvió a insistir.

—¿Ha pasado algo? —Giz se giró por fin y dejó lo que traía entre manos.

—Al volver a casa —comenzó a explicar el goliat, explotando de golpe— me he encontrado con que alguien se ha colado y nos ha destrozado parte de los muebles y el huerto. Toima estaba herido leve y no hacía más que refunfuñar. Tania había desaparecido. Seguí su rastro hasta el establecimiento de Nía y no me responden ni a la puerta ni al comunicador. ¿Es que no se le puede dejar solo ni una noche?

—Bueno —Miloslava agachó la cabeza arrepentida de haber preguntado. No esperaba una situación tan grave—. Seguro que todo va bien, me lo dice mi sentido arácnido. Toima no se habría callado si a Tania le hubiera pasado algo, ¿no?

El goliat, que ya se conocía aquella broma del hombre araña, asintió y emitió algo parecido a una leve sonrisa. Respiró hondo y volvió a ponerse manos a la pecera. Estaba e acuerdo con la rusa: Toima no se habría callado algo tan grave y, fuera como fuese, Tania estaba con Nia y, por lo tanto, en buenas manos.

—Seguro que sí, dudo que lo hiciera —repitió Giz finalmente, antes de cambiar de tema de forma abrupta—¿Y Lean como va?

—Perfectamente, ahora está en la dragonera, dando de comer a las bestias.—Miloslava acarició la cabecilla del roedor que sujetaba y lo depositó en su jaula para acercarse a la pecera con la que trasteaba el asreniano, por si necesitaba ayuda— ¿Qué tal fue el viaje a Casa?

Giz procedió entonces a contarle su paso por la tierra natal de la rusa, ciego a la añoranza que esta sentía al escucharle, y le dió todas las cosas que Miloslava le había encargado. Su comunicador no tardaría en sonar de nuevo.

Una vez DL se marchó yo volví a la habitación. Supuse que Sombra estaría dormido así que entré sin hacer ruido, lo que no me esperaba era que el gato me saltase desde encima del armario, me dio un buen golpe en la cabeza y cayó al suelo con gracilidad, luego corrió a esconderse debajo del escritorio. Suspirando me dirigí a mi hamaca y me tiré sobre ella, no me costó absolutamente nada dormirme, el agotamiento me hizo caer en un profundo sueño.

Me desperté unas cuantas horas después por los maullidos del gato, me desperecé rápidamente y vi que entraba luz por la ventana, me pregunté qué hora sería. Parecía media tarde por la posición del sol.

Bajé con tranquilidad las escaleras y volví a subirlas con comida en una bandeja y más comida para Sombra. Mientras comía me puse a revisar que tenía todo lo que me había pedido el genemago, también revisé las cosas que iba a vender en el mercado y le dejé a Sombra más comida antes de irme hacia el laboratorio de Giz.

No me costó encontrar el lugar con las señas que tenía, me preguntaba qué tipo de criaturas tendría el genemago en aquel lugar. Al no ver nada para llamar golpeé la puerta con decisión. Me recibió su ayudante que me informó de que el asreniano había salido y que no sabía cuando volvería, dije de volver al día siguiente y me fui no sin antes despedirme.

Me pasé por el mercado y vendí parte de lo que me había llevado de casa por un buen precio, necesitaba cada rocavaro que pudiera conseguir, no sólo para pagarle a Giz, también para empezar a remodelar la casa. Volví a la torre y me dediqué a trabajar en el cartel que pondría por la ciudad anunciándome como médico. Ya era hora de empezar a trabajar para ganarme mi propio sustento y la verdad era que me sentía un poco rezagado, Shiz llevaba ya un tiempo trabajando y DL igual, no podía ser yo el único que no trabajase. En parte era eso y en parte que ya me sentía preparado.

Al día siguiente volví al laboratorio menos cargado que el día anterior y volví a golpear la puerta, si el día anterior me había funcionado igual en éste también.

La puerta había sido hechizada para que cualquier sonido lo suficientemente fuerte como para creer que se llamaba fuera proyectado en las habitaciones de trabajo. Giz comprobó de quién se trataba con las runas-cámara y abandonó la estancia para acercarse a la puerta. Un banco de peces de escamas plateadas emergió tras él y las risas de Lean y Miloslava se escucharon al fondo. Giz, ataviado con su bata blanca, susurró las palabras que abrían los portones sin hacer caso a las bromas.

—Buenos días, Enredo —saludó en su tono sobrio de siempre.

No preguntó, porque sabía exactamente a lo que venía.