Torreón Maciel (Archivo V)
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Jack
Dal
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Zarket
Rocavarancolia Rol
Alicia
Naeryan
Baurus
Poblo
LEC
Yber
Giniroryu
Red
Tak
Leonart
19 participantes
Página 2 de 83. • 1, 2, 3 ... 42 ... 83
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Torreón Maciel (Archivo V)
06/08/13, 02:56 pm
Recuerdo del primer mensaje :
El único que comentó fue el insectoide, mientras que tan solo se ganó las miradas reprobatorias de los demás. No tardó en contestar al clinger.
-Quizás no será agilidad en tu planeta, Kamen Rider. Pero en mi planeta la agilidad es lo que te permite, por ejemplo, minimizar el daño de una caida, el accionar ciertos aparatos, abrir algunos temas de conversacion o el poder cargar con más o menos peso... Eso solo en ocasiones, claro que luego está la fuerza.-meditó unos instantes.- Luego tambien, a veces, el tener agilidad, implica que puedes potenciar tu velocidad, pero solo si no sabes decir otra palabra que el nombre de tu especie... Es un concepto bastante raro...-
Tanto Lara Croft como el clon de geonosiano tuvieron una breve discusión sobre que camino tomar. Aunque le doliera, el clinger tenia razón sobre el tema, pero la propuesta de Lara Croft era ampliamente más interesante y divertida. No vaciló en aquella ocasion y tomó la inciativa, mientras todavia tenian la discusión reciente.
El joven ruso abrió el camino del grupo. Aunque el insecto alienigena habia desbaratado sus planes la otra vez, él ya sabia a donde se dirigian y el guiar al grupo no le costó mucho, sobretodo teniendo en cuenta que en cuanto se habia callado, todos habian decidido unanimemente pasar de él.
-Estupidos Heart Ratings...-dijo en voz baja, al comprobar lo bajos que estaban. La tabla se extendia en siete columnas y, más abajo de cada una, una cara simpática dibujada que representaba a cada uno de los miembros del grupo. Justo debajo de esta, habia un número. Las columnas se llenaban de corazoncitos palpitantes dependiendo de este y, en estos momentos el número en todos era cero o cercano a este.
>> ¿Por que no me quieren? Soy adorable hasta el estandar de adorabilidad mortal -3-
>> Parece que va a llevarte un tiempo el entender el porque.
Pronto logró vislumbrar, en la lejania, el que era su objetivo actual, a donde les estaba llevando. Era un lugar algo desolado y tétrico. El último piso parecia estar construido con huesos de algun animal gigantesco. Aquello le dio un escalofrío. Unos olores le llegaron a la nariz. Una mezcla de olores que no podia distinguir unos de otros, pero que no olia igual que el resto de la ciudad. Algo perplejo, se fijó en las múltiples aves que sobrevolaban el torreón.
-Hay un nido de pajarracos.-les señaló, para indicarles que la cantidad de aves que iban y venian al torreón no era normal. Un mal presentimiento se acogió dentro de él. No le gustaban los pájaros negros.
Atravesaron los muros, franquearon el portón roto y finalmente llegaron a la puerta. Por el patio, habia huesos enormes repartidos. Algo le decia que fuera lo que fuera que hubiera pasado en aquel lugar años atrás, habria merecido más de una historia buena y graciosa. Se apoyó en la puerta de la entrada, como para intentar forzarla de alguna manera, para descubrir que en verdad estaba abierta. La pesada puerta se abrio con un chirrido y les abrio al que seria su nuevo hogar durante los próximos meses.
El joven atravesó el umbral con la mandibula colgándole y una expresión de pasmo increible, al contemplar lo que contenia la primera sala. Casi sin pararse a respirar, agarró las escaleras de caracol e intentó escalar de ellas, extasiado por aquel lugar. El metal rechinó y le hizo quedarse congelado con un pie sobre la barandilla. Quizás no seria muy sabio subir las escaleras del modo divertido. Lentamente, bajó el pie y subió las escaleras, al principio con un poco de duda pero luego aceleró el paso, hasta que se convirtió en una carrera, otro juego más.
Se paseó por la segunda planta, explorándolo todo, las camas y el escritorio con la silla a toda velocidad, emocionado por descubrir aquel lugar, dejó escapar una risilla divertida. Corrió de vuelta por las escaleras y llamó a los demás por la escalera para que subieran tambien para, a continuación, volver a retomar la subida por las escaleras como un crio que iba a abrir sus regalos de navidad.
Llego al tercer piso y no pudo hacer otra cosa que dar saltitos y retozar de felicidad. Aquella parecia ser un piso dedicado a entrenamiento. Asi que dedujo que pensaban, como mínimo, darles las herramientas para entrenar. Feliz, no tardó mucho en explorar el resto de aquel piso, porque de verdad tenia ganas de subir a la cuarta y última planta.
Cuando llegó, vio lo que esperaba ver. Infinitud de pájaros negros apuntando sus pares de ojos hacia el enclenque joven, intentando analizarle para saber si era una amenaza. Dejó escapar un grito ahogado de una mezcla de sorpresa y terror para entonces retroceder sobre sus pasos.
Bajó las escaleras, positivamente más feliz de poder alejarse de aquella cuarta planta cuanto antes y avisó a todos los que encontró que no debian acercarse a la cuarta planta, para luego describirles lo que vio.
Finalmente, de nuevo en la planta baja, se giró hacia los que estaban ahí presentes.
-¡Tenemos camas y un piso de entrenamiento! ¡Y hasta puede que un remake malillo de una peli de las de Hitchcock! ¿Habeis encontrado algo interesante por aquí abajo?-
El único que comentó fue el insectoide, mientras que tan solo se ganó las miradas reprobatorias de los demás. No tardó en contestar al clinger.
-Quizás no será agilidad en tu planeta, Kamen Rider. Pero en mi planeta la agilidad es lo que te permite, por ejemplo, minimizar el daño de una caida, el accionar ciertos aparatos, abrir algunos temas de conversacion o el poder cargar con más o menos peso... Eso solo en ocasiones, claro que luego está la fuerza.-meditó unos instantes.- Luego tambien, a veces, el tener agilidad, implica que puedes potenciar tu velocidad, pero solo si no sabes decir otra palabra que el nombre de tu especie... Es un concepto bastante raro...-
Tanto Lara Croft como el clon de geonosiano tuvieron una breve discusión sobre que camino tomar. Aunque le doliera, el clinger tenia razón sobre el tema, pero la propuesta de Lara Croft era ampliamente más interesante y divertida. No vaciló en aquella ocasion y tomó la inciativa, mientras todavia tenian la discusión reciente.
El joven ruso abrió el camino del grupo. Aunque el insecto alienigena habia desbaratado sus planes la otra vez, él ya sabia a donde se dirigian y el guiar al grupo no le costó mucho, sobretodo teniendo en cuenta que en cuanto se habia callado, todos habian decidido unanimemente pasar de él.
-Estupidos Heart Ratings...-dijo en voz baja, al comprobar lo bajos que estaban. La tabla se extendia en siete columnas y, más abajo de cada una, una cara simpática dibujada que representaba a cada uno de los miembros del grupo. Justo debajo de esta, habia un número. Las columnas se llenaban de corazoncitos palpitantes dependiendo de este y, en estos momentos el número en todos era cero o cercano a este.
>> ¿Por que no me quieren? Soy adorable hasta el estandar de adorabilidad mortal -3-
>> Parece que va a llevarte un tiempo el entender el porque.
Pronto logró vislumbrar, en la lejania, el que era su objetivo actual, a donde les estaba llevando. Era un lugar algo desolado y tétrico. El último piso parecia estar construido con huesos de algun animal gigantesco. Aquello le dio un escalofrío. Unos olores le llegaron a la nariz. Una mezcla de olores que no podia distinguir unos de otros, pero que no olia igual que el resto de la ciudad. Algo perplejo, se fijó en las múltiples aves que sobrevolaban el torreón.
-Hay un nido de pajarracos.-les señaló, para indicarles que la cantidad de aves que iban y venian al torreón no era normal. Un mal presentimiento se acogió dentro de él. No le gustaban los pájaros negros.
Atravesaron los muros, franquearon el portón roto y finalmente llegaron a la puerta. Por el patio, habia huesos enormes repartidos. Algo le decia que fuera lo que fuera que hubiera pasado en aquel lugar años atrás, habria merecido más de una historia buena y graciosa. Se apoyó en la puerta de la entrada, como para intentar forzarla de alguna manera, para descubrir que en verdad estaba abierta. La pesada puerta se abrio con un chirrido y les abrio al que seria su nuevo hogar durante los próximos meses.
El joven atravesó el umbral con la mandibula colgándole y una expresión de pasmo increible, al contemplar lo que contenia la primera sala. Casi sin pararse a respirar, agarró las escaleras de caracol e intentó escalar de ellas, extasiado por aquel lugar. El metal rechinó y le hizo quedarse congelado con un pie sobre la barandilla. Quizás no seria muy sabio subir las escaleras del modo divertido. Lentamente, bajó el pie y subió las escaleras, al principio con un poco de duda pero luego aceleró el paso, hasta que se convirtió en una carrera, otro juego más.
Se paseó por la segunda planta, explorándolo todo, las camas y el escritorio con la silla a toda velocidad, emocionado por descubrir aquel lugar, dejó escapar una risilla divertida. Corrió de vuelta por las escaleras y llamó a los demás por la escalera para que subieran tambien para, a continuación, volver a retomar la subida por las escaleras como un crio que iba a abrir sus regalos de navidad.
Llego al tercer piso y no pudo hacer otra cosa que dar saltitos y retozar de felicidad. Aquella parecia ser un piso dedicado a entrenamiento. Asi que dedujo que pensaban, como mínimo, darles las herramientas para entrenar. Feliz, no tardó mucho en explorar el resto de aquel piso, porque de verdad tenia ganas de subir a la cuarta y última planta.
Cuando llegó, vio lo que esperaba ver. Infinitud de pájaros negros apuntando sus pares de ojos hacia el enclenque joven, intentando analizarle para saber si era una amenaza. Dejó escapar un grito ahogado de una mezcla de sorpresa y terror para entonces retroceder sobre sus pasos.
Bajó las escaleras, positivamente más feliz de poder alejarse de aquella cuarta planta cuanto antes y avisó a todos los que encontró que no debian acercarse a la cuarta planta, para luego describirles lo que vio.
Finalmente, de nuevo en la planta baja, se giró hacia los que estaban ahí presentes.
-¡Tenemos camas y un piso de entrenamiento! ¡Y hasta puede que un remake malillo de una peli de las de Hitchcock! ¿Habeis encontrado algo interesante por aquí abajo?-
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
06/08/13, 08:43 pm
Fue la pelirroja con el parche la primera en contestarle. Al parecer habia estado andando por la cocina, buscando cualquier cosa útil, o por lo menos comida. Los ojos del ruso se iluminaron ante la idea de la comida, pues se moria de hambre. Pero al recibir la negativa de la chica, se quedó cabizbajo, al mismo tiempo que un potente rugido salia de su estómago. Posó la mano en este y guardó las lágrimas para otro momento.
La siguiente en contar lo que habia visto era la ordesa de nombre Lara Croft. Aseguraba haber estado en el sótano y haber encontrado lo que parecia ser una armeria. El chico de pelo cobrizo casi pega un salto en el sitio al oir eso. Emocionado, su tono de voz se volvio a disparar.
-¿¡En serio!?-exclamó y a continuación un grito ahogado de emoción afloró en su garganta. Comenzó a dar saltitos, inquieto.-¡Me encantan las armas! ¡Yo las coleccionaba allá en mi planeta!-pero no tardó en corregirse.- No era de los que las usaba para herir gente... Hay mucha historia y tecnologia en el empeño de crear armas. Eso es muy interesante.-dijo con una risilla algo nerviosa.
Parecieron exponer en común sus ideas sobre la comida y el significado tras muchas de las palabras que los dos líderes de gimnasio habian pronunciado minutos antes, en la fuente de Salazar Slytherin. El joven aprendiz decidio quedarse callado mientras cada uno exponia sus teorias y ofrecia sus ideas, algunas de ellas más acertadas que otras, a ojos del chico, pero igualmente, con buenas intenciones. Cruzado de brazos asintio para despues sacar a relucir otra sonrisa animada.
-¡Está todo hablado entonces! ¡A por la comida!-dijo, poniendo ya un pie en la calle, pero eventualmente deteniendose para que nadie del grupo que fuera a salir en busca de la comida se quedara atrás. El clinger no se lo pensó dos veces y salio el primero, sin esperar a los demás. Esto causó que aparecieran un par de arrugas en el entrecejo del humano antes de girarse a los demás que venian.
-¡Y bueno, si al final son lo que dicen que son, no voy a ser yo el que se quede sin probar la comida local!-dijo de broma para luego romper a reir en otra de sus risas de mono, que empezaba a ser un trato en él.
-¡Vamos! ¡Me muero de ganas de volver con la comida ya para llenar el buche y revisar esa armeria!-les dijo a los demás mientras salian por la puerta.
Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.
La siguiente en contar lo que habia visto era la ordesa de nombre Lara Croft. Aseguraba haber estado en el sótano y haber encontrado lo que parecia ser una armeria. El chico de pelo cobrizo casi pega un salto en el sitio al oir eso. Emocionado, su tono de voz se volvio a disparar.
-¿¡En serio!?-exclamó y a continuación un grito ahogado de emoción afloró en su garganta. Comenzó a dar saltitos, inquieto.-¡Me encantan las armas! ¡Yo las coleccionaba allá en mi planeta!-pero no tardó en corregirse.- No era de los que las usaba para herir gente... Hay mucha historia y tecnologia en el empeño de crear armas. Eso es muy interesante.-dijo con una risilla algo nerviosa.
Parecieron exponer en común sus ideas sobre la comida y el significado tras muchas de las palabras que los dos líderes de gimnasio habian pronunciado minutos antes, en la fuente de Salazar Slytherin. El joven aprendiz decidio quedarse callado mientras cada uno exponia sus teorias y ofrecia sus ideas, algunas de ellas más acertadas que otras, a ojos del chico, pero igualmente, con buenas intenciones. Cruzado de brazos asintio para despues sacar a relucir otra sonrisa animada.
-¡Está todo hablado entonces! ¡A por la comida!-dijo, poniendo ya un pie en la calle, pero eventualmente deteniendose para que nadie del grupo que fuera a salir en busca de la comida se quedara atrás. El clinger no se lo pensó dos veces y salio el primero, sin esperar a los demás. Esto causó que aparecieran un par de arrugas en el entrecejo del humano antes de girarse a los demás que venian.
-¡Y bueno, si al final son lo que dicen que son, no voy a ser yo el que se quede sin probar la comida local!-dijo de broma para luego romper a reir en otra de sus risas de mono, que empezaba a ser un trato en él.
-¡Vamos! ¡Me muero de ganas de volver con la comida ya para llenar el buche y revisar esa armeria!-les dijo a los demás mientras salian por la puerta.
Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
06/08/13, 09:27 pm
La palabra «adecentarlo» pronunciada por la del pelo rojo y larguísimo le dolió en los oídos. ¿Cómo se podía adecentar aquello? Al menos la cocina estaba equipada, y había más cosas que ver, como habían ido comentando todos los que se habían puesto a explorar el torreón. Él mismo se apartó un momento para echar un vistazo rápido a la armería, repleta de armas que conocía si acaso de algún videojuego, y otras que no había visto en su vida. También subió por las escaleras, preguntándose si en aquel mundo existían los ascensores, y echó un vistazo a las habitaciones, al baño –notando que allí tan solo se iban a poder bañar–, y al piso rematado por unos costillares gigantes que daban un ambiente tétrico. Allí anidaban los pajarracos que tan bien habían recibido al insecto gigante, así que bajó prácticamente nada más haberse asomado. En la lejanía se oía un cántico que le hizo asomarse a una ventana cubierta de telarañas. Lo poco que pudo oír hablaba de las cosas más extrañas que hubiera escuchado jamás como si fueran manjares deliciosos, aunque muchas ni siquiera sabía qué eran. Le llegaron las voces del piso inferior y al bajar encontró a los demás diciendo que debían seguir a aquel artilugio volador. El bicho y el gritón ni siquiera tuvieron que pensárselo. Él tampoco se lo pensó mucho, en realidad, porque sospechaba que quedarse implicaba limpiar el torreón, y si se moría de ganas por algo, era por comida. Todavía le preocupaba no haber visto un baño real en todo el torreón, y le faltaba explorar el patio, pero los otros dos se marchaban con tanta prisa que no quería quedarse atrás. Dejó a la araña sobre una mesa y los siguió a paso ligero.
—Yo voy con ellos —anunció señalándolos.
Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.
—Yo voy con ellos —anunció señalándolos.
Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
06/08/13, 11:17 pm
La mayoría parecía dispuesta a salir tras aquellas bañeras voladoras, pero al ver la cantidad de trabajo que tenía a su alrededor, la pelirroja declinó la tarea de ir a por la comida en el resto de sus compañeros, al menos aquella vez.
-La historia siempre es interesante -dijo apresuradamente cuando oyó el comentario de Shaco sobre las armas, tras lo que empezó a divagar-. Es cierto que la tecnología armamentística de un pueblo cuenta mucho sobre él, pero también hay que tener en cuenta otros factores. Las sociedades y las formas de gobierno influyen en la dirección que dichos... -se cayó al darse cuenta de la espontaneidad de la que había hecho gala y de lo poco que tenía que ver con las palabras del humano, por lo que les dedicó una sonrisa incómoda de disculpa a sus compañeros. Siempre que surgían temas históricos la pelirroja no podía evitar saltar, pero no era el mejor momento.
Cuando el grupo que se formó para ir tras la la bañera hubo partido, Keiria se puso en movimiento sin mediar palabra, acostumbrada como estaba a hacer las cosas por su cuenta. No tardó encontrar un pequeño armario en el que había varios útiles de limpieza: escobas, fregonas, trapos y cubos. El agua era un problema, pero recordó que alguien había mencionado un pozo en el patio y hacia allí fue con un par de cubos en cada mano, sacando una buena cantidad de agua del pozo y regresando al interior con su carga. Iba a llevarle un buen rato, pero esperaba tener adecentada aquella planta antes de volvieran con la comida, y con esta idea se puso a trabajar.
Keiria dejó su camisa roja en el respaldo de una de las sillas, quedándose con la camiseta de tirantes, y se anudo un trapo en la nunca, cubriéndose la nariz y la boca para no tragar polvo. Armada con unos cuantos trapos, la chica se dedicó a eliminar sistemáticamente el polvo de todos los muebles y rincones, deshaciéndose de las telarañas que colgaban de las esquinas de los techos ayudándose de un par de palos de escoba atados entre si con unos trapos en el extremo. Dejó impolutos todos los cacharros de la cocina, poniendo en orden la encimera y los fogones, y colocó todo de forma que fuera accesible para el cocinero y no tuviera que rebuscar demasiado. Barrió toda la planta baja, esquivando con soltura a Lara y a Ippon para no molestarles, y sacó toda la mugre que reunió al patio, echándola al foso sin demasiados miramientos. Se tomó unos instantes de respiro antes de continuar, tras los cuales volvió al ataque.
Mientras fregaba el suelo de piedra para mantener la estancia fresca y asentar el poco polvo que podía quedar, la ulterana estaba dedicando gran parte de su mente a imaginar las aplicaciones que podían tener los brazos de Archi y Cío, y gracias a las palabras de Shaco, a la utilidad armamentística que supondría tener órganos bioeléctricos. Keiria tendía a divagar cuando estaba ocupada con tareas mecánicas, y aquellos pensamientos eran una muestra de ello.
-La historia siempre es interesante -dijo apresuradamente cuando oyó el comentario de Shaco sobre las armas, tras lo que empezó a divagar-. Es cierto que la tecnología armamentística de un pueblo cuenta mucho sobre él, pero también hay que tener en cuenta otros factores. Las sociedades y las formas de gobierno influyen en la dirección que dichos... -se cayó al darse cuenta de la espontaneidad de la que había hecho gala y de lo poco que tenía que ver con las palabras del humano, por lo que les dedicó una sonrisa incómoda de disculpa a sus compañeros. Siempre que surgían temas históricos la pelirroja no podía evitar saltar, pero no era el mejor momento.
Cuando el grupo que se formó para ir tras la la bañera hubo partido, Keiria se puso en movimiento sin mediar palabra, acostumbrada como estaba a hacer las cosas por su cuenta. No tardó encontrar un pequeño armario en el que había varios útiles de limpieza: escobas, fregonas, trapos y cubos. El agua era un problema, pero recordó que alguien había mencionado un pozo en el patio y hacia allí fue con un par de cubos en cada mano, sacando una buena cantidad de agua del pozo y regresando al interior con su carga. Iba a llevarle un buen rato, pero esperaba tener adecentada aquella planta antes de volvieran con la comida, y con esta idea se puso a trabajar.
Keiria dejó su camisa roja en el respaldo de una de las sillas, quedándose con la camiseta de tirantes, y se anudo un trapo en la nunca, cubriéndose la nariz y la boca para no tragar polvo. Armada con unos cuantos trapos, la chica se dedicó a eliminar sistemáticamente el polvo de todos los muebles y rincones, deshaciéndose de las telarañas que colgaban de las esquinas de los techos ayudándose de un par de palos de escoba atados entre si con unos trapos en el extremo. Dejó impolutos todos los cacharros de la cocina, poniendo en orden la encimera y los fogones, y colocó todo de forma que fuera accesible para el cocinero y no tuviera que rebuscar demasiado. Barrió toda la planta baja, esquivando con soltura a Lara y a Ippon para no molestarles, y sacó toda la mugre que reunió al patio, echándola al foso sin demasiados miramientos. Se tomó unos instantes de respiro antes de continuar, tras los cuales volvió al ataque.
Mientras fregaba el suelo de piedra para mantener la estancia fresca y asentar el poco polvo que podía quedar, la ulterana estaba dedicando gran parte de su mente a imaginar las aplicaciones que podían tener los brazos de Archi y Cío, y gracias a las palabras de Shaco, a la utilidad armamentística que supondría tener órganos bioeléctricos. Keiria tendía a divagar cuando estaba ocupada con tareas mecánicas, y aquellos pensamientos eran una muestra de ello.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 12:20 am
Archime se distrajo momentáneamente de los artilugios voladores al escuchar a Shaco hablar sobre armas. Por lo visto aquel torreón estaba equipado con una considerable cantidad de útiles armamentísticos, atendiendo a las palabras de Shaco y Keiriarei acerca del tema. La mente del ingeniero comenzó a elaborar diferentes hipótesis sobre lo que aquello podía significar, y la palabra peligro aparecía en ellas con demasiada frecuencia. Sacudió la cabeza ligeramente, si querían que sobrevivieran no les dejarían en tan precarias condiciones, ¿verdad? Al fin y al cabo, salvo Xalkoth que llevaba unos cuchillos curvos colgando ninguno parecía saber manejarlas y no tendría sentido que los eligiesen si el objetivo era sobrevivir. En cualquier caso y por contraproducente que pudiese resultar, el irrense necesitaba comprobar con sus propios ojos cuán acertadas eran sus hipótesis y conocer el lugar y el modo en el que podían abastercerse de alimento.
Por otro lado estaba el terrible cansancio que sentía. Y es por ello que sopesó permanecer en el torreón en esta ocasión, ya que muy probablemente el suministro de comida fuese diario y podría unirse al grupo al día siguiente, pero cuando Keiriarei expuso sus intenciones de adecentar aquel lugar, tuvo un breve instante de pánico. Él no sabía limpiar, Sorrina lo hacía por él. El pensamiento de tener que realizar una tarea para la cual carecía de la habilidad necesaria le hizo tomar la decisión de acompañar a los que salían, a pesar de que sentía que necesitaba sentarse y entretenerse construyendo algo o seguir programando en su ordenador.
—Me uno a la expedición —anunció sin mirar a nadie y con un tono de voz neutro y moderado, saliendo justo detrás de Cío.
Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.
Por otro lado estaba el terrible cansancio que sentía. Y es por ello que sopesó permanecer en el torreón en esta ocasión, ya que muy probablemente el suministro de comida fuese diario y podría unirse al grupo al día siguiente, pero cuando Keiriarei expuso sus intenciones de adecentar aquel lugar, tuvo un breve instante de pánico. Él no sabía limpiar, Sorrina lo hacía por él. El pensamiento de tener que realizar una tarea para la cual carecía de la habilidad necesaria le hizo tomar la decisión de acompañar a los que salían, a pesar de que sentía que necesitaba sentarse y entretenerse construyendo algo o seguir programando en su ordenador.
—Me uno a la expedición —anunció sin mirar a nadie y con un tono de voz neutro y moderado, saliendo justo detrás de Cío.
Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 01:23 am
Lara pasó un buen rato a solas desde que entró en la habitación. Tras acabar de improvisar unos pañales nuevos, jugó unos minutos con los retoños que habían despertado y luego los volvió a dejar en la seguridad de su marsupio. Una vez que se adjudicó una cama, se dedicó a sacar las sábanas y agitarlas en el pasillo para sacudir el polvo de encima. En cuanto las adecentó un poco, volvió a ponerlas en su sitio, agarró las mudas sucias con cuidado de no mancharse y bajó con ellas. Al atravesar por la planta baja, vio de reojo como el más pequeño de los soldados trasteaba con cosas raras.
Tras deshacerse de los pañales, volvió dentro y se acercó a Ippon con actitud curiosa. De los tres de su clase, era el único que no llevaba armadura en los brazos, y por la altura debía de ser el más pequeño de todos. Se quedó mirando extrañada cómo pintaba en el aire y, con muy poco disimulo, se sentó al lado. Mientras le observaba trabajar, Lara divagaba mentalmente en por qué hocicos habían salido casi todos si lo que hacía falta era precisamente darse prisa <<Ha salido hasta el regordete…>>. Estaba claro que ese chico no necesitaba abuela. De vuelta con su examen de las facciones del pequeño y, tras compararlas con lo que recordaba de los otros dos, no pudo evitar interrumpirle.
-¿Cuántos años tienes, Soldadito?-preguntó. La vena materna que llevaba dentro la obligaba a preocuparse. Ella ya tenía trece años y una edad mental lo suficientemente madura como para hacerse cargo de sus niños, pero si no se equivocaba, Ippon era demasiado pequeño-. Por cierto, ¿qué es eso que haces en el aire? ¿Es algún tipo de afinidad o solo es algún truco de ilusionismo currado?-además de su vena maternal, Lara no podía evitar meter el hocico en lo le olía tanto a afinidad artística.
Un poco después, Lara vio entrar al tipo que les había ido siguiendo de lejos, el mono que no había hablado y que exhibía su calvicie corporal.
-¡Hey, tú!-lo llamó-. Si piensas quedarte aquí, estaría bien que nos dijeras tu nombre, ¿no te parece? Está mal ir haciéndole el cero a la gente-para evitar que se tomara su apelación a mal, cundió con el ejemplo-. El mío es Lara 37, Lara para los vagos y Lara Croft para el tal Shaco.
De vez en cuando veía pasar a Keiria con utensilios de limpieza, llegando al punto de que barrió ella sola toda la planta baja. Lara se sintió un poco culpable por no estar ayudándola, pero tampoco demasiado. Socializar era una buena excusa.
Tras deshacerse de los pañales, volvió dentro y se acercó a Ippon con actitud curiosa. De los tres de su clase, era el único que no llevaba armadura en los brazos, y por la altura debía de ser el más pequeño de todos. Se quedó mirando extrañada cómo pintaba en el aire y, con muy poco disimulo, se sentó al lado. Mientras le observaba trabajar, Lara divagaba mentalmente en por qué hocicos habían salido casi todos si lo que hacía falta era precisamente darse prisa <<Ha salido hasta el regordete…>>. Estaba claro que ese chico no necesitaba abuela. De vuelta con su examen de las facciones del pequeño y, tras compararlas con lo que recordaba de los otros dos, no pudo evitar interrumpirle.
-¿Cuántos años tienes, Soldadito?-preguntó. La vena materna que llevaba dentro la obligaba a preocuparse. Ella ya tenía trece años y una edad mental lo suficientemente madura como para hacerse cargo de sus niños, pero si no se equivocaba, Ippon era demasiado pequeño-. Por cierto, ¿qué es eso que haces en el aire? ¿Es algún tipo de afinidad o solo es algún truco de ilusionismo currado?-además de su vena maternal, Lara no podía evitar meter el hocico en lo le olía tanto a afinidad artística.
Un poco después, Lara vio entrar al tipo que les había ido siguiendo de lejos, el mono que no había hablado y que exhibía su calvicie corporal.
-¡Hey, tú!-lo llamó-. Si piensas quedarte aquí, estaría bien que nos dijeras tu nombre, ¿no te parece? Está mal ir haciéndole el cero a la gente-para evitar que se tomara su apelación a mal, cundió con el ejemplo-. El mío es Lara 37, Lara para los vagos y Lara Croft para el tal Shaco.
De vez en cuando veía pasar a Keiria con utensilios de limpieza, llegando al punto de que barrió ella sola toda la planta baja. Lara se sintió un poco culpable por no estar ayudándola, pero tampoco demasiado. Socializar era una buena excusa.
- Baurus
Ficha de cosechado
Nombre: Baurus
Especie: Terrícola
Habilidades: Agilidad, Rapidez mental, Nociones de lucha
Personajes : Baurus Takanashi
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 02:12 am
Había bastante movimiento en el torreón. Varios salieron de él con prisas, incluyendo al "Chico Mono", que no paraba de dar brincos. Cuando veía a alguien aproximarse, me alejaba de la entrada para evitar contacto cualquier visual con él. Parece que simplemente pasan de mí. Será mejor mantenerme igual. Cuando la entrada ya estaba despejada, volvía a mi antigua posición y seguía observándolo todo.
De pronto todo se tranquilizó. Los que se quedaron dentro permanecían, y los que salieron no volvían. Al final tendré que entrar joder... Todo iba perfectamente hasta que alguien del grupo decidió por fin estropear mis planes. Se dirigió a mi con fiereza, casi pareciendo cabreada. Oh... Genial... A la mierda todo... Tendría que haberme quedado fuera. Agaché la cabeza, y desvié la mirada a donde procedía aquella voz. Estaba sentada al lado de otro de los del grupo del que no me fijé, solamente clavé mi mirada en ella. Era un niño más del grupo. Esta vez chica y parecía más pequeña que el otro que vi. Tenía un disfraz muy peculiar y trabajado. Casi parecía real. Me preguntó por mi nombre. Mierda... ¿Querrá asegurarse que no soy del grupo? No sé que demonios decir... Aparté mi mirada de ella y la fijé en el suelo del torreón, mientras me rascaba ligeramente mi torso al descubierto. Piensa joder, piensa... Desvié de nuevo mi mirada de nuevo a ella, había dicho su nombre, y su... "¿Mote?" ¿Lara 37?... Será el nombre de su personaje... al igual que el tal Shaco. La cosa es que decir ahora joder... Si le digo mi nombre real sabrá perfectamente que no soy del grupo, y si me callo lo sospechará también. No tengo ninguna alternativa... La niña disfrazada se impacientaba por una respuesta.
Tranquilo... Respiré hondo. Recuerda, solamente actúa amigable, solamente actúa. Quizás si ve que no tengo malas intenciones no dirá nada. Tranquilo, acércate a la pequeña con normalidad y una gran sonrisa y todo perfecto...
Dicho aquello, levanté la cabeza, y con una ligera sonrisa, me acerqué a ella poco a poco. Cuando ya nos separaban pocos metros, elevé mi mano en señal de saludo. ¡Hola! Pues soy Baurus Takanashi, y la verdad no se qué... ha... go... aquí... Me paré en seco y bajé mi mano lentamente. Di un paso para atrás inconscientemente. Las manos me comenzaron a temblar, abrí la boca ligeramente para expulsar aire retenido, y abrí los ojos completamente. Qué... Cojones... Mis piernas flaqueaban, y mis pequeños pasos hacia atrás aumentaron. Eso... No es un puto disfraz... Donde cojones estoy... Qué coño es esa cosa... Mis piernas fallaron al fin, y caí al suelo, sin apartar la vista de ella.
De pronto todo se tranquilizó. Los que se quedaron dentro permanecían, y los que salieron no volvían. Al final tendré que entrar joder... Todo iba perfectamente hasta que alguien del grupo decidió por fin estropear mis planes. Se dirigió a mi con fiereza, casi pareciendo cabreada. Oh... Genial... A la mierda todo... Tendría que haberme quedado fuera. Agaché la cabeza, y desvié la mirada a donde procedía aquella voz. Estaba sentada al lado de otro de los del grupo del que no me fijé, solamente clavé mi mirada en ella. Era un niño más del grupo. Esta vez chica y parecía más pequeña que el otro que vi. Tenía un disfraz muy peculiar y trabajado. Casi parecía real. Me preguntó por mi nombre. Mierda... ¿Querrá asegurarse que no soy del grupo? No sé que demonios decir... Aparté mi mirada de ella y la fijé en el suelo del torreón, mientras me rascaba ligeramente mi torso al descubierto. Piensa joder, piensa... Desvié de nuevo mi mirada de nuevo a ella, había dicho su nombre, y su... "¿Mote?" ¿Lara 37?... Será el nombre de su personaje... al igual que el tal Shaco. La cosa es que decir ahora joder... Si le digo mi nombre real sabrá perfectamente que no soy del grupo, y si me callo lo sospechará también. No tengo ninguna alternativa... La niña disfrazada se impacientaba por una respuesta.
Tranquilo... Respiré hondo. Recuerda, solamente actúa amigable, solamente actúa. Quizás si ve que no tengo malas intenciones no dirá nada. Tranquilo, acércate a la pequeña con normalidad y una gran sonrisa y todo perfecto...
Dicho aquello, levanté la cabeza, y con una ligera sonrisa, me acerqué a ella poco a poco. Cuando ya nos separaban pocos metros, elevé mi mano en señal de saludo. ¡Hola! Pues soy Baurus Takanashi, y la verdad no se qué... ha... go... aquí... Me paré en seco y bajé mi mano lentamente. Di un paso para atrás inconscientemente. Las manos me comenzaron a temblar, abrí la boca ligeramente para expulsar aire retenido, y abrí los ojos completamente. Qué... Cojones... Mis piernas flaqueaban, y mis pequeños pasos hacia atrás aumentaron. Eso... No es un puto disfraz... Donde cojones estoy... Qué coño es esa cosa... Mis piernas fallaron al fin, y caí al suelo, sin apartar la vista de ella.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 01:14 pm
Cuando los que iban a buscar la comida salieron de torreón, Ippon se sentó en uno de los sofás, sin tener pensado moverse de allí por el momento y abrió el programa de dibujo en su ordenador. Sabía de memoria todas las funciones y por eso no le preocupaba el no entender lo que ponía, pero odiaba no hacerlo. Dibujó a Lara 37 lo mejor que supo, entreteniéndose en los detalles. Cuando la chica se sentó a su lado, apenas había empezado a colorear. Decidió ignorar que ella estaba allí y acabar de colorear el dibujo, pero ella comenzó a hacerle preguntas.
La primera le hizo fruncir el ceño. —Me llamo Ippon, no Soldadito —le recordó, antes de contestar a la pregunta—Y tengo nueve años.
Siguió coloreando el dibujo fijándose en Lara, intentando imitar con la mayor fidelidad posible la realidad. —Es un programa de dibujo. El ordenador proyecta un holograma en el que se puede dibujar, escribir o jugar a un videojuego. Se pueden hacer más cosas, claro, pero necesitas el programa adecuado —«Y entender lo que pone». La explicación no serviría para nada y lo supuso debido a que ella pertenecía a otro mundo— ¿No tenéis ordenadores en tu mundo? ¿Y cómo os divertís entonces?
Sin embargo no esperó la respuesta y se centró en acabar el dibujo para poder enseñárselo a la chica. Cuando lo acabó, le enseñó el holograma a Lara con una sonrisa. —¿Te gusta? Se supone que eres tú, pero me ha quedado algo raro… —se encogió de hombros. Era la primera figura del mundo de la chica que dibujaba y no esperaba que fuese perfecta.
Entonces, aquel chico que los había estado siguiendo entró. Lara se presentó y él hizo lo propio, mientras Ippon guardaba en la memoria de su ordenador el dibujo con un nombre sin sentido debido a no entender el idioma. —Hola, Baurus. Yo soy Ippon —se presentó, tranquilamente—¿De dónde eres? —«Desde luego no de Irraria».
La primera le hizo fruncir el ceño. —Me llamo Ippon, no Soldadito —le recordó, antes de contestar a la pregunta—Y tengo nueve años.
Siguió coloreando el dibujo fijándose en Lara, intentando imitar con la mayor fidelidad posible la realidad. —Es un programa de dibujo. El ordenador proyecta un holograma en el que se puede dibujar, escribir o jugar a un videojuego. Se pueden hacer más cosas, claro, pero necesitas el programa adecuado —«Y entender lo que pone». La explicación no serviría para nada y lo supuso debido a que ella pertenecía a otro mundo— ¿No tenéis ordenadores en tu mundo? ¿Y cómo os divertís entonces?
Sin embargo no esperó la respuesta y se centró en acabar el dibujo para poder enseñárselo a la chica. Cuando lo acabó, le enseñó el holograma a Lara con una sonrisa. —¿Te gusta? Se supone que eres tú, pero me ha quedado algo raro… —se encogió de hombros. Era la primera figura del mundo de la chica que dibujaba y no esperaba que fuese perfecta.
Entonces, aquel chico que los había estado siguiendo entró. Lara se presentó y él hizo lo propio, mientras Ippon guardaba en la memoria de su ordenador el dibujo con un nombre sin sentido debido a no entender el idioma. —Hola, Baurus. Yo soy Ippon —se presentó, tranquilamente—¿De dónde eres? —«Desde luego no de Irraria».
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 02:32 pm
Lara asintió ante la queja del irrense sobre su nombre y sonrió con ternura al escuchar cuantos años tenía. <<Es un pimpollito..>>. Inconscientente, la ordesa lo puso en su punto de mira materno. El resto parecían de la edad de la propia Lara o incluso mayores (luego estaba el bicho, sobre quien no podía aventurar nada), pero este era un pequeñín, incluso aunque tristemente le superara en altura. Lo escuchó explicarse y de vez en cuando puso cara de estar entendiéndolo, aunque no se estuviera enterando de casi nada. Apenas conocía las palabras que estaba usando, pero se quedó con lo básico: el niño estaba dibujando en un aparato y no había ningún tipo de magia o afinidad relacionada.
-En mi casa solemos pintar en folios, no tenemos todavía lapiceros para el aire-comentó divertida. Lo cierto es que esos aparatos llamaban su atención, pero ni siquiera parecían fáciles de manipular, así que prefería no plantearse su uso siquiera-. También jugamos en la calle con otros niños u organizamos juegos de rol por todo el pueblo o las afueras-sacó de su bolsillo la moneda y los dados que le regalaron sus padres a los cinco años-. Usamos esto-lanzó la moneda al aire y la atrapó ágilmente, para guardarlo todo de nuevo, sin mirar el resultado. Las manos eran la única parte del rechoncho cuerpo de Lara que permanecían ágiles. Además del cerebro, si se le preguntaba. Al ver el dibujo del muchacho y escucharle decir que era ella, a Lara se le escapó un “awww”. Y lo cierto era que el niño pintaba mejor de lo que ella lo haría nunca-. Pues fíjate, creo que me favorece y todo. Salgo más guapa y delgada; aunque ojo, yo soy capaz de llevar con estilo hasta los michelines-bromeó, llevándose las manos a ambos lados del marsupio.
Lo que sí sorprendió a la ordesa fue la reacción del recién presentado Baurus. <<Con razón no hablaba, si se le van las fuerzas por la boca…>>.
-Va, levanta muchacho-se acercó a él y le tendió una mano-. Vale que no sea la mujer más agraciada de todos los Pezones, pero esa no es razón para poner tal cara de espanto. ¿Te encuentras bien?
-En mi casa solemos pintar en folios, no tenemos todavía lapiceros para el aire-comentó divertida. Lo cierto es que esos aparatos llamaban su atención, pero ni siquiera parecían fáciles de manipular, así que prefería no plantearse su uso siquiera-. También jugamos en la calle con otros niños u organizamos juegos de rol por todo el pueblo o las afueras-sacó de su bolsillo la moneda y los dados que le regalaron sus padres a los cinco años-. Usamos esto-lanzó la moneda al aire y la atrapó ágilmente, para guardarlo todo de nuevo, sin mirar el resultado. Las manos eran la única parte del rechoncho cuerpo de Lara que permanecían ágiles. Además del cerebro, si se le preguntaba. Al ver el dibujo del muchacho y escucharle decir que era ella, a Lara se le escapó un “awww”. Y lo cierto era que el niño pintaba mejor de lo que ella lo haría nunca-. Pues fíjate, creo que me favorece y todo. Salgo más guapa y delgada; aunque ojo, yo soy capaz de llevar con estilo hasta los michelines-bromeó, llevándose las manos a ambos lados del marsupio.
Lo que sí sorprendió a la ordesa fue la reacción del recién presentado Baurus. <<Con razón no hablaba, si se le van las fuerzas por la boca…>>.
-Va, levanta muchacho-se acercó a él y le tendió una mano-. Vale que no sea la mujer más agraciada de todos los Pezones, pero esa no es razón para poner tal cara de espanto. ¿Te encuentras bien?
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Baurus
Ficha de cosechado
Nombre: Baurus
Especie: Terrícola
Habilidades: Agilidad, Rapidez mental, Nociones de luchaPersonajes : Baurus Takanashi
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 04:04 pm
Todavía no creía lo que estaba viendo. Estuve siguiendo a un grupo de monstruos desde el principio, y precisamente con no muy buenas intenciones. Y aun que distinguiera a unos pocos como yo, posiblemente sean iguales. Escuché al muchacho pequeño dirigirse a mi, y la niña de antes diciéndome que me levantara. He seguido desde el principio a un grupo de bestias, ¿Y me dice solo que me levante?... Tengo que salir de aquí como sea o acabaré descuartizado, estoy seguro. Seguía sentado de mala manera sin apartar la vista de la niña, con aún temblores en las manos. Tragué saliva y me dispuse a levantarme lo más despacio posible. No quería mostrar malas intenciones ante aquel ser. Nada más ponerme de pie, agaché la cabeza y comencé a dar pasos cortos y lentos hacia atrás, intentando escapar de allí. Desviaba la mirada aveces hacia ella para estar pendiente de que no hiciera ningún movimiento brusco, a lo que respondería inmediatamente como pudiera. Tras dar varios pasos hacia la salida, comencé a notar pinchazos en mis pies. Mierda, se me ha vuelto a desatar. Precisamente en el mejor momento de todos. Si salgo así no podré casi ni caminar, y si intento ajustarlos de nuevo quizás se me abalance encima. Me quedé inmóvil, sin saber que hacer, pendiente todo el tiempo de la niña monstruo.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 04:23 pm
El aprendiz sujetaba dos cestas, una en cada mano y sonreia. Pesaban una cantidad considerable y, por culpa de ello, decidio tomar de nuevo el mismo camino que los irrenses, ahora si forzando un poco su marcha, pues el peso extra se hacia notar. Sin duda alguna, al que más le afectaba el peso era al irrense de las gafas. El Edward Elric apenas podia dar un paso más, tirando tras de si de su cesta. Jadeaba y respiraba entrecortadamente.
El joven ruso le dedicó más de una mirada a este, mientras se planteaba si el chico se estaba arrepintiendo verdaderamente de haber salido con ellos. Si fuera así, probablemente no volveria a dejar el torreón y aquello, era demasiado triste.
Sin esperárselo, Xperia se paró en seco y le arrancó de las manos al irrense agotado su cesta para lanzarsela al chico ruso que por su parte, se vio obligado a cogerla de una manera muy aparatosa, para, a continuación, tambalearse y casi caer en el acto, debido al peso. Casi en un gruñido, contestó al mandón del bicho.
-¿¡Y porque me la lanzas a mi!?-exclamó, casi haciendo malabares con las cestas, haciendo que una se le resbalase de las manos y estuviera apunto de caer al suelo. Sin embargo, recurrió a un movimiento un poco inconvencional. Con la punta de la zapatilla, atrapó el asa de la cesta y pudo entonces posar las otras dos en el suelo para recuperarla de su pie, en un movimiento tembloroso pero preciso. No podia seguir cargando con las cestas como si fueran lechugas, cada una bajo el brazo, porque en ese caso le faltaba un brazo. Echo en falta no tener una cola prensil de su tamaño. Sin embargo, tras dedicarle una mirada asesina al clinger, el humano encontró la solución. Se llevó las asas de una de las cestas, la más pequeña y menos pesada, a la boca, dónde mordió fuertemente y se quedó colgando, cargando todo su peso en la mandíbula. Rápidamente, cogio por las asas de las otras dos cestas y alcanzó a los demás.
-¡Vamof que fe me rompen lof piñof!-exclamó, en un quejido de dolor mientras mordia fuertemente el asa.
Apresuraron la marcha, mientras el joven aprendiz jadeaba y se quejaba del dolor que suponia el cargar con algo tan pesado con las mandíbulas. Estaba sudoroso y le temblaban las piernas. Parecia que iba a incrustarse contra el suelo en cualquier momento.
Finalmente se encontraron con los muros de maciel y, por sorprendente que pareciese, el ruso todavia no habia caido rendido. Se mantenia de pie, tambaleandose cual cadaver reanimado. Las rodillas le temblaban como si fuera de gelatina y la mandíbula, hinchada y laxa, le quedaba colgando. Jadeaba ruidosamente, más fuerte de lo que el irrense en baja forma habia jadeado antes. Casi podia hasta ser cómico.
Ante la vista del torreón, el aprendiz apretó el paso y echó a correr. Acto seguido, un gorgoteo afloró en su garganta que, gradualmente fue creciendo para, finalmente, ser un grito en todas condiciones. Parecia su manera de lidiar con el dolor y el cansancio y la proximidad de su descanso parecia haberle vuelto un poseso.
Entró por la puerta el primero y cargó a través de la estancia. En su camino, atropelló a un despistado Baurus y le pasó por encima para, a continuación, dejar las cestas sobre una mesa (soltando un quejido de dolor y alivio cuando soltó la cesta que traia en la boca) y entonces, con voz ronca, entonó, de una manera que pretendia ser sensual pero que falló estrepitosamente, dos palabras, terminando su grito.
-¡ooooOOOOH, SEIIIIIIIIIH!-
Casi al instante, cayó rendido. Peso plomo contra un sofá que soltó un quejido. El joven humano estaba exhausto, jadeaba con la boca bien abierta y dolorida y no sentia ni los brazos ni piernas. No era, para nada, bueno lidiando con objetos pesados y lo primero que hizo tras recuperar el aliento, fue maldecir el nombre del insecto.
-¡XILÓFONO!¡CABRONAZO!-tomó aliento.-¡Juré que me moria!-
El joven ruso le dedicó más de una mirada a este, mientras se planteaba si el chico se estaba arrepintiendo verdaderamente de haber salido con ellos. Si fuera así, probablemente no volveria a dejar el torreón y aquello, era demasiado triste.
Sin esperárselo, Xperia se paró en seco y le arrancó de las manos al irrense agotado su cesta para lanzarsela al chico ruso que por su parte, se vio obligado a cogerla de una manera muy aparatosa, para, a continuación, tambalearse y casi caer en el acto, debido al peso. Casi en un gruñido, contestó al mandón del bicho.
-¿¡Y porque me la lanzas a mi!?-exclamó, casi haciendo malabares con las cestas, haciendo que una se le resbalase de las manos y estuviera apunto de caer al suelo. Sin embargo, recurrió a un movimiento un poco inconvencional. Con la punta de la zapatilla, atrapó el asa de la cesta y pudo entonces posar las otras dos en el suelo para recuperarla de su pie, en un movimiento tembloroso pero preciso. No podia seguir cargando con las cestas como si fueran lechugas, cada una bajo el brazo, porque en ese caso le faltaba un brazo. Echo en falta no tener una cola prensil de su tamaño. Sin embargo, tras dedicarle una mirada asesina al clinger, el humano encontró la solución. Se llevó las asas de una de las cestas, la más pequeña y menos pesada, a la boca, dónde mordió fuertemente y se quedó colgando, cargando todo su peso en la mandíbula. Rápidamente, cogio por las asas de las otras dos cestas y alcanzó a los demás.
-¡Vamof que fe me rompen lof piñof!-exclamó, en un quejido de dolor mientras mordia fuertemente el asa.
Apresuraron la marcha, mientras el joven aprendiz jadeaba y se quejaba del dolor que suponia el cargar con algo tan pesado con las mandíbulas. Estaba sudoroso y le temblaban las piernas. Parecia que iba a incrustarse contra el suelo en cualquier momento.
Finalmente se encontraron con los muros de maciel y, por sorprendente que pareciese, el ruso todavia no habia caido rendido. Se mantenia de pie, tambaleandose cual cadaver reanimado. Las rodillas le temblaban como si fuera de gelatina y la mandíbula, hinchada y laxa, le quedaba colgando. Jadeaba ruidosamente, más fuerte de lo que el irrense en baja forma habia jadeado antes. Casi podia hasta ser cómico.
Ante la vista del torreón, el aprendiz apretó el paso y echó a correr. Acto seguido, un gorgoteo afloró en su garganta que, gradualmente fue creciendo para, finalmente, ser un grito en todas condiciones. Parecia su manera de lidiar con el dolor y el cansancio y la proximidad de su descanso parecia haberle vuelto un poseso.
Entró por la puerta el primero y cargó a través de la estancia. En su camino, atropelló a un despistado Baurus y le pasó por encima para, a continuación, dejar las cestas sobre una mesa (soltando un quejido de dolor y alivio cuando soltó la cesta que traia en la boca) y entonces, con voz ronca, entonó, de una manera que pretendia ser sensual pero que falló estrepitosamente, dos palabras, terminando su grito.
-¡ooooOOOOH, SEIIIIIIIIIH!-
Casi al instante, cayó rendido. Peso plomo contra un sofá que soltó un quejido. El joven humano estaba exhausto, jadeaba con la boca bien abierta y dolorida y no sentia ni los brazos ni piernas. No era, para nada, bueno lidiando con objetos pesados y lo primero que hizo tras recuperar el aliento, fue maldecir el nombre del insecto.
-¡XILÓFONO!¡CABRONAZO!-tomó aliento.-¡Juré que me moria!-
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 05:35 pm
Archime miró hacia Cío cuando habló sobre correr, sobresaltándose internamente un instante antes de decirse que tan solo se trataba de un alarde de sarcasmo. Cuando empezaron a caminar, el irrense enseguida empezó a jadear de nuevo, respirando con dificultad. Es por ello que ni siquiera se planteó el no hacer caso a Xalkoth cuando dijo que parasen.
Parpadeó sin decir nada, tampoco es que tuviera aliento para ello, cuando el insecto le arrebató la cesta de las manos y se la hizo cargar a Shaco. Durante el resto del camino, el ingeniero observó al chico de pelo naranja con cierto cargo de conciencia, al ver que con el peso añadido de su propia cesta le había dificultado considerablemente su marcha, especialmente teniendo en cuenta que optó por cargar uno de los recipientes con la boca. La incomodidad de utilizar los brazos para cargar con todas ellas debía ser notable si recurría a aquel método tan poco convencional.
Al llegar a la puerta del torreón se detuvo en cuanto traspasaron el umbral. Volvió a doblarse sobre sí mismo como cuando alcanzaron la comida y observó por el rabillo del ojo como el pelinaranja se llevaba por delante a su congénere, del cual todavía no sabía su nombre y que había permanecido a una distancia prudencial de ellos hasta el momento.
Haciendo acopio de fuerza, se acercó a Shaco. Todavía no había recuperado del todo el aliento, pero tenía que expresar aquello.
—Lo... siento... —dijo sin apenas alzar la voz y sin mirarlo—. Aunque debo comunicarte que... has incurrido en... un error. El nomb... re del insecto es Xalkoth —añadió consiguiendo incoporarse mientras se subía las gafas.
A continuación miró en dirección a Cío y dio unos torpes pasos hacia él.
-Es Archi -anunció simplemente sin ni siquiera pensar que el otro irrense podría sentirse desconcertado ya que el error que había cometido nuevamente con su nombre se había producido hacía ya considerables minutos.
La obsesiva mente de Archime todavía no estaba conforme. Aún le faltaba saber el nombre del chico nuevo -por no hablar de que el roedor había desaparecido sin tener oportunidad de volver a preguntarle el suyo-, terminar de explicarle el funcionamiento de los implantes a Keiriarei, preguntar a Lara 37 acerca de sus vástagos y, sobre todo, tenía que solucionar el desastre en la ropa térmica de Ippon. Buscó al pequeño con la mirada, como temiendo que se hubiese esfumado, pero allí estaba, dibujando con un aceptable nivel artístico en su ordenador. Hizo ademán de acercarse a él, pero tal y como estaba no podría realizar la tarea con la precisión requerida, a parte de que aún no había conseguido ninguna herramienta más adecuada que las que portaba en su bata.
El irrense se sentó en un sillón, esperando a que su cuerpo se estabilizase y pudiese proceder con normalidad. Miró a su alrededor y frunció ligeramente el ceño al no ser capaz de reconocer en un principio qué veía diferente en la sala. Pero los útiles de limpieza que portaba Keiriarei le hicieron relacionar ambas premisas y se preguntó cómo había sido capaz de llevar a cabo aquella tarea con tanta rapidez.
Parpadeó sin decir nada, tampoco es que tuviera aliento para ello, cuando el insecto le arrebató la cesta de las manos y se la hizo cargar a Shaco. Durante el resto del camino, el ingeniero observó al chico de pelo naranja con cierto cargo de conciencia, al ver que con el peso añadido de su propia cesta le había dificultado considerablemente su marcha, especialmente teniendo en cuenta que optó por cargar uno de los recipientes con la boca. La incomodidad de utilizar los brazos para cargar con todas ellas debía ser notable si recurría a aquel método tan poco convencional.
Al llegar a la puerta del torreón se detuvo en cuanto traspasaron el umbral. Volvió a doblarse sobre sí mismo como cuando alcanzaron la comida y observó por el rabillo del ojo como el pelinaranja se llevaba por delante a su congénere, del cual todavía no sabía su nombre y que había permanecido a una distancia prudencial de ellos hasta el momento.
Haciendo acopio de fuerza, se acercó a Shaco. Todavía no había recuperado del todo el aliento, pero tenía que expresar aquello.
—Lo... siento... —dijo sin apenas alzar la voz y sin mirarlo—. Aunque debo comunicarte que... has incurrido en... un error. El nomb... re del insecto es Xalkoth —añadió consiguiendo incoporarse mientras se subía las gafas.
A continuación miró en dirección a Cío y dio unos torpes pasos hacia él.
-Es Archi -anunció simplemente sin ni siquiera pensar que el otro irrense podría sentirse desconcertado ya que el error que había cometido nuevamente con su nombre se había producido hacía ya considerables minutos.
La obsesiva mente de Archime todavía no estaba conforme. Aún le faltaba saber el nombre del chico nuevo -por no hablar de que el roedor había desaparecido sin tener oportunidad de volver a preguntarle el suyo-, terminar de explicarle el funcionamiento de los implantes a Keiriarei, preguntar a Lara 37 acerca de sus vástagos y, sobre todo, tenía que solucionar el desastre en la ropa térmica de Ippon. Buscó al pequeño con la mirada, como temiendo que se hubiese esfumado, pero allí estaba, dibujando con un aceptable nivel artístico en su ordenador. Hizo ademán de acercarse a él, pero tal y como estaba no podría realizar la tarea con la precisión requerida, a parte de que aún no había conseguido ninguna herramienta más adecuada que las que portaba en su bata.
El irrense se sentó en un sillón, esperando a que su cuerpo se estabilizase y pudiese proceder con normalidad. Miró a su alrededor y frunció ligeramente el ceño al no ser capaz de reconocer en un principio qué veía diferente en la sala. Pero los útiles de limpieza que portaba Keiriarei le hicieron relacionar ambas premisas y se preguntó cómo había sido capaz de llevar a cabo aquella tarea con tanta rapidez.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 06:14 pm
Agradeció que el ritmo de regreso fuese uno que pudiese seguir sin dificultad, aunque su congénere no tenía la misma suerte, y ahora ya no podía dedicarse a empujarlo con las manos ocupadas. Cuando el insecto los hizo parar y se puso a dar órdenes se preguntó con qué potestad decidía lo que era más conveniente, pero lo que decía era bastante lógico, así que no dijo nada y se limitó a echarle un ojo a Archi. Lo que sí que no entendió fue por qué el otro decidía ponerse la cesta en la boca. Iba a acabar con la mandíbula descoyuntada, y estuvo a punto de preguntarle si prefería que se la llevara él, ya que estaba acostumbrado a cargar cajas. Pero el otro tenía preferencia por corretear como un majara por delante de ellos. «¿Serán todos así en el lugar de donde viene?». Tan loco iba que, al llegar al torreón, arrolló a un chaval al que no había visto todavía. Cuando entró en el edificio ya se había tirado en uno de los sillones y maldecía al insecto. «Si tú no te hubieras empeñado en seguirlo a su ritmo habría sido él el que tendría que ceder». Saludó a la peluda y a Ippon al entrar con un escueto «hola» y miró de reojo al nuevo, que parecía asustado. Notó que las labores de limpieza ya habían avanzado, y un poco más allá estaba la pelirroja con la cara medio cubierta encargándose de ello. Al dejar las cestas también en la cocina robó otra fruta pequeña y volvió sobre sus pasos. El jadeante Archi encontró aliento para corregir tanto al del pelo naranja como a él, que tardó un buen rato en recordar que posiblemente antes hubiera dicho mal su nombre.
La sensación de extrañeza en aquel nuevo mundo volvió al encontrarse otra vez sin nada que hacer. El bicho estaba entretenido, y los otros dos tomando aliento, mientras la chica se iba encargando ella sola de la limpieza. De hecho, hasta le hizo sentirse mal. Miró alrededor varias veces y se deslizó hasta un armario con utensilios. Había unos palos con cerdas o con hilos de algodón, que bien podrían ser fregonas manuales, y también trapos, pero ni una sola aspiradora. Cogió un paño con dos dedos y se decidió a fregotear una ventana, echando para afuera a las arañas y retrasando el empezar la tarea. Ni siquiera se había acordado de coger un cubo de agua.
La sensación de extrañeza en aquel nuevo mundo volvió al encontrarse otra vez sin nada que hacer. El bicho estaba entretenido, y los otros dos tomando aliento, mientras la chica se iba encargando ella sola de la limpieza. De hecho, hasta le hizo sentirse mal. Miró alrededor varias veces y se deslizó hasta un armario con utensilios. Había unos palos con cerdas o con hilos de algodón, que bien podrían ser fregonas manuales, y también trapos, pero ni una sola aspiradora. Cogió un paño con dos dedos y se decidió a fregotear una ventana, echando para afuera a las arañas y retrasando el empezar la tarea. Ni siquiera se había acordado de coger un cubo de agua.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 07:53 pm
La actitud del Baurus ante su gesto conciliador molestó bastante a la ordesa, que había tratado de hablar con él con la mejor intención del mundo. <<No me puedo creer que se esté asustando de mí de verdad… >>.
-Mira, chico…-intentó sonar lo más amable posible, que no fue poco-. Entiendo que no estés acostumbrado a tener trato cotidiano con nada que se me parezca en tu entorno, pero ya podrías dejarte de superficialidades y aceptar que somos compañeros si tal. En mi mundo hay monos como vosotros, puede que incluso más inteligentes, y se les trata como a esclavos-explicó. Realmente Lara no era del tipo de ordeses que se encontraba a favor del trato que se daba a los monos del queso, su madre decía que era porque le faltaba madurar, aunque lo cierto es que a veces los envidiaba-. Y mírame, todavía no os he obligado a follar como conejos para que me sudéis el almuerzo de mañana. Cuando te metes de lleno en una aventura como esta no puedes ponerte remilgado con los pelos de tus colegas…
Y habría seguido su discurso de no ser por la llegada del grupo que fue en busca de la comida. El primero en pasar fue Shaco, que casi arrasa con el silencioso. El resto llegaron detrás y, obviamente para Lara, Archi cerraba el grupo de excursionistas. Suspiró, todavía algo alterada por la reacción de Baurus, y decidió no darle la tabarra al pobre, con lo visiblemente fatigado que venía.
En su lugar, se acercó a la cocina y curioseó el contenido de las cestas que habían traído. Carne, pescado, bichos, comida que no reconocía, comida que no le interesaba, líquidos extraños y requesón. <<No dan para que nos pongamos artísticos con el menú, pero con esto se mata el hambre que da gusto>>. Decidió vencer la tentación y esperar a que el ambiente se calmara (o descansara o lo que fuera que necesitase un ambiente como este) para poder comer. En su lugar, tras cruzársele en el campo visual un Cio perdido con un trapo frente a la ventana, decidió enseñar a este y ayudar a Keiria a limpiar.
Fue al patio a por un cubo de agua, tomándose su tiempo en admirar los restos óseos y lo llevó hasta la cocina. Allí llenó tanto vasos como personas había en el torreón y luego volvió a desplazar el cubo hasta donde estaba Cio, dejando los vasos para que cada uno se sirviera a su antojo. Al ser tan pequeñita, Lara tuvo que esforzarse horrores para cargar con el cubo, pero no pensaba dejar que sus compañeros la mirasen como a un ser inferior, al menos más allá de lo que respectaba a la altura.
-En vuestro mundo no sois muy de limpiar, ¿no?-le preguntó a Cio con una mueca divertida-. Necesitas esto para empapar el trapo-soltó el cubo en el suelo y lo pateo levemente-. Sino no harás nada. Y tampoco te recomiendo que juegues con los bichos. Pueden ser venenosos y tal-ya lo había visto antes de irse tonteando con una araña y Lara pensó que la advertencia no vendría mal.
Tras eso, se agenció un trapo y le explicó al irrense cómo se utilizaba. <<No tiene mucho misterio, espero que no sea demasiado corto de entendederas>>. Pensó resignada. Esperaba cualquier cosa de esta aventura, excepto gente así de incapacitada para limpiar cristales.
-Mira, chico…-intentó sonar lo más amable posible, que no fue poco-. Entiendo que no estés acostumbrado a tener trato cotidiano con nada que se me parezca en tu entorno, pero ya podrías dejarte de superficialidades y aceptar que somos compañeros si tal. En mi mundo hay monos como vosotros, puede que incluso más inteligentes, y se les trata como a esclavos-explicó. Realmente Lara no era del tipo de ordeses que se encontraba a favor del trato que se daba a los monos del queso, su madre decía que era porque le faltaba madurar, aunque lo cierto es que a veces los envidiaba-. Y mírame, todavía no os he obligado a follar como conejos para que me sudéis el almuerzo de mañana. Cuando te metes de lleno en una aventura como esta no puedes ponerte remilgado con los pelos de tus colegas…
Y habría seguido su discurso de no ser por la llegada del grupo que fue en busca de la comida. El primero en pasar fue Shaco, que casi arrasa con el silencioso. El resto llegaron detrás y, obviamente para Lara, Archi cerraba el grupo de excursionistas. Suspiró, todavía algo alterada por la reacción de Baurus, y decidió no darle la tabarra al pobre, con lo visiblemente fatigado que venía.
En su lugar, se acercó a la cocina y curioseó el contenido de las cestas que habían traído. Carne, pescado, bichos, comida que no reconocía, comida que no le interesaba, líquidos extraños y requesón. <<No dan para que nos pongamos artísticos con el menú, pero con esto se mata el hambre que da gusto>>. Decidió vencer la tentación y esperar a que el ambiente se calmara (o descansara o lo que fuera que necesitase un ambiente como este) para poder comer. En su lugar, tras cruzársele en el campo visual un Cio perdido con un trapo frente a la ventana, decidió enseñar a este y ayudar a Keiria a limpiar.
Fue al patio a por un cubo de agua, tomándose su tiempo en admirar los restos óseos y lo llevó hasta la cocina. Allí llenó tanto vasos como personas había en el torreón y luego volvió a desplazar el cubo hasta donde estaba Cio, dejando los vasos para que cada uno se sirviera a su antojo. Al ser tan pequeñita, Lara tuvo que esforzarse horrores para cargar con el cubo, pero no pensaba dejar que sus compañeros la mirasen como a un ser inferior, al menos más allá de lo que respectaba a la altura.
-En vuestro mundo no sois muy de limpiar, ¿no?-le preguntó a Cio con una mueca divertida-. Necesitas esto para empapar el trapo-soltó el cubo en el suelo y lo pateo levemente-. Sino no harás nada. Y tampoco te recomiendo que juegues con los bichos. Pueden ser venenosos y tal-ya lo había visto antes de irse tonteando con una araña y Lara pensó que la advertencia no vendría mal.
Tras eso, se agenció un trapo y le explicó al irrense cómo se utilizaba. <<No tiene mucho misterio, espero que no sea demasiado corto de entendederas>>. Pensó resignada. Esperaba cualquier cosa de esta aventura, excepto gente así de incapacitada para limpiar cristales.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 10:19 pm
Le costó muchísimo no acelerar durante el trayecto de vuelta, pero era todo lo que podía hacer ante un grupo tan lento. Cuando por fin llegaron al torreón, y tras ver como el naranjito echaba a correr, la impaciencia de Xalkoth superó todos los limites posibles, y echó a correr también. A diferencia del que le había precedido, Xalkoth sí que tuvo el cuidado de no atropellar a nadie, aunque para ello tuvo que saltar por encima del derribado.
Sin retrasarse más dejó las cestas en la cocina. Ya habían perdido demasiado tiempo al buscarlas. Sería mejor ponerse manos a la obra y organizarlo todo, pero antes tendría que suspirar al comprobar los problemas que daba su nombre a varios. Solo el que estaba agotado parecía conocerlo entero y bien, algo que le hizo ganarse puntos para el clinger.
-Si, es Xalkoth, aunque ahora también acepto Xal y Xalk- Aclaró para todos, sobre todo para el naranjito. -Y no has jurado nada, al menos no verbalmente. Y mejor así porque jurar tu muerte es tan estúpido como suicidarse sin querer morir- Sin decir nada más se marchó a hacer sus cosas.
Lo primero que tendría que haber hecho sería analizar lo que hacían y no hacían los demás, para ir teniendo en cuenta sus habilidades y hacer un plan de trabajo en consecuencia, pero la curiosidad del clinger se impuso fácilmente, y lo que hizo al final fue explorar todo el torreón, curioseando todo lo que encontraba.
Así, tras revisar toda la parte superior, acabó metiéndose en el sótano, y encontrando la armería.
-¡Halaaa! ¡Cuantas armas! Su estado es cuestionable, pero servirán- Soltó al ver todo lo que allí había.
Pasó un buen rato en la sala, metiendo las manos en cada sitio con cosas que encontraba, a la búsqueda y organización de lo que estaba mejor, al mismo tiempo que iba tirando lo que no le gustaba o que no reconocía sin ningún remordimiento.
Cuando el clinger por fin se dio por satisfecho había dejado tantas cosas por los suelos que este apenas podía verse del desorden que había ahí montado. Todo para hacerse solo con un puñado de cuchillos arrojadizos que enganchó en el cinturón, junto a sus dos armas.
-Menudo desastre. Supongo que tendré que buscar a alguien que lo arregle. Bueno yo al menos encontré lo que buscaba-
De vuelta en la cocina muchos parecían enfrascados en labores de limpieza. Aunque los que parecían hacerlo mejor eran la del pelo rojo y la pastora. Inmediatamente los archivó como candidatos a dedicarse a estas labores de forma periódica. “Luego mandaré a una de las dos a que arregle el desastre de abajo”
Todavía quedaban muchas cosas por averiguar, y encima tenía hambre. “Esperaré por si alguien sabe cocinar, y si no pues comeré algo crudo. Luego toca analizar al resto”
Sin retrasarse más dejó las cestas en la cocina. Ya habían perdido demasiado tiempo al buscarlas. Sería mejor ponerse manos a la obra y organizarlo todo, pero antes tendría que suspirar al comprobar los problemas que daba su nombre a varios. Solo el que estaba agotado parecía conocerlo entero y bien, algo que le hizo ganarse puntos para el clinger.
-Si, es Xalkoth, aunque ahora también acepto Xal y Xalk- Aclaró para todos, sobre todo para el naranjito. -Y no has jurado nada, al menos no verbalmente. Y mejor así porque jurar tu muerte es tan estúpido como suicidarse sin querer morir- Sin decir nada más se marchó a hacer sus cosas.
Lo primero que tendría que haber hecho sería analizar lo que hacían y no hacían los demás, para ir teniendo en cuenta sus habilidades y hacer un plan de trabajo en consecuencia, pero la curiosidad del clinger se impuso fácilmente, y lo que hizo al final fue explorar todo el torreón, curioseando todo lo que encontraba.
Así, tras revisar toda la parte superior, acabó metiéndose en el sótano, y encontrando la armería.
-¡Halaaa! ¡Cuantas armas! Su estado es cuestionable, pero servirán- Soltó al ver todo lo que allí había.
Pasó un buen rato en la sala, metiendo las manos en cada sitio con cosas que encontraba, a la búsqueda y organización de lo que estaba mejor, al mismo tiempo que iba tirando lo que no le gustaba o que no reconocía sin ningún remordimiento.
Cuando el clinger por fin se dio por satisfecho había dejado tantas cosas por los suelos que este apenas podía verse del desorden que había ahí montado. Todo para hacerse solo con un puñado de cuchillos arrojadizos que enganchó en el cinturón, junto a sus dos armas.
-Menudo desastre. Supongo que tendré que buscar a alguien que lo arregle. Bueno yo al menos encontré lo que buscaba-
De vuelta en la cocina muchos parecían enfrascados en labores de limpieza. Aunque los que parecían hacerlo mejor eran la del pelo rojo y la pastora. Inmediatamente los archivó como candidatos a dedicarse a estas labores de forma periódica. “Luego mandaré a una de las dos a que arregle el desastre de abajo”
Todavía quedaban muchas cosas por averiguar, y encima tenía hambre. “Esperaré por si alguien sabe cocinar, y si no pues comeré algo crudo. Luego toca analizar al resto”
- Baurus
Ficha de cosechado
Nombre: Baurus
Especie: Terrícola
Habilidades: Agilidad, Rapidez mental, Nociones de luchaPersonajes : Baurus Takanashi
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 10:29 pm
Sin saber que hacer, volví a escuchar a aquella niña monstruo dirigirse a mí. ¿Compañeros? ¿A qué se refiere? Yo no tengo compañero alguno y menos aquí... Clavé la mirada de nuevo en ella, y fue en ese instante en el que recordé las palabras de aquel joven ese día. "Una tierra de sueños y magia..." "Ven conmigo a Rocavarancolia y encontraras el lugar al que perteneces." Desvelé una ligera sonrisa en ese momento. Jé... No era una broma con lo de magia y sueños... ¿Significa eso que no me harán daño? ¿Significa eso que aquella Lara 37 tiene razón, y somos compañeros? Estaba bastante aturdido con todo aquello.
De repente escuché a alguien conocido detrás. Se trataba del "Mono Loco", que entró al torreón atropellándome y volviendo a caer al suelo, pero esta vez si me hice daño, llevándome una mano a la cabeza en señal de dolor. Abrí los ojos y los centré en aquel Mono. -¡Joder! ¡Qué demonios te pasa! ¡Gilipollas! Los del grupo que volvieron portaban cestas, en las que pude distinguir comida en ellas. Pero ya no tenía hambre. Me merecía ese golpe, y me merecía no probar bocado, aun que me consideren un compañero. La niña había abandonado el banco, y mientras los demás se centraban en poner orden una vez que habían llegado, salí del torreón y volví afuera. No llevaba las sábanas atadas, y perdí mi camisa atada también por el camino, pero ignoraba los escasos pinchazos provenientes de nuevo de las piedras. Escondí las manos en los bolsillos del pantalón rasgado y sucio, elevando la cabeza al cielo, con los ojos cerrados.
¿Estoy sintiendo lástima por tratarles así? No se... Siempre suelo ignorar a cualquiera, y me preocupo solo por mí. ¿Qué me pasa?...
-Tsk...
De repente escuché a alguien conocido detrás. Se trataba del "Mono Loco", que entró al torreón atropellándome y volviendo a caer al suelo, pero esta vez si me hice daño, llevándome una mano a la cabeza en señal de dolor. Abrí los ojos y los centré en aquel Mono. -¡Joder! ¡Qué demonios te pasa! ¡Gilipollas! Los del grupo que volvieron portaban cestas, en las que pude distinguir comida en ellas. Pero ya no tenía hambre. Me merecía ese golpe, y me merecía no probar bocado, aun que me consideren un compañero. La niña había abandonado el banco, y mientras los demás se centraban en poner orden una vez que habían llegado, salí del torreón y volví afuera. No llevaba las sábanas atadas, y perdí mi camisa atada también por el camino, pero ignoraba los escasos pinchazos provenientes de nuevo de las piedras. Escondí las manos en los bolsillos del pantalón rasgado y sucio, elevando la cabeza al cielo, con los ojos cerrados.
¿Estoy sintiendo lástima por tratarles así? No se... Siempre suelo ignorar a cualquiera, y me preocupo solo por mí. ¿Qué me pasa?...
-Tsk...
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
07/08/13, 11:35 pm
Tomó aire y finalmente se incorporó. Por el rabillo de sus ojos vio como el japonés se retorcia en el suelo, llevandose las manos a la cabeza y musitando lo que parecia una oración o algo por el estilo. No recordó haber visto esa costumbre japonesa en ningun anime asi que dudó de la verdadera raza del chico.
Fue el Edward Elric en baja forma quien se le acercó. Con el dolor de mandíbula todavia muy presente, le quitó importancia a sus disculpas. Pero ahí no se quedó la cosa, y el chico se vio empujado a recordarle cual era el verdadero nombre del clinger. Parpadeo varias veces, mientras intentaba asimilar lo que le decia. Se abstrajo de la sala y una chispa brotó en su mente. Se disculpó de la siguiente manera ante el irrense, con un tono de voz de complicidad que no pegaba nada.
-Lo siento. Se me resbaló la lengua.-dijo con una sonrisa de soslayo, esperando que este entendiera la referencia y que dijera su parte. Por desgracia no lo hizo y aquello desanimó mucho al ruso que pasó a repetirse mentalmente el nombre, intentando aprenderselo a fuerza de repetirlo.
A continuación, el japonés soltó un berrido. Ya se habia puesto de pie y dijo algo muy malsonante en su dirección. Parecia bastante enfadado. Por costumbre miró atrás suya pero no encontró a nadie. Algo confuso, paró de repetirse el nombre del clinger en su cabeza para mandarle callar.
-Calla Yoshi... Que no me dejas pensar...-
Para cuando volvio a su letania de repetición de nombre, este ya habia cambiado. Sonaba parecido pero el aprendiz estaba casi convencido de que era distinto. ¿Como podria tener tan mala memoria para ciertas cosas y sin embargo todavia podia acordarse que en el minuto quince segundo trenta y ocho en el capítulo veinticuatro que salio el veintidos de febrero de dosmil once a las nueve de la mañana en horario del sol naciente, el valiente caballero nipón se reencontraba con su querida Monstre Charmmant?
Se llevó las manos a la cabeza y soltó un grito exasperado. No lo comprendia. No queria comprenderlo. Era demasiado tonto para comprenderlo. No sabia cual era cual, pero una de esas tres opciones tenia que ser. El yoshi, que por entonces ya dudaba bastante de su nacionalidad, que pasó a ser falso!yoshi dejó la sala sin musitar una palabra más, mientras aun se frotaba la cabeza, cargandola de electricidad estática inutilmente. ¿Quizás estaba intentando invocar algun monstruo de duelo con afinidad electrica? Nunca lo sabria.
Ya habiendo reposado un rato, el hambre volvió a él, pero tambien apareció la curiosidad por explorar la armeria. Llevó sus cestas entonces a la cocina y, cogiendo un plátano de las cestas se dispuso a salir, pero algo captó su atención más al fondo de la cesta. De un color rosado, un melocotón le miró seductivamente. Sudores. Temblores. Alargó la mano para coger el rosado melocotón de la cesta pero entonces el plátano, despechado, se ofendió gravemente. no sabiendo como solucionar aquella peliaguda situación, determinó que haria equilibrios entre platanos y melocotones en su dieta, pues ninguna de las demás frutas le habia hablado... todavia...
Pero aquel dia era una excepción. Tenia hambre y se habia esforzado como el que más. Se merecia un bonus. Llevando el plátano y el melocotón, cada uno en una mano, se aventuró en las mazmorras y más dentro de la armeria. Dio un bocado al melocotón y su dulzura le supo a gloria. Mientras entraba, se cruzó por la puerta con el clinger que no le dedicó ni un saludo y se perdió en la salida del sótano. El joven ruso le dio otro bocado a su melocotón y se adentró en la cámara murmurando por lo bajo mientras que le lanzaba puñales asesinos por los ojos a la espalda del insectoide.
-Dinkleberg...-
Tuvo que mover los ojos mucho para analizar todas las piezas de armamento ahí reunidas. De aspecto bastante medieval, no tardó en darse cuenta que no habia ni un solo arma de fuego y que las armas de mayor letalidad presente eran las ballestas. Comiendo copiosamente de la rosada fruta, fue reuniendo armamento vario y colocandolo sobre el suelo, en un claro donde el desorden no habia hecho acto de presencia. Repartidos a su alrededor, habia armas de diversa índole. Lanzó el hueso del melocotón por encima de su hombro y dejó el plátano a su lado para después.
Primero las dagas sai. Se puso de pie e intentó poner una pose amenazante mientras las blandia en el aire en pos de imitar lo que habia visto en tantas y tantas peliculas de acción. Pero aquello no era lo suyo, no. Esas armas requerian mucha fuerza fisica y destreza. Él necesitaba un arma cuyo mecanismo lo hiciera todo o casi todo por él. A continuación se colocó las dos kotetsu a la espalda, con dos cintas de cuero por delante, que a su parecer, le daban un porte genial y chulo. De una manera muy elegante, las desenvainó, sujetando una en cada mano.
-¡CHIMICHANGA!-exclamó, imitando al famoso antiheroe de marvel. Maravillado tanto por el color, el sonido y el olor del acero comenzó a zarandearlas espasmódicamente a su alrededor en imprecisos y peligrosos cortes al aire hasta que una se le resbaló de las manos y le hizo un pequeño corte en la mejilla. El arma rebotó contra el suelo llenando la sala con el restallido del metal mientras el aprendiz, agazapado, ponia ambas manos sobre la herida mejilla. Con lágrimas al final de sus ojos, dejó escapar un lastimoso sonido que indicaba lo doloroso y sorprendido que se encontraba.
Tras un rato se recuperó, pringándose la cara con su propia sangre, y pasó al siguiente arma. Un arma legendaria, usada por uno de sus idolos favoritos Bruce Lee. El nunchakku. Seis segundos fue lo que tardó en golpearse a si mismo con el arma, dañando esta vez su nariz, provocando una pequeña hemorragia que se resbalaba por sus labios. Herido, pero no derrotado, quiso seguir probando armas. La siguiente, no era más que un palo de acero. Por su mecanismo podia adivinar que se componia de otras dos piezas que el ruso conocia muy bien. En general, conocia bastante bien el arma, pero algo cambió dentro de él. Su mirada se volvio vidriosa unos instantes al reconocer el arma. No se agachó a recogerla. No queria ni verla. Y ni si quiera sabia porque. No sabia que significaba aquel tipo de arma para él, pero solo le traia angustia a su pecho, como si estuviera una bola pesada atada con una cadena a este.
Solo por comprobar, se qutió la camiseta un momento para ver si tenia un agujero en el pecho. Suspirando aliviado de descubrir que no era un hollow, no paró de preguntarse porque sentia aquello por ese arma, el Bō, porque ese era su nombre, mientras pasaba a la última opción que le llamó la atención.
Y ni si quiera era un arma. Era un escudo de gigantescas proporciones. Parecia hecho de cobre pero por su dureza y peso pudo intuir que era de acero y simplemente llevaba un revestimiento de cobre o estaba pintado. Fuera lo que fuese, le gustó bastante. Era un escudo que hubiera servido a alguien de por encima de dos metros, no alguien como el aprendiz que era enclenque y flojucho. Sin embargo, el patrón grabado en la cubierta le recordó a aquella novela gráfica que contaba la historia sobre la batalla de trescientos espartanos contra un ejercito de millares de persas. Aunque historicamente incorrecto, era bastante épico y chulo y solo por eso, decidio que esa seria su arma. Llevarlo en las manos era costoso, debia emplear ambos brazos y al rato tenia que dejarlo contra el suelo, debido a su peso y al cansancio que ya traia el aprendiz de cargar con objetos pesados aquel día. Finalmente, su última opción fue echarselo a la espalda y con la doble cinta paralela por delante. Parecia que llevase un caparazón a la espalda. Visto así, le recordaba a aquella serie animada que contaba la historia sobre cuatro tortugas que, al entrar en contacto con una sustancia radioactiva, se volvian aprendices del ninjutsu. Se giró entonces en redondo, al darse cuenta de la eleccion de posibles armas que habia hecho y se desternilló, doblandose por la mitad. Las risotadas de mono inundaron el sótano durante unos instantes que fueron bastante largos para cualquiera que estuviera cerca, pero que al aprendiz se le pasaron en un momento.
Maugullado, herido y contento, el joven ruso salio por la puerta. No, no salio. El escudo era demasiado grande para caber de esa forma. El humano se vio obligado a ponerse de perfil para salir. Mirando de nuevo a la habitación, vio el único arma que no habia probado. El Bō no se habia movido un ápice de su estanteria, todavia desarmado, gritaba para que alguien encontrara sus otras partes en medio de aquel desorden. Cuando aquella sensación tan incómoda se volvio a apoderar de su pecho, el aprendiz rompió la mirada y se puso a andar, en dirección a la salida.
Salio al patio y se colocó su gran escudo a un costado, encorvado, era capaz de cubrir su cuerpo entero, como lo habia visto tanto en el cómic como en la pelicula. Con un gritito de emoción, comenzó a dar patadas al aire y a proclamar a cualquier ser, objeto o entidad en aquel patio, como parte de Esparta, todo esto, con una voz grave que no era la suya.
Fue el Edward Elric en baja forma quien se le acercó. Con el dolor de mandíbula todavia muy presente, le quitó importancia a sus disculpas. Pero ahí no se quedó la cosa, y el chico se vio empujado a recordarle cual era el verdadero nombre del clinger. Parpadeo varias veces, mientras intentaba asimilar lo que le decia. Se abstrajo de la sala y una chispa brotó en su mente. Se disculpó de la siguiente manera ante el irrense, con un tono de voz de complicidad que no pegaba nada.
-Lo siento. Se me resbaló la lengua.-dijo con una sonrisa de soslayo, esperando que este entendiera la referencia y que dijera su parte. Por desgracia no lo hizo y aquello desanimó mucho al ruso que pasó a repetirse mentalmente el nombre, intentando aprenderselo a fuerza de repetirlo.
A continuación, el japonés soltó un berrido. Ya se habia puesto de pie y dijo algo muy malsonante en su dirección. Parecia bastante enfadado. Por costumbre miró atrás suya pero no encontró a nadie. Algo confuso, paró de repetirse el nombre del clinger en su cabeza para mandarle callar.
-Calla Yoshi... Que no me dejas pensar...-
Para cuando volvio a su letania de repetición de nombre, este ya habia cambiado. Sonaba parecido pero el aprendiz estaba casi convencido de que era distinto. ¿Como podria tener tan mala memoria para ciertas cosas y sin embargo todavia podia acordarse que en el minuto quince segundo trenta y ocho en el capítulo veinticuatro que salio el veintidos de febrero de dosmil once a las nueve de la mañana en horario del sol naciente, el valiente caballero nipón se reencontraba con su querida Monstre Charmmant?
Se llevó las manos a la cabeza y soltó un grito exasperado. No lo comprendia. No queria comprenderlo. Era demasiado tonto para comprenderlo. No sabia cual era cual, pero una de esas tres opciones tenia que ser. El yoshi, que por entonces ya dudaba bastante de su nacionalidad, que pasó a ser falso!yoshi dejó la sala sin musitar una palabra más, mientras aun se frotaba la cabeza, cargandola de electricidad estática inutilmente. ¿Quizás estaba intentando invocar algun monstruo de duelo con afinidad electrica? Nunca lo sabria.
Ya habiendo reposado un rato, el hambre volvió a él, pero tambien apareció la curiosidad por explorar la armeria. Llevó sus cestas entonces a la cocina y, cogiendo un plátano de las cestas se dispuso a salir, pero algo captó su atención más al fondo de la cesta. De un color rosado, un melocotón le miró seductivamente. Sudores. Temblores. Alargó la mano para coger el rosado melocotón de la cesta pero entonces el plátano, despechado, se ofendió gravemente. no sabiendo como solucionar aquella peliaguda situación, determinó que haria equilibrios entre platanos y melocotones en su dieta, pues ninguna de las demás frutas le habia hablado... todavia...
Pero aquel dia era una excepción. Tenia hambre y se habia esforzado como el que más. Se merecia un bonus. Llevando el plátano y el melocotón, cada uno en una mano, se aventuró en las mazmorras y más dentro de la armeria. Dio un bocado al melocotón y su dulzura le supo a gloria. Mientras entraba, se cruzó por la puerta con el clinger que no le dedicó ni un saludo y se perdió en la salida del sótano. El joven ruso le dio otro bocado a su melocotón y se adentró en la cámara murmurando por lo bajo mientras que le lanzaba puñales asesinos por los ojos a la espalda del insectoide.
-Dinkleberg...-
Tuvo que mover los ojos mucho para analizar todas las piezas de armamento ahí reunidas. De aspecto bastante medieval, no tardó en darse cuenta que no habia ni un solo arma de fuego y que las armas de mayor letalidad presente eran las ballestas. Comiendo copiosamente de la rosada fruta, fue reuniendo armamento vario y colocandolo sobre el suelo, en un claro donde el desorden no habia hecho acto de presencia. Repartidos a su alrededor, habia armas de diversa índole. Lanzó el hueso del melocotón por encima de su hombro y dejó el plátano a su lado para después.
Primero las dagas sai. Se puso de pie e intentó poner una pose amenazante mientras las blandia en el aire en pos de imitar lo que habia visto en tantas y tantas peliculas de acción. Pero aquello no era lo suyo, no. Esas armas requerian mucha fuerza fisica y destreza. Él necesitaba un arma cuyo mecanismo lo hiciera todo o casi todo por él. A continuación se colocó las dos kotetsu a la espalda, con dos cintas de cuero por delante, que a su parecer, le daban un porte genial y chulo. De una manera muy elegante, las desenvainó, sujetando una en cada mano.
-¡CHIMICHANGA!-exclamó, imitando al famoso antiheroe de marvel. Maravillado tanto por el color, el sonido y el olor del acero comenzó a zarandearlas espasmódicamente a su alrededor en imprecisos y peligrosos cortes al aire hasta que una se le resbaló de las manos y le hizo un pequeño corte en la mejilla. El arma rebotó contra el suelo llenando la sala con el restallido del metal mientras el aprendiz, agazapado, ponia ambas manos sobre la herida mejilla. Con lágrimas al final de sus ojos, dejó escapar un lastimoso sonido que indicaba lo doloroso y sorprendido que se encontraba.
Tras un rato se recuperó, pringándose la cara con su propia sangre, y pasó al siguiente arma. Un arma legendaria, usada por uno de sus idolos favoritos Bruce Lee. El nunchakku. Seis segundos fue lo que tardó en golpearse a si mismo con el arma, dañando esta vez su nariz, provocando una pequeña hemorragia que se resbalaba por sus labios. Herido, pero no derrotado, quiso seguir probando armas. La siguiente, no era más que un palo de acero. Por su mecanismo podia adivinar que se componia de otras dos piezas que el ruso conocia muy bien. En general, conocia bastante bien el arma, pero algo cambió dentro de él. Su mirada se volvio vidriosa unos instantes al reconocer el arma. No se agachó a recogerla. No queria ni verla. Y ni si quiera sabia porque. No sabia que significaba aquel tipo de arma para él, pero solo le traia angustia a su pecho, como si estuviera una bola pesada atada con una cadena a este.
Solo por comprobar, se qutió la camiseta un momento para ver si tenia un agujero en el pecho. Suspirando aliviado de descubrir que no era un hollow, no paró de preguntarse porque sentia aquello por ese arma, el Bō, porque ese era su nombre, mientras pasaba a la última opción que le llamó la atención.
Y ni si quiera era un arma. Era un escudo de gigantescas proporciones. Parecia hecho de cobre pero por su dureza y peso pudo intuir que era de acero y simplemente llevaba un revestimiento de cobre o estaba pintado. Fuera lo que fuese, le gustó bastante. Era un escudo que hubiera servido a alguien de por encima de dos metros, no alguien como el aprendiz que era enclenque y flojucho. Sin embargo, el patrón grabado en la cubierta le recordó a aquella novela gráfica que contaba la historia sobre la batalla de trescientos espartanos contra un ejercito de millares de persas. Aunque historicamente incorrecto, era bastante épico y chulo y solo por eso, decidio que esa seria su arma. Llevarlo en las manos era costoso, debia emplear ambos brazos y al rato tenia que dejarlo contra el suelo, debido a su peso y al cansancio que ya traia el aprendiz de cargar con objetos pesados aquel día. Finalmente, su última opción fue echarselo a la espalda y con la doble cinta paralela por delante. Parecia que llevase un caparazón a la espalda. Visto así, le recordaba a aquella serie animada que contaba la historia sobre cuatro tortugas que, al entrar en contacto con una sustancia radioactiva, se volvian aprendices del ninjutsu. Se giró entonces en redondo, al darse cuenta de la eleccion de posibles armas que habia hecho y se desternilló, doblandose por la mitad. Las risotadas de mono inundaron el sótano durante unos instantes que fueron bastante largos para cualquiera que estuviera cerca, pero que al aprendiz se le pasaron en un momento.
Maugullado, herido y contento, el joven ruso salio por la puerta. No, no salio. El escudo era demasiado grande para caber de esa forma. El humano se vio obligado a ponerse de perfil para salir. Mirando de nuevo a la habitación, vio el único arma que no habia probado. El Bō no se habia movido un ápice de su estanteria, todavia desarmado, gritaba para que alguien encontrara sus otras partes en medio de aquel desorden. Cuando aquella sensación tan incómoda se volvio a apoderar de su pecho, el aprendiz rompió la mirada y se puso a andar, en dirección a la salida.
Salio al patio y se colocó su gran escudo a un costado, encorvado, era capaz de cubrir su cuerpo entero, como lo habia visto tanto en el cómic como en la pelicula. Con un gritito de emoción, comenzó a dar patadas al aire y a proclamar a cualquier ser, objeto o entidad en aquel patio, como parte de Esparta, todo esto, con una voz grave que no era la suya.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Maciel (Archivo V)
08/08/13, 04:18 am
Inmersa en su tarea y en sus pensamientos, la pelirroja apenas era consciente de lo que le rodeaba, por eso no prestó atención al diálogo entre el humano de ojos rasgados y la pequeña ordesa. Cuando Keiria empezaba algo no se distraía con otras cosas, le dedicaba toda su atención a la tarea que tenía entre manos y hacía el trabajo mas ameno entreteniéndose con las ideas que le cruzaban por la mente. De esta forma llevaba a cabo en poco tiempo lo que le habría llevado horas innecesarias si remoloneara mas de la cuenta.
Ya casi había terminado con la primera planta cuando la expedición que había salido a por comida hizo acto de presencia. El primero en llegar fue Shaco, que entró como una exhalación y tropezó con Baurus, derribándole en el suelo. La ulterana observó la escena sin decir nada, esquivándoles a los dos con soltura cuando pasó fregando a su lado, y dedicándoles un gesto de saludo a los recién llegados. Traían unas cuantas cestas, llenas presumiblemente de comida, y como no habían comentado nada, supuso que no estaban repletas de los "manjares" que había anunciado el curioso piloto de bañeras. Mientras la pelirroja seguía con su trabajo, vio por el rabillo del ojo como Cío se unía a las tareas de limpieza, ayudado poco después por Lara. La muchacha no dijo nada, pero sonrió ligeramente agradeciendo la ayuda para si, ella no había pedido a los demás que se pusieran a adecentar aquel lugar, pero apreciaba el gesto solidario de sus compañeros. A Archi el paseó no le había sentado muy bien, pero prefirió dejarle respirar, y se dedicó a terminar de fregar para asentar los restos de polvo que pudieran quedar en la estancia.
No se le pasó por alto el follón que el bicho parecía estar montando en el piso de abajo, pero la única señal de que se había dado cuenta fue su ceño ligeramente fruncido. Ella no era quién para decirle nada a nadie sobre lo que debía o no hacer, así que se abstuvo de opinar y terminó con el suelo para después acercarse a la cocina, donde se dedicó a echar un vistazo a las reservas de que disponían. Había bastante variedad, e incluso desconocía la procedencia de algunos de los alimentos de las cestas, pero al echar un rápido vistazo a sus compañeros y percibir que las ganas de cocinar brillaban por su ausencia, Keiria se dispuso a preparar la cena con un suspiro. Negando con la cabeza se quitó el trapo que le cubría parcialmente el rostro, y salió al patio a lavarse las manos y a coger unos cubos de agua.
-No te hagas daño, pimpollo -le dijo a Shaco al verle practicar con un escudo de grandes dimensiones acompañado por una serie de gritos que la muchacha supuso de guerra allá en su planeta, tras lo cual regresó al interior del torreón.
Una vez en la cocina, Keiria dedicó unos minutos a pensar que preparar. Tras observar a sus compañeros unos instantes, la chica dedujo que los irrenses debían necesitar alimentos que aportaran mucha energía, porque mantener a pleno rendimiento un órgano que emitía la suficiente electricidad como para mover sus miembros mecánicos debía ser un gasto bastante elevado. Además había que tener en cuenta que hacía casi un día que nadie comía nada, por lo que se decidió por un estofado. La ulterana se dedicó a limpiar verdura y a trocearla junto con unos trozos de carne tras poner a calentar una gran cazuela con agua, y cuando esta empezó a hervir, echó todo en la olla y la tapó unos minutos.
El parche empezaba a molestarle, así que se lo quitó con cuidado y lo guardo en su bolsillo, aunque no pudo evitar mirar una vez mas alrededor de forma inconsciente, asegurándose que no había ningun ulterano a la vista. Era un gesto ridículo, pero se había acostumbrado, y las costumbres eran muy difíciles de olvidar. Parpadeó un par de veces para habituar su ojo oscuro a la luz y volvió a centrase en su tarea. Retiró la tapa con cuidado y añadió unas cuantas especias para aderezar la comida. Un rico olor estaba empezando a extenderse por el salón, pero la cena aun no estaba lista.
Ya casi había terminado con la primera planta cuando la expedición que había salido a por comida hizo acto de presencia. El primero en llegar fue Shaco, que entró como una exhalación y tropezó con Baurus, derribándole en el suelo. La ulterana observó la escena sin decir nada, esquivándoles a los dos con soltura cuando pasó fregando a su lado, y dedicándoles un gesto de saludo a los recién llegados. Traían unas cuantas cestas, llenas presumiblemente de comida, y como no habían comentado nada, supuso que no estaban repletas de los "manjares" que había anunciado el curioso piloto de bañeras. Mientras la pelirroja seguía con su trabajo, vio por el rabillo del ojo como Cío se unía a las tareas de limpieza, ayudado poco después por Lara. La muchacha no dijo nada, pero sonrió ligeramente agradeciendo la ayuda para si, ella no había pedido a los demás que se pusieran a adecentar aquel lugar, pero apreciaba el gesto solidario de sus compañeros. A Archi el paseó no le había sentado muy bien, pero prefirió dejarle respirar, y se dedicó a terminar de fregar para asentar los restos de polvo que pudieran quedar en la estancia.
No se le pasó por alto el follón que el bicho parecía estar montando en el piso de abajo, pero la única señal de que se había dado cuenta fue su ceño ligeramente fruncido. Ella no era quién para decirle nada a nadie sobre lo que debía o no hacer, así que se abstuvo de opinar y terminó con el suelo para después acercarse a la cocina, donde se dedicó a echar un vistazo a las reservas de que disponían. Había bastante variedad, e incluso desconocía la procedencia de algunos de los alimentos de las cestas, pero al echar un rápido vistazo a sus compañeros y percibir que las ganas de cocinar brillaban por su ausencia, Keiria se dispuso a preparar la cena con un suspiro. Negando con la cabeza se quitó el trapo que le cubría parcialmente el rostro, y salió al patio a lavarse las manos y a coger unos cubos de agua.
-No te hagas daño, pimpollo -le dijo a Shaco al verle practicar con un escudo de grandes dimensiones acompañado por una serie de gritos que la muchacha supuso de guerra allá en su planeta, tras lo cual regresó al interior del torreón.
Una vez en la cocina, Keiria dedicó unos minutos a pensar que preparar. Tras observar a sus compañeros unos instantes, la chica dedujo que los irrenses debían necesitar alimentos que aportaran mucha energía, porque mantener a pleno rendimiento un órgano que emitía la suficiente electricidad como para mover sus miembros mecánicos debía ser un gasto bastante elevado. Además había que tener en cuenta que hacía casi un día que nadie comía nada, por lo que se decidió por un estofado. La ulterana se dedicó a limpiar verdura y a trocearla junto con unos trozos de carne tras poner a calentar una gran cazuela con agua, y cuando esta empezó a hervir, echó todo en la olla y la tapó unos minutos.
El parche empezaba a molestarle, así que se lo quitó con cuidado y lo guardo en su bolsillo, aunque no pudo evitar mirar una vez mas alrededor de forma inconsciente, asegurándose que no había ningun ulterano a la vista. Era un gesto ridículo, pero se había acostumbrado, y las costumbres eran muy difíciles de olvidar. Parpadeó un par de veces para habituar su ojo oscuro a la luz y volvió a centrase en su tarea. Retiró la tapa con cuidado y añadió unas cuantas especias para aderezar la comida. Un rico olor estaba empezando a extenderse por el salón, pero la cena aun no estaba lista.
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