Torreón Maciel (Archivo VII)

Y así acabaron de lleno en la primera discusión del grupo. Ayne miró alternativamente a unos y a otros según abrían la boca, y tuvo que aguantarse la risa cuando Tesón comenzó a darse aires de elegido. Tal vez se había tomado muy en serio lo que quiera que le dijese su Jack particular. Cuando llegó a “engendros desplumados” realmente tuvo que apartar la mirada y ahogar una carcajada con la mano, con cierto disimulo. Enseguida aumentó la violencia de la discusión y ya no era momento para risas, pero para el sinhadre aquellas palabras no habían tenido precio.

Se encontraba cerca de Hal todavía cuando explicó el motivo por el que no podía hacer magia. Le palmeó el hombro para relajar la tensión y miró a Tesón, aún divertido pero mostrando un semblante serio.
―¿Lo ves? Está libre de pecado. ¿Fimamos la paz? ―A continuación miró al carabés y le dijo―: Al menos sabes algo. Estando aquí creo que no es poco.

Ante la falta de visión su sentido auditivo se había desarrollado bastante mas, lo que era beneficiosos para lo detalles pero irritante cuando alguien gritaba a tu lado o había ruidos fuertes demasiado cerca. Por eso, cuando el pájaro-orangután empezó a gritar, quizo asfixiarlo por un segundo.

El empujón recibido terminó por hacerle perder la paciencia y asió con fuerza el mango de su bastón con la intención de sacarse el enojo y no lanzar al pajarraco aquel contra el piso de piedra y romperle la cabeza de una vez. Así al menos habría un poco de silencio. "No seria homicidio, seria solo cargarse a un jodido ave plasta" pensó Samika refunfuñando de malas, tentando a llevarse las manos a sus sensibles oídos para impedir que el dichoso Tesón también la dejara sorda.

Encima atacaba a Hal como si el tuviese la culpa de sus desvarios. El chico solo iba a ayudarles a sobrevivir ¿acaso no lo entendía? La palabras de Twixy's, fue lo que impidió que Samika terminara por cumplir sus deseos de revolear a Tesón dándole tiempo suficiente para calmarse. Cosa en lo que ayudo la ultimas palabras de la frivy, descaradas, y que le hicieron sonreír un poco ante lo absurdo de toda la situación.

Cuando Hal comenzó a a hablar se acercó de nuevo para poder ver mejor sus gestos,  escuchando sus palabras. Fue como un balde de agua helada y en cierta forma quizo patearse tras procesarlo."¿Pero seré estúpida? Si podía hacer magia...¿porque no la usaría para ahorrarse tener que fregar? Condenada fuente" suspiro antes de hablar. Ayne deicidio dirigirse primero a Téson buscando paz, pero ella prefirió hablar directamente con Hal.

-Sigue siendo un conocimiento que no tenemos. En esta ciudad hay magia también ¿no? Habra alguna forma de aprenderla, o eso espero, y si se puede ya tenemos toda tu teoría que puede servir mas de ayuda que ir ciegamente- añadió con una media sonrisa y un poco de humor negro en cuanto a si misma. Era el tipo de persona que buscaba el lado positivo a las cosas, sino hubiese sido así probablemente no seria tan desenvuelta en la actualidad ante su minusvalía, así que era ya como un forma de vida. Aunque ser positiva no implicaba que todo fuese desesperante y esperaba que Tesón no quisiera seguir discutiendo porque ella ganas no tenía- Lo que sepas cuéntanoslo igual, si quieres, que nunca se sabe. Eso si...mas tarde, que con toda esta discusión me ha entrado hambre y con vuestra salida y todo, aun no comimos. Preparare algo ¿Eara me ayudaría?- añadió dirigiendo al cocina en una escapada repentina, preguntando a Ayne e incluyendo en dicha pregunta la duda sobre donde estaba la chica. Así perdería de de vista, literalmente, pues en cuanto saliera de su campo visual no lo vería, a Tesón al menos por un rato. Era frustrante y fatigoso tratar con gente tan terca e incapaz de bajarse del burro.

¡Todo eran sandeces! El macho habló y, tal y como sospechaba —un desplumado no podía ser nunca un elegido por la Voz— confirmó que no podía hacer magia. ¡Y se inventaba excusas! ¿Cómo pretendía que la magia se le olvidara así como así? ¡Ridícula basura hereje! Sin embargo, cuando Twix habló, se percató de un detalle peliagudo: había demasiadas criaturas en su contra y Armonía y él solo no podrían defenderse de tantos, así que decidió cambiar de estrategia.

Cruzado de brazos, sin abrir el pico, mirando fijamente a cualquiera que hablara, esperó a que acabasen. Incluso forzó un encogerse de hombros cuando Ayne le preguntó por "firmar la paz". La firmarían a su manera.

—Pues entonces todo esto ha sido para nada. ¡No tenemos acceso a la magia y el único que sabía resulta que no puede! Menuda pérdida de tiempo; podrías haberlo dicho antes de soltar semejantes blasfemias y habernos ahorrado semejante embrollo—masculló, haciendo gestos frustrados con los brazos. Al final, resopló y añadió lo último—. Me voy a hacer cosas más útiles que cuestionar a la Voz.

Y dicho eso, volvió a la cocina a seguir con la comida... Pero se topó con que Samika ya se había puesto con esa tarea. No le importó. Quería fingir que estaba tranquilo, que habían "firmado" la paz, así que se unió. En cuanto asió uno de los cuchillos, notó un chispazo violento en su interior, en absoluto perceptible en su aspecto exterior, pero se controló. Tenía que pensar en el nuevo plan de acción que había decidido, sí, pero lo que tenía bien claro era que no lo pondría en práctica ni con tanta luz ni con tanta gente activa. También recordó que tendría que tener cuidado con los horarios de guardia y con los nocturnos por si tenían un sueño ligero y le interrumpían. No sabía de dónde había sacado esos "cargadores", pero si tenían que ver con la magia —Hal parecía estar seguro de ello—, no los dejaría en manos de semejantes herejes. Una vez los tuviera ya decidiría qué hacer con ellos. Si aún así la Voz no le elegía, se desharía de ellos para evitar cualquier violación blasfema de la Voz.

Por suerte para la comida que estaban preparando, por muy cabreado que estuviera, eso no le impedía que trabajara de forma eficiente. Y más dada la situación en que se encontraban: no le convenía que hubiera más problemas, menos con tanto material cortante y afilado tan a mano.

Twixy's no permitió que la decepción se marcase en su rostro. Parte de su educación consistía en saber ver las oportunidades, y las posibles opciones, y aquel chico planteaba unas pocas muy interesantes. El pajarraco se marchó, echando humos y diciendo tonterías, pero ya no le prestó más atención. Samika se fue a hacer la comida, sonaba bien, pero aguardó a que los demás se dispersasen un poco, o se distrajesen, para quedarse a solas con Hal.

-Vamos, superno te preocupes- le dijo con voz dulce, colocándole bien un mechón de pelo, y alejándose para acomodarse en un sillón- Dices que hiperhas olvidado como de la total las palabras.. pero a la mayoría nos megaprometieron mágia al venir aquí, ¿no? Lo superprometieron, así que solo hay que megaencontrar las palabras nuevas. ¿Cómo hiperaprendíais mágia en tu mundo? ¿Superde dónde sacábais esas palabras chupimágicas de la total?

De cualquiera de las formas no tenían mágia, ni acceso a ella por el momento, pero Hal seguía siendo el que más sabía del tema en el grupo, a no ser que en los desaparecidos hubiese alguno que supiese más (y al estar desaparecidos quedaban fuera de los planes de Twixy's) Mantendría al chico cerca, sería buena con él, y también lo sería con los demás para asegurarse de tenerlos de su lado en caso de que quisiera quitarse a los pajarracos feos de en medio. Cuando llegó la hora de la comida, ayudaría en lo que pudiese, ignorando absolutamente a Tesón salvo en los escasos segundos que necesitó para felicitarle junto a Samika por la comida.

Todos recibieron maravillosamente bien la noticia, especialmente teniendo en cuenta las circunstancias. No obstante Tesón tuvo que soltar unas palabras finales que hicieron que Hal lo fulminara. «Puedes meterte tus blasfemias donde te quema, pajarraco». En su mente calificó ya al roquense de una forma especial. Parecía que podía contribuir de varias formas, pero su fanatismo religioso auguraba problemas. Asintió tanto a Ayne como a Samika, esperando interiormente ser capaz de darles explicaciones satisfactorias.

—Pues nos enseñaban en clase, con profesores y eso —su respuesta a Twix apenas dejaba traslucir el nerviosismo que seguía produciéndole la frivy, aunque sí soltó una risita nerviosa—. Pero aquí no parece haber muchos profesores, ¿no? —intentó sonreír, sin mucho éxito, y soltó un suspiro—. Supongo que... Habrá que buscar en las ruinas...

Acabó la frase sin mucho convencimiento. ¿Qué podían encontrar en aquella ciudad cochambrosa que les permitiera aprender hechizos? A Hal no se le ocurrían muchas cosas que pudiera haber entre las ruinas que sirvieran como herramienta para el estudio de la magia, pero la única forma de averiguarlo era adentrarse en ellas. Y la idea no le gustaba ni un poquito.

La llegada de la comida interumpió la conversación. Hal comió con movimientos rápidos y mecánicos, pensando en todo lo que había descubierto aquella tarde. Había cargadores a su disposición. Primitivos, cutres y gores, cierto, pero cargadores al fin y al cabo. Teniendo en cuenta que la ciudad no parecía muy boyante, le parecía claro que Rocavarancolia no había puesto esos cristales a su disposición sólo para desperdiciarlos y dejarlos por ahí. Estaba seguro de que los monstruos de aquella ciudad querían que encontrasen la magia, pero seguía sin ver el cómo. Además, ¿para qué quitársela antes y dársela después? ¿Qué era lo que querían de ellos?

Ensimismado en sus cavilaciones ni siquiera se dio cuenta de que era, con mucho, el primero en acabar hasta que estuvo lavando su plato.

―Estaba arriba limpiando y vigilando. Si la necesitas subo a preguntarle ―le respondió a Samika, haciendo un pequeño aparte durante la discusión cuando ella ya se retiraba. Quería estar atento a la respuesta de Tesón, y cuando llegó le hizo llevarse una mano a la frente con cansancio. «¡Pero si el embrollo lo has montado tú!» pensó al escuchar cómo cortaba la discusión. Y le faltó muy poco para decirlo en voz alta, pero gracias a que el pájaro había demostrado ser capaz de llegar a la violencia se le metió a tiempo en la cabeza que era mejor andar con pies de plomo.

Volvió la tranquilidad, aunque había cierta tensión en el aire. Dado que a Samika se le había unido Tesón, no sabía si necesitaría la ayuda de Eara, pero subió arriba porque, de todas formas, no había mucho que añadir en aquel ambiente. Encontró a su aurva en la misma habitación que Kirés, y tomó asiento en una cama cualquiera con un suspiro, para después pasar a contarles de forma muy abreviada lo que acababa de pasar en la planta baja.
―Ah, casi lo olvidaba. La ciega me preguntó por ti, aunque ya está cocinando con Tesón.
―Bajaré ahora, entonces ―respondió Eara mientras escurría una última vez el agua sucia del trapo que tenía entre manos. Estaba preocupada por las ideas de Tesón y cómo afectarían al grupo si en algún momento se les presentaba la posibilidad de hacer magia. Aunque, tal como estaban las cosas, no parecía tan posible como Jack lo había pintado. Le gustaría preguntarle al carabés si con lo que sabía podría acabar encontrando el modo de hacer su magia de nuevo.

La chica bajó las escaleras con el cubo, que vació en el patio, y le preguntó a la humana si necesitaba ayuda. Ya casi estaban acabando con la comida y Eara no era necesaria allí, pero se dedicó a poner la mesa y trajo un barreño de agua limpia para fregar los platos al terminar de comer. También ayudó a llevar las bandejas de comida hasta la mesa, donde empezaba a sentarse la gente. Por el ambiente era capaz de notar que había tenido lugar una discusión. Cuando Hal terminó con tanta rapidez Eara se preguntó si seguiría incómodo después de lo sucedido, y Ayne le dedicó una sonrisa de simpatía al verlo pasar hacia la cocina, pensando algo parecido a su aurva.
―Ah, supongo que empezamos a estar bajos de reservas, ¿no? ¿Habría que perseguir otra vez a esa bañera voladora? ―comentó el edeel,  por sacar algún tema de conversación.

Ver aparecer de nuevo a Tesón en su campo visual mientras cocinaba fue frustrante, había decido hacer ella comida para evitar tenerlo cerca y todo se le había dado vuelta. "Bien, mientras tenga el pico cerrado no le daré un sartenazo" pensó entre refunfuño mentales, mientras esperaba que el roquense no cambiar mucho los utensilios de cocinar de sitio.

Poco después Eara apareció para ayudar a pone la mesa y cundo ya la comida estuvo lista fueron sacándola. Samika fue la que informo a Kires del descubrimiento de los cristales ya que parecer Hal había sido el primero en terminar de comer y se había salido de su campo visual.

Tras terminar de comer y llevar los platos para lavar, Samika decidió comenzar otra conversación que no podían posponer, menos tras escuchar las palabras de Ayne cuando llevo los platos a la cocina, por lo que salio al salón

-Hasta que consigamos averiguar como usas los cristales que descubrió Hal, estaría bien aprender a usar las arma. - comento mostrando las dagas que llevabas sujetas en la cintura y señalando con un gesto el escudo que sabia seguía junto al sofá- Yo ya digo, no tengo idea de como usarlas...como mucho que se clava por el lado que pincha- añadió intentando cambia run poco el humor de alrededor, no mas discusiones, sino pensar con un poco de la cabeza. Para encontrar a los otros necesitaban saber defenderse, para explorar necesitaban saber defenderse y si había una posibilidad de obtener magia habría que buscarla y para eso también necesitaban saber defenderse. No tenían mas opciones si querían sobrevivir en ese lugar- Twixy's y yo hemos entrenado hoy, pero algo mas bien físico, sin armas, y supongo que si ella no tiene problema lo seguiremos haciendo a diario. Por si alguien desea apuntarse...-pensó intentando que se pusieran de acuerdo en un tema que en serio debían organizar. No podían seguir saliendo allí afuera sin un mínimo de conocimiento para protegerse, menos tras el encuentro que alguno de ellos habían tenido con ese ser en las mazmorras. No se sabia que mas podían encontrarse en esa ciudad, así que debían prepararse, por sentido común. Con ese pensamiento claro en su mente, su mirada se dirigió hacia recordaba había visto a Kires y recordando vagamente que el menciono algo sobre que sabia manejarse con estas se decidió a hablarle. La respuesta de Kires sobre si los entrenaría fue afirmativa y eso ya fue mas tranquilizador. Samika sabia que iba a costarle desenvolverse con las dagas y el escudo así que esperaba que el otro tuviese paciencia con ella cuando entrenaran.

Samika aprovecho el resto de la tarde en recorrer el torreón, realmente necesitaba conocerlo al dedillo para que subir y bajar las escaleras, encontrar las habitaciones o losas sueltas fuese algo que hiciera, literalmente, sin mirar. Era algo que le relajaba y ayudaba a que se concentrase, permitiendole cierta autonomía, pues aunque el bastón era su mayor aliado le resultado pesado usarlo en el lugar donde viviría durante un tiempo, por lo que contra antes se acostumbrase mejor que mejor. Aprovecho sus paseos por el torreón para dejar su escudo junto a sus cama.

Cuando llego la noche y tras ayudar a Eara con la cena, Samika fue una de las primeras en irse a dormir, no sin antes ponerse de acuerdo con twixy's en entrenar temprano, apenas cayendo en ese momento que compartir cuarto con ella. Sabia que dormía mas gente allí pero no pudo averiguar quienes del grupo eran pues poco después de echarse en la cama, el sueño le venció.

Twixy's comió más lento de lo que era habitual en ella, viendo que los demás tenían bastante prisa. No quiso fregar los platos, pues el agua del pozo estaba helada y le dejaba los dedos agarrotados, además de quitarle el esmalte de uñas. La conversación que siguió fue sobre armas.

Había visitado la armería, como los demás, más por curiosidad que por otra cosa, pero no había encontrado nada que le llamase la atención. Parecían herramientas y trastos de cocina feos y anticuados, y a la mayoría no lograba encontrarles uso siquiera. Los demás decían que eran para defenderse... Sí que quería poder mantener alejados a los bichos desagradables, como el escarabajo, pero el hecho de que necesitase un entrenamiento físico para hacerlo le daba mala espina. Por el momento no pensaba tocar ninguna de esas armas.

El resto del día, pasada la novedad y la urgencia de instalarse en su nuevo refugio, Twixy's se dio cuenta de lo mucho que se iba a aburrir en el torreón. No había televisión, ni internet, y la conversación que daban sus compañeros no era precisamente estimulante según sus propios estándares. Al menos cuando lo que quería era una conversación banal de temas conocidos y no un seminario sobre culturas extrangeras. Acabó rondando a Lemus. Le había estado lanzando miradas en la comida, y ella se las había devuelto. Sabía que le interesaba, y no iba a desaprovechar la oportunidad. Cuando el aburrimiento fue demasiado para ella, fue a buscarlo.

Lo encontró en un rincón del patio, sentado sobre una vértebra. Estuvieron flirteando un buen rato, pero Twixy's no tuvo ganas de pasar a más, al menos no en aquel ambiente deragradable e insalubre. Pero fue divertido. El humano tenía una voz encantadora, y olía a piel curtida y materiales orgánicos, aunque podría ducharse más a menudo. Se acostaron bastante tarde, pero cada uno por su lado. Al día siguiente le esperaba otro entrenamiento con Samika. Le gustaba la chica, era de las más cercanas a su mundo que había allí.

Twixy's durmió de un tirón y se levantó con la salida del sol.

Cuando la comida se sirvió, salió un tema que sí era de interés para el roquense: aprender a defenderse.

—Al fin un tema coherente, algo que sí podemos hacer de verdad: aprender a defendernos —masculló, levantando la mirada de su plato—. Me uniré a vuestros próximos entrenamientos —dijo. No lo planteó como una petición porque no esperaba ni imaginaba que nadie se pudiera negar, ni siquiera después del enfrentamiento con la magia.

También habló en favor de ir a por más cestas y volvió a sugerir ir él junto con alguien más. Igual que veía necesario entrenar todos, veía necesario que alguien responsable fuese a por la comida. Y si es ir y venir a por cestas le ganaba un poco de respeto entre el grupo, le vendría bastante bien de cara al tema de la magia. Y de cara a sobrevivir, realmente.

Esa noche, antes de acostarse, vagabundeó un rato por el torreón, dando vueltas intentando recordar algo de los cantos que el Coro hacía, algo de los hechizos de la Voz, pero nunca se había concentrado en fijarse en esos detalles. También, harto de aburrimiento, arrancó sin remordimientos una puerta de uno de los muebles del sótano para sacar tallas de ella con un tosco cuchillo. Realmente, había bajado al sótano para coger dicho cuchillo y darle otro uso: buscar y quedarse los cristales. Pero, obviamente, luego no sabría qué hacer con ellos... Y si se daban cuenta, podrían acabar echándole o algo peor. No, no actuaría aún. Eran demasiados.

A la mañana siguiente, recordando su auto-invitación a los entrenamientos, se despertó y bajó a buscar a las hembras Samika y Twixy's para unirse. Esperaba que su técnica fuera útil.

Se apoyó en la pared, mirando a un punto indeterminado del suelo y dándose golpecitos en los labios. Parecía algo aburrido y aislado, pero en realidad estaba escuchando cuidadosamente lo que decían sus compañeros. No entendía por qué estaban alargando tanto la comida, ni a qué venía eso de estar charlando y planeando mientras.

Las palabras sobre el entrenamiento pesaron como una losa sobre él. Debía hacerlo, no cabía duda de que desde cualquier punto de vista mejorar sus habilidades físicas era imprescindible para sobrevivir en aquel lugar. Aun así seguía siendo alguien al que el ejercicio no atraía nada de nada. Como consecuencia tenía unas capacidades bastante bajas, y dado su odio a cansarse físicamente no le atraía nada sumarse a aquellos entrenamientos. Lo cual no quitaba que eran muy necesarios.

Durante la tarde bajó a la armeria y usó un segundo cristal para alumbrarse y poder explorarla. Vaciló unos segundos antes de realizarse un minúsculo corte en el dedo, demasiado pequeño para que doliese siquiera, pero suficiente como para que Hal realizase un desplegue mental de insultos dirigidos a los rocavarancolenses.

Aquella armería tenía una cantidad de armas bastante mayor de la que se había imaginado, aunque a aquellas alturas no le extrañó demasiado. Comenzó a pensar en todo lo que sabía hasta ahora acerca de la ciudad, pero acabó cortando sus pensamientos y dedicándose por completo a intentar descubrir qué arma le iría mejor.

Como era natural todos aquellos instrumentos de defensa eran antiguos y primitivos, pero dado que no tenían nada mejor el carabés optó por desdeñar este pensamiento. Estuvo largo rato sopesando pros y contras de cada una, cogiéndolas, pero vetó cierto número de armas simplemente por no poder cogerlas bien debido a su poca fuerza. Acabó decantándose por un simple machete, pero prefirió dejarlo allí. En principio parecía completamente absurdo y ridículo llevarlo por todo el torreón, como si cualquier monstruo fuera a salirles al paso.

Más tarde, para bañarse, no se introdujo al momento. Se sentó, apoyándose en la pared, mirando fijamente los dos cristales que había cargado antes. «A ver, intenta resumir más o menos todo lo que sabes de este lugar» se dijo, sumamente concentrado en la tarea de crear su lista mental sobre Rocavarancolia.

• «Nos atraen con mentiras y engaños.
  
• Nos sueltan en medio de la ciudad tras un simple discurso confuso que, todavía hoy, no está del todo claro el significado de algunas cosas.
  
• No tienen ningún problema en alardear de nigromancia.
  
• Tampoco tienen problema en malgastar la magia teniendo allí en medio una fuente con un hechizo que sirve para una sola vez.
  
• Quieren que nos comuniquemos, pero si la pérdida de los hechizos es porque no quieren que haya competencia para su magia o que pasan de aplicar a la fuente un hechizo logomántico que obvie los conjuros, ni idea.
  
• Nos dejan un torreón seguro, además cerca de la comida.
  
• Nos dan armas y cargadores, pero nada acerca de cómo usarlos.»

La mirada de Hal seguía fija en los dos pequeños cristalitos que podían suponer una enorme diferencia en cuanto a vivir o morir. En su cabeza comenzaba a formarse una solución tentativa al problema. «Quieren que sobrevivamos. Hay armas y hay talismanes, lo cual coincide con lo que dijo la mujer gatuna de que sobreviviésemos». El joven, al principio, no se había creído que esa exclamación fuese sincera, pero lo que ahora sabía parecía dejar claro que sí. Pensar en ese lugar le dejó clara otra cosa. «También quieren que salgamos. Nos han puesto los cargadores, pero sin hechizos no sirven para nada. Así que supongo que será una especie de prueba: podemos usar magia, pero debemos ganárnosla».

Estaba un poco aprensivo ante este asunto. ¿Se ganaban la magia mediante méritos puntuados o de alguna otra forma? Toda su educación le gritaba lo primero, pero las evidencias acerca de la actuación rocavarancolesa le decían que lo segundo. Fuesen quien fuesen, estaba bastante claro que la gente de aquella ciudad no iba a ir a darles un caramelo por portarse bien. Su forma de actuar parecía ser la de dejar el premio en algún lugar y esperar que la gente lo encontrase. Al menos, tanto con el torreón como con la comida como con las armas y los cristales había sido así.

Eso reconducía al hecho de que debían salir a por algo más que comida. Lo cual llevaba a algo bastante evidente: era peligroso, debía entrenarse, usar armas... Con una inspiración profunda se levantó y comenzó a desvestirse, decidiendo que al día siguiente se uniría a las dos chicas.

Le costó entrar en el agua casi lo mismo que el día anterior, pero se forzó a salir más rápido al ver que la luz se iba yendo. Esa noche, antes de dormir guardó los dos cristales bajo su cama. Estaba deseando volver a tener magia, aunque solo fuera para calentar el agua del baño.

Tras despertarse desayunó un par de piezas de fruta, guardándose algo de las tabletas energéticas de su propio mundo para más tarde. Después fue al patio, donde fue pasando la vista de la cima del torreón Maciel al reloj que mostraba la estrella y la Luna. Se preguntó cuánto faltaría para que ambos coincidiesen, momento en el que previsiblemente saldría el astro, y por qué los rocavarancolenses lo habían señalado. «¿Qué significado tiene para ellos?» se preguntó, frustrado por la falta de srespuestas claras y concisas.

Cuando Samika y Twix iban a comenzar su ejercicio se acercó a preguntar si podía unirse. Por dentro temblaba tanto como una hoja en medio de un huracán, pero su aspecto exterior era la serenidad personificada.

Ayne fue quien aceptó la invitación a los entrenamientos. Eara lo miró interrogante, como queriendo preguntar si ella también debería hacerlo, pero el edeel negó con la cabeza. Ella ya se imaginaba que su papel no sería salir allí afuera a pelear, pero no perdía nada por preguntar. Sabía que el sinhadre creía hacerlo por su bien, a fin de cuentas.

La tarde pasó mientras Ayne trataba de interactuar con unos y otros, buscando tantear sus formas de ser en mayor profundidad. Tenía curiosidad por Tesón pero era el que más reparos le daba abordar, no parecía de buen humor, aunque eso era difícil de decir en un pajarraco. Se rindió pronto y se quedó orbitando alrededor de Eara, que hacía labores con su habitual diligencia y seriedad. Es decir, Ayne se aburrió mucho esa tarde.

La chica regresó a la planta baja cuando la luz comenzaba a atenuarse e hizo la cena con ayuda de Samika. No quería cocinar solo para ella misma y su edeel, pero sabía que para los demás podía ser demasiado temprano, así que escogió comida de olla que poder recalentar fácilmente en la lumbre encendida toda la noche para que pudieran cenar a la hora que mejor les viniese a cada uno.

Así, aún había algo de luz cuando se acostaron. Ayne se abrazó a ella y solo necesitó quejarse un poco antes de quedarse dormido, mientras a Eara le pudo el cansancio cuando escuchó que su edeel respiraba acompasadamente. Y al igual que el día anterior, fueron los primeros en despertarse, a pocas horas del amanecer. Aquel tiempo de tranquilidad y silencio era idóneo para desperezarse, darse un baño y preparar la primera comida del día con calma. Pero la ocuridad era tan absoluta hasta que comenzaba a asomar el sol que tenían que valerse en todo momento de velas, incluso al salir al patio, y ninguno de los sinhadres creía que se podría acostumbrar en algún momento al día o a la noche de la ciudad.

Al ir volviendo la vida al torreón el entorno se fue haciendo más agradable. En la noche eran el viento y aullidos lejanos los ruidos más comunes, pero de día el ambiente se acercaba más al de un hogar normal. Pronto las chicas estuvieron listas para empezar su entrenamiento en el patio –por fin limpio–, y al igual que otros, Ayne se acercó allí para ver en qué consistía y unirse. Al pasar al lado de Hal le dio una palmada no muy suave en la espalda mientras le sonreía. El chico no tenía mucho cuerpo para pelear, pero estaba mortalmente serio haciendo su petición de unirse. Le parecía un chaval curioso, quizá porque su silencio y seriedad le recordaban en algunos aspectos a Eara.
―Bueno, ¿qué hay que hacer? ―preguntó a las chicas.

Twixy's pasó bastante tiempo decidiendo qué pantalones ponerse con su sujetador deportivo. No había podido más que enjuagar la prenda después de usarla el día anterior, y sabía que pronto necesitaría alguno más o lo desgastaría demasiado pronto. Aún le quedaba tela elástica, pero no iba a ser tan sencillo de coser al no poder aprovechar la estructura como hizo con el anterior.

Terminó eligiendo un pantalón pirata verde de chándal que había tenido mejores tiempos, pero que cuya pernera desgarrada le daba un toque especial. Se hizo un recogido sencillo y bajó a tomar un aperitivo antes de desayunar. Cuando bajó solo estaban Eara y Ayne despiertos, pero no tardaron en ir bajando los demás poco a poco. Los saludó a todos, pero centró su atención en Samika, comentando cómo podían estructurar su entrenamiento. Se había olvidado completamente de que Tesón había anunciado el día anterior que se uniría al entrenamiento, y el recordarlo al verlo aparecer en el patio le revolvió el estómago. No lo quería allí, no quería entrenar con él, y pensaba mostrar abiertamente su desagrado, sin embargo, al tantear a sus compañeros, se había dado cuenta que apartar de forma brusca al pajarraco no iba a agradarles. Tendría que conformarse.

Que se uniesen Hal y Ayne mejoró un poco su humor. Les explicó lo que iban a hacer a grandes rasgos, y empezó ella dirigiendo el calentamiento. Habia mucha diferencia de niveles, y tedría que bajar bastante la intensidad del entrenamiento, pero el añadido de cosas nuevas por parte de Samika le daría algo de interés. Usaron movimientos de whoopunchy's para mejorar la resistencia y tonificar el cuerpo, iban a ser más o menos los mismos los demás días, si decidían repetir. Después, Samika les enseñaría algunos movimientos de Judo, para esquivar y parar golpes. A Twixy's no le hicieron mucha gracia, al menos no sabiendo lo que continuaría más adelante, aun así se conformaría, por el bien del grupo y con la esperanza de que le sirviera para su día a día en la ciudad. Aprendía rápido, y acabó pasándoselo bien a pesar de todo. Se ocuparía de los estiramientos después de los ejercicios, y del enfriamiento.

-Ahora me supercomería un krillan por las paty's, pero de la total- comentó Twixy's entrando de nuevo en la cocina.- Sami, cary's, ¿como se hipercocinan los asparagacy'zz? Megano pienso comer fruta otra vez.- al preguntarle, se acercó a ella por la espalda y se dejó caer sobre ella rodeándola con los brazos.

Su despertar fue mas tardo de lo pensado, por lo que intento cambiarse lo mas rápido posible, colocándose un pantalón oscuro de chándal que había tenido una mejor vida y una simple camisa de tirantas, para entrenar antes de bajar. Ya en el patio se acerco a quien averiguo era Twixy's viendo llegar mas sombras al grupo de entrenamiento, entre ellos recordaba de la noche anterior estaba Tesón. No le importaba que entrenara con ellos mientras no intentara armar algún tipo de jaleo por "sus métodos de entrenamientos" o alguna absurdez similar como el día anterior con la magia. Aparte de Tesón, también unirse a Ayne y a un, al parecer decidido, Hal.

Se puso de acuerdo con Twixy's, sobre lo que harían haciendo en ese mismo momento un plano de entrenamiento diario que seguramente tras un tiempo iría subiendo de nivel, pero para novatos era mas que suficiente. De por si el estilo de entrenamiento de Twixy's, que tanto le recordaba a Samika al kix boxing y al aerobic mezclado era agotador pero útil para  fortalecer el cuerpo y finalizando con el judo, que era centrado por el momento en agarre, esquivar y sujetar, entre otras cosas. En su caso ayudarles implicaba acercarse a ellos para ayudarles a colocarse correctamente o un simple empujón los haría caer y era eso una de las cosas que quería enseñarles, el equilibrio era importante en cualquier tipo de practica marcial al fin de cuentas. Nunca se sabia si algún día podría serles útil.

Fue entretenido aunque agotador y cuando finalizaron, Samika fue la primera en tomar un cubo de agua para beber y refrescarse un poco decidida a dar luego una buen baño aunque fuese de agua fría. Pero eso seria después de comer algo, pues no había llegado a desayunar por o que se dirigió a la cocina seguida de Twixy's. Su reacción y gesto le hizo ruborizar antes de echarse a reír.

-Te entiendo, ahora mismo me comería un pollo acompañado de una bandeja inmensa de helado-dijo mirándola de reojo y observando la cocina o todo lo que podía de esta agradeciendo que la noche anterior fuese Eara quien le ayudara por que el orden de todo estaba tal y como lo recordaba- Puedo hacértelo o al menos intentarlo y así si quieres te fijas en como es la cosa- añadió sonriendo y tomando las verduras, la carne y algo de queso para improvisar sabiendo que tal no luciría muy bien el resultado pero que al menor el sabor y seria decente y seria comestible. Iban necesitar ir por las cestas ese día, pero antes de nada tocaría llenar sus estómagos. Mientras estaba en eso recordó algo en lo que había caído apenas fugazmente esa mañana al cambiarse por la ropa deportiva y decidió comentárselo, porque era algo que definitivamente, ella no podría hacer ni aunque quisiera y que era necesario por simple cuestión de comodidad e higiene.

-Mmm Twixy's, ¿me podrías hacer un favor?- pregunto un poco incomoda al respecto pero era al fin de cuentas una necesidad- Ya sabes que en este sitio ropa decente poca y bueno, solo tengo este sujetador, que necesita ser lavado. Encontré algo que podría servirme pero no es de mi talla...y era por si me podrías echar una mano con eso. Lo haría yo, pero la aguja no congenia conmigo - dijo divertida pese a todo, pues en realidad una de las primeras cosas que había mirado, aparte de la ropa, era la interior. El usar ropa interior que a saber quien mas había usado le resultaba un poco raro pero no tenia mas remedio, así que al menos que no fuese aun mas incomodo al colocárselo- ¿Que me dices?-pregunto  pues tal fuese un pedido tonto o algo sin importancia, pero para ella lo era, ya que iba a vivir en entre pocas comodidades al menos ir limpia y todo lo cómoda posible. No tardando mucho en terminar el desayuno improvisado: esparragaxy's rellenos de queso fundido y pequeños trocitos de carne picada. Era un extraño desayuno pero al menos era verdura y carne, y no fruta para variar

-Pruebalo y dime que tal-añadió dudosa tras terminar el trabajo, observando a la frivy.

Cuando se despertó no solo lo hizo tarde, sino que a ello vino añadido un ataque de pereza general. Estuvo un rato estirándose y moviéndose un poco, y cuando por fin intentó levantarse solo logró rodar hasta el suelo, pegándose un golpe cuyo dolor se encargó de barrer cualquier rastro de cansancio en el enderth. – ¡Ay! Mi cabeza…

Dolorido pero ileso bajó a la cocina a pillarse algo de comer. Allí se encontró a la gente  a la vez que le llegaba el olor de comida recién hecha. “Comida cocinada…” Tardó un rato en darse cuenta de que se había quedado embobado mirando aquel plato de comida desconocida, y cuando lo hizo agitó la cabeza para quitarse el olor de la mente y evitar ponerse a babear. No era su comida, si tanto le apetecía debería haberse molestado en aprender a cocinar. Saludó al resto y fue a buscar algo en las cestas.

El entrenamiento, aunque peculiar, le vino bastante bien. Puso empeño tanto en no quedarse atrás como en memorizar los movimientos para matar el aburrimiento en las largas horas que pasaban en aquel torreón sin hacer nada. Y, como resultado, acabó con energías renovadas, lo cual era tan positivo para él como negativo para quien sacara el tema de los cargadores. Pero por suerte para ellos, pensó, no sucedió.

En su lugar, él vio necesario sacar el tema de ir a por las cestas una vez hubo desayunado. Y así lo hizo:

—Compañeros, ahora que estamos con los estómagos llenos y con energías por el entrenamiento matutino —muchas gracias a Twixy's por ello—, recomiendo salir a por las cestas de nuevo. ¿Quién se apunta?

En claro contraste con el día anterior, su tono fue bastante agradable y sinceras sus palabras. Mientras se decidían, fue a por sus armas y luego volvió al salón para esperar al grupo de salida. Cuando estuvieran todos listos, saldrían hacia el Barrio de los Callejones sin salida, del cual aún desconocían el nombre, si es que semejante ciudad ponía nombres a sus zonas.

Twixy's dió un par de palmadas de alegría cuando Samika accedió a hacerle el desayuno. No prestó tanta atención al proceso como debería, pero ayudó en lo que pudo a la humana, acercándole las cosas que necesitaba en caso de no tenerlas al alcance. Su estomago iba haciendo más ruido conforme el olor de la comida se iba haciendo más intenso, y cuando estuvo lista felicitó a Samika con un beso en la mejilla.

-Oh, superno te preocupes por eso, yo me megaocupo.- le aseguró, haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia.- Imagino que tu hipertendrás el mismo problema que yo con las tallas, pero de la total. Las chicas que he visto aquí hiperestán tan super plany's...

La comida estaba algo sosa, y el queso tenía un sabor mucho más fuerte al que estaba acostumbrada, pero Twixy's no puso ninguna pega y comió con apetito. Cuando acabaron, el pajarraco feo les ofreció salir a por las cestas. Su tono era mucho menos desagradable y se había portado aceptablemente en el entrenamiento, lo que influyó en que Twixy's atendiese a sus palabras, y respondiese con la misma cortesía que se apuntaba a la salida.

Pidió tiempo para subir a cambiarse, pero esa vez se aseó a toda prisa por miedo a que volviesen a dejarla tirada. Se puso unos pantalones mínimos, de tela resistente (aun así bastante desgastados) y una blusa amplia verde que se ajustó debajo del pecho con una cinta de cuero. Se había apropiado de unas botas de su talla, de piel descolorida pero con un aspecto... menos horrible que otros zapatos que había encontrado. Si se las ponía con calcetines lo bastante gordos, eran cómodas. Se dejó el pelo suelto y bajó a toda prisa, feliz de ver que la habían esperado.

Sus compañeros habían elegido armas, algo que a ella no le hacía especial gracia. No sabía ni para qué eran, y se sentía bastante insegura llevando algo que ni siquiera sabía utilizar. Poco dispuesta a hacer el ridículo, aceptó el consejo de coger un escudo, y eligió una daga corta con una bonita funda labrada y una cinta de cuero para llevarla pegada al muslo, de la que se enamoró. Como no había salido del torreón desde que llegaron, dejó a otros ir en cabeza, y tomó una cómoda posición en la zona central del grupo.


Sigue en el barrio de los callejones sin salida.

Por suerte o por desgracia, en el camino no surgió ningún imprevisto y volvieron enteros al torreón. Realmente, pensó, les convenía agrandar su grupo, porque eran pocos. Aunque fueran casi todos inútiles, pero de cebo siempre se era útil. O de animal de carga para cestas. Menos el enano que le había criticado los colores. ¿Qué era eso y para qué servía? Allá en Roca Sagrada podría servir para las reparaciones más pequeñas, por ejemplo, ¿pero aquí en Rocavarancolia? Bueno, al menos solo comería una ínfima parte de lo que comía el resto.

Total, que llegaron al torreón, llamaron a los de dentro y cruzaron el puente levadizo. En cuanto entró, anunció con voz neutra:
—Estos dos son Emmit y Sindeseo... —y al decirlo, buscó al repoblador con la mirada y se explicó—. Sin ánimo de ofender, pero es que no sé cómo referirme a ti. He notado que mis compañeros llaman "nombre" a lo que nosotros los roquenses llamamos "deseo", así que quizá lo entiendas mejor así.

Una vez dicho eso, llevó la cesta hasta la cocina y cogió algo para picar. Prefería quedarse cerca del gran grupo siempre que había conversaciones, y ese era un buen momento como otro cualquiera, más aún por el detalle de los nuevos.