Torreón Maciel (Archivo VII)

Justo en el momento en que Samika terminó de hablar, el roquense bajó casi a la carrera, acompañado por Ergot, por las escaleras. Cuando llegó al salón, se detuvo unos segundos a curiosear y como había escuchado parte de la conversación, resopló.

—Ergot y yo nos vamos a tallar. Cuando terminéis de intentar que un bicho os coma, avisadnos.

Y, dicho eso, enfiló las escaleras de la armería. Lo último que escucharían de él serían varios comentarios hirientes aunque leves y sin que fueran personales, sobre la tontería que, en su opinión, era realizar mapas de aquel sitio y arriesgarse tanto por nada. Por suerte, se calló a tiempo su repentino pensamiento de usar la madera que sustentaba el propio torreón como material para tallar. <<Así al menos se unirían contra una causa coherente: detenerme y evitar que les tire el torreón encima>>

Si alguien se asomaba a la armería, le vería intentando tallar con esmero cualquier cosa que Ergot le dijera.


*Nota para Ana: si se da el caso de que pudieras postear (cuando-sea-pls), sigue desde aquí o como quieras ^^. No hay nada planeado con Ergot y Tesón, solo lo de tallar. El resto va a su bola.

Al escuchar el plan de Samika, Emmit sonrió, la chica les daba algo que hacer que no entrañaba mayor riesgo, buscar las cestas era algo necesario, darle un uso más a esa salida era lo mejor que podían hacer. Por otro lado un bosquejo del terreno hecho desde lo alto de la torre era un principio excelente, requería de la utilización de los talentos de varios, quería ver como dibujaba Twixy's y ademas podrían planificar como dibujar, que materiales usar y poner en juego la capacidad de describir y de entender de sus compañeros.

Sin más que pensar el joven se puso de pie.

—La idea de Samika es excelente, iré a buscar los materiales para dibujar, podemos hacer un ensayo del mapa desde la torre, así no correremos riesgos— expresó.

Abandonando la sala en busca de lo necesario.

La vuelta al torreón lo mantuvo al borde de un ataque de nervios debido al miedo. Era miedo de muchas cosas, aunque todas coincidían en lo mismo: que les atacase algo. Que muriera él, que murieran otras personas, que el grupo se fragmentase y acabase cada uno escondido en un rincón, muertos de miedo y esperando la muerte... También estaba temeroso por el otro grupo. Dudaba que siguieran vivos, y eso le dejaba una sensación desagradable por todo el cuerpo.

Respirió aliviado cuando se sintió protegido dentro de los muros de Maciel, tanto que por un momento sintió que le flojeaban las piernas. Dejó la explicación de la salida a los demás y fue a las cestas, dado que ahora que se encontraba más tranquilizado y no tenía tanto miedo se daba cuenta dle hambre que tenía.

La canción lo dejó con una expresión confusa que lo dejó mirando al techo. Al principio se sorprendió al descubrir que a Tesón se le daba tan bien cantar. «Pues si tiene magia se le va a dar bien...» se dijo antes de recordar con un pinchazo de rencor el fanatismo religioso magiafóbico del pajarraco. Entonces se dio cuenta de qué decía la canción y la incredulidad se mezcló con algo de temor. «¡¿No estará tan loco como para hacerlo de verdad, no?!». No estaba muy seguro de eso: en su cabeza Tesón estaba archivado como suficientemente demente como para ver lógico destruir todos los muebles del lugar, pero no parecía haber alarmado al resto. «Quizás estoy siendo un tanto paranoico...». Se sentía inseguro. Comenzó a morderse el labio con nerviosismo, sin saber qué hacer.

Samika interrumpió su carril de pensamientos dando una idea que en principio parecía buena, aunque después lo confundió un poco. «Espera, ¿quiere dibujarlo ella?». Pero no, no era así. Twix se ofreció para hacerlo, pero todavía había algo que Hal no terminaba de ver. El pajarraco lo interrumpió antes de poder hablar, diciendo, cómo no, una absurdez. Naturalmente tenía que hacerse extremando las precauciones, pero realizar un mapa de los alrededores podía resultarles muy útil. «Además, podemos irlo ampliando y acabar por hacerlo de toda Rocavarancolia...» se dijo.

—Hmm, sólo una cosa —titubeó, echando una mirada al techo, cuando Tesón y Ergot se perdieron por las escaleras—. ¿Por arriba te refieres a donde anidan los pájaros?

Ergot se retorcía y contorsionaba de los nervios en las manos de Tesón mientras se dirigían a la armería a destrozar muebles para hacer preciosas, maravillosas, grandiosas, fantásticas, adorables, encantadoras y hermosas plantas de madera. Su alegría era tal que ni si quiera escuchó la conversación sobre los mapas cuando pasaron por la planta baja, aunque hubiese elevado su opinión sobre Samika considerablemente, pero su mente estaba perdida en ensoñaciones sobre plantas semejantes a él, hechas con la madera de plantas parecidas a él, que en otro tiempo estuvieron vivas como él, la verdad es que dicho así hasta al repoblador le resultaba algo perturbador, pero el simple hecho de estar en contacto con algo así le llenaba de un gozo tan inmenso que no le importaba. También hay que tener en cuenta que su felicidad estaba prácticamente completa gracias a que al plumífero roquense le había gustado su canción, estaba tan orgulloso de sí mismo que tenía la impresión de haber crecido varios centímetros lo que no era cierto y estaba deseando contárselo a Emmit para que le cantase al roquense y así se pudiesen llevar bien, por un momento se imaginó contándoselo a todos los habitantes del torreón y a todos ellos cantando felices y contentos como una gran familia feliz, la estampa le provoco un escalofrió y una desagradable sensación indescriptible por lo que aparto la idea a un rincón oscuro de su mente junto a las setas alucinógenas.

Al llegar a la armería, Ergot observo toda la madera disponible a su alrededor y cavilo sobre su elección: “No sé qué es lo que necesita Tesón para hacerlo pero le ayudare en lo que pueda. Primero elegir la madera. La madera de los cimientos definitivamente no, nadie quiere tirar esta colmena de piedra abajo, nadie esta tan loco y si lo propongo seguro que Tesón se enfada por mi falta de sentido común. No, mejor selecciones todo lo demás.” Así que saltó de las manos de Tesón y comenzó a rebotar sobre todas las superficies de origen vegetal mientras decía: -¡Podemos usar esto, esto, esto, también esto, y esto, esto podría servir, no estoy seguro de que sea madera pero podemos intentarlo con esto, uy y esto, oh esto, esto, y esto!-

Una vez termino de posarse sobre todos los objetos se agarró el hacha más cercana que era tres veces más grande que él, he intentado moverla con gran esfuerzo, no la estaba moviendo ni un milímetro, le comento al plumífero con la voz entrecortada: -Va-mos te te ayudare a cor-tar-la…- pero con todos los nervios y altibajos sufridos durante el día, sus queridas patas le fallaron y resbaló estrepitosamente dándose su cabeza un golpe contra el suelo, cayendo el bichejo inevitablemente en una inconsciencia de la cual no despertaría hasta la mañana siguiente.

Al principio, la energía de Ergot animó aún más a Tesón en su tarea, pero en cuanto le vio saltar de un lado para otro tan rápidamente y hablar a tanta velocidad, empezó a crisparle los nervios. El repoblador no solo hizo eso sino que incluso intentó mover un hacha que era demasiado, así que el roquense, con algo de hastío, se acercó para "quitársela" y decirle que se dejase de tonterías, pero antes de que pudiera abrir el pico, Ergot se golpeó contra el suelo y ahí se quedó.

Por un lado, Tesón suspiró, con algo de alivio sincero al haber acabado la actividad del repoblador, y preocupado también por su estado. No mucho, pues no había sangre a la vista y la criatura era bastante pequeña así que asumía que no sería grave. Para bien o para mal, por suerte o por desgracia, por puro azar o por culpa de la repentina y enérgica actividad del repoblador, este se había golpeado y había dicho adiós a tallar nada. Eso sí que fastidió a Tesón, tener que cogerle del suelo con cuidado y vigilarle en lugar de tallar.

Una vez con el repoblador en la mano, volvió a subir y se dirigió a la cocina. Se hizo con una cacerola y un trapo, envolvió en este a Ergot pues no tenía plumas que le cuidaran del frío, y luego le hizo un suelo blando con otro trapo en el interior de la cacerola, donde le dejó.
—Tened cuidado con esto, que Ergot se ha quedado inconsciente al caerse —les dijo, y añadió, cortante y algo amenazante—. Yo me encargo de él.

Dijo eso último de esa forma por si acaso a alguno se le ocurría quitarle el derecho a tutelar su bienestar. Y también porque parecían odiarle y podían creer que él tenía la culpa de su estado. Si hacía falta, lucharía por la custodia de la cacerola. Poco podía hacer por él, pues no sabía de medicina ni padecía herida alguna. <<Ya despertará. Es como cuando algún idiota se caía de los andamios: despertaban hora después>> Luego dejó el refugio improvisado en la encimera y empezó a cocinar algo. No quitaría ojo de encima al repoblador durante esa tarea ni durante el resto del día. Por suerte quedaba poco de este y, con suerte (aunque Tesón lo daba por hecho), Ergot despertaría en unas horas. Cuando comiera o comieran, volvería a la armería a tallar alguna flor en relieve en algún trozo de madera para que Ergot lo viera al amanecer. Si por Tesón fuera, haría relieves vegetales en todas las superficies de madera del torreón. Realmente... no había nada que se lo impidiera, ¿o sí?


NfdR: Por si no queda claro, último post de Tesón en el día a no ser que alguien le diga algo.

La idea del mapa pareció calar bastante en los presentes, «aun si lo que dijo al principio no tenía mucho sentido parece que sí que podremos sacar tajada de la idea. No se le puede reprochar, realmente no ha visto como son las calles por sí mima» pensó Ayne. Eara, por su parte, agradecería que el juntarse para hacer el mapa comenzase a limar asperezas. La necesidad unía, y estaba claro que explorar las calles recorriéndolas todas no era buena idea, en cambio el cielo parecía relativamente seguro.
—Es solo mi opinión, pero creo que podemos ahorrarnos el intento desde arriba. Primero —empezó Ayne, señalando a Hal, que acababa de hablar—, están los pájaros. Y segundo y no menos importante, ¿os dais cuenta de lo estrechas y liosas que son las calles de esta zona? Desde esta altura no vamos a ver calles más allá de un puñado de casas. Eso lo podemos hacer más rápido a pie, justo al lado del torreón no hay monstruos por lo general.

Aunque hablaron aún un rato más, no llegaron a ninguna conclusión. Ya no quedaban apenas horas de luz, por lo que el tema quedó definitivamente aplazado para el día siguiente. Para cuando subió Tesón, no había nadie hablando de ello y por lo tanto nadie le informó de la conclusión. En parte porque, tras su comentario mientras debatían, ninguno parecía creer que le interesase saberlo.
—Como sigamos así vamos a dejar el torreón peor que las termitas —le susurró Ayne a su aurva al oído. La risotada entre dientes de este le hizo cosquillas y se colocó el pelo detrás de la oreja para hacerlas desaparecer con disimulo.
—Probablemente haya madera en las casas derrumbadas. No parece haber un clima húmedo, quizá no esté inservible. —Con aquel nivel de abandono, ¿cómo si no se explicaba aquella ausencia tan alarmante de plantas?
—Sí, he mirado de reojo. Intentaré traer si se puede.

Que Ayne se incluyera entre las “termitas” alivió un poco a la sinhadre, por el mero hecho de que su edeel hubiese encontrado algo con lo que pasar el tiempo. Era una actividad bonita, además, y las virutas servían como ayuda para encender el fuego.

Entre bromas del sinhadre sobre Tesón queriendo cocinar a Ergot y la elaboración de la auténtica cena, el día llegó a su final después de que todos llenasen la tripa. Los sinhadres se despidieron de los demás y se metieron en cama, como siempre los primeros.
—Cada día nos dormimos más tarde, ¿verdad?
—Y despertamos más cerca del amanecer.
—Supongo que esta gente no es tan mala después de todo.
«Claro que no» pensó Eara, sin responder en voz alta.

Al día siguiente, efectivamente, se despertaron justo antes de que el horizonte comenzase a ganar color. Apenas les daría tiempo a darse un baño y desayunar antes de que se empezasen a despertar los primeros entre sus compañeros.

La propuesta al final solo acabó en un plan para el día siguiente. A Twixy's le valió igualmente, al fin algo que la sacase de su monotonía. Emmit estuvo buscando un apaño para poder dibujar, y fue a lo que se dedicó mientras se preparaba la cena. Hicieron algunas pruebas; en trozos de tela, en tablas de madera que pudieron esconder de Tesón, probando con carbón, con guijarros del patio... No lograron más que un par de borrones y garabatos inservibles que hicieron que la frivy acabase frustrada y cabreada. Estaba acostumbrada a hacer planos para diseño de interiores, pero utilizaba una aplicación de su movil, o las dibujaba en la tablet. Su móvil estaba demasiado frito para poder usar ninguna aplicación y su tablet era demasiado grande para que cupiese en el diminuto bolso que se había traído a la ciudad.

Se acostó absurdamente temprano, deseando que el día acabase de una vez y poder hacer algo de provecho a la mañana siguiente. Su enfado pasó rápido, sin embargo los nervios se habían instalado en su cabeza, y el saltarse los entrenamientos y pasar el día haciendo el vago no habían dejado que se cansase lo suficiente como para conciliar bien el sueño. Tuvo que recurrir a sus manos para descargar estrés y poder dormirse.

Amaneció. Tras despertarse, Twixy's se quedó unos minutos sentada en la cama, observando a sus compañeros en la penumbra del dormitorio. Había acabado acostumbrándose al olor de varias personas durmiendo en una misma habitación, en un lugar donde no tenían perfume, y casi le resultaba agradable. El olor de los más jóvenes le resultaba tierno y dulce, pero el de los chicos que más se acercaban a su edad había acabado atrayéndole más de lo que le hubiese gustado reconocer. Era más fuerte que el de los chicos de su mundo. Lemus aún dormía, en la cama de al lado. Salió de la cama para inclinarse sobre él y aspirar su olor, y acabó dejándole una ristra de besos a lo largo del cuello. Sabía que los demás no iban a tomarse bien sus atenciones, por lo que dejó el cuarto sin darle los buenos días a nadie más.

Al pasar por delante del improvisado baño, oyó a alguien, posiblemente uno de los sinhadres. Se lo encontró justo cuando salía. Ayne. Twixy's lo recibió haciendo un gesto descarado con la lengua y continuó bajando las escaleras hasta la cocina.

-¿Hoy supervamos a explorar? ¡Dime que sí, dime que sí!- le dijo a Eara en cuanto la vió.

Finalmente se pusieron de acuerdo para realizar el mapa al día siguiente y Samika estuvo de acuerdo con ello. Lo siguiente que supo fue que Tesón subía desde las mazmorras y avisaba de que se encargaría de cuidar de Ergot al que Samika vio metido en una cacerola cuando se acerco a la cocina al ver el estado de la próxima comida. EL pensamiento fugaz de que Tesón por error lo cocinara paso vagamente por su mente, pero sacudió la cabeza para sacar tan tonta idea. La ciega era ella no Tesón.

El resto del día y sin mucho que hacer ante al falta de música o algo que leer, comió relativamente temprano y comenzó el habitual recorrido de cubos para bañarse, deseando que pronto pudieran encontrar esa magia que Hal mencionaba o iba a terminar teniendo que ser rescatada cualquier día de esos del baño por congelación. Cuando ya tuvo el baño listo preparo la ropa que se pondría y le dio un buen repaso al sari el cual tristemente estaba cogiendo polvo y no dejaba de ser un recuerdo de su madre. Se baño rápido,volviendo a la habitación cuando aun había bastante luz alrededor encontrándose con que  Twixys ya dormía en la cama junto a la suya. Su cama era la mas cercana la pared, allí donde estaba la antorcha colgada de la pared, incapaz de dormir sin una luz. Aun no había terminado de oscurecerse por completo a su alrededor cuando Samika finalmente se durmió.

Al día siguiente, lo que le hizo despertar no fue otra cosa que notar movimiento a un lado de su cama. Perezosa y bostezando se levanto recogiéndose el pelo en una cola alta, cogiendo su bastón y descubriendo en el trayecto ala puerta del cuarto que Twixy's ya se había despertado. fue precisamente a ella ala primera que oyó cuando llego a la primera planta.

-Buenos días...voy a intentar volver a la vida, un segundo- murmuro bostezando ante de salir al patio para refrescarse la cara y ahora si, revivir, volviendo adentro con una sonrisa y sintiendo el agradable aroma del desayuno llegando de la cocina- Deberíamos si, pero habría que esperar a que despierten el resto- añadió Samika pues había escuchado al bajar las palabras de Twixy's, acercándose a Eara para echarle una mano con el desayuno- Aunque de todos modos, podríamos entrenar un poco mientras tanto y así calentamos, es muy temprano...creo- dijo frunciendo ligeramente el ceño pues a su percepción no había la habitual luz ambiental comparada a otras mañanas. 

Al final, conforme la gente fue despertándose y bajando, se apuntaron al entrenamiento que iniciaron primeramente Samika y Twixy's. Era una buena forma de hacer tiempo y espabilarse aquellos que aun estaban medio dormidos y en su caso especifico servia para prepararse para la expedición planeada para hacer el mapa.

Ergot despertó en plena madrugada recibido por la oscuridad de la noche y el sonido de varias respiraciones acompasadas.

“Estoy muerto.” Fue el primer pensamiento coherente que atravesó la mente del repoblador al abrir otra vez los ojos. Luego su pequeño cerebro comenzó a funcionar como es debido y sentencio correctamente al no ver la tela y los muelles habituales: “Esto no es mi sofá”.  

El pequeño ser tardo varios segundos antes de conseguir enfocar lo que le rodeaba “Por las flores silvestres de… ¿dónde piiiiiiiiiiiiiiiiiii(no quiero dañar la sensibilidad de nadie.)iiiiiiiiiiiiii estoy?”. El bicho planta observó con detenimiento las paredes metálicas que lo rodeaban, y se dio cuenta de que estaba en esas cosas que habían sido nombradas como cacerolas, unos objetos que habitaban en ese lugar endemoniado que sus compañeros llamaban la cocina, donde el fuego ardía y quemaba con sus llamas infernales todo aquella madera, todos esos vegetales muertos, calentando y cocinando… de forma rutinaria para las labores del hogar. Mentiría si dijese que  Ergot no estaba muerto de miedo. La situación predeciblemente empeoro, volviéndose aún más agobiante cuando se dio cuenta de que no podía escapar, atrapado por una tela que le impedía cualquier movimiento, solo era capaz de mover ligeramente su cabeza en ángulos poco recomendables. No pudiendo cambiar su posición de cautiverio dentro de la cacerola, intento recordar cómo había acabado en aquella situación, para darle una explicación lógica a lo que le estaba sucediendo. Estaba en blanco. En los primeros momentos de pánico tras su descubrimiento pensó que los otros habitantes del torreón se lo comerían pero luego reflexiono que no serían tan plantas carnivoras como para cocinarlo vivo. Por lo que en este contexto el bicho solo podía abrir y cerrar los ojos, el miedo le había robado el habla que tanto tiempo le había costado sacar “Rocavarancolia nos cambia mucho.” Solía decirse a sí mismo el repoblador cuando pensaba sobre este hecho.

Intentó distraerse jugando a hacer diferentes secuencias de guiños como si fuese alguna clase de código morse, pero no funcionaba y acabo con un tick extraño en su ojo derecho durante un cuarto de hora. Los minutos pasaban sin poder pedir auxilio y aterrado como estaba no podía volver a conciliar el sueño por lo que vio como progresivamente se clareaba el techo de la habitación y escucho como se levantaban los habitantes del torreón. Finalmente escapo de su prisión mental y dijo:

-Emmit… ¿estás ahí? … ¿Tesón? ¿Hal? ¿Hay alguien?- tras varios segundos viendo que no había respuesta: -¿No me vais a comer, verdad? ¿O debería preocuparme?-

Lo primero que oyó el roquense al despertarse fue el rumor de la gente despierta en el torreón, así que se dio la vuelta en la cama, malhumorado doblemente: por haberse despertado tarde y por oír a los locos de sus compañeros en lugar de los cantos de Roca Sagrada. Sin embargo, el río de pensamientos sobre la gente le recordó algo muy vago sobre Ergot. Cuando, concentrado en mirar al techo para hacer memoria, oyó la voz del mismo enano tan cerca de su cama, dio un respingo.

En la mesa colindante al camastro había una cacerola. Poco a poco Tesón fue recordando y entonces la preocupación venció al mal humor. Se levantó con presteza y se acercó con cuidado, pues las palabras de Ergot le sorprendieron: ¿parecía asustado? <<Idiota, estás a salvo, soy la única criatura cuerda del torreón>>

—De los de abajo puedes esperar que te quieran comer, criatura, pero no de mí. ¿Cómo estás? —le dijo al asomarse. Al verle atrapado en el trapo, le ayudó a salir y lo sacó de la cacerola—. Los paletos de mi mundo que se golpeaban como tú solían no recordar nada. Te golpeaste contra el suelo en la armería cuando te dije de tallarte algo y luego te metí ahí y te traje conmigo. Si miras abajo, estás de pie en una cosa que quizá te guste.

En efecto, había dejado al repoblador encima de una lámina de madera con flores grabadas.
—Lo hice anoche. Puedo o podemos hacer muchas más si consigues usar tus armas como herramientas para tallar.

Se sentía algo frustrado después de buscar por todo el torreón, no había dado con nada que fuera decente para dibujar, desde carbón hasta guijarros, de la poca madera a salvo de Tesón hasta tela, al final nada había servido.

Comió en silencio, pensando en alguna forma de superar el obstáculo al plan, con los ánimos un poco bajos, se percato del accidente de Ergot y de la curiosa forma que Tesón utilizaba para procurar su comodidad. La cacerola no parecía una mala idea, siempre y cuando no la acercaran al fuego.

Antes de irse a la cama, tomo un baño, muchas veces al bañarse tenia momentos de creatividad y por suerte esta vez no fue una excepción, si no encontraban con que pintar por lo menos podrían hacer una bitácora en donde describieran con lujo de detalle lo que veían, no lo plasmarían en forma de plano, pero por lo menos podrían describir a Rocavarancolia.

Con los ánimos restablecidos en gran parte, se fue a la cama tranquilo, pero se percato que aún no sentía la actividad de Ergot, sus constantes saltos y su familiar peso a sus espaldas. Tomó la decisión de esperar a la mañana e ir a la habitación de Tesón a preguntar por su amigo, estaba seguro de que el pájaro no se molestaría demasiado.

Se levanto temprano, pero no antes que algunos de sus compañeros, con paso decidido fue a la habitación de Tesón y haciendo un esfuerzo toco tres veces.

Al final se había reunido un grupo de búsqueda demasiado grande para el gusto de intara, pues en su opinión era demasiado arriesgado recorrer aquellas calles con una multitud tan llamativa, pero prefirió guardar silencio y se limitó a caminar con los ojos bien abiertos, atento a cualquier señal de peligro que pudiera amenazarlos. Esperaba no tropezarse con nada, en realidad, pues estaba seguro de que si ocurría lo peor alguien se quedaría atrás, y nadie estaba preparado para algo así.

Por suerte fue un trayecto tranquilo y sin incidentes, aunque les llevó bastante tiempo. Con Irianna interpretando el mapa e indicándoles el camino no se entretuvieron en las encrucijadas, y con Rasqa sobrevolando la zona de vez en cuando evitaron meterse en zonas aparentemente peligrosas. La conversación por parte del ulterano fue mínima y se mantuvo unos pasos por delante de los demás como precaución durante todo el viaje, siendo por ello el primero en divisar el torreón Maciel al doblar una esquina.

La estructura era similar a la de su propio refugio, pero no tenían enredaderas y la cuarta planta había desaparecido, siendo sustituida por el esqueleto de algún tipo de cetáceo. Sekk permaneció inmóvil unos segundos, mudo de la impresión, recuperando la compostura cuando el resto le alcanzó.
—Creo que ya hemos llegado —comentó de forma innecesaria, acercándose un poco más al edificio con su arco preparado.
El muro que rodeaba el patio del torreón estaba coronado por cristales rotos, detalle que no resultaba muy acogedor, pero era el lugar que indicaba el mapa, y según este era el único refugio en kilómetros a la redonda. Si los otros habían sobrevivido aquel lugar era su mejor opción. El puente estaba izado, lo cual era buena señal, y frente a el se plantó el intara no muy seguro de como proceder.
—¡Ah del barco! —dijo al final, empleando una expresión muy marinera mientras bajaba el arma—. ¡¿Hay alguien en casa?! —preguntó. Su voz era bastante potente y debía haber resonado en todo el edificio.

Una vez libre de su cautiverio gracias a la ayuda de su nuevo plumífero favorito, Ergot se quedó observando las tallas que había hecho Tesón expresamente para él. Por unos momentos no reacciono, mudo de la impresión. Los vegetales tallados sobre la madera eran preciosos, el repoblador no pudo evitar tocar las flores como si se tratasen de un ser querido que hubiese vuelto de sorpresa de un viaje muy largo. Apenas escuchaba lo que le decía y le preguntaba Tesón de lo maravillado que estaba, pero en cuanto se dio cuenta de su falta comenzó a responder sin poder apartar la vista de la madera la cual acariciaba:

-Gracias, yo…-Siendo interrumpido por un toc-toc en la puerta. Ergot no pudo evitar levantar los ojos hacia la puerta y maldecir al “miserable hongo que nos inoportuna”, ya que aunque no era el caso, el repoblador sentía que lo habían interrumpido en  un momento íntimo y privado, lo que debía ser respetado. Por lo que se dispuso a echar al intruso de manera cortes pero sin replica posible:

-Sea quien sea, ¿puede volver lue… - Pero un grito que retumbo sobre toda la casa lo volvió a interrumpir. Y esta vez dejó los modales de lado:

-¿QUIÉN CONÍFERAS ESTA GRITANDO A ESTAS HORAS DE LA MAÑANA? A VER, ALGUNOS QUEREMOS TENER CONVERSACIONES DECENTES SIN SER INTERRUMPIDOS… Y ¿QUÉ CACTUS ES UN BARCO Y UNA CASA?-

Lemus se despierta somnoliento llevándose la mano al cuello instintivamente y se lo frota suavemente hasta llegar a la clavícula. Aun con los ojos cerrados una sonrisa picara se le dibuja en la cara <<….Twix….>> Sintió como si la oliese y su mente fue asaltada por un torrente de sensaciones mientras un bulto sospechoso se levantaba más abajo, delatándolo.

“¿Barco qué..? –murmuro Lemus despertando de su trance calenturiento- ¿…Y esa voz…quién coño..!? –dijo mientras se dirigía a la ventana pero la luz lo cegó completamente-Joder… puto sol! –se quejó frotándose los ojos y salió corriendo sólo con el pantalón que iba subiéndoselo porque se le iban cayendo- Hay gente ahí afuera! No sé quien coño puede ser pero la voz me suena!-gritó apresurado en el salón mientras salía al mecanismo del puente-“

Desde arriba pudo divisar un grupo de personas  y la primera reacción fue ponerse a cubierto contra el murete al ver que uno de ello iba con arco para luego asomar la cabecita para echar de nuevo otro vistazo y centrando la vista por fin consiguió reconocer al tipo del arco. Era el pirata alienígena del primer día, también el bicho reptiliano extraño que se acercaba volando y también había más personas.

“JOODER!! PERO QUÉ HIJOS DE PUTA! –Gritó emocionado saliendo de su escondite- ¿Dónde coño os habíais metido?¡os creíamos fiambres!-preguntó mientras activaba el mecanismo para bajar el puente- Venga id pasando de uno en uno antes de que algo aparezca con ganas de comeros el culo, iré avisando a los criados de que vayan preparando un banquete para daros la bienvenida….”

Cuando todos pasaron volvió a subir el puente y se apresuró a reunirse con los recién llegados.

Mientras Eara preparaba un desayuno completo, contando con que llegase para todo el mundo por haberse despertado tan tarde, Ayne se tomaba su baño para entrar en calor a continuación con la comida caliente. Al salir se topó con Twix en el pasillo, probablemente la primera en levantarse, y su gesto lo pilló con la guardia baja. No en el sentido de no esperárselo –se trataba de ella, al fin y al cabo– sino por la falta de contexto previo, pero eso le pareció divertido. Sonrió con picardía mientras la veía desaparecer escaleras abajo y regresó al cuarto para dejar la ropa de dormir sobre la cama.

Unos momentos después también Eara fue cogida por sorpresa por la efusividad de Twix. No sabía qué responder porque no le correspondía a ella ni mucho menos decidir si el grupo salía o no, pero en principio en ello habían quedado si conseguían convencer a Armonía.
—Seguro que se sale hoy. Aunque no sea hasta muy lejos. ¿Quieres? —Le ofrecía la primera pareja de tostadas que salían de la sartén.
Lo mismo haría con Samika cuando volviese de lavarse la cara, y le agradeció su ayuda en la cocina.

Ayne tampoco tardó en bajar, y tras terminarse su desayuno se unió al entrenamiento en el patio. Eara se quedó en la cocina recogiendo las sobras aparte y fregando los platos, por eso con el chapoteo del agua no fue consciente de que tenían visita hasta que Lemus lo anunció. Los del patio empezaron a entrar en el torreón y, desde arriba, bajaba Lemus, que ya había podido ver quiénes eran los que estaban al otro lado del muro. La sinhadre se secó rápidamente las manos y Ayne se plantó cerca de ella, también expectante. Los compañeros perdidos empezaron a entrar en el torreón en cuanto se bajó el puente, aunque no todos ellos estaban allí. Querían averiguar si estaban a salvo, pero había demasiadas preguntas que hacer como para tener claro por dónde empezar. Era un auténtico alivio verlos sanos y salvos.
—¡Bienvenidos! Nos teníais preocupados —saludó Ayne, diciéndose que tenía algo más de tacto que Lemus—. Nos debemos unos a otros algunas explicaciones, ¿no? —añadió sonriendo.
—¿Estáis cansados? ¿Queréis sentaros primero? —Ofreció Eara, señalando los sillones del salón.

Twixy's revoloteó alrededor de Samika y Eara pidiendo una excursión, pero parecía que preferían esperar a la tarde para salir. Al final la frivy se resignó a pasar la mañana en el torreón, y buscó ropa cómoda para entrenar. Pudo hacer sus ejercicios y caldearse, despues de un día de vaguería, y presenció el entrenamiento con armas de alguno de sus compañeros, planteandose seriamente unirse. ¿Qué arma podría usar? Todas le parecían feas y le incomodaba la idea de tener que hacer... sangrar a alguien o algo con eso. Le daba incluso asco. Pero uno de los pollos no paraba de insistir en lo importante que eran...

Cayó la tarde, y ya iba a por su segunda ronda de dar el coñazo a sus compañeros cuand una voz conocida tronó por todo el torreón. << El buenorry's rubio...>> Lemus bajó a toda velocidad para abrir a los que esperaban fuera, que Twixy's dedujo serían los compañeros perdidos. Había olvidado sus nombres, si es que había llegado a saberse alguno, y sus rostros estaban difusos en su mente, pero la emoción del humano se le contagió... siendo sustituída inmediatamente con urgencia.

-¡Superestoy hecha un asco de la total! ¡No pueden megaverme así!- gritó histérica, y subió escopetada en busca de algo decente que ponerse.

Por suerte se había aseado bien después del entrenamiento, pues la sola idea de que volviesen a verla apestando a sudor y con ropa cutre le daba escalofríos. No tenía maquillaje, no tenía perfumes, no tenía más zapatos que los que había traído. Quería llorar.

Se puso el mono térmico que había rescatado que era con diferencia la mejor prenda de aquel estercolero y se recogió bien el pelo para volver a colocarse la peluca. Era el pelo con el que la habían visto el primer día, al fin y al cabo. Para rematar, cogió sus gloriosamente altísimos tacones, y bajó con ellos en la mano porque las escaleras de Maciel parecían haber sido creadas por rary's envidiosos y con mal gusto. Una vez encaramada fue con los demás a recibir a los recién llegados. Con su sonrisa más deslumbrante.

Un trayecto apacible, sin rodeos, y sin ningún ataque ni aparición. Justo como deseaba. Parece que Rocavarancolia ha dado un poco de tregua, debe aburrirse de ver correr de un lado a otro a muchachos horrorizados. Lo único que deseo es verles a todos. Que sigan vivos. >>Que así sea por Dios.<<. Pero cuanto más le doy vueltas a la cabeza, más segura estoy de que lo han debido de conseguir, no estaban tan lejos del torreón.

Me mantengo en la cabeza del grupo, siguiendo los seguros paso de Sekk, atendiendo las indicaciones de Irianna, sonriendo al ver volar a Rasqa. Sí, iban a encontrarles, y si eso aliviaba el dolor que sentía por Imre, mejor.

Por fin llega el momento. Sekk llama con un poderoso grito del que me sobresalto del susto. >>Sí, quien no se entere es sordo<<.
Y al momento una voz desconocida suena hablando por lo alto de no sé que coníferas. Sufro por un momento de preocupación, podríamos habernos equivocado de lugar, o que esto fuera una trampa. >>Todo irá bien, conserva la calma.<<
La tranquilidad se apodera de mi cuerpo al ver a Lemus salir vivito y coleando. Era como si un trozo de carne se hubiese quedado atascado un par de días en mi garganta, y que, al fin, hubiese descendido y a su vez desaparecido. Era él que sugirió que los humanos debían estar juntos, si mal no recuerdo, una idea que en el fondo de mi ser, sigo compartiendo.

A penas tengo tiempo de fijarme en la estructura y diseño del edificio, pero lo suficiente como para saber que es similar a Letargo, sin duda, un refugio, con el mismo puente y todo, y con cristales en vez de enredaderas.

Entro con emoción, con una sonrisa de oreja a oreja por el momento. >>Que alivio<<.
Saludó como una tonta con demasiada alegría a todos los que se le acercaban, al chico del pelo violeta, a la muchacha del pelo rosa, que al parecer se había desprendido de una buena parte de su melena. También  Twixy´s, que lucía deslumbrante un par de altos tacones, de que los que me quedo impresionada. Esa es la chica que iba semidesnuda, por llamarlo de alguna forma.
Sí, todo muy bonito. Pero no veo a Samika. Eso revivie mi ansiedad. >>¿Y si su ceguera no le permitió seguir corriendo?<<.
Pero caigo en la cuenta de la extensión del torreón, es bastante amplio, puede estar en una habitación distinta, u otra planta.

-Sí- le contesté a la chica del pelo rosa, con otra nueva sonrisa.- muchas gracias- dijo tomando un asiento.
No estoy cansada, pero no quiero rechazar su oferta educada, que menos que ser un poco cortés.
Estoy de acuerdo con Ayne, había que explicar lo sucedido de ambos grupos. Pero lo importante lo primero.
-Antes de nada, me alegro de que no estéis muertos. Pero...¿Lo conseguisteis todos no?-pregunto, intentando adornar la pregunta con tono alegre.
Estoy nerviosa, sí, bastante.