Torreón Maciel (Archivo VII)

Sus esfuerzos se vieron recompensados cuando vio un torreón al final del camino. No se fijó en sus detalles, sencillamente siguió corriendo, cruzó el puente y frenó una vez estuvo en el interior. El que había abierto, del cual aún desconocía su deseo, se encargó tanto de abrir al principio como de cerrar en cuanto todos hubieron entrado... Y entonces la vio.

No era el único roquense en aquella ciudad, en aquel grupo. No estaba solo, lo cual era algo destacable, dada la marabunta de criaturas extrañas que les rodeaban. Y de las que no se fiaba, por lo que en cuanto dejó de respirar agitadamente por la carrera, se acercó a la hembra.

—Permitid que me presente: mi deseo es Tesón y soy constructor en Hielo-en-el-Sur. Bonitas alas. ¿Estáis bien?

Entretanto, escuchó a una de esas criaturas quejarse del estado de la torre, por lo que no pudo contenerse y exclamó, sin importarle que no le oyera:

—¡Pues limpia! Todos, de hecho, deberíamos adecentar este lugar si va a ser nuestro refugio temporal—pero en seguida se volvió frente a la roquense—. Disculpad la interrupción.

Tenía bien claras sus prioridades: primero hablar con la hembra, luego encargarse del refugio. Preveía problemas a la hora de limpiar, ya que esa gente prefería quejarse, así que prefería tener una posible aliada. Más aún si era nativa de Roca Sagrada como él. Por otro lado, había dado esa información sobre él por si aquella era atea o cualquier otro tipo de hereje, para poder tenerlo claro pronto. De lo que no estaba muy seguro era de si prefería más semejante compañía tan deleznable o la compañía de esas criaturas desconocidas. Lo cierto era que no podía darle respuesta a ello así que lo ignoró temporalmente.

Encontró el mecanismo del puente levadizo en el sótano, junto con unas celdas y una armería, que decidió examinar más adelante. Cuando volvió arriba tras subir el puente volvió arriba, donde el tema de conversación giraba en torno al mal estado del lugar. Kirés no podía negárselo, pero era lo que tenían y un techo sucio era mejor que ninguno.
–¿Es potable? – Preguntó al ver que tenían agua. Nadie lo sabía, así que el enderth cogió una pequeña cantidad y dio un sorbo pequeño. –En unas horas sabré si lo es.

Lo que tocaba ahora era limpiar, y parecía que iba a llevar bastante tiempo. –Bueno… alguien ha visto escobas o algo? No quiero tener que hacerlo con mis plumas. –Lo de las plumas no iba en serio, pero mencionarlo le dio una idea “¿Y si…? Voy a intentarlo.
Se acercó a una zona particularmente sucia, alzó los brazos y desplegó las plumas. Luego, una vez cambiados a alas batió con ambos y levantó tal nube que tuvo que cubrirse la cara y los ojos, mientras empezaba a toser. – ¡Ahhhg! Ahh ahhh ¡ACHÚS! Mala idea mala idea. Lástima, habría acelerado el trabajo.

-Pues superyo no- bufó Twixy's entre dientes, yendo a sentarse a un sofá pero cambiando de idea al verlo mejor.

Y lo cierto era que el peor sitio en el que había vivido habia sido el apartamento hortera de sus padres, con su decoración anticuada y su olor a viejy's, pero aún así era mil veces mejor que el antro cutre en el que se encontraban. Para colmo, la chica pelirrosa dijo que tenían que limpiar, y pretendía que lo hicieran ellos.

-Espera, espera, espera un momenty's... ¿Mega-me estás diciendo que no tenemos robots de limpieza?

Por la cara que le estaban poniendo todos los presentes, ninguno tenía la más remota idea de lo que era un robot de limpieza. Y según fue preguntando, solo dos de ellos dieron señales de saber lo que era un aspirador, aunque no parecían creer que hubiese alguno en el torreón. << Mecachy's en la flunchy'x...>>

-No superpuede ser...

Subió como una bala a los pisos superiores, soltando maldiciones y quejidos de dolor por las ampollas que tenía en los pies. Registró habitaciones, vació baúles y armarios, gritó de horror al encontrarse de frente con una estirge y terminó lanzando varios colchones de pura frustración, haciendo huir a las arañas que habitaban en ellos.

-¡NO, NO, NO! ¡Hiperno pueden hacerme esto!- estaba al borde de las lágrimas. Tendría que limpiar como los maniquíes, y ni siquiera le habían dejado materiales adecuados para ello.- ¡Estúpido buenorry's! ¡Estúpido, estúpido!

Quedó sentada en el suelo, apretando los dientes con rabia, y con los puños cerrados, de forma que se le clavaban las uñas en las palmas de las manos. Se miró los pies, sucios y magullados, el bolsito transparente bien afianzado a la muñeca. La habían abandonado allí, con toda aquella gente rara, en un sitio sucio y desagradable lleno de monstruos, y no podía salir. Todo por que se había dejado llevar por un desconocido que estaba demasiado bueno y un deseo de venganza.

-A quién superintento engañar... Hipersoy tan rary's como ellos.

El rencor y la venganza eran cosas de las novelas cutres para rary's, no para una persona con clase como ella, o al menos eso se dijo. Respiró hondo varias veces y se puso en pie. Fue lanzando los colchones uno a uno por las escaleras. Volvió a la planta inferior y vació todos los baúles de ropa, separando algunas prendas de su interés. Se quitó la peluca, los accesorios y su ropa destrozada y la guardó aparte, para ponerse una blusa atada que le sujetase mínimamente el pecho, unos pantalones cortos que parecían de deporte y, una vez se hubi retirado parte de la suciedad de los pies, algo que jamás en su vida se habría permitido llevar: calcetines feos. Nunca reconocería lo bien que le sentaron, tan calentitos y suaves en comparación con el suelo. << Y mejor hiperensuciar ropa fea de la total que la mía>> se dijo para animarse.

Fue a la planta baja con un par de sacos de ropa, sábanas y trapos. Las prendas ni siquiera tenían código de lavado, y parecía que nadie les había echado suavizante nunca. Cuando se quedó plantada en la cocina, donde debería estar la lavadora, y se dió cuenta de que tendría que hacerlo a mano, su decisión se aplacó un poco.

-¿Alguien supersabe cómo se calienta agua aquí?

Pidió detergente, o algo que se le pareciera, y miró la pastilla que le dieron con desagrado. Se ofreció en lavar la ropa que llevarían y la de cama, para no dormir en mugre, y dijo que los colchones estaban llenos de bichos y que se negaba en rotundo a dormir con bichos.

El movimiento "limpieza de este tugurio" cayo bastante fuerte en la mente de varios de sus compañeros.  Para Twixy's el echo de que hubiera que limpiar todo a manita y ala antigua le fastidio y no era la única. Al pasar cerca del pájaro gigante con intención de entregarle un trapo casi se asfixia ante el movimiento que hizo, levantando todo el polvo, mejor era sacarlo de alli antes de que esparciera mas polvo del que recogía.

Un golpe viniendo de las escaleras le sobresalto y al acercarse temerosa de que alguien se hubiese caído y ver que eran un colchón parpadeo confusa, al menos hasta que Twixy's apareció dando una explicación, estando lo suficientemente cerca de ella para notar que vestía otra ropa distinta y cargaba con lo que parecían bolsas con ropa. "Puaj, ¡camas con bichos!"

-Ehm....no se como te llamas...pero déjame a mi limpiar el polvo y te encargas de las camas, aunque quisiera no podría ver los bichos que tenga y tus plumas solo terminaran ensuciándose y moviendo el polvo -dijo hablando a la sombra que era el pájaro cuyo nombre no sabía. "Por una vez estar cegata me sirve de algo" pensó con cierto humor negro mientras entraba en la cocina para coger la escoba maltrecha que había visto antes y que aquella pareja de sombras habían dejado para que pudiera usar.  

Antes de ponerse con la limpieza, subió con cuidado las escaleras usando el bastón pues aunque sabia que estaban allí medir las distancias era otro cantar. Ya arriba busco en cada habitación teniendo que recorrer un par de ellas de principio a fin, hasta que encontró en la segunda el lugar donde Twixy había dejado su ropa, el mas decente en cuanto a suciedad. "Bien es un buen sitio, no quiero que se me ensucie si puedo evitarlo" pensó dejando su sari pulcramente doblado, dejando así visible su blusa (choli) por debajo del pecho y sus pantalones, antes de hacer el camino de vuelta a la primera planta.

Ya en esta entró en la cocina viendo a la sombra Twixy's lidiando con la ropa y  sin tener claro como calentar el agua en ese fogón. Samika le explico a grandes rasgos como se debería encender aunque tuviesen la dificultad de la búsqueda del fuego. Tras eso cogió un trapo y dejo el bastón en la entrada de la cocina y usando la misma escoba como guía para casos puntuales, como cuando aparecía alguna piedra del suelo que sobresalía un poco, comenzó a limpiar a conciencia. Si con algo no podía era con el desorden y la suciedad, por simple sentido de comodidad.

"Bien, ahora puedo concentrarme en limpiar, luego ya veré. Después de todo esto queda ver algunas cosas....como saber como leches se llaman el resto de personajes que hay aquí y la comida. Los del discurso dijeron algo de espantapájaros y comida. ¿Que demonios significa eso? ¿Una señal sobre donde hay un huerto o algo así? Tenemos agua y refugio pero somos muchos o al menos eso creo, demasiadas voces que se confunden y sombras por todos lados....realmente todo esto es una mierda" pensó con una frustración que desquitaba con el pobre polvo del torreón, eran demasiadas cosas que habían pasado en pocas horas.

-Quien sea que pueda responderme ¿quienes estamos aquí ahora mismo?- pregunto a cualquiera de esa gente que estaba fuera de su campo de visión. Hasta ahora sabia que allí estaba Twixy's, el pájaro y Lemus, pero ¿quien mas había? "Aunque mi pregunta suene idiota, es mas faicl que ir acercándome a dos metros uno por uno"- ¿Y que era lo que nos perseguía?

Arik llegó jadeante pero entero.
- Hogar, dulce hogar- dijo aspirando profundamente nada mas entrar, tirandose en el sofá. El polvo se levantó, Arik tosió y se dio un susto tremendo con un bicho reptante que escapaba de su peso; y él estaba en pie de nuevo. Siguió tosiendo, tratando de recuperar su dignidad en lo posible, y acabó riendose de si mismo. Entre la risa y la tos, se le saltaron las lagrimas. Con ojos humedos, saludó al chico que parecía de su edad con un balanceo de mano, cuando descubrió su mirada.

Ya se habían tomado las riendas de la limpieza. Los ojos de Arik siguieron a los que habían llegado con él al edificio de piedra azulada. Aproximandamente la mitad de los que recordaba en la plaza, aunque quizas se le olvidaba alguien. De pronto se sobresaltó con el golpe arriba. Se había quedado mirando como un tonto a la chica de pelo rosa que limpiaba de forma callada y tranquila. Decidió que le caía bien. Y la enorme y guapa se ofrecia a limpiarles la ropa. Que raro todo.

-Oye, no podemos ser menos- le dijo al chico al que habia saludado, que parecía desubicado-. Vente, conseguimos un par de trapos y adecentamos el salon. Tambien podemos sacar los sillones al patio y golpear los cojines para sacarles el polvo.

>Arik, que soy yo. Y no se, somos un puñado. Estan Eara y Ayne, aunque no recuerdo quien es quien. Y los que tienen plumas, y ¿Tu como decias que te llamabas?-le preguntó al perdido, ocupado en su respuesta a la niña ciega. Sonrió como disculpa y añadió con humor- ¿Lo oliste? Nos seguía un pelotero del tamaño de una casa. Un escarabajo, quiero decir.

El pájaro con nombre desconocido hizo una prueba con el agua para ver si era potable que alarmó un poco a Hal, aunque no lo demostró. «Pero... ¡Será bestia!». No se fiaba para nada de aquel agua, pero consideraba que había formas de beberla sin peligro que no implicaban hacer algo tan arriesgado. «Podríamos haberla hervido». Estaba algo preocupado, y en su mente siguió repitiendo un buen rato las distintas posibilidades en las que podía desembocar aquello. No podía evitar perderse por algunas de las más pesimistas, y deseaba fervientemente que no le pasara nada. Ya era duro perder a la mitad del grupo tan pronto.

Las palabras de Twix hicieron que frunciese un poco el ceño, pareciéndole increíble que creyese que iban a ayudarles en lo más mínimo. «¿De verdad piensa que en una ciudad como esta van a dar facilidades?» Se sentía algo incrédulo ante eso. Desde luego él estaba seguro de que a los rocavarancolenses lo último que les preocupaba era la suciedad que tuviesen que soportar ellos. Se preguntó fugazmente cuántos eran. ¿Quizás... Quizás sólo fuesen tres...?

Un chico que parecía de su edad y mucho más enérgico y desenvuelto con él le indicó que se pusieran a limpiar. Se sintió algo abochornado de que hubieran tenido que llamarle la atención por estar allí sin hacer nada, y mentalmente se reprendió por ello. No podía permitirse ser un mediocre fracasado allí, menos todavía cuando ser una carga en Rocavarancolia no era como serlo en Carabás. En su cara no se notó nada de esto, tan solo se limitó a comenzar a limpiar

Después de subir y hacer quién sabía qué la chica rara volvió a bajar, esta vez con la duda de cómo hacer fuego. Hal volvió a maldecir interiormente la pérdida de sus hechizos. Tanto esa faena como la limpieza sería muchísimo más fácil si tuviese magia. «Por eso nos la han quitado» pensó con un tinte de amargura. Querían que no tuviesen absolutamente ninguna facilidad.

Mientras limpiaba echaba miradas disimuladas a todos sus compañeros, sintiendo cierta curiosidad tanto por ellos como por sus mundos. No se atrevía a preguntarles, pero había aspectos que no entendía. Como por qué aquella chica no podía ver. ¿Había tenido algún accidente catastrófico tan poco tiempo antes de ir a Rocavarancolia que no había dado tiempo a curarlos? «Quizás el humo le afectó a los ojos». No estaba muy seguro de esa teoría, pero tampoco era imposible. «Somos mundos distintos, bien puede ser que a alguno le afecte para mal. Como a ella o a la muda». Claro que eso no explicaba por qué Samika estaba así y sus compañeros de mundo no.

—Hal —su presentación fue escueta y con un tinte de aburrimiento. En apariencia andaba limpiando concienzudamente, pero si se le analizaba bien se vería que en realidad prestaba más atención a los demás y a la charla que a lo que hacía. Pensó que alguien debería advertirle de la nigromancia que se practicaba allí, aunque fuera para que supiera hasta qué punto llegaba la carencia de límites en aquel lugar, pero no abrió su boca. Prefería que fuera otro el que lo dijera.

Sin darse cuenta todo el mundo estaba limpiando de repente “En serio…-dijo incrédulo-“No entendía como podían preocuparse por la limpieza en vez de preocuparse del por qué habían sido llevado allí, la existencia de otros mundos, de otros seres y posiblemente de la magia.

Se dirigió al pozo y se refrescó un poco la cara con el agua   <<Maldición... espero que esta agua no haga nada raro-pensó al escuchar hablar los demás de su potabilidad->>  Echó la mano a su cajetilla de tabaco. Por un momento quedó vacilante mirando los cigarros de dentro, le quedaban 9  <<Joder… qué mierda no creo que aquí haya un estanco donde un alienígena enrollado estuviera contratado con una mierda de sueldo…-pensó cerrando la cajetilla con frustración-será mejor reservarlos…>>

Se quitó la chupa para tener mayor comodidad, dejando sus brazos tatuados al descubierto, y dejó la chupa sobre uno de los armarios del patio <<Habrá que ayudar un poco… si no quiero quedar como un puto flojo… hasta la ciega esta ayudando- pensó antes de ponerse a ordenar y limpiar como sus compañeros->>

Mientras limpiaba aprovechó para conocer un poco más al grupo, sobre todo preguntando nombres y dando el suyo. Desde luego los seres que parecían pájaro eran los que más les impactaban…

Por un momento pensó que Twixy´s era otra ya que ahora él era más alto, también había cambiado de pelo y de ropa.

Lemus no comía nada desde antes del concierto de aquella noche… y se estaba empezando a preocupar por no desmayarse del hambre.

“Deberíamos empezar a preocuparnos por la comida-empezó a decir al grupo en general- No sé vosotros pero yo me estoy muriendo del puto hambre…-dijo un poco avergonzado- aunque ni si quiera sé si vosotros coméis…-confesó- A unas malas podemos cazar algún bichos de esos que corretean por ahí… antes he visto uno tan grande como un gato… seguro que están crujientes-dijo sonriendo tristemente-“

Mientras se encontraban en el piso superior, la chica exhibicionista irrumpió por las habitaciones revolviendo todo como una loca. Los sinhadres la miraron boquiabiertos sin dejar de quitar el polvo de los muebles y las telarañas del techo y los marcos de las ventanas. Habían encontrado un dibujo enorme en la pared que parecía representar el mismo rito que habían vivido ellos en la plaza, pero ninguno de los dos quiso borrarlo. Era inquietante porque daba a entender que ese refugio había sido ocupado por gente como ellos, y no hacía demasiado, probablemente.

Tras haber perdido a la otra chica de vista empezaron a escuchar ruidos y quejas en la habitación con camas contigua y se miraron el uno al otro, extrañados.
―Debe estar sacudiendo los colchones.
―Eso será.
En cuanto la vieron aparecer de nuevo ya había cambiado su vestimenta y estaba reuniendo la ropa de cama. Eara se alegró de que alguien más se pusiera en marcha. Cuanto antes pudiesen lavar la ropa, antes estaría seca, aunque no le llevaría precisamente poco.
―Hay que limpiar el patio para poder tender allí también, ¿habrá cuerda?
―Buscaré a ver ―respondió Ayne, dejando el trapo con gusto cerca del barreño de agua grisácea. Su aurva comenzaba a sacudir los polvorientos colchones y después tocaría fregar el suelo. Si tardaba en encontrar alguna cuerda tendría que comerse mucha menos polvareda.

Un rato más tarde, Ayne había encontrado un cordel largo enrollado en el sótano que se había quedado mirando antes. Allí abajo había armas y unas celdas que no entendía qué pintaban allí. Al subir miró al grupo sin saber con quién hablar, y terminó por salir al patio a tender el cordel él mismo. Ató el primer cabo en la estatua, lo llevó hasta el pozo y desde él regresó a la figura del ave. «En serio, ¿qué hago aquí?» volvió a pensar una vez más.

Mientras volvía al interior, saltando entre las partes más limpias del suelo, se detuvo al escuchar una lejana melodía entonada por una voz.
―¿Oís eso? ―preguntó, asomado ya en la puerta. Desde el patio no lograba ver nada debido al muro, así que optó por ir a la planta donde Eara limpiaba y buscar asomándose a las ventanas. La chica lo miró extrañado al verlo llegar con tanta prisa, pero cuando él se asomó a la ventana Eara también pudo oírlo. El canto estaba cada vez más cerca.
―¿Qué es…?
―Shh…

Si sacaba el cuerpo todo lo que podía por la ventana alcanzaba a ver una bañera voladora, que probablemente desde el patio se viese perfectamente en ese momento. De alguna manera había alguien en aquel artilugio mágico, y cantaba sobre comida, o lo que podría ser comida aun sonando a algo que jamás se comería. ¿No les habían dicho en la plaza que tenían que seguir una voz que les daría alimentos? Aquello tenía que ver con la ciudad y, como mínimo, debía ser una fuente de pistas.

Ayne se apartó entonces de la ventana, que fue ocupada por su aurva al cabo de un momento para mirar también.
―Vuelvo abajo ―avisó. Bajó las escaleras de dos en dos y se acercó al grupo―. ¿Deberíamos salir a perseguir a esa cosa?
No podía quitarse el insecto gigante de la cabeza.

Varios ya habían dado sus nombres en la plaza, y los que no lo habían hecho lo hicieron ahora, de modo que aaunque nadie s elo había pedido aun concluyó que sería más util presentarse al resto que esperar a que alguien se acordara de que no todos lo habían hecho.

–Yo me llamo Kirés –dijo dando la información justa y necesaria, acostumbrado a ello por su educación. Sin darse cuenta de la ceguera de la chica el enderth se había extrañado por la petición de buscar el los bichos en los colchones, pero accedió sin poner pega alguna. Así se pasó el tiempo sacando insectos variados, como arañas entre otros, y examinándolas a veces cuando descubría especies que no conocía, hasta que escuchó las voces junto con más gente.

Desde luego ver aquel supuesto barco blanco en miniatura flotar chocó bastante con sus ideales de coherencia o realidad. No importa como lo mires, aquella cosa no debería poder mantenerse a flote por si sola en el aire, pero lo hacía, y la incapacidad de comprender por qué no hacía sino aumentar la curiosidad del ave hacia aquel extraño vehículo. En cualquier caso parecía ser el famoso espantapájaros al qué había que seguir para conseguir comida, de modo que tendrían que hacer exactamente eso, seguirle.

–Deberíamos ir tras él unos cuantos, a ver si conseguimos comida. ¿Quién se viene? –Además de él mismo, se apuntaron también los otros dos que más se le parecían físicamente “Tesón y Armonía creo que se llamaban” y un tercero cuya especie parecía ser la misma que la de la chica dle bastón. Antes de salir el enderth bajó a la armería para equiparse, además de instar a los otros dos a hacer lo mismo. Si bien la calidad de la mayor parte de lo que vio era cuestionable había bastante variedad y varias armas que no conocía. Resistiendo la tentación de probar las que le parecían extrañas se hizo con una lanza pequeña, arma con la que que ya estaba familiarizado. Ya por ultimo esperó por si alguno de los otros dos necesitaba ayuda y emprendieron la marcha fuera de aquel refugio.

Sigue en el Barrio de los Callejones sin Salida.

El movimiento en el lugar se hizo evidente, las sombras iban y venia limpiando y Samika intento prestar atención las voces que escuchaba para unirlas con los nombres con los que se presentaban. Entre el grupo, un chico llamado Arik se le acerco siendo el primero en responder sus dudas teniéndolo lo suficientemente cerca para notar que era un poco mas bajo que ella y que debía ser también mas joven. "Oh no...quien sabe con todo el mejunje que hay aquí" El en principio se veía bastante humano.

-¿Eara y Ayne son la pareja que subió antes, cierto? Y mi nombre es Samika´, un placer conocerte Arik- dijo sonriendo, presentándose de paso para ser oído por todos, intentando situar sombras hasta que pudiera ir asociando voces a nombres. De los presentes allí probablemente todos pensaban que era totalmente ciega, ya explicaría más tarde cuando hubiese cierta calma su minusvalía real y así empezaban conocerse pues se notaba que iban a tener que convivir si o si. La descripción que Arik le dijo sobre lo que les había perseguido le confundió. ¿Un escarabajo? ¿Que tan grande podía ser un escarabajo para que tuvieran que huir de esa forma? Casi prefería no saberlo, los bichos no eran de su devoción.

Alrededor mas gente empezó a presentarse pudo escuchar la vocecita de Hal diciendo tan solo su nombre, el pájaro presentándose como Kires, a juzgar por donde estaba su sombra y así a varios. No estaba segura si estaban todos, pero era un principio. Limpiando arduamente se encontraba cuando escucho la voz de Lemus, siendo la que mas había oído y la mas característica para ella junto con la de Twixy's, mencionar algo de la comida.

Sus palabras invocaron a la comida. Samika tan solo logro escuchar algo sobre entrañas de reptil, que no es como si dieran mucho apetito cuando vio a una de las sombras que debía ser Eara o Ayne bajar avisándoles de que tal vez deberían ir por esa cosa. Samika escucho como se organizaban con incomodidad para ir a buscar a esa cosa que gritaba alimentos que dudaba nadie fuese capaz de comer. "¿No entiendo nada...¿que tiene que ver un espantapájaros con un tipo gritando comidas extrañas?" no tenia idea como  se podía asociar ambas cosas.

Por suerte y para cierta tranquilidad efímera de la humana, aquella escaleras que había encontrado antes en sur recorrido por la planta, bajaba a lo que parecía una armería y aquellos que se aventuraron a buscar el alimento salieron armados, dándole un poco de seguridad, aunque no los viera. Ademas había algo mas...si en algo estaba segura es que había menos gente que en la fuente y que entre su grupo, no estaban ni Varsai ni Ruth.

-¿Alguno pudo ver que paso con los demás cuando nos ataco el escarabajo?- pregunto un poco preocupada porque no hubiesen podido escapar. Toda esa situación era una locura.

Arik se humedeció los labios cuando bajó el humano paranoico hablando de comida. Tenía hambre, ahora que se lo habían recordado. Igual que la fuente le había dado sed. Estaba arrastrando un cojín al patio para desempolvarlo y no se giró hacia las voces. Bajo este había crecido una colonia de bichitos como el anterior que se revolvieron ante la luz y la falta de presión.
- Luego os mato a todos- les dijo alegremente-. Lo mismo Lemus os quiere de cena. ¡Oye, Lemus! ¿Ya tenemos permitido acercarnos a ti, o todavía temes que te convirtamos en un nido para huevos?

Pero quedó sin respuesta. Arik alzó la cabeza bruscamente ante el nuevo pregón. Sus ojos recorrieron a los presentes, esperando la reacción general. En especial la decisión femenina. E Iba apuntarse a la caza de comida y del espantapajaros, pero acabó cediendo. Iba ya un puñado y a nadie parecía importarle que otros chicos no movieran el culo. En realidad, quería limpiar. Sabía que él lo hacia rápido y eficiente, y quería ver resultados antes de que cayese la noche.

- Oye Hal, ¿de donde vienes?- le dijo entre una vareada y otra de cojines, con los ojos algo irritados por el polvo. Aunque no parecía muy hablador, había que intentarlo.

Lograr encender los fogones fue su pequeño logro, y Twixy's sonrió complacida, asegurándose de que nadie la veía. No recordaba quien le ayudó a poner el enorme caldero al fuego, pues ni siquiera le dio las gracias. En un principio pretendió imitar el sistema de las lavadoras, metiendo las prendar en el caldero con el jabón y haciéndolas girar, pero no parecía un método muy eficiente, por lo que sacó otro recipiente para frotar y enjuagarlas, como hacía su maniquí con las prendas delicadas. Cuando terminó, tenía las manos arrugadas y una desagradable sensación de dentera. Como al parecer tampoco había secadora, el chico del pelo morado le había puesto unas cuerdas en el patio donde se suponóa que debía colgar la ropa para que se secase. Twixy's miró con desconfianza a los pájaros del tejado, pero lo hizo, maldiciendo la tela áspera y el jabón malo.

Una voz le llegó del cielo cuando ya había terminado con todas las sábanas, anunciando cosas asquerosas que por alguna razón los demás interpretaron como comida.

-Pero megatenéis que estar de guasy's de la total para supersalir a por esa bazofia- dijo asomándose al interior del torreón, mirando a los aliens incrédula. Pero salieron igualmente, y Twixy's lanzó lo que quedaba de ropa en una rabieta y se fue a un sofá a mostrar su indignación.

Tendió la ropa al final, más por no ponérsela sucia que por otra cosa, y se desnudó, quedándose con una chaqueta con capucha medio húmeda, su tanga y los calcetines. Se dejó las pezoneras por no parecer indecente ante tanta gente. Se había cansado de limpiar y en su opinión ya había hecho más que suficiente, por lo que quiso entretenerse con otra cosa. Sacó su costurero y algunas prendas que había rescatado, y se puso los auriculares para escuchar música. Se haría al menos un sujetador decente.

«Este definitivamente ha visto demasiada magiaficción cutre» pensó con cierto desdén cuando el tal Lemus dijo no saber si ellos comían. No se le ocurría ninguna forma para que un ser vivo obtuviese energía (y materia) que no fuese la nutrición, de forma que la posibilidad de que alguno de los presentes no comiese le parecía risible. Aun así coincidía con el humano en cuanto al hambre, y comenzaba a impacientarse sobre el tema. Mentalmente se reprochó el no haber traído nada de Carabás. Había estado comiendo cuando Trazo lo encontró, pero dejó la comida a un lado en vez de guardársela. «Idiota».

Como si su deseo hubiera sido el detonante una voz desconocida comenzó a gritar unos horrendos platos como si fueran los más exquisitos manjares. «¿De... verdad?». Que aquella fuera la comida que supuestamente iban a darles no le sorprendía del todo, pero sí le asqueaba bastante. Esperaba que sólo fuese una retorcida broma enfermiza, aunque no las tenía todas consigo.

Vaciló un poco tras la pregunta de Kirés. Realmente no tenía muchas ganas de salir (más bien ninguna), pero a pesar del asco tenía hambre, y si las cestas tenían comida de verdad quería hincarles el diente cuanto antes. Pero la sola idea de pensar en lo que había fuera del torreón hacía que recordase el escarabajo gigante y la endiablada carrera para salvar su vida. Si había una estaba seguro que no podría otra vez.

Siguió discutiendo en su mente los pros y contras de acompañar al grupo de la salida mientras seguía limpiando. «Debería ayudar, de todas maneras, debo ser útil». Su utilidad realmente iba a ser mucho mayor dentro del torreón que fuera, donde posiblemente los voladores iban a poder ser más útiles...

Le sorprendió descubrir que abajo había una armería, dado que no contaba con absolutamente ninguna ayuda. Sentía curiosidad por ir a verla, pero al ver que nadie más iba hacia allí ni se movió. «Ya la veré más tarde» se dijo para animarse. Entre tanto el grupo había salido a por la comida. Le abatía algo no haberlos acompañado, Rocavarancolia le levantaba casi tanto interés como miedo, pero se recordó con severidad que no era una salida recreativa (cosa que, de hecho, dudaba que existiese en aquel lugar).

Negó con la cabeza, acompañando de un sonido de negación su gesto, ante la pregunta de Samika. Al recordar su extraña lesión ocular tuvo ganas de darse una reprimenda mental, pero en su lugar, al ver que nadie hablaba, contestó él mismo tras un corto silencio.

—Eh, no.

Esperaba que el escarabajo no les hubiese alcanzado, pero no podía evitar ir por los derroteros más pesimistas de su mente. Por un momento se imaginó a aquel bicho comiendo apaciblemente sobre una montaña de huesos, pero un «¡No!» mental le cortó antes de que pudiese pensar en aquello. Estaban vivos, tenían que estar vivos. No podía permitirse otro ensamiento.

La entrada de Twix todavía más desnuda que antes (cosa que, sinceramente, no había creído posible) no provocó una reacción, ni te lejos, tan exagerada como antes, aunque lo habría hecho de haberle venido más de golpe. El carabés se limitó a ponerse en la dirección contraria para evitar mirarla y a mantener una cara lo más neutra posible, que en aquellas circunstancias parecía estar cincelada en piedra.

—Ah... Mi mundo se llama Carabás —respondió a Arik, que (sorprendentemente, en su opinión) parecía estar intentando socializar con él. Era consciente de que no había respondido con todo lo que el otro quería, pero su mente sólo podía dividirse entre un «Tierra, trágame» y un «¿Quién es el más idiota e inepto de esta habitacióóóóón? ¡Yoooooo!». Intentó paliar su seca brevedad, aunque pensó que el otro ya lo habría catalogado como soso/aburrido/de poco interés—. ¿Y tú?

Su inseguridad había hecho que le temblara algo la voz, cosa que había provocado un casi imperceptible alargamiento de la "y". Esperaba con fervor que Arik no se hubiese dado cuenta, de ninguna de las dos cosas.

-Libo- respondió rápido, con una sonrisa. Estuvo un momento pensando en que añadir, visto que a pesar de su sequedad, Hal le daba pie para hablar-. Pero nunca nos hablaron de los otros sitios. Quiero decir, que de Rocavarancolia llega gente muy distinta, pero cualquiera distingue que es qué. Y aparentemente, solo nosostros conocíamos la ciudad de antes. Es raro que solo haya una alianza. La ciudad parece necesitar algo más que sedas de Libo. ¿Cómo es Carabás? ¿Crees que hay dos ciudades y este es solo el sitio donde estamos nosotros? Esta toda destrozada, y ni rastro de los mercaderes y toda la pesca. Y los hay, que los he visto. Pero no aquí. No se van a estar escondiendo, digo yo...

Se pasó la mano por la nuca. Se había olvidado de estar limpiando.

«De Roca... ¡¿Qué?!». No, no había oído mal: Libo ya conocía aquella ciudad. No sólo eso, eran aliados. «Dos... dos Rocavarancolia... No». Sus pensamientos tenían cierto tinte de desesperación, aunque sabía que no todas las alianzas eran entre iguales, y que las posibilidades eran muchísimas, el mundo de Arik en su mente ya había sido catalogado como "Lugar potencialmente horrendo". Si no lo había catalogado igual que a Rocavarancolia ("Lugar horrendo") era porque quería conocerlo más a fondo antes de dar un veredicto tan absoluto. Pero ante lo visto en la plaza se imponía la cautela ante cualquier cosa que pudiera estar relacionada con la ciudad.

—Pues... ¿Normal? —se rascó la nuca con una sonrisa temblorosa, increpándose por aquella metedura de pata—. Es decir. Nuestras ciudades-estado con el tiempo se volvieron en ciudades centrales dependientes de un solo Estado. No sé cuales diferencias hay con tu mundo —«así que ni idea de qué tengo que explicarte y qué no» concluyó mentalmente. Si normalmente era alguien aburrido tenía que ser horriblemente tedioso escucharle hablar de algo que el otro ya sabía.

—Ni idea... —se mordió el labio con vacilación, dudando si preguntarle a Arik. «Se va a burlar de mí». Por mucho que dudase de sus capacidades sociales, sin embargo, necesitaba aquella información—. ¿Qué sabes de Rocavarancolia?

- Ah! Entonces creo que se parece... al principio habia más variedad, pero el Imperio terminó invadiendo lo demás e imponiendo su cultura. De eso hace mucho. Y ahora todos obedecemos a la Reina Madre.  Lo bueno de las colonias es que todavía conservaba su personalidad- dijo feliz de acercarse al tema que le gustaba, pero con la seriedad que correspondía a sus preocupaciones- pero se va imponiendo la forma de pensar de la capital. No es que todo el tema de la división de trabajos sea justo, como para encima alentar el hembrismo.

Arik meditó antes de responder a lo segundo.

- Una vez que estoy aquí, reconozco que menos de lo que debería. Se que es peligroso, pero que a cambio nos transforma en algo mejor. Yo no estoy aqui por las promesas de poder y magia, la verdad- añadió, por dejar esto claro- ,sino porque era mi camino a la libertad.- dio un par de toques en la tela del brazalete blanco con media sonrisa.

Hal no terminó de ver el parecido con su mundo. Según parecía Libo se había unificado cuando una de las potencias conquistó violentamente a las demás, cosa que no había sucedido en Carabás. Quizás el proceso no había sido algo pacífico, limpio y maravillosamente ideal, pero al menos la unión había sido un acuerdo en común donde todas las ciudades estuvieron de acuerdo.

«¿División de trabajos?». Al principio pensó que era algo de los rankings propio de Libo, pero la palabra hembrismo hizo que frunciera algo el ceño y parpadease con confusión. Desconocía ese término, que, volvió a suponer, era cosa de aquel mundo aliado de Rocavarancolia. Estuvo a punto de preguntar a qué se refería, pero guardó silencio. Ya lo averiguaría en otro momento.

—¿Cómo?

No pudo evitar soltar esa pregunta cuando Arik mencionó que los transformaba a mejor. A Hal no se le ocurría cómo podía Rocavarancolia transformarlos en algo mejor. Si todos los días en aquella ciudad eran igual que aquel lo único en lo que acabarían transformados sería en dementes esquizofrénicos, posibilidad quem le aterraba. Las últimas palabras del libense lo confundieron más.

—¿Qué quieres decir con promesas de magia?

En su mentalidad aquellas palabras tenían un sentido cercano a nulo. «Quizás en Libo están más atrasados que en Carabás con respecto a su estudio». No era algo imposible, y aunque era algo egoísta deseó que fuera así. Él nunca había sido el mejor de los magos, pero si Libo no estaba tan adelantado como Carabás en aquel campo podía ser de gran ayuda a Arik. Y ser útil significaba subir de puesto.