Fase 1, Ronda 4: Ramas vs Adara

El megáfono mágico los había llamado por fin, a Ramas y a Adara. Dirke estaba bastante contento de que le hubiera tocado con un conocido, aunque la ángel negro sería una contrincante dura. Aprovechó el tiempo de espera para calentar a la luz del sol y, cuando acabó, se dirigió con tranquilidad a la arena; totalmente desnudo.

—Qué buen día que hace, ¿no?—Saludó a Adara agitando las manos y esbozó una sonrisa que podría catalogarse de inocente—. Buena suerte, Addie.

Dirke no estaba orgulloso de tener que violentarse, pero sería por diversión y al final saldrían todos vivitos y coleando. Sonó el gong y Dirke adoptó una posición defensiva. Abrió las piernas, adelantó la derecha y pisó fuerte. Alzó ambos brazos a la altura de la cara y se quedó quieto, a la espera de que la chica le mostrara su primer movimiento. En cuanto esta recortara distancias, Dirke endurecería todo su cuerpo, convirtiendo su piel en madera.

Toima, Nia y Tania

El ulterano estaba sentado en su asiento. De haber participado cualquier otro cuchitrilero o persona importante para él, el ulterano habria estado más nervioso. Pero el caso con Adara era que sabia que perfectamente podria manejarse y poco necesitaba de su apoyo moral o ánimos así que justo antes de que sonara el gong, le pegó una voz a la ángel negro.
-¡Dale en los frutos! ¡Dónde duele! ¡Corta ese nudista en dos!-exclamó, emocionandose de pronto mientras gesticulaba ataques, llaves y navajazos.

Nia, por su parte, estaba sentada al lado de Tania y rodó los ojos de puro cansancio por el albino.
-¡No le hagas caso, pelead justa y honorablemente! ¡Y no os hagais mucho daño!-dijo alzando la voz para ambos contendientes.
El ulterano vovlió a su asiento refunfuñando por lo bajo y, cruzándose de brazos observó el combate con un poco de interés, analizando los movimientos que veia en ambos contendientes, incluso antes de que los adversarios los vieran.

<<Descuida, Adara>> pensó divertido.

Cuando la vio lanzándose hacia él, no solo hizo tal y como había pensado, endureciendo su cuerpo, sino que decidió arraigar. Sus piernas, colocadas en lo que él consideró una buena posición para frenar el impacto, se hincharon, tornando en un par de tocones que echaron raices a través del suelo. Con suerte, pudo frenar el golpe, pero en ningún momento había esperado que fuera tan potente. Dirke no se había metamorfoseado del todo y, a pesar de las cortezas, el golpe le valió para dejarlo sin aire unos instantes. <<Esto me pasa por tener pulmones>>.

Tosió y recuperó el aliento, esperando que Adara también hubiera resultado dolorida de aquel choque, y esta vez decidió llevar la iniciativa. Todavía aferrado al suelo, dio un puñetazo al aire en dirección a ella. El brazo se contorsionó y se deshizo en varias ramas cuyo único fin era aprisionar a la mujer por el tobillo y derribarla. Básicamente, lo que el alemán llamaba "llaves de kárate al estilo ent". <<Los pájaros necesitais ramas para haceros nidos, ¡toma estas!>>. Dirke empezaba a sentir la adrenalina. O su variante arbórea.

Dirke tuvo que contenerse para no soltar un aullido cuando Adara cortó sus ramas. Contrajo lo que había quedado unido y decidió que el segundo golpe del ángel negro no supondría lo que el primero. Su cuerpo se contorneó y adoptó rápidamente la forma de un eucalipto negro, bajo, de tronco ancho y corteza rugosa. Dirke había acortado en altura para ganar consistencia y creyó haber apostado bien. El puñetazo de Adara golpeó contra el tronco y, efectivamente, no hizo mella en el resuello del alemán vegetalizado.

El amago de zancadilla del angel negro tampoco sirvió de nada, no se le podía hacer la zancadilla a un árbol, y concedió a Dirke la oportunidad perfecta para devolverle a su contrincante la que le debía. Las ramas más bajas buscaron atrapar a Adara por las extremidades, mientras las más altas la castigaban con severos latigazos. Dirke no era fan de la violencia, no. Pero tampoco de las talas, le parecían de mala educación viniendo de amigos.

- ¡Vamos Ramas! ¡Vamos Adara!- Gritó con entusiasmo Seon.
- ¿Piensas animar a los dos?- dijo Alder con una sonrisa a su lado.- Auch. Tiene pinta de doler todo. Como me alegro de ser bruja de la virginidad y perderme estas cosas.
Seon la tenía cogida de la mano fuertemente en las gradas, apretando en los golpes más arriesgados. Había venido a animar a su maestro, pero había decidido quedarse a unos pocos. Al menos, a los de sus amigos.

Si Ramas me caía bien desde siempre, incluso desde que apareció en Letargo, el combate estaba incrementando ese sentimiento hacia él. Por experiencia, sabía que le molestaba cuando se le hería en forma de árbol, y precisamente ahora se estaba llevando muchos tajos. La ángel negro cercenaba sin piedad sus ramas, pero el otro seguía. Apostaría por él para ganar si pudiera permitírmelo, incluso.

—¡Ánimo, Ramas! ¡Sólo es un pajarillo; desplúmalo!

Me sonaba la ángel negro del grupo del draco y compañía, pero ignorante yo desconocía si le unía algo a Ramas. <<Bah, más presión que soportar en el combate>> Eso sí, aunque animase a quien conocía no negaría que la otra era un rival a tener muy en cuenta.

El árbol que era Dirke empezaba a tener problemas para aguantar el dolor de las ramas que iban cayendo. Su regeneración era rápida y no era la primera vez que Dirke perdía sus apéndices. Pero el dolor no era agradable nunca. En un intento a la desesperada de que parara el ataque, Dirke hizo un cambio instintivo. Si el ángel negro era lo suficiente perceptiva, notaría que la corteza de Dirke se volvía grisácea y con independencia de que lo fuera o no, notaría que el contacto con la nueva especie de árbol le producía una fuerte urticaria.

Dirke aprovechó aquello para recoger la copa y asimilarla en el tronco, para aumentar el grosor de este y protegerse además de cercenamientos innecesarios. <<¡Cortame ahora!>>. Instantáneamente después, el tocón que era su pie izquierdo dirigió un fuerte rodillazo a la barriga de Adara. <<¡Toma mazazo!>> pensaba en pokemon en aquellos momentos para despejar la mente del dolor de los desmembramientos y, porque apesar de no ser su mayor fan, las similitudes no eran tan fáciles de obviar.