Fase 1, Ronda 2: Aeris vs Jack

<<Un fracaso detrás de otro>> pensé al ver cómo el otro me desbarataba todo lo que hacía sin despeinarse. Y encima el "ataque" anterior... Había pasado por alto que seguía intangible...<<mejor dicho, pensé que se la había quitado y... Bah>>

Ahora estaba más o menos encerrado y con una nueva forma aérea que se me venía encima. Podía salir de la barrera de inercia caminando con cuidado, pero la arena que se me vendría encima sí que sería un fastidio. <<A tomar viento>> Lancé un hechizo de intangibilidad pocos segundos antes de que la arena se desperdigase, y luego caminé lejos de la barrera maldita. Seguía en mis trece de no cubrirme con escudos, por lo que necesitaría velocidad para esquivar sus hechizos, así que añadí la levitación... Y automáticamente después me puse a correr a varios palmos del suelo, zigzagueando, sin quitarle ojo de encima presto a esquivar. Mientras, iba conjurando y lanzando, varias veces, dos de mis hechizos favoritos: lanzazo de magia y relámpago negro y plata.

Ya hacía que no se encontraba con Niko, pero el combate prometía. Le tenía mucho cariño al brujo, pero el trato era ya apenas existente. En vez de exigir sangre, animaba al que viese en mayor desventaja, y ahora ese era Jack. Niko no era un rival fácil.
—¡Jack, protégete! ¡Jaaaack! —Desde donde estaba veía bien por los gestos lo que hacía el brujo—. ¡Seguid así! ¡Enseñad lo que vale nuestra generación!

<<¿Qué demonios? No, esa no, ¡no!>> Lo había hecho: una barrera mística. Esquivarlos no fue complicado hasta que noté el peso de otra barrera de inercia <<No fastidies>> No me daba tiempo a conjurar nada para contrarrestarlo así que intenté esquivarlo <<¡Bien! Primera sangre, la mía>> pensé mosqueado al ver el raspón del brazo izquierdo y sentir la descarga de dolor. Me recompuse sin demora y me quité la intangibilidad para que su barrera no me hundiera bajo la arena. <<¿Cómo tumbo esa barrera si me rebota lo que le tiro y no todo es esquivable? Y encima queda poco tiempo de duelo...>>

<<Al carajo otra vez...>> Levanté un escudo mágico cargado, le añadí un hechizo de respaldo potenciado, y caminé en zigzag hacia el brujo con un claro motivo: buscaba flanquear la cortina que era la barrera y colar por ahí mis ataques. Estos no eran otros que lanzazos, de nuevo, por si rebotaban y, dada mi cercanía, tenía que encajarlos con mi cuerpo.

<<Pero a dónde vas...>> Bajo la arena, la maldita arena. <<¿Vas a salir o tengo que buscarte?>> pensé mientras giraba y me apartaba de donde estaba, en un intento de que no me pillara desprevenido por detrás o por abajo. No obstante, oí primero la llamarada antes de a él. Poco después de que alcanzara mis defensas, conjuré una ráfaga de viento para que se llevara el fuego pero la dirigí sobre la barrera, dividiéndola en dos ramas que la flanqueasen cada una por un lado. Contando con que desvaneciera sus propias llamas, volví a intentar atravesar la barrera y, si me daba tiempo esto, lo encadenaría con un hechizo de inmovilización.

Entre la arena que dificultaba el paso y la barrera de inercia, el plan duró apenas unos segundos. Le vi conjurar algo y me confié en el escudo que llevaba, pero no esperaba que fuera luz. Y menos del tipo especialmente doloroso. Giré la cabeza con brusquedad, cerrando los ojos y cubriéndome con las manos, pero ya me había alcanzado. Lo poco que veía a mi alrededor daba vueltas sin dejar de brillar. El olfato no es que ayudase mucho. Y menos aún el hechizo de impacto que impactó, valga la redundancia, contra mí. No llegué a dar de bruces contra el suelo, pero sí que me quedé con una rodilla hincada en la arena, con las manos hundidas en esta.

Para bien o para mal, el gong sonó entonces. Seguía medio ciego, parpadeando mientras esperaba a que se pasara el efecto. La confusión pasó, me levanté y miré a Aeris con los ojos entrecerrados, oliéndole más que viéndole.

—Buen duelo, chaval. Ahora, los ojos me los pagas—bromeé al acabar.