El Pub Muerto

A Gael se le escapó la risa inevitablemente al escuchar el comentario de Siloco tras acercase Jack, y después permaneció un rato escuchando las conversaciones que se sucedían, mirando a los otros invitados y a la barra. Al empezar una nueva pieza, una que le sonaba de algo pero no conseguía recordar qué era, Siloco se levantó y lo arrastró a la pista. Gael rio nervioso, recordando el día en que había hecho bailar los pollos para su maestro. Les habían cedido una serie de cadáveres para la pieza, y el fuego fatuo aceptó el reto poseyendo su parte e intentándolo lo mejor que sabía. Se lo había tomado como eso mismo, un reto, y ya que su humor había mejorado no perdió la oportunidad de desconectar. Era fácil parapetarse tras cadáveres desconocidos.
Aunque no tenía ni idea de cómo bailar siguió el ritmo, copiando una serie de pasos a medida que recordaba de dónde había salido la canción –cosa que, cuando hizo, le obligó a soltar una carcajada por lo inesperado–. Dio saltos y arrastró los pies, tratando de compenetrar los diferentes cuerpos en un solo movimiento –cosa fácil tratándose de una única persona–. La dificultad residía en que según el grado de putrefacción, cada uno se movía a un ritmo diferente. Cuando la canción se terminó, las quimeras de Gael hicieron una reverencia exagerada y el fuego fatuo emergió de ellas dejándolas caer. Se refugió rápidamente de nuevo en el varmano que había permanecido inerte en la silla y, aunque muerto de vergüenza, preguntó.
—Bueno, ¿qué tal?

Menos mal que la música cambió en ese momento y tanto maestro como alumno sacaron a sus cadáveres a bailar. Yo me quedé con los pulgares en los bolsillos, mirando el bailecito y luego a Giz y Noel. Me dirigí al último, primero.

-¿Puedo... Na, mejor no, que me pisarías. ¿Y vos...?-pero el asreniano también se negó, aunque sin tanta amenaza implícita en su mirada, eso sí, como el sueco.-Vale, vale, no me matéis. Voy a pagar, ahora vuelvo.

Me colé en la pista de baile en mi camino hacia la barra, saltando de pareja en pareja hasta que fui, pagué, y volví. Gael terminó entonces de hacer bailar a los cuerpos, tras una reverencia de estos a lo que aplaudí, apoyado contra la pared. Volvió al varmano y me fijé en que no estaba tan tierno como antes había dicho. <<Ugh... A dormir. YA>> Volví a aplaudir, aunque más suavemente, cuando preguntó por el baile.

-Genial. ¡Bueno, yo me marcho! ¡Buenas noches!-exclamé mientras estrechaba exageradamente las manos de todos, Siloco incluido, para luego desaparecer por la puerta a todo correr.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

El draco frunció el ceño tratando de recordar de qué conocía la melodía que estaba empezando a sonar, hasta que por fin se dio cuenta y se sorprendió al reconocer de dónde procedía aquella canción. La tarareó mientras observaba divertido el baile de los cadáveres animados por Siloco y Gael, apoyado en la mesa con un codo.

Cuando se acercó Jack le dirigió una mirada amenazante al tener más que claro lo que iba a decir y después sonrió satisfecho al comprobar que le había hecho cambiar de opinión.
—Si te refieres a la cabeza, sí, te pisaría —le confirmó al vampiro antes de volver a centrar su atención en la canción.

Aplaudió sonriendo sarcásticamente cuando Gael volvió a la mesa preguntando por su actuación.
—¿Ves cómo en realidad te encanta hacer el rídiculo? —le dijo por toda respuesta.
Jack se fue inmediatamente después, por lo que el sueco decidió que podría ser un buen momento para sugerir hacer lo propio. No sabía si Siloco pretendía retenerlos más tiempo allí pero, aunque la noche había mejorado respecto a cuando entraron, seguían sin gustarle ni un pelo las miradas de desagrado que le dirigían bastante más de la mitad de la clientela.
—¿No deberíamos irnos? Mañana hay entrenamiento... aunque me sé de un vampiro el cual seguro que no aparece —añadió burlón.

Giz se negó a bailar con Jack tan amablemente como pudo, no había bebido lo suficiente como para olvidarse de lo desastrosamente mal que lo había hecho en fiestas y eventos anteriores. En su lugar se quedó en la mesa con Noel para verles bailar. Sin embargo, para cuando acabaron y se oyeron los aplausos, el asreniano estaba ocupado en algo completamente diferente. Un grupo de gente había abandonado la mesa de al lado y a Giz le había llamado la atención una de sus transformaciones de tal manera, que no pudo evitar hacer lo que hizo. Las copas usadas habían volado con la mayor discrección posible hacia su mesa y el goliat se entretenía buscando cualquier tipo de muestra con la que trabajar.

Escuchó de rebote a Noel sugerir volver a casa y frunció el ceño mientras depositaba la última pieza de cristal sobre la mesa. Mientras "limpiaba" había estado dando vueltas a la dirección que llevaba guardada. <<Tal vez...>>.


—¿Y si nos saltamos todos la rutina de mañana y me acompañais a la casa de los dulces?—levantó por fin la vista—. Podría estar bien—. La invitación se extendía a todos los que no se habían marchado, incluyendo a Siloco y sus cadáveres. Aunque dudaba que alguien de su cargo aceptara sin más.

Estaba colorado cuando dio las gracias con una sonrisa de oreja a oreja, aunque a Noel sí le dio un leve codazo por su respuesta. Entonces sintió como alguien lo agarraba y terminó en brazos de Siloco, que salpicaba cerveza al moverse mientras elogiaba su forma de mover los muertos.
—No es para tanto, hombre… no como para cogerme en brazos —dijo cuando lo soltó. Se había quedado sin habla en un primer momento porque no se esperaba aquella reacción, pero estaba claro que su maestro ya llevaba copas de más.
La propuesta de Giz no le hizo pensar mucho, simplemente aceptó. Ya que aquella noche volvían a salir, ¿qué importaba adónde?
—Jack siempre tan apurado… ahora se va a perder la segunda parte —comentó mientras se aseguraba de llevar todas sus cosas encima. Estaba listo y dispuesto a ver un sitio nuevo más.

Sigue en la Casa de los Dulces.

Noel le devolvió, divertido, el codazo a Gael mientras atendía a la conversación que había surgido de la propuesta de Giz. Al draco le sorprendieron las palabras del asreniano, no debido a la sugerencia de plan para continuar la noche sino por otro motivo.
—¿De verdad estás sugiriendo tú, el que pasa más horas entre probetas y fetos que en casa saltarse la rutina? —inquirió al goliat exagerando levemente el tono de incredulidad—. Espero que no tengas fiebre —continuó con la broma haciendo como que le tomaba la temperatura al asreniano en la frente.
Aunque él, por otra parte, a menos que no fuese a acudir nadie tampoco es que tuviera intención de saltarse el entrenamiento, al fin y al cabo los hechizos despejantes los habían inventado para algo.
—Déjalo estar —le dijo al fuego fatuo cuando habló de Jack—. Así no nos relacionan con yonquis —añadió sarcásticamente haciendo alusión al estado en el que se encontraba el vampiro cuando abandonó el pub.

Sigue en la Casa de los Dulces.

Shizel no tuvo que entrar en el local para saber a qué se refería Ka. Le bastó con ver la puerta.

—Ya veo —fue todo el comentario que hizo, sin embargo. Había visto que la estética de Libo compartía algunos aspectos con la de Rocavarancolia. Detectó que nadie les miró con escepticismo al entrar: Ka debía haberse pasado algunas veces por allí.
—Deja que invite yo al menos a la primera —le dijo a la libense de todas formas. Si el local le agradaba y deseaba volver, le vendría bien que recordaran que podía pagar.

La visión de partes de cuerpos en conserva seguía sin ser del agrado de Shizel, pero por desgracia había tenido que desarrollar estómago para ello. Con todo eligieron un reservado decorado de forma menos morbosa, desde el cual podían tener buena vista de la pintoresca clientela.
—¿Hay nigromantes en el ejército, acaso? —le preguntó a la libense con una sonrisa cansada mientras removía su licor, una bebida espesa y roja. No le gustaba acordarse del trabajo en su tiempo libre.

Karime guió alegremente a Shizel hasta el local, teorizando para sí misma como sería la reacción del idrino. Al entrar, saludó a la camarera, pidió bebida para los dos y guió skrýmir hacia uno de los reservados más austeros.

- Si quieres gastar tu dinero en mi no voy a ser yo la que te lo impida, eso te lo aseguro- dijo bebiendo un largo trago de su copa-. Sí que hay nigromantes en el ejército, pero no fue uno de ellos el que me habló de este sitio, aunque la mayoría lo conocen. Por lo visto este sitio solía ser exclusivo para nigromantes, pero los tiempos cambian y actualmente tiene una clientela más amplia. Aunque no creo que ninguna exclusividad les hubiera impedido traerme. Créeme, estaban deseosos de invitarme a una copa- comentó riendo-. Desde que estoy en el ejercito he conocido a algunos individuos… interesantes… muy interesantes…- dijo sonriendo misteriosamente como si rodeara un secreto que no pudiera desvelar.

Dio un trago, el líquido llenándole la boca de un sabor semejante a jarabe de cerezas. Era algo más dulzón de lo que solía ser de su gusto, pero no era nada que no pudiera arreglarse pidiendo un combinado con otra cosa la próxima vez.
—Me alegra que te estés integrando tan bien. A mí el trabajo me agota, y no es algo de lo que uno pueda encontrar fácilmente compañeros de oficio con los que hablar —admitió; no al menos sin que peligrara su cuello. Alzó las cejas ante el tono misterioso de la libense—. ¿Intereses de los que puedas hablar?

Algunas caras del local le eran familiares. Como había hecho costumbre, no hizo gesto alguno de haberlas reconocido. Había aprendido mucho desde la irrupción en su habitación de Serpentaria.

Karime dio un largo trago a su bebida y se relamió. Ella había pedido uno de sus combinados favoritos, fresco y de sabor fuerte.

- Ya llevo bastante tiempo en el ejército y la dinámica no es muy distinta a como era en Libo, así que me adapté bastante bien y la gente ahí es maja y la mayoría son de buen ver. No me quejo- contestó sonriendo-. No sé si mi interesante y tu interesante son el mismo interesante, solo te diré que de ellos he podido aprender muchísimas cosas. Muchas, de verdad. Gran variedad de ellas. Realmente nunca imaginé que podían hacerse tantas cosas solo con una mano. Con las dos a la vez ya ni te cuento- silbó divertida-. Pero no hablemos de mi increíble y maravillosa vida sexual, digo, laboral. ¡Cuéntame sobre tu trabajo!

Alzó las cejas tras su copa, con diversión.
—Ka, por curiosidad, ¿alguna vez utilizas las noches para dormir? —fue todo el comentario que hizo. No veía necesario preguntar nombres ni técnicas. Estaba demasiado sobrio aún.

La expresión se volvió seria en cuanto Ka preguntó por su propio trabajo.
—No sé qué decirte —fue refrescante decirlo tal cual, cansado como se sentía—. Ya no me invade nadie el dormitorio por las noches- no de esa forma —se apresuró a cortarle el chiste fácil que intuía venir—. Ya sabes a qué me refiero.

Sin darse cuenta casi había terminado la copa. La agitó un poco, lentamente al igual que sus pensamientos no tenían prisa en desplegarse.
—Ya nadie intenta matarme; estoy bien protegido. Pero no es fácil, ver continuamente las cosas que piensa la gente de esta ciudad. Me agota. Supongo que prefiero pasar por la vida pensando que las personas son fundamentalmente decentes. Pero pagan bien —esbozó una sonrisa pequeña para quitarle hierro al asunto.

- ¿Dormir? ¿Qué es eso? ¿Se come?- preguntó con una sonrisa inocente y luego se carcajeó-. ¡Claro que utilizo la noche para dormir! ¡Casi siempre! … La mayoría de las veces follo por la tarde- terminó riéndose.

Karime, aunque no conocía los detalles del trabajo de Shizel, sí que sabía a qué se dedicaba a grandes rasgos, pero no había imaginado que fuera algo tan peligroso. La licántropa le hizo una señal a la camarera para que les sirviera otras dos copas, aunque diferentes a las anteriores, ya que quería que Shizel probara lo que había estado bebiendo ella, que era bastante bueno.

- Decente… -dijo como si estuviera degustando la palabra en su boca-. No suena bien. Creo que es una palabra que no me termina de gustar. Es mucho más divertido ser alguien indecente, sobre todo cuando el 99% de la ciudad lo es. Pero te entiendo, es decir, entiendo lo que quieres decir. Preferirías no tener que ver la parte oscura de las personas. Mmmm… no sabría que decirte, la verdad. Solo se me ocurre que dejes ese trabajo, pero supongo que algo bueno tendrá para que sigas en él, ¿no?

Sonrió con cara de circunstancias. A Ka podían pedírsele muchas cosas, pero ser delicada con determinado lenguaje no era una de ellas.

—¿Dejarlo? —la posibilidad no había cruzado por su mente. Se quedó mirando a la licántropa, perplejo—. Sí... supongo que... ¿sí? —revisó en su mente en busca de posibles objeciones mas no halló ninguna. Podía defenderse de quien fuese tras él, y no estaba bajo el contrato de nadie. Trabajaba para quien decidía aceptar como cliente.

—¿A qué podría dedicarme, entonces? —tenía reticencia a dejar ir una fuente de ingresos sin un plan en mente. Ahora que dependía de su propio dinero había aprendido a cuidar mejor de él—. Supongo que he tenido la mente un poco cerrada. Iba a heredar el banco allá en Idris, así que nunca pensé en trabajar de lo que quería. Supongo que me he dejado llevar aquí por lo mismo y he ido a por lo primero por lo que me pagaban.
No era la primera vez que caía en algo similar desde que había tomado la decisión de dejarlo todo atrás allí. Al skrýmir aún se le olvidaba mucho hasta qué punto tenía ahora libertad de futuro.

Le gustó más la copa de lo que esperaba. Sorbió con fruición de la pajita con la que se la habían servido, deleitándose en el sabor refrescante. Se le quedaba en el paladar, dándole la impresión de que bastaba con una sola bebida para quedarse satisfecho. Lo tendría en cuenta la próxima vez que sospechase que corría peligro de tomar copas de más.
—Me gusta lo que sirven aquí. No es que no esté bien la taberna, pero es un poco ruidosa y sirven cosas más comunes.

Karime no esperaba que Shizel dudara sobre su trabajo. La licántropa pensaba que lo había escogido por vocación, no que se había limitado a trabajar de algo en lo que le pagaran bien. La libense sonrió y le dio un trago a su copa.

- Siempre puedes trabajar de prostituto. Estoy segura de que tendrías mercado y es una buena forma de ganar dinero a la vez que disfrutas- sugirió-. Aunque debes tener en cuenta que yo nunca me dejaré cobrar. Por ser tu promotora debería disponer gratis de ti, recuerda eso.

La licántropa observó su bebida y la del idrino con una sonrisa cuando este comentó que le gustaban. A Karime personalmente le gustaba el ambiente ruidoso de la taberna, pero era cierto que un sitio como el Pub Muerto era más exclusivo y ahí se servía una mayor variedad de bebidas.

- La verdad es que es un sitio genial para hacer una fiesta. Con una música algo más alta pasaría por una discoteca excéntrica.

Shizel rió entre dientes. Viniendo de Ka, no era otra cosa que un cumplido.
—Prefiero algo de lo que pueda disfrutar a plena luz pública —dijo de todas formas. Aunque bromeaba, su mente ya le estaba dando vueltas al tema. Había venido a Rocavarancolia buscando algo, y en algún momento había perdido esa visión. Ya no estaba en la cosecha, ya no había acontecimientos que pudieran arrastrarle en una dirección determinada. ¿Qué podía hacer?

El comentario de la licántropa le distrajo. Le sonaba el concepto de discoteca de conversaciones previas entre compañeros, pero aún así pidió que se lo refrescara. Le picó la curiosidad y decidió colarse en una la siguiente vez que visitara un mundo vinculado.
—Pues hace poco estábamos hablando DL y yo de hacer una —le contó, aquel comentario llamándole la atención—. Una especie de reunión de los de nuestra cosecha. Desde que la mayoría tenemos trabajo no nos vemos tanto.