Torreón Letargo (Archivo V)
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Torreón Letargo (Archivo V)
05/08/13, 03:54 am
Recuerdo del primer mensaje :
Este torreón de cuatro plantas está completamente cubierto de enredaderas, por lo que en un inicio es un poco complicado encontrar la puerta, algo más pequeña que en los otros torreones. El puente levadizo suele estar bajado, y da a una franja de tierra que rodea la parte delantera del torreón. Los capullos de las flores, que solo se abren con la Luna Roja, despiden al anochecer una fragancia que atonta y adormece a quien la huele. En el patio tiene suelo de tierra y también está repleto de plantas, en su mayoría secas o raquíticas. En el centro hay una estatua de una ninfa atravesada por cientos de estacas.
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- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
12/12/14, 05:07 pm
Sekk cenó en silencio, sumido en sus pensamientos, y en cuanto acabó recogió su parte y le agradeció a Irianna la comida, perdiéndose después escaleras arriba. Aún era temprano, pero el intara se metió en la cama para sumirse en un sueño intranquilo del que se despertó de madrugada, cuando el resto del torreón dormía. Se levantó en silencio y fue a la cocina a por algo de comer antes de subir a la azotea a respirar aire fresco. El aire en el interior del edificio estaba muy cargado por la fragancia de las enredaderas, pero allí arriba el viento mitigaba el efecto y el intara logró despejar la cabeza.
Amaneció allí sentado, pero no tardó en incorporarse a la rutina del torreón, y durante los días siguientes está no varió demasiado. Colaboraba con la idrina para preparar las distintas comidas y trabajaba con Kimbra en el huerto, pero fuera de eso la relación con sus compañeros de cosecha era prácticamente nula, y hasta el momento apenas había intercambiado unas cuantas palabras con todos. Seguía practicando con el arco y el sable por su cuenta, completamente seguro de que aquel entrenamiento le salvaría la vida en algún momento, y también ejercitaba su cuerpo para suplir las tareas que día a día acometía antes de llegar a aquella ciudad. Era una rutina diaria algo aburrida, pero aceptable; las noches, por desgracia, seguían siendo igual de malas.
Apenas lograba dormir unas pocas horas seguidas y siempre se despertaba de madrugada, intranquilo sin motivo aparente y con la cabeza ligeramente dolorida. Notaba una mejoría en sus mareos por estar en tierra firme, pero de vez en cuando necesitaba apoyarse en alguna pared fría, y siempre procuraba quedar fuera de la vista de sus compañeros. No tenía ganas de que le preguntaran al respecto.
Aquella mañana Sekk estaba sentado en la cocina dando buena cuenta de unas tostadas, su mirada ojerosa perdida en algún punto más allá de la ventana, y solo reaccionó cuando se planteó una salida de exploración. Escuchó en silencio la conversación y sólo intervino tras hacer números mentalmente, concluyendo que lo mejor era dividirse.
—Yo me puedo encargar de traer la comida mientras vosotros echáis un vistazo a ese edificio —se ofreció—, puedo cargar una buena cantidad de cestas sin problema, y de esa forma no tendréis que ir a contrarreloj para evitar que alguna alimaña se apropie de nuestro sustento.
Amaneció allí sentado, pero no tardó en incorporarse a la rutina del torreón, y durante los días siguientes está no varió demasiado. Colaboraba con la idrina para preparar las distintas comidas y trabajaba con Kimbra en el huerto, pero fuera de eso la relación con sus compañeros de cosecha era prácticamente nula, y hasta el momento apenas había intercambiado unas cuantas palabras con todos. Seguía practicando con el arco y el sable por su cuenta, completamente seguro de que aquel entrenamiento le salvaría la vida en algún momento, y también ejercitaba su cuerpo para suplir las tareas que día a día acometía antes de llegar a aquella ciudad. Era una rutina diaria algo aburrida, pero aceptable; las noches, por desgracia, seguían siendo igual de malas.
Apenas lograba dormir unas pocas horas seguidas y siempre se despertaba de madrugada, intranquilo sin motivo aparente y con la cabeza ligeramente dolorida. Notaba una mejoría en sus mareos por estar en tierra firme, pero de vez en cuando necesitaba apoyarse en alguna pared fría, y siempre procuraba quedar fuera de la vista de sus compañeros. No tenía ganas de que le preguntaran al respecto.
Aquella mañana Sekk estaba sentado en la cocina dando buena cuenta de unas tostadas, su mirada ojerosa perdida en algún punto más allá de la ventana, y solo reaccionó cuando se planteó una salida de exploración. Escuchó en silencio la conversación y sólo intervino tras hacer números mentalmente, concluyendo que lo mejor era dividirse.
—Yo me puedo encargar de traer la comida mientras vosotros echáis un vistazo a ese edificio —se ofreció—, puedo cargar una buena cantidad de cestas sin problema, y de esa forma no tendréis que ir a contrarreloj para evitar que alguna alimaña se apropie de nuestro sustento.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
12/12/14, 10:03 pm
Después de haber vivido en un constante ir y venir de una casa a otra, de ciudad en ciudad y experimentar que cada semana fuese distinta a la anterior, la rutina podría haber matado a Jace y haberle consumido lenta y dolorosamente. Mentía si decía que aquello no le parecía tan malo.
Los primeros días los llevó bien ya que se entretenía explorando el torreón de arriba a abajo, «¿Armas siniestras abandonadas? ¡Genial! ¿Cestas voladoras que traen comida rara? ¡La hostia!» y hasta se agenció un pequeño pero afilado cuchillo reluciente. Su mayor uso era el de servir de espejo, ya que a parte de para marcar los días en una pared, no había nada que fuera a hacer con él. Intentó practicar en su manejo, pero lo único que había conseguido había sido cortarse varias veces, por no mencionar que en una de esas, en vez de agarrar el arma por el mango la agarró por el filo.
Descartado aprender por su cuenta, trató de congeniar con el resto del grupo. ¿Resultado? Nulo.
A pesar de su personalidad activa y aparentemente sociable, Jace era todo lo contrario a eso. En la Tierra contaba con pocos amigos (ya que el resto le consideraban imbécil) y casi siempre se ha visto solo. Si socializar fuese una asignatura, seguramente la habría cateado varias veces. Además, ayudar tampoco era lo suyo: La única vez que había intentado echar una mano en la cocina casi termina sin mano, literalmente. No sabía que las mangas de su chupa de cuero fueran a arder con tanta facilidad por un poquito de calor.
Eso le dejaba con un aburrimiento mortal, las mangas de su chupa más oscuras de lo normal con un olor a carbonizado constante, cortes en las manos dignos de un gato rabioso y un cuchillo-espejo inútil.
Fantástico.
No tardó en descubrir que la soledad sí que iba a matarlo de verdad. Recordó cada palabra que tuvo con el que le había llevado hasta Rocavarancolia y como, vergonzosamente, había dicho que sí a todo como un niño pequeño emocionado. Cada vez que se quedaba solo no dejaba de comerse la cabeza con lo que pasaría con su novia ahora, con su grupo, e incluso con su madre. Ella seguramente ni notase la diferencia.
Cada vez que empezaba a enfrascarse en sus pensamientos, apretaba los puños y aguantaba las ganas de echarse a llorar. Solo un año. Quizás Samantha aguantase todo ese tiempo.
La noche anterior no pegó ojo gracias a ello, por lo que, con más ojeras de lo normal, decidió tener un día productivo o al menos lo más movido posible para no pensar en nada. Bajó a la cocina discretamente y de la misma forma devoró su desayuno, sin hacer demasiado caso al resto hasta que mencionaron la opción de ir a explorar fuera. Un paseo en aquella ciudad no era precisamente "romántico", pero no quería pasar más días encerrado.
—Yo también quiero ir.—miró al resto con una sonrisa traviesa, aún así, cansada.— Si os falta gente, claro...
Los primeros días los llevó bien ya que se entretenía explorando el torreón de arriba a abajo, «¿Armas siniestras abandonadas? ¡Genial! ¿Cestas voladoras que traen comida rara? ¡La hostia!» y hasta se agenció un pequeño pero afilado cuchillo reluciente. Su mayor uso era el de servir de espejo, ya que a parte de para marcar los días en una pared, no había nada que fuera a hacer con él. Intentó practicar en su manejo, pero lo único que había conseguido había sido cortarse varias veces, por no mencionar que en una de esas, en vez de agarrar el arma por el mango la agarró por el filo.
Descartado aprender por su cuenta, trató de congeniar con el resto del grupo. ¿Resultado? Nulo.
A pesar de su personalidad activa y aparentemente sociable, Jace era todo lo contrario a eso. En la Tierra contaba con pocos amigos (ya que el resto le consideraban imbécil) y casi siempre se ha visto solo. Si socializar fuese una asignatura, seguramente la habría cateado varias veces. Además, ayudar tampoco era lo suyo: La única vez que había intentado echar una mano en la cocina casi termina sin mano, literalmente. No sabía que las mangas de su chupa de cuero fueran a arder con tanta facilidad por un poquito de calor.
Eso le dejaba con un aburrimiento mortal, las mangas de su chupa más oscuras de lo normal con un olor a carbonizado constante, cortes en las manos dignos de un gato rabioso y un cuchillo-espejo inútil.
Fantástico.
No tardó en descubrir que la soledad sí que iba a matarlo de verdad. Recordó cada palabra que tuvo con el que le había llevado hasta Rocavarancolia y como, vergonzosamente, había dicho que sí a todo como un niño pequeño emocionado. Cada vez que se quedaba solo no dejaba de comerse la cabeza con lo que pasaría con su novia ahora, con su grupo, e incluso con su madre. Ella seguramente ni notase la diferencia.
Cada vez que empezaba a enfrascarse en sus pensamientos, apretaba los puños y aguantaba las ganas de echarse a llorar. Solo un año. Quizás Samantha aguantase todo ese tiempo.
La noche anterior no pegó ojo gracias a ello, por lo que, con más ojeras de lo normal, decidió tener un día productivo o al menos lo más movido posible para no pensar en nada. Bajó a la cocina discretamente y de la misma forma devoró su desayuno, sin hacer demasiado caso al resto hasta que mencionaron la opción de ir a explorar fuera. Un paseo en aquella ciudad no era precisamente "romántico", pero no quería pasar más días encerrado.
—Yo también quiero ir.—miró al resto con una sonrisa traviesa, aún así, cansada.— Si os falta gente, claro...
- Daninokuni
Ficha de cosechado
Nombre: Ziack
Especie: Enderth
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia - Instinto animal - Planificación
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
12/12/14, 11:07 pm
El tiempo pasaba, pero para Ziack todos los días eran iguales. La gente a su alrededor hablaba y socializaba, trababa amistad, mientras él se mantenía estoico, alejado, vigilante y en guardia.
Los días transcurrían y él seguía recibiendo su plato de comida. Pero, ¿por qué?
No estaba aportando nada a aquel grupo, por lo que carecía de sentido que le estuviera dando de comer por pura amabilidad. Debían tener un propósito para él.
Mientras buscaba los rincones más calurosos del torreón, Ziack aprovechaba el tiempo libro para ejercitar un poco su único brazo funcional. Pocas oportunidades tendría contra las armas que los extraños estaban aprendiendo a usar, pero al menos podría intentar defenderse.
Tras varios días, ahora el grupo quería ir a explorar un edificio extraño. El enderth no estaba seguro de qué hacer.
"Si me quedo aquí, estaré en una posición frágil. Pero si voy... seguramente no vuelva."
Caminó despacio hacia el grupo que se iba a ir dispuesto a pedir acompañarles, pero cuando empezaba a acortar distancias, se volvió bruscamente.
"Mejor paso"
Finalmente se sentó en la esquina más calurosa que encontró y, cubierto todo lo posible por su manto, comenzó a pensar en su próximo movimiento.
Los días transcurrían y él seguía recibiendo su plato de comida. Pero, ¿por qué?
No estaba aportando nada a aquel grupo, por lo que carecía de sentido que le estuviera dando de comer por pura amabilidad. Debían tener un propósito para él.
Mientras buscaba los rincones más calurosos del torreón, Ziack aprovechaba el tiempo libro para ejercitar un poco su único brazo funcional. Pocas oportunidades tendría contra las armas que los extraños estaban aprendiendo a usar, pero al menos podría intentar defenderse.
Tras varios días, ahora el grupo quería ir a explorar un edificio extraño. El enderth no estaba seguro de qué hacer.
"Si me quedo aquí, estaré en una posición frágil. Pero si voy... seguramente no vuelva."
Caminó despacio hacia el grupo que se iba a ir dispuesto a pedir acompañarles, pero cuando empezaba a acortar distancias, se volvió bruscamente.
"Mejor paso"
Finalmente se sentó en la esquina más calurosa que encontró y, cubierto todo lo posible por su manto, comenzó a pensar en su próximo movimiento.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
14/12/14, 09:05 pm
Para Rasqa, los días pasaron dejando poca huella. Al contrario que el resto de compañeros de torreón, él no tenía mucho que hacer. El habitáculo de las armas estaba muy bien, pero todas parecían hechas para que las usaran animales bípedos desalados y él no cabía en ningún entrenamiento físico con ellas. Se agenció un cinturón enano y una pequeña daga con la que poder volar y pronto volvió a ser engullido por la rutina. Siempre que había salidas a por las cestas se ofrecía, aunque no pudiera cargar con ni una sola.
Su comportamiento apenas cambiaría: le dedicaría una buena parte del tiempo a volar para no perder la costumbre ni echar a perder su cuerpo y el resto del tiempo dormiría, comería o, en menor medida, asaltaría a algún compañero con sus preguntas. Debido a que estaba en etapa de muda, Rasqa solía acabar prefiriendo buscar la soledad para arrancarse las tiras de piel muerta sin que le incordiaran. Apenas habría crecido unos milímetros, pero él ya soñaba con volverse todo un cazador adulto. Los murciélagos flamígeros seguían en su punto de mira.
Aquella mañana despertó por inercia al salir el sol y aguardó su buena media hora sobre el colchón, alabando mentalmente a quien quiera que lo hubiera inventado. Cuando se animó por fin a abandonarlo, echó a volar dentro del torreón y acabó encaramado a uno de los estantes más altos de la cocina con un filete de carne cruda. Como siempre, escuchó en silencio mientras comía y, como siempre, no pudo evitar autoincluirse en aquella expedición. <<¡Por fin algo interesante!>> agradeció mentalmente.
—Yo no pienso quedarme aquí metido, voy con vosotros —les avisó.
Sigue en La Biblioteca Mágica.
Su comportamiento apenas cambiaría: le dedicaría una buena parte del tiempo a volar para no perder la costumbre ni echar a perder su cuerpo y el resto del tiempo dormiría, comería o, en menor medida, asaltaría a algún compañero con sus preguntas. Debido a que estaba en etapa de muda, Rasqa solía acabar prefiriendo buscar la soledad para arrancarse las tiras de piel muerta sin que le incordiaran. Apenas habría crecido unos milímetros, pero él ya soñaba con volverse todo un cazador adulto. Los murciélagos flamígeros seguían en su punto de mira.
Aquella mañana despertó por inercia al salir el sol y aguardó su buena media hora sobre el colchón, alabando mentalmente a quien quiera que lo hubiera inventado. Cuando se animó por fin a abandonarlo, echó a volar dentro del torreón y acabó encaramado a uno de los estantes más altos de la cocina con un filete de carne cruda. Como siempre, escuchó en silencio mientras comía y, como siempre, no pudo evitar autoincluirse en aquella expedición. <<¡Por fin algo interesante!>> agradeció mentalmente.
—Yo no pienso quedarme aquí metido, voy con vosotros —les avisó.
Sigue en La Biblioteca Mágica.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
16/12/14, 10:02 pm
En cuanto la mayoría dio su aprobación de salir Varsai corrió escaleras abajo a por su arco y el carcaj. Si bien era cierto que sabía disparar aún no siempre daba en el blanco, lo llevaba más que nada por si acaso, pero lo más seguro es que saliera por piernas si un escarabajo como el del otro día aparecía.
Ya preparada esperó al resto y no tardaron en salir. La niña se alegraba de que tanto Rasqa como Irianna fuesen con ella, se sentía más segura de esa forma.
Sigue en la Biblioteca mágica.
Ya preparada esperó al resto y no tardaron en salir. La niña se alegraba de que tanto Rasqa como Irianna fuesen con ella, se sentía más segura de esa forma.
Sigue en la Biblioteca mágica.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
21/12/14, 08:35 pm
Nadie le llevó la contraria ni se opuso, así que sin nada mas que decir bajó a las mazmorras a por sus armas. Se preparó en silencio, de forma mecánica, y por estar abstraído no se enteró de la presencia de Vorela hasta que esta no llamó su atención directamente. La libense no creía que fuera sensato salir solo por la ciudad, y lo cierto era que tenía razón, por eso el intara le agradeció que se ofreciera a acompañarle y en cuanto estuvo preparado se acercó a los mandos del puente levadizo para franquearles la salida a sus compañeros.
La muchacha y el ulterano abandonaron el torreón un rato después, avisando a los que se quedaban de que se mantuvieran atentos por si tenían que abrirles la puerta con urgencia y encaminándose hacia la Avenida de las casas Carnívoras. El viento traía el canto de los espantapájaros desde el castillo y, aunque aún estaban lejos, ya se les veía surcando el aire en sus bañeras voladoras. Tenían que darse prisa si no querían que alguna alimaña les quitara su sustento.
Continúa en la Avenida de las Casas Carnívoras.
La muchacha y el ulterano abandonaron el torreón un rato después, avisando a los que se quedaban de que se mantuvieran atentos por si tenían que abrirles la puerta con urgencia y encaminándose hacia la Avenida de las casas Carnívoras. El viento traía el canto de los espantapájaros desde el castillo y, aunque aún estaban lejos, ya se les veía surcando el aire en sus bañeras voladoras. Tenían que darse prisa si no querían que alguna alimaña les quitara su sustento.
Continúa en la Avenida de las Casas Carnívoras.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
21/12/14, 10:51 pm
Roaxen Tenvrai
Roaxen Tenvrai Viil Ordante era un hombre listo. Tras su humillante derrota a manos de la idrina, obligado a tener que revelar su debilidad para las artes culinarias, el ulterano optó por encerrarse en sí mismo durante los siguientes dias. Seguia sin participar en las comidas grupales y evitaba a todo el mundo, salvo que estos viniesen a él. Fue el caso del simio albino de nombre Sigrún. Acabó por recordar su nombre en base a la "relación" que entablaron ambos cuando este llegó una mañana a su despacho y le solicitó de sus conocimientos para entrenarle.
Roaxen no dejaba de ver en él como una mímica, una parodia, de los orgullosos Watahré y, aunque herejia a simple vista, el humano se probó como un alumno incansable y con ciertas ganas de aprender, cosa que motivaron al ulterano a enseñarle a disparar con arco y ballesta, así como a usar una lanza en ristre o simples tecnicas de combate cuerpo a cuerpo que, aunque fueron diseñadas para las poderosas armaduras de combate del ejercito, tenian ciertas aplicaciones en la vida real.
Gracias a estos entrenamientos, el ulterano notó dos cosas: La primera, que los xenoides tenian unas reservas de energias cuasi inagotables. La segunda, que se encontraba en peor forma física de la que cabia esperar.
Sin embargo, no dejó ver su debilidad ante su aprendiz albino. Siempre que se cansaba, le dejaba haciendo una tarea repetitiva y drenadora para reposar él un rato y así logró ocultarsela.
Con la tarea de enseñarle a disparar, sin embargo, se probó ante el capellán que las armas de las que disponian eran, como mínimo, ineficientes. Los arcos se podian romper con terrible facilidad y el basto mecanismo de la ballesta impedia su recarga a fuego rápido, obligando a estacionarse en vez de poder disponer de la mobilidad.
Y, sin contar estas interacciones, el ulterano simplemente no hablaba con nadie. No buscaba a Sekk, y por supuesto no buscaba a Irianna. Tenia que resarcirse primero antes de intentar avanzar en su estado como martir marginado de aquel infernal lugar.
Aquel día, cuando se propuso una salida más, el ulterano se dispuso preparado junto a la puerta, sin decir una sola palabra. Pensaba participar en la salida lo quisieran o no, pero no parecia dispuesto a mencionar palabra alguna.
Continua en La Biblioteca Mágica
Roaxen Tenvrai Viil Ordante era un hombre listo. Tras su humillante derrota a manos de la idrina, obligado a tener que revelar su debilidad para las artes culinarias, el ulterano optó por encerrarse en sí mismo durante los siguientes dias. Seguia sin participar en las comidas grupales y evitaba a todo el mundo, salvo que estos viniesen a él. Fue el caso del simio albino de nombre Sigrún. Acabó por recordar su nombre en base a la "relación" que entablaron ambos cuando este llegó una mañana a su despacho y le solicitó de sus conocimientos para entrenarle.
Roaxen no dejaba de ver en él como una mímica, una parodia, de los orgullosos Watahré y, aunque herejia a simple vista, el humano se probó como un alumno incansable y con ciertas ganas de aprender, cosa que motivaron al ulterano a enseñarle a disparar con arco y ballesta, así como a usar una lanza en ristre o simples tecnicas de combate cuerpo a cuerpo que, aunque fueron diseñadas para las poderosas armaduras de combate del ejercito, tenian ciertas aplicaciones en la vida real.
Gracias a estos entrenamientos, el ulterano notó dos cosas: La primera, que los xenoides tenian unas reservas de energias cuasi inagotables. La segunda, que se encontraba en peor forma física de la que cabia esperar.
Sin embargo, no dejó ver su debilidad ante su aprendiz albino. Siempre que se cansaba, le dejaba haciendo una tarea repetitiva y drenadora para reposar él un rato y así logró ocultarsela.
Con la tarea de enseñarle a disparar, sin embargo, se probó ante el capellán que las armas de las que disponian eran, como mínimo, ineficientes. Los arcos se podian romper con terrible facilidad y el basto mecanismo de la ballesta impedia su recarga a fuego rápido, obligando a estacionarse en vez de poder disponer de la mobilidad.
Y, sin contar estas interacciones, el ulterano simplemente no hablaba con nadie. No buscaba a Sekk, y por supuesto no buscaba a Irianna. Tenia que resarcirse primero antes de intentar avanzar en su estado como martir marginado de aquel infernal lugar.
Aquel día, cuando se propuso una salida más, el ulterano se dispuso preparado junto a la puerta, sin decir una sola palabra. Pensaba participar en la salida lo quisieran o no, pero no parecia dispuesto a mencionar palabra alguna.
Continua en La Biblioteca Mágica
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
22/12/14, 09:10 pm
Mientras el grupo cenaba, Kimbra se dedicó a prepararse su Infusión de los Infértiles. Teniendo en cuenta que en aquel mundo no parecía que hubiera ningún tipo de planta en proceso de crecimiento avanzado y menos un ayxa, Kimbra calculó cuanto le duraría el contenido de sus bolsitas, siempre contando con su posible utilización para crear algún ungüento, medicina o veneno. En el mejor de los casos el contenido de las bolsitas no le llegaría hasta la siguiente luna, si es que en algún momento descubría como llegar a conocer los ciclos de las lunas en aquel lugar. En cualquier caso, las hojas blancas de ayxa y las hojas de ylia no durarían mucho y la Hija de Lunas se preguntó qué haría si, llegado el momento, no encuentra más ejemplares. Por el momento, intentaría reutilizar las hojas lo máximo posible, pues no quería arriesgarse a quedarse sin modo de potabilizar el agua, ya que, aunque el resto del grupo bebía sin preocupaciones, la krabelinense no quería imitarles por miedo a que sus diferencias fueran de nuevo remarcadas y el líquido afectara de manera diferente a ambos. Aunque la gran duda terminaba siempre siendo qué ocurriría el día que no pudiera beber Infusión de los Infértiles, pues nunca había sufrido deseo sexual y no sabía cómo este le afectaría.
La krabelinense se fue a dormir pronto, acusada por una extraña sensación de inactividad que le desagradaba. Desde su mismo nacimiento, siempre había tenido todas las horas del día cubiertas de actividades y si no era así, siempre tenía la posibilidad de salir al explorar si lo deseaba. Aquel confinamiento y la falta de instrumentos o animales para llevar a cabo sus actividades propias ya comenzaba a pasar factura a pocos días de haberse iniciado. Y, aunque contaba con otras actividades nuevas, aquello no mejoró durante los días restantes.
Durante los primeros días, la engendro había tenido problemas con la cocina. Al estar especializada e instruida en cocinar para un gran número de personas, le costó ajustar las cantidades y tiempos, por lo que más de una vez el torreón se vio, de nuevo, con un exceso de comida krabelinense en el desayuno, pero la Hija de Lunas no tardó en pasar a cocinar única y exclusivamente para ella en las mañanas, siendo esta su única comida. Aun así, aumentaba las cantidades siempre que alguno de sus compañeros se lo pedía, ya que, por alguna razón, los típicos sabores krabelinenses habían gustado a más de uno.
Sus días se basaban en tres actividades que llevaba a delante junto y gracias a terceros. Kimbra comenzaba a acostumbrarse a tanta interacción fluida y amena a pesar de que todavía le costaba llevarlas adelante. La engendro era krabelinense de pocas palabras y aquel circulo parecía querer sacar de ella comentarios espontáneos, tan poco propios de su comportamiento y muy diferentes a sus acostumbradas contestaciones escuetas. Además, pocas habían sido las interacciones de las que había sido participe en la que ninguna de las partes se hubiera visto forzada a llevarla a cabo. Para ella, todo aquello resultaba nuevo.
Kimbra ya había ejercido de instructora de arco a algunos recién nacidos, aunque ciertamente sus dos nuevas alumnas no encajaban dentro de ese perfil. Aun así, Kimbra se mostró profesional y eficiente en sus enseñanzas e incluso ella misma pudo apreciar la mejoría tanto en Irianna como en Varsai, aunque, ciertamente, todavía quedaba un largo camino para que pudieran desenvolverse en soledad con un arco en condiciones, puesto que no había permitido que su entrenamiento se llevara a cabo con aquellos arcos que una y otra habían elegido como definitivos. Debían aprender con arcos fáciles de tensar y de manejar, antes de pasar a armas más complejas y eficaces.
A cambio de estas enseñanzas, las dos chicas enseñaban a la engendro el arte de la lectura. Kimbra se seguía preguntando cómo podía ser que en mundos tan desarrollados en otras cuestiones se aprendieran las artes de aquella manera. A pesar de todo, la krabelinense era una alumna aplicada y disciplinada, por lo que para sus maestras era fácil impartirle la lección, aunque aquello no evitaba que tuviera que saltar algún que otro obstáculo y que alguna vez se quedara encallada, ocasionando que frunciera el ceño con incomprensión.
Otra parte importante del tiempo la pasaba cuidando del huerto que ella misma había puesto en funcionamiento, siempre acompañada de Sekkeh, a quien le explicaba todo el proceso de germinación que sufrían las plantas y cómo debían acelerarse o retardarse de forma adecuada para su correcto uso. La krabelinense también notó cierto interés por parte de Irianna en aquel oficio, pero dado que este se demostraba únicamente con preguntas puntuales y no con una petición formal de enseñanza, la Hija de Lunas dedujo que se trataba de simple curiosidad y no de un afán real por aprender.
Aparte de esas actividades, nada ocupaba el tiempo de la krabelinense y, sobre todo durante las comidas del resto del grupo, solía encontrarse con espacios de tiempo vacios que intentaba llenar fabricándose nuevas vestimentas con las telas o retales que encontraba por el torreón o tallando algún utensilio en los pocos trozos de madera que encontraba por ahí.
Kimbra se encontraba comiendo su comida acostumbrada mientras el resto del grupo desayunaba cuando se propuso una salida diferente a las habituales. A Kimbra no le inquietaba conocer ninguna de aquellas cuevas o estructuras de piedra que ellos llamaban edificios, pero si quería creer en la posibilidad de que pudieran encontrar por el camino alguna pieza de caza o animal domable con los que estuviera familiarizada, o al menos más familiarizada de lo que estaba con las pocas alimañas con las que se habían encontrado hasta el momento. Además, la krabelinense tenía la vana esperanza de que entre todo aquel bosque de piedra se encontraran escondidos algunos ejemplares verdes y con cualidades a las que pudiera sacar partido.
Como siempre, Kimbra terminó su alimentación en silencio y se unió al grupo de la misma manera, pasando desapercibida, y, cargando con sus armas, salió del torreón junto a sus compañeros.
Sigue en Biblioteca Mágica.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Aliera W
Ficha de cosechado
Nombre: Sigrún
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, orientación y resistenciaPersonajes : Sigrún
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
26/12/14, 06:34 pm
Con el paso de los días, Sigrún ya no sentía esa ansiedad porque los días acabaran. Al principio, sentía que las horas se negaban a sucederse. Ahora, se le escapaban entre los dedos sin poder evitarlo, algo que casi agradecía.
Ése había sido uno de los motivos que le habían llevado a pedirle a Roaxen que le entrenara, la necesidad de ocupar las horas vacías y vacuas. Había tardado un poco en tomar la decisión, en parte porque se había prometido así mismo no juntarse a él, y por otro lado sospechaba que la convivencia con él sería muy difícil, más de lo que ya de por sí era. Pero no había sido así.
Roaxen estaba tan reticente como él al principio; esforzándose ambos por ser amables. El ulterano había demostrado saber más de lo que el albino había supuesto, y el experimento había salido bien. Al menos, de momento. Si seguía así, Sigrún confiaba en ser capaz de defenderse por sí mismo. Además, cuando se sabía solo, practicaba con sus cuchillos algunos movimientos que su entrenador le enseñaba. Aún no les había dicho a sus compañeros que los tenía, ni era su intención hacerlo.
En el tiempo que los entrenamientos le dejaban libre, aparte de ayudar un poco en las tareas, Sigrún pensaba en Varsai. El interés que la varmana generaba en él crecía cada día, aunque no estaba del todo seguro de que a ella le pasara lo mismo. No le preocupaba, tenía todo un año por delante y las conversaciones esporádicas entre ambos eran cada vez más frecuentes y los silencios, más cortos.
Un día, mientras se dirigía a bañarse, y al pasar por la cocina, se le ocurrió una idea. No era difícil de hacer, y si le salía bien podría reírse durante un rato. No estaba mal para empezar. Así, comenzó a prepararse, esperando el momento propicio.
Fue su gatita la que sugirió salir a explorar un edificio. Él declinó la sugerencia y se quedó practicando unos ejercicios que Roaxen le había enseñado el día anterior, o dejó que los demás pensaran eso.
En cuanto se fueron, recorrió el torreón. Se había quedado a solas con el pollo.
<<Es hora de divertirse un poco>>.
Hurgó en los bolsillos de su abrigo y sacó la bola de tela que había sido una prenda muy sucia que nadie había querido.
Se lamió los labios. Había decidido que se la haría a un chico porque sería más fácil explicar qué hacía en su dormitorio que en el de las chicas. La mascota y el pollo serían un desperdicio, con las plumas o las escamas no notarían nada. A Roaxen tampoco se la haría porque le estaba enseñando, y además ya le había visto enfadado lo suficiente.
Eso sólo le dejaba tres candidatos: Sekk, Devoss y Jace
Los tres eran muy tentadores, pero acabó descartando a Devoss. Ya le había visto enfadado, le tocaba a otro.
Cuando se decidió, abrió la cama de su víctima y, a los pies, vertió el contenido de la bolsa. Desde que se le ocurriera, hacía ya unos días, había estado recogiendo migas de pan con cuidado de no ser descubierto. Ésa era la razón principal por la que había estado quitando la mesa últimamente. Por ser la primera, había decidido que no sería muy pesada por si le pillaban.
Sonrió. Al principio no notaría nada, pero con el peso de su cuerpo el pan bajaría y le picaría todo el cuerpo, impidiéndole dormir.
<<A ver qué le parece al rubiales este>>.
Ése había sido uno de los motivos que le habían llevado a pedirle a Roaxen que le entrenara, la necesidad de ocupar las horas vacías y vacuas. Había tardado un poco en tomar la decisión, en parte porque se había prometido así mismo no juntarse a él, y por otro lado sospechaba que la convivencia con él sería muy difícil, más de lo que ya de por sí era. Pero no había sido así.
Roaxen estaba tan reticente como él al principio; esforzándose ambos por ser amables. El ulterano había demostrado saber más de lo que el albino había supuesto, y el experimento había salido bien. Al menos, de momento. Si seguía así, Sigrún confiaba en ser capaz de defenderse por sí mismo. Además, cuando se sabía solo, practicaba con sus cuchillos algunos movimientos que su entrenador le enseñaba. Aún no les había dicho a sus compañeros que los tenía, ni era su intención hacerlo.
En el tiempo que los entrenamientos le dejaban libre, aparte de ayudar un poco en las tareas, Sigrún pensaba en Varsai. El interés que la varmana generaba en él crecía cada día, aunque no estaba del todo seguro de que a ella le pasara lo mismo. No le preocupaba, tenía todo un año por delante y las conversaciones esporádicas entre ambos eran cada vez más frecuentes y los silencios, más cortos.
Un día, mientras se dirigía a bañarse, y al pasar por la cocina, se le ocurrió una idea. No era difícil de hacer, y si le salía bien podría reírse durante un rato. No estaba mal para empezar. Así, comenzó a prepararse, esperando el momento propicio.
Fue su gatita la que sugirió salir a explorar un edificio. Él declinó la sugerencia y se quedó practicando unos ejercicios que Roaxen le había enseñado el día anterior, o dejó que los demás pensaran eso.
En cuanto se fueron, recorrió el torreón. Se había quedado a solas con el pollo.
<<Es hora de divertirse un poco>>.
Hurgó en los bolsillos de su abrigo y sacó la bola de tela que había sido una prenda muy sucia que nadie había querido.
Se lamió los labios. Había decidido que se la haría a un chico porque sería más fácil explicar qué hacía en su dormitorio que en el de las chicas. La mascota y el pollo serían un desperdicio, con las plumas o las escamas no notarían nada. A Roaxen tampoco se la haría porque le estaba enseñando, y además ya le había visto enfadado lo suficiente.
Eso sólo le dejaba tres candidatos: Sekk, Devoss y Jace
Los tres eran muy tentadores, pero acabó descartando a Devoss. Ya le había visto enfadado, le tocaba a otro.
Cuando se decidió, abrió la cama de su víctima y, a los pies, vertió el contenido de la bolsa. Desde que se le ocurriera, hacía ya unos días, había estado recogiendo migas de pan con cuidado de no ser descubierto. Ésa era la razón principal por la que había estado quitando la mesa últimamente. Por ser la primera, había decidido que no sería muy pesada por si le pillaban.
Sonrió. Al principio no notaría nada, pero con el peso de su cuerpo el pan bajaría y le picaría todo el cuerpo, impidiéndole dormir.
<<A ver qué le parece al rubiales este>>.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
30/12/14, 12:17 am
Un cosquilleo de satisfacción me revuelve el estómago. A pesar de mi... >>¿Indiferencia?<< me encantaría encontrar al resto de los compañeros, espero que tuviesen suerte. >>Después de todo, sigo teniendo humanidad.<<.
Le devuelvo una pequeña sonrisa tímida a Irianna, casi estoy a punto de agradecerle a quien haya encontrado el mapa en voz alta, pero me contengo. No sé que sería de mí si no hubiésemos tenido oportunidad siquiera de buscarles, la conciencia acabaría hundiéndome.
-Llegada la ocasión, me gustaría ir con el grupo que salga de excursión para dárselo, si lo encontramos...-digo arrepintiéndome de lo último. >>Lo último que quiero sonar es fúnebre.<<
Repaso mental. A ver. Botánica, armas, mapas, dragones y magia. Es lo único que sé, el contenido del libro de Roaxen me es desconocido, pero no veo motivo para preguntárselo. Estoy seguro de que entre mi incertidumbre y mi oído, más tarde o más temprano, me enteraré. >>Sí<<
Volvemos a nuestra torre. Ahora y por fin con nombre, Letargo. Bonito y simple, pero suena como si fuésemos a permanecer mucho tiempo aquí, en parte es verdad. Un año. Demasiado.
Saludo con una media sonrisa con todo aquel que me cruzo de los integrantes que nos esperaban. No me apetece explicar la aparición de aquel extraño ser, ni las reglas, ni el interior de la biblioteca, ni siquiera el hecho de la magia en este lugar. El tema de la magia me parece complicado, y muy confuso, y que da dolor de cabeza. Aún no descartaba del todo la idea de que el agua de la fuente contuviese algún tipo de droga, pero después de esto...
Así que sin muchas ganas ni ilusión a penas me enfrasco lo que queda del día en el libro. Muy ausente y cenando sin palabras. Solo un gracias a los que cocinan por nosotros, realmente la comida me es muy sabrosa.
Solo observo si las hiedras que recubren Letargo se encuentra representada entre las páginas de mi nuevo amigo, aquel que por el momento no consigue eliminar mi aburrimiento. Pero solo llevo buscando cinco minutos en las tantas ilustraciones que mis párpados se cierran de vez en cuando. Por lo que decido dejarlo. Mañana será otro día. Y puede, que si me atrevimiento me lo permite, consiga compartir un poco el libro con Kimbra y Sekk, de los cuales no se me ha pasado su esfuerzo con el huerto. >>Es lo justo, y quizás les sirva muchísimo más que a mí.<<
Apoyo el libro en el baúl de ropa, justo encima, y doy un buenas noches al grupo con gestos cansados.
-Hasta mañana.
Luego, me retiro la primera a mi cama, y con un suspiro de alivio, cierro los ojos.
Le devuelvo una pequeña sonrisa tímida a Irianna, casi estoy a punto de agradecerle a quien haya encontrado el mapa en voz alta, pero me contengo. No sé que sería de mí si no hubiésemos tenido oportunidad siquiera de buscarles, la conciencia acabaría hundiéndome.
-Llegada la ocasión, me gustaría ir con el grupo que salga de excursión para dárselo, si lo encontramos...-digo arrepintiéndome de lo último. >>Lo último que quiero sonar es fúnebre.<<
Repaso mental. A ver. Botánica, armas, mapas, dragones y magia. Es lo único que sé, el contenido del libro de Roaxen me es desconocido, pero no veo motivo para preguntárselo. Estoy seguro de que entre mi incertidumbre y mi oído, más tarde o más temprano, me enteraré. >>Sí<<
Volvemos a nuestra torre. Ahora y por fin con nombre, Letargo. Bonito y simple, pero suena como si fuésemos a permanecer mucho tiempo aquí, en parte es verdad. Un año. Demasiado.
Saludo con una media sonrisa con todo aquel que me cruzo de los integrantes que nos esperaban. No me apetece explicar la aparición de aquel extraño ser, ni las reglas, ni el interior de la biblioteca, ni siquiera el hecho de la magia en este lugar. El tema de la magia me parece complicado, y muy confuso, y que da dolor de cabeza. Aún no descartaba del todo la idea de que el agua de la fuente contuviese algún tipo de droga, pero después de esto...
Así que sin muchas ganas ni ilusión a penas me enfrasco lo que queda del día en el libro. Muy ausente y cenando sin palabras. Solo un gracias a los que cocinan por nosotros, realmente la comida me es muy sabrosa.
Solo observo si las hiedras que recubren Letargo se encuentra representada entre las páginas de mi nuevo amigo, aquel que por el momento no consigue eliminar mi aburrimiento. Pero solo llevo buscando cinco minutos en las tantas ilustraciones que mis párpados se cierran de vez en cuando. Por lo que decido dejarlo. Mañana será otro día. Y puede, que si me atrevimiento me lo permite, consiga compartir un poco el libro con Kimbra y Sekk, de los cuales no se me ha pasado su esfuerzo con el huerto. >>Es lo justo, y quizás les sirva muchísimo más que a mí.<<
Apoyo el libro en el baúl de ropa, justo encima, y doy un buenas noches al grupo con gestos cansados.
-Hasta mañana.
Luego, me retiro la primera a mi cama, y con un suspiro de alivio, cierro los ojos.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
30/12/14, 07:44 pm
A continuación, encuentran una de las cosas más importantes: un mapa. Con él pienso que todo será más fácil, al fin y al cabo es el mapa de la ciudad. Irianna incluso afirma que podremos buscar al resto, cosa que está bastante bien, cuantos más mejor.
Me hubiera gustado que el mapa señalase los puntos exactos de comida, monstruos..... Pero claro eso ya era pedir demasiado para la ciudad de los milagros y portentos...... mas bien la ciudad de los psicópatas y escarabajos....
Sigo divagando en mi nuevo libro, aunque no demasiado. Ya que nos empezamos a marchar hacia nuestro torreón : Letargo. Me está empezando a gustar.... aunque daría lo que fuera por volver a mi hogar.
Cuando Letargo se ve a la vista un sentimiento de tranquilidad recorre mi cuerpo. Aún no estamos lo bastante cerca, pero aún así me siento seguro, como si estuviera dentro.
Recorro con la vista toda la construcción, desde sus piedras formando la pared hasta el gran puente de madera.
Entramos dentro y me siento seguro del todo. Saludo a todo el mundo que me encuentro y me voy a la azotea, donde allí se puede contemplar todo el lugar. Miro los edificios que quedan a mi vista.
¿ Dónde están los demás? ¿ Estarán en otro torreón a salvo? ¿ O estarán huyendo de algún ser procedente de la ciudad? Sea lo que sea estaría bien que de pronto llegaran aquí.
La unión hace la fuerza, y con todos los demás seriamos una fuerza a tener en cuenta,para los monstruos
Bajo para cenar y después vuelvo a la azotea. La convertiría en mi zona especial si viviera aquí solo.
Observo el cielo estrellado hasta que finalmente cedo y mis parpados se van cerrando.
-¿ Cómo es posible que me duerma en cualquier parte?- Pregunto somñoliento al vacío.
Bajo pesadamente y me voy a mi cuarto, donde pongo mi libro al lado de la cama en el suelo. Entonces mis párpados se rinden y duermo en la cómoda cama.
Me hubiera gustado que el mapa señalase los puntos exactos de comida, monstruos..... Pero claro eso ya era pedir demasiado para la ciudad de los milagros y portentos...... mas bien la ciudad de los psicópatas y escarabajos....
Sigo divagando en mi nuevo libro, aunque no demasiado. Ya que nos empezamos a marchar hacia nuestro torreón : Letargo. Me está empezando a gustar.... aunque daría lo que fuera por volver a mi hogar.
Cuando Letargo se ve a la vista un sentimiento de tranquilidad recorre mi cuerpo. Aún no estamos lo bastante cerca, pero aún así me siento seguro, como si estuviera dentro.
Recorro con la vista toda la construcción, desde sus piedras formando la pared hasta el gran puente de madera.
Entramos dentro y me siento seguro del todo. Saludo a todo el mundo que me encuentro y me voy a la azotea, donde allí se puede contemplar todo el lugar. Miro los edificios que quedan a mi vista.
¿ Dónde están los demás? ¿ Estarán en otro torreón a salvo? ¿ O estarán huyendo de algún ser procedente de la ciudad? Sea lo que sea estaría bien que de pronto llegaran aquí.
La unión hace la fuerza, y con todos los demás seriamos una fuerza a tener en cuenta,para los monstruos
Bajo para cenar y después vuelvo a la azotea. La convertiría en mi zona especial si viviera aquí solo.
Observo el cielo estrellado hasta que finalmente cedo y mis parpados se van cerrando.
-¿ Cómo es posible que me duerma en cualquier parte?- Pregunto somñoliento al vacío.
Bajo pesadamente y me voy a mi cuarto, donde pongo mi libro al lado de la cama en el suelo. Entonces mis párpados se rinden y duermo en la cómoda cama.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
31/12/14, 12:28 am
Vorela y Sekk no tuvieron problemas de camino al torreón, y en cuanto sus compañeros les franquearon el paso pudieron respirar tranquilos bajo la seguridad que ofrecía aquel edificio cubierto de enredaderas. El ulterano, una vez hubo dejado sus armas en lugar seguro, dedicó el tiempo a organizar los nuevos alimentos en la despensa, y para cuando regresaron los que habían ido de expedición todo estaba ya en su sitio. Venían cargados con libros, pero el intara refrenó sus ganas de preguntar, y espero hasta el momento en el que Irianna y él se pusieron a preparar la comida para conversar con la idrina sobre el tema.
Al parecer el edificio que habían ido a explorar era una biblioteca enorme, un lugar cuyo interior contrastaba bastante con la decadente imagen que ofrecía la ciudad. El lugar estaba guardado por un tipo extraño que en palabras de la muchacha “parecía humano y flotaba por el aire con algún tipo de magia”, sin duda un sujeto bastante peculiar. Les había dicho que habías unas reglas y que debían respetarlas si no querían tener problemas, y después de enumerarlas se había perdido de nuevo entre las estanterías.
Solo podían llevarse un libro por cabeza, y debían de asegurarse de que el ejemplar volvía en buenas condiciones. Ya se habían hecho con unos cuantos, y los temas que le enumero la lacustre parecían interesantes.
—¿Uno trata sobre magia? —preguntó el intara con cierta incredulidad, pero la comida ya estaba lista y pospuso la conversación para otro momento.
No pudo sacarla de nuevo a colocación, sin embargo, pues dedicó el resto de la tarde a trabajar en el huerto, y para cuando cayó la noche y todos hubieron cenado, el ulterano estaba demasiado cansado. Se retiró relativamente temprano a la habitación y, después de darse un baño, se metió en la cama sin percatarse de la ”broma” que había perpetrado Sigrún en su ausencia.
Fue de madrugada cuando el picor en los gemelos le despertó, y cuando este empezó a resultar irritante, Sekk salió de debajo de las sábanas y encendió una vela en silencio para ver cual era la causa de su molestia.
—Tsk —fue lo único que se le escapó, un seco y apenas audible chasquido de dientes que hacía juego con su entrecejo fruncido. No era muy amigo de las bromas, al menos no de las que venían de gente que apenas conocía de nada, pero no vio rentable comentar nada al respecto y, después de sacudir en silencio la ropa de cama, se vistió para subir a la azotea a pasar el resto de la noche. Seguía teniendo insomnio y aquella jugarreta solo había adelantado unos minutos su desvelamiento de madrugada.
Poco después de que amaneciera, el intara descendió hasta la cocina y empezó a preparase el desayuno con esto ausente, sumido en sus pensamientos. Había echado de menos algo que hacer durante las horas nocturnas que pasaba en vela, y tal vez una visita a esa biblioteca le proporcionará una solución para ese problema.
Al parecer el edificio que habían ido a explorar era una biblioteca enorme, un lugar cuyo interior contrastaba bastante con la decadente imagen que ofrecía la ciudad. El lugar estaba guardado por un tipo extraño que en palabras de la muchacha “parecía humano y flotaba por el aire con algún tipo de magia”, sin duda un sujeto bastante peculiar. Les había dicho que habías unas reglas y que debían respetarlas si no querían tener problemas, y después de enumerarlas se había perdido de nuevo entre las estanterías.
Solo podían llevarse un libro por cabeza, y debían de asegurarse de que el ejemplar volvía en buenas condiciones. Ya se habían hecho con unos cuantos, y los temas que le enumero la lacustre parecían interesantes.
—¿Uno trata sobre magia? —preguntó el intara con cierta incredulidad, pero la comida ya estaba lista y pospuso la conversación para otro momento.
No pudo sacarla de nuevo a colocación, sin embargo, pues dedicó el resto de la tarde a trabajar en el huerto, y para cuando cayó la noche y todos hubieron cenado, el ulterano estaba demasiado cansado. Se retiró relativamente temprano a la habitación y, después de darse un baño, se metió en la cama sin percatarse de la ”broma” que había perpetrado Sigrún en su ausencia.
Fue de madrugada cuando el picor en los gemelos le despertó, y cuando este empezó a resultar irritante, Sekk salió de debajo de las sábanas y encendió una vela en silencio para ver cual era la causa de su molestia.
—Tsk —fue lo único que se le escapó, un seco y apenas audible chasquido de dientes que hacía juego con su entrecejo fruncido. No era muy amigo de las bromas, al menos no de las que venían de gente que apenas conocía de nada, pero no vio rentable comentar nada al respecto y, después de sacudir en silencio la ropa de cama, se vistió para subir a la azotea a pasar el resto de la noche. Seguía teniendo insomnio y aquella jugarreta solo había adelantado unos minutos su desvelamiento de madrugada.
Poco después de que amaneciera, el intara descendió hasta la cocina y empezó a preparase el desayuno con esto ausente, sumido en sus pensamientos. Había echado de menos algo que hacer durante las horas nocturnas que pasaba en vela, y tal vez una visita a esa biblioteca le proporcionará una solución para ese problema.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
31/12/14, 05:58 am
Observó Letargo desde varios metros antes de llegar a su puerta, preguntándose si habría algún significado oculto tras aquel nombre. Los nombres no solían asignarse al azar, aunque no siempre los motivos tras ellos tenían sentido para los que no eran su nominador y a la idrina aquel le sugería espera, melancolía y reclusión. Aunque también tenía un aura mística sutil pero indudablemente presente. Tal vez fuese una metáfora, o tal vez Irianna empezaba a necesitar una buena historia que contarse a sí misma.
Le explicó a Sekkeh mientras hacían la comida lo que habían encontrado sin omitir ningún detalle importante, hablando con un ligero pero evidente entusiasmo sobre la enorme cantidad de libros que abarrotaban las estanterías del edificio.
—Sí, bueno… Ya que está claro que en este mundo conocen la magia pensé que a lo mejor… —respondió con cierto apuro a la pregunta del intara acerca del libro que ella misma había elegido—. En Idris la magia es algo bastante nuevo y no se sabe mucho sobre ella, pero tal vez descubramos algo. —Dejó escapar una breve risotada nerviosa—. Espero que sí, no está permitido cambiar de libro al fin y al cabo…
La idea de haber podido escoger mal la carcomía, pero al mismo tiempo aquel momento de apuro la decidió a intentar sacar algo útil de su elección poniendo toda su voluntad en ello.
Esa misma noche empezó, utilizando el salón ya que el estudio seguía sin poder utilizarse debido a que Roaxen, al parecer, no pensaba cejar en su empeño de atrincherarse en él. La chica volvió a observar el dibujo del “cristal cargador”, pensando de qué le sonaba. Estaba segura de que había oído de la existencia de algo así relacionado con la magia, pero la información de la que disponía la mayoría de la gente en Idris acerca de esta era escasa y fragmentaria. <<Espera, creo que hace unos días, en la armería…>>. Irianna se levantó del sillón procurando que sus pasos no resonasen, pues sabía que algunos de sus compañeros ya se habían acostado, y se dirigió hacia el arsenal. Jace se encontraba en la cocina y le dirigió una leve sonrisa nerviosa al pasar más cerca de él. Se había limitado a saludarle cuando llegó y no habían intercambiado más palabras para no molestar al resto del torreón. O esa era a lo que se aferraba la idrina mientras no conseguía abstraerse por completo con el libro.
Allí había un baúl lleno principalmente de dagas y cuchillos en mal estado, pero entre ellos la llama de la vela que llevaba con ella se reflejó en un objeto pequeño semienterrado entre los herrumbrosos puñales. La idrina lo sacó y lo examinó. Parecía un simple cristal, aunque uno de bordes bastante peligrosos. Regresó al salón llevándolo sobre la palma de la mano enguantada, con cuidado y lo colocó frente a sí sobre la mesa antes de volver a la página del libro que hablaba de aquel supuesto cargador.
Las notas de traducción eran confusas, como escritas por una mano apresurada o incluso con desgana. Sabía que estaba en el idioma que ahora se había convertido en el único que conocía porque reconocía algunas palabras sin mucho esfuerzo, pero la caligrafía no ayudaba en absoluto, así como tampoco la oscuridad que la llama de la vela conseguía penetrar de forma poco eficiente. Si alguien hubiese pasado por el salón en aquel momento hubiese encontrado a una Irianna con el ceño ligeramente fruncido y cerca del libro, musitando para sí de forma apenas audible aunque de vez en cuando alguna sílaba se elevaba sobre las demás. Probablemente la idrina no se hubiese enterado de la presencia de dicho hipotético intruso, pues se encontraba tan abstraída como de costumbre cuando de letras entre sus manos se trataba.
<<¿Esto es una ge? Sa…ngr... ¿Sangre?>>. Habiendo descifrado aquella palabra, la idrina alzó entonces la cabeza del tomo y observó el cristal sobre la mesa. Al parecer el funcionamiento del cristal, fuera cuál este fuera pues aún no lo tenía muy claro, dependía de que utilizase su sangre en él. Todavía no había conseguido descifrar completamente la traducción, pero ahora el que el cristal tuviese unos bordes tan angulosos y de apariencia que había calificado como “peligrosa” cobraba sentido. Irianna recogió el cristal sin pensar demasiado y dedicó largos segundos a observarlo. Al cabo de unos instantes, dudosa, comenzó a quitarse el guante de la mano izquierda y lo dejó sobre su regazo antes de volver su atención al cristal. ¿De verdad iba a cortarse con él?
<<Sí>>. Tenía que saberlo. Con cuidado de no profundizar pero con decisión, utilizó uno de los bordes afilados del supuesto cargador para trazar una corta línea de la que empezó a manar un pequeño reguero de sangre en su antebrazo, siseando quedamente ante el ligero dolor. Un segundo fue el tiempo que tuvo para sentirse estúpida, pues el brillo, cegador en la penumbra, le indicó que no se equivocaba respecto a la sangre. Durante unos instantes el salón se iluminó con el repentino brillo del cristal y a Irianna se le aceleró el corazón de forma repentina. Aquel cristal servía para hacer magia, de algún modo, y ella acababa de activarlo. Pero no sabía qué más. Solo sabía que eso no era todo, que aquel cargador era una especie de complemento para poder llevar a cabo los hechizos que se suponía que se detallaban en el libro.
Animada por el éxito con el cristal se enfrascó de nuevo en la lectura del libro con la ayuda de la nueva fuente de luz, pero al cabo de un rato, frustrada con lo dificultoso que resultaba descifrar aquella caligrafía descuidada, decidió que era demasiado tarde como para continuar tras haber conseguido entender alguna cosa más acerca del cargador. Confiaba en su memoria por el momento, pero mientras recogía el libro y bajaba de nuevo a la armería para dejar su luminiscente descubrimiento donde lo había encontrado. Al día siguiente volvería por él. Tras cambiarse de ropa en el cuarto de baño entró con sumo cuidado en el cuarto de las chicas, apagando la vela justo antes de entrar, posó el libro sobre una mesita y se metió en su cama, empezando a notar la jaqueca que solía achacarla durante la noche. Probablemente esta vez estuviese principalmente propiciada por el esfuerzo al que había sometido a su vista, pero la idrina se dijo que había merecido la pena.
Despertó temprano, a pesar de haberse acostado más tarde que la mayoría, y tras sacudir un poco la ropa de su cama para ventilarla, se apresuró a bajar a la cocina con el pijama verde del oso puesto y el libro bajo el brazo, que posó sobre una silla. Sekkeh ya se encontraba allí y lo saludó acompañando sus palabras con una leve sonrisa antes de empezar a rebuscar algo que le apeteciese desayunar. Dado a que solían cocinar juntos al menos una vez al día, la idrina se había acostumbrado en cierta medida a encontrarse a solas con el intara y era capaz de olvidarse durante más tiempo del hecho en sí. De todos modos ya había elegido mentalmente sentarse en una silla bastante alejada a la que el chico ocupaba en aquel momento.
Se sirvió un vaso de leche de umbra y escogió dos de las frutas que más le gustaban, que sabía por Varsai que provenían de su mundo, Varmania.
—Alguna vez deberíamos hacer zumo con algunas de estas, aunque sin exprimidor creo que vamos a ensuciar demasiado —comentó algo distraída, pues todavía se encontraba un tanto somnolienta, mientras se sentaba a la mesa. Antes de volver a hablar esperó unos segundos tras la respuesta del ulterano—. Por cierto, ayer… Descubrí algo. —Irianna habló casi sin pensar, deseando compartir la información con alguien, pues si hubiese reflexionado tal vez habría esperado a que hubiese más personas presentes—. Parece que disponemos de unos cargadores que sirven para hacer magia, aunque todavía no sé demasiado. Pero ayer conseguí activar uno, aparentemente.
Le explicó a Sekkeh mientras hacían la comida lo que habían encontrado sin omitir ningún detalle importante, hablando con un ligero pero evidente entusiasmo sobre la enorme cantidad de libros que abarrotaban las estanterías del edificio.
—Sí, bueno… Ya que está claro que en este mundo conocen la magia pensé que a lo mejor… —respondió con cierto apuro a la pregunta del intara acerca del libro que ella misma había elegido—. En Idris la magia es algo bastante nuevo y no se sabe mucho sobre ella, pero tal vez descubramos algo. —Dejó escapar una breve risotada nerviosa—. Espero que sí, no está permitido cambiar de libro al fin y al cabo…
La idea de haber podido escoger mal la carcomía, pero al mismo tiempo aquel momento de apuro la decidió a intentar sacar algo útil de su elección poniendo toda su voluntad en ello.
Esa misma noche empezó, utilizando el salón ya que el estudio seguía sin poder utilizarse debido a que Roaxen, al parecer, no pensaba cejar en su empeño de atrincherarse en él. La chica volvió a observar el dibujo del “cristal cargador”, pensando de qué le sonaba. Estaba segura de que había oído de la existencia de algo así relacionado con la magia, pero la información de la que disponía la mayoría de la gente en Idris acerca de esta era escasa y fragmentaria. <<Espera, creo que hace unos días, en la armería…>>. Irianna se levantó del sillón procurando que sus pasos no resonasen, pues sabía que algunos de sus compañeros ya se habían acostado, y se dirigió hacia el arsenal. Jace se encontraba en la cocina y le dirigió una leve sonrisa nerviosa al pasar más cerca de él. Se había limitado a saludarle cuando llegó y no habían intercambiado más palabras para no molestar al resto del torreón. O esa era a lo que se aferraba la idrina mientras no conseguía abstraerse por completo con el libro.
Allí había un baúl lleno principalmente de dagas y cuchillos en mal estado, pero entre ellos la llama de la vela que llevaba con ella se reflejó en un objeto pequeño semienterrado entre los herrumbrosos puñales. La idrina lo sacó y lo examinó. Parecía un simple cristal, aunque uno de bordes bastante peligrosos. Regresó al salón llevándolo sobre la palma de la mano enguantada, con cuidado y lo colocó frente a sí sobre la mesa antes de volver a la página del libro que hablaba de aquel supuesto cargador.
Las notas de traducción eran confusas, como escritas por una mano apresurada o incluso con desgana. Sabía que estaba en el idioma que ahora se había convertido en el único que conocía porque reconocía algunas palabras sin mucho esfuerzo, pero la caligrafía no ayudaba en absoluto, así como tampoco la oscuridad que la llama de la vela conseguía penetrar de forma poco eficiente. Si alguien hubiese pasado por el salón en aquel momento hubiese encontrado a una Irianna con el ceño ligeramente fruncido y cerca del libro, musitando para sí de forma apenas audible aunque de vez en cuando alguna sílaba se elevaba sobre las demás. Probablemente la idrina no se hubiese enterado de la presencia de dicho hipotético intruso, pues se encontraba tan abstraída como de costumbre cuando de letras entre sus manos se trataba.
<<¿Esto es una ge? Sa…ngr... ¿Sangre?>>. Habiendo descifrado aquella palabra, la idrina alzó entonces la cabeza del tomo y observó el cristal sobre la mesa. Al parecer el funcionamiento del cristal, fuera cuál este fuera pues aún no lo tenía muy claro, dependía de que utilizase su sangre en él. Todavía no había conseguido descifrar completamente la traducción, pero ahora el que el cristal tuviese unos bordes tan angulosos y de apariencia que había calificado como “peligrosa” cobraba sentido. Irianna recogió el cristal sin pensar demasiado y dedicó largos segundos a observarlo. Al cabo de unos instantes, dudosa, comenzó a quitarse el guante de la mano izquierda y lo dejó sobre su regazo antes de volver su atención al cristal. ¿De verdad iba a cortarse con él?
<<Sí>>. Tenía que saberlo. Con cuidado de no profundizar pero con decisión, utilizó uno de los bordes afilados del supuesto cargador para trazar una corta línea de la que empezó a manar un pequeño reguero de sangre en su antebrazo, siseando quedamente ante el ligero dolor. Un segundo fue el tiempo que tuvo para sentirse estúpida, pues el brillo, cegador en la penumbra, le indicó que no se equivocaba respecto a la sangre. Durante unos instantes el salón se iluminó con el repentino brillo del cristal y a Irianna se le aceleró el corazón de forma repentina. Aquel cristal servía para hacer magia, de algún modo, y ella acababa de activarlo. Pero no sabía qué más. Solo sabía que eso no era todo, que aquel cargador era una especie de complemento para poder llevar a cabo los hechizos que se suponía que se detallaban en el libro.
Animada por el éxito con el cristal se enfrascó de nuevo en la lectura del libro con la ayuda de la nueva fuente de luz, pero al cabo de un rato, frustrada con lo dificultoso que resultaba descifrar aquella caligrafía descuidada, decidió que era demasiado tarde como para continuar tras haber conseguido entender alguna cosa más acerca del cargador. Confiaba en su memoria por el momento, pero mientras recogía el libro y bajaba de nuevo a la armería para dejar su luminiscente descubrimiento donde lo había encontrado. Al día siguiente volvería por él. Tras cambiarse de ropa en el cuarto de baño entró con sumo cuidado en el cuarto de las chicas, apagando la vela justo antes de entrar, posó el libro sobre una mesita y se metió en su cama, empezando a notar la jaqueca que solía achacarla durante la noche. Probablemente esta vez estuviese principalmente propiciada por el esfuerzo al que había sometido a su vista, pero la idrina se dijo que había merecido la pena.
Despertó temprano, a pesar de haberse acostado más tarde que la mayoría, y tras sacudir un poco la ropa de su cama para ventilarla, se apresuró a bajar a la cocina con el pijama verde del oso puesto y el libro bajo el brazo, que posó sobre una silla. Sekkeh ya se encontraba allí y lo saludó acompañando sus palabras con una leve sonrisa antes de empezar a rebuscar algo que le apeteciese desayunar. Dado a que solían cocinar juntos al menos una vez al día, la idrina se había acostumbrado en cierta medida a encontrarse a solas con el intara y era capaz de olvidarse durante más tiempo del hecho en sí. De todos modos ya había elegido mentalmente sentarse en una silla bastante alejada a la que el chico ocupaba en aquel momento.
Se sirvió un vaso de leche de umbra y escogió dos de las frutas que más le gustaban, que sabía por Varsai que provenían de su mundo, Varmania.
—Alguna vez deberíamos hacer zumo con algunas de estas, aunque sin exprimidor creo que vamos a ensuciar demasiado —comentó algo distraída, pues todavía se encontraba un tanto somnolienta, mientras se sentaba a la mesa. Antes de volver a hablar esperó unos segundos tras la respuesta del ulterano—. Por cierto, ayer… Descubrí algo. —Irianna habló casi sin pensar, deseando compartir la información con alguien, pues si hubiese reflexionado tal vez habría esperado a que hubiese más personas presentes—. Parece que disponemos de unos cargadores que sirven para hacer magia, aunque todavía no sé demasiado. Pero ayer conseguí activar uno, aparentemente.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
31/12/14, 08:42 pm
La voz de Irianna sacó a Sekk de su ensimismamiento y, tras un prolongado bostezo, el intara le devolvió el saludo con una sonrisa similar. Masticó distraído lo que quedaba de su tostada mientras la idrina escogía su desayuno.
—Se limpia y ya está, tampoco pasa nada —comentó, mostrando su acuerdo con la idea de la muchacha—. Sería mejor usar los cítricos, básicamente porque son más fáciles de exprimir, pero también porque tienen menos azúcar. De esta forma Roaxen Tenvrei y yo no tendríamos problemas para beberlos… aunque dudó que el capellán los pruebe siquiera —comentó con desgana.
Mientras el ulterano recogía su plato y lo llevaba hasta la pila de fregar, la lacustre le informó de que la noche anterior había descubierto algo. Sekk no había olvidado la conversación que había quedado pendiente el día anterior, pues no había tenido ocasión de explicar su escepticismo.
—Ayer no te lo dije, pero en mi mundo lo que se sabe de la magia esta en conocimiento de una sola persona, el Emperador, y este no comparte el origen de sus milagros con su pueblo —le informó, volviéndose a sentar en la mesa—. Vengo de un planeta tecnológico, bastante avanzado en ese sentido como “humildemente” os ha dicho mi compatriota —aclaró con cierto sarcasmo—, y aunque esta puede parecer milagrosa es bastante tangible… Ese es el motivo de mi incredulidad inicial, pero después de beber un líquido que borra cualquier idioma de tu mente para sustituirlo por otro debería ser más abierto de mente, ¿no te parece? —comentó sonriendo— ¿Dónde están esos cargadores y cómo funcionan? —preguntó con atención.
Irianna le dijo que esperara un segundo y se perdió escaleras abajo en dirección a las mazmorras, volviendo unos segundos después con tres cristales en las manos. Sekk había visto un cofre repleto de ellos en la armería, pero no les había prestado demasiado atención por no saber para qué servían. Al parecer eran lo nombrados cargadores, y la idrina procedió a explicarle lo que había averiguado en su libro de magia con demostración incluida. Uno de los tres cristales al parecer ya estaba cargado, pero en cuanto la muchacha se hizo un pequeño corte con otro y su sangre tocó el vidrio, este se encendió al instante. El ulterano solo podía observar en silencio, con los ojos muy abiertos, pero en cuanto se recuperó de la impresión inicial tendió la mano hacía la lacustre planteando una pregunta muda.
En cuanto el cristal cambió de manos su brillo se apagó, pero cuando se lo devolvió a la idrina y este entró en contacto con su piel, la luz regresó. Tenía sentido, pues había sido su sangre la que lo había activado en primer lugar. Un rápida prueba con el tercer cargador confirmó que el intara también podía encenderlo.
—¿Qué más has descubierto? —preguntó con curiosidad, lamiendo la sangre que brotaba del pequeño corte de su dedo. Sekk se estaba mostrando mucho más entusiasmado que de costumbre.
—Se limpia y ya está, tampoco pasa nada —comentó, mostrando su acuerdo con la idea de la muchacha—. Sería mejor usar los cítricos, básicamente porque son más fáciles de exprimir, pero también porque tienen menos azúcar. De esta forma Roaxen Tenvrei y yo no tendríamos problemas para beberlos… aunque dudó que el capellán los pruebe siquiera —comentó con desgana.
Mientras el ulterano recogía su plato y lo llevaba hasta la pila de fregar, la lacustre le informó de que la noche anterior había descubierto algo. Sekk no había olvidado la conversación que había quedado pendiente el día anterior, pues no había tenido ocasión de explicar su escepticismo.
—Ayer no te lo dije, pero en mi mundo lo que se sabe de la magia esta en conocimiento de una sola persona, el Emperador, y este no comparte el origen de sus milagros con su pueblo —le informó, volviéndose a sentar en la mesa—. Vengo de un planeta tecnológico, bastante avanzado en ese sentido como “humildemente” os ha dicho mi compatriota —aclaró con cierto sarcasmo—, y aunque esta puede parecer milagrosa es bastante tangible… Ese es el motivo de mi incredulidad inicial, pero después de beber un líquido que borra cualquier idioma de tu mente para sustituirlo por otro debería ser más abierto de mente, ¿no te parece? —comentó sonriendo— ¿Dónde están esos cargadores y cómo funcionan? —preguntó con atención.
Irianna le dijo que esperara un segundo y se perdió escaleras abajo en dirección a las mazmorras, volviendo unos segundos después con tres cristales en las manos. Sekk había visto un cofre repleto de ellos en la armería, pero no les había prestado demasiado atención por no saber para qué servían. Al parecer eran lo nombrados cargadores, y la idrina procedió a explicarle lo que había averiguado en su libro de magia con demostración incluida. Uno de los tres cristales al parecer ya estaba cargado, pero en cuanto la muchacha se hizo un pequeño corte con otro y su sangre tocó el vidrio, este se encendió al instante. El ulterano solo podía observar en silencio, con los ojos muy abiertos, pero en cuanto se recuperó de la impresión inicial tendió la mano hacía la lacustre planteando una pregunta muda.
En cuanto el cristal cambió de manos su brillo se apagó, pero cuando se lo devolvió a la idrina y este entró en contacto con su piel, la luz regresó. Tenía sentido, pues había sido su sangre la que lo había activado en primer lugar. Un rápida prueba con el tercer cargador confirmó que el intara también podía encenderlo.
—¿Qué más has descubierto? —preguntó con curiosidad, lamiendo la sangre que brotaba del pequeño corte de su dedo. Sekk se estaba mostrando mucho más entusiasmado que de costumbre.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
01/01/15, 04:24 am
Roaxen Tenvrai
El ulterano se negó a compartir el libro de su elección, pero con gusto fisgoneó de los demás. La aparición que hacia las veces de bibliotecario no era sino una muestra más de las artes oscuras de la ciudad, y al igual que las casas que mostrban alucinaciones, logró sellarlo lejos de su psique.
Una vez que salieron, el ulterano sujetaba el libro con fuerza. Tenia una delicada y peligrosa tarea entre sus manos. La historia se recopilaba por los vencedores, sí, pero en el regocijo del victorioso estaba su derrota, pues al recopilar los hechos que le acontecieron tambien recopila los informes extensos sobre sus debilidades y fuerzas. La sabiduria que contenia el libro de historia que tenia entre manos seria vital para la conquista de la ciudad y el capellán reia a carcajadas en su interior. El primer paso de su venganza estaba literalmente entre sus manos.
Una vez llegaron, el capellán se encerró en el estudio y con celo y atención comenzó a leer el libro. Acabó bien entrada la madrugada, pero de la emoción que salia de si mismo por aquellas historias aunque inconexas y a veces demasiado fantasiosas para ser verdad, habia sacado en claro la mayor de las debilidades de la ciudad.
No paraba de decirse. Tan extasiado que al no pegar ojo, se descubrió como uno de los primeros en desayunar. Ni el mal sabor del caviar de baja calidad que obtuvo de desayuno le mermó los animos. Para cuando habia terminado de recoger su parte del desayuno, comenzaron a entrar más en la cocina, de entre los que se encontraban Sekk e Irianna. Tenia intención de hablar con el intara cuanto antes, de comentarle las buenas nuevas. Así que, por lo tanto, se quedó esperando afuera. Sin querer queriendo, acabó por oir la conversación que se desenvolvió entre los dos con una sonrisa creciente.
El ulterano se negó a compartir el libro de su elección, pero con gusto fisgoneó de los demás. La aparición que hacia las veces de bibliotecario no era sino una muestra más de las artes oscuras de la ciudad, y al igual que las casas que mostrban alucinaciones, logró sellarlo lejos de su psique.
Una vez que salieron, el ulterano sujetaba el libro con fuerza. Tenia una delicada y peligrosa tarea entre sus manos. La historia se recopilaba por los vencedores, sí, pero en el regocijo del victorioso estaba su derrota, pues al recopilar los hechos que le acontecieron tambien recopila los informes extensos sobre sus debilidades y fuerzas. La sabiduria que contenia el libro de historia que tenia entre manos seria vital para la conquista de la ciudad y el capellán reia a carcajadas en su interior. El primer paso de su venganza estaba literalmente entre sus manos.
Una vez llegaron, el capellán se encerró en el estudio y con celo y atención comenzó a leer el libro. Acabó bien entrada la madrugada, pero de la emoción que salia de si mismo por aquellas historias aunque inconexas y a veces demasiado fantasiosas para ser verdad, habia sacado en claro la mayor de las debilidades de la ciudad.
Cogito Ergo Sum escribió:♚ ¡La victoria del Imperio de Ulterania se acerca!
No paraba de decirse. Tan extasiado que al no pegar ojo, se descubrió como uno de los primeros en desayunar. Ni el mal sabor del caviar de baja calidad que obtuvo de desayuno le mermó los animos. Para cuando habia terminado de recoger su parte del desayuno, comenzaron a entrar más en la cocina, de entre los que se encontraban Sekk e Irianna. Tenia intención de hablar con el intara cuanto antes, de comentarle las buenas nuevas. Así que, por lo tanto, se quedó esperando afuera. Sin querer queriendo, acabó por oir la conversación que se desenvolvió entre los dos con una sonrisa creciente.
Cogito Ergo Sum escribió:♚ Esto se va a demostrar interesante. ¡Y qué facil!
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
01/01/15, 08:19 pm
El interés de Sekkeh le sentó bien a su confianza para hablar de lo poco que había descubierto durante la noche. Le interesó lo que dijo acerca de Ulterania, pero sabía que si preguntaba le sucedería como con Kimbra a veces y la conversación se desviaría demasiado de su cauce original. Le indicó al intara que en cuanto terminase de desayunar le enseñaría el funcionamiento de los cristales cargadores y, una vez recogió lo que manchó para limpiarlo más tarde, bajó a la armería para llevarse tres cristales, uno el que ya había empleado la noche anterior.
Se cortó en el brazo derecho con cuidado y en cuanto su sangre tocó el cristal este empezó a brillar como el primero, disipando su ligero miedo a que en esta ocasión no funcionase y el chico la tomase por fantasiosa debido al escepticismo inicial que había declarado sentir. Miedo que se reafirmó completamente infundado cuando el ulterano enseguida tuvo su propio cristal brillante entre las manos. También le mostró que aunque su sangre tocase el cargador que había empleado anoche, este ya no brillaba.
—Eso quiere decir que está completamente cargado. Por lo que pude descifrar, iluminar no es la función del cristal, sino que mientras perdura indica que se está cargando.
A paso ligero rescató el libro del asiento sobre el que lo había apoyado y lo abrió por la página donde se hablaba del funcionamiento de aquellos cargadores.
—Lo dice aquí, en estas notas de traducción. Cuesta descifrarlas, pero más o menos ya me estoy empezando a acostumbrar a distinguir las particularidades de la pésima caligrafía del traductor. Aquí —señaló una línea de texto con el dedo— dice que sirven como reserva mágica, pero todavía no entiendo bien qué significa eso. Da una indicación sobre que deben cargarse cuando se prevea que no se va a realizar magia en bastante tiempo y los describe como “poco eficientes”. —Dejó escapar una breve risa nerviosa. Poniendo aquello en voz alta le daba la sensación de que el descubrimiento pasaba de ser importante a inútil—. No he tenido tiempo de intentar realizar un hechizo, planeaba hacerlo esta noche cuando volviésemos de buscar a los demás. Si os parece bien a todos que vayamos hoy, por supuesto.
Se cortó en el brazo derecho con cuidado y en cuanto su sangre tocó el cristal este empezó a brillar como el primero, disipando su ligero miedo a que en esta ocasión no funcionase y el chico la tomase por fantasiosa debido al escepticismo inicial que había declarado sentir. Miedo que se reafirmó completamente infundado cuando el ulterano enseguida tuvo su propio cristal brillante entre las manos. También le mostró que aunque su sangre tocase el cargador que había empleado anoche, este ya no brillaba.
—Eso quiere decir que está completamente cargado. Por lo que pude descifrar, iluminar no es la función del cristal, sino que mientras perdura indica que se está cargando.
A paso ligero rescató el libro del asiento sobre el que lo había apoyado y lo abrió por la página donde se hablaba del funcionamiento de aquellos cargadores.
—Lo dice aquí, en estas notas de traducción. Cuesta descifrarlas, pero más o menos ya me estoy empezando a acostumbrar a distinguir las particularidades de la pésima caligrafía del traductor. Aquí —señaló una línea de texto con el dedo— dice que sirven como reserva mágica, pero todavía no entiendo bien qué significa eso. Da una indicación sobre que deben cargarse cuando se prevea que no se va a realizar magia en bastante tiempo y los describe como “poco eficientes”. —Dejó escapar una breve risa nerviosa. Poniendo aquello en voz alta le daba la sensación de que el descubrimiento pasaba de ser importante a inútil—. No he tenido tiempo de intentar realizar un hechizo, planeaba hacerlo esta noche cuando volviésemos de buscar a los demás. Si os parece bien a todos que vayamos hoy, por supuesto.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
01/01/15, 10:17 pm
La idea de que hubiera más gente como ellos en otro torreón no hacía más que darle vueltas en el cerebro, en un buen sentido. De alguna forma le llenaba de esperanzas, con tal de no sentirse tan solo. A medida que iba acostumbrándose al grupo y más veía la ciudad a su alrededor, la sensación de ser lo que una gota de agua al mar entero aumentaba, como si en vez de doce personas fueran solo tres o cuatro. Sin embargo, habían más, lo cual significaba que Rocavarancolia no estaba del todo muerta.
Los Apocalipsis zombies le gustaban como idea en la Tierra, pero eso de vivir como un grupo de supervivientes no era ni de lejos tan genial como lo imaginaba.
Llevó con cuidado el libro de mapas que había sacado para el otro torreón «¿Maciel?», algo que, de haber sido uno para él no habría pasado. Se había prometido cuidarlo, aunque le costase ir contra su naturaleza despistada. En lugar de dormir nada más llegar, se quedó en la cocina hasta bien entrada la noche ojeando los mapas que venían ilustrados. La cocina era un sitio que le reconfortaba, y aunque podía pasarse las horas muertas recorriendo el torreón de arriba a abajo o mirando la estatua siniestra de la ninfa empalada como quien ve la televisión, no se sentía tan a gusto como allí. La idrina se encontraba en la estancia continua, en el salón, aunque apenas intercambiaron palabras más allá del "buenas noches" con tal de no despertar al resto. En lo que quiso darse cuenta, ella ya no estaba.
En los mapas reconoció algunas zonas que ya había visto el primer día, pero otras se le hacían demasiado subrrealistas como para existir de verdad. Si podía, lo comentaría con el resto al día siguiente.
Cuando volvió a su habitación se fijó en la ausencia de Sekkeh, pero no se molestó en buscarle. Metió bajo la almohada el libro, se quitó su chaqueta que hacía las veces de manta y cerró los ojos, para abrirlos más temprano de lo que necesitaba. Bajó a la cocina como cada mañana, peinándose con los dedos el desastre que tenía por pelo matutino y quitando las arrugas de su camiseta.
—Buenos...—un bostezo le interrumpió, tapándose con un puño.— días.
Agarró la primera cosa que encontró en la cesta, siendo esta un puñado de bayas. Se las echó una a una en la boca como si fueran palomitas distraidamente. Poco le duró eso, ya que al oír las palabras "magia" y "hechizo", se acercó apresuradamente a Irianna y Sekkeh, echando un vistazo por encima a los cristales que tenían.
—¿Me he perdido algo?—sonrió de forma incómoda al ver la sangre.— Ehh... ¿Es magia satánica lo que vais a hacer? ¡En mi mundo todo lo que tiene que ver con magia y sangre termina mal! Mola, pero acaba mal.
Los Apocalipsis zombies le gustaban como idea en la Tierra, pero eso de vivir como un grupo de supervivientes no era ni de lejos tan genial como lo imaginaba.
Llevó con cuidado el libro de mapas que había sacado para el otro torreón «¿Maciel?», algo que, de haber sido uno para él no habría pasado. Se había prometido cuidarlo, aunque le costase ir contra su naturaleza despistada. En lugar de dormir nada más llegar, se quedó en la cocina hasta bien entrada la noche ojeando los mapas que venían ilustrados. La cocina era un sitio que le reconfortaba, y aunque podía pasarse las horas muertas recorriendo el torreón de arriba a abajo o mirando la estatua siniestra de la ninfa empalada como quien ve la televisión, no se sentía tan a gusto como allí. La idrina se encontraba en la estancia continua, en el salón, aunque apenas intercambiaron palabras más allá del "buenas noches" con tal de no despertar al resto. En lo que quiso darse cuenta, ella ya no estaba.
En los mapas reconoció algunas zonas que ya había visto el primer día, pero otras se le hacían demasiado subrrealistas como para existir de verdad. Si podía, lo comentaría con el resto al día siguiente.
Cuando volvió a su habitación se fijó en la ausencia de Sekkeh, pero no se molestó en buscarle. Metió bajo la almohada el libro, se quitó su chaqueta que hacía las veces de manta y cerró los ojos, para abrirlos más temprano de lo que necesitaba. Bajó a la cocina como cada mañana, peinándose con los dedos el desastre que tenía por pelo matutino y quitando las arrugas de su camiseta.
—Buenos...—un bostezo le interrumpió, tapándose con un puño.— días.
Agarró la primera cosa que encontró en la cesta, siendo esta un puñado de bayas. Se las echó una a una en la boca como si fueran palomitas distraidamente. Poco le duró eso, ya que al oír las palabras "magia" y "hechizo", se acercó apresuradamente a Irianna y Sekkeh, echando un vistazo por encima a los cristales que tenían.
—¿Me he perdido algo?—sonrió de forma incómoda al ver la sangre.— Ehh... ¿Es magia satánica lo que vais a hacer? ¡En mi mundo todo lo que tiene que ver con magia y sangre termina mal! Mola, pero acaba mal.
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