Dryfus

Valek:

Las respuestas que me dieron los dos irrenses fueron literalmente opuestas, aunque no me importó demasiado porque lo que realmente buscaba era desviar el tema de conversación para cortar mi interrogatorio, asentí a la explicación que dio Krono, y me encogí de hombros luego con la de Kin. –Es un motivo tan bueno como cualquier otro. –Añadí a este último. Sin embargo la conversación cambió de nuevo cuando la gente empezó a comentar que sentían aquella extraña energía.
–Yo también lo he notado –Dije.
–¡Y yo! –Añadió Xalkoth que ya no estaba silenciado. Aquello me hizo pensar. Fuera lo que fuera lo detectábamos todos independientemente de nuestra transformación o nivel de magia. Nunca antes había experimentado aquello en persona, y además era mucho más débil de lo que debería,por lo que tardé un poco en sospechar lo que era. –¿Podría ser…? Ahora vuelvo.

Salté fuera de la nave por la borda y luego sin pensármelo también salté por el borde de la azotea. Me dejé caer un rato, y cuando consideré que había bajado lo suficiente me detuve con un hechizo de levitación. La sensación era ahora más intensa, y ahora distinguía lo que era mucho mejor. Contento de averiguar lo que era volví transformado en polvo arriba de nuevo con el resto.
–Ya sé lo que es: Esta ciudad está sobre un fragmento del alma de este mundo. –Dije a los demás en cuanto me recompuse. Luego me volví a mirar la ciudad y su distribución de colores mientras ataba mis propios cabos. 
“Y tengo la sensación de que la ciudad no está construida sobre él por casualidad.

Esperó expectante a que Valek regresase, esperando que pudiese arrojar algo de luz sobre aquel asunto una vez se confirmó que todos podían sentir algo, se tratase de lo que se tratase, por lo que descartaba por completo la posibilidad de que estuviese relacionado con recarga mágica. Pero no con la magia, tal y como anunció el vampiro cuando regresó, sorprendiendo al kairós con su afirmación. De hecho se encontraban cerca de una de las formas más esenciales de la magia. Había leído al respecto de las almas de los mundos y conocía la ubicación de la de Rocavarancolia además de lo que suponía para un planeta. El kairós se había preguntado dónde se encontraría el alma de Irraria, ya que al no tratarse de algo prioritario no le había dedicado tiempo a investigarlo. La última afirmación de Valek le sacó de su ensimismamiento.
—¿Sugieres que los enderth conocían la existencia del alma, el impacto que tiene sobre el entorno y aprovecharon dicho conocimiento para emplearla como fuente de energía ilimitada?

El vampiro parecía coincidir con el ingeniero en aquella hipótesis y el kairós tan solo pudo volver a clavar su mirada en la ciudad, aumentando aún más su interés por la misma. Era una auténtica lástima que de una civilización tan mágicamente avanzada como aprecía haber sido la enderth tan solo quedasen ruinas abandonadas y escasos miembros de la especie que apenas sabía nada sobre su ascendencia. Todo aquello y otros asuntos bullían en la mente del ingeniero, pero en cuanto alguien sugiriese dormir aceptaría inmediatamente y caería rendido. El gasto energético durante el accidentado vuelo había hecho mella en él.

El misterio de la sensación disparó la curiosidad del raigaurum, pero se dio cuenta de que cuando Valek saltó por la borda para comprobar algo no parecía particularmente preocupado. Que se hubiesen metido en algún lío era lo único que inquietaba a Kin. Se levantó y asomó por la borda para ver a dónde iba el vampiro, pero le perdió de vista hasta que regresó convertido en humo. La revelación lo cogió un tanto por sorpresa porque ni se le había pasado por la cabeza ni tenía muy claro todavía qué eran las almas de los mundos. Una vez Archi le había hablado de ello, pero le había costado quedarse con lo esencial de toda la información que había recibido. Por eso mismo le sorprendió lo que dijo Archi a continuación.
—Joder, no tenía ni idea de que fuesen semejante chollo —admitió rascándose la nuca. Luego se le escapó un bostezo—. ¿Tiene alguna particularidad más que deba saber? Al menos antes de quedarme irremediablemente dormido.

No tardaron mucho en recoger e irse a dormir, después de todo el día había sido agotador. El único que aún parecía tener energía era Xalk, y Kin se preguntaba exactamente cómo.
—Los clinger debéis de estar hechos de otra pasta —le dijo al pasar hacia el catre que le correspondía. Ni de lejos era la mejor cama del mundo, pero tirarse encima y poder cerrar los ojos en la oscuridad y el silencio resultó maravilloso. No tardó nada en dormirse, sin tener siquiera la necesidad de taparse.

Se despertó con el sol dándole en la cara, pero al asomarse a la ventana supo que no acababa de amanecer aunque todavía fuese temprano. Le costó varios minutos salir de la cama para prepararse y desayunar. Revisó las provisiones y escogió entre lo que pudo reconocer un desayuno que llevarse a la mesa que continuaba en la cubierta. El sutil fresco de la noche empezaba a desaparecer y Kin ya resoplaba pensando en otro día entero jadeando como un animal lanudo.

Valek y Xalkoth:

Dormir nos había sentado bien a todos. Xalkoth, a pesar de las apariencias, también se había agotado, aunque más mentalmente que a nivel físico, pero creo que yo había sido probablemente el peor parado de los cuatro al tener que parar aquella roca y, aunque por la mañana ya me encontraba bien, en el momento del desayuno miré con descontento que había consumido bastante más sangre de lo previsto. “Voy a tener que racionarla, no sea que tengamos otro apuro.

Tras desayunar se prepararon para explorar el lugar. Acordamos separarnos en dos grupos para cubrir más terreno, le expliqué al Kairós (porque no me fiaba de Xalkoth) que buscaba cualquier cosa que pudiera darnos pistas sobre cómo funcionaba la magia de la ciudad y cuando salimos Krono Rádem y el clinger partieron por su cuenta mientras que Kin y yo lo hacíamos por la nuestra.


Xalkoth:

El clinger guiaba felizmente a Archi por la ciudad. Supuso que el irrense usaría algún tipo de magia para encontrar lo que estaban buscando, pero no fue el caso al final. Aparentemente aquella energía de la ciudad lo impedía de algún modo así que tendrían que buscar alguna alternativa. –Entonces… ¿Cómo buscamos las cosas? ¿Alguna idea?


Valek:

No estaba contento con cómo estaba yendo la expedición. Mi plan había sido valerme de magia para localizar trazas de la misma por la ciudad e ir investigando las que encontrara, pero la presencia de aquel fragmento del alma del mundo ofuscaba con su propia energía aquello. Si intentaba localizar magia mis hechizos me decían que la había en todas partes, y eso me frustraba. De modo que habíamos terminado por buscar a ojo, nos acercabamos a cualquier construcción que pareciera interesante y entrabamos a echar un ojo y ver qué había. De momento había encontrado un par de circuitos mágicos, pero todos mundanos. Nada que me interesara.
–¡Maldita alma de las narices! – Solté tras encontrar otro dispositivo que no nos era útil. –Así no hay quien encuentre nada. No podía estar en otra parte, por supuesto que no…
Me giré hacia el irrense luego. –Este sería el momento ideal para que me dijeras que no pierda la esperanza y se nos ocurra una idea estupenda que solucione todos nuestros problemas…–Hice una pausa, por si se daba el milagro, pero enseguida acepté nuestra triste realidad –¿No vamos a tener tanta suerte verdad?

Avancé un poco más para decidir en qué lugar tocaba buscar luego y entonces el olor a sangre fresca disparó mis sentidos de vampiro. Si Kin estaba hablando le hice un gesto para que se callara. –Sangre, reciente. No reconozco el olor asi que debe de ser de alguna especie local. ¿Echamos un vistazo?

No le tocó memorizar instrucciones aunque sí atendió a las explicaciones del vampiro cuando se preparaban para salir a explorar. Gracias a que le tocó acompañar a Valek no tenía que pensar demasiado, solo ser de ayuda en lo posible. Se preparó unas defensas bastante resistentes para lo que pudiera surgir y cogió solo lo justo para no cargar peso.

No hizo falta mucho tiempo para que Valek empezase a frustrarse de verdad por culpa de la traba que suponía la presencia del alma de Dryfus. Aun así, si creía que aunque les llevase más tiempo, podrían encontrar cosas útiles.
—No desesperes, la magia está sobrevalorada —bromeó—. Encontraremos algo tarde o temprano. Además, ¿no habrá otras ruinas enderth que no estén colocadas tan estratégic…?
Dejó su respuesta inacabada porque el vampiro le hizo un gesto. Kin no veía nada, pero le pareció preocupante el cambio en su expresión.
—¿Qué puede haber, un depredador? —preguntó bajando un poco la voz. No sabía qué le convenía más, si llevar una mano a la empuñadura del alfanje o tener ambas libres para realizar hechizos. Todavía no eran muchos los que sabía hacer con una sola mano. Terminó por elegir olvidarse del arma—. Supongo que es mejor encontrar antes que ser encontrados —añadió, dispuesto a seguir a Valek.

La conversación no se prolongó mucho más tiempo y enseguida decidieron retirarse a dormir. El kairós, quien normalmente continuaba trabajando toda la noche con la ayuda de hechizos de vela, no se sintió siquiera tentado a ello debido a que conocía de sobra su límite energético. No tardó en caer profundamente dormido, aunque no sin antes programar una alarma en su implante para despertarse temprano.

Tras confirmar con Valek el propósito exacto de la exploración, Archime abogó por la división de grupos que finalmente se estableció desde un primer momento, ya que consideraba más idóneo equilibrarlos por capacidad mágica en caso de encontrarse con alguna dificultad que supusiese un riesgo para su seguridad.

Lo primero que había hecho tras dirigirse hacia la dirección opuesta al grupo formado por Kin y Valek había sido comprobar que no era posible emplear en un lugar como aquel la chispa de intuición mágica. Aquel sencillo hechizo de por sí no ofrecía gran utilidad debido a su vaguedad y el ingeniero todavía no conocía una versión más compleja de detección de magia, pero en presencia de un trozo del alma resultaba superfluo ya que se detectaba actividad de aquella naturaleza a lo largo de toda la zona. Es por ello que respondió a la pregunta del plaga ofreciendo aquella información.
—Debido a ello y a que desconocemos si existe un denominador común en lo que buscamos como pudiera ser, por ejemplo, que estuviesen compuestos principalmente por metal y un hechizo imán nos serviría de ayuda, creo que no conozco ningún sortilegio que pueda facilitarnos considerablemente la búsqueda. No obstante, tal vez la niebla mágica…
El biomecánico continuó explicando mientras seguía los pasos del clinger, ajeno a que su compañero había desconectado por completo de su discurso según hablaba. De todos modos Archime utilizaría la niebla mágica una vez hubiese finalizado su explicación.

Xalkoth:

–Comprendo...– Mintió. Como era de esperar no había prestado mucha atención a la explicación de Archime. El irrense iba a ser el único capaz de localizar lo que fuera que estaban buscando de todos modos asi que no debería haber problemas. El clinger haría el papel de guía y, de ser necesario, guardaespaldas.
Una vez el Kairós usó el hechizo de niebla mágica los resultados fueron prácticamente tan improductivos como los anteriores. Todo lo que veía podía ser más o menos interesante, pero nada que fuera lo bastante mágico o complejo como para que mereciera la pena.
Sin embargo sí pudo ver algo interesante. De forma similar a como se construiría un tendido eléctrico, por todas partes había cables y tuberías cuya función parecía ser la de transmitir el suministro energético de la ciudad. Todos el tramado alcanzaba los edificios desde el subsuelo, y aunque no podía ver de  dónde venían por estar demasiado lejos sí que se podía notar que todos ellos parecían venir de una misma dirección, que parecía ser algún lugar donde se encontraba la grieta que partía la ciudad y el continente por la mitad. 

De repente el rostro de  Xalk pasó de su mirada curiosa habitual a estar completamente serio, se detuvo en seco y a la vez que le hizo un gesto al biomecánico para que se parara también. Rápidamente se agachó y palpó el suelo, luego se levantó de golpe.
–Tenemos que escondernos. No hagas ruido. –Susurró. Y acto seguido le cogió de un brazo y se lo llevó dentro del primer edificio en el que pudo entrar. En cuanto estuvieron fuera de la vista desde la calle se pararon al lado de una de las paredes y allí esperaron mientras el clinger volvía a agacharse y a poner la mano en el suelo.
Krono Radem no notaría absolutamente nada en el ambiente, ni vería o escucharía nada extraño o que pareciera peligroso. De emplear la magia para buscar lo que pudiera ser aquello que había alarmado a Xalkoth el resultado sería el mismo.

Valek:

El lugar del que procedía el olor no estaba muy lejos, era literalmente en medio de la calle. Frente a nosotros, y en medio de un charco de sangre muy grande encontramos lo que parecía ser un cocodrilo enorme, pero en vez de escamas tenía placas formadas por lo que parecía el mismo material del que estaba hecho el caparazón de una tortuga. Lo más llamativo del cadáver era que parecía estar como a medio desinflar. La sangre seguía brotando de un par de heridas diminutas y el charco seguía creciendo. No hacía falta pensar mucho para darse cuenta de que la causa de la muerte era extraña, y un vistazo con niebla mágica me bastó para comprobar que lo que le había pasado era aún más extraño.
Piel y sangre, eso era todo lo que había en el cadáver. Ni huesos, ni órganos internos, ni tejidos… nada. Parecía que algo se las había apañado para extraer todo el interior del organismo dejando solo la sangre y la piel de su víctima.
–Vale… esto es… raro, y reciente. Estáte alert… –No me dio tiempo a decir más. Al estar tan centrado en el cadáver no había notado que había algo más. En la fachada de un edificio cercano acechaba lo que parecía ser una cobra gigante, pero había varias diferencias: la primera era que contaba con cuatro patas de reptil, la segunda era una zarpa en la punta de su cola y la tercera era que tenía una cresta que le recorría todo el dorso.
Para cuando la ví ya estaba atacando. Utilizando su cuerpo como si fuera un muelle se impulsó a toda velocidad hacia delante y me golpeó de lleno. El choque me arrastró con la criatura hasta chocar con el edificio que teníamos detrás. Fue un impacto contundente, que destrozó todo donde chocamos y también alrededor, varios cristales y ventanas que ni siquiera estaban tan cerca reventaron también por la tensión del golpe y unos segundos después la estructura cedió.

El irrense pudo ver como toda la fachada del edificio se derrumbaba sobre el lugar, pero si llegó a pensar que aquello dañaría al atacante se equivocó. De forma similar a como había atacado antes el reptil se impulsó hacia atrás para evitar el derrumbe, pero yo no tuve tiempo para salir y me cayó todo encima. La cobra siseó frustrada por haber enterrado a su presa fuera de su alcance, y luego se giró hacia Kin. Me había atacado primero a mí porque tenía más carne que aquel ser robótico, y además no tenía cuernos lo me convertía en una presa más fácil de cazar a ojos del ofidio. Ahora sin embargo tendría que conformarse con el otro. Abrió la boca y de sus colmillos salieron dos chorros de lo que claramente parecía veneno en dirección del demonio raigaurum. Su cuerpo ya volvía a formar un muelle para lanzarse sobre él después.
De mí no había ni rastro.

El animal que encontraron estaba bien muerto. De hecho, el espectáculo que daba era bastante asqueroso. El irrense torció el morro al ver aquella carcasa, y a diferencia del vampiro no se dignó a comprobar qué había en ese desaguisado. Las imágenes que arrojaba su imaginación distaban bastante de la realidad, pero eran suficiente para no querer ver más de primera mano.

Creía que no necesitaba el aviso de Valek, al que iba a replicarle exactamente eso, cuando descubrió que no estaba ni de lejos preparado para el ataque que iban a recibir por parte del depredador en ese mismo instante. Tardaron en ver al reptil, y era rápido; sin que apenas pudiese llegar a moverse, Valek ya no estaba a su lado y el edificio contra el que chocaron se hundió montando un buen estruendo. El raigaurum entró en pánico al no saber si su compañero estaba bien, pero sabía que tenían que hacer algo, y rápido. El depredador ya se había girado hacia él.

El chorro de lo que fuese que había lanzado no le preocupaba ni la mitad que el impacto que iba a recibir. Tenía sus defensas, pero si le hacía lo mismo que al vampiro no le iban a servir de mucho. Trató de apartarse de la trayectoria del animal tirándose al suelo a la desesperada y esperando poder levantarse fácilmente tras rodar. La adrenalina hacía que empezase a acumular carga más rápidamente, pero partía de reservas prácticamente nulas. Si lograba salir ileso y ponerse en pie, se plantearía lanzarle lo más rápido que se le venía a la cabeza, que era un hechizo de inmovilización. Probablemente el animal requeriría una variante reforzada por su tamaño, pero el raigaurum no estaba acostumbrado a los duelos con magia y pensar deprisa.

No esperaba demasiados resultados del uso de la niebla mágica, pero la búsqueda se demostró aún más complicada. El kairós se preguntaba por qué Valek no había realizado una investigación más a fondo sobre qué clase de métodos existían para facilitar aquella empresa, pero las acciones de Xalkoth le obligaron a prestar su atención al plaga, quien parecía haber detectado alguna clase de peligro. Ante la petición de que no debían hacer ruido, la respuesta del ingeniero fue conjurar un hechizo insonorizador en silencio. Había sido uno de los primeros que había aprendido a conjurar de aquella forma puesto que era lógico que si se requería su uso había altas probabilidades de que la propia entonación del sortilegio no resultase conveniente. Se dejó arrastrar por el clinger y una vez se detuvieron se dedicó a rastrear mediante la niebla mágica los alrededores, sin ver nada extraño.
—¿Qué sucede? —Inquirió al cabo de unos instantes.

Confiar en sus defensas no fue una mala idea. El veneno era paralizante pero fue bloqueado y resbaló inofensivamente alrededor de Kin. El reptil no había perdido el tiempo y usando su propio cuerpo como muelle ya volaba hacia el irrense a toda velocidad. Estuvo muy cerca de alcanzar a su presa pero esta había saltado hacia un lado y no pudo alcanzarla por poco, aquello no acabó ahí sin embargo. Lejos de rendirse el ofidio atacó de nuevo aprovechando que su objetivo se estaba levantando del suelo y ahora era más vulnerable que antes. El hechizo de inmovilización solamente lo ralentizó ligeramente y se sintió más pesado, algo extraño, pero no detuvo su avance y golpeó a su presa con una zarpa y la aplastó contra el suelo.
Raro… estaba seguro de haber golpeado con fuerza, pero la criatura con cuernos y brazo de metal seguía ilesa. Levantó la zarpa y golpeó de nuevo con el mismo resultado, pero entonces el dolor propio de una descarga eléctrica atravesó su pata. Lamentablemente para Kin, no había sido lo bastante potente como para causar daños y ahora el reptil estaba furioso. Un tercer zarpazo cargado con la ira del animal fue lo que vino después, mandando al irrense varios metros por los aires y terminando con las protecciones que le quedaban aún en pie. El siguiente golpe le haría daño de verdad y su oponente ya se acercaba más que dispuesto a dárselo...

Y en ese momento una flecha se clavó en su sien derecha. la sorpresa por el repentino dolor apenas pudo manifestarse en el ofidio porque justo después otros dos proyectiles se clavaron en su costado derecho de la misma forma. Todos habían penetrado en la carne, pero unas flechas eran poco más que algo doloroso para una criatura de ese tamaño. Esta se dio la vuelta para encontrar la causa de aquel ataque, y lo que vio fue a un vampiro con cara de muy malas pulgas caminando hacia allí desde los escombros donde antes había desaparecido.

Valek:

Resumiendo lo que me había pasado: Tras estrellarme sobre el edificio y ver que se me caía encima me hice polvo enseguida y acabé entre los escombros mezclado con tierra y polvo que no era mío. Tuve que escurrirme, lo habéis leído bien, literalmente escurrirme entre los restos del desprendimiento para poder salir. En cualquier caso, tras salir de allí comprenderéis que no estaba de muy buen humor pero a pesar de la creencia popular todavía era capaz de pensar en matar al responsable sin llevarme a mi compañero por delante. Por esa razón solo disparé tres flechas y esperé a que eso atrajera su atención. No pasó mucho tiempo y enseguida aquella serpiente mutante se giró, dejando a Kin atrás, y saltó en mi dirección dispuesta a aplastarme de un golpe. Con el irrense fuera del alcance de lo que estaba por venir dí una orden mágica a las runas de las flechas para que se activaran y tres explosiones brotaron en los tres lugares donde se habían clavado las flechas. La fuerza de las mismas y el hecho de que estuviera en el aire cuando pasó empujaron al reptil hacia un lado, y en vez de caer sobre mí pasó a mi izquierda y se estrelló en algún punto detrás de mí, muerto.

Me volví lo justo para confirmar que no se iba a volver a levantar y luego avancé hacia el irrense que estaba recuperándose.
–No me gusta que me tiren edificios encima– comenté de pasada mientras le ayudaba a levantarse. –¿Estás entero?

Xalkoth:

Xalk esperó quieto unos segundos más por si acaso antes de despegar su mano del suelo para luego responder a Archi. 
–Había un silencioso fuera– Respondió sin más. Luego tras unos segundos y fijándose en la reacción (o falta de) del biomecánico se dio cuenta de que por el nombre no iba a saber de lo que hablaba. 
–Esto… es un… no sabría muy bien cómo describirlo. No sé el aspecto aspecto tiene, nadie lo sabe, pero es un depredador de esta zona. Es invisible y también… ¿inaudible? no sé cómo describir algo que no emite ningún sonido. el caso es.. que la única forma de detectarlo es por las vibraciones del suelo cuando se mueve. Por suerte es grande y se pueden sentir los temblores con bastante antelación si estás atento. En cualquier caso ya se ha ido–

Ya había terminado de hablar cuando los dos escucharon el sonido de varias explosiones. No había nada allí que pudiera explotar que el clinger supiera, ¿tal vez sus compañeros habían encontrado problemas? En cualquier caso no tardaron en ponerse de acuerdo en ir a investigar qué había pasado.

Kin no pudo huir de un segundo ataque, y sabiéndose en un buen lio atacó con lo más rápido que tenía a mano: su propia electricidad. Entró en contacto con la piel de su atacante y dejó salir toda la carga acumulada. A él podía parecerle bastante, pero resultó ser una dosis anecdótica para el reptil. Al momento siguiente solo sabía que volaba por los aires, rodando por el suelo después, sin defensas e intentando amortiguar la mayor parte del golpe con los brazos. A pesar de sus intentos por evitar una caída muy aparatosa se dio numerosos golpes, ni siquiera supo bien dónde porque hubo un momento en que creyó ser solo una madeja de extremidades.

En aquel caos no era capaz de pensar cuál debería ser su próximo movimiento. Vagas posibilidades, o mejor dicho, posibles hechizos que usar, aparecieron a la vez en su cabeza, pero ninguna parecía suficientemente eficaz o rápida para permitirle salir ileso. Y fue entonces cuando llegaron la flechas. Era evidente que Valek iba a estar mucho mejor preparado que él para cualquier adversidad, pero en ese momento solo podía pensar en cuánto se alegraba de verle aparecer. Muy probablemente le había salvado el pellejo atrayendo la atención del monstruo.

Kin intentó ponerse en pie para quitarse de en medio, pero lo sorprendieron las explosiones –y un dolor bastante agudo en una rodilla–, por lo que se quedó donde estaba, observando atónito con qué rapidez se había deshecho el vampiro de aquella amenaza. Cuando se le acercó y le tendió la mano no se podía creer que aún tuviese ganas de bromear, aunque prefería no quedar como un novato superado por las circunstancias haciendo algún comentario al respecto.
—Eso creo. Joder, pensé que no lo contaba. Te debo una. —Al hablar todavía jadeaba.

Se sacudió la ropa y empezó a hacer los ejercicios de comprobación en ambos brazos.
—¿Tú estás bien? —preguntó entre tanto.
Le preocupaban los golpes que acababan de recibir las prótesis, aunque lo que le dolía era el resto del cuerpo. El daño en la rodilla le hacía cojear, pero no parecía haber nada fuera de su sitio, ni siquiera en los brazos, aunque de eso ya no podía estar tan seguro. «Luego le preguntaré a Archi si será conveniente echarles un vistazo».

La explicación de Xalkoth suscitó su curiosidad, pero el propio plaga había dejado claro que no conocía más detalles al respecto de aquella misteriosa criatura, por lo que le bastó con saber que ya no se hallaban en peligro. O al menos así era hasta que escucharon el estruendo de lo que sin duda parecían explosiones. Archime se apresuró a seguir al clinger en la dirección de la que provenían dichos fenómenos, haciendo uso de la niebla mágica, y no tardó en localizar a Kin y Valek Kel. En cuanto se acercaron pudo comprobar que su aspecto indicaba que habían sufrido alguna clase de percance y se ofreció a curar las heridas de las que no se pudiesen ocupar ellos mismos. También acordó con Kin que revisaría sus prótesis en el trayecto de vuelta, o una vez regresasen a Rocavarancolia en el caso de que este resultase ser tan agitado como el de ida.

Dicho trayecto, además, no tardó en producirse, pues resolvieron que la interferencia que producía la cercanía del alma del mundo impedía el propósito de la visita a aquellas ruinas. Durante el mismo pudieron comprobar que el volcán que los había sorprendido en pleno vuelo continuaba su actividad y las nubes de ceniza cubrían varios kilómetros de distancia.

Una vez de vuelta en las cercanías de la ciudad, lo último que discutieron fue qué hacer con el navío. Llegaron a la conclusión de que lo más eficiente sería aterrizar en las mismas instalaciones donde habían sustraído la nave y, en cuanto el personal comenzó a acercarse a aquel aterrizaje no autorizado, el biomecánico salió del mismo oculto tras un hechizo de invisibilidad. Una vez fuera, durmió a todos los empleados que se encontrasen en la dársena en aquel momento mediante un sortilegio de sueño en área, permitiendo que todo el grupo, a continuación, abandonase el lugar llamando lo menos posible la atención mientras se dirigían de vuelta al portal.

Tal vez no hubieran obtenido lo que habían ido a buscar, pero el ingeniero había retenido toda la información posible sobre Dryfus y se sentía satisfecho por haber podido encontrarse tan cerca de un alma de un mundo, recargando su magia en el proceso.

Entusiasmada por la idea, enseguida puso su empeño en atender a los hechizos que el enderth le había dicho que iban a necesitar. También le preguntó acerca de las condiciones climáticas de Dryfus y, aunque iban a ir en una de las épocas más soportables, convino que poder ejecutar en cualquier momento un hechizo térmico y humedecedor iban a ser totalmente necesarios para ella en aquel planeta tan caluroso. Y buscó información sobre hechizos de protección contra el sol: no quería quemarse ni recibir un golpe de calor. Probablemente la niebla también pudiese ayudar con aquel tema.

Aunque el clima era bastante extremo y Kirés le había hablado de aquella “niebla venenosa”, no era el mismo caso que Krabelin, donde la muerte era una certeza si no te encontrabas en el interior de Bakaiar. Por ello en esa ocasión no se cubrió al completo de ropa y decidió llevar unas bermudas y camiseta cortas, junto con unas botas de montaña. Mantuvo el sombrero que había utilizado en el mundo de Kimbra, no obstante, para proteger su cabeza del sol. La mochila con agua y provisiones también se encontraba presente en su espalda cuando abandonó la Torre Serpentaria aquella mañana en compañía del paladín.

A aquellas alturas atravesar un portal ya no era algo extraño, aunque tampoco podía decirse que se hubiera acostumbrado del todo a la sensación difícil de describir al ser absorbido por el vórtice. A veces todavía temía que algo saliese mal y su cuerpo se perdiese en algún plano paralelo para no poder volver. O tal vez descubrir que el Reflejo era real. Por suerte nada de esto sucedió, y lo que hubo de diferente en esa ocasión es que, obviamente, el paisaje que se extendió ante ella nada más salir del vórtice, aún medio mareada y tratando de acostumbrarse al cambio de luz, era completamente diferente de Krabelin. Sabía por el enderth y por lo poco que había leído sobre Dryfus que allí todo era de un tamaño descomunal. Pero saberlo era una cosa y verlo otra. Si no fuera porque llevaba mucho tiempo sin ver tanta vegetación y, especialmente, árboles, la sensación de que habría encogido hasta el tamaño de un ratón se hubiese acentuado. Lo cual no quería decir que no fuese así como se sentía en cierta medida.
—Este lugar… parece difícil de atravesar incluso si utilizase mi niebla —comentó mientras empezaba a recuperar su vista y observaba la espesura a su alrededor—. Menos mal que vengo con un nativo. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

Kirés:

En temas de atuendo y equipo el enderth llevaba lo que cabría esperarse de él: su capa, sus armas y un zurrón a la cintura con las herramientas que pudiera necesitar para aquella misión.
Al contrario que su acompañante para el Enderth aquella era la primera vez que cruzaba un vórtice, al menos estando consciente, y aunque lo habían avisado de lo que iba a pasar la sensación al cruzar el portal lo dejó desorientado un instante. En consecuencia, una vez comprobó que tenía los pies pisando una superficie firme, lo primero que hizo fue pestañear varias veces seguidas y agitar la cabeza para recuperarse.

Nada más llegar, sin embargo, el paladín notó que algo no estaba bien. Para concretar más: había dos cosas que no encajaban. Tardó un segundo en darse cuenta porque estaba amaneciendo pero el cielo, que debería ser de color azul, tenía un tono morado cuya intensidad variaba según en qué parte miraras. Además los colores típicos que debería mostrar al amanecer estaban como alargados, ocupando más trozo del firmamento del que deberían.
La segunda anomalía fue más difícil de notar, principalmente porque ahora estaba acostumbrado a las temperaturas de Rocavarancolia, pero hacía más frío del habitual en Dryfus. Se suponía que estaban en la estación fría, pero aun con eso las temperaturas deberían ser bastante cálidas para cualquiera que no fuera nativo de aquel mundo, y sin embargo ahora mismo hacía sólo un poco más de calor que en la ciudad de la que venían.

Frunció el ceño. Aquello no era normal, y no saber qué estaba pasando lo incomodaba.
–Esto no me gusta. No debería hacer tan poco calor y los colores del cielo no son los que debería tener. Ha debido pasar algo mientras vivía en la ciudad… algo grande, pero no tengo ni idea de lo que podría ser.

Cerró los ojos y ralentizó su respiración. Era la primera vez que veía su mundo desde que lo habían cosechado: encontrarse con un problema así durante un viaje que iba a ser el primer regreso a su tierra natal tras tanto tiempo lo estaba alterando más de lo que podía permitirse. Por suerte mantener la calma era algo que se le daba bien, y enseguida estabilizó su ritmo mental y emocional.

“Piensa con lógica, no con emociones: Quitando el frío y el estado del cielo todo parece seguir exactamente igual que siempre. Antes de sacar conclusiones vayamos primero a un asentamiento.”

Allí podrían saber algo. Era muy improbable que aquello hubiera pasado de repente en un día.

Irianna se sorprendió de los comentarios de Kirés acerca del clima. Iba advertida sobre la altas temperaturas, pero había una razón obvia por la que no había creído que el hecho de que hiciese poco más calor que en Rocavarancolia, donde el clima era bastante estable durante todo el año con excepción de la época de la Luna Roja, fuese un fenómeno anormal en el planeta.
—¿De verdad? ¿Debería hacer aún más calor siendo invierno? —Expuso sus pensamientos en voz alta.
Alzó la vista al cielo cuando el paladín habló sobre su aparente inusual color, comenzando a preocuparse por lo que parecía alguna suerte de presagio para el enderth. Notar a Kirés ligeramente alterado aunque fuese por un momento le indicaba que el ave no bromeaba y que de verdad debía de estar sucediendo algo extraño en Dryfus. Echó a andar tras él una vez supo hacia qué dirección se dirigían, todavía observando los alrededores con cierta inquietud.
>>¿Crees que podría ser algún tipo de radiación mágica lo que ha cambiado el cielo de color? El cielo o… el agua, quizás —Elucubró pensativa—. Tampoco sería extraño que Rocavarancolia tuviese algo que ver con esto… Puedo preguntarle a dama Diurna la próxima vez que la vea al respecto de esto. Si el Consejo ha venido a Dryfus a hacer algo ella debería saberlo.
Le intrigaba y le inquietaba a partes iguales. Tan solo esperaba que aquello que había provocado los extraños cambios no fuese perjudicial para su salud.

Kirés:

Negó con la cabeza a la última pregunta de Irianna. –Aunque no es imposible, estoy bastante convencido de que lo que está pasando es un fenómeno natural, y sobre Rocavarancolia… hasta donde yo se no saben casi nada de este mundo aun, y no me los imagino consumiendo recursos a semejante escala tan de repente. No veo qué ganarían con ello.

Sacó una brújula de su zurrón. Sabía por sus indagaciones antes de venir en qué lugar del bosque se encontraba el portal, de modo que en cuanto supiera donde estaba el norte sabría llegar a los asentamientos circundantes. Una vez tuvo claro cuál de ellos iban a visitar empezó a moverse, pero primero avisó a la nebulomante:
–Viajaremos por las ramas. Es probable que tengas que moverte levitando más de una vez, pero eso no es lo peligroso: siempre que no estés flotando muévete con cuidado: los terremotos son frecuentes aquí, y aunque no sean tan fuertes como para dañar los árboles el bamboleo te podría tirar si te pilla por sorpresa.


El trayecto les llevó poco más de una hora y, durante el mismo, una de las cosas que notó kirés fue que los terremotos ahora eran más frecuentes y duraban más de lo que recordaba. No sabía si era su imaginación sin embargo ya que llevaba mucho tiempo sin pisar aquel bosque.
Una vez que tuvieron el asentamiento a la vista se detuvo un rato para darle a Irianna un tiempo para ver donde iban a meterse, pero además usó ese tiempo para reafirmar que no tenía de qué preocuparse. Estaban un poco lejos, pero la actividad en el lugar parecía ser la habitual en un lugar así. No había ningún indicio de alarma que pudiera ver.

–Bueno, hemos llegado. Esto es un asentamiento de los arbóreos, la nación clinger que se asienta en este bosque. Si tienes alguna pregunta este es probablemente el mejor momento para hacérmela, no creo que podamos hablar mucho una vez entremos.

No supo qué más aportar a la conversación, pues no tenía el conocimiento necesario para poder realizar más conjeturas de las que había hecho, y especialmente si el enderth estaba convencido de que el extraño fenómeno no era externo a Dryfus. Siguió los pasos del paladín hasta que se detuvo para explicarle cómo debían proceder a continuación y la nebulomante asintió.
—Creo que no habrá problema en mantener la levitación durante el tiempo necesario.
El asunto de los terremotos le preocupaba un poco, pero confiaba en ser capaz de emplear la levitación a tiempo en caso de que ocurriese algún accidente inesperado.

El trayecto fue largo, la idrina empleó gran parte del mismo para preguntar a Kirés acerca de la sociedad clinger y la peligrosidad de aquel planeta. Los temblores de tierra quisieron dejar claro que el enderth no se estaba pasando de precavido al prevenirla acerca de ellos, pues fueron increíblemente frecuentes. Estaba claro que no era un buen lugar para hacer turismo, aunque en su opinión valía la pena visitarlo en al menos una ocasión.
Se detuvo cuando se le indicó y escudriñó los alrededores. Sabía que debían permanecer en silencio, y de todas formas estaba claro que aquel era el asentamiento al que se dirigían. Si no hubiese presenciado aquel extraño suceso entre Kirés y Xalkoth y Serpentaria, aquella sería la primera vez que vería un clinger, pero era la primera vez que veía más de uno de todas formas. Era una estampa peculiar ver a insectos gigantes desempeñando toda clase de funciones y sin duda si publicase una novela en Idris acerca de la sociedad clinger mucha gente habría calificado su obra o bien de “original” o bien de “excéntrica”. Pero aquello era la realidad, y a la nebulomante todavía le maravillaba la ingente cantidad de personas y sociedades distintas de las que tenía conocimiento, y más aún de las que potencialmente existirían pero jamás había oído hablar.

—Tan solo dime si es necesario que haga algo en concreto aparte de mantenerme invisible —respondió a Kirés—. Puedo usar mi niebla si necesito localizarte en caso de que te pierda de vista por algún motivo.
Por desgracia no disponía de ningún amuleto para comprender el idioma clinger, o hubiese empleado el tiempo en intentar escuchar conversaciones por si captaba algo acerca del extraño fenómeno.