Irraria
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Irraria
23/07/13, 04:38 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Irraria
Portal situado en un bosque en el ecuador del continente, cercano a la ciudad de Ío.
Portal situado en un bosque en el ecuador del continente, cercano a la ciudad de Ío.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Irraria
01/08/15, 06:55 pm
Si Kin no tenía nada que hacer y Krono no necesitaba que se quedara, estaba claro.
-En ese caso... Muchas gracias por vuestra ayuda. Nos vemos.
Y sin mediar más palabra o gesto, se fue. Saldría de la ciudad camuflado, sin hacerse invisible. No se iría directamente pues ya que esperaba volver decidió darse una vuelta de reconocimiento para la próxima.
Fin de la incursión de Atol
-En ese caso... Muchas gracias por vuestra ayuda. Nos vemos.
Y sin mediar más palabra o gesto, se fue. Saldría de la ciudad camuflado, sin hacerse invisible. No se iría directamente pues ya que esperaba volver decidió darse una vuelta de reconocimiento para la próxima.
Fin de la incursión de Atol
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Irraria
02/08/15, 02:59 am
—Tonterías, yo te acompaño. No hay nada que hacer esperándome en Rocavarancolia —le respondió a Archi sonriendo despreocupadamente. Kin tenía curiosidad por ver el taller del kairós, y todavía no le apetecía volver. Así que solo quedaba despedirse de Atol.
—Pareces seguro del camino. Intenta no perderte —bromeó—. Nos vemos en los refugios, entonces, ¡hasta la próxima!
Cuando se quedaron solos ambos irrenses, Kin le hiz un gesto a su compañero que quería decir “tú guías”.
—Pareces seguro del camino. Intenta no perderte —bromeó—. Nos vemos en los refugios, entonces, ¡hasta la próxima!
Cuando se quedaron solos ambos irrenses, Kin le hiz un gesto a su compañero que quería decir “tú guías”.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Irraria
02/08/15, 11:15 pm
Archime tan solo observó un instante a Kin cuando manifestó su intención de acompañarle antes de asentir y proceder a guiarle por las galerías de Ío, una vez se hubieron despedido de Skarog. El irrense no hablaría durante todo el trayecto salvo que el raigaurum le formulase alguna pregunta y una vez llegasen a la puerta de su taller, más pronto que tarde pues se encontraba en la galería principal al igual que la tienda que acababan de abandonar, desbloquearía la cerradura electrónica todavía en silencio. Atravesó el pasillo de entrada después de cerrar la puerta tras Kin y se dirigió directamente a su taller, que se encontraba tan limpio como la última vez que había estado allí.
El kairós tecleó algo en su ordenador y en la pantalla holográfica se mostró el diseño de un implante.
—Dama Urticaria me ha solicitado que fabrique un implante de brazo para su ayudante a cambio de pagar una parte de la deuda de Kudryavka —se dirigió entonces a su acompañante por su propia iniciativa por primera vez desde que habían llegado a Irraria—. Voy a comprobar de qué piezas dispongo y asegurarme de que el instrumental se halla en buenas condiciones.
Dicho y hecho, el irrense comenzó a dar vueltas por su taller mientras comprobaba maquinaria y sacaba las herramientas y las piezas con las que antes trabajaba habitualmente. Lo siguiente que haría sería conectarse a la red para enviarle una nota a Sorrina: iba a necesitar regresar allí otro día para comenzar su trabajo y tal vez la limpiadora podría alarmarse al comprobar que alguien había estado allí.
El kairós tecleó algo en su ordenador y en la pantalla holográfica se mostró el diseño de un implante.
—Dama Urticaria me ha solicitado que fabrique un implante de brazo para su ayudante a cambio de pagar una parte de la deuda de Kudryavka —se dirigió entonces a su acompañante por su propia iniciativa por primera vez desde que habían llegado a Irraria—. Voy a comprobar de qué piezas dispongo y asegurarme de que el instrumental se halla en buenas condiciones.
Dicho y hecho, el irrense comenzó a dar vueltas por su taller mientras comprobaba maquinaria y sacaba las herramientas y las piezas con las que antes trabajaba habitualmente. Lo siguiente que haría sería conectarse a la red para enviarle una nota a Sorrina: iba a necesitar regresar allí otro día para comenzar su trabajo y tal vez la limpiadora podría alarmarse al comprobar que alguien había estado allí.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Irraria
03/08/15, 02:28 am
Kin paseó por las calles de Ío sin perder detalle. Si algo captaba su atención le preguntaba a Archi por ello, aunque a veces las preguntas también se relacionaban con el estilo de vida de la capital. El paseo fue corto, sin embargo, y cuando llegaron el raigaurum guardó silencio. Lo único en que podía pensar era que el taller de Ippon palidecía al lado del de Archi, pero no era algo que no hubiese visto venir. Simplemente, Kin no había visto nunca uno mejor equipado que el de su amigo de la infancia.
—No recortabais en gastos aquí, ¿eh? —comentó, pasando la mano por una máquina de ensamblaje automático.
Cuando le explicó a qué habían ido al taller, sin embargo, su buen humor se agrió de golpe. Miró a Archi con la boca abierta para soltarle una reprimenda cuyas palabras no era capaz de escoger. El kairós había hecho una buena acción, pero había sido tonto.
—Tú de tan bueno que eres a veces pareces tonto —dijo por fin. Entre tanto, Archi ya se había puesto en marcha—. No tenías por qué ayudar a pagar la deuda de ese idiota, si vas a trabajar mereces ganarte el sueldo —añadió frustrado. En el fondo sabía, y se dio cuenta tras quejarse, que si Kud se enteraba probablemente no dejase ninguna deuda pendiente. Pero el chico ya tenía bastantes deudas atrasadas y tanto daba pagar a unos que a otros. Esencialmente, lo que había molestado a Kin era que muy probablemente el trato de Archi con Urticaria era desfavorable para su amigo. No se podía esperar otra cosa después de lo que había visto—. ¿Qué condiciones te ha puesto? —indagó.
—No recortabais en gastos aquí, ¿eh? —comentó, pasando la mano por una máquina de ensamblaje automático.
Cuando le explicó a qué habían ido al taller, sin embargo, su buen humor se agrió de golpe. Miró a Archi con la boca abierta para soltarle una reprimenda cuyas palabras no era capaz de escoger. El kairós había hecho una buena acción, pero había sido tonto.
—Tú de tan bueno que eres a veces pareces tonto —dijo por fin. Entre tanto, Archi ya se había puesto en marcha—. No tenías por qué ayudar a pagar la deuda de ese idiota, si vas a trabajar mereces ganarte el sueldo —añadió frustrado. En el fondo sabía, y se dio cuenta tras quejarse, que si Kud se enteraba probablemente no dejase ninguna deuda pendiente. Pero el chico ya tenía bastantes deudas atrasadas y tanto daba pagar a unos que a otros. Esencialmente, lo que había molestado a Kin era que muy probablemente el trato de Archi con Urticaria era desfavorable para su amigo. No se podía esperar otra cosa después de lo que había visto—. ¿Qué condiciones te ha puesto? —indagó.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Irraria
03/08/15, 09:53 pm
El kairós dejó de realizar comprobaciones tras escuchar la interpelación de Kin y se giró hacia él mientras le hablaba, esperando a que terminase.
—En el contrato que me ofreció se comprometía a pagar los materiales y la mano de obra, aunque solo después de comprobar que no soy ningún fraude —le explicó al raigaurum. No era necesario añadir por qué aquella condición no era ningún impedimento—. En cualquier caso, hace ya un año desde la última vez que realizo un trabajo de dicha complejidad y necesito asegurarme de que no me he oxidado, además de que se tratará del primer implante hecho por mí para un ciudadano rocavarancolés, lo cual puede resultar en buena publicidad. Por estos motivos consideré que era un trato beneficioso para ambos.
Lo que no añadió en voz alta el irrense fue que, aunque todo lo que había dicho era tan coherente como cierto, además la idea de poder volver a trabajar en condiciones como ingeniero biomecánico le atraía como un objeto brillante a una estirge.
—El instrumental se halla en buenas condiciones, aunque necesitaré comprar algunos materiales —anunció después de haberse movido de un lado a otro del taller—. La próxima vez que vuelva comenzaré a trabajar en el implante. Disculpa unos instantes mientras realizo una transacción y redacto un correo.
No se trataba del correo a Sorrina, cosa que ya había hecho mientras examinaba el estado de la instalación. Archime había dejado otra cuenta pendiente la última vez que había estado en Irraria y decidió que ya era el momento de llevarla a cabo. De su cuenta de créditos había apartado cierta cantidad con el fin de transferirla a otra. No era una fortuna, pero sí una cantidad a tener en cuenta. Sería el único capital que no convertiría en materiales para vender a cambio de monedas rocavarancolesas en sucesivas visitas. Redactó el correo y, tras enviarlo, realizó la transferencia a una cuenta en la que había ingresado créditos en muchas ocasiones: la cuenta de sus padres. El contenido del mensaje que había enviado era muy breve.
—En el contrato que me ofreció se comprometía a pagar los materiales y la mano de obra, aunque solo después de comprobar que no soy ningún fraude —le explicó al raigaurum. No era necesario añadir por qué aquella condición no era ningún impedimento—. En cualquier caso, hace ya un año desde la última vez que realizo un trabajo de dicha complejidad y necesito asegurarme de que no me he oxidado, además de que se tratará del primer implante hecho por mí para un ciudadano rocavarancolés, lo cual puede resultar en buena publicidad. Por estos motivos consideré que era un trato beneficioso para ambos.
Lo que no añadió en voz alta el irrense fue que, aunque todo lo que había dicho era tan coherente como cierto, además la idea de poder volver a trabajar en condiciones como ingeniero biomecánico le atraía como un objeto brillante a una estirge.
—El instrumental se halla en buenas condiciones, aunque necesitaré comprar algunos materiales —anunció después de haberse movido de un lado a otro del taller—. La próxima vez que vuelva comenzaré a trabajar en el implante. Disculpa unos instantes mientras realizo una transacción y redacto un correo.
No se trataba del correo a Sorrina, cosa que ya había hecho mientras examinaba el estado de la instalación. Archime había dejado otra cuenta pendiente la última vez que había estado en Irraria y decidió que ya era el momento de llevarla a cabo. De su cuenta de créditos había apartado cierta cantidad con el fin de transferirla a otra. No era una fortuna, pero sí una cantidad a tener en cuenta. Sería el único capital que no convertiría en materiales para vender a cambio de monedas rocavarancolesas en sucesivas visitas. Redactó el correo y, tras enviarlo, realizó la transferencia a una cuenta en la que había ingresado créditos en muchas ocasiones: la cuenta de sus padres. El contenido del mensaje que había enviado era muy breve.
- Correo:
- He regresado de Rocavarancolia para atender algunos asuntos así como comunicaros que dispongo de planes de futuro para establecerme en la ciudad de forma permanente. Espero que los créditos que os he enviado sean suficientes por el momento. Regresaré periódicamente a Irraria y volveré a ponerme en contacto cuando sea preciso.
Archime.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
04/08/15, 01:04 am
Kin no pudo sino acabar por soltar una risotada mientras se tapaba los ojos con una mano. Ése era Archi, a fin de cuentas. Ni que lo hubiese olvidado. Al chico le encantaba trabajar, por algún motivo que se le escapaba al raigaurum.
—Está bien, está bien, la decisión es tuya, después de todo. Me dejé llevar por la manía que le cogí a esa arpía —añadió con una sonrisa.
Lo dejó trabajar sin interrupciones tras eso, y mientras tanto Kin curioseaba la maquinaria del taller. Tampoco parecía que fuesen a tardar en irse. El kairós había dicho que ya casi estaba terminando y que el trabajo lo empezaría a realizar en su próxima incursión.
Ver a Archi redactando un correo le hizo preguntarse por qué no había pensado todavía en enviarle uno a Ippon o a Radilo. No se había atrevido siquiera a encender el ordenador y ver todas las notificaciones obsoletas que seguramente iba a recibir. Tampoco quería dejar rastro de su presencia en línea, y sin embargo poco a poco la tentación de encender el ordenador fue haciéndose más fuerte. Aún tenía algo de tiempo para replanteárselo.
Todo eso le recordó un detalle que emplearía posteriormente para sacar tema de conversación con Archi mientras caminaban por la calle.
—Se me hace rarísimo volver a entender el ordenador. Hay montones de funciones que ya no usaba porque no tenía ni idea de cómo eran. Debería agradecerle esto a Skarog con el alma —rio—. Lo voy a usar hasta en Rocavarancolia.
—Está bien, está bien, la decisión es tuya, después de todo. Me dejé llevar por la manía que le cogí a esa arpía —añadió con una sonrisa.
Lo dejó trabajar sin interrupciones tras eso, y mientras tanto Kin curioseaba la maquinaria del taller. Tampoco parecía que fuesen a tardar en irse. El kairós había dicho que ya casi estaba terminando y que el trabajo lo empezaría a realizar en su próxima incursión.
Ver a Archi redactando un correo le hizo preguntarse por qué no había pensado todavía en enviarle uno a Ippon o a Radilo. No se había atrevido siquiera a encender el ordenador y ver todas las notificaciones obsoletas que seguramente iba a recibir. Tampoco quería dejar rastro de su presencia en línea, y sin embargo poco a poco la tentación de encender el ordenador fue haciéndose más fuerte. Aún tenía algo de tiempo para replanteárselo.
Todo eso le recordó un detalle que emplearía posteriormente para sacar tema de conversación con Archi mientras caminaban por la calle.
—Se me hace rarísimo volver a entender el ordenador. Hay montones de funciones que ya no usaba porque no tenía ni idea de cómo eran. Debería agradecerle esto a Skarog con el alma —rio—. Lo voy a usar hasta en Rocavarancolia.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Irraria
05/08/15, 09:17 pm
El irrense comunicó a su amigo que había terminado y ambos procedieron a abandonar el taller. El kairós asintió ante el comentario de Kin, mostrando que estaba de acuerdo.
—Resultaba un tanto frustrante no tener acceso completo a todo el sistema por algo tan simple como el idioma. Skarog ha sido muy amable —hizo una pausa y parecía que no iba a añadir nada más, pero tras diez segundos el ingeniero volvió a hablar—. Los amuletos son una alternativa mucho más barata que los servicios de la logomante por lo que sé, pero yo planeo regresar a Irraria con frecuencia. Es una sensación extraña —dijo de pronto, sin aclarar primero a que se refería como era habitual en él—. Para llevar a cabo mis planes voy a tener que dar a conocer a toda Irraria que he regresado tarde o temprano —había detenido sus pasos y observaba al raigaurum con un deje de desconcierto en su habitual expresión neutra—. Mi taller siempre ha sido conocido y nunca pensé demasiado en el hecho en sí. Pero ahora creo… Que me incomoda regresar. Me van a tratar de la misma forma que los dependientes a Skarog. ¿verdad? No quiero eso.
Archime no se había parado a pensar antes en aquel hecho, pero haber presenciado la interacción del helión con los irrenses. El biomecánico siempre había vivido ajeno a cualquier clase de admiración o interés que despertase en los demás, ya que a fin de cuentas rara vez abandonaba su taller y su contacto directo con las personas solía ser breve. Se sentía confuso por la incomodidad que le producía lo que acababa de exponerle al otro irrense, a pesar de que comprendía los motivos de su rechazo hacia ello. Simplemente era una sensación nueva, y el ingeniero era un desastre en aquel campo.
—Resultaba un tanto frustrante no tener acceso completo a todo el sistema por algo tan simple como el idioma. Skarog ha sido muy amable —hizo una pausa y parecía que no iba a añadir nada más, pero tras diez segundos el ingeniero volvió a hablar—. Los amuletos son una alternativa mucho más barata que los servicios de la logomante por lo que sé, pero yo planeo regresar a Irraria con frecuencia. Es una sensación extraña —dijo de pronto, sin aclarar primero a que se refería como era habitual en él—. Para llevar a cabo mis planes voy a tener que dar a conocer a toda Irraria que he regresado tarde o temprano —había detenido sus pasos y observaba al raigaurum con un deje de desconcierto en su habitual expresión neutra—. Mi taller siempre ha sido conocido y nunca pensé demasiado en el hecho en sí. Pero ahora creo… Que me incomoda regresar. Me van a tratar de la misma forma que los dependientes a Skarog. ¿verdad? No quiero eso.
Archime no se había parado a pensar antes en aquel hecho, pero haber presenciado la interacción del helión con los irrenses. El biomecánico siempre había vivido ajeno a cualquier clase de admiración o interés que despertase en los demás, ya que a fin de cuentas rara vez abandonaba su taller y su contacto directo con las personas solía ser breve. Se sentía confuso por la incomodidad que le producía lo que acababa de exponerle al otro irrense, a pesar de que comprendía los motivos de su rechazo hacia ello. Simplemente era una sensación nueva, y el ingeniero era un desastre en aquel campo.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
06/08/15, 12:04 am
La conversación viró hacia un dilema que Kin podía entender perfectamente. Él también se había sentido extraño presenciando la escena de antes con Skarog. Quizá se podría acabar acostumbrando con el tiempo, ¿pero gustarle? Lo dudaba mucho. Antes de responder meditó unos instantes para saber qué decir. El que se iba a enfrentar a aquello de cerca era Archi, al fin y al cabo.
—Sí, es obvio que van a hacerlo… todo ese rollo de idolatrar. —Resopló antes de continuar—. Pero no creo que se pueda evitar. Cualquier cosa fuera de actuar modestamente es como escupir para arriba. Vas a tener que hacerte a la idea. Es casi una especie de maldición volver convertido en una celebridad. Y más si sabes que no lo eres, ni mereces… nada, realmente nada. Sí, supongo que eso es lo peor de todo, somos una especie de traidores pero solo nosotros sabemos que lo somos; los demás irrenses nos tratan como a héroes. Todo esto parece pensado para ponernos a prueba.
Pero al final Kin adoptó una media sonrisa. No le afectaba tanto como podría parecer por sus palabras, y cada vez lo haría menos. En cuanto a Archi, a pesar de haber dicho todo aquello, aún quería animarlo.
—Piénsalo así: nadie ha dicho que tengas que disfrutarlo. Vendrás aquí a hacer lo que tengas que hacer… de incógnito siempre que puedas, pero luego volverás a irte. Quiero decir, que solo es fingir durante un rato. Ah, y te ayudaré en todo lo que haga falta, no lo olvides. Aún te lo debo —añadió. Había empezado a hablar con un tono más animado, dejando atrás los temas más lúgubres que había mencionado antes.
—Sí, es obvio que van a hacerlo… todo ese rollo de idolatrar. —Resopló antes de continuar—. Pero no creo que se pueda evitar. Cualquier cosa fuera de actuar modestamente es como escupir para arriba. Vas a tener que hacerte a la idea. Es casi una especie de maldición volver convertido en una celebridad. Y más si sabes que no lo eres, ni mereces… nada, realmente nada. Sí, supongo que eso es lo peor de todo, somos una especie de traidores pero solo nosotros sabemos que lo somos; los demás irrenses nos tratan como a héroes. Todo esto parece pensado para ponernos a prueba.
Pero al final Kin adoptó una media sonrisa. No le afectaba tanto como podría parecer por sus palabras, y cada vez lo haría menos. En cuanto a Archi, a pesar de haber dicho todo aquello, aún quería animarlo.
—Piénsalo así: nadie ha dicho que tengas que disfrutarlo. Vendrás aquí a hacer lo que tengas que hacer… de incógnito siempre que puedas, pero luego volverás a irte. Quiero decir, que solo es fingir durante un rato. Ah, y te ayudaré en todo lo que haga falta, no lo olvides. Aún te lo debo —añadió. Había empezado a hablar con un tono más animado, dejando atrás los temas más lúgubres que había mencionado antes.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Irraria
07/08/15, 04:37 am
Había mantenido su vista fija en Kin mientras este daba su punto de vista acerca de la problemática que le había expuesto. El irrense no tenía mucho que añadir a las palabras de su congénere, por eso únicamente asintió y pronuncio una breve frase.
—Te lo agradezco.
Su marcha se reanudó y no tardaron en alcanzar el edificio hacia el que se dirigía el kairós: una de las mejores clínicas de implantes de toda Irraria. Sus pasos lo llevaron directamente hacia la recepción del lugar y el hombre que atendía a las visitas les preguntó cordialmente qué deseaban mientras tecleaba en una pantalla holográfica.
—Soy Archime, el biomecánico que fue cosechado por Aeris Fara…
El trabajador no le dio tiempo a terminar su frase y, tras dar un bote en su silla, observó a ambos con expresión de absoluta sorpresa.
—¡No me lo puedo creer! No te reconocía porque estás algo cambiado, pero es cierto, demontres. ¡Eres tú! Vaya, vaya, ya verás cuando se lo cuente a mis hijos.
—Disculpe —dijo simplemente el ingeniero una vez el hombre pareció recuperar un poco la calma—. No quisiéramos causar un revuelo ya que debemos regresar cuanto antes a Rocavarancolia y únicamente he venido a pedir audiencia con alguno de los profesionales de la clínica que no se halle ocupado y esté dispuesto a concedérmela. Por favor, si es tan amable…
—¡Claro, claro! Discúlpame tú a mí, me he dejado llevar por la emoción. ¿Puedo hacerte una foto? Es que mis hijos no se lo van a creer… —Mientras parloteaba de forma entusiasta, tecleó algo en la pantalla—. Ya está, he avisado a la doctora Irrila y el doctor Marrcen. Son nuestros mejores profesionales.
—Gracias.
Archime se sentó en la silla más cercana a esperar la llegada de los médicos mencionados y el sonido de obturador predeterminado en los implantes estándar se escuchó claramente en la recepción prácticamente vacía. El kairós frunció ligeramente el ceño. No le gustaba haber tenido que revelar su identidad tan pronto, pero era evidente que si no lo hubiera hecho no le habrían concedido la audiencia que necesitaba y que de aquella forma había obtenido en un parpadeo.
—Te lo agradezco.
Su marcha se reanudó y no tardaron en alcanzar el edificio hacia el que se dirigía el kairós: una de las mejores clínicas de implantes de toda Irraria. Sus pasos lo llevaron directamente hacia la recepción del lugar y el hombre que atendía a las visitas les preguntó cordialmente qué deseaban mientras tecleaba en una pantalla holográfica.
—Soy Archime, el biomecánico que fue cosechado por Aeris Fara…
El trabajador no le dio tiempo a terminar su frase y, tras dar un bote en su silla, observó a ambos con expresión de absoluta sorpresa.
—¡No me lo puedo creer! No te reconocía porque estás algo cambiado, pero es cierto, demontres. ¡Eres tú! Vaya, vaya, ya verás cuando se lo cuente a mis hijos.
—Disculpe —dijo simplemente el ingeniero una vez el hombre pareció recuperar un poco la calma—. No quisiéramos causar un revuelo ya que debemos regresar cuanto antes a Rocavarancolia y únicamente he venido a pedir audiencia con alguno de los profesionales de la clínica que no se halle ocupado y esté dispuesto a concedérmela. Por favor, si es tan amable…
—¡Claro, claro! Discúlpame tú a mí, me he dejado llevar por la emoción. ¿Puedo hacerte una foto? Es que mis hijos no se lo van a creer… —Mientras parloteaba de forma entusiasta, tecleó algo en la pantalla—. Ya está, he avisado a la doctora Irrila y el doctor Marrcen. Son nuestros mejores profesionales.
—Gracias.
Archime se sentó en la silla más cercana a esperar la llegada de los médicos mencionados y el sonido de obturador predeterminado en los implantes estándar se escuchó claramente en la recepción prácticamente vacía. El kairós frunció ligeramente el ceño. No le gustaba haber tenido que revelar su identidad tan pronto, pero era evidente que si no lo hubiera hecho no le habrían concedido la audiencia que necesitaba y que de aquella forma había obtenido en un parpadeo.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
07/08/15, 11:02 pm
Llegaron por fin a donde el kairós quería ir. Kin se limitó a quedarse a su espalda para no interferir, como una especie de apoyo silencioso. «Aquí viene» pensó cuando Archime se dio a conocer. Y fue tal cual había imaginado. Suspiró imperceptiblemente y se cruzó de brazos.
Fue todo muy rápido, más rápido incluso que si llegasen desangrándose, pensó el raigaurum con malicia, y pronto estuvieron sentados esperando a un par de doctores. Cuando se escuchó el obturador Kin negó con la cabeza casi imperceptiblemente, a la vez que se escondía un poco detrás de una mano de forma automática.
Para hablar con Archi lo hizo en susurros.
—Sonríe, sonríe, estamos en el próximo reality show.
Fue todo muy rápido, más rápido incluso que si llegasen desangrándose, pensó el raigaurum con malicia, y pronto estuvieron sentados esperando a un par de doctores. Cuando se escuchó el obturador Kin negó con la cabeza casi imperceptiblemente, a la vez que se escondía un poco detrás de una mano de forma automática.
Para hablar con Archi lo hizo en susurros.
—Sonríe, sonríe, estamos en el próximo reality show.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Irraria
09/08/15, 11:04 pm
Archime tan solo se rascó la nuca, incómodo, ante el comentario de Kin. Lo único que hubiese podido decir era un “no me gusta esto” que ya había expresado antes y por tanto creía innecesario repetir. No tuvieron que esperar mucho: los dos doctores mencionados salieron del ascensor a la izquierda de la recepción e intercambiaron algunas palabras con el recepcionista que enseguida señaló hacia el kairós con un aspaviento. El biomecánico se levantó de su silla mientras ambos se aproximaban. Lo siguiente fue un intercambio de saludos durante los cuales ambos médicos pudieron comprobar su identidad. El irrense había mantenido su ordenador encendido precisamente con aquel propósito.
—Quisiera hablar con ustedes en privado.
El doctor Marrcen, que hasta el momento había sido quien había hablado más, ofreció dirigirse a su despacho personal. Archime echó a andar tras ellos y le hizo un gesto a Kin con la cabeza para indicarle que podía acompañarle si quería.
Una vez entraron en el despacho y su anfitrión hubo ofrecido asientos a los presentes, el irrense no se hizo de rogar.
—Estoy llevando a cabo un proyecto para instalarme como biomecánico de implantes en Rocavarancolia, pero puesto que no existe evidentemente ninguna clínica con tecnología y conocimientos irrenses debido a la reciente vuelta de la ciudad tras dos siglos, he considerado que requiero de adquirir los conocimientos necesarios para convertir mi negocio no solo en un taller sino también en una clínica.
—Ese es un proyecto muy ambicioso, chico —la doctora Irrila fue la primera en responder, en un tono neutral que no permitía entrever qué quería comunicar con aquel comentario—. Imagino que lo que quieres es convertirte en nuestro aprendiz, ¿me equivoco?
—No. Eso es exactamente lo que quería pedirles —confirmó el kairós.
—Yo no veo ningún problema —intervino el doctor Marrcen con una gran sonrisa—. Para mí será todo un honor asistir a un elegido por Rocavarancolia y que mis conocimientos lleguen hasta allí.
La doctora Irrila se giró para mirar a su compañero de trabajo y se cruzó de brazos adquiriendo un aire pensativo.
—Sin duda estamos tratando un asunto importante aquí. Pero lo cierto es que somos profesionales muy ocupados…
—Por supuesto, pero, ¿qué problema hay en ayudar a Archime durante nuestro tiempo libre? Además, seguro que el chico también tiene sus propias ocupaciones por lo que no creo que vaya a interferir con nuestro trabajo, ¿verdad?
—Me adaptaré a lo que ustedes puedan proporcionarme.
Marrcen hizo un gesto hacia Irrila y volvió a esbozar una sonrisa.
—Pues por mi parte no hay más que hablar, acepto tu propuesta. ¿Usted qué dice, doctora Irrila? ¿No le gustaría colaborar? Es una oportunidad única.
—Lo pensaré —dijo finalmente la mujer tras unos segundos de silencio—. Pero de todos modos no me importa explicarte las nociones al menos al principio. Estaré encantada de recibirte cuando vuelvas.
—Se lo agradezco a ambos. ¿Cuándo les viene bien que vuelva la próxima vez?
Una vez abandonó el despacho del doctor Marrcen y se hubo despedido de los que se iban a convertir, con suerte, en sus mentores, Archime caminó hacia la puerta de la clínica tras dedicar una breve despedida en respuesta al entusiasta recepcionista. El ingeniero tenía sensaciones contradictorias que lo incomodaban: por una parte estaba satisfecho por haber dado un paso importante hacia lo que quería. Por otro, había un sentimiento que no era capaz de describir que le estaba molestando. Sabía que se debía al engaño que tenían que mantener y en aquellos momentos el kairós se cuestionaba sus propias decisiones, cosa que no había experimentado prácticamente nunca.
—Ya podemos regresar —le dijo a Kin una vez de nuevo en las galerías de Ío.
—Quisiera hablar con ustedes en privado.
El doctor Marrcen, que hasta el momento había sido quien había hablado más, ofreció dirigirse a su despacho personal. Archime echó a andar tras ellos y le hizo un gesto a Kin con la cabeza para indicarle que podía acompañarle si quería.
Una vez entraron en el despacho y su anfitrión hubo ofrecido asientos a los presentes, el irrense no se hizo de rogar.
—Estoy llevando a cabo un proyecto para instalarme como biomecánico de implantes en Rocavarancolia, pero puesto que no existe evidentemente ninguna clínica con tecnología y conocimientos irrenses debido a la reciente vuelta de la ciudad tras dos siglos, he considerado que requiero de adquirir los conocimientos necesarios para convertir mi negocio no solo en un taller sino también en una clínica.
—Ese es un proyecto muy ambicioso, chico —la doctora Irrila fue la primera en responder, en un tono neutral que no permitía entrever qué quería comunicar con aquel comentario—. Imagino que lo que quieres es convertirte en nuestro aprendiz, ¿me equivoco?
—No. Eso es exactamente lo que quería pedirles —confirmó el kairós.
—Yo no veo ningún problema —intervino el doctor Marrcen con una gran sonrisa—. Para mí será todo un honor asistir a un elegido por Rocavarancolia y que mis conocimientos lleguen hasta allí.
La doctora Irrila se giró para mirar a su compañero de trabajo y se cruzó de brazos adquiriendo un aire pensativo.
—Sin duda estamos tratando un asunto importante aquí. Pero lo cierto es que somos profesionales muy ocupados…
—Por supuesto, pero, ¿qué problema hay en ayudar a Archime durante nuestro tiempo libre? Además, seguro que el chico también tiene sus propias ocupaciones por lo que no creo que vaya a interferir con nuestro trabajo, ¿verdad?
—Me adaptaré a lo que ustedes puedan proporcionarme.
Marrcen hizo un gesto hacia Irrila y volvió a esbozar una sonrisa.
—Pues por mi parte no hay más que hablar, acepto tu propuesta. ¿Usted qué dice, doctora Irrila? ¿No le gustaría colaborar? Es una oportunidad única.
—Lo pensaré —dijo finalmente la mujer tras unos segundos de silencio—. Pero de todos modos no me importa explicarte las nociones al menos al principio. Estaré encantada de recibirte cuando vuelvas.
—Se lo agradezco a ambos. ¿Cuándo les viene bien que vuelva la próxima vez?
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Una vez abandonó el despacho del doctor Marrcen y se hubo despedido de los que se iban a convertir, con suerte, en sus mentores, Archime caminó hacia la puerta de la clínica tras dedicar una breve despedida en respuesta al entusiasta recepcionista. El ingeniero tenía sensaciones contradictorias que lo incomodaban: por una parte estaba satisfecho por haber dado un paso importante hacia lo que quería. Por otro, había un sentimiento que no era capaz de describir que le estaba molestando. Sabía que se debía al engaño que tenían que mantener y en aquellos momentos el kairós se cuestionaba sus propias decisiones, cosa que no había experimentado prácticamente nunca.
—Ya podemos regresar —le dijo a Kin una vez de nuevo en las galerías de Ío.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Irraria
10/08/15, 09:11 pm
Los doctores no tardaron demasiado en aparecer, y Kin recuperó la postura formal mientras hablaban con el recepcionista. Después, cuando Archi le ofreció acompañarlo, estuvo a punto de aceptar, pero negó con la cabeza y se quedó en la silla. Pensó que no le convenía convertir aquel aspecto que había conseguido gracias a Skarog en una persona cercana a Archi y a sus planes relativos a Rocavarancolia –a fin de cuentas ya habían sacado una foto en su dirección que acabaría con toda seguridad en la red–, pero aquel no era el único motivo. Aprovechándose de lo anterior o quizá usándolo de excusa, Kin encendió por fin el ordenador para pasar el rato.
Casi pudo sentir el sufrimiento de la máquina al comenzar a recibir notificaciones de todo tipo en masa. Definitivamente no había tiempo para actualizaciones, para leer correos informativos o de suscripciones, ni para todas las actividades acumuladas en la red social. Eso solo dejaba los mensajes personales, y ahí Kin se llevó una sorpresa, porque tenía montones.
Los más recientes eran esencialmente de tres personas, y los últimos concretamente del pasado día de cosecha. Al parecer, su madre, Ippon y Radilo habían seguido enviando mensajes con la convicción de que los leería cuando regresase.
La boca de Kin se curvó en una sonrisa irónica. «Mi cuerpo te agradece los calambrazos, colega». Lo cierto era que el mensaje le había sentado como un puñetazo en el estómago.
El siguiente era del mismo día.
Se le empezó a formar un nudo en la garganta. Kin se dio cuenta de que habría preferido no leer nada de aquello. El siguiente mensaje volvía a ser de Ippon, algunos días antes, con un contenido similar al primero, pero contándole algo que le había ocurrido a su amiga Lirre.
Y seguían así, alejándose cada vez más en el tiempo. Su madre, su hermano, y su mejor amigo se habían molestado en contarle todos los sucesos importantes que habían ido sucediendo en su entorno. A veces eran cosas menos importantes que a duras penas disimulaban que simplemente les apetecía escribirle. A pesar de todo, tampoco tardó demasiado en comenzar a alcanzar el final. Hacia los primeros días tras la cosecha aparecían mensajes de más personas, otros amigos o familiares, e incluso solo conocidos, que se interesaban por él y le daban la enhorabuena, pidiéndole que contestase en cuanto regresase a Irraria. «Con algunos de estos casi ni intercambiaba una palabra al día… vaya morro».
Kin se frotó la frente con una mano. Se empezaba a encontrar agotado. El siguiente mensaje era de su madre. Muy largo y compacto, tanto que Kin solo lo leyó por encima. Era el que le había escrito su madre a toda prisa e histérica tras enterarse de que el cosechador se lo había llevado. Era difícil seguir el hilo de lo que decía, pero el mensaje quedaba perfectamente claro: se alegraba, pero quería que volviese en cuanto fuese posible y todas las veces que fuese posible.
Después pasó al siguiente mensaje, deseando alcanzar ya el último que había leído antes de desconectarse de la red, pero también era nuevo. Solo contenía una frase.
Kin ladeó la cabeza. Había olvidado el correo que le había enviado a toda prisa a su padre antes de desconectar su electrónica. No tenía manera de saber en qué estaba pensando cuando le respondió aquello. «¿Lo dice porque me cosecharon? ¿O todavía no lo sabía? No, si no lo sabía no me habría contestado».
Decidió que no necesitaba saberlo. Ni siquiera le importaba. Antes de irse le había dicho a su padre «a ver quién es el fracasado ahora» con la intención de retarlo, de hacerlo sentirse mal. Su hijo, el malo, el que era una deshonra, era apto para Rocavarancolia, y en cambio Mirorrel seguiría pudriéndose en la plantación hasta el último de sus días. Ni siquiera esperaba que le respondiese.
Cuando cerró el último de los correos y volvió al menú principal vio una notificación de chat parpadeando en la parte superior de la pantalla. El corazón se le aceleró y necesitó mantener a raya el pánico. Alguien le había pillado en línea, y teniendo en cuenta que nadie esperaba verle podía llamar a aquello auténtica mala suerte. Al llegar un mensaje más puso el dedo encima y la aplicación se maximizó. En la ventana de chat había cinco líneas consecutivas recibidas en los últimos minutos.
El pánico decidió por él y Kin apretó el botón de apagar al instante. No habría reaccionado diferente si hubiese sido otra persona, pero «¿por qué? De todas las malditas personas, ¿por qué él?». Se removió incómodo en su asiento y comprobó que el recepcionista no estuviese reparando en él. Le habrían entrado ganas de dejarlo fuera de combate un buen rato si se lo hubiese encontrado espiando sus movimientos. «Quiero irme de aquí».
Por suerte para él, Archi no tardó en regresar. Se levantó en el momento en que lo vio y salió hacia las galerías antes que él para esperarle fuera. Cuando por fin se reunieron Kin seguía nervioso, pero no comentó nada al respecto.
—Vámonos, entonces. ¿Cómo salimos? Ya se sabe que has estado aquí y podrías salir solo pidiéndolo, pero yo… ¿O nos intentamos colar sin que nos vean? —preguntó hablando deprisa.
Casi pudo sentir el sufrimiento de la máquina al comenzar a recibir notificaciones de todo tipo en masa. Definitivamente no había tiempo para actualizaciones, para leer correos informativos o de suscripciones, ni para todas las actividades acumuladas en la red social. Eso solo dejaba los mensajes personales, y ahí Kin se llevó una sorpresa, porque tenía montones.
Los más recientes eran esencialmente de tres personas, y los últimos concretamente del pasado día de cosecha. Al parecer, su madre, Ippon y Radilo habían seguido enviando mensajes con la convicción de que los leería cuando regresase.
- Ippon escribió:
- Hey. Ya hace un año que te has ido, ¿no va siendo hora de dar señales de vida, cabrón? Se te echa de menos por aquí, aunque seguro que estás pensando que no es para tanto. Llevo un año esperando a que vengas y me enseñes qué hechizos puedes hacer, ¡un año! A lo mejor por eso hoy estoy especialmente nostálgico. Pero no te emociones, ojo. Por cada año que tardes te voy a pegar un calambrazo, está decidido.
La boca de Kin se curvó en una sonrisa irónica. «Mi cuerpo te agradece los calambrazos, colega». Lo cierto era que el mensaje le había sentado como un puñetazo en el estómago.
El siguiente era del mismo día.
- Arrí escribió:
- Hola. Espero que hoy haya suerte y te llegue este mensaje… ¡ya ha pasado un año! Se me ha hecho muy largo, ¿y a ti? Les dije a todos que estaba convencida de que vendrías hoy, a lo mejor con el cosechador. No me falles, ¿vale? Espero que estés bien. Tu hermano lleva todo el día mirando su ordenador, me parece que está consultando si apareces online. Seguro que él no te cuenta esas cosas, ¿eh?
Espero que nos veamos pronto. Cuídate mucho.
Se le empezó a formar un nudo en la garganta. Kin se dio cuenta de que habría preferido no leer nada de aquello. El siguiente mensaje volvía a ser de Ippon, algunos días antes, con un contenido similar al primero, pero contándole algo que le había ocurrido a su amiga Lirre.
Y seguían así, alejándose cada vez más en el tiempo. Su madre, su hermano, y su mejor amigo se habían molestado en contarle todos los sucesos importantes que habían ido sucediendo en su entorno. A veces eran cosas menos importantes que a duras penas disimulaban que simplemente les apetecía escribirle. A pesar de todo, tampoco tardó demasiado en comenzar a alcanzar el final. Hacia los primeros días tras la cosecha aparecían mensajes de más personas, otros amigos o familiares, e incluso solo conocidos, que se interesaban por él y le daban la enhorabuena, pidiéndole que contestase en cuanto regresase a Irraria. «Con algunos de estos casi ni intercambiaba una palabra al día… vaya morro».
- Radilo escribió:
- ¡No me puedo creer que te hayas ido! Aún estoy alucinando. No consigo dormirme. Seguro que mañana todo el mundo nos pregunta cosas… agradece no estar aquí para tener que aguantarlo, capullo con suerte.
Bueno, ¿y ahora qué? Se nota un vacío tremendo, falta algo, y eso que hace unos ¿cinco días? sí, cinco, tuvimos esa discusión por el tema de largarte de casa. Joder, Cío, tampoco planeaba perderte de vista.
Agh, no dejo de decir tonterías. Necesito dormir. Mañana va a ser un día duro, así que espero que para ti también, y que te maten a currar hasta que se te quite la holgazanería. Seguro que para aprender magia se te va mágicamente. Sí, eres un capullo con suerte. Pero me alegro.
Kin se frotó la frente con una mano. Se empezaba a encontrar agotado. El siguiente mensaje era de su madre. Muy largo y compacto, tanto que Kin solo lo leyó por encima. Era el que le había escrito su madre a toda prisa e histérica tras enterarse de que el cosechador se lo había llevado. Era difícil seguir el hilo de lo que decía, pero el mensaje quedaba perfectamente claro: se alegraba, pero quería que volviese en cuanto fuese posible y todas las veces que fuese posible.
Después pasó al siguiente mensaje, deseando alcanzar ya el último que había leído antes de desconectarse de la red, pero también era nuevo. Solo contenía una frase.
- Mirorrel escribió:
- No creo que seas un fracasado.
Kin ladeó la cabeza. Había olvidado el correo que le había enviado a toda prisa a su padre antes de desconectar su electrónica. No tenía manera de saber en qué estaba pensando cuando le respondió aquello. «¿Lo dice porque me cosecharon? ¿O todavía no lo sabía? No, si no lo sabía no me habría contestado».
Decidió que no necesitaba saberlo. Ni siquiera le importaba. Antes de irse le había dicho a su padre «a ver quién es el fracasado ahora» con la intención de retarlo, de hacerlo sentirse mal. Su hijo, el malo, el que era una deshonra, era apto para Rocavarancolia, y en cambio Mirorrel seguiría pudriéndose en la plantación hasta el último de sus días. Ni siquiera esperaba que le respondiese.
Cuando cerró el último de los correos y volvió al menú principal vio una notificación de chat parpadeando en la parte superior de la pantalla. El corazón se le aceleró y necesitó mantener a raya el pánico. Alguien le había pillado en línea, y teniendo en cuenta que nadie esperaba verle podía llamar a aquello auténtica mala suerte. Al llegar un mensaje más puso el dedo encima y la aplicación se maximizó. En la ventana de chat había cinco líneas consecutivas recibidas en los últimos minutos.
- Chat:
- Mirorrel: Tilecio
Mirorrel: Estás aquí, ¿verdad?
Mirorrel: ¿Has vuelto?
Mirorrel: ¿Dónde estás?
Mirorrel: Responde
El pánico decidió por él y Kin apretó el botón de apagar al instante. No habría reaccionado diferente si hubiese sido otra persona, pero «¿por qué? De todas las malditas personas, ¿por qué él?». Se removió incómodo en su asiento y comprobó que el recepcionista no estuviese reparando en él. Le habrían entrado ganas de dejarlo fuera de combate un buen rato si se lo hubiese encontrado espiando sus movimientos. «Quiero irme de aquí».
Por suerte para él, Archi no tardó en regresar. Se levantó en el momento en que lo vio y salió hacia las galerías antes que él para esperarle fuera. Cuando por fin se reunieron Kin seguía nervioso, pero no comentó nada al respecto.
—Vámonos, entonces. ¿Cómo salimos? Ya se sabe que has estado aquí y podrías salir solo pidiéndolo, pero yo… ¿O nos intentamos colar sin que nos vean? —preguntó hablando deprisa.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Irraria
16/08/15, 12:50 pm
—Skarog me ha prestado un amuleto con un hechizo de invisibilidad inscrito en él —le explicó a Kin a su pregunta mientras lo sacaba del bolsillo y se lo tendía a Kin—. Una vez atravesemos el portal dámelo y se lo de vuelvo.
El biomecánico, por otro lado, debía salir sin ocultarse, pero después de lo sucedido en la clínica ya no tenía sentido alguno hacerlo. Era claro que en aquel instante las noticias de su vuelta se habrían expandido a la velocidad de un procesador de última generación y el kairós no necesitaba activar las funciones de red de su implante para estar seguro de ello.
De todos modos, camino al portal, el irrense tomó la determinación de aprender de una vez por todas el hechizo de invisibilidad, al que no le había dado prioridad hasta aquel momento, pues llegó a la conclusión de que, aunque iba a tener que hacerlo muchas veces, no siempre querría regresar a Irraria de forma pública. La decisión se volvió más firme cuando los empleados de la plantación cercana al portal le detuvieron para preguntarle si se trataba de él mismo, a lo que tuvo que responder apresuradamente un “sí” seguido de un “pero disculpen, tengo mucha prisa”.
No dejó de fruncir ligeramente el ceño hasta mucho después de haber atravesado el portal.
Sigue en la Torre Serpentaria.
El biomecánico, por otro lado, debía salir sin ocultarse, pero después de lo sucedido en la clínica ya no tenía sentido alguno hacerlo. Era claro que en aquel instante las noticias de su vuelta se habrían expandido a la velocidad de un procesador de última generación y el kairós no necesitaba activar las funciones de red de su implante para estar seguro de ello.
De todos modos, camino al portal, el irrense tomó la determinación de aprender de una vez por todas el hechizo de invisibilidad, al que no le había dado prioridad hasta aquel momento, pues llegó a la conclusión de que, aunque iba a tener que hacerlo muchas veces, no siempre querría regresar a Irraria de forma pública. La decisión se volvió más firme cuando los empleados de la plantación cercana al portal le detuvieron para preguntarle si se trataba de él mismo, a lo que tuvo que responder apresuradamente un “sí” seguido de un “pero disculpen, tengo mucha prisa”.
No dejó de fruncir ligeramente el ceño hasta mucho después de haber atravesado el portal.
Sigue en la Torre Serpentaria.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
27/10/15, 09:12 pm
Era día de Cosecha y la calle estaba muy transitada, pero Milo avanzaba entre la gente como pez en el agua, pasando desapercibido a pesar de su altura. Llevaba echada la capucha y su bufanda ocultaba una sonrisa traviesa, señal inequívoca de que lo que tenía pensado hacer no era legal, pero en su paso engañosamente calmado había cierta urgencia. Debía darse prisa: la invisibilidad que le ofrecía la multitud podía desvanecerse en cualquier momento y necesitaba alcanzar la estación sin que nadie se fijara demasiado en él.
No era complicado, de todos modos, pues la posibilidad por mínima que fuera de llegar a a la ciudad de los milagros nublaba el sentido común del ciudadano medio. «Ir a Rocavarancolia… menuda estupidez. Deberían dejar de soñar despiertos y abrir los ojos de una puta vez», pensó con desagrado para sí, entrando por fin en la estación. No tenía motivos para quejarse, de todos modos, aquella festividad solo se celebraba una vez al año y resultaba una ocasión perfecta para hacer lo que había venido a hacer.
Laraneo era una ciudad industrial de mediano tamaño, punto de partida de uno de los mayores trenes de mercancías que suministraban a los pueblos del norte, y él estaba allí para dar acceso a sus compañeros al interior del que partía a la mañana siguiente. Cualquier otro día habría sido una tarea sumamente complicada, pero aquel no era un día corriente.
—Que estupidez —repitió, esta vez en un murmullo para sí, tecleando en su brazo izquierdo frente a la entrada del almacén. Engañó a la máquina haciéndola creer que tenía autorización y desbloqueó la puerta, que se abrió con suavidad para franquearle el paso. Nadie le prestaba atención.
El andén del almacén estaba desierto, pues a aquellas horas normalmente ya no se trabajaba, y por ese motivo el hacker se relajó un poco. Sacó una piruleta de su bolsillo y se la llevó a la boca con una amplia sonrisa, acercándose al panel de control central a buen paso. Tenía unos quince minutos para terminar su parte el trabajo.
—Lo primero es evitar que en el sistema de la estación quede registrada nuestra visita… —comentó en voz alta, completamente inmerso ya en su tarea.
Los dedos del chico se deslizaban por el teclado a una velocidad endiablada y sus ojos, entrecerrados por la concentración, recorrían el código buscando fallos.
Le quedaban aún unos cinco minutos cuando la puerta del tren de mercancías que aguardaba en las vías se abrió con, en opinión del norteño, un sonido delicioso. Estaba hecho y ahora tocaba largarse, pero antes se aseguró de no dejarse nada que delatara su presencia.
Una vez fuera del almacén Milo se agacho y fingió que se ataba los cordones, la señal acordada para indicar que había vía libre, perdiéndose después entre el gentío del andén.
Tenía que coger un tren hacía el norte, pero aún faltaba una hora para que saliera, así que se acomodó en un asiento apartado y se puso sus auriculares. La sensación del trabajo bien hecho le embriagó mientras se relajaba en su sitio, mordisqueando el palo de madera de la piruleta y moviendo el pie al ritmo de la música mientras su mente divagaba lejos de allí. Aquel golpe iba a beneficiar a mucha gente.
No era complicado, de todos modos, pues la posibilidad por mínima que fuera de llegar a a la ciudad de los milagros nublaba el sentido común del ciudadano medio. «Ir a Rocavarancolia… menuda estupidez. Deberían dejar de soñar despiertos y abrir los ojos de una puta vez», pensó con desagrado para sí, entrando por fin en la estación. No tenía motivos para quejarse, de todos modos, aquella festividad solo se celebraba una vez al año y resultaba una ocasión perfecta para hacer lo que había venido a hacer.
Laraneo era una ciudad industrial de mediano tamaño, punto de partida de uno de los mayores trenes de mercancías que suministraban a los pueblos del norte, y él estaba allí para dar acceso a sus compañeros al interior del que partía a la mañana siguiente. Cualquier otro día habría sido una tarea sumamente complicada, pero aquel no era un día corriente.
—Que estupidez —repitió, esta vez en un murmullo para sí, tecleando en su brazo izquierdo frente a la entrada del almacén. Engañó a la máquina haciéndola creer que tenía autorización y desbloqueó la puerta, que se abrió con suavidad para franquearle el paso. Nadie le prestaba atención.
El andén del almacén estaba desierto, pues a aquellas horas normalmente ya no se trabajaba, y por ese motivo el hacker se relajó un poco. Sacó una piruleta de su bolsillo y se la llevó a la boca con una amplia sonrisa, acercándose al panel de control central a buen paso. Tenía unos quince minutos para terminar su parte el trabajo.
—Lo primero es evitar que en el sistema de la estación quede registrada nuestra visita… —comentó en voz alta, completamente inmerso ya en su tarea.
Los dedos del chico se deslizaban por el teclado a una velocidad endiablada y sus ojos, entrecerrados por la concentración, recorrían el código buscando fallos.
Le quedaban aún unos cinco minutos cuando la puerta del tren de mercancías que aguardaba en las vías se abrió con, en opinión del norteño, un sonido delicioso. Estaba hecho y ahora tocaba largarse, pero antes se aseguró de no dejarse nada que delatara su presencia.
Una vez fuera del almacén Milo se agacho y fingió que se ataba los cordones, la señal acordada para indicar que había vía libre, perdiéndose después entre el gentío del andén.
Tenía que coger un tren hacía el norte, pero aún faltaba una hora para que saliera, así que se acomodó en un asiento apartado y se puso sus auriculares. La sensación del trabajo bien hecho le embriagó mientras se relajaba en su sitio, mordisqueando el palo de madera de la piruleta y moviendo el pie al ritmo de la música mientras su mente divagaba lejos de allí. Aquel golpe iba a beneficiar a mucha gente.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Irraria
27/10/15, 10:09 pm
Dama Yttria sonrió al atravesar el portal. Desde que había descubierto Irraria lo había visitado muchas veces, aunque fuera solo por ir a la superficie a ver la nieve o a conseguir algún metal en el que tuviera algún interés especial en esos momentos. Sin embargo, aquel día su deber era encontrar a nuevos cosechados. Casi se sentía como Effie Trinket eligiendo nombres en la cosecha, aunque no fuera llevarles a Rocavarancolia a morir. «O eso espero…».
Aquel día iba vestida con unos pantalones negros, botas y una camiseta gris. El brazo izquierdo lo llevaba enfundado en un guantelete metálico cuyo fin era hacerlo vibrar si se quedaba sin reservas mágicas en algún momento, y que pretendía simular el brazo mecánico de los irrenses.
Fue de ciudad en ciudad como enviada de la ciudad de la magia y los portentos, encargándose de mostrar a las grandes multitudes que se encontraban en las plazas lo que ella misma podía hacer sobre su dominio. Aunque en aquel mundo su altura estuviese dentro de la media, prefería ir levitando unos centímetros, sobre todo al hablar.
Al llegar a Laraneo volvió a repetir el discurso que llevaba preparado de antemano, modificando todo aquello de lo que no se acordaba e improvisando sobre la marcha los hechizos que haría en la plaza. «¡Y que la suerte esté siempre siempre de vuestra parte!», pensó, como cada vez, antes de comprobar las esencias de los presentes. Sin embargo, tampoco allí encontró a nadie digno de ser cosechado. «¿¡El trasto este funciona!?» se quejó mentalmente, observando el detector de esencia. Se dispuso a irse de la ciudad cuando el aparato le informó de algo que se le había pasado por alto.
Se dirigió a donde la brújula apuntaba, para encontrarse con una estación de tren. «En serio. Aquí. Con lo fácil que era estar con el resto del mundo. Pero nooooo, a mí me toca venir aquí». Sentía como la gente la miraba mientras caminaba pero la estación, pero ella no se fijaba en nadie. No hasta encontrar a quien buscaba. Se acercó a él, levitando, y aunque en un principio no quiso molestarle porque estaba con los auriculares puestos, no le quedó más remedio que hacerlo. Sólo esperaba que la oyese.
—¿Sabes? En Rocavarancolia hay un sitio para ti. Podrías hacer magia… —sonrió. Creó una llama mágica en la palma de su mano y se dedicó a colorearla y a esculpir en ella. El dibujo nunca se le había dado bien, pero no tenía que ser bonito, solo llamativo — Oh, pero tu buscas otra cosa, ¿me equivoco?
Aquel día iba vestida con unos pantalones negros, botas y una camiseta gris. El brazo izquierdo lo llevaba enfundado en un guantelete metálico cuyo fin era hacerlo vibrar si se quedaba sin reservas mágicas en algún momento, y que pretendía simular el brazo mecánico de los irrenses.
Fue de ciudad en ciudad como enviada de la ciudad de la magia y los portentos, encargándose de mostrar a las grandes multitudes que se encontraban en las plazas lo que ella misma podía hacer sobre su dominio. Aunque en aquel mundo su altura estuviese dentro de la media, prefería ir levitando unos centímetros, sobre todo al hablar.
Al llegar a Laraneo volvió a repetir el discurso que llevaba preparado de antemano, modificando todo aquello de lo que no se acordaba e improvisando sobre la marcha los hechizos que haría en la plaza. «¡Y que la suerte esté siempre siempre de vuestra parte!», pensó, como cada vez, antes de comprobar las esencias de los presentes. Sin embargo, tampoco allí encontró a nadie digno de ser cosechado. «¿¡El trasto este funciona!?» se quejó mentalmente, observando el detector de esencia. Se dispuso a irse de la ciudad cuando el aparato le informó de algo que se le había pasado por alto.
Se dirigió a donde la brújula apuntaba, para encontrarse con una estación de tren. «En serio. Aquí. Con lo fácil que era estar con el resto del mundo. Pero nooooo, a mí me toca venir aquí». Sentía como la gente la miraba mientras caminaba pero la estación, pero ella no se fijaba en nadie. No hasta encontrar a quien buscaba. Se acercó a él, levitando, y aunque en un principio no quiso molestarle porque estaba con los auriculares puestos, no le quedó más remedio que hacerlo. Sólo esperaba que la oyese.
—¿Sabes? En Rocavarancolia hay un sitio para ti. Podrías hacer magia… —sonrió. Creó una llama mágica en la palma de su mano y se dedicó a colorearla y a esculpir en ella. El dibujo nunca se le había dado bien, pero no tenía que ser bonito, solo llamativo — Oh, pero tu buscas otra cosa, ¿me equivoco?
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- InvitadoInvitado
Re: Irraria
27/10/15, 10:31 pm
Era un día especial, por una razón que le importaba más bien poco pero que igualmente significaba comida, música, y como excepción extraordinaria en su pueblo, ambiente. Las calles, normalmente muertas, estaban a rebosar (mas o menos), y en la plaza mayor había puestos de artesanía, de curiosidades, de ropa que cualquier otro día tenías que comprar online pero que esa noche te podías probar y no tenías que preocuparte de que las chaquetas quedasen justas de espalda. De hecho, Rena estaba mirando una de un color verde fosforescente tan intenso que la amiga que la acompañaba le advirtió que se quedaría ciega.
-Callate Qin, ¿no ves que estoy enamorada?- respondió de malas, sin apartar la vista de la chaqueta.
Qin no era su verdadero nombre, sino un mote que posiblemente había salido de un insulto pero nadie del grupo se acordaba muy bien. Llevaba siendo una de sus mejores amigas desde el primerísimo año de educación obligatoria.
-Pues espero que tu sueldo te de para costearte a tu marido o vas a seguir soltera otro año más.
Rena compronó sus créditos. Había estado ahorrando a conciencia para ese día, aunque no con la idea de comprar ropa sino más bien de hincharse a comida especial de la fiesta de la cosecha. Tendría que renunciar a empacharse, pero todo fuera por concederse ese capricho.
-¿Qué tal me queda?- preguntó posando ante Qin.
-Pareces una señal de tráfico- se burló, poniendo cara de no estar nada impresionada.
-Bah.
Siguieron mirando puestos. El resto del grupo se había metido en un viejo almacén a charlar y beber y ellas tenían pensado unirse más tarde, pero parecía que eran las únicas a las que aún les hacía algo de ilusión la fiesta de la cosecha. Pararon en carrito de comida ambulante y compraron unas enormes empanadas llenas de carne y queso derretido. Eran la comida preferida de Rena y no conocía a nadie que las preparase mejor que el señor de aquel carrito. De hecho, iban a buscarlo todos los años expresamente.
-Callate Qin, ¿no ves que estoy enamorada?- respondió de malas, sin apartar la vista de la chaqueta.
Qin no era su verdadero nombre, sino un mote que posiblemente había salido de un insulto pero nadie del grupo se acordaba muy bien. Llevaba siendo una de sus mejores amigas desde el primerísimo año de educación obligatoria.
-Pues espero que tu sueldo te de para costearte a tu marido o vas a seguir soltera otro año más.
Rena compronó sus créditos. Había estado ahorrando a conciencia para ese día, aunque no con la idea de comprar ropa sino más bien de hincharse a comida especial de la fiesta de la cosecha. Tendría que renunciar a empacharse, pero todo fuera por concederse ese capricho.
-¿Qué tal me queda?- preguntó posando ante Qin.
-Pareces una señal de tráfico- se burló, poniendo cara de no estar nada impresionada.
-Bah.
Siguieron mirando puestos. El resto del grupo se había metido en un viejo almacén a charlar y beber y ellas tenían pensado unirse más tarde, pero parecía que eran las únicas a las que aún les hacía algo de ilusión la fiesta de la cosecha. Pararon en carrito de comida ambulante y compraron unas enormes empanadas llenas de carne y queso derretido. Eran la comida preferida de Rena y no conocía a nadie que las preparase mejor que el señor de aquel carrito. De hecho, iban a buscarlo todos los años expresamente.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Irraria
28/10/15, 10:58 am
Una voz, amortiguada por sus auriculares, sacó a Milo de su ensimismamiento, y cuando abrió los ojos para comprobar quien se dirigía a él dio un bote en el asiento. «Tienes que estar de coña», pensó angustiado, esbozando una sonrisa nerviosa que podía pasar por una de genuina sorpresa. Su mente trabajaba a toda velocidad, valorando la situación y prestando atención a las evoluciones de la llama en las manos de la bruja al mismo tiempo que recorría el andén con la mirada. «Joder, joder, joder. Están todos mirando, así que correr queda descartado, y si me niego a escucharla voy a llamar aún más la atención. ¿Por qué tiene que pasarme esto a mi? Será por pasmados que quieren ir a esa ciudad milagrosa, maldita sea», rabió en su fuero interno, enderezándose en su asiento y adoptando una postura muy estudiada. La de una persona normal encandilada por la cosechadora de Rocavarancolia.
Sus compañeros aún estaban en el andén del almacén, engrosando el inventario de suministros destinados a los pueblos del norte, así que debía darles tiempo para que completaran la tarea. Si se quedaban mucho tiempo allí, sin embargo, la estación empezaría a llenarse de curiosos y alguien podría percatarse de la actividad de los antisistema.
Tenían que largarse y el único camino era aceptar acompañarla, pero su última afirmación le dejó descolocado.
—¿Y qué se supone que busco yo? —preguntó con una sonrisa torcida, calándose aún más su capucha para que nadie reconociera sus facciones antes de ponerse en pie. Solo Yttria escuchó sus palabras, pues el irrense había modulado perfectamente el tono de su voz.
No lo aparentaba, pero Milo estaba muy nervioso, y sentía las miradas de sus compatriotas como lanzadas sobre su cuerpo. Envidia, admiración o curiosidad eran emociones que no quería despertar en otras personas, pues eran malas para su trabajo, y sin embargo era ahora el centro de todas ellas. Estaba perdiendo su anonimato. «Yo debería ser uno más de la masa de espectadores sin identidad», se lamentó por última vez, poniéndose derecho y asumiendo el papel que le había tocado con una sonrisa de resignación.
Sus compañeros aún estaban en el andén del almacén, engrosando el inventario de suministros destinados a los pueblos del norte, así que debía darles tiempo para que completaran la tarea. Si se quedaban mucho tiempo allí, sin embargo, la estación empezaría a llenarse de curiosos y alguien podría percatarse de la actividad de los antisistema.
Tenían que largarse y el único camino era aceptar acompañarla, pero su última afirmación le dejó descolocado.
—¿Y qué se supone que busco yo? —preguntó con una sonrisa torcida, calándose aún más su capucha para que nadie reconociera sus facciones antes de ponerse en pie. Solo Yttria escuchó sus palabras, pues el irrense había modulado perfectamente el tono de su voz.
No lo aparentaba, pero Milo estaba muy nervioso, y sentía las miradas de sus compatriotas como lanzadas sobre su cuerpo. Envidia, admiración o curiosidad eran emociones que no quería despertar en otras personas, pues eran malas para su trabajo, y sin embargo era ahora el centro de todas ellas. Estaba perdiendo su anonimato. «Yo debería ser uno más de la masa de espectadores sin identidad», se lamentó por última vez, poniéndose derecho y asumiendo el papel que le había tocado con una sonrisa de resignación.
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