Bastión Palpitante

Shizel no sabía exactamente cuándo había empezado a oír aquel tambor rítmico, pero había acabado dirigiéndose instintivamente en esa dirección.
Habían acabado dirigiéndose hacia otra parte de la ciudad, y empezaba a notar cómo el cansancio empezaba a hacerle mella. No podrían aguantar ese ritmo mucho más tiempo, menos con un animal ansioso pisándoles los talones.

A medida que aquel retumbar se fue haciendo más fuerte le costaba más oír sus propios pasos; lo único que prevalecía era el sonido de su propia respiración entrecortada. Si para él era así, para aquel perro tenía que ser aún peor.
Pero tenía las orejas cosidas, pensó. Cosidas, maldita sea. Aquel lugar era de locos.
De todas formas, aunque no fuesen funcionales, si aquel animal se guiaba por las vibraciones que captase lo iba a pasar bastante mal tratando de localizarlos, o eso esperaba. Sus esperanzas se vieron renovadas al captar el intenso olor a sangre, tejido y urea que iba intensificándose a medida que dejaba atrás sucesivos edificios. Quizá tuviesen una oportunidad de despistarlo...
Finalmente salió a campo abierto, y el espectáculo de aquel edificio vivo, palpitante, surcado de venas, le dejó boquiabierto.

-Reflejo...- se le escapó, fascinado. Estuvo tentado de tocarlo, deslizar los dedos por la superficie a ver si era tan real como parecía, si de verdad corría sangre por el interior de aquellos conductos. Por suerte su sentido común se impuso y escaneó los alrededores en busca de un refugio.
"Un sitio alto, un sitio alto..." Aquello era todo lo que pervivía de sus escapadas pasadas, o al menos todo lo que podría servirle.

No se fiaba nada de aquel edificio y no pensaba meterse dentro a menos que fuera necesario. Alder les había hablado de los imprevistos que habían pasado los letarguinos, y si algo tenía pinta de casa carnívora era esa cosa. Localizó un edificio cercano que llegaba rasamente a los dos pisos, pero que no tenía escalera. Siseó un juramento y empezó a trepar como pudo por los huecos de la fachada; debido a las prisas más de una vez resbaló y estuvo a punto de caer.

-Por aquí- gesticuló en dirección a DL cuando le vio llegar. El retumbar de aquello en el interior de la inmensa estructura orgánica de la plazoleta ahogó su voz. Si no les veía y con suerte no les olía, quizá tuviesen suerte y el sabueso se diese por vencido.
Quizá no.

Llegó arriba y se ocultó lo mejor que pudo tras la fachada semiderruida a ras de primer piso, apoyado en el poco e inestable suelo que quedaba. En silencio a solas con el latido de su propio corazón acelerado, cayó en la cuenta de a qué le recordaba el grave tañir que surcaba el aire.

Por un segundo creyó perder de vista a Shizel, al no escuchar sus pasos corriendo delante de el, mas bien solo podía escuchar un sonido contante, como los latidos de su corazón que intentaban bombear sangre a todo su cuerpo para que siguiera corriendo, pero mas fuerte ensordeciendo incluso los latidos de su propio corazón. "No puede ser mi corazón, suena demasiado fuerte, parece cubrir toda esta zona, ¿hay algún animal tan grande aquí cerca?" pensó respirando con cierta dificultad consiguiendo ver a Shizel salir finalmente fuera de aquellas callejas a un espacio abierto, siguiéndole. Encontrándose con tal escena que por poco no volvió nuevamente por donde había venido, mirando con total sorpresa aquel edificio sacado de alguna escena macabra. "¿esta vivo?..." fue lo primero que surco su mente totalmente pasmada al ver aquello, era como ver una enorme moles de carne, venas y sangre que tenia la forma de un edificio.

-Esto ya es el colmo de lo absurdo- murmuro sacudiendo la cabeza para salir de la extraña fascinación y sorpresa en la que se había visto inmenso ante la visión ante sus ojos. Sino fuera porque estaba viendo la expresión de fascinación de Shizel al ver aquel edificio vivo, pensaría que estaba ateniendo alucinaciones. No fue muy difícil determinar que lo que palpitaba de aquella forma casi ensordecedora era ese extraño edificio que no pensaba tocar, parecía vivo y todo lo que parece vivo, tiene conductos para alimentarse de alguna u otra forma, mejor no acercarse demasiado, bastante tenia con los bichos que los perseguían como para que ahora se lo comiera algo con apariencia de órgano gigante.

Vio a Shizel subir un edificio de dos pisos medio derruido de forma algo torpe "Esto es mejor que meterse en algo que palpita, no quiero saber que hay dentro" pensamientos por demás dignos de una imagen sádica y espeluznante surcaron su mente unos segundos, haciéndole torcer el gesto. "Que mas da, con suerte esto atraerá al escuchimizado cuadrúpedo y también al chupasangre de papel" pensó olvidando por unos segundos su curiosidad para pensar en sobrevivir, luego si eso ya pensaría en aquella cosa, lo primero era no morir, siguiendo a Shizel lo mas rápido posible resbalando en la roca en un par de ocasiones y teniéndose que sujetar fuertemente para no caer, llegando finalmente arriba y agachándose con cuidado tras uno de los muros para no ser visible, al lado del idrino observando por un pequeño hueco entre las piedras por si veía aparecer a algunos de sus perseguidores. No podían planear nada hasta que no supieran como se desarrollaría la cosa, por el momento estaban allí estancados.

El monstruo de pergamino había quedado rezagado, pero no el sabueso. El depredador corrió hasta encontrarse con la forma del bastión palpitante, que lo hizo detenerse con cautela. Tenía mucha hambre tras haber estado alimentándose a base de insectos y ratas desde que salió de los subterráneos buscando acercarse a la influencia de la Luna Roja. Pero por otra parte, cada uno de aquellos latidos tenía un algo que hablaba en el mismo idioma que su propia esencia un mensaje grande, enorme. Demasiado para la bestia.
Ladró cinco veces hacia el edificio. Unos sonidos espantosos. Vacíos y descerebrados. Totalmente muertos. Y luego se dio la vuelta en busca de otra presa.
Una cucaracha caminaba frente al edificio, huida ya la amenaza. Sólo una. Al menos de momento.

fdr: podéis postear para reaccionar ante lo ocurrido pero no abandonéis el bastión aún.

Hubo de pasar cierto tiempo antes de que Shizel descendiera con precaución de la cornisa, el mínimo necesario para que cayese en la cuenta de que si esperaban mucho más tiempo no tardaría en salirles al paso algo peor.
No se había dado cuenta de que había estado conteniendo el aliento hasta entonces, y lo liberó en cuanto llegó al suelo. Los latidos de su corazón sincronizaban o bien eran ahogados por los de aquel inmenso edificio, bombeando aún la adrenalina que había acumulado mientras esperaba en tensión.

Alzó los brazos en gesto de victoria y soltó una pequeña exclamación de júbilo.
-¿Has visto eso, DL?- con una euforia contagiosa, esbozando una amplia sonrisa en dirección al aludido. Quizá aquella alegría repentina fuese apenas la del superviviente pero se sentía exultante, triunfal: tanto que su mente descartó convenientemente como irrelevante su propia imagen minutos atrás, corriendo con toda la fuerza de sus piernas-. Lo hemos despistado, estamos vivos. ¡Somos los mejores!

Dio un par de vueltas por la plazoleta mientras DL bajaba, comprobando que no había nada de interés por allí: disipando la curiosidad y la energía sobrantes y felicitándose a sí mismo internamente por haber confiado en su intuición y haber seguido aquel retumbar, y por haber deducido que el edificio raro podía servirles de distracción. De hecho, el plural en la frase lo había añadido porque DL había sido lo bastante listo como para no irse por otro lado. La mentalidad egoísta de Shizel estaba transmutando el tremendo alivio que no podía admitir ni ante sí mismo en petulancia interna. Aquellos pensamientos no reflejaban los suyos realmente, pero eran más aceptables para él que la indefensión que había sentido mientras habían estado ocultos ahí arriba, sin más defensa que una cornisa medio derrumbada y una intuición vaga.

Esquivó a las cucarachas sueltas con una leve mueca de asco, recordando al enjambre que los había seguido al principio de la salida, y sólo entonces se acordó de mirar al cielo y constatar que se había hecho tarde.

-En cuanto lleguemos al torreón me serviré de lo mejor que recojamos de las cestas de la plaza- comentó con despreocupación mientras emprendía el camino de vuelta, a paso rápido-. Igual compartimos el botín, ¿te parece?- inquirió con humor a DL por encima del hombro, sin detenerse.

Sigue en la Plaza del Estandarte.

Se mantuvo en total silencio observando por un pequeño hueco del semi derruido edificio, quedándose en total silencio cuando vio aparecer a la carrera a aquella criatura que los había tomado como presas. “¿Qué hace? Parece confundido” pensó al verlo sin moverse mucho para no hacer ruido, aunque dudaba que fuera a escucharse nada con el latido de ese corazón extraño proveniente del Bastión de al lado. Vio entre curioso y asombrado como aquel animal lejos de buscarlos o de morder aquella masa de carne, únicamente emitió unos sonidos contra aquel edificio antes de echar a correr lejos. “¿Qué demonios? Tiene un enorme edificio de carne enfrente y esta famélico, ¿Por qué no ha comenzado a darse un atracón?” pensó confundido por aquello, bajando de la cornisa siguiendo a Shizel que parecía eufórico causándole gracia.

-Pareció asustarse por el corazón gigante ese- hablo acercándose a Shizel ya que el ruido que envolvía toda esa zona hacia casi imposible hablar en condiciones normales, a no ser que gritabas, cosa no muy inteligente no fuera aparecer de nuevo- El pergamino tampoco da señales de aparecer, tal vez el derrumbe le pillo debajo o está demasiado débil – añadió observando atentamente por si lo veía aparecer pero nada, con eso tuvo más tranquilidad. Tranquilidad que se transformó en cierta incomodidad al ver a un par de crías de Blattas por allí, no era el enjambre pero igual no le gustaba. Aunque la obvia felicidad de Shizel consiguió calmarlo sacudiendo la cabeza algo entretenido por su actitud infantil después del mal rato que habían pasado.

-Eres bipolar o algo, como un niño, ¿no Shiz?- pregunto alzando una ceja siguiéndole divertido por su buen humor, ya que estaba podrían ir a por las cestas.

Sigue en la Plaza del Estandarte.

Al volver de Nubla fui directo al Burdel, para intentar dormir, aunque sólo lo logré durante unas horas. Después esperé a que atardeciera para lanzarme a las calles de la ciudad, envuelto en el hechizo de oscuridad, para dar un paseo despreocupado.

El inquietante y delicioso aroma del edificio ante el que me encuentro ahora llamó mi atención y heme aquí, mirando curioso sus paredes, captando el surcar de la sangre a través de las venas y el latente corazón que debe haber dentro. Qué digo, no tiene paredes, a no ser que llamemos paredes a la forma externa de los órganos internos. Es un maldito órgano de cuatro plantas hacia arriba que no para de latir y lo recorre sangre.
-Pero qué demonios... Quien hiciera esto tenía amigos vampiro, vaya.-digo con una carcajada mientras toco la pared con cuidado. Al momento siento la sangre surcando a través de la carne, cálida. Miro en derredor pero no me atrevo, la curiosidad me lleva a buscar una posible entrada, ya que se percibe un ligero eco al otro lado.

Doy con un hueco entre pliegues de tejido, así que me preparo mentalmente y me aventuro al otro lado, admirando la estructura del lugar. Es todo igual que fuera. Como si estuviese en un gigantesco corazón, pero sin el añadido de la sangre bombeando. Pero lo segundo que veo es un horrible altar, ¿hecho con brazos? ¿Siloco quizá? Lo rodeo, maravillado y horrorizado en parte, pero la admiración va haciéndose un hueco más y más grande. ¿Por qué iba a ser feo? Si eso lo es, anda que beber sangre... ¡Bah!

A la tercera vuelta o así, vuelvo a buscar el origen de los latidos y lo hallo en el sótano, dentro de un enorme cascarón de hueso... Bueno, protegido por las placas. Y púas, muchas. No me fío de acercarme más, por si tuviese algún mecanismo mágico. Así que vuelvo al altar y dejo divagar la mirada en el mosaico, volviendo a plantearme la idea de probar la sangre del lugar, titubeante. Al rato me decido, así que me acerco a la pared orgánica y elijo una de las numerosas venas mientras preparo un hechizo de curación. Hago una ligera incisión con la uña del dedo índice y dejo correr unas gotas, para después realizar el hechizo. Reparado el corte, olisqueo la sangre y aunque por una parte me repele, por otra puede ser buena y deliciosa. Pero parece mezclada con otros fluidos... Sabe como una almendra que amarga por un lado y por el otro es de lo mejor. Sacudo la cabeza, mosqueadillo.
-Maldita sea... Bej. Quien quiera que construyó esto, definitivamente no tenía amigos vampiro, vaya.-mascullo, mirando nuevamente al altar y al techo. <<¿Subo a ver?>>

Algo empezó a cobrar vida en el tejido. La sangre empezó a bombear con rapidez y algo o alguien profirió un quejido gorgoteante a la par que algo salado al olfato se deslizaba por las paredes, bastante visible. Pero no sólo el corazón pareció despertar sino que un centenar de manos salieron del altar disparadas hacia mí, futilmente ya que no llegaban.

En un primer momento reaccioné desenvainando las dagas, pero al ver que no me alcanzaban, me limité a vigilarlas. Pero luego se quedaron quietas, señalándome. Está claro que el corte ha provocado todo esto y las manos no auguran nada bueno de llegar a rozarme, pero... ¿Para qué o quién me señalan? ¿Hay algo más que puede ir a por mí en este sitio?

Por si acaso lanzo un hechizo de intangibilidad y tras el éxito, voy hacia el hueco de la salida. Algo me dice que salga y vuelva por donde vine, pero mientras no aparezca un peligro mayor, ¿por qué iba a irme? Y... además... Hace tiempo que no lucho o paso por una situación complicada... Lo de Nubla sólo acrecentó las ganas de vivir algo así... Me quedo, de momento. <<Ojo avizor, vampiro. Armas y magia listas >>