El Río

El hado sonrió cuando la nublina dejo de tratarle de usted, agradeciéndole el gesto con un asentimiento. El miedo de la nublina resulto ser distinto del que había creído en un principio, y no pudo evitar una pequeña risa.

-Toima y yo somos mas duros que esto -aseguro el hado a la nublina-, y ademas, el Kuri Kabana no es ritual enfocado a causar la muerte -explicó, mirándola a los ojos.

No le dio tiempo a decir mas antes de que el argos los alzara del suelo en un abrazo. El hado rió, sonriendo ante el grito de sorpresa de la nublina. Pese al alboroto que montaba el ulterano, el griego escuchó las palabras de Jack. Aun riendo, palmeó la espalda de Toima, pidiéndole que le bajara. Antes de que el hado siguiera a Jack y Wen, el ulterano le dijo que tenía algo que ofrecerle, aunque decidió esperar a otro momento.

-En fin, nos vemos pronto -dijo Vac, dándole un puñetazo suave en el hombro al argos-. Un placer señorita -le sonrió a Tania, posando una mano sobre su cabeza y revolviéndole un poco el pelo.

Vac se acercó a Feliks, tras despedirse del resto de amigos y transformados recientes, y susurró algo al fénix, subiéndose a su espalda. El ave voló bajo hasta alcanzar a Jack y a la vouivre, a los que acompañó hasta el torreón Maciel, donde el propio Vac entró a recoger las cosas de Wen, ya recogidas en una mochila.

El resto del camino, Vac lo hizo andando, caminando junto a Jack y Wen, mientras Feliks les sobrevolaba en círculos. El chico estaba algo cansado, pero intuía que en casa no le esperaban buenas noticias. El hado sacudió la cabeza y desvió sus pensamientos a la conversació con sus dos compañeros, lo que tendría que ser, sería.

Continúa en el Burdel de Dama Espasmo.

tras algún tiempo de camina, el sonido del agua corriente llamo mi atención. Había pasado la mayor parte de la caminata mirando el cielo, el tener aquella inmensa masa azul sobre mi cabeza en lugar del opaco domo, o las grises alcantarillas aun era un shock para mi, pero lo fue aun más llegar finalmente a un río. El agua corriente es rara de donde vengo, en las alcantarillas encuentras agua sucia corriendo por el suelo, pero nada más, y en la cuidad solo vez agua en los sitios autorizados, como los baños, pero tener agua así, como aquella, un verdadero río natural, era algo que ni siquiera podría haber imaginado en F.O.N.E.R.A.

Me acerque con cautela y mire el agua con cierta desconfianza, parecía limpia, pero en esta cuidad no todo era lo que parecía. Tome un poco entre mis manos y la probé con la punta de la lengua, estaba fría y fresca, sonreí. Finalmente me quite toda la ropa y me sumergí en sus aguas, también sumergí mis ropas, o lo que quedaba de ellas y las lave lo mejor que puse.

Era el primer baño de verdad que tomaba en 7 años, el agua limpia era escasa en las alcantarillas y prefería beberla que usarla para lavarme. Sentí como mi pelo se soltaba de los gruesos mechones apelmazados, como la tierra se desprendía de mi piel y como mis músculos se relajaban un poco. Mi cabello volvió a lucir blanco, no como aquel color marrón que había tenido los últimos años, finalmente me senté cerca de la orilla, con el cuerpo aun sumergido, y me quede un rato, mientras esperaba que mi ropa se secara.

Cerré los ojos y deje que la sensación de tranquilidad se apoderara de mi. Baje la guardia y la cuidad no demoro mucho en demostrarme que era una mala idea.

En un principio pensé que aquel cosquilleo era alguna alga u otra cosa que traía la corriente, por es me sobresalte cuando los tentáculos comenzaron a hacer presión y de un solo y fuerte tirón me arrastraron hasta la parte más profunda del río. Mis músculos te tensaron de forma automática, en un instante todo el relajo desapareció, dejando solo espació para una sensación de peligro inminente. Rocavarancolia era aun más peligrosa que las alcantarillas de F.O.N.E.R.A, y si salía de esta habría aprendido una valiosa lección, esta cuidad no perdonaba, bajar la guardia significaba una muerte casi segura, si salia con vida no permitiría que eso ocurriera nuevamente. Antes de poder reaccionar estaba totalmente envuelto y una molesta descarga recorrió todo mi cuerpo, entorpeciendo mis movimientos

Casi podía escuchar engranajes funcionando en mi cabeza, hacía todo lo posible para apartar el miedo de mi cabeza y buscar una solución, pero la falta de aire no ayudaba para nada. Si usaba toda mi fuerza era posible que lograra soltarme, pero la probabilidad de salir del agua antes de que la cosa me atrapara de nuevo era muy baja, tenía que buscar otra forma.

Solo se me ocurrió una posible idea, no sabía si funcionaria, pero era mejor que irme sin luchar.

"Viviré, no importa como, pero veré el milagro del que hablo la mujer lobo"

Reuní todas mis fuerza he intente separar mis brazos y mis piernas, la idea no era soltar los tentáculos, sino separarlos de mi el tiempo suficiente para el siguiente movimiento. En cuanto sentí que gana algunos centímetro, relaje todos los muslos de mi cuerpo de forma simultanea he intente comprimirme lo más posible y me de un fuerte empujón con los pies hacía la superficie.

Si mi plan funcionaba, lograría deslizarme entre los tentáculos y salir de su presa, y ademas podría ganar algunos valiosos segundos cuando la criatura chocara sus tentáculos entre ellos. Si no funcionaba, probablemente me apresaría con más fuerza aun para evitar un nuevo intento de escape. Como sea, solo esperaba ganar el tiempo suficiente para nadar hasta el exterior y echar a correr...

Debo agradecer a la criatura que me golpeara con tanta brutalidad antes de terminar de arrancarme la pierna, la contusión cerebral hizo del dolor algo distante y sordo. En cuanto caí supe que algo estaba mal, mi cabeza daba vueltas por la fuerza de los golpes pero eso no me impidió darme cuenta de que la cantidad de sangre que cayo junto conmigo al suelo no era normal. Me esforcé en enfocar mi vista para buscar donde estaba el problema, me dolía la pierna, y cuando mis ojos fueron a buscar el motivo del dolor me quede de piedra.

- No... no esta... - balbuce, no podía creerlo, mire en todas direcciones, como si intentara encontrar el miembro faltante para ponerlo de regreso en su lugar, era obvio que aquello era una estupidez. Intente pensar con claridad, pero la contusión y la sorpresa me lo impedían. La sangre manaba a raudales, lanzando pequeños chorros en todas direcciones, ahora mismo estaba ya sentado sobre un charco de mi propia sangre, tenia que hacer algo o moriría.

- No puedo... no - Mi lengua se entumeeció, un frio glacial comenzo a expandirse por todo mi cuerpo, pronto me desmayaría. Mire desesperado en todas direcciónes, lo que quedaba de mis ropas estaba un poco más allá, lo había dejando secando a uno metros de la orilla. Me arrastre como pude hasta ellos y use la tela para hacerme un torniquete, mas mi falta de fuerzas no me permitió hacerlo perfecto. Busque una roca con la mano, desesperadamente, hasta que finalmente di con una, la puse entre las telas y la use como palanca para girar el torniquete, solo entonces logre la suficiente fuerza para que la sangre dejara de fluir.

Mi cabeza daba vueltas, el frió aun no se detenía y sabía que pronto perdería la conciencia. No podía morir así, no aun, no en este momento, tenía que ver la luna, tenia que cumplir el único objetivo que había tenido alguna vez en mi vida. Me arrastre como pude hasta una roca cercana, y me deje caer, no era mucha su protección, pero al menos era algo.

Finalmente sentí como la oscuridad me llevo y perdí la conciencia, si ningún depredador me encontraba mientras estaba inconsciente podría arrastrarme de regreso a las ruinas y ver si mis trampas habían capturado alguna rata, por otro lado, si alguna criatura me encontraba, seria mi fin. Me agazape todo lo que pude bajo la sombra de aquella roca y finalmente caí rendido por la falta de sangre, solo quedaba la suerte para saber si sobreviviría o no...

- No... quiero... morir - Fueron las ultimas palabras que pronunciaron mis labios, amoratados por la falta de sangre, antes de perder la conciencia.

RR caminaba apretando el ritmo, mosqueado. Contemplaba cómo el tiempo se les echaba encima y la luz iba desapareciendo paulatinamente mientras ellos todavía tenían que alcanzar el torreón. Cargó su ballesta y la mantuvo en ristre, inquieto, mientras escrutaba con sus cinco sentidos su alrededor para cerciorarse de que estaban solos. En la oscuridad algunas bestias se envalentonan, y otras simplemente despiertan para buscar un desayuno.

Finalmente, alcanzaron lo que parecía el curso de un río calmo. No recordaba haber pasado por allí, pero recordaba una referencia a aquel accidente geográfico en el dañado mapa de DL. Aquello igualmente no fue lo que lo inquietó.

Lo que le puso alerta fueron aquellos bultos que se movían y arremolinaban enredador de algo, no muy lejos. Podían ser perfectamente una manada de cualquier bicho de la zona cebándose con una presa. Bien, pensó, eso nos dará un tiempo.

Pero entonces se percató. Entre los bultos apiñados el cuerpo asomaba mínimamente, y al forzar la vista RR pudo comprobar asombrado que discernía un rostro en las crecientes sombras. Y le era familiar.

¡El blanco! ¿Qué cojones estaba pasando allí? Debía de haberla palmado en aquel lugar desangelado. Técnicamente no era su problema. Al menos tras la muerte les resultaría útil distrayendo a las simpáticas criaturas.

Pero algo no le cuadraba. Podían ser los nervios o su imaginación, pero…

Juraría que el chaval respiraba.

Sorprendiéndose a si mismo con su resolución, se giró hacia sus compañeros.

-Alejaos de mí. Voy a llamar su atención. Si consigo espantarlos o atraerlos, aprovechad e ir a recogerlo. Luego salís cagando hostias hacia el torreón. ¿Pilláis? Espero que sí…

No le gustaba especialmente dar órdenes, pero tenía la sensación de que si se ponían a debatir allí sobre la vía de acción más adecuada, para cuando terminaran podrían llevarse al muchacho por partes. Además, partes muy, muy ligeras.

Apuntó al costado de uno de los bichos y, tras calibrar mentalmente distancias y factores cómo el viento y toda aquella parafernalia durante unos instantes, disparó.

-Hey, cabrones, ¡vuestra madre pregunta por vosotros!

La escena que se encontró Shizel al llegar al río no era encantadora precisamente. Un grupo de animalejos estaba literalmente comiéndose a alguien inconsciente en el suelo. Lo crudo de la escena le pilló por sorpresa, y una curiosidad morbosa le instó a no hacer nada durante unos segundos para empaparse de lo surrealista del cuadro. Luego la voz de RR a su lado le sobresaltó, y se dio cuenta de que la persona del suelo estaba viva, y de que le sonaba.
"El solitario". Había pensado que no volverían a verle por puro pesimismo, pero sus expectativas parecían haberse cumplido con creces. "¿Qué te esperabas en un sitio donde la gente se dedica a tirar cadáveres a un agujero en el suelo?", se reprochó, obligándose a ponerse en movimiento.
-Ya voy yo a por él- dijo desenvainando la espada y dando un rodeo con cautela hacia los animales. En su opinión habría sido más seguro que se acercaran en grupo y los espantaran, pero RR ya se había puesto en posición de disparar y no era momento de discutir nada. Por suerte ninguno de los bichos parecía ser muy grande, pero se estaban comiendo a alguien al fin y al cabo, y no quería sorpresas desagradables.
A medio camino del foner una flecha pasó silbando a su lado, dándole a una de las criaturas y distrayendo su atención, pero también provocando que el resto del grupo saliera en estampida hacia sus compañeros. Shizel maldijo y renunciando a todo sigilo echó a correr hacia el chico inconsciente.
Cuando llegó junto a él constató un imprevisto con el que ninguno de ellos había contado.
-Vamos a tener que cargar con unos pocos kilos menos- anunció a sus compañeros desde allí, sin saber si sacaba el humor negro espontáneamente o como recurso para quitarle hierro a la situación. El foner no sólo estaba inconsciente, sino que una pierna parecía haberle sido arrancada de cuajo. Recordó lo que había dicho la mujer lobo sobre “mantener sus miembros y su cordura intactos”, y una parte de su mente a la que no estaba haciendo mucho caso en ese momento soltó una risilla muy poco apropiada.
Cargó al foner de pelo blanco a cuestas como pudo, haciendo malabarismos para tener la espada en guardia mientras volvía dándose toda la prisa que podía hacia sus compañeros.

Sigue en el Torreón Maciel.

La discusión en la biblioteca se había disuelto con rapidez. Ambos grupos habían empezado a intercambiar palabras mientras cada uno buscaba un libro que le llamara la atención. Saren observo la conversación entre Shiz y el pequeño repoblador a cierta distancia, sin intervenir, pero cuando Shiz acabó de hablar, el norteño entabló conversación con el pequeño ser. A Saren le gusto carácter del pequeño repoblador enseguida, y no tardó en bromear un poco con él, dentro del limitado entendimiento entre ambas especies.

-Oye, Shiz te llamó con un gesto, ¿verdad? -dijo, repitiendo el ademan con la mano a la perfección-. Eso esta bien, pero necesitas un nombre sonoro, al menos para llamarte a distancia. ¿Qué te parece Tapón?. Tap para los amigos -le sugirió con una sonrisa-. Es un tipo de cactus -comentó, señalando el pelo verde de punta del repoblador-. Piensatelo y dime que te parece la próxima vez que nos veamos -se despidió con una sonrisa antes de perderse entre las estanterías.

En su paseo por la biblioteca contemplo una batalla entre libros voladores, lo que le dejo pasmado. La magia que los Adeptos de su pueblo estudiaban no era de conocimiento público, y aunque siempre le había llamado la atención, nunca había tenido la oportunidad de saber de ella, tal vez en aquella biblioteca encontrara algo sobre el tema. Tras un rato de búsqueda el norteño encontró un libro titulado “Magia Básica: Hechizos para principiantes”. Con prisas se lo guardo en el abrigo sin tiempo para ojearlo, sus compañeros ya se iban.

De camino al torreón, pasaron por la enorme cicatriz que recorría la ciudad de este a oeste de nuevo, pasando sobre el osario de huesos que contenía por aquel frágil puente de madera. El idrino observaba con curiosidad a los gusanos que se deslizaban bajo sus pies, buscando sus ojos, pero la fosa común quedo atrás antes de los descubriera.

Por el camino se desviaron un poco, pasando por un río, donde se encontraron una escena peculiar. El peliblanco que se había ido por libre estaba tirado en una orilla, rodeado por unos pequeños seres de hocico largo y seis patas, parecía estar inconsciente. Mientras RR distraía a los carroñeros, Shiz se acercó con la espada desenvainada mientras el resto del grupo esperaba. Hizo un chiste que no tuvo sentido para Saren hasta que se acercó a ayudarle a cargar con el foner. A pesar de la situación, al norteño se le escapó un bufido de risa contenida cuando entendió la broma. Con la nueva carga a cuestas el grupo echo a correr hacia el torreón perseguidos por los carroñeros, ya que estos parecían haberle cogido manía a RR.

Continua en el Torreón Maciel.

Ariv y Karime caminaban sin rumbo. La muchacha estaba contenta porque habían logrado, por fin, salir del barrio laberíntico donde habían residido hasta entonces, y aún seguía feliz. Miraba a su alrededor con curiosidad, intentando memorizarlo todo. Aunque en un principio Rocavarancolia no le había agradado, empezaba a pensar que, quizás, después de todo, la ciudad tenía cierto encanto.
Finalmente, ambas llegaron a un río… Pero no estaban solas. Allí había más gente. Uno de ellos estaba herido y le faltaba una pierna, y los demás se enfrentaban a unas pequeñas bestezuelas que se les habían acercado, probablemente atraídas por la sangre que manaba de la herida del chico. Ariv observaba en silencio, tanto curiosa por haber encontrado a más muchachos –aunque, a primera vista, todos eran diferentes a ella- como preocupada por lo que pudiera pasar a continuación. Armada con un palo como estaba, no le parecía prudente enzarzarse en una pelea. No sabía de qué eran capaces las criaturas, pero… Además, parecía que los demás se marchaban ya, llevando en brazos a su compañero. Ariv le hizo un gesto a su compañera y le sonrió.
- ¿Los seguimos? – preguntó en voz muy bajita. - ¡A lo mejor saben donde hay comida! Y… Y… ¡Me gustaría saber de dónde vienen! Son… distintos.
Y se preparó para ir detrás de ellos con mucho cuidado, en silencio, para que no se percataran de su presencia.

Continúa en el Torreón Maciel.

Karime sonreía feliz sin saber a dónde se dirigían, simplemente pensando en las aventuras que les esperaban en cada esquina. Por fin, las niñas llegaron a un rio, pero, antes de que Karime pudiera emocionarse por la perspectiva de agua fresca, unos ruidos la alertaron de peligro y rápidamente cambió su actitud despreocupada a una seria. En esos momentos, su mirada, junto a su maquillaje, corrido después de dos días, la hacía ver del todo amenazante.

Observó concienzudamente a los desconocidos, que parecía que peleaban por escapar con un herido al hombro de unas pequeñas bestias. “Son todo hombres.” Se dijo. “Solo uno parece ser de Libo, aunque no puedo estar completamente segura.” Añadió volviendo a mirar a Ariv, la cual era de otro planeta y morena. Aunque ya había comprobado por Ariv que en otros planetas la gente se cubría más, le impresionó lo abrigados que estaban los chicos de ese grupo. “¿Qué les pasará?”

Karime se escondió detrás de una gran piedra arrastrando a Ariv con ella y observó al grupo de chicos. Parecían estar unidos y seguramente deberían tener una líder o alguna chica en el grupo, por lo que K pensó que lo mejor sería seguirlos. “Seguro que son más. Sabrán donde hay comida.”

- Tienes razón, Ariv. Ellos sabrán donde hay comida. Les seguiremos hasta su guarida o donde quiera que vivían y entonces hablaremos con la chica que esté con ellos. No creo que le importe que nos quedemos. A lo mejor hasta encontramos a alguien de nuestros mundos entre ellos.- le susurró mientras comenzaba a seguir cautelosamente al grupo, con las armas en guardia e insistiendo en que Ariv fuera detrás.


Sigue en el Torreón Maciel.

Giz llegó al río una hora después de marchar hacia el castillo. Había pasado allí el tiempo justo para saludar a Miloslava, comprobar que el engendro dormía con normalidad y recoger los cuatro gatos venenósos, que ya habían crecido lo suficiente como para estorbar en el castillo y defenderse por si mismos. De hecho, ya se habían empleado en más de una rata de las mazmorras.

Giz los sacó de la caja. Podrían pasar por gatos normales de no ser por las pequeñas manchas aleatorias que tenían en el pelaje, de colores rosas, amarillos y verdes fosforitos. Miloslava le había explicado que muchos animales terrestres tenían colores llamativos como aviso de lo mortalmente venenosos que eran; los gatos solo provocaban urticaria, pero Giz pensó que los colores podrían servir para espantarles algún que otro depredador. Uno de ellos, el primero que creó, no tenía pelo normal, tan solo las partes de colores chillones. El resto era calva. Había debido de tocar algo sin querer y no fue consciente hasta que nació. Sin embargo, salvo por su extraña calvicie, el gato no tenía ningún problema relevante.

Por si acaso, y a pesar de que pudiera ser como hacer trampa, Giz les había puesto varias runas protectoras. Así tendrían los primeros días (o las primeras horas) una pequeña ventaja que favorecería su adaptación. Giz observó como los gatos más normales se acercaban a beber agua, mientras que el otro, el calvito, se alejaba del río. Se vio tentado a seguirlo, pero decidió que era mejor dejarlo estar. Acabó dando la vuelta y dirigiéndose a la ciudad por otro camino. Aprovecharía para dar un paseo.

Desde que había empezado con la genemagia, ya era la segunda vez que Giz se acercaba hasta el río con diferentes animales. Esta vez traía consigo una pecera flotante con cuatro gatos dentro. De aspecto eran bastante normales, no había tocado los colores del pelaje ni nada y únicamente se diferenciaban de un gato normal por unas branquias que se abrían paso en el cuello, bajo la mandíbula. Uno de ellos tenía algunas escamas salpicadas por el cuerpo debido a un pequeño fallo que, por suerte, solo le afectó estéticamente. El asreniano era consciente de que los gatos no estaban hechos para el agua, pero era la especie que tenía más a mano para practicar con las branquias y prefirió ir a lo seguro.

Sacó al primero de los gatos de la urna y lo hizo levitar hasta colocarlo sobre la superficie del río y dejarlo caer dentro. Nada más entrar en el agua, el gato chapoteó intentando sacar la cabeza a la superficie. Tardó un rato en darse cuenta de que si lo hacía se ahogaba, pero acabó sumergiéndose. Hizo lo mismo con los otros tres gatos.

Dejó que nadaran y fueran para donde quisieran, igual que había hecho con los venenosos que había soltado antes, y sacó un papel que traía enrollado al cinturón. Era un mapa de la ciudad, con una serie de encantamientos ligados que lo convertían en algo así como un localizador de los animales que había ido soltando. Solo tenía que aplicar el hechizo de buscar por genoma sobre él y unos puntos verdes le indicaban el lugar en el que se encontraban.

Primero buscó a los gatos que soltó la vez anterior, para descubrir, algo apenado, que habían muerto todos menos uno, que pululaba todavía en otro punto cercano al río, probablemente en la zona que Giz los dejó. Mientras realizaba de nuevo el hechizo para buscar a los gatos de agua, vio como el agua se removía en la superficie del río y escuchó un maullido ahogado y un chapoteo violento. Uno de los gatos intentaba salir, pero alguno de los seres del río tiró con fuerza de él hacia abajo.

A Giz no le sorprendió ver después que, en lo poco que había tardado, de los tres puntos que debería mostrar el mapa solo quedaba uno, que en apenas unos minutos más, desapareció también frente a sus narices. Estaba claro que pasaría algo así. <<Me esmeraré más a la próxima>> y con ese pensamiento, y cavilando la posibilidad de pedirle a Nia muestras de ADN de alguna de sus mascotas, el asreniano se fue por donde había venido.

Me costó creer que el traidor no viviera en una ciudad, realmente no sabia mucho sobre los otros nublinos, realmente la única información de la que disponía era que cambiaron sus creencias por la adoración de Rocavarancolia.


Estaba un tanto excitado siguiendo a Shizel dirección al rio, ¿!como es que no sabía nada sobre aquel río?¡ si se sabia sacar provecho un rio era una importante fuente de recursos, aunque sabiendo como era todo en la ciudad a saber como era aquel rio…


Durante el camino fui explicando más o menos lo que podíamos encontrarnos en un río y como podíamos intentar capturarlos. Le expliqué a DL con burla lo que era un pez: un animal cubierto de escamas como los reptiles pero que solo pueden vivir bajo el agua.


Oír el cauce del rio me trajo muchos recuerdos de antaño. El lecho del rio era pedregoso y el rio parecía profundo y bastante bravo. Le pedí a mis compañeros que miraran como lo hacia y que intentaran imitarme. También insistí en la importancia de quedarse inmóvil y en silencio. Inspeccioné y busqué un lugar con poca profundidad y ya pude ver algunos peces, que salieron huyendo en cuanto me metí. El agua no alcanzaba a llegarme hasta las rodillas y comenzó la espera. Preparado con las piernas abiertas y con las manos atentas a que algún pez se atreviera o fuese lo suficientemente estúpido de pasar entre mis piernas. La espera fue larga y casi sentía como los demás me miraban con suspicacia ante mi demostración de pesca, pero de repente con un movimiento rápido saqué un pez de unos 30 cm del agua y me dirigí rápido a la orilla donde le di un golpe seco en la cabeza, matando el pez.


“Es importante agarrar el pez lo suficientemente fuerte para que no se escabulla y no demasiado para no destriparlo – le explique mientras mataba el pez- Si no os veis muy seguros de que podáis hacerlo podeis buscar debajo de las piedras, lo mas seguro es que haya cangrejos o algún otro bicho jugoso, quizas sea lo más facil ya os digo que esto es cuestión de suerte, agilidad y paciencia...sobre todo mucha ¡paciencia!- dije mientras volvía a entrar en el río-“

Todas las explicaciones dadas por Wintel que había decidido acompañarlos al igual que Branniel, resultaron un poco confusas para DL al comienzo, siendo que no había visto un rió en su vida. Pero teniendo en cuenta la de cosas que se había encontrado en esa ciudad desconocidas para el, otra mas a la lista no le era del todo sorprendente, solo esperaba que no fuese algo similar a esa playa y ese mar de la vez anterior sino lo iba a tener complicado para pescar esos dichosos peces reptilineos. Con esa descripción el imaginarse a un reptil acuático con enormes colmillos capaces de arrancarte un brazo no le fue tranquilizador, mas teniendo en cuenta que fue precisamente en el rió donde YR perdió su pierna.

Cuando llegaron al rió y Wintel se acerco al agua, a la que DL observo con desconfianza y cierto alivio al ver que no era una segunda playa, fue algo que no duro demasiado siendo que ese lugar aprecia bastante profundo lo que indicaba que podía esconder cualquier cosa en las profundidades. vio con asombro como el nublino se metía en el agua, ¿en serio? ¿Donde estaba la poca cordura que había mostrado rato antes en el enfrentamiento contra los cosechados aquellos?

-¿Crees conveniente meterte en un lugar, donde el segundo día de ser cosechados, apareció un compañero nuestro sin pierna? Sea lo que sea ten cuidado y no te confíes tanto-añadió alzando una ceja viendo desconfiado el agua y el movimiento de esta, como si en cualquier momento fuera a salir algo de ahí. Tal vez se preocupaba demasiado os e estaba volviendo tan paranoico como RR, pero dado todo lo que había pasado en ese día, lo raro seria no estar con los nervios de punta. Se dio un buen susto cuando Wintel se movió de su estado de parálisis en medio de la orilla y salio con un a cosa resbalosa y que se retorcía, con ojos grandes, acuosos y cubierto de una fina capa de escamas. "¿Reptil?" pensó confundido al ver a la criatura siendo apaleada contra el suelo como si fuese un trapo sucio. DL la miro fijamente agachándose junto a la criatura y sacando su saco que usarían como transporte para lo que cogieran. Al abrirle la boca a aquella cosa y observar que tenia finos dientecillos puntiagudos le miro con desconfianza extrema

-Esta cosa tiene dientes puntiagudos, tened cuidado lo que pilláis por ahí - dijo DL que no pensaba acercarse al agua a no ser que fuese necesario. Prefería tratar con los dichosos cangrejos a los que ya les tenia cogido el truco de algún modo por su pelea con ellos en la playa, eso si, cuando vio a uno, tras algún rato buscando apartando piedras, le sorprendió ver que era ligeramente diferentes de los de playa. Por ese descuido por poco se le escapa, por suerte fue lo bastante rápido para darle un golpe con el mango de katana. Eso si, le costo lo suyo cogerlo sin quedarse sin dedos y agredecio tener guantes mientras metía al condenado bicho pinzón en la bolsa- Todo en esta ciudad intenta atacarte, hasta la comida- comento mientras seguía buscando mas de esos cangrejos por la orilla los cuales parecían tener motores por lo rápido que corrían para meterse en sus agujeros. Para mala suerte de estos, DL era increíblemente terco en cogerlos ganándose en alguna que otra ocasión que se le quedaran enganchados en el guante, intentando dejarlo con un dedo menos.