Barrio de los Callejones sin Salida

Wintel

El pelirrojo rápidamente encabezo la marcha, miraba de un lado para otro casi obsesivamente, en varia ocasiones nos hizo una señal para que parasemos mientras comprobaba algunas ventanas o esquinas. Pasado unos minutos de caminata al fin llegamos al lugar de las provisiones, una vez más RR paro el grupo y se puso a comprobar primero los alrededores y luego todas las cajas, siempre con su ballesta preparada.
Una vez la aprobación del pelirrojo, cogió una especie de fruto rojizo y pregunto si era comestible.


“Supongo que será comestible, todo esto son alimentos que mandan los dioses de rocavarancolia para que los cosechados no mueran de hambre y no se interrumpa su perverso juego-dije nervioso apretando la lanza entre mis manos sudadas mirando al cielo en busca de las aves negras- son demasiadas no podemos llevarlas todas propongo que seleccionemos solo la carne o semejante y si después podemos llevar más nos llevamos lo que prefiráis pero rápido por favor no somos los únicos que tenemos hambre en este lugar”


Terminado el pequeño discurso me acerque a las cestas y empecé a buscar carnes o lo que pareciese que fuese carne.

De repente, un dolor punzante atenazó a RR en las costillas. Todo fue confuso y violento. Para cuando se quiso dar cuenta, estaba colgado de las fauces de un lagarto enorme que corría por los callejones a toda pastilla.

Reaccionó tan rápido como el dolor y el absurdo le permitieron. Llevaba la ballesta en el brazo libre, y con las fuerzas que puso reunir, movido por las drogas que corrían por sus venas, y le apuntó como pudo al ojo a la criatura.

-¡Suéltame, cabrón malparido!- dijo en un tono tan imperativo y autoritario como su precaria situación en las que se hallaba. Como supuso que el bicho no reaccionaría a su petición formal, apretó el gatillo.

La criatura se quejó sonoramente y abrió sus fauces, dejándolo caer. Como pudo se levantó, comprobando que llevaba todas las partes pegadas y que su chupa estaba entera, aunque manchada de sangre. Le herida no tenía buena pinta, pero se le ocurrió que quizás debería preocuparse de mover el culo y salir de allí antes de que aquella cosa cabreada volviera a terminar el trabajo. Así que, simplemente, tomó los bártulos y se los echó al hombro, para luego salir corriendo.

Los estupefacientes camuflaron el dolor, con lo que sus costillas no fueron un gran problema. Lo que sí sentía era otra cosa, algo que recorría sus venas y sus entrañas, algo que entumecía sus músculos y entorpecía el girar de sus articulaciones. Su mente, libre de ponzoña y crispada por los bordes y a cien por hora a causa de las setas y de la situación, llegó a una conclusión simple: Veneno.

Cuando volvió a reencontrarse con sus compañeros, iba con una mano puesta en la ballesta recién disparada y con la otra en la herida de su costado, intentando detener la hemorragia.

-¿Me habéis echado de menos?-comentó con su toque típico de humor de tercera ensombrecido mínimamente por lo acaecido.- Creo que tengo una heridilla, y también creo que el bocado que me ha metido traía sorpresa, porque cada vez me cuesta más moverme… Sí, creo que es venenoso.

Se dejó caer al suelo y, sin dejar que la herida lo alelase, comenzó a cargar otra saeta en la ballesta.

-La buena noticia es que está ciego. La mala que supongo que cabreado también. Dudo que esté muerto, y es posible que vuelva. No me puedo mover mucho… Os voy a ralentizar. Tampoco tenemos medios para eliminar el veneno… Definitivamente no es mi día.

Se arrancó la camiseta sin quitarse la chupa, tirando de ella por el pecho. Después, comenzó a hacerla tiras para convertirlas en vendas.

-Definitivamente estoy jodido.

Karime siguió al pelirrojo, que pronto se puso en cabeza. La morena avanzó con el arco entre las manos, mirando hacia todas las direcciones, intentado memorizar el camino, pero en seguida reconoció las casas. “¿Otra vez aquí? Espero que sepan dónde nos metemos, no aguantaría estar encerrada en este barrio otros dos días.” Se dijo al reconocer su “hogar” de los dos primeros días.

Cuando llegaron a las cestas, K ignoró a sus compañeros y metió la cabeza en una cesta, revisando lo que en esta había. “¿Hace cuanto que no como carne?” se preguntó mientras miraba la susodicha relamiéndose. Pasando un brazo alrededor del hombro de Ariv, la acercó a ella y metió su cara en la cesta.

- Mira, Riv, comida de verdad. ¿A que parece mentira que tan solo hace un día que estábamos en estas mismas calles hambrientas?- le preguntó sonriente. A sus oídos, llegaron las palabras de Wintel, que K se apresuró a rebatir.- ¡De eso nada! ¡Claro que podemos con todas! No estamos para desaprovechar comida.- exclamó levantando la cabeza de la cesta, justo en el momento en el que un lagarto gigante se llevaba a RR entre sus fauces.

La situación sobresaltó a Karime, que se quedo unos segundos shockeada, antes de coger su arco y disparar una flecha al animal, que apenas se inmutó mientras soltaba a RR, que corrió hacia ellos.

- Nos has tenido preocupados, Pelirrojo. pensaba que habías decidido formar parte de la dieta de ese bicho porque lo preferías a él antes que a mí. Por unos segundos me he sentido ofendida.- bromeó con cara seria mientras cargaba otra flecha en su arco, que lanzó sin pensárselo mientras caminaba hacia atrás. No parecía que RR fuera a aguantar mucho de pie y el bicho parecía muy enfadado.- Olvidaos de la comida, coged al pelirrojo y salir cagando leches hasta el torreón. Yo intentaré distraerlo lo suficiente para que no tengáis problemas en llegar. Que a nadie se le ocurra volver a por mí.- sentenció, sin dejar de lanzar flechas.- Si, es una orden. Si alguien quiere discutirlo conmigo, creo que el bichito estará encantado de unirse al debate.

Llegaron a los callejones sin problemas, encontrándose las bolsas ya ahí dispuestas para que las cogieran. Por el momento parecía que todo fuer a ir como siempre, sin percances. DL, con la mano puesta en su katana, vio ni sin cierta sorpresa al lagarto aquel llevando RR de la nada, como K le disparaba fallando, aunque el bicho termino soltando a RR cuando este con consiguió dispararle en un ojo dejándolo medio ciego,este volvío con ellos...claro... trayendo tras el a un lagarto muy cabreado.

-Maldita sea -gruño con molestia, sin guardar su katana agarro a RR por los hombros para medio cargarlo, ya que lo que fuera que ese bicho le provoco al morderlo lo había dejado medio paralizado- ¡Corred de vuelta, rápido, olvidaos de las bolsas! -sacando fuerza del simple instinto de supervivencia para cargar con el peso medio muerto de RR comenzó a correr todo lo rápido que podía, usando prácticamente las paredes de los callejones como soporte para aumentar la velocidad, debían llegar al torreón. Viendo por encima del hombro en su carrera como K prácticamente disparaba al bicho aquel sin hacerle mayor efecto- K, ¡dispara en su punto ciego, a sus patas! -le aviso DL, probablemente no funcionaria con esa piel escamosa pero con suerte el reptil se sobresaltaría y se echaría hacia atrás o pararía momentáneamente dándoles unos segundos preciosos. DL no espero a ver si K le hacia caso, aumento la velocidad sintiendo todos los músculos en tensión y viendo que porfin el torreón aparecía frente a su vista, el torreón con su maldita puerta principal cerrada- ¡Shizel!¡Saren! ¡Quien sea abrid la jodida puerta, nos persigue un lagarto gigante! -grito DL en cuanto estuvo cerca del torreón casi sin aliento por el doble esfuerzo que tenia que hacer en correr y cargar un peso extra, como no les abrieran tiempo y ese bicho fuera hacia ellos incluso con K allí sirviendoles de escudo, lo tendrían chungo.

Sigue en el Torreón Maciel.

Caminando, el grupo llegó al barrio donde Ariv y Karime habían estado viviendo durante los dos primeros días que pasaron en Rocavarancolia. La niña exhaló un suspiro de resignación: no le hacía mucha gracia tener que adentrarse allí de nuevo después de la experiencia que tenía. Sin embargo, si era allí donde podían encontrar comida, que así fuera. No iba a quejarse.
Siguió a sus compañeros a través de las calles, y pronto llegaron al lugar donde alguien había depositado unas cestas repletas de comida. Ariv las contempló, y entonces se dio cuenta de que tenía mucha hambre. Hasta ese momento no había pensado demasiado en ello, pero al ver todo aquello… Sus tripas rugieron. La comida que le habían dado el día anterior no había bastado.
Enseguida, K la arrastró junto a ella y empezó a enseñarle el contenido de las cestas. Ariv, antes de nada, cogió una manzana de una de ellas y la mordisqueó un poco. Sonrió, satisfecha, y se dispuso a seguir comiendo cuando algo hizo que se olvidara por completo del hambre que tenía.
Había aparecido en escena una especie de lagarto gigante, y no parecía muy amigable… Agarró a RR, pero el foner se las arregló para que la bestia lo soltara. Aun así, el muchacho no parecía encontrarse nada bien, y la criatura, después de perder un ojo, se había enfurecido. Ariv dejó caer la manzana y aferró sus dagas con fuerza, pero no hizo nada. No se sentía capaz. Volvió a invadirla aquella sensación que había tenido en Sinhdro tras la ceremonia de unión y que nunca jamás antes había experimentado: el miedo. De pronto, ante aquel bicho tan grande, se sentía pequeña e indefensa. Entre eso y los recuerdos que había avivado su temor…
Por eso, cuando K se ofreció para cubrirles la retirada, Ariv no puso ninguna pega. En otras circunstancias, habría permanecido al lado de su compañera y se habría enfrentado al lagarto con valentía. En ese momento, se limitó a obedecer a la libense y corrió tras DL, ayudándolo a transportar a RR como podía, esperando llegar pronto a la seguridad que les ofrecía el torreón.

Sigue en el Torreón Maciel

Karime niega mi propuesta, pero era imposible que pudiéramos llevar todo esto de un solo viaje por lo que no desistí en vaciar la cesta con lo que no fuera carne o parecido.


De repente una enorme bestia verde ataco a el pelirrojo llevándoselo consigo.


“!!Malditos sean todos los dioses de rocavarancolia!! -exclame mientras me aligeraba con mi tarea-“


Cuando menos me lo espero ya estaba RR de vuelta, pero parece malherido no poseía ese nerviosismo de siempre. DL cargó con RR con la ayuda de Ariv obedeciendo las órdenes de Karime que se ofreció quedarse en la retaguardia distrayendo a la bestia. Una significante muestra de valor.


La cesta quedo bastante vacía pero gracias a ello pude cargar con ella, la cargué y volqué las otras cestas restantes esparciendo el contenido por el suelo por si aquella bestia se contentaba con sus contenidos y comencé a correr detrás de los demás.


“Karime ¡! Refúgiate en algún edificio si te ves muy apurada ¡! – Grite mientras me alejaba con la pobre cesta-“

Continua en El Torreón Maciel

RR hacía esfuerzos por no resultarle un peso muerto a DL. Intentaba correr mientras poco a poco las piernas le fallaban, y le ayudaba a propulsarse contra los muros. Se giró para ver que tal le iba a K contra la bestia, y pronto vio como caía contra el suelo y la bestia quedaba postrada, revolviéndose.

-Me cago en la puta.- se quejó por lo bajo. No sabía si cuando se levantara, la criatura les atacaría a ellos o si se conformaría con la muchacha que tenía más cerca, inmovilizada y herida. Tampoco es que pudiera hacer mucho por ayudar, pero consideró que debería hacer algo por marcar alguna diferencia.

Tomó la ballesta y la apoyó sobre el hombro de DL. No tenía mucho pulso, pero el lagarto era un objetivo grande e inmóvil, con lo que no debería de haber problema para impactarle. No mucho, al menos.

Finalmente, llegaron a las puertas del torreón, donde su compañero comenzó a llamar a gritos a los que se habían quedado.

-Más vale que abran pronto o sólo van a poder meter dentro los cachitos feos que no se quiera comer esa cosa.- comentó, con la voz algo entrecortada. Se estaba mareando.

Karime no se dio cuenta de si alguien había rebatido su orden, pero al verse sola contra el lagarto, no dudó de que no había sido así. “Bien hecho, chicos, toda la diversión para mí.” Rió sarcásticamente. No dejó ni un momento de atacar con su arco al animal, solo paró cuando vió que el animal caía por una de sus flechas. Ni siquiera tuvo tiempo a alegrarse cuando ya estaba volando por los aires por un coletazo bien dado. El brazo izquierdo de la libense amortiguó su caída contra el suelo.

Desde su posición horizontal, vió como la criatura peleaba por levantarse. “Ahora.” Se dijo al ver su oportunidad de escapar. Poniéndose de pie de un salto, corrió en dirección al callejón de la derecha del que habían cogido sus compañeros, mientras se colgaba el arco a la espalda. Aunque n sabía si al lagarto le daría tiempo para ver por donde se iba, esperaba que al levantarse cogiera el mismo camino que ella y no siguiera a sus compañeros, que ya tenían bastante con mantener con vida al pelirrojo.

Corrió por los callejones, combinándolos de distintas maneras para despistar al drago, el cual no sabía si le estaba siguiendo. La adrenalina le hacía correr como nunca y ni siquiera se había dado cuenta de que su brazo colgaba inerte, desencajado de su hombro.

Ya llevaba más de una hora despistando al drago cuando, por fin, se permitió mirar hacia atrás para comprobar si le seguía realmente. Al no verlo por ningún lado, la morena decidió finalmente volver al torreón, donde esperaba encontrarse con RR ya curado, aunque no tenía muchas esperanzas de ello. Se perdió unas cuantas veces por los callejones, pero no le importó a pesar de encontrarse cansada y hambrienta. Conservaba su arco, sus espadas y estaba viva. Podía sentirse afortunada.

Sigue en el Torreón Maciel.

Más de una vez estuvo inseguro de por qué callejón acababa de torcer, pero al final Shizel llegó sin incidentes a las cercanías de la plazoleta de las cestas. No le hacía gracia liderar la marcha, sobre todo teniendo en cuenta que no sabía lo que buscaba, pero oír los pasos de sus compañeros tras de sí le proporcionaba cierta seguridad. Si bien no le garantizaba que le avisasen a tiempo de nada, al menos si le dejaban tirado se daría cuenta inmediatamente.
Las cestas parecían seguir ahí como de costumbre, pero no salió aún a la plazoleta abierta sino que se paró en la calleja que daba a ella.
"Que vaya otro delante", pensó con desconfianza. Le habían descrito al drago de chiimera en términos vagos y seguía sin hacerse una idea de su rapidez; imaginaba que no era mucha si lo habían descrito como un lagarto gigante, pero no quería arriesgarse a que le sorprendiera como a un idiota saliendo desde algún callejón en sombras.
-¿Por dónde le despistaste la última vez, K?- le preguntó-. Si alguien se maneja mejor de lo normal en este sitio es hora de decirlo, con suerte podemos planear un poco nuestros movimientos en lugar de limitarnos a esperar a que el lagarto se manifieste...
Siguió escudriñando la plaza en busca de cualquier movimiento brusco. Casi habría preferido ver al tal lagarto ahí; al menos sabrían dónde estaba...

Karime vió como el resto reaccionaba a su plan, un poco molesta con Shizel por haber repetido su plan como si ella no se hubiera explicado con propiedad, pero se le pasó en cuanto Wintel habló. “¿Pero que se ha creído? ¿Es que acaso RR ha hecho más que yo por el torreón? ¿Quién se enfrentó al lagarto ayer? ¿Es que acaso sin el pelirrojo no somos nada?” se decía frunciendo cada vez más el ceño. Estaba a punto de gritarle unas cuantas cosas al nublino cuando Shizel habló. Ka no pudo evitar aplaudirle.

- Ni yo misma lo hubiera dicho mejor, Plateadito.- le alabó.- Mira, si tu quieres tratarlo como un dios, allá tu, pero, en lo que a mí respecta, no es un andrógino, así que no lo voy a tratar como tal.- le dijo seriamente a Wintel, antes de girarse hacia RR y añadir.- Sin ofender, Pelirrojo, no dudo de que te encantaría haber nacido chica.

Cuando Timmy entró por la puerta diciendo que también iba, Ka decidió que no valía la pena degollar a uno de sus compañeros por una tontería y le pasó el brazo por los hombros al igual que a Ariv.

- Vamos, pequeños, si nos damos prisa y no venimos muy cansados empezaran vuestras clases. ¿No te lo he dicho, Riv? El pequeño Timmy se va a unir a nuestras clases con los cuchillitos, pero tranquila, esta avisado de que tu vas a ser mi favorita.- rió mientras arrastraba a los dos hacia el exterior.

Ka siguió al grupo, ya que la orientación no era lo suyo, hasta que llegaron a la plaza. Aun todavía sin entrar a la plaza, el grupo se paró para decidir la acción de ataque.

- Ellos se fueron por esa calle y yo corrí por aquella.- contestó la libense a la pregunta de Shizel.- Estoy segura de que me siguió. Tanto esa como esta son buenas calles para volver al torreón, por lo que creo que los cebos podríamos irnos por esa o por esas otras.- dijo señalando de nuevo otros callejones.- Bien, creo que deberíais esconderos aquí mientras salimos los cebos al centro de la plaza, cuando el lagarto salga echaremos a correr los dos por una de esas calles y ya nos dividiremos cuando estemos seguros de que el lagarto no va a volver a la plaza. En cuanto veías que el lagarto desaparece, esperar unos minutos y salís. ¿Alguna pregunta? ¿No? Pues vamos allá.- explicó finalmente antes de mirar hacia un lado y otro de la plaza y salir con el arco cargado.

No me esperaba esa reacción de mis compañero, malditos egocéntricos, en ningún momento dije que sin RR estuviéramos perdidos o que no podríamos sin él, solo pedí unidad pero ellos han dejado bien claro que su ego los hace lo suficientemente autosuficientes.


Ellos no tenían la menor idea de donde se encontraban ni donde se habían metido, si creían que ellos solos pueden hacer frente a la dicha de los dioses rocavarancoleses estaban muy equivocados, ¿qué iban a hacer sus espadas y flechas oxidadas con el poder de estos?


Estaba realmente frustrado, andaba encorvado detrás de los fantásticos e invencible guerreros, además de Ariv, timmy y DL, sin pronunciar ni una palabra hasta que llegamos a la plaza.


Como no allí estaba las cestas llenas de provisiones, sabia que de un momento a otro esa cosa aparecería y tendría que correr por su vida. Quizás con un poco de suerte el lagarto me perseguiría y acabaría con mi frustración de un solo bocado.


Me acerque a una de las cestas y cogí lo que parecía un tipo de fruta y le propine un mordisco que chorreo bastante jugo haciéndome echarme para atrás. Tenia un sabor bastante dulce y textura grumosa.


Sin pensármelo me desabroche el anorak comencé a dar vueltas sobre mi mismo lentamente mirando al cielo con la esperanza de desprender el suficiente olor para atraer al lagarto y grité:

Tal y como K planeo, los cebos fueron los primeros en salir, tratando en este caso de Shizel y K, a no ser que alguien se apuntara de un ultimo momento. DL salio con su katana desenvainada, no presto mucha atención al resto mas centrado en mirar alrededor, escuchando las explicaciones de K hasta que salio en espera del a lagarto fue a ir tras por por als cestas pero se paro justo en el comienzo del callejón al escuchar su repentino grito.

-¿¡pero que demonios haces!? ¡No lo atraigas hacia acá!- exclamo mirándolo molesto, ¿planeaban poner cebos y se le ocurría llamar al lagarto para que fueran por ellos? Si quería suicidarse allá el, pero que no metiera a los demás en problemas, demonios. "Como aparezca y nos ataque....te mato..." tenia pensado ir por las cestas antes de que el escamosos apareciera a comerse al que tanta ganas tenia de suicidarse, y de paso matar al resto, pero sanguinolenta que parecía pergaminos viejos con vida propia "Cosas mas raras ya no puede haber". No se acerco a los otos menos cuando esa cosa saco dos tentáculos, en espera de movimiento, justo frente a las narices de K y de Wintel, ya que estaban mas adelantados. "¿Porque no les ataca?"- se pregunto extrañado, esa cosa solo parecía esperar algo algún movimiento o ataque, aunque no era seguro mejor era prevenir.

-¡No os mováis, esta esperando que le ataquéis para responder!- suponía ellos ya se habían dado cuenta, pero conociendo el estado de peligro que sentía una persona que solo atacaba sin mas cuando algo extraño aparecía, lo mejor era avisarles. En todo caso esperaba que fuesen los suficiente rápidos para correr en el caso de que se equivocase. Miro alrededor intentando buscar algo que pudiera usarse contra esa cosa, estaba hecha de papel dudaba mucho que una flecha pudiera hacerle gran cosa. Miro alrededor, echando en esos momentos en falta el estúpido mechero de RR, les seria útil contra ese pergamino...y no daba tiempo de ir a por el- Creo...que necesitamos fuego contra esa cosa...- añadió perdido sobre lo que hacer odiaba esa sensación, como fuego era poco probable echo un vistazo alrededor cogiendo un roca de tamaño considerable, probablemente cometía un estupidez, pero bueno, esa cosa parecía esperar movimiento así que, sin mas lanzo la roca con toda la fuerza posible desde la distancia hacia la cosa esa, sin asegurarse si le daba o no, solo esperaba despistarla o en todo caso atontara- ¡Corred!- les grito, esperando no haber causado un desastre mayor.

Ariv salió del torreón dispuesta, esta vez, a dar lo mejor de sí misma. Caminaba cerca de K, pues así se sentía más segura, y aferraba sus cuchillos con fuerza, alerta. Shizel iba guiándolos por los callejones. La niña, mientras tanto, se iba fijando en lo que veía a su alrededor para ponerse a dibujar el mapa en cuanto regresaran. Estaba convencida de que podría hacer uno: aún recordaba algunos de los lugares en los que habían estado la vez anterior y, con esta nueva excursión, refrescaría su memoria. Se sentía feliz… Por fin podría serles útil.
Poco después, llegaron a la plazoleta donde se encontraban las cestas la otra vez. Ariv supuso que pondrían en marcha el plan de K, pero no se veía ninguna criatura amenazante por los alrededores. La niña sabía que no debían confiarse: en el poco tiempo que llevaba en la ciudad había aprendido que las sorpresas allí eran constantes. Wintel empezó a llamar al monstruo, ante el disgusto de DL.
Después se percató de que, en realidad, allí sí había algo… Algo que se parecía a unos pergaminos ensangrentados. Lo más extraño de todo es que no eran objetos inertes… ¿Tendrían vida propia? Ariv frunció el ceño y retrocedió un paso. Su primer impulso fue buscar la protección de K, pero se contuvo y aguardó, intentando ser valiente, aunque aquello no le gustaba ni un pelo.
De pronto, DL cogió una roca y se la lanzó a los pergaminos. Ariv no estaba segura de cuál sería su reacción, pero no quiso comprobarlo. En cuanto el foner les ordenó que corrieran, la niña obedeció de inmediato.
¿Se les complicarían las cosas de nuevo? En su interior deseaba que no fuera así.